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Escuela de Arte “Toledo” Noviembre 2018

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(1)

Escuela de Arte “Toledo” Noviembre 2018

ANTOLOGÍA POÉTICA

(2)
(3)

Esto es un poema.

Aquí está permitido
 fijar carteles,


tirar escombros, hacer aguas
 y escribir frases como:

Marica el que lo lea,

Amo a Irma,

Muera el…(silencio),

Arena gratis,

Asesinos,

etcétera.

Esto es un poema.
 Mantén sucia la estrofa.
 Escupe dentro.

Responsable la tarde que no acaba,
 el tedio de este día,


la indeformable estolidez del tiempo.

(4)

Oh madre, si no cesa la locura (de amor),

enseguida moriré.

Traed mi vino de (casa de) el hagib,

acaso sanaré.

¡Oh madre, mi amigo

se va y no vuelve!

Dime qué haré, madre,

si mi pena no afloja.

Sí, sí, ven, oh señor mío,

cuando (si) venís aquí,

la boquita roja

alimentaré (de besos) la paloma rojiza.

Mi crazón se va de mi

¡Oh Dios (mío)! ¿acaso me volverá?

Tan mal (es) mi doler extraño

(que) enfermo está ¿cuándo sanará?

Carita bella, buena: dime de dónde vienes,

ya te dejo que ames a otra,

(si) a mí también me quieres.

JARCHAS

ya mam(m)a si no lesa al-ginna


allora mor(r)ey


traïde hamrî min al-hâgib
 'asà sanarey


yâ mamma mio al-habîbi
 bay-sê e no me tornade
 gar ke fareyo ÿâ mamma
 in no mio 'ina' lesade


si si ben yâ sîdî
 k(u)ando benis vos y
 la bokella hamrâ
 sibarey ka-al-warsi


bay-se mio qoragon de mib
 yâ rabbî si se tornarad
 tan mal mio doler al-garîb
 enfermo ÿed quan sanarad


al-sab(b)âh bono gar-me de on benes
 ya leso ke a otrî ames

(5)

Olas del mar de Vigo

Olas del mar de Vigo,

¿Visteis a mi amigo?

¡Ay Dios! ¿vendrá pronto?

Olas del mar agitado,

¿Visteis a mi amado?

¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?

¿Visteis a mi amigo,

aquél por quien yo suspiro?

¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?

¿Visteis a mi amado,

quien me tiene tan preocupada?

¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?

¡Ay Dios, si supiese ahora mi amigo

cuán sola estoy en Vigo!

Y tan enamorada.

¡Ay Dios, si supiese ahora mi amado

cuán sola en Vigo me hallo!

Y tan enamorada.

¡Cuán sola estoy en Vigo,

y a nadie tengo conmigo!

Y tan enamorada.

¡Cuán sola en Vigo me hallo,

y a nadie conmigo traigo!

Y tan enamorada.

!Y a nadie tengo conmigo,

salvo mis ojos que lloran conmigo!

Y tan enamorada.Ondas do mar de Vigo

Ondas do mar de Vigo,
 se vistes meu amigo?
 E ai Deus!, se verra cedo?


Ondas do mar levado,
 se vistes meu amado?
 E ai Deus!, se verra cedo?


Se vistes meu amigo,
 o por que eu sospiro?
 E ai Deus!, se verra cedo?


Se vistes meu amado,
 por que ei gran coidado?
 E ai Deus!, se verra cedo?

Ay Deus, se sab' ora meu amigo
 com' eu senneira estou en Vigo!
 E vou namorada.


Ay Deus, se sab' ora meu amado
 com' eu en Vigo senneira manno!
 E vou namorada.


Com' eu senneira estou en Vigo,
 e nullas gardas non ei comigo!
 E vou namorada.


Com' eu senneira en Vigo manno,
 e nullas gardas migo non trago!
 E vou namorada.


E nullas gardas non ei comigo,
 ergas meus ollos que choran migo!
 E vou namorada.

(6)

que a ninguna otra cosa que en el mundo esté rehúso e ignoro

y maltrato en apariencia; todo lo que hago por temor y de buena fe

III

En la memoria

tengo la cara y la dulce sonrisa, vuestro valor

y el hermoso cuerpo blanco y liso; si en mi creencia

fuera tan fiel a Dios, vivo sin duda

entraría en el paraíso; que así estoy

de todo corazón rendido que otra no me da gozo;

que a ninguna otra de las más señoriales yo no le pediría

yacer ni ser su amante

a cambio de un saludo vuestro.

Guillem de Cabestany II

Que siempre me deteste el amor que os prohíbe a mí si alguna vez el corazón desvío hacia otro afecto.

Me habéis tomado la sonrisa y dado pesar:

más grave martirio ningún hombre siente; porque yo más anhelo

de tener, incluso cuando no os veo. I

La dulce ansia

que me da el amor a menudo, mujer, me hace decir

de vos muchos versos agradables. Pensando contemplo

vuestro cuerpo amado y gentil, el cual deseo

más no hago evidente. Y aunque me desencamino por vos, no reniego de vos, que siempre os suplico con amor fiel.

Señora en quien la belleza brilla, muchas veces me olvido de mí, cuando os alabo y os pido.

LÍRICA

(7)

1

Caballero, queráisme dejar, que me dirán mal.

¡Oh qué mañanica, mañana , la mañana de San Juan,

cuando la niña y el caballero ambos se iban a bañar!

Caballero, queráisme dejar, que me dirán mal.

2

Ya cantan los gallos amor mío y vete; cata que amanece. Vete, alma mía, más tarde no esperes, no descubra el día los nuestros placeres. Cata que los gallos, según me parece, dicen que amanece.

3

Si la noche se hace escura y tan corto es el camino, ¿cómo no venís amigo? La media noche es pasada y el que me pena no viene: mi desdicha lo detiene, ¡qué nascí tan desdichada! Háceme venir penada y muéstraseme enemigo. ¿Como no venís amigo?

4

Dentro en el vergel moriré;

dentro en el rosal matarme han.

Yo me iba, mi madre, las rosas coger;

hallé mis amores dentro en el vergel. Dentro en el rosal matarme han.

6

A coger amapolas, Madre, me perdí: ¡caras amapolas fueron para mí! 9

En el monte la pastora me dejó:

¿dónde iré sin ella yo? 16

Ya florecen los árboles, Juan: ¡mala seré de guardar!

Ya florecen los almendros y los amores en ellos, Juan, mala seré de guardar.

Ya florecen los árboles, Juan: ¡mala seré de guardar!

(8)

Quien de vos merced espera señora, nin bien atiende, ¡ay qué poco se le entiende!

Yo vos serví lealmente con muy presta voluntad, e nunca fallé piedad

en vos, nin buen continente; antes vuestra crueldad me face ser padesciente.

¡Guay de quien con vos contiende!

Tanta es vuestra beldad que partir non me consiente de servir con lealtad

a vos, señora excelente. Sed ya, por vuestra bondad, gradescida e conviniente, ca mi vida se despiende.

Iñigo López de Mendoza

—Senhor fremosa, pois me vej'aquí,
 gradesc'a Deus que vós posso dizer


a coita que me fazedes sofrer,
 e Deus nen vós non me valedes i.

 —Amigo, por meu amor e por mí


     sofred'a coita que vós por mí ven,


     ca sofrendo coita se serv'o ben.


—Senhor fremosa, muito mal levei,
 sofrendo tempo, e atendí melhor;


e Deus e vós fazedes-me peor,
 e peor m'é que quando comecei.


     —Amigo meu, por min que vo-la dei


     sofred'a coita que vós por mí ven,


     ca sofrendo coita se serv'o ben.

Afonso Eanes do Coton

CANCIONERO

DE

BAENA

Del todo non es curada la llaga que me fesiste, Amor, quando me feriste con la tu cruel espada;

posisteme en tu mesnada entre los tus seruidores, mas en cuytas e dolores me pagaste la soldada.

Ca yo bien pensaua, Amor, que nunca seria triste el dia que me fesiste aver nonbre de amador;

enfengiste el mi loor dandome vana esperanga, Amor, la tu cruel lança me basteçe del temor.

Amor, falagas e fieres sin alguna piedat, lo peor es que bondat pocas veses seguir quieres,

e si alguno bien fesiere lagaste su coraçon

al que mas merçed ovieres. es enfinta e al non,

(9)

Yo parto de vos, doncella,
 fuera de mi libertad;
 yo parto con gran querella
 de vuestra pura bondad. yo parto con gran tormento
 por esta triste partida,


e llevo tal pensamiento
 que fará corta mi vida. Yo parto con gran dolor
 por ir de vos apartado:
 yo parto muy amador
 de vos, que voy desamado. Yo parto en vuestra cadena
 de que no cuido salir,
 e llevo tan cruda pena,
 que no vos la sé decir. Yo parto mucho contento
 de vuestra gentil figura 
 yo parto bien descontento
 de vuestra poca mesura. Yo parto, mas non se parte
 siempre de vos mi pensar;
 e lievo la mayor parte
 de dolor y de pesar Yo parto porque me alejo
 el más triste que me vi;
 yo parto, mas con vos dejo
 la mayor parte de mí.

Gómez Manrique

(10)

Por Dios,,señores, quitemos el velo
 que turba e ciega así nuestra vista; 


miremos la muerte qu'el mundo conquista 
 lanzando lo alto e baxo por suelo. 


Los nuestros gemidos traspasen el cielo 
 a Dios demandando cada uno perdón 
 de aquellas ofensas que en toda sazón 
 le fizo el viejo, mancebo, mozuelo.

Ca non es vida la que bevimos, 
 pues que biviendo se viene llegando 
 la muerte cruel, esquiva; e cuando 
 pensamos bevir, estonce morimos. 
 Somos bien ciertos dónde nascimos; 
 mas no somos ciertos a dónde moremos. 
 Certidumbre de vida un ora non avemos; 
 Con llanto venimos, con llanto nos imos.

¿Qué se fizieron los emperadores, 
 papas e reyes, grandes perlados, 
 duques e condes, cavalleros famados, 
 los ricos, los fuertes e los sabidores, 
 e cuantos servieron lealmente amores 
 ziendo sus armas en todas las partes, 
 e los que fallaron ciencias e artes, 
 doctores, poetas e los trobadores?

¿Padres e fijos, hermanos, parientes, 
 amigos, amigas, que mucho amamos, 
 con quien comimos, bevimos, folgamos, 
 muchas garridas e fermosas gentes, 
 dueñas, doncellas, mancebos valientes 
 que logran so tierra las sus mancebías, 
 e otros señores que ha pocos días 


que nosotros vimos aquí estar presentes?

Todos aquestos que aquí son nombrados, 
 Los unos son fechos cenizas e nada; 
 Los otros son huesos, la carne quitada 
 E son derramados por los fonsados; 
 Los otros están ya descoyuntados, 


cabeças sin cuerpos, sin pies e sin manos; 
 los otros comienzan comer los gusanos; 
 los otros acaban de ser enterrados.

Ferrat Sánchez Calavera (mitad s. XV)

(11)

I

Recuerde el alma dormida
 avive el seso y despierte contemplando

cómo se pasa la vida,

cómo se viene la muerte 5 tan callando,

cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor;

cómo, a nuestro parecer, 10 cualquiera tiempo pasado

fue mejor.

II

Pues si vemos lo presente cómo en un punto se es ido y acabado, 15 si juzgamos sabiamente,

daremos lo no venido por pasado.

No se engañe nadie, no,

pensando que ha de durar 20 lo que espera,

más que duró lo que vio porque todo ha de pasar por tal manera.

III

Nuestras vidas son los ríos 25 que van a dar en la mar,

que es el morir; allí van los señoríos derechos a se acabar

y consumir; 30 allí los ríos caudales,

allí los otros medianos y más chicos,

y llegados, son iguales

los que viven por sus manos 35 y los ricos.

Invocación: IV

Dejo las invocaciones de los famosos poetas y oradores;

no curo de sus ficciones, 40 que traen yerbas secretas

sus sabores;

A aquél sólo me encomiendo, aquél sólo invoco yo

de verdad, 45 que en este mundo viviendo el mundo no conoció

su deidad.

COPLAS POR

(12)

V

Este mundo es el camino

para el otro, que es morada 50 sin pesar;

mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar.

Partimos cuando nacemos, 55 andamos mientras vivimos,

y llegamos

al tiempo que fenecemos; así que cuando morimos

descansamos. 60

VI

Este mundo bueno fue si bien usáramos de él como debemos,

porque, según nuestra fe,

es para ganar aquél 65 que atendemos.

Aun aquel hijo de Dios, para subirnos al cielo descendió

a nacer acá entre nos, 70 y a vivir en este suelo

do murió.

VII

Ved de cuán poco valor son las cosas tras que andamos y corremos, 75 que en este mundo traidor,

aun primero que muramos las perdamos:

de ellas deshace la edad,

de ellas casos desastrados 80 que acaecen,

de ellas, por su calidad, en los más altos estados desfallecen.

VIII

Decidme: la hermosura, 85 la gentil frescura y tez

de la cara,

el color y la blancura, cuando viene la vejez,

¿cuál se para? 90 Las mañas y ligereza

y la fuerza corporal de juventud,

todo se torna graveza

(13)

IX

Pues la sangre de los godos, y el linaje y la nobleza

tan crecida,

¡por cuántas vías y modos 100 se pierde su gran alteza en esta vida!

Unos, por poco valer, ¡por cuán bajos y abatidos

que los tienen! 105 otros que, por no tener, con oficios no debidos

se mantienen.

X

Los estados y riqueza

que nos dejan a deshora, 110 ¿quién lo duda?

no les pidamos firmeza, pues son de una señora que se muda.

Que bienes son de Fortuna 115 que revuelven con su rueda presurosa,

la cual no puede ser una ni estar estable ni queda

en una cosa. 120

XII

Los placeres y dulzores de esta vida trabajada

que tenemos, 135 no son sino corredores, y la muerte, la celada

en que caemos.

No mirando nuestro daño,

corremos a rienda suelta 140 sin parar;

desque vemos el engaño y queremos dar la vuelta, no hay lugar.

XIV

Esos reyes poderosos que vemos por escrituras ya pasadas,

por casos tristes, llorosos, 160 fueron sus buenas venturas trastornadas;

(14)

XIX

Las dádivas desmedidas, los edificios reales

llenos de oro,

las vajillas tan febridas, 220 los enriques y reales

del tesoro;

los jaeces, los caballos de sus gentes y atavíos

tan sobrados, 225 ¿dónde iremos a buscallos? ¿qué fueron sino rocíos de los prados?

XXIII

Tantos duques excelentes, 265 tantos marqueses y condes

y varones

como vimos tan potentes, di, muerte, ¿dó los escondes y traspones? 270 Y las sus claras hazañas

que hicieron en las guerras y en las paces,

cuando tú, cruda, te ensañas,

con tu fuerza las atierras 275 y deshaces.

XVI

¿Qué se hizo el rey don Juan? Los infantes de Aragón

¿qué se hicieron?

¿Qué fue de tanto galán,

qué fue de tanta invención 185 como trajeron?

Las justas y los torneos, paramentos, bordaduras y cimeras,

¿fueron sino devaneos? 190 ¿qué fueron sino verduras

de las eras?

XVII

¿Qué se hicieron las damas, sus tocados, sus vestidos, sus olores? 195 ¿Qué se hicieron las llamas de los fuegos encendidos

de amadores?

¿Qué se hizo aquel trovar,

las músicas acordadas 200 que tañían?

(15)

XXIV

Las huestes innumerables, los pendones, estandartes y banderas,

los castillos impugnables, 280 los muros y baluartes

y barreras,

la cava honda, chapada, o cualquier otro reparo,

¿qué aprovecha? 285 que si tú vienes airada,

todo lo pasas de claro con tu flecha.

XXV

Aquél de buenos abrigo,

amado por virtuoso 290 de la gente,

el maestre don Rodrigo Manrique, tanto famoso y tan valiente;

sus hechos grandes y claros 295 no cumple que los alabe,

pues los vieron,

ni los quiero hacer caros pues que el mundo todo sabe cuáles fueron. 300

XXVI

Amigo de sus amigos, ¡qué señor para criados y parientes!

¡Qué enemigo de enemigos! ¡Qué maestro de esforzados y valientes!

¡Qué seso para discretos! ¡Qué gracia para donosos! ¡Qué razón!

¡Cuán benigno a los sujetos! 310 ¡A los bravos y dañosos,

qué león!

XXIX

No dejó grandes tesoros, ni alcanzó muchas riquezas ni vajillas;

mas hizo guerra a los moros, 340 ganand sus fortalezas

y sus villas;

y en las lides que venció, muchos moros y caballos

se perdieron; 345 y en este oficio ganó

(16)

XXXIV

diciendo: «Buen caballero, dejad el mundo engañoso y su halago;

vuestro corazón de acero, 400 muestre su esfuerzo famoso

en este trago;

y pues de vida y salud hicisteis tan poca cuenta

por la fama, 405 esfuércese la virtud

para sufrir esta afrenta que os llama.

XXXV

No se os haga tan amarga

la batalla temerosa 410 que esperáis,

pues otra vida más larga de la fama glorïosa acá dejáis,

(aunque esta vida de honor 415 tampoco no es eternal

ni verdadera);

mas, con todo, es muy mejor que la otra temporal

XXXI

Estas sus viejas historias que con su braço pintó en juventud,

con otras nuevas victorias agora las renovó

en senectud.

Por su gran habilidad, por méritos e ancianía bien gastada,

alcanzó la dignidad de la gran Caballería del Espada.

XXXIII

Después de puesta la vida 385 tantas veces por su ley

al tablero;

después de tan bien servida la corona de su rey

verdadero: 390 después de tanta hazaña

a que no puede bastar cuenta cierta,

en la su villa de Ocaña

(17)

XXXVIII

«No tengamos tiempo ya 445 en esta vida mezquina

por tal modo,

que mi voluntad está conforme con la divina

para todo; 450 y consiento en mi morir

con voluntad placentera, clara y pura,

que querer hombre vivir

cuando Dios quiere que muera 455 es locura.

XL

Así, con tal entender,

todos sentidos humanos 470 conservados,

cercado de su mujer y de sus hijos y hermanos y criados,

dio el alma a quien se la dio 475 (en cual la dio en el cielo

en su gloria),

que aunque la vida perdió dejónos harto consuelo

su memoria. 480 XXXVI

El vivir que es perdurable no se gana con estados mundanales,

ni con vida deleitable

en que moran los pecados 425 infernales;

mas los buenos religiosos gánanlo con oraciones y con lloros;

los caballeros famosos, 430 con trabajos y aflicciones

contra moros.

XXXVII

Y pues vos, claro varón, tanta sangre derramasteis

de paganos, 435 esperad el galardón

que en este mundo ganasteis por las manos;

y con esta confianza

y con la fe tan entera 440 que tenéis,

(18)

Qué descansada vida


la del que huye el mundanal ruido 
 y sigue la escondida 


senda por donde han ido            


los pocos sabios que en el mundo han sido!


Que no le enturbia el pecho           


de los soberbios grandes el estado, 
 ni del dorado techo 


se admira, fabricado           


del sabio moro, en jaspes sustentado.


No cura si la fama 


canta con voz su nombre pregonera,
 ni cura si encarama


la lengua lisonjera            


lo que condena la verdad sincera.


¿Qué presta a mi contento,           


si soy del vano dedo señalado, 
 si en busca de este viento 


ando desalentado           


con ansias vivas, con mortal cuidado?


¡Oh monte, oh fuente, oh río!           


¡Oh secreto seguro, deleitoso! 
 Roto casi el navío 


a vuestro almo reposo,           


huyo de aqueste mar tempestuoso.


Un no rompido sueño, 


un día puro, alegre, libre quiero;
 no quiero ver el ceño 


vanamente severo

de quien la sangre ensalza o el dinero

Despiértenme las aves 


con su cantar sabroso no aprendido, 


no los cuidados graves            


de que es siempre seguido 


           


Vivir quiero conmigo, 


gozar quiero del bien que debo al cielo  


a solas, sin testigo, 
 libre de amor, de celo, 


de odio, de esperanzas, de recelo.


          


Del monte en la ladera 


por mi mano plantado tengo un huerto,


que con la primavera,           


de bella flor cubierto, 


ya muestra en esperanza el fruto cierto.


          


Y como codiciosa 


por ver y acrecentar su hermosura, 


desde la cumbre airosa           


una fontana pura 


hasta llegar corriendo se apresura.


Y luego sosegada,            


el paso entre los árboles torciendo, 
 el suelo de pasada 


de verdura vistiendo,           


y con diversas flores va esparciendo.


El aire el huerto orea           


y ofrece mil olores al sentido, 
 los árboles menea 


con un manso rüido           


que del oro y del cetro pone olvido.

Ténganse su tesoro 


los que de un falso leño se confían:         

 no es mío ver el lloro 


de los que desconfían 


cuando el cierzo y el ábrego porfían.


          


Y mientras miserable


mente se están los otros abrasando            


con sed insacïable
 del no durable mando, 


tendido yo a la sombra esté cantando

(19)

Nemoroso:

Corrientes aguas, puras, cristalinas,

árboles que os estáis mirando en ellas, verde prado, de fresca sombra lleno,

aves que aquí sembráis vuestras querellas,

hiedra que por los árboles caminas, torciendo el paso por su verde seno: yo me vi tan ajeno

del grave mal que siento, que de puro contento

con vuestra soledad me recreaba, donde con dulce sueño reposaba,

o con el pensamiento discurría por donde no hallaba

sino memorias llenas de alegría.

Y en este mismo valle, donde agora me entristezco y me canso, en el reposo estuve ya contento y descansado. ¡Oh bien caduco, vano y presuroso!

Acuérdome, durmiendo aquí alguna hora,

que despertando, a Elisa vi a mi lado. ¡Oh miserable hado!

¡Oh tela delicada, antes de tiempo dada

a los agudos filos de la muerte! Más convenible fuera aquesta suerte a los cansados años de mi vida,

que es más que el hierro fuerte, pues no la ha quebrantado tu partida.

¿Dó están agora aquellos claros ojos que llevaban tras sí, como colgada, mi ánima doquier que ellos se volvían?

¿Dó está la blanca mano delicada, llena de vencimientos y despojos

que de mí mis sentidos le ofrecían? Los cabellos que vían

con gran desprecio al oro,

como a menor tesoro, ¿adónde están? ¿Adónde el blando pecho? ¿Dó la columna que el dorado techo con presunción graciosa sostenía? Aquesto todo agora ya se encierra, por desventura mía, en la fría, desierta y dura tierra.

¿Quién me dijera, Elisa, vida mía, cuando en aqueste valle al fresco viento andábamos cogiendo tiernas flores,

que había de ver con largo apartamiento venir el triste y solitario día

que diese amargo fin a mis amores? El cielo en mis dolores

cargó la mano tanto, que a sempiterno llanto

(20)

.

 

 

 

  

 

 

 

        

SONETO

Escrito está en mi alma vuestro gesto, y cuanto yo escribir de vos deseo; vos sola lo escribiste, yo lo leo

tan solo, que aun de vos me guardo de esto.

 En esto estoy y estaré siempre puesto,

que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo,

tomando ya la fe por presupuesto.

 Yo no nací sino para quereros;

mi alma os ha cortado a su medida: por hábito del alma misma os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir y por vos muero.

SONETO

En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende al corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto, por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena;

coged de vuestra alegre primavera

el dulce fruto, antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado, odo lo mudará la edad ligera,

(21)

Amor constante

más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera 
 sombra, que me llevare el blanco día, 
 y podrá desatar esta alma mía 


hora, a su afán ansioso linsojera; 


mas no de esotra parte en la ribera 
 dejará la memoria en donde ardía; 
 nadar sabe mi llama la agua fría, 
 y perder el respeto a ley severa; 


Alma a quien todo un Dios prisión ha sido, 
 venas que humor a tanto fuego han dado, 
 médulas que han gloriosamente ardido, 


su cuerpo dejarán, no su cuidado; 
 serán ceniza, mas tendrán sentido. 
 Polvo serán, mas polvo enamorado

Francisco de Quevedo

SIGLO XVII

Definiendo el amor

Es hielo abrasador, es fuego helado, 
 es herida, que duele y no se siente, 
 es un soñado bien, un mal presente, 
 es un breve descanso muy cansado. 


Es un descuido, que nos da cuidado, 
 un cobarde, con nombre de valiente, 
 un andar solitario entre la gente, 
 un amar solamente ser amado. 


Es una libertad encarcelada, 


que dura hasta el postrero paroxismo, 
 enfermedad que crece si es curada. 


Éste es el niño Amor, éste es tu abismo: 
 mirad cuál amistad tendrá con nada, 
 el que en todo es contrario de sí mismo

Francisco de Quevedo

Soneto

Mientras por competir con tu cabello,
 oro bruñido al sol relumbra en vano;


mientras con menosprecio en medio el llano
 mira tu blanca frente el lilio bello;

mientras a cada labio, por cogello.
 siguen más ojos que al clavel temprano;
 y mientras triunfa con desdén lozano
 del luciente cristal tu gentil cuello: goza cuello, cabello, labio y frente,
 antes que lo que fue en tu edad dorada
 oro, lilio, clavel, cristal luciente,

no sólo en plata o vïola troncada
 se vuelva, mas tú y ello juntamente


(22)

A los celos

¡Oh niebla del estado más sereno, 
 furia infernal, serpiente mal nacida! 


¡Oh ponzoñosa víbora escondida 
 de verde prado en oloroso seno! ¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,


que en vaso de cristal quitas la vida! 
 ¡Oh espada sobre mí de un pelo asida, 


de la amorosa espuela duro freno!

¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,
 Vuélvete al lugar triste donde estabas, 


o al reino (si allá cabes) del espanto;

mas no cabrás allá, que pues ha tanto 
 que comes de ti mesmo y no te acabas, mayor debes de ser que el mismo infierno.

Luis de Góngora

Oh, engaño de los hombres…

¡Oh, engaño de los hombres, vida breve, loca ambición al aire vago asida!,

pues el que más se acerca a la partida, más confiado de quedar se atreve.

¡Oh, flor al hielo!, ¡oh, rama al viento leve lejos del tronco!, si en llamarte vida

tú misma estás diciendo que eres ida, ¿qué vanidad tu pensamiento mueve?

Dos partes tu mortal sujeto encierra: una que se derriba al bajo suelo, y otra que de la tierra te destierra;

tú juzga de las dos el mejor celo:

si el cuerpo quiere ser tierra en la Tierra, el alma quiere ser cielo en el Cielo.

Lope de Vega

Desmayarse, atreverse…

Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo,

satisfecho ofendido receloso;


huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor suave, olvidar el provecho, amar el daño;


creer que el cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño, esto es amor: quien lo probó lo sabe.

(23)

EPITAFIO

Aquí yace Jazmín, gozque mezquino, 


que sólo al mundo vino 


para abrigarse en la caliente falda 
 de madama Crisalda, 


tomar chocolatito, 
 bizcochos y confites, 
 el pobre animalito, 


desazonar visitas y convites, 
 alzando la patita 


para orinar las capas y las medias 
 con audacia maldita, 


ladrar rabiosamente 
 al yente y al viniente, 


ir en coche a paseos y comedias 
 y ser martirio eterno de criados, 
 por él o despedidos o injuriados 
 con furor infernal y grito horrendo. 
 Si inútil fue y aborrecible bicho, 
 y petulante y puerco y disoluto, 
 culpas no fueron suyas, era bruto; 
 educole el capricho 


de delicia soez con estupendo 
 horror de la razón; naturaleza 
 no le inspiró tan bárbara torpeza. 


Los que en la tierra al Hacedor retratan, 
 sus hechuras divinas desbaratan, 


corrompen y adulteran. 


Los vicios de Jazmín, de su ama eran.

Juan Pablo Forner

SIGLO XVIII

EL LEÓN Y EL RATÓN

Estaba un ratoncillo aprisionado 
 en las garras de un león; el desdichado 
 en la tal ratonera no fue preso 


por ladrón de tocino ni de queso, 
 sino porque con otros molestaba 
 al león, que en su retiro descansaba . 


Pide perdón, llorando su insolencia; 
 al oír implorar la real clemencia, 
 responde el rey en majestuoso tono 
 —no dijera más Tito—: «Te perdono». 
 Poco después cazando el león tropieza 
 en una red oculta en la maleza: 


quiere salir, mas queda prisionero; 
 atronando la selva ruge fiero.

El libre ratoncillo, que lo siente, 
 corriendo llega: roe diligente 
 los nudos de la red de tal manera, 
 que al fin rompió los grillos de la fiera.

Conviene al poderoso

para los infelices ser piadoso;

tal vez se puede ver necesitado

del auxilio de aquel más desdichado.

(24)

SIGLO XIX ROMANTICISMO

CANCIÓN DEL PIRATA

Con diez cañones por banda,
 viento en popa, a toda vela,
 no corta el mar, sino vuela
 un velero bergantín.


Bajel pirata que llaman,


por su bravura, El Temido,


en todo mar conocido
 del uno al otro confín. La luna en el mar riela
 en la lona gime el viento,
 y alza en blando movimiento
 olas de plata y azul;


y va el capitán pirata,


cantando alegre en la popa,
 Asia a un lado, al otro Europa,
 y allá a su frente Istambul: Navega, velero mío


sin temor,


que ni enemigo navío
 ni tormenta, ni bonanza
 tu rumbo a torcer alcanza,
 ni a sujetar tu valor. Veinte presas


hemos hecho
 a despecho
 del inglés
 y han rendido
 sus pendones
 cien naciones
 a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria, la mar.

Allá; muevan feroz guerra
 ciegos reyes


por un palmo más de tierra;
 que yo aquí; tengo por mío
 cuanto abarca el mar bravío,
 a quien nadie impuso leyes. Y no hay playa,


sea cualquiera,
 ni bandera
 de esplendor,
 que no sienta
 mi derecho


y dé pechos mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria, la mar.

A la voz de "¡barco viene!"


es de ver


cómo vira y se previene


a todo trapo a escapar;


que yo soy el rey del mar,


y mi furia es de temer.

En las presas


yo divido


lo cogido


por igual;


sólo quiero


por riqueza


la belleza


sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!


Yo me río


no me abandone la suerte,


y al mismo que me condena,


colgaré de alguna antena,


quizá; en su propio navío


Y si caigo,


¿qué es la vida?


Por perdida


ya la di,


cuando el yugo


del esclavo,


como un bravo,


sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria, la mar.

Son mi música mejor


aquilones,


el estrépito y temblor


de los cables sacudidos,


del negro mar los bramidos


y el rugir de mis cañones.

Y del trueno


al son violento,


y del viento


al rebramar,


yo me duermo


sosegado,


arrullado


por el mar.

(25)

R

IMA III

Sacudimiento extraño 
 que agita las ideas, 


como huracán que empuja 
 las olas n tropel. 


Murmullo que en el alma 
 se eleva y va creciendo 
 como volcán que sordo 
 anuncia que va a arder.

Deformes siluetas 
 de seres imposibles; 
 paisajes que aparecen 
 como al través de un tul.

Colores que fundiéndose 
 remedan en el aire 


los átomos del iris 
 que nadan en la luz.

Ideas sin palabras, 
 palabras sin sentido; 
 cadencias que no tienen 
 ni ritmo ni compás


Memorias y deseos 
 de cosas que no existen; 
 accesos de alegría, 
 impulsos de llorar. 
 Actividad nerviosa 


que no halla en qué emplearse; 
 sin riendas que le guíen, 


caballo volador. 


Locura que el espíritu 
 exalta y desfallece, 
 embriaguez divina 
 del genio creador... 
 Tal es la inspiración. 


Gigante voz que el caos 
 ordena en el cerebro 
 y entre las sombras hace 
 la luz aparecer. 


Brillante rienda de oro 
 que poderosa enfrena 
 de la exaltada mente 
 el volador corcel. 


Hilo de luz que en haces 
 los pensamientos ata; 
 sol que las nubes rompe 
 y toca en el zenít. 


Inteligente mano 


que en un collar de perlas 
 consigue las indóciles 
 palabras reunir. 


Armonioso ritmo 
 que con cadencia y número 
 las fugitivas notas 
 encierra en el compás.

Cincel que el bloque muerde 
 la estatua modelando, 


y la belleza plástica 
 añade a la ideal. 


(26)

RIMA IV

No digáis que, agotado su tesoro, 
 de asuntos falta, enmudeció la lira; 
 podrá no haber poetas; pero siempre 


      habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso 
 palpiten encendidas, 


mientras el sol las desgarradas nubes 


 de fuego y oro vista, 


mientras el aire en su regazo lleve 
 perfumes y armonías, 


mientras haya en el mundo primavera, 


      ¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance 


 as fuentes de la vida, 


y en el mar o en el cielo haya un abismo 
 que al cálculo resista, 


mientras la humanidad siempre avanzando 
 no sepa a dó camina, 


mientras haya un misterio para el hombre, 


      ¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma, 


  sin que los labios rían; 


mientras se llore, sin que el llanto acuda 
 a nublar la pupila; 


mientras el corazón y la cabeza 
 batallando prosigan, 


mientras haya esperanzas y recuerdos, 


      ¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen 


  los ojos que los miran, 


mientras responda el labio suspirando 


  al labio que suspira, 


mientras sentirse puedan en un beso 


  dos almas confundidas, 


mientras exista una mujer hermosa, 


      ¡habrá poesía!

RIMA VII

Del salón en el ángulo oscuro, 
 de su dueña tal vez olvidada, 
 silenciosa y cubierta de polvo 


      veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas 
 como el pájaro duerme en las ramas, 
 esperando la mano de nieve 


      que sabe arrancarlas!

—¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio 
 así duerme en el fondo del alma, 


y una voz, como Lázaro, espera 


RIMA XVIII

Fatigada del baile,


encendido el color, breve el aliento,
 apoyada en mi brazo,


del salón se detuvo en un extremo.

Entre la leve gasa


que levantaba el palpitante seno,
 una flor se mecía


en compasado y dulce movimiento. Como cuna de nácar


que empuja al mar y que acaricia el céfiro
 tal vez allí dormía


al soplo de sus labios entreabiertos. ¡Oh! ¡Quién así, pensaba,


dejar pudiera deslizarse el tiempo!
 ¡Oh, si las flores duermen,


(27)

RIMA XXI

¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas 
 en mi pupila tu pupila azul, 


¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? 
 Poesía... eres tú.

RIMA XXIII

Por una mirada, un mundo; 
 por una sonrisa, un cielo; 
 por un beso... ¡Yo no sé 
 qué te diera por un beso!

RIMA XLVI

¿De dónde vengo...? El más horrible y áspero
 de los senderos busca:


Las huellas de unos pies ensangrentados
 sobre la roca dura,


los despojos de un alma hecha jirones
 en las zarzas agudas,


te dirán el camino


que conduce a mi cuna.

¿A donde voy? El más sombrío y triste
 de los páramos cruza,


valle de eternas nieves y de eternas
 melancólicas brumas.


En donde esté una piedra solitaria
 sin inscripción alguna,


donde habite el olvido,
 allí estará mi tumba.

RIMA LII

Olas gigantes que os rompéis bramando
 en las playas desiertas y remotas,


envuelto entre la sábana de espumas,
 ¡llevadme con vosotras!

Ráfagas de huracán que arrebatáis
 del alto bosque las marchitas hojas,
 arrastrado en el ciego torbellino,
 ¡llevadme con vosotras!

Nubes de tempestad que rompe el rayo
 y en fuego encienden las sangrientas orlas,
 arrebatado entre la niebla oscura,


¡llevadme con vosotras!

(28)

ERA APACIBLE EL DÍA...”

Era apacible el día
 y templado el ambiente
 y llovía, llovía


callada y mansamente;
 y mientras silenciosa
 lloraba yo y gemía,
 mi niño, tierna rosa,
 durmiendo se moría . 


Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente!
 Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía!

Tierra sobre el cadáver insepulto


antes que empiece a corromperse... tierra!
 Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos


bien pronto en los terrones removidos
 verde y pujante crecerá la hierba.

¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas
 torvo el mirar, nublado el pensamiento?
 ¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve!
 Jamás el que descansa en el sepulcro
 ha de tornar a amaros ni a ofenderos.

¡Jamás! ¿Es verdad que todo 
 para siempre acabó ya?


No, no puede acabar lo que es eterno,
 ni puede tener fin la inmensidad.

Tú te fuiste por siempre; mas mi alma
 te espera aún con amoroso afán,
 y vendrás o iré yo, bien de mi vida,
 allí donde nos hemos de encontrar.

Algo ha quedado tuyo en mis entrañas

que no morirá jamás,


y que Dios, porque es justo y porque es bueno, a desunir ya nunca volverá. Mas... es verdad, ha partido


para nunca más tornar.


Nada hay eterno para el hombre, huésped

de un día en este mundo terrena
 en donde nace, vive y al fin muere, 
 cual todo nace, vive y muere acá.

Rosalía de Castro

“YA DE LA ESPERANZA, PARA LA VIDA M

Í

A...”

Ya que de la esperanza, para la vida mía,
 triste y descolorido ha llegado el ocaso , 


mi morada oscura, desmantelada y fría, tornemos paso a paso, 
 porque con su alegría no aumente mi amargura la blanca luz del día.
 Contenta el negro nido busca el ave agorera ; 


bien reposa la fiera en el antro escondido, 


Referencias

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