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4. Acerca de la presente interpretación

1.2 Aristóteles: ciencia y método

1.2.3 Sustancia y definición

De acuerdo con lo expuesto anteriormente la ciencia que respete las exigencias establecidas por Aristóteles debe partir de premisas verdaderas, primeras, causales y necesarias. Estas premisas están dadas, en primer lugar, a través de los axiomas que abarcan desde las verdades básicas del conocimiento humanos en general –como el principio de no contradicción- hasta verdades menos generales propias de cada ciencia. En segundo lugar, a través de las hipótesis y las definiciones. Las hipótesis son afirmaciones que establecen que algo es o no es. Las definiciones, por su parte, estipulan la naturaleza de los objetos propios de una ciencia (Ross, 1981 pp. 55-56). Es aquí donde nos detendremos ya que la concepción de la definición presenta cierta complejidad que debe ser aclarada y además se vincula directamente con otro tema central que es la noción de sustancia. En efecto, dado que, para Aristóteles, los elementos últimos de la ciencia son sustancias, las definiciones primeras consisten en proposiciones que establecen la esencia de tales sustancias. De este modo, a través de las definiciones esenciales, la ciencia aristotélica podrá extraer otras proposiciones en las que se atribuye una propiedad no esencial a un sujeto. Pasaremos entonces a ocuparnos del concepto de sustancia y luego volveremos a la definición.

El concepto de sustancia, tal como lo entiende Aristóteles, reúne aspectos lógicos y ontológicos. Esto puede verse en el tratamiento que recibe en Categorías donde Aristóteles establece las distinciones entre la sustancia y las cosas que se predican de ella mediante un análisis que reúne al mismo tiempo aspectos lingüísticos y ontológicos (Vigo, 2007 p. 18)15. Aquí entran en juego dos criterios que permiten distinguir, por un lado, qué es una sustancia y qué un predicado accidental y, por otro,

15 Conviene aclarar que el término “categoría” puede ser traducido como “predicado” sin embargo, esto

no es completamente correcto ya que no puede incluir a la sustancia como una categoría aunque Aristóteles también la considere así. Según Bonitz, sería más correcto entender “categoría” en un sentido amplio como todo aquello que designa algo en un determinado contexto (Vigo, 2007 p. 20).

qué cosas son universales y qué cosas son particulares. Siguiendo el análisis de Vigo, el primer criterio puede ser llamado “criterio de inherencia” –esto es, la relación de “estar en”- y el segundo “criterio de predicabilidad” –esto es, la relación de “decirse de”. El primero establece que es una sustancia aquello que no existe en otra cosa y que es un accidente aquello que no puede existir por sí mismo sino que siempre existe en otro. El segundo establece que aquello que se “predica de” otra cosa no puede ser algo universal sino que debe ser algo particular. Como señala Vigo, el primero es más bien de carácter ontológico mientras que el segundo es de carácter lógico-lingüístico. De aquí resultan las ya conocidas diez categorías, la primera de las cuales es la categoría de sustancia y las nueve restantes son las que se predican de modo accidental de la primera (Vigo, 2007 p. 22).

En lo que sigue nos centraremos en la noción de sustancia examinando algunos aspectos conceptuales que consideramos fundamentales. Siguiendo el examen de Vigo, en el tratamiento del concepto de sustancia que Aristóteles lleva a cabo en la Metafísica, el criterio de inherencia se funde en el criterio de predicabilidad. De este modo, sustancia es básicamente aquello que no puede predicarse de otra cosa y accidente es todo aquello que puede predicarse de otra cosa. Va de suyo que lo que puede predicarse de otra cosa existe también en otra cosa, mientras que lo que no puede predicarse existe de manera independiente (Vigo, 2007 p. 154). Sin embargo, el criterio de predicabilidad no es el único que utiliza Aristóteles en la Metafísica, en efecto, la sustancia también debe ser algo reconocible por sí mismo y separable, esto es, “algo determinado” –un tode ti- que puede ser descripto por sí mismo. Es por ello, que si bien la materia prima no se predica de ninguna otra cosa, a juicio de Aristóteles no puede ser considerada como sustancia. En consecuencia, sustancia es el compuesto de materia y forma, siendo precisamente la forma –equivalente a la esencia de la cosa- el elemento sustancial que define lo que es la cosa, ya que ésta constituye lo que Ross denominó “el principio estructural de la cosa concreta” (Ross, 1981 p. 203). Sus características centrales pueden esquematizarse a través de las siguientes cuatro prioridades que le son propias: a) prioridad ontológica, ya que la sustancia, en la medida en que existe de manera independiente y a la vez es el sustrato en el cual existen los accidentes que se predican de ella, es la existencia primaria ( prótos ón) y absoluta (ón haplós); b) prioridad lógica, lo cual significa que la sustancia debe ser definida sin ninguna referencia a los accidentes que se predican de ella; c) prioridad gnoseológica, en la medida en que el conocimiento de lo que es esencial es más importante que el

conocimiento de lo accidental y, al mismo tiempo, todo conocimiento de alguna categoría accidental depende, en última instancia, de una referencia a la sustancia; por último, d) la sustancia tiene una prioridad temporal, lo cual parece referirse al hecho de que la sustancia es lo que permanece a lo largo de los cambios accidentales y en este sentido es el fundamento y la condición de posibilidad de la sucesión temporal (Vigo, 2007 pp. 158-160; también Ross, 1981 p. 196).

Podemos retomar ahora la cuestión de la definición. Es claro, a partir de lo dicho, que, dado que el ser se dice de modo básico y primario acerca de la sustancia, también la esencia y la definición corresponden a la sustancia. Dicho en otros términos, la predicación accidental no permite captar la esencia de la cosa ni tampoco definirla. Es por ello, que la esencia y la definición de una sustancia remiten al género y a la especie, en cuanto que este conjunto constituyen la forma (eídos) de la cosa y ésta, a su vez, determina lo que la cosa es y permite explicar por qué es lo que es y no otra cosa. Es decir, es la causa primera del ser de la cosa –aítion protón tou einai (Vigo, 2007 p. 164). De esta manera, la unidad de la definición se funda en la unidad propia de la sustancia. Por ejemplo: “El hombre es blanco” no es una determinación esencial de hombre y por tanto no corresponde a la definición de hombre, pero sí lo es, “El hombre es un animal racional” en cuanto que expresa la forma de hombre (Vigo, 2007 pp. 160-161)16. Esta última definición, además, responde a la predicación unívoca

–es decir, por sinonimia- y refleja una identidad entre el sujeto y el predicado, lo que no ocurre con la predicación accidental del primer ejemplo donde la predicación es homónima –es decir, por equivocidad (Vigo, 2007 p. 162).

1.2.4 Breves consideraciones sobre el concepto de método en Aristóteles y la