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no No son secretos, son

encuentros

Shhhh…

Aunque el 100% de los profesores airmó disfrutar lo

que hace, creo que la respuesta fue esa porque es lo que ellos creen se espera que un maestro haga: dis- frutar su trabajo. Sin embargo, muy pocos se divierten mientras enseñan en las aulas de clase. Prueba de ello es lo difícil que le resulta a la mayoría sonreír con más frecuencia durante la jornada. Si todos disfrutaran su

trabajo como airmaron, a la pregunta ¿Cuál fue la últi- ma clase que disfrutó? Todos debían haber contestado ‘hoy’, ‘ayer’, pero no. Todos se remontaron a meses y años atrás. Lo interesante es que las clases que se gozaron fueron aquellas en las que la emoción de los niños estaba presente, evocaban la imaginación de los pequeños y a la vez la suya: enseñar fracciones con material real, preparar una torta y una natilla; hacer origami, un oso.

Todos sienten que su labor implica compromiso y responsabilidad. Siendo los resultados de sus estudian-

Mary Lucy – “los niños me enseñan bastante

al cuestionar algo que yo pretendo airmar o

transmitir”

Mercedes – “Al enseñar siento satisfacción, responsabilidad, pero sobre todo inquietud por aquellos niños que poco interés le ponen al estudio y no cuentan con el apoyo en el hogar”

Sonia – “Cuando enseño a los niños me siento realizada, aunque a veces el desgaste y la ingratitud son muy grandes. Pero por encima de todo está el afecto a los niños”.

Aida – “Siento un ininito deseo que ellos

entiendan que en esta humilde escuela su enseñanza es muy valiosa”.

Un viaje a lo que han sido, son y podrían ser

tes los indicadores de qué tan bien se está haciendo el trabajo. Yo, no estoy de acuerdo y creo que Mary Lucy, Mercedes, Sonia y Aida están de acuerdo conmigo. Más que los resultados hay que mirar los procesos, cómo se puede ir progresando, qué cosas se pueden mejorar y de qué manera. Los resultados son indica- dores, estadísticas o formas de enfrascar la realidad en un formato.

Así que yo evalué el trabajo con mis estudiantes—los profes— a partir del proceso. Los resultados también debían ser tomados en cuenta como una muestra del avance, del territorio abonado. El silencio inicial fue roto con palabras que revelan tanto lo que ocurre al interior de clase como quiénes son. Cuando eligieron sobre qué escribir, evidenciaron qué les importaba y en esa medida cuáles eran sus prioridades, y en el relato iban dejando ver entre comas, puntos, adjetivos, sentimientos o supresión de ellos su personalidad. Ya que era nueva en aquello de evaluar, le pedí un mano a aquellas dos profesoras que consideraba me podrían dar un balance del proyecto. Para Sonia Ruth Parra el tener un acercamiento al periodismo, más allá del que podía haber tenido hasta el momento

—televisión y periódico nacional—, fue una experien- cia “muy chévere porque es una forma de llegar a los estudiantes. El ya escribir una crónica o un artículo

resulta un trabajo de relexión muy interesante”.

También considera que el periodismo es un medio a través del que se puede dar visibilidad a las problemá- ticas de aula y comenzar a transformarlas.

“Por decir algo en el caso de Bryan. Si el papá lee un informe periodístico, con intervenciones de especialis- tas, se va a dar cuenta que no son ganas de molestar de la profesora y por qué es importante que le de la pastilla”. Bryan es hiperactivo y sus padres se niegan a

darle ritalina pues dicen que cuando la toma lo pone bobito. Bryan es muy activo, está lleno de energía y en varias ocasiones lo encontré fuera de clase. La razón: entre el desespero y la necesidad de seguir trabajando con el resto del curso, cosa que el niño obstaculizaba, Sonia decidía sacarlo de clase. Sin embargo, el remedio era peor que la enfermedad. Sonia, con el tiempo lo entendió y decidió mantenerlo dentro del aula a pesar del desorden que ocasionara.

Así mismo, cree que el periodismo entrega nuevas posibilidades para actuar. Entre ellas, el cómo ense- ñar a leer y escribir a los niños, ya que tiene a cargo primero de primaria:

Sería muy interesante llevar el periódico como proyecto de aula. Sobre todo en los cursos peque- ños porque empezaríamos con dibujitos y poco a poco irían apareciendo las palabras y de pronto al

inalizar el año habrían visto sus primeros escri- tos y darían cuenta que eso trasciende del aula. Porque uno de los inconvenientes que tenemos es que no hay una relación entre lo que aprenden en el aula y su contexto social. Lo que aprenden pareciera que les sirve para leer el letrero del bus o el paquete de chitos, pero no a la cuestión social. Cómo se integraría…tal vez a través del periodis- mo podríamos integrar la escuela a su comunidad y la ciudad porque ellos mismos escribirían de las noticias que escuchan, de lo que pasa en el barrio o en su casa.

Luz Mery, por su parte, piensa que el periodismo podría ser una forma lúdica de aprendizaje y considera necesaria la creación y posterior entrega a los estu- diantes de artículos motivantes para “ir metiéndolos en el cuento de la lectura”.

Con los profesores del Colegio Nuevo Horizonte Sede B aún hay mucho por hacer. Como lograr que

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los profesores de las dos jornadas trabajen en equipo, en proyectos como los del periódico de la institución. Avanzar más y/o continuar lo cosechado con ellos. El primer día que les hablé, que estuve reunida con todo el profesorado, aunque había silencio, y diría que demasiado, mi voz parecía ahogarse en la incertidum- bre que sus ojos irradiaban, la desaprobación o im-

paciencia que sus pies delataban y inalmente la poca

fe que le tenían a esa voz ronca que les hablaba de imaginar, de contar lo que ocurre no como un simple espectador sino como personaje— y en el mejor de los casos protagonista —de la historia.

El último día, aquellos ojos duros y ceños fruncidos se habían transformado en ojos de complicidad. Sonri- sas sinceras, limpias. La impaciencia existía sólo en el recuerdo.

Sus miedos y angustias diarias permanecían. Al igual que los dolores que les generaban ciertos estudiantes. Esa voz ronca, la mía, también perduró.

Me fui guardando la esperanza de que si olvidaban a esos tonos graves que los motivaron a escribir, demo- raran en sumarle a la lista de los olvidos aquello que descubrieron cuando se permitieron imaginar, que la narración volara con sus propias alas y hacer periodis- mo cívico en el entorno escolar.

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