Escuela de Arte “Toledo” Noviembre 2018
ANTOLOGÍA POÉTICA
Esto es un poema.
Aquí está permitido fijar carteles,
tirar escombros, hacer aguas y escribir frases como:
Marica el que lo lea,
Amo a Irma,
Muera el…(silencio),
Arena gratis,
Asesinos,
etcétera.
Esto es un poema. Mantén sucia la estrofa. Escupe dentro.
Responsable la tarde que no acaba, el tedio de este día,
la indeformable estolidez del tiempo.
Oh madre, si no cesa la locura (de amor),
enseguida moriré.
Traed mi vino de (casa de) el hagib,
acaso sanaré.
¡Oh madre, mi amigo
se va y no vuelve!
Dime qué haré, madre,
si mi pena no afloja.
Sí, sí, ven, oh señor mío,
cuando (si) venís aquí,
la boquita roja
alimentaré (de besos) la paloma rojiza.
Mi crazón se va de mi
¡Oh Dios (mío)! ¿acaso me volverá?
Tan mal (es) mi doler extraño
(que) enfermo está ¿cuándo sanará?
Carita bella, buena: dime de dónde vienes,
ya te dejo que ames a otra,
(si) a mí también me quieres.
JARCHAS
ya mam(m)a si no lesa al-ginna
allora mor(r)ey
traïde hamrî min al-hâgib 'asà sanarey
yâ mamma mio al-habîbi bay-sê e no me tornade gar ke fareyo ÿâ mamma in no mio 'ina' lesade
si si ben yâ sîdî k(u)ando benis vos y la bokella hamrâ sibarey ka-al-warsi
bay-se mio qoragon de mib yâ rabbî si se tornarad tan mal mio doler al-garîb enfermo ÿed quan sanarad
al-sab(b)âh bono gar-me de on benes ya leso ke a otrî ames
Olas del mar de Vigo
Olas del mar de Vigo,
¿Visteis a mi amigo?
¡Ay Dios! ¿vendrá pronto?
Olas del mar agitado,
¿Visteis a mi amado?
¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?
¿Visteis a mi amigo,
aquél por quien yo suspiro?
¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?
¿Visteis a mi amado,
quien me tiene tan preocupada?
¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?
¡Ay Dios, si supiese ahora mi amigo
cuán sola estoy en Vigo!
Y tan enamorada.
¡Ay Dios, si supiese ahora mi amado
cuán sola en Vigo me hallo!
Y tan enamorada.
¡Cuán sola estoy en Vigo,
y a nadie tengo conmigo!
Y tan enamorada.
¡Cuán sola en Vigo me hallo,
y a nadie conmigo traigo!
Y tan enamorada.
!Y a nadie tengo conmigo,
salvo mis ojos que lloran conmigo!
Y tan enamorada. Ondas do mar de Vigo
Ondas do mar de Vigo, se vistes meu amigo? E ai Deus!, se verra cedo?
Ondas do mar levado, se vistes meu amado? E ai Deus!, se verra cedo?
Se vistes meu amigo, o por que eu sospiro? E ai Deus!, se verra cedo?
Se vistes meu amado, por que ei gran coidado? E ai Deus!, se verra cedo?
Ay Deus, se sab' ora meu amigo com' eu senneira estou en Vigo! E vou namorada.
Ay Deus, se sab' ora meu amado com' eu en Vigo senneira manno! E vou namorada.
Com' eu senneira estou en Vigo, e nullas gardas non ei comigo! E vou namorada.
Com' eu senneira en Vigo manno, e nullas gardas migo non trago! E vou namorada.
E nullas gardas non ei comigo, ergas meus ollos que choran migo! E vou namorada.
que a ninguna otra cosa que en el mundo esté rehúso e ignoro
y maltrato en apariencia; todo lo que hago por temor y de buena fe
III
En la memoria
tengo la cara y la dulce sonrisa, vuestro valor
y el hermoso cuerpo blanco y liso; si en mi creencia
fuera tan fiel a Dios, vivo sin duda
entraría en el paraíso; que así estoy
de todo corazón rendido que otra no me da gozo;
que a ninguna otra de las más señoriales yo no le pediría
yacer ni ser su amante
a cambio de un saludo vuestro.
Guillem de Cabestany II
Que siempre me deteste el amor que os prohíbe a mí si alguna vez el corazón desvío hacia otro afecto.
Me habéis tomado la sonrisa y dado pesar:
más grave martirio ningún hombre siente; porque yo más anhelo
de tener, incluso cuando no os veo. I
La dulce ansia
que me da el amor a menudo, mujer, me hace decir
de vos muchos versos agradables. Pensando contemplo
vuestro cuerpo amado y gentil, el cual deseo
más no hago evidente. Y aunque me desencamino por vos, no reniego de vos, que siempre os suplico con amor fiel.
Señora en quien la belleza brilla, muchas veces me olvido de mí, cuando os alabo y os pido.
LÍRICA
1
Caballero, queráisme dejar, que me dirán mal.
¡Oh qué mañanica, mañana , la mañana de San Juan,
cuando la niña y el caballero ambos se iban a bañar!
Caballero, queráisme dejar, que me dirán mal.
2
Ya cantan los gallos amor mío y vete; cata que amanece. Vete, alma mía, más tarde no esperes, no descubra el día los nuestros placeres. Cata que los gallos, según me parece, dicen que amanece.
3
Si la noche se hace escura y tan corto es el camino, ¿cómo no venís amigo? La media noche es pasada y el que me pena no viene: mi desdicha lo detiene, ¡qué nascí tan desdichada! Háceme venir penada y muéstraseme enemigo. ¿Como no venís amigo?
4
Dentro en el vergel moriré;
dentro en el rosal matarme han.
Yo me iba, mi madre, las rosas coger;
hallé mis amores dentro en el vergel. Dentro en el rosal matarme han.
6
A coger amapolas, Madre, me perdí: ¡caras amapolas fueron para mí! 9
En el monte la pastora me dejó:
¿dónde iré sin ella yo? 16
Ya florecen los árboles, Juan: ¡mala seré de guardar!
Ya florecen los almendros y los amores en ellos, Juan, mala seré de guardar.
Ya florecen los árboles, Juan: ¡mala seré de guardar!
Quien de vos merced espera señora, nin bien atiende, ¡ay qué poco se le entiende!
Yo vos serví lealmente con muy presta voluntad, e nunca fallé piedad
en vos, nin buen continente; antes vuestra crueldad me face ser padesciente.
¡Guay de quien con vos contiende!
Tanta es vuestra beldad que partir non me consiente de servir con lealtad
a vos, señora excelente. Sed ya, por vuestra bondad, gradescida e conviniente, ca mi vida se despiende.
Iñigo López de Mendoza
—Senhor fremosa, pois me vej'aquí, gradesc'a Deus que vós posso dizer
a coita que me fazedes sofrer, e Deus nen vós non me valedes i.
—Amigo, por meu amor e por mí
sofred'a coita que vós por mí ven,
ca sofrendo coita se serv'o ben.
—Senhor fremosa, muito mal levei, sofrendo tempo, e atendí melhor;
e Deus e vós fazedes-me peor, e peor m'é que quando comecei.
—Amigo meu, por min que vo-la dei
sofred'a coita que vós por mí ven,
ca sofrendo coita se serv'o ben.
Afonso Eanes do Coton
CANCIONERO
DE
BAENA
Del todo non es curada la llaga que me fesiste, Amor, quando me feriste con la tu cruel espada;
posisteme en tu mesnada entre los tus seruidores, mas en cuytas e dolores me pagaste la soldada.
Ca yo bien pensaua, Amor, que nunca seria triste el dia que me fesiste aver nonbre de amador;
enfengiste el mi loor dandome vana esperanga, Amor, la tu cruel lança me basteçe del temor.
Amor, falagas e fieres sin alguna piedat, lo peor es que bondat pocas veses seguir quieres,
e si alguno bien fesiere lagaste su coraçon
al que mas merçed ovieres. es enfinta e al non,
Yo parto de vos, doncella, fuera de mi libertad; yo parto con gran querella de vuestra pura bondad. yo parto con gran tormento por esta triste partida,
e llevo tal pensamiento que fará corta mi vida. Yo parto con gran dolor por ir de vos apartado: yo parto muy amador de vos, que voy desamado. Yo parto en vuestra cadena de que no cuido salir, e llevo tan cruda pena, que no vos la sé decir. Yo parto mucho contento de vuestra gentil figura yo parto bien descontento de vuestra poca mesura. Yo parto, mas non se parte siempre de vos mi pensar; e lievo la mayor parte de dolor y de pesar Yo parto porque me alejo el más triste que me vi; yo parto, mas con vos dejo la mayor parte de mí.
Gómez Manrique
Por Dios,,señores, quitemos el velo que turba e ciega así nuestra vista;
miremos la muerte qu'el mundo conquista lanzando lo alto e baxo por suelo.
Los nuestros gemidos traspasen el cielo a Dios demandando cada uno perdón de aquellas ofensas que en toda sazón le fizo el viejo, mancebo, mozuelo.
Ca non es vida la que bevimos, pues que biviendo se viene llegando la muerte cruel, esquiva; e cuando pensamos bevir, estonce morimos. Somos bien ciertos dónde nascimos; mas no somos ciertos a dónde moremos. Certidumbre de vida un ora non avemos; Con llanto venimos, con llanto nos imos.
¿Qué se fizieron los emperadores, papas e reyes, grandes perlados, duques e condes, cavalleros famados, los ricos, los fuertes e los sabidores, e cuantos servieron lealmente amores ziendo sus armas en todas las partes, e los que fallaron ciencias e artes, doctores, poetas e los trobadores?
¿Padres e fijos, hermanos, parientes, amigos, amigas, que mucho amamos, con quien comimos, bevimos, folgamos, muchas garridas e fermosas gentes, dueñas, doncellas, mancebos valientes que logran so tierra las sus mancebías, e otros señores que ha pocos días
que nosotros vimos aquí estar presentes?
Todos aquestos que aquí son nombrados, Los unos son fechos cenizas e nada; Los otros son huesos, la carne quitada E son derramados por los fonsados; Los otros están ya descoyuntados,
cabeças sin cuerpos, sin pies e sin manos; los otros comienzan comer los gusanos; los otros acaban de ser enterrados.
Ferrat Sánchez Calavera (mitad s. XV)
I
Recuerde el alma dormida avive el seso y despierte contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte 5 tan callando,
cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor;
cómo, a nuestro parecer, 10 cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
II
Pues si vemos lo presente cómo en un punto se es ido y acabado, 15 si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar 20 lo que espera,
más que duró lo que vio porque todo ha de pasar por tal manera.
III
Nuestras vidas son los ríos 25 que van a dar en la mar,
que es el morir; allí van los señoríos derechos a se acabar
y consumir; 30 allí los ríos caudales,
allí los otros medianos y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos 35 y los ricos.
Invocación: IV
Dejo las invocaciones de los famosos poetas y oradores;
no curo de sus ficciones, 40 que traen yerbas secretas
sus sabores;
A aquél sólo me encomiendo, aquél sólo invoco yo
de verdad, 45 que en este mundo viviendo el mundo no conoció
su deidad.
COPLAS POR
V
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada 50 sin pesar;
mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar.
Partimos cuando nacemos, 55 andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos; así que cuando morimos
descansamos. 60
VI
Este mundo bueno fue si bien usáramos de él como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquél 65 que atendemos.
Aun aquel hijo de Dios, para subirnos al cielo descendió
a nacer acá entre nos, 70 y a vivir en este suelo
do murió.
VII
Ved de cuán poco valor son las cosas tras que andamos y corremos, 75 que en este mundo traidor,
aun primero que muramos las perdamos:
de ellas deshace la edad,
de ellas casos desastrados 80 que acaecen,
de ellas, por su calidad, en los más altos estados desfallecen.
VIII
Decidme: la hermosura, 85 la gentil frescura y tez
de la cara,
el color y la blancura, cuando viene la vejez,
¿cuál se para? 90 Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal de juventud,
todo se torna graveza
IX
Pues la sangre de los godos, y el linaje y la nobleza
tan crecida,
¡por cuántas vías y modos 100 se pierde su gran alteza en esta vida!
Unos, por poco valer, ¡por cuán bajos y abatidos
que los tienen! 105 otros que, por no tener, con oficios no debidos
se mantienen.
X
Los estados y riqueza
que nos dejan a deshora, 110 ¿quién lo duda?
no les pidamos firmeza, pues son de una señora que se muda.
Que bienes son de Fortuna 115 que revuelven con su rueda presurosa,
la cual no puede ser una ni estar estable ni queda
en una cosa. 120
XII
Los placeres y dulzores de esta vida trabajada
que tenemos, 135 no son sino corredores, y la muerte, la celada
en que caemos.
No mirando nuestro daño,
corremos a rienda suelta 140 sin parar;
desque vemos el engaño y queremos dar la vuelta, no hay lugar.
XIV
Esos reyes poderosos que vemos por escrituras ya pasadas,
por casos tristes, llorosos, 160 fueron sus buenas venturas trastornadas;
XIX
Las dádivas desmedidas, los edificios reales
llenos de oro,
las vajillas tan febridas, 220 los enriques y reales
del tesoro;
los jaeces, los caballos de sus gentes y atavíos
tan sobrados, 225 ¿dónde iremos a buscallos? ¿qué fueron sino rocíos de los prados?
XXIII
Tantos duques excelentes, 265 tantos marqueses y condes
y varones
como vimos tan potentes, di, muerte, ¿dó los escondes y traspones? 270 Y las sus claras hazañas
que hicieron en las guerras y en las paces,
cuando tú, cruda, te ensañas,
con tu fuerza las atierras 275 y deshaces.
XVI
¿Qué se hizo el rey don Juan? Los infantes de Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué fue de tanta invención 185 como trajeron?
Las justas y los torneos, paramentos, bordaduras y cimeras,
¿fueron sino devaneos? 190 ¿qué fueron sino verduras
de las eras?
XVII
¿Qué se hicieron las damas, sus tocados, sus vestidos, sus olores? 195 ¿Qué se hicieron las llamas de los fuegos encendidos
de amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas 200 que tañían?
XXIV
Las huestes innumerables, los pendones, estandartes y banderas,
los castillos impugnables, 280 los muros y baluartes
y barreras,
la cava honda, chapada, o cualquier otro reparo,
¿qué aprovecha? 285 que si tú vienes airada,
todo lo pasas de claro con tu flecha.
XXV
Aquél de buenos abrigo,
amado por virtuoso 290 de la gente,
el maestre don Rodrigo Manrique, tanto famoso y tan valiente;
sus hechos grandes y claros 295 no cumple que los alabe,
pues los vieron,
ni los quiero hacer caros pues que el mundo todo sabe cuáles fueron. 300
XXVI
Amigo de sus amigos, ¡qué señor para criados y parientes!
¡Qué enemigo de enemigos! ¡Qué maestro de esforzados y valientes!
¡Qué seso para discretos! ¡Qué gracia para donosos! ¡Qué razón!
¡Cuán benigno a los sujetos! 310 ¡A los bravos y dañosos,
qué león!
XXIX
No dejó grandes tesoros, ni alcanzó muchas riquezas ni vajillas;
mas hizo guerra a los moros, 340 ganand sus fortalezas
y sus villas;
y en las lides que venció, muchos moros y caballos
se perdieron; 345 y en este oficio ganó
XXXIV
diciendo: «Buen caballero, dejad el mundo engañoso y su halago;
vuestro corazón de acero, 400 muestre su esfuerzo famoso
en este trago;
y pues de vida y salud hicisteis tan poca cuenta
por la fama, 405 esfuércese la virtud
para sufrir esta afrenta que os llama.
XXXV
No se os haga tan amarga
la batalla temerosa 410 que esperáis,
pues otra vida más larga de la fama glorïosa acá dejáis,
(aunque esta vida de honor 415 tampoco no es eternal
ni verdadera);
mas, con todo, es muy mejor que la otra temporal
XXXI
Estas sus viejas historias que con su braço pintó en juventud,
con otras nuevas victorias agora las renovó
en senectud.
Por su gran habilidad, por méritos e ancianía bien gastada,
alcanzó la dignidad de la gran Caballería del Espada.
XXXIII
Después de puesta la vida 385 tantas veces por su ley
al tablero;
después de tan bien servida la corona de su rey
verdadero: 390 después de tanta hazaña
a que no puede bastar cuenta cierta,
en la su villa de Ocaña
XXXVIII
«No tengamos tiempo ya 445 en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está conforme con la divina
para todo; 450 y consiento en mi morir
con voluntad placentera, clara y pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera 455 es locura.
XL
Así, con tal entender,
todos sentidos humanos 470 conservados,
cercado de su mujer y de sus hijos y hermanos y criados,
dio el alma a quien se la dio 475 (en cual la dio en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió dejónos harto consuelo
su memoria. 480 XXXVI
El vivir que es perdurable no se gana con estados mundanales,
ni con vida deleitable
en que moran los pecados 425 infernales;
mas los buenos religiosos gánanlo con oraciones y con lloros;
los caballeros famosos, 430 con trabajos y aflicciones
contra moros.
XXXVII
Y pues vos, claro varón, tanta sangre derramasteis
de paganos, 435 esperad el galardón
que en este mundo ganasteis por las manos;
y con esta confianza
y con la fe tan entera 440 que tenéis,
Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruido y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado, ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera, ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento,
si soy del vano dedo señalado, si en busca de este viento
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río!
¡Oh secreto seguro, deleitoso! Roto casi el navío
a vuestro almo reposo,
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero; no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero
Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo, libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera,
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego sosegada,
el paso entre los árboles torciendo, el suelo de pasada
de verdura vistiendo,
y con diversas flores va esparciendo.
El aire el huerto orea
y ofrece mil olores al sentido, los árboles menea
con un manso rüido
que del oro y del cetro pone olvido.
Ténganse su tesoro
los que de un falso leño se confían:
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
Y mientras miserable
mente se están los otros abrasando
con sed insacïable del no durable mando,
tendido yo a la sombra esté cantando
Nemoroso:
Corrientes aguas, puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas, verde prado, de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas, torciendo el paso por su verde seno: yo me vi tan ajeno
del grave mal que siento, que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba, donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría por donde no hallaba
sino memorias llenas de alegría.
Y en este mismo valle, donde agora me entristezco y me canso, en el reposo estuve ya contento y descansado. ¡Oh bien caduco, vano y presuroso!
Acuérdome, durmiendo aquí alguna hora,
que despertando, a Elisa vi a mi lado. ¡Oh miserable hado!
¡Oh tela delicada, antes de tiempo dada
a los agudos filos de la muerte! Más convenible fuera aquesta suerte a los cansados años de mi vida,
que es más que el hierro fuerte, pues no la ha quebrantado tu partida.
¿Dó están agora aquellos claros ojos que llevaban tras sí, como colgada, mi ánima doquier que ellos se volvían?
¿Dó está la blanca mano delicada, llena de vencimientos y despojos
que de mí mis sentidos le ofrecían? Los cabellos que vían
con gran desprecio al oro,
como a menor tesoro, ¿adónde están? ¿Adónde el blando pecho? ¿Dó la columna que el dorado techo con presunción graciosa sostenía? Aquesto todo agora ya se encierra, por desventura mía, en la fría, desierta y dura tierra.
¿Quién me dijera, Elisa, vida mía, cuando en aqueste valle al fresco viento andábamos cogiendo tiernas flores,
que había de ver con largo apartamiento venir el triste y solitario día
que diese amargo fin a mis amores? El cielo en mis dolores
cargó la mano tanto, que a sempiterno llanto
.
SONETO
Escrito está en mi alma vuestro gesto, y cuanto yo escribir de vos deseo; vos sola lo escribiste, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo de esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida: por hábito del alma misma os quiero.
Cuanto tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir y por vos muero.
SONETO
En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende al corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto, por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena;
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado, odo lo mudará la edad ligera,
Amor constante
más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra, que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso linsojera;
mas no de esotra parte en la ribera dejará la memoria en donde ardía; nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa;
Alma a quien todo un Dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, médulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrán sentido. Polvo serán, mas polvo enamorado
Francisco de Quevedo
SIGLO XVII
Definiendo el amor
Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida, que duele y no se siente, es un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido, que nos da cuidado, un cobarde, con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo, enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es tu abismo: mirad cuál amistad tendrá con nada, el que en todo es contrario de sí mismo
Francisco de Quevedo
Soneto
Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello. siguen más ojos que al clavel temprano; y mientras triunfa con desdén lozano del luciente cristal tu gentil cuello: goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada se vuelva, mas tú y ello juntamente
A los celos
¡Oh niebla del estado más sereno, furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida de verde prado en oloroso seno! ¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
que en vaso de cristal quitas la vida! ¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
de la amorosa espuela duro freno!
¡Oh celo, del favor verdugo eterno!, Vuélvete al lugar triste donde estabas,
o al reino (si allá cabes) del espanto;
mas no cabrás allá, que pues ha tanto que comes de ti mesmo y no te acabas, mayor debes de ser que el mismo infierno.
Luis de Góngora
Oh, engaño de los hombres…
¡Oh, engaño de los hombres, vida breve, loca ambición al aire vago asida!,
pues el que más se acerca a la partida, más confiado de quedar se atreve.
¡Oh, flor al hielo!, ¡oh, rama al viento leve lejos del tronco!, si en llamarte vida
tú misma estás diciendo que eres ida, ¿qué vanidad tu pensamiento mueve?
Dos partes tu mortal sujeto encierra: una que se derriba al bajo suelo, y otra que de la tierra te destierra;
tú juzga de las dos el mejor celo:
si el cuerpo quiere ser tierra en la Tierra, el alma quiere ser cielo en el Cielo.
Lope de Vega
Desmayarse, atreverse…
Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho ofendido receloso;
huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor suave, olvidar el provecho, amar el daño;
creer que el cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño, esto es amor: quien lo probó lo sabe.
EPITAFIO
Aquí yace Jazmín, gozque mezquino,
que sólo al mundo vino
para abrigarse en la caliente falda de madama Crisalda,
tomar chocolatito, bizcochos y confites, el pobre animalito,
desazonar visitas y convites, alzando la patita
para orinar las capas y las medias con audacia maldita,
ladrar rabiosamente al yente y al viniente,
ir en coche a paseos y comedias y ser martirio eterno de criados, por él o despedidos o injuriados con furor infernal y grito horrendo. Si inútil fue y aborrecible bicho, y petulante y puerco y disoluto, culpas no fueron suyas, era bruto; educole el capricho
de delicia soez con estupendo horror de la razón; naturaleza no le inspiró tan bárbara torpeza.
Los que en la tierra al Hacedor retratan, sus hechuras divinas desbaratan,
corrompen y adulteran.
Los vicios de Jazmín, de su ama eran.
Juan Pablo Forner
SIGLO XVIII
EL LEÓN Y EL RATÓN
Estaba un ratoncillo aprisionado en las garras de un león; el desdichado en la tal ratonera no fue preso
por ladrón de tocino ni de queso, sino porque con otros molestaba al león, que en su retiro descansaba .
Pide perdón, llorando su insolencia; al oír implorar la real clemencia, responde el rey en majestuoso tono —no dijera más Tito—: «Te perdono». Poco después cazando el león tropieza en una red oculta en la maleza:
quiere salir, mas queda prisionero; atronando la selva ruge fiero.
El libre ratoncillo, que lo siente, corriendo llega: roe diligente los nudos de la red de tal manera, que al fin rompió los grillos de la fiera.
Conviene al poderoso
para los infelices ser piadoso;
tal vez se puede ver necesitado
del auxilio de aquel más desdichado.
SIGLO XIX ROMANTICISMO
CANCIÓN DEL PIRATA
Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar, sino vuela un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido del uno al otro confín. La luna en el mar riela en la lona gime el viento, y alza en blando movimiento olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Istambul: Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío ni tormenta, ni bonanza tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor. Veinte presas
hemos hecho a despecho del inglés y han rendido sus pendones cien naciones a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Allá; muevan feroz guerra ciegos reyes
por un palmo más de tierra; que yo aquí; tengo por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie impuso leyes. Y no hay playa,
sea cualquiera, ni bandera de esplendor, que no sienta mi derecho
y dé pechos mi valor.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
A la voz de "¡barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá; en su propio navío
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.
R
IMA III
Sacudimiento extraño que agita las ideas,
como huracán que empuja las olas n tropel.
Murmullo que en el alma se eleva y va creciendo como volcán que sordo anuncia que va a arder.
Deformes siluetas de seres imposibles; paisajes que aparecen como al través de un tul.
Colores que fundiéndose remedan en el aire
los átomos del iris que nadan en la luz.
Ideas sin palabras, palabras sin sentido; cadencias que no tienen ni ritmo ni compás
Memorias y deseos de cosas que no existen; accesos de alegría, impulsos de llorar. Actividad nerviosa
que no halla en qué emplearse; sin riendas que le guíen,
caballo volador.
Locura que el espíritu exalta y desfallece, embriaguez divina del genio creador... Tal es la inspiración.
Gigante voz que el caos ordena en el cerebro y entre las sombras hace la luz aparecer.
Brillante rienda de oro que poderosa enfrena de la exaltada mente el volador corcel.
Hilo de luz que en haces los pensamientos ata; sol que las nubes rompe y toca en el zenít.
Inteligente mano
que en un collar de perlas consigue las indóciles palabras reunir.
Armonioso ritmo que con cadencia y número las fugitivas notas encierra en el compás.
Cincel que el bloque muerde la estatua modelando,
y la belleza plástica añade a la ideal.
RIMA IV
No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira; podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
as fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!
RIMA VII
Del salón en el ángulo oscuro, de su dueña tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas como el pájaro duerme en las ramas, esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
—¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
RIMA XVIII
Fatigada del baile,
encendido el color, breve el aliento, apoyada en mi brazo,
del salón se detuvo en un extremo.
Entre la leve gasa
que levantaba el palpitante seno, una flor se mecía
en compasado y dulce movimiento. Como cuna de nácar
que empuja al mar y que acaricia el céfiro tal vez allí dormía
al soplo de sus labios entreabiertos. ¡Oh! ¡Quién así, pensaba,
dejar pudiera deslizarse el tiempo! ¡Oh, si las flores duermen,
RIMA XXI
¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas en mi pupila tu pupila azul,
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... eres tú.
RIMA XXIII
Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso... ¡Yo no sé qué te diera por un beso!
RIMA XLVI
¿De dónde vengo...? El más horrible y áspero de los senderos busca:
Las huellas de unos pies ensangrentados sobre la roca dura,
los despojos de un alma hecha jirones en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.
¿A donde voy? El más sombrío y triste de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria sin inscripción alguna,
donde habite el olvido, allí estará mi tumba.
RIMA LII
Olas gigantes que os rompéis bramando en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas, ¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán que arrebatáis del alto bosque las marchitas hojas, arrastrado en el ciego torbellino, ¡llevadme con vosotras!
Nubes de tempestad que rompe el rayo y en fuego encienden las sangrientas orlas, arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!
ERA APACIBLE EL DÍA...”
Era apacible el día y templado el ambiente y llovía, llovía
callada y mansamente; y mientras silenciosa lloraba yo y gemía, mi niño, tierna rosa, durmiendo se moría .
Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente! Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía!
Tierra sobre el cadáver insepulto
antes que empiece a corromperse... tierra! Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos
bien pronto en los terrones removidos verde y pujante crecerá la hierba.
¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas torvo el mirar, nublado el pensamiento? ¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve! Jamás el que descansa en el sepulcro ha de tornar a amaros ni a ofenderos.
¡Jamás! ¿Es verdad que todo para siempre acabó ya?
No, no puede acabar lo que es eterno, ni puede tener fin la inmensidad.
Tú te fuiste por siempre; mas mi alma te espera aún con amoroso afán, y vendrás o iré yo, bien de mi vida, allí donde nos hemos de encontrar.
Algo ha quedado tuyo en mis entrañas
que no morirá jamás,
y que Dios, porque es justo y porque es bueno, a desunir ya nunca volverá. Mas... es verdad, ha partido
para nunca más tornar.
Nada hay eterno para el hombre, huésped
de un día en este mundo terrena en donde nace, vive y al fin muere, cual todo nace, vive y muere acá.
Rosalía de Castro
“YA DE LA ESPERANZA, PARA LA VIDA M
Í
A...”
Ya que de la esperanza, para la vida mía, triste y descolorido ha llegado el ocaso ,
mi morada oscura, desmantelada y fría, tornemos paso a paso, porque con su alegría no aumente mi amargura la blanca luz del día. Contenta el negro nido busca el ave agorera ;
bien reposa la fiera en el antro escondido,