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Principio de responsabilidad en

CAPÍTULO 1. PRINCIPIOS ÉTICOS DEL MEDIO AMBIENTE

1.2 Paradigmas éticos

1.2.2 Ética ecológica antropocéntrica

1.2.2.1 Principio de responsabilidad en

Toda la ética ecológica - ambiental necesita basarse en unos valores y unos principios que den congruencia al trabajo y el esfuerzo de todas estas décadas de análisis. Los valores son los cimientos de nuestra convivencia social y personal. De ahí los llevamos al nivel de principios normativos. La responsabilidad es un valor, porque de ella depende la estabilidad de nuestras relaciones. La responsabilidad tiene un efecto directo en otro

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SOSA, N. (1990). Ética ecológica. Necesidad, posibilidad, justificación y debate. Madrid: Universidad Libertaria. Cap.4, pág. 14

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concepto fundamental: la confianza. Confiamos en aquellas personas que son responsables. La responsabilidad es un signo de madurez, pues el cumplir una obligación de cualquier tipo no es generalmente algo agradable, ya que implica esfuerzo. La responsabilidad puede parecer una carga, pero el no cumplir con lo prometido origina consecuencias. La responsabilidad es un valor, porque gracias a ella podemos convivir en sociedad de una manera pacífica y equitativa. La responsabilidad, en su nivel más elemental, es cumplir con lo que se ha comprometido, o la ley hará que se cumpla. Pero hay una responsabilidad mucho más sutil (y difícil de vivir), que es la del plano moral. Ser responsable es asumir las consecuencias de nuestras acciones y decisiones. Ser responsable también es tratar de que todos nuestros actos sean realizados de acuerdo con una noción de justicia y de cumplimiento del deber en todos los sentidos. El origen de la irresponsabilidad se da en la falta de prioridades correctamente ordenadas. La responsabilidad vale, es necesario percatarnos de que todo cuanto hagamos, todo compromiso, tiene una consecuencia que depende de nosotros mismos. Nosotros somos quienes decidimos. Lograr que nuestros actos correspondan a nuestras promesas de manera estable y habitual. Si prometemos hacer lo correcto y no lo hacemos, entonces no hay responsabilidad. Nos toca educar a quienes están a nuestro alrededor para que sean responsables: es el deber de corregir.

Hablamos de respetar la naturaleza, respetar los libros, las posesiones ajenas, respetar las reglas del juego, etc. Al decir respetar la naturaleza, por ejemplo, realmente estamos expresando la necesidad de cuidar la naturaleza, de usar la naturaleza de acuerdo con su propio fin. Al hablar de respetar las reglas del juego, estamos diciendo que hay que obedecerlas para que puedan cumplir con su función.

El principio de responsabilidad de Jonas se enmarca en el ser vivo como el objeto que recibe la responsabilidad que le ofrece el ser humano sin tener que devolverla a otra persona:

“Sólo lo vivo, por tanto, en su menesterosidad e inseguridad – y, por principio, todo lo vivo- puede ser en general objeto de responsabilidad, pero no por eso tiene ya que serlo: ser un viviente es la primera condición de ello en el objeto”.27

27

JONAS, H (1995) El principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización tecnológica. Barcelona: Círculo de Lectores, Herder. p. 173.

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Aunque se remita a un principio de responsabilidad, la propuesta de Hans Jonas es compleja y conserva también otros fundamentos éticos más tradicionales como los de la ética kantiana y la axiológica, a cuyos saberes cabe añadir un fundamento metafísico que, en última instancia, nos remite a Heidegger. Que el ser vivo creado por Dios tiene su propio propósito aunque el ser vivo no lo conozca ni lo raciocine, Jonas le concede valor intrínseco:

“Cada ser vivo es su propio fin, no está necesitado de ulterior justificación; y en esto el hombre no tiene ninguna ventaja sobre los demás seres vivos, excepto que sólo él puede tener también responsabilidad por ellos, es decir, por la salvaguardia de su fin intrínseco”.28

Para Sosa hay que conseguir líneas definitorias, como por ejemplo:

―En el antropocentrismo y biocentrismo se discute la concepción de la naturaleza,

así como del lugar del ser humano en ella. No son del todo equiparables tales categorías a las designadas como “holismo” e “individualismo”, ya que, mientras la opción por una perspectiva biocéntrica comporta un cierto holismo, el antropocentrismo no ha de asimilarse por principio a ningún tipo de individualismo, aunque en ocasiones así haya sido entendido”.29

De la ética kantiana, Hans Jonas no sólo toma un sentido teleológico de la existencia del mundo vivo y en particular del hombre como soporte de fines; también establece un imperativo categórico, en el contexto de la conservación de la vida humana y de la Naturaleza. En palabras de Jorge Ferrer, el imperativo categórico de Kant es reformulado por Hans Jonas de cuatro modos equivalentes entre sí:

“1. Obra de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana autentica sobre la Tierra

2. Obra de tal modo que los efectos de tu acción no sean destructivos para las futuras posibilidades de esa vida

3. No pongas en peligro las condiciones de la continuidad indefinida de la humanidad en la Tierra

4. Incluye en tu elección presente, como objeto también de tu querer, la futura integridad del hombre”.30

28

Jonas, H. Ibídem, p. 172.

29

SOSA, N. (1990). Ética ecológica. Necesidad, posibilidad, justificación y debate. Madrid: Universidad Libertaria. Cap. 4 Pág. 14.

30

FERRER, J J. (2001) a. ―Agenda bioética para Puerto Rico: Una propuesta para el dialogo de cara al futuro‖. En libro de SANTOS Y VARGAS, L; FERRER J J; DAMIANI B M. Humanities and the Health

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Hans Jonas hace dos consideraciones de la naturaleza: una en sentido ecológico como condición de la propia existencia humana; otra en sentido humanístico, al considerarla elemento integrante de su perfección existencial:

“Cada uno de estos aspectos la hace aparecer ante el hombre como medio, en el primer caso, y como fin en sí misma, en el segundo. En ambos casos, la ética de la responsabilidad reclama un deber para con la misma (...)”.31

El propio Jonas insiste en que, aun en el supuesto en que se mantuviera un antropocentrismo radical, apelando a una responsabilidad exclusivamente dirigida al ser humano, éste y la naturaleza forman una comunidad de destino que involucra éticamente a la naturaleza:

“Pero incluso si en lo sucesivo es tenido por absoluto el deber para con el hombre, ese deber incluye el deber para con la naturaleza (...). Partiendo de esto, decimos que la comunidad de destino del hombre y la naturaleza, comunidad recién descubierta en el peligro, nos hace redescubrir la dignidad propia de la naturaleza y nos llama a preservar, más allá de lo puramente utilitario, su integridad”.32

Sobre este desplazamiento de la centralidad humana en las éticas ecológicas y ambientales Marta Vázquez establece la siguiente apreciación:

“(...) sin ser, a mi parecer, necesaria la plena identificación de las entidades naturales con lo humano, si parece coherente adoptar al menos un punto de partida en el que se reconozca un “estar concernidos” por los elementos y entidades naturales. Hoy por hoy resulta innegable que la realidad natural nos atañe, sea como posibilidad de nuestra propia existencia biofísica, psíquica o material, sea como “fondo oscuro” de nuestras determinaciones ontológicas mas profundas. Las condiciones de posibilidad de una ética ecológica o ambiental no parten, pues, de una defensa de una “ética entre iguales”, sino de una ética “entre vivientes” – mejor aún “entre existentes”- que viven en dependencia , no solo desde el punto de vista material, de un medio”.33

Sciences. A collaborative project for faculty development and curricular revision: a Puerto Rico experience. Estados Unidos, Maryland: Editorial Scripta Humanistica, p..162

31

VÁZQUEZ, M. 2000. ―La nueva ética de Hans Jonas en el contexto de las éticas ambientales‖. Cuaderno de Realidades Sociales 55- 56. Madrid, p. 88.

32

JONAS, H. 1979 [1995], Ibídem, p. 228.

33

VÁZQUEZ, M. (2003). ―Siguiendo las lecciones para la clase de Utopía‖. En Luis Méndez Francisco, (Coord.), La Ética, aliento de lo Eterno. Salamanca, España: San Esteban,. p. 509.

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Considerando el contexto económico, la profesora Marta Vázquez escribe que:

―(…) tiene que haber un sentido de responsabilidad para con nuestros coetáneos y

las futuras generaciones. Ser responsables significa adoptar posiciones aun en perjuicio de lo económico, en previsión futura de un bien mayor. O sea, proteger para las generaciones futuras lo que ahora disfrutamos: agua, aire, suelo, luz y calor”.34

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