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SAVIELY TARTAKOWER

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SAVIELY TARTAKOWER

Tartakower, como tantos otros maestros de ajedrez, ha tenido una vida errante. Nació en Rostov, sobre el Don, en 1887. Su lengua nativa es la rusa, pero era súbdito austro−húngaro, y a partir de la primera gran guerra pasó a ser ciudadano polaco. Recibió su educación primaria en la ciudad de su nacimiento, obteniendo más tarde grado en Ginebra y completando sus estudios de Leyes en la Universidad de Viena. En la década que precedió a la primera guerra mundial, fue probablemente Viena la ciudad donde se reunían la mayoría de los maestros de nota, especialmente los jóvenes más destacados, como no había sucedido en ninguna otra ciudad ni en ningún otro tiempo.

Fue en este ambiente en el que Tartakower recibió su instrucción ajedrecista. Bien pronto (1906) triunfó entre cincuenta competidores, ganando el primer premio y el título de campeón de la Liga Alemana de Ajedrez, en el torneo principal internacional en Nuremberg. Pocos meses después compartió los tercero y quinto premios con Maroczy y Vidmar, en el torneo de maestros organizado bajo los auspicios del Club de Ajedrez de Viena. Sin embargo, no llegó a colmar la expectación que despertó en el ajedrez mundial por estos rápidos progresos. Hasta después de la primera guerra mundial no obtuvo éxitos que le colocaran entre los más eminentes maestros. Solamente mencionamos los más importantes: segundo premio, La Haya, 1921 ; segundo premio, Viena, 1922: primer premio en el torneo memorial de Schlechter, de la Asociación Austriaca de Ajedrez, Viena, 1923: primero y segundo premios, compartidos con Nímzowitsch, en Niendorf, 1927, y otra vez en Londres, 1927.

Tartakower es, además, una personalidad probada en sus múltiples aptitudes. No solamente es doctor en Leyes, maestro y prolífico autor de libros de ajedrez, sino que también ha ganado una reputación en la literatura mundial escribiendo para el cine, y es particularmente conocido por sus traducciones de la moderna poesía rusa al alemán y al francés. Pronto su brillante inteligencia halla expresión en aforismos y paradojas, produciendo una impresión fascinadora. Al pronto hay dudas de que todo esto sea artificial, pero al fin se comprueba la verdadera

mentalidad de Tartakower, que hace difícil aprehender el fundamento real de sus éxitos. Hay que encontrarlos en su admirable capacidad para el trabajo y en una infatigable investigación de la verdad, con la cual vence un escepticismo innato que irrumpe una y otra vez.

Entendemos la psicología del jugador de ajedrez desde el punto de vista del hombre. Tartakower lo sabe todo, pero no juega las aperturas que están consideradas más fuertes. Quiere gustar el placer de elegir aquellas que se tienen por más débiles, para descubrir los efectos de la teoría hasta donde sea posible. De esta manera ha contribuido mucho a la revisión de los viejos dogmas.

HOLANDESA

Entre las aperturas que Tartakower hizo revivir están el ataque holandés (1.f4) y la defensa holandesa (1...f5). Los inconvenientes del ataque holandés son el de descubrir los propósitos del primer jugador y el de cerrar su juego. Así, por ejemplo, es evidente que el ¥c1, para no quedar reducido a una inactividad por la situación del peón f4, tiene que ser desarrollado en fianchetto haciéndose necesarias las jugadas b3 y ¥b2. Tales consideraciones facilitan la defensa del segundo jugador, que puede realizar un juego cerrado, sin desventaja en espacio, obteniendo así una igualdad. El llamado Gambito From, 1...e5, mediante el cual el segundo jugador, sin suficiente justificación busca abrir la partida violentamente sacrificando su peón, está en contradicción con la lógica, por ello es poco correcto. Las negras pueden recuperar el peón, pero tendrían peor final.

Más digna de consideración que el ataque holandés, apenas usado en la actualidad, es la defensa holandesa 1.d4 f5. No debiera sorprender que una jugada buena como primer movimiento de las negras no sea recomendada como buena para las blancas, que tienen un tiempo de ventaja. La gran diferencia consiste en el hecho de que las negras, debido a esta desventaja, lucharán solamente por la igualdad y deben quedar satisfechas con un sistema que la garantice, mientras las blancas, naturalmente, han de buscar un plan de desarrollo que les asegure una ventaja, aunque sea mínima. Ahora, la jugada 1...f5, probablemente tiene la misma

desventaja que 1. f4 principalmente porque descubre el plan de las negras y significa un encerramiento. La misma objeción puede hacerse a 1...d5, después de lo cual la posición del peón tiende a convertirse en fija. De esta forma la defensa holandesa tiene de común con 1...d5 y también con la defensa india

1...¤f6, que todas ellas, de acuerdo con las exigencias de la lógica, atacan la casilla e4 blanca, que se ha debilitado con la jugada 1.d4, y así se entra en un tipo de defensa cerrada, mientras que una temprana apertura del juego facilitaría la tarea de las blancas, que tienen la ventaja de salida.

Durante algún tiempo se creyó que se podía refutar la defensa holandesa abriendo la partida inmediatamente, jugando en estilo de gambito 2.e4 el llamado gambito Staunton. Pero en cualquier caso es dudosa la política de sacrificar un peón central tan pronto, razón por la cual no parece muy correcto el sacrificio de peón. Después de

1.d4 f5 2.e4 fxe4 3.¤c3 ¤f6

4.¥g5

las blancas no amenazan nada, porque recuperar el peón por 5.¥xf6 y ¤xe4 no constituye una amenaza; en efecto, las negras tendrían la ventaja, debido a sus dos alfiles. Por consiguiente, de cualquier forma que juege el negro −naturalmente, no se puede jugar 4...e6, a causa de ¤xe4− las blancas deben ofrecer un verdadero gambito con 5.f3. Las negras se pueden preparar contra esto. Tartakower recomienda 4...g6 5.f3 exf3 6.¤xf3 d5, contra lo cual Alekhine opone 5.h4, sin que de ninguna forma constituya una continuación definitiva del ataque. Nos parece que una buena continuación sería

4...d6

con el doble propósito de avanzar en el centro con e5 y preparar el enroque largo.

5.f3 exf3 6.¤xf3 ¥g4

en cualquier caso, la posición de las negras no es mala.

Sin embargo, con objeto de evitar las complicaciones de este gambito, la defensa holandesa se inicia con 1...e6, esto es, 1.d4 e6 2.c4, ó 2.¤f3 f5. Si las blancas juegan 2.e4, hemos llegado a la defensa francesa.

El gambito Staunton está basado en una idea posicionalmente correcta, aunque a veces toma formas atrevidas. El objeto de la defensa holandesa es el de establecer un puesto avanzado en la casilla e4 de las negras, por lo general, ¤f6, b6, ¥b7 y la clavada del ¤ de dama blanco por ¥b4 tratan de realizar este plan. Si las blancas consiguen, sin pérdidas de tiempo y sin peligro atacar penetrando en las casillas e4 y eventualmente d5, el sistema de desarrollo de las negras ha fracasado y la partida es favorable al primer jugador. La casilla blanca e4 es por ello el punto estratégico más importante de la defensa holandesa, y, como regla general, desde la apertura comienza la batalla por su posesión. Si las blancas renuncian a la lucha por e4 y permiten las negras con la defensa holandesa obtienen una inmejorable partida con muchas posibilidades.

Para la batalla posicional por e4, las blancas tienen a su disposición dos métodos que proceden de Steinitz. Uno consiste en el desarrollo c4, e3, ¤c3, ¥d3, ¤ge2, de tal manera que si en este intervalo las negras han hecho las típicas jugadas mencionadas más arriba para dominar e4, las blancas pueden contestar con f3, y sí se presenta la oportunidad, abrirse camino con e4. Sin embargo, este método de desarrollo no es digno de confianza, como todos los sistemas que buscan una gran ventaja sin la justificación de un error serio por parte del oponente o de una acumulación previa de pequeñas ventajas. La posición de los peones blancos en d4, c4, e3 y f3 puede ser arrollada por c5 y d5.

El otro procedimiento, que ha sido adoptado en los últimos años por Grünfeld, consiste en el desarrollo en fianchetto por 2.g3. Este sistema es delicado para las negras, porque hace más difícil el desarrollo de su ¥ dama por b7. Si las negras juegan ahora d5 para oponerse al ¥ de g2 las blancas obtienen un ataque contra el peón fijo negro con c4. Según Grünfeld, la mejor política para las blancas es desarrollar el ¤f1 a h3 y f4. Pero si las negras inician la defensa holandesa con e6, esto es, después de 1.d4 e6, las blancas están obligadas a hacer la modesta jugada 2.¤f3, si eligen este sistema.

Naturalmente, la jugada 2. g3 no tendría sentido, porque las negras replicarían, no con la defensa holandesa, sino con d5, y 2.c4 no estaría de acuerdo con el espíritu del sistema que solamente utiliza el c4 como ariete, después que las negras han jugado d5.

PARTIDA NÚM. 41 HOLANDESA Teplitz−Schoenau, 1922 Blancas: Maroczy Negras: Tartakower 1.d4 e6 2.c4 f5 3.¤c3 ¤f6 4.a3

Una jugada que es característica del estilo defensivo de Maroczy. Trata, naturalmente, de evitar ¥b4. Vemos aquí que de lo que se trata es de la dominación del punto e4, de acuerdo con la idea de la defensa holandesa. Aunque a3 tiene esta explicación posicional, nos parece demasiado pasiva para explotar la ventaja de salida.

4...¥e7 5.e3 0−0 6.¥d3 d5

Las negras eligen la formación Stonewall, que ya hemos visto en la partida Schlechter−Johner. La diferencia esencial entre las dos partidas consiste en el hecho de que en este último caso las blancas podían desarrollar su ¥ dama a f4 y cambiarlo por el ¥ rey negro, después de lo cual las casillas negras del segundo jugador quedan muy débiles. Sin embargo, si las blancas han confinado su ¥ dama con e3, la formación Stonewall para las negras no tiene grandes inconvenientes, especialmente si tienen ventaja de desarrollo, como ocurre en la presente partida. Lo mejor de que disponen las blancas ahora es darse cuenta de que no han obtenido ventaja de la apertura y oponer otra Stonewall para igualar, por f4 combinado con ¤f3 y continuar más tarde con ¤e5, o primero, como

en esta partida 7.¤f3 y 8.0−0, continuando entonces con 9.¤e5 y f4.

7.¤f3 c6

Obsérvese aquí la posibilidad de caer en un error muy frecuente en esta formación: 7...¤e4 8.cxd4 exd4 9.£b3, y las negras, a causa del doble ataque contra d5 y e4, tienen que decidirse por ¤xc3.

8.0−0 ¤e4 9.£c2 ¥d6 10.b3 ¤d7

11.¥b2

Posicionalmente la próxima tarea de las blancas debería ser poner en juego su inútil ¥ dama. El desarrollo por b2 sería lógico si las blancas continúan con ¤e5. Sin embargo, Maroczy no juega tan lógica y enérgica continuación, sino que continúa su absurda defensa.

Nimzowitsch resuelve el problema del ¥ dama en tales situaciones con a4 y ¥a3.

11...¦f6 12.¦fe1 ¦h6

Amenazando el sacrificio de ¥ en h2.

13.g3 £f6 14.¥f1

La posición blanca es ya bastante desagradable. La jugada que más nos hubiera gustado hacer, 14.¤d2, habría sido refutada por las negras con el sacrificio del ¤ en f2. Las blancas habrían hecho mejor continuando la maniobra defensiva iniciada con la jugada del texto con 15.¥g2 y 16.¤d2.

14...g5 15.¦ad1 g4

16.¤xe4

Forzada. Después de 16.¤d2, el sacrificio del caballo negro sería otra vez decisivo: 16...¤xf2 17.¢xf2 ¦xh2+ 18.¥g2 ¥xg3+.

16...fxe4 17.¤d2

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La posición del rey blanco parece bastante comprometida; pero, por otra parte, el flanco de dama de las negras está retrasado en su desarrollo, y si las negras continúan el ataque rutinariamente, las blancas ganarían el tiempo necesario para su consolidación. Ved, por ejemplo, la siguíente plausible continuación sugerida por Tartakower: 17...¤f8 18.¥g2 ¤g6 19.¤f1 ¥d7 20.¦e2 ¦f8 21.b4, etc.

En lugar de esta ineficaz continuación del ataque, Tartakower demuestra la superioridad de su posición inventando un tipo de combinación sin precedentes en la literatura del ajedrez. Sacrifica primero una torre para demoler la muralla de peones que protege al rey, y entonces, deliberadamente, completa el desarrollo de su lado de dama, a pesar de su gran desventaja material. La posibilidad de hacer esta combinación se debe al hecho de que, aunque las piezas blancas parecen estar bien situadas en el flanco de dama, como ha demostrado Tartakower, han de realizar una larga y pesada maniobra para proteger su flanco de rey.

Como las negras, después de su sacrificio de torre, no continúan con un inmediato ataque, sino que completan su desarrollo, las blancas no se ven limitadas a hacer jugadas forzadas, sino que tienen muchas para elegir. No es el propósito general pedagógico de este libro examinar todos los detalles de las posibles variantes. El hecho es que, a pesar de los numerosos análisis, no se ha encontrado una defensa satisfactoria para las blancas.

17...¦xh2 18.¢xh2 £xf2+

19.¢h1!

Una jugada débil sería ¥g2. Las blancas deben reservarse la opción de jugar su torre a h2 vía e2.

19...¤f6!

La clavada del ¤ blanco en d2 constituye el elemento esencial de la combinación de las negras.

Después de 19...£xg3, seguiría 20.¤b1, y la dama blanca podría acudir a la defensa del flanco de rey. 20.¦e2 £xg3 21.¤b1 ¤h5 22.£d2 ¥d7! 23.¦f2 £h4+ 24.¢g1 ¥g3

Esto obliga a las blancas a entregar la calidad. Porque si 25.¦g2, entonces, después de 25...¦f8 26.£e2 ¦f3 27.¥c3 ¥d6 (amenazando ¦h6); 28.¥e1 g3 29.¤d2 £g4, se llega a una situación en, la cual las blancas, a pesar de su gran superioridad material, están completamente perdidas contra la amenaza ¤h5−g7−f5.

25.¥c3

Este es el punto crítico de la atrevida combinación. Como el mismo Tartakower afirma, las blancas debieron jugar 25.¦h2. Tartakower hace notar que aun así, las negras continuarían siendo dueñas de la situación con 25.¦h2 ¥xh2+ 26.£xh2 £g5 27.¥c1 g3 28.£h1! ¢h8! 29.¥e2 ¤f6 30.¦f1 ¦g8 31.¦f4 e5! 32.dxe5 £xe5 33.£h4 ¦g6 34.¥d2 d4 35.exd4 £xd4+ 36.¢g2 £b2, pero pasa por alto la favorable continuación de las blancas 37.¦xf6 ¦xf6 38.£xf6+ £xf6 39.¥c3 Naturalmente esta demostración no prueba la incorrección de la combinación. La totalidad de la variante es mucho mayor y no es lo suficientemente convincente.

25...¥xf2+ 26.£xf2 g3 27.£g2 ¦f8

Las negras completan su desarrollo y al mismo tiempo amenazan ¦f2 29.£h1 ¦h2, ganando la dama.

28.¥e1

Las blancas esperan ablandar a su oponente devolviendo la pieza. Así, si 28...£h2+ 29.£xh2 gxh2+ 30.¢xh2 ¦xf1, las blancas, a pesar de su desventaja material, alcanzarían una fuerte posición con 31.¤d2 y 32.¥h4.

28...¦xf1+!

Las negras terminan la partida con estilo.

29.¢xf1 e5 30.¢g1

Tartakower sugiere aquí, las dos siguientes continuaciones: 1.ª 30.¥xg3 ¤xg3+ 31.¢f2 ¥g4 32.¦e1 ¤e2+ 33.¢f1 ¢h8 y ¥h3. 2.ª 30.¢e2 ¥g4+ 31.¢d2 £h2!, etc.

30...¥g4 31.¥xg3

Después de 31.¦d2, las negras establecen su ventaja simplemente con 31...exd4 32.exd4 ¥f3 33.¥xg3 ¤xg3 34.£h2 £xh2+ 35.¦xh2 ¤e2+ y ¤xd4. 31...¤xg3 32.¦e1 ¤f5 33.£f2 £g5 34.dxe5

Las blancas han perdido la energía para defenderse. Pero incluso después de su mejor jugada 34.¢f1, la conclusión inevitable no habría tardado mucho. Después de esto las negras podían continuar el ataque con £h5 o h5.

34...¥f3+ 35.¢f1 ¤g3+ 36.Abandonan.