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CAPÍTULO 3. MARCO METODOLÓGICO

3.2 Teoría socio crítica de la literatura y la interpretación bajtiniana

3.2.2 La representación y la literatura

La representación se concibe como la herramienta que tiene el lenguaje para decir algo con significado acerca de la sociedad o cultura, le da sentido al mundo y a la manera de actuar de los individuos. En otras palabras la representación es la producción de sentido a través del lenguaje.

Como menciona Hall “la representación es una parte esencial del proceso mediante el cual se produce el sentido y se intercambia entre los miembros de la

cultura” (1997). Así pues, se puede entender que la representación es una descripción de la manera como intercambiamos ideas al interior de una cultura y así damos forma a los saberes y sentidos que forman la estructura social de los miembros de esta.

Desde luego, el lenguaje es el medio por el cual se transmiten las expresiones sociales, encaminadas a dar sentido a aquello que no se hace evidente mediante el intercambio cotidiano, asumiendo que la literatura hace parte esencial del lenguaje, donde este contiene múltiples concepciones de acuerdo a la visión con que se mire, puede entonces ser definido o tipificado como representación artística, igualmente como símbolo cultural o realismo imaginario, se hace claro entonces que el lenguaje conlleva a dar representaciones simbólicas donde se deja evidenciar la particularidad de las sociedades o culturas.

Entendiendo lo anterior, se explica cómo surge el sentido pues solo a través del lenguaje y el orden que desarrolla pueden interpretarse las cosas, los pensamientos y su desarrollo histórico, siempre buscando de esta manera que otras personas (no inmersas) lo entiendan. Hall (1997) afirma que la representación es la producción de sentido de los conceptos en nuestras mentes mediante el lenguaje. Es el vínculo entre los conceptos y el lenguaje el que nos capacita para referirnos sea al mundo ‘real’ de los objetos, gente o evento, o aún a los mundos imaginarios de los objetos, gente y eventos ficticios.

Es necesario también mencionar que existen dos procesos de representación; en primer lugar se halla una correlación entre los objetos, personas y situaciones que crean representaciones mentales, ya que nada puede tener sentido si no se encuentra en los saberes o pensamientos creados en nuestra mente y esto permite hacernos una idea y lograr una representación del mundo real.

Para ilustrar mejor lo anterior, se debe enunciar que este proceso es complejo, aunque no parezca serlo, pues cada persona puede hacerse una representación mentalmente propia de las cosas, las personas o los eventos, sin embargo, al

compartir una misma cultura, se crea un sistema de conceptos que clasificamos, organizamos y arreglamos grupalmente y que dan una idea colectiva, que se representa socialmente. Esto significa que la representación supone el hecho de utilizar las semejanzas y diferencias, que tenemos mentalmente de las personas las cosas y los hechos, para darle sentido y sea comunicable y entendible por cualquiera

El punto es que estamos hablando no de una colección aleatoria de conceptos, sino de conceptos organizados, arreglados y clasificados dentro de relaciones complejas entre ellas. Esta es la manera como tenemos nuestros sistemas conceptuales. Sin embargo, esto no debilita el punto básico. El sentido depende de la relación entre las cosas en el mundo — gente, objetos y eventos, reales o ficticios— y el sistema conceptual, que puede operar como representaciones mentales de los mismos. (Hall, 1997, p. 5)

No cabe duda que cada quien tiene una concepción del mundo diferente, pero si no se crearan mapas conceptuales colectivos, sería imposible la comunicación y es aquí donde se concibe que se debe ser capaz de compartir e interpretar sentidos y conceptos para lograr un lenguaje común.

Partiendo del lenguaje se explica el segundo proceso de representación que consiste en definir que este es vital para la construcción de sentido. Los mapas mentales que creamos individual y colectivamente deben tener una estructura lingüística común, en la que podamos describir y relacionar con palabras, sonidos e imágenes, las representaciones del mundo que se definen como signos y permiten compartir el mismo modo de representación de una cultura. En este sentido Hall afirma:

El término general que usamos para palabras, sonidos o imágenes que portan sentido es signos. Estos signos están por, o representan los conceptos y las relaciones conceptuales entre ellos que portamos en nuestras cabezas y su conjunto constituye lo que llamamos sistemas de sentido de nuestra cultura. (1997, p. 6)

En resumidas cuentas, queda claro que existen dos formas de representación, que tanto la una como la otra son importantes en un sistema cultural establecido y necesitan de su correlación, pues en una se parte de las equivalencias o diferencias que tengamos de las cosas los objetos y los hechos y en la otra se

parte de la construcción de signos que le dan significado a los mapas mentales y así se organiza el sistema de comunicación que se define como representación. Cabe aclarar, que dentro del concepto de representación existen tres teorías o enfoques que permiten hacer un acercamiento a los signos y significantes culturales: el enfoque constructivista de sentido, el enfoque intencional y el enfoque reflectivo; este último propuesto por Hall, ofrece argumentos pertinentes para el análisis de las obras literarias que se estudian en esta investigación, puesto que la teoría de la representación con enfoque reflexivo, acude a entender a los objetos, las personas y los eventos, como espejo del mundo real y el lenguaje es reflejo de la realidad que da verdadero sentido a lo que existe en el mundo.

Aquí es válido concurrir a los antiguos griegos quienes basados en la poética homérica creían que el lenguaje era producto de la verdad ya establecida y La Iliada

era un transcurso de relatos basados en la imitación y el reflejo de la verdad que definieron como “mimesis”. Lo anterior no implica que se deba generalizar sobre lo que concebimos como reflejo, pues también existen muchas frases, imágenes y sonidos que se interpretan muy bien pero que son absolutamente ficcionales o fantasiosas además creados en mundos totalmente ficticios. En este sentido Hall afirma que:

Los lenguajes pueden usar signos para simbolizar, estar por, o referenciar objetos, personas y eventos en el llamado mundo ‘real’. Pero pueden también referenciar cosas imaginarias y mundos de fantasía o ideas abstractas que no son de manera obvia parte de nuestro mundo material. (1997, p. 2)

Aquí yace la propuesta teórica central de esta investigación, que apuesta a entender el mundo literario como reflejo ficcional de la realidad colombiana, sin embargo los autores hacen de esta, un mundo imaginario solamente expresado mediante el lenguaje literario como se ve a continuación.