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Agricultura indígena en las llanuras de la Cuenca del Plata

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Academic year: 2017

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D is e r ta c ió n d e l A c a d é m ic o C o r r e s p o n d ie n t e In g . A g r .

A n to n io K r a p o v ic k a s

A g ric u ltu r a in d íg e n a e n la s lla n u ra s d e la C u e n c a d e l P la ta

En el viejo mundo los antropólogos separan horticultura de agricultura, la primera realizada solamente por el ser humano y la segunda con la ayuda de animales y con el uso del arado. Esta definición no puede aplicarse en Amé­ rica dado que los indígenas nunca co­ nocieron el arado y no contaron con animales domésticos para las tareas agrícolas. Según Ames (1939) la atención o manipuleo individual de cada planta caracteriza a la horticultura, mientras que cuando hay labores para todo el conjunto o masa del sembrado debe considerarse agricultura propia­ mente dicha. Esta diferencia no puede hacerse en la floresta tropical sud­ americana porque todas las labores son manuales, cualquiera sea la ex­ tensión del cultivo.

La gran mayoría de los autores americanos no hacen esta distinción y hablan únicam ente de agricultura aborigen o precolombina y distinguen agricultura o cultivo incipiente, agricul­ tura o cultivo de aldea, cultivo de gran­ jas y agricultura propiamente dicha, por

la cual sociedades complejas produ­ cen alimentos de origen vegetal, para asegurarse la alimentación durante todo el año y aún para tener reserva de sus p ro d u cto s. Esta s e cu e n cia se correlaciona con la organización de aldeas (2000 a 1500 a.c.), de pueblos

asociados a templos (800 a.c.) y de ciudades (d.c.). Desde los primeros registros de cultígenos en el Nuevo Mundo, pasaron más de 5000 años antes que la vida colectiva fuera sos­ tenida por el cultivo en sembrados (Willey, 1964).

Varias hipótesis han sido propues­ tas para el comienzo de la agricultura: presión de la población, cam bios climáticos, formación de las ciudades y ceremonias religiosas. El modelo no- modelo de Harían (1992), sugiere que las causas que dieron origen a la agri­ cultura varían de un lugar a otro y dependen de las presiones que enfren­ ta cada sociedad.

Las plantas cultivadas se pueden clasificar en cuatro grupos: 19 las plan­

tas silvestres no modificadas, cuida­ das, transplantadas o cultivadas por el hombre, quien sólo actúa para aumen­ tar la población local o extender su

área; 2Q las razas locales mejoradas,

con cuya a p a rició n co m ie n za la dom esticación; 3Q los m utantes o híbridos mejorados de las formas sil­ vestres, que aunque existentes se descartan total mente; 4e los cultígenos, que dependen totalmente del cuidado del hombre para sobrevivir, diferencia­ dos cualitativamente de sus anteceso­ res silvestres que se han perdido (Sauer, 1950).

Los registros arqueológicos en México, han revelado que cuando las plantas domesticadas aparecen, ellas han contribuido sólo en una pequeña fracción en la alimentación humana, y que sólo después de un período de varios miles de años, se convirtieron en la fuente primordial de subsistencia (MacNeish, 1965: 94).

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nivel tecnológico correspondiente con el Mesolítico del Viejo Mundo. La Revo­ lución Neolítica en América no coincide con los comienzos del cultivo. La de­ pendencia primaria en la cosecha de las plantas cultivadas posibilitó el asentamiento de comunidades de agri­ cultores en poblados permanentes, y estableció las bases para el desarrollo, en algunas regiones del continente, de las altas culturas aborígenes america­ nas (Armillas, 1966: 180).

Una vez que Lumbreras (1967) analiza en Perú los fechados y perío­ dos se establecen los siguientes por­ centajes:

14 % fue domesticado en el Arcaico

Inferior o Temprano 4000 a 2500 a.c. 33 % en el Arcaico Superior o Tar­ dío, 2500 a 1200 a.c.

27 % en el Formativo Temprano, 1800 a 800 a.c.

25 % con datación imprecisa y sólo se tienen referencias indirectas a tra­ vés del arte y probablemente fueron domesticadas durante el Formativo.

El 10 0 %, o al menos el 75 % de las

plantas con datación, fueron domesti­ cadas antes de 800 a.c. Casi el 50 % ya estaban domesticadas al inicio de la agricultura aldeana (2500-1800 a.c.), cuando se estructura el medio "agríco­ la" y se produce la Revolución Agro­ pecuaria.

Cuando los prim eros cultígenos aparecen en los yacimientos arqueo­ lógicos sudamericanos, 8000-6000 a.c. (Pearsall, 1992), están ya diferencia­ dos de sus parientes silvestres y son muy parecidos a los actuales. Esta di­ ferenciación es el resultado de un largo

proceso de selección iniciado muchísi­ mo antes del registro arqueológico, posiblemente durante varios miles de años.

Entre 1694, en que Camerarius descubrió el sexo en las plantas,

pasando por los primeros trabajos so­ bre hibridación de Kólreuter, en 1761, y por el establecimiento de las leyes de Mendel, en 1866, hasta el presente pasaron tres siglos. El hombre moder­ no, a pesar de que en este lapso pasó a dominar las bases científicas del mejoramiento y producir mejoras sus­ tanciales en los rendimientos, no pudo obtener ningún nuevo cultígeno ali­ menticio.

Es evidente que la domesticación ocurrió primero y una vez establecidos los cultígenos, recién se produjo el desarrollo de la agricultura. Los dos procesos están íntimamente ligados entre sí, pero no son coetáneos.

Por ello resulta interesante revisar las estructuras agrícolas más simples o aparentemente más primitivas, pues es posible que en condiciones simila­ res se haya iniciado la domesticación de nuestros cultígenos.

La actividad agrícola en las tierras bajas de América en general ha sido poco estudiada en relación a la de los Andes, sobre la cual hay abundante bibliografía.

Recientemente se ha incrementado el número de estudios sobre las tierras bajas, especialmente dedicados a la Agricultura Intensiva Prehispánica. Según Denevan (1980) "es una agri­ cultura que es intensiva en la utilización de la mano de obra, en el sentido de que considerables cantidades de tierra y roca han sido movidas, cambiando el p a isa je n a tu ra l y m o d ifica n d o intencionalmente los factores micro- ecológicos para mejorar las condicio­ nes de cultivo... y es intensiva porque el cultivo en estos lugares es permanente o casi permanente y contrasta directa­ mente con las formas de agricultura migratoria".

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mucho antes de que comenzaran a desarrollarse las técnicas de la agricul­ tura intensiva.

En las zonas bajas de la Cuenca del Plata viven los parientes silvestres de algunos cultígenos como el maní (Arachis hvpoaaea L., Krapovickas & Gregory, 1994), el tabaco (Nicotina tabacum L., Goodspeed, 1954) y el zapallo criollo (Cucurbita maxima Duch.. Whitaker & Cutler, 1968), lo que nos indica que en las partes bajas los indí­ genas deben haber tenido una partici­ pación importante en los procesos de domesticación. Dada la antigüedad del comienzo de la domesticación, es de suponer que el utensilio más primitivo utilizado ha sido el "palo cavador", para cosechar partes subterráneas de plantas silvestres, transformado en "palo de plantar" o "de sembrar". Esta es una herramienta neolítica con una punta aguda o biselada que probable­ mente se usó entre 10000 a 4000 a.c. y que haya sido el primer utensilio agrí­ cola (Winick, 1969).

Para el análisis de la agricultura aborigen en la Cuenca del Plata, en el momento de la llegada de los con­ quistadores españoles, contamos con tres fuentes de documentación intere­ sante, muchas de ellas antes o en el momento en que comenzara el inter­ cambio con la consiguiente aculturación de los indígenas. Ellas son:

1: Lafamosacarta de Luiz Ramírez,

de 1528, los relatos de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, de 1555 y de Ulrico Schmidl, de 1567 y documentos es­ parcidos en antiguos archivos, o reco­ pilados en obras como la edición de Amador de los Ríos de 1851, de la Historia General y Natural de las Indias de Oviedo y Valdés (1959).

2: Material arqueológico, la mayo­

ría limitados a zonas áridas de Perú y Chile.

3: Estudios regionales de plantas cultivadas y de agricultura: Yacovleff y Herrera (1934-35), para Perú, Parodi (1935 y 1966), para Argentina, Latcham (1936) para Chile y regiones vecinas, Hoehne (1937) para Brasil, Cárdenas (1969), para Bolivia y Núñez (1974), para los Andes Meridionales.

El proceso de aculturación co ­ mienza en el mismo momento de la llegada de los españoles, con el esta­ blecimiento de las primeras colonias agrohispanas en el Río de La Plata: Sancti Spiritu en 1527 (Báez, 1944) y en la costa de los charrúas, Uruguay (Báez, 1949). La primera duró unos 2

años y fue suficiente para iniciar la mestización y el intercambio de técni­ cas y herramientas.

Grupos del Litoral

A lo largo de los ríos Paraná y Paraguay, los primeros descubridores encontraron poblaciones de indígenas con diferentes estados de desarrollo. La gran mayoría vivía principalmente de la pesca y de la caza. Todos cose­ chaban la algarroba, el chañar y el mistol y recolectaban miel, tanto para la alim entación com o para elab orar chicha.

En el Río de La Plata, entre los Charrúas y Querandíes las mujeres "tienen un pequeño trapo hecho de algodón" (Schmidl, 1947:37y 38). En el río Paraná, los Corondas se cubre'n con paño de algodón (Schmidl:49).

Los Quirandís tienen "cestas de verguitas, tan tejidas y apretadas, que pueden tener agua en ellas, y son muy gentiles en la labor" (Oviedo, 2:372).

A lo largo de estos ríos hay encla­ ves con agricultura.

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En relación a los Caracaraes "estos son los más ricos e gente poderosa y que tienen más policía y los pueblos cercados segund tenemos noticia otros muchos ay en tanta cantydad q. sería polixidad dezillos, todos son labradores y gente de syembra" (Relación de Do­ mino Martínez de Yrala, 1541).

"Llegamos a una laguna en la qual aliamos y salieron con nosotros en canoas unos indios los que se llaman T im b ú s .J o s quales traxeron algún pescado i maíz con lo cual comenzó la pobre gente a alegrarse" (carta de Francisco Villalta, 1556).

"E más adelante, a par de una lagu­ na y dentro de ella, vive una gente llamada Quiloaces. Y más adelante de ellos están los Barrigudos... Son dados a la agricoltura y labor de campo" (Oviedo, 2: 373).

A lo largo del río Paraná, en la provincia de Santa Fe, de sur a norte, se suceden M beguáes, Chanáes, C a ra c a rá e s , T im b ú s, C o ro n d a s, C olastinés, Calchines, Quiloazas y Calchaquis. Fueron considerados por Azara (1847, 1:181) como pertene­ cientes a la nación Guaraní, pero Canals

Frau (1953:259) los incluye en el Gru­ po del Litoral, que "parece haber sufri­ do fuertes influencias del Amazonas, representadas primero por los Aruac, y luego, muy poco antes de la conquista española, por los Guaraníes". Timbúes y Carcaráes eran "Labradores y tienen sus pueblos fundados sobre la costa del río" (Díaz de Guzmán, 1943:23). Su economía principal era la pesca, tam ­ bién cultivaban maíz, zapallosy porotos y vivían en aldeas. En esta área se fundaron Sancti Spiritu (1527), Corpus Christi (1536) y Buena Esperanza (1536), en las proximidades de la des­ embocadura del río Carcarañá, y Santa

Fe (1573), en Cayastá, cerca del arroyo Quiloaza.

Guaraníes

En la actual provincia de Corrien­ tes, Gaboto llega a Santa Ana (Itatí) donde encuentra "abatí, cabazas, como rayzes de mandioca e patacas e panes hechos de arina de las rayzes de mandioca" (Ramírez, 1528).

A lo largo del río Paraguay Ayolas halló Guaraníes, quienes "siembran y cogen maíz y yuca de que hacen pan y vino, y tienen fásoles, habas, batatas, ajes, calabazas y otras calabazas, que se llaman arinas, que son muy oloro­ sas... amarillas y negras y mandubí..." (Oviedo, 2:373).

A orillas del río Paraguay, sobre un terreno alto, en Lambaré, en una aldea con palizada, los Carios o Guaranís cultivaban trigo turco o maíz, mandioca, patatas, maní, y mucho algodón; de la mandioca-pepirá y de la miel se hace un vino (Schmidl, 1947:48, 54).

En la provincia del Uruguay, "los indios traen una vestidura de algodón... siembran maíz, frisóles, y sapallos y maní y yucos de que hacen harina de ca§abe, tienen frutas, hacen chicha de mayz... duermen en hamacas... comen en cacerolas de barro... siembran con unos palos, no tienen acequia produce con la lluvia del cielo" (Muñarriz, 1619).

Los Guaraníes cultivaban una gran variedad de cultígenos, por lo cual se distinguen de sus vecinos. La agricul­ tura era la base de su economía. Hasta en sus migraciones el cultivo era pri­ mordial.

"Estos yndios (Guaraníes) van y quieren yr a las tierras del Perú, y como no tienen camino y van huyendo de sus contrarios, van poblando y sembrando, y de que tienen ya descubierta la tierra adelante, cojen todos los bastimentos y vanse" (C arta del clérigo M artín González, Asunción 1 de julio 1556,

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En el Delta del Paraná y en la costa del río de La Plata, los primitivos do­ cumentos relacionados con la funda­ ción y primeros años de vida de la ciudad de Buenos Aires, mencionaban a los "guaraníes de las islas" o Chandules (Canals Frau, 1953: 337).

Camino al Perú

En busca del camino al Perú, los españoles remontan el río Paraguay. Cabeza de Vaca mandó navegar este río hacia el norte y que buscaran indios que tuvieran mandioca y trigo turco o maíz. "Vinieron a una nación que se llama Surucusis que tenían pescado, trigo turco, mandioca, maní, batatas, bocaja y otras raíces" (Schmidl: 82).

Alternaban indígenas con o sin producción agrícola. Al norte, en el ce­ rro San Fernando (199 40'), "los Payaguás no tenían bastimento, con el algarrobo hacen una harina y también un vino" (Schmidl: 60).

El 6 de enero de 1543 Irala funda

Puerto de los Reyes, un poco al norte de 189S, cerca de la laguna Gaíba, en el río Paraguay. Los indios de este Puerto de los Reyes son labradores; "siembran maíz y mandioca, siembran mandubíes (que son como avellanas)y de esta fruta hay gran abundancia y siembran dos veces al año" (Cabeza de Vaca, 1942: 2 0 1).

Hay evidencias de otros cultivos. Entre los Jarayes, sus mujeres hacen grandes mantas bordadas de algodón (Schmidl: 85).

Desde el cerro San Fernando, so­ bre el río Paraguay marcharon hacia el oeste. Llegaron a la nación Mbayá, que tienen sus vasallos. "Tienen ellos gran provisión de trigo turco, mandiotín, mandioca-pepirá, mandeporí, batatas, maní, bocaja y otras raíces más". "Du­ rante todo el año halláis sobre las

rozas estos granos y raíces... los bos­ ques están llenos de miel, de la cual se hacen vino... la mujer hila y teje en algodón" (Schmidl: 107).

A partir del río Paraguay, Nufrio de Chaves en 1558 cruza el Chaco y entra "siempre al hueste nordueste descu­ briendo y pacificando por la provincia delosXaraies, Perabaganes, Ceromas, O rtu g u e se s, O te n es, P am anes, Xaramacogis y la Provincia de los Chi­ quitos, toda gente belicosa, grandes labradores en donde tuvo gran defensa y contrastes...". durante este trayecto, los conquistadores se detuvieron a orillas de un río que no se nombra, por espacio de cuatro meses, para levantar la cosecha del maíz (Gandía, 1935: 79).

"Después seguimos hasta una na­ ción Chañé, que son vasallos o súbdi­ tos de los Mbayás. En este camino no hallamos más que rozas que estaban cultivadas con trigo turco y raíces y otros frutos más, de manera que duran­ te todo el año se tiene comida sobre el campo labrantío. Cuando se cosecha la una, ya está en sazón la otra y cuando ésta está madura, ya se ha sembrado en el terreno la otra, para que en todo el año se tenga nueva comida sobre las rozas y en las casas"

(Schmidl: 110).

Siguen losToyanas (vasallos de los M bayás), los P a iyo n o s, los Mayáguenos, los Símenos, con campo labrantío,... Corcoquis (grano turco y raíces) (Schmidl: 111, 114, 119).

Chaná

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Enhastan las palas en unos cabos lar­ gos de vara y media: siéntase el chaná, y trabaja cuanto alcanza la pala; así mudando sitios, limpia y compone el te rre n o de su sem entera. Cogen mandioca, maíz, frisóles, calabazas, batatas y tabaco con algodón" (Sánchez Labrador, 1910, 2: 291-292).

Chañé guaranizados

En el noroeste del Chaco paragua­ yo, en la zona limítrofe con Bolivia, viven grupos Chañé, antiguamente s o ju z g a d o s p or G u a ra n íe s o Chiriguanos.

La chacra -Kog- generalmente se halla 2 a 3 kilómetros de las casas para tenerlas fuera del alcance del ganado y ocultarla de los extraños que transitan cerca de la aldea. Está en medio del bosque rodeada de matorrales secos que amontonan en la linde a modo de cerco -shysem á-. Se la prepara talan­ do el bosque en tierras areno-humi- feras blandas, de color amarillento- ocre. La maleza es cortada, los troncos se queman y luego la tierra se remueve con palitas de hierro de mango muy largo que llaman sypé o con palos fuertes y aguzados -shyrákuas- . El acto de limpiar la tierra de maleza se llama karumpá. Siembran el poroto y el maíz en filas y los zapallos y sandías en manchones irregularmente dispersos entre el maíz. La siembra se hace después de las primeras lluvias, cuan­ do florece el yvopé -algarrobo- y co­ mienza el ara pya'hú -tiempo nuevo- de setiembre o noviembre. Los productos que cultivan son varias especies de poroto..., varias especies de maíz..., varias especies de cucurbitáceas... y la sandía. No conocen la mandioca, la batata ni la caña de azúcar... A un lado de la chacra está el granero, avati-óo, ... sobre una tarima sostenida por 4 o 6

troncos para proteger la cosecha de las lluvias, la humedad del suelo y los animales dañinos. La única puerta mira hacia el Oeste, para que el sol fuerte de la tarde mantenga seco el depósito. Se divide en dos cuartos, en uno de ellos se guardan las legumino­ sas y los zapallos y en el otro el maíz. La recolección de frutos y leña en la chacra y en el bosque es trabajo exclu­ sivo de mujeres (González, 1984: 170-

172).

Comechingones

Los Comechingones ocupaban las sierras de Córdoba, entre Quilino al norte y Achiras al Sur. Aunque no eran típicamente habitantes de las llanuras, los incluimos porque vivían aislados de los grupos andinos. Cultivaban maíz, camote, quinoa, porotos, zapallos y maní. En algunas zonas pudieron practicar un riego limitado, pero gene­ ralmente los cultivos se realizaban en las vegas húmedas del fondo de los valles, o cultivo temporal (Michieli, 1985:

20-22) .

En la conocida "Relación" atribuida a Cabrera, se especifica que "son grandes labradores que ningún año hay agua o tierra bañada que no se siembren por gozar de la sementera de todos tiempos". Cultivaban maíz, fri­ joles y quinoa en las pequeñas terrazas irrigables. Además de la utilización de abrigos naturales, construyeron un curioso tipo de habitación semisub- terránea. Usaban morteros excavados en la roca (Aparicio, 1939).

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platos de mamíferos (Serrano, 1945:

113).

Tonocotés

En la provincia de Soconcho (río Dulce), "La tierra es muy llana y , porque en tiempo de aguas crece el río, porque no se aneguen, tienen hecho los pueblos una hoya muy honda y grande de anchor de un gran tiro de piedra y el largo más de treinta leguas, de manera que cuando crece el río vacía en esta hoya y al verano sécase y entonces toman los indios de todos los pueblos mucho pescado; y en se­ cándose siembran maíz y se hace muy alto y de mucha cosecha; de suerte que todo el largo desta hoya es chacara de todos los pueblos ribera del río; tienen mucho maíz y algarroba y un fruto como azofeifas de España (mistol)"

(Fernández , 1915: 29).

"Los tonocotés de Tucumán eran buenos agricultores. Porque según nos informa Juan Nuñez de Prado, cuando él entró en Tucumán, estos indios cultivaban el maíz haciendo dos sementeras anuales, una entre agosto y setiembre, y la otra por enero. Ade­ más como los diaguitas, cosechaban quinua, frisóles y zapallos" (Borda, 1938: 53).

Mataráes

El fundador de la ciudad de Con­ cepción del Bermejo, Alonso de Vera y Aragón, al referirse en 1585 a los Mataráes cerca de los cuales se hiciera la fundación nueva, dice: "Habré des­ cubierto más de veinte mil indios, gente muy lucida. De presente me sirven como mil de ellos, que son estos de Matará. Es gente de mucha razón, y son los mejores labradores que he visto... Les hallé más de veinte mil

fanegas de maíz; es belleza las chácaras que tienen... "(Canals Frau,

1953: 450).

Los Chanés del Alto Pilcomayo, los Mataráes del Bermejo, los Tonocotés del río Dulce y los Sanavirones del Salado, son los últimos restos de esta antigua capa brasilida de población, posiblemente todos de origen arauac (Canals Frau, 1953: 458 y 470).

La nación de los Mataráes... es muy mansa... El maíz y zapallos les servía de toda comida (Pelleschi, 1897: 9, tomado de Techo).

Dos pueblos de Matará y uno de Guacará,... a siete leguas de Concep­ ción camino a Tucumán. La gente es

labradora y pertenece a la nación "tonoste" (Tonocoté). Disponen de animales domésticos y son los indíge­ nas de más razón de todos los de la Provincia, según la Relación de lo he­ cho por el Gobernador Dr. Diego de Góngora, 20 de mayo de 1622 (Morresi, 1971: 50).

Recursos naturales y agricultura

Al parecer todos los pueblos de las llanuras de la Cuenca del Plata han manejado recursos naturales ya sea para fermentar a partir de miel, algarro­ ba, chañar o mistol y de cultígenos como el maíz y la mandioca. Cultivaron calabazas para recipientes, fumatorios y cuando el clima lo permitía, algodón y tintóreas (Bixa). Practicaron alguna forma de agricultura.

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Recolección. Se recoge miel, al­ garroba, chañar y mistol para alimen­ tación directa, para producir bebidas no alcohólicas (aloja) y para fermentar la chicha. Con la algarroba se puede elaborar una especie de pan, el patay. Las poblaciones son itinerantes, desa­ rrollan su actividad en procura de ali­ mentos dentro un territorio propio. Los itinerarios dependen del momento oportuno para la pesca, la caza o para la recolección.

A gricultura incipiente. Mientras la actividad dominante era la recolec­ ción, la caza y la pesca, comienza una ligera dependencia de plantas cultiva­ das, que posibilita cierto grado de sedentarismo.

Se cultivan plantas alimenticias, principalmente maíz, zapallos y porotos, a las que se agregan raíces (mandioca y batata) y otras.

Hay también indicios del cultivo de plantas no alimenticias, el que puede ser individual: mate (Lagenaria), algo­ dón (G o s s y p iu m ), fu m a to rio s (Nicotiana), tintóreos (Bixa). Las refe­ rencias son generalmente indirectas: recipientes, tejidos, pipas (Vignati, 1935), etc.

Se aplica el sistema de roza, que consiste en la tala y quema, en el bosque, para preparar el terreno. Se aprovechan las cenizas para enrique­ cer el suelo. La herramienta es el "palo de plantar", con punta aguda o cortada a bisel, posiblemente originado en un palo para extraer raíces. Es muy pro­ bable que haya sido el primer utensilio agrícola (Winick: 470). Con el agota­ miento de la fertilidad y posiblemente por la invasión de malezas, contra las cuales no se tenían herram ientas adecuadas, se abandonaba el rozado y se producía un traslado constante de los cultivos, estableciéndose una inci­ piente rotación.

Este tipo de cultivo lo practicaron los pueblos más primitivos, como los Géy la mayoría de los indios chaqueños.

Una buena descripción de este tipo de agricultura, que podríamos deno­ minar Agricultura itinerante, la dá Ambrosetti, al estudiar los indios de la p ro v in c ia de M isio n e s. Los Kaingangues "vagaban por la selva misionera, según las necesidades de la vida... la tribu de Fracrán empleaba su tiempo en muchas cosas, todas ten­ dientes a proporcionarse alimento, tiempo que repartía con toda regulari­ dad. Una parte lo destinaba a hacer sus rozados y plantaciones de maíz y zapallo en los montes que rodeaban la campiña; una vez terminados estos, los abandonaban para acampar cerca de algún arroyo de esos que desaguan en el Alto Paraná y que contienen mu­ chos peces, no sólo para comer, sino también para ahumar y conservar por mucho tiempo. Luego se dirigían a los bosques de Araucaria que les brinda­ ban sus frutos" (Ambrosetti, 1895 a: 307).

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que empujan con el pie. La cosecha es propiedad del que siembra y los pro­ ductos son casi siempre consumidos antes de la madurez total" (Palavecino, 1939: 400-2).

Los Matacos practican una agri­ cultura de subsistencia. Tienen dos ciclos agrícolas. Uno es el que se lleva a cabo en el bañado costanero de los ríos. En cuanto las aguas se escurren se comienzan las tareas entre junio y agosto. El otro ciclo, fuera del área de influencia fluvial, comienza con las pri­ meras lluvias. Las primeras siembras se realizan en setiembre y para asegu­ rar la producción se hacen siembras escalonadas de setiembre hasta fe­ brero. El "cerco" no suele superar la hectárea y media (Maranta, 1987).

Entre los Maká del Chaco Boreal, Arenas (1982) señala que además de las tareas de recolección, de caza y pesca, practican una agricultura limi­ tada. Los terrenos elegidos para los cultivos podían estar emplazados en el interior del monte, donde se realizaba el rozado, o en sitios bajos, anegadizos. Superiores en calidad eran los suelos inundables, lugares de lagunas secas, donde se evitaba el trabajo de limpieza y se obtenía más abundante produc­ ción. Además de la chacra del monte, solía haber un huerto cerca de su vi­ vienda para plantar mandioca y batata.

Tierra bañada. La practicaban los Comechingones (Córdoba) y Tonocotós (río Dulce). A veces acompañada de montículos: Matará (Susnik, 1982).

E c o n o m ía a ld e a n a a u to s u - ficiente. Posiblemente la aldea de este tipo más antigua sea Wankarani, en Oruro, Bolivia, 12 10 a.C. con prác­

ticas de agricultura, caza ocasional y ganadería (Nuñez, 1974: 113).

Una descripción interesante de esta clase de asentam iento la realiza Ambrosetti al estudiar los indios"

"Cainguá" de Misiones (Argentina): "La agricultura es practicada por estos indios (Cainguá) en escala sufi­ cientemente vasta para asegurarse la alimentación abundante durante todo el año y aún para tener resen/a de sus productos, los que guardan cuidado­ samente... Son sedentarios o casi, sus casas o Tapuis son bien construidas y duraderas. Cada indio padre de familia tiene su rozado propio... para plantar sólo intervienen las mujeres... hombres y mujeres proceden al carpido y lim­ pieza. .. fabrican un rancho especial para guardar las cosechas. Cultivan maíz y casi al mismo tiempo porotos a fin de que la caña del maíz sirva de sostén a sus largas guías. Plantan zapallos, batatas, mandiocae. Nunca falta cerca de los ranchos algunas plantas de al­ godón" (Ambrosetti, 1895 b: 67).

A g ric u ltu ra m ig ra to ria . "Estos yndios (Guaraníes) van y quieren yr a las tierras del Perú, y como no tienen camino y van huyendo de sus contra­ rios, van poblando y sembrando, y de que tienen ya descubierta la tierra adelante, cojen todos los bastimentos y vanse" (Martín González, 1556).

La Agricultura de aldea, en la costa del río Paraná, en la provincia de Santa Fe, a base de maíz, zapallo y porotos está evidentemente relacionada con las fundaciones de Sancti Spiritus y de Santa Fe.

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Capacidad para crear nuevos cultígenos

Según Pagés Larraya (1991) los N am biquaras, de M ato G rosso y R on d o n ia de B ra sil y los A ché- Guayaquí, del Oriente del Paraguay son cazadores -recolectores arcaicos de indeterminado origen, imposibles de subordinar a otra etnia americana. Muchos etnógrafos los consideran los más arcanos hombres de la selva ame­ ricana.

Sobre los Guayaquíes, el padre Pedro Lozano de la Compañía de Je­ sús, en 1745, dice: "Poco menos bár­ bara, es la nación de los guachaguís aunque más fácil de domesticar. Viven en las tierras que llaman del Ibaroti donde estuvo fundada en sus princi­ pios la reducción de Jesús... Aunque discurren vagos por las selvas, bus­ cando miel silvestre, frutas y animales para su sustento y hacen también sus sementeras de maíz; no obstante son cortas sus cosechas, porque gustan de comerle tierno, antes de sazonar, que por acá llaman choclo" (Pagés Larraya, 1991: 80).

Los Nambiquaras viven en la sierra de Parecís, en la divisoria de aguas de los sistemas de los ríos Paraguay y Amazonas, en Mato Grosso. Son con­ siderados como muy primitivos, con una organización social y política de las más pobres que se pueden concebir, como lo manifiesta Lévi-Strauss (1988) en Tristes Trópicos. Sin embargo culti­ van en sus rozados razas propias de plantas cultivadas y son de los pocos indígenas que aún conservan en culti­ vo a Arachis villosulicarpa Hoehne, especie que se destaca por ser un verdadero cultígeno, exclusivo de este pueblo (Krapovickas & Gregory, 1994).

La domesticación ocurrió primero (8000-6000 a.C) y una vez estableci­ dos la gran mayoría de los cultígenos, recién se produjo el desarrollo de la agricultura. Mi planteo es que los dos procesos están íntimamente ligados entre sí, pero no son coetáneos. La domesticación fue realizada, con una importante participación femenina, con el "palo de plantar", casi sin movimiento de tierra y asociada con la recolección, la caza y la pesca. La agricultura, con el incremento de cultígenos y con una progresiva mayor dependencia de la producción vegetal, posibilita cierto grado de sedentarismo, y con ella co­ mienza el desarrollo de la "agricultura de aldea".

En la Cuenca del Plata la mayoría de los pueblos chaqueños han practi­ cado una "agricultura incipiente" o "agricultura itinerante", generalmente en rozados, en lugares protegidos, alejados de sus poblados temporarios.

Aldeas permanentes existían en la costa santafecina del río Paraná, don­ de se practicaba una agricultura basa­ da en el maíz, porotos y zapallos, asociada con la pesca. También hubo aldeas permanentes en la mesopotamia santiagueña, especialmente en el río Dulce, donde los Tonocotés practica­ ban la agricultura de tierra bañada, asociada con la pesca. En el río Ber­ mejo los Mataráes y Guasearas eran considerados de los mejores labrado­

res. Las primeras fundaciones estaban asociadas con estos indígenas: Sancti Spiritus (1527), Santiago del Estero (1553), Concepción del Bermejo (1585).

En la periferia del Chaco prospera­ ron indígenas con sistemas agrícolas más com plejos, como los Com e- chingones de las sierras de Córdoba,

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con acequeias rudimentarias e incre­ mento de cultígenos, o como los Gua­ raníes y los indígenas de las serranías de Chiquitos, con gran aumento de cultígenos, con siembra escalonada y cosecha durante todo el año.

Los Nambiquaras, considerados entre los pueblos más primitivos de América, descubiertos recién en este

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Referencias

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