• No se han encontrado resultados

La teoría del caos

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2018

Share "La teoría del caos"

Copied!
64
0
0

Texto completo

(1)

La teoría del caos

20/Ene/2006 01:12

Es curioso como nuestros actos pueden traer consecuencias inesperadas que no tenemos en cuenta por el simple hecho de que no nos imaginamos que puedan llegar a pasar; pues bien, os puedo garantizar que los actos que consideramos de lo más normales pueden traer consecuencias demasiado dolorosas, y no solo para nosotros mismos sino que pueden implicar a terceras personas que ni tan siquiera sabíamos que existían; la teoría del caos, si no recuerdo mal, dice algo así como que el aleteo de una mariposa en América, puede llegar a causar, después de una serie de circunstancias anómalas, un terremoto en Japón, pues yo me considero esa mariposa que aleteó y sin saberlo causó un terremoto en la vida de la persona más maravillosa del planeta. Mi nombre es Macarena Wilson Fernández, Maca para los amigos, y me gustaría contaros mi historia.

20/Ene/2006 01:43

Nací en una de las familias más adineradas de Jerez, hija de los famosos bodegueros Wilson, siempre tuve una vida fácil, quizás por eso me interesó tanto los problemas de los demás; de adolescente ya tenía claro lo que quería estudiar, en contra de las ideas de mi padre que siempre soñó con que la niña de sus ojos estudiara administración y dirección de empresas, yo me decidí por algo que me llamaba muchísimo más la atención desde pequeña, el problema es que cuando hice selectividad no me llegó la nota para medicina, así que vi como se truncaba mi sueño de ser pediatra. Aunque nunca dejé que ese sueño se desvaneciera me decidí a estudiar Trabajo Social, especializándome en adopciones y causando un gran disgusto a mi madre quien la idea de que me codeara con gente de baja clase social no le agradaba demasiado; terminé la carrera diplomándome con matrícula, no es que sea un coquito, pero me lo curré bastante; y comencé a trabajar, el turno era solo de mañana, lo que me permitió comenzar a estudiar la carrera que siempre quise, y que por fin terminé con algo más que unos cuantos quebraderos de cabeza, mucho café (mi gran vicio confesable), y demasiadas noches sin dormir, pero era mi sueño y por fin lo había logrado.

Había pedido plaza en varios hospitales de Madrid, pues me había trasladado allí a causa de una grandísima discusión con mi familia, esperaba una respuesta que no llegaba mientras seguía trabajando en una "agencia de adopciones" en el centro. Mi trabajo en la agencia era bastante sencillo, por decirlo así, me asignaban una pareja que deseaba adoptar, evaluaba las condiciones en las que se encontraba esa pareja y más tarde realizaba un informe favorable, en la mayoría de las casas,

consiguiendo realizar así, el sueño de tantas y tantas parejas que por algún motivo no podían tener hijos, como veis un trabajo más que gratificante, pero que me iba a traer el mayor sufrimiento de mi vida...

Era una tarde de Lunes, bastante gris, por cierto, cuando se presentaron ante mí una de esas parejas, Jesús García, se llamaba él, y su esposa, Lidia, Más que atractiva, todo sea dicho, querían adoptar un hijo, ella era estéril y no podía tenerlos, así que la idea de adoptarlos se había convertido en el mayor sueño de sus vidas, solo había un problema, ambos tenían trabajos en lo que estaban trabajando fuera de Madrid durante largas temporadas, lo cual no les dejaría mucho tiempo para ocuparse de ese hijo, y tampoco es que estuvieran muy por la labor de dejar de trabajar alguno de los dos, intenté de todas las maneras posibles conseguirles un informe favorable, de hecho ya lo tenía escrito y solo faltaba la firma De mi jefe, pero él no lo tenía nada claro y se negó a firmarlo, no solo eso, sino que fue él quien redactó un nuevo informe con resultado desfavorable; Por si no lo había dicho, mi jefe no es que tenga demasiada "humanidad" por decirlo así, digamos que no disfruta demasiado con la felicidad de los demás. Por mi parte, no tuba más remedio que aceptar lo que me decía, quizás debí haber luchado un poco más por aquella concesión, ahora me arrepiento, me habría evitado muchas lágrimas, pero en ese momento no reaccioné, y aquella pareja vio truncados sus sueños al saber por una carta con mi firma (mi jefe me obligó a firmarla, y ese Macarena Wilson fue lo peor que pude escribir) que no eran "aptos" para la adopción, "que ironía" pensé, muchas mujeres dejan abandonados a sus hijos y cuando una pareja como esa quería adoptarlos se les denegaba por que un capullo como mi jefe no quería que lo adoptaran.

Semanas más tarde, ya tenía olvidado aquel asunto y estaba totalmente volcada con otro, llegué a la oficina y me dieron un par de cartas que habían llegado a mi nombre, la primera era del Hospital La paz, en la que se me denegaba la plaza en pediatría, y la otra... la otra carta era algo más que peculiar, el nombre del remitente: Esther García

20/Ene/2006 02:25

Observé aquel sobre con extrañeza, el sello era de Madrid, no me sonaba aquel nombre, no conocía a nadie que se llamara así, y mucho menos de Madrid, donde tan solo conocía a Ana, mi mejor amiga, Azucena, mi ex pareja y a mis compañeros de trabajo (aunque no tenía mucha relación con ellos), pero Esther García... no, definitivamente no la conocía, abrí el sobre y me dispuse a leer, sorprendiéndome aún más con cada palabra:

(2)

felicidad de las personas, desgraciadamente ya no hay nada que usted pueda hacer por mi hermano y mi cuñada, pero solo quería que supiera que la hago responsable de mi tragedia y espero por su bien no cruzarme con usted nunca.

PD: ¿Cómo puede dormir por las noches?¿Acaso usted no tiene sentimientos?"

Escueta y concisa, así era aquella carta que me dejó bloqueada, no sabía a qué venía todo aquello, ni a que se refería esa señorita. Aquel trozo de papel tenía más rencor y dolor del que nunca había visto en ninguna otra parte, por lo que decía en ella supuse que sería alguien que no había podido adoptar, por lo que me encaminé al archivo y busqué su nombre, pero no Esther García no aparecía por ninguna parte, así que busque el nombre que ponía en la carta y entonces lo entendí todo, recordé aquel caso en el que mi jefe se había empeñado en que fuera desfavorable; Sinceramente en aquel momento no le di mas importancia al asunto, pues no era ni la primera ni la ultima vez que recibía una carta de ese estilo, así que la guardé con el resto de mis cosas y me fui a casa.

Estaba viendo la televisión cuando el teléfono comenzó a sonar. M: ¿Sí? ¿Diga?

Voz: Hola, por favor ¿Macarena Fernández? - Dijo un señor al otro lado del teléfono. M: Si, soy yo, ¿quien es? - pregunté algo extrañada.

Voz: Soy Antonio Dávila, el director del Hospital Central, hemos recibido su petición de plaza y queremos contar con usted, nos hace falta con urgencia una pediatra. ¿Le interesa el puesto o ya tiene plaza en otro hospital?

Casi me caigo de espaldas al oír eso, por fin había conseguido la plaza, por fin iba a poder trabajar en lo que siempre había sido mi sueño.

M: Si, no - corregí - quiero decir, que si me interesa el puesto y que no tengo plaza en ningún otro hospital, así que claro que me interesa.

D: Bien, eso es estupendo, tendría que incorporarse en un par de días, sé que es precipitado pero como ya le e dicho nos corre prisa, estamos sin pediatra...

M: Si, no se preocupe - dije sin acordarme de que ya tebía un trabajo - me incorporaré cuando sea necesario - en ese momento reaccioné - ¿un par de dias ha dicho?

D: Si, empezaría pues... ¿el Lunes le parece bien? Total, hoy el jueves y no creo que le apetezca comenzar en fin de semana - Bromeó aquel hombre.

M: El lunes... pues déjeme pensarlo y le respondo lo más pronto posible, porque antes tengo que resolver un asunto. D: Está bien, pero por favor, no se demore demasiado, es urgente.

M: Si, si, no tardaré en dar una respuesta, como muy tarde el sábado tendrá noticias mías, muchas gracias.

Colgué el teléfono con euforia, estaba contenta, feliz, realmente no tenía nada que pensar, era la oportunidad de mi vida y no iba a dejarla escapar, pero quería hacer las cosas bien, y antes de dar una respuesta debía presentar mi renuncia formal en la agencia. 20/Ene/2006 14:07

El viernes por la mañana me levanté temprano, me duché, desayuné algo y me encaminé a la agencia con el firme propósito de presentar mi dimisión, realmente no tuve ningún problema al hacerlo, mi jefe, estoy convencida de que tenía ganas de perderme de vista, y yo no tenía muchas ganas de seguir trabajando con una persona así; aunque lo cierto es que si que sentí algo de nostalgia y un poco de tristeza al despedirme de mis compañeros, al fin y al cabo, ese había sido mi trabajo durante un año y medio y me había dado muchas satisfacciones...

Cuando salí de allí llamé a Ana y quedé con ella para comer, tenía muchas ganas de hacerla partícipe de mi alegría, sabía que ella se alegraría casi tanto como yo, me conocía demasiado bien y era consciente de que lo que más feliz me haría sería trabajar como pediatra.

Antes de que llegara la hora de comer, creí conveniente pesarme por aquel hospital donde, dentro de unos días comenzaría a trabajar, "para qué esperar a mañana en dar una respuesta" me decía, total, ya estaba más que decidido...

(3)

su uniforme, supuse que sería celador o enfermero...

M: Hola buenos días, soy Macarena Wil...Fernández - Dije rápidamente, había decidido usar mi segundo apellido en lugar del primero, algo más normal y no tan famoso, no quería que me volviera a pasar lo mismo que en la agencia, donde, muchos se habían aprovechado de que fuera una Wilson para que utilizara los "contactos de la familia" con algún fin; y otros me habían prejuzgado creyéndome una pija que no tenía nada que hacer allí - quisiera hablar con el doctor Dávila.

Pero no obtuve respuesta por parte de nadie, aquella señora estaba demasiado metida en una conversación con aquel celador y no hacía caso a nadie.

T: Pues, eso Rusti, que se incorpora la semana que viene, yo no sé si va a ser lo mejor, la vi ayer y la verdad es que no tenía muy buen aspecto, pobrecita, que mal lo está pasando...

R: Si, Teresita, pero a lo mejor el trabajo la ayuda a olvidarse un poco, además creo que se hace más daño estando sola en casa dandole vueltas al tema una y otra vez...

T: Es que, de verdad que yo no lo entiendo, tan joven y lleno de vida que era, y mira, con lo ilusionados que estaban, y ahora... me da una pena, de verdad... Disculpe que quería - me dijo de pronto volviéndose hacia mi.

La verdad es que me cogió un tanto desprevenida, no me esperaba que se diera la vuelta de esa manera dejando a aquel chico con la palabra en la boca, me resulto hasta gracioso ese cambio de actitud, por que no...

M: Si, le decía que soy Macarena Fernández, y que vengo a hablar con el doctor Dávila.

T: Ah! Es usted un familiar de él - preguntó quitándose las gafas y apoyándose más en el mostrador, acto que me pareció más propio de una cotilla que de una recepcionista de un hospital, más tarde comprobé que una cosa no quita a la otra y que aquella mujer era una cotilla en mayúsculas.

M: No, no soy la nueva pediatra y tenía que hablar con él de trabajo.

T: Así que es usted la nueva pediatra... pues bienvenida a urgencias, yo soy Teresa, y él es Rusti, nosotros somos...

Aquella señora hablaba y hablaba, me contaba cosas sobre el hospital, pero yo la verdad es que lo que quería era hablar con el director, me estaba hartando con tanta palabrería y además iba a llegar tarde a comer con Ana.

M: Disculpe, podría llamar al director, es que tengo un poco de prisa - dije un poco borde. T: Uy, pues vaya carácter... ahora le llamo no se preocupe - respondió molesta.

Una hora después salía del hospital con una gran sonrisa en la cara, ya tenía el contrato firmado y solo me restaban dos días para incorporarme a la plantilla del Central. Llegué a casa con el tiempo justo para preparar algo de comer, Ana estaría a punto de llegar, y no me apetecía mucho salir a la calle, estaba un poco cansada.

A las tres y media, Ana llegó con su particular sentido del humor.

A: Hola mi amor - dijo sonriendo - que, ya quieres seducirme por el estómago jeje.

Ana era así, siempre sonriendo, siempre con su locura particular y siempre gastando bromas, pero una de las personas más sensatas que he conocido y con los pies en la tierra, y aunque su vida sentimental era más propia de un culebron (pues ya iba por el tercer marido) nunca había perdido la confianza en el amor y siempre decía que su príncipe azul no había llegado, por muy casada que estuviera...

M: Si, claro, ya sabes que siempre me has dado un morbo... - continué con la broma. A: Bueno, bueno... dejémoslo, haber cuéntame a que viene esta comida tan precipitada. M: Pues celebramos que tengo trabajo - Dije con una gran sonrisa en los labios.

A: Pues vaya una novedad - contestó sin inmutarse - llevas trabajando un año y medio ya...

(4)

M: Vale, eso esta noche, pero ahora ayúdame a poner la mesa.

Estaba en la cocina, terminando de hacer la comida, mientras Ana ponía la mesa, de pronto entró con algo en las manos y me preguntó:

A: Oyes ¿y esta carta? Estaba encima de la mesa, ¿QUien es esta tal Esther? 20/Ene/2006 17:33

A: Oyes ¿y esta carta? Estaba encima de la mesa, ¿QUien es esta tal Esther? - preguntó con picardía - espera, espera, no me lo digas, seguro que es una de esas amantes tuyas y como no le respondes a tus llamadas ha tenido que recurrir a esta carta para decirte que está locamente enamorada de ti jajajaja - dijo riéndose a mas no poder.

M: Anda que eres... la verdad es que no se quien es esa tal Esther, me llegó la carta a la oficina ayer y para tu información, de amor tiene poco, más bien es odio hacia mi persona lo que tiene la carta.

A: ¿Odio? Puedo leerla - me preguntó cuando ya estaba desdoblando la carta.

M: Para que me preguntas si ya lo estas haciendo - le regañé - bueno, a ver que opinas tú por que yo no sé que pensar. Mientras Ana leía la carta, yo observaba su expresión, que más o menos se asemejó bastante a la mía cuando la leí por primera vez. Al cabo de unos minutos me miró incrédula.

A: Joder, ¿qué le has hecho a esta chica para que te escriba esto?

M: Anda, ¿y porque he tenido que hacerle yo algo? - le dije un poco mosqueada.

A: Pues por que nadie escribe una cosa así si no le han hecho nada, así que cuéntame que ha pasado.

M: Ana, de verdad, que yo no le he hecho nada, lo que pasa es que su hermano vino a la oficina para adoptar un niño con su mujer, pero se le fue denegada la adopción, ya esta, eso es todo, no tengo ni la más remota idea de por que esta chica viene ahora y me escribe esto - me quedé pensando un instante - aunque bueno, supongo que es normal que se enfaden, tenían muchas ganas de adoptar; lo que no entiendo es porque no me han escrito ellos, que son lo verdaderamente interesados en el tema - tras

escucharme a mí misma lo que acababa de decir, me sorprendió aun más esa carta, no había pensado en eso hasta ahora, ¿porque me escribía la hermana y no ellos mismos? decidí no darle más vueltas al asunto - Bueno, vamos a comer - dije zanjando el tema.

A: Si, eso que tengo un hambre...

El fin de semana pasó muy rápido, para fortuna de mis nervios, que ya estaban a flor de piel y no sé si hubiera podido aguantarme un día más para empezar a trabajar.

El Lunes, le di los buenos días a una mañana cargada de sueños, eran las 7:30 de la mañana, y yo ya estaba más que preparada para comenzar a trabajar.

Llegué al mostrador de urgencias, y vi a la misma mujer que dos días antes me había atendido. M: Hola, buenos días, ¿se acuerda de mí? - Pregunté creyendo saber la respuesta.

T: Si, claro, es usted la nueva pediatra, ¿verdad? Macarena no? M: Si la misma, pero llámeme Maca, por favor.

Tras decir esto, la mujer salió como una bala del mostrador y se abalanzó a una chica que en ese momento entraba por las puertas de urgencias, me giré extrañada de la reacción de Teresa y vi como le daba un efusivo y tierno abrazo a aquella chica, no le pude ver bien la cara, pero lo poco que divisé en ella me bastó para saber que era una chica morena, más o menos de mi misma edad, delgada, más bajita que yo, y por los movimientos que hacía se notaba que no estaba en un buen momento. Minutos más tarde, ambas mujeres se acercaban hacia donde yo me encontraba hablando entre ellas.

T: Pero hija, es que no sé por que vienes a trabajar tan pronto, ¿de verdad estas bien?

(5)

normal.

En esa frase se notaba un gran dolor, y a medida que se acercaban pude observar en su cara unas grandes ojeras, y una tristeza en sus ojos que me impactaron demasiado.

T: Bueno, pero prométeme que si te encuentras mal, te vas a ir a casa, además seguro que no has comido casi nada, mira como te estas quedando, si pareces un fideo, por el amor de Dios... - le recriminaba cariñosamente esa mujer.

Chica: Teresita, por favor, deja ya el tema, si he venido a trabajar, es porque quiero olvidarme un poco de todo y con tus comentarios sobre mi estado anímico no ayudas nada; anda dame el parte - decía ya a mi lado.

Estábamos la una junto a la otra, lo que me permitió mirarla más detenidamente, y por qué no, hacerle una radiografía en toda regla; quitando sus ojeras y los signos evidentes de estar pasando una mala época, lo cierto es que era una mujer muy bonita y muy atractiva, con unos ojos bellísimos aunque demasiado entristecidos; Me sonrojé un poco cuando vi que ella también me estaba mirando "joder que vergüenza, seguro que se ha dado cuenta del repaso que le he dado en un momento" pensé; la chica le hizo un gesto a Teresa y esta se dirigió su mirada hacia mí.

T: Perdona, Maca ¿no? Mira ella es Esther, la jefa de enfermeras - la señaló y volvió su vista hacia ella - Y ella es Maca, la nueva pediatra.

"Esther... joder ese nombre me persigue últimamente" pensaba mientras la miraba.

E: Bueno pues eso, que soy la jefa de enfermeras - esbozó lo que podría haber sido una sonrisa, pero tan leve que no podría calificarse como tal y siguió hablando - soy Esther, Esther García.

20/Ene/2006 23:41

Me quedé impresionada al oír aquello, Esther García, había dicho Esther García, no me lo podía creer, tuve que apoyarme en el mostrador para no caerme allí mismo de la impresión, una cosa era que el nombre fuera el mismo, pero que también lo fuera el apellido...

M: Esth... perdona - acerté a decir - ¿has dicho Esther García? E: Si, claro, así me llamo, ¿pasa algo?

M: No, no, claro que no, es un nombre muy bonito - dije.

E: Si y bastante común, la verdad... pero bueno ¿tu como has dicho que te llamabas?

En eso que dijo llevaba mucha razón, lo que me tranquilizó bastante, pues, ¿cuantas Esther podía haber en España? no es que fuera un nombre como María, pero tampoco era tan raro como para que fuera la misma persona, y si ya nos fijamos en el apellido, García, casi uno de los apellidos más típicos españoles; eran uno de los nombres y apellidos más comunes por lo que aquello debía ser una simple coincidencia, si, eso era, una coincidencia, ¿para qué comerme más la cabeza con ello?

M: Macarena, pero llámame Maca - le contesté.

E: Ah, Macarena - Dijo con ese tono típico del que no le gusta algo. M: Si, que pasa ¿no te gusta? - pregunté inocentemente.

E: Pues a decir verdad, no me gusta para nada, es más creo que odio ese nombre, pero bueno, tu no tienes la culpa de ello - me dijo - bueno, me voy para dentro que me tendrán que estar esperando, ya nos vemos por aquí - y después de eso se volvió hacia Teresa - Si me busca alguien diles que me estoy cambiando, ahora te veo - y desapareció de allí del mismo modo que había entrado, en silencio, con la cabeza gacha y bastante triste.

T: Pobre... - dijo mientras la miraba irse y volvió a su trabajo.

El turno pasaba entre niños con gripes o alguna infección, nada grave, cosa que agradecí, pues para el primer día no deseaba encontrarme con un caso extremadamente grave.

(6)

"¿Que le habrá pasado a esa chica para que esté tan triste? Porque de lejos se nota su tristeza; es muy guapa la verdad, y tiene unos ojos muy bonitos, ¿cómo serán cuando brillen de felicidad?"

Me sorprendí a mi misma pensando en Esther, ni siquiera me había dado cuenta de que lo hacía. "Esther García, desde luego, menuda coincidencia, y yo ya montándome mis películas jajaja, hay Maca, si es que te ganarías la vida como guionista " En ese momento alguien interrumpió mis pensamientos.

- Hola, perdona ¿eres la nueva pediatra? yo soy Laura y ella es Cruz, ¿te importa si nos sentamos contigo? Es que están todas las mesas ocupadas y así pues nos vamos conociendo.

M: Si, claro sentaros, hola soy Maca - contesté con una gran sonrisa en la cara.

Estuvimos hablando unos quince minutos sobre como eran las cosas en el hospital, sobre nosotras, ya sabéis, lo normal cuando empiezas a conocer a alguien. En un momento de silencio, Laura cambió de tema radicalmente.

L: Oye Cruz, ¿has visto a Esther? ¿Cómo es que se a reincorporado tan pronto?

C: Bueno, ya sabes como es, le gusta trabajar, la distrae, y creo que lo mejor que puede hacer es distraerse después de lo que ha pasado.

M: ¿Que le ha pasado? - Vale, quizás fue una pregunta un poco directa, y que pudiera parecer demasiado cotilla por mi parte, pero que queréis, llevaba escuchando toda la mañana ese mismo tipo de comentarios hacia ella, y por alguna extraña razón yo ya tenía la necesidad de saber que le pasaba.

L: pues verás - pero cuando me lo iba a contar... 21/Ene/2006 00:55

L: pues verás - pero cuando me lo iba a contar entró el SAMUR

SAMUR: Varón, 12 años, posible fractura de tibia y peroné, en la pierna derecha. (Nota: lo siento lo de los términos médicos como que no...)

M: Chicas, lo siento luego seguimos hablando - dije mientras me acercaba a la camilla - ¿Cómo se lo ha hecho? SAMUR: Parece que se cayó por unas escaleras en el colegio, la profesora viene de camino.

M: Bien, pues al box, Teresa, ¿me puedes mandar una enfermera?

Una vez en el box, me encontraba examinando a Pablo, el niño, la puerta se abrió. E: Me han dicho que necesitas una enfermera, tu dirás.

No pude evitarlo, una sonrisa apareció en mi cara en cuanto la vi aparecer, por contra, ella estaba más pálida que la ultima vez que la vi y parecía un poco cansada.

M: Haber, necesito analítica y placas - dije saliendo del box junto a ella - y... perdona, ¿te encuentras bien? E: Si, un poco cansada, no he parado desde que llegué.

M: Bueno pues deberías descansar un ratito, si quieres nos tomamos un café luego, así podemos conocernos un poco.

E: Bueno, no sé... si luego puedo te busco y eso, voy a pedir las pruebas - y sin más se fue dejándome sin saber si nos tomaríamos ese café.

"Así podemos conocernos un poco" pensaba mientras andaba hacia recepción, "desde luego Maca, eres la reina de las frases hechas". Llegué a recepción y me encontré de nuevo con Teresa.

M: Teresa, ¿ha localizado ya a la madre del niño que acaba e ingresar?

(7)

M: Si, si - contesté un tanto extrañada por la pregunta - ¿Por? - pregunté sabiendo que obtendría más información sobre ella T: Verás, es que no lo está pasando muy bien, hace muy poquito tiempo se ha muerto un familiar suyo, y me tiene preocupada, no sé, creo que no está bien y quería saber como la has visto tu.

M: Bueno, si está trabajando será por algo, vamos digo yo.

T: Si, claro tú es que no la conoces, se hace la fuerte pero no está bien, que lo sé yo.

M: Pues la verdad es que me ha dicho que está un poco cansada solo eso. Oye, tengo que ir a pediatría, si viene por aquí dile que me busque y que si quiere nos tomamos un café.

Aunque no entendía muy bien por que Teresita había confiado en mi para contarme las cosas de Esther (pues yo no le pregunté aquello me había servido para saber que le pasaba, para entender porque estaba triste, y para querer ayudarla ahora más que nunca.

Dos horas más tarde volví a la cafetería, no había rastro de Esther, quería buscarla, pero sentí miedo de que se sintiera incómoda por mi insistencia, así que entré y me senté sola en la cafetería, pero esta vez, no tardé mucho en tener compañía.

E: Ah! hola estás aquí, lo siento es que me han liado en una operación y no te e podido buscar antes. M: Si, claro, una operación - bromeé - esa es la típica excusa de enfermera para no tomarte un café conmigo.

Y con esa tonta broma conseguí ver lo más bonito que había visto en mi vida, Esther sonreía, con una sonrisa que podía iluminar el más oscuro de los agujeros, una sonrisa maravillosa que hizo que algo se moviera en mi interior.

E: No, no es eso - seguía sonriendo - pero si ya no quieres tomarte ese café... M: anda tonta siéntate - yo tampoco podía dejar de sonreír.

21/Ene/2006 17:26

Estuvimos hablando durante un rato, hablábamos de cosas sin importancia alguna, y yo no hacía más que decir chorradas con la intención de volver a arrancarle esa sonrisa que me había encandilado, ella reía con mis tonterías y yo la miraba embobada, no sé que era, pero sentía la necesidad de hacerla reír, de hacerla feliz, de quitarle la tristeza de sus ojos, si, ya lo sé, quizás es un poco exagerado, pero era lo que sentía en ese momento.

M: No... en serio, ¿nunca te los has planteado? - preguntaba seriamente.

E: Jajaja hombre pues la verdad es que la vida sexual de los caracoles no me interesa demasiado... - seguía riendo, era el tema más absurdo del que se podía hablar, pero con ello conseguía cumplir mi objetivo.

V: Esther - Dijo Viches apareciendo por las puertas de cafetería - te necesito en quirófano en cinco minutos.

E: Vale, ahora mismo voy - y volviendo a mirarme - bueno, Maca, me ha encantado hablar contigo, ya seguiremos hablando de caracoles, y gracias de verdad, hacía días que no me reía tanto.

"Bien" pensé, "objetivo cumplido", y mientras la veía alejarse, me di cuenta de que el tiempo a su lado era más corto de lo normal, cosa que no me había pasado nunca. Terminé mi café y proseguí con mi trabajo.

Mi turno terminó, no había vuelto a ver a Esther desde la cafetería, cosa que para que negarlo, me fastidió un poco. Me despedí de Teresa en recepción y me fui a casa.

Cuando llegué a la puerta de mi piso me encontré con una gran sorpresa.

M: ¿Que haces aquí? - Le pregunté mientras me acercaba, cuando llegué a su lado pude ver dos maletas detrás de ella - Ana, ¿qué ha pasado? - dije algo preocupada.

A: Pues nada que me he peleado con Sergio y me e ido de casa ¿puedes acogerme? - preguntaba haciendo pucheros M: Claro, sabes que si, anda pasa y me cuentas que ha pasado.

(8)

sorpresa, pero fue ella la sorprendida al encontrarlo con otra mujer. En contra de lo que pueda parecer, no estaba dolida, más bien liberada.

A: Pues eso ha pasado, pero vamos, que realmente no me importa, no era mi príncipe azul, ya lo sabes. Y bueno ahora cuéntame como ha sido tu primer día - dijo cambiando de tema.

M: Pues la verdad es que ha sido bastante bueno, y a que no sabes que me a pasado? - La miré un instante y seguí hablando - La jefe de enfermeras se llama Esther García.

A: Ah! Pues que bien, bonito nombre - dijo sin inmutarse, se quedó pensativa y de pronto abrió los ojos como platos - espera, espera, ¿me estas diciendo que esa enfermera es la que te escribió aquella carta? - Preguntó.

M: Eso mismo pensé yo, pero no, es solo una coincidencia, no solo existe una Esther García en España. A: Si, en eso llevas razón, y ¿por lo demás que tal?

Le conté todo sobre aquella mañana, pero sin darme cuenta, cada dos palabras la nombraba, de un modo u otro, que si la Esther tal, y que si la jefe de enfermeras cual... así durante un rato hasta que Ana me cortó sorprendentemente.

A: Así que te gusta... - Dijo arqueando sus cejas. M: ¿A mí? ¿Gustarme? ¿Quien?

A: Pues la enfermera esa, la de la carta - Así la había bautizado cómicamente; Esther la de la carta.

M: ¿Y quien ha dicho que me guste? - pregunté - y no es Esther "la de la carta", es Esther a secas - dije algo molesta.

A: No hace falta que me lo digas, te conozco demasiado bien, cariño, como para saber cuando te gusta alguien y cuando no, y esa chica te ha gustado, no paras de hablar de ella...

21/Ene/2006 20:30

M: Pero vamos a ver, que no me gusta, ¿cómo me va a gustar si la acabo de conocer? No sé absolutamente nada de ella. A: Y eso que tiene que ver? - preguntó - ¿no sabes que hay una cosa que se llama flechazo? - me decía sonriendo. M: Sabes que no creo en esas cosas, es solo un mito - contesté auto convenciéndome.

A: Vale, lo que tu digas.

Aquella noche me costó un triunfo dormirme, mi mente me jugaba malas pasadas y me recordaba a cada momento esa sonrisa tan especial, ¿y si Ana tenía razón? ¿Y si Esther me gustaba? Intenté quitármelo de la cabeza, ¿cómo me iba a gustar si ni tan siquiera la conocía realmente? No, no podía gustarme, me repetía una y otra vez, pero realmente ni yo misma me lo creía...

Los días pasaban rápido, mi relación con Esther era cada vez más buena, con más confianza, más cercana; yo buscaba cualquier excusa para verla, aunque seguía sin reconocerlo, sabía que me gustaba, me encantaba estar con ella, sacarle una sonrisa, hablar de cualquier tema, un día mientras nos tomábamos un café decidí sacar el tema amoroso, pues realmente me interesaba, estaba convencida de su condición sexual, pero no es oro todo lo que reluce.

M: Bueno y ¿no hay nadie que te espere al salir del trabajo? – le solté de sopetón. E: Pues… - se puso seria.

M: Perdona, quizás me estoy metiendo demasiado en tu vida – Corrí a decir, a lo mejor, no teníamos la suficiente confianza. E: No, no te preocupes, no pasa nada – dijo sin mirarme – había alguien – prosiguió – pero después de la muerte de mi hermano, digamos que casi la aparté de mi vida.

No me lo podía creer, ¿había dicho “la aparte”? El corazón me dio un vuelco mientras ella seguía hablando. E: Ella quiso ayudarme, pero yo me cerré en banda y bueno… supongo que me lo merezco.

(9)

aquella conversación sobre amor se había convertido en otra totalmente diferente, yo quería saber más sobre ese tema y me tiré a la piscina.

M: Lo siento… - dije – lo de tu hermano, me refiero, ¿puedo preguntar que pasó?

E: Fue hace casi ya un mes, un accidente de tráfico, pero, perdóname, no tengo ganas de hablar de ello. – dijo mientras secaba una lágrima de su mejilla.

M: No te preocupes, lo entiendo – cambié de tema radicalmente – Así que… ¿te gustan las mujeres? 22/Ene/2006 00:09

E: Sí, ¿por qué? ¿para ti es un problema? - dijo algo a la defensiva.

Pero como podía pensar eso? ¿Problema? ¡absolutamente todo lo contrario! esa respuesta fue la mejor que podría haberme dado, pero no pude contestarle, en ese momento llegó Cruz con un, inoportuno casi, que necesitaba mi ayuda.

C: Maca, acaba de entrar un chico de 10 años, te necesito en boxes ya - dijo

M: Si, voy - miré a Esther, quien parecía esperar una respuesta por mi parte - luego hablamos ¿vale? - le dije mientras le guiñaba un ojo.

Pasó el turno y no tuve ocasión de ver a Esther, la busqué por todos lados, tenía que decirle que no solo no me molestaba que le gustaran las mujeres, sino que a mí también, pero no hubo manera, no estaba por ningún sitio, parecía que se la hubiera tragado la tierra. Cuando ya estaba en recepción con la intención de marcharme a casa, me encontré a Ana esperándome en la puerta. M: ¿Que haces aquí? - le pregunté extrañada.

A: Pues nada, que me aburría mucho en casa y he pensado en invitarte a unas cañas.

M: Pues mira si, no tengo ganas de meterme en casa ahora - En ese momento, como si de un ángel se tratara, apareció Esther - espera un momento, Ana... ¡Esther! Te he estado buscando, tengo que decirte algo.

E: Ya, bueno mejor hablamos mañana, estoy un poco cansada - dijo. Ana se acercó, mientras nosotras hablamos.

A: Ehh... Maca, perdona, ¿nos vamos? - Me miró para que entendiera sus intenciones, las cuales capté al instante, no tenía intención de meterme prisa, sino más bien que le presentara a Esther - Hola - Dijo dirigiéndose a ella.

M: Perdona, mira Esther, ellas es Ana, una amiga; Ana ella es Esther.

A: Hola encantada - dijo dándole dos besos - ¿Sales ya? - le preguntó, causando en mi una gran expectación. E: Pues si, ahora mismo acabo mi turno - dijo amablemente.

A: ¡Genial! - gritó - Nosotras íbamos a tomar unas cañas, ¿por que no te vienes y así me cuentas que tal se porta Maca? "Bendita Ana, te adoro" Pensé.

22/Ene/2006 01:24

E: NO, gracias, pero prefiero irme a casa, estoy cansada. M: Venga, Esther, anímate, solo un ratito - le dijo casi suplicante. E: No, no, de verdad, no me apetece.

En ese momento llegó Laura que también terminaba el turno, hechas las presentaciones, le propusimos que se viniera con nosotras, a lo que aceptó encantada.

(10)

E: ¿No vais a parar hasta que no diga que si? ¿verdad? - dijo derrotada - Vale, voy, ¡Que pesaditas podéis llegar a ser! pero solo un ratillo.

M,L,A: Bien.

Aquella caña, convirtió en copas, estábamos en uno de los paubs del centro, el alcohol comenzaba a hacer mella en nosotras, pero aun coordinábamos bastante bien, estábamos sentadas en una mesa. Ana me miraba, miraba a Esther y sonreía, Esther hablaba con Laura, y yo... yo simplemente estaba pensando en mil cosas. Sin venir a cuento, Ana se levantó y cogió a Laura.

A: Venga, Laura, vamos a bailar que estas son un muermo y no quieren. L: Si venga, vamos

Lancé una mirada algo más que asesina a Ana, que me devolvió una sonrisa pícara y un guiño, mientras se alejaba con Laura hacia la pista.

Se produjo un silencio entre nosotras, Esther miraba a su alrededor y yo la miraba a ella, me decidí a cortar la tensión. M: Esther, yo quería hablarte de lo de esta mañana, lo que me dijiste vamos, verás..

E: No, - me cortó - espera Maca, mira, yo soy así, soy lesbiana, lo tengo asumido desde hace mucho tiempo, no lo escondo, ni se lo oculto a nadie, no tengo porqué hacerlo, me siento muy orgullosa de mi misma y si a alguien le supone algún problema, pues que no mire...

M: Si, claro, pero lo que yo quería decirte es que...

E: Maca -me cortó de nuevo - si a ti te supone algún problema mi condición sexual, lo siento pero no voy a cambiar. M: No, Esther, escúchame..

E: Y no voy a hacerlo porque no tengo de qué avergonzarme así que...

No pudo terminar de hablar, no la dejé, había intentado decírselo de otra manera, pero ella no se callaba, no me dejaba hablar y, que queréis, tuve que callarla yo. Así que sin que se lo esperara, la agarré con firmeza de la cara y la besé con ganas; en ese momento, la música dejó de sonar, la gente al nuestro alrededor desapareció y el tiempo se paró. Prolongué aquel dulce beso todo lo que pude; me separé un poco de ella, lentamente, con ternura y susurré.

M: ¿Te queda claro que no me molesta? 22/Ene/2006 15:03

E: Mnn, si, me queda clarísimo - dijo sonriendo.

Al ver de nuevo su sonrisa, me acerqué para volver a besarla, pero esta vez me encontré con una negativa.

E: No, espera, Maca, veras yo ... tu ... a ver tu me gustas, no te lo voy a negar, pero yo acabo de salir de una relación, no estoy pasando por un buen momento en mi vida, y lo cierto es que apenas nos conocemos, yo creo que

M: Esther - la corté - tu si que me gustas a mí y no sé eso que dices me suena un poco a excusa barata - dije sin intención de molestarla - vale que no nos conocemos pero podríamos intentar empezar a hacerlo, juntas.

Tal vez yo quería ir demasiado deprisa, por eso mi insistencia, pero ella, ella es muy distinta a mi y eso es lo que más me gustaba. E: Maca, no es una excusa, para nada, es totalmente cierto ya te dije que terminé hace poco con una chica, no es que no quiera estar contigo, pero quiero ir con calma, conocerte mejor,- decía mientras acariciaba mi mano - joder, si es que no sabemos nada la una de la otra, yo, necesito hacer las cosas bien, dejemos pasar un tiempo antes de empezar algo que por querer acelerarlo no funcione.

Siempre lo conseguía, me miraba de esa manera, me sonreía de esa forma especial, y yo caía a sus pies, no podía contradecirla en nada, por muchas ganas que yo tuviera.

(11)

Le robé un beso, un beso tierno y fugaz, ella sonrió, y yo no pude más que devolverle la mejor de mis sonrisas, en ese instante llegaron Ana y Laura con un par de chicos.

A: Holaaa - decía ya bastante afectada por el alcohol - Maca, mira, te presento a mi futuro cuarto esposo - dijo mientras se tambaleaba - espera, ¿como has dicho que te llamas? - le preguntó al chico.

Chico: Pedro, me llamo Pedro, hola - nos miraba a ambas. M: Hola, encantada.

Laura nos miraba de una forma un tanto, como decirlo, sospechosa, no había bebido tanto, y supongo que se dio cuenta de algo de lo que había pasado allí.

Cuando logré que Ana dejara de comprometerse con cada chico que se cruzaba en su camino, decidimos que ya era hora de volver a casa, así que nos despedimos con un par de besos cada una, los cuales, por supuesto, me cercioré de dejarlos bien cerquita de los labios de Esther, vale, ella quería ir despacio, pero es que yo no me puedo contener...

Llegué a casa, dejé que Ana durmiera la mona en el sofá y me fui a la cama. Poco pude dormir, pensaba una y otra vez en las palabras de Esther, en una cosa tenía razón, casi no nos conocíamos, pero eso a mi nunca me había parado si hay algo que me guste de verdad, por lo que me dormí con la convicción de "conocerla" (en el sentido más amplio de la palabra), vamos, dicho de otra manera, me decidí a conquistarla...

El despertador sonó temprano, nunca me ha gustado ese sonido, pero no sé porque, aquella mañana no me molestó tanto, me duché, desayuné, miré a Ana que seguía durmiendo la mona, y puse rumbo al hospital.

El turno fue bastante tranquilo, Esther no entraba hasta por la tarde, por lo que no podría verla en toda la mañana.

A medio día fui a cafetería para tomar, café cotidiano, miré para ver si encontraba a alguien pero nada, no estaban ninguno de mis compañeros, por lo que me senté en una mesa sola, cavilando la forma de conquistar a mi princesa, cuando una voz me sacó de mis pensamientos.

- Contigo quería yo hablar - Dijo sentándose a mi lado. M: Hola, Laura, buenos días, ¿que menos no?

L: Si, vale buenos días, pero eso no interesa, haber... cuéntame, ¿que pasa? - dio sonriente. M: ¿Que pasa con que? - le pregunté confusa - no se de que hablas.

L: Con Esther, Maca, con Esther. 22/Ene/2006 18:13

M: ¿Con Esther? - volví a preguntar - nada que va a pasar. L: Venga ya Maca que vi como la besabas ayer, ¿estáis juntas?

M: Pues no, no estamos juntas, ella dice que necesita tiempo y que quiere que nos conozcamos antes de empezar nada, y yo, pues, no sé...

L: Bueno , es normal, hace bastante poco que lo dejó con Paula, supongo que necesitará un tiempo para ella.

M: ¿Te puedo preguntar que le pasó con ella? Por que lo que dice Esther es bien poco, me contó que la apartó de su vida pero poco más...

L: Hombre, eso no es del todo cierto - dijo bebiendo un `poco de café - es verdad que cuando su hermano sufrió el accidente, Esther en lugar de apoyarse en ella, se alejaba más, pero Paula tampoco hizo nada por evitarlo, lo que pasa es que Esther eso no lo ve.

M: No te entiendo - dije mirándola para que hablara más claro.

(12)

Paula no hizo nada de eso, veía a Esther deprimida y en lugar de ayudarla... como que pasaba de ella - decía pareciendo recordar aquel tiempo - pero claro Esther estaba tan hundida que no se daba cuenta, a los pocos días, me contó que Paula le había dicho que no podía seguir con ella así y la dejó.

M: Joder - exclamé - lo ha tenido que pasar fatal - ahora entiendo que quiera tiempo.

L: Si bueno, muy bien no lo ha pasado, pero si te digo la verdad, desde mi punto de vista, tampoco le afectó demasiado, yo creo que nunca estuvo enamorada de ella, no sé nunca tubo en sus ojos el brillo que tiene ahora.

M: ¿A que te refieres? - pregunté esperanzada.

L: Pues eso, que desde que te a conocido, no sé, está diferente, como más fuerte, con un brillo especial, y además tu has sido la única que a conseguido hacerla reír tanto desde el accidente y la única que ha logrado que salga un día a divertirse.

M: Bueno, vosotras también tuvisteis algo que ver - dije restándome importancia

L: Si, vale nosotras le dimos el ultimo empujón, pero si no hubieras estado ella no habría venido, la conozco bastante, y sé que siente algo por ti, lo único que te pido, si de verdad te gusta o quieres estar con ella, es que tengas un poco de paciencia. M: Claro que me gusta, Laura, y mucho - reconocí.

Continuamos charlando un ratillo más, yo le comenté mi idea de conquistarla, le dije lo que sentía cuando la tenía cerca, y ella me animaba cada vez más a hacerlo, había conseguido en ella una "aliada"

La mañana continuaba a paso lento, yo solo podía pensar en Esther y qué pasos debía tomar para cumplir mi propósito, aunque había algo en la conversación que tuve con Laura que me dejó algo intrigada, si la muerte del hermano de Esther fue a causa de un accidente, ¿por qué se sentía culpable? ¿Que tubo ella que ver en eso? No sabía muy bien como pero tendría que averiguarlo, saber qué fue exactamente lo que pasó para ayudarla a superarlo...

Mi turno terminaba, estaba ya cerca de mi moto cuando la vi aparecer de lejos, fue verla y pararse el mundo, pude ver como me sonreía de lejos, como en lugar de entrar a urgencias pasaba por delante de la puerta y se acercaba a mi.

E: Hola - dijo ahora sonriendo más ampliamente si cabe - ¿ya terminas? M: Si ahora mismo, tu, entras ahora?

E: No, vengo a que me ingresen - bromeó - pues claro Maca jajaja - oye, por cierto, que gracias por todo lo de anoche, lo pasé muy bien - decía algo tímida.

M: Si yo, yo también lo pasé muy bien contigo - recalqué la ultima palabra - habrá que repetirlo ¿no? E: Pues claro, cuando quieras.

M: Ah! Pues que te parece esta noche, te invito a cenar - Si, lo sé un poco precipitado, pero es que eso de estar esperando y dar tiempo cuando lo que deseaba era pasar ese tiempo con ella era bastante duro - si te apetece claro, sino lo dejamos para otro día - dije

23/Ene/2006 00:52

E: ¿Esta noche? - contestó - no sé, es que yo tengo turno hasta las diez, no sé si ya sería un poco tarde... M: ¿tarde? no que va, mira hacemos una cosa, te recojo yo y así nos vamos directamente - insistí. E: Si, claro y voy a ir con estas pintas ¿no?

M: ¿y que tienen de malo tus pintas? yo te veo muy bien, además no te voy a llevar a ningún sitio estrambótico ni nada de eso, algo normalito, anda...

E: Bueeenoo, vale, pero con la promesa de que tu tampoco te arregles demasiado que no quiero que vayas tu estupenda y yo así - dijo señalándose a sí misma.

(13)

Llegué a casa demasiado nerviosa como para comer algo, no podía probar bocado, Ana no estaba allí, por una parte me vino bien,, así tendría tiempo para pensar, pero por otra me moría de ganas de contárselo.

LLamé al restaurante, un mexicano (nota: es lo primero que me ha salido) del que había escuchado hablar muy bien y reservé para las diez y media, no estaba muy lejos del centro, lo que nos permitiría ir a tomar algo después de la cena si nos apetecía.

Pasé la tarde de un lado para otro, no conseguía tranquilizarme, creo que limpié la cocina como tres veces a ver si así calmaba mis nervios pero no hubo manera.

A las ocho y media, llevaba media hora intentando decidir que ponerme cuando escuché que la puerta se abría. M: ¡Ana! - grité desde mi cuarto - ven, corre tienes que ayudarme

A: Dime - dijo entrando - ¿pero que ha pasado aquí?

M: Nada que me estoy probando ropa, para ver que me pongo - eché un vistazo a la habitación, toda la ropa que tenia estaba tirada por el suelo - ¿que te parece esto? - dije.

A: Haber, primera pregunta ¿A donde vas? y segunda pregunta y más importante ¿con quien?

M: Pues voy a cenar y con Esther, ayúdame, no se que ponerme, le prometí que no me arreglaría demasiado y ahora todo me parece horrible - dije mordiéndome las uñas.

A: ¿con Esther? pero que me he perdido que no me e enterado de nada? ¿estáis juntas? ¿desde cuando? - preguntaba feliz y poniéndome a mí muchísimo más nerviosa de lo que estaba - bueno, da igual luego me lo cuentas, vamos haber que te vas a poner jajaja que biennnn.

A las diez en punto estaba esperándola a las puertas del hospital, al final me había decidido por unos vaqueros y una camisa blanca ajustada, algo informal pero que según Ana me quedaba genial, aunque yo tenía mis dudas... cinco minutos más tarde apareció Esther.

E: Hola, vaya que guapa - decía mientras me miraba de arriba a abajo

M: ¿Pero que dices? tú si que estas guapa, hasta después de tirarte toda la tarde trabajando, venga que llegamos tarde, ponte el casco y sube - dije tendiéndole el casco.

E: ah pero vamos en moto? me da un poco de miedo, que lo sepas. M: No te preocupes, prometo no correr.

A los quince minutos estábamos aparcando la moto, el trayecto había sido más corto de lo que yo hubiera querido, pues la sensación de tenerla pegadita a mi espalda era algo indescriptible. Entre risas llegamos a la puerta del restaurante. E: ¿Como lo has sabido? - preguntó sonriente

M: Como he sabido que?

E: Pues que me encanta la comida mejicana - decía mirando hacia el restaurante. M: Pues lo cierto es que no lo sabía, pero me alegro de que sea así, ¿vamos?

Entramos en el restaurante, un camarero se acercó a nosotras y nos guió hasta nuestra mesa, unos mariachis tocaban una música lenta, el lugar estaba decorado con toda clase de cosas típicas de Méjico, la luz era algo tenue lo que le daba a aquel lugar un aire romántico.

Nos sentamos y pedimos algo de beber.

M: ¿Qué tal a ido la tarde? - Pregunté para cortar el hielo.

E: Muy bien, tranquilita, alguna que otra urgencia, pero por lo general bastante tranquila - contestó - oye me encanta el sitio no había venido nunca.

(14)

E: No, dime. M: La compañía.

Esther se ruborizó, lo que me pareció mas tierno aún.

La cena transcurría, hablábamos de todo, no podíamos parar de hablar, parecía que nos conocíamos de toda la vida y sin embargo, apenas empezábamos a hacerlo. Estábamos muy a gusto la una con la otra, la conversación fue derivando a temas más personales y como no, salió el tema de la muerte de su hermano.

E: ¿sabes que pasa? - decía triste - que si yo no me hubiera empeñado en que se fueran ese fin de semana, no habrían tenido ese accidente.

M: Vale, Esther, pero fue un accidente, tu no tienes la culpa, puede que aunque tu no hubieras hecho nada, lo hubieran tenido igual. E: Si...no sé... puede... pero... ¿te importa si cambiamos de tema? No tengo muchas ganas de hablar de eso.

M: Si no te preocupes, aunque creo que te vendría bien hablarlo con alguien. En ese momento su móvil sonó.

E: Ahi, perdona, es mi madre. Dime mamá...no, no estoy en casa...si mamá estoy bien...cenando...con una amiga - yo la miraba divertida al ver los gestos que hacía - no...no mamá es solo una amiga...no, no es Paula...Maca mama...que no es mi novia ni nada mamá... - casi me atraganto con la bebida al oír eso, me sorprendió ese comentario a su madre - vale...si...venga hasta mañana... un besito. - colgó - perdona ¿que me decías?

M: Nada que...bueno nada, oye - cambié de tema, no quería volver al de su hermano y que se volviera a entristecer - ¿que te parece si nos vamos a tomar algo?

E: Pues, maca es que mañana entro temprano y la verdad es que estoy algo cansada, ¿no te importa si nos vamos ya? Si, si que me importaba, para que negarlo, pero tampoco quería agobiarla, así que no tuve más remedio que darle lo que quería M: No, claro, además yo también entro mañana temprano, mejor nos vamos.

La llevé a su casa, paré y bajé de la moto junto a ella, la acompañé hasta la puerta de su casa y una vez allí, se hizo un silencio entre nosotras.

M: Sé que me pediste tiempo - dije valientemente y acercándome a ella - pero lo cierto - la agarré de la cintura - no puedo contenerme - susurré.

Y entonces la besé, un beso cálido y apasionado, noté como ella correspondía a ese beso entreabriendo sus labios y jugando con mi legua, nos fuimos separando poco a poco.

E: ¿Quien ha dicho que te contengas? 23/Ene/2006 20:25

Me volvió a besar, esta vez con más pasión, con más deseo, ella llevaba las riendas y yo respondía a ese beso con la misma intensidad.

E: ¿Quieres subir? - preguntó sin despegar sus labios de los míos.

Tentador, muy tentador, quizás demasiado, no había nada que deseara más en este mundo que subir con ella, pero entonces me di cuenta de que si días antes era Esther la que me pedía tiempo y ahora corría, en ese momento era yo la que necesitaba ir más despacio, pensareis que fui tonta, quizás lo fuera, pero yo quería era que Esther sintiera algo especial por mí y no solo el arrebato de una noche, tuve miedo, si, lo reconozco, yo, que siempre me consideré una persona fuerte, una chica que se había enfrentado a toda su familia por defender sus ideales y su condición, una mujer que lo había dejado todo atrás por la persona de la que creía estar enamorada, estaba irremediablemente muerta de miedo, miedo por ese sentimiento que crecía cada vez con más fuerza en mi interior, miedo por no ser correspondida de la misma manera, así que haciendo de tripas corazón le dije.

(15)

E: ¿Que pasa? ¿No te apetece? - decía mientras me besaba el cuello.

M: Ni te imaginas cuanto - susurré - pero creo que no es el momento, quiero que sea algo especial para las dos.

E: Esta bien - dijo derrotada pero entendiéndome más de lo que yo pensaba - nos vemos mañana - se acercó, dejó un tímido beso en mis labios y se adentró en el portal.

La mañana en el Central fue un verdadero caos, una explosión de gas había hecho saltar las alarmas y como consecuencia de ello, urgencias se colapsó.

Mi humor no era muy "cordial" aquel día, por llamarlo de alguna manera, casi no había dormido pensando en la noche anterior, no había visto a Esther desde que entre al hospital, y no había parado en toda la mañana. Por ello, más que hablar ladraba y Teresa ya lo había sufrido en carne propia en varias ocasiones, solo una persona podía alegrarme el día, así que cuando la cosa se tranquilizó la busqué por todos lados.

M: Teresa - dije llegando al mostrador - ¿Has visto a Esther?

T: Está en farmacia, creo, ¿Para que la buscas? - preguntó cotilla, como siempre. M: ¿Te interesa? - ladré y me di la vuelta para poner rumbo hasta la farmacia. T: Anda que vaya día que llevas - Pude escuchar mientras me alejaba.

Llegué a la puerta de la farmacia y efectivamente, como bien había dicho Teresa, allí estaba, metida de lleno en el maravilloso mundo de los medicamentos, de espaldas a la puerta, y más bonita que nunca. Abrí la puerta y me acerqué

M: Hola, te estaba buscando - dije con un tono dulzón.

E: Pues, ya me has encontrado - contestó mientras también se acercaba - ¿que tal la mañana? M: Pues horrible, pero va mejorando - contesté poniéndole un mechón de pelo detrás de la oreja. E: ¿Si? Pues me han dicho por ahí que estas un poco...borde hoy...

M: Ya, bufff, es que e tenido una mañana para olvidar y me he pasado un poquito con Teresa... E: Si, pues yo tengo la solución para que el día mejore del todo...

M: ¿A si? y ¿cual es?

E: Que te vengas a comer conmigo - dijo sonriendo. M: Vale, pero invitas tú -sentencié.

E: Claro, invito yo... espérame cuando acabes ¿vale? - me besó en los labios y se marchó.

Yo me quedé inmóvil en esa habitación, aquel beso me pilló por sorpresa, no me lo esperaba y su actitud conmigo menos todavía, después de haberla dejado con las ganas la noche anterior, estaba de lo más cariñosa conmigo, definitivamente, me había alegrado el día.

24/Ene/2006 02:19

Media hora más tarde yo terminaba mi turno y esperaba pacientemente a que Esther lo hiciera, y como si me hubiera escuchado, aparecía por las puertas con su espléndida sonrisa en los labio.

E: Bueno que, ¿nos vamos a comer?

M: Si, que me muero de hambre, haber donde vamos.

E: Pues... si te digo la verdad, lo que me apetece es comer contigo, pero en un sitio tranquilas donde podamos hablar y había pensado en mi casa con una buena pizza por delante.

(16)

gastas tanto - bromeé.

Lo cierto es que la idea de comer en su casa era más apetecible que comer en el restaurante más caro y más famoso de todo Madrid, por lo que acepté y nos fuimos para allá.

Entré en su casa después de que amablemente me cediera el paso, era un piso no muy grande pero muy acogedor, bien iluminado, y con un aroma a incienso que me encantó, en el salón, unas estanterías, donde había numerosas fotos de una Esther pequeñita junto a un niño que supuse su hermano, no quise preguntar, no era el momento.

Esther se había ido a su habitación a cambiarse de ropa y yo seguía curioseando aquel salón. E: Bueno que, ¿pedimos? ¿de qué quieres la pizza?

En ese momento, no me acordaba ni lo que era comer, Esther aparecía ante mí con unos pantaloncitos cortos, y una camiseta de tirantes que dejaba intuir lo que no permitía ver, y que a mí me pareció super sexy.

E: ¡Maca! - me sacó de mis pensamientos - ¿que de qué quieres la pizza? M: Pues, me da igual, pídela de lo que quieras.

E: Jamón y champiñones, ¿te gusta? por cierto, perdona mis modales jeje ¿quieres una cerveza? M: Si, me gusta y si, me apetece una cerveza bien fresquita.

E: Vale, pero siéntate que los sillones no muerden, que yo sepa

Fue a la cocina y en seguida volvió con dos cervezas, cogió el teléfono y pidió la pizza, se sentó a mi lado, le dio un buen sorbo a su bebida y me miró con dulzura.

E: Entonces que, se te ha pasado ya el mal humor?

M: Ssssiii, bueno, aunque para ser sincera, hay una cosa que haría que se me quitara del todo. E: Ilustrame - dijo

Me acerqué lentamente pero con movimientos seguros, pasé mi lengua por sus labios lentamente para después unirlos a los míos en un tierno beso.

M: Estaba deseando hacer esto - susurré E: Y yo que lo hicieras.

Se volvió a acercar a mí, volvió a besarme, ese beso dio paso a otro más intenso, a otro más pasional, a otro donde nuestras lenguas se volvían bailarinas al son de un beso que se iba convirtiendo en toda una declaración de intenciones... poco a poco la fui recostando sobre el sofá, pasando una de mis manos por su cintura, mis labios encontraron un nuevo lugar por conocer, su cuello, mientras con la otra mano acariciaba su pelo, noté unos dedos paseando por mi espalda, llegando al final de mi camisa; levanté la vista para encontrarme con unos ojos cargados de pasión esbocé una sonrisa y volví de nuevo a juntar mis labios con los suyos. de pronto descubrí que mi mano, juguetona y deseosa se adentraba bajo su camiseta acariciando su piel, subiendo ya sin remedio a unos pechos que esperaban con ansia ser acariciados por ella, emitió un pequeño gemido que fue acompañado por otro mío al sentir como sus manos levantaban mi camisa acariciando mi espalda desnuda.

Y entonces, como si fuera el peor sonido del mundo retumbó en nuestros oídos, el timbre de la puerta sonaba, la pizza ya estaba aquí.

Maldije al cocinero que se encarga de hacerlas tan rápidamente, maldije al pizzero que con su moto llegaba en un tiempo record para que la pizza no se enfriara, maldije a Esther por decidir pedir una pizza, en fin, que maldije a todo el mundo. me incorporé como pude y dejé que Esther abriera la puerta, entró de nuevo pizza maldita en mano, la dejó encima de la mesa y volvió junto a mi. M: Vamos a comer, que se nos va a enfriar - dije antes de que hiciera nada, a mí ya me habían cortado el punto...por ahora 25/Ene/2006 00:18

(17)

M: sabes, ayer me diste envidia - le solté E: A si? ¿y eso?

M: Porque cuando te llamó tu madre, hablaste con ella de tu ex incluso te preguntó si yo era tu novia no? E: Si, pero bueno, es normal ¿no?

M: Hombre la verdad es que normal tampoco, la confianza que parece por ese tipo de comentarios que tienes con ella ya quisiere mucha gente tenerla.

E: Bueno, pero yo a mi madre siempre le he contado mis cosas, así que yo lo veo normal... M: Pues ojalá yo pudiera hablar con la mía como lo haces tú y más sobre mi sexualidad. Esther se quedó callada por un momento.

E: Para ellos es un problema ¿no? - dijo al fin

M: Ssii, más o menos, ellos dicen que lo aceptan siempre y cuando nadie mas se entere, pero no puedo hablar con ellos del tema abiertamente...

E: Para mi tampoco fue fácil, no te creas, lo que pasa es que mi madre y yo siempre hemos hablado mucho y al final acabó entendiéndome.

Estuvimos hablando un ratillo más, el ajetreo de la mañana comenzaba a pesar en nosotras y poco a poco mientras hablábamos nos fuimos quedando dormidas.

Cuando desperté no sabía muy bien donde estaba, me encontraba tumbada en un sofá con una manta por encima, miré el reloj que marcaba las nueve y media de la noche, me levanté recordando donde estaba y oí que Esther trasteaba en la cocina, me acerqué hasta allí y la vi preparando una ensalada.

M: Hola - dije medio dormida - que tarde es no? ¿por que no me has despertado? E: Pues porque me ha dado pena, la verdad, estabas tan mona...

M: jaja oye que yo me voy a ir ya, que es tarde, y no te quiero molestar más.

E: ¿Pero tu estas tonta? - me dijo entre regañándome y sorprendida - ya te quedas a cenar que mira la ensalada que estoy haciendo, no pensarás que me la voy a comer yo toda, anda ayúdame, ve preparando la mesa.

No me dejó decir ni una sola palabra, y yo tampoco quería decirla, para que nos vamos a engañar, estaba siendo un día mágico, sin haberlo planeado había pasado toda la tarde con ella, dormida, si, pero con ella, y ahora no tenía ganas de separarme de nuevo de ella, así que sin decir nada, me dispuse a poner la mesa.

25/Ene/2006 23:26

Cenamos y como si ella tampoco quisiera separarse de mi me puso una copa por delante, esa copa pasó a otra, hablábamos, reíamos, jugábamos... y entre charlas y risas y juegos, me sorprendí besándola de nuevo, pero esta vez yo no iba a parar, ella no iba a parar y ningún pizzero nos iba a interrumpir...

(18)

con delicadeza, Esther levantó la pelvis para que ese contacto fuera más intenso, noté como una de sus manos se posaba en mis pechos, acariciándolos y masajeándolos como momentos antes hicieron las mías, con la otra llegaba también a rozar mi clítoris, comenzaba a estimularlo, lo que provocaba en mi gemidos sonoros que salían de mi boca, aceleré l ritmo de mi mano en su centro, ella hizo lo mismo, aquello se había convertido en una guerra de placer mutuo, y así entre batalla y batalla, experimentamos a la vez un sonoro orgasmo que nos cortó la respiración a ambas.

Poco a poco nuestras respiraciones volvían a la normalidad, la besé con dulzura, ella me miró y sonrió como solo ella sabía hacerlo, provocando que mi mundo se moviera cada vez que la veía, se acomodó en mi pecho y yo le acaricié el pelo, no hubo palabras, no hacía falta, disfrutábamos de ese momento, en silencio, no queríamos romper la magia.

Al cabo de un rato yo comencé a reírme.

E: ¿Que pasa? - me preguntó separando su cabeza de mi pecho y besándome con dulzura.

M: Nada, que...que creo que esto que acaba de pasar, tira por tierra tus planes de ir despacio ¿no creer? E: ¿Yo dije que quería ir despacio? - preguntó chistosa - ah pues no sé estaría borracha o algo.

Acto seguido se metió bajo las sábanas de nuevo...

No sé hasta qué hora pudimos estar amándonos, acariciándonos, hablando, perdí el sentido del tiempo y del espacio, no se si en esos momentos, la verdad, tal vez lo perdí en el momento en que la vi.

26/Ene/2006 19:06

Amaneció un nuevo día, desperté con una sonrisa pintada en la cara y una felicidad instalada en el cuerpo, ella estaba allí, dormida placidamente sobre mi pecho, me dediqué a mirarla durante uns instantes, embobada, atontada, enamorada? si, en aquel momento me di cuenta de que me había enamorado de ella, increíble, no? en muy poco tiempo ya estaba enamorada, pero ¿cuanto tiempo es necesario para enamorarse de alguien? en el amor ni existe el tiempo, puedes pasarte toda una vida junto a alguien y no enamorarte jamás de esa persona o por el contrario, hay veces en las que solo hacen falta unos segundos para saber que lo estas y eso me había pasado a mi.

M: Esther… - susurré a su oído - … Esther E: mnnnnmm

M: Esther, cariño, ya es hora de levantarse – dije dejando varios besos por su cuello.

E: Hoy no entro hasta esta noche – dijo aun dormida y dándose la vuelta – déjame dormir un poquito mas… - suplicó.

M: Si yo te dejo, cariño, pero son ya la una de la tarde y como que me voy a tener que ir – dije – solo quería darte los buenos días. No sé como habíamos dormido tanto, normalmente yo me despertaba temprano aunque no hubiera dormido mucho, pero se estaba tan bien con ella a mi lado…no me gustaba mucho la idea de irme, pero lo cierto era que tenía que marcharme a casa, Ana estaría preocupada, supuse.

E: ¿Que son la una? – Se levantó de un brinco, cualquiera hubiera dicho que aun estaba dormida – joder que he quedado con mi madre a las dos…no me da tiempo, me va a matar… - se paró en medio de la habitación y me miró seria - ¿y tu de que te ríes? No pude evitarlo, estaba tan graciosa ahí, de un lado para otro, totalmente desnuda y con esa carita dormida…

M: jajaaja, cariño, es que estás muy graciosa.

Se miró a sí misma, me volvió a mirar y también comenzo a reír, se acercó lentamente y besó mis labios. E: Buenos días – dijo sugerente - ¿Qué tal has dormido?

M: Pues muy bien – la volví a besar – ¿y tu?

(19)

E: Umm, si, si ya – decía mientras se separaba de mi e iba a la ducha - ¿Qué vas a hacer hoy? ¿podríamos vernos después? – gritaba desde el baño.

M: Si, claro – dije levantándome de la cama y acercándome hasta donde ella se encontraba – aunque… - entré con ella en la ducha – no sé si voy a poder esperar…

Al cabo de un rato, salíamos por las puertas de su casa, como os podéis imaginar, el tiempo se nos había echado encima y Esther llegaba más que tarde a la comida con su madre.

M: Tranquila, que yo te acerco si quieres – dije intentando de nuevo besarla.

E: Si es que eres…ves… por tu culpa llego tarde… - contestaba evitando juguetonamente mi beso.

M: Anda, venga que te llevo en la moto y enseguida estamos allí, y si quieres esta tarde, te recojo y vamos a dar una vuelta o algo ¿no?

E: SI, me encanta la idea - respondió.

Los días pasaban rápidos, el tiempo junto a Esther me parecía demasiado corto, pasábamos todo el tiempo que teníamos libre juntas, conociendonos, como ella quería, paro JUNTAS, como quería yo; Ana seguía instalada en mi piso, la verdad es que desde pequeñas teníamos la idea de compartir piso y al fin lo hacíamos, se llevaba muy bien con Esther y se alegraba infinitamente por mi, "te veo y casi no me lo creo" me decía "estas totalmente enamorada de ella" yo contestaba a eso con una sonrisa.

Las cosas en el hospital seguían su curso, la gante sabía nuestra relación, no lo ocultábamos, pero tampoco os exibíamos demasiado, al fin y al cabo, estábamos trabajando.

Y así, sin darnos cuenta, dos meses maravillosos habían pasado en nuestras vidas.

Del tema del hermano de Esther no había averiguado mucho, estuve hablando de ello con una amiga mía psicóloga, pues yo sabía que ese tema era algo que hacía sufrir a Esther y como ya he dicho varias veces quería ayudarla a superarlo, me aconsejó que no la forzara a hablar de ello, que fuera ella la que sacara el tema.

27/Ene/2006 02:06

Estaba siendo un día como otro cualquiera, con su habitual caos en urgencias, comenzaba la época de gripe y como no, llegaban un montón de autobuses escolares para que les pusieran la vacuna a los pequeños y se les hiciera un pequeño chequeo médico, "que gracioso había sido Dávila al pedirme que yo me hiciera cargo de ello", total, que ahí estaba yo, esperando en mi consulta de pediatría a que empezaran a desfilar ante mí niños pequeños, algo histéricos por el hecho de tener que ponerse una inyección. No sabía cuanto tiempo me llevaría aquello, ni tampoco cuanto tardaría en ver a Esther, pues aun no había conseguido verla, para comentarle algo de la sorpresa que le tenía preparada, así que dejé en su taquilla una nota en la que le decía que tenía que decirle algo, que cuando pudiera me buscara, que era importante.

Llevaba ya dos horas con los críos, no había noticias de Esther ya que llevaba toda la mañana de un quirófano a otro con Cruz o Vilches; la puerta de mi consulta de nuevo se abrió, dejando paso a un chaval, al que sinceramente no me esperaba y que estaba mucho más grande desde la ultima vez que lo vi.

- Maca!!! - me decía ilusionado de verme y corría a abrazarme.

M: Hola, Luis - Me quedé impresionada al verlo, pero reaccioné enseguida, realmente, el niño no tenía culpa de nada y yo también me alegraba mucho de verle, para que negarlo - ¡que guapo y que grande estas! - le dije dándole un beso - eres todo un hombretón L: SI, ya tengo casi diez años, dentro de nada es mi cumple - decía - ¿ya no te acuerdas? - me preguntó triste.

M: Claro que me acuerdo, como no me iba a acordar!! L: Es que como ya no me vienes a ver...

Y era cierto, hacía casi un año que no lo veía, un año en el que ni tan siquiera me había atrevido a llamarlo, sabía que aquel crío me quería con locura, y yo a él, pero no me quería volver a encontrar con Azucena, pero ese día fue inevitable.

(20)

M: ¿Mamá está aquí? - volví a preguntar algo impactada por la noticia. L: Si, quieres que la llame - me dijo algo ilusionado.

M: No, no, luego la veo - le dije intentando atrasar el momento y acariciando el pelo del niño.

Al cabo de un rato, Luis salía por la puerta de mi consulta, y claro está le decía a su madre quién había sido la medico que la atendió, por lo que instantes después Azucena entraba a mi despacho, cerrando la puerta tras de sí y diciéndole a su hijo que esperara fuera.

M: Hola, Azucena, ¿que...que tal estas? - Dije intentando actuar con normalidad.

Mi historia con Azucena no es que hubiese acabado muy bien, realmente, había acabado fatal; como en todas las historias el comienzo con ella fue como un sueño, que poco a poco se fue tornando en pesadilla, yo lo dejé todo por ella, por luchar por lo nuestro, pero ella, casada y con un hijo, había decidido escoger el camino fácil, ser una cobarde, guardar las apariencias y seguir como estábamos, escondiéndonos del mundo, robándole segundos al tiempo para poder estar juntas, llegué incluso a hacerme "amiga" de su marido para estar mas tiempo con ella, pero ella lo tiró todo por la borda, y aquella historia terminó con el juramento de que nunca volvería a saber nada de mi, y ahora, allí estaba, entrando como si nada hubiera pasado entre nosotras y mirándome fijamente a los ojos.

A: Hola, Maca, ¿cuanto tiempo no, que guapa estas? - me dijo

M: Si, mucho, el niño está bien, ya te lo puedes llevar a casa - Le dije algo seca; yo la conocía bien y sabía con solo mirarla lo que pretendía y no me equivocaba.

A: Ah, bien, bien... pero oye - se acercaba - hace como un año que no te veo, ¿cuanto llevas trabajando aquí? ¿que es de tu vida? M: Azucena, estoy trabajando, no tengo tiempo de ponerme a hablar de tiempos pasados, tengo mucho que hacer - Lo admito, no tenía ya casi nada que hacer, ya casi no quedaban niños y los pocos que quedaban se los había asignado a Salinas, pero no tenía, para nada, ganas de hablar con ella.

A: No cambias ¿eh? - ella también me conocía a mi - siempre escudándote en el trabajo para no hablar con quien no quieres - dio en el clavo.

M: Azucena, de verdad, tengo trabajo - dije cansadamente.

A: Bueno, no voy a conseguir nada, cuando te pones así... de todos modos me gustaría que quedáramos, necesito hablar contigo de algo importante...

M: ¿A sí que ahora me necesitas? - Golpe bajo y lleno de resentimiento, pero era lo que me salió del alma - creí que solo necesitabas a Joaquín.

A: De eso quería hablarte, nos separamos hace seis meses - Me soltó.

Aquello fue una bomba, si me hubiera dicho eso mismo un año atrás habría sido la persona más feliz del universo, pero llegaba demasiado tarde, yo estaba bien, muy bien, feliz con Esther y aquello no me hizo nada.

M: Ah, pues lo siento...o me alegro por ti, no sé.

A: El caso es que he pensado que...- se acercaba peligrosamente hacia mí - ...podríamos retomarlo donde lo dejamos.

Sin darme tiempo a reaccionar sus manos rodeaban mi cintura y sus labios se acercaban rápidos a los míos, no llegaron a rozarlos, pues en ese momento la puerta se volvía a abrir dejando paso a alguien que se quedó paralizada al ver la escena.

27/Ene/2006 13:31

E: Maca, acabo de ver tu nota y... perdona - acertó a decir - no sabía que estabas TAN ocupada. - dijo irónica.

Me separé rápidamente de Azucena al oír su voz, la miré y solo me dio tiempo a ver en sus ojos enfado, mucho enfado, y después salió de allí como un rayo.

(21)

Andaba rápido por los pasillos del hospital, casi corría, logré alcanzarla antes de que entrara en el ascensor, la agarré del brazo y la detuve.

M: Esther, Esther, escúchame - dije algo fatigada por la carrera.

No me contestó, miraba al suelo con cara de muy pocos amigos e intentaba seguir su camino, mientras yo hacía lo imposible para hacerme notar.

M: Esther... joder, déjame explicarte - supliqué.

E: Que me vas a decir, Maca - habló por fin - ¿que no es lo que parece? ¿Que no he visto lo que he visto? - Clavó sus ojos en los míos.

M: No...Si... verás yo... ella... - no sabía que decir, me había quedado en blanco ante su mirada.

E: Mira Maca, déjalo, vale, todo está muy claro - el ascensor llegó e intentó subir en él, pero volví a detenerla. M: No, no te vas, escúchame, yo no he hecho nada, no es lo que piensas de verdad.

M: Maca, por favor, que tengo ojos en la cara - levantaba el tono de voz - no soy tonta te enteras - casi gritando.

Sé que tal vez yo había tenido algo de culpa y sé que tampoco supe hacerme entender, pero aquella situación estaba poniéndome muy nerviosa, ella no me dejaba explicarme y encima y con razón comenzaba a gritar.

M: Esther, por favor, no hagas una escena - dije levantando también la voz, la gente que pasaba por allí comenzaba a prestarnos atención - quieres escucharme - grité.

E: ¿Que no haga una escena? ¿Eres tú la que estas armando todo esto? no seas cínica. M: Esther, mira si no quieres escucharme allá tú - dije derrotada - pero te estas equivocando.

E: Si, si claro Maca, me estoy equivocando, sabes, es que últimamente mis ojos ven cosas que no son - dijo - y ahora si a la señorita no le importa tengo cosas que hacer - se fue de allí dejándome con la palabra en la boca y también algo enfadada por no haber dejado que me explicara.

Volví al despacho y allí seguía, esperándome, expectante. M: ¿Aun sigues aquí? - pregunté - ¿Qué quieres?

A: Maca, yo... lo siento, no sabía que estabas con alguien, creo que... que, no sé, lo siento.

M: Azucena, déjalo, de verdad, ya has hecho bastante, ahora si no te importa, tengo que seguir trabajando. A: Si, claro, yo... lo siento, siento si te he causado algún problema. - Dijo con una sincera preocupación.

M: Vale, vale, pero sigo teniendo que trabajar - estaba enfadada, lo único que quería es que desapareciera de mi vista cuanto antes, no me interesaba si estaba realmente arrepentida o no.

Azucena salió de mi despacho y yo me quedé allí parada, sabía que en esos momentos no se podría hablar con Esther, pero también me cabreaba el hecho de no poder explicarle nada.

Mi turno terminaba, a Esther aún le que daba un rato, fui a buscarla, creyendo que estaría más tranquila, más receptiva. M: Esther, me voy ya, ¿te espero y nos vamos juntas?

Esther no hablaba, ni si quiera me miraba.

M: Esther, Esther, por favor, que no es lo que piensas - volví al tema.

Referencias

Documento similar

If certification of devices under the MDR has not been finalised before expiry of the Directive’s certificate, and where the device does not present an unacceptable risk to health

In addition to the requirements set out in Chapter VII MDR, also other MDR requirements should apply to ‘legacy devices’, provided that those requirements

The notified body that issued the AIMDD or MDD certificate may confirm in writing (after having reviewed manufacturer’s description of the (proposed) change) that the

que hasta que llegue el tiempo en que su regia planta ; | pise el hispano suelo... que hasta que el

Tras establecer un programa de trabajo (en el que se fijaban pre- visiones para las reuniones que se pretendían celebrar los posteriores 10 de julio —actual papel de los

b) El Tribunal Constitucional se encuadra dentro de una organiza- ción jurídico constitucional que asume la supremacía de los dere- chos fundamentales y que reconoce la separación

Volviendo a la jurisprudencia del Tribunal de Justicia, conviene recor- dar que, con el tiempo, este órgano se vio en la necesidad de determinar si los actos de los Estados

95 Los derechos de la personalidad siempre han estado en la mesa de debate, por la naturaleza de éstos. A este respecto se dice que “el hecho de ser catalogados como bienes de