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Cómo vió a México Leo Ferrero

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Academic year: 2020

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COMO VIO A MEXICO

LEO FERRERÓ

Notas del

Dr.

JOSE

SILVA

a uu pájaro". Además, costumbres, sombreros, ponchos, todo bonito, y por todas partes ohjetos artísticos,

"Por doquiera hay htsensación de que las gen-tes son pobres porque prefieren serloyno tom:.:r..

Cuando en el mes de agosto de 1933 una

fata-lidad. trágica lo raptó' a una vida ya intensa de obras y grávidas de pr-01nesas, Leo Ferrero, el jo-ven hijo del historiador de ren0111,bre 1nundíal, re-gresaba de un viaje. de algunos meses a México. El ecléctico _aular de obras tan sobresalientes como ((Leonardo o dell'arte", "París" y

"Angé-lica", tenía entonces sólo treinta años y nos

deja-ba ya una cantidad de escritos inéditos que la pie-dad inteligente de la madre,' Gina Lombroso,

es-tá hoy reordenando y dando a luz.

Tenemos áhora el privileg¡:o de poder leer y pu-blicar, traduciéndolas, unas impresiones originales sobre M ézico, que se encuentran particularmente

en las últimas cartas que el joven escritor y fino

poeta dirigió a sus padres.

JOSE SILVA.

LA PRIMERA IMPRESJON

((México es bello como Italia.

."Paré en Orizaba y suhí en el tren rumbo a

~vléxico.

"Imagínese una naturaleza tropical, con pláta-nos, mangos y piñas gigantescas-a 2,000 metros . de altitud-; una meseta inmensa y ondulada que tiene algo del desierto y algo de la tierra luju-riosa; donde hay inmensas y espléndidas nubes; una lluvia sUave que no baña y que no hace ruido. "Y por- todas partes los indios, majestuosos y melancólicos, hundidos en el tiempo, desdeñosos hacia el blanco .que los emplea como esclavos; in--dios desesperadamente 'tristes, pero siempre ma-jestuosos, que detienen su caballo para escuchar

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se la pena de llegar a ser ricas-se quedan pobres en medio de riquezas incalculables-sensación ab-solutamente refrescante cuando uno llega del Norte".

El joven escritor conoce por entonces

a una seliorita IIxtranjera y escribe a sus

padres:

"Ella está sola en una aldea mexicana, aislada, X ... , donde vive en el cuarto mejor del centro, sin vidrios y sin puerta: en la iglesia misma que

va destruyéndose día a día.

"Hace dos días he llegado a esta aldea del siglo XVI. No se puede venir hasta acá sino a caballo y por veredas inimagiaables.

"Todo se hace aquí a mano aún. La cuerda es ya como una máquina, pues el campanero toca di-rectamente con el badajo.

"Naturaleza tropical: bosques de palmas, man-gos, plátanos.

"Vivo en un cuarto del claustro del antiguo convento, unido a la iglesia. Es ésta una OIltedral enorme del siglo XVI, y se encuentra en una aldea que está toda en un pedazo de calle ...

. . . "Como bellezas y riquezas, México es un país absolutamente increíble. iY tan poco po-I~lado!... "

La sen)ibilidad poética que la

naturale-leza había prodigado al joven Leo y q'ue

la amplitud de su cultura había

desarrolla-do y refinado, se revela en los párrafos

si-guientes:

IGLESIAS DE MEXICO

"Piénsese en una Catedral del siglo XVI; cons-truída de piedras magníficas, rosadas como la cor-teza de un plátano, llena de esculturas intrincadas como una vegetación tropical, protegi4a al interior por miles y miles de hojas, de ángeles, de arcos de madera dorada; de ic~mos, de vírgenes, de crucifijos españoles sangrientos; de milagros--es decir los ex-votos ofrecidos por los indios-toda perfumada de incienso, alumbrada por los cirios y las lámparas, toda resonante de campanas y música.

"Vénse en la Catedral a los sacerdotes que re-ciben las confesiones a ambos lados del confesio-nario: las dos largas colas de los penitentes; a las

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vIejas indias que se arrastran sobre las rodillas suspirando y con los brazos llenos de flores; a los muchachos desatentos, enrojecidos por los cirios; a ,la multitud de gruesas manos oscUras que pasan las cuentas del rosario, a los viejos que dan vuel-tasen rededor de las imágenes, rezando y re-zando para capitalizar indulgencias.

"Además, el ruido sofocado d~'las rodillas que acompaña el canto de la miS<t'; una copia de la Virgen de Guadalupe con su forma de mango li-so, de la cual penden, como si estuviesen ligadas con hilos, centenas y centenas d~ miradas supli-cantes; y mujeres de velo negro e iridios de ves~ tido blanco que, rezando, contraen su faz como si llorasen; y fieles y fieles que traen como ofren-das canastas de frutas, pinturas, esculturas, que to-das-juntas--emergen como una masa de flores enormes sobre las gradería~de un mármol alisa-do por las rodillas.

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"Sin embargo todo, en rededor de este edificio construído con materiale? preciosos y adornado por el trabajo de muchos siglos, piénsese que está en la aldea más miserable, entre casas sin pisos y sin ventanas, donde los hombres viven y duer-men con los animales; piénsese en una población

envilecida y hambrienta ...

"Y así, entonces., podrá tenerse una idea de lo que es la iglesia en México y de la importancia que ésta tiene en el espíritu de los indios".

El au.tor de las sinceras y osadas

observa-ciones psico-sodol:ofJicas (NSel1'tinadas en

((Désespoirs", asiste a una corrida y nos

expresa francamente su impresión.

EL TOREO

"Estuve en una corrida de toros; muy impresio-nante; todo pasa silenciosamente, pues los toros mueren sin mugir. Y hay que ver la gracia, la elegancia, los encajes delicados y los colores páli-dos y tiernos de que se ador!lan los toreadorespa-ra acabar con los toros. .

"Hay algo bajo en el heroísmo de un matador herido que se esfuerza en reabilitarse con sus ha-zañas.

"¡Todo· ese valor, todo ese servilismo y ese he-roísmo legítimo nada más para obtener la limos-na de admiración de ulimos-na turba embrutecida!"

l.1ásinteresantes aún son las

observacio-I/CS de Perrero sobre la psicología

me.n-cana. \

LA CONQUISTA.,----,CORTES

"Mexicano, en la Capital, significa una resultan-te de la civilización azresultan-teca.y de la civilización es-pañola. En una aldea, significa simplemente "az-teca", así como idioma mexicano significa idioma -"azteca".

"Los indios; los mestizos; y aun los blancos que explotan a los indios como en el tiempo de la Co-lonia, consideran todavía a los españóles como ma-los conquistadores. .

"Es increíble cómo esa Conquista parece toda-vía cercana.

"Hubiera deseado--me dijo un ,día un mexica-no que había bebido de más-que México hubie-ra sido invadido por los ingleses, pues ellos no me hubieran enseñado, como los españoles, a embria-garme todos los días.

"De las gestas de Cortés, no queda silla el recuerdo de las carnicerías.

"Cortés"-dicen los mexicanos-"quemaba los pies a los indios". .

"Esta es la síntesis que hacen del hombre.

"Y

110 he encontrado una calle de Cortés; y en

Cuernavaca, en su palacio mismo, he buscado in-útilmente una inscripción cualquiera que conserve su memoria.

"Hay un monumento en su palacio, pero dedi-cado a un general moderno, y en la galería don-cle el Conquistador paseaba, Rivera nos ha pin-tado un Cortés verdugo.

"La conquista: Muchos horrores se realizaron; es cosa ya sabida.

"Pero, ¿h~lbo un solo conquistador que fuese humano?

"Se puede discutir sobreel derecho de conquis-tar a los pueblos y evidentemente reconozco que éste no existe..

"Sólo que es ingenuo pretender que se conquis-te con plegarias y conferenCias.

"El conquistador es inhumano por naturaleza. "En el caso de México, es raro el hecho de que la leyenda no haya olvidado los horrores come-tidos por Cortés y glorificado sus hazañas, como la pátina que compensa las grandes obras de arte, ocultando las deficiencias y poniendo de relieve la belleza de la obra".

Vivió Leo Perrero dos meses en

con-tacto directo y cotidiano con los indios,

ob-servando con alma de poeta y de filósofo

a estos hombres, tan herméticos todavía y por ello más llenos de atracción.

EL MISTERIO DE LOS INDIOS

"He pasado de la civilización más industrial del mundo al silencio de un país sin máquinas.

"Encontraré al fin, en esta aldea mexicana, un modelo de vida feliz-me decía yo mismo.

"La sabiduría ele los indios y su arte de vivir habían sacudido el espíritu de unos intelectuales americanos, que huían del infierno de Detroit en busca del refugio de una civilización más humana. "-Aqui está la felicidad-habíanme escrito.-Aqui está y no en los Estados Unidos.

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un paraíso terrestre, no trabajan del todo. Ade-más, toda su vida permanecen cerca de los orí-genes. Viven muy cerca de la tierra y ven surgir los frutos.

"Hacen con sus propias manos' los útiles de que se sirven.

"Conocen desde el principio la historia de todo lo que llevan y tocan.

"Ellos mismos han tejido sus sarapes con la la-na de sus carneros, ellos mismos han torneado sus vasos, cosidos sus sandalias, construí do sus chozas. "Es ésta, para mí, una razón que explica su sentido artístico.

"El hombre civilizado se aleja de los "oríge-nes" ; vive en un mundo mecanizado y sin historia, sin principio; no fabrica nada, no tiene así ni el problema ele fabricar con arte.

"Los indios se han acostumbrado a considerar la misnla naturaleza como 'un taller, donde Dios se divierte en fabricar millones y millones de objetos bonitos.

"Se les ve vagar mirando los montes, las pie-dras, los árboles, las raíces con ojo conocedor, elo-giando sus formas, tal como harían con un va-so o con un sarape; y de vez en vez dan a Dios la ayuda de un' golpe de pulgar para sacar a luz una idea que la naturaleza había sofocado en su exagerada magnificencia.

"¿Quién podría comparar los placeres del "con-fort" a los que uno se acostumbra rápidamente, con esta sucesión de placeres intelectuales sin número?

"Estos indios; como todo artis-ta. han llegado a pasar la mitad de su vida en el dominio del

ro-nucimiento puro, donde el Deseo está casi anulado, donde el Júbilo es perfecto.

"Sin embargo, viven en un es-tado de desesperación crónica. Se Jluede constatar esto particular-mente escuchando sus canciones, donde se revela, como una para-doja sorprendente, una tristeza agresiva.

"Los cantos de los indios son guturales, ásperos, violentos; aún las cadencias y las notas son re-petidas con cierto furor y los te-mas más dulces son expresados con amargura como cuentos de asesinatos.

"En su tristeza no hay paz; no aparece la "quies in malo" de que habla Santo Tomás; y palpita en ella un terrible "¿Por qué?"; una pregunta que no espera contestación.

"Si los indios no fueran religiosos, se podria entender en cada uno de sus cantos la invocación dirigida a Dios por un incrédulo..

"Ellos no quieren huir de su propio YO y ba-jan en espirales !lasta su hondura.

"Pero no descubren allí sino el "dolor positivo de Epicuro" el dolor en sí mismo, el dolor 'de vi-vir, que constituye casi siempre el fonde de la naturaleza humana y en que los instantes de

jú-bilo se insertan como gritos enelmurmurio cons-tante de una gran ciudad.

"Los indios viven en contacto continuo con es-te dolor metafísico, desposados con él, perdidos en él todos--euerpo y alma~esesperados, sin razón.

"Y así cada vez me convenzo más' de que la felicidad no está en ninguna parte; ni en la Amé-rica del Narte, ni tampoco en México".

Con estas afirmaciones yrefle;-ciones

ori-ginales cree'mos poder terminar esta rápi-da exposición forzosamente fragmentaria.

B~stará.n los pá.rrafos que aquí se publi-can para ,dar una idea de la atenciótt

amo-1 F M"

rosa que puso Leo errero, elt ex'tCo y

también de su mirada trascendental que quería penetrar. hasta el fondo de las .cosas

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Pasó solJre la' tierra con· denwsiada ra-pidez este gran italiano, del que nos hon-ramos transcribiendo aquí, casi como

epi-tafio, y con l~ suavidad de su idioma

mis-mo, unos versos suyos desconocidos, dedi-cados a su patria, y que nos hacen pensar en otro grande: Hugo FoscoTo.

" ... Hai spento ti tuoi grandi nell'alta indiferrenza come la notte calando tra i monti seppellisce le cime; da vivi li hai pesti. da morti li hai dimenticati. E avvivando il·tuo fasto del loro inutile martirio, hai dato' i pochissimi eroi

che non ebbero speranza.· Perché dove mai la grandezza umana e il sagrificio rimasero sterili come .

sotto il tuo gran sale? E mentre ti stendi. opulenta d'un rigoglioso languore, nei secoli, il cielo cosparge di dolcezza gli esiliati che nutri e poi stremi; e la luce tinge di viola le tombe obliate dci grandi!"

MARIANO 'SILVA

YEL

DIALOGO

Por FRANCISCO MONTERDE

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E Mariano Silva pudo haberse dicho,

mien-tras viví~-y creo que aun no' se ha escrito

des-pués de su muerte-, que era un hombre que amaba el diálogo.

Sobre todo, el· diálogo vivo, oral. N o era de aquellos que gozan fama de buenos conversado-res, porque en la charla callejera o en la tertulia eventual, en un diálogo imponen su monólogo, satisfechos de hacerse oír de los demás, tanto como de escucharse.

Mariano Silva suscitaba el diálogo, la verda-dera cónversación---eambio de ideas, de opiniones, ,de noÚcias-, siempre que encontraba una voz

amiga que le diera las réplicas esperadas..

Agil conversador, iba por las calles sin dejar interrumpido el diálogo, aun en medio .de la tación creciente del tránsito, en las horas más agi-tadas de 'la Ciudad; y en el campo sus comenta-rios eran un complemento del paisaje. Allí su . voz grave rodaba por los caminos hasta perderse

en la lejanía.

. En la ciudad y en el campo, el excelente dia-logador que fue Mariano Silva, tenía prontos la risa franca-si no la ancha sonrisa comprensiva-, el' subrayado irónico, la gracia fresca.

Sembraba la conversación, más que de citas clásicas; de referencias oportunas y llamaba al interlocutor con diminutivos tan extraños como .los nombres que solía dar a 10s personajes de sus novelas coftas y de sus cuentos. A veces em-pleaba frases castizas que en sus labios tenían un auténtico sabor de expresiones de la picaresca qüe deleitaría a Ramón Pérez de Ayala.

Ca'íla día era, para Mariano Silva, un diálogo -apenas interrumpido por las pausas de silencio mientras se trasladaba de un lugar a otro, si iba solo-,' que se' iniciaba y concluía :en el propio ho-' gar,coÍl hijos

y

esposa.

El escenario de ese placentero diálogo podía ser la escuela donde impartía enseñanzas entre profesores y alumnos extranjeros; el Instituto por él fundado, laboratorio de investigaciones lingiiísticas alentado por su impulso; las aulas universitarias.

Referencias

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