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Las distintas fases de la identidad: lo intercultural entre lo global y lo local

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Las distintas fases de la

identidad: Lo inter cultur al

entr e lo global y lo local

Nuest ra propuest a de plant ear un re-cor r i do p or l a h i st or i a cu l t u r al e ident it aria del art e de las dos ú lt im as décadas supone arrinconar lo relaciona-do con una hist oria lineal, est ilíst ica o cronológica basada en una sucesión de t endencias y m ovim ient os y ret om ar los concept os de int ernacionalism o, nacio-n alism o, diáspora, m u lt icu lt u ralidad, globalism o, localidad e interculturalidad, concept os que parecen responder a un com ún denom inador: su proxim idad a la palabra cult ura m ás allá de la de art e y su apuest a por la cuest ión de ident idad m ás allá del lenguaje: “El debat e cult ural -sostiene Gerardo M osquera- ha deveni-do espacio de lucha polít ica, t ant o en lo sim bólico com o en lo social”.1

Este particular recorrido se centrará en diferentes m om entos “culturales”: el m om ent o poscolonial posm oderno, que t i en e su par an gón en la i deología m ulticulturalista, el m om ento global en su constante tensión e interacción con lo lo-cal, para acabar con el que denom inare-m os inare-m oinare-m ento post-político que, a partir de una reactualización de las form as de com prom iso y de pensam ient o crít ico, tiene su equivalente en el interculturalis-m o. Siguiendo a Thointerculturalis-m as M cEvilley2,

po-dríam os distinguir una serie de fases de la identidad que darían lugar a distintas

m aneras de entender el arte y la cultura en el últim o siglo. Podríam os hablar del período prem oderno o precolonial donde la cuestión de la identidad es algo dado, incuest ionable para la int ervención de otras realidades culturales, fase que enla-zaría con el edénico m ito del origen y se correspondería con las sociedades y m a-nifestaciones artísticas llam adas tradicio-nales. A éste seguiría el período m oderno o colonial, en el que la idea de la identi-dad cultural se convierte en una estrate-gia usada por los colonizadores para, al m ism o tiem po, afianzar su propio poder y garantizar la autoconfianza del coloni-zado. Una tercera fase, dentro del perío-do colonial, corresponde a episodios de “resistencia” por parte del individuo co-lonizado que redirige su atención hacia el rest ablecim ient o de su propia ident i-dad abandonada. En la cuart a fase, los artistas aceptan, tras el reconocim iento de las diferencias, la hibridación así com o el m estizaje y una im pureza anticipadora de la ulterior cultura global. Y finalm ente, en el quinto estadio, la cuestión es cóm o las nuevas y m últiples identidades “locales” (partiendo de lo que Appadurai denom i-na “la producción de localidad”3) pueden

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AN N A M ARIA GU ASCH es profesora de Art e Cont em poráneo en la Universidad de

Barcelona. Com o crít ico de art e colabora en num erosas publicaciones, ent re ellas las revist as Lápiz, M at eria, Exit Books, ArcoNew s y Est udios Visuales, así com o en el suplem ent o Cult ural del periódico ABC. Es direct ora de la colección Akal/ Art e

Cont em poráneo de M adrid. Ent re sus recient es

publicaciones dest acan: Los

m anifiest os del art e posm oderno. Text os de exposiciones 1980 -1995 (Akal, M adrid, 20 0 0 ), El art e últ im o del siglo XX. Del

posm inim alism o a lo

m ult icult ural (Alianza, M adrid, 20 0 0 ) y La crít ica de art e. Hist oria, t eoría y praxis (Serbal, Barcelona, 20 0 3). Ha sido Visit ing Scholar en el Get t y Inst it ut e de Los Angeles y Visit ing Fellow en las

Universidades nort eam ericanas de Princet on, Yale y Colum bia (Nueva York).

Posm odernidad y

Poscolonialism o

Con l a i r r u p ci ón de l a con di ci ón posm oderna asist im os a un nuevo epi-sodio en la definición de la ident idad: el de u n a m áxim a expan sión , desplaza-m ient o o dedesplaza-m ocrat ización del hecho cul-t ural frucul-t o de la consolidación del dis-cu rso de la dif erencia en el m arco del posest ruct uralism o francés, pero t am -bi én del i m p act o de l os est u di os poscoloniales, que tuvieron un im portan-t e pu n portan-t o de parportan-t ida en las portan-t eorías de Edw ard Said. En un m undo ya no dividi-do en estructuras binarias (lo civilizadividi-do/ lo prim it ivo, lo crudo/ lo cocido, la cult u-ra/ la subcultura), ni dom inado por una m irada etnocéntrica ni por una sociedad basada en el m onocult uralism o radical

que consideraba la diversidad cult ural y social com o peligrosa, el “discurso de la diferencia” garant izó un reconocim ien-t o de la diversidad y de lo que llam aría-m os un efect o “collage” subyacent e al di scu r so de l a h i br i daci ón , del nom adism o, del m est izaje y de la im pu-reza. El énfasis en el collage fue revisado en 1984 por Frederic Jam eson cu ando com paró a la cult ura posm oderna con el past iche, un “hablar a t ravés de m ásca-ras y voces situadas en el m useo im agi-n ar i o de u agi-n a cu l t u r a gl obal ” . Fel i x Guat t ari y Gilles Deleuze añadieron que el com plem ent o de una cult ura de pas-t iche era el nom adism o, un m ovim ienpas-t o en el qu e los individu os salían de su s m at rices y cult uras y se desplazaban de un lugar a ot ro con la idea fundam ent al del viaje y con el sent ido de la relat ividad cult ural que ella suponía.

Qu izás lo m ás in t eresan t e para el t em a que nos ocupa es const at ar cóm o la llam ada posm odernidad no eurocén-trica, acostum brada a convivir en socie-dades plurales y m ult icult urales y sobre t odo liberada de las grandes narrat ivas, de los grandes relat os del prim er m undo com o el m arxism o, el psicoanálisis, el estructuralism o, la m etafísica, supone un nuevo estadio de la «identidad m últiple», en el que se part e de la base que no sólo cada form a cultural es significativa en sí m ism a sino que el proyect o de ponerlas ju n t as sin la sen sación de pérdida es m ejor que t enerlas separadas. Est e es un proyect o que va m ás allá de nacionalis-m os folklóricos pero que tanacionalis-m poco supo-n e acep t ar u supo-n supo-n eu t r o y m osupo-n ol ít i co int ernacionalism o com o una especie de fenóm eno “heroico” que invita a aban-donar la ident idad local para que cada cult ura asum a un m odelo occident al y ut ópico del m undo. Aquí lo que im port a es equilibrar la identidad propia con las

1 Gerardo M osquera: “ Robando el past el global. Globalización, diferencia y apropiación cult ural” , en Horizont es del Art e Lat inoamericano, José Jiménez y Fernando Cast ro (eds), M adrid, Tecnos, 1999, p. 66.

2 Thomas M cEvilley: Fusion: West African Art ist s at t he Venice Biennale, The M useum for African Art , Nueva York, Prest el, M unich, 1993, pp. 10-13.

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diversas dem andas globales, incluida la derivada de la hegem onía de la t ecnolo-gía occident al.

Es lo qu e denom inaríam os “ Nu evo Internacionalism o” que reflejaría la plu-ralización de relaciones políticas, econó-m icas y cu lt u rales int ernacionales así com o las contradicciones y conflictos que em ergen de este proceso de pluralización. Est e “Nuevo Int ernacionalism o” se nos aparece con todas sus ventajas y sus peli-gros, com o la nueva fórm ula que puede garantizar un m undo lleno de arm onía e int egración cult ural. Gracias al “Nuevo Internacionalism o”, es decir, el uso de los lenguajes del int ernacionalism o (sobre todo los derivados del m inim al, del con-cept u al y del pop, en t en di dos com o “linguas francas”) im plem ent ados con narrativas locales (aquí tanto entrarían las narrat ivas africanas, lat inoam ericanas, chicanas, caribeñas, etc.) la m arginalidad cultural, com o sostiene Jean Fischer, ya no sería un problem a de invisibilidad, aun-que sí de exceso de visibilidad en térm i-nos de leer la diferencia cultural com o algo fácilm ente m ercantilizable.4 Pero si bien

la diferencia cultural es m ás visible ahora que ant es, com o t am bién apunt ó Jean Fischer, est e “Nuevo Int ernacionalism o” tiene el peligro de convertirse en una vi-sión distópica, que puede acabar anulan-do las diferencias locales, las identidades locales esenciales, los m odelos tradiciona-les de conocim iento, la rica diversidad de cult uras, lo cual conduce a una nueva hom ogeneización cult ural y, en últ im o térm ino, a un m ayor control por parte de las estructuras hegem ónicas de poder5.

Pero lo ciert o es que en un m om ent o dom inado por la pluralización de las re-laciones polít icas, económ icas y cult

ura-les int ernacionaura-les, así com o por las con-t radicciones y los confliccon-t os aparecidos en el proceso de est a pluralización, la fórm ula del “Nuevo Int ernacionalism o” era la que m ejor podía garant izar al ar-tista diaspórico, periférico o em igrado a la m et rópoli su condición de “vivir en los bor des” , es deci r , de vi vi r en lu gar es t ransicionales donde, al decir de Hom i Bhabha, se im ponen los concept os de “ m ás al l á” (beyon d) y “ en t r e” (i n -bet w een), ent endiendo por m ás allá una zona de “t ránsit o” donde se ent recruzan pasado y present e, diferencia e ident dad, fuera y adent ro, un espacio en últ i-m o t ér i-m i n o i n t er st i ci al , h íbr i do y lim inal6. Perm aneciendo en el borde, nos

dice Bhabha, el em igrant e es invit ado a intervenir activam ente en la transm isión de la herencia cult ural o “t radición” m u-cho m ás que a aceptar “pasivam ente” sus venerables ancest ros. Lo cual hace posi-ble que el conocim ient o heredado pue-da ser reinscrito con nuevos significados (de ahí el “new ” de nuevo internaciona-lism o, que en ningún caso se t rat a de una novedad est rict am ent e form al, de len-guaje, sino de una cuest ión ident it aria). El “Nuevo Int ernacionalism o” perm i-t iría, desde u na posición m igrai-t oria o m inorit aria, reinst aurar o reinvent ar el pasado (“el pasado-presente com o par-t e de la necesidad, no de la nospar-t algia del vivir”), lo cual según Bhabha nos lleva-ría a una “reinvención de la t radición” p ar ej a a ot r as “ i n con m en su r abl es” t em poralidades cult urales, ent endiendo por inconm ensurabilidad un aspect o de ext rañeza, de disrupción, de t raum a o de ansiedad que forzaría a una rupt ura de la lógica binaria de la que depende gran cant idad de discursos: el nacionalist a, el colonialist a y el pat riarcal.7

4 Jean Fischer: “ The Syncret ic Turn: Cross-Cult ural Pract ices in t he Age of M ult icult uralism” , en M elina Kalinovska (ed), New Histories, Inst it ut e of Cont emporary Art s, Bost on, 1996, p. 35.

5 Jean Fischer: “ Tú dices hola y yo digo adiós” , Transat lánt ico, Diseminación, cruce y dest errit orialización, CAAM . Gran Cana-ria, 1998, pp. 159-166.

6 “ En el fin de siglo nos encont ramos –afirma Homi Bhabha- en un moment o de t ránsit o donde espacio y t iempo producen complejas figuras de diferencia e ident idad, inclusión y exclusión (…). Hay un sent ido de desorient ación, de pert urbación de dirección en el “ más allá” . Y es así como llegamos a las nociones de raza, sexo, que habit an en un mundo post moderno, así como a los int erst icios y a las diferencias” . Véase Homi Bhabha, “ Beyond t he Pale: Art in t he Age of M ult icult ural Translat ion” , Bienal Whit ney, Nueva York, 1993, p. 62.

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Quizás lo m ás int eresant e es const a-t ar cóm o el “Nuevo Ina-t ernacionalism o”, acorde con la ideología m ult icult ural, ya no const it uiría un “nuevo” ism o com o ocu rre con los int ernacionalism os de cort e m oderno (com o la Bauhaus o la ar-quit ect ura int ernacional) sino, t odo lo cont rario, un proceso de des-ism ización. Y est e p r oceso, com o sost i en e Hou Han ru , i n clu so podría com pararse al concept o cient ífico de la “ent ropía” en la m edida en que al m ism o t iem po que ent ra en un período de desint egración hacia un caos t ot al, alcanza el lím it e de su propio desarrollo. Al t iem po que nu-m er osos y var i ados n u evos ór den es em ergen de est e caso creando una suer-t e de equilibrio ensuer-t re el grado de desor-den y el nuevo ordesor-den8.

M ulticulturalism o y

diáspora

Est a necesidad de equilibrar la iden-t idad propia con las nuevas dem andas globales no im pide, com o afirm a Thom as M cEvilley9, que art ist as de Am érica Lat

i-na, Japón, India, Chii-na, Corea, practican-t es de espractican-t e “Nuevo Inpractican-t ernacionalism o” y creando est ilos que sim ult áneam ent e respetan las identidades particulares lo-cales, llam en a las puert as del sist em a artístico occidental, buscando las venta-jas que ofrece: el acceso a una am plia audiencia, la entrada a un discurso vivo y act ivo, m ás allá de la hist oria del art e y del m useo. Est a necesidad por part e de los artistas no occidentales a desplazar-se a las m et rópolis del poder nos lleva a h abl ar de l a di ásp or a en u n m u n do “post nacional”, es decir un m undo que desafía la idea de qu e la cu lt u ra deba basarse en una sola nación que act úa a favor y no en contra de las propias iden-t idades10.

Por ot r a p ar t e, t al com o sost i en e St uart Hall11, las ident idades frut o de la

diáspora serían aquellas que se produ-cirían y reproduprodu-cirían a sí m ism as, a tra-vés de la t ransform ación y la diferencia. La diáspora habría qu e ent enderla en una vía sim ilar a com o Jacques Derrida plant ea la noción de “différance”, un es-t adio enes-t re “diferenciar” y “diferir”. En l a di ásp or a, m ás al l á de l a n oci ón esencialist a de raza o et nicidad, no sólo se const at a un fact or de diferencia con el “ot ro” en lo que W.E.B. Dubois (1903) den om in ó el con cept o de “ doble con -ciencia” y la coexist encia de dos alm as, dos pensam ient os, dos irreconciliables esf u erzos, sino u n f act or de desplaza-m ient o, un desplaza-m irar hacia el fut uro que ga-rant iza un m últ iple punt o de vist a y que hace que, en últ im o t érm ino, las t eorías de hibridación y m est izaje desarrolladas

8 Hou Hanru: “ Ent ropy; Chinese Art ist s, West ern Art Inst it ut ions, A New Int ernat ionalism” , en Jean Fischer, Global Visions. Tow ars a New Int ernat ionalism in t he Visual Art s, Londres, Kala Press, 1994, p. 79.

9 T. M cEvilley: op. cit ., pp. 18-19.

10 Nicholas M irzoeff (ed.): Diaspora and Visual Cult ure. Represent ing Africans and Jew s, Londres y Nueva York, Rout ledge, 2000, pp. 1-3.

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por los indios o lat inoam ericanos aparezcan com o las herram ient as cont em -poráneas de exam inar el Occident e.

De ah í qu e l a i m agen vi su al “ di asp ór i ca” sea n ecesar i am en t e int ert ext ual en el sent ido de que puede crear m últ iples asociaciones visuales e int elect uales a la vez dent ro y m ás allá de la producción de la propia im agen12. Y

t al com o ha reconocido St uart Hall en el artículo “Cultural Identity and Diaspora”, lo m ás dest acado del f enóm eno de la diáspora es que el individuo (el propio Hall part e de su experiencia de la diás-pora africana, habiéndose form ado en Jam aica pero habiendo desarrollado su carrera profesional en Gran Bret aña) si bien ya no puede volver de nuevo a casa, no obst ant e su t rabajo cult ural le per-m it e ver y reconocer sus propias hist o-rias con las que puede const ruir aquellos p u n t os de i den t i f i caci ón y aqu el l os posicionam ient os que definen las iden-t idades propias13. Segú n est a t eoría, el

individuo frut o de la diáspora desarro-llaría m ejor su iden t idad f u era de su ám bito nacional buscando sus puntos de fricción y diferencias con él m ism o (de ahí el doble juego de palabras diferent e y diferim iento) y adem ás sería esta iden-t idad la que ayudaría a Occideniden-t e a co-nocerse m ejor a sí m ism o, a recoco-nocerse en la figura del “otro”.

Territorios globales y

postnacionales

En est a hist oria de ident idades cult u-rales sin duda resta un últim o estadio que es en el que est am os sum ergidos en la act ualidad, que ya no es el espacio del “ del m ás allá” n i t am poco el espaci o dialógico del uno y del ot ro. Se t rat aría m ás bien, al decir de Hardt y Negri, del espacio de un renacido “Im perio”, un re-novado concept o de im perio que nada t iene que ver con el concept o “colonial” de Im perio com o algo qu e colonizaba im aginaciones o qu e fu ncionaba a u n nivel psicológico para el oprim ido. Un “im perio” que em erge com o un nuevo “orden global”, com o una nueva form a de soberanía. A qué se llam a Im perio, se preguntan los autores ante el irresistible e irreversible proceso de globalización, de corporativism o transnacional, del ca-pit alism o m ult inacional en el ám bit o de los int ercam bios económ icos y cult ura-les, para a renglón seguido responder, por “Im perio” se entiende una nueva for-m a global de soberanía cofor-m puest a de m ú l t i p l es or gan i sm os n aci on al es o supranacionales que invitan a la descen-t ralización y desdescen-t erridescen-t orialización en el m arco de la econom ía global. Ya no hay cent ro t errit orial de poder, aludiendo al hecho de que el im perio sólo est á allí donde est é acum ulado capit al colect ivo, en Singapur, en Wall St reet , en Harvard o en la región m ás recóndit a de Africa Negra y, por consiguient e, t am poco hay lím ites o barreras fijas en la nueva car-tografía del “no lugar”14.

Est e nuevo espacio m et afóricam en-t e “sin fronen-t eras”, que puede parecer la consolidación de la agenda ut ópica de la “aldea global” que nos proponía en los años sesent a M arshall M cLuhan , est aría dom i n ado, com o r econ oce Fr eder i c Jam eson, por u n concept o com u nica-cional que alt ernat ivam ent e enm ascara y transm ite significados culturales y

eco-12 Nicholas M irzoeff (ed.): Diaspora and Visual Cult ure, op. cit ., p. 7. 13 St uart Hall: “ art .cit .” , p. 23.

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nóm icos: “Tenem os el convencim ient o de que en la act ualidad exist e un m ás denso y ext ensivo circuit o de redes co-m unicaciones alrededor del co-m undo, re-des que son result ado de im port ant es innovaciones en las nuevas tecnologías de com unicaciones de t oda clase y que nos hacen cobrar conciencia de que en el cont ext o de la globalización lo qu e cuent a es la im port ación y export ación de cult uras, lo cual supone de ent rada u n a ci er t a r edi st r i bu ci ón i gu ali t ar i a su peradora de la ant igu a dicot om ía y oposición, t odavía m u y present e en el est adio puram ent e m ult icult uralist a en-tre culturas colonizadoras y colonizadas15.

Al m argen de est os cant os al fenóm e-no de la globalización que necesit arían una m ayor concreción económ ica en lo que se conoce com o cult ura corporat iva a escala global, lo ciert o es que en est e nuevo orden global se im pone un replan-t eam ienreplan-t o de los concepreplan-t os de idenreplan-t idad y diferencia que suponen una relación cada vez m ás t ensa ent re el est ado-na-ción y los nuevos estados posnacionales: “Lo que est á em ergiendo, sost iene Arjun Appadurai, son poderosas form as alt er-nat ivas de organización del t ráfico de recursos, im ágenes e ideas, form as que o bien desafían al estado-nación de una m anera act iva o bien son alt ernat ivas ant agónicas pacíficas const it uyent es de lealt ades polít icas a gran escala”.16 En

est e m undo posnacional se im pondría, al decir de Appadurai, la aparición de una nueva et nicidad, capaz de at raer a per-sonas y grupos que por su dispersión es-pacial son m ucho m ás vastos que los gru-pos ét nicos de los que se ocupaba la an-t ropología an-t radicion al. Un a ean-t n icidad que, lejos de estar vinculada con las prác-t icas “prim ordialisprác-t as” del esprác-t ado-na-ción, es t ransnacional y reclam aría un nuevo ent endim ient o de la relación ent re la hisent oria y la agencia social, el cam -po de los afect os y el de la -polít ica, los

factores a gran escala y los factores loca-les: “En la m edida – sost iene Appadurai-que los Est ados pierdan su m onopolio respect o a la idea de nación, es perfec-t am enperfec-t e enperfec-t endible que grupos de perfec-t oda clase int ent en usar la lógica de nación para conquist ar el Est ado. Est a lógica en-cuent ra su poder de m ovilización en la int ersección ent re el cuerpo (lo subjet i-vo, lo individual) y las políticas del esta-do (lo público), es decir, en aquellos pro-yect os que reivindicam os com o ét nicos, y que equivocadam ent e solem os t om ar por at ávicos”17.

Est e pensar “m ás allá de la nación” (ent endiendo por nación el ú lt im o re-duct o del t ot alit arism o ét nico) pero con-t em plando las m úlcon-t iples y fragm encon-t arias realidades nacionales no sólo es en la ac-t ualidad un ac-t em a recurrenac-t e en los est udios de políest ica global, sino que est am -bi én pu ede clari f i car el ám -bi t o de la cult ura visual y la t eoría del art e con-t em poráneo y su posición encon-t re los flu-jos cult urales globales y las realidades específicas locales, ent re los cont ext os propios y los cont ext os ajenos. ¿Qué lu-gar corresponde a lo local, a las ident i-dades locales (aqu í ya no decim os na-cion ales, region ales, n i f olklóricas, n i vernáculas, ni periféricas, ni ét nicas, ni subalt ernas) en los esquem as relat ivos al flujo cult ural global? ¿Cuál es el signi-ficado de lo local? En un m undo pleno de flujos diaspóricos, un m undo que se ha dest errit orializado, un m undo don-de adon-dem ás los m edios m asivos don-de com u-nicación elect rónicos (ent re lo que lla-m arella-m os colla-m u nidades elect rónicas y virt uales, por ejem plo Int ernet ) est án t ransform ando las relaciones ent re la inform ación y la m ediación.

15 Frederic Jameson: “ Notes on Globalization as a Philosophical Issue” , en Frederic Jameson y Masao Miyosji (eds.), The Cultures of Globalizat ion, Duke Universit y Presss, 1998, pp.55-58.

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Lo global y lo intercultural

Para finalizar esta reflexión nos gus-t aría aporgus-t ar un nuevo concepgus-t o culgus-t ural clarificador de las act uales t endencias a la globali zaci ón y de resi st en ci a a la globalización. Pensam os en este sentido qu e h abr ía qu e su p er ar l a f ase del “m u lt icu lt u ralism o” por ot ra filosofía polít ica, la del “ in t ercu lt u ralism o” , es decir, la del int ercam bio de cult uras a t ravés de las naciones, con t odo lo que ello supone de una nueva reapropiación de lo “nacional” y sus renovados contac-t os cr ícontac-t i cos con l o i n contac-t er n aci on al . Lo int ercult ural est aría en est e sent ido m ás cer ca de l o t r an scu l t u r al18 qu e de lo

m ulticultural (entendiendo por m ulticul-t ural aquello que hace referencia a la cohabit ación de diferent es grupos cul-t u rales y écul-t nicos dencul-t ro de u n com ú n m arco de ciudadanía), y en él lo nacio-nal ni m enos un nacionacio-nalism o de resis-t encia (calificado por algunos resis-t eóricos poscoloniales de coercit ivo, elit ist a, au-t oriau-t ario, esencialisau-t a y reaccionario) ya no tendría futuro: “ El m undo está en pro-ceso de desplazarse de la fase naciona-lista a la fase cultural y es preferible dis-t inguir áreas culdis-t urales m ás que nacio-nes”, afirm a Rust om Bharucha19.

El futuro estaría en lo “intercultural” superador de la antigua dicotom ía iden-tidad/ diferencia y los diálogos entre dis-t indis-t os condis-t exdis-t os nacionales a dis-t ravés de una m ayor potenciación de las subjetivi-dades, las realidades particulares de cada ser hum ano m ás allá del concepto de lo “étnico”, y de un m ayor diálogo entre lo

18 Tal como sost iene G. M osquera, el vocablo “ t ranscult uralización” es familiar en el discurso t eórico lat inoamericano. Al respect o señala la aport ación del cubano Fernando Ort iz que en el t ext o de 1940, Cont rapunt eo cubano del t abaco y el azúcar habría invent ado el vocablo “ t ranscult uración” , para enfat izar el “ t oma y daca” present e en t oda relación int ercult ural, y seña-la t ambién el t rabajo del crít ico lit erario uruguayo Ángel Rama, Transcult uración narrat iva y novela lat inoamericana, 1982. Cit . por G. M osquera: “ Robando del past el global” , “ art . cit .” , p. 64.

19 Rust om Bharucha: “ Int ercult uralism and it s discriminat ions. Shift ing t he Agendas of t he Nat ional, t he M ult icult ural and t he Global” , Third Text, 46, primavera 1999, p. 9.

20 A. Appadurai: op. cit ., p., 187. 21 A. Appadurai: op. cit ., p.207. 22 Ibidem .

universal y lo local, entendiendo lo local (sinónim o de sit io o lu gar) m ás com o relacional y contextual que com o escalar o espacial: “ En t ien do lo local- af irm a Appadurai- com o una cualidad fenom e-nológica com pleja, const it uida por una serie de relaciones entre un sentido de la inm ediat ez social, las t ecnologías de la int eracción social y la relat ividad de los cont ext os”20. Porque hay que reconocer

que en la actualidad m ás que nunca, los num erosos grupos hum anos y poblacio-nes desplazadas, dest errit orializadas y transeúntes que conform an los “paisajes ét nicos del m undo cont em poráneo” se hallan envueltos en la construcción de lo local, en tanto estructura de sentim ien-tos com o respuesta a la erosión, la disper-sión y la im plodisper-sión de la hom ogeneización global21.

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