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Isla de los bienaventurados

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Academic year: 2020

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(2) A L F O N S O. Isla. C A L D E R O N. de 10s. Bienaventurados. EDITORIAL SANTIAGO. NASGIMENTO 1977. CHILE.

(3)

(4) UXORI DILECTlSSlMAE.

(5) .... " en las Islas de 10s Bienaventurados, ni a un solo bienaventurado hall?'.. ROBERTFROST..

(6) TAWDES DEL VERANO. Como si fuera hoy, venias en tardes del verano. A ras de hierba, el afio indolente coronaba unos muros que creimos invencibles. TG olias a cebada, en un vag0 almactn de aquella esquina. Amor de nunca, a hurtadillas te cogia 10s cabellos. Ruedan las piedras tibias, silbando hacia el ciruelo. Un relincho de caballos invade la calleja y el quieto yuyal profana el tedio de la casa.. ,.. Tal vez el rio distraido lame pasos vehementes y las verjas resplandecen. Vagas caligrafias evitan lasopalabras y todavia el tren avanza citgo, en esos afios. En el orden de 10s piijaros, 9.

(7) '. un viento muerto sopla nuevamente. Torna el preg6n del barquillero, junto a un tilo de la plaza. Pone el aromo cientos de pupilas amarillas en la noche. Pulcras gentes de otro tiempo danzan, balancean las sombrillas o se sientan en escafios silenciosos. A veces rio, a veces lloro, y en todo hallo, gris y terco, el olor tan solo de la cebada aquella. 1962.

(8) MANZANA SOLA. Vuelve otra vez la misma llmpara de invierno, cuando pienso que es mis mia la llovizna si muerdo, simplementc, una manzana. Se pierde la calle tras las notas de a l g h piano fastidioso, y 10s p6jaros te aguardan a la salida del Liceo. Amar era casi escoger estrellas puras, a la sombra de un castaiio, en mitad de tu hermosura. jBella Durmiente, la reja se llena de sanjuanitos, y un puente acuna a las cigarras! Rozan las t6rtolas las ramas del nogal. Tus labios y mis labios dispersan 10s sabores de las frutas. Moja 11.

(9) la lluvia a I g h viejo grabado de Rocambole y oigo el sonar de las monedas que lanzaste a aquel organillero. T u vestido celeste adivinaba el pulso de la muerte en la guitarra,. y yo me daba tiempo para pensar en la Malasia, trjbutario de centelleantes libros de Salgari. Ahora, vuelve todo, cuando muerdo con tristeza una manzana. 1962. 12.

(10) SI TU SALIAS. . ... Si tii salias a la puerta, p r las noches, yo aguardaba en aquellos escaiios cenicientos. Hada migica, a1 filo del invierno, torna de nuevo el viento sur, distraido como el Oltimo alumno del Liceo. Yo solia silbarte una balada, junto a1 muro de la esquina, llevando en la mano un libro que huele aiin lilas muertas, o buscaba sellos de un centavo con la efigie de Col6n. 2A quitnes esperan ahora las muchachas y a qui padres hablan cada tarde. a. 13.

(11) que se h e ? i Qut. tias muertas van subiendo a la imperial de 10s tranvias, cuando pasa el alcalde a coger berros? Cae la lluvia sobre un escafio solitario. 1962. 14.

(12) A TIRO DE BALLESTA. En la curva del rio, a tiro de ballesta antigua, tb y YO nos cansamos de Ilorar. El tren del sur Ileg6 a las seis y un organillo inevitable desafina temas de Yradier. Beben 10s viejos, y hablan vagamente de asuntos del trig0 o del Diluvio Universal. De nifios, en la glorieta, hay bellaquerias. eonversan ]as parejas en salones con felpas destefiidas, y picotean 10s gorriones las pajas de un adobe, en la muralla. <Hacia d6nde se fue el hum0 que salia de la f6brica a las seis? < Q u i se hicieron esos nifios, muertos en invierno, mientras reducian chelines a peniques ?. 15.

(13) Pasan 10s novios en busca del port6n. Perfuman 10s tilos el rumor de 10s eximenes. Bisbisea el cura y nada ocurre. En la curva del rb, a tiro de ballesta antigua, nos cansamos de llorar. 1962.

(14) CORN0 INGLES. Me acuerdo bien: llevaban linternas esa noche. Suena lento, en el bosque, el corn0 ingl6. Patos liles se detienen en 10s postes que la lluvia est6 mojando con lacia timidez. Asordinan las taguas sus dobles chapoteos y aviesos bordonean 10s primeros moscardones. Por el aire, la fuerza del amor nos gana el cielo. Lerdos, 10s belfos del caballo golpean ramas bajas cuando surgen 10s fantasmas. Mira el queltehue las distantes callejuelas, evita el agua y, como siempre, tienen prisa 10s vilanos. 24sla... .. 17.

(15) Por junio, mis ojos se encontraron con tus ojos. Hallarte en casa era llamar .a puertas de oro, mientras llenabas con flores el cuaderno de botbnica. Oigo, en la muerte, el sonar del corn0 inglts. I. 1962. 18.

(16) COMO UN VERSO DE SAMAIN. Como un verso de Samain, la casa permanece. El coraz6n de 10s piijaros me recuerda a Garcilaso. Hallo atin humo de abril en las viejas herrerias. Cojo la bandera de aquel Corsario Negro. o membrillos de grandes alacenas. Los cercos se llenan de gorjeos cuando pasan 10s trenes del ramal y alguien afina punteria en 10s vidrios del notario. Los cerezos se mecen con el viento. gAd6nde est6 el gigante con la migica habichuela? “Ve por leiia”, me decian casi siempre. . . Tus padres descendian de antiguos picaflores. Olian las sibanas a trig0 e hidromieles. 19.

(17) En libros de magia, dormitan unos gnomos y pienso en las babuchas que llevan a1 pasado. Las iiltimas goteras se cstrellan en tu cuerpo: desnudos, nos .hacemos m6s puros cada dia. 1962. ,. 20.

(18) TU VENIAS DE BAGDAD. De pronto, nos acordamos de Bagdad.. Tij mirabas a un caballo que tenia estrellas puras en la frente. Pasan 10s choroyes y se cubre de zarzamoras. .. el camino que da a1 ria. Confiada esperas el arribo del ave Roc. Dejas cartas en el Gnico buz6n de la ddea sofiolienta y yo admito que ha de llegar en postillh. el mismisimo Jost Bilsamo. Quiz& oiga la viola d’amore. De pronto, nos acordamos de Bagdad. Tij te ibas y yo hice promesas a1 genio de la llmpara. 21.

(19) y a la suave e incitante Scherezadc.. Todo queda alli: el chilco en el herbario’. del Liceo, 10s tilos de la plaza, la voz. del viejo que habla del dia de la ira, y el rodar de 10s toncles de cerveza, junto a la calleja empedrada y gris. %lo faltan el piano triste de Fats Waller y zus dos rnanos sobre el libro de Bagdad. 1962 c. 42.

(20) SCHERZO. Como en la epopeya de Rolando, oigo, una vez y otra, el cuerno del heladero, no lejos de mi casa. Vuelan a Etiopia 10s aviones italianos, y pasa Basil Rathbone persiguiendo a1 luminoso can. del sefior de Baskerville. Las palomas toman migas de tus manos, esas manos que no esth. Como pan con miel de ulmo, en tardes de fin de mundo. Hablan mis padres de Mary Pickford y el molinillo del caf6 pone una pausa o adormece, en tanto las tablas de multiplicar van dejando la melancolia de un vag0 q u i me importa. TG,mi Badrulbudur, amabas al bueno de Aladino. 1962. 23.

(21) SUR. No tiene nombre el pueblecito, y nunca lo ha tenido. Sigue a h alli Peter Schlemihl cambiando su sombra por dinero. Me parece ver ahora. la cabeza de Thomas John que repite lastimera: “por el justo juicio de Dios yo fui juzgado; por el justo juicio de Dios he sido condenado”. Cantan las cigarras en el patio de la Gobernaci6n y yo copio con letras pequeiiitas el pluscuamperfecto del subjuntivo (aquel “hubiera amado”). Sofiabas ?A con principes albinos,. 25.

(22) que vendrian tal vez de Cristiania y jugabas a1 m o r , cantando el vals “Pedacito de cielo”. Saltaba el juio, asustado de su sombra, y tiemblan las manos del muchacho que cura 10s primeros volantines ilusorios. No tiene nombre el pueblecito y nunca lo ha tenido. 1962. 26.

(23) LOTA BAJO, 1939. Ccceante, el maestro puntualiza la historia de John Silver, a bordo de “La Hispaniola”. Salas tristes del colegio parecen de otro mundo. Yo rcpito, por diciembre, la historia de Lot y su familia, micntras silba en el aire una varilla rabadana. A1 fondo, en enteco muro patinado por las moscas, un cuadro antiguo: por negro mar viaja Odiseo; rota, la nave aguarda vientos favorables, y Circe piensa. gEn quC pais e s t h todas las caligrafias del jueves por la tarde? En mi memoria, un cine antiguo, con palcos y lunetas,. 27.

(24) despide a Mister Chips. Preg6n de chocolates, y una vez y otra: “Muiieca de Cristal”. Veo a1 doctor Livesey, seguido del Squire, cargar a1 hombre 10s dias del pais muerto. 1962. 23.

(25) GAVIOTA. Alta, son6mbula en la lluvia, iba ligera. De tumbo en tumbo, y en un ayer glorioso, el viento la ceiih. En sueiios, regresa a Selva Oscura y a Rarinco, a PGa, Mulchen o Quitrade. Mi madre tarareaba un aire antiguo. Vitreos 10s ojos hondos se le han vuelto. El viento la traia y la llevaba. En medio del puekhe, me hice m6s seguro y busque pactos de sangre con piratas. Molian ajo en un mortero de madera y todo era llorar. Se cerraron las piezas. 29.

(26) para el niiio que yo fui. Nube a estribor, desde un navio de Salgari. Sus alas enneblinan, y un ocho de febrcro, asi, se qued6 muerta. 1962. 30.

(27) BLUES. Bueiias hojas de otoI?o, hermanas de amarillo delantal, dancemos hoy en el parque abandonado. Esos gnomos comen nalcas y las dejan junto a1 lam de Art Accord. Sacamos 10s guisantes de sus vainas, en una mesa de piedra que horadara la lluvia de hace tiempo. Hadas bretonas sacuden esas densas telaraiias y esconden ratoncillos en las calabazas. iQuiCn guardari en sus manos este cuadro antiguo: un cielo de abril, que se pierde como un puiiado de monedas en el traje de a l g h muerto? Nadie danza, hojas de otoiio, en el parque solitario. 1962.

(28) ELEGIA A MANZANA DE ANIS. Apopda en el basth, llenas de pecas las mejillas, te veo pasar, Laura de Anis. Tienes hoy diecisiete afios y medio. Picotean unos pijaros €as gotas de rocio y las entibian, alegres, en sus buches. Apartas 10s brazos para que ellos vuelen. Silbas con tu boca pequefia a Viernes, el perro wrdo, que mueve apenas las hfimedas orejas. Caen hojas cuando pasa tu ti0 Tom de Arbailles, botinico y poeta, buen amigo de Samain. Graciosa, por el amino viene Lucia de Atchuria. Huele a triste ropa invilida el armario de caoba y rebotan en el piano las bellotas silvestres. 3-Isla.. ... 33.

(29) '. 2Pone a h tu madre la garrafa azul y fria l te sonrojas mientras bebe sobre el mantel? 2Y i el vino aquel joven Juan ArnGstegui, o tocas lentamente el pas de quatre? Adornan las mimosas unos pechos de muchachas y cruza el arc0 iris un camino de girasoles. Agosto se llena de cantos. Con tu bast&, apartas la niebla de 10s aiios. iEst6n casindose en la capilla de Noarrieu, J!uan y Lucia, a las once en punto de-la maiiana del once de marzo de mil novecientos tres? La vieja criada enciende el fucgo en el curato. Rarre, poco a poco, ligrima y fracaso. Suben al phlpito las gallinas cloqueando en busca de maiz. No te queda sino morir. Sola, t6 sollozas en el tiempo, mi buena Manzana de Anis. 1962.

(30) MUCHACHA GRIS. Una muchacha impaciente se desnuda junto a1 rio oscuro. A1 frente, en la ventana baja, repito una lecci6n acerca de Gay-Lussac y como galletas de jengibre. S610 pienso I. en que a la‘noche he de leer “Testamento de un exchrico”. Hoy llovi6. Deshechos, 10s peri6dicos envejecen elusivos en el quiosco de la esquina. Me asomo ai baa del pueblo y busco a un viejo que ha estado en la guerra del Catorce. El alemh del emporio me atiende y dice: “Si 10s franceses hubiesen hecho. 35.

(31) el Exodo, nunca pasarian de loq arrabales de Paris”. Todos rien. DespuCs masculla algo, pide huevos duros y cafl con aguardiente. No sC quC decir. Camino. La muchacha anta. 1976.

(32) EDAD DE O R 0. Sin camisa de fuerza, entro a1 Palacio del Horror. “Hemos tenido nuestra pequeiia Edad de Oro, per0 ha pasado”. Silbo a las ixltimas muchachas en la noche. Como todas, Ayesha, la bella, se deshace a mis pies, Me enredo entre las hojas muertas y cuento las ventanas, sin prisa ni entusiasmo. Rasco con la uiia del pulgar el indigo de 10s calendarios. Siento frio. Me subo el cuello del abrigo y digo: “Eh, va bien, eh, eh, va bien, va bien”, y aguardo sentado a que pax el Gltimo tranvia. 1976. 37.

(33) ELEGIA A MALENCONTRE. ~ P o quC r no tengo yo el hermoso tinter0 de Sajonia y una abuela como Rosa de Clairande? Retratada a 10s dieciskis, en traje de hada, quien la creyera una simple sefiorita de compaiiia. Ovalo puro, todavia * un poco infantil, finos hombros y tinte transparente, 10s ojos verdes o azules, segGn el inimo, el dia, el aiio o la semana. <,En quC ciudad lejana, Rosa, moviendo las pestafias, admiti6 ser pintada por un artista primitivo como yo, hecho a patatas, a nabos o a cebollas?.

(34) '. La alfombra de Oriente cubre el suelo. LR echo 10s brazos a1 cuello. No hay ya ni hoy ni ayer, y ella se acurruca en el sill6n. Por la ventana, entra el dia y un pijaro languidece en la rama. Rosa de Clairande tuvo alegre el coraz6n y un ocho de abril, vestida como antaiio, muri6 repitiendo mi nombre alegremente.. . 1976. 40.

(35) EL CAPITAN TORMENTA. iTreinta mil cimitarras turcas me valgan! Se deja oir el estampido del-cafi6n mientras devoro el postre de grosellas. iPor las barbas de Mahoma, traseguemos. el extrafio vino de Chipre! A1 fin y a1 cabo, Famagosta no se rendiri esta noche. Arden las antorchas en 10s largos murallones y 10s guerreros venecianos aguardan el asalto de 10s infieles. El Le6n de Damasco me ve buscar m6ltiplos de seis, y en la cocina, las arvejas caen en la fuente como cabezas de cristianos. 41.

(36) Me resguardo de las balas y desafio a 10s mercenarios con mi espada toledana. Causo estragos, siego vidas y con el nombre de San Marcos en 10s labios caigo exinime.. ’. Corre lenta la brisa de Levante. Yo mori como un valiente en defensa de mi sefiora. Espero que a l g h dia;a resguardo de la muerte, cl Capitln Tormenta regrese a mi coraz6n. 1976. 42.

(37) ERROL FLY",. MAUREEN O'HARA Y YO. Expuesto a rhfagas y vendavales, atiza golpes, da mandobles, dice ichspitas! o salta desde a l g h palo mayor. Cae de sorpresa y con el bigote fino enamora a Sol, a Dolores, a Perla, a Blanca o a Maria. Su mirada de halc6n convence por si sola a1 mis osado de 10s disidentes. Le da igual guerrear de flanco o en la retaguardia. Que se apiiien 10s heridos y 10s muertos, la fiebre, el cscorbuto. o la locura. Con aretes gitanos, se parece a Douglas Fairbanks, y su futuro suegro, el contable de Calahorra, seco como un jam& ahumado, sestea en un cuarto frio. Tal vez en el script se agregue '. 43.

(38) miisica de Frindl. “Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”. Hace el amor con una prisionera, Lolita o yo qui SC y luego, ella y 41 miran la luna o dan de trompadas a1 lucero. El capell6n se enfurece y cita. y 10s llama a todos bellacos, irlandeses o bergantes. %be que un dia han de colgar, desde lo alto, saludando a su pesar las tierras espafiolas. Veo un dibujo de Cod. Cuando vuelva, si regreso, dirt que eras hermosa.. a San Ambrosio. 1976. 44.

(39) HOMENAJE A SABATINI. Si d l o ha muerto un hombre, 2 por quC corro ? Se ven brillar linternas en las noches. Es invierno y le0 a Sabatini. Sueiia el caballero de la taberna con el castillo de Perth. Lo que hizo, lo ignoro, no lo sC. Nunca jugari a otra carta que no sea el rey de espadas. Con el sombrero puntiagudo y la casaca negra, llevarC otra vez mi arm a'cromwell y besarC las Escrituras, aunque me llamen cuervo, hipckrita, gazmoiio, recitador de salmos, fanfarrh, libertino o petimetre. La paloma.

(40) no pudo reposar con el halc6n y huir es mejor que la horca y el sudaio. De mevo, a este lado del infierno, revivo la batalla d,e Worcester. y todo el fervor de 10s Cabezas Redondas. Tengo el rostro ennegrecido por la p6lvora. Pienso en la ensefia del Ancla y en la calle del Tsmesis, en 10s arenques, en el vino. oscuro y en mi aire melanc6lico de ayer. Desde mi ventana, mientras leo a Sabatini, veo pasar a las muchachas del Lice0 que i r h , no si, a1 Albergue del Sol, a116 en Calais, o a la gris Posada del Cuervo, en Newport o en el Infierno. Marcho a pedir cuentas. Se dispersan las postreras golondrinas, si las hay, y suenan sobs las herrerias, \. cantando en el pueblo. Llueve y el viento zarandea 10s letreros. Alguien dice que hub0 un tiempo en el cual 10s niiios eran reyes. id,el forajido”. El cuervo me repite: “14, 1976. 46.

(41) .. GAT0. Sin embargo, dulce y ya borrosa, la seiiora ha puesto el gat0 sobre las rodillas. Abierta, la casa enseiia un reloj de pared,. agotado como fiera de circo. Al’azar, una pipa aguarda, all$ sobre la mesa. Y una locomotora rechina en el calendario.. Es febrero y un ojo abierto se marchita antes de tiempo. NQreconmco ni las caras ni 10s nornbres, de costumbre. 47.

(42) Un transehte, probablemente falso, traza un circulo luminoso e invoca a1 Sefior de las Moscas, BelcebG. Coge un cuchillo. Se agita el gato, que parece una estrofa de Verlaine, y la sangre ligera cae a1 suelo. Abierto en canal, no sabe a quiin llamar. La mujer, que nunca avid a nadie, se arregla el peinado, maiilla sordamente, espera un instante, abre 10s brazos y sonrie. 1976. 48.

(43) SUEROS. No tend& ocasi6n de envejecer. Nada de particular me murre. Torno una taza de aft, o calm esas grises zapatillas muertas. La persona que no existe lleva curbata y viene de la estaci6n. Siento el ruido de la locomotora. Carraspea y me esconde en paladas de carb6n. Todo vuelve a empezar. La flor no tiene tiempo para brotar y esa mujer aguarda en el umbral. Ahora, soy flautista. Toco un ritmo 4-Isla.. ... 49. -.

(44) en una botella vacia y se me repite una escena de Quai des orfevres. Jouvet tose discretamente. J.,a hermosa rubia canta. Dance avec moi. La gente es buem y me saluda, inclinindose. Cseo que se trata de UM burla. No sc lo que Ocurre a mi alrededor, 1976. so.

(45) BELLE EPOQUE. jComprenderii? Yo no tuvc sucrte. Basta siempre con decir: “no he v i m nada”. 0 “en el cine, las vistas de Lumitre me llevaban a1 s6ptimo cielo”. 2 Tuvieron una escena ? El flautista cmpujb la puerta del reservado. Una inundaci6n de rojo 10 hizo volver el rostra. .. 2Era su amante? Todas las mujeres llevan blusas azules y faldas con enormes lunares. Irt un dia a1 hotel de Trouville..

(46) Con sus sombreros de paja, las bellas no tienen edad y miran una fiesta sin fin, desde la plataforma del tranvia.. No vale la pena llorar como un perro. La flauta adormece a 10s ratones. <Cree usted en esta historia inGtil? Beba para ponerse a tono. 1976. 52.

(47) TANGO VALENTINO. Triste y melanc6lica, la cabeza gris de Rodolfo Valentino sale a escena. Quieren disuadirlo para que no idolatre a Natacha Rambova ni cante a voz en cuello “El Relicario”, ni vaya una vez m6s a esa Espaiia que murid Arroja su traje de gaucho y nata de un golpe a un feroz leopard0 azul. Las ventosas del, pulp0 prodigioso lo atenazan. Natacha grita de placer. No se sabe si es monstruo extrapolado de una vieja comedia de Mack Senett; 53.

(48) Valentino sonrie como un c h a d y mueve 10s ojos en seiial de triunfo. Da un golpe a Natacha y la arroja a1 cubil. Sus ojos se llenan de ligrimas,. La pianista envia “El Sheik de Arabia”. Las castas j6venes de Lota retienen el aliento. Nadie como 61 para vejarlas. La pianista simula en el teclado muerto. 10s movimientos de la sierpe biblica. Salgo furioso a bailar el tango y hallo el amino, pero olvido la melodia. Los tenticulos me oprimen. 1976. 54.

(49) LEYENDA. Vivo pensando en mis alumnos. Hoy han destruids la oliva de Platbn, en el Pireo. Miro por la ventana, no veo nada. El mundo se me borr6 de tantas y tantas clases. Las catalpas me preguntan “iy quC has hecho por nosotras?” Ahora, una carta de recomendacihn del coronel Sutter me lleva hasta Alta California. “Todo se ha ido a1 diablo”, me susurran.. 55.

(50) Ruedan por la sala oscura y gris convoyes de veintistis carretas. Disparo desde el pizarr6n sobre un frio d6lar de plata. La leyenda, como siempre, ha de convertirme un dia en el “Naple6n del Oeste”. No corto el hilo miigico. Desde la tolderia arrojan flechas. Oigo el crepitar del fuego y pido a Dios miis fuerza. Pronto, agotado, susurro: “Salgan a recreo”. 1976. 56.

(51) DIA DE LA IRA. Poseo millares de cabezas de ganado y oigo a h c6mo aGllan 10s coyotes. Prefiero no pensarlo dos veces. j Fue el rey David qui& invent6. el rob0 de ganado? Fui cruzado, un dia, y vi morir a 10s niiios puros en un burdel de Oriente. NadC bien en las aguas m5s revueltas. Escaso es el sol que llega a las calles de Praga. La sospecha pasea por Berlin. Un dia grit;, con ka, “jme entienden bien?”, y fui a Dachau.. 57.

(52) Antes, me lami6 la-pierna un perm y sofii a Dios en cl centro de la estrella. Me llamaron ayer el Cicl6n de Oklahoma. El Sudoeste existe gracias a mi. En mis rata Iibres invent6 el lazo, la guia de telifonos, las columnas de H6rcules y el neumltico Michelin. Lucgo, llam6 a las puertas del Templo.. ‘. Me pcgaron con fusiles. Me llagaron con cuchillos. Me escupieron, dia a dia.. “Ha sido en legitima defensa”, dechn. Cada judia cs fiador de 10s demls. 1976. 58.

(53) MASCARAS. Como Amiel he cedido diez mil veces y repeti en el cor0 el estribillo. “Asia debe pertenecer a 10s asiiticos”. “No debieron electrocutar a 10s Romberg”. “Tenemos la responsabilidad de corregir el mongolismo y de declarar, una vez y otra, que la partenoginesis es antinatural” (a su lado, s e g h Robert Kemp, 10s errores de Sodoma y de Gomorra son meros juegos de niiios). “Dr6cula es un simbolo del Poder”, “‘T‘arzines homosexual”, “Los niiios azules han de gobernar el mundo”, “El Informc 59.

(54) Khsey es d s entretenido que la mismisima Biblia”. “Hay que instalar una Virgen en la Luna”. Claude Bernard me lo advirti6: “No hay que poner ni retorta ni alma; hay que poner lo que haya”. 1976. 60.

(55) HOT JAZZ. Te dije que eso no tendria un buen fin. El tranvia nos espera y un ray0 de sol inunda la calk, como siempre.. Me sugeriste con dulzura: “un drag& es lagubre, pero no se puede odiar”. Oigo, sentado en el cafk,. Swing in minor, el rasgueo final de la guitarra de Django Reinhardt. Quiz6 tenfarnos un aire 61.

(56) vag0 de pcrro pcrdido. Te rcpeti que esto no podia. tencr un buen fin. Quise decir algo mis 1976. 62.

(57) MONSTRUO. “Estamos haciendo historia”, dijo el Monstruo, luego de pensarlo bien y consultarlo con la alwhada. “Yo estoy contigo y lo vamos a intentar todo. No creas a quienes tienen por diosa a la Derrota”. Pongo la radio y se oye la canci6n de moda: “Cuando el hombre muera y se vaya algin dia las noticias dirin que Sat& con sus pequeiios bigotes. .... est4 dormido bajo su tumba”. 44 t Si, por supuesto, nos estamos moviendo”, dijo a1 despedirse. Es uno en un mill6n. Con el bigote fino, Hitler sentia nostalgias del hogar. 1976. 63.

(58) EL MAESTRO DE ARMAS. El maestro de armas se bate en kstruendosa baraiinda. A las once, la mhsica ataca un pasacalle y yo me dejo arrastrar por 10s guardias del zar. Me ponen ocho o diez mil lamparillas ante la cara y rkn como si nada. He recobrado, en este enero de 1825, mi energia sin igual y no temo a1 ver el oso. Invadido por el ardor de la batalla, oyendo fanfarria militar, San Petersburgo es tambiin parte de la trama. A1 cab0 de cien pasos, el os0 me golpea. Creo ver todo el fuego del Vesubio o las torres de San Pedro: Si me hubiese quedado en mi pais no habria visto nada. Crei tener la fuerza de H&cules y no sirvo para pulk 10s botones de la guerrera. Un, dos, tres. Un, dos, tres. 5-Isla.. ... 65.

(59) Veinte grados bajo cero. El Polichinela patea 10s restos de 10s muebles y anuncia que todos e s t h libres. “Aqui se cae a1 castigo sin haber cometido la falta”, dice el zar. El agua continha subiendo, sin mengua. NQ consigo, por fin, echar la puerta abajo. Prometo no esperar a nadie. Y si soy el Maestro de Armas, las rejas me llevan a1 Neva, igual que a todos. Chmo con 10s hombres como si fueran rocas, no me explico p r q u i me matan y soy arrebatado por las r a w . 1976. 66.

(60) CLASE MAGISTRAL. AGn es de maiiana. La niebla de Turner, la 6nica posible, nos rodea. El adivina que aburre con su prolijidad. Le oigo, en sueiios, mencionar el Mar de Mirmara y veo centellear las cimitarras. Setecientas banderas llaman a la guerra. Juega la favorita con una rosa en el seno. LGbricas danzarinas tropiezan en la acera. ~ Q u kdemonios hace alli, resoplando, el Expreso de Oriente? Salgo a1 pizarr6n, pensando en la dicha ins6lita del Le6n de Damasco y de todos 10s que matan o que mueren. En el mapa no hay nada que hacer. Maniatado por 10s &os, adecentado por d hibito,. 67.

(61) repito la lecci6n. Tempestuoso Mar de Mhmara. El profesor no da una queja. Ya solos, 61 y yo, hago grandes progresos. Entreveo el Helesponto, y envuelvo su cabeza en un chal de Cachemira. 1976. 68.

(62) POETA SOLO ,. Alto, de negro, con paraguas en invierno o en verano, ese hombre solo constituye minoria. A1 verlo pasar, todos mueven la cabeza. Se pone el sombrero y se lo saca y nunca est5 segro.de lo cierto. Sonrie a la hora de 10s pesame. y alborota cuando arriban 10s Angeles de la Prisa o el Dinero. Se extravia en plazas, oficinas 69. ..

(63) y pasillus y promete vulver maiiana con las ideas claras. El dia desputs de siempre, cuando alguien le dispar6. ~. por un error, el hombre alto, el de la simple mayoria, me dijo: “parece dormido”. En el bolsillo, guard0 sus poemas. 1976.

(64) YOGHOURT. Suena el aullido terrible: yoghourt. Veo las abejas del verano, un verso de Emily Dickinson, la diversidad del ubicuo fantasm que me aterra, un vampiro y la luz ya se consumen. En el fingimiento de 10s cspejos, rerorna un dia cualquiera de Weimar, una boina, la Caida, el bulevar Saint-Germain, 1942, un turbio sueiio de amor. El voluptuoso. aletear de las palomas me distrae. Debo escribir sin hacet ruido.. 71.

(65) Mi balc6n conduce a1 laberinto. Las paladas de tierra Caen sobre la puerta. Corro. Alguien dispara. Parto a1 suefio. Y se rcpite. 1976. 72.

(66) MISTER10. Rayas, signos, letras, una forma oculta en el escritorio. No son miscaras 10s hechos y la escala ha de salir de unos y de otros. Con la resoluci6n de un joven rey esperan su maiiana. Un minuto tan s610 ya se fue y nada les ocurre. Todo cuanto pasa, ayer o nunca, se queda en el misterio,. anterior a la letra, sin embargo la melodia permanece. Rompe el bhes la furia de la maiiana (when the red, red-rotiin .). ... 73.

(67) y unas hormigas suben por el muro. Restallan las cigarras, instrumentos del verano. Esas rmas que traes dcsean estar vivas. TG acomodas. sobre la mesa el jarro verde, cse monarca antiguo y absoluto. que habla siempre por nosotros, sin decir nada. Lo miro, no canta. Si dijera ~610,para mi, un verso: “Oh, joven Apolo, deja de volar y s t tG el que canta, a1 fin”. AI caer la tarde, hablo en voz baja. 1976. 74.

(68) PAYASO. Escribo el guidn sobre una idea de Soren Kierkegaard. El incendio ha comenzado y las cebras cabecean inquietas. Gbbos aguardan el pinchazo de 10s niiios y nadie podrh ver el triple salto mortal. La nifia del traje de vibora no ha de oir el silbido de las flechas que arrojaria el indio imperturbable. Apoyo mi lengua eterna y vana en el penGltimo diente y preparo la panromima del falso Tunncy contra Dempsey. En Paris del novecientos, lancC cuchillos y oi gemir de amor a Jenny Lind. Vi llorar. 75.

(69) a Santos Dumont, sobrevolando el cielo azul. de aquel Paris y cortt las patas de 10s caballos en la guerra greco-turca. Hoy me envian a decir que el incendio nos matar6 a todos. Temo que tardare diez afios en contar el viejo chiste del borracho y 10s nifios tendrian tiempo para crecer. No termino de sugerir “respetable phblico”, y ya todos se mueren de la risa , .. .. 1976. 76.

(70) RETRATQ (1935). Los ojos s610 sirven para ver lo que comemos. Desde el plat0 de Magritte, un ojo me alerta. El vas0 ecudnime se niega a desafiar la gravedad y el vino oscuro me impide ser tan libre como cuchillo y tenedor. No es ojo todo lo que saluda. No existen ya la torre, ni el tt, ni el fuego, ni el umbral. S610 el ojo vacio relampaguea y atraviesa la tempestad, ponitndose de pie. Perdi la vista del ojo izquierdo y tl, por cuenta y riesgo, sc ri6 de 10s muros dsperos y de 10s chasquidos de las puertas. Justific6 las desconfianzas, aprendi6 a callar,. 77.

(71) dio todo pur previsto y sac6 el cuerpo a las corrientes de aire. Ya no sup0 bien si debia saludar, correr o levantarse, a cada instante, ytndose de bruces por si mismo.. No es ojo todo cuanto reluce. Amigo del secreto, crey6 siempre en aquello que vela. Decia “buenos &as” o “buenas tardes” y terminaba sac6ndose el sombrero. El ojo, quieto. 1976. 78.

(72) YO. A gran distancia del suelo, quiero ocultarme. Pregunto quP es lo que desean y llamo a mi tia o a1 abuelo. Paso un pie por la ventana y veo a 10s hombres flotar en el espacio, llamando a las ventanas. La brisa me refrcsca la cara. y no me que& por delante sino caer, caer. No me fio a h de las apariencias y vuelvo en mi. Siguen diciindome: “no tengas. m b secretos”. Trastabillo, voy de bruces y ya nada sC. No tiene importancia, supongos y quiero protegerme con la mano. Pestafieo y miro con fijeza el ojo ausente, en la palma 79.

(73) de mi mano. Dicen 10s vecinos: “Lo mejor, sin duda, ser6 informar a la polich. No se aflija, tenga confianza”. El terreno es desigual. La ventana se abre. Abajo, yo. 1976. 80.

(74) NOSTALGIA. Devorado por las sillas, esos tigres vencidos, salgo a la calle. A espaldas del Angel, el le6n dormita y retira la garra fuera del cuadro. El pie se afirma en la pared. Nos tendremos listirna y hemos de irnos en seguida. Dejo las puertas oscilando y suena afin la Sonata de CCsar Franck. Me disgusta esta multitud de sillas viejas. Estoy a raya y en la pileza corre el jinete, incierto, tenaz, enloquecido, fuera del espejo que refine a las nubs. Me pierdo en el suefio, tal vez desaparezco. Nadie sabe ya qui& soy. Golpean las cucharas &Isla.. ... 81.

(75) en 10s platos y me pongo a contar 10s pasos que voy dando. Recupero la confianza en el tigre. Viene la criada, aparta las migas y retira, uqa a una, las sillas. La Gltima me devora. 1976. 82.

(76) UTOPIA. Gente como usted o como yo, con cien aiios por delate. iQuiln mLs habria de ser? Gente que dice: “alli, alli”. zAd6nde va?, me preguntan, y no $6. Gente que siempre est%segura de cuanto quiere, que murmura. . una puerta que se cierra es otra que se abre”. 66. Beberh 10s vientos con el primer mill& y el suelo jam& ha de abrirse ante sus pies. Gente como usted o como yo. Soy el universo que despierta, el animal timido y gris que circunda su casa, su logia y su comercio. Si alguien me lame el terno gris, s610 digo:.

(77) 66. gatos”. Pronto me darin un bello basth blanco. No duermo ni siquiera como un trona. Compro lipida de mirmol y dicen “a1 fin”. Mascullo, en paz: “salgamos de una vez de aqui”. 1976. 84.

(78) EL ‘VUELO. No era un espectsculo agradable. i Qui te pasa ?, inquiririan, y yo s610 volaba por la casa, viCndola asi, desde arriba, por primera vez. Comenz6 a hekseme la nariz. Me aburria de mirar la tumba del Soldado Desconocido, y dijeron: “no hagas ruido” mientras preparaban la carabina, para bajarme de un tiro. Supe de cada movimiento y cant& En nombre del cielo, me incitaban a bajar. Muevo la cabeza, con un gesto. 85.

(79) de vergiienza. La comida vuelve a reanudarse. Quise renunciar a mis derechos y exclamt: “ahora, ad&, ad&, no st qui hacer”. 1976.

(80) DRACULA. Transilvania se halla ahora a1 alcance de la mano. No oigo cantar 10s gallos ni saludo a 10s pljaros, y siempre ha de encantarme el poder regresar. Manejo cada episodio con la mlxima discreci6n, satisfecho y orgulloso, corto de vista, debido a las tinieblas. Mis dientes se hallan filosos como antaiio y puedo soiiar con noches de verano. Mi capa, a menudo hecha jirones, ondea con el viento. Leo 10s peri6dicos de principio a fin, y de nada estoy seguro. Me asaltan dudas y tengo una pierna mis corta que la otra. Mientras escribo, 10s aullidos de 10s lobos dicen que la seguridad no es tal. 87'.

(81) Soy el Gnico que no sabe lo que quiere y todo el dia, en reposo, olvido la noche negra que acaba de pasar. Enmimismado, aguardo la salida del sol y lloro en la tumba de Bela Lugosi. Corto de vista, absurd0 de cariicter, poseo un vag0 aire burocr6tico que se apacigua con las brisas de la noche. Torpe como un alfiler de gancho, hago que todos griten cual si estuviesen amino del Infierno, y yo 10s abandon0 a su suerte, en la saliente de la roca. Oigo vanamente unos ritmos de opereta, me cargala salsa de tomates y creo recordar un clavo de plata, oscuro y alargado. Ya llega el suei5o: “buenos dias”. 1976. 88.

(82) BARBA AZUL. Vive eternamente, febril, de medio luto. La roca viva protege las murallas del castillo. Cuatro piedras, tan irreales como un suefio, - tenaz, el rio corman el paisaje. Lento, lo despierta. La chispa de 10s Iefios, el fog&, el brezo y la retama desafian a1 candil de tres mecheros. Sala de mGsica y vagas formas de caza y guerra, un facistol, las Cuatro Estaciones y un sill6n de la Edad Media. Estampas. Melusina y el conde de LusifiQn, un s5bado de Gloria. Un fantasmq husmea en la cocina. De alcurnia de grandes libertinos, 89.

(83) abusa del veronal y lee la Revista de Ambos Mundm. Silba “Caravana”, de Duke Ellington, y su firma es rechazada por 10s Bancos. Nunca ha hecho nada de malo y elogia humilde la sopa de cebollas. Desvelado, recorre pieza a pieza el castillo solitario. Juega a1 rocambor consigo mismo, descabeza cardos y dice a quien le oiga que se colgari de un castaiio. Resiste 10s jarabes para la tos y mira con pavor 10s aeroplanos. Se enfria el pavo y ya no trincha. Ama el cutis claro, 10s hombros suaves y el cuello frigil, 10s labios finos y 10s Gltimos poemas de 10s trovadores y piensa un dia enrolarse en la Legi6n Extranjera. La sangre se confunde con el agua de la fuente. Dice a su prometida: “Soy Barba Azul, el mismo de siempre ”. .. .. 1976. 90.

(84) ALGUIEN HA DE DECIR (Paris, 1944).. Ya no vivo en mi casa. El aposento es el miedo. ~ Q u i i nme hizo un dia profeta de Israel? A mi, minhsculo guijarro en la corriente. Inm6vi1, la manivela del tiempo me detiene. Siempre van entrando 10s aliados en Paris. Florecen 10s castaiios y alguien habla, a media voz, de Ronsard o de Verlaine, y si alguno muere por las noches lo hace diciendo: ilibertad! Jean Sablon canta Tattendvai. 91.

(85) y la muerte es grandeza involuntaria. Las murallas escritas desafian. Un gat0 cruza por el techo y mi hermano de 1944 se desmaya. en la baiiera: ilibertad! Yo era nada m4s que el Gltimo judio de Paris, el que pidi6 a Dios aliento para morir m4s cerca de su nombre: ilibertad! El hombre pudo leer en mis ojos lo que la muerte se neg6 a deck, y mascullb: “nunca he visto frialdad igual”. A1 fin y a1 cabo, el iguila vi1 lo sabe todo. Helada, la sonrisa me acompafia y sale de nuevo el sol. Veo apagarse las bujias y cantaron las cigarras. Alguien diri mafiana: ‘‘2 y q u i nombre tenia mi hermano?” Habr4n de responderle: ilibertad!. 92.

(86) EL HOMBRE DE LA MASCARA DE HIERRO. Mi vida es un libro abierto y tengo un pie en la tumba. Soy buen fisonomista y leo a Adam Smith, con ayuda de diccionario. Aspiro a oh-, un dia, el rumor del Ni6gara. Algo chocho, cargado de cadenas, pudoroso, . a s i an6nimo, dispuesto a1 grand guignol, no puedo devolver golpe por golpe. Cazo moms todo el dia y el sufragio universal me time sin cuidado. <Vale de algo el voto de Judas Iscariote? Mi hermano se encarga, noche a noche, de suministrar el material relativo a mis tragedias. Digo en vano:. 93.

(87) “soy el Hombre de la Mbcara de Hierro”, nadie se interesa por mi suerte. Cada pueblo tiene sus defectos y yo soy uno de ellos. Aguardo, mes a mes, que enciendan. en la marquesina la palabra Exit. A veces me creo una piltrafa, un bote sobre el Marne, Max Linder o el agua de Vichy. Doblo el diario y ya st que la situaci6n pasa de grave a peor. A1 fin y a1 cabo, perspectiva requieren 10s excesos. Saludo la belleza de las Gltimas bafiistas, en la luz de Antibes o de Niza. Me olvidan con el nombre de Marchiali. Am&.. -. 94. 1976.

(88) LABERINTO. Melanc6lica, sucia de sangre y de vejez, la muralla es la misma. La ventana deja ver la imagen del toro. No hay vueltas que darle: por ella, ella, veo s610. la miseria, la grisura tierna de Ariadna. El Minotauro devora a la mis hermosa, descansa y luego barre con cuidado. La Gltima mujer huele a magnolias, a vino de las islas, a pan nuevo.. Sus grandes ojos verdes aguardan. Adentro hay un r,etrafo de Venizelos y un letrero que dice: Keep smiling. 95.

(89) El animal no se mueve, ni bufa, '. ni guifia el ojo (un cas0 tipico de relaciones humanas). Por las noches, a solas, pone en orden sus ideas. Casi nunca el monstruo sale d,e su casa. Aiiora las peliculas de Melina Mercouri y s610 lee las hazaiias de Rocambole. Un dia estuvo enamorado de Pola Negri,. ,. y tradujo a1 griego la palabra vamp. La mujer deja caer el sulter y la falda. Me guia a1 lecho y pone su mano en mi pecho. Se oyen gritos de horror. Ya no hay secretos. 1976. 96.

(90) ULISES. Ya no ha de ser j d s el mismo de antes. Siempre est5 diciendo: “no te metas en em o en aquello”. Va de un lado a otro y, de tarde en tarde, pide dinero a1 viejo NCstor para gastarlo en bagatelas. Vaga por 10s parques, sube a 10s tranvias y corre sin ton ni son. Lo han molido a golpes v replica a todo que si, que maiiana. o con simples y angustiosos monosilabos. Se excluye de todo por propia decisi6n y admite sueiios de orden, de pereza, de inaccibn, de deshimo total. ’/-Isla.. ... 97.

(91) Le encantan 10s repollos, 10s gatos solitarios, Genoveva de Brabante, 10s cohetes Apolo ya oxidados y la ciudad de Atlanta. AI amanecer bisbisea sus refranes predilectos : Olivo y aceituno, todo es uno. Le piden cuentas sobre el dinero de Troya y encoge 10s hombros. Imagina que Itaca es s610 un sueiio sin salida. Riiie por monedas y por un pui’iado de aceitunas. Los turistas lo persiguen y aprendi6 ya a decir OK. Hace lo que quieren. Posa-desnudo para las turistas de Nebraska, cae de rdillas y grita: “iEl mar, el mar!” 1976. 98.

(92) Con la bandera azul de 10s tres leones rampantes de Damasco, fui herido una vez y otra. Past a cientos de hombres a cuchillo y me arrojaron una noche. la rendici6n de Chipre y devast6 las costas italianas. Fui &mitre en galeras y envie sicarios a Venecia. Llamt perro sarnoso a mi hermano.. a1 B6sforo. Sobrevivi a. Me oculti en un odre y vi venir el cielo . lo arras6 y no hubo hacia mis O ~ Q S Todo miis en pie ni vides, ni algarrobo ni palmera. Jure por todos 10s peces del Mediterrhneo. 99.

(93) y muchos probaron el temple de mi espada antes de dar sus torpes restos a 10s marabbes. Me vendieron en Moka como esclavo y mi pie1 es hoy menos tersa que una yasa de Chipre.. Destrui quiz6 el imperio de Trebisonda. Am6 el narguille con tabaco de Morea y el agua de rosas. Atenuando el reflejo de la Ismpara con un opaco,vidrio. de Venecia, lei la Biblia y 1lorC No deseC desde entonces a las huries del Profeta, y dije: ‘‘Sefior, irC contigo”. Estuve solo y dispuesto cuando mi hora lleg6. 1976.

(94) VlSITAS. Domingo. La rifaga de lluvia azota el vidrio. iBien, queridas moscas, &ora a batir las alas! Que ese maldito gat0 siamQ regrese a Sam. Hoy es la Santa Cruzada 'de 10s Parientes. Los visitantes son las moscas de la Iliada. La vieja dama centelleante, el bfiho sesentbn, la gran rana con dientes de or0 y el estdido carnero, glorificado por el aire de la notaria. Mezcla de oprobio y patetismo. Cada palabra es como apretar el gatillo. La pGa de la victrola cava hondo en el tiempo. Gangosea la tl'a parecida a1 Ave Fenix, niega algo la sefiorita Etcttera. 101.

(95) Minucias como todas provocan la caida de a l g h rey. Comen la larga cen,a del subsuelo y brindan por el tiempo, el horror o 10s mixltiples fracasos. Se acuerdan de muchachas que envejecieron de celeste-. y, mirando el reloj, seiialan: “despedirse no es irse”. Van hacia la puerta, obscrvan de reojo, caminan en puntillas. Solo ya, me preguntan d6nde estin aquellas moscas y me duermo, yerto y desdichado. 1976. 102.

(96) BOSQUE. 6. Cediendo el paso a 10s primeros invasores, sin irboles, el bosque se escuda en la costumbre. Irreal, vengindose del hombre, un acezante jet nubla 10s cielos. Queda ya muy poco quC decir.. Con la cabeza llena de pijaros, soiiaba eternamente. Ahora murmura: < q u i mis da? Tres veces a1 dia, la lluvia lo visita. Cabeceando, 10s &-boles se pierden como padre e hijo en la memoria. Vag0 trazo de Paul Klee, mantiene en las ramas una forma. Angel con figuraci6n subraya el vacio del paisaje, iluminando el madero del navio, la burda soluci6n de un puente o el rumor.

(97) de un .pueblo antiguo. Quierh o no quiera, sobrevive asi, recitn cortado, como una pesadilla de Antonin Artaud, un suefio oscuro de sequia o aquel claroscuro de Rembrandt. Se cuela, por descuido, el hum0 del tren. Los p6jaros saludan el ruido de la maiiana. Recae el hacha del leiiador. Zumba el jet. Quizis yo suefio el fin del mundo: un dia, ya sin Brboles. 1976 \.

(98) PUERTAS. En el alfiizar, sin tiempo alguno, la bruja acecha. Casi no duermo por las noches, si pienso en 10s adoradores de Siva el Invencible, mls diestros y temibles que 10s thugs. Tempestad en el mar hostil de la Malasia, iRayos y truenos! Sandokdn y YGez esperan a la reina feroz de 10s ocultos kapalikas. No valen ahora ni el kriss ni garrotes ni luminosas cimitarras. Corren 10s elefantes y el macizo de tamarindos se desploma, mientras bebo el bang que habr6 de convertirme en amo de la jungla. 105.

(99) Cerrada la puerta de la pagoda, busco aGn el amino y la respuesta. Los murcitlagos rebotan en el templo y lejos, ahora, repito que te amo. Th muerdes una manzana y nada dices. Mi pieza triste nos agobia y la mGsica parece de otro mundo. No s t qut puedo contartc para que me ames. Th, yo, la sala vasta y lGgubre, nos hundimos en el espanto de una puerta de broncc. 1976. J. 106.

(100) HELENA. Troya, tal vez. La llama se aviva y tii, Helena, guardas silencio. Se agotan 10s soldados. Cruje el pestillo de la puerta y las sillas son viejos pensamientos. De nuevo te amo, Helena. Las alas de un p6jaro saludan a1 Ponto Euxinos. Humo, ruido, hollin, vienen las naves que un dia habrin de destruirte. Priamo tose sofocado por el humo. Deseo que la tierra me trague y tG, triste y sola, gris y envejecida, pones la mesa para un rey,. 107.

(101) ,. que jamis volveri a ser yo, sino el vi1 Paris. Quiz& mi canto ha de hacerte llorar, un dia, Helena. Sin ti, solo como un perro, percibo el mar lejano. 1976.

(102) TIEMPQ. Distraido, el hombre sirve el vino. Los aiios de ausencia acaSo albergan las flora que trajo y el periaico. iPuedo ver la columna de 10s muertos? Alguien, sin sentirlo, enciende a h un cigarrillo. Azul, el humo llega a la cocina y la vuelve un sueiio de Vermeer. Deja que la Gmpara anuncie el final de aquella historia. Por la enorme puerta, abominable el tiempo avanza, sube a1 altillo, abandona el cuarto de costuras. 109.

(103) y coge el pasamanos de la escalera como si hubiera de reirsenos en la cara. Va, de pieza en pieza, encendiendo las luces. Ya est5 solo. El polvo seco del camino le cierra la garganta. Luego insintia: “todo es dificil de decir”. Tose, balbucea, alza la copa y sirve el vino, a h . 1976. 110.

(104) KLEE. La hoja amtada por la lluvia, algo asi como una atroz vis& de Klee. Era junio. Tb y yo veiarnos caer a h la Iluvia. De pronto, nuestros ojos observaban el vag0 recuerdo que ya tramos. ;Desde qut 6ngulo adverti en tu rostro el rumor de la sucia muerte? El murall6n de adobes qued6 at& y tambitn el torpe yuyo incierto, algdn beso final 111.

(105) y el dia de tu muerte, maiiana. Sin otra cosa que un secreto, en el reino del amur, tA y yo. Bast6 el azar, la distraccihn, el grito de un pAjaro, el nombre de Paul Klee, la lluvia del sur, el silencio de una maiiana cuyo nombre serA la muerte. 1976. I12.

(106) KEATS. No me cabe ya la menor duda: la belleza destroz6 a John Keats. De dia, cielo y mar lo confundian y el espanto se apoderaba de 61. Donde 10s pljaros no cantan, 61 veia ruiseiiores del Oriente. No volemos tan alto, parecia decirle el pobre pljaro, enloqueciendo entre 10s pinos. Nunca me cup0 la menor duda: la realidad es m4s terrible que las p6ginas de un libro. 8-Ida.. .. 113.

(107) Cabizbajo, en el hotel de la playa, leo un enigm6tico verso de Keats (Away, away t o o w ddight). Ni In barba rala ni el dia gris, ni el polvo que oculta el color de las lilas, ayudan a vivir. Quiz& del mar, esa mujer, Sibila, vea morir la Gltima gota.. Del &bo1 caen hojas de fuego. El verso,de Keats es un pais, la mfisica, la muerte, rincones de un mundo dentro de otro mundo. 1976. 114.

(108) AMAZONA. Los ojos azules envejecen en el cuadro. Me sonrkn y yo respondo a su so'nrisa. Suenan las pulseras. La Amazona se desviste y se cansan 10s brillos. del espejo. Que yo sepa, nada es real sino lo que el ojo ve. Repaso 10s errores y acaricio el csmalte para ufias, la caja de sombrero, el cofre de las pelucas. QuC soy ahara: el pervertido del cabello gris. El ojo se sienta, en mitad de la fiesta, e interrumpe el circulo. Los caballos'se revuelcan en las ruinas.. 115.

(109) Su reputaci6n se halla por 10s suelos. Temo que el caballo sake del camino, enceguecido, tinto en sangre, y las puertas no se abran. Los ojos son ventanas. -. Voy a la Opera. Todo est%vacio. Mezcla de orgullo y de pudor, se pone de pie, desnuda, aparta el pel0 de la frente y dice que me ama, ella, la Amazona. 1976. 116.

(110) IMAGEN FALSA. Algo, en 10s suefios, me devora. Entreveo una jungla y un desnudo terror lo invade todo. Ni tigre ni le& ni hiena ni elefante,. s610 15, hermano, apoyado en un bas&. Percibo hoy, por vez primera, el canto de 10s pdjaros, de nuevo. Me parece que me he ido, que no estoy, que nada si del sur, del este o el oeste. Soy ahora una rata gris. 117 P.

(111) y sucia, un agujero, una pelicula. El desierto surge de t d o . Va llcnlndose de sillas. Alguien me grita que no, que est6 prohibido pasar por ese lado. Oigo pasos.Afirmo la mano en el vacio y ella es s610 una imagen, en la mente. 1976.

(112) EXCESOS. ,’. Fugaz, sin sueiio, tenaz, desaparezco. Me echo en van0 a 10s caminos y dig0 quC fandstico. Todos se llaman igual que yo y firman con las mismas iniciales. Me palmean el hombro y ya he contado otras veces esa historia. Afuera, el mar revienta, decepcionado a h consigo mismo. Ni siquiera muevo la cabeza. “Vuelva a casa”, me dicen, anta de que salga.. Lac6nico7 pienso en el fantasm de mi abuelo y murmur0 que el exmo de trabajo me pone ideas de segunda 119. I.

(113) mano. Pretenden no saber nada. LO he visto antes?”, se disculpan, asi sin m& ni mAs. No me gusta chillar. Es de muy mal tono. Me cogen p r 10s pies y me llevan a la cams. 1976.

(114) DACHAU, 1945. Ahora, finalmente, la muerte pone orden. Ya no hay la espera interminable ni la sed, el hambre o el dolor, sino la voz del Seiior y la palabra Jerusalln. Todos ellos, a una, me apartaban con el pie y el guardia decia riendo: “qut sentimental”. Me apalean cn 10s hombros. Veniamos en trenes y 10s niiios asustaban a l a muertos, deletreando 10s nombres de 10s pueblos, dibujando pijaros y flores. Los vecinos repetian: “nada si. No hay tiempo para ustedes. Construyan vias, puentes. 121. ~.

(115) y refugios. Derriben &boles. No pidan nada”. Ya no lloro. Con mis ojos de ciego repaso la estrella de David y miro s610 a t r k No hub0 un nombre solitario en esa piedra, ni “Rebeca”, ni “Ana”, ni “Elias”, ni “Marcos”, ni “David”. Los lagartos duermen en el sol piilido de octubre. Vienen 10s niiios y lloro como la hltima vez. 1976. 122.

(116) VERTIGO. Como a la Moxa, me domina el vCrtigo. puntos cardinales hacen el ridiculo. De nuevo, pese a todo, camino por el techo y 10s tontos se agolpan para verme.. . Los. Con cargo a la prudencia, me revisan 10s dientes tres veces por sernana. Solo, confuso, muerto, vadeando rios y pesadillas me abro algGn camino que va a ninguna parte. Los domingos repito: “me las arreglari. AGn estoy dormido”. Por supuesto, nada dicen y hasta me dan las espaldas, noche. 123.

(117) a noche. “NOtrate de gritar. La piem se halla llena de damas”, murmuran por lo bajo. Reclamo: “soy la ‘Mosca”. ‘‘2 Sabes que est& saliendo del camino?” 1976. 124.

(118) ZIGZAG. Yo iba ayer cerca de usted. Ni muy delante ni detrQ. Me preguntan: i quC haces ? y respond0 sin Animo: nada de importancia. Viajes de ir y de venir, sin rumbo fijo. S610 silbo y hago reverencias. Invent6 el sombrero que se saca. Digo a todos: qui buena es la vida, poi: supuesto, como quieran. Nunca piensan que he de estar equivocado. Lo siento mucho.. 125.

(119) Desvistanlo, pideii a gritos.. Yo no lo recuerdo, dice el viejo profesor. Tal vez est6 faltando desde abril. No sk si es tarde o es temprano, si cambia el mundo o sigue igual que antes. A1 fin y a1 cabo, 10s secretos no se aprenden de hoy para mafiana.. Tomo feliz la ruta del zigzag. Mis amigos,se asustan: no saben quC pensar. Saludo a todos, gritando: eh, bien, y como quieran. 1976. 126.

(120) r--. I. ENRIQUE BELLO. Miro la pedrada en el ojo, la lipida, el sikncio, el or0 del dia, 10s libros, el incierto ingel, las monedas para el viaje. En la muerte, a h - . tiene un pensamiento solitario y exige a 10s demb-. prudencia y fines par.a un medio. Tendido, sin su cuerp, que ya habla el alemin, duerme tras el breve cuento de la belleza y un vag0 desencanlo por la muerte de Lohengrin. Regresa, triste como todos, a1 reino que perdimos. Nunca diri nada de mafiana. So66 el amor, 10s versos de Kavafis, la prisa, .el bar de antaiio, un traje blanco. 127.

(121) y las fotografias, en las que ni dio cuartel ni pidi6 guerra. Saluda, desde abajo, con un movimiento de.cabeza. Esa piedra, pulida, seca, blanca, ya le aguarda.. 128.

(122) MAGRITTE. RETRATO (1961). En verdad, esto ya pasa de la raya. Ninguna vida, a h trathdose de Phobos, justifica el vagar por 10s 'espacios. Muy pronto las novedades hacen agua y todo termina en un manual. Ya nadie cuenta las estrellas o mira el circulo en la luna. Quizis si todo el espacio est6 vacio. Tarde o temprano, Dios se aburre, da una ,orden y todo vuelve a1 Caos. Quiz& me atenacen por el cuello y den gritos para que invente e1 Grito o trepe aullando por el hiperespacio. 9-Isla.. ... 129.

(123) El seiior del hongo y el florete no ve nada. Simplemente da espaldas a las llamas. A h la sangre no llega a1 rio. Debo darme prisa. Camino. Caigo hacia adelante. 1W6.

(124) . ..Nous sommes la triste opacitC de nos spectres futurs. StCphane MallarmC, Toast fun2bre. I.

(125) r--. -. PARQUE FORESTAL. .. I. I. .. . , 0. Sorpresiva, la ventana emprende un largo viaje. La fotografia disimula a un organillo y enrojece el om muerto de la tarde. Todo el parque se ilumina como un gallo japonts y corta el nudo, cascando las semillas. Ya la hoja tiene nombre: azar, costumbre, engaiio. No oculta su desdtn. Los obeliscos nacen porque si. El verde enceguece a1 paseante solitario y .multiplica el otoiio chispas de oro, durando en el fervor o en el matiz, sacidndose remoto en el color. Arlequin, el niiio, frota un caracol sobre la luz y desciende a 10s infiernos con la pesadilla. I33.

(126) del claroscuro. RehGsa esconder 10s hhmedos verdes del bal6n y da su giro azul, confundiendo 10s colores. El turrh, la almendra, esos manks desafian radiantes a aquel castafio de Indias.. .. Errante, solitario, el parque se arroja a1 rio turbio. Cor0 opaco, su solo sign0 lo enmascara. Le hablo, poco a poco, astuto, con bondad. Desatiende, acude: ya debe ser el fin del mundo:. 134.

(127) SOMBRERO DE COPA. Toco en el piano esa polka, con un dedo. El sombrero es la mitad de mi persona. Listo, absurdo, cojo el ritmo, zapateo. Ginger Rogers me engaiia por imbtcil, serpenteando, larnihdose lm labios. Uno es dos, dos, dos. No dig0 mb. A1 fin y a1 cabo, 10s ojos azules nunca dicen nada. Mis sobretodos. .. suefian con sus vidas anteriores. Deshollino mi sombrero, giro loco, en vano. Lo contemplo con piedad y me hundo para siempre en 10s recuerdos. 135.

(128) I ". TANGUY. Alguien pasea solitario en la pieza inacabada. Piensa poner fin a sus dias y liar 10s birtulos sin hacer cas0 de la belleza de la reina Chnemtam6n. No encuentra atractivo ni el misero escenario en que se glorifica a1 rudo, a1 frio, a1 mecinico, a1 hostil. La mariposa subraya el vuelo hacia lo oscuro. Circulo del gris, raya del azul, fijeza inm6vil del espacio y el ojo que avanna en el desierto no tienen nombre. Tanguy lo mira y ya ignora quiin es el que mira. Topacio el humo, el Ilanto, el sueiio, la insolencia, el canon, el sobresalto.. 137.

(129) La rnosca piensa en el dia y sabe que eso esti de mis. Pasea por la mesa, dando zancadas y creytndose el Gran Copto. No sabe de su vida, s d o blanco y negro. All{, all;, la t a m de caft..

(130) ADAN. Veo partir la nave que a h no construyeron. Pasan 10s afios, uno a uno, y s610 queda en pie el frio horror que tal vez fui. Me veo ahora sin lbtima, infinito.. El paraiso que sofit no es m6s que un laberinto. He de hacer un mundo y lo pondre lejos de Dim. A h me mortifica, desde cntonces, salir en punta de pies, con la cola entre las piernas, y leer en el diario lineas a prop6sito de mi. T d o es ayer, en mi memoria, cuando el dia era la noche, y la selva, el frio arroyo. Aper duraba todo el dia, desde medianoche. 139.

(131) a1 canto de 10s gallos. iQu&fiesta! El primer hombre, Yo, eludia la carroiia de las moscas y despertaba con el vuelo de cientos de palomas. Solo ahma, magullado, trepo a1 Cor0 Celestial.. 140.

(132) , I. I. 1. /. CITAS CON A, B y C. No encuentro mis zapatos. 2 % 10s pus0 la muerte aquella noche? Tal vez yo sienta miedo: estaba muerto. El mundo existe por su cuenta. Cada diez minutos, examino el buzhn, por arriba y p r abajo. No dig0 una palabra. Oigo a deshoras el canto de 10s Bngeles. 2Tengo yo la culpa? Eres t 5 ,tb, tG, tG. Regreso tambaleante de tantas vueltas a la esquina. Cavo un dinel, me avergiienzo de mi mismo.. 141.

(133) S6 que temo equivocarme. Soy un error de 10s demis. Me abandon0 siempre a 10s dctalles. Telegrafia, llimame, no vengas. Sube a1 tren expreso. Juega a h a1 escondite. No estoy solo. A la larga, lloro como una criatura.. 142.

(134) MUSE0 DE BELLAS ARTES. Los ciclistas de Ltger pedalean en la noche. El le6n abre la puma del Museo, en el tiempo de las cerezas. Circulan ratas invasoras y apestan un mundo sin aroma. Esta casa. tiene alas y admite sin mis el desampare. En el baile de la preocupaci6n7 sutil se eclipsa la figura, vituperada por el matiz, p r el color. Alli, el fantasma se aferra a un sueiio oscuro.. L a escalera desenmascara. AM, la gnleria de 10s que nunca regresaron, de quienes prefirieron la miisica del circo, centuplicando el triple salto mortal hasta que fueran o,lvidados.. 143.

(135) '. Mis de alguno oye cantar a 10s pdjaros en vano. Amantes solitarios hacen tablas y se zambullen en la playa, llevando en 10s ojos un mundo. de papel. Feroces, 10s ciclistas se marcharon.. 144.

(136) VITRINA. El vidrio guarda el vaho del caft. Vacio, observa con prudencia ' el espiritu y la carne. Solo, sin phpados, parece un ojo limitado por las dunas. No terne a1 frio de la noche, a la Iluvia, a la neblina. Ridiculo, tiene insomnio permanente y cuenta ovejas. Loco de amor, perseguido p r el cine, vejado por un perro, busca un Finisterrae. 10-Ida. .... 145.

(137) Faro, van0 movimiento de mareas, inm6vil muere crucificado por el ne6n. Es el genio en la botella. Con infinitas precauciones, examina a 10s viajeros. Arroja la toalla a la menor provocaci6n y aspira un dia a1 reconocimiento pfiblico. Posee ideas fijas y mira siempre a la muralla. Deseo que viva muchos aiios.. 146.

(138) Mucrto de vergLienza, desabrocho, mechico, el cbaleco. No es f5cil volar, ya que la barba no s6 de d6nde vino. Le hago sefias, grito y ella se incorpora tambaleando. Con la fuerza de su fraerza, asusta a la corbata y la derriba d’e inmediato mientras me lleva por delante. como el disparo de un arma de fuego. A primera vista, no oigo ruido alguno y cojo el suefio. Con una sstga atada al cuello, visit0 la cornisa. Apih sobretodos viejos, hongos y paraguas y dig0 a mi barba: “a ti no se te entiende”. Nada tengo en contra de ella. Me acarician 147.

(139) la cara y sigo la corriente. No huyo y hablo con la gente, duermo en pixblico, disputo con la barba a voz en cuello: “no perturbes mis, no me saques nunca de paciencia”. Se escapa por las noches y nadie sabe qui hace trepada a 10s faroles. Tiene angina de pecho. No la contradigo. Sostiene que es sionista, que prefiere arrojarse. por la ventana a ser parte de un gobierno. Lame la cerveza ‘y echa chispas cuando estsi de mal talante. Me habla siempre en alemln. Se estira, riiie, ronca con 10s ojos muy abiertos. Mete su nariz en todas partes. Confunde a 10s criados y rie a gritos cuando hablo de dejarla. Ahora, me arrulla a todas. horas. Me interrumpe, .tenaz, mientras escribo.. I48.

(140) GUSTAV MAHLER. Con 10s ojos del amor, bambdea la Odalisca. Alejada, gris, enceguece a toda hora, buscando una salida. Reabre el dia, relampagueando en la sordina. Todo ahora brilla, saturnal de la inocencia. La mesa de Porcio se abarrota y seca el hnfora desafia a1 boquiabierto, que es ahora, que fue entonces, Vitelio el emperador. Salsas, peces, aceitunas,. Jas hGmedas lampreas, o murenas alimentadas con la carne vi1 de 10s esclavos. Adalid aGn de la tajada, el Gltimo detalle. Roza mi frente un ave ncgra. Veo, apenas, un pais en mitad 149.

(141) del huradn sonoro. Via lictea, la tecla me enceguece y fulmina el gran espacio. Nadie es dueiio de si mismo y sabe que la flauta de voz alegre vacila, tropieza, da un rodeo, reina y esclaviza, herida por las claves, devorada por el fuego. Vagando en las tinieblas, solitario, torpe, jactancioso, lleva el fuego a la morada de 10s dioses.. 150.

(142) F. BOTELLA. Habla sola, como un abogado de Paris. Sola, en el espejo, se mira con placer y evasiva rechaza el adulterio. Se rie de 10s difuntos y deja siempre un vacio dificil de Ilenar. Invitada clandestina, no trepida en sentarse a1 borde de la silla. Siempre sale con la suya y predice el movimiento de las mareas. De sfibito, enloquece. RehGsa el oir buenas razones y bella, joven, pasea con las manos en 10s hombros, usando la dignidad de un viejo padre de la Iglesia. 151.

(143) Los que van a morir, la saludan sin tardanza. Sonrie a1 leiin, a la arafia, al conejo, a la luna de Valencia. Termina, remathdose un dia, de, un balazo en la cabeza.. 152.

(144) CABALLO. Juegan a1 ajedrez la muerte y Capablanca. El tablero se incendia y vuela entre nubes homogtneas. Destila una gota de sangre de la frente del Cristo amoratado. Sabe bien que es parte del juego, estigma de la Caida. Rompe el clavo de or0 aquel pasado y el milenio lo resguarda. En el remolino del santo, el centuribn se muere de tedio y piensa err hijos y en sobrinos. Cae en la cuenta que es viernes de maiiana. A prisa, en el morado, juega a ganar o a perder..

(145) El pez salta del cesto y vuelve a1 a g w y la mariposa invade la red, abrillantando el dia que enceguece. Tal vez el Demonio pestariee. Deja atrh el caballo, Capablanca.. 154.

(146) EROSION. Cabecean 10s fantasmas y una luz opaca desintegra a1 Arlequin. Lento, el phrpado vigila la punta de la nariz. El desgrefio del &bo1 anuncia ya el Dia de la Ira. El pijaro se vuelve hrbol y suspende el vuelo, en 10 arisco. Con dejo ciego mortifica la ufia roja. Ebrios, 10s peces saltan fuera de la redoma y se colorean en 10s pCtalos, mortales. Sombrea el alma en pena del polvo ciego. 155.

(147) Todo cruje. Ya esti cerca la linea del horizonte. Maltrecho, Dante aguarda. Saturn0 devora lo que halla. Los 6ngeles duermen, con las manos en la espalda. La lombriz se aterra y sopla el sol 10s cuernecillos de la vid. En el caudal del aire, pesadilla a d . El mundo se arrastra, gime, desaparece.. 156.

(148) .-. Un dedo pierde la cuenta de 10s otras. Desde que el hombre fue a la Luna su pur0 lenguaje no es el mio. Tengo siete dedos y una manotada rompe el arc0 iris. El sol zozobra. Muevo un dedo: envia a la lona a sus rivales. Miope ya, la plaza me habla tan de cerca que no puedo ni escucharla. Doblo el mefiique, sin molestias. Quizis estalle la guerra de 10s zulfies. El pulgar aprende el zapateo arnericano.. 157.

(149) Ahora roba su bast6n a Fred Astaire. El dedo amarillo tira a1 blanco y traza un circulo en el cielo. Negro el precipicio se agiganta. Llevo mi dedo hacia la frente, a guisa de pistola. No me encuentro preparado todavia. Pint6 primero una miquina de reir y le puse nombre:. “A sus drdenes, a sus 6rdenes”. No soy dedo, exclama, sin0 paisajes iroqueses. Con el principio de identidad, se asusta, se bate en retirada. Pinto un muro. Ennegrezco el tGnel. Borro l a linea con la mano y cuelgo la horca al final de la estaci6n. Detris del muro, el tren desaparece.. 158.

(150) PALOMAS. Caen de pie, fulminadas yor las migas de 10s viejos. Ricas y pobres ducrmen juntas y les imprta un cuerno la decencia, el frio, el qut diriin. Ahitas, temblequeando, siguen 10s pasos de todas las demiis. Los gatos tibios les pasean la vereda y en Disneylandia las desmoralizan de continuo, dia y noche. Tienen sus pautas, normas y tabhes y duermen balanccando el dedo gordo. Son sociables y felices con cualquier cosa. Cuando mueren se dan vueltas en las tumbas 159.

(151) y niegan la explicaci6n de cada una de sus visiones. Las golpean con fuerza en la nuca y rifien por dimes o diretes. Quitan el pan de la boca a sus abuelas. Les encantan 10s chismes, las locuras, el verano, las sospechas y 10s celos. S e g h su rango, invaden las cornisas. 2Son las miseras otra cosa que pijaros de cuenta?. 160.

(152) EL HOMBRE INVISIBLE. .. Apuntala la pared: se viene abajo. Dibuja araiias en 10s muros y teme a1 rayo laser. Aguarda impAvido el cambio de luz en el semlforo. y saca de quicio a un franciscano, meslndole las barbas. Aspirante a comensal, salaz, hiperesttsico, es agente de xrvicios especiales. Lee la historia del Llanero Solitaria Sufre, siendo un hombre sin mujer. Observa a una buscona, ocupada con la liga. Da zapatetas en el airc,. I. 11-Isla. .... 161.

(153) a la salida de 10s cines, y crec que es el alma errante de Tarzln. Ama el sinsentido y, a la hora de dormir, se hurga las narices.. 162.

(154) FIEBRE DEL HEN0. M6s infeliz que el sabio Turpin, obispo de Reims, azoto mi cabeza en el borde de la carna. AlgGn hijo de mala madre sacude dichoso el plitano oriental. Mon6tono, insufrible, me rasco la garganta. Bribbn, parlisito, el 6rbo1, un sohero solitario, me saca presuroso de la carna. Lanzo vituperios, estornudo, lloro sin penas ni dolores y el pi0 ray0 del sol se sale con las suyas. Suplico, ahllo, tengo frio, doy.

(155) vueltas en el aire y con asco me abalanm sobre el plato: la sopa, el huevo, el solomillo. Recluido en el ghetto del resoplido, se me conoce por el modo de babear. A modo de suplicio, soporto altivo las preguntas del c6mo y del porquC Me interrumpe, en la sala, el estornudo. cuando canto: “La lhgi.iistica, seEores, cs un magnifico product0 del pasado y la s6lida matriz de su futuro”. Subo a1 Olimpo, solo, fiebre del heno..

(156) DOMING0. Pasea por la plaza esa nifia de Renoir. La retreta ilumina el dia desputs de siempre, y elude marzo el tardio perfume sofioliento de 10s tilos. La nifia aguarda en la esquina del Correo. Sonrie sensual a la naranja y abre el gajo. S6rdido Athos, aguardo su sonrisa. Estallan, mAgicas, las luces. Pierna y brazo perduran en la plaza, cuando ya nos hemos ido. Observo, de r'eojo, Ias pumas del Liceo. Trepa a1 tr-anvia, sube a la imperial,. -... 165.

(157) me arroja caramelos. Voy a1 cine. Se me ocurre resbalar-en el pasillo (Buck Jones galopa hacia Oregh). Vuelve el sabio doming0 a ser sagrado. Descarga del color, la luz, el movimiento.. El rubio tejido del cabello se adormece en la tela. Tras 10s tilos, no la olvido, y permanece azul la niiia de Renoir.. 166. ,.

(158) GERENTE GERONTE. Plutdn, ese hombre de negocios, en su silla gesratoria. Fijo el ojo en el telt!fono, sabe que mafiana ir6 a Berlin. Su mujer, la cacatha, recita a1 dedillo el obituario. sc mortifica oyendo del porno-shop. En el citdfono, la Virgen Prcsurosa cede el paso a la Virgen Adecuada. Prodiga amable las centurias en las tibias sobremesas de familia. El domingo es su dia de la desdicha. Lee siemprc algunas frases de, la Biblia. 167.

(159) y nunca adrnite que el sex0 lo preocupe. Hace csujir el apio con 10s dientes y si bebe se le hinchan 10s tobillos. Le irritan 10s chirridos de las llaves. Plut6n sonrie en la oficina y s.ale el sol. Visita 10s infiernos, se va a MCxico y pide un retrato a caballo y con mariachis. Prefiere 10s bombones en forma de tibios corazones. Lee el Time y goza oyendo mfisica de Gluck. Me pregunta si tiene monos en la cara y lleno de fe y amor termina el dh..

(160) URAS. Duermen en pGblico, con 10s guantes en la diestra. No soportan 10s ruidos de la calle y se arrastran pulidas y brillosas, como negras cucarachas. Viven solas en la calle del Abandon0 y creen ser algo como el sello de Salom6n. Tienen hijos idiotas y suefian con las plazas de Paris. Enronquecen de alegria cuando viajan y se abonan a especticulos de ratas. En familia, cenan a deshoras y la Gltima de todas come en estricta duermevela.. 169.

(161) Las visito. El criado dice: “duermen a h , es de mafiana”. Les grit0 y vuelven a aferrarme. Vocifero. No me sueltan. Alzo 10s pufios. Nadie oye mis lamentos.. I70. ,.

(162) PRIMERA COMUNION. Se enreda el Angel en el filo del espejo y aligera mi rol en las huestes de David. Voy a1 Colegio. Arrope, frutilla, mazaph. Repito historias de las desdichas de Voltaire. Mi padre me coge de la mano y cuenta feliz que Lon Chaney fue el hombre de las mil cam, y una a una las repasa. Tengo miedo. Satin rehGye el fuego esa mafiana’y el fot6grafo lo advierte. Reniego de las salutaciones del magnesio. Los vitrales malignos me marean. Pasan las nubes y a golpes un mariner0 daba muerte al alcatraz.. ,171.

(163) Oigo la mGsica del circo y el rugido de 10s leones, Pasan las nubes. Cezanne oblicuo, el irbol desatiende el frio de la visptra. Suena el 6rgano y zurce. Dios el mundo desputs de la Caida. Un hombre hace equilibrios en la punta de sus dedos. S t que alli, detris, me espera el Fantasma de la Opera..

(164) PAISAJE CUBISTA. El foco de la luz es invencih. El ropero es s610 culpa mh. El paisaje de nada sirve. El reloj cierra 10s ojos. Los ingeles son livianos a1 caer. Que asi sea. La estaci6n se llena de humo. Es la jaula de un tigre. Se ponen dc prisa 10s sombreros. Hacen planes para todo. Sacan 10s pies del plato. Huelen flores, las purpdreas.. 173.

(165) La corbata me coge de la solapa. “Ciillense 10s dos”, apura. Sigo siendo el mismo. Ladrillos, algGn h g e l recostado en la vitrina.. ka piedra, el ciervo torpe. TG. Yo. El os0 de peluche. Siempre hay algo artificial..

(166) -HISTORIAS. Corn0 un idiota, miro a1 cielo y leo mi nombre en el reparto. Del bigote, me arrastran solo a1 QUO mundo. Abajo, las tierras se ponen amarillas y observo el aleteo de las gaviotas. No hay vuelta que darle. Distraido, busco f6sforos en mis bolsillos. Siento la nostalgia de las viejas historias de corsarios. Maldigo y veo a1 anciano de la linterna azul y oigo un van0 juramento 175.

(167) y el sonar de 10s doblones, uno a uno. Un l6brego abejorro se posa en mi cod0 y yo bizqueo, mirando mi corbata. Dig0 “si, seiior” y pinto un paisaje, labro un pedrusco en forma de OSQ de las estepas. Sigo subiendo y ya nada tengo en comixn conmigo mismo.. 176.

(168) LA SILLA DE LA DESPOSADA (Marc Chagall, 1934). Los ruidos de la calk nunca dicen nada. Sola, la silla reside en el vacio y se abandona. “Debo regresar maiiana por la noche”. Jmrones solitarios adormecen la rutina de la espera. “Ven aqui”. Su voz sonaba seca; Tal vez la orquesta tocase “La Luciirnaga”. “No time importancia. Tfi lo sabes”. “No olvides la corbata bland’. Tiende la mano: “Hablaremos de eso alguna vez”. “Tienes buen aspecto”.. 177 12-Isla.,. ,.

(169) La desposada cierra la puerta gris. La silla murmura: “No pongan esa ma”. Marc Chagall admite el juego: “El color es como una gruesa alfombra”.. I78.

(170) VALS. La atm6sfera del malva se disipa en la muralla. Rebanan la torta, desloman el asado y caen, una a una, h s cansadas flores rojas de Chagall. Melanc6lic0, impasible, el pasado es una mascara. Una fotografia en sepia eterniza 10s instantes. Cefiidos 10s chalecos, movedizo el p a n t a b , 10s galanes son un rein0 de fulmhea gravedad. Vuelan 10s cisnes y aligeran en el filo gris de la habanera un amor primero, en el Museo de la Costumbrc. Puntean las guitarras y solos se abandonan en las vueltas de una 14grima. A1 frente, el abanico elude la risa de la muerte.. 179.

(171) Todo est6 alli: el dejo ciego del tardio Carnaval, la vocingleria am1 de un aiio venidero, el frio ensalmo y la finura de un vals del novecientos. El tedio susurra en la muralla y la mquesta ya fatiga a 10s danzantes. Sin lugar a dudas, e s t h solos y hasta el bram cae antiguo. Las ondas del Danubio salpican la mirada. Observan con tristeza el rojo de la alfombra.. Y. 180.

(172) FANTASMA. Parece un zombie o un gallo desplumado, aleteando en la cocina. A la hora de la cena, pone 10s pies sobrc la mesa y se ilumina a bulto y en relieve. Pellizca a las visitas, por debajo de la mesa, y hace signos obscenos con la diestra. Abusa del estilo, sobreactha. Va a la iglesia y fuerza el cepillo de las himas. Tiene santos en la corte y dirige su propio funeral. A la m6sica sacra, prefiere Noel Coward, y con aire snob disfruta dando vueltas en el aire. Parlotea, buribn, en 10s tejados, y se alza. 181.

(173) siempre con el santo y la limosna. Reniega del Medioevo y de puentes levadizos. Se resfria en el verano. Huye siempre que la cosa est5 que ardc.. Es tieso como el basth de un mariscal. Victima del blanco, simula el bermell6n. Solo, a1 fin, recoge las migajas, bebe el trago del estribo y eructa’como un monje.. 182.

(174) NOTAS (1) El l w m a Retrato, 1935, es un homenaje a Magritte. (2) Nostalgia est6 inspirado en el cuadro hom6nimo de Magritte (1941). ( 3 ) En Visitas, la alusi6n a la ‘‘sefiorita Etc6tera” ts, inevitablemente, un recuerdo de E. E. Cumming. ( 4 j Bosque sur& de la realidad cotidiana y de una frase de Roger Garaudy: “Cada travesia del Atl6ntico de un simple Boeing 707, consume la cantidad de oxigeno producida p r una hectirea de bosque en un aiio”.. 183.

(175) INDICE.

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