17. ARTE DEL BARROCO EN ITALIA.
17.1. Panorama histórico-cultural.
El Barroco representa un periodo de la civilización occidental que coincide con la afirmación de la Iglesia católica a través de la Contrarreforma; la Iglesia católica después del Concilio de Trento (1545-63) renunció a las naciones protestantes, pero reafirmó sus convicciones y aplicó una disciplina férrea en las naciones católicas. Al mismo tiempo, los reyes absolutistas reafirmaron su poder. Así, la Iglesia y los reyes absolutistas utilizaron el arte barroco para manifestar su poder; la Iglesia construyó grandes templos y los reyes grandes palacios.
El arte barroco nació en Roma a principios del siglo XVII y se desarrolló hasta mediados del XVIII. Sus principales mecenas fueron los papas.
Desde Italia, el arte barroco se extendió a Francia, sur de Alemania, Austria, España y América, Países Bajos, Inglaterra, Portugal, Hungría, Rusia, etc.
El arte barroco no supuso ningún progreso técnico en ninguna manifestación artística, pero sí supo aunarlas, y crear otras como la jardinería.
17.2. Arquitectura.
Las características de la arquitectura barroca son las siguientes: El edificio es visto como un todo, no como una suma de partes.
Se introduce la idea de movimiento recurriendo al uso de la línea curva en lugar de la línea recta. Ello se pone de manifiesto en la planta de los edificios, que puede ser elíptica, oval o mixtilínea. También en el uso de frontones curvos, frontones partidos, columnas salomónicas y cartelas.
Las fachadas de los edificios pueden tener múltiples planos, lo que provoca un juego de perspectivas y de luces y sombras.
El orden gigante sustituye a la superposición de órdenes.
Se buscan efectos ilusionistas que agranden los espacios interiores. Ello se consigue forrando las paredes con espejos, prolongación fingida de los espacios arquitectónicos, o con cúpulas de grandes dimensiones.
La decoración es abundante.
Los materiales de construcción son la piedra para exterior y mármol, bronce, estuco, etc. para el interior.
La iglesia fue el edificio característico.
Se prestó atención al urbanismo con el diseño de grandes plazas y avenidas.
Los arquitectos más destacados fueron Carlo Maderno, Lorenzo Bernini, Borromini y Guarini.
Carlo Maderno diseñó la fachada de la iglesia de Santa Susana (1603) consta de dos cuerpos, el primero recorrido por columnas y el segundo por pilastras, ambas corintias; además se combinan frontones triangulares y curvos; ambos pisos están unidos por volutas; y en ambos pisos se abren hornacinas que acogen esculturas.
Lorenzo Bernini se ajustó a los principios contrarreformistas y a las aspiraciones de poder de la Iglesia católica.
El baldaquino de la basílica de San Pedro del Vaticano (1623-34) fue su primera gran obra, que demuestra que Bernini concebía la arquitectura como una obra escultórica. Cobija el altar mayor, situado bajo la cúpula. Con el fin de mostrar una arquitectura dinámica prescindió de las líneas rectas e hizo uso de columnas salomónicas de estilo compuesto, un entablamento cóncavo denticulado y un dosel con volutas. Las columnas descansan sobre pedestales. Está coronado con una bola del mundo y una cruz. Está hecho en bronce.
En la Scala Regia de San Pedro del Vaticano (1666) evitó que la escalera se convirtiese en un túnel. Lo consiguió disponiendo a cada lado de la escalera una hilera de columnas convergentes que se van adelgazando, de manera que la escalera parece más larga de lo que es.
La plaza de San Pedro del Vaticano (1667) es su obra más importante. Consta de dos partes: la primera presenta planta trapezoidal, delimitada por dos brazos rectos convergentes, y la segunda ofrece una planta elíptica, perimetrada por dos brazos porticados de cuatro hileras de columnas. Este segundo espacio sirve para acoger a los creyentes. La columnata es de orden dórico; sobre el entablamento se disponen estatuas de santos y mártires. Bernini rompe con la perspectiva central de Brunelleschi y desarrolla la perspectiva oblicua con distintos puntos de vista. La columnata oblicua quiere simbolizar que la Iglesia abre sus brazos y acoge a los creyentes.
Borromini es el arquitecto más original por diseñar plantas, alzados y elementos decorativos originales.
La fachada del oratorio de San Felipe Neri (1637-40) se ajusta al modelo de fachada-telón, que embellecen el espacio urbano a la vez que esconde un edificio con el que no guarda relación alguna; presenta líneas curvas, frontón mixtilíneo y pilastras corintias de orden gigante.
La iglesia de San Carlos de las Cuatro Fuentes (1638-41) es la más audaz; presenta planta oval ondulante; el exterior es asimétrico, con un cuerpo central cóncavo y dos laterales convexos, el piso inferior se remata con un entablamento ondulante y el superior con una cornisa y una balaustrada partidas por una gran cartela; las columnas son corintias de orden gigante; las columnas del interior también son de orden gigante; sobre el entablamento se elevan arcos de medio punto y pechinas que sostienen una cúpula ovalada decorada con artesonados que provocan juegos de luces y sombras.
La iglesia de San Ivo (1642) presenta un atrio rectangular terminado en curva, que antecede una iglesia con una planta donde se combinan líneas curvas de distinto radio; el edificio está rematado por una cúpula con linterna, que descansa sobre un tambor de grandes proporciones.
De la iglesia de Santa Inés (1652) destaca la fachada: el centro es cóncavo, lo que permite acercar la cúpula a primer plano, tanto que parece montada sobre la portada; dos campaniles enmarcan la fachada.
17.3. Escultura.
La escultura barroca presenta las características siguientes:
La temática predominante es la religiosa por influencia de la Contrarreforma, pero también se desarrolla el retrato, el desnudo, la escultura funeraria y la mitológica. El movimiento domina toda la composición mediante escorzos, diagonales,
helicoidales ascendentes, ondulaciones, etc. Volúmenes muy desarrollados.
Importancia de los contrastes de luces y sombras en el modelado de las figuras. Se manifiestan los sentimientos mediante con una gestualidad muy expresiva. La escultura tiene una función complementaria. Aparece integrada en la
arquitectura, retablos, plazas, jardines, etc. Las esculturas admiten distintos puntos de vista.
Los materiales utilizados son mármol, bronce y madera policromada para los belenes.
Los escultores más destacados fueron Stefano Maderno, Mochi, Pietro Bernini y Lorenzo Bernini.
Stefano Maderno apuesta por el naturalismo con Santa Cecilia (1599). Representa a la santa tal como se la encontró en las catacumbas, vuelta contra el suelo y con el cuello cortado por una espada.
Mochi es autor de Ángel de la Anunciación (1608), que se distingue por la asimetría, el pathos exaltado y el contrate de luces y sombras.
Lorenzo Bernini es el gran escultor del barroco italiano. Cultivó todos los géneros renovando la escultura funeraria. Sus características más distintivas son el naturalismo, el movimiento, el dramatismo y el detallismo.
Las primeras esculturas de Lorenzo Bernini son clásicas, caso de La cabra Amaltea (1615), y manieristas, caso de El rapto de Proserpina (1622).
David (1624) aparece en acción retorciéndose sobre sí mismo hacia fuera.
Apolo y Dafne (1625) es un conjunto escultórico hecho en mármol. Recoge el momento en el que Dafne es alcanzada por Apolo y se convierte en laurel. Supo captar la suavidad de la piel de Dafne y la aspereza de las ramas del laurel. Los personajes aparecen desnudos e idealizados, pero son muy expresivos, Dafne manifiesta terror y Apolo perplejidad ante la transformación de Dafne. La composición es dinámica y el movimiento exaltado.
San Longino (1638) aparece con los brazos desplegados, lo que resalta su monumentalidad, aun apareciendo dentro de una exedra.
Éxtasis de santa Teresa (1645-52) es su mejor obra. Aparece enmarcada por una estructura arquitectónica de columnas, pilastras y un frontón complejo que reúne líneas rectas, cóncavas y convexas. Desde unos palcos laterales, la familia Cornaro asiste asombrada al deliquio místico que experimenta santa Teresa. La escena acontece en el espacio, la santa se apoya en una nube desde la que contempla los rayos divinos, lo que le provoca el desfallecimiento antes de que un ángel traspase su corazón con un dardo. Esta obra presenta la originalidad de ser la primera en la que se representa una nube.
Los conjuntos funerarios más importantes son los de Urbano VIII y Alejandro VII. En el sepulcro de Urbano VIII (1628) la escultura del papa aparece sentada expresándose en catedra. En el sepulcro de Alejandro VII (1674) la escultura del personaje aparece orante preparándose para recibir a la muerte, que sale de la cripta con un reloj de arena en una mano para advertir al papa que va a morir de inmediato.
Lorenzo Bernini también esculpió las fuentes romanas La Barcaza (1629), en la plaza de España, y de Los Cuatro Ríos (1651).
17.4. Pintura.
La pintura barroca italiana presenta las características siguientes: Predominio del color sobre el dibujo.
La pincelada es larga y fluida.
Hegemonía de la luz. Se juega con los contrastes de luz, siendo su máxima expresión el tenebrismo.
La perspectiva aérea sustituye a la perspectiva lineal con el fin de representar la tercera dimensión consiguiendo captar la atmósfera que hay entre los objetos y las personas. Se consiguió mediante líneas convergentes, series de escorzos, juegos de luces, etc. Las composiciones pueden ser asimétricas. En ellas la figura principal no ocupa el
centro de la composición.
El movimiento domina toda la composición mediante escorzos, diagonales, helicoidales ascendentes, ondulaciones, etc.
Pintura naturalista en la representación de los personajes y realista en cuanto a la plasmación de la realidad social.
La temática religiosa es predominante, pero también se pintan cuadros mitológicos. Los pintores más destacados fueron Aníbal Carracci, Caravaggio, De Cortona y Del Pozzo.
Aníbal Carracci puso fin al manierismo. Su pintura se distingue por el clasicismo, el monumentalismo, el movimiento y el colorido brillante. Realizó pintura de temática religiosa, caso de La asunción de la Virgen (1587), y mitológica, como los frescos del palacio Farnesio (1595).
Caravaggio desarrolló una pintura que presenta las características siguientes: naturalismo al elegir como modelos a personas corrientes; tenebrismo, que llevó a su máxima expresión al contraponer de manera violenta la luz y la sombra a través de la “luz de sótano” o “luz de claraboya”, que se consigue situando un único foco de luz fuera del lienzo y orientándolo hacia donde se quiere que observe el espectador; subordina el color a la luz; y escenarios sin decoración. Hay que citar La cena de Emaús (1598), La vocación de san Mateo (1600), Crucifixión de san Pedro (1601) y Muerte de la Virgen (1606).
