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Un reflejo en el espejo: la vida trans a contracorriente Pag.16 Historia de Vida de Daniela Maldonado

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Diario de una trans-formación.

Historias de vida de mujeres transgénero del Barrio

Santafé en Bogotá

Karen Bello

Jennifer Larrota

Universidad Santo Tomás

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2 CONTENIDO

Las mujeres transgénero nos estamos muriendo Pag.3 Historia de Vida de Pamela Mena

Un reflejo en el espejo: la vida trans a contracorriente Pag.16 Historia de Vida de Daniela Maldonado

Las mujeres Transgénero existimos y podemos estar a tu lado Pag.25 Historia de vida de Katalina Ángel

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3 Las mujeres Transgénero nos estamos muriendo

Empezaré contando el nombre que aparece en mi cédula, es Cesar Augusto Mena. Tengo 35 años, pero debo aclarar que Pamela Mena nació desde que tengo 12 años. Recuerdo que siempre me he comportado de manera muy femenina, no digo una niña, porque sería el colmo, pero mi forma de ser desde el inicio tuvo aspectos muy delicados.

Ahora llegan a mi mente las visitas que teníamos en casa cuándo estaba pequeña, le decían a mi abuela, la que me educó y me dio todo lo que tengo como ser humano, que sería mariquita, porque veían que mi comportamiento y la forma que tenía para expresarme no eran normales en un niño. Sin embargo en la escuela mi comportamiento era igual, mantenía con niñas, así que mis propios compañeros me empezaron a llamar Violeta, hasta que llegue a ser personero de toda la escuela. Logré ser popular para ganarme a todo el mundo, además tenía con qué, era la mariquita y la loca.

Quiero decir que aunque habían chismes, y comentarios que iban y venían con los que visitaban mi casa, nunca tuve problemas con mi familia por ser “amaneradito”, no me molestaban, ni me pegaban. Siempre he manifestado que no pasé por eso en mi círculo familiar, lo he hablado a través de otras personas que lo han sufrido.

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4 Siempre vivimos en inquilinatos, entonces ella cuidaba de que otras personas no se metieran con nosotros. Se iba a trabajar y nos dejaba la comidita y todo ahí en el cuarto, para que estuviéramos juiciosos hasta que llegara de nuevo. Mi niñez siguió así, humilde pero tranquila y feliz.

Al cumplir 12 años decidí contarle a mi abuela lo que quería para mí, lo que sentía, lo que deseaba ser ¡una mujer! ella respondió: “eso ya lo sabía, yo estaba esperando que usted me dijera que era lo que quería hacer, usted es mi hijo, usted es al que he criado, yo no puedo echarlo, yo no puedo decirle nada, lo único que si le puedo decir es que no vaya a coger malos vicios, no se vaya a volver bochinchero o chismoso porque eso en las maricas es feo”.

Luego mi abuela aclaró: “yo sé que usted va a ser una marica”, no lo sentí en forma discriminatoria, o de rechazo porque así se referían las personas anteriormente, era normal, entonces me dejó claro que no quería que llegará a ser como la travesti que pasaba por la calle. La marica que uno veía por la madrugada borracha y drogada. Así que ella pensaba que si era Trans o era marica iba a ser como ella, pero a todas las personas nos crían diferente y lo que ella nos enseñó me sirvió de una y de otra. Además mis hermanos me dicen Pamela, mis sobrinos me dicen tía, ya no hay nadie que diga César.

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5 Así fue como empecé a ayudar en casa de mis amigas con los oficios varios y me daban unos suelditos que me servían para llevar una remesa a mi casa. De ahí salía almorzaba y me iba a estudiar en la tarde. Luego con el permiso de mi abuela empecé a trabajar en un hotel. En ese entonces no conocía nada de hormonas ni este tipo de cosas, ya que todo lo viví dentro de los parámetros hogareños, por decirlo así.

Hasta que pase a decimo de bachillerato conocí a las travestis de las peluquerías. Como dije anteriormente este tema lo había vivido sola en mi casa, alrededor de mis amigos hombres y mujeres pero nunca había tenido un vínculo, solamente había visto otra travesti pero no había tenido ese contacto de reconocimiento. Siempre estuve así en casa creyéndome una diva, la reina. Pero al llegar al mundo de las travestis, me di cuenta que era totalmente diferente.

Las vi con las tetas, mi primer sentimiento fue el del deseo de querer tener senos, como ellas, pensaba en verme igual. Aunque mi primera hominización si fue de pequeñito, pero fueron como tres hormona, me dolía los pezones, me daban ganas de llorar, mi estado de ánimo cambio mucho, así que no me gustó y lo deje. Esto me llevo a usar relleno, pensaba que era mejor así, quitar y poner.

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6 soy alegre, eufórica, entonces si alguien me decía algo así medio duro, sentía que me estaban regañando, me sentía triste, aburrida, y dije no más.

Luego cumplí 15 y aquí debo decir que nunca tuve relaciones sexuales con un hombre antes de esta edad, sino después. Yo viví un proceso muy diferente al de otras que a los 10, 11 o 12 años ya han tenido relaciones o se han prostituido, a esa edad fui más una niña de mi casa, me terminaron de criar como una mujer. Incluso mi madre se murió en mis manos, viéndome como una mujer travesti, no con senos, pero si travesti, de cabello largo.

Pasó el tiempo y conocí a una chica trans, se llama Michelle Andrea, ella era de la Emilia, yo soy del Prado, de otro barrio, la Emilia es un barrio macabro, donde se ve mucha droga, prostitución, habitantes de calle. El caso es que la marica y yo teníamos la misma edad. Un día me invitó al centro y me contó que en ese lugar puteaban las maricas. Yo ni siquiera había pasado por esas calles.

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7 Ya llevaba como dos meses, cuando yo recién salí a dar vueltas en el centro, entonces claro nos conoce así pollas a las dos, nosotras con miedo, porque ella erala marica que le pegaba a las otras. Era la terrible, aunque a mí nunca me pego, hasta le llegué a administrar la peluquería, fui su mejor hija porque ella reconoció que yo era la mejor hija que ella había tenido. La visitaba así trepada y se sentía orgullosa de llevarme y mostrarme en todo lado.

Me enseñó a peinarme, a vestirme, fue de las primera que me dijo “siéntase honrada de que un hombre, además de que quiera acostar con usted, le esté pagando” a mi esas palabras nunca se me olvidan, porque una quiere que un hombre la coja, la acaricie y fuera de eso está pagando. En ese momento no vi eso como prostitución, pero ahora lo veo así porque tengo que comer, tiene que vestirme, pagar arriendo, bañarme, etc. Y si me pongo a culear gratis con todos los hombres entonces ¿De qué voy a vivir?

Si no se tiene trabajo y una toda pollita, el que le dice bonita y te paga ya está es ayudando así, con esas palabras empecé. Comencé a ir a la casa de ella, le ayudaba a lavar cabezas, aprendí peluquería, una gran parte de mí se la debo a ella. Así viví hasta los 16, 17 y a los 18 conozco otra travesti, amiga de ella, pero vivía en Bogotá, me invitó a una discoteca, yo ya tenía pinitos de antes, porque había salido al parque a putear.

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8 era igual al de allí, que el bolso combinara con los zapatos, que el pantalón con la blusita y así porque tenía tanto que mostrar cómo ahora.

Los hombres me veían así súper bella, allá parada sola, entonces las maricas se daban cuenta que me iba muy bien. A las tans mayores les daba envidia verme polla trabajando más que ellas. Les pasaba lo mismo que me está pasando acá, llegan las pollitas y una ya pasa a un segundo plano, nos ven viejas.

En fin, luego, me fui a Cali duré como 15 días en un club, me fue regio, y allí una chica me pregunta que si me voy para Bogotá con ella, yo de una vez y sin pensarlo, le dije que sí. Llegué a Bogotá pero sin cedula, no traía nada porque hasta ahora los iba a cumplir. Lo que no dejaba a la gente arrendarme un lugar para vivir.

Así que me fui a vivir con la chica que me llevo, y me propuso prostituirnos por el periódico. En esa época no había internet, ni celular, ni nada, tocaba contestar el teléfono todo el día y así llegaban los hombres a la casa. Los atendíamos y con la que quisiera estar entraba al cuarto. Estos fueron mis primeros pinitos aquí en la ciudad, exactamente en Santa Isabel.

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9 ver a todas esas mani quebradas, porque nunca había visto tantas así en la calle. Al llegar me deslumbre, muchas me dijeron lo chusca que estaba, me preguntaron por mi cabello.

Antes tenía mi cabello largo, crespo y natural, además me preguntaron si todo mi cuerpo era natural, mío, les respondí que era relleno, y me sugirieron ahorrar para meterme silicona. Todo siguió así esporádico, hasta que llegue un viernes, me quedé hasta el lunes, cuando regrese a la casa donde estaba viviendo me sentí aburrida, encerrada. Lo que me ayudo a decidir vivir en el centro, yo era feliz ahí, me levantaba muy temprano salía a trabajar en el día, y en la nochecita ya me entraba. Ahorré, ahorré y ahorré hasta que cometí la brutalidad de meterme silicón en el cuerpo. No de ese fluido que venden aquí a 10 mil, en esa época nos costó 600 cada litro, hace 13 años, es más espeso que la miel ¡imagínate!

Me inyectaron un galón de 5 litros a 3 millones, ahora se consigue ese silicón ahí en las ferreterías a 10 mil pesos y eso es lo que se meten las maricas. Si este que me inyecte enferma, no imagino cómo será el otro. Volviendo al punto, recuerdo que ahorré bastante, tenía 4 millones de pesos, pagué 3 el silicón, a Yolanda, que en paz descanse, fue una de las últimas amigas que enterramos, me hizo rebaja.

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10 no era el cuerpo que yo deseaba, y con el silicón guardado en el armario decidí terminar de inyectarme de una vez, al otro diciembre volví y me retoque.

Esta segunda vez si me encanto el cuerpo inmediatamente me dio satisfacción de que ya me podía poner un pantalón sin tanto relleno. Ponerse una licra o un vestido era totalmente diferente, y más que un culo prominente, yo deseaba pararme de frente y verme caderona. Sin embargo hace como 6 años, mis caderas se han venido corriendo hacia adelante, hacia la pelvis.

Eso es un efecto contraproducente del silicón, se va corriendo en el cuerpo, y eso con el tiempo se forma necrosis que pudre el provocando otro tipo de cosas. Ya no me puedo golpear porque siento como si me quemara, no puedo durar mucho tiempo sentada. Ahora le hablo a las mariquitas que no se han metido eso, si yo que tengo del que tengo sufro, ahora como será las que tienen ese barato.

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11 solo pagaban para que las inyectaran sino se inyectaban entre ellas, empezaron a matarse una a la otra.

Todo esto era un corre, corre por conseguir el cuerpo deseado, nadie había denunciado este problema. Así que decidí operarme los senos, no pude tener una talla grande desde el principio porque tenía muy poca piel. Esta operación fue muy higiénica, en una buena clínica del norte de Bogotá.

Es un doctor muy bueno, he visto cómo trabaja y lo recomiendo. También he visto como él saca silicón, y vale más la sacada que la metida. Entre 8 y 10 millones para sacarla, los expertos dicen que eso es una porquería, y que fue la peor decisión. Pero en la búsqueda de verse culona, caderona, chusca uno lo hace.

Ahorita me siento satisfecha porque he hecho bien mi trabajo, tengo 5 chicas que se han puesto prótesis en el culo y así se han hecho su cuerpo, eso me deja satisfecha. Hace dos días acabo de ver que tres de las que llegaron ya se envenenaron con silicón sabiendo todo lo que uno ha hecho, pero de una o de otra forma uno va salvando poquitas.

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12 En la cara me inyectaron ácido hialuronico, hasta ahora no he sentido nada malo y no me siento grumos en la cara, es más a nadie le había dicho que me había tocado la frente, porque se sabe que uno de hombre tiene varias marcaciones y lo traté de corregir. Y yo como no me he hormonizado mi testosterona fluye al máximo, además, como no he tenido bloqueadores de testosterona, en mis relaciones me desarrollo cuántas veces se pueda.

Despues de todos estos retoques, dure en la calle un tiempo, hasta que comencé a vivir una vida diferente. Prostituyéndome duré casi 24 horas al día, salía a las 9 o 10 y de ahí trabajaba hasta las 12 incluso 1 am en la calle. Recuerdo un día en el que estaba parada ahí en la esquina, cuatro hombres me halaron del cabello me arrastraron por ser una mujer trans intentaron apuñalarme porque no le gustaban las maricas.

A veces, unas en medio de su afán por prostituirse y de conseguir, llaman hombres sin saber si son ladrones o no les gustan los maricas y te quieren responder con puñaladas así se sufren discriminaciones en los mismos lugares donde una quiere trabajar, por lo menos nosotras como chicas trans no podemos ir a los lugares de mujeres, porque no nos dan servicio, entonces hay cuadras para nosotras, hay cuadras revueltas y hay otras para mujeres.

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13 Algunas dicen que no sirvió pero a mi si me cambió la vida de una u otra forma, porque Mujer T me devolvió las ganas de querer volver a estudiar, me gradué de bachillerato, pude entrar a trabajar con la secretaría de salud, aprendí muchas cosas en ese sentido. Nunca pensé verme en una universidad haciendo un diplomado, haciendo cursos, talleres, dando sensibilizaciones, o todo este cuento de que se enteren como es la vida de una mujer trans, porque no es que solo seamos para pararnos en una esquina y en una peluquería sino replicar y que las futuras generaciones nos vean como ejemplo.

Nosotras que nos hemos matado y sacrificado porque las que estaban acá ya están muertas, nosotras las sacamos por abrirnos camino aquí, entonces ya hay muchas oportunidades, toca golpear puertas y mirar posibilidades. Así empecé a trabajar en la secretaría, duré año y medio hasta julio 2016. En ese tiempo dejé la prostitución y aprendí a sobrevivir con un 1 millón 150 mil pesos mensuales y eso que yo me gasto más.

Vivo en un paga diario, donde hay que dar 20 mil pesos en una pensión donde comparto con otras chicas que ejercen el trabajo sexual y que más que a mí me gusta estar en la misma zona, no me veo ejerciendo, no quiero eso para mi vida, sin embargo este mes me ha tocado ejercer. Me veo con otras chicas, pero vestida diferente hablándoles convenciéndolas de que vamos al médico y apoyándolas porque yo sé lo que es estar ahí parada y enferma sin poder ir al médico, porque sale carísimo sin EPS.

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14 emergencias, hacia gestión de buscar papeleo para que la persona tuviera todo, hacia sensibilizaciones a personas, instituciones LGBTI o el enfoque diferencial hacia acompañamiento a las organizaciones, así como la red comunitaria trans, ONG o fundaciones. También me tocaba llevar 15 ojala fueran mujeres trans al mes para que las revisara el médico, y no era fácil convencerlas sacarlas de acá de una noche de trasnocho para que al otro día el medico las vea.

Las problemática principales en la salud de las chicas Trans inician en la hominización, porque ellas se hormonizan a diestra y siniestra, también estas la que tienen enfermedades de transmisión sexual, pues necesitan sus tratamientos, que no se los quiten porque las perjudicadas son ellas, las que son heridas que sean atendidas, que el trato hacia nosotras sea humanitario porque nos ven como desechables y así es que nos tratan.

Si cuando trabajaba en el distrito con carné llegaba y me decían no es que él se llama así tienen que llamarlo por su nombre de pila, y yo como así porque le va a decir así, no ve que es una mujer, o su papá tenía tetas. Discúlpame mi expresión, pero la verdad es que si ella manifiesta que se llama así pues llámala así si en los papeles llega con el nombre en paréntesis, si ella llega y se presenta como Tatiana, por qué le vas a decir Pedro.

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15 se pierde la conexión del trabajo que uno viene haciendo porque es un irrespeto hacia nosotras. Y el sistema de salud tiene que hacer particularidad en el trato de género, porque nosotras podemos tener el cuerpo de un hombre, pero le hemos hecho modificaciones y es diferente al cuerpo de una mujer que es entre comillas natural, pero nosotras de por si con cuerpo masculino convertido en femenino con medicamentos con todo lo que uno se hace y fuera de eso te tratan como hombre.

Una mujer trans llega allá con un dolor de silicón y no decían ni hacían nada, mientras que nosotras ya sabíamos cómo reaccionar y que hacer. Igual se lo dije al alcalde, porque le dije en un cabildo “las mujeres trans nos estamos muriendo a los 35 años porque nosotras mismas nos estamos haciendo daño por la búsqueda de nuestros cuerpos y después de que luchamos por nuestro cuerpo femenino y después de 5 años ya no poder desnudarnos para nosotras, ni para un hombre, porque no nos va a comer nadie por estar podridas, y fuera de eso la calamidad pública en nuestra población con el silicón y ustedes no hacen nada, sino dejarnos morir por darnos mala atención y medicamentos que no son para nuestros cuerpos”.

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16 Un reflejo en el espejo: la vida trans a contracorriente.

Cuando se convirtió en mujer transgénero lo comprendió. Cuando se le pregunta por cosas relacionadas con su tránsito, el resto de palabras que decoran este término dejan de existir y su presencia marca en Daniela una incomodidad simple y clara. El tránsito, como ella se refiere, es imaginarse un círculo que gira, gira, nunca se detiene, nunca llega a un punto exacto. Las mujeres trans para Daniela, o como la conoce la mayoría “Lulú”, representan unas mujeres que tienen una finalidad, saben de dónde vienen, dónde están y para donde van.

La palabra “tránsito” le da a incluso para cuestionarse en lo personal sobre como la academia y demás instituciones las ven o las definen; un significado que se reproduce dentro del contexto de la comunidad transgénero, como esa acción de ir y venir, moverse de un género a otro, situación que para Lulú, de 29 años, oriunda de Ibagué - Tolima, es algo que no las representa.Es un arma de doble filo que a pesar de saber que no es con lo que se identifican, la usan como una etiqueta de lo que es ser mujer transgénero, para obtener un reconocimiento, un status político y social que deberia otorgarles derechos y garantías dirigidos exclusivamente a la comunidad trans.

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17 el trabajo sexual. Un trabajo que como herramienta principal comprende al cuerpo.

El cuerpo de Lulú desde que era un niño, a los 5 o 6 años, tuvo una inclinación inconsciente hacia lo femenino. Cuando con sus amigos, jugaba a la mamá o al papá, escogía los roles socialmente asignados para las niñas, como la mamá, sí jugaban al colegio terminaba haciendo de la rectora, no solo un papel femenino, si no un papel de poder, roles de mujeres empoderadas que más tarde en su vida definirían su actitud ruda, retante y sin pelos en la lengua.

Más allá de los roles y dentro de las acciones, usaba los tacones y el maquillaje de su mamá. En el seno familiar, recuerda claramente que no la regañaban por usar cosas de mujeres, simplemente, le llamaban la atención porque dañaba el maquillaje o le torcía los tacones a su mamá. Viviendo con sus dos hermanos menores y un padrastro del cual recibió un trato desagradable acompañado de mucha violencia, “por no ser su hijo”, como afirma Lulú, sentía que muchas cosas de las que hacía no estaban bien. Esta imagen negativa en su cabeza y por la profesión de su casa al ser costureros, construían en ella una perspectiva de lo que tenía ser por como la vestían, un vestuario masculino sin opción a ser modificado así ella quisiera los pantalones más pegados o las blusas más femeninas.

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18 época de su vida. Este era quien le decía cómo se veía, como se sentía, servía de decirle si todo estaba bien o si todo andaba mal, le sirvió de verdugo porque era quien mortificaba los pensamientos de Lulú al sentirse inconforme con su imagen, no le gustaba lo que veía, cayendo en depresiones que la llevaron al punto de desear la muerte.

En ella existía un temor. Sabía que no iba a ser fácil decirle a su mamá acerca de su identidad. Sabía que fuera de ese rol que la crió, había un ser humano de poca educación y de orígenes bastante humildes, un ser lleno de amor con ojos de esperanza, que veían en Lulú su hijo mayor, la puerta para salir de aquella situación de humildad y necesidades. Cuando vió que su primogénito era una combinación entre lo femenino y lo masculino por toda su estética, lo vió como un hecho, su hijo era una persona transgénero, al cual le brindó todo su apoyo, expresándole cuánto le preocupaba que sufriera o estuviera sola simplemente por ser una mujer trans.

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19 cercanos, pagarle a alguien para que hiciera la figura de esa madre ausente envuelta en drogas y para poder tener con qué comer.

Durante los días que salía a trabajar en un bar gay, se vestía en ocasiones con la ropa de esa mujer. Duró dos meses como mesera de dicho lugar y estableciendo una relación con el dueño del mismo, se convirtió en la administradora, conociendo de primera mano el mundo del transformismo. Allí vió lo que eran las pelucas, el maquillaje y el brillo, comprendió que aunque eso fuera algo que le fascinaba no era con lo que se sentía a gusto o lo que ella algún día quería llegar a ser. Conociendo mujeres transgénero con otra estética a la mujeres transformistas, supo en ese entonces, que la única forma de verdaderamente ser era trasladándose al barrio Santafe.

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20 de dos días. Recuerda con mucha nostalgia cómo bajó de la Cr..Séptima a comprar una caja de arroz chino, comió hasta saciarse, llorando, cuestionándose en qué punto, tuvo que hacer lo que hizo por comer.

Esta situación y las de llegar a la zona donde las mujeres transgénero pueden prostituirse de Santafé, las sintió como un golpe de la vida, algo que la noqueó haciéndola despertar en un sitio donde sus compañeras trabajadoras sexuales llegaban a cachetearla y robarla, acciones que para Lulú era una humillación. Trabajaba durante las noches, parada en la calle, con ese miedo e inseguridad ante cualquier señal que peligrara con su vida e integridad. Con lo que se hacía de dinero en la noche, lo usaba al otro día para “producirse”, compraba ropa, zapatos y bolsos que combinaban uno con lo otro, se esforzaba por cumplir con ese ideal de belleza que se imaginaba pero se sentía frustrada, no quería verse como se veía y afirma que en esos momentos vivía la experiencia de vestirse como mujer las 24 horas del día.

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21 ejercicio de lo “too much” en la comunidad trans, llenarlo de excentricidades, que si se someten a una cirugía estética sea para realizarla lo más grande que se pudiera, sin importar el cómo, el qué y con que.

A los tres meses de vivir en Santafé, decidió operarse los glúteos. La noche anterior a su intervención, realizó un trio con un hombre quien le pagó lo suficiente para tener el dinero correspondiente a su recuperación y los cuidados necesarios. Lulú no acudió a ningún cirujano plástico, a su casa llegó una mujer sin títulos ni estudios, solo era conocida en el barrio por introducirles a las mujeres silicón en su cuerpo, le marcó tres puntos en sus nalgas donde haría las inyecciones para introducir la silicona líquida, le durmió esa parte para que no sintiera dolor al momento de inyectarla con jeringas de uso veterinario y con el sonido del tejido rompiéndose por las agujas que invaden su cuerpo, bombean la silicona hasta conseguir el tamaño deseado por la cliente. Llena de turupes, adolorida y con bastante inflamación en su cola se fumó un porro como acto de inicio de esa nueva etapa corporal.

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22 Luego de la recuperación, luciendo su nuevo atributo comprando ropa nueva y usando tacones, a sus 22 años, el segundo paso de transformación corporal fue el consumo de hormonas. Para hormonizarse, tampoco fue al médico, sabía por rumores dentro de sus compañeras que para que le crecieran senos o algo de caderas debía consumir pastillas anticonceptivas, automedicarse sin importar el riesgo que esto implique. Afortunadamente en Lulú este uso indebido de medicación femenina no le ha generado ningún tipo de complicación o contraindicación, más allá de la depresión que se genera en el cuerpo al introducir las hormonas femeninas biológicamente no existentes en el cuerpo masculino.

En su entorno, Lulú se acostumbraba a ser una mujer transgénero que no permitía ningún tipo de discriminación, ni siquiera de sus mismas compañeras. Con una actitud altanera y caprichosa, se fue posicionando laboralmente en una de las zonas más peligrosas del centro de la ciudad para ejercer la prostitución. Allí conoció de cerca ese lado agresivo, en donde para sobrevivir una noche hay que estar armadas incluso de machetes escondidos debajo de un abrigo y botas hasta la rodilla.

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23 Colocándose en contacto con su madre, después de mucho tiempo sin saber de ella, le informó que por fin era una mujer. Jamás imaginó que su reacción ante esta noticia fuera de total aceptación y agrado. Ante esto, Lulú convenció a su hermano y su mamá de mudarse a Bogotá para compartir tiempo juntos y quizás recuperar años que perdieron por su transformación, convertirse en una familia que se apoyaría y se brindaría la compañía que a Lulú le faltó muchos años. Cuando su familia llegó a la ciudad, encontraron que Santa fé, en donde vivía para ese tiempo, era un barrio conocido por ser un lugar de tolerancia a la venta y consumo de estupefacientes, delincuencia y prostitución. Su madre preocupada día y noche por el bienestar de su hija, no hacía más que recordarle lo mucho que la amaba y la angustia que la rodeaba saber a ciencia cierta el trabajo que realizaba su hija para poder comer y sostenerlos económicamente.

El trabajo de la prostitución llegó a su fin en la vida de Lulú un día en el que por poco muere por las agresiones físicas de un grupo de hombres en contra de las mujeres transgénero. Siendo golpeada, pateada, apuñalada y expuesta a todo tipo de humillaciones en una calle de la capital, sintió que su vida en la calle tenía que terminar. Con la cara totalmente desconfigurada a causa de los golpes, con una imagen que reflejaba el odio y la discriminación hacia su comunidad se comprometió con ayudar a sus amigas y demostrar en grande lo que realmente es ser una mujer transgénero.

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24 la Red Comunitaria Trans. Ese espacio en donde las cosas que se hacen por ellas y para todas las que deciden visitar la red en busca de acompañamiento de todo tipo, son cosas que se devuelven de forma más simbólica que económica, dificultando a veces el alcance de llegar a todas las chicas pero para que su vida, significa un sueño hecho realidad. Es el trabajo de quien una vez fue prostituta y que jamás llegó a imaginar lo que significa ser reconocida a nivel internacional por su trabajo. Para Lulú su vida y la red es una plataforma de aprendizaje y una oportunidad para que las demás chicas puedan tener un conocimiento y una guía que busca brindarles las respuestas que necesitan, para que por medio de ello, no terminen cometiendo los mismos errores que quizás Lulú u otra chica pudieron cometer. Es una forma de demostrar que si se puede cambiar, que si se puede llegar más allá de sentirse pobre, discriminada y puta. Es la valentía de hacer que las cosas valgan la pena, de tomar decisiones que permitan cambios positivos sobre todo en la manera como las mujeres transgénero del barrio Santa fé ven la vida.

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25 Las mujeres Transgénero existimos y podemos estar a tu lado

Mi nombre es Katalina Ángel, tengo 30 años. Quiero empezar mi historia desde lo que recuerdo de mi infancia, pasando por todo lo que viví hasta el día de hoy. Mi familia sanguínea está conformada por mi mamá y mis hermanos, fue una época bastante fuerte ya que el esposo que tenía la dejo. Al poco tiempo conoció a mi padre, él vivía con su esposa y sus hijos.

Igual siempre la ayudó desde lejos, quiero aclarar que amor a mi mamá, pero me dio una infancia muy difícil tanto económicamente como familiarmente. Ella por trabajar nunca tuvo tiempo para estar con nosotros. Vivíamos en una habitación los tres, pero se sienten frustraciones porque teníamos muy poco dinero, tampoco había espació, ni juguetes, o amor familiar, que es fundamental. Como dije amo a mi madre, pero pocas veces sentí su cariño.

Tiempo después, cuando tenía 12 años me escape de la casa, mi madre se preocupó bastante, y por supuesto estaba muy enojada. Recuerdo que decía que yo me le había salido de las manos, por eso deicidio enviarme a vivir con mi papá. Al vivir con él me enfrente con el trabajo, no lo conocía tanto, así que había poco entendimiento y me regañaba mucho, además me obligaba a trabajar sin pagarme, pero ahí cogí malicia.

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26 corta uñas, aparte me tenían como una empleada, les hacia todo sin recibir las gracias. Ahí fue cuando me devolví a la casa de mi mamá, seguí mi vida norma, y luego entre a la iglesia como monaguillo.

En esa iglesia tuve mi primer amor me enamore de un padre, nos besábamos mucho, él me encantaba. Todo se acabó cuando me pillaron robando la limosna de la iglesia, solo me regañaron pero no me dejaron volver. Luego de esto entre a validar mi bachillerato, y el episodio en la iglesia con aquel padre me hizo sentir muy confundida, sentía atracción por los chicos, pero igual pensaba que no estaba bien, no sabía de categorías, de nada.

En una clase el profesor me quito el cuaderno y leyó una nota para un chico que me fascinaba frente de todos. Me llevaron con la rectora, pero ella me amaba porque andaba en muchas actividades, me preguntaron sobre lo que había pasado, y no supe responder, él profesor hablo por mí y le leyó la nota, fue en ese momento en el que empezó el bullyng. Con los comentarios de mis compañeros, y el fuerte acoso verbal fui entendiendo que siempre se me noto la mariconada igual yo no me dejaba, me agarraba con todos.

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27 íbamos a chapinero, allí pateábamos, y en la madrugada llegábamos con plata al barrio a tomar con los chicos de la cuadra.

Ya había tenido relaciones sexuales, sabía que los hombres me encantaban y me sentía totalmente gay. Quería contarle a mi mamá pero no sabía cómo, ni en qué momento. Un día ella me llamó y me dijo que mi hermano se había tratado de suicidar, fui inmediatamente a casa y en medio de la situación le dije impulsivamente que me gustan los hombres, ella se sorprendió pero no como lo esperé.

Lo tomó muy bien, me dijo que me cuidara mucho, que tenía su apoyo, pero lo único que me pedía era que no quería verme de mujer. Esto me hizo sentir muy triste yo ya sabía que quería vestirme de chica, pero tenía mucho miedo porque veía como las agredían, además uno las veía borrachas amanecidas, y pues los medios de comunicación en ese tiempo las mostraban como las malas, por eso me pidió que no quería verme de chica.

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28 fotos y les encanto, inmediatamente me explicaron que era para modelaje erótico, videos acompañados o solos.

Me hacían un video de prueba y según la acogida que tuviera en la página me iba llamando, así empecé a ganar muy bien en el mundo porno. Recibía llamadas de otras agencias, me dijeron que si quería seguir trabajando en lo de los videos, presente los casting y me empezaron a llamar dos y tres veces por semana, me hacía mucha plata a la semana. Pensé en que tenía que poner un negocio, así que junto con unos amigos montamos un rockolla, nos fue bien duramos un año trabajando ahí.

Así empezaron más y más rumbas gay, tenía como 19 años cuando conocí a mi mejor amiga lulú, la conocí siendo un chico, ambas seguíamos como hombres. Inmediatamente le hable de la agencia, porque su belleza era impresionante y en los videos porno pego durísimo, fue el primer trabajo que hizo la lulú, le pagaron muy bien. Nos sentíamos modelos, veíamos los videos en las páginas y casi llorábamos de la emoción. Luego lulú entro a ser socia de la taberna, nadie se metía con nosotras, ya éramos exitosas. Sin embargo después de bastante tiempo quitamos la rockola, nuestro furor en la agencia ya había pasado y no nos llamaban tanto.

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29 Cargaba de todo en la maleta, y la sijin me encontró, ya estaba esposaba, una vieja de la sijin me pego una cachetada, pensaba en cómo me había metido en ese problema no había estado nunca en esa situación, verme en un calabozo con criminales, yo bien pollita, bien maricona así sofisticada, cuando me dijeron que me daban 96 meses, a la fiscal le dije que yo estaba estudiando, me dijo que yo necesitaba ir allá para que me volvieran hombrecito.

Me dieron casa por cárcel, pero antes estuve como 15 días en la Modelo, me dejaron en celdas primarias donde están los peores, estábamos haciendo una fila y llegaron dos manes con palos a robarnos, yo estaba acostumbrada a un mundo diferente de mariqueo, y después llegar a otro escenario.

La primera noche amanecí sin zapatos, intente sobrevivir durante esos 15 días. Salí y llegue a la casa, me recibió la lulú, estaba toda preocupada, estuve ahí como un tiempo, pero después tocaba aportar plata y yo no podía salir ni nada. Lo que me llevo a decidir salir a trabajar, hasta que un día llegaron los inspectores y no me encontraron, les llore y me pidieron 300 mil pesos para no pasar reporte.

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30 Llegamos al barrio Santa Fe a un bar llamado el japonés, ese día nos trepamos, solo teníamos una peluquita y una blusita cada una, pero con eso trabajábamos. Lulú y yo seguíamos teniendo mucho miedo de trabajar ahí. El bar abría hasta las 9 de la noche y después tocaba trabajar en calle, una amiga nos dijo que nos podíamos quedar esa primera noche en su pieza pero hasta bien tarde tocaba irnos allá.

Llegó la hora de entrarnos y no se me olvida que nos tocó treparnos, saltar tejas, para llegar a la pieza, entramos y nos encontramos con un lugar sucio, horrible, lleno de pulgas en la cama. Solo pasamos una noche en ese lugar, al día siguiente lo primero que hicimos fue buscar un cuarto donde vivir, al encontrarlo, dormíamos en el mismo colchón, durante varios meses, luego nos pusimos el cuerpo.

Cuando yo quería fue horrible porque vi todo el proceso de lulú, nos inyectaron con las agujas que inyectan a las vacas, entonces tenía miedo, fue re duro, pero bueno cumplía mi imaginario. Me cobraron 300 mil, y me hizo el procedimiento con las uñas sucias, consumía bazuco entonces llegaba toda paniqueada y nos inyectaba así de una, el caso es que salió exitosa la cirugía.

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31 perdón, además que yo mantenía borracha porque era re mala puta, solo tomaba y ya.

En ese tiempo me seguía hormonizando, pero me sentía deprimida, sabía que no quería eso para mi vida, sentía soledad y me vestí nuevamente como hombre, me corte el cabello, deje de tomar las pastas y me fui de santa fe. Me encontré con mi hermano y él me dijo que tenía la oportunidad de volver a empezar. Trabaje mucho tiempo con mi papá nuevamente, en ventas, pero de hombre ya no estaba completa, no era yo, así que me compre un postizo, una peluca, y regresé a santa fe.

Tenía 22 años, y salí a trabajar esa noche, lulú seguía viviendo en santa fe, nos arreglamos, tenía que hacerlo, así no me sentiría sola en el barrio. Mi vida siguió así hasta que se murió Michael Jackson, ese día me volvieron a capturar. Un policía me llevo un pastelito al cai de Mártires, pedí que me llevaran al baño, casi me vuelo pero no pude. Llame a mi casa, me contesto mi hermano y se iban a ir de viaje, no quería tirarme el paseo entonces le pedí que no le dijera nada a mi mamá.

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32 Estábamos en la jaula me quitaron la blusa, y el man de la reseña me miraba con morbo e impresión. Me pregunto si me había operado en medio de las piernas, me dijeron que me volviera a quitar la ropa interior, y todo el mundo viéndome me gritaban muchas cosas, no me había sentido así, ni siquiera en el santa fe.

Me metieron al calabozo y un man me intento coger a la fuerza pero otros cinco lo atacaron, me defendieron, los mismos chinos me dieron cobijas y todo porque yo no tenía nada. Uno de ellos me dijo que pidiera para el pasillo tres, él me recibía en su celda, igual los insultos seguían, los guardias me gritaban que fuera hombre.

Todos ya sabían que había llegado una trans, y estaban como a la expectativa, habían escuchado el rumor de que yo era muy femenina. Llegue al pasillo, me abren la puerta, es un pasillo no tan ancho, entre y los vi fumando bazuco. Todos empezaron a gritarme mamacita, un hombre muy lindo, así con carita de malo, se quedó mirándome, hizo una reunión con los manes que controlaban la vuelta ahí, y me dijeron que necesitaban que me comportara.

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33 Todos estaban fascinados conmigo, yo era muy femenina en ese contexto, era lo único femenino que veían los hombres. Sin embargo me quede sin protección un día, porque no quise guardarles sus drogas, así que me atacaron en el baño.

Me recuperé e inmediatamente pedí el cambio de patio. Seguí trabajando, cobraba 20 el manicure y 30 el pedicure, salía millonaria con perico de todo. En todo ese tiempo deje la hormonización, pero podía pagar para que me entraran el maquillaje y otras cositas.

Luego tuve un novio durante mucho tiempo, vivíamos juntos en la misma celda, estaba enamorada de él, además era uno de los duros del pasillo, me hacia sentir protegida. Todo el mundo sabía que yo era la china del man, no me dejaba trabajar me dijo que lo que yo necesitara se lo pidiera, igual a mí no me gustaba que me controlara mis cosas.

Lo malo de ese chico es que era muy celoso, me veía hablando con algún chino y me encerraba en la celda, era muy machista, aunque me cuidaba muchísimo. Luego comenzaron a cambiar las cosas, arme grupo y empecé a trabajar en la sastrería, mi uniforme lo modernicé, hice mi ropa andaba más sexy que nunca.

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34 quemaba el tiempo. Al pasar los días termine con mi primer amor, porque era muy celoso y me pegaba bastante.

Empecé a meter perico, me mandaba a llamar y me gritaba, me decía que quien me iba a pagar esas cuentas de perico, pero después me volví una perra completa, parchaba con otros manes, el ambiente se tornó muy pesado.

Me empezó a joder, yo le dije que él ya no hacia parte de mi vida, pero un día se puso a tomar y me mando a llevar a la fuerza, y entre varios me violaron fue el peor episodio de mi vida. Dure cuatro años en la cárcel donde viví muchas cosas, luego me llego la libertad, el día que salía él me volvió a llamar, me pidió disculpas, me regalo plata y me dijo que me quería, fue la última vez que lo vi.

Al salir fue como volver a nacer, no lo podía creer, yo veía carros, el aire, no paraba de llorar, ahí me fui a vivir a la casa de un amigo y volví a Santa Fe, me puse en contacto con lulú y ella estaba en una fundación que se llamaba Procrear me invitaron a participar, pero no recibía nada, lo que me llevó a putear para los buses. Después surgió un proyecto La Red Comunitaria Trans. Empecé todo el proceso del activismo por fuera, rehíce mi vida la cárcel me dio seguridad salí con otro chip.

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35 vulnerable, es una necesidad de superioridad de creerse más de lo que se es. Por eso hoy le digo a la sociedad que aprendan a respetarse, porque si irrespetas a otras personas es porque no te respetas a ti mismo.

Mi pensado es que las chicas trans aprendan a amar lo que son, nosotras no tenemos nada de que avergonzarnos, aparte tenemos unas experiencias de vida que nos hacen guerreras, yo me siento la persona más feliz de mundo, no tengo que encajar en la perspectiva social, yo soy única, autónoma, decidida, me paro en el espejo y me gusta lo que veo.

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36 Mi transformación – Mi decisión

Mientras se organiza para la entrevista, Yoko Ruiz, como se hace llamar, deja entrever la elegancia de su persona en su manera de hablar, vestir e incluso los colores de su maquillaje adornan un rostro que 34 años atrás no lucía igual.

Nacida en Bogotá, criada en el barrio Mártires hasta los 7 años dentro de un ambiente hostil, rodeada de peligros por carteles del microtráfico a los cuales pertenecía su madre, quien después moriría por sus relaciones con dichos grupos ilegales y sin una figura paterna presente, Yoko es forzada en una situación de desamparo a migrar al departamento de Boyacá donde viviría con su abuela. Acompañada de una hermana menor, comenzó una etapa marcada por el estigma y la discriminación, no precisamente por su condición familiar, pero si por una identidad de género que como Yoko afirma se manifiesta desde los 5 años.

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37 “Lo vamos a criar entonces toca duro, parece como un hombre, hable como un niño , haga cosas de hombre..” son las frases que más recuerda que le decían, pero para ella, en ese instante, su vida se comenzaba a constituir en compartir con las niñas, jugar con muñecas, participar en las actividades de baile y jugar a peinarse.

Todo esto, bajo un ambiente encubierto por temor a que su familia supiera, y, desenvuelta en un ambiente netamente religioso, el cual, tiempo después se convertiría en su primordial actividad por el hecho de volverse cristiana comprendiendo de cerca esa visión arraigada de que Dios castiga todo aquello que se salga de la normatividad constituida por la iglesia y que cosas como el homosexualismo, lesbianismo y transgenerismo son cosas que ese ser supremo discrimina dejando en ella un sin sabor para poder preguntar por eso que sucedía en su interior, cerrando una puerta a un tipo información, guía o acompañamiento que ayudara a Yoko a comprender o identificarse plenamente con algo.

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38 A los 18 años, con la mayoría de edad y la autonomía de no depender de ninguno de sus familiares quienes siempre le expresaron rechazo hacia su identidad de género, decidió comenzar aquel largo proceso que siempre tuvo escondido y que tristemente inició con las burlas y el bullying de sus compañeros de colegio y con el distanciamiento de todo su círculo familiar, empujándola así, a volver a Bogotá, su ciudad de origen, donde lejos de todo eso negativo que la rodeó desde pequeña podría realizar a plenitud esos pasos que como ella afirma, comenzarían con aprender a peinarse, maquillarse y vestirse como una mujer.

Comenzando esa búsqueda de imagen femenina, se visualizaba como aquella mujer elegante, sofisticada, glamorosa, con poder. Una mujer segura, una mujer que en su cabeza fue creando mientras se estrellaba con la realidad de que su cara no lucía así, su cuerpo mucho menos y comprendiendo dentro de su cabeza que la única manera de realizar a plenitud ciertas transformaciones en el ámbito de su experiencia personal, era dentro del mundo de la prostitución.

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39 El transformismo como sustantivo es considerado como la caracterización o disfraz mediante el cual una persona (generalmente de sexo masculino) ocasionalmente adopta los modismos culturales (maquillaje, vestimenta, gestos, forma de hablar) del sexo opuesto, en este caso feminino, usados en su mayoría, dentro de bares o club nocturnos en donde es una caracterización para atraer la atención del público sin necesidad de prestar algún tipo de servicio sexual y como Yoko generar ingresos económicos de 500 a 600 mil pesos por noche.

Una caracterización, que la seguiría definiendo de una manera elegante, con ciertas características como ella dice, “partirse, el pestañeo, la mano en tal sitio del cuerpo puesta de tal manera…” acompañado de pelucas, vestidos, tacones, accesorios y espumas dentro de medias veladas, las cuales forraban su cuerpo y dejaban moldear, una figura voluptuosa y femenina que adornaba su apariencia de modo temporal.

Dentro de una relación amorosa en donde la aceptaban tal y como era, trabajando por fuera de la vida nocturna y estableciéndose en una peluquería donde conocería mujeres transgénero en proceso o ya transformadas, Yoko estableció ese paralelo de lo temporal con lo permanente. Cansada de ver su cuerpo de cierta forma y conociendo modos de transformación hasta ahora desconocidos para ella, inició su proceso dentro del tratamiento ambulatorio más común para la comunidad transgénero: la hormonización.

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40 querer tener permanentemente un cuerpo femenino, comenzó a tomar lo que la gran mayoría de mujeres transgénero usan para poder hormonizarse; pastillas anticonceptivas qué usan las mujeres cisgénero( mujer nacida bajo el sexo femenino) como método de planificación. Para la comunidad trans, las pastillas anticonceptivas representan uno de los métodos más sencillos, económicos y de fácil acceso por los cuales se puede iniciar las modificaciones corporales.

Como en el caso de Yoko, el conocimiento de las pastillas como medicación hormonal para ingerir y generar dentro de su cuerpo masculino, el cultivo de hormonas femeninas, desarrollando el crecimiento del busto, cola, caderas, disminución de características masculinas como el vello facial, la estructura facial, adelgazamiento de la voz, entre otras, fue un conocimiento que se dió por otra mujer transgénero, la cual ya las había usado y adquirido sin ningún tipo de acompañamiento médico, Yoko y su compañera, realizaron este tratamiento sin ninguna prescripción médica, automedicandose y adquiriendo este tipo de medicamentos en droguerías donde incluso el mismo señor que atendía el establecimiento era el que les daba la dosis específica sin ningún control de tiempo de consumo con tal de ayudarles a conseguir el cuerpo que querían.

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41 El difícil acceso económico para poder pagar una EPS, la falta de un enfoque especial para los acompañamientos estéticos y quirúrgicos dentro de las instituciones médicas, la necesidad de un diagnóstico psicológico para acceder a una cirugía de cambio de sexo y la falta de cubrimiento económico por parte de las EPS para brindarles medicamentos especializados en hormonización, son algunos de los problemas más recurrentes evidenciados por la misma comunidad trans llevándolas a estar en situaciones donde como personas y ciudadanas que quieren tener el libre desarrollo de su personalidad, ponen en peligro su salud e incluso su propia vida.

Una de estas situaciones no solamente es el consumo descontrolado de pastillas anticonceptivas. Yoko después de llevar cierto tiempo ingiriendo hasta cuatro cajas de pastillas como la Plutanol o Prevalin al mes, desarrolló depresiones al punto de no querer salir de su casa ni siquiera para trabajar.

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42 Dentro de su círculo social, después de conocer la hormonización y comparar su cuerpo con el de otras mujeres las cuales presentaban más volumen en sus senos, glúteos o caderas, Yoko ante la inconformidad de ver que con las pastas no era suficiente para obtener su cuerpo ideal, llega al procedimiento quirúrgico, estético y artesanal conocido como el de mayor peligrosidad dentro de esta comunidad y el cual es realizado por personas que no tienen ningún título médico o experiencia que certifique una intervención legal dentro de los parámetros de salubridad, este procedimiento es conocido como el silicon.

La palabra silicón, la usan para referirse a la intervención quirúrgica para obtener más voluptuosidad de la que se tiene, pero en sí, el silicon es la sustancia que como manifiesta Yoko “...son diferentes sustancias, nosotras a lo último ni sabemos qué fue lo que nos metimos porque todas han hecho su cirugía con diferentes personas, entonces unas dicen que tiene aceite de avión, otras dicen que tienen silicona fluida, otra que silicona para motor, entonces realmente no sabemos qué es lo que nos metemos.

Yo se que lo me meti es aceite de avión porque esté usted lo pagaba para que lo trajeran de Ecuador y pagaban para que se lo inyectaran a uno…”. Rellenos de una sustancia desconocida a punta de inyecciones realizadas por una persona sin experiencia alguna o certificada para ello, que se realizan en el interior de la casa de la persona que lo solicite.

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43 pasar. Cuando llegaron a su casa, lo primero que hicieron fue acomodarla en el lugar donde se harían las inyecciones, la vendaron en las partes del cuerpo donde introducirán estas sustancias altamente tóxicas para el organismo con la función de que el “silicón” se sujete y quede agarrado en la zona donde fue inyectado, con ayuda de una xilocaina y agujas de distintos tamaños de uso veterinario, Yoko estuvo boca abajo durante aproximadamente dos horas y su cola ya tenía el tamaño que quería.

Posterior a esto, en palabras de Yoko,...”la recuperación uno tiene que estar boca abajo y amarrada con esas vendas ochos días como para que coja estabilidad y que se quede donde se puso.Hay muchas chicas que por salir a posar rápido y de una vez en tacones ya por la noche se les bajó a la rodilla o lo tienen en los tobillos, porque estas sustancias si se riegan por todo el cuerpo, hay muchas chicas que se les ha encontrado en la cabeza, en los brazos, los pulmones, en la espalda…”

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44 Ante los ojos del sistema de salud, este tipo de situaciones y el manejo que se les da, representa para la comunidad trans, en palabras de Yoko “...peleas diferentes que tenemos con la secretaría de salud porque ellos no lo ven como algo que sea indispensable o que tengan que manipular, “bueno esto no lo cubre el pos eso es algo estético si usted tuvo plata para hacerse eso, usted debe tener plata para ir donde un cirujano estético que le saque eso”, pero ellos no entienden que un cirujano no saca esto, para esto se necesita es un cirujano tenga la experiencia en reconstrucción porque ya por el hecho de haber tenido esta sustancia en mi cuerpo, cambió completamente, junto con los daños que hay, entonces se necesita reconstruir…”.

Teniendo en cuenta los pereques que implica no solamente para Yoko llegar a presentar una dificultad médica por el procedimiento que se realizó, la visión que tiene de realizarse más cirugías estéticas no cambia y sus ganas de operarse el busto, el cual a sus 34 años aún no tiene operado y su nariz, no han sido posibles por un asunto netamente económico.

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45 Para Yoko lo primordial es tener una estabilidad económica, la cual, también se ha visto permeada por su condición de género. Al presentar unas cuantas transformaciones y llegar a su sitio de trabajo vestida como mujer, su jefe le prohibió que lo hiciera, condicionándola con la expresión “o trabaja o mariquea”, a lo que ella escogió su vida como mujer transgénero a pesar de los términos despectivos y de las situaciones de discriminación social como haber vivido cerca de una plaza de mercado que al caminar por ella, fuera objeto de burlas y hasta de convertirse en objetivo para arrojarle vegetales en estado de descomposición, todo esto acompañado de comentarios ofensivos por el simple hecho de ser una mujer transgénero.

Yoko demuestra por como mueve sus manos al momento de hablar, una seguridad que ha venido formando todos los días. Una seguridad que la ayuda a expresar sus dificultades de vida por medio de una gran sonrisa, una sonrisa que refleja el buen ánimo de su autoestima, el cual trabaja sin parar, cuidándose con cosas tan simples como mantener su tintura, usar vitaminas para su cuerpo o comer sano.

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46 haberme estrellado, de ver como es el odio de las personas por ser diferente, por pensar diferente…”.

Le sirvió para ser humilde, durante su trabajo en la prostitución y acompañada por la soledad, aprendió del esfuerzo de conseguir diariamente de 10 a 20 mil pesos para pagar un arriendo, comer, transportarse y mantener su imagen. Aprendió a no vivir humillada por la gente ante las fuertes críticas e insultos, aprendió que lo más valioso de su familia es aquella que después de conocerla y saber a lo que se enfrentaría, hoy en día está con ella, sus hermanos los cuales ama, la respetan y la valoran por la mujer que es, una mujer que ante los ojos de sus sobrinos es reconocida como su tía por las cosas que les brinda como juegos, ayudarles a las tareas o cuidarlos cuando lo necesitan.

Socialmente no se conformó. No se quiso quedar en el estigma de que una mujer transgénero solo es puta o peluquera. Terminó su bachillerato, cursó dos semestres de enfermería, demostrando en un salón de clases, el orgullo de ser una mujer transgénero, con el orgullo de que estas mujeres son responsables, aplicadas y pueden pertenecer a espacios donde no son vistas con frecuencia, donde no las consideran personas dignas o donde como Yoko afirma muchas veces ellas mismas se autodiscriminan, se limitan a pensar en los prejuicios y tomar el riesgo de probar una convivencia en espacios donde los miedos ante el rechazo se manifiesta una y otra vez.

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47 compañeras, duró bastante tiempo sin saber de muchas de ellas, como una de sus mejores amigas, la cual murió a causa de VIH, situación que marcó a Yoko encaminándola a realizar trabajo social. Comenzó en una organización social la cual se enfocaba en temas relacionados con enfermedades de transmisión sexual, en especial el VIH.

Mientras aprendía, observaba como las funcionarias del distrito, minimizaban la presencia de la mujer transgénero, al punto de tratarlas como mendigas que se humillan por un refrigerio a costa de recibir una capacitación. Cansada de la situación y conociendo un grupo de mujeres transgénero que conforman la red comunitaria trans en santafé, decide emprender una capacitación hacia políticas públicas y derechos de las mujeres trans. Hoy en día, junto con estas mujeres, realiza acompañamiento en distintos procesos a las chicas, ya sea en temas de salud, seguridad, derechos, asesoría jurídica y a realizado distintas actividades para la prensa escrita, la televisión y fotografía.

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