UNIVERSIDAD DE MURCIA
TESIS DOCTORAL
EL CULTO A LOS SANTOS
EN LA DIÓCESIS
DE
CARTAGENA-MURCIA
INVESTIGACIÓN Y GESTIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO Y CULTURAL
DIRIGIDA POR LOS PROFESORES DOCTORES:
D. ANTONINO GONZÁLEZ BLANCO
DÑA. CONCEPCIÓN DE LA PEÑA VELASCO
I LOS FUNDAMENTOS DE LA INVESTIGACIÓN 1 II EL CRISTIANISMO EN LA REGIÓN DE MURCIA 8
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III EL CULTO A LOS SANTOS
III.1 EL CALENDARIO LITÚRGICO. LOS MISTERIOS DE CRISTO 30 III.2 LA FIGURA DE LA VIRGEN MARÍA. FIESTAS Y ADVOCACIONES 65 III.3 EL CULTO A LOS ÁNGELES 172 III.4 EL CULTO A LOS SANTOS TESTAMENTARIOS
III.4.1 Culto a figuras del Antiguo Testamento 194
III.4.2 Santos del Nuevo Testamento 197
III.4.3 Culto a los santos coetáneos de Jesús
III.4.3.1 El Precursor de Cristo 198
III.4.3.2 Los Apóstoles 213
III.4.3.3 Los Evangelistas 270
III.4.3.4 La familia y amigos de Jesús 286 III.5 SANTOS DE LA IGLESIA ANTIGUA HASTA EL SIGLO VII
III.5.1 Padres de la Iglesia Universal 324
III.5.1.1 Padres de la Iglesia Española 334
III.5.2 Mártires 339
III.5.3 Santos Confesores 464
III.5.3.1 Vírgenes 509
III.5.3.2 Doctores de la Iglesia 512
III.5.3.3 Fundadores 517
III.5.4 Excursus: Los Santos Auxiliadores 521 III.6 SANTOS MEDIEVALES (SS. VIII-XV)
III.6.1 Mártires 522
III.6.2 Confesores 525
III.6.2.1 Vírgenes 560
III.6.2.2 Doctores/as de la Iglesia 562
III.6.2.3 Fundadores 581
III.6.2.4 Reyes 599
III.7 SANTOS MODERNOS (SS. XVI-XVIII)
III.7.1 Mártires 604
III.7.2 Confesores 605
III.7.2.1 Vírgenes 628
III.7.2.2 Doctores/as de la Iglesia 630
III.7.2.3 Fundadores 638
III.8 SANTOS CONTEMPORÁNEOS (SS. XIX-XX)
III.8.1 Mártires 649
III.8.2 Confesores 651
III.8.2.1 Fundadores 654
III.9 ADVOCACIONES SIN DATOS FIDEDIGNOS 659 III.10 OTROS CULTOS EN LA IGLESIA
III.10.1 El Día de Todos los Santos. 662
III.10.2 El Culto a las Ánimas Benditas 665
III.10.3 Los Santos Inocentes 666 III.11 EL CAPÍTULO DE LOS FALSOS CRONICONES 667
IV CONCLUSIONES 684
V LAS FUENTES HAGIOGRÁFICAS 688
VI BIBLIOGRAFÍA GENERAL 691
VII SIGLAS Y ABREVIATURAS
VII.1 Siglas de Revistas y Publicaciones 721 VII.2 Relación de Abreviaturas 724 VIII ÍNDICES
VIII.1 Alfabético de Santos y Advocaciones 725 VIII.2 Pueblos, Aldeas y Pedanías 733 VIII.3 General de Autores 736
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I-LOS FUNDAMENTOS DE LA INVESTIGACIÓN
I.-EL CULTO A LOS SANTOS, ¿UN TEMA DE INVESTIGACIÓN?
Hoy nadie, que se precie intelectualmente, pone en discusión que el culto a los santos sea un tema de reinvestigación. Es algo universalmente admitido. Como suele ocurrir el problema se plantea a la hora de precisar qué y cuál es la investigación que hay que hacer. Una ojeada a la bibliografía ya deja ver múltiples dimensiones que pueden ser atendidas en la consideración de los santos y su culto: abundan los libros sobre los santos y su categoría de “sanadores”, tanto si se los ve como creyentes como si se considera puramente desde el ámbito de la antropología y se buscan únicamente los arquetipos en los que coinciden el culto a los santos con otros cultos a las fuentes, a los bosques o a determinados personajes de otras culturas a los que se atribuyen parecidas cualidades.
Evidentemente el culto a los santos con relativa frecuencia ha sido una cristianización de cultos previos con los que los santos se han sincretizado superponiéndose a los anteriores. Y el fenómeno es tan amplio y de consecuencias tan atractivas que ocupa muchas páginas de publicaciones muy serias.
Pero desde el puntos de vista de la más pura teología el tema del culto a los santos es de primerísima actualidad desde muchos puntos de vista.
El culto a los santos, que en las últimas décadas ha padecido agresiones injustificadas por parte de no pocos creyentes por razones que no vamos a establecer aquí, es un capítulo del tema de la "Mediación". La teología cristiana tiene como elemento focal la Encarnación. Y el hecho de que el plan de Dios para salvar al mundo se centrara en la venida al mundo de la segunda persona de La Santísima Trinidad, convierte a la materia en elemento esencial en la teología; y aquí por “materia” se considera todo el elemento humano de La Iglesia, desde el cuerpo terreno de Cristo y la persona de la Virgen, hasta todos los cristianos que llenos de pecados se han convertido en la gran familia de Dios. Estudiar el contenido de esta gran familia divina es un tema esencial de la revelación cristiana.
Pero siendo, además, esta dimensión de la revelación complemento de otra también específicamente revelada, el dogma de la comunión de los santos, resulta que no todos los creyentes son la misma cosa: no son algo similar a las bolas de billar que son o parecen todas iguales. Por el contrario son personas y su grado de perfección es diferente, precisamente por ser personas. De ahí que la consideración sobre cada una de las personas de los creyentes sea un tema importante, pero el estudio de las más eximias por el efecto que en ellas ha hecho la gracia de Dios, el tema de la hagiografía, que estudia a los más eximios de los creyentes, es de gran relieve en la vida cristiana y en el pensamiento de La Iglesia.
Pero, además, precisamente por ser cada santo una copia del Cristo Salvador, las vidas de los santos equivalen a una Teofanía del Señor ante sus contemporáneos, y a lo largo de la historia, la misión no ha sido tanto fruto de ilustres predicadores como de notables santos. San Juan Bautista María Vianney, el cura de Ars, hizo más con el mero hecho de existir que con los sermones de los más famosos teólogos de su generación.
Los santos han sido siempre elementos de referencia imprescindibles en la realización concreta de la vida de La Iglesia: Han sido sus testigos; han sido sus maestros; han sido sus puntos de apoyo humano a través de los cuales se llegaba siempre a Jesucristo. Y esto incluso físicamente: las iglesias se han distinguido por el patronazgo que muy frecuentemente es honor de determinados santos; en la consagración de las mismas y en concreto de las aras de altar, siempre hay reliquias de santos.
El oficio divino es un círculo a la vida cristiana a lo largo de todo el año natural, configurado por el calendarios eclesiásticos y el recorrido se hace de la mano de los santos, que cada día no solo colorean sino que adquieren relieve muy grande en la celebración de sus fiestas y memorias.
II.-LOS AÑADIDOS HUMANOS EN EL CULTO A LOS SANTOS
La historia de los santos tiene dos dimensiones: por una parte lo que fue la vida y contexto histórico de los mismos. Pero su culto ha tenido muchos componentes, unos los indicados, en los que hay rasgos personales propios, que hacen que el santo aparezca particularmente fuerte ante determinados males que el santo tuvo que mostrar en su vida y en sus pruebas y otros han sido añadidos por los veneradores, ante diversas experiencias que han vivido y que las han puesto en relación con tales santos.
Esto hace que un mismo santo aparezca en diversos lugares aureolado con aptitudes y anecdotarios distintos. Un santo en principio es siervo de Dios y por tanto tiene ante el Señor el poder de intercesión, pero a la luz de esa historia cultual que ha creado cultura, como si dijéramos, los santos se han especializado en ámbitos de intercesión y así San Blas aparece como el protector en casos de males de garganta, San Sebastián en casos de peste, etc.
Todo ello pertenece a la historia del culto y no a la teología propiamente dicha, pero no son elementos heterodoxos, ni de poca enjundia ni en absoluto despreciables.
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III.-TERRITORIALIZACION DEL CULTO A LOS SANTOS
Pero es el caso que no se da culto a los santos por igual en toda la geografía eclesiástica. Los santos apóstoles sí son de culto universal y todos los santos lo pueden ser, pero mientras que en la estructura de La Iglesia, en todas sus dimensiones hay santos que podríamos llamar esenciales (Apóstoles, Santos Bíblicos, Doctores y Padres de La Iglesia, etc.), otros muchos solo tienen culto en un determinado territorio, frecuentemente por el hecho de haber nacido ellos en ese territorio. Así Emeterio y Celedonio, martirizados en Calahorra sólo tienen culto en la Tarraconense. Y no es que no se les pueda dar culto en otros lugares, sino que su culto es una especie de celebración local de su memoria.
Esto hace que lo hagiografía a veces sea un elemente relevante de la historia del cristianismo en una zona y de la vida misma en esa zona. Y con frecuencia el culto a los santos constituye un capítulo esencial de la historia local y de su devenir histórico.
Y dentro de este mismo ámbito de reflexiones: la historia del culto a un determinado santo ha revestido determinadas características que le hacen ser elemento significativo en la historia de una región: puede ser un documento de la pervivencia de la fe durante un período histórico. EL culto a los santos, desde esta perspectiva se convierte así en un elemento de referencia para historias o estudios locales, y pueden llegar a ser absolutamente importantes.
Por el contrario el culto a los santos ha tenido horas de esplendor y horas de revisión a la baja.Por razones ideológicas y también por razones económicas. De hecho durante siglos proliferaron las ermitas a muchos santos, como hemos dicho según cada lugar. Luego comenzó la desacralización y el número excesivo o no de ermitas fue decreciendo quedando muchas abandonadas y derruidas. Y con tal efecto se ha perdido una gran dosis de memoria histórica de un tema que para determinadas épocas fue relevante.
Pero para comprender la historia de una región, tales pérdidas de información acarrean el olvido de datos esenciales para estudiar todos los otros que hemos ido enumerando.
IV.-EL PUNTO DE ARRANQUE PARA EL ESTUDIO DEL CULTO A LOS SANTOS: IDENTIFICACIÓN
DEL TERRITORIO Y PERSONAJES PROTAGONISTAS.
Esto es lo que aquí queremos plantear y resolver en la medida de nuestras fuerzas. Nos proponemos trazar una panorámica de los santos a los que se rinde o se ha rendido culto en la actual Diócesis de Cartagena-Murcia sobre la base de un trabajo de campo lo más riguroso posible.
Es obvio que, aun así, es un ideal ambicioso y al que seguramente no podremos llegar de forma plena y perfecta. Primero porque la Diócesis de Cartagena ha sufrido muchos cambios a los largo de la historia. Cambios en su extensión. La creación de la diócesis de Albacete ha supuesto una mutilación de los territorios que hasta no hace muchos siglos eran parte de Cartagena1. En el mismo sentido, la conformación de la Diócesis de la vecina Orihuela en el siglo XVI.Y las redefiniciones de 1956 han ajustado también límites con otras diócesis colindantes. Está claro que una diócesis forma un todo orgánico que ha de ser considerado como tal o se pierde su sentido. Al dividirla se pierden muchas cosas que son esenciales para la comprensión de la historia: así el culto a los cuatro hermanos de Cartagena permeó toda la historia de la diócesis del mismo modo que la presencia de Salzillo en Murcia hizo que se llenaran de sus esculturas todas las tierras que entonces componía la diócesis. Por ello en ocasiones tendremos que tratar de temas artísticos e iconográficos, que van más allá de las actuales fronteras, pero por razones de metodología epistemológica y por razones de concreción y viabilidad, nos vamos a centrar en la actual Diócesis de Cartagena-Murcia.
Luego, aunque consiguiéramos reunir todo lo actualmente existente, resulta muy difícil recoger aquello que se perdió y de lo que no hay noticias en archivos específicos, sino que hay, quizá, datos sobre ello pero que generalmente no es posible recoger siempre (por ejemplo la existencia de fotografías antiguas de imágenes hoy desaparecidas).
Por todo ello, paraestudiar este tema el primer paso es establecer el estado de la cuestión: Y para ello determinar a qué santos se les da o se les ha dado culto en una zona concreta eclesial. Pero sin comprometernos al estudio prosopográfico de los mismos, ya que sobre todo en el caso de los santos apócrifos, procedentes de los llamados “falsos Cronicones” esto nos llevaría a otros territorios de la Historia de la crítica histórica que podremos continuarlo en el estudio monográfico de cada uno de los personajes que consideramos.
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V.-UN CATÁLOGO ARQUEOLÓGICO
En cualquier caso, estamos convencidos que el catálogo de santos a los que se ha dado culto en una diócesis es algo importante y vamos a intentar confeccionarlo. Tal es el objeto de esta tesis.
Del mismo modo que cuando se pretende estudiar la tipología de un cuerpo de materiales hay que comenzar por hacer inducción recogiendo la materia que se va a estudiar y da lo mismo que estemos ante un grupo homogéneo de cerámicas (sigilatas claras, sigilatas de paredes finas, cerámicas grises paleocristianas, etc.) que si queremos estudiar la Heráldica (habrá que hacer corpora locales, territoriales o regionales según la intención del trabajo clasificatorio) o si queremos estudiar composiciones en cuaderna vía (habrá que comenzar por definir los objetos acerca de los que pretendemos elaborar doctrina).
Es muy frecuente asistir al triste espectáculo de investigadores que pretenden partir de la teoría recibida para ordenar el cosmos y no se dan cuenta de que la teoría recibida ha sido fruto de una inducción parcial e incompleta que es una de las razones por las que se ha dicho que los hechos quedan, las teorías pasan.
VI.-LA EPISTEMOLOGÍA DE LA RECOGIDA DE MATERIALES
Para el trabajo que nos proponemos no es necesaria una epistemología muy compleja ya que lo que pretendemos en primer lugar es una obra general, sobre la que estudios ulteriores puedan ejercitarse, aunque es necesaria una sensibilidad crítica como diremos más adelante.
Alguien dijo que “investigar es contemplar el círculos descendentes”, es decir, ver el tema desde toda su complejidad e irse aproximando cada vez más para analizarlo en toda su riqueza.
Es indispensable un conocimiento y no superficial de las fuentes de información, de la bibliografía en todas sus dimensiones. Y en esto nos hemos esforzado como puede comprobarse leyendo el capítulo que al tema hemos dedicado.
Muy en particular hace falta una dosis de conocimiento pormenorizada de los "estudios locales". En nuestra bibliografía hemos dedicado un apartado importante al estado de la cuestión de la arqueología, toponimia e historia murciana, así como un buen conocimiento de la historia de la investigación. Por nuestra parte un esfuerzo no pequeño de acercamiento lo hicimos en la edición de la obra manuscrita El Pensil del Ave María2. Y no solo hemos recogido la bibliografía local, sino que también hicimos un trabajo serio de recogida arqueológica de los datos y materiales paleocristianos descubiertos en la Región, casi todos en el último cuarto de siglo3. Desde el punto de vista de la organización de la investigación hemos confeccionado varias bases de datos para recoger el trabajo de campo realizado4
Hace falta una iniciación seria en el ejercicio de la crítica histórica. Es esta una materia de suma actualidad y muy compleja. Los avances del análisis de los elementos que integran la crítica histórica han experimentado un giro epocal en las últimas dos generaciones. Por citar sólo los puntos de referencia más relevantes la obra de H. G. Gadamer5 constituyó una puesta en cuestión de todos los principios racionalistas formulados en el siglo XVIII. Para no apartarnos de nuestro horizonte, hemos de recordar que la lectura de la obra de Godoy Alcántara, Historia Crítica de los Falsos Cronicones, que ha sido reeditada y aplaudida durante siglo y medio, hoy no se puede leer con el mismo espíritu, razón por la cual hemos querido recoger aquí por lo que puedan valer los datos que esos documentos aportan a nuestro panorama, sin prejuzgar su valor. No somos especialistas en crítica histórica, pero nos hemos asomado al tema en medida que estimamos válida.
Desde un punto de vista profiláctico, procuraremos no caer en la tentación de abordar temas concretos o planteamientos concretos acerca del culto a los santos. Hemos indicado más arriba que en el culto a los santos se mezclan con mucha frecuencia biografía con todos sus problemas, historias de liturgia, concepciones religiosas, sincretismos de realidades religiosas precedentes, etc., de tal modo que hay no pocos ejemplos de cultos a santos en la actual Región de Murcia, que ellos solos dan para una monografía tan extensa como nuestro trabajo. Baste con recordar el caso de San Ginés de la Jara, el de San Ramón Nonato, el de la Virgen de la Arrixaca o el de la Virgen de la Fuensanta, el de Santa Eulalia en Totana, o estudiar toda la tradición existente en las distintas fuentes sobre cada uno de los santos; y otros muchos cuyo estudio monográfico son tareas que esperan a los investigadores que sepan y puedan colocarlos en su
2Cf. VILLALBA Y CÓRCOLES, J. de, El Pensil del Ave María, Historia Sagrada de las imágenes de María Santísima, en
GÓMEZ VILLA, A., & GONZÁLEZ-BLANCO GARCÍA, E., (ed.) Revista murciana de Antropología 9, 2002.
3GOMEZ VILLA, A., Presencia arqueológica del Cristianismo en Murcia, Murcia, Instituto Teológico Franciscano, Serie
Mayor 38, 2002.
4Especialmente paciente ha sido el trabajo de campo a lo largo de toda la geografía regional en estos años. El uso de la
interrelación de los datos permite conocer la situación del culto de cada advocación en cada comarca. Sugerimos que sería de mucho interés para el futuro realizar los mismo a nivel de toda España e incluso en Europa, al menos a la hora de profundizar en el estudio de un determinado santo.
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correcto planteamiento e iluminación. Esta postura que podemos denominar “ascética” es muy importante si se quiere llegar hasta el final en el trabajo que aquí hemos emprendido.
Por ello quizá en algún momento hemos apuntado el tema de la variación del culto de una iglesia cuando por ejemplo primero perteneció a una determinada orden religiosa y luego ha pasado a otra. Deliberadamente no lo vamos a tratar.
Del mismo modo tampoco hemos renunciado a tratar corrientes del culto a lo largo del tiempo que han sido de enorme importancia para la difusión de éste a determinados santos, como por ejemplo el culto a San Fernando, porque sólo pretendemos construir el catálogo aludido.
No hemos querido tratar temas en profundidad, como la iconografía que reseñamos, aunque sabemos el interés de los mismos. En ocasiones es imposible no aludirlos, pero hemos querido prescindir de los mismos porque ello ya sería de por sí objeto de otra tesis.
Los Gremios en relación a las advocaciones puedan darnos mucho juego y así lo hemos dejado apuntado. De igual manera tampoco hemos abordado las imágenes de cada advocación desde el punto de vista del arte, pero las fichas recogen estos datos que son la base de partida para un estudio posterior en este sentido.
Nos hemos hecho eco del esfuerzo de los estudiosos de cada lugar y la recogida de datos permiten abrir horizontes de estudio en varias direcciones, por ejemplo en el de las ermitas que proliferan por todo el territorio, muchas rurales ya desaparecidas, otras convertidas en templos, iglesias y santuarios.
Igualmente somos conscientes de la importancia de abordar temas como los Beneficios y las Capellanías o profundizar en las distintas ordenanzas de las Cofradías en relación a la organización social en el siglo XIX.
Hemos recogido datos sobre la existencia de reliquias en los distintos lugares, pero nos damos cuenta que es otro de los frentes que necesita de una nueva reflexión amén de una recogida de datos complementaria lo más rigurosa posible.
Tenemos anotado el hecho de los lugares desaparecidos y cuando teníamos constancia así lo hemos reflejado a pesar de que sabemos la dificultad de precisar bien estos datos, como es bien conocido, por las alteraciones, las modas y los cambios producidos en determinados conventos y órdenes religiosas a lo largo del tiempo.
No podíamos pretender recoger todo el desarrollo de las costumbres en forma de romerías, fiestas y folclore que existe en cada lugar en referencia a los diversos santos. Ello daría lugar a un estudio monográfico de síntesis extenso, temas que hemos apuntado y de los cuales existen numerosas publicaciones referidas a muchos lugares.
La relación de las distintas leyendas en cada lugar, un estudio en profundidad del culto mariano en la Región de Murcia, en suma, toda esta investigación si tiene algo de positivo es que abre todo un abanico de nuevas vías de investigación, susceptible no ya de añadir nuevos datos a la nuestra, que también; sino de permitir relacionar el tema con la propia cultura social a lo largo del tiempo histórico.
VII.-EL USO DE LA BIBLIOGRAFÍA QUE HEMOS SEGUIDO
Hay obras que han sido de referencia continua para nosotros y que tendríamos que citar casi en cada página y tema. Tales son:
Martirologio Romano, Comisión Episcopal Española de Liturgia, Basauri (Guipúzcoa), éd. nov. 2007.
Acta Sanctorum, 64 vols., Amberes, 1643-1940.
FÁBREGA GRAU, A., Pasionario Hispánico, Monumenta Hispaniae Sacra, Serie Litúrgica, vol. VI, Madrid, 1953.
Lexikon der Christlichen Ikonographie, Herder, 1990.
VILLALBA Y CÓRCOLES, J., El Pensil del Ave María, Revista Murciana de Antropología nº 9, 2002.
FUENTES Y PONTE, J., España Mariana, (1880-1884), reeditado por la Fundación Centro de Estudios Históricos e Investigaciones Locales de la Región de Murcia, Murcia, 2005.
GONZÁLEZ BLANCO, A.,&& GARCÍA GARCÍA, I., & GUERRA FUSTER, A., Repertorio Alfabético de la Toponimia de la Región de Murcia, éd. KR S.L., Murcia, 1988. 6
Los catálogos del culto a los santos en cada diócesis que edita la revista Memoria Ecclesiae7 y que son los siguientes:
6Obra general de la toponimia Murciana. La obra viene acompañada por un soporte informático en CD. Con esta base y la
comprobación en el trabajo de campo de no pocos términos, se han aportado a cada advocación los diferentes topónimos que aparecen en dada lugar donde se les tributa culto.
7Podemos afirmar que los territorios estudiados suponen la inclusión en la base de datos de unos 16.613 apuntes de
Calzada-5
ANTÓN SOLÉ, P., “Santoral Hispano-Mozárabe de la Diócesis de Cádiz y Ceuta”, Memoria Ecclesiae VII, Oviedo, 1995, p. 563/572.
ARDANAZ IÑARGA, N., “Santoral Hispano-Mozárabe de la Diócesis de Pamplona” en Memoria Ecclesiae I, Oviedo, 1990, p. 695/723.
BACH I RIU, A., “El Santoral en la antroponimia de Cataluña en los siglos IX y X”, Memoria Ecclesiae III, Oviedo, 1992, p.237/253.
CAL PARDO, E., “Dispersión del Santoral Hispano-Mozárabe en la diócesis de Mondoñedo”, Memoria EcclesiaeII, Oviedo, 1991, p. 177/199.
CAMPUZANO RUIZ, E., “Santoral Hispano-Mozárabe en la Diócesis de Santander”, Memoria Ecclesiae VIII,
Oviedo 1996, p. 565/576.
CARRASCO TERRIZA, M. J., “Hagiotoponimia Hispano-Mozárabe en la Diócesis de Huelva”, Memoria Ecclesiae XIV, Oviedo, 1999, p.545/585.
CASTELL MAIQUES, V., “El Santoral Hispano-Mozárabe en la Diócesis de Valencia”,Memoria Ecclesiae II,
(Oviedo) 1991 p. 281/290.
CASTILLÓN CORTADA, F., “Santoral Hispano-Mozárabe en la diócesis de Lérida”, Memoria Ecclesiae IV, (Oviedo) 1993, p.319/326.
CASTRO TOLEDO,J., “Santoral Hispano-Mozárabe de la Archidiócesis de Valladolid. Hagiotoponimia vallisoletana”, Memoria EcclesiaeXXX, (Oviedo) 2007, p. 463/506.
CUELLA ESTEBAN, O., “Santoral Hispano-Mozárabe en la Diócesis de Zaragoza”, Memoria Ecclesiae XII, (Oviedo) 1998, p. 463/506.
DÍAZ GARCÍA, A., “Santoral Hispano-Mozárabe de la Diócesis de Albacete”, Memoria Ecclesiae XXIII, Oviedo, 2003, p. 509/513.
FRECHEL MERINO, A., “Santoral Hispano-Mozárabe de la Diócesis de Segovia: advocaciones de las parroquias e iglesias” en Memoria Ecclesiae XXVIII, Oviedo, 2006, p. 729/736. FUENTES MORO, F., “Santoral Hispano-Mozárabe en la Diócesis de Ciudad Rodrigo”, Memoria Ecclesiae VI,
Oviedo, 1995, p.555/559.
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* “Hagiotoponimia de las parroquias de la Diócesis de Oviedo, según el Libro Becerro de la Catedral (1385). Génesis y proceso de implantación de un Santoral asturiano”,Memoria Ecclesiae II, Oviedo, 1991, p. 85/108.
* “El Santoral asturiano, a través de las reliquias de la Cámara Santa de Oviedo, del Proprium ovetense y de los titulares de ermitas, capillas y capellanías”,
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6
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RUBIO MERINO, P., “Santoral Mozárabe Hispalense” en Memoria Ecclesiae XXI, Oviedo, 2002, p. 677/723. SABORIT BADENES, P., “Santoral de la Diócesis de Segorbe-Castellón”,Memoria Ecclesiae XII, Oviedo, 2003,
p. 513/532.
SÁNCHEZ PASCUAL, R., “Santoral Hispano-Mozárabe en la Diócesis de Salamanca”,Memoria Ecclesiae V, Oviedo, 1994, p. 365/370.
TELLO ORTIZ, M., “Dispersión del Santoral Hispano-Mozárabe en la Diócesis de Tarazona”,Memoria Ecclesiae
II, Actas del Congreso de Archiveros (Toledo, 21/22 sept. 1989), Oviedo, 1991p. 201/235.
VICARIO SANTAMARÍA, M., “Santoral Hispano-Mozárabe en la Diócesis de Burgos”, Memoria Ecclesiae II, Oviedo, 1991, p. 187/199.
VIII.- UNA TAREA NUNCA ACABADA DEL TODO.
Resulta un tanto descorazonador el constatar ya desde el principio que en el ámbito de las ciencias humanísticas la inducción es un trabajo que no se acaba nunca del todo. Estamos satisfechos del trabajo realizado, pero somos bien conscientes que queda mucho por hacer. Un trabajo exhaustivo que llevara a perfección el objetivo que nos hemos propuesto pasaría por la lectura rigurosa de todos los archivos existentes en la Región.
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la recogida lo más pormenorizada posible de los nombres de los santos a los que se ha dado culto en la actual diócesis de Cartagena-Murcia.
IX.- EN RESUMEN:
Un conocimiento somero de la bibliografía que recogemos al final nos permite distinguir los líneas de investigación a que ha sido sometido el tema del culto a los santos, muy especialmente sobre todo en las últimas décadas.
Hay algunos que buscan en el culto a los santos lo que pueda haber de reliquias paganas y por tanto gustan estudiar el sincretismo.
Hay otros que se fijan sobre todo en la función de los santos como curadores.
Los hay que estudian el tema de los santos como una cuestión de Arte e Historia del Arte. Otros estudiosos que con la mejor voluntad reflexionan sobre la función social de este culto.
También quienes estudian el culto a los santos como tema en constelación con otros temas y problemas de la propia Teología.
No faltarán los que se fijan en el tema del Patrocinio o Patronato de los santos sobre personas o comunidades.
Los estudiosos de la Literatura se ocupan del tema como género literario desde muchos puntos de vista.
Los mitólogos gustan de reflexionar sobre la mitología que encierra la historiografía. Y los antropólogos gustan de caracterizar los problemas antropológicos del tema.
Y en todos y cada uno de los grupos los estudiosos son más o menos radicales en sus reflexiones y consideraciones.
Nosotros, sin menospreciar todas estas dimensiones, vamos a afrontar el tema desde el culto de la iglesia. Y por tanto nos vamos a limitar a considerarlos como objeto de la piedad eclesial, bien conscientes de que en esta dimensión de la vida del cristianismo hay un argumento importante para el estudio de la evolución y continuidad histórica de la vida del cristianismo.
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II EL CRISTIANISMO EN LA REGIÓN DE MURCIA
II.1.-LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS
Hoy no se puede negar que el hecho de la presencia de cristianos desde los primeros momentos en nuestras tierras es algo real. Los estudiosos que han puesto en duda los elementos aportados por la tradición desde la controversia de la venida del apóstol San Pablo a España, el planteamiento de la evangelización de Santiago en la Región de Murcia o la existencia de los siete varones apostólicos enviados para predicar el evangelio en nuestro solar8, además de refutar la inconsistencia de las pruebas planteaban una y otra vez la falta de todo tipo de documentación en que basarse. Y con ello, sin darse cuenta, estaban poniendo en duda los valores positivos que la rica tradición repetía con insistencia. Pues bien, en la actualidad, la aparición de las fuentes arqueológicas dando a conocer de manera clara la proliferación de materiales con clara simbología cristiana, ha dado un vuelco en la investigación del tema y ahora todos parten de la base de que el cristianismo llegó a la Región de Murcia igual antes y con mayor intensidad de lo que lo hizo en el resto de España.
Es decir, desde el principio los cristianos permanecieron ocultos por la existencia de la persecución de una religión que fue ilegal y por tanto la ocultación era la única manera de mantener el culto. Esto nos permite entender la falta de documentación de todo este período de una manera clara. Pero de manera incipiente debieron existir las comunidades cristianas como base de la organización de la nueva religión, nucleadas en torno a los presbíteros e incluso diáconos y, poco a poco, aparecería la figura del obispo. Esto ya lo tenemos documentado9 lo que nos lleva a afirmar la existencia de comunidades cristianas desde los inicios y que aparecen ya estructuradas con una buena organización a partir del concilio de Elvira. En consecuencia aunque no hay pruebas escritas y son escasas las arqueológicas para todo este amplio período por la razón evidente de su clandestinidad, ésta debió ser muy importante por la pujanza10 con la que aparece tras la paz de Constantino. Y la aparición del cristianismo que se creía exclusivo de las ciudades nos ha descubierto la presencia de éste en el mundo rural, elemento básico en el mundo antiguo en nuestras tierras11.
Es muy importante destacar la idea de que la existencia de la comunidad cristiana está muy apegada ya desde estos instantes a la vida de los santos y a las reliquias y como prueba de ello tenemos la existencia del martyrium de la Alberca, o las necrópolis cristianas de El Molino en Águilas o de San Antón en Cartagena.
Decíamos en el Catálogo de evidencias cristianas al que nos hemos referido anteriormente, que no hay restos arqueológicos cristianos anteriores al siglo IV, y ello motivado como es obvio, porque eran tiempos anteriores al reconocimiento oficial de la Iglesia y por tanto, años de persecuciones y dificultades. La historia de los tres primeros siglos del cristianismo hay pues que plantearla en las tradiciones como hemos dicho. La primera de ellas es la más que probable venida a Hispania del apóstol San Pablo 12hipotética venida del Apóstol Santiago a Cartagena. No hay pruebas arqueológicas que demuestren tal
aserto, pero la tradición13 se apoya en que tal hecho pudo ser posible tanto por los años de vida del Apóstol, como por la posible arribada al importante puerto de Cartagena. Tampoco hay pruebas de la posible evangelización de Santiago en nuestras tierras, y el hecho de haber encontrado su hipotético cuerpo en Santiago de Compostela sigue siendo hoy objeto de controversia. Nadie duda de la tradición que se apoya en las historias misioneras de los primeros momentos a pesar de que no existen documentos de esta época14 y de la misma manera que no se pueden probar, tampoco se puede refutar con evidencias que estos hechos no hubieran sucedido. Lo mismo ocurre con la tradición de los siete varones apostólicos que aunque
8En Murcia tenemos presencia de tres de ellos, San Indalecio, San Segundo y San Cecilio como veremos en su momento.
El tema hay que relacionarlo con el origen del Cristianismo en el SE hispano, cf. GÓMEZ VILLA, A., Presencia
arqueológica del…op. cit., p. 16/18.
9En el Concilio de Elvira con la presencia del obispo Suceso y el presbítero Liberal por la sede lorquina conocida como
Eliocroca y por el también presbítero Eutiques de la diócesis de Cartagena.
10La emergencia del cristianismo para todo este siglo IV se manifiesta con toda probabilidad por la existencia de las
basílicas del Monastil de Elda, la de Ilici, la del Tolmo de Minateda que nos hablan no de grupos aislados de cristianos sino de asambleas fuertemente constituidas.
11Además de los fragmentos de sarcófagos en Yecla, Hellín, Begastri, Elda y el Cerro de la Almagra que nos refiere la
existencia de cristianos con poder económico, aparece numerosa cerámica paleocristiana diseminada por toda la región (Castillo de los Garres, Castellar de Mazarrón, Salto de la Novia, etc.).Y no debemos olvidarnos de los fragmentos de
diseminadas en los Villaricos de Mula o la zona costera desde Águilas a Cartagena. La figura del “Crismón” aparece en la
numismática cuyos primeros ejemplares los encontramos en el paraje rural de El Pulpillo y en el emblemático de Los Torrejones.
12Ver CUSTODIO VEGA, A., “La venida de San Pablo a España y los varones apostólicos”, Boletín de la Real Academia de la Historia, CLIV, 1, 1964, 7-78.
13Dicha tradición está fundamentada básicamente en el deseo del Apóstol de venir a predicar a España: “Cuando vaya a
Hispania, espero veros al pasar y desde ahí iré luego allí, tras haber gozado algún tiempo de vuestra compañía” Epístola
a los Romanos (15,24).
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no es posible probar de manera documental, tampoco se puede ignorar el hecho de su perdurabilidad hasta tiempos visigóticos, en los cuales se creía “a pie juntillas” que numerosas iglesias habían sido fundadas en tiempos de los Apóstoles. En cualquier caso, la opinión de los investigadores actuales es que lo normal fue un tipo de propagación múltiple por los cristianos diseminados en todas las partes del Imperio, y la consecuencia de formación de pequeños núcleos que serían la base de las pequeñas comunidades de cristianos que irían evolucionando de manera progresiva a lo largo de los primeros momentos 15. En este sentido, es una realidad incontestable que el puerto de Cartagena era ruta principal de comunicación con Roma y a través del Norte de África con Bizancio.
Del tiempo en el que ocurre el fenómeno del martirologio tampoco tenemos noticias que puedan probar nada. ¿Hubo mártires en la Región? Debió haberlos pues las condiciones de Cartagena con su destacamento militar no difieren en nada a otros puertos del Imperio. Cierto que la vida del cristiano debió estar regida por la clandestinidad en estos años difíciles y por tanto, es muy difícil poder encontrar noticias de ningún tipo16. El fervor de los primeros cristianos debió de ser muy acusado en estas circunstancias y la exaltación que supone el martirio como camino hacia Dios no debió dejar indiferentes a los núcleos cristianos de la Región en la consideración de camino a la vida de santidad que lleva directamente a Dios. No importa mucho si entre nosotros no proliferaron los mártires, estas vivencias aún en ese supuesto, no serían desconocidas pues los cristianos que venían de otros lugares traerían estas noticias propagándose como “reguero de pólvora” en todos los lugares. A toda esta situación anterior hay que avanzar en la suposición de que según crecían los núcleos cristianos, se hacía necesario entablar relaciones con otros, solicitar noticias, extender las ideas y la solidaridad de grupo, propiciar los contactos. Aparecen así las primeras referencias del grupo en la figura de los diáconos y presbíteros que como primerosimpulsores de la acción evangelizadora nucleaban en torno a ellos a las primeras comunidades primitivas por pequeñas que fuesen. Pero no parece que haya ningún tipo de organización homogénea del cristianismo en todos los lugares. Esto es posterior al menos al Concilio de Elvira del siglo IV.
A mediados del siglo IV y una vez reconocida la religión cristiana es cuando podemos empezar a hablar de comunidades oficialmente constituidas en torno a los territorios y si bien de manera incipiente, losprimeros datos de organización17. Pero por encima de este hecho y a pesar de ser significativamente muy importante, lo es más todavía el fenómeno de la proliferación por todos lugares y sitios de la existencia del cristianismo que sale a la luz con gran fuerza y que viene a probar su realidad en el período anterior, aunque lastrada por las circunstancias de ocultación ya explicadas. Esta emergencia del cristianismo está perfectamente probada por la cantidad de documentación arqueológica encontrada a lo largo y ancho de la región murciana y de sus zonas limítrofes18. Todos estos elementos bien significativos nos hablan de la existencia de comunidades cristianas de gran fuerza que mantenía a estas alturas un culto cuidado. Cierto que es difícil pormenorizar las circunstancias que rodeaban este culto que estaría basado en un tipo de liturgia local muy primitiva, pero no olvidemos tampoco que el Concilio de Nicea esboza ya de manera clara la posición de los cristianos frente al arrianismo futuro al declarar al Hijo como consustancial con el Padre y que estos posicionamientos nos hablan ya de una clara organización cristiana.
II.2.-APARICIÓN DE LA VIDA MONÁSTICA
El siglo V es para la Iglesia un momento clave para la elevación de la vida espiritual en torno a una serie de valores relacionados con lo que llamaremos el fenómeno de la vida de santidad. Es la exaltación de los que viven en cuerpo y alma consagrados a Dios, la conocida “sociedad de los justos”. Cierto que esta situación hay que plantearla en sus inicios hacia finales del siglo IV, pero alcanza su pleno desarrollo a lo largo de este siglo V. La filosofía eclesial gira en torno a la aceptación de la voluntad divina de manera que vida e historia de las gentes se entiende por la aceptación de esta voluntad en tanto que interpretación de todo lo sucedido. Causa y efectos llegan a convertirse en una misma cosa hasta el punto que incluso la fe en la revelación cristiana llega a relativizarse, la vida se vive de manera natural en la interpretación de los designios divinos. Esta organización supone un status nuevo en la Iglesia que coloca en los primeros puestos a esa sociedad nueva que vive la santidad como precepto fundamental de la vida cristiana. Sus predicadores, tanto San Ambrosio como fundamentalmente San Jerónimo contribuyen a que la vida religiosa se organicen en torno a los “hombres santos”, esto es, los hombres de Dios cuya interpretación de la vida es la manifestación de la propia voluntad de Dios; esto supone entre otras cosas
15Véase las opiniones de SOTOMAYOR MURO, M., “La Iglesia en la España Romana” en GARCÍA VILLOSLADA, R., Historia de la Iglesia en España, vol. I, Madrid, 1979, p. 156/159.
16Las fuentes que nos hablan de mártires son las apócrifas y para nuestro territorio son más bien parcas, aunque
reconocemos que esta investigación sería complementaria y pensamos abordarla en su día; y del mismo modo la investigación complementaria del catálogo de reliquias.
17Serán los concilios de Nicea en el 325 y de Sárdica en el 343 donde aparecen las primeras normativas referentes a la
organización de las comunidades cristianas.
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que la vida de los santos y mártires se ensalce y sus figuras y lugares de existencia se convierten en los primeros focos de peregrinación del mundo cristiano19.
Esta “cosmologización” de la religión llega al convencimiento de que es preciso llegar al diálogo con Dios y poder alcanzar ese grado de santidad suprema. Es el fenómeno del monacato que tiene en estos momentos su inicio y que será siempre un distintivo en la historia de la Iglesia a lo largo de los tiempos. Se trata de alcanzar una vida apartada del mundo que permita esa comunicación personal con Dios, dedicada a la contemplación en el sentido más literal, al ayuno y permanente oración.
Y no podemos olvidar que junto a esta vida de santidad, el cuerpo de la iglesia se ve incrementado de manera extraordinaria por los nuevos cristianos atraídos por la religión ahora oficial y por tanto, triunfadora. Los poderosos, la organización del Estado y los principales estamentos sociales son cristianos y por ende, la mayoría de la población. Esto contrasta con los valores anteriores y ante la facilidad en ser cristiano aparece la sociedad relajada como en los preceptos y las conductas contrarias a esa vida de santidad20.
El mundo pues se hace cristiano y este es un fenómeno muy importante también en el futuro desarrollo de la vida de la Iglesia21.
II.3.-LA ORGANIZACIÓN ECLESIAL
Hasta ahora hemos hablado de la existencia de fuertes comunidades cristianas dirigidas por presbíteros/diáconos o por obispos y a pesar de conocer las diócesis de Eliocroca y la propia Cartagena, hay que precisar que tal concepto funciona como organización eclesial de comunidades personales y no necesariamente de territorios hasta el siglo VI.Es entonces cuando ya vemos el interés del papado22 por la organización de la iglesia, precisamente en unos momentos en que la llegada de los invasores godos sume a la iglesia en la lucha contra el arrianismo y llega a suponer de facto un corte momentáneo entre Roma y las comunidades cristianas de Hispania.
Los documentos papales23 tienen todos ellos el mismo sentimiento de intento de control de la iglesia desde la perspectiva de la regulación correcta de los usos y costumbres aprobados en los concilios y entre los cuales sobresalen los que se refieren a la preocupación por la conducta de obispos y sacerdotes que debe ser siempre ejemplar24.
Es ahora cuando las diócesis cobran sentido en la organización de la iglesia que se convierte en el elemento central de la vida y la sociedad, poniéndose al frente de todas las actividades tanto religiosas como incluso de las que hacen referencia a la vida civil. Es entonces cuando aparece la figura del obispo metropolitano, clave para entender los acontecimientos que vive la iglesia a partir de este momento25. La jerarquización de la iglesia es estricta: el metropolitano, los obispos, diáconos y clérigos. Es como si la iglesia intentase emular el papel de los “hombres santos” y convertirse en el único referente26. El pueblo, las gentes deben mirar pues a este referente como único guía en la vida27. Esta filosofía en la organización de la iglesia es una premonición de lo que iba a suponer la organización social en la edad Media que es ahora cuando se está preparando. Poco a poco se llega a situar como prioridad eclesial el control de los asuntos económicos en los que preparar la subsistencia a lo largo del mayor tiempo posible.
Mucho se ha escrito en torno al sentimiento de la gente en todo este período y aunque es evidente que la iglesia es el referente único no es menos cierto que existen evidencias de “piedad popular” en nuestras tierras, y que precisamente estas manifestaciones se debieron dar en todos los lugares. La
19Algunos teólogos apuntan a que toda esta nueva situación quizás vino a reducir la enorme obsesión por la espera en la
llegada inminente del Reino de Dios.
20Por esta razón también la aparición del monacato se ha explicado desde el punto de vista del desagravio a Dios por la
degradación de esas conductas cristianas fruto de la proliferación de nuevos adeptos, ante la facilidad de entrar en la religión por pasar a ser la religión oficial y triunfante de Roma.
21Este desarrollo extraordinario se explica mediante la proliferación de todo tipo de objetos y evidencias cristianas que se
encuentran prácticamente a lo largo y ancho del territorio. La cerámica paleocristiana aparece casi por todas partes, y en especial, los fragmentos de lucerna. Los nuevos objetos (pesas de telar con cruz o el bocado de caballo con crismón) se completa con la aparición de nuevos ejemplares numismáticos. Las comunidades cristianas se ven fortalecidas, cf. GÓMEZ VILLA, A., Presencia arqueológica del…op. cit., p.39.
22Quizá la única posibilidad de relación se diese en el levante mediante la comunicación marítima con Roma que queda
expedita y es por acá por donde el papa Hosmisdas envía misivas a los obispos (en nuestro caso al obispo Juan de Ilici) exhortándoles al control de la iglesia en la buena conducta de las jerarquías y al mismo tiempo pidiéndole un puente de comunicación permanente en el seguimiento de la iglesia.
23Que forman parte de la documentación conocida como “Vicariatos”.
24En este sentido es muy importante tener en cuenta que durante todo este período se celebran a lo largo de 30 años una
serie de concilios por toda la costa mediterránea peninsular (Tarragona, Gerona, Barcelona, Lérida y Valencia).
25En nuestro caso tenemos documentado al metropolitano Héctor que firma en el año 516 en el concilio de Tarragona y al
obispo Celsino de Cartagena que también acude al de Valencia celebrado en el 546.
26Es este sentimiento inicial el que servirá para formar la convicción posterior de la jerarquía eclesiástica de ser
considerada como la parte más noble de la iglesia, con todos los elementos negativos que tal situación va a comportar en el desarrollo posterior en la Edad Media.
27Esto explica que poco a poco se produzca un despegue de las jerarquías por los problemas de la gente de las que se
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propia iglesia propicia en un momento la costumbre del enterramiento en las iglesias junto a las reliquias de los santos y mártires y el “hombre santo” sigue siendo una referencia fundamental de esa piedad popular. En la Muela de Alborajico, en el fenómeno de las inscripciones de la Camareta, en las sierras del noroeste e incluso en las serranías cercanas a Totana o en la cordillera de Murcia, debieron existir monjes que hicieron de su vida ejemplo de dedicación a la vida religiosa28.
II.4.-CULTO POPULAR Y LITURGIA
El culto a los santos tiene dos componentes fundamentales, de un lado, tenemos el culto popular en tanto que manifestación espontánea que surge en el mismo momento en que el santo es introducido en su sepulcro y que a lo largo de los siglos se ha concretado en peregrinaciones, romerías, edificación de iglesias y por supuesto, la veneración de las “reliquias sagradas”. En segundo lugar está el culto oficial, aquel que la comunidad cristiana ofrece al santo como manifestación de su “Memoria” y que es el fundamento de la Liturgia, o más propiamente dicho, la Liturgia misma. La iglesia ha intentado siempre adecuar el primero al segundo o al menos intentar que ambos cultos no mostrasen diferencias grandes, aunque, al mismo tiempo ha considerado lícitas estas manifestaciones de piedad popular y en la mayoría de los casos ha terminado por aceptarlas.
La Liturgia es el culto oficial que se realiza en memoria del santo para aprovechando su mediación volver a recordar a todos el fundamento de la Religión que no es otro que la figura central de Jesucristo y su sacrificio por todos, rememorado en la Santa Misa, para alcanzar la vida eterna29.
Es claro que la veneración de las reliquias sagradas de los mártires supuso una exaltación e incluso una amplitud del culto siglo tras siglo, introduciéndose elementos más novedosos como la exposición de las reliquias a la vista de los fieles en determinadas fechas del año30 o mediante los relicarios de manera permanente o la tradición más antigua que se conoce, consistente en procesionar con las reliquias encerradas en una urna o arca a hombros de los diáconos31.
Otro de los componentes del culto a los santos ha sido el de las peregrinaciones a las basílicas y santuarios que, en numerosos casos ha servido para la extensión del propio culto a lo largo de la historia. Podrían ponerse multitud de ejemplos. En estos casos se unían el culto oficial que se le tributaba al santo en su iglesia con ciertas manifestaciones espontáneas que surgían en forma de fiestas populares o verbenas para manifestar alegría por las gracias concedidas por el santo con motivo de cualquier hecho desgraciado. Estas manifestaciones se intentaron impedir por la Iglesia32, finalmente han pasado a formar parte del día de celebración que incluye en la actualidad los dos componentes, el del acto litúrgico propiamente dicho y el del culto popular, con un componente laico festivo añadido.
Pronto la comunidad cristiana va a asociar el culto de los santos con el de la propia vida, entendiendo que éstos además de ejemplo cristiano por antonomasia para acercarnos a Dios, pueden también hacerle llegar a éste nuestros problemas y tribulaciones. Es la invocación del santo en demanda de la ayuda de Dios para resolver los problemas personales. El culto del santo llega de esta manera a alcanzar una nueva dimensión y la Iglesia se pone a la cabeza de estas manifestaciones, adecuando la liturgia a estas necesidades de la comunidad, encabezando las propias manifestaciones populares en forma de rogativas públicas en las que con la imagen del santo presidiendo el acto, se sale a la calle a implorar desde la falta de lluvia para preservar las cosechas, hasta el acto de penitencia pública para que el Altísimo detenga el “castigo de Dios”33
sobre la población. Son los momentos en que culto popular y oficial se funden en uno sólo.
El culto popular se manifiesta de manera íntima entre el cristiano y el santo de su devoción. De tal manera que desde tiempos inmemoriales se puede decir que cada santo tiene una fama y ésta corre como reguero de pólvora. Son los santos “milagreros o sanadores” a los que de manera individual uno
28En el caso de la Muela de Alborajico está claro la existencia de alguna comunidad monacal, en el de la cueva de la
Camareta, las inscripciones de todo tipo (conmemorativas, aclamatorias, oraciones, etc.) nos hacen pensar en una comunidad religiosa. En el caso de los montes del noroeste, lugar de proliferación de cuevas, se dan las condiciones idóneas para este tipo de vida religiosa apartada. Recordemos que son en estos lugares donde van a tener lugar el desarrollo de cultos populares muy profundos (valga como ejemplo la Virgen de la Peña en Cehegín o la Virgen de la Esperanzaen Calasparra). Tampoco la ubicación posterior del culto a la “santa” de Totana debe ser ajena a la existencia de monjes en sus montes; igualmente podemos argumentar en la cordillera murciana con los casos de la basílica de Algezares o el entorno de Santa Catalina del Monte.
29Cf. RIGHETTI, M., Historia de la Liturgia, BAC, Madrid, 1955, p. 9/11. El autor define la liturgia como “Culto integral del
Cuerpo místico de Jesucristo”.
30Generalmente coincidiendo con la onomástica del santo o la fecha de bendición de la propia iglesia o algún otro
acontecimiento excepcional como la visita de un obispo.
31En la iglesia de Jerusalén primero, y posteriormente en las primeras comunidades romanas.
32Podría recogerse todo un tratado con ejemplos del tema pues la lucha ha tenido altibajos según lugares y modos de
exaltación del culto. Por poner un ejemplo de la preocupación de la Iglesia por evitar connotaciones paganas, recordar el canon nº 23 del III Concilio de Toledo que exhortaba a los propios sacerdotes a controlar el tema en evitación de malas costumbres (parece que el pueblo con demasiada frecuencia, en vez de asistir a los Oficios Divinos se entregaba a las fiestas y al cántico).
33Castigo de Dios por los pecados de los hombres en forma de epidemias, sequías, plagas, guerras o cualquier otra