LUDWIG
TlECK
l a s cosas superfluas
de
la vida
En
uno de los inviernos más duros que hayamos soprkadose pmdujo, hacia fines de febrero, un tumulto extraño sobre a y o . d e n , transcurso y apaciguamiento corrieran en la capitd del reino los rumores m4s extraños y contradictorios. Cuando todo
el
mundo pretende hablar y narroir sin conocer el objeto de su rela- to, es natural que tambibn lo comhn adopte el colorido de lafhbala.
El
sucaso tuvo lugar en unade
las callejas d s angostas de1 muy poblada suburbio. Ora decían que un traidor y rebelde h b í a sido descubierto y tomado preso por la policía, ora que un atea hermanado con otros ateos dispuestos a arrancar de raizel
cristianismo se Eiabia rendido alas
autoridadesluego
de una m n c i a porfw 41 quedaría encardado basta quela
sddd le hubiera inspirado mejores principios y convicciones. T e ~ o previamente se había defendido en su depiamentu con
viejos m b u c e s
de
tirodoble
y hasta con un c a í h , yhalda
.corrido sangre antes de que se rindiera
de
m d o que tantoel
m- < si- comoel
tribunal del crimen estarian dispuestos a solici- -tar su ajusticiamiento.Un
zapatero de inclinaciones polltiw .p e k d a saber que el preso era un emisario que, en su m&er
de
jefede
muchas sociedades semetas, ataría vinculado intima- mente con todos los mvohcionarios europeos;habría
movidotodos los hilos en París, Londres y España, asi como m
h
provimias orientales, yfdtda
poco para que enel
extremo de , la India estallara una rebeiión gigantesca que luego avanzaría,si fuera e1 d e r a , hacia Eurapai y haría arder en llama t d a s Ias materias inflamables.
Pero lo
cierto esfo
siguiente: en una casa sehabía
aiginado
un
tumulto y alguien se ocupó dellamar
ala
mhtras
la
gentearmaba
un
buen alboroto; fuego
inteMnieron
hombms
de &a distiPguido y despues de un raton
h
hanqzdadsin
quere
comprendi-d
? -. 1 , ' L . ? -
,
. / . ,
. t . I. . -
.,-
, - A' 7;SS'
'-
1 L U D W ~ G TIECC , *1 > \*
tado de
'completo desorden y destrucción. Todos ycada
qno - in-ael
asunto según selo
explicaron e1 capricho ola
- fantasía. Luego los dsbafSjles y carpinteros arreglaronlos
daños.
,En
la casa habia vivido UP hombre desconocido parak
vecindad. ¿Era un sabio?
¿Un
plítico?¿Un
nativodel
lugar?¿Un
forastero? Nadie, ni siquierael
más inteligente,sabia
dar
- una infonnaci6n satisfactoria sobre este punto.Lo
cimto es que este hombre desconocido vivía muy tran-' quilo y rethdo; nunca se lo encontraba enlos
paseos o lugares *bIicos.No
a a nada viejo su aspecto era saludable; su jovenmujer, que junto con
81
r e d culto ala
soledad, bien podiaIla-
marse una beldad.
Iá
Ehe alrededor de Navidad cuando este joven, sentado en m .
> piecita muy cerca
de
la estufa,le habl6
a su mujer:-Ya
sabss,
querida Clara, cuánto quiera y venero
al
Sietequesos'
de nu- . ,Jsrui
Faul, p r o si este humorista se hallara en nuestra situaei6n.aie resultaría problemático saber obmo se
las
megiaria.¿No
es vadad, qumidita, que almatodos
nuestrosmedim
par%een ago-tados? - I
-Cierto, Enrique --pondi& ella con una sonrisa acompa- ñada de un suspiro-, pero sf tú, el
m b
quddode
tdos los h-b,
sigues a t a d o contento y sereno, QO me puedo sentir húdiz , .m,su p s e d a .
-~~
dicba no son sinopalabras
h u m
-ruplicb.
m-;
cunDdO tú me seguíste a b ~ n d o n s d ~ tu casi ptmg * . , cuando dejaste magnánimamente r causa mía todas las d-deracioaes,
nussm
destino fue& m a l a ~ s N u a i -
1tio santo y seña se
llamaba
amar
y vivir; no nosdebia
importar. en absoluto &no$ viviríamos en adelante.Y
ahora me g u s t a h-
pr&mtarie
dede
lohwado
del cordn: en toda Europa, ~ q u hpuede
considerarse tanfeliz
como yo?-Ea
quenos
faltan casi todaslas
cosas A j o e&-,mmerrrwr
:d
--al otro. Cuando me uní caqtigo sabia que no eras rico,y
s ti
iro m te empaba que yo ao @allevar
nada de mi*
a
Así
la p o k seha
fundido c m nuwtro amor, y e&pipdta, mtstra conversaci6n, nusstra
h
a
de
miramos ycon-
.tmnplar la -&a
del
ser amado, son nue- vida.-1hi
H!
e yde
pua alm
h a n * .dos, iolitsri& y dispersos nos
hanPrLmoi
abma en m& dek
turbade
los círculos sociales1 !Allí, qu6 miradas, qu4 con-' saciom, apretones de mams y formas de perisarfDe
ese modo, seria p6s';ble dom&ar a los arrimales e incluso a las marionetas- para que hicieran cumplidos
y pnunciaran esas frases
hechas.
Aquí estamos, pues, tesoro mío, c o m Adán y Eva en nuestro paraíso, y ninghn Angel tiene la ocurrencia, totalmente super- flua, de expulsarnos.S b l o que -dijo ella con alguna pusilanimidad-,
h
ldia
empieza a faltar
del
todo y este invierno es el más duro queba
conocido hasta ahora.Enrique solt6 una carcajada. -Mira -exclamh-, tenga que reírme con malicia, pero todavía no es la risa de la desespera- ci6n, sino la que surge de mi perplejidad, porque no sé en
abo-
luto de d6nde sacar dinero. Pero los medios ya se habrán; pues les inimaghable que nos muramos de frío con un amartan caluroso, con sangre tan caliente como
la
nuestra1 ~Com- -,.
pletamente imposiblel
Ella le sonri6 amablemente y replicó: -Ojalh hubiera mi- do unos vestidos para venderlos o hubiera en nuestra peque&
casa unas jarras de bronce almireces u dIas de
bronce
super- fluas; entonoes seríafacil
b r una ialucióii.-Asi es -dijo 81 con tono travieso-; si fuhramos m i l b
mdos como ese Sietequesos, no sería ningún mérito comprar
I d a
y mejom dimentos.¿a
mujer echó una mirada ha&La
es& do&, parael
m& pobre de los almuwzos, estaba cocinando pan remojado en agua, un plato que haMa de ser rematado con un pocode
' manteca para pb.-Míeniras
th
inspeccionas nuestra cocina -dijo E a u e - , y led a
ias 6rdenes m e n t e s alcochero^
yo me dedi& a mis estudios. Si no se m e hubiera acabadola
tinta, el papl ylab
plumas, con cuhnto gusto volvería a escribir, también me agradadaleer
aIguna cosa, sea lo que fuere, contal de
tener un liim.-Tienes que pensar, queridisimo -dijo Clara y lo miró so- carronamente-, espero que las ideas todavía
no
se te haymacabado.
es
tan a x t d d o ypesado
que requerirátu
entera atención;-m
te dhhaigas mabdutu,
caso
contrario nuestxa situaciónm
n6mica p d r h resedme.
Y
como me voyahora
a .mí biblioteca, d&m~-&anquilo por el momento, pues tengo que aumentar miscmdmientos y ofrecer pasto a mi
espíritu
-El
es í m b -dijo la mujer para si misma y se ri6 alegre-mm*.
[Y
es
tan hermoso1-Releer&, pues, mi diario -dijo Enrique-, lo empecé en
tiempos
pasados y me interesa estudiarlo al revés, es decir, c+ e r por el final e ir prepándome paulatinamente para el comienzo, conel
finde
comprenderio un tanto mejor.Todo
sa- ber authntim, toda obrade
arte y todo pensamiento metódico siempre deben unirse en uncfrculo
y vincularlo
más íntima- mente posibleel
comienzo yel
fin, asi como la serpientese
la
cala:
stnbolo de
h
eternidad o -mejor a h -símbolo
del
enteadimiento yde
todo lo
acertado, como afinno yo.Entonces, a media voz, 1 en la Última página: -Se co-
noce un
mento segGn el ni?
un criminal furioso, condenado a morir dehambre,
se va comiendo8
mismo; enel
fondo no esm&
quela fhbula
de la irida y del hombre. En el primer caso md b
pbnmecieronel
estómago y la deíitadura;en
e i nuestPo sobrevive el alma, como llaman a lo incomprensible. Pero en cuanto ab
extemo, yo, en forma parecida, tambiénhe
mudadoy
he
muerto. Era casi ridiculo que tuviera a b un trajede
con a-b,
yo queno
salgo m c a .En
el
eumpk-" e
años de mi mujer me le presentad conchleco
ym
mangasde
c a d a , pwque setía poco apropido festejar rr gente admitida
ea
h
cwb vestido con un saco bastante gastada-Aquí
termina
la phgb yel
librom acaba
-dijo Enri- q u hTodo
el mudo sabe que nuestros traje¶ de frac son uriavwtimeata est6pda y
de
mal gusto; todos Qitican esta m m --midad, pero d e pone manos a
la obra,
como yo,pm
des-
bticdzm d
-
de &os trastoaviefos,
h
cierto es queaaWa
no
pdré
enterarme, ni siquiera pml a
diarios, desi
otras personas pensantes han seguido mis airevidos~~.
Dio
mIta la
p á g i ~ley&
-Se puede vivir tambihns e d i e t a s . Si flsnso en &o nuepha forma
de
vidab.
pasado a =.cada vezm b
imitadbn,remedo
y tapa agujeros, sientouii vdadero
o&bada
n m avara y mezquina centuria.Ya
que egta a mi alcance, tomo la
decisihn
de
vivir alestilo
de
tas miserables servilletas fueron inventadas -y
los
ingleses4;
neos
lo
recuerdan aún con desprecio- para protegerel
manbL Por lo tanto, si es una magnanimidad no respetarel
mantel, doy un pasom b
y declaro que ese mantel, junto con las servilletas, es superfluo, Ambas cosas serbu vendidas para comer enla
popiamesa
limpia, al modode
los patriarcas, ala
m a m a
de,
, i¿y bien?, ¿de qué pueblos? iNo interesa!
Muchos
bombres co-men
sin tener mesa.Y,
como
queda dicho,
no
echo
estaspen-
das de mi casa por parsimonia cínica, al modo
de
Diógenes, sino,por
el
contrario, con cierta sensacihn de bienestar, para no con- vertinne, como se hace en la &poca actual, en derrochador a causa de haber ahorrado con estuddez.-Acataste -dijo
la
e s h a sonri8ndose-, pero en ese en- tonces viviamos aGn opipeiramente gracias ala
ventade
esas cosas su~erfluas.A
menudo tuvimoshasta
dos
datos.hs-esposos se sentaron a la mesa para
dar
cuentade
la
más modesta de las comidas. Quien los hubiera visto, losdebe-
ría haber considerado envidiables por la alegría y aun
la
bavem-ra que mostraban en su simple comida.
U m
vez terminadala:
sopade
pan, Clara, w n expresión socarrona, sacóde
la
estufaun
plato cubierto sirvid a su esposo, sorprendido, unas papas.
-1Mi-
ra -exclam& e
f
joven-, esto si que esdar
una alegría secreta aquien se
ba
M s d o conel
estudio de muchoslibros! ~ E d a
rica manzana
de la
tierra ha mntnbuido a la hansforrnacibnde
Europ! lQue viva WalterRdeigh
2, elMrmt
. . .
-Chocaron
IQS
vasos de agua y Enrique investigb si el entusiasmo nohabía
producida una rajadura en eI vaso. -Los dncipas mbs a m h -lados
de ia antigüedad a j oluego-,
nos envidiaríanel
inwxitade
mestros vasos ordinarios. Tiene que ser aburrido beber en mpnes de oro, especialmente una como &a: hermosa,puta, sana. En nuestros vasos flota la ola refresate tan a b gremente crigaiina, tan unida
al
vaso, que uno de veras se sien- te tentado a creer quel i h
el propio 4tm vuelto liquido...
Ha
termimiado la comida, abradmonos!-Para mmbiar -dijo eiia-, d r i a m m correr nuwtrss s i i b hacia
la
ventana.ncadenados;
$610
e1 cieloibn por nuestra mejor
Clara y tom6 la mano Y I
S
dedos
finos y deigados-, TI& e10 con las queel
río dirm6 siempre que e$-darían más calor a
la
ha-
en
torno
a nue-do
-1 -re&6ella
s comentarios datos yr ,.
1 * .
* ?
L A S COSAS SUPERFLUAS DE LA VJDA 71 -
\
a t e , coradn mío -contest6
el
marido-, nones
des-viemos a esa región y no me tratei de "usted* ni siquiera en h a . .
.
Terminado nuestro banquete estudiaré un poco más - mi diario en forma retrospectiva. Si estos mon6logos me ense-ñan en estos momentos algunas cosas sobre mí mismo, cuánto
más habrbn de hacerlo en mi vejez Un diario, p e d e contener otra cosa que mon~logos? iAh, si!, un espíritu artístico m u y
profundo
Mía
imaginarlo
yescribirlo como
diáiogo.
Pero
muy riras wces escucharnos esa segunda voz en nuestro fuero fn- timo.1Es
natural! Entre miles, muy pocos son los hombres. ca-paoes de entender y responder a un ser sensato, cuando
la
con- versacibn se sale de los carriles acostumbrados.-Muy cierto -0bserv6 Clara-, y por ello se ha inventado el matrimonio como la consagración más insigne. La mujer siem- pre p e e en su amor esa segunda vez que contesta o
el
contra- llamado pertinente del espíritu.Y
créeme,lo
que vosotros con vuestra petulancia varonil a menudoIlamhis
nuestra estupidezo miopía o
falta de
filosofía, incapaddad de penetrar enla
rea- lidd, &o es, con frecuencia, el auténtico M o g ode
los esplri-tus, el complemento
de
vuestro secreto anímico 0la
c o n s o n a d, d o s a con
&l.
PeroLa
mawría de losh o m h ,
es dedo,d o disfrutan
de
un eco resonante yllaman
son natural, tonodel
alma
a aquello que es Gnicarnente el sonido imitador y repetidorde
flores retbricas Uicomptendidas. Este es a menudosu
idea1 femeninodel
cual se enamoran mortalmente.-$lh
Angel1 ~cielos! -exclamó el marido con entusiasmo-, ssi es, nos comprendemos; nuestro amor constituye el verdade- ro matrimonio ytb
alumbras y completas usa región de mi in- terior donde se manifiestan la penuria o la oscuridad. Silos
O ~ O &ten, S no
deben
faltar tamporo el sentido yel
oídopara
escucharlos e intepaetarlos.Un largo abrazo termin6 y comentó esta conversación. -El b s o -dijo Enrique-, tambik es semejante or8culo.
¿Es
p i --
ble
que hayan existido hombres capees de pensar algo sen-sato mienhas
daban
un beso cariñoso?'
Clara
solt6 una carcajada, pero
de
pronto se puso seria.m-
-
eon
voz aigo dedentada y t o p compasivo, dijo:+-,
asi p c d 8 m o scah
los sirvientm y amas de =a, mornos hdeudas
de
gratitud. Si sentimos unaexaltación
esp-
los/
dqprpcimo5
y MIS reíxnpsde
elim.Una
vez mipadre
sal-
tb con
su
semental negrosobre
unafosa ancla
y cuaadoto-
dp d mundolo
admiraha ylas damas
batían palmas, un vi* &lerizo que estaba cerca meneó muym60
la c a kEl
bm-.bre
ara
tieso ydesgarbado
y ofrecía con su trenzalarga
y mroja un
aspecto cómico. ¿Y vos?-lo
increpó mi padre, ra-Mm-,
q u d i s
#enairamiee-otram?
Más
el h b r e
e~ecto.
w
y
de$ esconcertar y dijo banquilamente: -Primero, excelen- cla, nole
sofbstds bastante la ríenda al caballo parque teníaisdedo.
Psdfais
haberos&do
rque
el saltono
erab
w
~
te
libre
y largo. Segundo,el
*&O time por lo menosel mismo
m@to que vos, y tercero, si yo no hubiera practicado con
el
ani- mai dornWoIo durante boms y días enteros, cosa que s6Io puede hacerla quien no tiene miedo de aburrirse y posee pcim- - cia, no habrian dado d t a d o ni vuestro Animo, niIa
buena
volpaititd
del
semental.-Ten&
r a h , viejo-dijo
mi
pdre yla
h h
entregar un gran regalo..
.
Lo
mismo s u d e can nosohm,S61p p o d q n ~ ~ fantasear, abandonarnos al sentimieata y a
la
in-Cúld6n,
soiiar
y temtchispauw
siempre que ese i d - trr S#bBaya sduC?dO
6- ~ S O S -€S.Si, d
jhetd yd
-3
ue a b p n s h d o simples afkionados, inbtaranmisa-
yar d to atrevido, se @ anteel
dmchamiento ola
risade
los
espectadores y terminaríanen
la
-fa.
-Es
cierto Enrique-,ia
bistoria actuallo
confir-
ma ed la personade
m
entusiastas, o tanibih p t a s . Hoy end h
hay inciuso poetas que montandesde
e1 costado equivo-cado y,
siri
siq-mpecbru el error,
Mentandar
esesaltu
ar- tf!xtiticla 10h, tup b e t
Clara
b
mid mahs
llenosde
a n n p i b n ,cw
unamira-
da
quele
m d t ó k s W & . -& derto, tupadre
*
él,algDo
enfadad*,
&lo
cond
tono se pudededr
mucho. Y yo, dqd quiero? Si t& pormás
quelo amms,
fuiste capaz de renunciar ad...
Ambos
sehabían
pumto serios. Luegodfio
el
joven: -Se-guid estudiando.
Se
&i@~ t r a
v a asu d w
djo
vuelta
hacia q*.'unahoip LCYÓWYDIBUO:
- ~ o y v e d q l l i ~ o ~ m i r r ) m~ j m n k ~ C b a ~ , ~ v i e i 0 ~ ~ 1 v s r r s s e d e ~ ?
ha
galado para mi
cumpleaños,
que celebramos juntos siendo jóv* ne.s estudiantes universitarios.Lo
habia encargado enLondres
a un precio muycaro
y luego lo hizo encuadernar magnífica y lujosamente con adornos góticos se& gusto especial.El
vie@avaro, con lo poco que me dio a mi, seguramente lo habd en-
viado en seguida a hrtdres para recuperar diez veces el precio. Qa39 hubiera sacado por
lo
menosla
hojaen
la cualhabía
re- Iatadofa
historia de este regalo e indicado al mismo tiempo nuestra dirección. Estos detalles Ilegdn ahora a Londres o ala
biblioteca de un hombre rico, y este hecho me disgusta mu- cho.El
que me haya despendido así de este uerida ejem- plar m d i h d o l o por debajo de su valor, casi, casi%
ebería darme
la idea de que realmente me he vuelto pobre o soy un indi-gente; pues, sin duda alguna, este libro era ia posesi611 mis cara que jarpis tuviera, ly qu4 recuerdo
de
65
mi .iinim amigol$34
Andrés Vandeimeerl¿Vives
todavía? ¿Dónde estás?¿Te
acuer- das ahnde
mi?-Cuando vendiste el libro -dijo Clara-, vi tu dolor, pera p n c a me has degcripto en
d&alle a ese
tu amigode
juventud! -Era un joven a j o Enrique-, parecido a mi, pero algo mayor y mucho mbs serio. Nos conocimos ya en el colegiop
bien puedo decir que me con su amor y me instabamuy apasionadamente a que lo aceptara.
Era
acaudalado y a pe- sarde
su gran riqueza y de su educación mimosa, estaba muy bien dispuesto hacia Ios demas y desconocíael
egoísmo. Se que- jaba de que yo no correspondiera a su pai6n,de
que mi amistad fuera demasiado Ma e insatisfactoria para él. Estudimos fin- l o s y vivimos en las mismas habitaciones. RdI6 que yo le soli- citara cualquier sacrifido, puesposeia todo
en
abundancia, mien-m s m i $
¿re s61o
podía
socorrerme modestamente. Cuando vol- vimos a a capital proyect6 ir aLa
India Oriental pues era t d - mente i d e p d i m t e . Su carazbn lo empujii hacia esas tierras de &es maradias;d i
quería aprender, rontemplar y pagar suL &te sedde.
conocimientos y lejanías.Luego
me
insistib,me
mg6 e implorh sin cesar para quelo
acom &a; me aseguró queallí
labraría, sin ninguna duda, mi felici8"
ad, y 61 me socorrería porque allíh a b Heredado
grandes sesiones de sus antepasa-da.
~ a o m i m a ~ n i u d 6 ~ n i n i s ~ o s d i a s p u d e ~ ~ -
mh
ea p~ureel
mucho amor
que mehabía dado.
Mi
ph,
p rdido
los idiomas que él dominabapor
su m o r a Oriente.Allf
vivíana h
poirientes suyos que p w b a visitar. Gracias a unosamigos y ptqctmes obtuve un cargo en el h c i o diplomhtico, cosa que siempre
había
deseado.El
patrimonio ded
madreme
permitía estabIecerme decentemente en mi profesión y mesepar6 de mi padre, para cuya recuperación
habia
pocas c s p - ramas.Mi
amigo insistib en quele c o n h a
partede
mi api-sal;
snsaba e s p d a r alli conel
dinero y luego depositarla
ga- nancia en una cuenta mía. 'hve motivospara
eraea que era un pmkxto para poder b w m e alguna vez un regalo, sin que yo tuviera d p u l o s . Asillegue
junto con mi embajador a tu ciu-dad
natal, donde mi destino luego sed e m M
tal
comolo
m-DOCBS.
-¿Y
nuhca supiste nada másde
ese espiéndido AndrBs? -pre- guntb Clara.-Redbi de él dos cartas desde mas
h w s
timas a-test6 Enrique-. Luego supe por un rumor no o i , ~ a d o que ha-
bía
muertoallí
de diera. As& p d í todo co-con
81;mi p
dre había muerto y yod e p d a exclusivamente
de mi m i m o tambih con respecto a mi patrimonio. Sin embargo, ozaba del3
favor del erpbajador, en
la
corte nb tenian de mi un m c o n c w , podía m t a r cm protectorapod-.
. .
y todo estose
hizohuno..
.
.,.
-1hi
es1 a j o Clara-. Lo sacrificaste todo mi y yo también he sido expulsada para siempredel
chulo-de
mis qriaidos. ..-Tanta más compensacibn
debe
damos
mi- iimorA-
jo
d
-'de,
y ~i ha Mrumdo; puers nuestra luna dedel.,
wmok
llaman
1- b o m h prosaicos, ya w ha e x t d o muchom h
deun*
-Pero
tu
hermosolibro1
-dijo Qara-; ttu e9pbdidop+
mal
Sipor
lo
menos huWmospdi&
guardar una a@a,p h o aq deleitaríamos en estas tardm iwernaiesl.
. .
F%m, es cierto .+greg6 con un sus@+debdamw
disponer tambiénde
w h .-Ten
paciencia, Clarita-la
d
el
marido-,charlamos
x&~m~rtodavla;yossicuchoel,tono&ttivoz,~siecan- ' -W una canción o sueltas una risa celestial. Nunca le
escuché a
nadie una risa de timbre pareddo.
En
&e sbn dere-
y tmvmmhay
un jú& tan puro, u&-6
tansupmterres-
1L A S COSAS SUPERFLUAS DE LA VIVA
n
,
- . P .,
+
-tre y al mismo tiempo un sentimiento tan fino e intimamente m o v e d o r , que escucho hechizado mientras medito y r d e x b
PO sobre
el
fenheno. Pues, mi 4ngel delicado, hay casos y esta-dos de-4nho en los que uno se asusta frente a un hombre cono- <
-
cidv desde hace muchísimo y suele ocurrir que uno se estremezcacuando
81 suelta una risa quele
saIe verdaderamentedel ~~bn
y que hasta ese momentono
le habíamos escuchado. Cosa? así m e sucedieron aun con niñas delicadas y que hasta entonces mehabían
gustado. Así como en algunos corazones descansa,des-
edmcido, un Angel duIce que s61o espera al genio llamado a despertarlo, así duerme a menudo en el fondo oculto de perso- iias graciosas y amables una dispición muy vulgar que des- pierta de sus sueños tan pronto carno lo cómico invade conplens
fue=el
dominio más r d n d i t o de su hnimo. Luego muestro instinto siente que en este ser hay algo p a preca-v a
jOb,
cudn signúicativa, cuhn característica es la risa de10s hombres! Me gustaria poder describir
alguna
vezla
tuya,m r d n mío.
-Pero cuiddmonas -le hizo recordar eiia-, de no volvernos injustos.
La
observacihn exacta de los hambres, fhcilmente con-duce a la misantropía . u
-E1
que ese librero joven e imprudente haya ido a la quie-km
-coainub diciendo Enrique-, y se haya hecho h o con - mi magnifim manuscrito, seguramente nos ha I d d osuerte,
Muy fácilmente, el trrito con 41, el libro impreso, los comentarios m-bre éste en la ciudad, hubieran atraído hacia nosotros la aten-
ción
de los
curiosos.La
persecucibn por partede
tu padre yel
Pestode
tu familia noha
disminuido aún; acaso hubieranrmbah de nuevo y con m& detencibn mis pasaportes, hubie- ran sospechado que mi nombre era falso y sblo un seudbnimo, y de este modo, considerando mi desamparo y el hecho de que atmje el rencor de mi gobimm a causa de
mi
huida,
inclusive hubieran llegado a separarnos al uno del otro, te hubieran de-a tu familia y me hubiesen enredado en un proceso dificil
de
resoImso. Tal como esttín las cosas, Angel mío, somos felices y ,'mhs que felioes en nuestro retiro oculto.
Como habia oscurecido y
el
fuegode
la estufa sehabía
&do, los dos seres felices se fueron a su piecita angosfay se acostaron en su lecho matrimonial. Aqui no sentían nada 1
C U D W I d T I E C K
>>
teaban &S serenos:
la dicha,
e1 bienestar yla
d&a-los deaban dentro de un paisaje hemioso y cuando despertaronde
la
aIg.aciada
irusibn, lad a d
les
p r o p r c i dun
regocijo másíntimp
ahn:
Sigukmncl-qlando
enla oscuridad
yno
se apuranni .a
leva*
y v e s i h e piorque los esperabanmolestku
yla
%C;pQ
de afuera Mientras tantoel
dia estaha ya claro, yClPra
,
corrib a la modesta habitación para atizar
Ias
chispas por en-las
brasas
y encender el p e q u e fuego enla
estufa. Enriquela
ayudb y se rieroncomo
díh cuando tardaron enlograr
sup-
p6sito;Al
fin, luego de esforzarse mucho soplando e insufhnda de modo que las caras de ambos babian enrojecido, prendióla
astilla y los pocos leños, cortados finos, fueron colocados con
ms-
fía para que calentaranla
piecita sin de~pilfmo.-Ya
m, querido wposo -dijola
mujer-, que nuestra r e m .dura7 r d s ú'menos basta m d h a .Y
luego ¿que?. ,.
-Algo debe encontrarse e n t e s t 6 Enrique mientras la mi- raba como
si
ella hbiim dicho
una cosa totahnenteinútil.
Había aclarado
del
todo,la
sopa de agua fue paraellos
d desayuno más dekioso, p e s fue condimentada con ycbarlas y Enrique ex* a su mujar
lo
earbnw, que era e m - ,latino:
Sbie
B m h o
st C m eVmw
(Sin Bam y ' C e r ~ re -enfría Venus).Asb
seles
pas6el
tiempo.-
- Y m o
veci el m m n t a 4 j o Enrique-, dell*
en mi diarioal
pasaje donde describo cómo debía raptartede
i m p . viso, amada mia.-iOh cielos1 -exclam& ella- icuh extraña e i n e s p s d - mente iios sorprendi6 en ese entonces
el
momento maravibsotYa
dede hach algunos dias había notado enmi
padre un ciertomalhumor;
mehablb
en un tono diferentedel
usual. Antes le -habfan sorprendido
tus )recuentes visitas; masahora
ni siquhe-
te mencionó, sino que habM delos
h r g u ~ que a arenudod e
eonacen su wiciún y quieren igualme a toda cmta a sus
me-
jores. Camo QO cont~st$ m ewj6 y c u d o por finhablk,
w &mor degener6en
violentah
Me
di cuetiEa
de que t&el
prop6sito de discutirconmiga
luego noté queme
vigilabai
y hacía vigilar por terceros. P ~ ( ] s ocho
d h ,
-ndo
yo Mh-.
Im p r hacer una M t a , mic a m m
i d
me sigui6 corrfendopor
la escalera -pusd
criado ya sebbía
adelantado- yb a j ~
d
pretextade
m e &algo
.en
mi vestido, ma dijo mm m b
5uem y
encontrado
todas &Scartas,
finalmente, que dentrode
'pocas hora$ me mandaríanlejos,
a casa de una tia en una regibn siste. ~ C u h rhpidamente tom6 una decisibnf Baje frente a una bisuteria para hacer unas compras y despedí al cochero y al cria-do dici&doles que me buscaran dentro de una hora.
-jY
qué sorpresa, qu8 susto, quB deleite fue para mi 4- - clamó el marido-, verte entrar de improviso en mi habitación1-
Vol&
de
una visita a mi embajador y estaba vestidocorrecta-
mente; 61habia
pronunciado unas palabras e x t r a h , enun
tono muy diferentedel
usual; eran aIgo amenazadoras, en sonde
advertencia, pero no obstante amables. Felizmente, yo v i a : varios pasaportes y así, sin hacer preparativos, subimos rbpida-mente a un ctiche de alquiler; luego en
el
pueblo tomamosfa
diiígencia, cruzamos la frontera, nos casaron y .nos hicieron fe- , lices.
-Pero -continu& e& el relato-, los miles de contratiempos . m e1 viaje, en
las
malas posadas, la faita de vestimenta yde
servidumbre,de
ias muchas comodidades alas
que esthbamos - acoskimbrados y que de onto tuvimos que exbañar...
y el sus-to cuando por casualida
f
supimos p r un viajero que nos esta- 'ban p i g u i e n d o , que estabarnos en boca de todo e1 mu* yque no pensaban tenernos consideracidn alguna.
-Ah
si
querida mía -contest6 Enrique- en t d oel
viaje fue. nu&'diii peor. (Recuerdas aún d m o para no llespertar suspicacias, debimos refrnos can ese forastero parhnchfn cuan-do se explayó con la desmipci6n
del
raptor quien,en
su-
nióqera
eldechado de
un dipIdtica miserabie porqueno
ha
?
la \ ' ,h h o
nin& preparativo inteligente ni tomado precaucionesse-
'
. guras; y luego d m o quisiste enojarte cuando & de una
-
l b 6 a tu amado un diablo estúpido y a un gesto mío te esfor- zarte otra vez a reír y para o o h o comenzaste tú misma a criti-carnos,
describt6ndonos a mí y ati
como personas impdmtes el insensatas, y
al
fin, cuando se había alejado el parlanchin +n - quien en rigor tedamos una deuda de gratitud, porque nos habiap e s t o sobre avis- cbmo irnunpiste en fuertes llantos?.
. .
.
> d . .. " .
'18
\,
' L U D ' W ~ G T I . E C K
dos
e s t ~ s tomosardientes
del
amor, y ques61o
sehabrán
sentido e s c ~ d a h d o s por sonidos que eran mi deleite.-Y
es peor aún a t i n u h diciendo el marido- que yo,por'
e9tupiaez y apresuramiento,haya
dejadod i
todas lashojas
que tú, en diferentes estados de bnimo, me mandaste o me diste-
crataaitnte enla.
mano.En
todoslos
pleitos -nodlo
los
del
amar-
es siemprelo
que queda escritolo
quedescubre
el
se- creto o empeorael
caso.Y,
sin
m h g o ,
no podemos dejar de pintarcan
tinta y +ma esos rasgos que dan significadoal al-
ma.
Oh,
mi amada, a menudo había en estas cartas g m h b -cuya lectura hizo que mi c o r d n tocado por tu mano fherica ,se abrfera tan poderosamente dentro de su capullo, que me
pare-
cfa p n t o a atallar conel
florecimiento demasiado rápidode
todossus
@dos.Se abrazaron y hubo una pausa casi solemne. Luego dijo Enrique: -@edita, qu8 biblioteca tendríamos junto con mi dk-
rio
si tus cartas ylas
míasse
hubieransalvado
de la pemmoi6nde Omar-? Tomb
el
diario y ley6 dando vueIta una pbgina,hmia atrás.
-IW.
.
.
Este
f e h e n o maravilloso queel
homW
jmu- vecas pretende admirar en
el
peno, por regla g m d seOWIL
demiasiadop m
eíi el propia k ohumano.
Es
asom-im
embargo,h y
k i m - m&moa quelo
m n j1~
concepción &&a y a menudo confusa que mucha gents for- made los
llamados deber=. Cuando un criadohace
10 imposiWe,tan sblo ha cumplido con su deber, y las
clases
e n c u m b r h r n d - h a n y empeque5ecsn este debert
~
o
l
todoo
lo
p i b b de acuerdo con sucomodidad
o egoísmo. Si no aistierael
im-placable
trabajode los
gdeob,la
mcci6n f é r mde
la
gumm papelera y de Iwi trámites, pMamos observarp r o b i b W
los fe3inenm
m&p extraños.Es
innegable
que en nuestrosi&
asta esclavitud laboral pducida par los interminab1a expgdien- km, m su mayor partees
inútil
y muchas veces inciuso nod- va.. .
Pem imaginemos nuestra6-
egoista y a mesh genera- ,ci6n s d sin esta gran rueda
obBtaeurizadora..
.
,guk podrirr s u d m , qué c d w i o n e s deshuetms habría?de
deberes&,
en
dgm,d
estado bada ald
pretende aldanzarse
la
llamada gente culta; lo llaman indepen- dencia, autonomla,1i-d.
No
piensan que -tan pronto, . r / . . .,
--
,
-9
' ~4
c6sh
~ P W L U A SDE
LA VIDA 70 ,.:; ?hastq el momento ha cargado en su nombre, si bien muchas veces ciegamente, el Estado o la gran maquinaria indeciblemente com- plicada de la constitución social. Todos critican la tiranfa y cada
uno se empeña en volverse tirano. El rico no quiere tener
obli-
'
gaciones con el re, el hacendado con el subordinado, el prin-
yb
'.
cipe con el pueb o, y cada uno de ellos se enoja cuando sus
sub-
ordinados lesionan las obligaciones debidas. Por eso las clases humildes afirman que esa exigencia es obsoleta e inadecuada pa- ra los tiempos que corren, y pretenden negar y aniquilar con re-t6rica y sofhtica las vfnculos que posibilitan la existencia de los
Estados y la formacidn de los hombres.
-Pero la lealtad.
.
.
Ia
lealtad aut6ntica..
.
p á n distinta es, qu& cosa mucbo más sublime que un contrato reconocido, una relaci6n admitida de obligaciones!IY
cuán h o s aluce
esa lealtad en los viejos y abnegados criados, cuando d o s , m m
q o r no adulterado como el de los antiguos tiempos péticos, vi-
ven Única y exclusivamente p r a sus amos1
-En verdad, puedo imaginar que es una dicha muy gran- de cuando el criado no conoce cosa mhs elevada que su patrbn,
ni desea pensar en cosa mas noble que su amo. Para
4
se han apagado p r a siempre los rompecabezas, los titubeos y cualquier pensamiento intranquilo. Su relaci6n es comoel
día yla
noche. el verano y el invierno, como Ia operacihn inalterablede
la natu- raleza; toda su comprensi6n descansa en el amor haciael
amo. -¿Y Im señores no tendrían obligaciones con semejantescriados? AS tienen para con toda
la
servidumbre, & allhd d
, 'sueldo estipuiado, pero con dichos criadas tienen una
deuda
mucho mayor y del todo distinta y más elevada, es decir, deben sentir un amor verdadero y autkntico que responda a esa devo- ción h d i c i o n a l .
-¿Y
con
qué mmpsaremos alguna vez y r & i i(pues ya no
se
puedeha+
de
pagar) 10 que hace por nosotrosm evieja Gistina?
E
s
Ia
nodrizade
mi mujer; m>s encontra- * . mos con d a enh
primera parada y nos obIigú casi ala
, a queb
lleváramos m nosoiros. Aella le
pudimos
decir todo, ,,, porque
es
la reserva en persona;en
seguida se adapt6 también,al
papel que debía desempehr en el viaje y aqui.IY
loleai
ue?
ea con nos- y especiaImente con mi Clara!.
.
.
Vive en lap
an- tabaja,
es
una muy pequdaalcoba
oscura y se ganael p a
aonhs
quehoeres casuales querealiza
en algunas casas vecinas.-Para
m
IeGtor como yo noharh
falta agreaque
aqui
hsy
c k t a diferencia.Ea
&a ?a eiiaociónhabia
interrumpidola le@wa;
,fue
unaem&
que se LitmsWcon la entrada de
la viejanodriaa,
qmujer
&m
de ~irnigas, medio enferma y pohemnted.
Vfño
para a* que esanoche
no domiiria
m wh b a , pero
que
a lamañana
siguientehada
lrts
pocas
c m - ps.Cwrndosdi6,ClaraIrracompííbysiguióhabiandocoaelia
h r a dela
habitación; mientras, Enriquegolpba
la
*acm
b
mam y a l a m a b a llorando: -¿Por qu6 no trabajo yocomo
pebo?
Si todavia estoy sano y fuerte. Pem no, nodebo
m;
porqued a
se sentiría miwable; eila tambih quemía g a mal-
*,
m atormentaría y b u s d a ayuda por todoshdos,
wscon-
demariamos los dosa
ser infelices. Además, nosdtmubrirfan
sin falta. Y el hecho es que vivimos y somw felioes.Clara retorn6 bastante alegre y 16s dos seres felices twaa-
ron
su almuerzo modesto como si fuera una comida opipara -No padeceriamos miseria alguna -dijoClara
enh
sobreme
sa-, si nuestra reservade
leña no estuviera completamente ag* tada, y Cristina tampoco sabe remediarlo.-Querida
mujer-oW
Enriquecon toda
seriedad-,
vi- vimos en un siglo civiiizado, eniin
país biengobernado
y no en- tre paganos y canibales; debe hahr psibiiidades & solucionar el problema. Si estuviéramos en una selvatalarfa
naturalmente, como Robinson Cnisoe, unos cuantos árboles. Quihn sabe siel
bosque no sehalla
exactamenteallí
donde menos 10 psamos; si también aMacbeth
lo vino a buscar el bosque de Birnam, aun cuando es cierto que fue para perderlo'. Sin embargo, muchasveces han surgido de pronto islas en el mar, y
ea
mediode p-
cipicios y rocas inh6spitas hna crecido las palmeras; la zana Ie arranca la lana a ovejas y corderos tan pronto como sele
aoer-
can demasiado, y el pardillo a su vez lleva los copos
d
nido para procurar a su cría un lecho abrigado.C h
durrni6 mhs de lo acostumbrado. Cuando despertb, se extra% de que fuera pleno día y m& aún de que su esposo no estuviera a sulado.
Pero su sorgresa no tuvo h i t e s mando M- cuchó un mido fuerte que sonaba como si una sierra c o w a-dio
@de& ylevantó
la mirada haciam
k j e r , d n d o -, ->
le
una a r a muy motada. i \ --En
primer higa5 dime: @e ubhcón del m n d o h t e -.
m t e una sima y este inmensob%qoe
de
agnífiw madera?-
- " ''-Ya
mbes -dijo Enrique-, que m a h o cinco do^ '0h
da&
aquial
pequeño dtlllo vacío, ñiesd
ottodía,
cu~ndu
miraba porel
ojo de la cerradura de un tabique,-
mbrl
una
sierra para cortar madera
yun
hacha
que prkmu~ ., rhn al viep mi& de Ia casa o que sB a quih. Uno
h
=bid6
lsar
en el a n o de1P
historia u n i d y asi ya guadé m - n ~de estos utensilios. Esta mañana, pues, mando tú estabas
dur-
micado duicernente, subf
alll
en medio de una m r i d a d sem+japte a la b o a
del lobo,
rompi la puertadébil
y miserable apenas' . cerrada con un pequeño e imigdicante pasador, y retiré estos
dos instrumentos de asesino. Ahora bien, como conozco
al
dedillo Ia'constmcci6nde
nuestra casa, disloquk de su ensambladura es- .ta %baranda larga, p e s a y sada de nuestra esalera, con traba- jo, ésfueno y usando
el
hacE traje aqui esta viga h g a y pesa- da quellena
toda nuestra hs&titaciós. Observa, querida Clara,quk hombres d s serios y excelentes fueron nuestros antepasa- '-
dos. Oontempla esta masa
de roble, hecha
dela
madera m á s her- mosa y resistente, ypulida
y b i z a * que dabrillo.
Esta nos dar& rmjor fuego que la miserablelejh
de
pinos y sauces quehemos usado hasta ahora.
-jPero Enrique e c l a n l 6 Clara y batid palmas-.
.
, es m i --
narla
asal-Nadie nos visita -dijo Enrique-, nosotros conocemos nues- tm escalera y ni siquiera subimos o bajamos; existe a 10 sumo para nuestra vieja Cristina, que se =prendería enormemente
.
sile
dijeran: Mira, viejita, pretenden talar uno de 10s troncosde
'roble más famosos en todo el bosque, un tronco que tiene e! p s ü rde un hombre; luego el carpintero
lo
trabajad con gran artifi- cio para que tii, viejita, al subir los escalones, puedas apoyarteen este magnífico tronco de roble.
.
.
Cristinaestallaría
en car-cajadas..
.
No,
semejante baranda es otra de las cosas cornple-tame~te supduas que hay en la vida; 'el bosque nos vino a parque
se daba
cuantade
que lo necesithbamos con m h a urgencia. Soy un hechicero; unos golpes con esta hacha mhgica yel rnagnifico tronco se me rindih. Todo es consecuencia de
la
civil lizacibn; si aqui como sucede en muchas viejas cho&, hbierer
' ' I
.LAS COSAS SUPERFLUAS DE LA VIVA
' 8 3
fierro para subir, &a especulaci6n mía no tendria bhse y yo
hu-
biera debido buscar e inventar otros medios:
Cuando Clara
hubo
superado su sorpresa, se ri6 daosa y fuemerite; luego dijo:-Ya
que esth hecho, tratad de ayu- darte en tu trabajo de leñador. Yo lo vi realizar muchas w@e;een las calles.
Colocaron el tronco sobre dos silIas puestas en
los
-osde
la
habitación porque asilo
exigíael
largode la
madera. Lue-_ gol para disminuir la distancia, entre ambos cartaron el bloque entre mitades. F u e un trabajo pesado parque ninguno de los dos estaba acostumhdo a h a d o y la madera se resistía a los &ent,a de
la
sierra. Riendo ysudando
a mares, la parejaprogre-
s6 m u y lentamente en su cometido, Al fin, la viga se rompi6.m-
cansaron y se secaron la transpiraci6n. Tenemos a d e d la ven- uja -dijo C l ~ a luego- de que p r el momento no hay que esceder el fueecr, Se olviclaron de preparar
el
desayuno y si- guieron trabajando durante toda la mañana hasta que- partieronel honcn en tantas partes como era necesario pra su bptima
utiiizacibn.
-Nuestra pieza solitaria, lqué estudio de artista
ha
llegado a ser de improviso! -dijo Enrique en un intervalo-. Este tronco desgarbado que yacía en la oscuridad desapercibido para cud- quier mirada, ahora ya esta transformando en finos leños cú-- bicos que luego, por medio de la persuasi6n y el artificio, se-
rAn preparados para el fuego y puestos en condiciones de so- portar
las
llamasdel
entusiasmo.Agarr6 el primer cubo;
el
trabajo de rendirlo en trcnos m&s pequeños y delgados fue aún miis difícil qrre la labor conla
sierra. Mientras tanto, Clara descans6 mirando con extrañeza y alegría a su marido, quien Iuego de practicar y hacer algunos intentos inútiles, pronto adquirib habilidad
v
pareció a su m p -sa, aun en esta ocupaci6n humilde, un hombre hermoso.
. .
QuisoLa
suerte que durante estos trabaja, que hicieronreturnbr las paredes, estuviera ausente el propietaria de
la
pe- queña casa, que vivía en la pieza de planta baja.De
estamanera, nadie en la casa pudo darse cuenta del ruido provoca-
do. Los vecinos no lo notaron porque numerosos talleres ruido-
sos se habían instalado en el barrio y muy especialmente
en
la
calleia donde vivía nuestra pareja.
Al fin lograron reiinir una reserva de astiIIas y trata~on de