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UN VIAJE POR CARRETERAUN VIAJE POR CARRETERA

In document Yehuda Berg - Satan, Una Autobiografia (página 120-127)

UN VIAJE POR CARRETERA

La primera parada de tu viaje fue en otra realidad, en las profundidades del reino subatómico. Por supuesto, en este nivel de existencia no hay fisicalidad (los científicos y yo estamos de acuerdo en este punto), así que no te molestaste en llevarte

tus jeans favoritos. En esta dimensión inmaterial de la existencia, sólo eras un estado enrarecido de la conciencia. Allí sólo existía la idea de los jeans.

Esta fuerza pura de conciencia consistía no sólo en ti, sino en toda la conciencia. Esta superconciencia única dio srcen a Adán y Eva. Y la dimensión donde residía esta fuerza unificada de conciencia se conoce como el Jardín del Edén.

Mientras estabas ahí fuera disfrutando del paisaje, Dios te echaba mucho de menos. Él quiso darte la oportunidad de que volvieras a casa lo más pronto posible. Así que a Dios se le ocurrió una idea. En lugar de que tuvieras que recorrer un viaje tan largo y doloroso, Dios me creó a mí para probarte sin que tú lo supieras. Este plan ingenioso de Dios te permitiría resistirte al placer y volver a casa a tiempo para las

fiestas. A partir de esta acción bienintencionada de Dios, nací yo, el Satán.

Canta conmigo, si quieres:

¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos Satán, cumpleaños feliz!

Yo fui creado para retar a tu conciencia. ¿La prueba? O vences mi tentación de gratificación inmediata y placer, tal como Dios te pidió que hicieras antes de que dejaras la casa, o sucumbes a mis poderes de persuasión y por lo tanto prolongas tu viaje.

Así es como sucedió todo.

Te señalé una fruta indescriptiblemente placentera que colgaba de un árbol (no es necesario que te diga

que no era una fruta física, como una manzana; estamos hablando de una realidad hecha de conciencia, de energía pura).

Tú la rechazaste. Recordaste que Dios te había dicho que no satisfacieras ningún placer hasta que regresaras a casa, pasara lo que pasara.

Entonces te dije que la fruta de aquel árbol no era una fruta común y corriente. No había duda de que era un auténtico placer. ¿Por qué? Sabía igual que la fruta que te esperaba al volver a casa.

Pero tú te diste cuenta de que todo el propósito de tu viaje era evitar el placer para así poder apreciarlo. Y luego te expliqué lo siguiente: te dije que Dios había enviado esa fruta como una prueba para ayudarte. Eso era cierto. Te dije que todo lo que debías hacer

era resistir todo el deseo egoísta antes de probarla. Si la comías sólo para hacer feliz a Dios, pasarías la prueba y tu viaje por carretera habría terminado.

Entonces te dije que dieras un mordisco. Tú te echaste atrás. Me dijiste que Dios te dijo que no probaras ningún placer hasta que volvieras a casa, ¡pasara lo que pasara! Yo te respondí diciéndote que habías malentendido el mensaje. Dios quería que regresaras a casa siempre que hubiera una forma de lograrlo. Eliminar todo el deseo egoísta —justo antes

de probar esa fruta— sería una acción

suficientemente dolorosa como para hacerte merecedor de tu vuelta a casa. Ahora había captado tu atención por completo.

Te dije que si te la comías sin egoísmo pasarías la prueba. Y no serías transportado a alguna otra región

de la realidad lejana y olvidada de Dios para continuar tu paseo. La verdad de mis palabras se elevó en tu interior.

Tú te enfocaste. Como un láser. Concentraste todo tu esfuerzo en eliminar de tu ser cada gramo de deseo egoísta. Entonces mordiste la fruta. Y funcionó. Nada malo ocurrió. Al contrario, estabas inmerso en un placer indescriptible.

Y aquel, chicos y chicas, fue el preciso momento en que yo, Satán, me instalé dentro de ustedes.

Antes de que mordieras la fruta, yo era una fuerza que existía fuera de ti. Pero una vez comiste de la manzana proverbial, fui inyectado en ti, como un virus. Y tú no te enteraste de lo que había ocurrido. De hecho, cuando empecé a susurrar en tu oído,

entraste en pánico; pensaste que estabas esquizofrénico, que escuchabas voces. Luego te calmé y te convencí de que yo sólo era la voz de la razón dentro de ti. Pero en realidad estaba mezclando la verdad con mentiras para engañarte y para desviarte del plan srcinal.

Una vez que estuve dentro de ti, empezaste a sentirte muy mal por lo que habías hecho. La vergüenza te abrumó. Y cuando experimentaste esa vergüenza, yo me apoderé de ti. Ya eras mío. En aquel momento, te desconectaste de la Luz que una vez fue todo lo que conocías. Dejaste el Jardín del Edén. No fuiste expulsado, tal como te han hecho creer; la vergüenza era tan intensa, que elegiste marcharte.

Como puedes imaginarte, desde aquel momento, mi influencia creció como un tumor sin control. Y de esta

forma me convertí en la conciencia dominante que ocupaba tu cerebro, tu auténtico yo oculto tras las cortinas y la deshonra que puse en tu cabeza. Esto, amigos míos, fue el nacimiento de la baja autoestima, mi arma de probada eficacia contra ti.

Y este es el motivo por el cual no tienes ni idea de que existo, y por lo cual crees que tú y yo somos lo mismo. Crees que tus pensamientos egoístas eres tu, y por eso te rindes. Una vez sepas que en realidad soy yo, y no tú, podrás luchar contra mí; te sentirás suficientemente seguro como para compartir. Sabrás que eres como Dios.

In document Yehuda Berg - Satan, Una Autobiografia (página 120-127)

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