Casa abierta al tiempo
UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA
CAMPUS IZTAPALAPA
TES¡S
Q U E
P R E S E N T A
PARA OBTENER EL TITULO DE
J L I C E N C I A T U R A E N F I L O S O F J A
AELIPE
MONROY CAMACHOASESOR: JORGE ISSA
INDICE
$ i)., ? .. -.. &-Dedicatoria
...
3 Prefacio ... 4DEL DOLOR HUklANO
Objeto de Estudio
...
10Relacibn hombre-dolor ... 15
El epicureísmo
...
17ACTITUDES ANTE EL DOLOR
La p o s t u r a mtSdica ... El rostro místico del d o l o r y el RLealismo del
S i g l o X I X ... Schopenhauer: sobre l a voluntad de v i v i r
...
La actitud hinduista ...El estoicismo ... La actitud de Job ...
Cristi~nísmo-dolor ... Ascetismo ...
La concepción aristot6lica del dolor:
l a transformaci6n ...
Nietzsche
...
Conclusiones ...
25 31 38 44 49 57 64 77 8 9 95 9 9 1 ... . . . .
A mis pudres y hermms, a M i a y cr Yeminapor el apoyo
que me faan
&.
A Jorge Ism que hizo posible
cotidicmmente este ftrxbaj.
PREFACIO
"ningún ser vivo cree que los defectos de su existencia radiquen en el principio de su
vidr (pinzip sins Lebens), en la esencia @ h e n ) de su vida, sino en clrcunstancias
exteriores a ella El suicidio es' contrario
or la naturaleza *'.
MARX
El presente trabajo trata de l a existencia
humana en uno de sus aspectos determinantes y que ha
acompafiado a l hombre en todos los tiempos: el d o l o r
o sufrimiento. Tal experienc3.a se con€igura
distintamente en cada &poca modific6ndose de un
modo peculiar en la mente de cada individuo y en las
diferentes culturas. Pero en ninguna descripci6n
debe pasarse por alto que e3. dolor se puede
convertir en un verdadero abismo.
Parece haber una prueba en favor de todo intento
por discutir e l sentido del ser en el abismo del
sufrimiento. Nadie, ni el más rico, ni el más
poderoso o el más sabio puede evitar completamente
el sufrimiento, pero si podemos hallar un sentido a
l a s preguntas: ;c6mo aparece el dolor y donde e s t & ? :
¿por quk hay que aceptar el d o l o r ? ; ;hay algún
provecho que de &te podamos sacar? La respuesta
que demos a tales cuestiones nos compromete con una
dolor de alguna manera tiene un valor moral o tal
vez todo lo contrario.
Estarnos acudiendo a la f i l o s o f i a como medio para
interpretar el dolor moral o safrimiento. Así es
como la metafísica griega, en su intento de
interpretar la existencia d e l hombre en su esencia,
busca la repuesta a esta cuesti6n. Su contestación
se deriv6 de la confianza depositada en el poder
espiritual del hombre. Sin embargo, 6sta no es la
visibn que hoy domina en el mundo. La ciencia, en
particular la medicina, ejerce unla Euerte influencia
en la percepcibn que tienen las sociedades actuales
del dolor. Pero nuestro inter& :no se centra en el aspecto empirico del dolor, sino en su explicación
o
sentido en l a vida del hombre.
Se pretende explorar lo que podríamos llamar la
obra histórica, cultural y psicol6gica d e l dolor, la
cual se organiza a partir de episodios dispersos a
lo largo de l a historia de la humanidad, atravesando
culturas y tiempos. Debemos empezar, sin embargo, en
el presente y con un hecho t a m fundamental que
parece vanamente obvio: el relato de cdmo nuestra
percepción y cultura reconstruyen continuamente la
experiencia del dolor nos obliga a buscar mas alla
de l a sugestibn rn6dica.
El sufrimiento nunca tiene un sentido en s í
mismo. Como veremo3 en adelante, todo lo que se
piense de 61 remite mhs a116 de e.1 mismo, a algo que
ya no es dolor; todo dolor requiere transformaci6n.
Porque su contenido, en consecuencia, es positivo
como valor moral, por e l l o es importante reflexionar
sobre el sentido que guarda, e:L lugar en que se
coloca a &te fenómeno de la existencia, tanto en la
religibn como en la filosofía.
Este momento tiene especial inter& en el
presente trabaja: uno de los problemas capitales de
la existencia humana es el de la posibilidad de
transformacibn del sufrimiento y si no hubiera, por
lo demhs, motivo alguno para que e l hombre
reflexionara acerca de su existencia, este problema (el del sentido del dolor) se lo ofrecería.
Inicialmente se ha pretendido, en la construcci6n de 6sta suma, la demtarcacidn de nuestro
objeto de estudio: el dolor psiquico. Este espacio
sera un planteamiento e indagacil6n del terreno que
se estudia, mostrando su dificultad: parece no ser
posible formarse un concepto del dolor. Ante la
imposibilidad del planteamiento directo, se hace
preciso encontrar un fundamento desde el cual el
dolor aparezca explicado. La pregunta acerca de l a
esencia del dolor tiene que trocarse e n la pregunta
indirecta acerca de su condición de posibilidad. En
consecuencia, inquiriremos en adelante sobre la idea
de que el sentido humano del dolor es lo que el
6
dolor significa para el hombre. E’or ello, existe un
especial inter& en las actitudes ante el dolor que
muestra el hombre. Nos interesa saber cdmo es la
relaciibn hombre-dolor en que se descubre el
primitivo, antes de toda civilizaci6n. (En t a l
situacibn, ya parece haber correspondencia con un
Ser Supremo)
.
Han surgido tantas y variadas actitudes en la
historia humana, que todas muy bien pueden oscurecer
el significado del dolor, aun cuando la historia
s610 nos muestra las actitudes nn6s caracteristicas
del hombre. Hemos tomado un camino.
La idea de este trabajo surge con la pregunta:
¿debemos aceptar o rechazar el dolor y c6mo debemos
conducirnos ante 6ste? Se han separado aquellas
filosofias que niegan el valor del dolor, como se
expondrd en adelante, y posteriormente aqu6llas que
lo admiten. De las primeras (mucho m5s aceptadas en
l a historia), se examina el epicureísmo como la
primera actitud, de las que ccmsideraremos aquí,
característica del hombre ante el dolor, porque
parece aportar fuertes argumentols para evitarlo y
adem;is plantea algunos contrastes (aplicables a
nuestra sociedad actual) relacionados con el dolor,
despu4s de observar varias cuestiones que se van
ilando (por ejemplo, la relaci4n. del dolor con un
Ser Supremo, que Epicuro refuta, etc.). Dentro de
este línea, se continúacon e l :Realismo del siglo
XIX, que considera otros argumentos, pero se
mantiene en la negación del dolor. Gsta es otra
actitud que quiz& no difiere mucho de l a nuestra: en
esa epoca las circunstancias socioculturales
influyen en el hombre para que conceda mayor
importancia a los progresos científicos e
industriales. Es aquí donde el hombre se observa a
sí mismo y a su entorno desde una perspectiva
mecanicista.
Posteriormente, sin ser similar a la visión
anterior, Schopenhauer se puede incluir en esa
línea. Su enfoque extremista del mundo y de la vida
ve al dolor como e l medio donde sle halla determinado
a existir todo ser viviente: para perecer en el
absurdo de la vida cotidiana. Este f i l ó s o € o afirma
la estrecha salida del hombre en su camino junto al
sufrimiento, a partir de la indi.vidua1 voluntad de
vivir. Tal argumento es la última parte dentro del
espacio que no concede valor alguno al dolor.
En tal momento habremos construido un cúmulo de
ideas que, en seguida, confront:amos con aquellos
argumentos que aceptan al dolor mostrando que es
valioso. E s atrayente observar la correlaci6n
mística de tales concepciones y su gran antigüedad
en comparacidn con las primeras (a excepcibn del
epicureísmo) Esto nos podría llevar a pensar que
tales concepciones no tienen nada que ver con
nuestra 6poca; sin embargo, caer
‘en
ello o cualquierotra conjetura para evitarlas sería un error. Hay
mucho que decir sobre los argumentos que admiten el
dolor, pero trataremos de ajustarnos a la pretensibn
de responder las preguntas generadas al inicio de
este trabajo.
Podemos observar que algunas posturas (por
ejemplo, el hinduismo, el cristianismo y el
ascetismo) se pueden ordenar en una dimensibn
teoldgica. Pero también las hay diferentes, como l a
concepción aristot6lica del d o l o r y el estoicismo.
Alcanzado este momento, ya po’dremos decidir la
importancia de nuestro objeto de estudio y, tal vez,
lo que significa el dolor en nuestras vidas y
asentar una postura. AdemSs de que comentaremos el
camino trazado y las conclusiones a que hemos
OBJETO DE ESTUDIO
Me gustaría saber si uno cualquiera de nosotros consentirla en vivir si poseyera sabiduría, mente y
conocimiento y memoria de todas las cosas, pero careciem clle todo sentido del placer y del dolor y
m fiera afectado por esos sentimientos o por otros semtjantes.
PLAX~N
Desde ahora es importante precisar nuestro
objeto de estudio. Se distinguen dos clases de
dolor: el dolor anímico (momento psíquico del dolor:
un sentimiento de pesar o afliccibn, por ejemplo)' y
el dolor físico (causado, por ejemplo, por un golpe
en el cuerpo o una herida; en general, cualquier
sensaci6n desagradable en el cuerpo). En algunos
casos, los dos momentos (el anímico y el físico) se
encuentran muy relacionados. Pero hablamos aquí,
evidentemente, del sufrimiento, de ese padecimiento
que no necesariamente tiene que relacionarse con el
dolor físico. Estamos hablando del sufrimiento
anímico, o sea aquel que sin implicar ningún dafio en
el cuerpo del sujeto produce algún malestar y que
puede ser provocado por causas tan diversas como una
catastrofe (sequía, inundacih, tempestad, etc.), o
una invasibn, un incendio, la esclavitud, la
físico. El tratamiento de este iiltímo, en nuestros
días, esta regulado por la medicina y ha
especializado y concretado su campo de atenciljn
determinado por las ciencias experimentales. De este
modo, tales ciencias han aumentado las posibilidades
practicas de intervenci6n sobre el dolor fisico.*
El tema del dolor anímico presenta una especial
dificultad. No se trata de un. tema simplemente
oscuro, rebelde a l a investigacilm, ya sea por su complicaci6n o por la imposibilidad de traerlo a la
experiencia inmediata; es algo más radical, a saber:
que no cabe idea del dolor. El dolor es
ininteligible. Tenemos dolor, lo sentimos, sufrimos
o aguantamos; lo que no cabe es pensarlo. El lugar
de asentamiento primario del dolojc en nosotros no es
el pensamiento; pero l o decisivo es que no podemos
entender el dolor al trasladarlo al pensamiento. Al
contrario de lo que, hablando en general, hace el
hombre con s u s sensaciones -material de que se
forman las ideas-, e incluso con sus emociones y
La medicina ha sustituido progresivamente (en el probkma del origen del dolor) las soluciones
miticas y las explicaciones hist6ricas generales por una depurada y precisa determinación de causas
orghcas. A pesar de ello, la medicina muestra una cornspondencia estricta con las teorías
dirigkb a descubrir e1 origen temporal del dolor. La medicina contempla ei dolor como aquello que
hadesercuado,yloiulicoquele~essu~ari~..Poreso,talarmazimcientificano
constituye sino un puro medio
instmwd.
No existe medicina COMO saber: d saber que acompaba la medicina es biologia-. Por otro lado, cualquiera que sea la lestima que merezca la medicina, no
deja de ser chocante el hecho de una actividad humana dirigida exclusivamente a la destruccih del dolor. Que el hombre no tenga nada que ver con el d o l o r fuera &I intento de acabar con 41 no seria
estados de h i m o , de los cuales,, si no idea, cabe
alguna suerte de intuici6n intelectual; del dolor,
no. Tenemos conciencia del dolclr pero no podemos
convertirlo en "entidad de raz6ln". Tenemos, a lo
sumo, un concepto del dolor, como lo tenemos de la
nada, es decir, sin contenido extramental
correspondiente. Pero mientras que, trathdose de la
nada, ello se explica de suyo, en el caso del dolor
lo que se da es, m& bien, una imposibilidad de
hacerlo inteligible al ascenderlo a tal nivel.
Si indicamos la conciencia como el lugar de
asentamiento, el dolor es indescifrable, no sabemos
que significa. ~Quii! decir de esta especial realidad
ininteligible, de esta realidadi sin esencia? Lo
primero e s sentar el planteamiento del tema, La
pregunta clhica de la filosofía, la pregunta por la
esencia, debe abandonarse. No puede, legítimamente,
preguntarse qu6 es el dolor; el d o l o r es refractario
a ella, porque, justo, no es inteligible. Esta
objecibn alcanza a la fenomenología. El dolor no
ofrece base suficiente a la investigación, No puede
plantearse directamente porque la mente ante 4 1
queda sin recursos y porque, como lo veremos mas
adelante, lo mas característico del dolor es que el
hombre no puede adoptar ante 61 una actitud
referida, clavada en 61 mismo. Parece que el hombre
puede huirle, esquivarlo, supera.rlo, curarlo, tal
vez liberarse de él, pero lo que no puede hacer es
cultivarlo en sí mismo o pensarlo,,3
Podemos encontrar obras humanas en cuya
producci6n ha tenido pa,rte el dollor, o en las cuales
aparezca el hombre afectado por 61. Pero ninguna en
que el dolor en s í mismo se nos ofrezca directamente a la contemplación, en que se halle contenido y
descifrado. Es, pues, que en tales consecuencias
sobre el planteamiento del dolor es preciso buscar
un fundamento desde el cual le1 dolor aparezca
explicado.
Hemos dicho que pensar el dolor en s í mismo no
es ni siquiera posible, puesto que no tiene esencia;
sólo el hombre hace posible, digamos por el momento,
el dolor. Pues, de acuerdo a esta perspectiva,
podemos decir que el sentido humano del dolor es lo
que el dolor significa para el hombre. Y esto no es
una tautología, porque solamente un ser de tan
profunda realidad como el hombre puede dar raz6n de
la sinraz6n del dolor. Si el dolor es un sin-
sentido, entonces reclama un amplio horizonte de
sentido donde situarse. Y sólo relativamente a 61
puede constituirse.
Desde la filosofía aristot4lica la cuesti6n s e
concreta en la pregunta: ;es el dolor algo
H.W. Kaasltertitz and L.Y. Terenius, Pain and
Society,
History o f p i n concept, Verlag, pp. 56-58.
sustancial o algo accidental en el h ~ m b r e ? ~ Esto
pareciera un interrogante extrafio. Para lograr algún
fruto de respuesta entonces hay antes que examinar
las actitudes adoptadas por la humanidad ante el
dolor. Pero hay que decir, que tanto la sustancia
como el accidente tienen esencia. Parece, pues, que
la pregunta que acabamos de hacer se contesta de
entrada y que, por lo tanto no tiene ninguna
utilidad formularla. Pero es precisamente para
mostrar en concreto la utilidad de tal pregunta, o
sea, el alcance concreto I de su contestacibn
negativa, tenemos que ver lo que el hombre ha
pretendido hacer ante e l dolor. El dolor no es
sustancia ni accidente. Pero, (;por que? Y ;c6mo
incide entonces en el hombre? Ahora intentaremos
aclarar esto.
4 Arísthles, Acerco del a h , Woducci631, traducci6n y nutas de TomaS Calvo M., Gredos,
Wd, PP. 101-104. M&&s distingue c0m0 astancia ( O U S ~ ) algun~~ aspectos de 10 real, pero
simpre se designa a una entidad. El dolor, en cambio, no se puede incluir dentro de esta CategotizaCibn Arbtotklica. En efecto, si el dolor pudiera incluirse en alguna de las categorías
c
o
w
-
a la sustunciu, eatcmoes seria considerado una entidad, y esto es un error,Tampow puede consideram al dolor cumpletamen& COMO accidemte: desde el punta de vista
ontOl6gic0, el accidente esta muy relacionado con la sustancia, si bien es predicamental o real, m
RELACION HOMBRE - DOLOR
El dolor tiene algo de vacío; no puedo
recordar cuando empezd o si hubo un
EMaY DICKINSON
tiempo cuando no estaba
Es un hecho que desde que el hombre habita este
mundo el dolor est& con él, raz6n por La cual desde
l a antigüedad el hombre ha buscado una explicaci6n a
su padecimiento.5 El origen en aquel tiempo era
nebuloso, relacionado con un Ser Supremo que
gobierna la voluntad del hombre,, Cada momento del
tratamiento mágico-religioso del sufrimiento ilustra
con claridad el sentido que se le atribuía: podía
provenir de la acción mhgica de un enemigo, como
castigo por una infracci6n a un tabú, del paso por
una zona nefasta, de l a cólera de un dios o -cuando
las d e m h hipbtesis resultan inoperantes- de la
voluntad o del enojo del Ser Supremo. El hombre
primitivo no podía concebir un sufrimiento no
provocado. El d o l o r , pues, proviene de una falta
personal o de la maldad del vecino
(en
caso de queel brujo descubra que se trata de una acci6n
magica)
,
pero siempre hay una falta en la base; o,en su defecto, la voluntad del Dios supremo a quien.
el hombre se ve obligado a di.rigirse en última
instancia.
Históricamente, la búsqueda de una explicacibn
ha llevado al hombre a relacionar el dolor con un
Ser supremo En cada uno de los casos, el dolor, al
ser explicado, se hace coherente y , Por
consiguiente, llevadero. El hombre primitivo lucha
contra el sufrimiento con todos l o s medios magicos
religiosos a s u alcance; pero los soporta
anímicamente porque no es absurdo, El momento
crítico del dolor es aquél en que este se hace
patente a la conciencia y la realidad humana se
manifiesta: e l hombre se halla determinado a
convivir con el dolor.6
En la medida
en
que la ciencia histbrica abre elhorizonte del pasado humano, descubre la presencia,
siempre m6s antigua, del dolor, y nunca un periodo
feliz caracterizado por su ausencia. Lo que comienza
y cesa son formas concretas de sufrimiento, pero
nunca todo dolor. En efecto, no tiene sentido la
hip6tesis de un inicio histórico,, mundano, o de un
final de la historia exentos de dolor.
En adelante examinaremos algunas actitudes humanas en relación con el tema, que podríamos
caracterizar, en general, comlo actitudes ante
realidades inteligibles en cuya atlopcidn ha influido
el dolor. En ellas el dolor sigue siendo
EL EPICUREfSMO
La belleza te puede pegorar como el d o l o r
THOMASMANN
Veremos la concepción de Epicuro. Toda su
filosofía busca eliminar la angustia humana,
indicando el placer como el bien supremo a que debe
aspirar todo hombre en su estancia en este mundo.
A diferencia de Aristipo, quien consideraba la
ausencia de dolor como una condición intermedia
entre placer y dolor, Epicuro postula que la
eliminacibn de todo dolor define la magnitud de todo
placer. Su meta consistid, sobre todo, en la paz
mental y en mostrar cómo se puede alcanzar tal
estado. Con tal objetivo, Epicuro consideró que l a
filosofía tiene una doble tarea: combatir a trav4s
de la física las ideas falsas (miledo al dolor, temor
a la muerte, a los dioses y al destino), que
fomentan el miedo y el sufrimiento; y crear en el
sabio un estado de Animo y un talante favorable
(autosuficiencia del sabio) por medio de la 4tica.
La divisibn epicúrea de l a filosofía era la
siguiente: &ica (consideraciones psicol6gicas o
relativas al alma); física y can6nica (16gica y
teoría del conocimiento).
La bondad del placer, para Epicuro, no requiere
demostracibn: 61 da por supuest'o que los hombres,
al igual que todos los seres vivos, persiguen el
placer y tratan de evitar el dolor. Pero esto
tambib se puede controvertir: de que l o s hombres
persigan el placer no se sigue que deban
perseguirlo, tal como demostró G. E. Moore en
Principia E t h i c a . Mas 6sta es una verdad a medias,
es decir: estamos geneticamente programados para
buscar lo que ha de causarnos placer y tratar de
evitar lo que ha de causarnos d o l o r . ÉSta sería una
correcta descripción del pu.nto de vista de Epicuro,
el cual en realidad sostenía que ninguna criatura
viviente cuya constituci6n natural se mantiene
incblume puede tener otros fines. Los placeres del
hombre quedarían comprendidos en dos apartados:
Del cuerpo: realmente hay que renunciar a ellos
y buscar la carencia de dolor corporal (el mayor
mal) Pero no hay que temer el dolor corporal, pues
cuando es muy intenso, dura poco, y cuando es m6s
duradero, es menos fuerte y m&s soportable. El
alivio del dolor físico se podría combatir con el
recuerdo de las alegrías pasadas y, en casos
extremos, con el suicidio.
Del alma: superior al placer del cuerpo. Es m41s
duradero. Adem&, los placeres del alma pueden
Para Epicuro, dos son los bienes de que se
compone la felicidad perfecta: que el cuerpo est6
sin dolor y e1 alma sin perturbaci6n.
Epicuro niega el dolor para afirmar el placer,
porque éste último existe en cutanto se ausenta el
otro, Así, placer y dolor est6n. relacionados como
polos opuestos correlativos:
"Afirmo que todos l o s que carecen de d o l o r se h a l l a n en
estado de armonía y felicidad."
Para este filósofo parece no existir nada
aprovechable en nuestras experiencias desagradables,
Entonces, el dolor se presenta como algo que hay que
tratar de evitar, ;En qu4 sentido o en que lugar es,
pues, considerado el dolor en el epicureísmo? Parece
que el dolor, conforme a una i.dea popular en s u
tiempo, estaba asociado con creencias Y
supersticiones acerca de dioses que se ocupaban de
los asuntos humanos. Esto era para Epicuro una
creencia falsa, que observaba con desagrado
(incluso, a este f i l 6 s o f o pudo inquietarle la
teología de Aristóteles, donde s e aprueban las
creencias populares sobre la divinidad: el motor
inmbvil, la pura mente o un Dios del que dependen
Anthony Long explica claramente esto en La F i l o s o f í a
helenistica:
w . . .Pero [Epicuro] niega que l a total felicidad sea
compatible con cualquier intromisión divina en nuestros
asuntos. La felicidad, sea humana o divina, requiere para su
plena realización una vida de ininterrumpido sosiego o libre
da dolor".
*
Los hombres tienen ideas falsas sobre la
naturaleza de los dioses y piensan que les mandan
castigos o premios. Epicuro decia que esto hay que
desterrarlo porque produce inseguridad, temor, y por
tanto infelicidad.
Según este sabio, los dioses son felices,
inmortales, ajenos a l a s pasiones: e incluso al amor y al odio; viven en paz cornpletai e indiferentes al
curso del mundo humano, y por tanto no hay que
temerlos. Afirm6:
"El Ser feliz e imperecedero [la divinidad], ni tiene
preocupaciones, ni las procura a otro, de forma que no est&
sujeto a movimientos de indignaci6n ni de agradecimiento,
En t6rminos fisicos, el placer es concomitante
al movimiento apropiado y a la colocación de los
&tomos en el interior del cuerpo; si estos son
perturbados, sobreviene el dolor. Evitarlo significa
mantener en equilibrio, por así decirlo, el orden
del organismo y la mente. La ataraxia es un estado
de Animo que nos dispone a l alcance del equilibrio emocional. Para ello exige 1:) disciplina en el
apetito, a fin de que 6ste nos presente sólo deseos
moderados, y 2)renunciar a los deseos que no podemos
cumplir para no tener inseguridad (autosuficiencia).
Ello nos produce indiferencia c) imperturbabilidad
ante todo y nos da libertad a n t e las pasiones,
afectos y apetitos. Epicuro explica:
"La correcta comprensión de estas cosas consiste en
relacionar elección y aversión con l a salud del cuerpo y con
la liberación de la turbaci6n mental,, dado que & t e es el
fin de un vivir bienaventurado, pues todas nuestras acciones
obedecen a esto; todo el torbellino de1 alma queda disipado
dado que una criatura no ha menester de andar vagando como
q u i e n va tras algo de que carece, ni buscar otra cosa con
que sea capaz de colmar el bien del alma y el cuerpo. Porque
es cuando sufrimos por la ausencia de placer que lo
necesitamos." 10
Para nuestro estudio podem.os decir que los
filbsofos griegos e incluso :los romanos, como
corresponde a los climas llenos de sol en que
vivían, dijeron mucho menos so:bre el dolor; del
placer, en cambio, no s410 resultaba adecuado al
temperamento aristocr&tico, sino que proponía un
cúmulo de preguntas perturbadoras que trataban de
distinguir el bien m&s alto. Pliitdn y Aristdteles,
por ejemplo, dedicaron extensas exposiciones a la
funcidn del placer en una vida buena; pero fue
Epicuro quien propuso directamente que el placer
debía considerarse el summum bonum. Parece que el
dolor, sencillamente, no provocaba tan rica charla
filosdfica; era, simplemente, algo que había que
evitar.
Podemos decir que en estas culturas
aristocraticas de propietarios de esclavos, el dolor
era privativo casi por definici6n de las clases
bajas. Dentro d e l helenismo, que incluye tanto a
epicúreos como a estoicos, se encuentra m6s nítida
la consideraci6n del dolor en el estoicismo, ya que
concentra s u estudio en el enfrentamiento del
sufrimiento psíquico y nos lo presenta, como veremos
mas tarde, como un valor moral. En contraste, los
primeros s610 aseveran que el dolor psíquico se debe .
evitar necesariamente, porque parece no existir nada
Quiz&, desde cualquier punto de vista, no sea
posible, limitarse a sentir dolor. Probablemente
podemos acordar con tal afirmaci6n; pues mientras
que el placer puede consumarse en sí mismo, puesto
que reclama del hombre una entrega en la forma de
una limitación a su brbita, el sufrimiento lleva a
constatar la propia existencia, puesta en situaci6n
de crisis justamente por él. Pero, por otro lado,
parece que el despego ante el placer, tocando el
epicureísmo, se funda, entre otras cosas, en la
experiencia de que la entrega a :su 6rbita es germen
de dolor, por cuanto que tambib l a estrechez del
placer coloca en situaci6n de c r i s i s a l a totalidad
humana.
Hasta ahora nuestra exposici6n se ha centrado
en la actitud que -podríamos decir- niega al dolor
en el sentido de no concederle valor moral: se
acepta que es inevitable pero s e insiste en tratar
de evitarlo a toda costa, tal corno lo observamos en
los epicúreos. Pues mientras que el placer atrae, el
dolor repele, y por eso mientras que alguna parte de
nosotros mismos queda prendida en aqut5.1, el dolor
desentumece lo entero del hombre. De aquí que la
lucha contra la sensualidad tenga algo de
culturalmente est6ril; mejor dicho, el triunfo se
obtiene a largo plazo, cuando las inclinaciones
debilitadoras han sido desarraigadas y esa parte de
nosotros mismos que se desboca en el placer ha sido
reincorporada a la totalidad de nuestra persona.
La preocupación por l a aparici6n o el
surgimiento temporal del dolor, sea psíquico o
fisico, se orienta hacia (y predomina en) l a búsqueda de mktodos capaces de alejar a nuestro
molesto acompafiante por medio de la ciencia;" pero
@mo hace el hombre para alejarse d e l dolor?; ;cual
es la actitud de la ciencia hacia el dolor? Estas y
otras cuestiones que se van originando son las que
trataremos de responder a continuaci6n.
" H. W. K ~ ~ k r l i t ~ a d L. Y. T w ~ ~ I ~ u s , pnin a d s - , Val%, Berlin, 1989, p ~ . 130-133.
24
ACTITUDES ANTE EL DOLOR
El criterio (en sentido literario) y el clínico (en sentido mddico) pueden estar destinados
a testablecer una nueva relacidn de mutuo
aprendizaje.
(2LLESDELEUZE
Podemos caracterizar una serie de actitudes
humanas ante el dolor psíquico: 1) aquéllas que se
resumen en el intento de librarse de 61 por medios
mundanos y que, en consecuencia, consideran l a s
posibilidades humanas de obrar como capaces de
extirpar el dolor; y 2 ) aqu4llas que interpretan el
dolor como nacido en el tiempo -no
en
el hombre-. Enadelante observaremos tal caracterización.
L A POSTURA M$D.TCA
La idea de un surgimiento contingente del dolor
reclama y se completa con la pretensi6n de hacerlo
cesar. Si el dolor es algo sobrevenido al hombre, si
ha entrado en su vida en un momento determinado,
ser& posible desterrarlo, arrancarlo con medios
humanos Es entonces cuando se desarrolla
propiamente una actitud del hombre ante el dolor. De
ella es paradigma la medicina; 4sta es, por
antonomasia, la ocupación humana dirigida a remediar
el dolor. Hoy, han aumenta.do específica y
significativamente las posibilidades practicas de
intervencibn en las causas del do:Lor.12
La medicina se constituye cclmo t6cnica -arte y
m6todo- dirigida a la desaparicibn del dolor. Pero
la expresi6n que acabamos de indicar es algo mas que
un objeto formal: no se trata de un simple angulo de
consideraci6n del sufrimiento, sino de una entera
actitud humana adoptada ante 41,, Mas que sobre su
estructura científica racionalizada, la medicina
moderna se constituye en torno a la categoría de
curacic5n. Del dolor importa -y en ello se cifra esta
actitud humana- tan s610 su curación. Podemos
afirmar que lo que hace el medico con respecto al
dolor no es, estrictamente, pensarlo, sino s610
curarlo. En este sentido, el dolor es
ininteligible.
En el mundo existen realidades indiferentes y
otras que justifican una dedicación, un quehacer
humano organizado en torno a ellas, para
investigarlas, fomentarlas, aprovecharlas etc.; pero
parece que sólo al dolor le corresponde una
dedicación dirigida exclusivamente a destruirlo.
LQue el dolor no sea pensable implica que deba ser
destruido?. El hombre no puede ponerse a pensar el
dolor pero sí puede ponerse a destruirlo. Pues ante
esto: ;que5 justificación tiene la medicina? La
12
cuesti6n tiene mucho interés, sobre todo hoy que la
medicina individual y pública (sea corporal o
psíquica) es reclamada como una de las soluciones
necesarias para el hombre en
su
relaci6n con eldolor. Los adelantos científicos
Y
elperfeccionamiento de las t4cnicas de gobierno y
conformaci6n de la sociedad est:in acostumbrando al
hombre a exigir un remedio para cada uno de sus males. El hombre demanda curación en cuanto es
afectado por algún dafío cualquiera; al instante su
atenci6n se concentra hacia el remedio. Toda otra
posible actitud ante el dolor es sustituida por la
única comprensión del mismo seglin la categoría de
curación. Si al medico, en cuanto tal, s610 le
interesa curar, parece que a l hombre ~ 6 1 0 le va interesando ser curado.13 El dolor: abunda en todo el
mundo y las energías morales disminuyen a medida que
la medicina desplaza toda otra actitud ante el
sufrimiento (tal vez de aquí parte la funci6n
mesi6nica atribuida a los gestores de la lucha
contra el malestar). Tal absolutizaci6n de la
actitud médica debe ser corregida: empobrece la vida
y encauza mal las energías humanas. En la
justificacibn de la medicina va implícita,
precisamente, la crítica de su generalizaci6n.
La raíz del dolor, como tal., es honda y e s t 6
sustraída a la accibn humana. La curacibn del dolor
como tal es una contradicción en los tBrminos.
Paralelamente, el significado del dolor para la vida
humana es mutilado si se limita cifr8ndolo en la
pretensión de curaci6n; nótese adem6s que, para
desconocer la diferencia entre dolor concreto y
dolor como tal, es decir, para perseguir
incontroladamente la desaparici6n del dolor, la vida
humana tiene que superficializarse. Ante el dolor
concreto, estd justificada lal actitud m6dica.
Empero, como el dolor humano no es la mera suma de
dolores concretos, la generalizaci6n de tal actitud es incorrecta. La categorización m4dica del dolor es
perfectamente admisible y se corresponde con un
determinado modo de presencia del. dolor en la vida.
Si se atiende exclusivamente a dicha presencia, el
dolor debe combatirse. Pero al no coincidir dicha
presencia con l a raíz del sufri:miento, se abre un
espacio que otra actitud debe llenar. El dolor en
cuanto curable est& presente en Ita vida en la forma
de obst6culo para el funcionamiento de alguna
facultad u drgano,
o
de dificultad para el l o g r o deun fin. Esto explica que, en una 6poca como la
nuestra e n que la vida se llena de fines y se
entiende dinamicamente, el probllema de la curacibn
categoría de curaci6n con el dolor como fundamento
de una exigencia de alivio. tste último es un tema
especial.
La mordedura del dolor, atenazante, angustiosa,
atormentadora, e s una de sus oscuras dimensiones.
Parece que el hombre e s presa suya, queda a su
merced, sometido a su dominio, suspendido en ef uso
de sus facultades. El alivio del dolor viene exigido
por el amor a la persona que se halla hundida en el
dolor, desaparecida en 61. No se trata, propiamente,
de la curacibn del dolor, sino de la salvacibn de la
persona, que no ha de ser curada, sino, más en el
fondo, sacada del dolor. Con otras palabras, el
acento del interks
se
desplaza del hecho doloroso alhombre doliente: es menester que aquél cese para que
l a persona se reintegre a su ser, no s b l o e n SUS
facultades. Esto es lo que explica Jiinger:
'Si la atención se dirige derechamente al fondo, ya no
considera el dolor como hecho sobrevenido o grieta
contingente, accidental, sino como una situaci6n personal,
como una versidn especial del modo dell ser humano. El dolor
se ha infiltrado hasta la persona y .vibra con ella, le ha
hecho violencia y la ha sumado a su órbita atroz. Pero en la
medida en que e l l o acontece, el dolor pierde su cardcter
concreto. Duele el alma o el cuerpo, pero como cuerpo o alma
duele la muerte de su h i j o , pero como una parte de su s e r y
no como aflicción sobrevenida simplemente'' .I4
Desde ahora se puede observar cbmo cada actitud
ante el dolor nos conduce a resultados específicos.
Pero, en cualquier situaci6n, el sufrimiento sigue
representando un aspecto nebuloso, de l a existencia
humana.
E L ROSTRO MÍSTICO DEL DOLOR Y EL REALISMO D E L S I G L O XIX
La historia es io que hiere.
FREDRIC JAMESON
Existe otra actitud característica del hombre
(muy distinta de la anterior, pero que, sin importar
contrastes, convive con ella en las sociedades
actuales) : es la que considera al dolor nacido en y
con el tiempo, es decir, no inherente al hombre tal
como lo interpreta la historia. Miiis bien se habla de
una ante-historia, es decir, del Paraíso, del cual
es parte esencial la ausencia de diolor.
En tal interpretacibn curiosamente coinciden
algunas religiones: el hombre no nació con el dolor,
sino que Bste último surgid a partir de alguna falta
a los dioses que el hombre conzeti6. Tal caso se
observa, por ejemplo, en algunas religiones
centroamericanas, como la Maya, o en Occidente la
misma religi6n cristiana. Dada la importancia de
esta última, por la fuerte influencia histórica que
ha ejercido en el mundo, l a consideraremos en algún
detalle.
Un primer tema importante es la relacidn
hombre-Ser Supremo, tal como la trata la tradicibn
judeocristiana. Primeramente, debe recordarse la
creencia mitolbgica de AdAn y Eva1 creados por Dios,
residiendo en el paraíso, en t o t a l armonía con l a
naturaleza y que habrían de ser tentados por el mal
(Satangs } a comer del fruto prohibido. Este
episodio fue el que determinó que al hombre lo
acompafiaría siempre el sufrimiento como castigo de
Dios por haberlo desobedecido. Desde esta
perspectiva, el origen del dolor en el hombre se
encuentra relacionado con Dios.
Pero ante esta posicidn surge la pregunta:;qu&
relacidn tiene un Ser Supremo con el sufrimiento de
nuestras vidas? La respuesta sigue una de dos vias:
la aceptación de tal relacidn hombre-Ser Supremo, o
bien todo lo contrario, es decir, una actitud que va
mAs a116 del epicureísmo a l negar l a existencia de Dios.
El problema se puede presentar en la perspectiva
de que el dolor obedece a una voluntad suprema y que
gobierna el orden del mundo; pues el hombre busca,
en terminos muy generales, una explicacidn y la
aceptacidn del Sufrimiento en su existencia.
Ya en un pasado remoto del pueblo israelita se
conocía este hecho puro y su forma no diferir2 mucho
en la posteridad; es el alejamiento de Dios frente a
las terribles circunstancias que mueven al piadoso
israelita a clamar a Dios un angustiado "¡¿por
"SeAor,¿por qu6 te quedas lejos, te escondes en las horas de
la angustia? Bajo el orgullo del impío, el desdichado se
consume, queda preso en la trampa que ha urdido. Si el impío
se jacta de los anteojos de su alma, el avaro maldice, a
YahvB menosprecia el impío
...
¡A116 arriba su cblera nadavendrd a indagar! porque Dios no existe." l5
esta es la forma propia de la fuerza del dolor
psíquico proyectada desde fuera
en
el hombre frentea las circunstancias, el hombre que pierde su
creencia o relaci6n con un Ser Supremo que lo
protege a causa del silencio de Bste ante el
problema del mal. El asombro esta en el fondo de l a
inquisici6n humana, y el dolor en el filo del
asombro y el desconcierto. Es propia del hombre l a
extrafieza ante el acaecimiento doloroso, el no
poderse acostumbrar a él; y esto se concreta en la
búsqueda de una raz6n explicativa. Pues no cabe, en
suma, limitarse a sentir dolor. e s t e insta a
confrontar la propia existencia. Georg Bllchner, en
La muerte de Danton, hace hablar a s í a Payne:
"¿Por qu6 sufro yo? e s t a es la roca del ateísmo. El m6s
ligero estremecimiento de un d o l o r , por mAs que tan $610 se
Estas palabras muestran lo hondamente que puede
sacudir al hombre el fenómeno del dolor, tanto que
ante 61 niega la posibilidad de que l a palabra
"Dios" corresponda a una rea1ida.d. Es de recalcar
que el ateísmo proclamado por Büchner por raz6n del
sufrimiento acompafia un triste fatalismo:
"Encuentro en las relaciones humanas una inevitable
fuerza[.
.
. ] el ser aislado es espuna tan s610 sobre laola[.
.
. I , el dominio del genio[..
.]una ridicula lucha contrauna ley fkrreal..
.]
el deber e s una de las palabras decondenacibn con las que el hombre ha s.ido bautizado
[.
.
. I ; q u B es lo que en nosotros miente, asesina, :roba?" 17Si en el mundo rigiera el deber de un firme
cbdigo, el hombre no podría cambiar en absoluto el
estado de aquél. Ya veremos c6mo habría de tener s u
fundamento, según los fil6sofos, en la esencia de la
causa pr i m a, en el primer fundamento del mundo. A
éste se soli6 llamar Dios. Mas la expresión Dios se
refería tambitb, como Büchner dijo, "a lo perfecto",
y como la causa p r i m a es lo que origin6 el dolor
destinado a las criaturas sin que les reporte
Citado pol: Walter Falk, Imprmioniswwg eqpmrh~ismu, cap). I, p. 36.
beneficio alguno,
no
puede ocurrir que se de elnombre "Dios" simult5neamente a 261 causa p r i m a .
Las palabras de Büchner anteriormente citadas
brotan de una experiencia que en el segundo tercio
del s i g l o X I X se dio por doquier. Tal experiencia
trajo consigo la idea\ de que el mundo material, la
naturaleza, desoye l a influencia de un Dios y
reniega de En tal momento perdió la historia, y
con ella el ser humano, el sentido que
tradicionalmente se le concedía; la noción de
historia ( y aún m6s el sufrimiento) I tenía un
carhcter vago, dando lugar a la objeción contra la
creencia o existencia de Dios, o -como tambih se ha
llamado- a la "roca del ateísmo".
Ese movimiento al que nos hemos referido se
denomina Realismo; es a l l i donde se perdi8 la confianza en el espíritu y en sus normas. En
cambio, surgi6 una fe hacia la naturaleza y s u s
leyes así como una confianza en el progreso
cientifico desligada de sus postulados esencialesc
Acaso el hombre altivo de esa época, estimulado por
el desarrollo de la ciencia, pretende explicar la
naturaleza y se olvida de toda cuesti6n abstracta
(Dios, el ser, el bien, el d o l o r etc,) e Esta
perspectiva conlleva que el hombre tenga del mundo y
dependiente d e l orden empírico de l a c i e n c i a .
Personas de mayor c r i t e r i o a d v i r t i e r o n s u vaciedad y
t e n d i e r o n , i g u a l que Btichner, a creer que n u e s t r a
existencia venía d e la nada y acaba e n la nada:
"La nada se ha matado; su herida es la Creación; nosotros
somos SUS gotas de sangre; el mundo es la tumba donde se
pudre. ''"
Desde e s t a p e r s p e c t i v a podemos observar una
ac:titud p a r t i c u l a r del hombre a n t e el s u f r i m i e n t o
que surge de l a negación d e l v í n c u l o h i s t ó r i c o de un
Se-r Supremo
Despubs de Bügner a p a r e c e o t r a in t e r p r e t a c i ó n d e l
d o l o r d e n t r o de l a f i l o s o f i a . Fue con Schopenhauer,
que se n u t r i ó d e l p e n s a m i e n t o t r a d i c i o n a l d e l l e j a n o
Oriente2* y d e s a r r o l l b s u d o c t r i n a i n s p i r 6 n d o s e e n el
budismo. Una de l a s consecuencias de s u p o s i c i ó n
e.ra que la actividad creadora riealmente no supera
nada, s i n o que prolonga sólo el s u f r i m i e n t o . La 1ibe.raciiin l a o b t i e n e s61a aqu61 que renuncia a l
mundo y e n t r e g a s u y o a l nirvana para que se
d i s u e l v a e n l a n a d a .
Ibidem, pp. 43-45.
m v ~ , c o n s u e l o ~ c o n d e c r & y r e a ~ d
L a ~ t a e n e u n a e x c e p c s i r a ~ t u i d apor las escuelas materialistas Wyata y Charwka, para las desno existe ni alma ni Dios, y
coasideran que rehuir el dolor y buscar el p b r es el ímíafin sensato que pueda proponerse el
bombfe.
El pensamiento de Schopenhauer lo examinaremos
can mayar d e t - a l l e
a
cont.inuaciQn, ya que de esteg r a n f i l d s o f o alemán se desprende la concepcibn de
l a valuntad como una explicacibn del mundo carente
de Dios y determinado por el sufri.mient.a.
Nos adentramos en el conocimiento metafisico del
mundo como dolor, de acuerda can Schopenhauer y su
pesimismo tr6gico. Desde una concepcibn de la vida
como dolar, 61 reflexiona sobre la negaci6n de l a
voluntad de vivir y la religión como respuesta
mitic.a a l dolor del mundo, Schopenhauer considera a
l a contemplación mística y el ascetismo como
liberadares, Su filosofía parece ser una asociacidn
entre su pesimismo trAgico y la orientacibn de
Europa en el s i g l o XIX,
El autor de E2 como voluntad y
repzesentacidn comienza estableciendo una identidad
ont.ah6gica: el Ser es voluntad,21 Victimas son todas
l o s seres vivos en cuanto que encuentran dado en
su
propia corporalidad, que sufren ]par la voluntad de
vivir, el fundamento del dolor, que en última
e.xpresi6n es el egoisma (entendido como impulso de
vivir y bienestar) Schopenhauer muestra la relaci6n
e-ntre la volunt.ad y la vida:
''Allí donde hay voluntad, hay vida. Por consiguiente, a la
voluntad de v i v i r le est& siempre asegurada l a vida, y
2' Manuel Suances Marcos. Arthur Schopcnhauer. RcligMn y nwtaflsica de la voluntad,
mientras ella aliente en nosotros no de:bemos preocuparnos por
nuestra e x i s t e n c i a . rr22
La voluntad de vivir es el ser que mueve desde
la c.onstituci6n cdsmica a la corporalidad, Parece
que en toda vida (como lo afirma Schopenhauer)
e.xiste ese querer individualizante que produce el
dolor, el sufrimiento, debido al fastidio y
aburrimiento de la repeticibn de l a .mismo 0 a l
riesgo imponente de la dispersión infinita y
c.ontradictoria de l a que se desea en la existencia
cotidiana, estando en la imposibilidad de un no
poder jamas calmar l a infinita del querer de la
voluntad. Es, pues, el egoísmo la tendencia
cmtol6gica de la individualidad expresada carno
voluntad de vivir, de conservar laL vida.
Siguiendo a Schopenhauer, como el cuerpo del
hombre es la objetivaci6n de 1.a voluntad, puede dec.irse que la afirmacibn de la valuntad es
afirmación del cuerpo. De tal manera, gran parte de
los actos voluntarios son satisfacci6n de l a s
necesidades corporales, las cuales,
fundamentalmente, se identifican con La conservaclbn
y la generacih. Tales necesidades son las que
indirectamente influyen sobre la voluntad y originan
los actos m8s variados; e s decir, e l acto de l a
voluntad que
no
tiene que ver inmediatamente con laconservacibn O la generacibn indirectamente tiene un
hilo secreta que conduce a
ella^^*^
El motivo se presenta a l a voluntad de mil
maneras: siempre nos promete la satisfaccibn de
apagar la sed d e l querer, pero una vez satisfecho el
de.seo se presenta otro nuevo Y así
ininterrumpidamente como cadena sin fin. Desde el
primer momento de su conciencia, (el hombre se siente
ya como ser de voluntad; su conocimiento esta al
servido de éStac La vida de l a mayoría de las
hombres consiste en saber lo que quieren y
satisfac.erlo a fin de no caer err la desesperacidn,
La necesidad, qu.e acosa a todos l o s hombres durante
la v i d a , no les permite reflexionar sobre s í mismos;
su existencia transcurre entre sacudidas de
emociones, pasiones, deseos, etc,
El acto sexual es la afirmaci6n m6s pura y
enkrgica de l a voluntad de vida; su consecuencia es
un nuevo ser que perpetúa en el- tiempo esa misma
voluntad de vivir objetivada
en
eh individua, Lanaturaleza, cuya esencia es voluntad de vivir,
aguijonea constantemente al hombre con toda su
fuerza para que se reproduzca; una vez que ha obtenido de 61 lo que queria, b o abandona
2 2 5 3 4 1
voluntad de v i v i r , s610 l e i n t e r e s a l a conservaci6n
de l a especie, na l a d e l in d i v i d u a (q u e p a r a e l l a
es nada) Suances e x p l i c a :
"Por esta raz6n el acto sexual es considerado como vergonzoso
y esto tiene su'expresi6n mitica en el dogma cristiano del
pecado de Adán y Eva, que fue un pecado sexual y que nos
conden6 al dolor y la muerte. En este sentido el cristianismo
concibe que Ad6n es la idea humana cuyos miembros son todos
los hombres enlazados por la generacibn,; cada individuo, cada
hombre es idéntico a Addn porque Bste representa la voluntad de vivir y por tanto est6 entregado tambih al pecado y al
sufrimiento.
La clave del enigma del mundo e s t 4 e n e l a c t o de
generacibn: e l u n i v e r s o es tQdQ (ir1 un c o n t i n e n t e de
i n f i n i t a s farmas espacio-temporales, pero todo e l l 0
no e s m6s que un f e n h e n o d e l a v o l u n t a d de v i v i r
c u y a c o n c e n t r a c i ó n fo c a l es e l a c t o g e n b i c o . Esto
e s lo que mas claramente expresa l a e s e n c i a del
mundo. Según Schopenhauer, 6 s t a es l a raz6n por l a
q u e f u e llamado &bol de l a c i e n c i a e n e l paraiso.
Por eso e n c i e r r a t a n t o m i s t e r i o y, aunque no se
hable de el, e s e l matar s e c r e t o q u e t a n t a s CQSBS
mueve-25 Y esto n o s l l e v a a l tema t r a t a d o por e l mito
y que, a causa de ello, la vida es un continuo
dolor.
;Es entonces insostenible la decisión de evadir
el dolor en cuanta tal? Schapenhauer pretende
mostrar el camino: negar la voluntad;
o
tambien,podernos decir, superar la voluntad de vivir p ~ r la
autosupresión a través de la vida contemplativa.
Est0 puede hacerse de dos maneras: con el kxtasis
est6tico (por ejemplo en l a música o el arte, como v í a s que nos evaden de la multiplicidad tensa y
sufriente de l a cotidianidad), o a travks de la
santidad del asceta que permite evadirse de mane.ra
definitiva por el estado de la beatitud y alcanzar
la paz imperecederac
De cualquier manera, para Schopenhauer, la
sit.uaci6n de l a s seres humanos comunes y corrientes
es trSgica, sufriente, sin salida. Desde tal punto
de vista, no existe n i n g ~ n & - q u l o favorable para el
dolor, el cual determina a l hombre. En suma, tal
f i l o s o f í a es pesimista, negativa,
Desde cualquier perspectiva, el dolor es sombrío
y perturbador, y su inclusibn en la metafísica es
dificil por cuanto que se opone a l a claridad y al
juego armbnico del Ser e Es que el problema no es
meramente especulativo, como t:ampoco lo e s la
Una de las preguntas importan,tes en este trabajo
(;qtr& papel se asigna al dolar en l a concepci6n de
la vida humana?) es reformulable de dos modos: ;cbmo
l a han entendido los hombres, c6mlo han organizado su
vida teniendo en cuenta el dolor? y ;c6mo entenderlo
en si mi smo
,
independientemente de lasinterpretaciones dadas? Con e.1 examen de las
soluciones humanas a l problema del dolor intentamos
Muy esquem&ticamente cabe caracterizar a la
actitud hinduista hacia el dolor como una actitud
general adoptada con base en una conciencia del
sufrimiento de tal intensidad que suspende toda
inspiraci6n y estímulo positivos provenientes,
primariamente, de las restantes realidades, y que,
de manera paralela, influye decididamente en la
metafisica.
El hinduista tiene una conciencia agravada de
sus faltas, que cree acumuladas en existencias
anteriores. No se trata, en rigor, del sentido
cristiano del pecado, Esas faltas constituyen un
envoltorio angustiante que oprime a l hombre. El
deseo es una ilusi6n de la que hay que 1iberars.e;
tal liberación es la tarea fundamental y
verdaderamente Gnica de la vida; lo cual no puede
ser: m6s 16gico en vista de las sefíales indicadas. El
d d o r no se presenta en el ámbito general de la vida
como un factor mas, sino que angosta y marchita todo
el resto, For eso, la remisib de la falta se
encamina hacia una actividad positiva que comprenda
La naturaleza, sino que convierte la conducta en un
m4todo encaminado a liberarse de la naturaleza
contaminada.
44
El dolor es criterio dominante, e s decir, Único:
Eunda y provoca una sentencia sobre la vida, Para el
hinduista, el cuerpo e s d o l o r porque en 61 est6n los
dolores, Los sentidos, las objetos, las percepciones
son dolor porque llevan al sufrimiento; el mismo
placer es sufrimiento porque viene seguido de
sufrimiento. Estos tres “porqu4s” nos pueden dar la
c l a v e , Se trata del dolor c:orno tenaza, como
fatalidad, como h u m a t m n 2 ‘ El hinduista est& todo
entero en la empresa de escabullirse del
sufrimiento, La vida del hinduista est.& aplastada
por la conciencia del dolor. En tales condiciones no
es posible el dinamismo hist6rico y cultural, La
vida queda vacía al ser vista desde la
ininteligibilidad del d o l o r , Se trata de una vida
crispada, que no soporta el dolor en virtud del
inter& por las realidades positivas, sino que
sucumbe a 61 al adivinarlo en cualquier proceso. Por
el dolor, el resto pierde su sentido independiente.
La actitud hinduista, por ejlemplo, es distinta de la mkdica: na es curar el dolar lo que le
interesa, sino m&s bien, evadirse de 61, creyendo
que en e s t a evasibn est& la via de llegada a un trasmundo. Esto es lo decisivo. Curar e s restablecer
m4todo, camino del espíritu hacia una región
inmaterial, ¿Que haría con unai vida sin dolar?
Re.spe.tarfa,
no
tocarla ~iquiera,'~ Pera en la vidahumana -piensa el hinduísta- el. dolor no es una perturbaci6n accidental sobrevenida en un marca
general de sentidos positivos mundanos e hist6ricos,
s i n o un punta de referencia del cual alejarse para
ir a parar al trasmundo. MBs que una tkcnica de
curaci6n
es
una t6cnica de e v a s i b n : evasi8n quedesemboca en el Ser.
El debilitamiento de la vida por efe-cto del
dolor se trasmite al sentid.0 del Ser. T a l
debilitamiento es, en concreto, el panteisma. El
panteísmo hinduista es la suspensión en lo mas
universal, a sea, una vaguedad, La metafísica
hinduista
es
especulaci6n pura, 63s decir, intuicitjnsin peso humano. El dolor ha hecha abortar e.1 yo y
por eso el Ser no tiene por que dar raz6n de 61,
Así, pues, la insercibn del dolor dentro de un marco
metafisico est& muy lejos de constituir una
comprensión del mismo. Parece compleja la actitud
del hinduista; su sufrimiento es un sin sentido que
ha de enmudecer en tanto que se proyecta sobre l a
realidad circundante. 2 9