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El Shem Shemaforash y la Mesa de Salomón

9 de noviembre de 2006

El poder del Shem Shemaforash se basa en el conocimiento del verdadero e impronunciable nombre de Dios, un nombre poderoso que al transmitir la esencia de Dios también revela la esencia de su Creación y que por lo tanto tiene fuerza para intervenir en la naturaleza. Esa palabra divina e impronunciable se denomina, en hebreo, el Shem Shemaforash.

El Shem Shemaforash no está escrito en una lengua común, ya que es anterior a cualquier alfabeto, sino que fué escrito en formas geométricas, a partir de las cuales derivan sus sonidos.

El Arca de la Alianza de los israelitas, que construyó Moisés al pie del Monte Sinaí en el año 1513 antes de la Era común, es, sin lugar a dudas, la reliquia más grande de toda la historia de la humanidad; un Arca con la cual el Sumo Sacerdote, descendiente de la familia de Aaron, podía hablar con Dios directamente.

En este Arca de la Alianza estaban las Tablas de la Ley, y también había un jarrito con parte del maná que comieron los israelitas en el desierto durante el Exodo de 40 años; así como también estaba la vara de Aarón, el Sumo Sacerdote, hermano de Moisés; aquella vara de Aarón que en una prueba de aprobación de Dios en el desierto de Sinaí, floreció, (Números cap 17 vers 8), e igualmente hizo brotar agua de una peña cuando los israelitas estaban en el desierto, (Números, cap 20 vers 11) ; y se dejó ahí también la vara de Dios, como testimonio, dentro del Arca de la alianza.

Solamente una vez al año, el Sumo Sacerdote, descendiente del Sumo Sacerdote Aarón, se colocaba un peto ceremonial en el que había engastadas 12 piedras preciosas de distinta naturaleza, una por cada tribu de Israel, y podía entrar en el Santísimo, el Santa Sanctorum, el espacio más sagrado del Templo de Jerusalén, que construyó Salomón para rendir culto sagrado a Dios y ofrecerle sacrificios. Pero cualquier otra persona que entrase en el Santísimo o intentase ver el Arca de la Alianza, moriría irremisiblemente.

Y allí, en el lugar más sagrado del Templo de Jerusalen, el Sumo Sacerdote pronunciaba el nombre secreto de Dios, el Shem Shemaforash, ante el Arca de la Alianza. De este modo, con este ritual de adoración verdadera, se renovaba la alianza entre Dios y la humanidad, para que el mundo siguiera existiendo.

El nombre más grande del universo, que es el nombre de Dios, el Shem Shemaforash, es un nombre divino que no había de ser pronunciado en vano, porque todo aquel que lo pronunciase en vano, moriría irremisiblemente, por emplear el nombre divino de una

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El Rey de Israel, Salomón, era, juntamente con el Sumo Sacerdote, el otro depositario legítimo del nombre divino que se pronunciaba junto al Arca en el Templo, el Shem Shemaforash, y se dice en los escritos antiguos, que Salomón inscribió en letras de oro el nombre divino en la Mesa de Salomón, o bien como decían los autores árabes, “El Espejo de Suleiman”.

Según la leyenda histórica, cuando los romanos conquistaron Jerusalén bajo el mando del general Tito, los romanos se apoderaron de la Mesa de Salomón y la depositaron en el templo de Júpiter en Roma, y durante siglos estuvo guardada allí hasta la invasión de los Godos, que de igual manera se llevaron la Mesa de Salomón hacia España donde gobernaron por siglos.

A España la derrotaron los árabes, tras la profanación del Rey Godo Rodrigo al entrar indebidamente y antes del tiempo prescrito en la Cueva de Hércules, en el año 711, durante el Reinado de los Reyes godos, y, cuenta la leyenda árabe que se llevaron de igual manera la Mesa de Salomón de Toledo, y se dice que la poseía el Califa de Bagdad.

Más adelante, tras la Reconquista de España, en tiempos de los Reyes Católicos, y la expulsión de los árabes en el 1492, las leyendas apuntan a que la Mesa de Salomón posiblemente iría a parar a algún monasterio católico en España. Más leyendas hablan de que los Templarios habían conseguido el paradero de la Mesa y la habrían ocultado en unas cuevas secretas templarias de la Sierra de Layos, cerca de los pueblos de Ajofrín y Layos, en la provincia de Toledo.

A su vez, los templarios habrían escondido La Mesa de Salomón, para darle culto místico, como objeto reverencial del culto sagrado.

Y así, hay numerosas leyendas, sobre todo relacionadas con las órdenes místicas y herméticas, de supuestas huellas y paraderos de la Mesa de Salomón, muchas de las cuales han tenido a España como escenario del paradero secreto y sagrado.

Cuenta una leyenda salomónica que el Rey Salomón construyó 12 lápidas, o piedras, cuya lectura de sus símbolos, servía para dar con el paradero de las 3 reliquias más importantes de la Cristiandad. Sobre el mármol blanco de estas lápidas, había grabadas unas figuras geométricas, que formaban una especie de "el plano del tesoro", con el cual se podían encontrar los paraderos secretos de las tres reliquias más sagradas y poderosas de la historia del mundo:

1.- El Arca de la Alianza, de la que nadie sabe su paradero. Según Alberto Canosa esta Arca podría hallarse escondida en una gruta de España.

2.- El Arca de Noé, que se halla en la cima del Monte Ararat, a 4500 mts de altura, de la cual se dice frecuentemente que está protegida por los Curdos. Esta Arca de Noé ha sido

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frecuentemente vista, analizada y fotografiada por varios testigos oculares a lo largo de la Historia.

3.- La Mesa de Salomón, que permanece protegida dentro de la Cueva de Hércules, cuya Entrada se haya en un lugar conocido por nosotros. La Mesa de Salomón, que tiene grabado el nombre divino del Shem Shemaforash, en un futuro próximo se llegará a redescubrir para que cumpla la misión por la cual fué realizada en España por el Rey Salomón, hijo de David, para que esta Mesa se vea por última vez antes del Fín y cumpla su apocalíptico cometido por la cual fué construída hace 3000 años.

Existen, por ahí repartidas, las 12 lápidas construídas por el Rey Salomón, para controlar las tres direcciones diferentes en las cuales se hallan los tres objetos más valiosos de la tierra, y el rastro de una de estas lápidas, al parecer, ha aparecido en la localidad de Arjona, provincia de Jaén, España.

En el libro "Los templarios y otros enigmas medievales" el escritor Juan Eslava Galán, de seudónimo literario Nicholas Wilcox, afirma que en unas obras que se realizaron en 1956 en la Cripta del Barón de Velasco de la Iglesia de San Juan Bautista, en la población de Arjona, Jaén, se encontró una lápida de mármol de carrara, con un extraño dibujo geométrico circundado por tres letras hebreas. Según los investigadores podría tratarse de una representación esquemática de La Mesa de Salomón; un jeroglífico que escondería y protegería el nombre secreto y divino de Dios.

Esa piedra se halla hoy en paradero desconocido, pero según relata Juan Eslava Galán en su novela "La lápida templaria", coincide con la piedra que está empotrada en el muro derecho de las escaleras del Ayuntamiento de Arjona. El dibujo de esta piedra de Arjona tiene un tipo de gráfico geométrico que nos recuerda a los misteriosos círculos de las cosechas.

Y es que, según la leyenda de las lápidas de Salomón, en realidad Salomón hizo 12 copias del mismo plano, para que nunca existiera la posibilidad de perderse, y que cuando llegara el tiempo prescrito, se pudieran sacar las 12 lápidas para confrontarlas, y hallar sin lugar a dudas el paradero de los tres objetos sagrados más grandes de la historia del mundo. En la Mesa de Salomón está escrito en letras de oro el nombre divino, el Shem Shemaforash, y existe la leyenda antigua, de que el que pueda o tenga el conocimiento y el don de saber pronunciar correctamente este nombre y poder pronunciarlo limpiamente, conseguirá un poder majestuoso sobre los demás mortales de la tierra.

Estamos viviendo en un momento grandioso de la entera humanidad, en el que no sólo la Cueva de Hércules y la Mesa de Salomón se redescubrirán tras una espera de 3000 años, sino que a la vez, todos los enigmas y misterios se revelarán, como está profetizado, después de la Cueva de Hércules y la Mesa de Salomón.

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Capítulo 8