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Historia de la Filosofía III-2. Existencialismo 2

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Academic year: 2017

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Materia: Historia de la Filosofía III-2 De Hegel a nuestros días Clase: 11

Tema: Existencialismo de Jean Paul Sartre I

La filosofía de Sartre está dividida en tres etapas: a) crítica a la fenomenología de Husserl (La trascendencia del ego); b) fundamentación ontológica de la libertad (El ser y la nada) y humanismo existencialista (El existencialismo es un humanismo); y c) humanismo marxista (Crítica de la razón dialéctica). En este apunte nos centraremos en la segunda, dando un pequeño recorrido por la primera.

En la primera etapa las obras La trascendencia del ego, La imaginación, Lo imaginario y Bosquejo de una teoría de las emociones; están dedicadas a hacer descripciones fenomenológicas del yo, la imaginación y las emociones. Con ellas, Sartre inicia una crítica importante al subjetivismo de Husserl, Kant y Descartes. Para él, estos filósofos han convertido al yo en algo que está más allá de la conciencia, es decir, han creado un “ente” que es independiente de los deseos, pensamientos y emociones de la conciencia humana. En este sentido, se puede decir que para Sartre no hay algo como un “yo trascendental”, el único yo es la conciencia misma pues es el principio unitario de nuestras acciones, como conciencia intencional. El “yo trascendental”, independiente de las intenciones de la conciencia, es pura ilusión. De manera un tanto simple, podemos decir que para Sartre no existe un yo, con sus propias leyes, separado de las intenciones de la conciencia. No hay un a priori o un a posteriori en la actividad del conocimiento, la conciencia y sus actividades son una amalgama que no puede ser separada. En este sentido, mientras que para aquellos filósofos la imaginación o las emociones son actividades de la conciencia, para Sartre estos son modos de ser de la conciencia. Veamos como aplica esta tesis en lo que se refiere al tema de la libertad.

II

En El ser y la nada. Ensayo de ontología fenomenológica, se nos presenta el modo en que la conciencia se descubre el mundo, a los otros y a sí misma.

La Conciencia presenta una doble sentido, a saber, por un lado es conciencia del mudo, “conciencia de”, es decir, se percibe en el mundo como lo que es: un ser humano. Es un ser en sí. A=A Pero, por otro lado, al ser Conciencia de sí misma, ser para sí, se percibe como distinta del mundo, sabe que no es lo otro y cuestiona su ser para definirse a sí misma. En este sentido, la Conciencia carece se ser, pues “es” –como conciencia del mundo- pero también “no es” –como conciencia distinta al mundo. Así pues, los seres humanos somos sujetos escindidos por esta contradicción: sabemos lo que somos, pero no sabemos quienes somos.

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no es cualidad de ningún sujeto, sino el mismo hacerse de la conciencia humana, más que “ser” el ser humano es “hacerse”. De ahí que seamos el fundamento de todos los valores, pues somos nosotros quienes decidimos qué es lo buen, lo malo, lo justo o lo injusto. Y es esta decisión, la de darle sentido a las cosas y a la vida misma, en la que nace la angustia en el ser humano pues se enfrenta a una situación límite en donde no hay otro referente que él mismo, en donde no hay una guía, una libro o un ser superior que le dicte una pauta a seguir: la angustia es el momento en que todo tiene que llegar a ser. Ignorar la existencia angustiada es rehuir a la propia naturaleza y dejarse caer en el lado de las cosas, es la mala fe.

Lo anterior es lo que a la actividad de la conciencia consigo misma se refiere. Pero también ese “hacerse ser” se refiere al mundo, a los objetos y a los otros. Veamos este último caso.

Cuando la Conciencia se encuentra con otra Conciencia, este encuentro nos revela la nada que somos pues somos objetos para el otro, es decir, como Conciencia hemos adquirido una identidad, pero al encontrarnos con otra Conciencia experimentamos una aniquilación al sentirnos, nosotros que somos sujetos, objeto de la atenta mirada del otro. A partir de este momento, no únicamente somos un ser para sí, ahora también somos un ser para otro que nos devuelve al ser en sí. Metafóricamente Sartre expresa esta relación con la idea de la mirada: el “ser-visto-por-otro” es la verdad del “ver-al-otro”. La situación de miradas mutuas se convierte en un conflicto de solución imposible: o la conciencia convierte al otro en Objeto o es convertida por el otro en Objeto (Dialéctica de la Negación). Por ello en su obra de teatro A puerta cerrada lo escribió que “el infierno son los otros”.

III

Este conflicto necesariamente habrá de tener una salida no violenta, pues de lo contrario no tendría sentido hablar de la libertad: de qué le sirve a Robinson Crusoe ser libre en una isla desierta. Esta salida es expuesta por Sartre en su obra El existencialismo es un humanismo, veamos a grandes rasgos en qué consiste.

El propósito de esta obra consiste en responder a los reproches que se le han hecho a la filosofía existencialista de Sartre. Éstos consienten en calificar a su pensamiento como pesimista, promover el quietismo, subrayar la ignominia, lo sórdido, suscitar la falta de solidaridad y negar la existencia de Dios. Así las cosas, el francés intentará responder a dichos cuestionamientos demostrando que su existencialismo es un humanismo.

Para ello comenzará definiéndolo: “entendemos por existencialismo una doctrina que hace posible la vida humana y que, por otra parte, declara que toda verdad y toda acción implica un medio y una subjetividad humana.” Esto significa que el ser humano, como ya se ha mencionado, es el único que es capaz de decidir qué sentido otorgarle al mundo, a las cosas, a las relaciones con los demás y a sus propias decisiones. De ahí que líneas más adelante escriba: “En el fondo, lo que asusta de la doctrina que voy a exponer ¿no es el hecho de que deja una posibilidad de elección al hombre?”

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cortapapel: al fabricar un cortapapel un artesano está siguiendo una idea preconcebida en su mente, un molde. En este sentido, el cortapapel es producido de una manera predeterminada y tiene una función previamente definida, es decir, su esencia precede a su existencia. Pero con el ser humano pasa exactamente lo contrario: no existe un artesano que previamente moldee el tipo de persona que hemos de llegar a ser, no algo o alguien que determine cuál será nuestra actividad, nuestro destino. Más cercana a lo que el ser humano es que la idea de un artesano que fabrica cortapapeles siguiendo un molde, Sartre nos presentará la idea de un pintor que se posa frente a un lienzo en blanco: sólo él habrá de determinar que pintará sobre el. En el ser humano la existencia precede a la esencia, es decir, “llegar a ser” es una constante decisión y sólo nosotros hemos de tomar esa decisión. No hay reglas preestablecidas, no hay guías, no hay modelos, no hay Dios.

¿Qué es entonces el ser humano? O como él mismo se pregunta: “¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible. Es porque empieza por ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho.” Retomamos así, la idea de que el ser humano “es” sólo lo que él mismo decidida “ser”, condenado a ser libre, pues no hay esencia que lo determine, no es más que lo que él mismo se hace. Sartre lo describe así: “El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia, el hombre no es otra cosa que lo que él se hace […] El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente”.

Pero más allá dejarle hacer lo que quiera, sin tener en cuenta las relaciones con los demás, Sartre aclara que si verdaderamente la existencia precede a la esencia, entonces el hombre es responsable de lo que es. Pero no únicamente de su estricta individualidad, sino de todos los hombres. Para hablar de esto, el francés se vale de un doble sentido del término subjetivismo, por un lado, quiere decir elección individual y, por otro lado, “imposibilidad para el hombre de sobrepasar la subjetividad humana. El segundo sentido es el sentido profundo del existencialismo.”

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