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Obras completas de Dª Concepción Arenal Tomo VIII Vol 2 Cartas a un señor

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Academic year: 2020

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(1)BUAH.

(2) ••. F.A.(C) 860 "18" ARE. BUAH. B 1. •I.

(3) BUAH.

(4) LITERATURA. BUAH. n(c. $60.

(5) BUAH.

(6) UNIVERSIDAD DE ALCALÁ. CARTAS Á UN SEÑOR. O. O. BUAH.

(7) TOMOS PUBLICADOS. I.. POBRE, 2 pesetas Madrid, 2,50 provincias.. E L VISITADOR DEL. II. LA BENEFICENCIA, LA FILANTROPÍA Y LA CARIDAD,. 2 pesetas Madrid, 2,50. provincias. III. CARTAS Á LOS DELINCUENTES, 3,50. pe-. setas Madrid, 4 provincias. IV. L A MUJER DEL PORVENIR.—LA MUJER. DE SU CASA, 2,50 pesetas Madrid, 3 provincias. V Y VI. ESTUDIOS PENITENCIARIOS, 5 pesetas en Madrid, 6 provincias. VII Y VIII. CARTAS Á UN OBRERO y CARTAS Á UN SEÑOR, 5 pesetas en Madrid, 6 en provincias.. E N PRENSA: Ensayo sobre el derecha de gentes.. BUAH.

(8) OBRAS COMPLETAS ra. LA CUESTIÓN SOCIAL. VOLTTMEN S E G U N D O. CARTAS A UN SEÑOR. MADRID LIBRERÍA DE VICTORIAKO SUÁREZ 48, P r e c i a d o s , 4 8 1895. f-- i Vt* BUAH.

(9) Ktt. tip. «Sucesores de Rivadtntyr»».—Puto de San Viceate, i;. BUAH.

(10) « Ha estallado la guerra entre la clase media y la artesana. JSfo falta á ésta razón en muchas de sus quejas: se ve desmoralizada, pisoteada por la clase media, que, poco cristiana, sólo tiene ilustración de oropel, muchas necesidades y muy poca caridad. Pero, por otra parte, este mismo pueblo, á lo menos la parte de él que habita en los grandes centros industriales y está sometida á detestables jefes, rebosa de ignorancia, de codicia y de irreligión. ~»El mal de arriba ha engendrado al de abajo, y á cualquier parte que tienda el sacerdote sus miradas no ve partido al cual se deba consagrar. La clase media representa el orden material y el desorden moral; la clase artesana que} considerada en conjunto, goza de más moralidad, tiene también por lote la violencia y una facilidad extraordinaria para seguir los más detestables caminos, i Qué arbitrio, pues, sino en nombre de la verdad y de la caridad del Evangelio constituirse en mediador, obligando á ambos partidos á que oigan sus faltas y sus recíprocos deberes, y tratando de conducirlos, por la consideración de los males que unos y otros han experimentado, á una transacciónfundada en la ley de Cristo?» (Carta del P. Lacordaire á M. Angosto Nieolia.). BUAH.

(11) Al. lector. Espero de tí, lector, confiado de tu buen juicio y sensata cordura, de tu fina sensibilidad y cultura que el libro será dignamente respetado. Y cuando de leer lo hayas terminado espero lo devuelvas con premura, para así hacer extensiva su lectura a otro que lo haya solicitado. Como este libro es circulante, satisfecha tu espiritual curiosidad y saturado de su aroma edificante, facilitarás el que pueda propagarse a quien espera con ansiedad sus páginas bellas para deleitarse. José MORENO PARRA. BUAH.

(12) CARTA PRIMERA.. Nunca es peligroso decir la v e r d a d .. Muy señor mío: Ha tenido V. la bondad de acoger con benevolencia y favorecer con su aprobación las Cartas á un obrero, pero V., persona ilustrada, habrá notado que la Cuestión social apenas se conocía allí más que bajo el punto de vista de los errores y de las faltas del pobre, y como el rico faltas comete también, errores tiene, y si acerca de ellos guardáramos silencio, sobre dejar la cuestión á medio discutir y la obra manca, parecería como que no nos atrevíamos á decir la verdad más que á los pequeños 'para contentamiento de los grandes, adulándolos con el silencio, cosa tan ajena á nuestro carácter, como á la índole de nuestra Revista. Nada hay más contrario á la caridad que la mentira calculada que se llama adulación, ó el silencio temeroso que se hace cómplice del mal, dejándolo pasar sin reprobación ni anatema.. BUAH.

(13) 8. OBRAS DE DOÑA CONCEPCIÓN ABENAL.. Caridad es amor, y no ama al rico el que no procura contribuir á que se perfeccione, y por temor de excitar su enojo, merece su desprecio. Debo manifestar á Y., con franqueza, lo que alguna persona muy sensata me ha dicho acerca de los incovenientes de dirigirle estas cartas por medio de la prensa, inconvenientes que pueden resumirse así: peligro de que los pobres conviertan en un arma la verdad que digo á los señores. Verdadpeligrosa, me parece algo así como santidad impía, ó claridad obscura. Tengo fe en la verdad, como en Dios, de quien es hija, y cuando no la contemplamos pura, cuando la rodeamos de errores y pasiones, es frecuente hacerla responsable de los males que causa aquel acompañamiento desdichado. Lo más que podemos conceder es que haya alguna ocasión rara, en que por breves momentos convenga aplazar la predicación de la verdad. Ni esa ocasión ni esos momentos son de la época actual; todo se discute; no hay doctrina, por absurda que sea, que no tenga apóstoles; los argumentos tienen el carácter de arremetidas, y el campo de la discusión parece más bien arena de lucha. ¿Cómo en tal situación ha de ser peligroso llegar entre los combatientes, y decirles algunas palabras á impulsos del amorá los hombres y de la fe en Dios? Que no las oigan, lo comprendemos, pero que en. BUAH.

(14) CARTAS i. UN SEÑOR.. 9. esta hora puedan hacer mal, es como suponer que la débil mano de un niño puede activar el fuego de un volcán en erupción. Si no tenemos escrúpulo de que los ricos abusen de las verdades que decimos á los pobres» ¿por qué hemos de temer que éstos conviertan las que dirigimos á las clases acomodadas en armas de combate? La plebe, se dirá, recurre á la violencia, y ¿recurre ella sola? Todas las clases, todos los partidos, ¿no apelan ala fuerza para sobreponerse á la ley? La violencia es criminal, es abominable, pero todos se manchan con ella, y si hay algún medio eficaz de combatirla, es diciendo la verdad é invocando la justicia. Además, en esta hora urge mucho que las clases acomodadas comprendan sus deberes y los cumplan y no desoigan el aviso que la Providencia les ha dado. Mal las sirve el que les haga creer que el peligro pasó, que el pequeño amago es el gran golpe, y que la tempestad ha desencadenado todos sus huracanes. Hemos visto desórdenes y crímenes, con dolor de que fuesen tantos, con asombro de que no fueran más. ¿Cómo no ha sido mayor el choque de las masas abandonadas á sus iras, á su descreimiento, á sus errores? Todavía el virus no había penetrado en toda la sustancia; todavía no se habían extinguido todas las voces de la conciencia, ni estaban rotos todos los frenos del deber ni. BUAH.

(15) 10. OBRAS DE DONA CONCEPCIÓN ARENAL.. todos los lazos del amor; pero no nos durmamos sobre el abismo; si el volcán no nos ha sepultado, si no hubo gran erupción, en las pequeñas corrientes pudimos apreciar la temperatura de la lava, y ¡ay del día en que corra en mayor cantidad, día inevitable, si no apartamos las materias de que se forma! Alejémonos de la arena política, donde suelen soñarse peligros y seguridades; prescindamos de tal suceso que inspira temor, y de tal otro que da confianza; dejemos las superficies movedizas y reflejadoras, engañosas de todo lo que por encima pasa, y penetremos en el fondo de la sociedad. ¿Ha desaparecido alguna de las causas que la conmovieron? ¿Hoy como ayer, el pueblo no es ignorante? ¿Hoy como ayer, los hombres sin amor de Dios, sin fe en El, sin esperanza en otra vida, no se arrojan sobre ésta y quieren devorarla como una presa que se les disputa? ¿Hoy como ayer, el materialismo, impío en las clases elevadas, brutal en el pueblo, no le impulsa á los placeres de los sentidos, únicos que comprende su espíritu irreligioso y poco cultivado? ¿Hoy como ayer, la desigualdad de goces no está en pugna perenne con la igualdad de derechos, no establece un desacuerdo que tiene que convertirse en hostilidad? ¿Hoy como ayer, la miseria no da un mentís doloroso á los progresos de la civilización, y horribles consejos á sus. BUAH.

(16) CARTAS A ÜX. SEÑOR.. 11. víctimas? ¿Hoy como ayer, no es, además de una virtud, una necesidad social la resignación, imposible para los que sufren mucho y no creen nada? ¿Hoy como ayer, no hay fanáticos que arrastran ilusos; ambiciosos que explotan ignorantes; manos, en fin, prontas á poner fuego á tanto combustible acumulado por la pasión, el dolor y la ignorancia? Pues si en nada han cambiado las condiciones esenciales de la sociedad, si en el fondo tiene las mismas corrientes, iguales abismos que ayer, ¿cómo suponemos que mañana no caerá en ellos, porque hoy se note en la superficie esta ó la otra apariencia tranquilizadora? Las causas subsisten, los efectos vendrán ahora, después ó luego; la sociedad no tiene asiento sólido ni idea elevada; el mundo blasfe. ma desesperado; los individuos se suicidan, las colectividades se rebelan, y no hay que tomar las intermitencias de la enfermedad por la calma de la salud. Y no es que yo desespere de la humanidad, no señor; creo que bajo la mano de la Providencia camina á un porvenir menos triste que su pasado, pero creo también que le esperan jornadas penosas, horas de prueba, y que há menester rodearse de la luz de la verdad para no caer en abismos, de donde saldría, pero después de haber sufrido dolores horrendos y cometido culpas graves, que puede y debe evitar.. BUAH.

(17) 12. OBBAS DE DOÑA CONCEPCIÓN ARENAL.. La hora es solemne, el peligro grave, y las conciencias rectas deben agruparse, y las voluntades firmes formar cuadro, y todo el que tiene fe, decirlo muy alto y erguida la frente, porque hemos llegado á tal confusión y locura, que las señales de fuerza se toman como signos de debilidad, y el descreimiento y el egoísmo tienen la increíble pretensión, no sólo de dictar leyes, sino de inspirar respeto. Por estas y otras muchas razones, creo, caballero, que el silencio no es prudencia, sino cobardía; que no es hora de poner mordazas á la verdad cuando el error se pregona con tantas trompetas, y que si los pobres tienen errores de posición, lo propio acontece á los ricos, porque cada clase vive en atmósfera distinta, pero dañosa muchas veces para la conciencia, y que, por ser habitual, se respira como si fuera sana. Las clases, como los individuos que las componen, no son impecables; ninguna puede tirar la primera piedra, y en momentos supremos como el actual, bien es que hagamos todos examen de conciencia y confesemos á Dios nuestros pecados, y los confesemos en alta voz como los primeros cristianos, porque al punto á que han llegado las cosas, esta confesión es necesaria, da buen ejemplo, fortifica las conciencias, y más calma que irrita á los perjudicados por la culpa, y que la saben. Es lógico, pero es triste, que un país que con. BUAH.

(18) CARTAS k UN SEÑOR.. 13. frecuencia ventila sus asuntos por la fuerza, escrupulice tanto cuando se trata de someterlos á la razón; que tema más la verdad que la pólvora, y que, rehusando discutir las opiniones, las arme. Yo no sé cuál será su parecer de usted, caballero; el mío es, que si se quiere salvar algo, ó mucho, es necesario discutirlo todo, y que ningún problema puede ya resolverse á obscuras. Por eso he determinado dirigir á V. estas cartas, con las cuales, lejos de cometer una imprudencia, me parece á mí que cumplo con un deber.. BUAH.

(19) BUAH.

(20) CARTA SEGUNDA.. —. ^ ^ J O ^ /. '-&*V. Lo que entendemos por pobres y por señores.. Muy señor mío: Antes de entrar en materia, debo fijar la significación de las palabras señor y pobre, sin lo cual podría haber grandísima confusión en las ideas. Todo el mundo sabe, poco más ó menos, lo que son señores y pobres, pero este poco más ó menos, que en algunos casos carece de importancia, puede tener mucha cuando se discuten ciertas cuestiones, como la pequeña diferencia de un número puede despreciarse cuando está solo, pero que si se repite en muchos constituye una cantidad que, despreciada, produce una solución errónea del problema. Hay mucho de relativo en lo que se entiende por señor y pobre. En una miserable aldea, pasa por señor el que juzgaría pobre un príncipe ó un magnate, así como en un lugar compuesto de chozas, se llama palacio á una mala casa. Con-. BUAH.

(21) 16. OBRAS DE DOÑA CONCEPCIÓN ARENAL.. viene que sea lo menos inexacto, variable y relativo posible lo que entendamos por pobre y señor, y por eso creo necesarias las explicaciones en que voy á entrar. Un eminente autor francés, que ha unido al bien pensar y al bien decir, el bien obrar, Carlos Lucas, dice que el deber en los pobres es negativo, y en los ricos es positivo. Estas pocas palabras, si de ellas se sacan las consecuencias lógicas, constituyen todo un tratado de moral. Reflexionemos sobre ellas para comprender la profunda verdad que encierran y las obligaciones que nos imponen. Los ricos, las personas acomodadas, por lo general, no suelen meditar mucho sobre sus deberes ni consultar muy detenidamente su razón y su conciencia para cerciorarse de que los han cumplido; pero aunque sumariamente, y como si dijéramos al por mayor, algunos piensan á veces en lo que mutuamente se deben ellos y los pobres, y comparando cómo cumplen unos y otros, y el mérito respectivo, resulta el suyo mucho mayor, no siéndolo realmente. Equivocación como la que padecen los que creen que la estadística se reduce á números, sin que para determinar su verdadero valor entren la lógica y el raciocinio. Hagamos, aunque brevemente, un paralelo entre las dificultades que halla el pobre y las facilidades del rico, y esto nos conducirá á. BUAH.

(22) CAETAS A DN SEÑOR.. 17. determinar en qué se distinguen esencialmente. El pobre no suele ser bien venido al mundo; los cuidados que le da su madre exigen una pérdida de tiempo que para el necesitado es dinero, y su aparición en la familia se significa con una frase que la indiferencia no repara, pero que es terrible: se dice que es una boca más. En la penuria en que viven los pobres, luchando con la necesidad, muchas veces con el hambre, un hijo más supone una ración menos, y aunque el amor paternal no calcule ni regatee los sacrificios, el pobre los hace grandes para sustentar la prole, y con frecuencia cercena para ella del preciso alimento: tiene, pues, mérito, á veces un gran mérito, en criar á sus hijos. El pobre tiene poco tiempo que dedicar á la educación de sus hijos, y lo que es peor todavía, no tiene idea de lo que es educación; no la ha recibido, no sabe en qué consiste, no puede darla. El pobre, ignorante, no ve un mal en que su hijo lo sea; es necesario tener instrucción para comprender sus ventajas. Si tal vez sabe leer, escribir y contar un poco, como no le han servido gran cosa aquellos imperfectos conocimientos, no da importancia á que su hijo los adquiera, y como desde muy pequeño le sirve de algo, como muchas veces no puede darle de comer si no le ayuda, no le envía á la escuela. II. BUAH. 3.

(23) 18. OBRAS DE DONA CONCEPCIÓN ARENAL.. El pobre, luchando siempre con el hambre, con la intemperie, con los agentes físicos, apenas comprende más triunfos que los que se alcanzan sobre la materia, ni más goces que los materiales. El pobre nace, crece, vive y muere, en una tarea ruda; por grados se va habituando á ella: de pequeño le dejan llorar, le pegan cuando es mayor, y si no se endureciera su cuerpo y su alma, sucumbiría. El pobre, en sus ratos de ocio y en sus días de descanso, ni en sí, ni en lo que le rodea, halla disposición para los goces del espíritu, y busca los de los sentidos, únicos al alcance de su inteligencia y de su bolsillo. Usted, que ha visto pobres, sabe que todo esto es verdad; y sólo la excelencia de ese destello de Dios que se llama alma, y de esa ley de amor que se llama religión de Jesucristo, puede hacer que en tales condiciones el hombre sea todavía un ser moral, y que muchas veces nos admire con rasgos que revelan una grande elevación de espíritu. El pobre es, pues, una organización que se sostiene con dificultad; una inteligencia que no se cultiva; una conciencia que no se ilustra ni se afirma; una sensibilidad que se embota: todavía en tales circunstancias siente la inspiración divina, y es libre, responsable, moral; pero. BUAH.

(24) CARTAS A UN SEÑOR.. 19. pretender que en la gran mayoría de los casos su virtud sea positiva, es desconocer absolutamente el hombre y la sociedad en que vive. El pobre que no abandona á su3 padres, ni á sus hijos; que no maltrata á su mujer; que no se embriaga; que no roba; que no es pendenciero ni da escándalo; que no es tramposo; que no hiere ni mata ni se rebela contra las leyes, es un hombre honrado. Pretender que tenga una grande iniciativa para el bien; que positivamente haga por sus padres, por sus hijos, por su mujer, por la sociedad, todo lo que convendría para la felicidad y perfección de todos, es querer un imposible, y negarse á la evidencia. Yo creo que toda criatura racional puede hacer positivamente algún bien, pero creo al mismo tiempo que, dado el estado moral, intelectual y económico de la gran mayoría de los pobres, sólo por excepción puede esperarse que hagan otra cosa que abstenerse del mal. Acompañemos mentalmente al pobre desde que se levanta para irá trabajar, hasta que, fatigado, se acuesta; apreciemos bien la limitación de sus ideas, el estrecho círculo en que su espíritu gira, lo escaso de sus recursos materiales, que apenas bastan para cubrir sus necesidades, y digamos en conciencia, si en su lugar podríamos tener iniciativa para contribuir á la perfección y á la felicidad de nuestros semejantes.. BUAH.

(25) 20. OBRAS DE DOÑA CONCEPCIÓN ARENAL.. Aun la persona menos religiosa, si es razonable y un tanto ilustrada, comprenderá el valor moral y social de las Obras de Misericordia, que en algunos casos (creemos que en muchos) se deben de justicia. ¿Qué artículos puede practicar el pobre, de este código bendito cuya aplicación sería la honra y el consuelo de la humanidad? ¿Cómo ha de dar de comer al hambriento, ni vestir al desnudo, el que padece de desnudez y hambre; ni hospedar al peregrino el que en su reducida vivienda apenas tiene cama para sí; ni redimir á nadie de ningún cautiverio el que tan necesitado se halla de ser redimido él mismo? ¿Qué enseñará el que nada sabe? ¿Qué consejos dará quien necesita consejo? ¿Cómo corregirá el error quien tan expuesto se halla á caer en él, y tan falto de prestigio para hacer triunfar la verdad? ¿Qué consuelo llevará al triste quien, falto de medios materiales, de recursos en su inteligencia, ha sido tantas veces objeto de compasión sin inspirarla, y apenas comprende mayor desdicha que la suya? ¿Puede el pobre, sino por alguna rara excepción, realizar algunas de estas obras y salir de su virtud pasiva de no hacer mal, para tener virtud activa y hacer bien? El rico, la persona regularmente acomodada, no tiene mérito en la mayor parte de las acciones que constituyen la virtud del pobre, porque. BUAH.

(26) CARTAS i. UN. SEÑOR.. 21. virtud supone combate , sacrificio, esfuerzo, vencer alguna dificultad que lo sea ó que lo ha sido, antes que la persona llegue al grado de perfección en que toda acción buena es natural. El rico no se quita el pan de la boca para dárselo á sus hijos; su mérito no está en criarlos, sino en educarlos; no en evitar que mueran de necesidad, sino en hacer que vivan dignamente. Si su educación no es completa, tiene la bastante para comprender sus ventajas, y con la instrucción le sucede lo propio; si no siempre facilidad, tiene siempre posibilidad moral y material de educar á sus hijos. Ni el hambre, ni el frío, ni la abyección, ni la ignorancia, ni la compañía de los criminales, le empujan al robo. Ni tentación ni mérito tiene en no ser ladrón. Su mérito no está en respetar la hacienda de otro, sino en dar de la suya aquello que pueda, para contribuir á que el dolor disminuya y la perfección aumente. Los vicios groseros, como la embriaguez, repugnan al rico, que desde la infancia los ve considerados como cosa vil, indigna de su persona, y que le rebajarían al nivel de los que desprecia. Su educación, su género de vida, contienen el incremento de las pasiones que impulsan á la violencia: no contrae, pues, mérito en abstenerse de faltas ó crímenes repulsivos á su ma-. BUAH.

(27) 22. OBRAS DE DOÑA CONCEPCIÓN ARENAL.. ñera de ser, sino en dar ejemplo de las opuestas virtudes. El que tiene cubiertas sus necesidades, no se ve en la de pedir prestado lo que no puede pagar, ni de perder aquella dignidad que tanto peligra en el hombre que carece de lo preciso: su mérito no está en no contraer deudas, sino en pagar aquellas que la conciencia reconoce á favor de la humanidad doliente y miserable. El que tiene alguna instrucción y algún desahogo, no oye el mal consejo del hambre, ni la ignorancia le extravía; su mérito no está, pues, en no seguir al primero que le excita á la rebelión, sino en apartar de ella al menos afortunado, en hacer cuanto pueda para que el error no extravíe las conciencias, y la miseria no encienda las pasiones. Podríamos continuar esta especie de paralelo, y resultaría siempre que son meritorias en el pobre acciones que en el rico no tienen mérito alguno, y que la virtud del primero consiste más bien en abstenerse, tiene más carácter jt?asivo, y la del segundo en hacer, y es esencialmente activa. Resulta también, que si el deber es una cosa absoluta, obligatoria para todos, grandes y pequeños, la manera de cumplirle es muy relativa á la posición de cada uno, y que para ser rico honrado se necesita, si no hacer más esfuerzo»,. BUAH.

(28) CARTAS A UN SH^OR.. 23. producir mayores resultados que para ser honrado pobre, porque el deber no es una capitación que pide á todos igual cantidad, sino una obligación que exige de cada uno proporcional mente á lo que tiene. Así, pues, todos estos cálculos que hacemos al comparar nuestro valor moral con el del pobre, suelen flaquear por la base; damos á los números un valor que no es el suyo, decimos dos ó cuatro, sin saber si son onzas ó quintales, y con sumandos de naturaleza heterogénea, la suma resulta absurda, que en el orden moral quiere decir injusta. Sabiendo que hay en la sociedad individuos cuya posición da á su virtud necesariamente, y por punto general, un carácter negativo, y otros cuya virtud le tiene positivo, llamamos á los primeros pobres, y á los segundos señores. Vamos á usar, pues, la palabra señor, en el sentido de que lo es todo el que activamente puede emplearse en el bien de sus semejantes. Es señor, el pobre de bienes materiales, pero rico de inteligencia ó de instrucción, que puede transmitirla á los que de ella carecen; es señor, el que tiene autoridad, y con ella medio de contribuir de un modo cualquiera al bien; es señor, el que por el nombre que lleva, por la posición que ocupa, tiene un prestigio que puede utilizar á favor de sus semejantes; es señor, el que siente la inspiración del arte, que puede conYertir ea. BUAH.

(29) 24. OBRAS CE DONA CONCEPCIÓN ARENAL.. palanca poderosa para conmover el corazón y elevar el sentimiento; es señor, el que con alguna cantidad ó valor cualquiera, puede contribuir á una buena obra; es señor, en fin, el que puede dar trabajo material por no necesitar todo el suyo. Es pobre, el que ninguna de estas cosas tiene ni puede dar, hallándose tan necesitado material é intelectualmente, que cuanto posee há menester para sí, significando para él donativo, privación de lo necesario. Ve V., pues, caballero, la significación que en estas cartas tendrán las palabras pobre y señor. He dicho y repito, tratando del pobre, que en lo general es pasivo, porque realmente no concibo situación alguna, por desdichada que sea, en que el hombre, alguna vez y para alguna cosa, no pueda ser activo; pero se necesita tal esfuerzo de virtud para que lo sea el pobre y convierta en hecho la posibilidad, que no hay que calcular partiendo de un heroísmo que no es exigible. En cuanto á los señores, cuyos deberes son activos, no es necesario añadir que de ningún modo pueden eximirse de los pasivos; el primero de todo hombre es no hacer mal, este es absoluto; después entra el de hacer bien, que es relativo y proporcional á la situación de cada uno.. BUAH.

(30) CABTAB L ÜN SKffOR.. 25. Lejos, pues, de admitir yo Cuarto Estado, no comprendo más que dos estados sociales: el de aquellos cuyos deberes sociales son generalmente negativos, y los que además tienen deberes positivos. Una vez hecho este deslinde, podrá haber error en lo que voy á decir á usted, pero no habrá confusión, y tenemos una probabilidad más de entendernos.. BUAH.

(31) BUAH.

(32) CARTA TERCERA.. Plan de los asuntos que trataremos en estas oartas.—La cuestión religiosa.—Su influencia en los problemas sociales.. Muy señor mío: Este trabajo, que lleva en primer término el título de Cuestión social, bien podría tener el de Cuestión moral, y es el que le hubiera dado, SÍQ el temor de que el nombre diese una idea equivocada de la cosa. Si en todos los países la cuestión social es cuestión moral en gran parte, en el nuestro mucho más, porque la inmoralidad tiene proporciones que en pocos alcanza, y porque si los señores se moralizasen, estaba resuelto, á mi parecer, el problema social respecto á los pobres. Estos, entre nosotros, son aún en su mayor parte resignados, sumisos y dispuestos á dejarse conducir por el buen camino, si hubiese quien por él los llevara. Con alguna excepción, la regla es que núes-. BUAH.

(33) 28. OBEAS DE DONA CONCEPCIÓN ARENAL.. tro pueblo no tiene aún aspiraciones imposibles de satisfacer, ni odios que ningún amor aplaca. Causas que no necesitamos investigar, producen este efecto, y en España, más que en ningún pueblo, con una moralidad, no digo perfecta, sino tolerable, estaba resuelto, por ahora al menos, ó mejor dicho, no habría problema social. Esta es, entre otras, una razón para que yo hable en estas cartas menos de Economía política que de moral, además de que V. no es ignorante ni yo docta, para que convierta mis epístolas en lecciones de la ciencia de la riqueza. Este libro no es una obra didáctica, sino un resumen memento; lo que yo voy á decir, lo dice todo el mundo: y entonces, dirá V., ¿para qué lo digo yo? Porque son cosas que se hablan á la media voz del miedo, ó con la voz ronca de la ira, y se dicen acá y allá sin orden, y á veces sin concierto: al dirigirme á V., mi objeto es hablar alto sin gritar; y hablar con método, agrupando lo disperso y recordando lo olvidado; no aspiro á que V. diga: ¡Es profundo, es sublime, es admirable] sino: ¡Es CLARO! En cuanto á la afirmación de que entre nosotros se resolvería la cuestión social sin más que con un poco de moralidad por parte de los señores , podrá parecerle á V. aventurada, pero tengo la seguridad de que opinarán como yo todos los que en España hayan tratado pobres. BUAH.

(34) CARTAS A UN. SEÑOR.. 29. y los conozcan, lo cual no es lo mismo. Cuando se tienen relaciones con una clase con prevención hostil, desdeñosa ó en exceso benévola, se la trata sin conocerla; esto es frecuente entre pobres y ricos, siendo posible y aun probable que V. desconozca al pueblo aunque haya tratado con él. No podemos juzgar con acierto las faltas de los pobres si no sabemos las nuestras, y podría suceder que echando bien la cuenta, resultasen en el cargo partidas que figuran en la data. Quisiera contribuir u n poco al examen de conciencia que debe hacer nuestra clase, y á poner en claro si son ó no pecados muchos de que acusa á la otra ó de los que se cree limpia, y en qué cuestiones puede tirar la primera piedra. Como la brevedad no está reñida con el orden, he de procurar tenerle, y diré á V. el que me propongo seguir. E l estudio de las cuestiones sociales es, más ó menos profundo, más ó menos directo, el de los hombres que componen la sociedad, de modo que no se puede prescindir de su naturaleza, ni ser independiente del modo de ser individual la existencia colectiva. No ver más que el individuo, ó prescindir de él, son dos errores en que no ha de incurrir el que piensa rectamente, porque ni el hombre puede vivir sin sociedad, ni ésta existir sin hombres. Al tratar, pues, una. BUAH.

(35) 30. OBBAB DE DOÑA CONCEPCIÓN ARENAL.. cuestión social, breve ó extensamente, en uno u otro sentido, hemos de partir del hombre, tal como es, no como se lo representan los que sueñan perfecciones en la naturaleza humana, ó los que la calumnian. ¿Qué es el hombre? Sentimiento que elevar. Voluntad que rectificar. Conciencia que ilustrar. Inteligencia que cultivar. Cuerpo que alimentar. No se puede prescindir de ninguna de estas cosas ni dar á cualquiera de ellas exagerada importancia, sin desconocer la humana naturaleza y alterar los datos que han de servir para la resolución de todos los problemas. Así, pues, la cuestión social, si ha de comprender las partes esenciales del hombre, y, por tanto, integrantes de la sociedad, ha de ser: Cuestión Cuestión Cuestión Cuestión. religiosa. moral. científica. económica.. Estas cosas no son idénticas, pero tampoco independientes, ni menos hostiles, y de su mo-. BUAH.

(36) CARTAS Á UN SEÑOR.. 81. vimiento armónico resulta la posible perfección, la felicidad. La religión influye en la moral; la moral en la religión; la ciencia en las dos y en la economía, y ésta en las otras tres: las condiciones materiales en que se halle el hombre, pueden facilitar, dificultar, y casi imposibilitar que se perfeccione en las esferas religiosa, moral y científica. La pretendida independencia de las grandes cuestiones, el haber prescindido de una parte del hombre al querer dirigirle, ha contribuido mucho á que se extravíe. Siguiendo el orden que hemos indicado, hablaremos hoy de la religión, haciéndolo con aquella sinceridad de que no puede prescindir ninguna persona honrada, y con la firmeza necesaria en asunto muy ocasionado á censuras acres y ostentosas reprobaciones. Me dirijo: A los que tienen religión. A los que la fingen. A los que la desdeñan. Dirán los primeros que los calumnio; llevarán á mal los segundos que procure arrancarles la careta; tendrán los otros la cuestión por ociosa, y por impertinencia tratarla, y más con tal aparato de solemne gravedad. Preveo también, y es muy triste previsión, que algunos se escandalizarán sinceramente, pero enseñaba el Di-. BUAH.

(37) 32. OBRAS DE DOÑA CONCEPCIÓN ARENAL.. vino Maestro que hay horas en que el escándalo es necesario. Y el escándalo ¿viene del que hace el mal, ó del que, con deseo de remediarle, le pone de manifiesto? Muchos piensan lo que voy á decir, y muchos también con sus acciones lo corroboran; no pocos no quieren pensar en estas cuestiones ni menos tratar en público de ellas, como si la paz de la conciencia consistiera en imponerle silencio, y la respetabilidad, en contemporizar con las cosas que deben combatirse. Supongo, caballero, que V. comprenderá toda la importancia de la religión, y que tenga poca ó mucha para V., no tendrá la ligereza de prescindir de la que tiene para los otros. La religión nos envuelve por todas partes á la manera de la atmósfera en que vivimos, y así como las máquinas más poderosas y apropiadas no consiguen hacer el vacío completo, la impiedad más atrevida no alcanza nunca á extinguir el sentimiento religioso que de todas las mutilaciones retoña, como brote inmortal de árbol eterno. Lo mismo que el pulmón respira el aire que le rodea, el alma alienta en la idea de Dios; por ella se comprende, se eleva y se fortifica; ella es luz en las tinieblas, norte en la tempestad, fuerza en el desaliento, consuelo en el dolor; ella, en fin, permite penetrar algo del terrible misterio de nuestra existencia. Sin Dios. BUAH.

(38) CARTAS A ÜN SBÑOR.. 33. no puede explicarse el hombre, contradicción desgarradora ó divina armonía. No tratamos de teología, no vamos á discutir dogmas ni á penetrar misterios, y cualquiera que sea el modo de pensar y sentir respecto de unos y otros, convendrá V. en que los hombres que viven en sociedad, más ó menos, mejor ó peor comprendida, tienen religión, siendo ésta, en consecuencia, un elemento social. Por desgracia, este elemento no es entre nosotros lo que debería ser; la religión, por regla general, no se comprende ni se practica bien en España, donde es grande el número de personas irreligiosas. La religión no consiste en fórmulas exteriores, en prácticas casi mecánicas, en palabras cuyo sentido se ignora ó se olvida, en preceptos que verbalmente se respetan, pero que prácticamente se quebrantan. La religión es una cosa íntima, que arranca de lo más profundo de nuestro corazón y de lo más elevado de nuestra inteligencia, que tiene manifestaciones exteriores como señales de lo que en el interior existe, no para suplirlo; palabras para comunicar con los otros hombres que elevan el alma á Dios, á fin de fortificarse en esta comunión, y también para procurarla. La religión no es el precepto que se invoca cuando conviene, sino que se practica siempre; es la aspiración á perII. BUAH. 3.

(39) 34. OBRAS DE DONA CONCEPCIÓN ARENAL.. feccionarse, es la justicia, es el amor, es la unión íntima del espíritu con Dios, que le eleva y le sostiene en la desgracia y en la prosperidad. El hombre no es religioso como es militar ó empleado, ni puede echar la llave á su conciencia como á su pupitre. Hay quien va á la iglesia, reza una oración, y dice: He cumplido mis deteres religiosos. Después se ocupa en su profesión, en su oficio, ó en nada. Fuera del templo, ó concluida la plegaria doméstica, la religión no interviene en su trabajo ni en sus ocios. ¿Por qué? Porque no es verdadera. La verdadera religión acompaña al hombre á todas partes, como su inteligencia y su conciencia; penetra toda su vida é influye en todos sus actos. Sus deberes religiosos, no los cumple por la mañana, por la tarde ó por la noche, sino todo el día, á toda hora, en toda ocasión, porque toda obra del hombre debe ser un acto religioso, en cuanto debe estar conforme con la ley de Dios. Hay religión en el trabajo que se realiza, en el deber que se cumple, en la ofensa que se perdona, en el error que se rectifica, en la debilidad que se conforta, en el dolor que se consuela; y hay impiedad en todo vicio, en toda injusticia, en todo rencor, en toda venganza, en todo mal que se hace ó que se desea, La religión no consiste sólo en confesar artículos. BUAH.

(40) CARTAS A UN SEÑOR.. 35. de fe, y practicar ceremonias del culto, inf ringieudo la ley de Dios. Al hombre religioso no le basta ir al templo, es necesario que lleve altar en su corazón, y que allí, en lo íntimo, en lo escondido, ofrezca sus obras á Dios, como u n homenaje, no como una profanación y un insulto. Cuando llega la noche, y examina en su conciencia cómo ha empleado el día, si no ha evitado todo el mal que en su mano estaba evitar, si no ha hecho todo el bien que pudo hacer, no puede decir con verdad que ha cumplido sus deberes religiosos. Amaos los unos á los otros, sed perfectos como vuestro Padre Celestial. Este es el mandato del Divino Maestro. ¿Cómo le obedecemos en España? ¿Cumplimos la ley de amor aborreciéndonos hasta el punto de recurrir de continuo á la violencia, de empuñar las armas, y en continua y abominable matanza, manchar con sangre las manos fratricidas y el alma con el más horrendo pecado? Si la religión dijera aborreceos, podíamos llamarnos ¡ay! un pueblo m u y religioso; pero como dice amaos, ¿no parecemos un pueblo impío? ¿Cumplimos mejor con la ley de perfección que con la ley de amor? Siendo una misma, no puede ajustarse á la una quien infringe la otra, y nuestra imperfección viene á dar testimonio de nuestra impiedad.. BUAH.

(41) 36. OBRAS DE DOÑA CONCEPCIÓN ABENAL.. Personas sencillas, fáciles de contentar, deseosas de ver realizado el bien que desean, se congratulan porque en ciertos templos y en días dados, acuden los fieles en gran número. ¿Dónde están las obras de esa fe? Jesús ha dicho: El árbol se conoce por sus frutos. ¿Cuál es el de ese árbol que parece vivo porque está en pie, que parece muerto porque no da fruto? ¿Cuál es el de esa religión que llena simultáneamente los templos, las orgías, las casas de expósitos, de juego, de prostitución, los presidios, y las calles y las plazas de gente que debería estar en ellos? La corrupción de las costumbres llega al punto de que la deshonestidad no escandaliza; la desenfrenada afición al juego, en vez de perseguirse, se explota; la vanidad despliega su lujo ante la miseria sin ningún miramiento; el egoísmo, bajo todas sus formas, se ostenta del modo más cínico; la usura es tan general, que el usurero no atrae sobre sí el desprecio que merece, ni aun se llama por su nombre; la apropiación de lo ajeno ea tan general, que se hace impunemente si se trata de la hacienda pública, y de la privada muchas veces, y lejos de señalarse con el dedo los que se enriquecen contra conciencia, se notan los que la tienen porque son muy raros, y si no se desdeñan, no se respetan tampoco. Es tan crecido el número de los que se enriquecen pecando, que la opinión pública, lejos de. BUAH.

(42) CAETAB 1 UN SEÍfOIl.. 37. lanzarles su anatema, los tolera y aun los aplaude, mirando á los hombres de conciencia y de honor con una extrañeza en que no se sabe si hay más desdén que respeto. La honra y la vida no se respetan más que la hacienda, y la procacidad en el hablar se iguala á la cruel prontitud en herir, que tiene en presidio 7.000 homicidas, é impunes nadie sabe cuántos. Tanto vicio y tanto crimen, la timidez apática del bien, la insolente audacia del mal, la virtud que no se honra, la perversidad que no se anatematiza, el dolor que no se compadece, las costumbres babilónicas, todo, en fin, ¿no está diciendo que no se comprende ó no se practica la religión de Jesucristo, y que no se adora á Dios en espíritu y en verdad? Hay una frase muy usada y muy gráfica del modo que tiene el vulgo (elegante ó mal vestido) de entender la religión; se irrita contra los gobernantes impíos que quieren quitársela. Como si aquella íntima comunicación con Dios, lo más recóndito que hay en el hombre, lo más elevado, lo que mora en el corazón y la conciencia, lo que está sobre y fuera del alcance de todos los poderes humanos, pudiera ser quitado por ninguno. Pecan, y muy gravemente, los poderes que no respetan la religión, los que permiten persecuciones ó insultos á los que la practican; pero atribuir á ninguno el poder de quitar-. BUAH.

(43) 38. OBRAS DE DOÍÍA CONCEPCIÓN ARENAL.. la, es buena prueba de que no se comprende. Y aun lo más fácil y lo más ostensible, ¿cómo se practica? Basta observar la gente que acude al templo cuando no hay cosa que llame la atención y sólo se trata de cumplir los deberes religiosos; en este caso apenas se ven más que mujeres, y en todos su número excede tanto al de los hombres, que en la proporción más favorable para éstos, cuando hay música, orador notable, función de buen tono ó de partido, etc., no suelen llegar á la cuarta parte. Y de ellos, ¿cuántos asisten por conciencia y no por apariencia? ¿Cuántos van para elevar el corazón á Dios y no por engañar á los hombres? ¿Cuántos acuden obedientes á un precepto y no para que los vean y para ver? Esta cuenta exacta sólo Dios puede llevarla; pero aproximada, fácil es de echar á cualquiera. Desde luego, á la simple vista, y por una mímica m u y elocuente; en el mirar acá y allá, á derecha é izquierda, y al techo y á la entrada, y á todas partes menos al tabernáculo; en el arreglar el cabello, y ver de que los puños salgan lo necesario; en el rectificar la posición de la corbata; en las asiduas precauciones para que no se altere la brillante superficie del recién planchado sombrero; en el hincar una sola rodilla en tierra sobre el blanco pañuelo precisamente al elevar la hostia, en estas y otras seña. BUAH.

(44) CARTAS A UN SEÑOR.. 89. les se reconoce bien el que no va á la iglesia para oir misa. A este número, no muy corto, de los que denuncia la mímica, puede añadir cada uno el de aquellos cuyo modo de pensar conoce, y sabe que no creen lo que aparentan practicar, y otros cuyos hechos son de tal naturaleza, que su presencia en el templo es una verdadera profanación . Si de las iglesias vamos á las casas, ¿qué sucede, caballero, en las que V. y yo y otros muchos conocemos bien? Cierto que hay algunas en que el jefe de la familia y los hijos varones, movidos de verdadera piedad, cumplen con sus deberes religiosos; pero en la mayor parte, la religión es cosa de las mujeres; ellas solas van á misa, á ellas incumbe la cuenta con Dios, como la cuenta de la lavandera ¡Qué variedad de hombres irreligiosos conocemos! Los hipócritas que quieren engañar. Los calculadores que manejan la religión como un capital del que se puede sacar buen rédito. Los viciosos para quienes la religión es un freno que rompen. Los que no creen, y no razonan. Los tímidos que no quieren dar escándalo. Los cínicos que se complacen en darle. Los que viendo en la religión un bien, no. BUAH.

(45) 40. OBRAS DE DONA CONCEPCIÓN ARENAL.. quieren privar de él á los que aman, y aparentan fe por no debilitar la de su familia. Los que miran la religión como una cosa propia de su clase ó de su partido, y hacen que la tienen como personas de buenas ideas y de buen tono. De éstos hay una parte, y no pequeña, que no cubren apariencia alguna, que no practican nada, pero que en toda ocasión declaman contra los impíos. Si mentalmente colocamos en cada una de estas variedades á todos los que á ellas corresponden, formarán agrupaciones muy numerosas por desgracia, en las cuales hay grandes diferencias, pero que tienen el carácter común de carecer de religión. Huyendo de las ciudades, ¿se ha refugiado en los campos ? La perversión de costumbres revela que no está allí tampoco, y aunque no tan graduada, existe diferencia, mucha diferencia, entre los dos sexos. Pongámonos á la puerta de la iglesia de un miserable lugar en un día festivo. Las mujeres van entrando, alguna llega á una parte del rosario ó á todo. De los hombres, según las comarcas, van más ó menos, pero en la mayor parte faltan muchos, en algunas los más. Los que asisten se quedan á la puerta de la iglesia, hablando mucho y muy alto, cosas á veces nada edificantes, y turbando el recogimiento de los que oran. Hasta el momento pre-. BUAH.

(46) CARTAS A UN SEffOR.. 41. ciso de empezar la misa no quieren entrar: se toca una campanilla como señal, y aun no basta y á veces hay que salir á llamarlos. Y ¿en qué consisten las prácticas religiosas de la mayor parte de las personas que de buena fe practican? Oir una misa que parece larga si para decirla se emplea el tiempo fijado por los cánones, y hacer una confesión siempre de los mismos pecados, y que no determina la enmienda ; esta es la regla general. Tratándose de millones de individuos, lo que nos parece regla, ha de tener y tiene dichosamente numerosas excepciones; hay muchas personas que comprenden bien la religión, que sinceramente la practican, y no todos los hombres son indiferentes ó hipócritas; los hay verdaderamente piadosos, pero por desgracia no puede dudarse que están en gran minoría. Y ¿á quiénes falta principalmente religión, á los de arriba ó á los de abajo? Dios, que lee en la conciencia, sabe la culpa de cada uno; pero según las reglas que guían los más rectos juicios humanos, puede afirmarse que ni los pobres ni los señores tienen verdadera piedad; que hay individuos, no clases piadosas, debiendo todos cubrir de ceniza la frente y entonar los salmos penitenciales. Un poco más de cinismo ó de brutalidad, un poco más de reserva ó de hipocresía , es todo lo que se observa , y no. BUAH.

(47) 42. 0BBAS DE DOffA CONCEPCIÓN ARENAL.. siempre, según la posición social de cada uno. Ciertas solemnidades religiosas de que se congratulan, unos de veras y otros hipócritamente, ¿pueden servir de argumento contra lo dicho? Si del gentío que presentan como prueba de religiosidad, se separan los que no son verdaderamente religiosos, los que no llevan al De pro fundís, al Te Deum ó la procesión la ociosidad, el compromiso, la rutina, el deseo de oir música ó ver tropa, de distraerse ó divertirse, ¿cuántos quedarían en la iglesia, en la calle y en los balcones de la carrera? Y no hablo de las autoridades, de los empleados y de la tropa que van por razón de oficio ó por obediencia. ¿No ha visto V. á los que asisten á las primeras catedrales en los días más solemnes, y á procesiones tan famosas como las de Sevilla y Valencia, escandalizarse de la falta de compostura y de respeto aun de parte de los que debían dar ejemplo, y lamentar las irreverencias, las verdaderas impiedades que se ven, unas veces gratis, otras á veinte reales el asiento? ¿No ha oído V. lamentarse á las personas verdaderamente piadosas de lo que se ve y se oye en los templos, precisamente en los días que la Iglesia conmemora misterios y sucesos capaces de imponer, no digo á los que tienen fe, sino hasta á los incrédulos ? Se anatematiza la profanación de un templo. BUAH.

(48) CASTAS i. UN SEÍÍOR.. 43. consumada tumultuariamente por una turba impía: no creo que sienta nadie más indignación ni más pena de la que semejante atentado me inspira; pero ¿no le preparan las profanaciones de la hipocresía, las del escándalo, los que oran con los labios y son blasfemos en su conciencia, los sucesores de los mercaderes del templo, los que acuden como á una fiesta á ver pasar á Jesús atado á la columna ó clavado en la cruz, sin que la representación del martirio eleve su corazón conmovido hacia el Divino Mártir? Y en materia de religión, ¿qué clase tiene derecho para arrojar á otra la primera piedra? Si en los señores hay en algunos casos, pocos, mayor inteligencia, ¡qué inspiración sublime no tiene á veces la fe del pobre, y de qué pruebas tan terribles no triunfa! Los que la han visto brillar en las tribulaciones del miserable, sobre el lecho de enfermedad ó de muerte que rodea la penuria, que aisla el abandono, comprenden que tal grado de virtud, difícil, si no imposible de manifestarse en otra clase, ennoblece aquella que la práctica, y puede servir de contrapeso á impiedades en que hay más grosería que maldad verdadera. Tratándose de religión, suelen ser los pobres un poco mejores, y los ricos bastante peores, de lo que parecen. Otra verdad que no puede consignarse sin. BUAH.

(49) 44. OBEAS DE DOSA CONCEPCIÓN ARENAL.. dolor, es que los señores, y hasta las personas ilustradas en otras materias, tratándose de religión , están, por su ignorancia, al nivel de los pobres. Se ve pocas veces que estudien algo y posean conocimientos en materia de religión, aun los que tienen fe; en cuanto á las señoras, son todavía menos las que en este punto están más ilustradas que las mujeres del pueblo. Esta general ignorancia es buena preparación para el error, que cunde por todas las clases. La más elevada se mofa de ciertas groseras supersticiones de la plebe; pero no es la plebe quien cubre de terciopelo y oro y pedrería las imágenes; quien lleva á los templos todo el lujo mundano, haciendo resonar en sus cúpulas la música profana de la ópera, y brillar en sus paredes los adornos del salón, y tal vez de la orgía. No son los pobres los que pagan estas funciones, que hasta un nombre que no debían tener han tomado, en que se sustituye al arte el mal gusto, al recogimiento el bullicio, y á las melodías que parecen venidas del cielo, las que traen recuerdos de la tierra, y á la severa austeridad de la religión divina, las pueriles manifestaciones de la vanidad humana. Si en el aniversario del nacimiento de Jesús, la plebe ebria profana los templos, si va romera y convierte en lugar de orgía las inmediaciones del santuario ó tal vez el santuario mismo, no. BUAH.

(50) CARTAS Á UN. SEÑOR.. 45. va sola, ni es ella la que, pudiendo y debiendo prohibir semejantes impiedades, las tolera, ó las promueve y las explota. Y si en esta hora tristísima, pobres y señores están muy lejos déla verdadera piedad, ¿cuál es el grado de culpa de cada uno ? Dios solamente lo sabe, y ¡cuántas ignorancias invencibles habrá en las ahumadas covachas y en los espléndidos salones, que también suele haber miseria moral bajo dorados techos! Pero si individualmente fuera temerario exigir responsabilidades, la colectiva es mayor en los señores. Por ellos ha empezado la incredulidad; ellos han escrito y escriben los libros y papeles que la propagan, ellos han formulado y sostienen los sistemas que la razonan. Entre la gente del pueblo hubiera habido brutales, pero no materialistas, si los señores no hubiesen dado á las groseras afirmaciones la autoridad y consistencia de un cuerpo de doctrina. Ahora, en ciertas clases, es de buen tono creer, ó hacer que se cree; un tiempo lo fué dudar ó negar, y el descreimiento ha ido descendiendo como las modas, que van pasando desde la dama ilustre hasta la cocinera. De arriba partieron esas voces impías que han encontrado ecos tan prolongados; de arriba salieron esas chispas que han producido y producirán terribles explosiones; de arriba los poderes sospechosos y los poderes abusivos, que han des-. BUAH.

(51) 46. OBRAS DE DOÑA CONCEPCIÓN ARENAL.. acreditado muchas veces las cosas santas que invocaban. Usted es demasiado ilustrado, caballero, para que tenga necesidad de esforzarme en probar que la impiedad ha empezado por los señores; y Dios sabe que ellos son los primeros que le han negado. La semilla de la impiedad caía en terreno apropiado para que fructificase. Con la ignorancia se armonizan bien los errores; el dolor está dispuesto á la blasfemia. Una vez que la incredulidad ha llegado á las últimas capas sociales, da pavura el comprender las profundas raíces que puede echar en inteligencias tan poco cultivadas, en corazones tan heridos, en pasiones tan excitadas. En aquellos abismos de la miseria, en aquellas soledades del abandono, en aquellos desfallecimientos de la debilidad, se concibe mal fuerza que no oprima y voz que no engañe. La incredulidad ha penetrado en las masas, encarna en ellas, y no hay que desconocer ni la gravedad del mal ni la dificultad del remedio. Es una criatura bien desdichada y un ser bien peligroso, el pobre, tan infeliz en la tierra y á quien no sostiene ni contiene la idea del cielo; y una empresa bien difícil hacer que cambie de ideas y de sentimientos, y crea y espere y se resigne. Por dificultoso que sea, no es menos necesario contener los estragos que la impiedad hace y los mucho mayores que. BUAH.

(52) CARTAS Á ÜN SESOR.. 47. amenaza hacer, y llevar afirmaciones consoladoras donde hay negaciones brutales y desesperantes. Aun cuando V. no crea, es probable que deplore la falta de creencias religiosas en los pobres. Pero ¿quiénha de inspirárselas, y cómo? Me parece que es el P. Félix, y si no, otro sacerdote cuya autoridad no es menos respetable, quien encarece la necesidad de que los seglares aviven la fe en el pueblo, que escucha mal á los sacerdotes, por lo prevenido que está contra ellos. Y si esto es en Francia, con un clero más ilustrado y virtuoso, ¿ qué será entre nosotros, donde á otras muchas causas de descrédito hay que añadir la hostilidad de una parte del pueblo, que le mira como enemigo de las instituciones que le favorecen y atizador de guerras que le sacrifican ? Sin entrar á discutir lo que puede haber de cierto ó de exagerado en esta opinión, es evidente que existe, y con ella un obstáculo más para que vuelvan á la fe los pobres que la han perdido, y una necesidad mayor de que los seglares tomen parte en la obra á que llamaba á los de Francia el célebre orador sagrado. Los sacerdotes virtuosos, ilustrados, verdaderamente fieles al espíritu del Evangelio que hay entre nosotros, no pueden con la tarea inmensa de contener los progresos de la impiedad; tal vez se desalientan al ver la desproporción entre sus. BUAH.

(53) 48. OBEAS DE DONA CONCEPCIÓN ARENAL.. fuerzas y el peso que los abruma, y han menester auxiliares numerosos: estos auxiliares no pueden ser otros que los señores. Tal vez se sonría V. con desdén, caballero, y me pregunte en son de burla si quiero que los señores se conviertan en misioneros y se dediquen á estudiar cánones y teología. No es tal mi pensamiento, aunque bien pudieran dedicarse á ese estudio muchos que no saben ni hacen nada, y provecho les resultaría de hacer y saber alguna cosa. Mas, sea de esto lo que quiera, no pretendo que los señores se conviertan en teólogos y canonistas; para que contribuyan á propagar la religión, basta que la tengan; pero en su pureza, no desfigurada; de corazón, no de aparato; sincera, no hipócrita. Siendo los señores cristianos verdaderos, será fecunda en buenos resultados la gran predicación de su ejemplo. Amar á Dios sobre todas las cosas y al prójimo como á ellos mismos; procurar ser perfectos como el Padre Celestial; mirar y tratar á los pobres como hermanos: esta es la ley, y cumplirla, un verdadero sacerdocio. Palabras de paz y obras de amor es lo que necesitan los apóstoles de los pobres para afirmarlos en la fe ó volverlos á ella. Note V., caballero, cómo ha penetrado la impiedad entre los pobres; note V. que su acción se parece á esos virus que están en el aire. BUAH.

(54) 40. CARTAS A UN SEÑOR.. de ciertos hospitales, pero que se inoculan por las heridas: los que no las tienen, están á cubierto del mal. Miremos de cerca al pobre y veremos que está herido, y bien cruelmente herido, en su corazón, que afligen tantas penas sin consuelo; herido en su inteligencia, que no se cultiva; herido en su dignidad, que no se respeta. Del pobre se forman las masas, palabra que tiene de horrible todo lo que pueda tener de exacta. Esta masa se manipula, muchas veces con tan poco miramiento, como si fuera inerte; suele parecerlo; sufre en silencio ó canta coplas como ésta: Yo soy como aquella piedra Que está en medio de la calle, Que todo el mundo la pisa Y ella no se queja á nadie. Las masas, en efecto, no se quejan; no rompen el silencio de los muertos sino con el rugido de las fieras, como si estuviesen persuadidas de que no pueden inspirar más que indiferencia ó terror. A pesar de todas las apariencias, esas masas se componen de criaturas que sienten y que sufren, que tienen conciencia del bien y del mal y aspiraciones á la justicia. Cuando se les niega, y Dios sabe si se les niega muchas veces, una herida reciben aunque no lo digan, y n. BUAH. 4.

(55) 50. OBRAS DE DONA CONCEPCIÓN ARENAL.. como han recibido y tienen tantas, se entra por ellas el virus de la impiedad, y penetra en almas que la perversión del hombre ha preparado mal para comprender la providencia de Dios. La conversión de los pobres tiene que ser al mismo tiempo una obra de reparación, y es necesario hacerle un poco más de justicia en la tierra si ha de escuchar al que le hable del cielo. Para colmo de desgracia, los que tienen fe en Dios y pueden inspirársela, tienen tan poca en los hombres y en que las mejoras del orden social puedan llegar hasta el pobre, que éste no puede mirar como amigos á los que no creen en su porvenir terrenal. Necesitaba quien tuviera fe en Dios y esperanza en la humanidad, y los pocos que se le acercan es para blasfemar del Creador ó desesperar de la criatura. O no le hablan más que del cielo, ó solamente déla tierra; así no oye ó atiende en mal hora: hay excepciones, pero ésta es la regla. Hoy es, para el pobre, sacerdote cualquiera que le predique con el ejemplo y buenas obras; pero aun á pesar de su ruda corteza, de BUS extravíos, de sus blasfemias casi mecánicas, así lo creo, hay en él un gran fondo de piedad, un germen bendito que brotaría con el llanto de la compasión y la luz de la justicia. Si los señores quieren que se convierta el pueblo sin convertirse ellos antes, pretenden un imposible; si. BUAH.

(56) CARTAS A ÜS. SEÑOR.. 51. creen que hay otro medio de evangelizarle que adoptar y practicar las máximas del Evangelio, están en un error; si sostienen que la impiedad de los pobres es otra cosa que el reflejo de la suya, niegan una verdad. ¡Ah, caballero! Si me diera V. una clase elevada y media de verdaderos creyentes, yo le daría á V. sin tardanza un pueblo de sincera fe; pero pretender que la religión ha de estar en razón inversa de la riqueza para seguridad de los que la posean, es pretender lo imposible. La superstición está haciendo á la religión un daño infinito material y moral; la superstición priva á la religión de recursos para obras verdaderamente piadosas, y la enajena muchas voluntades. Y ¿en qué se apoya principalmente? En la ignorancia y en la indiferencia religiosa. ¡En la indiferencia! Sí, señor. El sentimiento religioso tan fuerte en las mujeres, unido á la ignorancia en que por lo común viven, las predispone á ser supersticiosas. ¿Qué hacen el padre, el marido, el hermano? Reírse de sus preocupaciones y dejarlas, como si fuera cosa imposible que ellos creyeran y ellas pensaran. La religión que liga á la mujer con los extraños, la aparta de los propios, difiere de ellos en cosas esenciales de la conciencia; y el hombre, material y civilmente jefe de la familia, deja que ésta quede bajo la dictadura espiritual de otro hombre que. BUAH.

(57) 52. OBBAS DE DOÑA CONCEPCIÓN ARENAL.. sabe y dispone de ella más que él, y que es su verdadero jefe, porque como mens agitat molem, la autoridad en las cosas del espíritu llega en ocasiones á ser tan grande que influye hasta en las materiales, y el régimen económico revela la torcida dirección en el orden religioso. La mujer, por regla general, no se resigna á limitar su existencia á esta vida de dolores, no puede vivir sin religión, y cuando ni el padre ni el marido comulgan con ella, forma familia espiritual con alguno que comulgue, y los íntimos son ajenos, si acaso no son hostiles á esta comunión. La mujer impresionable y poco instruida no razona en materia de religión, se deja llevar por el sentimiento y por cualquiera que se dirija á él, y con frecuencia se extravía, porque ni el padre, ni el hermano, ni el esposo la acompañan para que vayan juntos por el buen camino. De este modo, la indiferencia religiosa del hombre es causa, tal vez la primera, de la superstición de la mujer, y la superstición, con los infinitos males que en sí lleva, produce el de aumentar la irreligiosidad, porque no todos, ni los más, separan la religión de su abuso. Cuando por regla general los que piensan no creen y los que creen no piensan, la razón y la fe no pueden constituir aquella superior armonía de que depende en parte la resolución del. BUAH.

(58) CARTAS Á UN SBSOB.. 53. problema social. Usted conoce muchos señores, y yo también, que miran la cuestión religiosa como cosa baladí; V. los conocerá tan ciegos, que no ven lo que pasa en su propia casa, y menos imaginan que los Mandamientos de la ley de Dios se relacionen íntimamente con los salarios, las huelgas, las exigencias razonables ó abusivas de capitalistas ú obreros, y, en fin, con el modo de establecer la libertad y el orden en la esfera económica y de realizar en ella la justicia. Pero esta ceguedad, que impide el conocimiento, no suprime la influencia de. la religión en los problemas sociales, ni que éstos hallen mayores obstáculos donde no se comprende bien y se practica mal.. BUAH.

(59) BUAH.

(60) CARTA CUARTA.. Moral.. Muy señor mío: Hemos dicho ya que la cuestión social es cuestión moral, y digo hemos, porque V. es ilustrado de sobra para no convenir en ello inmediatamente. Podemos definir la moral diciendo, que es el conocimiento y la práctica del deber, realizado por el puro amor al bien. La moralidad más perfecta de una persona depende de que conozca más su deber y le practique mejor. Entre la moralidad del que comprende bien y practica desinteresadamente todos sus deberes, y la del que los desconoce ó pisa todos ó no cumple alguno sino por cálculo, hay la escala inmensa, á cuyos extremos están la virtud sublime y el cálculo miserable ó el crimen horrendo. Si el ánimo se contrista al ver la falta de religión, no se aflige menos al observar la falta. BUAH.

(61) 56. OBRAS DE DONA CONCEPCIÓN ARENAL.. de moralidad. ¿Qué digo observar? La observación supone algún cuidado para conocer la cosa observada, y no se necesita para advertir la inmoralidad que salta á los ojos por todas partes. Donde quiera que se va, se saben sin preguntarlo infinidad de historias escandalosas, que ya no causan escándalo. La falta de honestidad en las mujeres y de probidad en los hombres es tan común, que ni la mujer liviana ni el hombre indigno son rechazados de la buena sociedad; BUENA, vamos al decir, según la frase intencionada de un escritor satírico (1). Cuando un mal toma las proporciones que la inmoralidad tiene entre nosotros, no puede estar limitado á una clase, y si esto era dudoso para alguno, las revoluciones políticas han puesto en evidencia que se carece de virtudes abajo, en medio y arriba; ha entrado la tienta en todas las capas sociales, y ¡cosa tristísima! de todas salió pus. La enfermedad, con variaciones accidentales de forma, se ve que es esencialmente la misma en grandes, pequeños y medianos. A esta hora verá todo el que de buena fe mire, que el mal es general y esencial, y que los cambios de forma son tan inútiles como los de postura para el doliente que tiene todo su cuerpo llagado. En vez de acusaciones injustas y espe(1) Mesonero Romanos.. BUAH.

(62) CARTAS Á US SEÍÍOR.. 57. ranzas locas, tengamos propósitos firmes de enmienda, porque mientras la ley moral se infrinja, inútiles son todas las otras, por justas que sean y equitativas que parezcan. Sin una reacción moral, fuerte, muy fuerte, continuaremos como esos dolientes á quienes se hacen operaciones dolorosas para extirpar síntomas de una enfermedad que se reproduce bajo el bisturí ó la cuchilla porque está en toda la sustancia.. Los renglones de puntos suspensivos significan algunas cuartillas en que se mencionaban ciertas inmoralidades de más bulto; pero me han parecido tan negras estas páginas, que las he roto. Vale más echar u n velo sobre cuadro tan repugnante. ¡Ojalá que el cinismo no le rasgara! ¡Ojalá que no fuese imposible evitar á la virtud el espectáculo del vicio é imponer silencio á la voz del escándalo! Los ecos del mal son tan numerosos y tan prolongados, que si es posible resistirse, no lo es dejarle de ver; que al menos no se refleje en estas cartas de modo que ofenda el candor de la inocencia, y sean otros los responsables de esa propaganda que la favorece revelando los misterios de la iniquidad. Usted convendrá conmigo, ¡ay, cómo no convenir! en que la inmoralidad es grande. Las. BUAH.

(63) 58. OBRAS DE DONA CONCEPCIÓN ARENAL.. clases y los partidos se dirigen mutuamente la acusación de inmoralidad, y los acusados suelen probar con sus hechos el dicho de los acusadores. De esta especie de juicio contradictorio resulta el convencimiento íntimo de que la corrupción es general. Hemos definido la moral, el conocimiento y la práctica del deber, realizado por el puro amor al bien. Se ve, pues, que la moral es: El conocimiento de lo que debe hacerse. La voluntad de practicar aquello que se conoce. Que son muy comunes los hechos calificados de inmorales por la conciencia general, es evidente para todos; lo que no es tan claro para muchos, es la inmoralidad de ciertas acciones que, siendo malas, no son reprobadas. De todas las ciencias, la Moral me parece ser la que menos se estudia. No se enseña formalmente en parte alguna, como si fuese cosa de poca importancia ó fácil que el hombre tenga principios fijos, reglas exactas á que ajustar sus acciones, idea clara de sus deberes y de sus derechos; como si la justicia fuera una cosa tan sencilla de comprender y de practicar, de modo que bastasen á realizarla el sentido común más preocupado y la voluntad menos firme. Yo creo, por el contrario, que el conocimiento de la verdad moral es una cosa tanto más difícil, cuanto. BUAH.

(64) CARTAS A UU SEÑOR.. 59. que no le basta, como á otras, vencer obstáculos en la esfera de la inteligencia, sino que le opone muchos la voluntad torcida á sabiendas ó no; porque no se trata de sustituir una teoría á otra sino que en moral el reconocimiento de un error lleva consigo un cambio en el modo de proceder. El decir me equivoqué es confesar hice mal, lo cual cuesta mucho, y más repararlo. Es incalculable lo que las prácticas viciosas dificultan las teorías verdaderas. Las acciones perversas tienen emanaciones mefíticas y forman densas nubes, donde la verdad se asfixia. Cuando una sociedad se pervierte, la atmósfera moral se contamina, en términos, que hay que elevarse mucho para respirar aire puro. Cuando es muy repetida la infracción del deber, ni la ley ni la opinión persiguen á los infractores, y los que recuerdan sus severas máximas, no es raro que pasen por extravagantes ó visionarios. La reforma necesitaría ser radical, y es difícil, porque á los muchísimos que no practican el bien, hay que añadir no pocos que no comprenden su teoría. El hombre colectivamente obedece á su idea, es como discurre, y mientras la opinión no rechace tantas acciones perversas como aprueba, se cometerán ¡cosa tristísima! con tranquilidad de conciencia. Todo el mundo sabe que hay que estudiar para ser médico, ingeniero ó farmacéutico; mas. BUAH.

(65) 60. OBRAS DE DOÍfA CONCErCIÓIT ARENAL.. para ser hombre honrado, no suele ocurrir que se necesite estudio alguno, lo cual es tanto menos cierto, cuanto que en el conocimiento moral casi siempre es necesario untrabajo doble: aprender lo que se ignora, y olvidar lo que se ha aprendido, si es erróneo. Es indispensable saber sus deberes como su profesión ó su oficio, y razonar cuáles acciones, y por qué, son buenas ó malas, voluntarias ú obligatorias. Después que esto se sepa, se cumplirán ó no; pero es preciso empezar por saberlo. Hay una cosa más triste que ver el mal, y es que pueda hacerse con aplauso; que nacido en el espíritu perverso, camine sin obstáculos por entre los hombres de buena voluntad, viviendo de las conciencias que mata, como esas masas de nieve que, desprendidas de las altas montañas, con lo que á su paso destruyen, aumentan su poder de destrucción. «El oro, la maldad, la tiranía, Del inicuo procede y pasa al bueno. ¿Qué espera la virtud, ó en qué confía?» (1). Yo no sé, caballero, cuál es más urgente á esta hora, si atajar los males de la práctica, ó desvanecer los errores de la teoría; ambas labores son harto apremiantes; pero los que no po(1) Bioja.. BUAH.

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