Steinitz tuvo rivales como Anderssen, más tarde Blackburne y Zuckertort que por su talento ajedrecístico le aventajaban, pero por la profundidad de su teoría general en todas las luchas los venció. Según observó Lasker, la teoría de Steinitz parece abarcar algo mucho más grande que el ajedrez, y es la misma vida multiforme, de la que el ajedrez es un espejo. Así se desarrollaron en dos tendencias las teorías de Steinitz. En primer lugar, por el lado filosófico, como teoría de la lucha en general, ofreciendo para ello el ajedrez un buen ejemplo, y por el puro lado ajedrecístico donde se trataba de dar una forma a la teoría, que fuera la más adecuada para el manejo práctico de una partida de ajedrez.
El primer camino, demasiado apartado de la partida de ajedrez para poder hacer escuela, lo siguio Lasker y el otro lo escogió Tarrasch empezando a dar una forma científica a la teoría, siendo el maestro de la generación de los maestros de ajedrez posteriores a Steinitz.
El doctor Siegbert Tarrasch nació el 5 de marzo de 1862 en la ciudad de Breslau. Estudió Medicina, ejerciendo durante muchos años en Nuremberg, y después en Munich. En estos últimos años se ha ocupado exclusivamente en materia ajedrecística.
Sus mejores éxitos han sido los siguientes: Primer premio en los torneos internacionales de Breslau, 1889; Manchester, 1890 ; Dresden, 1892 ; Leipzig, 1894 ; Viena, 1898 ; Montecarlo, 1903 ; Ostende, 1907, y además sus aplastantes victorias sobre Wahlbrodt en 1894 y Marshall en 1905.
Tarrasch ha rendido todo lo notable en el terreno de ajedrez y como la mejor de sus obras, aparece su libro "Dreihundert Schachpartien" (Trescientas partidas de ajedrez), en la cual expone sus sobornantes principios.
La partida que sigue conduce a una situación bastante cerrada, después de la apertura, caracterizándose por los peones del centro, los blancos d4 y e5, y los negros d5 y e6 que están parados. Más tarde se les unen aún los peones a6 y b5, así como a3 y b4, todos del flanco de dama.
En esta partida podemos aprender dos estratagemas, repetidas a menudo, que no hace mucho ya las hemos mencionado, pero que ahora especificaremos todavía más.
La primera consiste en que en las situaciones cerradas el alfil que se mueve en cuadros del mismo color que los propios peones parados viene a resultar una pieza de muy escaso valor si se encuentra dentro de esta cadena. Es de mucho menos valor que otro alfil o caballo. En la partida que sigue, vemos un semejante alfil negro de dama, que se encuentra encerrado por la cadena de peones e6, d5, b5 y a6. La desventaja de este alfil no está sólo en el reducido campo de acción que tiene, sino en que no puede contribuir a cubrir los puntos débiles de las negras, como, por ejemplo, c5 y d6, por dentro de su propia cadena de peones, así es que estas casillas negras estan predestinadas a ser débiles, en el sentido interpretado por Steinitz. En tales situaciones, se dice que las negras son débiles en las casillas negras.
La otra estratagema, que podemos aprender en esta partida, es el típico tratamiento de una situación cerrada del contrario. En lo general, la decisión en una situación cerrada no puede acarrearse directamente, sino que se debe abrir la posición ya de antemano. De esta forma la victoria sólo puede ser, obtenida mediante un ataque de flanco del que está mejor colocado, con el objeto de abrir el juego. Lo esencial de esto es, antes de la ruptura, aprovecharse de la libertad de terreno que se tiene, a fin de colocar las figuras en propicias condiciones para más tarde sacar provecho del juego abierto.
PARTIDA NÚM. 20 FRANCESA Hamburgo, 1885 Blancas: Tarrasch Negras: Noa 1.e4 e6
En la lucha de la apertura para el dominio del centro, casi no es posible conseguir el equilibrio para las negras. Después de las jugadas 1.e4 e5, la mejor continuación de ataque la tienen las blancas, que ya veremos más tarde, en la partida española se logra con d4, mientras que las negras han de contentarse con d6.
2.d4 d5
Ahora las blancas tienen atacado un peón. ¿Qué deben hacer con él? En el tiempo del maestro Philidor la influencia era dominante sobre la conducción justa de las peones, y se jugaba 3.e5, consiguiendo las blancas una preponderancia de terreno, pero ocurría que con la jugada de peón habían perdido tiempo, pasando la iniciativa a las negras en jugar 3.c5, además de ¤c6 y £b6, y más tarde con f6 podían atacar el centro de peones blancos.
Resulta de esto que las blancas no pueden, a la larga, defender su cadena de peones, y este sistema de apertura, a pesar de los intentos del maestro alemán Luis Paulsen, ha sido definitivamente abandonado.
Sin duda, esto sólo se refiere al sistema general de querer formar y defender semejante cadena de peones que cohibe al contrario.
La jugada 3.e5, a buen seguro con otra idea, fue sin embargo introducida de nuevo por Steinitz. En estos últimos años Nimzowitsch ha desarrollado ampliamente esta idea de Steinitz, y en muchas partidas la ha llevado a cabo con éxito. En el capítulo correspondiente, véanse más detalles sobre este particular.
Morphy, el maestro del juego abierto, continuaba con 3.exd5 consiguiendo éxitos contra sus contemporáneos, quienes raramente comprendían la pérdida de tiempo; en cambio, hoy día, esta variante sólo da empate; es la "variante del cambio", la variante de las tablas. Después de 3.exd5 exd5, sólo hay una columna abierta, la columna e. Como que ninguno de los dos jugadores puede ceder al contrario el dominio de esta única columna abierta sin llevar desventaja necesariamente se llegará a la oposición y al cambio de piezas en ella.
A esto hay que añadir que ni negras ni blancas pueden jugar dos pasos su peón c, para seguir abriendo, sin llegar a desventaja, por quedar aislado su peón de dama después del cambio de peones.
Al principio de obligarse lo más tarde posible a un cambio determinado, corresponde la variante 3. ¤c3, de Paulsen, que es la continuación más corriente.
3.¤c3 ¤f6
Otras veces hemos dicho ya que en las formación de peones centrales procedentes de
las aperturas de peón de rey, el peón blanco e4, contra el peón negro d6, da a las blancas mayor libertad de terreno. Sería cosa análoga después de 3...dxe4 4.¤xe4 (blanco d4, negro e6).
No obstante, este cambio aquí, o más bien en la próxima jugada fue realizado a menudo por Lasker, Rubinstein, Tartakower y Alekhine. Naturalmente, que las negras han de aspirar para más tarde a c5, ó e5, para alejar al presionante peón d4 y así desenredar el juego.
4.e5
Es preferible dejar para más adelante la decisión sobre el empleo del peón e4, jugando aquí 4.¥g5.
4...¤fd7 5.¤ce2
Para mantener intacta la cadena de peones, después de c5, con c3. Sin embargo, este plan es errado del todo.
Las blancas debían seguir el ejemplo de Steinitz y continuar con 5.f4 y después de 5...c5, jugar 6.dxc5, y contentarse con mantener el punto e5. El intento de mantener intacta la cadena de peones, o sea, de seguir cohibiendo el juego de negras, es contrario al principio que dice que no conviene buscar una ventaja grande mientras que no lo justifique alguna falta del contrario o propias ventajas poco a poco acumuladas.
5...c5 6.c3 ¤c6 7.f4 cxd4
Para dar un ejemplo de la forma perfecta e instructiva de cómo el doctor Tarrasch explica sus partidas, damos desde aquí hasta el final sus propias anotaciones de las "Trescientas partidas". Las negras sujetarán mejor la ventaja que les produce la ilógica jugada del caballo blanco a e2, si dejasen para más tarde este cambio de peón que rompe la tensión demasiado pronto, continuando aquí con £b6, f6 y 0−0.
8.cxd4 ¥b4+ 9.¥d2!
Calculando bastante ampliamente, la jugada más lógica, 9.¤c3 conduciría al sacrificio de calidad en f3 posible a menudo en la partida francesa,
quedándose luego las negras con una fuerte posición de ataque, o sea:
9.¤c3 0−0 10.¤f3 f6 11.¥d3 fxe5 12.fxe5 ¦xf3 13.gxf3 (para no perder los dos peones del centro) 13...£h4+ 14.¢f1 ¤xd4 15.f4 £h3+ 16.¢f2 ¥c5 17.¥e3 ¤xe5 18.fxe5 ¥d7.
9...£b6 10.¤f3
Las blancas quieren dejar enrocar a las negras antes que acarreen el cambio de damas, porque para el final sería entonces desfavorable la situación del rey negro.
10...0−0 11.¥xb4 £xb4+
12.£d2 ¤b6 13.¤c3 ¦d8
Para reforzar la amenaza de la jugada anterior ¤c4, pues después de ¥xc4 dxc4, el peón blanco de dama quedaría debilitado.
14.¤b5!
Para obstruir la línea de torre en d6.
14...¥d7 15.¤d6 ¦ab8 16.¦c1 £xd2+
Las blancas se han guardado mucho de cambiar las damas dejando que lo haga el contrario, porque el rey blanco queda en una posición ventajosa.
17.¢xd2 ¤c8 18.¤b5 a6
19.¤c3
Como las negras no han explotado la debilidad del centro blanco en los comienzos de la apertura, ahora es ya muy fuerte, comprimiendo considerablemente la situación de sus contrarias.
19...¤8e7 20.¥d3 ¦bc8
21.b3
Para jugar el caballo c3 a b6 por vía a4 lo que antes hubiera sido incorrecto a causa de ¤xe5 o ¤xd4 y ¥xa4. En la lucha que sigue en el flanco
de dama, trátase principalmente de la posesión del punto c5; así como e4, por los caballos. [Puede indicarse aquí que en esta lucha las blancas tienen las mejores "chances" para el establecimiento de un caballo en c5 como en e4. El fundamento está en el hecho que ya hemos indicado en la introducción de la partida, o sea, que las blancas tienen un buen alfil y que está colocado en colores diferentes a los de sus propios peones, cuando en cambio las negras tienen un mal alfil que corre por cuadros del mismo color que sus peones. Por eso las blancas pueden cambiar el caballo contrario, si se fija en c5, que en el último caso es preferible perder el alfil, ya que en posiciones de esta índole los cuadros c5 y d6 del bando negro son verdaderamente débiles, porque el alfil no los puede defender, por lo cual el alfil es inferior a un caballo bien colocado.] (Anotación del autor.)
21...¤b4 22.a3
Con el convencimiento de que para la realización de lo citado, los caballos eran más importantes que los alfiles, las blancas ofrecen el cambio, y las negras lo rehusan por el mismo motivo.
22...¤bc6
El caballo amenaza ahora ir hacia a5.
23.b4
Sería incorrecto ¤a4, porque: 23...¤a5 24.¤c5 ¦xc5 y ¤xb3+.
23...h6 24.h4
Por una parte, para impedir g4, que sin duda tampoco hubiera sido ventajoso para las negras, y por otra, como una preparación para el ataque al flanco de rey.
24...¤b8
En seguida no ¦c7, a causa de ¤a4.
Para dejar sitio al caballo. 25...¦c7 26.¦c2 ¦dc8 27.¦hc1 ¢f8 28.g4 ¥e8 29.¤d2 ¤d7 30.¤b3 ¤b6 31.¤c5
Por fin el caballo ha conseguido esta dominante situación.
31...¤c4+
Esto no es favorable para laa negras, pero a otra jugada igualmente las blancas hubieran procedido al ataque contra el flanco de rey, ya que la columna c está cerrada por el caballo c5, y las torres ya no son necesarias en la misma.
32.¥xc4 dxc4 33.¤5e4
Con esto, el caballo queda mejor colocado aún. ¤3e4, sería malo a causa de ¤d5+ y ¥c6.
33...b5 34.¤d6 ¦b8
XABCDEFGHY
8-tr-+lmk-+(
7+-tr-snpzp-'
6p+-sNp+-zp&
5+p+-zP-+-%
4-zPpzP-zPPzP$
3zP-sN-mK-+-#
2-+R+-+-+"
1+-tR-+-+-!
xabcdefghy
35.f5Empezando el proyectado ataque contra el flanco de rey. 35...¥d7 36.¦f2 ¤d5+ 37.¤xd5 exd5 38.g5 h5 39.¦cf1 ¢g8 40.g6 f6 41.¦e2 ¥c6 42.¦fe1 ¦d8 43.¢f4 fxe5+ 44.¦xe5 ¢f8 45.¤f7 ¦e8 46.¤g5 ¦ce7
Un error, pero que ya no era necesario; el juego de las negras ya no puede defenderse porque a 46...¦xe5, sigue 47.dxe5 ¦e7 48.f6 gxf6 49.exf6 ¦xe1 50.¤h7+ ¢e8 51.f7+ ¢d7 52.f8£ ¦f1+ 53.¢g5 ¦xf8 54.¤xf8+ ¢e7 55.g7 ¢f7 56.¢h6 ¢g8 57.¤g6 y ganan. 47.¤h7+ , Abandonan. PARTIDA NÚM. 21 RUSA Viena, 1898 Blancas: Tarrasch Negras: Marco 1.e4 e5 2.¤f3 ¤f6
Esta jugada caracteriza la llamada "partida rusa" o bien "defensa de Petroff".
El hecho de que las negras, a pesar de su desventaja en tener que jugar en segundo lugar, se arriesguen a atacar en vez de defenderse, tiene que parecer sospechoso de antemano a todo jugador reflexionador que cree en la justicia y lógica inquebrantable del ajedrez.
3.¤xe5
En el interés del que tiene la mano, la mejor explotación de su ventaja es abrir el juego, si esto puede hacerse, sin perder la iniciativa. Por este motivo parece merecer preferencia la jugada 3.d4, muy usada por Steinitz.
La desventaja de 2...¤f6 frente a 2...¤c6, se demuestra en la partida rusa que puede seguir 3... exd4 4.e5. Si a 3.d4, las negras contestan con ¤xe4, las blancas pueden continuar: 4.¥d3 d5 5.¤xe5 ¥d6 6.0−0 0−0 ; 7.c4, trabajando para abrir el juego.
La variante 3...¤xe4 4.£e2, demostraría el peligro a que se exponen las negras, si quieren mantener en simetría la apertura del juego.
4.¤f3 ¤xe4 5.d4 ¥e7
En general se juega 5...d5 ; y entonces las blancas pretenden minar la posición con jugadas como ¥d3, c4; ¤c3, etc. El problema esencial de la defensa rusa consiste en saber si las negras pueden sostener el puesto avanzado o si tendrán que conformarse con la pérdida de tiempo al retroceso o al cambio. En la presente partida las negras no se esfuerzan en la solución del problema, sino que le rodean rehusando la lucha por e4. Pero con ello abandonan desde un principio a su contrario mayor parte de la libertad de acción, estando inimitable el doctor Tarrasch en la explotación de esta suerte que se le presenta; tan grande como el mismo Anderssen, cuando como lo hacía Steinitz, descubre un punto débil en la posición contraria y la posibilidad de un ataque de mate.
6.¥d3 ¤f6 7.0−0 0−0
8.h3!
Esta jugada se encuentra casi regularmente en las partidas de peón de rey del doctor Tarrasch. El objeto de la misma es molestar al alfil dama, y la preparación del ataque al enroque con g4 para más tarde.
8...¥e6
Con las jugadas que siguen, el doctor Tarrasch conduce en una forma extremadamente instructiva el estrechamiento de la posición contraria que ha empezado con 8.h3.
9.c4 c6 10.¤g5!
El peón f4 debe cooperar también.
10...¤a6 11.¤c3
Esta no es sólo una jugada de desarrollo. Las blancas quieren reservar la casilla b1 para refugio de su alfil de ataque, después de ¤b4.
11...¤c7 12.f4 h6 13.¤f3!
Ya de las partidas de Steinitz conocemos la regla que se aconseja evitar el cambio inútil de piezas, cuando el contrario está encerrado.
13...£c8 14.£c2 ¦b8
Las negras, que no pueden emprender nada en el centro ni en el flanco de rey, intentan un contraataque en el flanco de dama.
15.f5 ¥d7 16.¥f4 b5 17.b3 c5 18.d5 b4 19.¤e2 a5 20.g4 ¤h7 21.h4
Las jugadas de peón con las cuales las blancas terminan la compresión de las figuras negras, preparan, al mismo tiempo, la ruptura decisiva que debe abrir el juego en forma ventajosa. Esto es un aspecto del manejo práctico de situaciones restringidas del contrario y es, por lo tanto, automáticamente unida con el ataque directo al rey. En la partida de Anderssen−Paulsen ya hemos indicado que tal ataque de peones en el flanco de rey sólo es justificado cuando es imposible el contraataque del contrario en el centro, o sea, cuando se tiene en el centro una ventaja positiva. En la partida de Anderssen− Paulsen el punto fuerte era en d5. Aquí está en la formación central de los peones, garantizando la mayor libertad de acción. En semejantes casos, no sólo es justificado el ataque al flanco de rey, sino que es incluso la única manera de hacer productiva la ventaja.
21...£d8 22.¥g3 a4 23.¢h1 ¦a8
24.¦ae1!
Para evitar el cambio de torres. Véase la nota en la jugada 13.
Las negras cubren d6 para continuar con ¥f6 la demostración contra el flanco de dama.
25.¤f4 ¥f6
XABCDEFGHY
8r+-wqntrk+(
7+-+l+pzpn'
6-+-zp-vl-zp&
5+-zpP+P+-%
4pzpP+-sNPzP$
3+P+L+NvL-#
2P+Q+-+-+"
1+-+-tRR+K!
xabcdefghy
26.¤e6!Este caballo no puede ser tomado por las negras porque después de 26...fxe6 27.fxe6, el caballo h7 no puede jugar ni ser defendido. Un ejemplo drástico de cómo en las situaciones cerradas las propias piezas suelen estorbarse entre ellas.
26...axb3 27.axb3 £b6 28.¤xf8 ¢xf8
29.g5!
El ataque final, que decide rápidamente en vista de la débil situación de las piezas negras.
29...hxg5 30.hxg5 ¤xg5 31.£h2 ¢g8 32.¤xg5 ¥xg5 33.f6 g6 34.¥xg6! , Abandonan.
SOBRE LA TEORIA DE LA PARTIDA ESPAÑOLA
Recordaremos cómo trataba Steinitz la partida española y también la defensa de Philidor. No buscaba Steinitz ninguna preponderancia de terreno en el centro, sino que formaba la posición sólida de los peones e4, d3 y c3 para asegurarse el centro contra posibles ataques del contrario y poder ser agresivo en el flanco. En cambio, en la partida Anderssen−Paulsen, las blancas, después de 1.e4 e5 2.¤f3 d6,
conseguían con 3.d4 la preponderancia de terreno en el centro.
La experiencia demuestra que la jugada d4, la cual obtiene más espacio en las aperturas de peón de rey, es sólo una jugada fuerte, si las negras han jugado antes d6; una regla que hay que recordar siempre. La razón está en que las negras de otra manera, toman el ataque contra e4, con ¤f6, se apoderan de la iniciativa y van sin dificultades a la libertadora jugada d5, lo que sólo es posible con un tiempo menos, con grandes dificultades si se ha jugado ya d6. La forma moderna para el trato de la partida española, en la cual el doctor Tarrasch ha prestado excelentes servicios, se basa en que mediante el ataque indirecto a e5 por las jugadas 2.¤f3 y 3.¥b5, se induce a las negras a jugar d6, para luego ganar terreno con d4, según ya lo vimos en la partida Anderssen−Paulsen.
Por esto en la defensa moderna de la partida española las negras se resisten todo lo más posible al tal proyecto de las blancas. Véase, por ejemplo, la llamada "Defensa Berlinesa" 3...¤f6. Las negras no cubren su peón e5, sino que emprenden un ataque contra el peón e4. Como ya lo hemos dicho en la partida 18 (Steinitz−Tschigorin), las blancas deben jugar 4. 0−0 y abandonar el peón e4, si quieren obrar fielmente al intento de d4. Si ahora las negras cubren su peón e5 con 4...d6, las blancas consiguen su intención de jugar 5.d4. Si las negras quieren evitar su encierro, deben jugar 4...¤xe4 ; aunque se ve claramente que las blancas recobran su peón y en la situación que resultara, que será abierta, quedarán en ventaja gracias al adelanto de su desarrollo. Ciertamente que la ventaja es muy escasa y mucho menos decisiva y como que el no tener iniciativa no implica necesariamente un perjuicio para las negras, esta forma de jugar, de la que volveremos a hablar, debe considerarse como parte integral de la teoría de aperturas.
PARTIDA NÚM. 22 ESPAÑOLA Munich, 1908 Blancas: Tarrasch Negras: Lasker 1.e4 e5
2.¤f3 ¤c6 3.¥b5 ¤f6 4.0−0 ¤xe4
5.d4
Si las blancas después de reconquista el peón quieren conservar una ventaja de desarrollo, deben tratar de recobrar el peón con ayuda de jugadas de desarrollo y ataque, no con ¦e1 y ¤xe5.
5...¥e7 6.£e2
Esto es mejor que ¦e1, porque así se procura la libertad de la torre en darle la casilla d1.
6...¤d6 7.¥xc6 bxc6
Sería una jugada muy natural dxc6 ; y hubiera sido posible también si en 6 las blancas hubiesen jugado ¦e1, en vez de £e2. Ahora sería malo dxc6, porque las blancas continuarían con ventaja en jugar 7.dxe5 y ¦d1.
8.dxe5 ¤b7 9.¤c3 0−0
10.¦e1
Si las negras quieren libertarse, deben procurar de jugar d5. La jugada del texto tiene por objetivo impedir esta jugada. Por esta causa las negras conducen al momento su caballo a e6.
10...¤c5 11.¤d4 ¤e6 12.¥e3 ¤xd4
13.¥xd4
Parece oportuno jugar ahora 13...d5, porque después de 14.exd6 ¥xd6, las negras, en compensación de peones, hubieran tenido sus dos eficaces alfiles, pero en la partida Pillsbury− Tarrasch (Viena, 1899), Pillsbury demostró la eficiencia de la jugada d5, descubriendo entonces en c5 un punto débil de negras, y aprovechándolo en seguida con 14.¤a4 (también hubiera sido bueno 14.£e3). Para no dar lugar a dicha debilidad, en la presente partida se continuó así:
13...c5
14.¥e3 d5 15.exd6 ¥xd6
16.¤e4 ¥b7
Esto impide que las blancas jueguen 17.¤xc5, por la amenaza de mate con £g5.
17.¤xd6
Las blancas desdoblan los peones negros ante la amenaza de sus alfiles, reteniendo en la situación que queda una pequeña ventaja por el atraso del peón d6. Pero gracias al color diferente de los respectivos alfiles, las negras tienen buenas probabilidades de tablas.
17...cxd6 18.¦ad1 £f6
19.c4 ¦fe8 20.£g4
Con esto las blancas se apoderan de la iniciativa, que de lo contrario la hubieran conseguido las negras con £g6 o ¦e6 y £f5.Las blancas ahora amenazan 21.£d7. Si se jugase 20...£xb2; sería