• No se han encontrado resultados

Puertas entreabiertas, pliegues del alma intervención artística en el barrio Belén

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2017

Share "Puertas entreabiertas, pliegues del alma intervención artística en el barrio Belén"

Copied!
94
0
0

Texto completo

(1)

PUERTAS ENTREABIERTAS

PLIEGUES DEL ALMA

Intervención Artística en el barrio Belén

(2)
(3)

Puertas entreabiertas,

plieges del alma

(4)

En la portada de este trabajo,

(5)

Puertas entreabiertas,

plieges del alma

Intervención Artística en el barrio Belén.

Wayra Cifuentes Vargas

Trabajo de Grado

Asesor: Ricardo Toledo Castellanos

Diagramación: Silvia Trujillo

Pontiicia Universidad Javeriana

Facultad de Artes Visuales

(6)
(7)

A Ricardo Toledo, constructor de nuevos Territorios, por abrirme las puertas de su hogar, de su saber y de su corazón ampliando mi Mirada-Conocimiento.

A él le debo mis relexiones, movimientos y amor por el quehacer artístico.

A toda la comunidad del barrio Belén quienes, con su propia existencia, han sido creadores de mundo alternos, donde vivir es un acto de resistencia al conformismo y al peso de lo razonable.

(8)
(9)

A mi hermana Layla, quién me ha dado todo el cariño a mis padres que sembraron en mí su fuerza, fe y amor expresado en la libertad que me han otorgado para volar y tener la aptitud del elemento que da origen a mi nombre: Viento.

Wayra, que misterio guarda tu silueta, de ninfa de los vientos Y como lograste colarte en un suspiro de amor en nuestras vidas,

Wayra, el gran espíritu del viento hizo de ti una danza ritual, un sortilegio en tus cabellos de Andrómeda encarnada en miniatura.

De día quieres volar como pájaro de fuego, sentir la ingravidez en el espacio y que mundo te guarda en el sueño,

un país de cielo limpio, azul, el sol jugando rondas con las nubes que forman tu vestido.

(10)
(11)
(12)
(13)

Índice

Introducción

I Mirar contodos los sentidos 1. Visiones

2. Ojos en los Ojos 3. Ventanas de Luz 4. Puertas entreabiertas

II Del otro lado de la cerca

1. Una reja demarca las limitaciones de la existencia 2. Relexiones del otro lado

3. Dinámicas que tienden a desaparecer

III Territorios de resistencia 1. Territorios Otros

2. Uno llega donde tiene que llegar 3. Los Pliegues de Belén

4. Los Pliegues del Alma

IV Movimientos del alma

1. Fuerzas Vitales de Resistencia 2. Girar la cámara, estremecer la Imagen 3. Abrir las puertas de un hogar

3.1.1. Ruidos de la Vida

3.1.2. Terrazas para apreciar el Tiempo y Luz

V Destinos del alma, pligues del hogar 1. La casa se lleva a cuestas

2. Abuelito Alberto

3. Pliegues del hogar, movimientos del Alma (Obra Final)

(14)
(15)

15 En el origen de este proceso surge la inquietud de ampliar la ‘Mira-da-Conocimiento’, desde el arte -mediante el uso de la cámara- y des-de la vida -mediante la búsqueda des-de una forma distinta des-de percibir el mundo-. Comenzaré por la actitud requerida en un movimiento vital de ‘Abrir Puertas’ que permitá el acceso a otros mundos generando un cambio de mirada en quien las atraviesa.

En el segundo capitulo se busca analizar como este proceso implica el conocimiento y la apropiación del entorno vital, por tanto haré la descrip-ción del trayecto recorrido antes de entrar al ‘Territorio’ en el cual se despliega este proyecto.

En el tercer capitulo, una vez ubicada en el Barrio Belén, territorio de este proyecto, abordaré algunos aspectos del pasado –en la voz de sus protagonistas- para entender los términos ‘Punto de Inlexión’ y ‘Aconte-cimiento’, como elementos que incentivaron el surgimiento de ‘Movimien-tos Sociales’ que ampliaré apoyada en las investigaciones de Movimientos Latinoamericanos realizadas por Raúl Zibehci, para así, abordar conceptos

como: autoconstrucción, autogestión, extravagancia, heterogeneidad, multi-plicidad y ‘Comunidad’.

En el proceso de ser acogida -como persona y como artista- por la comu-nidad del barrio Belén, encontré en ella, una fuerza ‘Anímica’ que pude ubicar tanto la materialidad de sus casas como en las ‘Dinámicas Vitales’, a la cual llamaré ‘Alma’, que solo se puede estudiar desde el contexto de la fenomenología es decir, en su aparición, mediante características planteadas por los ilósofos: Gilles Deleuze, Guy Hocquenghem y René Scherer, quienes establecen los ‘Movimientos del Alma’: curvos, sinuosos, rodeando al cuerpo y dejando inscrito el rastro de su paso en los ‘Pliegues de la Materia’.

En el cuarto capitulo explicaré como en la experiencia de ‘Ceder la Mirada’ y encontrar los movimientos del Alma, surgen nociones del lenguaje audio-visual proporcionados por el gesto: el plano aberrado, el plano subjetivo, y el claroscuro (sobre y sub exposición). Estos deinirán las características de la obra resultante mediante la cual será posible hacer visibles los movimien-tos del Alma impresos en los ‘Pliegues de la Casa’. La obra inal relacionará: ‘Alma’, ‘Anima’ y ‘Animación’. Hallando así, la animación como lenguaje audiovisual para plasmar la experiencia de los recorridos del Alma en la casa.

El quinto capitulo desarrollá relexiones que surgen de la vivencia de re-sidir en un hogar del barrio Belén, donde establecí relaciones que evocaban imágenes de mi pasado familiar, con características de la ‘Construcción del Hogar’ que dejan plasmadas, en su materia, las huellas del paso de la exis-tencia y la percepción de la casa como refugio del Alma. En consecuencia, presentaré evidencias de cómo el paso del Alma, deja sus huellas impresas en una casa y como ésta casa puede ser representativa del Alma presente en muchas casas, para lo cual empleo conceptos de Gaston Bachelard quien analiza la “casa como universo” con una “proyección vertical” y dos polaridades, la azotea y el piso más bajo, denominados por él, guardilla y sótano.

Durante el texto aparecerán notas, poemas, y fotos familiares que construyen puentes entre la vida del ‘otro’ y la vida ‘propia’. De manera que se dé el reconocimiento del otro fundamentado en el vínculo afectivo que facil-ita el entendimiento de los procesos de una comunidad en trance de la preservación y defensa de su Territorio para construir un futuro, es decir ‘una azotea común’.

(16)
(17)

I

MIRAR

con

TODOS

(18)

18

-El gran globo ocular, ingrávido, pareciera elevarse apuntando su vista al cielo.

Los rayos luminosos que proyecta impactan a dos hombres qué, por la posición de sus cuerpos y la ubicación en el encuadre parece que acaban de descubrirlo.

Es una triple visión: la del globo ocular, la de ellos y la nuestra como

observadores-(Anotaciones personales)

(19)

19

1. Visiones

Si lograra escuchar mi infancia en el Barrio San Cristóbal Sur, me re-mitiría a álbumes de Piero y Mercedes Sosa. Cuando era niña me sentaba frente al tocadiscos a ver girar los vinilos bajo la aguja mientras emitían el cálido sonido de palabras como estas:

Gracias a la vida que me ha dado tanto me dio dos luceros que cuando los abro perfecto distingo lo negro del blanco…

En un sueño repetido de infancia distinguía, en blanco y negro, siluetas barridas que se movían hacia mi afectuosamente y emitían sonidos efu-sivos, posiblemente eran imágenes y sonidos de mis padres después de nacer.

Los domingos hacíamos antenaje a las 10 a.m., (una ceremonia cósmica donde conectábamos nuestra mente con la naturaleza). Al meditar, nos reuníamos en círculo, vestidos de blanco. Tomando nuestras manos cerrábamos los ojos para dar paso a los demás sentidos. Sentía los movimientos internos del cuerpo, la energía de las manos que me sostenían, el calor del sol y el sonido del viento entrando por la ventana. Nunca pude resistir abrir los ojos para capturar las imágenes de mis padres, místicos, inmóviles, congelados en ese momento mágico, ni la de mis hermanos, cómplices de mis miradas.

Cuando miro el fruto del cerebro humano cuando miro el bueno tan lejos del malo cuando miro el fondo de tus ojos claros...

Viajé al norte de argentina el año 2012, al recorrer el Cerro de los Siete Colores -El Salar, Purmamarca, Jujuy y Salta- comprendí la fuerza del canto de Mercedes Sosa1 , la velocidad de los golpes de la tambora,

pro-fundos como pasos gauchos, o como el galopar de un caballo sobre el suelo árido.

1 La canción Gracias a La Vida es de la cantante chilena Violeta Parra, aunque la escuché por primera vez en la interpretación Mercedes Sosa.

En Ongamira trepé las rocas del antiguo pueblo indígena que se lanzó al vacío desde la cima antes de aprobar que su territorio fuera arrebatado por los colonos, sentí desde su altura, la fuerza en el murmullo del viento y percibí el dolor de sus corazones. En ese momento pensé: -Argentina, tus raíces se han extinguido, cuantas brechas se han abierto entre tu pueblo y el mío-.

Este viaje fue un movimiento externo que produjo una inlexión en mi alma: viviendo lejos de mi tierra sentí su ausencia, pues desde el sur recordé los domingos de infancia, entendí el signiicado de los cantos y en mi mirada, relejada en los ojos del otro, entreví las profundidades de mi existencia.

En ese entonces comprendí dos cosas: la primera, es que el viajero agudiza sus percepciones: olores, sonidos, imágenes y texturas se cualiican acentu-ando la experiencia, puesto que la actitud frente a lo observado es fresca, la mirada cambia y el conocimiento se profundiza. La segunda, es que medi-ante el viaje se hace una conexión simbólica con los recuerdos, se activan planos sensibles de la memoria. Sólo al estar lejos del hogar se extraña su calidez, pues de una u otra forma sus tesoros se llevan a cuestas.

2. Ojos en los Ojos

(20)

20 Prométoos que para poder vivir es menester armarse un descubrir tanta falsedad y mentira; ojos en las manos, para ver lo que da y mucho más lo que toma; ojos en los brazos, para no abarcar mucho y apretar poco; ojos en la misma lengua, para mirar muchas veces los que ha de decir una; ojos en el pecho, para ver en qué lo ha de tener; ojos en el corazón, atendiendo a quién le tira o le hace tiro; ojos en los mismos ojos, para mirar cómo mira; ojos y más ojos y reojos, procurando ser el mirante en un siglo tan adelantado (sic) (Gracián, 2012, p. 125).

El Criticón es una obra literaria del siglo XVII, representativa del

Con-ceptismo, en dicho texto Gracián, su autor, hace fuertes críticas a la forma de vida de la España monárquica y colonialista. En esta cita el término “ojos” carga el sentido de Mirada, “ojos en los mismos ojos” sugiere una actitud crítica respecto a lo observado, pues no todo es como aparenta ser. Mirar tiene como resultado un conocimiento derivado de la experiencia, que debe aspirar la emancipación del ser.

Ojos en todos nuestros planos sensibles, para hacer conciencia de las conexiones que comunican nuestro ser con el mundo. Si la mirada es una construcción de dos partes (la primera, la actitud de atención frente a lo observado y la segunda, la función de percibir), en tanto mucho del trabajo artístico consiste en la aplicación consciente de técnicas de construcción para dar formas concretas a la expresión, una percepción generada medi-ante el arte necesita de una buena actitud para producir el cambio efectivo en la existencia. Pienso que si el arte tiene una fuerza generadora de un cambio, radica en su capacidad de alterar las percepciones. El arte es un acto de resistencia a la comodidad del prejuicio, al olvido, a la pérdida de las ilusiones de un mejor vivir.

3. Ventanas de Luz

Derivado del pensamiento religioso cristiano, encontramos enunciado en el evangelio de San Mateo, que los ojos son portadores de una especie de luz:

Los ojos son como una lámpara para el cuerpo, así que si tus ojos son buenos, todo tu cuerpo tendrá luz, pero si tus ojos son malos, todo tu cuerpo estará en oscuridad. y si la luz que hay en ti resulta ser oscuridad,

qué negra será la oscuridad misma

San Mateo, 6, 22-23

Así como los ojos son lámparas para el cuerpo, son ventanas del ‘Alma’ (en la sabiduría popular se dice “los ojos son ventanas del Alma”), son fuerza translúcida que emana la luz del ‘ánimo’ (movimientos íntimos del ser), una mirada iluminada tiene la potencia de iluminar cuerpos cegados y la fuerza de guiar caminos opacos. He encontrado seres de luz que con su mirada han provocado movimientos de mi ánimo, personas que me incitan a recorrerlos con mis ojos y mi imaginación. He encontrado seres oscuros que clavan su mirada velozmente, y sus ilos crean hendiduras en el Alma. Hay ojos opacos, de ininito vacío y profunda tristeza, hay ojos sin vida como los de un muerto.

La analogía de los ojos (aperturas del ser) y las ventanas (aperturas del hogar) proviene del hecho de ser agujeros de ‘fuga’, como en la ventana de mi infancia por la cual entraba viento, luz y sonido.

(21)

21 El David de Miguel Ángel representa la escena previa en la que el futuro

Rey David se confrontará con el gigante Goliat. En este instante, congelado en la escultura, David no sabe aún que saldrá victorioso, el miedo lo posee en su máxima cercanía a la muerte. La escultura, que ha sido tallada quitan-do trozos de material, pareciese construida con ‘Pliegues’ -valles y llanos- que se superponen creando zonas de contraste (claroscuro), y permiten u obstruyen el golpe de la luz en el mármol, produciendo así la imagen.

Busto de muerto. La Tolita. Cerámica

Detalle de ventanas de una casa con vida Barrio Girardot (Noviembre de 2013). Fotografía Wayra Cifuentes

Los ojos de David, tallados en bajo relieve, dan la sensación de inlexión

ininita (no percibimos el límite de un pliegue oscuro) gracias a la sombra atrapada por las incisiones que demarcan sus pupilas, no son totalmente negros, aunque la luz no llega a su interior, los pliegues expresan las in-lexiones de una mirada (hecha de oscuridades y luces). Al detenernos ella, pareciera que nuestra Alma, atraída por su fuerza, se fugara en su vacío y sosegara su miedo.

Bastantes cerámicas precolombinas logran expresarnos estados críticos del hombre así como momentos de contacto divino, en el Busto de muerto,

procedente de la región de La Tolita (Ecuador), la muerte es expresada en la completa ausencia de luz de la mirada, sus ojos son dos hoyos oscuros abiertos a un interior vacío, sin pliegues, sin movimiento, sin ánimo. Como

símbolo vital, la ausencia o presencia del ‘ánima’ se percibe en las aberturas circulares que permiten –o no- la fuga de luz.

Si en el ser humano los ojos son aberturas al Alma, en las casas, las venta-nas son aberturas al interior de la existencia más íntima de sus habitantes. Por ellas no solo se fugan luces y sonidos, sino también extensiones de la vida humana, objetos que se asoman por el marco, la luz releja del vidrio que se yuxtapone con la luz del interior, asuntos pendientes por resolver e indicios de un acontecimiento familiar, todos ellos presentan ‘pliegues del hogar’ que se entrevén en el encuadre de la ventana. Toda casa ha sido levantada por la mano humana para ser habitada, para hacer historia en ella y así, caber en el mundo.

(22)

22 En una casa deshabitada las ventanas, como los ojos del Busto de muerto de

La Tolita, devienen hoyos oscuros, por sus bordes se empiezan a despren-der fragmentos de construcción y del interior oscuro solo se fuga el vacío del olvido. Cuando una casa es abandonada pasa a ser material inexpre-sivo, soporte de otras actividades que la intervienen, donde solo quedan las cicatrices de un hogar. Poco a poco las ruinas van cayendo al suelo para volverse parte de la misma naturaleza, que recupera sus posesiones.

4. Puertas entreabiertas

En mi infancia, era usual recorrer junto a mi padre las calles de la Candelaria; él me contaba historias mágicas, decía que el Alma de José Asunción Silva rondaba las noches solitarias del centro histórico de Bogotá, cargando un balde de pintura negra y roja, plasmaba su sombra en las fachadas de casas antiguas y sus suelas manchadas dejaban huellas impresas en los estrechos andenes de la carrera tercera.

Una puerta abre y cierra el espacio, Porte: 11 rue Larrey, es una instalación

que Marcel Duchamp hizo en su apartamento en función de separar tres espacios, la puerta permite acceder a uno de los cuartos a condición de cerrar otro. Con su proclamación como obra de arte se hace conciencia del signiicado de una puerta y de sus movimientos, su posición entreabierta,

Silueta de Silva. Foto tomada de http: //rednel.blogspot.com/2012_07_01_ archive.html, recuperada el 23 de mayo de 2013

La solidez de los muros de adobe, puertas de madera y techos de barro, de-notaban la ‘magia’ contenida en las fachadas. En La Candelaria, transitaban familias que desde generaciones vivían en grandes casas y otras, que en algún momento llegaron a la ciudad en búsqueda de oportunidades. Estas familias, amplias en número de integrantes, se movían constantemente entrando y saliendo por las puertas de sus casas, en esos momentos –de sus puertas abiertas o entreabiertas-, se fugaba un poco de luz interior. Mirar hacia el interior de las casas, satisfacía mis deseos internos atraídos por la luz cálida que se fugaba, imágenes veladas que poco a poco iban encon-trando su forma.

Porte: 11 rue Larrey (1927). Marcel Duchamp (1887-1968). Instalación

Pasé años de mi infancia escuchando audio libros en la Casa de Poesía Silva, lugar donde, según el vigilante, el Alma de Silva rondaba dejando indicios de leves movimientos y según mi padre, iniciaba sus recorridos para pintar las fachadas.

(23)

23 La dimensión de las puertas en contraposición con la mesa estrecha que se encuentra detras, es amplia, ya que invita a traspasar el umbral -del arte y de la vida del artista-. Puede que tras ellas no se encuentren las comodidades de otras formas de vida –y quehaceres- pero sí en menester una profunda disposición de compartir. A primera vista la mesa del arte parece estrecha pero en profundidad sugiere la amplitud del espacio que se proyecta en diferentes dimensiones.

Quizá no alcanzo a comprender todo aquello que signiica esta puerta de Itsukushima para el pensamiento Japonés, pero la interpreto como un punto de inlexión en la vida -y el arte-, en que pasamos de un estado a otro. La puerta es el umbral que deine etapas del andar vital y del proceso de realización de una obra. Tras ella puede no haber nada distinto, o al menos no parezca ser diferente del espacio anterior, eso no es importante, pero el signiicado sí pues al pasar por ella se genera la voluntad de cambio en quien la atraviesa.

La comida del artista, puerta amplia- mesa estrecha. (1991). Víctor Grippo (1936-2002). Instalación

Torii de Itsukushima. Foto tomada de: http://es.wikipedia.org/wiki/Santuario_ Itsukushima. Recuperada el 15 de Agosto de 2013.

marca el distanciamiento y la conexión entre los espacios. El movimiento de una puerta abre espacios y mundos, al abrirla de un lado se devela del otro, un mundo de relaciones entre formas y contenidos por descubrir.

En la obra de Víctor Grippo, La comida del artista- puerta amplia- mesa estrecha, se ahonda en la percepción de un artista que realiza

movimien-tos vitales, que causan punmovimien-tos de inlexión en el Alma al abrir puertas de espacios profundos.

Hay situaciones estrechas y caminos difíciles que acosan al artista, pre-guntas como: ¿de qué vive un artista?, ¿su quehacer tiene consecuencias importantes?, ¿qué ganan otras personas cuando el arte toca sus vidas? son imposibles de responder, al menos con palabras. Este proyecto surge del deseo de ampliar la Mirada-Conocimiento, el cual, generó el impulso a traspasar puertas vitales, a reconocerme en la vida del otro, a ceder la mi-rada para construir una mimi-rada colectiva, incorporandome en los procesos de una comunidad en el barrio Belén.

Gracias a la vida que me ha dado tanto Me ha dado la risa y me ha dado el llanto, Así yo distingo dicha de quebranto

(24)
(25)

II

Del

OTRO

LADO

de la

(26)

TERRITORIO HABITADO Hay espacios habitados inconscientemente

sin querer, a veces estos territorios

de piel, de hueso, de anatomía móvil, llevan consigo posesiones nocturnas, manos que acarician esas líneas prohibidas.

Y volvemos a sentirnos como una geografía descriptiva

donde la línea ecuatorial palpita su carne, su deseo. Y mañana sales en el autobús,

libre de mancha con la mirada tierna

como si anoche hubieras soñado bajo la luna con la ventana abierta

(27)

27

1. Una reja demarca las limitaciones

de la existencia

Viví desde los 6 años en las Torres Gonzalo Jiménez de Quesada, uno de los primeros proyectos de vivienda de propiedad horizontal del barrio Las Aguas. El bosque interno del conjunto fue el atractivo que cautivó a mis padres, tupido de árboles de eucalipto y pinos altos era el principal lugar de ensueño de un niño –las pocas veces que cayeron arboles resultaban puentes gigantes, monstruos o cabañas-.

La Casa Rosada era otro lugar encantado. Una casa estilo republicano de tres pisos que decidieron conservar como salón comunal, posiblemente fue una casa-quinta, pues las torres colindan con un gran potrero que se ex-tiende hasta la avenida Circunvalar. El primer piso de la Casa Rosada fun-cionaba como salón de juegos y los dos siguientes se conectaban con una escalera de madera, que era el mismo material de los pisos, vigas, puertas y ventanas. Los techos altos y corredores largos eran escenario de nuestra fantasía, proyectada al exterior a través de las ventanas abiertas sobre la primera calle del barrio La Concordia, por la cual transitaban personas de la vecindad.

Los límites de ‘Las Torres’ son rejas y muros de concreto. El limite norori-ental es una reja que permite presenciar los conciertos de la Media Torta y no faltaban ocasiones para saltar de un lado al otro, acortando el cami-no. Al sur de la Media Torta, en el terreno en descenso había una choza habitada por Doña Carmelita quien en otras épocas era dueña de varios animales: vacas que pastaban en el potrero, gatos, y perros (República era el nombre de la perra mayor, madre de los demás perritos). Doña Car-melita, sentada en una silla, pasaba horas mirando a quienes jugábamos al otro lado de la reja en la cancha de basquetbol, nuestro mayor contacto con su calle era cuando el balón caía al otro lado, donde siempre hubo alguien para devolverlo.

El límite norte es el muro del parqueadero, la cancha de tenis y la reja, tras ellos se encontraba un lote baldío, lleno de matas de uchuva, al que nos saltábamos para recoger las pelotas de tenis y para cumplir las peniten-cias de un juego perdido. Por el occidente se encontraban casas de estilo colonial y calles que eran tomadas por el juego de niños, mini mercados (chances, misceláneas y puestos de comida) que montaban algunas familias del barrio Las Aguas.

Este contraste entre dos estilos de vida divididos por una reja, me hizo pensar en cómo sería vivir al otro lado; después de todo, siempre entraron olores, imágenes y sonidos, que construirán imaginarios de la vida de afuera, maullidos de gatos, el ladrar de los perros, los gritos y risas que llegaban a las ventanas de mi habitación. Con el tiempo conocimos dos o tres chicos, que a tan solo una cuadra de distancia, crecieron de una forma muy diferente.

Con el paso de los años casi todas las actividades que quedaron impresas en mis recuerdos se han desvanecido, pues la Universidad de los Andes compró la mayoría de las casas y el lote baldío ahora es un vivero de la Facultad de Ciencias. Me atrevo a decir que, quien creció en las torres pasó sus mejores momentos de infancia en el bosque y la Casa Rosada que ahora está cerrada con altas rejas. Al parque no se puede acceder después de las 9 p.m., el Jardín Botánico avaló que tumbaran más de treinta árboles y todos los pasillos, ascensores y rincones tienen cámaras de seguridad. Si bien con el tiempo cambian las dinámicas de los lugares, sentía que del otro lado de la reja había un mayor grado de libertad.

Curiosamente antes de vivir en ‘Las Torres’ viví en un conjunto de apar-tamentos construido por Rogelio Salmona en el barrio San Cristóbal Sur con sus áreas comunes muy bien demarcadas. Tras sus límites se sentía el palpitar de su entorno (El Parque Distrital del Sur, La iglesia de San Cris-tóbal, El Colegio Distrital Manuelita Sáenz, las casas y tiendas del barrio).

Las anteriores vivencias despertaron en mí las siguientes preguntas: ¿por qué en nuestro conjunto había reglas, horarios y lugares establecidos de juego?, ¿por qué hoy son tan estrictas las condiciones impuestas por las administraciones de los conjuntos multifamiliares?, ¿no son más libres los niños de afuera que convierten calles en pista de carreras, rines de boxeo, o canchas de futbol?, ¿quién diseña el hogar y el entorno para habitar?, ¿por qué el progreso impone restricciones al existir?

2. Relexiones del otro lado

(28)

28 en las calles que transitaba de ida y regreso, desde mi casa hacia el insti-tuto León Tolstoi, al colegio y al Museo del Oro donde asistía a talleres de cerámica, en los cuales imitábamos piezas precolombinas para llevar ejemplares a casa.

En este sector de la ciudad, gigante, con multiplicidad de espacios, ha-bitantes y dinámicas, desarrolle la mayor parte de ejercicios de la carrera de Artes.

Mediante la fotografía quise aprender a plasmar en papel la experiencia del acto de mirar. Caminando por avenidas principales y plazoletas en-contraba exuberancia tanto en la arquitectura como en las actividades hu-manas llenas de ‘instantes decisivos’.

Calles, luidos, fue un trabajo realizado para la clase de fotografía análoga,

en éste, la fotografía fue intervenida mediante un proceso en virado sepia y azul, dando expresividad a las formas de la composición. Lo interesante,

Calles, luidos (2009). Wayra Cifuentes. Fotografía análoga virada en sepia y azul

en el proceso de realización, era combinar los dos químicos en función de yuxtaponer los colores resaltando así las texturas de los rincones del andén, ilos de fachadas y la bolsa de basura que reposa sobre el suelo, como si del pavimento emanaran sombras del pasado.

Familia al Sol (2009). Wayra Cifuentes. Fotografía análoga

En el acercamiento a ejercicios como los del fotógrafo francés Henri Cartier Bresson, las calles y plazas del centro eran las preferidas, pues en ellas se encontraban indicios (“instantes decisivos”) de una identidad local.

La Plaza de Bolívar es un espacio en dinamismo, en él siempre entran y salen algunas personas apresuradas (caminantes que la transitan) otras en ralentizado (personas que ejercen su trabajo allí) y animales característi-cos del lugar como llamas, perros y palomas. Siguiendo pautas aines al fotógrafo francés, en la fotografía Familia al Sol capturé la imagen de una

familia comiendo helado en la Plaza de Bolívar. Tras ella buscaba índices de una tradición, una actividad y un contexto reconocibles en códigos: el tipo de helado, la posición de los cuerpos, las miradas, el color de piel, el vestuario y los elementos del contexto. En el suelo se observa cantidad de palomas cuya permanencia es característica del lugar, él análisis de sus dinámicas de desplazamiento incentivó el siguiente trabajo de animación llamado Soplos, que fue motivado por los desplazamientos y frecuencias

(29)

29 Los símbolos que permiten la lectura de un lugar –o personaje–, fueron elementos constantes en mis ejercicios, ya que considero que estos detonan relexiones del vivir. Las llamas, que son parte de la ambientación de las fotografías polaroid representativas del turismo de este lugar, son animales curiosos dedicados a la observación, tranquilas, inalterables ya adaptadas a su agitado entorno. En la obra de animación (rotoscopia) Movimientos asincrónicos realicé varios registros de video de estos animales los cuales

separé digitalmente en planos de imagen. Las llamas se encuentran en primer plano, animadas en un tiempo ralentizado, contrario a su contexto que pasaba a velocidad frenética en diferentes momentos del día. Más allá de la experimentación audiovisual me pregunté por el lugar donde vivían las llamas, especíicamente sobre el tipo de residencia de sus propietarios que les permitiera tener tales animales. Inquietudes que yacen pendientes para ser resueltas en algún encuentro espontáneo.

Soplos (2010).Wayra Cifuentes Vargas. Animación en dibujo (fotogramas)

Movimientos asincrónicos (2010). Wayra Cifuentes Vargas. Animación en rotoscopia y composición de video (fotogramas)

Movimientos asincrónicos (2010). Wayra Cifuentes Vargas. Animación en rotoscopia y composición de video (fotogramas)

Al capturar la imagen de los rostros de los vendedores y sus familias, los niños que los acompañaban que siempre permanecían horas tranquilos ya acostumbrados a la actividad de sus padres, medité en su mirada sosegada, diáfana, posiblemente ellos no veían como yo este escenario, pues éste ya era parte de su cotidiano vivir.

En el año 2011 realicé el documental narrativo Memorias de la Concordia,

(30)

30

Memorias de la Concordia (2011). Wayra Cifuentes. Cortometraje Documental (fotogramas)

Entrevisté a tenderos y pequeños comerciantes como Doña Marta y su hermano José La Rotta, quién administró la plaza durante dieciséis años vigilándola en las noches junto a su perro Gitanito. Gracias a Don José, la plaza fue declarada patrimonio arquitectónico, quizá su fuerza para de-fender y conservar este lugar radica en el hecho de haber transcurrido allí su infancia y heredar la tienda de su padre, la cual fue el sustento económi-co de su familia desde la creación de la plaza en 1933.

Este lugar se ha convertido en núcleo fundamental del sector (a pesar de que a caido en desuso) siendo ejemplo de adaptación dinámica a las exigencias ac-tuales. En el esfuerzo de preservar y revivir la plaza se han realizado actividades culturales como ferias artesanales, ferias gastronómicas, eventos literarios, conciertos de música autóctona y eventos de agricultura orgánica. La plaza incluso cuenta con teatro propio, el Teatro de Sueños.

Dediqué una sección del documental al Museo del Producto, un espacio

construido por Doña Marta que alberga una colección de antiguas mer-cancías vendidas en su tienda desde la época fundacional. En el museo hay objetos que evocan acontecimientos familiares, de la plaza y de la Industria Colombiana.

Sentí que la actividad artística de alguna forma me acercaba a historias ligadas a las vidas y contextos de sus propietarios, como dijo el escritor James Baldwin: “La vida es más importante que el arte, eso es lo que hace al arte importante”. En cierto punto creí que registrar estas particulari-dades, era un acto de resistencia a su extinción, pues a medida que cam-bia arquitectónicamente un espacio, con él camcam-bia un paisaje humano -creador de dinámicas vitales-.

3. Dinámicas que tienden a desaparecer

Rodrigo Facundo con su obra Máquinas de Guerra registra la pérdida de

actividades que conforman nuestros rasgos identitarios, tras las cuales se evidencian diversas formas de subsistencia, propias de los conglomerados urbanos donde la exclusión y la discriminación activan la búsqueda de alternativas de resistencia.

Memorias de la Concordia (2011). Wayra Cifuentes. Cortometraje Documental (fotogramas)

En la obra mencionada el artista captura imágenes artefactos de nuestra cotidianeidad tales como estos mini-mercados ambulantes que, a semejan-za de los carros primitivos citados por María Iovino, aún pueden encon-trarse en algunos sectores populares de la ciudad:

El nombre de la obra está tomado del que se le dio en la antropología a los objetos con que, en las practicas ancestrales, los herreros-guerreros de tribus nómadas, se desplazaban de uno a otro espacio con todo el instrumental del que disponían para

(31)

31 la creación o ensamblaje de armas propicias para cada enfrentamiento a que hubiera lugar en el paso azaroso por diferentes áreas (Iovino, 2013).

En nuestra realidad social dichas formas de resistencia son una expresión de contrastes generados por los cambios que impone la sociedad de mer-cado, relejan una forma de vivir que día a día se constituye en objetivo de las políticas, estrategias de control y ejercicio del poder. Como lo anota Raúl Zibechi en su libro América Latina: Periferias urbanas, territorios en resistencia: “En los territorios populares surgen iniciativas para la

sobrevi-vencia que a menudo cobran la forma de una ‘economía diferente’ de la he-gemónica, una economía que en los hechos es contestataria a la economía del capitalismo” (Zibechi, 2008, p. 77). Carros de Guerra hace referencia a

procesos de extinción de actividades de autogestión que constituyen for-mas de resistencia características de un tipo de vida urbana. También alude a suburbios en los cuales se han dado las condiciones favorables a la creación de un lugar en el mundo que responda a las necesidades de sus habitantes mediante formas creativas y más auténticas de vida (autoconstrucción), pro-ducción, distribución y mercadeo (carretas, vehículos ambulantes, puestos de comida) y dinámicas colectivas (cultura y tradición), que me llevaron a preguntarme si es posible que estas comunidades se constituyan como fuentes de saberes más auténticos.

Los habitantes cotidianamente imprimen, en las calles y fachadas, indicios de su forma de relacionarse con el entorno, de apropiarse de él, modiicarlo con base a sus necesidades. La ciudad y sus elementos albergan cantidad de inscripciones que quedan en la materia: capas de pintura en una facha-da, carteles desgastados por el tiempo y objetos reutilizados.

Algunas calles son modiicadas por personas que hallan en ellas la fuente de trabajo, crean formas alternativas para usar el espacio público y para rela-cionarse con otros, hilando un tejido humano. Partiendo de la necesidad del diario vivir como motor, los habitantes analizan muy bien su entorno, para desarrollar dinámicas propias de supervivencia aprovechando los lujos de personas y tráico en las calles. Quizá hallan en el ‘caos’ una fuente de tra-bajo que constantemente produce nuevas ‘oportunidades de diseño’, como la constante re-signiicación de artefactos, derivadas de la multiplicidad de relaciones establecidas entre acontecimientos espontaneos. Son mundos al-ternativos y heterogéneos, que develan pliegues vitales de la cotidianidad y amplían los umbrales de maniobra en los transcursos de la existencia.

Los objetos se instauran como piezas claves del pensamiento y la forma de adaptar el espacio -y la materia- a la forma y uso que la existencia lo requiera. Considero que cada sociedad para su progreso debe tener una conciencia

Publicidad en los muros de comercios caseros en el barrio Belén (Noviembre de 2013).

(32)

32 histórica y que, si se eliminan actividades vitales (junto a artefactos agen-tes de la memoria) construidas espontánea y heterogéneamente, podrá ser más sencillo adaptarnos a las imposiciones del dominio.

De la historia del arte y de la literatura me ha cuestionado el hecho que tan sólo sea un fragmento de la multiplicidad de formas de vida y miradas de distintas épocas y contextos. A través de las piezas de arte contenidas en los museos y los libros hemos conocido las sociedades que nos preceden, sin embargo, se trata de una ‘colección’ una selección de objetos materiales que nos hablan de ciertas características, pero me asaltan preguntas como: ¿más allá de ellos cuánta historia se perdió?, ¿quién se encarga de elegir qué queda en ella?, ¿es la memoria una instancia castrante?, ¿el progreso restringe, diseña e impone los modos de vivir?

Me interesé por las personas creadoras de lugares, artefactos y objetos que nos dejaran entrever un vivir diferente al de mi círculo social, posiblemente allí sentiría la existencia por fuera de las limitaciones de una

adminis-tración (como la de Las Torres). Este interés generó dos relexiones: la Venta de comida típica en las calles del barrio Belén (Noviembre de 2013).

Fotograia Wayra Cifuentes

Venta de comida típica en las calles del barrio Belén (Noviembre de 2013).

(33)

33 primera, que en estos espacios heterogéneos existe una fuerza de renovación por medio de la extravagancia entendida como “el detalle incongruente que trastorna todas las previsiones y permite entrever la gama ininita de las pasiones, gustos y particularidades”(Hocquenghem & Scherer, 1987, p. 23) puede estar amenazada. La segunda, que yo anhelaba hacer parte de los pro-cesos de una colectividad, aún más, atravesar puertas vitales. ¿quiénes eran las personas tras los lugares extravagantes?, ¿dónde se plasmaba su existir?

En ese entonces, a partir de una relexión autocrítica me di cuenta que mis anteriores ejercicios no pasaban de ser una observación pasiva de mundos

Reutilización de sofás antiguos en los barrios Belén y Girardot (Noviembre de 2013).

Fotograia Wayra Cifuentes

(34)
(35)

III

TERRITORIOS

(36)

DIARIO DE CAMPO A pocas cuadras de mi casa

la calle es más estrecha un cercado de zinc nos indica que este parque

está a punto de morir los árboles, las palomas,

y el césped

han sido arrancados de raíz

-es que el verde no está en la mente de los urbanistas-las familias de pájaros

copetones y mirlas han sido desalojadas de su hábitat

ellos también sufren la guerra, de las motosierras como monstruos del apocalipsis

anuncian su in.

Mi Alma se llena de nostalgia ahora mis pulmones

no sentirán por esta calle el aire fresco y mis oídos

extrañarán el canto de los pájaros y en este diario de campo urbano habrá menos inventario de especies vivientes

y los vidrios de los ediicios serán grises ya en sus rostros no se mira el Urapán ni las palomas de este parque volarán alegres.

Entonces cerré mi maleta con enojo para que mis manos

escriban poemas que se parezcan menos a este diario de campo

del 20 de octubre de 2001 a las 7:05am

en el antiguo Parque de los Periodistas de Santa Fe de Bogotá

(37)

Cifuentes-37

1. Territorios Otros

Raúl Zibechi, analizando posibles sentidos de la palabra Territorio, en su libro América Latina: Periferias urbanas, territorios en resistencia, plantea el

fenómeno de movimientos sociales que conforman apropiaciones terri-toriales “diferentes de los del capital y las multinacionales, que nacen, cre-cen y se expanden en múltiples espacios de nuestras sociedades” (Zibechi, 2008, p. 23) emergentes en América Latina. Además ponen en evidencia proyectos autónomos, propios de sectores populares, que instauran nuevas formas de usar el terreno. Las cuales no se han analizado en su totalidad mediante metodologías convencionales (estadísticas, censos, o estudios arquitectónicos), tal como dice el poema de mi padre, “es que el verde no está en la mente de los urbanistas”. Estos proyectos de larga duración, han posibilitado la creación de formas de vida alternativas, que en su mayoría han surgido como consecuencia del desplazamiento forzado de habitantes de sectores rurales, entre los cuales son pioneros los movimientos indígenas. Según Zibechi estos territorios derivados de la conformación de movimien-tos sociales que deienden su tierra, han establecido características propias en su organización como comunidad, analizadas en tres genealogías históricas.

En primer lugar, la noción de ‘Territorio’ apareció en el marco de los movimientos indígenas que, aproximadamente desde los años sesenta comenzaron un proceso de recuperación de tierras arrebatadas desde la época colonial. Probablemente los indígenas del Amazonas fueron los primeros en hablar de Territorio, en los años cuarenta sufrieron la invasión de sus tierras por parte de empresas multinacionales petroleras y veinte años después se movilizaron reclamando los siguientes derechos: habitar su tierra estableciendo sus propias normas, adaptar el suelo a sus necesi-dades (alimento, vivienda, cultivos, sistemas de relaciones interpersonales) y así, poder desarrollarse como etnia y cultura. Por tanto al ejercer poderes de autogobierno, heredados o construidos históricamente, demandan su autonomía. A partir de la consigna “somos un pueblo y a la vez una na-ción” se entiende que las etnias crean formas de poder independientes a las de dominación hegemónica, sus Territorios son naciones autónomas en las cuales sus habitantes se ponen de pie para mantener una forma de relación de sentido con su tierra y su forma de existir en el mundo.

La segunda genealogía de movimientos sociales que hablan de Territorios fueron los campesinos. El Movimiento Campesinos Sin Tierra de Bra-sil se ha caracterizado por venir recuperando sus tierras desde hace unos 30 años creando asentamientos donde se organizan dos tipos de produc-ción: la pequeña parcela familiar campesina para el auto sostenimiento

y el monocultivo que comercializa los productos con otras comunidades. Especialmente en el primer tipo de asentamiento –familiar- se destaca un territorio heterogéneo, quebrado, y diverso, en donde cada familia controla sus propias tecnologías -todas de bajo impacto-.

Casas sobre las montañas del barrio Girardot (2013). Fotografía Wayra Cifuentes.

En tercer lugar surgen los Territorios Urbanos que han tenido expansión en las periferias de las grandes ciudades de América Latina. Desde medi-ados del siglo XX crecen barrios ‘suburbios’ ubicmedi-ados en las periferias de la ciudad, en ellos, se encuentran cotidianeidad formas alternas de satisfacer sus necesidades, donde prima el ‘valor de uso’ por encima del ‘valor de cambio’. De estos sistemas de relación pueden surgir iniciativas, tanto en la organización y manejo de la tierra como en la producción de bienes y servicios. Dichos ‘movimientos territorializados’ evidencian “sujetos que los instituyen, los marcan, los señalan sobre la base de las relaciones socia-les que portan” (Porto, 2001, citado por Zibechi, 2008, p. 50), por otro lado el autor airma que estos “territorios otros” –que generan movimientos vitales heterogéneos- abren la esperanza a una nueva sociedad que permita la emancipación del ser.

(38)

38 del Centro Oriente, resultantes de varias oleadas de migración a causa de la llamada violencia de mediados del siglo XX, época alrededor de la cual surgieron los barrios La Paz, El Guavio, La Peña, Los Laches, El Rocío, El Consuelo, Lourdes y Girardot, ubicados en las faldas de los cerros y en el límite oriental de los barrios históricos.

Una de las soluciones iniciales que proporcionaron los antiguos barrios al problema de la escasez de vivienda para esas nuevas familias migrantes, fue el auge de inquilinatos que aprovechaban los amplios espacios de casas coloniales donde era posible que una familia entera se acomodara en una habitación, compartiendo espacios comunes como la cocina, el baño y los patios. Hace pocos meses me enteré que la Casa Rosada de Las Torres de mi infancia fue un inquilinato, que se desalojó luego de ser comprado por el conjunto.

Con el correr de los años, muchas de estas familias desalojadas, o residentes de inquilinatos lograron una mejor alternativa al vincularse a los grupos que construyeron su propio hogar apropiándose de terrenos aledaños no urbanizados, obtenidos de forma ilegal. Las viviendas, en su mayoría, eran de autoconstrucción como varias casas de la expansión de Bogotá que fueron construidas por sus habitantes (sin la connotación negativa que tiene la autoconstrucción actualmente).

Vegetación entre los muros de la casa de mi abuelito Alberto (2013). Wayra Cifuentes. Fotografía Digital

Independientemente del proceso de transformación de los barrios que conforman el centro histórico de Bogotá se puede sospechar que estos territorios presentaron ‘isuras’ en el poder que ejercían el Estado y el Mer-cado. Al igual que el musgo o la hierba que crece entre dos ladrillos, la vida de nuevas familias modiicó el uso y arquitectura de antiguas casas coloniales con el in de caber en el mundo.

2. Uno llega donde tiene que llegar

Uno llega a donde tiene que llegar, recoge sus pasos, repasa la vida, se siente sin tiempo,

-con mil rostros-con los pies de caminante. Trashumante, Pasiego como dicen en Cantabria

-Eduardo

Cifuentes-Anhelaba establecer un vínculo con personas que vivieran en territorios heterogéneos y distantes al mío. Mi madre que fue coordinadora en el Co-legio Distrital La Candelaria (y anteriormente de Girardot, La Victoria y Ramajal), me había contado que la mayoría de estudiantes, eran hijos de vendedores ambulantes del sector y de habitantes de los barrios aledaños.

Comencé con la observación de espacios públicos del sector de Las Aguas, ya que para la época compartía un apartamento en el Centro Comercial y Residencial Barichara junto a extranjeros, quienes llegaban a Colombia, contratados por ONGs, a conseguir trabajo dictando clases de inglés, de coordinadores de trabajo social o de proyectos de construcción, inclusive uno de los arquitectos a cargo del proyecto BD Bacatá (torre de 66 pisos), visitó el apartamento, pero este no estaba a la altura de su gusto. Desde el piso quince de la torre B, que se alza sobre la carrera tercera con calle diecinueve, podía observar el constante movimiento de estudiantes, emplea-dos, vendedores ambulantes y habitantes de la calle que frecuentan el sector de la Estación Las Aguas de Transmilenio. Conocía los horarios, los tipos de puestos y rostros de los vendedores y aunque logré comunicarme con algunos de ellos, sin embargo no logré establecer vínculos cercanos.

(39)

39 comunitarias especíicamente relacionadas con la divulgación del Plan Cen-tro y el POT (Plan de Ordenamiento Territorial), que para inicios del año 2013 estaba siendo modiicado. No profundizaré en los aspectos técnicos del POT ya que mi interés me ha orientado a observar las reacciones de los asistentes que al inalizar las reuniones salían furiosos, tristes o desani-madas o bien no comprendían los procesos del POT y se sentían agredidos por quienes realizaban las charlas. Por tanto en su máximo intento de ser escuchados y evidenciar las razones personales por las cuales se verían afectados, empezaban a gritar y la euforia se contagiaba en todos los asis-tentes terminando en un debate sin claridad y fínes especíicos.

Debo admitir que de todo esto, solo me interesaron las ilustraciones de las cartillas del POT que suministraban información a la gente con el título:

Bogotá se concentra POT, una ciudad bien pensada, ABC.

Si analizara, desde el diseño, las propiedades morfológicas de estas ilus-traciones diría que son bastante homogéneas, la mayoría construidas por rectángulos que han sido modulados, espejados y multiplicados, lo único que varía es su altura y grosor. Por otro lado el contraste es bajo, y sus colores -gris y blanco- dan la sensación de frialdad. Las ilustaciones de las castillas me hacían pensar en lo lo alejadas que están de la realidad, de las viviendas y de la organizacion de los barrios del centro. La ‘mezcla de actividades’ que proponen en su diseño, anularían dinámicas y relaciones espontaneas del diario vivir. Por último la inclinación y forma en que

pre-Ilustraciones de cartillas del POT. Foto tomada de http://www.idep.edu.co/pdf/Cartilla-POT-DIGITAL.pdf . Recuperada el 07 Marzo de 2013

sentan las casas de ‘invasiones’ es despectiva, simple y plana (carente de ese claroscuro derivado de los pliegues, como la mirada ‘viva’ del David de

Miguel Ángel).

A partir de las reuniones en Casa Comunitaria de la Concordia, me con-tacté con una persona de la Casa Comunitaria de Egipto quien me sugirió hablar con el presidente de la Junta de Acción Comunal de barrio Belén, Joaquín Ramírez. Así llegué es este barrio que ha sido el centro de mi vida durante un año, y en el cual encontré personas que me han inspirado con su misma existencia, y que han suscitado inlexiones en mi Alma.

Días después de mi primer encuentro con don Joaquín nos reunimos en Casa Bakatá (centro cultural y social del barrio) para conocernos con las personas más activas de la comunidad. Allí mismo funciona la Junta de Acción Comu-nal. Ese mismo día entraba a trabajar un grupo de estudiantesorganizado por Jimena Andrade, artista y docente de artes de la Universidad Javeriana, quien venía apoyando desde tiempo atrás el proyecto de la huerta comu-nitaria de Belén.

(40)

40 intervención arquitectónica para revitalización del barrio. El grupo Plata-forma Bogotá intervino con proyectos de huertas verticales por medio del contacto con Casa B (otra casa cultural que lleva en el barrio desde enero de 2012). Funcionarios de la alcaldía local y de la Casa Comunitaria de Belén que dictan cursos y capacitaciones en las cuales era usual repartir refrigerios a modo de incentivo. En varios procesos estuve observando, en-tendiendo las dinámicas y decidiendo qué procesos me interesaban –como artista y como persona-.

En el primer recorrido para conocer el barrio, lugares importantes y comercio, usé la cámara del Ipad (guardado dentro de una bolsa plástica en mi mochila), deseando grabar la impresión de mis movimientos. Las imágenes resultantes me provocaban la sensación de una visión velada: en ellas aparecía una especie de aura luminosa, provocada por la difracción de la luz a travez del plástico, que emanaba de los cuerpos de los habitandtes y de las siluetas de las casas del barrio, proyectando su aura hacía el cielo azul (me recordaron la obra Visión de Odilón Redon).

Esta contemplación me condujo a revisar el trabajo del fotógrafo Demetri Efthyvoulos, mencionado en un artículo de Adolfo Chaparro titulado Im-presiones sobre una película de agua. Según Chaparro la obra de Efthyvoulos

sobrepasa la captura de una imagen de paisajes amazónicos, abriendo paso

Los espíritus de la selva u otros aspectos de la realidad. Demetri Efthyvoulos. Fotografías

(41)

41

Imágenes de trayectos hacia el barrio (Febrero –Marzo de 2013) Wayra Cifuentes. Video (fotogramas)

a la conformación de visiones de espíritus de la naturaleza. La imagen de la selva espejada en el agua del río se combina, se yuxtapone en su máxi-ma cualidad orgánica, cobrando otras formáxi-mas y sentidos emergentes de la naturaleza. Gracias al cambio de eje en las fotografías, surgieron en ellas otros signiicados, ligados a fuerzas actuantes de la naturaleza que, según los pueblos indígenas que aún habitan y custodian la región amazónica, son visibles en medio de prácticas de visión chamánica, que contribuyen a trazar su territorio (Chaparro, 2006).

Primer encuentro con el grupo deportivo (Abril de 2013). Wayra Cifuentes. Fotogramas

Guardaba en ella la cámara con la lente apuntando hacia un oriicio que tenía entre las costuras inferiores. En las imágenes resultantes la luz del ex-terior cambiaba fuertemente produciendo altos contrastes entre las formas –sobre y sub exposición- que una vez adaptado el diafragma se deinian las imágenes tomadas. Ligando su sentido con el trabajo de Efthyvoulos, pensaba en la ‘fuga’ como un espacio que permite mirar más allá de las limitaciones (como en las puertas entreabiertas).

Los primeros registros, tomados en el transporte público o en el viaje a pie, para llegar al barrio Belén, daban como resultado imagenes con pla-nos aberrados, veladas, poco claras, borrosas u obstaculizadas. Partiendo esta expiencia, relexionabasobre mis relaciónes con las personas y con las calles -que no eran diferentes a las características de la imagen-.

Poco a poco la imagen de los registros empezó develar un contexto deini-do, a la par que la cámara iba saliendo al exterior. Las últimas imágenes re-sultantes eran más cálidas, deinidas, y en el encuadre empezaban a entrar personas que también entraban en mi vida.

Con el pasar de los meses ayudé a registrar las actividades que realizaba Irene Abondano, psicóloga de la universidad Javeriana que hacía su prác-tica con el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, especíicamente en la línea de reconstrucción de la memoria de barrios. Al conocer a Don Joaquín ella mantuvo una relación muy cercana con él, quién la contactó con varios ‘Abuelitos’ para que le contaran relatos del pasado del barrio. Registrando las actividades de Irene, establecí pequeños vínculos con per-sonas que luego harían parte de mi vida, algunas de las cuales se vincularon a este proyecto, Doña Magola, Doña Myriam y Doña Irma.

Esto me sugirió explorar ciertos conceptos que pudieran estructurar la relexión en torno a las características de los registros logrados hasta ahora en mi trabajo. Encontré que en éstos primaba el llamado ‘plano aberrado’. Aunque es escasa la información y teoría disponible sobre el plano aberrado, se entiende que éste es un valor de plano, propicio en el trabajo audiovisual, para expresar un estado psicológico ligado a las emociones de los perso-najes que, usualmente rompe los esquemas de estabilización del referente de visión por medio de ejes horizontales o verticales. Pero el concepto de plano aberrado también sugería la producción deliberada de anomalías técnicas: como recortes, desenfoques, cambios bruscos de iluminación, so-bre y sub exposicion. Pensé entonces que quizá cambiando el eje se podría ampliar mi aptitud de mirada.

(42)

42

3

. Los Pliegues de Belén

Enfocados en recuperar la historia del barrio Belén, nos reunimos en la sede del Archivo Distrital de Bogotá con Joaquín, Irene y una funcionaria del IDPC (Instituto Distrital de Patrimonio Cultural) a cargo del proceso de reconstrucción de la memoria de los 15 barrios que conforman el centro histórico de Bogotá. De las reuniones con miembros del área de historia del Archivo, concluimos que Belén es uno de los barrios más antiguos de Bogotá y de los que menos información centralizada existe.

En los documentos que nos permitieron encontramos que el barrio Belén surge 42 años después de la fundación de Santafé de Bogotá en el año 1580 (Fundación Misión Colombia, 1989), cuando se construyó la pequeña Er-mita de Nuestra Señora de Belén. Nos contaba Joaquín que descubrieron

-mediante documentos y relatos de familias- que hacía parte de la haci-enda de Los Ronderos, la familia dueña de los terrenos donde hoy es el barrio Belén y lo que fue el barrio Santa Bárbara, documentos que aún no están en el Archivo Distrital de Bogotá y están siendo recopilados gracias a Don Joaquín.

Con los desplazamientos internos de la población de Bogotá y otras ciu-dades del país, el terreno fue modiicado por los habitantes. Doña Aura, vecina de Doña Irma, conocida en la cuadra por su antigüedad, me cuenta que su familia tenía una casa de más de trescientos metros ubicada en Belén, la tradición consistía en salir a las tiendas de chicha ubicadas sobre el barrio Egipto y realizar el paseo de olla a la Media Torta. El barrio tenía calles empedradas y hacia los cerros todo era naturaleza (árboles, potreros y pilas de agua provenientes de ríos cercanos que descienden de las mon-tañas, hoy en día llamadas Quebrada San Bruno y Quebrada Manzanares). También paseaban hasta el pozo de agua natural que se convirtió en los actuales Lavaderos del barrio Lourdes. Doña Aura, como muchas personas que conocí, se siente triste frente a la transformación del barrio y la ida de antiguos habitantes. Sin embargo me expresa que a pesar de las diicultades ella ha pensado en irse de este Territorio, pues conoce la mayoríade casas, sus transformaciones y a las familias que las han habitado. Doña Aura, con más de 80 años de edad, suele sentarse en la acera frente a su casa a tomar el sol y saludar a los vecinos, o cerca al puente de la calle séptima, lugar en donde hemos conversado varias veces.

Don Joaquín creció en Los Laches, barrio fundado durante la presidencia de Gustavo Rojas Pinilla con el apoyo de la Caja de Vivienda Popular, que construyó casi mil quinientas casas que dieron hogar a muchas familias

Don Joaquín y Doña Myriam, barrio Belén (Mayo-Septiembre 2013. Wayra Cifuentes. Video (fotogramas)

Doña Myriam, doña Irma y doña Magola después del desile de celebración del

cumpleaños de Bogotá (Agosto de 2013). Fotografía Wayra Cifuentes

(43)

43

Cometas que se elevan desde el puente y las planchas de las casas (Agosto de 2013). Wayra Cifuentes. Video (fotograma)

del sector llamado Centro Oriente, alrededor del Santuario de La Peña. Desde su juventud Joaquín comenzó a trabajar con la asociación Cristi-ana Femenina en formación deportiva y en procesos de autogestión para vender los productos de señoras que hacían artesanías y objetos a mano, con el paso de los años lograron vincularse con Artesanías de Colombia, que comercializó sus productos.

El proceso de fortalecimiento de la comunidad descendió hasta el barrio Lourdes donde hoy está el Centro Comunitario Lourdes, que anterior-mente era un espacio abierto (sin rejas) con Los Lavaderos (inaugurados en 1936 en la alcaldía de Jorge Eliecer Gaitán), el coliseo y varias can-chas. Allí formaron grupos deportivos, una Tuna y un grupo de actuación, donde participaban personas que bajaban de los barrios del Centro Ori-ente. Después de terminar el bachillerato Joaquín llegó a Belén con un grupo de baloncesto que realizó su primer torneo en una cancha destapa-da, “con la lluvia patinábamos sobre el suelo”, me decía.

Como el transporte no llegaba a Los Laches (solo hasta el extremo surori-ental de Belén), Joaquín caminaba cuesta arriba, cuesta abajo, pasando por las calles de Belén y de Santa Bárbara, muchas de ellas empedradas, allí transitaban personas en sus burritos o en sus caballos, cargando en ellos el mercado para su hogar o para el comercio local, los campesinos traían sus productos de veredas aledañas a Bogotá para venderlos cerca del barrio Egipto, donde estaban las famosas chicherías. Desde hace veinte años, su lugar de residencia es el barrio Belén, en ese entonces se dio cuenta que las personas erróneamente creían que La Candelaria llegaba hasta la calle séptima (límite norte de Belén), “siendo que no existe un barrio llamado La Candelaria, sino una localidad que integra todos los barrios históricos” (Ramírez, 2013), con igual grado de importancia en su patrimonio y po-blación.

Antes de enfocar su vida en Belén, Joaquín trabajó durante más de cuatro años con la comunidad del barrio Santa Bárbara y la Casa Parroquial, lugar en el cual vivió acontecimientos que produjeron cambios en su vida (pun-tos de inlexión): mientras pintaba una de las alcobas para restaurar la Casa Parroquial, se descarapeló un trozo de pared develando un fragmento de pintura mural indígena, Joaquín raspó toda la pared hasta descubrir todo el mural. En este momento ‘mágico’ sintió frente a sus ojos, la presencia material de una cultura que nos antecedió, y una fuerza contenida en las casas: tras cada muro, fachada, teja o ladrillo se esconde un fragmento de historia.

Este contraste, entre dos barrios vecinos, le hizo relexionar que, mientras en Santa Bárbara había vestigios de gran parte de nuestra historia, Belén tenía una historia ‘refundida’, posiblemente ambos tenían el mismo valor, en Belén la historia se hallaba contenida en la intimidad de las familias.

Don Joaquín me contó que las antiguas propietarias de Casa B, volvieron muchas veces al barrio a visitarla, pues les fue muy difícil adaptarse a la reducción de espacio del apartamento que compraron con el dinero reci-bido, al distanciamiento con sus lugares preferidos y a sentirse inmersas en la frialdad de las relaciones con sus vecinos actuales. Ellas, como muchas personas del sector, vendieron sus casas después de dos acontecimientos que crearon hendiduras en el Alma de sus habitantes, avocándolos a abandonar su Territorio.

(44)

44 existiera tendríamos el barrio y la parroquia con más historia en Bogotá” (Ramírez, 2013), tras esto la Iglesia Santa Bárbara fue saqueada de sus tesoros coloniales tales como pinturas y objetos religiosos. Al presenciar como caían al suelo escombros de casa-quintas que contenían pilas de agua en el centro de sus patios, grandes habitaciones, solares y caballer-izas, se produjo un debilitamiento y aislamiento en la comunidad que presenció cómo eran desplazadas familias enteras, la mayoría sin papeles “pues el 90% de las casas no tiene escrituras, ya que en ese tiempo la pa-labra valía más que cualquier papel porque las personas coniaban en sus relaciones” (Ramírez, 2013).

Ahora la mayoría de los habitantes de La Nueva Santa Fe son nuevos y muchos desconocen la historia, inclusive se construyó hace unos años un ediicio de una empresa de vigilancia, de amplios vidrios y lisas paredes, que demarca la esquina noroccidental del barrio Belén y rompe con la arquitectura del sector.

A inicios del año 2001, comenzó la construcción de la Avenida de los Comuneros, con ella las autoridades del Distrito Capital esperan (pues

después de 12 años no ha sido entregada la obra) que gran parte del tráico del centro de Bogotá, desemboque en la Avenida Circunvalar. Esta obra, se extiende desde la carrera decima hasta la carrera primera este y entre las calles cuarta y tercera, pasando sobre 248 casas en las que vivían 745 familias (Villamizar, 2003) de los barrios de Santa Bárbara, Belén y las Cruces.

Conocí de cerca la historia sepultada bajo el duro suelo de la Avenida de los Comuneros, con el relato de uno de los integrantes de la comparsa de Casa Bakatá, Jhon Valero, quién vivió desde su infancia en una casa tan grande que tenía puerta delantera y trasera del a ambos lados de lo que ahora es la avenida. Cuando su familia tuvo que desalojar esperaban la noche para arrancar baldosas, ventanas, puertas y todo objeto de valor sentimental que pudieran llevarse. También me contó que la última per-sona que desalojaron fue un anciano que vivía solo en su casa y no tenía a donde ir, él se resistió con todas sus fuerzas hasta el último día en que demolieron la casa frente a sus ojos mientras todo el barrio observaba el acontecimiento. Lo volvieron a ver un par de veces divagando por las calles, hablando solo…

(45)

45

Cicatrices de casas destruidas sobre la Avenida Circunvalar (Enero de 2013). Fotografía Wayra Cifuentes

La Avenida de los Comuneros rompió transversalmente los barrios, creando brechas de distanciamiento (como antes también lo hizo La Nueva San-ta Fe), y dejó en un ‘limbo’ dos calles ubicadas hacia el sur de Belén que se conocen hoy como Fabrica de Loza, una pequeña zona antigua de in-dustrias de fabricación de materiales cerámicos (Proyecto de Recuperación Urbana y Viabilidad. Avenida Comuneros, 1997). Los barrios Lourdes y Las Cruces se aislaron del centro pasando a ser parte de Localidad Santa Fe, “en este momento no hay quien responda por estas dos o tres cuadras que quedaron en el limbo” (Ramírez, 2013). En esta historia se evidencia cómo la hegemonía anula diversos modos culturales, normalizándolos, para incorporarlos a nuevos vectores de consumo y autopistas de la información. En los barrios Egipto, la Concordia y Las Aguas, erróneamente conocidos como La Candelaria “de lo que eran cinco hostales hace unos siete años la cifra ha crecido a ochenta registrados el año pasado, posiblemente ya hay más” (Ramírez, 2013).

Durante las obras de renovación las personas y hogares se vieron encerra-das, la destrucción de las casas, la inspección, y la normalización dio paso a

la especulación entre compradores y habitantes, inluenciando familias a vender bajo el miedo de sufrir lo mismo que las 745 familias que fueron desalojadas -quizás más-. Como apunta Raúl Zibechi en la con-ferencia que presenta el libro América Latina: Periferias urbanas, territo-rios en resistencia, “La especulación se ha convertido en una fuerza de

debilitamiento para territorializar las vidas” (Zibechi, 2012).

(46)

46 Dichos procesos de ‘progreso’ a pesar de ser tan duros han despertado en la comunidad profundas relexiones sobre la defensa de su territorio, sobre el sentido de pertenencia, y la importancia de conservar sus propias casas y no venderlas a personas que sean ajenas a la comunidad. Una casa es construida para ser habitada por vidas que la mantengan, la adapten y la dinamicen. Cuando una casa pierde la fuerza vital del ser humano, su material entra a ser inexpresivo, soporte de otras actividades y cicatriz de lo que fue un hogar (por las ventanas se ve el vacío del olvido).

En el proceso que llevamos hasta ahora –no pude evitar el haberme in-cluido como miembro de esta comunidad-, defendemos la tesis de que el centro histórico empieza en el barrio Las Cruces y termina en el Parque Nacional la cuál ahora es apoyada por el IDPC (Instituto Distrital de Patrimonio Cultural).

4. Los Pliegues del Alma

Ecuación Equina-Sueño metálico

La noche te cogió de sorpresa, viejo alazán. tomó tu anatomía,

la sembró de verde oliva, de oxido de hierro y una que otra gota de rocío en tu mirada.

Es decir,

la sorpresa fue mía: casi a punto conceptual, tu bravura de equino fugaz

se quedó estática en el espacio-tiempo.

Cada vez,

que alguien te contempla descubre el Alma

de todos los caballos trashumantes de este mundo.

Eduardo Cifuentes

Universidad Nacional de Bogotá. Febrero de 1998.

El anterior poema, escrito por mi padre, hace parte de un relato de infan-cia. Cuando yo era pequeña mis padres solían llevarme consigo a planes culturales en la Universidad Nacional de Bogotá, donde se conocieron siendo estudiantes. Al ser la menor de mis hermanos, mi infancia más que

caracterizarse por juegos infantiles y reuniones con primos o amigos, lo fue acompañándolos en sus recorridos culturales.

Los vínculos de mi familia han crecido al igual que este proyecto, pues sin creerlo, relatos y creaciones familiares, son llamados por este texto como ‘imágenes poéticas’, iltros de la experiencia, que ayudan a esta-blecer conexiones entre historias ajenas y propias, viéndome relejada en los ojos del otro.

Los poemas de mi padre son una experiencia del vínculo entre el arte y la vida misma, construidos en momentos que él consideraba mágicos. La poesía de mi padre, los relatos y las fotos de mi familia son componentes de la historia de mi vida que me han estructurado una mirada mas allá de la forma de las cosas.

Ecuación Equina-Sueñometálico es un poema que surge de la obra Caballo

del artista Colombiano Rodolfo Bodensiek, dispuesta en el campus de la Universidad Nacional de Bogotá. Esta escultura fue intervenida por un proceso natural en el cual crecieron enredaderas que treparon el alambre al igual que el pasto a su alrededor que al no estar podado parece invadir el interior de la escultura. La naturaleza fue dándole cuerpo transformado la obra (la vida interviene en el arte). Este encuentro llega a mi vida en un paseo a la Universidad Nacional, puesto que yo tenía 8 años (ignorando las causas naturales del proceso) le pregunté a mi padre qué había pasado, a lo que él me respondió que al ser un viejo amante del pasto, quedó arraigado a la tierra y después de su muerte, extinta su carne, se reveló en su interior

Referencias

Documento similar

"No porque las dos, que vinieron de Valencia, no merecieran ese favor, pues eran entrambas de tan grande espíritu […] La razón porque no vió Coronas para ellas, sería

En estos últimos años, he tenido el privilegio, durante varias prolongadas visitas al extranjero, de hacer investigaciones sobre el teatro, y muchas veces he tenido la ocasión

que hasta que llegue el tiempo en que su regia planta ; | pise el hispano suelo... que hasta que el

Para ello, trabajaremos con una colección de cartas redactadas desde allí, impresa en Évora en 1598 y otros documentos jesuitas: el Sumario de las cosas de Japón (1583),

En junio de 1980, el Departamento de Literatura Española de la Universi- dad de Sevilla, tras consultar con diversos estudiosos del poeta, decidió propo- ner al Claustro de la

[r]

SVP, EXECUTIVE CREATIVE DIRECTOR JACK MORTON

En cuarto lugar, se establecen unos medios para la actuación de re- fuerzo de la Cohesión (conducción y coordinación de las políticas eco- nómicas nacionales, políticas y acciones