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El Enfoque de los Stakeholders y la supuesta suficiencia de su relación con la Naturaleza en un modelo de eficiencia

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

El Enfoque de los

Stakeholders y la

supuesta suficiencia de

su relación con la

Naturaleza en un modelo

de eficiencia

Bogotá D.C. 18/05/2011

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INDICE:

INTRODUCCIÓN___________________________________________________ 3

LA NATURALEZA COMO CATEGORIA ANALITICA____________________ 6

EL ANALSIS DE LOS STAKEHOLDERS Y EL MEDIO AMBIENTE_________ 15

CONCLUSIÓN: LA INSOSTENIBILIDAD DE LA EFICIENCIA _____________ 30

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INTRODUCCIÓN

En las últimas décadas, dado que se han venido visibilizando gradualmente problemas como la pobreza, la desigualdad, la concentración del ingreso, la corrupción en distintos niveles, el calentamiento global, la situación laboral de las personas, entre otros, - diversos actores políticos, económicos y sociales (gobiernos, empresas e instituciones educativas y de investigación) han comenzado a preocuparse más por las repercusiones de su accionar en sociedad y por empezar a proponer posibles soluciones a estas. En el ámbito de la Administración de Empresas y la empresa como tal, se ha originado un enfoque que supone, da cuenta de muchos de los problemas que causan las empresas en la actualidad. El enfoque al que se está haciendo referencia, es el de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). A diferencia de cómo se concebía a la empresa desde la ideología liberal1, desde la

responsabilidad social (teoría social), la empresa tiene la “obligación de trabajar para

conseguir una mejoría del bienestar social” (Fernández, 2005, pág. 2). Desde esta perspectiva, la empresa no está solamente permeada de responsabilidad económica sino también de responsabilidad legal, ética y filantrópica (Carroll, 1991), pues ejercer un papel dentro de la sociedad supone también respetar los distintos actores que la componen. Es así como una de las definiciones comúnmente aceptadas de RSE establece “… que ésta es la integración voluntaria de las preocupaciones sociales y ecológicas de las empresas respecto a sus actividades y sus coparticipes” (Cuevas, 2009, pág. 330).

Por otra parte, dentro de la teoría de la RSE se han originado varios enfoques que dan cuenta del interés social, entre ellos el enfoque de los stakeholders. Este enfoque se origina en respuesta al crecimiento y complejidad de las corporaciones contemporáneas y por necesidad de comprender cómo operan las empresas frente y con sus grupos de interés. “La teoría de los stakeholders afirma que las corporaciones contemporáneas deberían tratar a todas las personas que tienen que ver con ellas con equidad y que hacerlo así permite a las

1Milton Friedman, Nobel de Economía negaba rotundamente la necesidad de que las empresas asumieran

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compañías desempeñarse mejor en el mercado” (Weiss, 2006, pág. 48). Además, se debe tener en cuenta que para cualquier empresa la aplicación y análisis del enfoque de los stakeholders conlleva a unas tareas específicas tales como “identificar a cada stakeholder, cada interés de cada stakeholder y los cambios en las percepciones y en las cuestiones de

los stakeholders y su equilibrio de influencias a lo largo del tiempo” (Lozano, 1996, pág.

129). Ahora, el análisis de este enfoque en relación con la problemática ambiental está en un ámbito de reflexión diferente al que se podría hacer con otros actores sociales, dado que la concepción de la naturaleza en la modernidad difiere de estos2. En este sentido, el primer objetivo de este trabajo es tomar a la naturaleza como categoría de análisis, para entender la significación que se le da a ésta en el mundo moderno, y de esta forma comprender qué tipo de relación tiene con el sistema económico. Es decir, analizar a la naturaleza como categoría dentro del sistema económico contribuiría al entendimiento y significación que se le da a la naturaleza misma y cómo se actúa frente a ésta. La naturaleza dentro del discurso de la Modernidad se ha considerado una fuente de recursos que el hombre debe explotar para satisfacer sus necesidades e intereses. Por ello, ésta termina convirtiéndose en medio ambiente, en recursos naturales, presentes ante el hombre, para ser explotados y utilizados como mercancías y así mantener la viabilidad del sistema económico (Comas, 1998). Desde esta perspectiva, la manera como se considera a la naturaleza, es decir, el medio ambiente, repercute en el actuar del ser humano frente a este, y ayuda a comprender y abordar las distintas formas de materialización de la problemática ambiental. En otras palabras, hacer una disertación de la naturaleza como categoría analítica, ayuda a comprender cómo la Administración de Empresas y el enfoque de los stakeholders actúan frente a ella.

Después de esbozar tal análisis, se llevará a cabo el segundo objetivo de este trabajo, en donde se analizará el enfoque de los stakeholders para disertar hasta qué punto este enfoque está permeado por una postura ética dentro de las implicaciones medioambientales actuales. De esta forma será posible poner en evidencia su supuesta aproximación ética, primero para analizar sus implicaciones cuando el medio ambiente se considera como un stakeholder

2 Es distinto hablar de naturaleza y del ser humano en el discurso de la Modernidad. La naturaleza es un

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LA NATURALEZA COMO CATEGORÍA DE ANÁLISIS

“Headland (1994) insiste en que la idea de que ha existido en otros tiempos una naturaleza prístina y armónica es incorrecta y que a mayor parte de los bosques que hoy consideramos salvajes son en realidad antropogénicos, fruto de la acción humana o, como mínimo, de la inhibición humana, pero que no existe al margen de la humanidad. De hecho, buena parte de la naturaleza que hoy queremos preservar ha tomado

forma debido a siglos de actividad humana y es producto de una construcción social” (Comas, 1998, pág.

122).

La destrucción de los ecosistemas, la contaminación creciente del agua, el aire y los suelos, el calentamiento global y el oscurecimiento global, son algunos de los problemas constantes que se presentan en la actualidad en relación con el medio ambiente; vivimos en el seno de una crisis ambiental. Pero el análisis y el entendimiento de esta crisis tienen características bien particulares. De hecho, sería una falacia y un error intentar entender a la problemática ambiental como un hecho atemporal, aislado en el tiempo o que ha surgido en las últimas 2 o 3 décadas como consecuencia de la creciente manipulación de las industrias, empresas y multinacionales sobre el medio ambiente. Pero sería aún más arbitrario, intentar dar soluciones a estos problemas al desconocer las reales causas que han llevado a esto, pues el problema no es sincrónico sino diacrónico. La problemática ambiental no deviene solamente del hecho pragmático actual, sino también de hechos históricos en relación con el discurso y las bases epistemológicas de la modernidad. “Para comprender la crisis ambiental que hoy vive el planeta es imprescindible sumergirse en ella con interrogantes acerca de las raíces de nuestro pensamiento, indagando en la génesis de los modelos que Occidente ha expandido por todo el mundo.” (Novo, 2006, Pág. 3). Sin embargo, dado que la modernidad no es solamente un periodo largo que comprende varios siglos, sino también de gran complejidad, se debe delimitar dicho discurso a su imperativo dualista entre sociedad-naturaleza, pues es particularmente ahí, en donde se dan las bases sobre las cuales se justifica la utilización del medio ambiente3 para la satisfacción de las necesidades antropogénicas4.

Desde esta perspectiva, si se quiere entender y contribuir al mejoramiento de los problemas ambientales, es menester regresar a los orígenes. En palabras de la Dr. María Novo:

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Analizar la problemática ambiental supone así, identificar sus causas y tratar de descubrir los modelos de utilización de los recursos que subyacen a la crisis. Porque es ahí, en la profundidad de los orígenes, en las conductas y los modelos que la humanidad (o al menos parte de ella con gran capacidad de decisión) ha adoptado, donde podremos descubrir realmente las raíces de nuestro comportamiento como especie, a través de relaciones inter e intraespecíficas que expresan nuestro modo de entendernos y de estar en el mundo (Novo, 1999, Pág. 2).

Rene Descartes es considerado como uno de los intelectuales precursores del pensamiento moderno porque a diferencia de sus predecesores5, se interesaba por cuestiones de teoría abstracta y universal; marcó un punto de inflexión entre los modos de pensamiento Renacentista y los que él proponía. En el siglo XVI con el Discurso del Método, argumentó

que “la verdadera comprensión filosófica no se consigue sino cuando la racionalidad nos

lleva a buscar ideas y principios abstractos y generales.” (Novo, 2006, pág. 6). Descartes

consagra a la razón como fuente principal hacia el camino del conocimiento verdadero y a las matemáticas como el instrumento para tal cometido. Él se preocupaba por encontrar la verdad, pero también por encontrar el camino hacia ella, y es ahí donde él sustenta la importancia de un método para tal fin; “no basta, ciertamente, tener buen entendimiento: lo

principal es aplicarlo bien (…); los que caminan lentamente pueden llegar mucho más lejos,

si van siempre por el camino recto, que los que corren pero se apartan de él” (Descartes, 2005, Pág. LII).

Por otra parte, ésta cosmovisión cartesiana tiene consecuencias en la forma de concebir a la naturaleza y es éste el punto que nos interesa ver en este trabajo. Como se mencionó anteriormente, Descartes estaba interesado por encontrar verdades absolutas donde todo lo que pudiese considerarse confuso y caótico fuese eliminado. En términos generales él vive en un mundo de precisión que puede ser medido si se toma el camino de la razón. Ahora, la naturaleza, los animales y plantas no se libran de tal análisis racional. Para Descartes, “los animales son una especie de autómatas que funcionan simplemente por reacción mecánica a los estímulos, del modo que lo haría una máquina” (Novo, 2006, pág. 8). De tal forma que la aproximación racional (humana) por medio de las matemáticas a este tipo de mecanismo

5 Intelectuales Renacentistas: “Entre los humanistas, figuras como Erasmo de Rotterdam o Michel de

Montaigne, habían criticado los dogmatismos y la pretensión de certeza, proclamando la necesidad de centrarse no tanto en la aplicación homogeneizadora de teorías generales cuanto en el esfuerzo por conseguir una visión profunda del mundo natural y de los asuntos humanos tal y como se nos aparecen en la experiencia

real. (…) Su mayor empeño se centro en tolerar la pluralidad, ambigüedad o falta de certeza no como un error

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de funcionamiento (la naturaleza, animales y plantas), le daría a los seres humanos la posibilidad de manejar todo lo vivo a su antojo (Novo, 2006).

Desde esta perspectiva, se vuelve evidente uno de los elementos preponderantes en el pensamiento moderno que en sus excesos, subestimaría a la naturaleza y a las culturas locales, ya que funda la ruptura entre el mundo natural y el mundo humano. El elemento al que se está haciendo mención es el imperativo dualista Hombre-Naturaleza que afirma que la naturaleza debe ser comprendida como objeto pasivo, mientras que el ser humano como

sujeto activo. “En este sentido, Descartes da la espalda a la naturaleza y atribuye al sujeto

humano el poder de dominio sobre un mundo natural objeto del conocimiento científico, y ello se constituye en la base de la lectura de la relación sociedad-naturaleza propia de la modernidad” (González, 2006, pág. 37).

Por otro lado, en la misma época en que vivió René Descartes, hubo otros intelectuales como Francis Bacon, que compartían la preocupación de descubrir un camino que condujera a la verdad. Si bien sus posturas (la de Bacon y Descartes) diferían en la forma de aproximarse a ella, los dos le daban prioridad al método como instrumento para su consecución. “Ambos filósofos insistieron, una y otra vez, en la importancia que tiene el método para el descubrimiento de la verdad, y coincidieron en señalar que la escasez de conocimientos auténticos logrados por la humanidad en tantos siglos de búsqueda se debía,

principalmente, a la falta de un método seguro” (Frondizi, 2005, Pág. LI).

Ahora, Francis Bacon conduciría su postura filosófica para descubrir el camino de la verdad, bajo los criterios de la experiencia. Es decir, el método que el consideraría pertinente y que sería capaz de ver la realidad sin deformaciones, era aquel que se daba de

la observación de los hechos empíricos. “Su intento se dirigiría a controlar nuestra

experiencia sensible, sujeta a error, y a organizar la experimentación de tal modo que, de la observación precisa de los hechos (casos particulares), se pudiesen obtener leyes generales” (Novo, 2006, pág. 9). A este modelo de pensamiento él lo llamo el Método Científico.

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objeto de experimentación (naturaleza). Es decir, que para Bacon el poder alcanzar un conocimiento objetivo sobre la realidad, le permitiría al hombre de la misma forma, dominar a la naturaleza.

El racionalismo cartesiano y el empirismo baconiano serian la base para posteriores posturas teóricas y formas de estudiar y concebir la realidad. Por ejemplo, los Principios Matemáticos de la Filosofía Natural (1687) de Isaac Newton, que aunque se publicó desde una posición de rechazo a Descartes6, aprueba la noción cartesiana de que todo lo que nos rodea - animales, naturaleza e incluso el ser humano -, es una vasta máquina de materia y movimiento que obedece a leyes matemáticas7. Ahora, nuestro interés no es profundizar sobre lo que propuso Newton, sino dejar claro que es con el modelo newtoniano que se consolida el espíritu de transformación, la idea de dominio del ser humano sobre el mundo natural y la obsesión por el hacer, pues considera como ya se especificó, a la naturaleza como una complejidad apta para ser descrita y analizada desde términos matemáticos.

“La idea de verdad pasa a un segundo plano ante el endiosamiento de la utilidad. Los bienes de la naturaleza comienzan a convertirse en “recursos naturales” (obsérvese la carga

antropocéntrica de esta expresión) cuya finalidad última es ser manipulados por una sociedad que cada vez tiene más fe en la tecnología y menos se preocupa por los problemas

de consciencia de los seres humanos que la manejan” (Novo, 2006, pág. 12)

Posteriormente, los planteamientos de esta primera etapa de la Modernidad como lo son los enfoques cartesianos, empiristas, reduccionistas mecanicistas entre otros, tuvieron acogida en los procesos políticos y sociales en Europa. Es decir, el discurso de la Modernidad comenzó a tener repercusiones materiales y funcionales; su abstracción epistemológica tuvo consecuencias no sólo en las formas de concebir el mundo, sino también como un fenómeno funcional para la ciencia (natural y social), la consolidación del sistema capitalista y para las industrias y las empresas.

Uno de los intelectuales más representativos e influyentes en las Ciencias Económicas fue Adam Smith (1723-1790), ya que asume la visión mecanicista del mundo propia de la Modernidad y se propone aplicarla en la búsqueda de leyes económicas. Su propuesta sitúa a las actividades humanas, es decir el trabajo, como fuente de toda riqueza. Desde esta

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perspectiva, proclama a la regulación espontánea y autónoma del mercado y a la libre actuación de los individuos bajo los criterios de interés personal, como el mejor método para organizar la economía. Adam Smith (1776) dice “explícitamente que la búsqueda del interés individual por parte de todos los agentes que intervienen en el sistema económico contribuye al interés público gracias a la acción de la denominada “mano invisible” del

mercado” (Adam Smith en: Fernández Gago, 2005, pág. 4).

En otras palabras, él sostiene que el gusto por la virtud y la belleza hace que los hombres sean capaces de crear a la industria movidos por una mano invisible y sin saberlo sirven a los intereses de la sociedad (Cuevas, 2009). “Smith postula la idea del hombre como ser dotado de pasiones, de virtudes, de defectos, y de razón. En el interior del hombre se libra el encuentro de pasiones naturales que junto con la razón originan la moral y la sociedad” (Cuevas, 2009, Pág. 333). De esta manera, considera a la sociedad a-histórica, libre de contradicciones, y a pesar de que existen sentimientos de egoísmo en los individuos, el optimismo y la armonía se imponen sobre estos.

Sin embargo, en su propuesta económica, soslayó cualquier consideración ética en relación con la naturaleza. “En su pensamiento no se apela a consideraciones éticas ni limites ecológicos en el proceso de orientar la economía; sólo al principio de la oferta y la demanda, orientado por la búsqueda utilitaria de bienes materiales que desarrolla cada individuo como fin primordial de sus acciones.” (Novo, 2006, Pág. 14). La postura teórica y la propuesta económica de Adam Smith tendría un papel fundamental en la forma en cómo la sociedad occidental optó por manejar la economía en los siguientes dos siglos, y cuyo impacto sobre la naturaleza objeto de explotación seria evidente.

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económico (Smith) y la Teoría Marginalista de la economía8, la Teoría organizacional le otorgó preponderancia al hombre como entidad racional, calculadora, despojada de toda concepción moral, cuyo comportamiento era medible con el rigor de las matemáticas y en donde su único interés era la maximización de utilidades. A este tipo de individuo u hombre se le llamó l’homme economique; “un individuo racional que ante sus necesidades y los bienes para satisfacerlas, puede establecer un orden de preferencias con la finalidad de maximizar su utilidad y así tomar la decisión óptima.” (Cuevas, 2009, Pág. 334). A lo anterior hay que agregar, que la naturaleza no tenía relevancia alguna, y lo único necesario para gestionar las empresas era comprender al individuo como ser racional capaz de generar utilidades. Tanto Frederick Taylor como Henri Fayol, considerados como los padres de la Administración de Empresas, aún cuando en sus posturas diferían, tomaron como marco de referencia, a este hombre económico y por consiguiente, la preocupación por elevar la productividad y la eficiencia de la empresa. Además, ambos consideraban a la administración como un quehacer racional y metódico (es evidente en esta afirmación la influencia de la primera etapa de la Modernidad con Descartes y Bacon). Ahora, Fayol centró su estudio en el modelo racional de la alta dirección de la empresa. Creía que la administración era una actividad común en todos los seres humanos, las empresas, gobiernos y en los hogares. “Esta creencia lo llevó a concebir la idea de que existen 14 principios de administración9, reglas administrativas básicas que podían enseñarse en las

8 En el Enfoque Formalista o Marginalista es posible observar una sociedad como una conglomeración de

individuos que hacen elecciones de manera consciente e inconsciente entre medios y fines. “Los fines son las

metas del individuo coloreadas por los valores de su sociedad hacia las cuales intenta avanzar. Los medios

son las capacidades técnicas y el conocimiento a su disposición.” (Burling, 1976, pág.113) De esta forma es

que la antropología empieza a tomar y a nutrirse de las categorías económicas, pues considera que lo económico es la relación racional entre medios y fines (acción racional). “Cualquiera que sea el fin, lo

racional es escoger medios en concordancia con él; y con respecto a los medios, no es racional actuar con

ningún otro criterio más que con aquel en que uno cree.” (Polanyi, 1978, pág. 3) También considera que la elección es inducida bajo una insuficiencia de medios, que se conoce como escasez. “Para que la insuficiencia

induzca la elección debe existir más de un uso de los medios, así como fines graduales, es decir, por lo menos

dos fines clasificados en orden de preferencia” (Polanyi, 1978, pág. 3), y esto es lo que conocemos como

costo de oportunidad. Entre más abundancia de medios hay más dificultades de elección, ya que hay un costo en que se incurre al tomar una decisión y no otra. Además, dentro del enfoque toman preponderancia las Teorías de Maximización “que consideran que las necesidades humanas son ilimitadas, pero que constantemente tendemos a maximizar nuestras satisfacciones.” (Burling, 1976, pág. 117).

9 División del trabajo; Autoridad y responsabilidad; Disciplina; Unidad de mando; Unidad de dirección;

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escuelas y aplicarse a todas las situaciones de las organizaciones.” (Robbins / Coulter, 2005, Pág. 30). Sin embargo, en dicha propuesta, ninguno de los 14 principios hace referencia a la naturaleza.

Es entonces en el discurso moderno, en la escisión sociedad-naturaleza, permeado por las ideas de Smith (liberalismo económico) y por el concepto de hombre económico, que la Administración de Empresas como disciplina, empieza a crear su propio devenir teórico en donde lo más importante es la maximización de utilidades. Consecuentemente, el establecimiento de la sociedad industrial es inminente. En otras palabras, la pasión calculadora-racionalizadora y mecanizante del discurso moderno, encontró en la economía un terreno fecundo para convertirse cada vez más en una teoría fundada sobre leyes objetivas. “De este modo, la incorporación y difusión de los principios de la nueva ciencia al campo social, la traslación de las ideas newtonianas de mecanicismo y control al terreno de la producción y el comercio, estimulan y consolidan una visión moderna del mundo en la que, esencialmente, producir, comprar y vender son lo más importante” (Novo, 2006, pág. 18). De esta forma y al mismo tiempo de haberse consolidado la económica como ciencia, se dio una retraducción reduccionista de la naturaleza; las medidas económicas como el PIB que supuestamente son capaces de medir el nivel de vida de la gente, hacían sentir a la sociedad la falsa impresión de que todo lo que se destruye (naturaleza) tiene una valoración objetiva y podría ser pagada con dinero (bienestar social), y de esta forma se justificó aun más la explotación de la naturaleza.

Ahora, no se puede soslayar que todas las sociedades independientemente de que sean modernas o no, modifican la naturaleza para adquirir los bienes necesarios para subsistir. Sin embargo, es la sociedad industrial, permeada por el discurso de la Modernidad y la escisión sociedad-naturaleza, la que ha llevado esta modificación hasta tales extremos, que desde aproximadamente 2 siglos atrás, ha venido provocando su degradación progresiva y su destrucción. De hecho, sólo con la forma de llamar a la naturaleza hoy en día, es decir de ponerle nombre, es evidente cómo se justifica su explotación para la satisfacción de las necesidades antropocéntricas: “Hoy casi nadie llama a la naturaleza por su nombre, sino que utilizan términos tales como medio ambiente, recursos naturales, ecosistema o entorno

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natural” (Comas, 1998, pág. 120). Para los ecólogos políticos10 la naturaleza no es lo

mismo que el medio ambiente, pues existe una distinción fundamental que tiene relación directa con el sistema económico. El concepto de naturaleza se ha reducido y se aplica a todos los rincones del planeta que no han sido intervenidos por el hombre. Mientras que el concepto de medio ambiente hace referencia a todo tipo de ambiente que es “construido”, es decir, intervenido y alterado por el hombre.

“No es que el término naturaleza haya desaparecido de nuestro vocabulario, pero su contenido se ha reducido, y hoy se aplica a las proporciones del planeta que parecen haber quedado inalteradas de las mutaciones que son fruto de la industrialización y de una

explotación masiva de los recursos” (Comas, 1998, Pág. 120).

Desde esta perspectiva, teniendo en cuenta que los espacios inalterados son mínimos, pues la sociedad occidental ha acaparado casi todos los rincones del planeta, modificando, interviniendo y tergiversando el medio, se puede decir que queda menos naturaleza en sentido práctico, pero también menos naturaleza desde el punto de vista conceptual, porque un espacio “construido” connota conceptos y términos como medio ambiente y recursos naturales.

“El ambiente representa una visión de la naturaleza de acuerdo con el sistema urbano-industrial. Todo los que es indispensable para el sistema deviene en parte del ambiente. Lo que circula no es la vida, sino materias primas, productos industriales, contaminantes, recursos. La naturaleza es reducida a un ser inerte, a un mero apéndice del ambiente. Estamos asintiendo a la muerte simbólica de la naturaleza al mismo tiempo que

presenciamos su degradación física.” (Escobar, en Comas, 1998, 121).

La sociedad industrial, ha cosificado las dimensiones de la vida de la naturaleza y las ha transformado en simples mercancías potenciales. De esta manera, la consciencia por el cuidado del medio ambiente que ha surgido en las últimas tres décadas, no es más que el temor que tienen los actores principales del sistema económico, por la viabilidad y

10 Lo que motiva la aparición de la ecología política es la preocupación por la degradación ambiental, el agotamiento de los recursos naturales, la contaminación y todo lo referente a su problemática. La ecología política se puede entender como una ampliación del enfoque de la economía política, ya que añade las dimensiones relacionadas con el medio ambiente. La economía política: “La óptica de la economía política

implica analizar el acceso desigual a la riqueza y al poder tal como se concreta en los procesos de trabajo y

con sus implicaciones en la conformación de jerarquías sociales.” (Comas, 1998, Pág. 12). De hecho (…), la

ecología política combina los enfoques de la ecología humana y la economía política, al considerar la dialéctica entre sociedad y los recursos naturales, y entre clases y grupos dentro de la sociedad. También analiza los roles interrelacionados que juegan las instituciones sociales (internacionales, nacionales, regionales y locales), al proporcionar limites y posibilidades a la acción humana, que a su vez afecta a las

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EL ANALISIS DE LOS STAKEHOLDERS Y EL MEDIO AMBIENTE

“Una vez más, la trampa de la razón ha llevado a cabo su obra: no son solo las exigencias absolutas de la razón moral verde la que han permitido la reconstrucción efectiva de los sistemas productivos, sino mas bien

la dinámica de las pasiones individualistas, los intereses económicos y la inteligencia técnica”. (Lipovetsky, 2000, pág. 219).

En el anterior capítulo se planteó que la problemática ambiental no es un problema sincrónico sino todo lo contrario, tiene sus bases en el discurso de la Modernidad, específicamente en la escisión sociedad-naturaleza. Además, concluimos que la preocupación sobre el cuidado del medio ambiente no es más que una forma para mantener la viabilidad del sistema económico. Esta última afirmación no es del todo descabellada, pues es evidente para el caso de las empresas e industrias, que hay una necesidad de mantener la viabilidad económica y que mejor si esta contribuye al cuidado del medio ambiente también. Ahora, lo que se responderá en este capítulo además de hacer un análisis del enfoque de los stakeholders para ver hasta qué punto este está permeado por una postura responsable y ética dentro de las implicaciones medioambientales, es si este tipo de enfoques en la Administración de Empresas son suficientes para generar soluciones verdaderamente efectivas en relación con el medio ambiente.

En la actualidad, la Administración de Empresas, sus teorías y enfoques, no han estado ajenos a la preocupación por la problemática ambiental. Con lo que hoy se conoce como Responsabilidad Social Empresarial, la empresa busca la minimización de los efectos

negativos que tienen sobre el medio ambiente y la sociedad. “La idea principal de la RSE11

consiste en que las empresas tienen la obligación de trabajar para conseguir una mejora del bienestar social” (Fernández, 2005, pág. 3), y disminución de sus repercusiones en el medio ambiente.

En las ultimas 3 décadas, en los círculos académicos se ha planteado un debate sobre el grado de responsabilidad social que las empresas deben tener frente a su entorno y se ha

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centrado en dos principales posiciones; la liberal y la social. La primera, fue defendida principalmente por Milton Friedman que consideraba a la RSE como una posición subversiva para la libertad de acción de las corporaciones o empresas. “Para Friedman, obligar a los empresarios a comportarse de una manera socialmente responsable constituye una restricción a su libertad de acción y una contradicción con los fines corporativos de

maximización de beneficios.” (Tula, 2001, pág. 47). En este sentido, sería un grave error

exigir a las empresas la realización de actividades que estuviesen fuera de los fines por las cuales estas fueron creadas. Por otro lado, la teoría liberal de Friedman recurre a las posturas teóricas de la “mano invisible” de Adam Smith, “afirmando que la interacción de los individuos en el mercado, guiados por propósitos de interés propio, conducirían al bienestar general de una manera más efectiva y eficaz que si cualquier individuo o institución quisiera conseguirlo deliberadamente” (Tula, 2001, pág. 47)

La posición social por el contrario, basa su imperativo en la defensa de la obligación de la empresa para con la sociedad. “Este enfoque rechaza de plano el objetivo empresario de maximización de beneficios que resalta la doctrina liberal y resalta la interdependencia de la empresa con los diversos grupos e instituciones que integran el medio social.” (Tula, 2001, pág. 47).

Dentro de la posición social se encuentra el enfoque de los stakeholders que busca establecer obligaciones de la empresa no solamente hacia los accionistas y propietarios, sino también a grupos llamados stakeholders o grupos de interés. “Los stakeholders están conformados no sólo por los proveedores de capital – shareholders -, sino por todos aquellos que son afectados por el accionar empresario, y que forman parte de la corporación de manera indirecta, ya que sin ellos esta no podría funcionar.” (Tula, 2001, pág. 51). Ahora bien,, los stakeholders que son incluidos en los procesos de decisión y diálogo de la empresa, son todos aquellos que tienen competencia comunicativa y poder de afectación sobre la misma. Ahora, no se sabe si el enfoque tiene una propuesta ética que contribuya realmente al bienestar social, ni tampoco una propuesta ética en relación con el medio ambiente. Para esto se hará un análisis del enfoque.

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es cierto, aunque actualmente la bibliografía en relación con este enfoque es amplísima, existen tres definiciones que son las más compartidas dentro del ámbito académico

 En 1963 el Institute Research Standard definía en un memorando interno a los stakeholders como todos los grupos sin cuyo apoyo la organización podría dejar de existir y, no únicamente hacia los accionistas.

 Freeman (1984: 24) formula la definición más conocida en la actualidad del término, afirmando que un stakeholder es cualquier grupo o individuo que puede afectar o ser afectado por el logro de los objetivos de la empresa.

 En 1989 De George establecía que aquellos hacia los que la empresa tiene cualquier obligación moral son llamados colectivamente stakeholders de la corporación. (De George 1995: 133)

Fuente: González, en García-Marza, 2003, pág. 57.

En otras palabras, el enfoque de los stakeholders es un intento de integración de la idea de que la empresa tiene responsabilidad con distintos actores que componen la sociedad en donde ella se establece. Sin embargo, cada uno de los conceptos citados más arriba hace referencia a las distintas dimensiones que hoy se conocen en la forma en cómo el enfoque se entiende en la actualidad. Es decir, que los tres conceptos en referencia encierran la forma conceptual completa del enfoque de los stakeholders. Para ser más claros, la primera definición nos dice que existe una influencia entre la empresa y sus stakeholders que es

mutua y bidireccional, “por tanto los stakeholders no son sólo sujetos que facilitan o

entorpecen la actividad empresarial, sino que también la empresa se puede considerar como un grupo que puede ayudar o entorpecer el logro de sus intereses, derechos o propiedades” (González, 2003, pág. 58). La segunda definición, hace referencia a la posible utilidad que puede tener este enfoque en la gestión estratégica de la empresa; “este concepto debe utilizarse por las empresas de un modo meramente estratégico con el objetivo de dirigir la empresa hacia los objetivos económicos que necesita para la supervivencia en el mercado” (González, 2003, pág. 58). Y por último, la tercera definición nos dice que el enfoque de los stakeholders y su inclusión en la empresa van más allá de la simple gestión estratégica y que los grupos de interés deberían ser tratados desde planteamientos ético-normativos con el fin de proyectar a la empresa hacia el largo plazo.

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instrumental y normativa. A continuación, se desarrollará la descripción y análisis de cada una de estas dimensiones.

En la dimensión descriptivo-analítica básicamente se lleva a cabo la identificación y descripción de todos y cada uno de los grupos de interés de una empresa. Un reconocido grupo de investigadores de la Universidad de Pittsburgh propuso una metodología que atiende cuatro atributos con los cuales se puede llevar cabo tal cometido (Mitchell, Agle y Wood, 1997). Los cuatro atributos son el poder, la legitimidad y la urgencia;

“(…), podríamos decir que una de las partes implicadas disfruta de poder cuando tiene la

facultad de imponer a la otra su voluntad. La legitimidad puede ser definida según Suchman

(1995:574) como “una percepción o asunción generalizada de que las acciones de una

entidad son deseables, adecuadas o apropiadas dentro de un sistema social de normas,

valores, creencias y definiciones”. El poder y la legitimidad pueden aparecer simultáneamente, otorgando autoridad a quien dispone de ambos, aunque en ocasiones también se presentan de forma independiente. Finalmente, la urgencia es un concepto que se sustenta sobre dos elementos: por un lado, la sensibilidad del stakeholders ante los retrasos que pueda haber en la atención de sus exigencias y, por otro, la importancia que concede a estas reclamaciones” (Fernández, 2005, pág. 30).

La posesión de uno, dos o los tres atributos por parte de un grupo de interés, determina el grado de prioridad que tiene éste frente a una empresa. Así por ejemplo, si un stakeholder tiene sólo uno de los atributos mencionados, la prioridad o relevancia que tenga éste frente a la empresa será baja (stakeholders latentes); si tiene dos de los atributos, su actitud puede ser más activa que en el caso de los latentes, y seguramente, su relación con la empresa será mayor (stakeholders expectantes); y si tiene los tres atributos, el stakeholder gozará de atención inmediata por parte de la dirección de la empresa (stakeholders definitivos).

De esta forma, por medio de la utilización de esta herramienta la empresa puede identificar información relevante sobre los diferentes stakeholders que la afectan. No obstante, dada la complejidad del entorno donde se mueven las empresas, la mayoría de las veces su aplicación no es fácil, sobre todo cuando se quiere identificar a grupos concretos y los intereses de cada uno. Esto pasa generalmente, porque los grupos varían y consecuentemente también su poder, sus intereses y la presión que ejercen sobre la empresa (González, 2003).

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de actuación, empero para otros, este uso es limitado ya que imposibilita conocer el por qué de una elección y su finalidad. “Desde el punto de vista analítico, hacer el mapa de los stakeholders no va más allá de un momento descriptivo (Lozano, 1996, pág. 130), (…). Se suele dar más importancia a tenerlos en cuenta (a los stakeholders), incluso buscando un equilibrio que sea funcional para los objetivos de la empresa, que no a la consideración reflexiva sobre su calidad” (Lozano, 1996, pág. 136). Ahora, desconocer el por qué y la finalidad en la identificación de los stakeholders, significa saber muy poco sobre el carácter

ético de éstos. “El análisis de los stakeholders es, desde un punto de vista práctico,

moralmente neutral. Es, por lo tanto, un error verlo como un sustituto de la reflexión

normativa” (Goodpaster en: Lozano, 1996, pág. 130).

Desde esta perspectiva, la dimensión descriptivo-analítica del enfoque de los stakeholders no es autosuficiente éticamente hablando, sin embargo, si será importante para identificar e incluir a los grupos afectados. Ahora, si se quiere ir más allá de la simple descripción y responder el por qué de una elección de un stakeholder; si se quiere saber la mejor manera de actuar frente a este y en cada una de las formas de relación que se pueden dar entre las partes, los teóricos de este enfoque proponen abordar la dimensión estratégica del uso instrumental de la metodología de los stakeholders. En otras palabras, se busca explicar y valorar la empresa como equilibrio de los intereses de los stakeholders, pero también como un instrumento para la consecución de los objetivos y proyectos de la empresa; “Nos encontramos, por lo tanto, en un cambio de concepción, que pone énfasis en la gestión – y en los gestores – o, por decirlo en términos de Chandler (1977), que sustituye la mano invisible del mercado por la mano visible de la dirección” (Lozano, 1996, pág. 131).

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Desde el primer supuesto, las empresas consideran a los diferentes grupos de interés como parte de un entorno que debe ser dirigido y gestionado para alcanzar beneficios económicos, y en última instancia es un instrumento que busca asegurar beneficios para los accionistas.

“Es decir, aunque utiliza el enfoque de los stakeholders para poder describir mejor su entorno las razones que lo llevan a hacerlo no es la legitimidad o el valor que le merecen los intereses de los stakeholders, sino simplemente el poder que estos pueden tener unido a la urgencia con la que plantean sus intereses (…). No son razones éticas o morales las que apoyan la dirección de stakeholders, sino el fin u objetivo a perseguir por la empresa que no es otro que la satisfacción, progreso y mejora de sus propietarios” (González, 2003, pág.

62).

Ahora, si la dirección de los stakeholders se concibe como una estrategia más, el segundo supuesto queda más que manifiesto, puesto que en el momento en que una relación concreta con algún stakeholder sea poco relevante o genere impedimentos para la satisfacción de los intereses de los shareholders, su relación se concebirá innecesaria y por lo tanto será interrumpida. En este orden de ideas, desde esta dimensión, la única forma en que el enfoque será tomado en cuenta para la gestión de las organizaciones, será cuando éste repercuta positivamente en términos económicos y tenga valor estratégico para la empresa. Por lo anterior, el enfoque tampoco tiene una repercusión positiva éticamente hablando, pues todo queda limitado a las consideraciones de la dirección de la empresa.

No obstante, para superar este límite los teóricos proponen la dimensión normativa del enfoque de los stakeholders. Esta implica aceptar dos ideas básicas: por una parte, considerar a los stakeholders como personas o grupos que tienen intereses legítimos en aspectos sustanciales y procedimentales de la actividad de la empresa. Es decir, no todos los grupos que se relacionan con la empresa van a ser considerados como stakeholders. Por otra parte, los intereses de los stakeholders tienen un valor intrínseco, por lo tanto ninguno de ellos será utilizado para promover o manejar los intereses de otros grupos. Es decir, cada stakeholder merece una consideración por sus propios intereses. (Berman, Wicks, Khota y Jones en: González, 2003).

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para la elaboración de recomendaciones, procedimientos, actitudes, estructuras y prácticas

que en conjunto configuran el “directivo de stakeholder”. Ahora, uno de los puntos claves

que no se puede soslayar en relación con la dirección de stakeholder, es que dicha dirección debe y requiere la atención hacia los intereses propios de cada stakeholder definido, para el establecimiento de estructuras y procesos organizacionales y para la gestión de la toma de decisiones. De este modo, para dar cuenta del enfoque de los stakeholders como un constructo ético, es indispensable que en los diversos tratamientos que se dan a los grupos de interés, éstos sean asumidos no como organismos afectados por la organización, sino reconocerlos como interlocutores. En otras palabras, “(…) ciertos intereses de los stakeholders poseen legitimidad moral y frente a ellos la empresa tiene una responsabilidad

moral (…)” (González, 2003, pág. 64).

Después de haber dado una explicación breve sobre las triple-dimensión del enfoque de los stakeholders, vamos a presentar a continuación las supuestas posibles consecuencias positivas que tendría la aplicación del enfoque desde sus tres dimensiones y bajo la dirección de la empresa:

 El enfoque de los stakeholders debería adoptar los intereses universales para la definición de sus estrategias y de su RSE, si quiere encaminarse desde una perspectiva ética.

 Todos los stakeholders como ya se dijo más arriba, deben ser tomados como interlocutores, como sujetos activos que influyen en las decisiones de la empresa.

 Los stakeholders tendrán poder de carácter estratégico y comunicativo.

 Sera una exigencia el establecimiento de diálogos para la búsqueda de consensos acerca de las normas y formas de actuar de la empresa que sean capaces de responder frente a los intereses universales.

 Dichos diálogos deben atender 4 principios: principio de sinceridad, principio de inclusión, principio de reciprocidad y principio de sinceridad.

(Fuente: González, 2003)

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intereses universales o generalizables, por tanto estaríamos frente a una concepción ética de

la RSE.” (González en: García-Marza, 2003, pág. 66).

Hasta el momento, se ha llegado a la conclusión temporal que el enfoque de los stakeholders cuenta con una propuesta ética, y que su aplicación tendría impactos muy favorables para la empresa como también para los grupos de interés que la rodean. Sin embargo, ha llegado el momento de enfrentar este enfoque con el tema de la crisis ambiental ya que en este trabajo se considera que su relación tiene un tratamiento especial y

diferente al que se puede dar con cualquier “otro” actor social12.

En el primer capítulo dijimos que el medio ambiente es concebido como un recurso de explotación necesario para la satisfacción de las necesidades antropogénicas. Lo que ha hecho posible la vasta transformación y destrucción de la naturaleza, es nuestra consciencia y forma de ver todo lo vivo que no sea humano, y esta consciencia tiene como base epistemológica y funcional el discurso de la Modernidad, particularmente en el imperativo dualista sociedad-naturaleza. En resumidas cuentas para recapitular lo planteado anteriormente, el argumento en el que se fundamenta este imperativo dualista tiene como principal característica el dominio humano sobre el mundo natural; se le atribuye al

“sujeto” humano el poder de dominio sobre la naturaleza, “objeto” de conocimiento

científico.

Desde esta perspectiva, dada la concepción de la naturaleza como un objeto, se ha encontrado un primer interrogante en relación con el enfoque de los stakeholders. En la dimensión tres, es decir, la dimensión normativa del enfoque, el primer principio o idea supone que los stakeholders que serán tratados, analizados y tendrán influencia en el proceso de toma de decisiones en las empresas, deberán ser “personas” o grupos que presenten intereses legítimos. He aquí entonces, la primera relación disfuncional entre el enfoque y el problema que atañe el medio ambiente; la naturaleza no es concebida como un sujeto (persona con derechos) sino como un objeto de dominio, que no tiene vos propia. No obstante, el contraargumento que utilizarían los académicos frente a esta afirmación sería que el medio ambiente dentro del enfoque debería ser tratado desde dos puntos de vista:

12Se hace referencia a la palabra “otro” de forma irónica porque en definitiva, el medio ambiente no puede ser

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“como un asunto relevante para algunos stakeholders de la compañía o como un stakeholder con identidad propia” (Fernández, 2005, pág. 146).

Así por ejemplo desde el primer punto de vista, algunos de los stakeholders identificados y analizados por la empresa, tendrán y exigirán una conducta determinada a la empresa en los asuntos de tratamiento y actuación frente al medio ambiente. “Un determinado grupo de intereses especiales como es la organización ecologista Greenpeace, la cual ostenta la categoría de stakeholder para muchas empresas, puede tener un gran interés y unas altas expectativas respecto a la actuación medioambiental de una organización (…)” (Polonsky en: Fernández, 2005, pág. 147).

Desde el segundo punto de vista, el medio ambiente podría ser considerado como un stakeholder con identidad propia si se tienen en cuenta dos asuntos. En primer lugar, dado el reconocimiento que se ha venido aceptando tanto en el ámbito académico como en el mundo de los negocios en cuanto el efecto que tiene el medio ambiente sobre las empresas, se ha manifestado la necesidad de considerar éste como un stakeholder de la organización. En segundo lugar, y en relación con lo anterior, no se puede obviar el hecho de que el medio ambiente tiene un significativo valor económico para todas las empresas.

“Adicionalmente, el hecho de que la naturaleza no tenga voz propia y, consecuentemente,

poder político, no significa que no afecte a la empresa o se vea afectada por sus decisiones

y que deba ser ignorada” (Fernández, 2005, pág. 148). Bajo este orden de ideas, los

académicos dicen que al presentarse el medio ambiente con poder frente a la empresa, éste debería ser considerado como un stakeholder. Ahora, lo que debemos preguntarnos, es si la consideración del medio ambiente como un stakeholder es suficiente para dar cuenta de toda su problemática.

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desarrollar una asociación para la promoción de la RSE13; Global Compact, que persigue fomentar la colaboración y crear un mercado mundial más equitativo donde todos puedan ser parte de él; las Normas ISO, que tiene como objetivo promover el desarrollo de normas de estandarización que sirvan para facilitar el intercambio de bienes y servicios entre países, y en donde la serie 14000 aborda los temas relativos al medio ambiente y su gestión; entre otros. (González: 2003, Fernández: 2005)

Todas estas iniciativas, son muy importantes para fomentar un cambio en la forma en cómo se abordan los temas relativos al medio ambiente (entre otros también). Así, por ejemplo, el Pacto Global (Global Compact)14, dentro de sus nueve principios, tres están relacionados con el tema del medio ambiente:

“1) Las empresas deben apoyar la aplicación de un criterio de precaución respecto de los

problemas ambientales. 2) Adoptar iniciativas para promover una mayor responsabilidad ambiental. 3) Alentar el desarrollo y la difusión de tecnologías inocuas para el medio ambiente. (González, 2003, pág. 75)

No obstante, esto no responde a la pregunta que nos planteamos anteriormente sobre la suficiencia que puede tener considerar al medio ambiente como un stakeholder, y de esta manera dar cuenta de la problemática ambiental en todo el sentido de la palabra. Pongamos un ejemplo: Coca Cola es una de las multinacionales más importantes en el mundo, que en el 2006 se vinculó al Pacto Global. Georg Kell, Executive Head of the Global Compact, habla de Coca Cola como una empresa comprometida con el bienestar social y ambiental.

“Mr. Kell noted that The Coca-Cola Company has in recent years implemented a range of corporate citizenship initiatives and projects around the world including programs related to HIV/AIDS, water sanitation and minority empowerment. The company is working in partnership with various United Nations organizations, including UNICEF, United Nations

Development Programme and UNAIDS, on many such projects. “By joining the Global

Compact, Coca-Cola has an opportunity to build on its already impressive work and help contribute to a more sustainable and inclusive global economy," he said” (Global Compact,

web).

13“El concepto de responsabilidad social de las empresas se define en el Libro Verde, punto 20, como la

integración voluntaria por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales es sus

operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores” (González, 2003, pág. 71-72)

14The Global Compact is the world’s largest corporate responsibility initiative with 2,900 participants and stakeholders

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Por otro lado, en una entrevista hecha al director de relaciones externas de Coca Cola de España Juan José Litrán, el responde a una de las preguntas relacionadas con el consumo de agua de la empresa de la siguiente forma:

Para 2012, a nivel europeo, queremos reducir a 2,05 litros el agua utilizada en la producción de un litro de bebida. Nuestra compañía consume anualmente, a nivel europeo, la cantidad de agua que consume en un año la ciudad de Bruselas. En el proceso del agua se ha puesto

un objetivo y se ha implicado al trabajador, a través del programa “Water Savers”, para que

determine en qué parte de la producción se puede ahorrar agua. Además, hemos cambiado el proceso de limpieza de las botellas de plástico: antes se hacía con agua y, ahora, con un chorro de aire (Compromiso RSE en la web)

Este tipo de demostraciones comprometidas con el medio ambiente y el bienestar social, hacen de Coca Cola una empresa ejemplo en el cumplimiento de los estatutos o principios del Pacto Global y vende una imagen favorable frente a la comunidad internacional. Sin embargo, por otro lado existen gran cantidad de quejas por parte de ciudadanos, instituciones, activistas etc., que no son perceptibles tan fácilmente. Miguel Pickard, en un artículo publicado para el Centro Virtual de Información del Agua (México), sustenta su descontento en relación con la multinacional, mostrando cifras alarmantes:

Cifras procedentes de la planta de FEMSA en San Cristóbal, Chiapas indican que el "número óptimo, o la meta, es 2.1", es decir, "se extrajeron 2.1 litros de agua por cada litro de bebida que se embotelló...aunque normalmente tiene valores diarios y mensuales de 2.2 a 2.4". [Castro, 10ª parte] Otras fuentes de la misma compañía indican que la cifra es cercana a los 3.12 litros, pero un estudio académico sobre el uso del agua en la cuenca donde se encuentra esta planta [García] estimó que se utilizan 5.47 litros de agua por cada litro de Coca Cola producido. Según Vandana Shiva, activista de causas ambientales en la India, se necesitan nueve litros de agua para fabricar un litro de Coca Cola en su país. (Miguel Pickard en la web).

Adicionalmente, Vandana Shiva nos dice que Coca Cola extrae 1-2 millones de litros de agua por día. En India existen 90 fábricas y consecuentemente esto significa que se extraen entre 90-180 millones de litros. Esta cantidad de agua extraída y explotada, además de repercutir negativamente en el ambiente (destruye y contamina 10 litros de agua por un litro de Coca Cola y deja tóxicos peligrosos), podría cubrir las necesidades diarias de agua potable de millones de personas. (Universidad de Santiago de Compostela, en la web).

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comenzado la aplicación del enfoque de los stakeholders en las empresas y la responsabilidad social. Existe una declinación de los ecosistemas del mundo:

“50% de los bosques de la tierra son explotados, 30% de los bosques ancianos están convertidos en campos agrícolas y el 9% de las especies de árboles están en proceso de extinción. 2/3 de las tierras agrícolas experimentan un grado de erosión desde los últimos 50 años. 25 mil toneladas de tierra arable desaparecen anualmente. La sobre explotación de la pesca afecta un 70% a las especies marinas. 60% de los grandes ríos ven afectado su funcionamiento a causa de la canalización, las presas y represas artificiales. En cuanto a la biodiversidad, cada año se extingue entre 20.000 y 100.000 especies. En fin, la creciente contaminación de las aguas, el aire y la tierra provoca el calentamiento climático”. (Guide to the world Resources 2000-2001/People and Ecosystems – The Fraying Web of Life ONU et le World Resources Institute, 2000 (www.wri.org). Citado por Laville (2006:65-67) en: Cuevas, 2009, pág. 313).

Hemos visto como aun cuando existen iniciativas importantes que buscan el bienestar social y el cuidado del medio ambiente, continúan existiendo problemas gravísimos en cuanto a la sostenibilidad de los ecosistemas y la naturaleza. Empresas multinacionales que hacen parte de estas iniciativas, siguen teniendo impactos alarmantes frente al medio ambiente, y lo peor de todo es que se venden como empresas que respetan y contribuyen al mejoramiento de dichas problemáticas. En este sentido, Vandana Shiva enfatiza en que:

“Coca-Cola does not bring hope, and Coca-Cola should not be the symbol of finding

solutions for the climate crisis” (Shiva, en la web).

De esta manera llegamos al momento de disertar sobre la disfuncionalidad presente entre la búsqueda de soluciones medioambientales y las reales repercusiones que acontecen. Como ya se ha planteado, nuestra consciencia frente al cuidado del medio ambiente tiene como base y sustento la dualidad del imperativo entre la sociedad y la naturaleza propia del pensamiento moderno. La preocupación frente a la crisis ambiental, no es más que el temor a la inestabilidad del sistema económico, pues los recursos no tienen crecimiento ilimitado y es fundamental cuidarlos para que la tasa de beneficios (económicos) pueda sostenerse. “La cultura ecológica no ha logrado apartar de su curso las pasiones individualistas al bienestar, estas la han reciclado y reconciliado con la lógica industrial y consumista. (…) Tal como se encarna socialmente la ética del medio ambiente ya no se dirige en contra del capitalismo y la industria, sino que amplía la esfera de la mercancía. Más respeto hacia la

naturaleza significa más negocios, más industria, más mercado.” (Lipovetsky, 2000, pág.

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Sin embargo, contribuir al mejoramiento ambiental y a la vez a la productividad de las empresas no es una idea descabellada, siempre y cuando se realice. Ahora, para retomar nuevamente el enfoque de los stakeholders, una de las dimensiones y usos del enfoque nos dice que el fin último en la identificación de los grupos de interés es la búsqueda de la maximización de beneficios de la empresa (Dimensión estratégica). De hecho, Fernández afirma que el medio ambiente es concebido como un stakeholder cuando este tiene repercusiones positivas económicamente hablando. Desde esta perspectiva, el enfoque sostiene que la maximización de los recursos es posible aún cuando se estén tratando temas medio ambientales, y evidentemente es así. Lo que no lo es, es la suficiencia en el tratamiento de estos. Es decir, las empresas pueden obtener beneficios en el tratamiento medioambiental, disminuyendo el impacto negativo frente a este y adquiriendo reconocimiento en la sociedad, empero, la crisis no recibe impactos suficientes para su solución.

El problema se da en la propuesta insostenible de maximizar beneficios económicos y al mismo tiempo contribuir positivamente a la crisis ambiental, porque dicha propuesta se enmarca en un sistema económico incapaz de dar cuenta de la problemática. Este paradigma económico dominante que además de estar permeado por el imperativo dualista sociedad-naturaleza, propende el crecimiento económico a cualquier costo y estimula la acumulación y la codicia corporativa. Además, dada su consciencia dualista, desprecia los límites planetarios en relación a la disponibilidad de recursos, consumo, generación de desperdicios y capacidad de absorción. Es decir, la maximización de beneficios es insostenible en la relación producción-capacidad medioambiental de proveer recursos. El modelo económico que heredamos es nefasto para los intereses de la naturaleza básicamente porque en su concepción de progreso

“esconde la peligrosa suposición de que el crecimiento económico produce desarrollo, lo que ha llevado a los gestores sociales a emprender una carrera de crecimiento a costa de lo que fuese necesario, bajo la máxima de que más es siempre mejor. (…), y los criterios que

han regido la producción han atendido prioritariamente a la maximización de los beneficios económicos, con una escasa o nula incorporación de los principios de equidad social,

equilibrio ecológico, participación…” (Novo, 2006, pág. 24).

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el 4% de bosques vírgenes u originales, el 40% de los recursos de agua son imbebibles; el 75% de la industria pesquera mundial está hoy pescando al límite o más allá de su capacidad; el 80% de los bosques originales del planeta han desaparecido, en el amazonas solamente estamos perdiendo 2000 árboles por minuto, lo que equivale a 7 campos de fútbol (The Story of Stuff, en la web).

En este sentido, parece ser que cualquier iniciativa que se tome dentro del modelo económico dominante para el mejoramiento del medio ambiente (las iniciativas basadas en el enfoque de los stakeholders para la contribución de la RSE), es insuficiente ya que el modelo no ha tomado en cuenta valores que son fundamentales no sólo para la subsistencia del mundo natural, sino también para la subsistencia del mundo humano en diversidad; no ha tomado en cuenta el valor y la complejidad de la naturaleza, el valor y complejidad de cada ser humano y cada cultura, los limites y la diversidad de los ecosistemas físicos y sociales y la equidad y los valores de solidaridad transgeneracional (Novo, 2006).

Desde esta perspectiva, mientras el enfoque de los stakeholders funcione bajo la triple-dimensión, la cual supone en uno de sus usos la maximización de los beneficios económicos (principio fundamental en el modelo económico dominante), será insuficiente para abordar el problema medioambiental. Es decir, podría tener impacto positivo frente al medio ambiente, pero no lo necesario. Además, mientras sigamos considerando al medio ambiente como objeto de explotación y se conciba como un stakeholder solo si tiene efectos positivos económicamente hablando, la problemática continuará y será difícil promover su cambio.

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crecimiento económico a cualquier costo y superar la codicia y acumulación como metas centrales del presunto bienestar social.

Un cambio de modelo también implicaría evaluar la relación existente entre sociedad-medio ambiente, y dejar su dicotomía para empezar a concebir a la naturaleza como un sujeto de derechos. En otras palabras, empezar a comprendernos como miembros de la comunidad biótica cuyo fin esencial es el mantenimiento de la vida y no el de los intereses económicos; el primer paso para contribuir positivamente a la problemática ambiental, será aceptar la existencia de nexos morales entre los seres humanos y la naturaleza y de esta manera cambiar nuestra concepción de ser dueños de ella a ser partícipes de ella. La naturaleza dejaría de ser recurso natural para convertirse en un sujeto con valores intrínsecos necesarios para el mantenimiento equilibrado de la vida.

“Pasar de la dominación y explotación indiscriminada de la naturaleza a posturas de

equilibrio ecológico y equidad social. (…) significa ir abandonando el antropocentrismo de

los últimos siglos para asomarse a una nueva comprensión de las relaciones sujeto-medio ambiente. Se trata, en síntesis, de potenciar todos aquellos valores y actitudes que nos lleven a una comunicación fraternal con la naturaleza, a otorgarle la categoría de sujeto de derechos. Pero ello implica que la subjetividad de la naturaleza no podrá ser liberada hasta que la comunicación de los seres humanos entre si no se vea libre de dominio (Habermas,

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CONCLUSIÓN: LA INSOSTENIBILIDAD DE LA EFICIENCIA

Para concluir, se debe aceptar que el enfoque de los stakeholders y su contribución en la gestión de la RSE ha sido importante. Desde su dimensión triple no sólo da cuenta de los intereses particulares o grupales sino que también contempla la posibilidad de alcanzar consensos acerca de intereses universales. Además, el enfoque permite crear espacios de equilibrio entre las empresas y los grupos de interés que las rodean, lo que contribuye a fortalecer la concepción de la responsabilidad social como una forma de beneficio tanto para la empresa como para los stakeholders.

“Several hundred academic studies have attempted to analyze the relationship between corporate social responsibility and profitability. A recent metaanalysis suggests “the cost of

having a high level of corporate social responsibility is minimal and that firms may actually

benefit from socially responsible actions” (Wu, 2006, p. 168).” (Cochran, 2007, pág. 452).

Sin embargo, en el tratamiento del medio ambiente y su problemática se tendrá una aproximación diferente porque su problemática deviene de la dicotomía discursiva del imperativo dualista sociedad-naturaleza, propio de la Modernidad y del modelo económico dominante de hoy en día. Este modelo económico es incapaz de dar cuenta de la crisis ambiental porque no ha tomado valores esenciales para la subsistencia del mundo natural, el valor y la complejidad de la naturaleza y, mucho menos, comprende los límites y la diversidad de los ecosistemas físicos. Desde esta perspectiva, mientras el enfoque de los stakeholders funcione dentro de este modelo dominante, la aproximación a los problemas medioambientales será insuficiente. Si bien es cierto puede que tenga impactos positivos frente a la crisis, estos no serán lo suficientemente relevantes.

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que el fin esencial del mundo vivo no humano no es el mantenimiento de los intereses económicos antropogénicos sino, el mantenimiento de la vida.

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