• No se han encontrado resultados

3.2. Recuperar las realidades de Palabra y Pan en la celebración eucarística hoy

3.2.1. Recuperar la realidad de la palabra

Con el fin de actualizar la nueva relacionalidad pascual en la celebración eucarística de hoy, es importante sustentar la recuperación de la realidad de la Palabra como valor esencial de comprensión del Misterio Pascual. En el relato lucano de Emaús (Lc 24,13-35), prevalece la Palabra como el momento previo que ilustra el sentido y el significado del gesto fundante de la comensalidad de Jesús. Esto es lo que se ha denominado la iluminación transformadora, pues, la Palabra hecha carne en Jesús, transforma, paulatinamente, el corazón de los discípulos y los prepara para comprender que Él es el testimonio fehaciente que da plenitud a las Escrituras: "El significado de las palabras de Jesús a los dos discípulos es que, desde principio a fin, las Escrituras hebreas dan testimonio sobre él y su destino; de hecho, 'Cristo es el centro y la meta de toda la Escritura' (E. Losche, Die Auferstehung, 29) "150. La explicación de la Palabra es el momento ilustrativo de la fe de los discípulos de Emaús (cf. v.27), que les permite comprender el significado de la fracción del pan. Hoy sigue siendo prioritario encarnar a Jesús, como palabra de vida, que instruye a los creyentes en el Misterio Pascual.

En primer lugar, recuperar la realidad de la palabra, en las celebraciones eucarísticas de hoy, es instar en su aspecto relacional. Por ello, la Palabra no es un discurso que hable sobre Dios, ni mucho menos de los hombres de manera aislada. Es, ante todo:

"un discurso sobre la relación entre ambos (creación, alianza, encarnación). Así es como ella habla del hombre (y de Dios). Su única preocupación es contar esta relación entre Dios y el hombre y, desde ahí extraer su punto de vista sobre el hombre. Hay ahí una epistemología muy especial y del todo pertinente. Tanto Dios

150

82 como el hombre son calificados no a partir de lo que son en sí mismos, sino a partir de lo que son el uno para el otro"151.

Por tal razón, acercarse a la realidad de la Palabra, en su aspecto relacional, significa integrar a la vida y al entramado de las relaciones interpersonales, el mensaje de Salvación que allí existe. Para ello, es importante ocuparse de su estudio y lectura constante. Los cristianos estamos llamados a relacionarnos con dedicación legítima al ministerio de la palabra e impregnarnos de las Escrituras por medio de su lectura asidua y estudio diligente en favor de la formación de comunidades de fe152. Una celebración eucarística que no esté enriquecida por el conocimiento de la palabra es un encuentro baladí. Todo encuentro eucarístico debe esforzarse por procurar una liturgia de la palabra preparada con antelación y sin improvisaciones. La adecuada reflexión y estudio de las Escrituras es fuente de experiencias profundas de fe y es una respuesta a las preguntas que circundan al hombre contemporáneo.

En segundo lugar, es importante recuperar la realidad de la palabra en la formación de los ministros, para que puedan estar a la altura de las exigencias de una fe que hoy necesita dar razón de su esperanza, en medio de la reflexión científica y tecnológica de esta época. Para recuperar y actualizar su realidad en las celebraciones eucarísticas, la liturgia de la palabra debe prepararse de manera concienzuda y al nivel de los aportes exegéticos de la teología actual. No deben subvalorarse nunca las capacidades intelectuales de los fieles que participan de la eucaristía. Una adecuada formación de la palabra, requiere de tiempo, de espacios y de personas realmente comprometidas con la causa. El reto está en los ministros por formar grupos de personas, adecuadamente preparadas, en el conocimiento de las Escrituras y de este modo, ser continuadores de la misión evangelizadora de Cristo. El conocimiento de la palabra no es excluyente ni exclusivo. Más aún, exige una responsabilidad común de alcance universal que debe transmitirse sin reservas a los demás fieles de la Iglesia. Al respecto, el Concilio Vaticano II insiste en que:

151

Simons, Ser hu a o…, 29.

152

83 Los exegetas católicos y demás teólogos deben trabajar, aunando diligentemente sus fuerzas, para investigar y proponer la Escritura divina, bajo la vigilancia del sagrado Magisterio, con los instrumentos oportunos, de forma que el mayor número posible de ministros de la palabra pueden repartir fructuosamente al Pueblo de Dios el alimento de la Palabra de Dios, que ilumine la mente, robustezca las voluntades y encienda los corazones de los hombres en el amor de Dios153.

Desde esta perspectiva, recuperar la realidad de la palabra en las celebraciones eucarísticas, indica fomentar la calidad de una predicación nutrida de la Palabra de Dios: "Es necesario, por consiguiente, que toda la predicación eclesiástica, como la misma religión cristiana, se nutra de la Sagrada Escritura, y se rija por ella"154. Probablemente, la liturgia de la palabra es hoy, el único momento que tienen los creyentes para escuchar la Palabra de Dios. Por tal razón, es urgente una excelente preparación de los ministros para que puedan predicar a sus fieles, con inspiración del Espíritu y precisa formación, una experiencia de fe que da razón de su esperanza y del amor de Dios a la humanidad: "Que de este modo, con la lectura y el estudio de los libros sagrados 'la palabra de Dios se difunda y resplandezca' (2Tes 3,1) y el tesoro de la revelación, confiado a la Iglesia, llene más y más los corazones de los hombres"155.

En el fondo de estas reflexiones, está la necesidad de recuperar una relacionalidad con la palabra, en el marco de la celebración eucarística. Se recupera la realidad de la palabra en la medida que se recupere el signo del pan, realidad fundante en la vida sacramental de la Iglesia. 153 Ibid., DV 23. 154 Ibid., DV 21. 155 Ibid., DV 26.

84