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Academic year: 2018

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1 TEORÍA DE LA ENSEÑANZA MODERNA: EL SABER EN EL

PSICOANÁLISIS.

Virginia Poggio Grampín

vpg1706@gmail.com

Resumen.

Rastrear la Teoría de la Enseñanza en la historia implica indagar en tres ejes conceptuales que la caracterizan: el saber/ conocimiento, el lenguaje y el sujeto. En base a un análisis de estos ejes se puede evidenciar la presencia de dos períodos claramente definidos: una teoría de la enseñanza antigua en la que predomina el saber/ conocimiento y que abarca de la antigüedad hasta el siglo XVII, por otro lado una teoría de la enseñanza moderna donde el hincapié se coloca en el sujeto y va desde el siglo XVII al XX. En este último período, específicamente en el siglo XIX, aparece con relevancia para entender el proceso de enseñanza-aprendizaje la psicología, como una ciencia que estudia el comportamiento del sujeto en relación al medio que lo rodea. En la historia de la psicología se puede visualizar algunas tendencias de diversas teorías y aplicaciones que se manifiestan en diferentes escuelas, entre ellas el psicoanálisis.

Este artículo se centra en el segundo período, pero no con el fin de caracterizarlo y buscar los argumentos que colocan al sujeto como centro, sino que lo que se indaga es el eje conceptual del saber / conocimiento en el psicoanálisis. Específicamente se trata de dar cuenta qué entiende por saber el fundador de esta escuela: Sigmund Freud.

Para lograra este cometido, se introducen algunas características generales de la teoría de la enseñanza moderna y se explicita lo que significa saber y conocimiento. Luego se desarrolla el concepto de pulsión de saber utilizado por Freud y se analiza la dependencia que guarda con las pulsiones sexuales. Exponiendo los argumentos de la siguiente hipótesis: la pulsión de saber es una de las formas pulsionales que sublima de la pulsión sexual, es decir, que la energía que trae la pulsión sexual se deriva hacia un nuevo fin no sexual, socialmente más valorado, como lo es la pulsión de saber entre otras.

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2 Introducción: el saber en la teoría de la enseñanza antigua y moderna. Distinción entre saber y conocimiento.

En Behares (2005) se plantea que el campo de la enseñanza tiene su historicidad. Se puede reconocer que la enseñanza está presente en todos los momentos de la historia de las sociedades humanas, con características, esencia y sentido diferenciados. Lo que conlleva a que se hayan presentado diferentes formas de reflexionar sobre las cuestiones del cómo, porqué y qué enseñar. En el análisis de esas formas de reflexionar sobre la enseñanza, Behares (2005) presenta la presencia de una teoría de la enseñanza antigua y una moderna. La teoría de la enseñanza antigua, corresponde al período que va desde la antigüedad hasta el siglo XVII, mientras que la teoría de la enseñanza moderna ocupa el período comprendido entre el siglo XVII al XX.

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3 decir, tiene que ver en cómo se expresa el pensamiento. Al analizar este eje conceptual para identificar la teoría de la enseñanza, muchas veces se dirige hacia el área lingüística, ya que se busca dar cuenta de porqué cada lengua utiliza determinados términos con el fin expresar una acción concreta de la forma más apropiada. Por esta razón, se considera al lenguaje como inestable. Por último el eje conceptual que estudia al sujeto, expresa que éste es el dueño del conocimiento del que tiene representaciones estables en la mente y también manifiesta la inestabilidad del lenguaje que le permite expresarlo. Muchos estudios buscan analizar lo que le sucede al sujeto cuando aprende, dar cuenta de la subjetividad del mismo desde un aspecto psicológico, dejando de lado la enseñanza y rebajándola a un mero instrumento. Cuando en la teoría de la enseñanza moderna se expresa la relevancia por el sujeto, lo que está poniendo en juego es que hay una concepción previa del sujeto como productor tanto del lenguaje como el conocimiento.

Como ejemplos que reflejan ese pasaje paulatino entre la preeminencia del saber hacia el sujeto, se puede observar en el periodo de la teoría de la enseñanza moderna: la “Teoría de la mediación”, la cual tiene como único aspecto psicológico, la afirmación que sostiene que el saber se procesa en la mente del sujeto y que se puede transmitir. Pero se centra sobre todo, en que el saber tiene que ser acomodado, acondicionado, regularizado, caracterizado y puesto en orden. Estableciéndose la diferencia entre lo que es saber y conocimiento. El saber no está secuenciado, no tiene asentamiento psicológico, se convierte en conocimiento cuando se le da una objetividad. Por otro lado, la “Teoría de la enseñanza-aprendizaje”, en la cual es sujeto toma el papel central, ya que este es el encargado de otorgarle la objetividad al saber.

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4 La pulsión de saber de Freud.

Indagando en los tres ejes conceptuales que caracterizan a la teoría de la enseñanza moderna en las obras de Sigmund Freud, quien es fundador del psicoanálisis, se puede observar cómo la cuestión del sujeto y del lenguaje toman relevancia. Si bien no conceptualiza la palabra sujeto, - se va formulando con el avance del psicoanálisis y su significación concreta es realizada posteriormente por Lacan- utiliza este término con la misma epistemología de la época. Refiere al mismo como una unidad e indivisibilidad, donde la razón era el motor de su funcionamiento. Introduciendo, con el descubrimiento del inconsciente algo novedoso, no trabajar con el individuo de la razón, sino que estudia las construcciones subjetivas del mismo. De tal manera, que a la hora de referirse al sujeto lo hace a través de palabras como: organismo o aparato psíquico. Que si bien no tiene el mismo significado, hacen referencia a esta nueva forma de entender al sujeto. En lo que respecta al eje conceptual del saber, rastrearlo en sus obras es una tarea más compleja, las palabras que expresan esta idea es “pulsión de saber”. Este término es utilizado por Freud en “Tres ensayos de teoría sexual” escrito en 1905, donde se obtiene como hipótesis principal que la pulsión de saber, que a simple vista no guarda ninguna relación con la pulsión sexual, se encuentran vinculadas en su origen. El desarrollo de la pulsión de saber en un niño toma su energía de las pulsiones sexuales, más específicamente de los problemas sexuales que el niño experimenta.

Con el fin de dar luz a esta hipótesis la cual será el eje de análisis de este artículo, se debe trabajar con más detalles algunos conceptos utilizados por Freud (1905) en toda su teoría. Iniciando por el concepto de pulsión, el cual es entendido como:

[…] nada más que la agencia representante psíquica de una fuente de estímulos intrasomática en continuo fluir; ello a diferencia del “estímulo”, que es producido por excitaciones singulares provenientes de fuera. Así, “pulsión” es uno de los conceptos del deslinde de lo anímico respecto de lo corporal. La hipótesis más simple y obvia acerca de la naturaleza de las pulsiones sería esta: en sí no poseen cualidad alguna, sino que han de considerarse sólo como una medida de exigencia de trabajo para la vida anímica. Lo que distingue a las pulsiones unas de otras y las dota de propiedades específicas es su relación con sus fuentes somáticas y con sus metas. La fuente de la pulsión es un proceso excitador en el interior de un órgano, y su meta inmediata consiste en cancelar ese estímulo de órgano (Freud, 1905, p. 153).

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5 excitaciones corporales que son fuente de una pulsión pueden tener orígenes diferentes. Hay excitaciones externas de las cuales el sujeto puede escapar. Por otro lado hay excitaciones internas de las cuales no puede correr y funcionan como el resorte para el aparato psíquico. Resulta importante señalar, que no es se puede tomar como sinónimos la palabra pulsión y estímulo utilizados en la cita anterior, la diferencia de estos términos refiere a que estímulo es asociado a una fuerza que se da momentáneamente, en un periodo pequeño. Mientras que cuando Freud (1905) establece el concepto de pulsión, esa fuerza permanece constantemente alterando y tensionando al sujeto hasta que no se descargue al cumplir su meta. Continuando con el concepto de pulsión, al establecer que las fuentes que generan las pulsiones pueden ser diversas, genera que se encuentre una amplia gama de pulsiones a estudiar. En Freud (1905) se plantea una crítica ante la idea de formar un catálogo de pulsiones, estudia la presencia de dos grandes tipos de pulsiones que son: las pulsiones sexuales y pulsiones de autoconservación, también referidas como pulsión de muerte y pulsión de vida. Dentro de estos dos grandes grupos se continuará estudiando la pulsión sexual, ya que es a partir de ella que surge la pulsión de saber.

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6 placer y evitar el displacer, sin tener ningún tipo de límites, en este aspecto aparece el carácter perverso y desbocado, mientras que el de realidad impone las restricciones al primer principio para que se adapte a la realidad externa, es ente sentido las pulsiones de autoconservación son más controlables.

En los estudios realizados por Freud (1905), se concibe la presencia de lo que él denomina un “periodo de latencia”. Establece un cuadro de conducta sexual que comienza instaurando que el recién nacido trae consigo mociones pulsionales, definidas como: “…la pulsión bajo su aspecto dinámico, es decir, en tanto se actualiza y se especifica en una determinada estimulación interna” (Laplanche y Pontalis, 2004, p. 226). Estas mociones por su carácter de movimiento se siguen desarrollando en este periodo de latencia, pero sufren sofocaciones que quiebran el regular desarrollo sexual y genera que aparezcan poderes anímicos contradictorios. Es decir, las sofocaciones hacen que el niño no pueda desarrollarse sexualmente se consideran como inhibiciones, que muchas veces son impuestos por la educación y por condicionamiento orgánico, funcionando como construcciones importantes para la cultura y normalidad del sujeto.

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7 pueden generar en el displacer. Por esta razón se dice que en el periodo de latencia aparecen fuerzas anímicas contrarias.

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8 Una vez que se realizó una descripción de la pulsión sexual es importante analizar la relación que guarda con la pulsión de saber. Freud (1905) conceptualiza a la pulsión de saber como uno de los resultados de la sublimación de la pulsión sexual. Es decir, la pulsión sexual sublimó en otra pulsión - la pulsión de saber- que tiene metas no sexuales, por lo cual se puede decir que la energía que trae la pulsión de saber es una energía desexualizada. Según estas consideraciones no podemos ubicar a la pulsión de saber como elemental, pero tampoco podemos subordinarla exclusivamente a la pulsión sexual. Los argumentos que explican la primera parte de la afirmación anterior se basan en que la pulsión de saber sublima del apoderamiento y trabaja con la energía de la pulsión de ver. Por apoderamiento se entiende: “[…] una pulsión no sexual, que solo secundariamente se une a la sexualidad, y cuyo fin consiste en dominar el objeto por la fuerza” (Laplanche y Pontalis, 2004, p. 328). En este concepto de apoderamiento se ubica la razón por la cual no se puede poner en un lugar primordial a la pulsión de saber como si Freud (1905) lo hace con otras pulsiones como la sexual y de autoconservación. Mientras que el argumento que define la segunda parte de la afirmación donde se establece la subordinación del saber con la pulsión sexual, refiere a que el saber deriva específicamente de los problemas sexuales que sufre el niño. El enigma de esfinge1 es uno de los problemas a los cuales el niño se enfrenta, la pulsión de saber aparece con el fin de dar respuesta a la pregunta ¿de dónde vienen los niños? En este problema aparece el interés práctico que pone en marcha a la capacidad investigadora del niño, ya que ese interés proviene de una propiedad del psiquismo que es la imposibilidad de reconocer otro sexo que no sea el fálico. Otro ejemplo de problema sexual es conocido como el complejo de castración y de envidia al pene. Una de las primeras teorías sexuales que el niño adquiere, tiene que ver con el supuesto de que todos los seres humanos poseen los mismos genitales. Este problema se da en niños de ambos sexos, pero específicamente es la niña quien sufre envidia por el pene. Las teorías del nacimiento también se pueden expresar como otras aplicaciones del la pulsión de saber en relación a la pulsión de sexualidad y la concepción sádica del comercio sexual, donde los niños consideran que el acto sexual es una especie de maltrato. Por lo tanto, frente a los

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9 problemas sexuales que se enfrenta el niño genera que estos se representen algunas teorías respecto a los mismos, conformando las mismas la base de la pulsión de saber, por esta razón esa subordinación en el origen de las pulsiones sexuales con respecto a la pulsión de saber.

El fracaso de estas teorías sexuales infantiles que surgen en el niño por la pulsión de saber en relación a los problemas sexuales que enfrenta, se debe a que hay dos elementos centrales que la investigación infantil no reconoce. Esos elementos son el papel fecundador del pene y la abertura sexual femenina. El niño al no poder reconocer estos dos elementos termina fracasando en su teorías sexuales y muchas veces esto hace que el niño renuncie a las mismas. Es importante tener en cuenta este último aspecto, ya que deja secuelas y deterioro de forma permanente en la pulsión de saber. En palabras de Freud (1905) este aspecto se explica: “ La investigación sexual de la primera infancia es siempre solitaria; implica un primer paso hacia la orientación autónoma en el mundo y establece un fuerte extrañamiento del niño respecto de las personas de su contorno, que antes habían gozado de su plena confianza” (Freud,1905, p. 179). Es decir, se puede establecer que el niño se enfrenta ante las necesidades egoístas de su pulsión y las respuestas e inhibiciones que provienen del mundo adulto, y entre estas tensiones queda instaurado el deseo de saber, de investigar.

Consideraciones finales.

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10 posteriormente con el crecimiento del sujeto y adquiere su forma última, como una pulsión independiente de lo sexual. En este sentido, la pulsión de saber no es una de las principales pulsiones, pero tampoco se puede decir que tiene una subordinación continuada a la pulsión sexual. La pulsión de saber en Freud (1905) no ocupa un lugar central, debido a que como se estableció el autor no busca formular un catálogo de todas las pulsiones que se pueden desarrollar según su fuentes y metas, sino que la pulsión de saber es nombrada entre otras como un ejemplo para demostrar a lo que refiere cuando se utiliza el término sublimación.

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11 Referencias bibliográficas

BEHARES, L. (2004) Enseñanza-aprendizaje revisitados. Un análisis de la fantasía didáctica. En: BEHARES, L. (Dir.) Didáctica Mínima. Los Acontecimientos del Saber. Psicolibros Waslala: Montevideo; pp. 11-30.

BEHARES, L. (2005) Didáctica moderna: ¿más o menos preguntas, más o menos respuestas? En: BEHARES, L. (Dir.) Didáctica Mínima. Los Acontecimientos del Saber. Psicolibros Waslala: Montevideo; pp. 69-77.

BEHARES, L. (2007) Enseñar en cuerpo y alma: la teoría de la enseñanza y el saber en la pulsión. En: Behares, L y R. Rodriguez. (Comp.) Cuerpo, lenguaje y enseñanza.

Psicolibros Waslala: Montevideo; pp. 1-22.

FERRETER, J. (1979) Diccionario de filosofía. Alianza editorial: Madrid.

FREUD, S. (1905) Tres ensayos de teoría sexual. En STRACHEY, J. (Comp.) Sigmund Freud obras completas. Amorrortu Editores: Buenos Aires; 2003 a, Tomo 7, pp. 109-222.

FREUD, S. (1911) Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico. En STRACHEY, J. (Comp.) Sigmund Freud obras completas. Amorrortu Editores: Buenos Aires; 2003 b, Tomo 12, pp. 217-232.

Referencias

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