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UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA CAMPUS IZTAPALAPA TES¡S

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(1)

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UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA

CAMPUS IZTAPALAPA

TES¡S

Q U E

P R E S E N T A

PARA OBTENER EL TITULO DE

J L I C E N C I A T U R A E N F I L O S O F J A

AELIPE

MONROY CAMACHO

ASESOR: JORGE ISSA

(2)

INDICE

$ i)., ? .. -.. &-

Dedicatoria

...

3 Prefacio ... 4

DEL DOLOR HUklANO

Objeto de Estudio

...

10

Relacibn hombre-dolor ... 15

El epicureísmo

...

17

ACTITUDES ANTE EL DOLOR

La p o s t u r a mtSdica ... El rostro místico del d o l o r y el RLealismo del

S i g l o X I X ... Schopenhauer: sobre l a voluntad de v i v i r

...

La actitud hinduista ...

El estoicismo ... La actitud de Job ...

Cristi~nísmo-dolor ... Ascetismo ...

La concepción aristot6lica del dolor:

l a transformaci6n ...

Nietzsche

...

Conclusiones ...

25 31 38 44 49 57 64 77 8 9 95 9 9 1 ... . . . .

(3)
(4)

A mis pudres y hermms, a M i a y cr Yeminapor el apoyo

que me faan

&.

A Jorge Ism que hizo posible

cotidicmmente este ftrxbaj.

(5)

PREFACIO

"ningún ser vivo cree que los defectos de su existencia radiquen en el principio de su

vidr (pinzip sins Lebens), en la esencia @ h e n ) de su vida, sino en clrcunstancias

exteriores a ella El suicidio es' contrario

or la naturaleza *'.

MARX

El presente trabajo trata de l a existencia

humana en uno de sus aspectos determinantes y que ha

acompafiado a l hombre en todos los tiempos: el d o l o r

o sufrimiento. Tal experienc3.a se con€igura

distintamente en cada &poca modific6ndose de un

modo peculiar en la mente de cada individuo y en las

diferentes culturas. Pero en ninguna descripci6n

debe pasarse por alto que e3. dolor se puede

convertir en un verdadero abismo.

Parece haber una prueba en favor de todo intento

por discutir e l sentido del ser en el abismo del

sufrimiento. Nadie, ni el más rico, ni el más

poderoso o el más sabio puede evitar completamente

el sufrimiento, pero si podemos hallar un sentido a

l a s preguntas: ;c6mo aparece el dolor y donde e s t & ? :

¿por quk hay que aceptar el d o l o r ? ; ;hay algún

provecho que de &te podamos sacar? La respuesta

que demos a tales cuestiones nos compromete con una

(6)

dolor de alguna manera tiene un valor moral o tal

vez todo lo contrario.

Estarnos acudiendo a la f i l o s o f i a como medio para

interpretar el dolor moral o safrimiento. Así es

como la metafísica griega, en su intento de

interpretar la existencia d e l hombre en su esencia,

busca la repuesta a esta cuesti6n. Su contestación

se deriv6 de la confianza depositada en el poder

espiritual del hombre. Sin embargo, 6sta no es la

visibn que hoy domina en el mundo. La ciencia, en

particular la medicina, ejerce unla Euerte influencia

en la percepcibn que tienen las sociedades actuales

del dolor. Pero nuestro inter& :no se centra en el aspecto empirico del dolor, sino en su explicación

o

sentido en l a vida del hombre.

Se pretende explorar lo que podríamos llamar la

obra histórica, cultural y psicol6gica d e l dolor, la

cual se organiza a partir de episodios dispersos a

lo largo de l a historia de la humanidad, atravesando

culturas y tiempos. Debemos empezar, sin embargo, en

el presente y con un hecho t a m fundamental que

parece vanamente obvio: el relato de cdmo nuestra

percepción y cultura reconstruyen continuamente la

experiencia del dolor nos obliga a buscar mas alla

de l a sugestibn rn6dica.

El sufrimiento nunca tiene un sentido en s í

mismo. Como veremo3 en adelante, todo lo que se

(7)

piense de 61 remite mhs a116 de e.1 mismo, a algo que

ya no es dolor; todo dolor requiere transformaci6n.

Porque su contenido, en consecuencia, es positivo

como valor moral, por e l l o es importante reflexionar

sobre el sentido que guarda, e:L lugar en que se

coloca a &te fenómeno de la existencia, tanto en la

religibn como en la filosofía.

Este momento tiene especial inter& en el

presente trabaja: uno de los problemas capitales de

la existencia humana es el de la posibilidad de

transformacibn del sufrimiento y si no hubiera, por

lo demhs, motivo alguno para que e l hombre

reflexionara acerca de su existencia, este problema (el del sentido del dolor) se lo ofrecería.

Inicialmente se ha pretendido, en la construcci6n de 6sta suma, la demtarcacidn de nuestro

objeto de estudio: el dolor psiquico. Este espacio

sera un planteamiento e indagacil6n del terreno que

se estudia, mostrando su dificultad: parece no ser

posible formarse un concepto del dolor. Ante la

imposibilidad del planteamiento directo, se hace

preciso encontrar un fundamento desde el cual el

dolor aparezca explicado. La pregunta acerca de l a

esencia del dolor tiene que trocarse e n la pregunta

indirecta acerca de su condición de posibilidad. En

consecuencia, inquiriremos en adelante sobre la idea

de que el sentido humano del dolor es lo que el

6

(8)

dolor significa para el hombre. E’or ello, existe un

especial inter& en las actitudes ante el dolor que

muestra el hombre. Nos interesa saber cdmo es la

relaciibn hombre-dolor en que se descubre el

primitivo, antes de toda civilizaci6n. (En t a l

situacibn, ya parece haber correspondencia con un

Ser Supremo)

.

Han surgido tantas y variadas actitudes en la

historia humana, que todas muy bien pueden oscurecer

el significado del dolor, aun cuando la historia

s610 nos muestra las actitudes nn6s caracteristicas

del hombre. Hemos tomado un camino.

La idea de este trabajo surge con la pregunta:

¿debemos aceptar o rechazar el dolor y c6mo debemos

conducirnos ante 6ste? Se han separado aquellas

filosofias que niegan el valor del dolor, como se

expondrd en adelante, y posteriormente aqu6llas que

lo admiten. De las primeras (mucho m5s aceptadas en

l a historia), se examina el epicureísmo como la

primera actitud, de las que ccmsideraremos aquí,

característica del hombre ante el dolor, porque

parece aportar fuertes argumentols para evitarlo y

adem;is plantea algunos contrastes (aplicables a

nuestra sociedad actual) relacionados con el dolor,

despu4s de observar varias cuestiones que se van

ilando (por ejemplo, la relaci4n. del dolor con un

Ser Supremo, que Epicuro refuta, etc.). Dentro de

(9)

este línea, se continúacon e l :Realismo del siglo

XIX, que considera otros argumentos, pero se

mantiene en la negación del dolor. Gsta es otra

actitud que quiz& no difiere mucho de l a nuestra: en

esa epoca las circunstancias socioculturales

influyen en el hombre para que conceda mayor

importancia a los progresos científicos e

industriales. Es aquí donde el hombre se observa a

sí mismo y a su entorno desde una perspectiva

mecanicista.

Posteriormente, sin ser similar a la visión

anterior, Schopenhauer se puede incluir en esa

línea. Su enfoque extremista del mundo y de la vida

ve al dolor como e l medio donde sle halla determinado

a existir todo ser viviente: para perecer en el

absurdo de la vida cotidiana. Este f i l ó s o € o afirma

la estrecha salida del hombre en su camino junto al

sufrimiento, a partir de la indi.vidua1 voluntad de

vivir. Tal argumento es la última parte dentro del

espacio que no concede valor alguno al dolor.

En tal momento habremos construido un cúmulo de

ideas que, en seguida, confront:amos con aquellos

argumentos que aceptan al dolor mostrando que es

valioso. E s atrayente observar la correlaci6n

mística de tales concepciones y su gran antigüedad

en comparacidn con las primeras (a excepcibn del

epicureísmo) Esto nos podría llevar a pensar que

(10)

tales concepciones no tienen nada que ver con

nuestra 6poca; sin embargo, caer

‘en

ello o cualquier

otra conjetura para evitarlas sería un error. Hay

mucho que decir sobre los argumentos que admiten el

dolor, pero trataremos de ajustarnos a la pretensibn

de responder las preguntas generadas al inicio de

este trabajo.

Podemos observar que algunas posturas (por

ejemplo, el hinduismo, el cristianismo y el

ascetismo) se pueden ordenar en una dimensibn

teoldgica. Pero también las hay diferentes, como l a

concepción aristot6lica del d o l o r y el estoicismo.

Alcanzado este momento, ya po’dremos decidir la

importancia de nuestro objeto de estudio y, tal vez,

lo que significa el dolor en nuestras vidas y

asentar una postura. AdemSs de que comentaremos el

camino trazado y las conclusiones a que hemos

(11)

OBJETO DE ESTUDIO

Me gustaría saber si uno cualquiera de nosotros consentirla en vivir si poseyera sabiduría, mente y

conocimiento y memoria de todas las cosas, pero careciem clle todo sentido del placer y del dolor y

m fiera afectado por esos sentimientos o por otros semtjantes.

PLAX~N

Desde ahora es importante precisar nuestro

objeto de estudio. Se distinguen dos clases de

dolor: el dolor anímico (momento psíquico del dolor:

un sentimiento de pesar o afliccibn, por ejemplo)' y

el dolor físico (causado, por ejemplo, por un golpe

en el cuerpo o una herida; en general, cualquier

sensaci6n desagradable en el cuerpo). En algunos

casos, los dos momentos (el anímico y el físico) se

encuentran muy relacionados. Pero hablamos aquí,

evidentemente, del sufrimiento, de ese padecimiento

que no necesariamente tiene que relacionarse con el

dolor físico. Estamos hablando del sufrimiento

anímico, o sea aquel que sin implicar ningún dafio en

el cuerpo del sujeto produce algún malestar y que

puede ser provocado por causas tan diversas como una

catastrofe (sequía, inundacih, tempestad, etc.), o

una invasibn, un incendio, la esclavitud, la

(12)

físico. El tratamiento de este iiltímo, en nuestros

días, esta regulado por la medicina y ha

especializado y concretado su campo de atenciljn

determinado por las ciencias experimentales. De este

modo, tales ciencias han aumentado las posibilidades

practicas de intervenci6n sobre el dolor fisico.*

El tema del dolor anímico presenta una especial

dificultad. No se trata de un. tema simplemente

oscuro, rebelde a l a investigacilm, ya sea por su complicaci6n o por la imposibilidad de traerlo a la

experiencia inmediata; es algo más radical, a saber:

que no cabe idea del dolor. El dolor es

ininteligible. Tenemos dolor, lo sentimos, sufrimos

o aguantamos; lo que no cabe es pensarlo. El lugar

de asentamiento primario del dolojc en nosotros no es

el pensamiento; pero l o decisivo es que no podemos

entender el dolor al trasladarlo al pensamiento. Al

contrario de lo que, hablando en general, hace el

hombre con s u s sensaciones -material de que se

forman las ideas-, e incluso con sus emociones y

La medicina ha sustituido progresivamente (en el probkma del origen del dolor) las soluciones

miticas y las explicaciones hist6ricas generales por una depurada y precisa determinación de causas

orghcas. A pesar de ello, la medicina muestra una cornspondencia estricta con las teorías

dirigkb a descubrir e1 origen temporal del dolor. La medicina contempla ei dolor como aquello que

hadesercuado,yloiulicoquele~essu~ari~..Poreso,talarmazimcientificano

constituye sino un puro medio

instmwd.

No existe medicina COMO saber: d saber que acompab

a la medicina es biologia-. Por otro lado, cualquiera que sea la lestima que merezca la medicina, no

deja de ser chocante el hecho de una actividad humana dirigida exclusivamente a la destruccih del dolor. Que el hombre no tenga nada que ver con el d o l o r fuera &I intento de acabar con 41 no seria

(13)

estados de h i m o , de los cuales,, si no idea, cabe

alguna suerte de intuici6n intelectual; del dolor,

no. Tenemos conciencia del dolclr pero no podemos

convertirlo en "entidad de raz6ln". Tenemos, a lo

sumo, un concepto del dolor, como lo tenemos de la

nada, es decir, sin contenido extramental

correspondiente. Pero mientras que, trathdose de la

nada, ello se explica de suyo, en el caso del dolor

lo que se da es, m& bien, una imposibilidad de

hacerlo inteligible al ascenderlo a tal nivel.

Si indicamos la conciencia como el lugar de

asentamiento, el dolor es indescifrable, no sabemos

que significa. ~Quii! decir de esta especial realidad

ininteligible, de esta realidadi sin esencia? Lo

primero e s sentar el planteamiento del tema, La

pregunta clhica de la filosofía, la pregunta por la

esencia, debe abandonarse. No puede, legítimamente,

preguntarse qu6 es el dolor; el d o l o r es refractario

a ella, porque, justo, no es inteligible. Esta

objecibn alcanza a la fenomenología. El dolor no

ofrece base suficiente a la investigación, No puede

plantearse directamente porque la mente ante 4 1

queda sin recursos y porque, como lo veremos mas

adelante, lo mas característico del dolor es que el

hombre no puede adoptar ante 61 una actitud

referida, clavada en 61 mismo. Parece que el hombre

puede huirle, esquivarlo, supera.rlo, curarlo, tal

(14)

vez liberarse de él, pero lo que no puede hacer es

cultivarlo en sí mismo o pensarlo,,3

Podemos encontrar obras humanas en cuya

producci6n ha tenido pa,rte el dollor, o en las cuales

aparezca el hombre afectado por 61. Pero ninguna en

que el dolor en s í mismo se nos ofrezca directamente a la contemplación, en que se halle contenido y

descifrado. Es, pues, que en tales consecuencias

sobre el planteamiento del dolor es preciso buscar

un fundamento desde el cual le1 dolor aparezca

explicado.

Hemos dicho que pensar el dolor en s í mismo no

es ni siquiera posible, puesto que no tiene esencia;

sólo el hombre hace posible, digamos por el momento,

el dolor. Pues, de acuerdo a esta perspectiva,

podemos decir que el sentido humano del dolor es lo

que el dolor significa para el hombre. Y esto no es

una tautología, porque solamente un ser de tan

profunda realidad como el hombre puede dar raz6n de

la sinraz6n del dolor. Si el dolor es un sin-

sentido, entonces reclama un amplio horizonte de

sentido donde situarse. Y sólo relativamente a 61

puede constituirse.

Desde la filosofía aristot4lica la cuesti6n s e

concreta en la pregunta: ;es el dolor algo

H.W. Kaasltertitz and L.Y. Terenius, Pain and

Society,

History o f p i n concept, Verlag, pp. 56-

58.

(15)

sustancial o algo accidental en el h ~ m b r e ? ~ Esto

pareciera un interrogante extrafio. Para lograr algún

fruto de respuesta entonces hay antes que examinar

las actitudes adoptadas por la humanidad ante el

dolor. Pero hay que decir, que tanto la sustancia

como el accidente tienen esencia. Parece, pues, que

la pregunta que acabamos de hacer se contesta de

entrada y que, por lo tanto no tiene ninguna

utilidad formularla. Pero es precisamente para

mostrar en concreto la utilidad de tal pregunta, o

sea, el alcance concreto I de su contestacibn

negativa, tenemos que ver lo que el hombre ha

pretendido hacer ante e l dolor. El dolor no es

sustancia ni accidente. Pero, (;por que? Y ;c6mo

incide entonces en el hombre? Ahora intentaremos

aclarar esto.

4 Arísthles, Acerco del a h , Woducci631, traducci6n y nutas de TomaS Calvo M., Gredos,

Wd, PP. 101-104. M&&s distingue c0m0 astancia ( O U S ~ ) algun~~ aspectos de 10 real, pero

simpre se designa a una entidad. El dolor, en cambio, no se puede incluir dentro de esta CategotizaCibn Arbtotklica. En efecto, si el dolor pudiera incluirse en alguna de las categorías

c

o

w

-

a la sustunciu, eatcmoes seria considerado una entidad, y esto es un error,

Tampow puede consideram al dolor cumpletamen& COMO accidemte: desde el punta de vista

ontOl6gic0, el accidente esta muy relacionado con la sustancia, si bien es predicamental o real, m

(16)

RELACION HOMBRE - DOLOR

El dolor tiene algo de vacío; no puedo

recordar cuando empezd o si hubo un

EMaY DICKINSON

tiempo cuando no estaba

Es un hecho que desde que el hombre habita este

mundo el dolor est& con él, raz6n por La cual desde

l a antigüedad el hombre ha buscado una explicaci6n a

su padecimiento.5 El origen en aquel tiempo era

nebuloso, relacionado con un Ser Supremo que

gobierna la voluntad del hombre,, Cada momento del

tratamiento mágico-religioso del sufrimiento ilustra

con claridad el sentido que se le atribuía: podía

provenir de la acción mhgica de un enemigo, como

castigo por una infracci6n a un tabú, del paso por

una zona nefasta, de l a cólera de un dios o -cuando

las d e m h hipbtesis resultan inoperantes- de la

voluntad o del enojo del Ser Supremo. El hombre

primitivo no podía concebir un sufrimiento no

provocado. El d o l o r , pues, proviene de una falta

personal o de la maldad del vecino

(en

caso de que

el brujo descubra que se trata de una acci6n

magica)

,

pero siempre hay una falta en la base; o,

en su defecto, la voluntad del Dios supremo a quien.

el hombre se ve obligado a di.rigirse en última

instancia.

(17)

Históricamente, la búsqueda de una explicacibn

ha llevado al hombre a relacionar el dolor con un

Ser supremo En cada uno de los casos, el dolor, al

ser explicado, se hace coherente y , Por

consiguiente, llevadero. El hombre primitivo lucha

contra el sufrimiento con todos l o s medios magicos

religiosos a s u alcance; pero los soporta

anímicamente porque no es absurdo, El momento

crítico del dolor es aquél en que este se hace

patente a la conciencia y la realidad humana se

manifiesta: e l hombre se halla determinado a

convivir con el dolor.6

En la medida

en

que la ciencia histbrica abre el

horizonte del pasado humano, descubre la presencia,

siempre m6s antigua, del dolor, y nunca un periodo

feliz caracterizado por su ausencia. Lo que comienza

y cesa son formas concretas de sufrimiento, pero

nunca todo dolor. En efecto, no tiene sentido la

hip6tesis de un inicio histórico,, mundano, o de un

final de la historia exentos de dolor.

En adelante examinaremos algunas actitudes humanas en relación con el tema, que podríamos

caracterizar, en general, comlo actitudes ante

realidades inteligibles en cuya atlopcidn ha influido

el dolor. En ellas el dolor sigue siendo

(18)

EL EPICUREfSMO

La belleza te puede pegorar como el d o l o r

THOMASMANN

Veremos la concepción de Epicuro. Toda su

filosofía busca eliminar la angustia humana,

indicando el placer como el bien supremo a que debe

aspirar todo hombre en su estancia en este mundo.

A diferencia de Aristipo, quien consideraba la

ausencia de dolor como una condición intermedia

entre placer y dolor, Epicuro postula que la

eliminacibn de todo dolor define la magnitud de todo

placer. Su meta consistid, sobre todo, en la paz

mental y en mostrar cómo se puede alcanzar tal

estado. Con tal objetivo, Epicuro consideró que l a

filosofía tiene una doble tarea: combatir a trav4s

de la física las ideas falsas (miledo al dolor, temor

a la muerte, a los dioses y al destino), que

fomentan el miedo y el sufrimiento; y crear en el

sabio un estado de Animo y un talante favorable

(autosuficiencia del sabio) por medio de la 4tica.

La divisibn epicúrea de l a filosofía era la

siguiente: &ica (consideraciones psicol6gicas o

relativas al alma); física y can6nica (16gica y

teoría del conocimiento).

La bondad del placer, para Epicuro, no requiere

demostracibn: 61 da por supuest'o que los hombres,

(19)

al igual que todos los seres vivos, persiguen el

placer y tratan de evitar el dolor. Pero esto

tambib se puede controvertir: de que l o s hombres

persigan el placer no se sigue que deban

perseguirlo, tal como demostró G. E. Moore en

Principia E t h i c a . Mas 6sta es una verdad a medias,

es decir: estamos geneticamente programados para

buscar lo que ha de causarnos placer y tratar de

evitar lo que ha de causarnos d o l o r . ÉSta sería una

correcta descripción del pu.nto de vista de Epicuro,

el cual en realidad sostenía que ninguna criatura

viviente cuya constituci6n natural se mantiene

incblume puede tener otros fines. Los placeres del

hombre quedarían comprendidos en dos apartados:

Del cuerpo: realmente hay que renunciar a ellos

y buscar la carencia de dolor corporal (el mayor

mal) Pero no hay que temer el dolor corporal, pues

cuando es muy intenso, dura poco, y cuando es m6s

duradero, es menos fuerte y m&s soportable. El

alivio del dolor físico se podría combatir con el

recuerdo de las alegrías pasadas y, en casos

extremos, con el suicidio.

Del alma: superior al placer del cuerpo. Es m41s

duradero. Adem&, los placeres del alma pueden

(20)

Para Epicuro, dos son los bienes de que se

compone la felicidad perfecta: que el cuerpo est6

sin dolor y e1 alma sin perturbaci6n.

Epicuro niega el dolor para afirmar el placer,

porque éste último existe en cutanto se ausenta el

otro, Así, placer y dolor est6n. relacionados como

polos opuestos correlativos:

"Afirmo que todos l o s que carecen de d o l o r se h a l l a n en

estado de armonía y felicidad."

Para este filósofo parece no existir nada

aprovechable en nuestras experiencias desagradables,

Entonces, el dolor se presenta como algo que hay que

tratar de evitar, ;En qu4 sentido o en que lugar es,

pues, considerado el dolor en el epicureísmo? Parece

que el dolor, conforme a una i.dea popular en s u

tiempo, estaba asociado con creencias Y

supersticiones acerca de dioses que se ocupaban de

los asuntos humanos. Esto era para Epicuro una

creencia falsa, que observaba con desagrado

(incluso, a este f i l 6 s o f o pudo inquietarle la

teología de Aristóteles, donde s e aprueban las

creencias populares sobre la divinidad: el motor

inmbvil, la pura mente o un Dios del que dependen

(21)

Anthony Long explica claramente esto en La F i l o s o f í a

helenistica:

w . . .Pero [Epicuro] niega que l a total felicidad sea

compatible con cualquier intromisión divina en nuestros

asuntos. La felicidad, sea humana o divina, requiere para su

plena realización una vida de ininterrumpido sosiego o libre

da dolor".

*

Los hombres tienen ideas falsas sobre la

naturaleza de los dioses y piensan que les mandan

castigos o premios. Epicuro decia que esto hay que

desterrarlo porque produce inseguridad, temor, y por

tanto infelicidad.

Según este sabio, los dioses son felices,

inmortales, ajenos a l a s pasiones: e incluso al amor y al odio; viven en paz cornpletai e indiferentes al

curso del mundo humano, y por tanto no hay que

temerlos. Afirm6:

"El Ser feliz e imperecedero [la divinidad], ni tiene

preocupaciones, ni las procura a otro, de forma que no est&

sujeto a movimientos de indignaci6n ni de agradecimiento,

(22)

En t6rminos fisicos, el placer es concomitante

al movimiento apropiado y a la colocación de los

&tomos en el interior del cuerpo; si estos son

perturbados, sobreviene el dolor. Evitarlo significa

mantener en equilibrio, por así decirlo, el orden

del organismo y la mente. La ataraxia es un estado

de Animo que nos dispone a l alcance del equilibrio emocional. Para ello exige 1:) disciplina en el

apetito, a fin de que 6ste nos presente sólo deseos

moderados, y 2)renunciar a los deseos que no podemos

cumplir para no tener inseguridad (autosuficiencia).

Ello nos produce indiferencia c) imperturbabilidad

ante todo y nos da libertad a n t e las pasiones,

afectos y apetitos. Epicuro explica:

"La correcta comprensión de estas cosas consiste en

relacionar elección y aversión con l a salud del cuerpo y con

la liberación de la turbaci6n mental,, dado que & t e es el

fin de un vivir bienaventurado, pues todas nuestras acciones

obedecen a esto; todo el torbellino de1 alma queda disipado

dado que una criatura no ha menester de andar vagando como

q u i e n va tras algo de que carece, ni buscar otra cosa con

que sea capaz de colmar el bien del alma y el cuerpo. Porque

es cuando sufrimos por la ausencia de placer que lo

necesitamos." 10

(23)

Para nuestro estudio podem.os decir que los

filbsofos griegos e incluso :los romanos, como

corresponde a los climas llenos de sol en que

vivían, dijeron mucho menos so:bre el dolor; del

placer, en cambio, no s410 resultaba adecuado al

temperamento aristocr&tico, sino que proponía un

cúmulo de preguntas perturbadoras que trataban de

distinguir el bien m&s alto. Pliitdn y Aristdteles,

por ejemplo, dedicaron extensas exposiciones a la

funcidn del placer en una vida buena; pero fue

Epicuro quien propuso directamente que el placer

debía considerarse el summum bonum. Parece que el

dolor, sencillamente, no provocaba tan rica charla

filosdfica; era, simplemente, algo que había que

evitar.

Podemos decir que en estas culturas

aristocraticas de propietarios de esclavos, el dolor

era privativo casi por definici6n de las clases

bajas. Dentro d e l helenismo, que incluye tanto a

epicúreos como a estoicos, se encuentra m6s nítida

la consideraci6n del dolor en el estoicismo, ya que

concentra s u estudio en el enfrentamiento del

sufrimiento psíquico y nos lo presenta, como veremos

mas tarde, como un valor moral. En contraste, los

primeros s610 aseveran que el dolor psíquico se debe .

evitar necesariamente, porque parece no existir nada

(24)

Quiz&, desde cualquier punto de vista, no sea

posible, limitarse a sentir dolor. Probablemente

podemos acordar con tal afirmaci6n; pues mientras

que el placer puede consumarse en sí mismo, puesto

que reclama del hombre una entrega en la forma de

una limitación a su brbita, el sufrimiento lleva a

constatar la propia existencia, puesta en situaci6n

de crisis justamente por él. Pero, por otro lado,

parece que el despego ante el placer, tocando el

epicureísmo, se funda, entre otras cosas, en la

experiencia de que la entrega a :su 6rbita es germen

de dolor, por cuanto que tambib l a estrechez del

placer coloca en situaci6n de c r i s i s a l a totalidad

humana.

Hasta ahora nuestra exposici6n se ha centrado

en la actitud que -podríamos decir- niega al dolor

en el sentido de no concederle valor moral: se

acepta que es inevitable pero s e insiste en tratar

de evitarlo a toda costa, tal corno lo observamos en

los epicúreos. Pues mientras que el placer atrae, el

dolor repele, y por eso mientras que alguna parte de

nosotros mismos queda prendida en aqut5.1, el dolor

desentumece lo entero del hombre. De aquí que la

lucha contra la sensualidad tenga algo de

culturalmente est6ril; mejor dicho, el triunfo se

obtiene a largo plazo, cuando las inclinaciones

debilitadoras han sido desarraigadas y esa parte de

(25)

nosotros mismos que se desboca en el placer ha sido

reincorporada a la totalidad de nuestra persona.

La preocupación por l a aparici6n o el

surgimiento temporal del dolor, sea psíquico o

fisico, se orienta hacia (y predomina en) l a búsqueda de mktodos capaces de alejar a nuestro

molesto acompafiante por medio de la ciencia;" pero

@mo hace el hombre para alejarse d e l dolor?; ;cual

es la actitud de la ciencia hacia el dolor? Estas y

otras cuestiones que se van originando son las que

trataremos de responder a continuaci6n.

" H. W. K ~ ~ k r l i t ~ a d L. Y. T w ~ ~ I ~ u s , pnin a d s - , Val%, Berlin, 1989, p ~ . 130-133.

24

(26)

ACTITUDES ANTE EL DOLOR

El criterio (en sentido literario) y el clínico (en sentido mddico) pueden estar destinados

a testablecer una nueva relacidn de mutuo

aprendizaje.

(2LLESDELEUZE

Podemos caracterizar una serie de actitudes

humanas ante el dolor psíquico: 1) aquéllas que se

resumen en el intento de librarse de 61 por medios

mundanos y que, en consecuencia, consideran l a s

posibilidades humanas de obrar como capaces de

extirpar el dolor; y 2 ) aqu4llas que interpretan el

dolor como nacido en el tiempo -no

en

el hombre-. En

adelante observaremos tal caracterización.

L A POSTURA M$D.TCA

La idea de un surgimiento contingente del dolor

reclama y se completa con la pretensi6n de hacerlo

cesar. Si el dolor es algo sobrevenido al hombre, si

ha entrado en su vida en un momento determinado,

ser& posible desterrarlo, arrancarlo con medios

humanos Es entonces cuando se desarrolla

propiamente una actitud del hombre ante el dolor. De

ella es paradigma la medicina; 4sta es, por

antonomasia, la ocupación humana dirigida a remediar

el dolor. Hoy, han aumenta.do específica y

(27)

significativamente las posibilidades practicas de

intervencibn en las causas del do:Lor.12

La medicina se constituye cclmo t6cnica -arte y

m6todo- dirigida a la desaparicibn del dolor. Pero

la expresi6n que acabamos de indicar es algo mas que

un objeto formal: no se trata de un simple angulo de

consideraci6n del sufrimiento, sino de una entera

actitud humana adoptada ante 41,, Mas que sobre su

estructura científica racionalizada, la medicina

moderna se constituye en torno a la categoría de

curacic5n. Del dolor importa -y en ello se cifra esta

actitud humana- tan s610 su curación. Podemos

afirmar que lo que hace el medico con respecto al

dolor no es, estrictamente, pensarlo, sino s610

curarlo. En este sentido, el dolor es

ininteligible.

En el mundo existen realidades indiferentes y

otras que justifican una dedicación, un quehacer

humano organizado en torno a ellas, para

investigarlas, fomentarlas, aprovecharlas etc.; pero

parece que sólo al dolor le corresponde una

dedicación dirigida exclusivamente a destruirlo.

LQue el dolor no sea pensable implica que deba ser

destruido?. El hombre no puede ponerse a pensar el

dolor pero sí puede ponerse a destruirlo. Pues ante

esto: ;que5 justificación tiene la medicina? La

12

(28)

cuesti6n tiene mucho interés, sobre todo hoy que la

medicina individual y pública (sea corporal o

psíquica) es reclamada como una de las soluciones

necesarias para el hombre en

su

relaci6n con el

dolor. Los adelantos científicos

Y

el

perfeccionamiento de las t4cnicas de gobierno y

conformaci6n de la sociedad est:in acostumbrando al

hombre a exigir un remedio para cada uno de sus males. El hombre demanda curación en cuanto es

afectado por algún dafío cualquiera; al instante su

atenci6n se concentra hacia el remedio. Toda otra

posible actitud ante el dolor es sustituida por la

única comprensión del mismo seglin la categoría de

curación. Si al medico, en cuanto tal, s610 le

interesa curar, parece que a l hombre ~ 6 1 0 le va interesando ser curado.13 El dolor: abunda en todo el

mundo y las energías morales disminuyen a medida que

la medicina desplaza toda otra actitud ante el

sufrimiento (tal vez de aquí parte la funci6n

mesi6nica atribuida a los gestores de la lucha

contra el malestar). Tal absolutizaci6n de la

actitud médica debe ser corregida: empobrece la vida

y encauza mal las energías humanas. En la

justificacibn de la medicina va implícita,

precisamente, la crítica de su generalizaci6n.

(29)

La raíz del dolor, como tal., es honda y e s t 6

sustraída a la accibn humana. La curacibn del dolor

como tal es una contradicción en los tBrminos.

Paralelamente, el significado del dolor para la vida

humana es mutilado si se limita cifr8ndolo en la

pretensión de curaci6n; nótese adem6s que, para

desconocer la diferencia entre dolor concreto y

dolor como tal, es decir, para perseguir

incontroladamente la desaparici6n del dolor, la vida

humana tiene que superficializarse. Ante el dolor

concreto, estd justificada lal actitud m6dica.

Empero, como el dolor humano no es la mera suma de

dolores concretos, la generalizaci6n de tal actitud es incorrecta. La categorización m4dica del dolor es

perfectamente admisible y se corresponde con un

determinado modo de presencia del. dolor en la vida.

Si se atiende exclusivamente a dicha presencia, el

dolor debe combatirse. Pero al no coincidir dicha

presencia con l a raíz del sufri:miento, se abre un

espacio que otra actitud debe llenar. El dolor en

cuanto curable est& presente en Ita vida en la forma

de obst6culo para el funcionamiento de alguna

facultad u drgano,

o

de dificultad para el l o g r o de

un fin. Esto explica que, en una 6poca como la

nuestra e n que la vida se llena de fines y se

entiende dinamicamente, el probllema de la curacibn

(30)

categoría de curaci6n con el dolor como fundamento

de una exigencia de alivio. tste último es un tema

especial.

La mordedura del dolor, atenazante, angustiosa,

atormentadora, e s una de sus oscuras dimensiones.

Parece que el hombre e s presa suya, queda a su

merced, sometido a su dominio, suspendido en ef uso

de sus facultades. El alivio del dolor viene exigido

por el amor a la persona que se halla hundida en el

dolor, desaparecida en 61. No se trata, propiamente,

de la curacibn del dolor, sino de la salvacibn de la

persona, que no ha de ser curada, sino, más en el

fondo, sacada del dolor. Con otras palabras, el

acento del interks

se

desplaza del hecho doloroso al

hombre doliente: es menester que aquél cese para que

l a persona se reintegre a su ser, no s b l o e n SUS

facultades. Esto es lo que explica Jiinger:

'Si la atención se dirige derechamente al fondo, ya no

considera el dolor como hecho sobrevenido o grieta

contingente, accidental, sino como una situaci6n personal,

como una versidn especial del modo dell ser humano. El dolor

se ha infiltrado hasta la persona y .vibra con ella, le ha

hecho violencia y la ha sumado a su órbita atroz. Pero en la

medida en que e l l o acontece, el dolor pierde su cardcter

concreto. Duele el alma o el cuerpo, pero como cuerpo o alma

(31)

duele la muerte de su h i j o , pero como una parte de su s e r y

no como aflicción sobrevenida simplemente'' .I4

Desde ahora se puede observar cbmo cada actitud

ante el dolor nos conduce a resultados específicos.

Pero, en cualquier situaci6n, el sufrimiento sigue

representando un aspecto nebuloso, de l a existencia

humana.

(32)

E L ROSTRO MÍSTICO DEL DOLOR Y EL REALISMO D E L S I G L O XIX

La historia es io que hiere.

FREDRIC JAMESON

Existe otra actitud característica del hombre

(muy distinta de la anterior, pero que, sin importar

contrastes, convive con ella en las sociedades

actuales) : es la que considera al dolor nacido en y

con el tiempo, es decir, no inherente al hombre tal

como lo interpreta la historia. Miiis bien se habla de

una ante-historia, es decir, del Paraíso, del cual

es parte esencial la ausencia de diolor.

En tal interpretacibn curiosamente coinciden

algunas religiones: el hombre no nació con el dolor,

sino que Bste último surgid a partir de alguna falta

a los dioses que el hombre conzeti6. Tal caso se

observa, por ejemplo, en algunas religiones

centroamericanas, como la Maya, o en Occidente la

misma religi6n cristiana. Dada la importancia de

esta última, por la fuerte influencia histórica que

ha ejercido en el mundo, l a consideraremos en algún

detalle.

Un primer tema importante es la relacidn

hombre-Ser Supremo, tal como la trata la tradicibn

judeocristiana. Primeramente, debe recordarse la

creencia mitolbgica de AdAn y Eva1 creados por Dios,

residiendo en el paraíso, en t o t a l armonía con l a

(33)

naturaleza y que habrían de ser tentados por el mal

(Satangs } a comer del fruto prohibido. Este

episodio fue el que determinó que al hombre lo

acompafiaría siempre el sufrimiento como castigo de

Dios por haberlo desobedecido. Desde esta

perspectiva, el origen del dolor en el hombre se

encuentra relacionado con Dios.

Pero ante esta posicidn surge la pregunta:;qu&

relacidn tiene un Ser Supremo con el sufrimiento de

nuestras vidas? La respuesta sigue una de dos vias:

la aceptación de tal relacidn hombre-Ser Supremo, o

bien todo lo contrario, es decir, una actitud que va

mAs a116 del epicureísmo a l negar l a existencia de Dios.

El problema se puede presentar en la perspectiva

de que el dolor obedece a una voluntad suprema y que

gobierna el orden del mundo; pues el hombre busca,

en terminos muy generales, una explicacidn y la

aceptacidn del Sufrimiento en su existencia.

Ya en un pasado remoto del pueblo israelita se

conocía este hecho puro y su forma no diferir2 mucho

en la posteridad; es el alejamiento de Dios frente a

las terribles circunstancias que mueven al piadoso

israelita a clamar a Dios un angustiado "¡¿por

(34)

"SeAor,¿por qu6 te quedas lejos, te escondes en las horas de

la angustia? Bajo el orgullo del impío, el desdichado se

consume, queda preso en la trampa que ha urdido. Si el impío

se jacta de los anteojos de su alma, el avaro maldice, a

YahvB menosprecia el impío

...

¡A116 arriba su cblera nada

vendrd a indagar! porque Dios no existe." l5

esta es la forma propia de la fuerza del dolor

psíquico proyectada desde fuera

en

el hombre frente

a las circunstancias, el hombre que pierde su

creencia o relaci6n con un Ser Supremo que lo

protege a causa del silencio de Bste ante el

problema del mal. El asombro esta en el fondo de l a

inquisici6n humana, y el dolor en el filo del

asombro y el desconcierto. Es propia del hombre l a

extrafieza ante el acaecimiento doloroso, el no

poderse acostumbrar a él; y esto se concreta en la

búsqueda de una raz6n explicativa. Pues no cabe, en

suma, limitarse a sentir dolor. e s t e insta a

confrontar la propia existencia. Georg Bllchner, en

La muerte de Danton, hace hablar a s í a Payne:

"¿Por qu6 sufro yo? e s t a es la roca del ateísmo. El m6s

ligero estremecimiento de un d o l o r , por mAs que tan $610 se

(35)

Estas palabras muestran lo hondamente que puede

sacudir al hombre el fenómeno del dolor, tanto que

ante 61 niega la posibilidad de que l a palabra

"Dios" corresponda a una rea1ida.d. Es de recalcar

que el ateísmo proclamado por Büchner por raz6n del

sufrimiento acompafia un triste fatalismo:

"Encuentro en las relaciones humanas una inevitable

fuerza[.

.

. ] el ser aislado es espuna tan s610 sobre la

ola[.

.

. I , el dominio del genio[.

.

.]una ridicula lucha contra

una ley fkrreal..

.]

el deber e s una de las palabras de

condenacibn con las que el hombre ha s.ido bautizado

[.

.

. I ; q u B es lo que en nosotros miente, asesina, :roba?" 17

Si en el mundo rigiera el deber de un firme

cbdigo, el hombre no podría cambiar en absoluto el

estado de aquél. Ya veremos c6mo habría de tener s u

fundamento, según los fil6sofos, en la esencia de la

causa pr i m a, en el primer fundamento del mundo. A

éste se soli6 llamar Dios. Mas la expresión Dios se

refería tambitb, como Büchner dijo, "a lo perfecto",

y como la causa p r i m a es lo que origin6 el dolor

destinado a las criaturas sin que les reporte

Citado pol: Walter Falk, Imprmioniswwg eqpmrh~ismu, cap). I, p. 36.

(36)

beneficio alguno,

no

puede ocurrir que se de el

nombre "Dios" simult5neamente a 261 causa p r i m a .

Las palabras de Büchner anteriormente citadas

brotan de una experiencia que en el segundo tercio

del s i g l o X I X se dio por doquier. Tal experiencia

trajo consigo la idea\ de que el mundo material, la

naturaleza, desoye l a influencia de un Dios y

reniega de En tal momento perdió la historia, y

con ella el ser humano, el sentido que

tradicionalmente se le concedía; la noción de

historia ( y aún m6s el sufrimiento) I tenía un

carhcter vago, dando lugar a la objeción contra la

creencia o existencia de Dios, o -como tambih se ha

llamado- a la "roca del ateísmo".

Ese movimiento al que nos hemos referido se

denomina Realismo; es a l l i donde se perdi8 la confianza en el espíritu y en sus normas. En

cambio, surgi6 una fe hacia la naturaleza y s u s

leyes así como una confianza en el progreso

cientifico desligada de sus postulados esencialesc

Acaso el hombre altivo de esa época, estimulado por

el desarrollo de la ciencia, pretende explicar la

naturaleza y se olvida de toda cuesti6n abstracta

(Dios, el ser, el bien, el d o l o r etc,) e Esta

perspectiva conlleva que el hombre tenga del mundo y

(37)

dependiente d e l orden empírico de l a c i e n c i a .

Personas de mayor c r i t e r i o a d v i r t i e r o n s u vaciedad y

t e n d i e r o n , i g u a l que Btichner, a creer que n u e s t r a

existencia venía d e la nada y acaba e n la nada:

"La nada se ha matado; su herida es la Creación; nosotros

somos SUS gotas de sangre; el mundo es la tumba donde se

pudre. ''"

Desde e s t a p e r s p e c t i v a podemos observar una

ac:titud p a r t i c u l a r del hombre a n t e el s u f r i m i e n t o

que surge de l a negación d e l v í n c u l o h i s t ó r i c o de un

Se-r Supremo

Despubs de Bügner a p a r e c e o t r a in t e r p r e t a c i ó n d e l

d o l o r d e n t r o de l a f i l o s o f i a . Fue con Schopenhauer,

que se n u t r i ó d e l p e n s a m i e n t o t r a d i c i o n a l d e l l e j a n o

Oriente2* y d e s a r r o l l b s u d o c t r i n a i n s p i r 6 n d o s e e n el

budismo. Una de l a s consecuencias de s u p o s i c i ó n

e.ra que la actividad creadora riealmente no supera

nada, s i n o que prolonga sólo el s u f r i m i e n t o . La 1ibe.raciiin l a o b t i e n e s61a aqu61 que renuncia a l

mundo y e n t r e g a s u y o a l nirvana para que se

d i s u e l v a e n l a n a d a .

Ibidem, pp. 43-45.

m v ~ , c o n s u e l o ~ c o n d e c r & y r e a ~ d

L a ~ t a e n e u n a e x c e p c s i r a ~ t u i d a

por las escuelas materialistas Wyata y Charwka, para las desno existe ni alma ni Dios, y

coasideran que rehuir el dolor y buscar el p b r es el ímíafin sensato que pueda proponerse el

bombfe.

(38)

El pensamiento de Schopenhauer lo examinaremos

can mayar d e t - a l l e

a

cont.inuaciQn, ya que de este

g r a n f i l d s o f o alemán se desprende la concepcibn de

l a valuntad como una explicacibn del mundo carente

de Dios y determinado por el sufri.mient.a.

(39)

Nos adentramos en el conocimiento metafisico del

mundo como dolor, de acuerda can Schopenhauer y su

pesimismo tr6gico. Desde una concepcibn de la vida

como dolar, 61 reflexiona sobre la negaci6n de l a

voluntad de vivir y la religión como respuesta

mitic.a a l dolor del mundo, Schopenhauer considera a

l a contemplación mística y el ascetismo como

liberadares, Su filosofía parece ser una asociacidn

entre su pesimismo trAgico y la orientacibn de

Europa en el s i g l o XIX,

El autor de E2 como voluntad y

repzesentacidn comienza estableciendo una identidad

ont.ah6gica: el Ser es voluntad,21 Victimas son todas

l o s seres vivos en cuanto que encuentran dado en

su

propia corporalidad, que sufren ]par la voluntad de

vivir, el fundamento del dolor, que en última

e.xpresi6n es el egoisma (entendido como impulso de

vivir y bienestar) Schopenhauer muestra la relaci6n

e-ntre la volunt.ad y la vida:

''Allí donde hay voluntad, hay vida. Por consiguiente, a la

voluntad de v i v i r le est& siempre asegurada l a vida, y

2' Manuel Suances Marcos. Arthur Schopcnhauer. RcligMn y nwtaflsica de la voluntad,

(40)

mientras ella aliente en nosotros no de:bemos preocuparnos por

nuestra e x i s t e n c i a . rr22

La voluntad de vivir es el ser que mueve desde

la c.onstituci6n cdsmica a la corporalidad, Parece

que en toda vida (como lo afirma Schopenhauer)

e.xiste ese querer individualizante que produce el

dolor, el sufrimiento, debido al fastidio y

aburrimiento de la repeticibn de l a .mismo 0 a l

riesgo imponente de la dispersión infinita y

c.ontradictoria de l a que se desea en la existencia

cotidiana, estando en la imposibilidad de un no

poder jamas calmar l a infinita del querer de la

voluntad. Es, pues, el egoísmo la tendencia

cmtol6gica de la individualidad expresada carno

voluntad de vivir, de conservar laL vida.

Siguiendo a Schopenhauer, como el cuerpo del

hombre es la objetivaci6n de 1.a voluntad, puede dec.irse que la afirmacibn de la valuntad es

afirmación del cuerpo. De tal manera, gran parte de

los actos voluntarios son satisfacci6n de l a s

necesidades corporales, las cuales,

fundamentalmente, se identifican con La conservaclbn

y la generacih. Tales necesidades son las que

indirectamente influyen sobre la voluntad y originan

los actos m8s variados; e s decir, e l acto de l a

(41)

voluntad que

no

tiene que ver inmediatamente con la

conservacibn O la generacibn indirectamente tiene un

hilo secreta que conduce a

ella^^*^

El motivo se presenta a l a voluntad de mil

maneras: siempre nos promete la satisfaccibn de

apagar la sed d e l querer, pero una vez satisfecho el

de.seo se presenta otro nuevo Y así

ininterrumpidamente como cadena sin fin. Desde el

primer momento de su conciencia, (el hombre se siente

ya como ser de voluntad; su conocimiento esta al

servido de éStac La vida de l a mayoría de las

hombres consiste en saber lo que quieren y

satisfac.erlo a fin de no caer err la desesperacidn,

La necesidad, qu.e acosa a todos l o s hombres durante

la v i d a , no les permite reflexionar sobre s í mismos;

su existencia transcurre entre sacudidas de

emociones, pasiones, deseos, etc,

El acto sexual es la afirmaci6n m6s pura y

enkrgica de l a voluntad de vida; su consecuencia es

un nuevo ser que perpetúa en el- tiempo esa misma

voluntad de vivir objetivada

en

eh individua, La

naturaleza, cuya esencia es voluntad de vivir,

aguijonea constantemente al hombre con toda su

fuerza para que se reproduzca; una vez que ha obtenido de 61 lo que queria, b o abandona

(42)

2 2 5 3 4 1

voluntad de v i v i r , s610 l e i n t e r e s a l a conservaci6n

de l a especie, na l a d e l in d i v i d u a (q u e p a r a e l l a

es nada) Suances e x p l i c a :

"Por esta raz6n el acto sexual es considerado como vergonzoso

y esto tiene su'expresi6n mitica en el dogma cristiano del

pecado de Adán y Eva, que fue un pecado sexual y que nos

conden6 al dolor y la muerte. En este sentido el cristianismo

concibe que Ad6n es la idea humana cuyos miembros son todos

los hombres enlazados por la generacibn,; cada individuo, cada

hombre es idéntico a Addn porque Bste representa la voluntad de vivir y por tanto est6 entregado tambih al pecado y al

sufrimiento.

La clave del enigma del mundo e s t 4 e n e l a c t o de

generacibn: e l u n i v e r s o es tQdQ (ir1 un c o n t i n e n t e de

i n f i n i t a s farmas espacio-temporales, pero todo e l l 0

no e s m6s que un f e n h e n o d e l a v o l u n t a d de v i v i r

c u y a c o n c e n t r a c i ó n fo c a l es e l a c t o g e n b i c o . Esto

e s lo que mas claramente expresa l a e s e n c i a del

mundo. Según Schopenhauer, 6 s t a es l a raz6n por l a

q u e f u e llamado &bol de l a c i e n c i a e n e l paraiso.

Por eso e n c i e r r a t a n t o m i s t e r i o y, aunque no se

hable de el, e s e l matar s e c r e t o q u e t a n t a s CQSBS

mueve-25 Y esto n o s l l e v a a l tema t r a t a d o por e l mito

(43)

y que, a causa de ello, la vida es un continuo

dolor.

;Es entonces insostenible la decisión de evadir

el dolor en cuanta tal? Schapenhauer pretende

mostrar el camino: negar la voluntad;

o

tambien,

podernos decir, superar la voluntad de vivir p ~ r la

autosupresión a través de la vida contemplativa.

Est0 puede hacerse de dos maneras: con el kxtasis

est6tico (por ejemplo en l a música o el arte, como v í a s que nos evaden de la multiplicidad tensa y

sufriente de l a cotidianidad), o a travks de la

santidad del asceta que permite evadirse de mane.ra

definitiva por el estado de la beatitud y alcanzar

la paz imperecederac

De cualquier manera, para Schopenhauer, la

sit.uaci6n de l a s seres humanos comunes y corrientes

es trSgica, sufriente, sin salida. Desde tal punto

de vista, no existe n i n g ~ n & - q u l o favorable para el

dolor, el cual determina a l hombre. En suma, tal

f i l o s o f í a es pesimista, negativa,

Desde cualquier perspectiva, el dolor es sombrío

y perturbador, y su inclusibn en la metafísica es

dificil por cuanto que se opone a l a claridad y al

juego armbnico del Ser e Es que el problema no es

meramente especulativo, como t:ampoco lo e s la

(44)

Una de las preguntas importan,tes en este trabajo

(;qtr& papel se asigna al dolar en l a concepci6n de

la vida humana?) es reformulable de dos modos: ;cbmo

l a han entendido los hombres, c6mlo han organizado su

vida teniendo en cuenta el dolor? y ;c6mo entenderlo

en si mi smo

,

independientemente de las

interpretaciones dadas? Con e.1 examen de las

soluciones humanas a l problema del dolor intentamos

(45)

Muy esquem&ticamente cabe caracterizar a la

actitud hinduista hacia el dolor como una actitud

general adoptada con base en una conciencia del

sufrimiento de tal intensidad que suspende toda

inspiraci6n y estímulo positivos provenientes,

primariamente, de las restantes realidades, y que,

de manera paralela, influye decididamente en la

metafisica.

El hinduista tiene una conciencia agravada de

sus faltas, que cree acumuladas en existencias

anteriores. No se trata, en rigor, del sentido

cristiano del pecado, Esas faltas constituyen un

envoltorio angustiante que oprime a l hombre. El

deseo es una ilusi6n de la que hay que 1iberars.e;

tal liberación es la tarea fundamental y

verdaderamente Gnica de la vida; lo cual no puede

ser: m6s 16gico en vista de las sefíales indicadas. El

d d o r no se presenta en el ámbito general de la vida

como un factor mas, sino que angosta y marchita todo

el resto, For eso, la remisib de la falta se

encamina hacia una actividad positiva que comprenda

La naturaleza, sino que convierte la conducta en un

m4todo encaminado a liberarse de la naturaleza

contaminada.

44

(46)

El dolor es criterio dominante, e s decir, Único:

Eunda y provoca una sentencia sobre la vida, Para el

hinduista, el cuerpo e s d o l o r porque en 61 est6n los

dolores, Los sentidos, las objetos, las percepciones

son dolor porque llevan al sufrimiento; el mismo

placer es sufrimiento porque viene seguido de

sufrimiento. Estos tres “porqu4s” nos pueden dar la

c l a v e , Se trata del dolor c:orno tenaza, como

fatalidad, como h u m a t m n 2 ‘ El hinduista est& todo

entero en la empresa de escabullirse del

sufrimiento, La vida del hinduista est.& aplastada

por la conciencia del dolor. En tales condiciones no

es posible el dinamismo hist6rico y cultural, La

vida queda vacía al ser vista desde la

ininteligibilidad del d o l o r , Se trata de una vida

crispada, que no soporta el dolor en virtud del

inter& por las realidades positivas, sino que

sucumbe a 61 al adivinarlo en cualquier proceso. Por

el dolor, el resto pierde su sentido independiente.

La actitud hinduista, por ejlemplo, es distinta de la mkdica: na es curar el dolar lo que le

interesa, sino m&s bien, evadirse de 61, creyendo

que en e s t a evasibn est& la via de llegada a un trasmundo. Esto es lo decisivo. Curar e s restablecer

(47)

m4todo, camino del espíritu hacia una región

inmaterial, ¿Que haría con unai vida sin dolar?

Re.spe.tarfa,

no

tocarla ~iquiera,'~ Pera en la vida

humana -piensa el hinduísta- el. dolor no es una perturbaci6n accidental sobrevenida en un marca

general de sentidos positivos mundanos e hist6ricos,

s i n o un punta de referencia del cual alejarse para

ir a parar al trasmundo. MBs que una tkcnica de

curaci6n

es

una t6cnica de e v a s i b n : evasi8n que

desemboca en el Ser.

El debilitamiento de la vida por efe-cto del

dolor se trasmite al sentid.0 del Ser. T a l

debilitamiento es, en concreto, el panteisma. El

panteísmo hinduista es la suspensión en lo mas

universal, a sea, una vaguedad, La metafísica

hinduista

es

especulaci6n pura, 63s decir, intuicitjn

sin peso humano. El dolor ha hecha abortar e.1 yo y

por eso el Ser no tiene por que dar raz6n de 61,

Así, pues, la insercibn del dolor dentro de un marco

metafisico est& muy lejos de constituir una

comprensión del mismo. Parece compleja la actitud

del hinduista; su sufrimiento es un sin sentido que

ha de enmudecer en tanto que se proyecta sobre l a

realidad circundante. 2 9

Referencias

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