Ante el revés que sufre Hipias al intentar dar una noción de lo bello y de lo que es bello, Sócrates
toma la palabra. Hipias guarda silencio o se limita a asentir. Enseguida Sócrates, en diálogo con
su amigo desatildado, propone tres intentos por definir lo bello y lo que es bello. Surge en este
apartado una figura muy interesante que es el diálogo que sostiene Sócrates consigo mismo61,
como afirma Halsten Olsen62, en su ensayo “Sócrates habla consigo mismo en Hipias mayor”.
Sócrates se refiere a su crítico imaginario, interlocutor anónimo o desatildado compañero de
diálogo, como el único que puede darle una paliza o avergonzarlo ante los demás, debido a que
no es capaz de dar una noción de lo bello y de lo que es bello. Este amigo es hijo de Sofronisco
(padre de Sócrates), un pariente cercano que vive en su misma casa; al final del diálogo los
lectores concluimos que se trata de Sócrates hablando consigo mismo63.
Este recurso narrativo es propio y exclusivo de Hipias mayor, el alter ego no es otro que el mismo Sócrates en su versión severa, desabrochada y un poco cómica. Para efectos del presente
trabajo, una tesis de interpretación del diálogo señala que el interlocutor anónimo, crítico
imaginario, o Sócrates desatildado, es el personaje central, por encima del mismo Sócrates el
61 “Hyland, 1995 proposes: It is instructive, as others have observed, that Plato never presents a dialogue between
two mature philosophers, much less between two ´wise people´”. Olsen, Halsten, “Socrates Talks to Himself in Plato’s Hippias Major”, Ancient Philosophy 20 (2), 2000, p. 35.
62 “It is almost a rule that the mature Socrates of Plato’s puzzle-raising dialogues never converses with a
philosophical equal. But it is not quite a rule: the exception is an ongoing conversation with himself of which Socrates gives us fragments in the Hippias Major”. Ibid., p. 1.
63 “The sort of self-conversation Socrates reports will be familiar to many of us who talk to ourselves and try out
objections on ourselves. For example, the Socrates of the Theaetetus (189e) says that the soul’s carrying on a discussion (dialegesthai) questioning itself and answering itself, is what he calls ‘thinking’”. Ibid., p. 3.
filósofo, e Hipias, el sofista, aparentes protagonistas. El interlocutor anónimo adquiere gran
importancia en este apartado del diálogo en el que Sócrates intenta dar una noción de lo bello y
de lo que es bello y hace tres intentos para lograrlo.
En el primer intento Sócrates plantea que lo bello es lo adecuado. Según Catherine Zuckert, una
vez demostrado que el conocimiento convencional de lo bello o noble que ha expuesto Hipias no
es sostenible, Sócrates procede, a nombre de su alter ego, a enunciar lo que considera el centro de los tres intentos previos por definir lo noble de parte de Hipias, a saber lo adecuado. Sin
embargo, el mismo Sócrates señala la objeción frente a este argumento que radica en la
diferencia entre apariencia y realidad. Si lo bello lo es para todos, no debe haber ningún
desacuerdo sobre lo que es; pero la realidad muestra lo contrario. Este es un tema muy debatido
hasta nuestros días; si la definición de lo bello o noble es asunto de un convenio o consenso,
queda en el plano de la apariencia y por tanto, no puede ser lo que es verdaderamente lo bello o
noble; lo es solo en apariencia. De nuevo la diferencia entre lo que es bello y lo bello se plantea
en términos de ser y apariencia de ser.
A pesar de que Sócrates demuestra la debilidad de este intento, Hipias continúa asegurando que
fácilmente puede llegar a encontrar una respuesta si la piensa luego en soledad; Hipias confía en
su propia autosuficiencia. Sócrates le pide a Hipias que continúe junto a él ayudándolo a
encontrar la respuesta a sus interrogantes.
En un segundo intento, Sócrates propone que aquello que hace a las cosas nobles y bellas es su
utilidad64. Esta propuesta la hace a su nombre, sin la intervención de su amigo desatildado.
Según Pradeau & Fronterrota, la investigación que Sócrates adelanta en Hipias mayor es también una búsqueda ética en la cual lo bello y lo que es bello es el criterio principal; es decir, la
reforma de las costumbres requiere de un criterio de evaluación, de una norma del juicio que
permita juzgar si los objetos que consideramos poseen o no la cualidad buscada (la bondad, la
belleza, la justicia, etc.) Esta norma debe ser independiente de los sujetos que emiten el juicio,
incluso debe ser independiente de los mismos objetos, debe ser relativa y absoluta en sí misma al
mismo tiempo. La segunda propuesta de Sócrates también fracasa, porque no satisface estos
requisitos, pero posee algo de exactitud. Las definiciones de Sócrates son incompletas, pero no
por ello falsas, decir que lo bello y lo que es bello es lo útil no es una proposición falsa, porque
lo bello es el poder de hacer cualquier cosa, dada su utilidad. Al identificar lo bello con lo útil,
podemos ver que lo bello afecta la función de la cosa bella y no se trata de decorar o embellecer,
sino más bien de cumplir una función, pero no por ello todo lo que cumple una función pasa a ser
bello.
Hipias agrega que aquello que nos da poder (dynamis) es noble o bello, especialmente en la política. Por un instante parece que Sócrates e Hipias se ponen de acuerdo, cuando Sócrates
conjetura que si el poder es noble o bello, la sabiduría debe ser lo más noble o bello sobre todo.
64 “La idea de que la belleza y lo útil puedan coincidir o, incluso, la idea de que la belleza tenga un inexcusable
componente racional. Tal concepto ha formado parte de la historia de la reflexión sobre las artes y sobre la estética desde sus principios documentables. Está en la postura de los sofistas, en Hipias mayor de Platón, y en la de Sócrates, descrita por Jenofonte, cuando afirmaba que incluso un cubo de basura podía ser bello, mientras que no lo sería un escudo de oro, en caso de que, por muy agradable que fuera a la vista, fuera demasiado pesado para ser llevado: ‘Así pues, si una cosa se adapta bien a un fin, es buena y bella a este respecto; en caso contrario, fea y mala’ (Jenofonte, Memorabilia, III, 8, 4).” Bodei, Remo. La forma de lo bello. La balsa de la Medusa, Madrid, 2008, p. 62.
Enseguida Sócrates se echa para atrás en la medida en que los hombres poderosos muchas veces
no saben qué hacer con este poder, por lo que éste deja de ser benéfico. Hipias sugiere que lo
noble o bello es aquello que es poderoso y útil para el bien. Entonces Sócrates enfatiza la
subordinación de lo noble o bello al bien. A decir de Drew Hyland, “la conexión entre útil y poderoso es una provocación platónica de orden mayor”.65 Sócrates reserva para Banquete y
Fedro la conversación sobre el poder de la belleza, lo bello es lo amado y el poder es la
experiencia del amante, pero el poder es insuficiente como definición de lo bello. De todas
formas Hipias continúa asegurando que encontrará una respuesta, trabajando en soledad, por sí
mismo.
El tercer intento de Sócrates se refiere a los placeres obtenidos por la vista y el oído que
constituyen lo bello (293e-298a). Según este último intento lo bello y lo que es bello,
corresponden a un “algo” bello que afecta los sentidos de la vista y el oído66. Como se percibe
cierta vulgaridad en los placeres como oler, saborear y especialmente tocar, no es posible que
estos placeres “vulgares” constituyan la belleza, por lo que Sócrates limita el término a los sentidos más refinados de la vista y el oído.
65 Ibid., Hyland, p. 23.
66“Les plaisirs auxquels Socrate songe sont sans doute des plaisirs « esthétiques», puisqu’ils sont provoqués par des
figures, des sons, des dessins ou des paroles, mais au sens grec que nous évoquions pour commencer, c’est-à-dire au sens où les objets qui les suscitent sont tous les objets «musicaux» que produisent les arts (depuis les sculptures jusqu’aux danses aux poèmes), mas également toutes les figures qu’engendrent les savoirs (un cercle parfait ou un discours civiques peuvent plaire à la vue ou à l’ouïe et être beaux). En 298a, lorsque Socrate dit compter les hommes et les mythes parmi ces réalités qui plaisent à la vue et à l’ouïe, il faut entendre cette beauté en un sens éthique, et c’est du reste ce qu’il parait encore supposer sur le compte cette fois des lois et des «belles» conduites (298c-d9) ”. Ibid., Pradeau & Fronterrota, p. 44.
De inmediato Hipias se muestra de acuerdo con la observación de Sócrates: definir lo noble y lo
bello en términos de los placeres obtenidos por medio de la vista y el oído no aplica bien a las
costumbres y las leyes. En este punto del diálogo es evidente que el sofista está más preocupado
en mantener las apariencias y en vencer a su opositor que en encontrar la verdad.
De acuerdo con Sócrates, en este tercer intento de definición lo bello o lo que es bello parece ser
lo que distingue lo visible y lo audible de los otros placeres, es algo que lo visible y lo audible
comparten; pero cada placer se da por separado, no necesariamente en combinación con el otro.
Queda en evidencia entonces que la vista y el oído comprenden una cierta armonía entre partes
diferentes en su origen. La estructura de lo bello y de lo que es bello es por tanto muy compleja y
se refleja en la dificultad de dar una definición de to kalon: lo noble, bello, admirable, que se aplica a las estatuas, a la música, a las leyes y también a los seres humanos.
La complejidad de lo noble o bello se presenta con sus múltiples aristas en este tercer intento
socrático, en el cual lo que se refuta es la conjunción entre escuchar y ver y sus combinaciones.
Lo que no se refuta es que lo bello está relacionado con el placer o lo placentero.67 Es decir, los
placeres de la vista y el oído hacen parte de lo bello o lo que es bello o noble, pero no son lo que
lo bello o noble es en sí mismo.
El diálogo finaliza con la famosa expresión de Sócrates “lo bello es difícil”, que el filósofo que ha legado a la posteridad como muestra de la dificultad para abordar el tema de lo bello y lo que
es bello.68
Platón nos invita a continuar indagando sobre lo bello y lo que es bello, en diálogos como Fedro,
Banquete y República, fiel a su estilo y propósito nos acerca a la definición, pero jamás la deja
sentada como lo cierto, lo único y el final de la cuestión, de tal manera que hasta nuestros días
tenemos tema para la reflexión, para la investigación y para la escritura de nuevos trabajos sobre
lo bello y lo que es bello.
68“Platon cite ce proverbe à plusieurs reprises: on le trouve dans le Cratyle 384b et dans la République IV 435c. Il
n’est pas attesté par ailleurs dans la littérature ancienne classique. Dans des ouvrages et dans des recueils de proverbes tardifs, le proverbe est parfois attribué à l’un ou l’autre des Sept Sages, et notamment à Pittacos et surtout à Solon (voir le Pseudo-Plutarque. De liberis educandis 6c, ou encore le commentaire de Proclus au Cratyle de Platon) ”. Ibid., Pradeau & Fronterrota, p. 142.