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¿El retorno de los que nunca se fueron? . Notas sobre la experiencia política de los jóvenes universitarios platenses (2003-2013)

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¿El retorno de los que nunca se fueron? Notas sobre la

experiencia política de los jóvenes universitarios platenses

(2003-2013)

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he Return of hose Who were never gone? Notes on the

Political Experience of La Plata University Youth

(2003-2013)

Antonio Camou

Universidad Nacional de La Plata – Universidad de San Andrés (Argentina) antoniocamou@yahoo.com.ar

Resumen

Este trabajo explora una hipótesis: la experiencia política de los estudiantes uni-versitarios vincula sus trayectorias personales con tres campos: la política partidaria, la política de las instituciones educativas y la lógica de constitución disciplinar.

Palabras clave: Jóvenes, estudiantes, universidad, política, participación

Abstract

his work explores a hypothesis: the political experience of university students links their personal path with three ields: party politics, the politics of educational institutions and the logic of discipline.

Keywords: youth, students, University, politics, participation

En uno de sus últimos cuentos Borges reiere la historia de un obscuro hacendado sureño, don Alejandro Glencoe, que allá por principios del siglo XX “concibió el

pro-1 Este texto propone una reelaboración parcial de algunos puntos tratados en la ponencia

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pósito de organizar un Congreso del Mundo que representaría a todos los hombres de todas las naciones”. En las reuniones preliminares, que se urdían en la Conitería del Gas, en el centro de la ciudad de Buenos Aires, alguien deslizó la sospecha que el Congreso presuponía un problema de índole ilosóica: “Planear una asamblea que representara a todos los hombres era como ijar el número exacto de los arquetipos platónicos, enigma que ha atareado durante siglos la perplejidad de los pensadores”. Sin ir muy lejos, se pensó, don Alejandro podía representar a los hacendados, pero también a los nativos del Uruguay, a los grandes precursores, a los hombres de barba roja o a los que están sentados en un sillón: ¿Cómo decidirse ante estas dispares posibilidades? Y Nora Erjord, su secretaria, que era noruega: ¿Representaría a las secretarias, a las noruegas o simplemente a las mujeres hermosas? Estos problemas, más bien teóricos, y otros que no tardarían en aparecer, más bien prácticos, hicieron naufragar el desmesurado proyecto. Una frondosa noche de febrero don Alejandro mandó hacer una pila con los innumerables boletines, programas y actas de las reuniones, que se amontonaban incesantes en el sótano de su casa, y tristemente les prendió fuego (Borges, 1977).

Este relato fue publicado a comienzos de la década del setenta y ha merecido dispares interpretaciones metafísicas o psicológicas (Williamson, 2006), pero también puede ser leído en una clave política de época: por aquellos años empe-zaban a emerger una serie de tendencias de cambio en el seno de las sociedades industriales y democráticas avanzadas, que con sus modulaciones particulares serían también experimentadas en nuestra región. Más allá de las eventuales divergencias en cuanto a “diagnóstico” y “terapia”, señaló en su momento Giacomo Marramao, en ese período se fue forjando una vasta y signiicativa zona de acuerdo sobre dos aspectos cruciales de la vida política: Por una parte, entraron “en escena nuevas demandas e identidades colectivas, sólo inadecuadamente representables por formas de organización política estructuralmente orientadas a acoger intereses relativamente estables, con una base territorial, profesional o social deinida”; por otro lado, se acentuó “la crisis de los partidos-ideología y su inexorable transformación... en catch-all parties, institucionalmente incorporados al aparato de gobierno, y en political machines, aplicadas profesionalmente a la solución de problemas” (1989: 60/61).

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de lucha en torno a la construcción, distribución y ejercicio del poder (Bobbio, 1986; Sartori, 1997).

En este marco de consideraciones generales, estas notas exploran los alcances de una clave de lectura básica: la experiencia política de los estudiantes universitarios es fruto de un complejo proceso de socialización en el que se vinculan las trayectorias personales de los jóvenes con al menos tres diferentes campos: el de la política partida-ria (socio-territopartida-rial), el de la política institucional de las casas de estudio y el ámbito disciplinar. De este modo, no es posible comprender la experiencia política estudiantil sin prestar atención a la manera como se procesan, en el cruce de esos campos, los elementos simbólicos (discursos, tradiciones, memorias), las lógicas y reglas de acción política (partidarias y socio-territoriales, institucionales, disciplinares) y los intereses, creencias y estrategias que constituyen las posiciones de sujeto. Con base en estas coordenadas de análisis se comparan muy resumidamente los resultados prelimina-res de dos encuestas llevadas a cabo con varios años de distancia en el ámbito de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

I) La participación política estudiantil de ayer a hoy

Los datos para este trabajo surgen de dos fuentes. La primera es una encuesta llevada a cabo en el año 2003 a los alumnos/as de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación por un equipo dirigido por el Dr. Juan Piovani, que contó con alrededor de 400 casos (Cadierno et al., 2003)2; la segunda fue realizada por nuestro equipo en el año 2011/2012 a una muestra de 150 estudiantes de la Facultad, en el marco de una encuesta realizada a nivel de toda la UNLP (1659 casos). El lapso transcurrido entre una y otra investigación posibilita considerar algunas tendencias con cierta perspectiva que otros estudios cualitativos programados nos permitirán revisar a la luz de nueva evidencia.

El sucinto análisis que presentaremos se apoya en una lógica de interpreta-ción (cuya explicitainterpreta-ción dejaremos para otra oportunidad) y que está referida a lo que podríamos llamar la “doble vida” de la participación política estudiantil en la universidad. En efecto, tomando libremente la clásica referencia de Bourdieu (1997), podríamos decir que, por un lado, hay una vida política subjetiva, con variables grados de compromiso, de involucramiento y constitución de vivencias personales de los estudiantes, que van desde la solidaridad, la confraternización y la conformación de un sentido de pertenencia hasta el aprendizaje de los vericue-tos de la lucha política, sus reglas, dinámicas y tensiones. Mientras que por otra parte, hay una vida política objetiva, expresada por una lógica multiplicadora de la acumulación de poder, que se desarrolla en términos de una serie de juegos de

2 Agradecemos muy especialmente al Dr. Juan I. Piovani por facilitarnos los datos de la

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poder “anidados” (Tsebelis, 1990), y que a la vez que vinculan también separan el poder institucional universitario de los ámbitos de la política partidaria y te-rritorial, donde el voto estudiantil es reconigurado en términos de acumulación de recursos, espacios y posiciones de poder. En otros términos, el voto estudiantil aportado a una agrupación en una facultad “viaja” a través de diferentes territorios políticos, transformado en un recurso de poder que se transmuta y se desdobla en múltiples ailiaciones y posicionamientos; así, puede pasar a formar parte de nuevas coaliciones políticas en los espacios regionales o nacionales donde se dirime la política estudiantil, pero también cobrar nuevo aliento en las estructuras de partidos políticos o movimientos socio-territoriales.

Partiendo del trabajo realizado en 2003, se indagó sobre la importancia que le asignaban los jóvenes a las cuestiones político-sociales, donde se encontró que la mayor concentración de casos se ubicaba entre los que respondieron “bastante” (35,9%) y “mucha” (32,3%). A continuación se preguntó sobre lo que los estudiantes creían sobre la política; en este caso, dentro de una serie de respuestas posibles, la mayoría (59,5 %) entendía la política como una “herramienta para la transformación de la realidad”, mientras que un 25,4% de los encuestados creía que la política es “un medio para obtener prestigio o remuneración económica”.

Posteriormente, se les preguntaba a los estudiantes cuál era la organización que

más desconianza les inspiraba; aquí las respuestas más negativas fueron destinadas

hacia aquellas organizaciones encargadas de agregar y ejercer el poder en la socie-dad: “los partidos políticos” (42,5%); “Gremios o sindicatos” (17,3%) y Corporaciones

empresariales” (14,2%). No obstante, cuando se les preguntó a los encuestados si

participarían de las elecciones si se levantaba la obligación de votar; la mayoría (87,8%) contestó airmativamente. Reforzando esta tendencia, se sometió a interrogación una expresión que aparecía como síntesis de la falta de compromiso: “En política es mejor

no meterse”. La posición que tomaron la mayoría de los encuestados (33,6%) es muy

en desacuerdo” (en una escala numérica de 1 a 10, donde “Muy en Desacuerdo” es1 y

“Muy de Acuerdo” es 10).

Ahora bien, al pasar de las actitudes y representaciones a la dimensión de las prácticas de participación política los resultados ponen de maniiesto una situación algo más negativa. Ante la pregunta: Te caliicarías como una persona con un grado de

participación política (donde las opciones se alineaban desde “nulo” a “muy alto”),

la mayoría de los estudiantes encuestados respondió entre “Nulo” (40,8%) y “Bajo” (36.6%). En esta misma línea, al indagar de manera más concreta en los distintos espacios sociales de participación, encontramos que la abrumadora mayoría de los jóvenes universitarios (80,4%) no es miembro de “ninguna” de las organizaciones que aparecían como opciones a la pregunta: ¿Actualmente sos miembro de alguna de las siguientes organizaciones?. En términos más especíicos, frente a la pregunta:

¿Participás en alguna agrupación estudiantil? El 95,9% declara no participar en

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contesta airmativamente, mientras que 0,3% ns/nc.

[image:5.593.95.500.232.422.2]

Al pasar a la actualidad, con base en nuestra Encuesta 2011/2012, encon-tramos algunos puntos dignos de atención, tanto en lo que se refiere a la mani-festación de ciertas actitudes hacia la participación política como en lo que hace al reconocimiento de ciertas prácticas. Por de pronto, se mantiene un cierto compromiso con la emisión del voto, más allá de su obligatoriedad. Sin embargo, al momento de considerar la actividad política, las respuestas toman otra vez un sesgo más negativo.

TABLA 1 - ¿Qué actitud te despierta la política universitaria?

Frecuencia Porcentaje

vá-lido

Porcentaje Acumula-tivo

Pasión 3 2,0 2,0

Interés 56 40,1 42,1

Indiferencia 68 48,8 90,9

Fastidio 10 7,1 98,0

Desprecio 3 2,0 100,0

Total 140 100,0

TABLA 2 - ¿Qué importancia tiene para vos la participación en política

universitaria? (0 es ninguna importancia; 10 es máxima importancia)

Frequencia Porcentaje válido Porcentaje acumulativo

0 15 10,6 10,6

1 1 ,6 11,2

2 10 7,1 18,2

3 15 10,7 28,9

4 8 5,5 34,4

5 26 18,9 53,3

6 13 9,4 62,7

7 20 14,5 77,1

8 19 13,6 90,7

9 5 3,7 94,5

10 8 5,5 100,0

[image:5.593.98.516.451.756.2]
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TABLA 3 - ¿Participás en alguna agrupación estudiantil en la facultad o

universidad? (Estudiantes FAHCE)

Frequencia Porentaje

vá-lido

Porcentaje acu-mulativo

Sí, participo regularmente 1 ,9 ,9

De vez en cuando (colaboro

en algunas actividades) 9 6,2 7,1

No, nunca participo 130 92,9 100,0

Total 140 100,0

TABLA 3 bis - ¿Participás en alguna agrupación estudiantil en la

facul-tad o universidad? (Total UNLP)

Frequencia Porcentaje

válido

Porcentaje acu-mulativo

Sí, participo regularmente 36 2,2 2,2

De vez en cuando (colaboro

en algunas actividades) 127 7,7 9,9

No, nunca participo 1480 90,1 100,0

Total 1643 100,0

A la vista de estos resultados tal parece que –a través de los años- sólo un muy pequeño núcleo activo constituye el universo de los “militantes” estudiantiles, tanto en el caso de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación como en el ámbito general de la Universidad Nacional de La Plata. Este núcleo es seguido de cerca por un estrecho círculo de “adherentes”, y más lejos se extiende una amplísima base de estudiantes –los “votantes”- cuya experiencia de participación política suele ser muy limitada, y que habitualmente se expresa, casi con exclusividad, a través de la periódica oportunidad del voto.

II) Relexiones inales

Estos escuetos datos preliminares ofrecen mucho material para la discusión, pero en estas breves líneas quisiera ubicarlos en la perspectiva de varias contribuciones que en los últimos años han abordado el tópico del hipotético “retorno” de la participación política de los jóvenes (Vázquez y Vommaro, 2008; Natanson, 2012 y 2013). Como ha sido señalado en esta línea de relexión:

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observa una paulatina pero fuerte reactivación del protagonismo juvenil que, a diferencia de la década anterior, se produce en gran medida a través de las vías tradicionales de implicación pública y política. Además…, sin desco-nocer el carácter movimientista que ha tenido históricamente el peronismo -lo cual parece alejarlo bastante de la idea más convencional a partir de la cual se deine un partido político-, la gestión del ex presidente y la actual de Cristina Fernández de Kirchner, podrían expresar una suerte de retorno a las vías de la política institucional (Bonvillani, A. et alii, 2008).

Sin discutir los alcances más generales de esas consideraciones (que pueden ser válidas en otros ámbitos diferentes al aquí indagado), los datos presentados no parecen avalar ningún movimiento de “retorno”, ya sea porque la política universitaria nunca se alejó de los claustros, ya sea porque ningún nuevo ímpetu parece colegirse del nivel de participación estudiantil observado luego de una década de poder kirchnerista.

Tal vez una manera promisoria de entender estas disonancias es operando una leve vuelta de tuerca en nuestra clave de lectura inicial. En este sentido, ahora podríamos decir que la experiencia política de los estudiantes universitarios es fruto de un com-plejo proceso de socialización en el que se vinculan las trayectorias personales de los jóvenes con diferentes campos de la vida social, y en el que se destacan –en un plano principal- las dinámicas especíicas de la política institucional de las casas de estudio y las lógicas propias del ámbito disciplinar, y en un plano secundario, el papel jugado por la política partidaria y socio-territorial. En otros términos, los derroteros de la política de partidos son siempre mediados por las lógicas especíicas de la vida universitaria y académica, lo cual remarca la “relativa autonomía” en que se mueve la vida política estudiantil en el marco universitario. Indicios de apoyo de estas apreciaciones los en-contraríamos en que los resultados que una fuerza política recoge en el nivel nacional no necesariamente tienen una repercusión directa en el plano de las casas de altos estudios. Así por caso, la debacle política del radicalismo durante la última década no se tradujo en el desmantelamiento de las huestes y bastiones que mantiene la “Franja Morada” en la universidad; y en sentido inverso, el auge del kirchnerismo a escala nacional –que intentó penetrar en el espacio universitario no solamente acompañado por la convicción de muchos jóvenes, sino también munido de cuantiosos recursos materiales- no ha tenido hasta ahora el éxito que sus impulsores auguraban. En uno y otro caso, la diferencia especíica de la vida política universitaria está dada por los modos en que se articulan las lógicas peculiares de su vida política institucional con las especiicidades de los campos disciplinares. Explorar de manera más detallada estas articulaciones es una cuestión que es preciso seguir indagando.

Bibliografía

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Bonvillani, A., Palermo, A., Vázquez, M., y Vommaro Pablo. (2008). Juventud y política en la Argentina (1968-2008). Hacia la construcción de un estado del arte. Revista Argentina de Sociología. Año 6, Nº11.

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TABLA 1 - ¿Qué actitud te despierta la política universitaria?

Referencias

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