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La Práctica diaria es necesaria para que su Realización nos invada presente a presente, durante los quehaceres cotidianos entre los que se van introduciendo y asentando Prácticas como el Zazen, el Gasshō, el Sampai, Canto de Sutras, Contemplación...hasta no distinguir entre Cotidiano y Zen y los hechos corrientes son Práctica.

Cada momento de Práctica lo es instantáneamente de Realización como cada instante de Renuncia al Yo-Mundo lo es de Lucidez, Normalidad, Iluminación, siempre que la concentración sea total, (sin Ego).

Estas Prácticas se convierten en un especial alimento cotidiano para el Practicante de Zen que irá a su vez acrecentando en él una mayor duda en su Yo, un desplazamiento, un vacío de Yo habitual (innecesario y perjudicial) así como una gran Confianza en lo que antes era Fe en la Propia y Verdadera Naturaleza o

Mismidad (como un Yo-Mismo no egocéntrico y antropocéntrico sino Cosmocéntrico).

Esta Confianza se autoalimenta con la propia Práctica-Realización como con el Instructor y la Sanga, con quienes se comparte y por quienes es certificada la Realización de cada uno, comprobada y autentificada.

El Camino es progresivo. Se tienen avances y retrocesos, progresiones y regresiones pero si hay descuidos duraderos puede producirse algún estancamiento y hasta abandonos

La maduración es “como un Juego sin objetivo”, “con el Espíritu del Juego” (según expresión de nuestro Rosshi Suyu Narita) pero un Juego muy serio, tanto como que nos va la Vida en Él.

No podremos confiarnos con las bonanza, ni asustarnos de las borrascas, “dejarlas pasar con igual Desapego”.

Debemos tener en cuenta que todas estas palabras sacadas de nuestras conversaciones en Sanga, son un intento de señalar situaciones para que a quién lo lea le puedan servir como orientación e información, para que pueda saber un poco de qué se trata en esta Sanga y por si nuestras experiencias contadas os pueden servir de pistas sin supersticiones ni prejuicios.

Os queremos decir claramente que somos conscientes de las limitaciones para comunicar algo vivo que tiene la palabra y más la palabra escrita. Por mucho que el vocabulario se ajuste a la Experiencia, las palabras se quedan cortas, muy cortas, pues cualquier Realidad es inenarrable.

Cuanto más queremos explicar la Realidad más nos separamos de ella. Por todo esto en el Zen hay un Goroku antiguo que dice “Las palabras son como un dedo señalando la luna, no confundamos el dedo con la luna”.

También tenemos en cuenta que este intento de extender a otros nuestras experiencias, también es “limitado” en cuanto a que no muestra la temporalidad, es decir, que estos asuntos que narramos, a muchos de nosotros nos ha llevado varios años de intentos de Practicar y Comprender y no todos nos encontramos en los mismos niveles de Profundización de la Experiencia, no siendo los años el factor más esencial. Son esenciales unos cuantos factores a la vez.

Por otra parte es la Experiencia de la Sanga la que os contamos. Aunque parezca que es uno quien escribe es de todos lo que se describe.

Por otro lado, nada de lo Experimentado es tan lineal. Sabemos que soslayamos los aspectos desagradables, improductivos, secos, duros, desilusionantes, desatendidos... A pesar de las orientaciones del Instructor, cuesta mucho ir aireando, impersonalizando, áreas de la mente bien defendidas y reservadas, aún habiendo experimentado la Irrealidad del Ego, su vacuidad.

RENUNCIAR

Suke, dice Dōgēn, es Renunciar al Mundo. Cuando algunos Practicantes oyen expresiones como esta, se pueden asustar y de hecho, es lo que nos ha sucedido a algunos de nosotros en ciertos momentos de escasa Comprensión. Entonces hay que volver a caer en la cuenta de que hemos oído con este sentido en un momento en que este no estaba Liberado, en que oía desde el viejo condicionamiento de onda yoica.

Por algo en el Zen el pensamiento yoificado, condicionado, se le llama “el ladrón de los sentidos”. Con las palabras oídas y traducidas por el Yo, la idea de Renuncia al Mundo queda absolutizada y uno cree, desde la interpretación yoica autoengañosa, que se tiene que convertir en una especie de momia y que tiene que dejarlo todo plantado, de golpe y a la vez.

Esta es una típica autodefensa egocéntrica que asusta al practicante y puede frenar el proceso de la Practica y en casos más radicales, hacernos salir huyendo. Decimos muchas veces que el Yo es un sistema de tal condición que hace de él un maestro del autoengaño pues es causa y efecto de la Ignorancia. Por lo tanto, mientras tenga posibilidad, seguirá engañándonos y asustándonos con su limitada y limitadora forma de interpretar que es la única conocida. En los momentos de duda, estancamiento y confusión regresivos, tenemos la oportunidad constante de exponer nuestro estado al Instructor y a la Sanga. Por medio de esta Práctica (Pedir Ayuda) podremos ir saltando obstáculos que sólo lo son cuando creemos en el Yo, cuando estamos en falso.

También Practicamos la Sinceridad propia y además otros pueden aprender de nosotros y ver cómo somos tan parecidos todos los yoes. Aprendemos a impersonalizar haciendo donación pública (Sanga) de los obstáculos y también aprendemos que la propia liberación es cosa de cada uno y de todos a la vez y que no hay contradicción en ello, sino pura y Cósmica o Natural Interdependencia. (Verdadera Libertad).

Renunciar al Mundo es lo mismo que Renunciar al Yo. Esto quiere decir que ir haciéndonos conscientes de lo superfluo, lo estúpido, lo innecesario, lo que sobra, gasta y consume nuestra energía, nos invade y no nos deja ser libres viviendo la Paz. Conscienciarnos de ello nos da fuerza, libera energía desatándonos de costumbres absurdas, automatismos biomecánicos y toda la baraúnda yoica comienza a desarticularse, partes de ella con más facilidad y otras con más Práctica.

Por todo esto podemos decir que renunciar al Mundo-Yo es desapegarse de todo aquello que nos desvive, nos neurotiza, nos esclaviza. Cuando esto se va cayendo, no es debido a esfuerzos de voluntad o a anteponer deseos a deseos, es debido a que la Práctica es Realización y esto es verdadero, Real, Realidad y la Realidad esfuma los fantasmas yoicos, aunque vuelvan a aparecer en cuanto descuidemos o aflojemos la Nueva Práctica. Sucede por tratarse de mecanismos que se activan en cuanto Desocupemos de Práctica la Consciencia.

Con la desaparición momentánea y paulatina de los componentes egoístas de nuestra Consciencia, comenzamos a Vivir la Realidad, la Paz, la Armonía, el Disfrute de la Vida.

Esto es el Cuerpo y la Mente de Buda que todos somos de forma innata y que el Método Zen hace que se desarrolle Natural, Cósmicamente.

El Yo-ísmo cumple una Etapa de desarrollo de la Consciencia, llega a su límite y con el Zen entramos en la siguiente, la de Ser Humano Realizándose como Ego y como Iluminación.

Así como en la Etapa yoica fuimos llegando a comprobar sus limitaciones y sufrimientos en los diversos aspectos de la Existencia, a nivel social, cultural, familiar, individual, profesional, político etc. Con el Zen emerge la Consciencia Ilimitada (Mugen, que nos dice el Rosshi Suyu Narita), desde la cual se pueden saborear todas las cosas originalmente. Con Consciencia Transparente, con Estructura perceptiva, una veces Libre y otras no, egocéntrica, centrada en el Ego y Cosmocéntrica, centrada en el Cosmos.