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Cuando la voluntad vence al pesimismo

In document No Es Cuestión de Leche (página 45-48)

En un país como Venezuela, castigado por los desaciertos políticos y económicos, en el cual ha reinado en los últimos años una suerte de desesperanza aprendida, un grupo de hombres liderados por el cirujano traumatólogo Richard Páez, se proponía emprender vuelo hacía la búsqueda de la dignidad como Selección Nacional, demostrando que cuando hay un equipo con espíritu de logro, siempre se puede.

Más allá de la meta futbolística, hacía un propósito más sublime: darle al país alegría, convertir a La Vinotinto en un ícono de unidad y una razón de identidad. Pero el entorno influye

definitivamente en las decisiones que debemos tomar. Cada vez que se presenta una decisión en mi vida, una encrucijada, un bifurcación, una invitación a soñar, una parte de nuestro entorno conspira, llegando incluso a convertir en barro los sueños más hermosos y los retos más conspiradores que nos podamos plantear.

Muchas personas apuestan al fracaso de los demás, y esto se debe al hecho de que mientras más éxito tienen los demás, menos justificación hay para el fracaso o el estancamiento propio. Es decir, mientras más avanzan otros hacia la prosperidad en el mismo entorno en el que yo me muevo y bajo condiciones similares, más confrontado me sentiré.

Cuando nos preguntamos por qué unas personas llegan más alto o más lejos que otras, las respuestas son muy variadas. Unos piensan en los recursos materiales, otros en el apoyo que han tenido, también asoman las facilidades que se les han presentado, otras explicaciones están relacionadas con la oportunidad, y no faltan quienes dicen que es porque algún santo los protege o simplemente dicen que es cuestión de leche, es cuestión de suerte. Pero, ¿qué repuestas debemos dar, si partimos del principio de que estamos en igualdad de condiciones, en todos los sentidos?

Evidentemente las razones anteriores no tienen cabida, puesto que las explicaciones ya no tendrían foco en lo que sucede afuera de la persona, sino en lo que opera dentro de ella. Aquí es cuando encontramos los casos de gente exitosa, que ha convertido todo lo que ha sucedido en su vida en oportunidades. Bien decía Franklin Delano Roosevelt: ―Un optimista convierte una calamidad en oportunidad y un pesimista hace de una oportunidad una calamidad‖, es cuestión de actitud.

Para ser exitoso y próspero, debemos hacer caso omiso a los falsos profetas, al ejército de pesimistas que están por todas partes sembrando la maleza del negativismo, del no se puede. Debemos pensar que los retos, cuando son muy elevados, son difíciles de conseguir, pero ello no deja de ser posible conquistarlos. Los grandes logros están asociados a grandes voluntades y a espíritus inquebrantables. Recuerdo a mi mamá, diciendo:

—La vida no va ser fácil mijo, hay que prepararse y tener mucha voluntad.

En este momento, por cierto, se me viene a la mente una frase que pronunciara Albert Einstein en un discurso: ―Hay una fuerza más poderosa que el vapor y la electricidad, y es la voluntad‖. Lo que he encontrado en todas las personas exitosas es la combinación de un fuerte deseo de logro, con una fe ciega en que las cosas se van a conseguir. Estos dos elementos esenciales dan vida a la constancia, que consiste en hacer y seguir haciendo son detenerse y sin dudar.

Me recuerdo a mí preguntando a mi familia sobre la propuesta de ir con La Vinotinto como motivador del equipo. Unos me decían de forma categórica:

—No te metas en eso, ahí no hay vida, esa selección siempre ha sido pura pérdida y te vas a crear una mala reputación.

Pero otra gente me estimulaba:

—Tú puedes, ti tienes talento… Dale, que tú puedes.

A lo largo de mi vida, he aprendido que se necesita contar con un talento para poder tener verdadero éxito, para poder estar entre los primeros, para conquistar la cima, para sobresalir en

una actividad. Pero tener un talento no es suficiente, es fundamental la voluntad de logro y colocarse los lentes que tengan cristales que sirvan para descubrir las oportunidades que siempre estarán ocultas.

Cuando la voluntad vence al pesimismo

Decidí sumarme al equipo de Richard Páez, no era fácil luchar contra el pesimismo, contra aquellos que te dicen que no se puede. Sin embargo al final venció la fe y el optimismo.

Llegué a una Vinotinto llena de planes, con una historia perdedora, pero con un líder que tenía un propósito claro: transformar. Demasiado rival, es una expresión común en un entorno futbolista que arrastraba una historia perdedora. Es lo mismo que decir, ese mercado es

complicado, la vaina está muy difícil, yo no veo salida y pare de contar.

El primer paso que dimos en La Vinotinto fue trabajar con las creencias negativas de los jugadores y luchar contra una historia perdedora. Le correspondía al líder, Richard Páez, infundir confianza, cambiar el software perdedor por otro ganador. Decir con autoridad que nacimos y conformamos este equipo para ganar. A partir de aquí comenzó un proceso de cambio sostenido, que a lo largo de diez años ha dado los resultados obligados, porque cuando te preparas para ganar, lo normal es ganar.

Capítulo VII

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