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Leer a Ribeyro

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Academic year: 2020

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JULIO

ORTEGA

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Los cuentos de Julio Ramón Ribeyro (Lima, 1929), reuni-dos en tres volúmenes bajoeltítu lode Lapalabra del mundo (Lima, Milla Batres Editores, 1972-1977), y seleccionados ahora por el mismo autor que en unvolumenindependiente, Lajuuentud en la otra ribera (Barcelona,Argos Vergara,1983), podrían ser discutidos,en primer lugar, dentro del cuadro de referencias de la propia literat ura latinoamericana. En ese primer contextounabreveserie de estos cuentos podrían ser leídos como distintos ensayos dentro de la"narrativa fantástica ", donde introducen con una escritura neutral la extrañeza yI~ironía(comoen"La insignia" )a la vez que un comentario sumario sobreelsinsentido social ;otroconj un-to,más importante, se inscribe en lo que se dio en llamar "narra tiva urbana", y estos cuentos desarrollan situacion s críticas de la migración y la vida sub-urba na pero también elaboran la dimensión ideológica de la modernización rela-tiva exacerbada, asícomoexplorany postul an alguna v r-siones del conflictomoralyexistencialen una oci d d cam-biante,en la que lasdiferencias socia les y étnica ,la violen-cia, la frustración yeldeterioro forman a la relacion hu-manas (como en "Al pie del acantilado", "Explicac ione a un cabo de servicio" o "Decolor modesto") ;y,en fin, un grupo más reciente de relatos pareceasumir la precariedad de la aventura human a enelespaciode la fábulayla parábo-la a partir de historiasque ilustra n estados de vulnerabili-dad. Pero estas clasificaciones del corpus narrativo de Ri-beyro resultan pronto insufi cientes por dos razones funda-mentales: primero,unas aludena tendencias literarias, otras a temáticas;y segundo,la evolución de la obra de Ribeyro incluye cada periodo enelmismo movimientocon que lo ex-cede.

De allí la dificultad para situaresta obra,que incluye mo-tivos de la narrativaperu ana (de la urbe, por ejemplo),los que sin embargo trascienden al ir más allá de la tematiza-ción del cambio social ;más dificil es situarla dentro de la na-rrativa latinoamerican a, en la que es una variante peculiar porque su escritura neutr al busca pre~isamenteborrar las evidencias formales ylas marcas de estilo.Esclaro que con ambas literaturas guardaesta obra vinculasde entonación e intención (se pueden establecer asociaciones con los cuentos de Luis Loayza y de Julio Cortázar);y, mejor aún, pu~de adelantarse que susvínculos son c.onaquellasempres~s h~e­ rarias donde la escr itura está motivadaporun propósito10 -terno por una necesidad de conocimiento,juego e indaga-ción. 'Ribeyro ha probado serincapaz deescribir por hedo-nismo, complacenciao provecho:suob.rano estáhecha para satisfacer las expectativas del consumidor de novedades y, más bien acontece al margendelasofertas ylasdemandas;

jez, eldeterioro ,la frustración,la soledad,el perecimiento", diceRibeyro en la nota introductoria a Lajuventud en la otra ribera, son"diferentes acordes que le dan al conjunto su to-nalid ad " aparente del tema de la "aventura tardía "), sólo que tales temas no suponen contenidos llanos o resueltos sino procesos, excepciones, límites; esto es, formas de un sentido que se configura como enigma.De modo que estos cuentos, lisos en su superficie, equilibrados por un lenguaje despojado y preciso y por una presentación inmediata y ex-positiva,nos inquieta n precisamentepor esa inocencia apa-rente dellenguaj eque sostiene la excepción y e! poder de la fábula.Esla evolución de lasfunciones de la fábula (del acto de contar como unaindagación) lo que lleva a estos cuentos de un registro a otro, y lo que sostiene distintos registros, como un textura de tonos inclusos en cada expansión del relato.Asl,relato muydirectos (como "El ropero, los viejos y I muerte" o "Elpolvo delsaber") acontecen en un campo muy reducido de la historia , con un discursomuy sumario, p ro en una mayorapertura dela fábula.Aqul ocurre como i I narr tiva deRibeyroprodujeraella misma estas versio-n de u propia evolución,yhablaraen ellas con la soltura d un significar expansivoperocon las palabras de un nom-brar re tringido.Nohay enello paradoja.Simplemente, Ri-b yro excede sus formas y sustemas cuando nuevas imáge-n s diceimáge-n más que losnombres: con sabidurla,la fábula ha: blapor i misma.

Pod r ía,pue , afirmarse que la tentación de lo fantástico como la percepció n de lo social y la ironla piadosa de la co-.media urbana,tantocomo la aventurapoco heroica del suje-to dela carencia, son resonanciasque persisten a lo largo de esta obra;y no en vano abren en ella zonas de convergencia como zonas de conflicto y ambigüedades. Esa ambigüedad es el paisaje natura l de estos relatos, su'apertura interna, an-tes o despuésdelasopciones,en e! espacio previo o ya deso-lado de la aventuraydesventura.

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latos podría evocarel prolijoregistrode Chejov,esecoloq uio intenso,breveeíntimo.Sólo quelavar iedad episód ica evoca a Maupassant ,y hay momentos que parecen de un rápido brío stendaliano.Esa narrativa del siglo pasado es aquí otro horizonte familiar,nunca evidenteni aludido,pero próximo. Elvalor delos detalles,de los gestos tipificadores,la ino cen-cia o inconcienciadel sujeto en el laberinto social,rem ite a esepaisaje,tal vez revelandola nostalgiade un espacioarr ai-gadoy verificable.No obstante,más que anunciar la estirpe supuestamenterealistade estoscuentos, estosvínculos mu es-tran queen la tradición Ribeyroencuentra un paradigmadel acto de contar que funciona como un inst r umento flexible, neutral pero internalizado a la historia,de manera que la fá-bula aparece como un ordengrat uito pero necesario yabiert o hacia las nuevasambigüedadesque registra eindaga .

Alfinal,esla lectura la que elige una posibilidada riesgo de perder otras.A manera deilustración quizá conviene r e-visar aquí el caso de los cuentos sobre la clase media limeña, ejemplo del nivel socialy urbano, dijimos.Estos cuentos,en efecto,son representacionales (el lenguaje confirma al

mun-do)y presentativos (presenta n, noexplican) ;y,en fin,pl

a-nean situacionesque tipifican el conflicto de unaclase media

moviéndose en el modesto infierno de una socied ad

pre-capitalista que se moderniza sindemocratizarse. Porque al revés de lo que ocurre en la mayoría de las capitale s de la modernizacióncapitalista (donde se supone que la democr a-tización de las relaciones sociales es una consecuencia yla mayor participación en la información ,otra),en Lim a el proceso urbanizadorparece haber reforzado la estratifica ción de todo tipo que hace a la sociedad peruana profund a men te .anti-democrática. En estos cuentos, Ribe yro nos presenta individuos más o menos típicos que protagonizan pre cisa-mente la mala distribución de las expectativas,y quereac -cionan a sus fracasos oponiendocompensaciones imag ina-rias. WolfgangA.Luchting hacreído ver en ello una i ncapa-cidad del personaje de clase media para distin gu ir ent re la realidadyla ficción.Con razón, la críticaha encontrado en este nivelun cuestionamientosocial agudoypertinente. E s-tas alegorías sociales de la subsistencia en elsubdesa rrollo escenifican la diversa alineación.Ypuede demostrarseinclu so la intención crítica y satírica del autoral ilustrar hastaqué punto la modernización capitalista demanda una liquidación de la conciencia no sólo solidaria sino de la autoconc ienciadel mismo suje to.Y esverdad queen Ribeyrohayun lado satí r ico, pero sin énfasis,más bien de auscultador moral.

Y,sinembargo,con sercorrecta esta lectura es in comple-ta.Veam os otravez elcaso de los mecanismos decompensa -ción imaginaria.No se agotan en su explicación social, por-que al suscitar una realidad,digamos,paralela,lo que están

haciendoes proveer al sujeto de un discurso suplementario.

Porque esacompensaciónno entraña ilusión o fantasía d iva-ga nte o indulgente;esuna sistemática sustitución,o sea,una

posib ilidadmayordeldiscurso:la de seguir nombrando más

allá delasverificaciones,en un espaciodonde el sujeto com-pensa su deseo pero también recobra su persona humaniza-da.En efecto,por una suerte de doblaje interno de la fábula, en variosdeestoscuentos ocurre una segunda instancia de la significación. El individuo socialmente desamparado en-cuentra nuevoamparoen el discursoque lo restituye.Se d i-ría,entonces,que elsujeto del drama del subdesarrollo o de la moderniz acióndesigualpuedeperderlo todo salvoesta

ca-pacidad piadosade recuperarsu humanidad en lai

magina-ción. Esto hace más aguda a la crítica, ciertamente,pero también a la fábula,que en la verdad implícita de su ficción

sostienela frágilverdad de este sujetoiluso.(Talcomo o

cu-rre en"Explicaciones a un cabo de servicio"yen "Los

espa-ñoles" ,por ejemplo).

Yesto tien e queverconotra de las paradoj as de esta

na-rra tiva. La verosimilitud -ese acuerdo sobre la represent

a-ciónes fundamentalen estos cuentos,al menoscomo el pr

i-mercont ra toconel lectorpara posibilitar luegoen el

progra-made loshechossu excepción o ambigüedad.Esa verosimi-lit ud, por lomismo, esmenos evidente de loque parece. Su-pone que el mundo representadoen el relato yel mundo del

lectorsonaná logos gracias al lenguaje común;y puede

cons-tata rsetoda una fina estrategia de la narraciAl (del acto de narrar )par a incluir unoen otros (los usos fórmulas deli m-personal,de suposiciones ypresuposiciones, etc.,que apelan a un saberdadoy común); ydeesta seriede inconclusiones, justam en te,se trata.Si la representación tiene,digamos,la neutralidad de un lago (de lo ya visto), la historia ocurre comolos círcu losconcéntricos que se abrenen el agua

trans-parente (atra vésdesuspensos y rodeos delafábula

tradicio-nal),yel sentidoes elobjeto que inquietaal paisaje hundién-dose enel espesor del agua. Me excuso por esta figura didác-ticapero,si no esarbitra ria,sugiere queloverosímil se abre por dent ro noconsucontra dicc ión, lo inverosímilo cualquier otranor ma extensa ala dada,sinocon loexcepcional

inscri-to en lo cotidiano.en lamism anorma .No se trata,por tanto,

de una representación meramente creíbleo documentable sinodela peculiartensión entre lodado(la evidencia que so-mos) y lonegado(lacarenc ia incluidaen aquellasuperficie). Poreso,la evidencia senos imponecomounafa tali dad:si el mundo y la vida sonlo ya visto,ese acuerdo esdefectivo,una resign ación y una nostalgia; no porque el mundo podría o-deberí a ser mej or o superior,sino porquehemos naturaliza-do enla forma deeste mundonuestra propiainsuficiencia. Así,representación(forma vacla ,por dondelo real se revela incompleto) constituyen la Intimamorada (donde se oye la "pa labra del mundo") del sujeto del desamparo.

No deja deser revelad or el hecho de que ellenguaj e suple-menta rio que sustituye y compensa, sea tamb ién el que muest re la herida social. Aveces (como en"Vaq uita echa-da") el len guaj eestodo el dram a :hay quecomunica rle a al-guienque su muj er hamuerto y ello imponeun ritual difícil queaqules sorteandoentre los amigos:lanoticia misma es

comunica daal maridoal final delcuento,por teléfono,ysólo

cu lm ina la evidenciadeun vacío recubierto(como en

Flau-bert)de lugares comunes; ese vacío es elde la moral solida-ria,que los personajesya no puedenreconocer;sólo buscan ela borar el rit ual,sus fórmulas vacuas, para exorcizar ese com promiso desh uma nizado.Lo cua l sugiere que las pala-bras no dictan un mundo real sino un hecho de vados,que está ntambiénen eldiscurso.Entreesoshuecos del sentido del sujeto discurre,episódico y vulnerable.

En primertérmino,hay que recorda r que en el proceso de

la comunicación el código es el sistema que organiza a los signos pa ra que el mensaje sea inteli gible;el código es la conversión común a loshabl antes (jakobson).En segundo termino, el código es la lógica que unos signos requieren para producir significaciónen elca mpo de la comunicación: la evoluciónsocialehistóricade los códigos genera conduc-tas comunica tivas(Eco) que a su vez sostienen versionesdel mundo modeladas sobre el intercambiodeinformación (Lot-man). En tercertérm ino , yen esta misma tradición crítica, los códigos soncampos asociat ivos,orga nizaciones de nocio-nes cuIturalmente situadas, "la for ma de ese yo constitutivo de la escritura delmundo". (Barthes) . En la noción de

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go, por lo mismo, importa destacarel hechodeque sostiene la posibilidad de producir significación a travésde los s

ig-nos,y en funciónarticulat oriaestambiénla base del saber culturalcomún.

Desde esta perspectiva . sirevisamo sdosde losprimeros grandes cuentosdeRibeyro ("Por lasazoteas"y"Lasbo

te-llas y loshombres",ambos de 1958),veríamos que en el pr

i-mero el narrador reconstru ye su aprendizaje del códig o. Efectivamente,aquíelyo narrador refierelas vent urasenlas

azoteas del yo-actor , un niñodediez años;estaexplorac ión de los techosconvierteal niño en"monarca "deun"reino de

objetos destruidos" .Así, el aprendizaje del mundo, revela-doramente contrastadocon la penuria rutinariadel colegiola autoridad represora de lacasa,se da libremente en un espa-cio marginal,no utilitario,desocializado;en ese espacio de los techos,diríamos, el mundo esgratuito.noprevisto,esto

es, libre delos códigosqueloreglamentan para darle se nti-do. En la azotea, y aquíempieza a tra bajar la fábula ,hay. )lin embargo,una "zona inexplorada":encuentra en ella a otro habitantede laazotea.unjovenevide nteme nteenfer mo (para el lector,como par a lospadres del niño. que pro hiben

'sus excursiones), con quien elprotago nistainiciauna ami

s-tad imaginativa, libres ambosenese luga rsin reglas.Esen cierta forma emblemático que el niño aprenda adistinguir

una posible libert ad frente a los códigos,la búsqueda qui;r.¡\

de otros alter nos,a par tir delenfer mocondenadoamuerte.

El primer aprendizaje es el ordencodificadodel espacio:es -cuela y casa son espacios contig üos y represivos mientras que la.azotea es la tierra desconocidaque prometeun espacio

imaginario.

A

ese mundo supleme nta riocorresponde ram -bién un aprendizajemenos obvio; elde un lenguaje decódi -go incierto o alternati vo. aquel que sostiene elenigmático

...

enfer mo.Porotra parte,hay que observar que el narrador-autor reconstruyetodo el episodio desde un justo equilibrio entre su precisióny la curiosidaddel narrador-actor. De ese modo, hay un tácitodiálogo interno entre el yo ficticio de la

escr ituraadultayel yo actual del aprendizaje infantil. La

fá-bula,así,seexpande de la historia que se nos cuenta al pre

.-narrador (al niño)cómo descubrió en ese enfermo de la

azo-tea elprimer signode la narración.Porque aquíel enfermo

esun lectorque funciona también como un narrador:le na

-rra breves cuentos al niño,suerte de paradojas y acertijos.

Bajolasreferencias oblicuas a su padecimiento,el enfermo es,claro,el excluido (en la azotea agoniza desahuciado, re-cluido porsu familia que teme el contagio),y se hace cargo de esa zozobra extrema de una habla cuyo código está en la fábula,en los libros, en cierta posibilidad del lenguaje. "He leido yatodos mislibros y no tengo nada que hacer",dice el

niño. Dice también : "¿Sa bes lo que es tener treinta y tres

años? Conocer de las cosas el nombre, de los paisesel ma-pa...Pero,(no decía un escritorfamoso que las cosas más

pequ eñas son lasquemás nos atormentan,como, por

ejem-plo.los botones delacamisa ?". Ese escritores seguramente _

CésarVallejo.y se vequelacomunica ción entreel enfermo y

el niño seproducesin un código común, en una complicidad

de lo margina l. Para el niño se trata del lenguaje de esos

nombres de la s cosas que suponen el mundo, aunque un

mundo referido por alguien que es "un marcado". Así,el lenguaje que dicefueradelos códigos restrictivos,aquel que

sostiene su verdad ensupreca riedad, es uno que seinsinúa

rumo la marcadela diferencia.No en vano cuando el niño

recibe la orden paternadeno volver a la azotea,leemos:"Yo

andaba asustado por los corredores de micasa,por las

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ex-tenuación el empapelado del corredor -una manzana, un plátano,repetidos hasta el infinito- u hojeaba los álbumes llenos de parientes muertos". La familia y la casa son el len-guajede la repetición ,de lo mismo,mientras que la azoteay

el amigo son el habla alternativa,trágica pero libre.El niño sabe que la libertad está hecha de "objetos destruidos", de

"trastos" y de marginación.También de aquello que llega

"demasiado tarde" ,después de la muerte. Como una remo-ta indicación de su propio destino,aprende que el lenguaje

es el único espacio equivalente a la azotea.

En"Las botellasylos hombres" ,en cambio,nos enfrenta-mos con la experiencia social del código:en este cuento las relaciones entre un padre y su hijo están desnaturalizadas, y

podria decirse que la miseria de la sociedad estratificadora distorsiona incluso un código "natural". Luciano es el hi-jo que de la extrema pobreza ha ascendido a pertenecer al club de tenis donde deniño recogíabolas;estambién un e n-late entre los sociosburgueses y sus placeres clandestinos,

pero cuando el padre ausente se presenta en el club todos sus códigos son puestosa prueba."Sin poderlo evitar,observó con más atención el aspecto de su padre.Sus cosos raídos,la basta deshilachada del pantalón, adquirieron en ese mo-mento a susojos una significación moral:se daba cuenta de que en Lima no se podía ser pobre,que la pobreza aquí era una espantosamancha moral, la prueba plena de una mala reputación" .Pero este encuentrocon el padre perdido no se cumplirá en esa dimensión social,codificadade antemano,

sino en otra,menos evidente. Se trata,de hecho,del des

cu-brimiento del padre como figura bochornosa pero mágica ,

extravagante pero poderosa. Es el extraviado,el bohemio y fracasado, pero con una capacidad de aventura que lo de-muestra libre de los códigos a través de la retórica del em-buste,que le permite sobreviviren su propio fracaso .El hijo lo sigue en esa noche de parranda,porque"U n padre como éste no se ve todos los días".El discurso del padre es en sí mismo un espectáculo:"Sus ojos animados,en lugar de po-sarse en su padre,viajaban por los rostros de sus amigos. La

atención que en ellos leía, el regocijo,la sorpresa,eran los

signos de la existencia paterna:en ellos terminaba su orfani-dad ".Leía signosporque,en efecto,el padre es un lenguaje que lo incorpora y restituye,es un código de significación no prevista. ¿Cuál es este código común?

No es sólo el "natural" ,sino el dela excepción.Ante esa apertura,el hijo sólo puede responder con otra excepción, excediendo a su vez los códigos:"¿.Cómo podía recompen-sarlo?Regalarle dinero,retenerlo en Lima,meterlo en sus negocios ,todo le parecía poco.Maquinalmente se levantó y

se fue aproximando a él, con precaución.Cuando estuvo de-trás suyo,locogió de los hombrosylo besó violentamente en la boca". Los amigos rien,el hijo se desconcierta,el padre prosigue hablando .De ese modo, el hijo responde con un

signo sin código previsto,en esa zona de comunicación

ex-cepciona l donde se está construyendo el.nuevo código de re-laciones con su padre.Pero cuando el viejo en esa licencia

del habla es incapaz de callar (" ¡calla!",demanda el hijo) y desobedeciendo un código social anuncia que su mujer"se acostaba con todo el mundo", Luciano lo agredeysale a pe-learse en otra licencia del código "natural".Al final, Lucia-no sabe que elviej o sólo es una"ilusión de padre quejamás volvería a repetirse" ,porque esel lenguaje, la comunicación

excepcional ,lo que los ha aproximado y, en seguida, separa-do.De tal manera que lo excepcional ,como en el cuento

an-terior,esunalicen cia sin asidero,una ficción.Durante la pe-lea,leemosque "Ambos se miraban a los ojos como si

estu-vieranprontos alan zar un grito.Aún tuvotiempode pensar Luciano:"Pa rece queme miroen unespej o".Este espejo de la repetición (como en"Por las azotea s" los dibujos del em-papeladoylasfotosdelos parientes,queeran una duplica-ción de lo mism o ) esel límite cierto delasupuesta liberación de los códigos en el habl a.Límitesportransgredir(si son

so-cia les) o por asumir (sison naturales),miden la aventura del sujeto en el habla de la opción imagin ati va ("Por las azo-teas") o en éstaotradel hablapaterna (el extraviado origen natural), cuya marginalidad excepciona lesuna licencia,un bochorno. Por ello, aq uí el mal estar del origen se impone como desnaturaliz ación del cód igo fam ilia r y social, como otra "marca "en los espejosquecontrola n el lugar del sujeto. Si la paternidad errá ticaesuno delos gra ndes temas de lali-teratura latinoam er ican a (siendo PedroPáramo una de sus mayores metáfora s),eneste cue nto Ribeyro introduce una

va r ia nte incisiva:el origen natural está socialmenteviciado y, por tanto,la existencia socia lestá mal fundada.

"Los español es " (escritoen19 59)explora directamente la naturalezadelcódigo.y esta vezen la pluralidadde signifi-cación que es capaz de gene ra r.Esa polivalencia del código parte aquí del nivel socia ly sedesdobla en la iniciación del Eros y el ritual de socializaciónquediseña la cultura.Se tra-ta, en primertérmino.deun narradorque es alavez uny o-testigo (refierela peculiaridad dI'otracultura) y un yocrítico (particip ano deloshechospc rosídelaformaque les da sen-tido en la conc iencia crítica. imp lícita en la historia);si la primera voznarrativaconvoca aun túcóm plice, a un lector irónico,laseguna voz ro nvora ;11ú panicip ant e, comprome-tidoco n ladimensi ón mora lycult ural del discurso. Caracte-rísticament e,elcue nto('m p iez;1defin ien d olasrelaciones to-pológicasque sosticncn a las relacion es sociales. Todo ocu-rre en una pensión del"colme na r madrileño",que será una suerte de alegoríasocial de una Espa iia enclaustrada . Pero sobreeseespacio recluso,la f¡dJldaplant ea su propio punto devista:"He vivido encuartos~r;l ndesypequeños,lujosos y miserables, pero si hebuscad o siemprealgo en una

habita-ción, algo másimportante quc una buen aca ma o que un si-llónco nforta ble, ha sidounavent an a ala calle".La ventana queda al patiointerior. Esapolaridad es ya significa nte; en lugar del espec táculoabie rto dela calle tendremos el lugar cerrado de una socieda d tradicion al. No obsta nte, aun esta

venta na deja lugar a la fá bul a :el na rra dordescubre desde ella a una much ach a,Angustias, queprotagon izarála histo-ria. Esta historia es la del ritual'de la iniciación amorosa: Angustias debe iraunbaileconsugalán para cumplir el rito y seguir formali zand o su relación;per ocarecede un vestido apropiado, y aunquela pen sión ente ra semoviliza por

ata-viar ia ella renuncia al ba ile.

Es,en segundo término.lahistor ia de Cenicienta despoja-da de final feliz.La ironía ydistancia con queel discursotra

-za la historia no oculta el análisis deloscódigos;el Eros se presenta codificadoporlasocial ización;yno es casual que la sociedad de pensionistas esté hecha sobre la ausencia del Eros, sobre su extravío,sobre la pérdida de la pareja. En efecto, todos sus habitantes han extrav ia do esa relación,y .Angustias parece ser la única soluc ión. '

"Vaquita echada " (1961),lo vimos antes,explora el tabú verbal de la muerte,ylo ha ce reconstruyendo el código que la ritualice.Bastidas,quiensabe dar lanoticia al Dr. Céspe-des de que su mujer ha muerto, dice al servir los vasos:

"Tengo que templarme el ánimoparahablarcomo un caba-llera".La muletilla"vaq uitaechada"pertene cea lajerga de los bebedores,o la alude,La frase se repite como una

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la irónica y festiva que señala el encuentro social de los ami-gos. Esa noche la reunión es para conjurar e! discurso que demanda la muerterepentina de la esposa del ausente.No hay frases felices para ello ni fórmulas suficientes a la mano: el lenguaje protagoniza en este cuento la zozobra de los códi-gos y la necesidad de restablecer un decir ritual para evitar una comunicación más responsable y solidaridad. Por eso, los hablantes se protegen las palabras,saturando el vacío que en las conversaciones instaura la muerte. Así, los códi-gos también encubren permitiendo,en este caso,convertir a la muerte en una simple malá noticia.

Por otra parte,la huella o la tensión moral (inscrita en las opciones pero no por su presencia solamente, también por ausencia) no supone unjuicio sobre los hechos o los protago-nistas, sino la marca de un antiheroísmo connatural. El "es-tar aquí"se presenta como un "ser del estar";o sea, como si la experiencia estuviera siempre situada,ya sea por la tira-nía del código o por la fractura del mismo. Si tal fractura im-plica una opción moral (como en los casos de! artista conde-nado de "Por las azoteas"o la rebelde por exclusión de "Los españoles"), esa opción no es ya heroica sino fatal, y se po-dría decir que la moral convierte al sujeto en un "marcado". Pero la ausencia de opciones no supone que la sociedad no puede ser mejorada, escepticismo previo a las historias mi s-mas, a su fabulación,y,por lo tanto, simple; sugiere, más bien,que e! existir social mismo está regido por la distorsión, no de un modelo ocódigo original o sustancial (al cual se po-dría apelar para mejorar), sino porque los códigos coaptan, limitanydan su forma condicionada a la existericia. La cual, por lo demás, carece de explicaciones y es asumida en su precariedad, sin promesas ni demandas.Todo esto sugiere que la escritura se postula como otro objeto de este paisaje, fiel a su drama y zozobra.La escritura "nace" de! mundo que representa en ambigua relación con él mismo:no quiere ser sólo su conciencia o su crítica sino también su producto, su metáfora,su forma íntima. Escritura severa, sobria, y a la vez irónica, que posee el brío de lo oral aunque rehúsa darse al mismo. Discurso, se diría,modulado por las entonaciones de la crítica, la crónica, la autobiografía,la parábola,formas ficticias por lasque discurre el habla,más cerca del mundo narrado, como su materia misma.

La discursividad es aquí una sabiduría del habla suficien-te. En ella se sostiene la "comedia humana"(la más humana de todas:marcada por la carencia) de los significados dados y supuestos.Este mundo que "es así" (naturalizado) tiene su forma en una escritura parale!amente "natural".Se diría que el mundo es un texto cuya distinta lógica implica dife-rentes códigos. El relato es una incisión en esa trama.

Esta escritura es a veces (como en "Los españoles") la crítica de! mundo representado, pero no su homología sino su espejo disolvente.En "Vaquita echada",en cambio,e! mundo y la escritura coinciden,lo mismo que en "Las bote-llas y los hombres"; en estos cuentos la crítica no es mejor pero actúa de modo implícito, fuera de la representación, en el tácito acuerdo de que ésta es un espectáculo de la lectura. En Ribeyro hay una observación tenaz: bajo la mirada neu-tral, urbana, el embarazoso espectáculo moral se acentúa aunque no se menciona.Esa intimidad podría resultamos a veces excesiva, y hasta voyerista, si no fuese por e! desapego de su registro.Pero, al mismo tiempo, esta es una escritura demasiado comprometida con sus materiales como para creerlos inocentes; los explora a partir de ese compromiso, con rigor y simpatía, con distancia y desde dentro.

Notoriamente, la configuración del espacio muestra esa

pérdida de la inocencia.En "Los españoles".la calle de! es-pectáculo (de la comunicación) es reemplazada por e! patio interior de la repetición muda.En "Por las azoteas" la casa es la imagen de la repetición. En "Las botellas y los hom-bres" frente al espacio jerárquico del club, el del bar es e! de la licencia.En "Nada que hacer,monsieur Baruch" (1967) hay un desarrollo del espacio repetido y cerrado sobre sí mis-mo; las dos piezas de la casa de Beruch figuran su angustia: "se trataba de una duplicación inútil del espacio, como la que podía provenir de un espejo".Espejo que condena a lo mismo, como e! rostro del padre en "Las botellas y los hom-bres" refleja el del hijo.

En "El ropero,los viejos y la muerte" (1972), el espejo es el centro del código. Se trata aquí del espejo de un inmenso ropero que e! padre ha heredado de sus abuelos: "un verda-dero palacio, lleno de perillas, molduras, cornisas, medallo-nes y columnatas,tallado hasta en sus últimos repliegues por algún ebanista decimonónicoydemente". Es un ropero de tres cuerpos, de grandes puertas y muchas cajas. Su gran espejo es para el padre elcentro del pasado:lee en él, reco-bra el fantasma del linaje."Sus antepasados estaban cauti-vos, allí, al fondo del espejo.Ellos veía y veía su propia ima-gen superpuesta a la de ellos, en ese espacio irreal, como si de nuevo.juntos, habitaran por algún milagro el mismo tiem-po". Otra vez el espacio suplementario que proveen tantoel discurso corno la imaginación. rornpcnsatoriamente. Sólo que aquí el espejo es unpanteónfamiliar y el ropero una re-presentación del pasadoy dela muerte.Los niños juegan a las escondidas ocultándose en él:"estábamos en e! ropero, pero no imaginaban que habíamos escaladosu arquitectura y que yacíamos extendidos sobre el cuerpo central, como en un ataúd ", De este modo, en el espejo se reproduce e! código familiarcomo un ritual Iantasm áticoy mortuorio, subraya-do por la soledad del padrey,quizá,el extravío de la familia. En la historia. el padre('Svisitado por un amigo de infancia que "Era la versión de mipadre.pero en un formato más re-ducido. La naturaleza se hnbia dado el trabajo de editar esa copia, por precaución ",Aquí la ironía parece disolver el mo-tivo, que hemos visto, de la repetición,sólo que este parale-lismo es además un contraste:el amigo es ahora un triunfa-dor en la sociedad, mientras que el padre parece aislado y frustrado.Curiosamente, eselhijo de este amigo quien pro-piciará la ruptura literal delcódigo: la pelota con que juega al futbol penetra por la ventanaydestrozael espejo de! ropero. Este visitante que es un doble caricaturesco es también un mensaje del pasado -a su vez duplicado en los hijos que vie-ne a cerrarse sobre sí mismo al clausurar el código. "Al per-der el espejo el mueble había perdido suvida. Donde estaba antes el cristal sólo quedaba un rectángulo de madera oscu-ra, un espacio sombrío que no reflejaba nada y que no decía nada. Era como un lago radiante cuyas aguas se hubieran súbitamente evaporado". Es evidente que la irrupción de va-cío devora al pasado y convierte al mueble emblemático en un panteón sin nombres.Fascinado por la nada, prontoel padre muere. "Cuando papá murió, cada uno de nosotros heredó uno de esos cajones y estableció sobre ellos unajuris-dicción tan celosa como la que guardaba papá sobre el con-junto del ropero", había dicho antes el narrador, porque la muerte de! padre, en efecto, deduce la heredad de la muerte. En este magnífico relato, Ribeyro condensa varias líneas centrales de su ficción:la zozobra de la representación, la virtualidad del desastre, el poder real e iluso de los códigos, su ruptura como desenlace trágico y, por cierto, la drarnati-cidad lacónica de los hechos irreparables.

(7)

o,

•••

Como ~I espejo,la biblioteca del bisabueloen"El polvo

del saber (1974) seconvierte para el padre en una

represen-tación~elcódigo. La biblioteca esel ámbito familiar;el

pa-dre la siente suyayconfía la recibiráen herencia. "Los años

más felices de suvida, repetía amenudo,fueron losque pasó

sentado en un sillón de esa bibliote ca ,devorandocuanto

li-bro caía en sus manos" .Pero el bisabuelo muere sin testar y

el padre pierde los libros.Ycua ndo el padremuere,el

narra-dor asume esa carencia: "yoheredé esa codiciayesa espe

-ranza". Esta herencia fantasmáti ca supo neaquí elcódigo de

la legitimidad familiar,el pasado común que es recusadopor

la arbitrariedad del presente.Es asíque labibliotecase

con-vierte en la representación de un código ya extraviado ; y,

años más tarde,cuando el narrad orpuede por fin entrar a la

casa del bisabuelo,ocupada ahora por una pensión,

descu-bre que la biblioteca se haconvert idoen polvo."Aduras

pe-nas logré desenterrar un libro en fran cés, milagrosamente

intacto, que conservé,comose conse rvaelhueso deun mag

-nífico animal prediluviano."Ladestru cciónde uncódigo, en efecto, deja un "polvo delsaber",pero no sólo dela sa

bidu-ría de los libros, sino del sabe r que funda, liga y sustenta,

frente al no saber que recusa la "j usticia inminente " y la "fuente original"de la trad ición.Eneseespaci oocupado de

la casa (convertida en una modesta pensión ) la biblioteca

"que fue en una épocafuentede luz yde placer eraahora

ex-cremento, caducidad". En la pa r.ibola de la caducidad se

inscribe así la historia deladecadencia familia r;loque equi-vale a proponer que en la [áhula(r- n latradi ción),está inexo-rablemente inscrito eldeterioro (elcambio) . Poreso,el

rela-to nos dice del padre:"Pero es!aba escritoque nunca

entra-ría en posesión de ese tesoro." El des!ino será entonces la

fábula de lo ya escrito.

El poder concentradodeeslos objctos (d espejo,la

biblio-teca) merecería ser discutido llI;'Sampliamente.Son t

am-bién metáforas nuclearesqllt' conl'l'ntra n lasimetríaapa

ren-temente casual de loshechos,dando así un rigor casi

para-bólica al nivel biográfico trusrr-ndido:pl'l'Oa lavez posibil i-tan un discurso figurati vo.quc laIrrrvc da ddelcuento

recor-ta sobre un campo semánti co muyamplio. Pero funcionan

como códigos desdeelmorm-ntoen quesehan convert ido en

instrumentos de producir sentido.enmediadoresdeun

len-guaje cuyos signos so n intrusfcr ihles,propios aunque

frági-les.En tanto códigosesta blecen una peculiarlecturade los

hechos de la fábula:lo episód ico seordena como una

sime-tría casi alegórica, como una figu raenigmáti cadelsent ido

recuperado y prontoextra viado.Esap~enitu? yesapérdida

convierten al código en part e del sent ido mismo.

El deterioro es vistocomo infierno personal en"Nad a que

hacer, monsieur Baruch", ycomo pequeñoinfierno social en

"Tristes querellas en lavieja quinta"(1974), donde dos

veci-nos se insultan con odio e ingeni o.Tamb iénaquí el espacio

figura las relaciones humanas, las representa. Cu~ndo I~

quinta era nueva,se nos dice,"susmuros estaban

Impe:a-blemente pintados de rosa ,lasenredad~r~~ eran pequen~s

matas que buscaban ávidamenteel espacio .Pero la

urbani-zación trae otro espacio,el modernizado por"una nuevac~a­

se media laboriosa y sin gusto,prolíficayostentosa,que

Ig-noraba los hábitos antiguo sde cortesaníayde paz y que

fun-dó una urbe vocingleraysinalma,de la cual se sentían

ridícu-lamente orgullosos". En ese cambio ydeterioro,seenfre~tan

dos viejos que hacen de su odio mu~uouna forma de Vida,

. idad Aun cuandoes más ligero, este cuento

desa-una neces . . '

rrolla bien la destrucción de loscódig?s SOCiales de

~rbam-dad en la progresiva,ycómica, licenciadel habla;solo que

Foto:VíctorFlores Olea.

esa desnudez convierte a los antagonistas eniguales y

nece-sarios al diálogo suplementario, oblicuo y patético.

Más importa nte es el código del poder,que se manifiesta

en situaciones asimismo extremas y paradójicas. En "Sobre

los modos de ganar la guerra" (1969),los estudiantes que

hacenejercicios militares, a cargo de un subteniente, son

có-micamenteconducidos a una "guerra"; siguiendo las reglas

del juego,uno de ellos declara la victoria para su grupo, pero

elsubteniente utiliza las mismas reglas para castigar al

astu-to ydeclarar la victoria del suyo.Este arbitrario empleo del

código demuestra una arbitrariedad mayor, la'del poder: si

las reglas del juego son elcódigo, la autoridad que las

impo-ne también las suprime.Del poder de una clase sobre otra,

inferior,se trata en"Un domingo cualquiera" (1964), que muestra la mecánica disociadora de la estratificación, tal

como ocurreen losrelatos, más socialmente situados. "La

pielde un indio no cuesta cara':(1961) y "De color

modes-to" (1961).Estos relatos exponen con eficacia los conflictos

de clase en su dimensión moral y psicológica,ylo hacen a

partir de las opciones que el personaje debe tomar,con

re-mordimiento o mecánicamente,pero siempre desde un

códi-go de las accionessocialmente legítimas o sancionadas. Así,

la percepción ideologizada es interior a los sujetos, y está re-forzada por la estratificación social. El poder se ejerce como una connotación: distribuye valores deseables o indeseables

entre los sujetos,como una lectura del otro enelcódigo de

los roles. "Los cautivos" (1971) es otra metáfora del poder: Hartman es el dueño de cientos de pájaros que cuida e

ins-truye con pasión."Observé el amorco~que los interpelaba,

los acariciaba con el dedo a través de los alambres y los

ali-mentaba .Era en verdad una escena insólita,irreal, como la

cita de unverso eglógico en el balance anual de una

cornpa-ñía de seguros"; ese doble códígo no es casual; Hanman

es un nazi que ha diferido su poder al control de esas aves, "Alineación (cuento edificante seguido de breve colofón)"

(8)

colonialismo: "A pesar de ser zambo yde lla ma rse López,

quería parecerse cada vez menos a un zag uer o de Alianza

Lima y cada vez más a un rubio de Filadelfia". López, e fecti-varnente,asume con entusiasmo los valores de lametr ópoliy

se transforma en un enfático cliente del repertor iocolonial. Formar parte del modelo,sin embargo,nosólosuponeca m-biar el código cultural sino pagar todas las consecu en cias.

En "El marqués y los gavilanes " (1977 ), enca m bio,se trata de la clase dominante; dos grupos se enfrentandesigualme n-te: uno es de vocación aristocrática, hispanista y tradicional;

el otro es de estirpe burguesa, moderna

y

capital ist a.El po-der cambia de manos y cobra,al recibir unacómicavíctima.

En "Lajuventud en la otra ribera" (1969)y"T ier ra

incóg-nita" (1975) la "aventura tardía"cobra otra clase de vícti

-mas.En el primer caso,Riberyro nos confronta conuna la-boriosa y no menos patética historia:la del Dr.Plácido Hua -mán, educador peruano que en París creevivir una aventura

amorosa y bohemia que se revela como un simp le robo y ter -'mina en su arbitraria muerte. "La verdad es que no loe n-tiendo -dijo el doctor. - ¿Q ué cosa quiere,ensuma?".Esta pregunta final anuncia que ha ignorado el cód igo comúna

los falsos artistas que lo atrapan.Cree haber"alc a nza doesa

orilla, milagrosamente" ,la ribera de lajuvent ud,perosólo ha vivido una trampa.Debajo de la anécdota, sin embargo, otra discusión se desarrolla; la del mundo erosion ado por

sus falsos profetas. Solange, la muchacha,desea ría ser pint

o-ra pero en esta "época mercantilista",en la que"no hab ía

cabida para la verdadera creación" ,debe resignarse a "ga -narme la vida arreglando vitrinas". Van juntos aun restau

-rant "cuya elegancia residía en su desgaire,ensuimita ción

cautelosa de una fonda parataxistas". Yella sabe bienque ''' Hay cosas que uno tiene que contentarsecon desea r todala

vida." Eri'cambio, Huamán puede todavía, ante N

otre-Dame, advertir "un enigma, una sabiduría perd ida".Yde

eso, justamente se trata:de un mundo anonad ado por las

falsas representaciones, las que han borrado la lectura de la

certidumbre. En las galerías Lafayette está la clientela de

este mundo, "un torrente de compradores " en torno a la

"versión climatizada de los mercadosorientales" ,los "obj

e-titos tallados en madera de una absoluta inutilidad",las

"falsas gheisasque hablaban perfectamenteun fran césin

so-lente y que no eran otra cosa que vietnamitas disfrazados". E~falso artista que preside el grupo de las baca ntes de esta

decadencia, declara que es esta una "época merca ntilista en la cual para triunfar en el arte era necesario comportar se

como un boxeador o como un payaso". Sólo que ellos mis -mos son,en verdad,otro subproducto de laépoca,los habi-tantes deshumanizados de la decadencia, los impostores. Aquellos que ilustran la clientela amarga del mercantilismo. Así, París ya no es el"enigma" sino el espejismo,la trampa cuyas dos riberas se cierran sobre el pobre consumidor de una mitología tardta. En "Tierra incógnita"otro doctor,el profesor de filosofía Alvaro Peñaflor,se interna en la noche popular llamado por el instinto de la aventura, esta vez de signo contrario, porque vive el ostracismo de su reprimid a homosexualidad.Aquí la ruptura del código,queca nj ea la biblioteca protectora por el bar de camioneros,le hac ep er-der "una imagen antigua,probablemente escéptica,pero a r-moniosa y soportable de la vida terrenal",juntoasu"propia efigie", revelada en el extravío de los códigos.

La tiranía de los códigos y su arbitrariedad no supone un existir solamente social. Suponen también la ambigüedad del individuo, su existir íntimamente irresuelto. Esta es una de las cualidades de la narrativa de Ribeyro: su capacidad'

para represent ar un lab erintocuya materia es social pero

cuyo recorrido es elenigm aque traza elsujeto.Esa figura de

destino inciertoesotro laberinto,tan precario como el

so-cial. Deallí la calida dsubjetivade estas historias;la subjet

i-vidad no se nombra pero eslatierramovedizaen que se

des-.liza el suj eto. Esta emotividad sobria nos conmueve con su

gratitud, porque nosdeja libres al no demandarnos o

pro-porcion a rn os respuestas,aldejarn os por entero el espacio de la lectura. oesqueno nos comprometamos con la

resonan-cia moralde sucrítica ,sino quedespués de la crítica nos

de-jantodav ía unespac io noevidente, sólo legible.Yeso porque

Ribeyro es capaz,comoenelenigmático relato "Los jaca-randás" (1970),de representa r una verdadera fábula dela

interrogación.

Notablement e, relatos como "El ropero, los viejos y la

.muerte" y"El polvo del saber" también podrían ser leídos

desdeun para lelismovallejia no.No porque tengan una en

-tonación similar a la de Vallejo sino porque una 'reflexión trágica seconvierte en un brío deldecir.En la poesía madu-ra de Vallejo como enestosrelatos figura tivos de Ribeyro,el lenguaj e gana todossus poderes cuandointenta despojarse desus referentes.No setrat aúnicamente de la semejanza te-mát ica (la muerte, Idesamparo )sino tamb iénde ese lugar preca rioydefinitivo d los objetos que sonhuellas de lo coti-dian o,lugar donde la perce pción de ladesheredadlos vincu-la .Pocas páginasd la liter aturaperuana,como éstas de Ri-beyro, pued n hac r com pa ñía a lospoemas de Vallejo.

Por lo d má ,hayotras zonasdela existencia -o al me-nosdesur pr s ntación- dond eloscódigos se disuelven del tod o.Así,la irrup ión de lo fantás tico permite que la

ausen-cia d xpli acion ( 1final, en efecto , del lenguaje) sea tam bién la au n iad lcódigo.Porejemplo, en"Ridder y el pisap a pele "(1971 ) Ijovrn -scritorque visita al escritor fa-moso ncuentra en u m sa elpisapapelesque una noche

arrojóa uno gatosen otro país;el objeto,esanoche cayó en

el corralde Ridd r, p ro (cómo?;sin explicación posible,

salvo sta:lafábula d lofa ntástico,un discursosobre lo

in-sólito,esto ,ac rca d la ruptura de la lógicacausal. En

otrorelato,..Elemba rcadero dela esquina ",va mos más allá de esa licen cia.Angel Devoto esun poeta alucinado, enlo-quecido,queescapa delareclu sióncasi animal en que lo tie-ne su fa miliapara asistira una reuniónde condiscípulos, acto ést e par adigmá tico del código social queel loco disuelve.

Frenteal éxito socialyel fracaso mora l de los celebrantes,

Angel esla imagendeladestrucción ,no sólo de todos los có-dices,sinotambién delmism olenguaje. Como el bufón,pero

a la vez comoel juez del gr upo,él es laexcepción al destino

social;yes,cla ro, elmarginado tota l;la sociedad no

prosi-gue con él. Esel par ia ,el únicoserlibreen la

desrepresenta-ción del mundo queproducesu habla alucinada.La ruptura

del código (socialylingüístico)no dejade acarrear la

auto-destrucción,sólo que en la perspectiva contrastante del

rela-to las promesas de la integraciónson una locura más

lamen-table; los triunfadores de este mundo no son menos

patéti-cos,y moralmente son imbéciles.Fren tea la alternativa

inte-gración onointegración,Ribeyrodiseña aquí otra,la

desin-tegración,esto es;la disolucióndeloscódigos en la orfandad

radicalizada por su libertad dramática. Por eso,el poema

queAngel recita en la reunióncomo un balbuceo,se

recons-truye alfinalcomo el lenguaje verdadero del solitario. Ya en

un relato temprano,Ribeyro había trazadola parábola de la

socied ad como un código vado.En esevacío habla la voz de

(9)

••

"Silvia en el rosedal" (1976)es muy probabl m nI un

de los mejores cuentos queJulio Ramón Rib yr h rilo. De alguna feliz manera, este relato ob didoP rI ind

ción de la escritura del mundo se escri b • (mi m .T o ocurrecomo si la obra deRibeyro e cribi 1 u nto,qu

es así el producto privilegiado de una narr tlv qu ur

o-refiere inscrita en el cuento, al modo d un an r m , obra se lee a sí misma enelmundo que r pr nt m u

homología.El texto del mundo yeltexto d Irelat o oin id n

plenamente:cuando Silviodescribe qu la m 1 d I dal componen la palabra RES no sólo e lam o meI

gua metáfora del mundocomouna escrituraqu no

leer,sino también ante la fábula de la lectura como I ma del propio sujeto.

El lector que lee en el mundo es leido por e fábul qu promete el sentido en el signo, pero que dernue Ir I un v z más, arbitrariedad del mundo en elsigno y,por tant o, l poco sentido que nos queda.Por ello mismo,el propó ito tá en la lectura,en esa hermenéutica que ejercitael ujeto

para cifrar su propia aventura.Esta fábula de la lectura erá, al final,la pregunta por el código central,aquel que permiti-ría que el sujetoyel mundo coincid iera n en el entidoyfu

e-sen, en consecuencia, legibles.

Siendo un texto escrito por la obra ,yuno donde ella e inscribe, nuestramisma lecturasólo puede ser parte delj ue-go planteado: ver en el cuento la figura del sentido incierto que Silvio entrevé en el texto del relatodonde nosotro re-construimos ese sentido esquivoque pluralizayhace zozo-brar,a un tiempo,la naturalidadsupuestade la lectura. Por-que esta es una lectura Por-que partedel desciframiento(sin có-digo válido) de la escritura del mundo;pasa por la puesta a prueba de los alfabetos (los códigosque provee la tradición literaria); sigue con la historia que tra manentre sí los

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••• • •

• xtraviad o por las lecturasde rl n darle una razón superior ..vivensu arte extremo en soleo

Figure

Foto : V íctor Flores Olea.

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