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Aprovechamiento de recursos acuáticos en California y Alaska: cazadores recolectores en las fuentes escritas de los siglos XVI, XVII y XVIII

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Pág. 77-93

APROVECHAMIENTO DE LOS RECURSOS ACUÁTICOS EN

CALIFORNIA Y ALASKA: CAZADORES-RECOLECTORES EN

LAS FUENTES ESCRITAS DE LOS SIGLOS XVI, XVII Y XVIII

Araceli GONZÁLEZ VÁZQUEZ Departamento de Ciencias Históricas Universidad de Cantabria

1. INTRODUCCIÓN

A lo largo de las páginas que siguen analiza-remos la información etnográfica que proporcionan algunos documentos españoles de los siglos XVI, XVII y XVIII sobre las estrategias de aprovecha-miento de los recursos acuáticos entre los cazadores-recolectores de California y Alaska1. Los documentos

corresponden a las expediciones marítimas de Sebas-tián Vizcaíno (1598, 1602), Nicolás de Cardona (1615), Francisco de Ortega (1632), Pedro Porter Cassanate (1648), Isidro de Atondo y Antillón (1683), Gaspar de Portolá (1769), y Juan Francisco de la Bodega y Quadra (1779). Además, consideraremos la información que proporcionan los cronistas fray Juan de Torquemada -Monarquía Indiana, 1723- padre Miguel del Barco -Historia Natural de la Antigua Califor-nia, 1757- y fray Iñigo Abbad y Lasierra -Descripción de las costas de California, 1782.

2. LAS EXPEDICIONES MARÍTIMAS A CALIFORNIA Y A LA COSTA NOROESTE

Sabed que a la diestra mano de las Indias, hubo una isla llamada California, mucho llegada a la parte del paraíso terrenal, la cual fue poblada de mujeres negras, sin que algún varón entre ellas hu-biese, que casi como las Amazonas era su estilo de vivir”. El nombre de Califerne aparecía ya en la Chan-son de Roland, pero es posible que se tomara de la isla

California de Las Sergas de Esplandián, obra de Garci Ordóñez de Montalvo publicada en Sevilla en 1510, considerada el quinto libro del Amadís de Gaula (Porti-llo, 1982: 128; Hilton, 1992: 17, n. 9); a ella pertene-cen las líneas que abren este apartado. Las primeras expediciones que alcanzaron el territorio de la penín-sula de California -Baja California- fueron las envia-das por Hernán Cortés en 1533 -Fortún Ximénez-, 1535 -Hernán Cortés-, y 1539 -Francisco de Ulloa. De otro lado, la primera expedición que alcanzó el territorio del actual estado de California -Alta Cali-fornia- fue la de Juan Rodríguez Cabrillo y Bartolo-mé Ferrelo, en 1542.

1 Agradezco al Prof. Jesús Emilio González Urquijo sus generosos

comentarios sobre este artículo.

Durante la segunda mitad del siglo XVI, son los galeones de Manila los que, siguiendo la ruta descubierta por fray Andrés de Urdaneta en 1565, recorren la costa de California en dirección a Aca-pulco y proporcionan información al virrey. Las principales expediciones de este ciclo son las de Fran-cisco de Gali (1584), Pedro de Unamuno (1587) y Sebastián Rodríguez Cermeño (1595)2. Sebastián

Vizcaíno explora las costas de Baja California en 1595 y las de Alta California en 1602. A lo largo del siglo XVII se organizan una serie de expediciones marítimas que amplían el conocimiento de las costas de Baja California; son, entre otras, las de Nicolás de Cardona y Juan de Iturbe (1615), Francisco de Orte-ga (1632), Pedro Porter Cassanate (1648) e Isidro de Atondo y Antillón (1683). La expedición de Pedro Porter es la única que alcanza el territorio de Alta California durante el siglo XVII. A finales del siglo XVIII son muchas las expediciones españolas que recorren la costa que se extiende desde California hasta Alaska. La primera expedición a la costa no-roeste en el siglo XVIII es la enviada, en 1769, por el visitador José de Gálvez. A la expedición marítima -Vicente Vila, Miguel Costansó, Pedro Prat y Pedro Fages- se une una expedición terrestre -Fernando de Rivera y Moncada, y Gaspar de Portolá- (Hilton, 1992). La expedición de Juan Francisco de la Bodega y Quadra e Ignacio de Arteaga de 1779, alcanza el territorio de Alaska y es una de las muchas enviadas por la corona a finales del siglo XVIII.

3. LOS CAZADORES-RECOLECTORES DE

CALIFORNIA Y DE LA COSTA NOROESTE3

Geográficamente, el área de la Costa No-roeste se extiende desde el sureste de la actual Alaska -islas y litoral costero de la masa continental-, a

tra-2 Sobre la información etnográfica que proporcionan algunos

documentos de la expedición de Sebastián Rodríguez Cermeño, especialmente en lo que al aprovechamiento de recursos vegetales se refiere Vid. GONZÁLEZ VÁZQUEZ, A. (1999): “Aprovecha-miento de recursos vegetales en California: cazadores-recolectores en las fuentes escritas del siglo XVI”, Nivel Cero, 6-7, pp.125-142.

3 A partir de aquí denominaremos Alta California al territorio del

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vés de las islas y fiordos de la Columbia Británica canadiense, cruzando Puget Sound de la parte más noroeste del estado de Washington, y siguiendo hacia el sur por el litoral de Washington y Oregón hasta la cornisa noroccidental de California (Paredes, 1992: 181). Podemos dividir el relieve de California en tres zonas longitudinales: la cordillera de la costa -Coast Range-, que traza un litoral escarpado con algunas áreas de bahía; la depresión prelitoral que forman los valles de los ríos Sacramento y San Joaquín, que unen sus aguas antes de desembocar en la bahía de San Francisco; y la alineación que forman la cordille-ra de las Cascadas y Siercordille-ra Nevada.

Los grupos cazadores-recolectores que ocu-pan la costa noroeste de América del Norte son los Eyak y Tingit (Alaska); Niska, Tsimshian, Gitksan, Aida, Haisla, Bella Bella, Kwakiutl, Bella Coola, Georgia, Salish, Nootka (Canadá); Makah, Quinault, Chehalis, Puget Sound Salish (Washington); Chi-nook, Tillamook, Alsea, Siuslaw, Coos y Rogue (Oregon). Los grupos indígenas que ocupan la franja costera de California son, de norte a sur, los Tolowa, Yurok, Wiyot, Mattole, Sinkyone, Coast Yuki, Pomo, Coast Miwok, Costanoan, Esselen, Salinan, Chu-mash, Gabrielino, Luiseño y Diegueño (Ipai, Tipai). Los grupos cazadores-recolectores que ocupan la península de California -denominada Baja California (México)- son los guaicuros, pericúes, monquis, co-chimíes, edues, coras, huchitíes, aripes, bagiopas, yuma, opas y cocomaricopas, por citar algunos.

4. APROVECHAMIENTO DE RECURSOS ACUÁTICOS EN CALIFORNIA Y ALASKA

La información etnográfica que nos ofrecen las fuentes escritas en torno a esta cuestión es muy variada, por lo que hemos decidido distribuirla en torno a tres grandes temas. En primer lugar, comen-taremos las actividades de pesca y de marisqueo, prestando especial atención a las técnicas empleadas por los cazadores-recolectores. En segundo lugar, trataremos las cuestiones económicas relacionadas con el aprovechamiento de los recursos de subsisten-cia y de las materias primas de origen acuático. En tercer lugar, trataremos algunas cuestiones sociales relacionadas con la división sexual del trabajo, los patrones de asentamiento y movilidad de los grupos y los enfrentamientos por el control de los recursos.

Antes de analizar estas cuestiones, queremos presentar algunas ideas relacionadas con la distribu-ción geográfica de los recursos marítimos y con las características del medio ecológico de California que las fuentes escritas nos transmiten.

5. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LOS RECURSOS ACUÁTICOS

Buena parte de la información que ofrecen los documentos considerados se refiere a la distribu-ción geográfica de los recursos acuáticos. No en

va-no, esta información posee para los expedicionarios un claro interés y valor estratégico. Desde el punto de vista del estudio del aprovechamiento de los re-cursos acuáticos por parte de los cazadores-recolectores también es relevante, ya que gran parte de ella nos informa sobre la disponibilidad de los recursos y sobre las características generales del me-dio ecológico que los grupos humanos considerados explotan.

Miguel del Barco señala, a mediados del siglo XVIII, que “ya que la tierra de California es poco fértil de frutos, suple el mar la falta de basti-mentos con los muchos pescados que ofrecen em-trambas costas; en una y en otra es increíble su mu-chedumbre y su variedad”. Son muchos los relatores y cronistas que desde el siglo XVI al siglo XVIII, y tal y como hace Barco, ponderan la riqueza piscícola de los mares de California (Barco, 1992: 193). Así por ejemplo, Sebastián Vizcaíno señala, refiriéndose a California, que “hay en este mar muchas diferen-cias de peces chicos y grandes, que es de ver los car-dumes o bandadas que andan en ellos; de algunos pondré aquí sus nombres por ser peces conocidos en otros mares que yo cogí y tuve en mis manos y comí de ellos, para que se entienda la abundancia bondad y fertilidad de aquel mar; hay como he dicho infini-dad de ballenas, muy grandes, y grande abundancia de sardinas grandes y pequeñas, lindas y gordas que es según dicen, el común sustento de las ballenas y podrá ser que por esta causa haya aquí tantas; hay chernas, pargos, meros, corvinas, cazones, otollos, esturiones, esmirigalas, lisas, lagartijas, sirgueros y ostiones comunes y de los que crían perlas y otros muchos no vistos y conocidos”.

La riqueza piscícola es notable tanto en Baja California, como en Alta California. Fray Antonio de la Ascensión señala que “así por la parte de Nueva España como del reino de la California, hay muchos comederos de perlas muy ricas y muchos géneros y especies de pescados varios de buen gusto y sanos, y muy grande cantidad de ballenas que se sustentan de ellos”. Señala también que en el Cabo San Lucas “hay infinitos géneros de peces muy buenos y sanos”,

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En lo que se refiere a Alta California, según Vizcaíno, hay en San Diego “muchas diferencias de pescados de muy buen gusto y sabor como son peces reyes, caballas, langostas, centollos, guitarras, tortu-gas y sardinas y otros muchos géneros de pescados”. Miguel Costansó señala que en San Diego “hay va-riedad de pescados; los mejores son el lenguado y la solla, que sobre ser de gusto delicado, son de extra-ordinario tamaño y pesan de quince a veinte libras; en los meses de julio y agosto se coge tanto bonito como se quiere; en todo el año hay meros, burgaos, gavallas, cazones, rayas, almejas y mariscos de todas especies; en los meses de invierno acude la sardina en tanta abundancia como en las costas de Galicia y Ayamonte”. Vizcaíno señala que en Monterrey hay “muy grande abundancia de lobos o perros marinos del grandor de un becerro de año; estos duermen sobre el agua y otras veces salen a tierra a tomar el sol y entonces ponen su centinela para estar seguros de sus enemigos”. Costansó señala que en Monterrey “abunda el pescado no menos que en la costa del Canal de Santa Bárbara y Puerto de San Diego; los ballenatos, los lobos marinos son sin número”.

Son sólo algunos de los ejemplos que ofre-cen las fuentes escritas; la información al respecto es bastante prolija. De estas y otras noticias podemos inferir una serie de ideas en torno a la distribución geográfica de los recursos. Las áreas que presentan mayor abundancia de mariscos son las de Baja Cali-fornia, bien sea hasta la latitud de 36º, como señalan algunas fuentes, o en un área de 60 o 70 leguas cerca del Cabo San Lucas, como señalan otras. No obstan-te, los mariscos también se aprovechan en otros luga-res como Alta California y Alaska.

En lo que a la disponibilidad de los recursos se refiere, podemos afirmar que destaca la variedad de especies y la abundancia de las mismas. Ambos factores permiten, como veremos, una mayor presión sobre estos recursos por parte de los cazadores-recolectores.

6. ACTIVIDADES DE APROVECHAMIENTO DE LOS RECURSOS ACUÁTICOS

6.1. Pesca

6.1.1. Información general sobre la pesca

Las actividades de pesca -también las de marisqueo- parecen llevarse a cabo en áreas cercanas a la costa, de bahía preferentemente. Así, Ascensión afirma, refiriéndose a la Bahía de San Bernabé -Baja California- que “los indios acuden a la bahía a sus pesquerías, así de hostiones de perlas como de otros muchos pescados”.

Como veremos a lo largo de las páginas que siguen, son muchos los detalles que a través de unas y otras noticias podemos reunir en torno a la pesca. Por ahora, queremos señalar algunas que nos pare-cen más interesantes. Son actividades que, en

algu-nos casos, implican una fuerte planificación. No son extrañas las noticias que informan sobre la reunión de muchos individuos o de varios grupos; algunas de ellas relacionadas también con la recolección de vegetales. Así, Porter señala que, en un lugar de la costa de Baja California, “fueron viniendo por tierra mucha gente y por mar llegaron más de ochenta balsas, y todos se ocuparon de coger pescado y un género de ciruelas amarillas que había entonces en la costa muy sabrosas (...) y habiendo gozado del pesca-do y frutas”.Según explica Porter estos indígenas que llegan en sus embarcaciones proceden de islas cerca-nas. Podemos inferir a partir de esta noticia un con-sumo inmediato de los recursos captados. Apoyan esta idea otras múltiples noticias que hablan del pro-cesado de los recursos acuáticos en las playas o en su entorno, hábitats en los que -más adelante lo comen-taremos- no se instalan asentamientos estables pero sí provisionales, ocasionales y estacionales relacionados únicamente con las actividades de pesca y marisqueo.

Bodega y Quadra, por otro lado, afirma refiriéndose al Puerto de Santa Cruz –Alaska- que “se vieron concurrir a una pequeña ensenada que hace la boca del puerto más de cuarenta canoas donde iban for-mando sus tiendas de campaña. De la misma suerte estuvieron llegando crecida cantidad en el discurso de la noche, y después que amaneció hubo la prolixi-dad de contar las que aún continuaban, y a las doce del día pasaban de cuarenta y seis, que con el núme-ro referido se computaban en el referido sitio más de mil personas, cuya congetura nos hizo creer con certeza la explicación del indio que yo había tomado en consecuencia de haber tratado con sus parientes, pues aseguraba que se habían unido varias rancherí-as, y que tenían cien canorancherí-as, las que contaba de diez en diez”. Las mismas canoas de las que habla, tras una serie de peripecias ocurridas en los días siguien-tes, serán llevadas hasta la fragata “cargadas de pes-cado”.

No obstante, en otras ocasiones los expedi-cionarios encuentran una o varias canoas -con un reducido número de individuos- pescando. Si tene-mos en cuenta los datos que nos ofrecen las fuentes en torno a la densidad de población de las rancherí-as, podemos señalar que el porcentaje de personas que se dedican a estas actividades es bastante bajo.

Otra de las ideas que queremos comentar bajo este epígrafe es la movilidad de los grupos indí-genas. Nicolás de Cardona señala que los indígenas de Baja California “se mudan de un sitio a otro con-forme anda el cardumen de pexe y cría de ostiones”.

Las actividades son, en algunos casos y en lo que a determinadas especies se refiere, estacionales. Así, Pedro Porter señala que los indígenas acuden menos a los puertos en invierno, “por ser el frío contrario a sus pesquerías”.

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decir, permiten, el aprovechamiento de los recursos en áreas más amplias de la costa.

6.1.2. Técnicas de pesca

Las técnicas de obtención o captura sobre las que nos informan las fuentes escritas son muy distintas y variadas. A continuación, comentaremos todas las detectadas, según su grado de complejidad técnica.

6.1.2.1. Pesca directa

Porter afirma que los indígenas del Cabo San Lucas -Baja California- “al arrojarse tras los pescados, que cogen a nado, decían Santa María ora pro nobis, por haberlo oído y aprendido de los españo-les en este y otros viajes”. La pesca directa -a nado y con las manos, suponemos a partir de este texto- es la forma que, tecnológicamente, nos parece más simple, aunque probablemente exija bastante habilidad.

6.1.2.2. Cestos y redes

Carbonel afirma que los indígenas de la Bahía de San Bernabé -Baja California- pescaban con “chiquigüites y redecillas con arcos”. Los chiqui-güites son cestos; las redes, seguramente fabricadas a partir de las materias vegetales disponibles en el medio -por la latitud, probablemente pita- se relacio-nan con los arcos, por lo que quizá debamos inferir que con esta palabra se refiere la fuente al soporte de madera arqueado al que se amarra la red. Porter señala que, en la ensenada de San Martín -Baja Cali-fornia-, los indígenas “tomaron contentos sus dádivas y regalos en unas redecillas que traen en las cabezas”.

Bodega y Quadra señala algo parecido sobre los indígenas de Alaska; llevan sobre la cabeza “cordeles y redes de pescar”.Nos parece que ambas referencias son similares. Por otro lado, otros relatores señalan que los indígenas de San Diego usan “cordeles de maguey y colchados” y que los indígenas de Santa Catalina ofrecen a los españoles “redes, hilos, corde-les muy bien colchados y esto mucha cantidad, y parecen como de lino”.

6.1.2.3. Arcos, flechas y dardos

Son muchas las noticias que hablan de los arcos, flechas y dardos, bien sea como armas defensi-vas y ofensidefensi-vas o bien como instrumentos de pesca. La mayoría de las noticias se refieren a Baja Califor-nia y Alaska.

Sebastián Vizcaíno explica que, en la ense-nada de Santa Marina -Baja California- los indígenas “tienen flechas y dardillos de palo, que también les sirven para pescar”. Parecidos instrumentos, “arcos y flechas y dardillos tostados” poseen los indígenas de la Bahía de la Magdalena y de la bahía de San Ber-nabé -ambas en Baja California. Los arcos y flechas

de la Bahía de la Magdalena estaban, según Vizcaí-no, “muy curiosamente labrados”. Nicolás de Car-dona señala que las armas de los indígenas del Puerto de la Paz son “arcos, flechas, dardos” -“estólicas”en otro texto- “tostados”. Lo mismo afirma Esteban Carbonel, quién señala que los indígenas de la Bahía de San Bernabé tenían “dardos como lanzas”. Pedro Porter señala que los indígenas del Cabo San Lucas usan “flechas y arco y unos dardillos que arrojan y que no emponzoñan con hierba”.

Bodega y Quadra señala que las armas de los indígenas del Puerto de Santa Cruz -Alaska- son “flechas y dardos”. Señala que los indígenas del Puerto de Santiago –Alaska- “para su pesca traían flechas, que parecían haber sido fabricadas a torno con la mayor curiosidad, y armadas en su extremi-dad, unas con puntas de cobre y otras de pedernal en forma de arpón, cortado con tanta delicadeza como pudiera hacerlo el más hábil lapidario; al otro lado de la flecha había una pluma para dirigir su vuelo”.

6.1.2.4. Arpones

Los arpones se utilizan en la pesca, tanto en Alta California como en Baja California. Cardona señala la existencia de “arpones de palo” entre los indígenas del puerto de La Paz, en Baja California. Carbonel explica que los indígenas de Baja Califor-nia utilizan estos arpones para la pesca de los deno-minados “peces de salto” y ofrece algunos detalles sobre las materias con las que se elaboran. Afirma que “traen en sus balsillas, en que salen a pescar, cinco o seis dardos y algunos ajarpones, con que, en viendo el pescado que llamamos peces de salto, como son albacoras, bonitos y dorados, jureles, rayas, tru-chas, mantas y tiburones, los fisgan con aquellos dardos y si no muere uno, le van tirando todos los otros, que por ser las varas de palo liviano, aunque la punta es de madera pesada y dura, no dejan ir el pescado al fondo”. Posiblemente, la utilización de una madera “pesada y dura” para la fabricación de la punta del arpón se halle relacionada con la con-servación de la misma, ya que es la parte que más fácilmente puede deteriorarse porque su contacto con el agua es mayor y más frecuente.

Los arpones que utilizan los indígenas en Alta California -San Diego- son diferentes, ya que, como apunta Costansó, “sus fisgas son de unas varas largas, cuya punta es de hueso muy aguzado, embu-tido en la madera, tan diestros en arrojarla que rarí-sima vez yerran tiro”.

6.1.2.5. Anzuelos

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canoa”. Cardona también menciona la existencia de anzuelos, esta vez “anzuelos de carey tostado y cor-deles de pita”, entre los indígenas del puerto de La Paz -Baja California.

Por un lado, estas noticias nos informan sobre la utilización de materias vegetales en la fabri-cación de los anzuelos –espinas- y por otro, de la utilización de materias primas de origen animal acuático, ya que con la palabra “carey” bien pueden referirse al caparazón de este animal (tortuga; Chelone imbricata) o simplemente a la concha de cualquier molusco. No obstante, queremos señalar que la pala-bra “carey”, polisémica, también puede referirse a una materia de origen vegetal. Los cordajes, asocia-dos a los anzuelos, son de origen vegetal, de maguey o de pita. Stewart (1977: 26) señala que los indígenas de la Costa Noroeste usan cuerdas hechas de la cor-teza interior del cedro en las labores de pesca. Las redes son de cedro y ocasionalmente de cáñamo, aunque la materia más utilizada son las fibras que se obtienen de la Urtica lyalii, que son trenzadas. Los Salish de la costa utilizan la corteza del sauce (Ste-wart, 1977: 79).

6.1.2.6. Corrales de madera

Fray Antonio de la Ascensión, de la expedi-ción de Sebastián Vizcaíno, señala que en el puerto de la Magdalena -Baja California- los indígenas “te-nían un grande corral (en el puerto) hecho de gruesos maderos para pescar dentro de él o un muy grande corral hecho en la mar, de casi media legua, todo de vigas gruesas, que los indios tenían para sus pescas”. No obstante, el padre Miguel del Barco, un siglo más tarde, se encarga de rebatir esta idea: “Allí hay un estero de casi media legua de ancho, que entra lar-gamente en la tierra y revuelve después hacia el mar; es tan grande que corre por espacio de diez leguas o más. Es creíble que en algunas partes se estreche tanto que no les sea a los indios muy difícil atravesar-le con una estacada de palos, como en otras partes hacen, y entre ellos poner ramajes para detener el pescado cuando baja la marea y cogerlo con menos agua. Una estacada como esta es muy creíble que encontrasen los que entraron más adentro en la tie-rra, siguiendo el estero, y también que, entre los palos de la estacada, hubiese algunos sauces gruesos que, estando secos, son ligeros” (Barco, 113-114). Miguel del Barco señala que Ascensión no desem-barcó en la bahía mencionada, que la esterilidad del paraje y la ausencia de árboles aptos para la cons-trucción, las escasas aptitudes técnicas y holgazanería de los guaycuras, hacen increíble la existencia de tal estructura. Añade que “el decir que este gran corral estaba hecho en la mar da a entender que no es en el estero sino en la misma bahía le habían hecho; lo cual aumenta la dificultad. Este estero es muy abun-dante en pescado; por eso los indios que viven allí pescan mucho y están siempre gordos y lucidos” (Barco, 114). No obstante, estructuras similares a las

descritas por Ascensión, han sido documentadas en el yacimiento de Sventoji, en la costa este del Báltico y al oeste de Lituania. Las excepcionales condiciones de preservación de este yacimiento han permitido descubrir los restos de barreras de madera varios asentamientos. Así, en Sventoji 9, apareció una larga presa para peces en el lugar dónde el lago se unía con el mar. Había dos filas de estacas o postes cubiertos con corteza de pícea. Una abertura central servía para el despliegue de una trampa para peces (Riman-tiené, 1992: 371).

6.1.2.7. Otras técnicas

Fray Antonio de la Ascensión, relator de la expedición de Sebastián Vizcaíno, explica, refirién-dose a la pesca en las islas de las Nieves y San Roque, que “las sardinas eran muy grandes, que algunas cogí de a más de a tercia de largo, de lindo sabor y olor, y los alcatraces se sustentan con ellas, y los indios por medio de ellos, y por no esforzarse hacen sus pesque-rías, que porque se den gracias a nuestro señor diré lo que vi: cojen estos indios algunos alcatraces y les quiebran una de las alas, y los atan con unos cordeles delgados y fuertes y ellos se esconden hasta haber hecho su emboscada, como los demás alcatraces ven preso a su compañero, cada cual le trae de comer y se ponen alrededor muchos montones de pescado que ellos recogen en los grandes buches que tienen, y viene tan bueno y fresco como si con red lo hubieran pescado; cuando los indios ven que hay muchos montones salen de esa emboscada y recogen en la pesca y así sustentan su vida holgazana”.

Poco podemos comentar al respecto; resulta difícil saber si el comportamiento de los alcatraces puede dar lugar a estas originales artes de pesca.

6.2. Marisqueo

6.2.1. Información general sobre el maris-queo

Las actividades de marisqueo de moluscos -caracoles y ostras- se hallan documentadas en las fuentes escritas con bastante frecuencia. No en vano, las perlas constituyen, durante siglos, el principal atractivo del territorio de California para los españo-les. Las actividades de marisqueo tienen como fin principal la obtención de recursos de subsistencia – alimento- y, como fines quizá secundarios, la obten-ción de perlas y conchas para la ornamentaobten-ción personal, de objetos de diverso uso, y de materias primas para la fabricación de algunos instrumentos.

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adelante. Así, Pedro Porter señala que los “indios son todos buzos y señalaban donde estaban las pesquerí-as ofreciendo por señpesquerí-as irían a sacarlpesquerí-as”.

Las actividades de marisqueo -como las de pesca- parecen realizarse en las áreas cercanas a la costa, normalmente puertos, bahías y ensenadas. Porter señala, refiriéndose a los indígenas de Califor-nia, que “la ostra la cogen muy cerca de las playas, donde está la peor, y que sólo sacan perlas del poco fondo y orilladas, sin alejarse de la costa ni ir a bus-carlas lejos donde están los mejores comederos”. No obstante, también se aprovechan otras áreas. Así, Francisco de Ortega señala que en unas islas que se encuentran a cuatro leguas de tierra firme -Baja California- “hay muchos comederos de conchas de nácar y los indios continúan en tiempo de seca la ida a ellos en sus piraguas según se vio cuando llegaron con la fragata a los dichos puertos que estaban pes-cando”. También tenemos noticias de estas activida-des en áreas algo más lejanas de la costa. Así, es el propio Porter quién señala que “al irse la fragata hasta perderse la tierra de vista se fueron muchos indios embarcados llevando por popa sus balsas (...) y con estar distantes las pesquerías de perlas trajeron algunas muy grandes”. Los cazadores-recolectores aprovechan los mariscos, lapas o moluscos grandes en las peñas cercanas a la costa. “Hay aquí muchos pescados y mucha variedad de mariscos entre las peñas”, señala Vizcaíno, "y entre otras había unas lapas o conchas grandes pegadas en las peñas en lo más profundo de ellas que los indios las buscan para sacar de ella lo que tienen dentro para comer, y estas conchas son muy galanas, de fino nácar”.

La distancia no es el único factor importan-te; la profundidad también tiene cierta relevancia. Ascensión afirma, refiriéndose al Cabo San Lucas, que “hay muchos ostiones de perlas ricas de que en toda aquella costa hay muchos comederos y no muy hondas, porque los indios los buscan con facilidad”.

Según señala Enrico Martínez, la poca profundidad parece ser una característica de estos comederos de ostras; “habían visto cerca de aquella costa, estando el agua clara, mucha cantidad de ostiones en poco fondo”. Porter también afirma que los españoles han hallado ostras y perlas “muy buenas dentro de los puertos y algunas en poco fondo”.Así, los indígenas del Puerto de La Paz “sacaron algunas conchas de dos y tres brazas de fondo (...) y mostraron comede-ros tan grandes que de las conchas de la costa se pudieran cargar muchas naos”.

¿Qué papel tienen los mariscos en la dieta? Las opiniones son muy diferentes. Así, Eusebio Kino, de la expedición de Atondo, señala, refiriéndose a los indígenas de la Bahía de San Bernabé, que “el maris-co es su maris-cotidiana pesca y sustento de los muchos naturales marítimos que las buscan”. No obstante, Porter señala que los indígenas de California “sola-mente (cogen ostras) cuando, por haber sido días tormentoso y estar el mar turbio no pueden coger pescado”. Isidro de Atondo afirma haber visto “tres

indios que estaban pescando en la mar y que con el mucho ruido de las olas y estar el día abrumado no nos vieron y oyeron (...) (más tarde) salieron a toda priesa del agua y recogieron el marisco que pudieron y dejaron arcos, flechas y redes y parte de su pesca”. Afirma además Porter, lo cual es significativo, que los españoles sólo “han experimentado los pocos (come-deros de perlas) que frecuentan estos indios”. Algu-nas fuentes señalan la frecuencia con que se desarro-llan estas actividades. Así, Isidro de Atondo afirma que los indígenas del Puerto de la Paz “bajaban cada dos o tres días a mariscar (...) y se solían estar lo más del día a vista de nuestro real”.Algunas fuentes nos hablan del consumo, pero también del intercambio de estos recursos. Nicolás de Cardona señala que “los indios tienen librado su sustento en consumir estas hostias, sacarlas de la mar y entrarlas en tierra aden-tro por sustento y mercancía”.

Poseemos también otros datos sobre esta actividad, por ejemplo aquellos relacionados con el desarrollo de la misma. La principal actividad rela-cionada con el marisqueo es el buceo. En lo que a los rendimientos se refiere, tenemos algunas noticias. Así, Isidro de Atondo afirma que en una ocasión los indígenas arrojándose al agua sacaron quinientas conchas”. Parece condición indispensable que el mar se halle en calma. Sebastián Vizcaíno señala que, en la Bahía de San Francisco -Baja California-, los “in-dios, por señas, le dijeron que la mar estaría sosegada y que ellos entrarían y sacarían mucha cantidad”. Del mismo modo, Porter señala que los comederos de perlas “no se pudieron bucear por el rigor del tiempo, aunque algunos indios lo deseaban por el retorno de los rescates, hachas y cuchillos”. No sólo se obtienen ostras; también caracoles marinos que se consumen. Isidro de Atondo afirma que en la ense-nada de San Matías los indígenas bucearon y “conti-nuaron en sacar del mismo tamaño y otros caracoles, y queriendo nosotros echarlas al agua nos dieron a entender con señas que no lo hiciésemos, que ellos se las comerían”.

Otros datos importantes son los relaciona-dos con el consumo de los moluscos. Vizcaíno expli-ca que “para que estos ostiones se abran y puedan ellos con facilidad sacar lo que tienen dentro los echan al fuego, con que los ostiones se abren y las perlas se queman o ahuman”. Son muchos los relato-res que señalan este mismo procedimiento (“asan las ostras para aprovecharse del pescado de ellas”; “por-que estos indios no las saben sacar sino por fuego, las queman”; “para comer la carne asan las ostias pri-mero”). Nicolás de Cardona habla de las “hogueras donde ellos (los indígenas) echan las ostias a asar”.

6.2.2. Concheros

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a la Isla de Cerralbo, tenían “grandes remeros de conchas de ellas de las que sacan y asan para comer”.

Señala que “así en la isla como en la tierra firme, hallamos muchos y muy grande número de conchas de perlas de las sacadas en tiempo antiguo y frescas”.

Pedro Porter afirma sobre los ostiones que “vense de estas conchas montones muy altos por las playas”.

Isidro de Atondo señala que, desde el Puerto de San Francisco Javier al de San Ignacio, “toda la playa que (siguieron) de pedregal estaba llena de montones de conchas de nácar”.

Algunas fechas de radiocarbono han permi-tido establecer distintos períodos relacionados con el marisqueo en la península de Baja California. Entre las más antiguas se encuentran las de Punta Minitas (7020+260), Bahía de los Angeles (6100+200) y Ba-hía de La Paz (3120+200) (Moriarty, 1968: 11-38).

6.3. Aprovechamiento de animales varados

Las primeras noticias que hablan de la pre-sencia de animales varados en la costa son las que ofrece Vizcaíno, con respecto a la Bahía de Magda-lena -Baja California- cuando dice que “hay muchas ballenas y que, por tiempo varan en la playa de esta dicha bahía, porque hallamos muchos huesos de ellas”.Ascensión señala que en el Puerto de Monte-rrey -Alta California- “en la playa estaba una ballena muerta y de noche venían unos osos a comer de ella”.Los indígenas pueden haber aprovechado estos animales varados para obtener recursos alimentarios pero también materias primas. No en vano, algunos adornos personales de Alaska (brazaletes) se elabo-ran, según Bodega, a partir de “barba de ballena”. No obstante, contamos con referencias directas sobre el aprovechamiento de animales varados ya que Pedro Porter relata que en el Cabo de San Lucas “varó una ballena en la costa y en cinco días la hicie-ron pedazos los indios con sus hachas, que son de piedra”.

6.4. Otras actividades

Debemos señalar, brevemente, bajo este epígrafe, la obtención de corales, y la captura de tortugas de la que nos hablan indirectamente algunas noticias que comentaremos más adelante.

7. Instrumentos relacionados con las activi-dades de pesca y marisqueo: las embarca-ciones

Las embarcaciones forman parte de los equipos de pesca y marisqueo. Son instrumentos de navegación, que sirven para el traslado, para el transporte y en definitiva, para la relación y comuni-cación, pero son fundamentalmente instrumentos de trabajo, relacionados con las actividades de aprove-chamiento de los recursos acuáticos -pesca y también

marisqueo. Poseemos mucha información sobre la fabricación de las embarcaciones y sobre su uso.

Pedro Porter afirma que los indígenas de California “andan por el mar en jangadas y canoas, y que usan embarcaciones de cinco palos juntos y otros de carrizos, con que navegan a gran velocidad. Aña-de que usan embarcaciones pequeñas, con que salen a sus pesquerías y pasan a las islas, y que, en lo alto de la costa son las embarcaciones diferentes y más curiosas”.La diferencia observada por Porter en lo que a la fabricación de las embarcaciones se refiere se observa con nitidez en las fuentes escritas a lo largo de tres siglos, del XVI al XVIII. Las materias primas utilizadas son de origen vegetal, aunque en algún caso también se utilizan junto a las vegetales, otras de origen animal (pieles, tendones). No obstante, se observa que resulta propio de las latitudes más altas el uso de la madera y de las bajas el uso de materias vegetales más endebles, como el tule y otras fibras vegetales. A las embarcaciones se las denomina “pi-raguas”, “canoas”, “balsas”, sin que podamos deter-minar qué relación exacta tiene el uso de estos tér-minos con la morfología de las embarcaciones designadas a través de ellos.

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En lo que a Alta California se refiere, Mi-guel Costansó afirma que los indígenas del Puerto de San Diego “usan balsas de enea que manejan dies-tramente con canalete o remo de dos palas”. Vizcaí-no señala que más allá de San Diego se acercó hasta él “un reyezuelo que de la tierra firme vino en una canoa con ocho remeros”. Ascensión señala que los indígenas de las Islas de Santa Catalina y San Cle-mente -Canal de Santa Bárbara- “tienen canoas”.

Vizcaíno señala que de la Isla de Santa Catalina “salieron mucha cantidad de indios en canoas de madera de cedro y pino, hechas de tablazón bien juntas y calafateadas, y con ocho remeros cada una y con catorce o quince indios, que parecían galeotas”;

también dice que llegaron a él “en una canoa ocho indios”. De esta misma isla, en su viaje de vuelta, Vizcaíno explicará cómo “salen muchas canoas de indios con pescado”.Vizcaíno, refiriéndose a otra de las Islas del Canal de Santa Bárbara, afirma que se acercó a ellos “una canoa con dos indios pescadores con mucha cantidad de pescado, bogando con tanta ligereza que parecía que volaban, de que llegando a bordo, sin hablar palabra, nos dieron dos vueltas alrededor con tanta presteza que parecía imposible (...) y dieron en retorno el pescado que traían (...) e idos, vino otra canoa con cinco indios tan bien fabri-cada y hecha, que desde el Arca de Noé acá, no se ha visto en bárbaros más prima y ligera, ni las tablas tan bien labradas, los cuatro bogando y un viejo cantan-do a manera de mitote de los indios de Nueva Espa-ña”. De otra de las islas del Canal, Vizcaíno cuenta que “salió una canoa con dos indios y un muchacho pequeño de cuerpo y que, algo más tarde, vinieron a la dicha fragata más de veinte canoas”.

Costansó afirma que “sobresale la destreza” de los indígenas del Canal de Santa Bárbara “en la construcción de sus lanchas de tablazón de pino: tienen de ocho a diez varas de largo comprehendido su lanzamiento y vara y media de manga; no entra en su fábrica hierro alguno, cuyo uso conocen poco, pero sujetan las tablas con tal firmeza unas con otras, labrando de trecho en trecho sus barrenos, a distan-cia de una pulgada del canto, correspondientes unos a otros en las tablas superiores y en las inferiores, y por estos barrenos pasan fuertes ligaduras de nervios de venado; embrean y calafatean las costuras y pin-tan el todo de vistosos colores; manéjanlas con igual maña y salen mar afuera a pescar en ellas, tres o cuatro hombres, siendo capaces de cargar hasta ocho o diez; usan remos largos de dos palas y bogan con indecible ligereza y velocidad; conocen todas las artes de pescar y abunda el pescado sobre sus costas”.Los indígenas de Monterrey, según Costansó, también usan “balsitas de enea”. Vizcaíno afirma que, pasando la ensenada pasandonde naufragó el San Agustín -Bahía de San Francisco; Drake´s Bay actual-, “salie-ron de la dicha ensenada dos canoas con un indio en cada una dando voces”. La fragata de la expedición de Vizcaíno, que se había adelantado hasta los cua-renta grados, refiere que se acercaron a ellos

“canti-dad de indios en sus canoas de tablazón de pino y cedro”. Bodega y Quadra señala que en el Puerto de Santa Cruz –Alaska- “no dejaron de concurrir di-ariamente varias canoas cargadas de pescado, pieles de lobos, esteras y otros muebles”. Añade en otro lugar que usan “canoas pequeñas pintadas de varios colores, formando siempre en sus dibujos cabezas con todas sus partes, ramas de madera bien inmedia-tas que se abren del mismo modo que las cajas de polvo”. Bodega y Quadra señala, refiriéndose a los indígenas de Alaska, que “las regulares canoas de que se sirven son de pino y no tienen más capacidad que la que basta para contener una familia, sin embargo las hay sumamente grandes. La construcción de estas consiste en tres piezas, una que es como la basa, hace oficio de quilla, forma parte de sus dos costados y está labrada por dentro con fuego: sobre esta están situadas dos piezas superiores cada una a su lado, unidas entre sí y con la basa como si estuvieran cosi-das las costuras con hilo. Las más son estrechas y tienen en cada extremidad una larga punta que se eleva notablemente: son muy ligeras. Cuando saltan en tierra las sacan a la playa donde no les alcance la marea y ponen gran cuidado en su conservación. No obstante, no tuvieron embarazo en cambiarme una que ha sido muy útil”.

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Como hemos observado, destaca por enci-ma de todo la variedad de forenci-mas y fabricaciones y la distinta capacidad de las embarcaciones existentes. La complejidad parece aumentar de sur a norte.

8. APROVECHAMIENTO DE LAS MATERIAS PRIMAS

Las materias primas de origen acuático se aprovechan de distanta manera. Se elaboran instru-mentos y objetos para el adorno personal. Se confec-cionan vestimentas. Se crean bienes de intercambio. Los indígenas, como veremos, conceden cierto valor a las perlas, a pesar de que son muchos los relatores que insisten una y otra vez en la escasa importancia que los indígenas otorgan a éstas. Así, Gonzalo de Francia cuenta que en el Puerto de la Paz -Baja Cali-fornia- los indígenas se acercaron a un negro que iba en la expedición y “le llegaron a refregar las manos por ver si desteñía, al cual le dieron una perla gorda y a nosotros nada”. Contamos, a este respecto, con otros ejemplos.

8.1. Instrumentos

Relacionado con el uso del agua como ele-mento de subsistencia vital, se halla el aprovecha-miento de algunas materias de origen animal acuáti-co para acarrear o acuáti-contener agua. Así, Gonzalo de Francia refiere que en el Puerto de la Paz -Baja Cali-fornia- apurándole la sed, pidió agua y se la “trujeron en un caracol de mar”. Para acarrear o contener agua se usan también pieles de animales procedentes del medio marino o vinculados a él. Así, Carbonel dice que los indígenas de la Bahía de San Bernabé -Baja California- les “acarrearon agua de la laguna dulce en nuestras botijas, porque la que ellos beben es cogida en buches de pescado como vejigas, la cual huele a marisco”.Atondo refiere que los indígenas de algún paraje cercano al Puerto de Guadalupe -Baja California- “traían agua en buches de alcatraces”.

Bien conocida es la existencia de saunas entre los grupos cazadores-recolectores del norte de California. Se trata de una institución social masculi-na; los hombres se retiran a ella diariamente para descansar, hablar o discutir asuntos serios (Wallace, 1978: 687). Iñigo Abbad, a finales del siglo XVIII, afirma que los naturales de la misión de San Carlos poseen “un método bien extraño que usan para la conservación de su salud, y es el de encerrarse al regreso del trabajo en una estufa, de la cual salen a veces después de una hora sudando como puede imaginarse; limpian el sudor con una concha algo afilada y pasan luego inmediatamente a bañarse en una laguna inmediata”.

Miguel Costansó señala que “los hombres (del Canal de Santa Bárbara) labran hermosas bateas de madera con embutidos firmes de coral o de hue-so”. El coral, como veremos más adelante, también se usa para fabricar abalorios; bienes de cierto

presti-gio que funcionan como moneda en el Canal de Santa Bárbara.

8.2. Ornamentación personal

Poseemos algunas noticias sobre el uso de materias de origen animal marino -conchas (nácar), perlas- en la ornamentación personal.

Cardona señala que, en el Puerto de La Paz -Baja California-, los indígenas “se componen con conchas de ostras labradas”.Pedro Porter señala que los indígenas del Cabo San Lucas Baja California- “llevaban al cuello colgadas conchas de nácar con muchos agujeros. Añade que los indígenas rayan las perlas con pedernal para colgarlas”.Señala, en otro lugar y refiriéndose a California genéricamente, que “los caciques y capitanes traen conchas labradas de nácar pendientes de los cuellos y algunas naciones se agujerean las narices y orejas y en ellas ponen con-chas”, que los indígenas “adornan las orejas y los cuellos con nácares”, y que las mujeres “cuelgan” las perlas “de los cuellos para adorno”. Miguel Costansó señala, sobre los indígenas de las islas y de la costa del Canal de Santa Bárbara, que “los indígenas lle-van una banderillas que sujetan entre los cabellos con diferentes dijes y avalorios de coral de varios colores”.Bodega y Quadra señala que los indígenas de Alaska -Puerto de Santa Cruz- “en las muñecas usan brazaletes de cobre, fierro o barba de ballena y en el cuello varios hilos de sus abalorios hechos de linero y que las niñas se adornan con una conchita que pasan por la ternilla de la nariz”.

8.3. Vestimenta

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8.4. Moneda

Miguel Costansó es quien refiere que los indígenas del Canal de Santa Bárbara, sacan de las islas “los abalorios de coral, que corren en vez de moneda por estas tierras; aunque tienen más estima-ción de los avalorios de vidrio que les daban los es-pañoles, ofreciéndoles todo cuánto poseen a cambio de ellos, como son bateas, pieles de nutria”. Los indígenas de la cornisa noroeste de California utili-zan sartas de conchas de Dentalium como dinero; en el resto del territorio las conchas de almeja cumplen la misma función (Paredes, 1992: 178).

9. APROVECHAMIENTO DE LOS RECURSOS DE SUBSISTENCIA DE ORIGEN ACUÁTICO

9.1. Usos del agua

El agua es un elemento material que contri-buye a la subsistencia vital de los indivíduos y ade-más, es una vía de comunicación -marítima, fluvial o lacustre- y de relación entre los individuos y los gru-pos de gran relevancia, sobre todo en lo que se refie-re al aprovechamiento de los refie-recursos marítimos pero también al intercambio de recursos y objetos (González Morales, 1999: 192). Bajo el siguiente epígrafe nos referiremos al agua como recurso de subsistencia. Más adelante, analizaremos el papel del agua como vía de comunicación y de relación.

Son muchas las referencias que contienen las fuentes escritas en torno al uso del agua entre los cazadores-recolectores. Comentaremos algunas de ellas; sobre todo las que nos parecen más expresivas. Los asentamientos se sitúan, con frecuencia, cerca de fuentes de agua potable. Vizcaíno señala que, en la ensenada de Santa Marina -Baja California-, “en tiempo de secas, beben los indios agua salobre de pozos que hacen cerca del agua salada”. Ortega señala que, junto a la Bahía de San Bernabé -Baja California- “hay una laguna de agua dulce de que se sustentan los indios”. Carbonel afirma que los indí-genas de la costa continental frente a la isla de Ce-rralbo -Baja California- reciben a los españoles “en sus rancherías, donde tienen sus aguajes”.Los espa-ñoles de esta expedición pidieron agua a los indíge-nas y “ellos mostraron un pozo que tenían de que ellos beben, y allí hinchimos alguna vasija, aunque el agua era algo gruesa”.Refiriéndose a otro lugar, este mismo relator afirma que “habiéndoles pedido agua por señas, nos pidieron las vasijas y que ellos nos las traían llenas; (los indígenas se quedaron con cuatro) aficionados a la suerte de las vasijas”. Pedro Porter afirma que los indígenas “beben de ojos de agua y carrizales”.

9.2. Recursos de subsistencia de origen animal: la alimentación de los cazadores-recolectores

9.2.1. Recursos de subsistencia

Muchos de los relatores señalan la impor-tancia de los recursos de subsistencia de origen acuá-tico en la alimentación y la dieta indígenas. Parece ser que, en las áreas costeras, los recursos de origen acuático se complementan con los de origen vegetal. Los indígenas consumen pescado y marisco -almeja, mejillón, sardinas, ostras, atún, salmón, bacalao, bonito, dorados, albacoras, tortuga- recursos vegeta-les silvestres -ciruelas, pitahayas, frutillas, mescale, bellotas, fruta más gruesa que castaña, avellanas, castañas, hierbas y raíces del monte- y caza -patos, garzas, conejos, venados, ballena, osos. Parece más importante el pescado que el marisco, y en el esque-ma general, más importantes los recursos de origen vegetal que los de origen acuático.

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algunas perlas, teniendo ellos grandes remeros de conchas de ellas de las que sacan y asan para comer”. Sobre los indígenas de Puerto Escondido -Baja Cali-fornia-, Esteban Carbonel señala que “ellas guisan y cargan la leña y que todo lo que comen es asado; el pescado es su principal mantenimiento”.

Pedro Porter afirma que los indígenas de California “viven de la pesca, particularmente del ostión, donde está la perla, y las queman para comer el pescado, vense de estas conchas montones muy altos por las playas”. Señala, sobre los indígenas del Cabo San Lucas -Baja California-, que “come la gente en este puerto atún, sardina, salmón, bacalao, bonitos, dorados y albacoras, que raros de éstos se hallan en las costas de la Nueva España”.Resume en otro lugar: “susténtanse del pescado”.

Isidro de Atondo refiere que, cerca del Puer-to de la Paz -Baja California-, descubrieron “dos indios en sus balsillas, vinieron a bordo más no qui-sieron entrar dentro (...), vinieron estos indios con una tortuga y la compramos y les dimos los hígados de ella y se los comieron crudos”. Señala que en la Bahía de San Carlos -Baja California- los indígenas les dieron “marisco asado”y que en un lugar cercano a esta bahía, a cambio de algunos cuchillos y géneros de mercería, los indígenas les ofrecieron “grosura y pedazos de tortuga”.

Miguel Costansó afirma que “el principal sustento de los indios que habitan la rivera de este puerto -se refiere a San Diego, Alta California- es el pescado; comen mucho marisco por la mayor facili-dad que tienen de cogerlo”. Bodega y Quadra afirma -sobre los indígenas de un puerto de Alaska- que “sus alimentos se reducen a pescado cocido o asado, ya fresco ya seco, varias yerbas y raíces del monte, carne de venado, ballena, osos y patos”. Iñigo Abbad afir-ma en su obra que Miguel Costansó anotó estas líneas en su diario de viaje -se refieren al Puerto de Canoas o de Asunta: “Nos dieron pescado tlatemado o asado en barbacoa, diciéndonos que comiéramos, mientras pescaban otro; del fresco trajeron tanta abundancia que hubiéramos podido cargar la recua, si hubiéramos tenido proporción de salarlo y prepa-rarlo; diéronnos más pescado seco sin sal”.

9.2.2. Formas de procesado de los recursos

Son interesantes las formas de procesado de los alimentos para el consumo. Así, el pescado se consume fresco o crudo, asado, cocido, seco -sin utilizar la sal, precisa la fuente- y tlatemado -asado en barbacoa. Los hígados de una tortuga también se consumen crudos. Los mariscos -moluscos, ostras- se consumen por lo general asados ya que, como hemos señalado con anterioridad, muchas fuentes señalan que los indígenas queman las ostras para obtener su alimento.

9.2.3. Almacenamiento y transporte de los recursos

No existe la artesanía cerámica entre los cazadores-recolectores de California, pero sí una importante y compleja cestería que satisface sus nece-sidades técnicas, especialmente en lo que se refiere al almacenamiento de los recursos y al transporte de la recolección. Las embarcaciones, lo hemos señalado ya, son un medio de transporte; son, como hemos visto, de diferente tipo, capacidad y consistencia. Porter señala, por otro lado, que en la ensenada de San Martín -Baja California- los indígenas “tomaron contentos sus dádivas y regalos en unas redecillas que traen en las cabezas”.

10. DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO

Las fuentes señalan cierta división sexual del trabajo entre los cazadores-recolectores de Califor-nia. Mujeres y hombres participan en las actividades de subsistencia relacionadas con el aprovechamiento de los recursos acuáticos. No obstante, las fuentes parecen señalar que mientras las mujeres participan en las labores de marisqueo, no participan en la pesca. Así, Pedro Porter afirma, en lo que se refiere a las ostras, que “así hombres como mujeres saben pescarlas”. Isidro de Atondo señala que cerca de San Pedro -Baja California-, en la costa, encontraron “doce indias y muchachas gentiles que estaban ma-riscando”, y que en otro paraje “algunos gentiles y mujeres que estaban mariscando nos regalaron con pescado y almejas”.

“Susténtanse como marítimos del pescado que cogen los hombres -afirma Porter- y de raíces y frutas que buscan las mujeres”. Las mujeres, por tanto, participarían más activamente en las activida-des relacionadas con el aprovechamiento de los re-cursos vegetales. Al parecer, son también las mujeres las que desempeñan un papel más activo en el proce-sado de los alimentos. Carbonel afirma que en Puer-to Escondido -Baja California- “ellas guisan y cargan la leña”.A esta referencia podemos unir otras en este mismo sentido. Vizcaíno afirma que se hallóen la playa mucha cantidad de indios y las mujeres nos recibieron con sardinas asadas y una frutilla asada a manera de camotes; las indias dieron agua en unos como frascos que por dentro eran como de bejucos y de fuera en barniz muy fuerte”.Carbonel afirma que le dio una “india medio pescado asado”.

11. PATRONES DE ASENTAMIENTO Y MOVILIDAD

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los puertos a donde, por el frío, asisten menos en invierno”, reflejando la existencia de patrones de asentamiento temporales y estacionales.

La mayor parte de las referencias con las que contamos se refieren a los puertos meridionales de la Baja California. Son varios los relatores que afirman que los indígenas que aprovechan los recursos marítimos poseen sus asentamientos -“rancherías” en el interior. Así, fray Antonio de la Ascensión señala, refiriéndose a la Bahía de San Bernabé, que “los indios acuden a la bahía a sus pesquerías, así de hostiones de perlas como de otros muchos pescados”, y refiriéndose a la Bahía de San Hipólito, afirma que “acuden muchos indios de la tierra adentro a sus pesquerías y se parecía por ella los caminos harto usados y trillados, señal del grande gentío que hay por aquí”. La existencia de vías de comunicación, y como veremos más adelante, tam-bién de comercio, de la costa hacia el interior, es apuntada también por el propio Sebastián Vizcaíno quién señala que, en una ensenada cercana a la de San Bartolomé, “había hallado unas rancherías de indios, y en sus casillas tenían pellejos de lobos mari-nos de que hacían cacles, y de allí iban tierra adentro muchos caminos y señal de mucha gente”.

Nicolás de Cardona afirma, refiriéndose a la costa del Puerto de La Paz, que “los naturales tienen muchas poblaciones la tierra adentro”y, refiriéndose al propio puerto de La Paz, que “los indios asisten la tierra adentro, lejos de este puerto, señalando hacia la parte del norte”. La misma idea señala Esteban Carbonel con respecto a este puerto cuando dice que los indígenas “habían venido por agua desde sus ranchos, que están más de un cuarto de legua de allí”.La distancia señalada, unos siete y ocho kilóme-tros, se salva a través de las vías de comunicación fluviales, que como indican otros relatores, también son vías de comercio. Así, Francisco de Ortega ofrece información sobre alguno de los productos que parti-cipan en estos intercambios cuando dice que los indígenas del Puerto de La Paz “también conocieron el maíz, dando a entender haber mucho de ello la tierra adentro y traerlo ellos en recompensa del pes-cado y tal que llevan, que es su trato”. Pedro Porter señala lo mismo cuando dice que “aunque estos indios marítimos no tienen maíz, lo comen”. Por último, Sebastián Vizcaíno señala, refiriéndose a la Bahía de San Francisco4, que hallaron “en las

ran-cherías de los indios unos cuernos como de cabras, que los grandes dicen ser de búfalo, y los dichos indi-os dijeron por señas habían ganado en la tierra aden-tro”.

No obstante, algunas fuentes hablan de la existencia de rancherías muy numerosas en las pla-yas. Así, Sebastián Vizcaíno dice que, en la ensenada

4 Pequeña ensenada en Baja California, que no debe confundirse ni

con la Bahía de San Francisco de la que habla Rodríguez Cermeño -hoy Drake´s Bay- ni con la Bahía de San Francisco actual, descu-bierta en 1769.

de las Once Mil Vírgenes -Baja California- “halló en la playa tras rancherías de indios con sus hijos y mujeres tan sosegados y sin alborotarse como si mu-chos días nos hubiera que nos hubiéramos tratado”, y que en la isla de Santa Catalina -Canal de Santa Bárbara, Alta California- “hallose en la playa mucha cantidad de indios y las mujeres nos recibieron con sardinas asadas y una frutilla a manera de camotes (...) halláronse presentes más de ciento cincuenta indios”.Los indígenas de esta misma playa conducen a los hombres de Vizcaíno, en sus canoas, hacia otro lugar de la isla donde hay un puerto y ellos tienen sus casas. Afirma Vizcaíno que “había en la playa un pueblo y más de trescientos indios e indias, mucha-chos y hombres”. La fragata de la expedición, que visitó otra de las islas del Canal –“la isla de en me-dio”- refiere también que “había un pueblo, y que tenían más de doscientas casas grandes, que en cada una de ellas vivían más de cuarenta indios”.

Los relatores destacan también, en Alta California, la movilidad de los asentamientos indíge-nas. Miguel Costansó afirma que los indígenas del Puerto de Monterrey “viven en la sierra; los más cercanos a la playa distan de ella como legua y me-dia, bajan a veces y salen a pescar en sus balsitas de enea, pero no debe ser la pesca su principal mante-nimiento y sólo recurrirán a ella cuando les ayudare poco la caza, que abunda en el interior de la sierra, sobre todo la de verrendo y venado”.Costansó seña-la también, refiriéndose al Puerto de San Diego, que

a tiro de fusil desviado de él —de un río— y fuera del monte se descubría un pueblo o ranchería de los mismos gentiles, compuestos de varias enramadas y chozas de figura piramidal cubiertas de tierra (...) constaría de treinta a cuarenta familias y a un lado de él se reparaba una cerca hecha de ramas y troncos de árboles, en donde dieron a entender que se refu-giaban para defenderse de sus enemigos, cuando se veían acometidos, fortificación inexpugnable a las armas usadas entre ellos”.Bodega y Quadra señala, refiriéndose a Alaska, que “las casas en las que”los indígenas “habitan en las playas son de poca conside-ración y ninguna subsistencia, de modo que el día que se les antoja mudarse, lo que hacen con mucha frecuencia, cargan con la casa que se compone de cuatro palos en forma de tijera y varias cortezas de árbol con que la cubren”.

Hemos señalado, en párrafos anteriores, la existencia de vías de comunicación y comercio entre los asentamientos costeros y los asentamientos del interior. A continuación, analizaremos las vías de comunicación y comercio marítimas, establecidas entre los asentamientos de la costa y los asentamien-tos de las islas cercanas.

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estas islas tienen su trato y contrato con los de tierra firme, y podrá ser que sean vasallos de un reyezuelo que de la tierra firme vino en una canoa con ocho remeros y con un hijo suyo a vernos y a convidarnos fuésemos a su tierra, que él nos regalaría y proveería lo que tuviéramos necesidad y él tuviese”.Añade que el “reyezuelo” se había acercado a ellos “porque los moradores de estas islas le habían avisado”. Los indígenas del Canal de Santa Bárbara, según afirma Miguel Costansó, “tienen comunicación y comercio con los naturales de las islas, de donde sacan los abalorios de coral, que corren en vez de moneda por estas tierras; aunque tienen más estimación de los avalorios de vidrio que les daban los españoles, ofre-ciéndoles todo cuánto poseen a cambio de ellos, como son bateas, pieles de nutria”.

Los relatores ofrecen similares pautas res-pecto a la Baja California. Así, Gonzalo de Francia señala que la Isla de Mujeres, frente al Puerto de La Paz, “estaba sin gente, que no pasan a ella sino en tiempo de verano, en unas balsillas que hacen de canal”.Francisco de Ortega señala que en las costas del sur de California, probablemente cerca del Puer-to de La Paz, “hay unas islas a cuatro leguas de tierra firme y en ellas hay muchos comederos de conchas de nácar, y los indios continúan en tiempo de seca su ida a ellos en sus piraguas”. Nicolás de Cardona señala que, a la altura de 30º, “hay una isla grande poblada de indios pescadores, que estaba distante de tierra firme una legua”y que los indígenas de ésta “se comunicaban con la gente de ella”. Pedro Porter señala que los indígenas “atraviesan de la tierra firme a las islas que están en el golfo, que unas están po-bladas continuamente y otras sólo tienen gente que pasa de la tierra firme mientras duran las aguas, que son los meses de agosto, septiembre y octubre; sólo asisten en tiempo de verano”. Todas estas noticias parecen referirse al aprovechamiento estival de los comederos de ostras isleños por parte de los habitan-tes de la costa continental. Al parecer, establecerían temporalmente sus asentamientos en estas islas, aun-que algunas de ellas podrían estar pobladas conti-nuamente. Las noticias que se refieren a la Alta Cali-fornia, en concreto al Canal de Santa Bárbara, dejan claro que las islas del Canal son islas pobladas y que las relaciones que se establecen con los pobladores de la costa continental son de intercambio, no tanto de recursos de la parte de los isleños) como de bienes -posiblemente bateas y pieles, que es lo que ofrecen a los españoles- y abalorios de coral, que como hemos señalado, pudieron funcionar como moneda simbóli-ca.

12. PROBLEMAS RELACIONADOS CON EL CONTROL DE LOS RECURSOS

Algunos de los problemas relacionados con el control de los recursos -que comportan expresiones de violencia-se hallan vinculados con una cierta idea

de territorialidad entre los grupos indígenas de Cali-fornia.

No parecen ser poco frecuentes los enfren-tamientos entre grupos indígenas por el control del aprovechamiento de los recursos. Tanto enfrenta-mientos entre los indígenas asentados en las áreas costeras y los asentados en áreas del interior, como entre los indígenas asentados o que aprovechan áreas costeras cercanas. Las noticias que tenemos se refie-ren sobre todo al territorio de Baja California. No obstante, ya hemos señalado anteriormente la exis-tencia de una suerte de fortificación en un asenta-miento costero de la Bahía de San Diego -Alta Cali-fornia.

Esteban Carbonel señala, refiriéndose al Puerto de La Paz, que “los indios de esta bahía son los que les mataron ocho compañeros a los indios de la Bahía de las Palmas, sobre defender que no toma-sen agua y que no matatoma-sen el pescado de la dicha su bahía”. No es el único enfrentamiento por el control de los recursos marítimos del que nos informan las fuentes. Pedro Porter refiere un episodio muy signifi-cativo, situado en el Cabo San Lucas. Cuenta que “varó una ballena en la costa y en cinco días la hicie-ron pedazos los indios con sus hachas, que son de piedra; los indios de tierra adentro con quien traen guerra y se llaman los guaicuros quisieron venir a la ballena, pero los marítimos dieron a entender que necesitaban el favor de los españoles”. Los hombres de Porter participan en una escaramuza indígena, “con que los de puerto -concluye el relator- queda-ron agradecidos”.

Pedro Porter ofrece más información relati-va a estos enfrentamientos. Señala que “de los indios de las costas es muy difícil adquirir noticias, así por la variedad de lenguas (...) como porque en cuantas partes he estado traen unos con otros cruelísimas guerras y no se comunican los marítimos con los de la tierra adentro (...) (y con ayuda de los españoles) también aseguran el poder gozar sin sobresalto de las pesquerías y frutos silvestres que tienen en aquellas costas (...) sus enemigos, los de tierra adentro, les habían muerto gente y no les dejaban gozar de las muchas comodidades de aquellas pesquerías, que son grandes y (confiados por la protección de los españo-les) se juntaron los de la California como los de las islas vecinas y (...) fueron viniendo por tierra mucha gente y por mar llegaron más de ochenta balsas, y todos se ocuparon de coger pescado y un género de ciruelas amarillas que había entonces en la costa muy sabrosas. Porter afirma, en otra ocasión, que los indígenas habían estado, por miedo de los enemigos, ausentes del puestos donde podían cogerlas -se refiere a las perlas- y que ellos se ocupaban con poco gusto de bucear mientras con ellos no viniesen españoles”.

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entender estos naturales que tenían guerras con los de la nación Edu”.

Como se desprende de estos textos, los en-frentamientos se producen principalmente por el control de los recursos marítimos -aprovechamiento del pescado y de los moluscos- pero también por el aprovechamiento de los recursos vegetales silvestres de las áreas costeras.

13. CONCLUSIONES

En la segunda mitad del siglo XVIII, en su

Breve descripción de las Californias según las últimas y más verídicas noticias hasta el presente de 1764, el fraile capu-chino fray Francisco de Ajofrín señala que “la Mon-taña más áspera, la Galicia más pobre y la Vizcaya más ruda, no cría gente tan poco culta, tan falta de especies, y tan flaca de fuerzas en el alma y en el cuerpo como los pobres indios californios”.Sus apre-ciaciones no se detienen aquí; denomina “bárbaros, perezosos, estúpidos, inconstantes, pusilánimes, en extremo cobardes, sin ánimo ni valor”a los indígenas de América y añade que “obran sin objeto, sin re-flexión, ni conocimiento”. Afirma que “se dudó en los principios si eran o no racionales, aunque todos estos indios pueden pasar plaza de Demóstenes y ser catedráticos de los californios en lo civil y político”. Añade que los indígenas son “bichos y pobres infeli-ces y que son raras monstruosidades y barbaries”sus costumbres; que “su entendimiento avanza poco más de sus ojos”y quesus discursos apenas pasan de las primeras aprehensas de lo que ven”. Concluye di-ciendo que, “con ser este el carácter común de todos los indios aún son maestros sutilísimos de los estúpi-dos californios”.

A lo largo de tres siglos, desde el XVI al XVIII, los expedicionarios que entran en contacto con los indígenas de California -cazadores-recolectores- intentan reflejar y a veces explicar los modos de vida que aparecen frente a sus ojos. Las palabras de Ajofrín tienen poco qué ver con las pala-bras que los expedicionarios dejaron escritas en sus diarios de viaje, relaciones y autos. Gonzalo de Fran-cia, miembro de la expedición de Sebastián Vizcaí-no, afirma a principios del siglo XVII que “los indios que habitan en las costas no son labradores, sino indios que se sustentan del marisco”. Nicolás de Cardona afirma, también en la primera mitad del siglo XVII, que los indígenas de Baja California “no tienen mantenimiento de consideración, pulicía ni sementeras, porque es gente pescadora y holgazana, que se mudan de un sitio a otro conforme anda el cordumen de pexe y cría de ostiones”. Iñigo Abbad y Lasierra, a finales del siglo XVIII, omite en su obra sobre los habitantes de California“sus habilidades e inclinaciones para la caza, la cual debe considerarse como no necesaria y aún descuidada entre estos pueblos, haciendo atención a que todos los comesti-bles ofrecidos en las muchas rancherías a nuestros exploradores no se componía sino de pescado, o

fresco o seco o tlatemado, o de semillas, bellota, atole, gachas y otras diferentes comidas”.

Desde las primeras expediciones hasta las últimas, las personas y los documentos van perfilando la imagen de los cazadores-recolectores de Califor-nia. Nos ha parecido que las referencias anteriormen-te señaladas son las que mejor resumen la imagen que sobre el aprovechamiento de los recursos acuáti-cos nos ofrecen las fuentes escritas. Mientras Gonzalo de Francia subraya que los indígenas de California no son agricultores, sino pescadores; Nicolás de Car-dona destaca la movilidad de éstos e Iñigo Abbad opone el carácter recolector y pescador, al cazador.

A la luz de todo lo que antecede a estas conclusiones, podemos afirmar la importancia del aprovechamiento de los recursos acuáticos entre los cazadores-recolectores de California y también de Alaska. Sobre todo, de las actividades de pesca y marisqueo frente a las actividades cinegéticas -escasamente representadas en las fuentes escritas- y en relación con el aprovechamiento de los recursos vegetales -fundamental en la economía del área.

Si las actividades de pesca son importantes en todo el litoral considerado, parece que las activi-dades de marisqueo son más importantes en Baja California. Existe, en nuestra opinión, una relación muy estrecha entre la distribución geográfica de los recursos y la explotación humana de los mismos. La importancia de los recursos marítimos viene dada por la disponibilidad de los mismos. Destaca la va-riedad de las especies y la abundancia de las mismas.

Las fuentes nos ofrecen información sobre las estrategias de explotación del espacio, y en rela-ción con ello, sobre los patrones de asentamiento y la movilidad de los grupos indígenas. La densidad de población parece ser bastante alta, o al menos el tamaño de los grupos, así lo sugiere. Los asentamien-tos más estables se hallan situados a unas distancia de la línea de costa que oscila entre el cuarto de legua y las cuatro leguas (de 4 a 15 kms, aprox.). Los cazado-res-recolectores establecen otros asentamientos de carácter provisional, estacional y ocasional en la propia línea de costa -en las playas-, cuyo fin es la explotación de los recursos marinos. Desde estos asentamientos, con estructuras de habitación poco consistentes, y dada la existencia de embarcaciones en casi todos los grupos, pueden aprovechar áreas de costa más amplias y los recursos de las islas cercanas a ellas. Los desplazamientos son más o menos largos en función de las necesidades y del tipo de recursos que se aprovechan. Algunos de estos desplazamientos son netamente estacionales.

Podemos concluir que la movilidad -tanto residencial como traslacional- de estos grupos tiene un importante peso en lo que a la explotación del espacio y aprovechamiento de recursos de subsisten-cia de refiere.

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vías de intercambios circulan tanto bienes de consu-mo -recursos de subsistencia- coconsu-mo bienes de presti-gio.

Alain Testart, en su obra Les chasseurs-cueilleurs ou l´origine des inegalités, publicada en 1982, explica que tanto los cazadores-recolectores de la Costa Noroeste como los de California han sido calificados como “excepcionales” (Testart, 1982: 18). Son grupos cazadores-recolectores sedentarios cuyo sistema tecno-económico se basa en la explotación de los recursos alimentarios estacionales, que son lo suficientemente abundantes como para constituir la alimentación de base, y en la recolección masiva de estos recursos y el almacenamiento de los mismos (Testart, 1982: 59). Según Testart estos sistemas tecno-económicos se hallan relacionados con una cierta sedentariedad, con una fuerte densidad demo-gráfica, con un desarrollo de la riqueza y de las des-igualdades sociales, y con otros aspectos tales como la cerámica, la división social del trabajo, los intercam-bios económicos, la guerra y las fiestas estacionales (Testart, 1982: 59).

Las actividades más importantes entre los cazadores-recolectores de California y la Costa No-roeste son la pesca y la recolección. Son, ante todo y según las fuentes escritas de los siglos XVI, XVII y XVIII, grupos recolectores y pescadores.

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes editadas*

Expediciones

SEBASTIÁN VIZCAÍNO

Relación que Sebastián Vizcaíno, a cuyo cargo fue la jornada de las Californias, da para el Rey nuestro señor.

Archivo General de Indias. Audiencia de Guadalajara. Leg. 133.

en PORTILLO, A. del (1982): Descubrimientos y ex-ploraciones de las costas de California, 1532-1650. Ed. Rialp, Madrid: pgs. 339-345.

Relación breve en que se da noticia del descubrimiento que se hizo en la Nueva España en la Mar del Sur... por el padre fray Antonio de la Ascensión, religioso carmelita descalzo ... México, 12 de octubre de 1620

Biblioteca Nacional, ms. 3042, fols. 21-35

en PORTILLO, A. del (1982): Descubrimientos y ex-ploraciones de las costas de California, 1532-1650. Ed. Rialp, Madrid: pgs: 398- 415.

en MATHES, W.M. (ed.; 1965): I, II, pgs. 1175-1202.

Parecer que dio el padre Fr. Antonio de la Ascensión ... con-secuente a la real orden de 2 de agosto de 1628.

Museo Naval de Madrid. Navarrete, XIX, 12, fols. 193-95.

en PORTILLO, A. del (1982): Descubrimientos y ex-ploraciones de las costas de California, 1532-1650. Ed. Rialp, Madrid: pgs. 418-421.

Segundo parecer del padre Fray Antonio de la Ascensión del orden de Carmelitas descalzos.

Museo Naval de Madrid. Navarrete, XIX, 16, fols. 212-14.

en PORTILLO, A. del (1982): Descubrimientos y ex-ploraciones de las costas de California, 1532-1650. Ed. Rialp, Madrid: pgs. 422-425.

Parecer que dio Enrico Martínez, cosmógrafo de S.M. en Gueguetoca.

Museo Naval de Madrid. Navarrete, XIX, doc. 19. en PORTILLO, A. del (1982): Descubrimientos y ex-ploraciones de las costas de California, 1532-1650. Ed. Rialp, Madrid: pgs. 426-430.

Relación o diario muy circunstanciado del viaje que hizo el general Sebastián Vizcaíno.

en MATHES, W.M. (1965): Californiana I. José Po-rrúa, Madrid: pgs.

Parecer que dio en México a 27 de mayo de 1629 Gonzalo de Francia.

Archivo General de Indias, Patronato 30 /Guadalajara 133

Museo Naval de Madrid, Navarrete XIX.

en MATHES, (1965): Californiana I. José Porrúa, Madrid.

NICOLÁS DE CARDONA

Memorial impreso de Nicolás de Cardona relatando sus ser-vicios en relación con el descubrimiento de California. Archivo General de Indias. Audiencia de Guadalajara. Leg. 133.

en PORTILLO, A. del (1982): Descubrimientos y ex-ploraciones de las costas de California, 1532-1650. Ed. Rialp, Madrid: pgs. 431-439.

* Hemos manejado fuentes manuscritas que han sido editadas. A

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