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Lynne, Carol El Reino de Neo 03 Luna Carmesí

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(2)

Después de su captura por parte de un vampiro

renegado, Gunnar, un werelobo alfa y jefe de seguridad del

reino de Neo, se convirtió brutalmente en un vampiro.

Aunque Gunnar fue rescatado, se niega a aceptar el lado

vampírico de sí mismo. Sin poder beber la espesa sangre que

necesita para sobrevivir, Gunnar está débil como un

cachorro.

Siglos antes, Ramiro fue cambiado también en contra

de su voluntad, pero ha aprendido a aceptarse a sí mismo y

sacar lo mejor de su nueva vida. Él sabe que tiene las manos

llenas con Gunnar, pero hay algo acerca del confuso

werevampiro que tira a su lado una vez humano. Como jefe

de seguridad para el rey vampiro, Ramiro tiene la reputación

de ser un guerrero de corazón frío, pero no siempre fue así.

A medida que continúa su trabajo de enfermero de Gunnar

a través de los cambios que se producen en el werelobo,

Ramiro empieza a anhelar cosas que no había querido

durante siglos, el amor.

(3)

3

Cap

í

tulo 1

on su nariz enterrada en un libro, Ramiro Delgado descansó perezosamente su mano en la rubia cabeza del hada que le estaba chupando debajo de la mesa. ‘El Frenesí’, el bar del barrio para alimentarse en el Reino, solo tenía unos pocos clientes, era temprano esa noche, y Ramiro planeaba aprovecharse de la calma antes del alboroto.

La lengua recorría deliciosamente la cabeza de su pene, pero cuando Ramiro sintió que el hada trató de hacer su magia probando su agujero, Ramiro gruñó. —Quédate en el pene, chico.

«

¿Chico?

»

Ramiro alejó esa particular imagen. El pequeño hada bajo la mesa probablemente tenía el doble de su edad. Había algo en la eterna apariencia de las hadas que le hacía pensar que eran jóvenes.

Cuando la lengua del hada pasó por la ranura en la corona del pene de Ramiro, este ya tenía suficiente de juegos. Tomando un puño de rizos del hada, Ramiro se empujó dentro de la garganta de la criatura y se corrió. El clímax no fue lo suficiente para satisfacerlo, pero sí para mantener sus deseos al menos por el tiempo que necesitaba para no mostrar deseos que no podía tener.

Ramiro esperó hasta oír el grito del hada de su propio orgasmo, antes de retirar la silla. Se puso de pie, y acomodó su pene dentro de sus pantalones. —Gracias. —Se tomó su tiempo para pasar su palma por la mejilla del hada antes de tomar su libro y dirigirse a la puerta de salida.

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Mientras caminaba hacia el palacio, los pensamientos de Ramiro regresaron al libro que estaba en su mano. Era un tipo de antiguo diario que había encontrado en la biblioteca del Reino. Era más o menos un manual de instrucciones, lleno de ideas para mantener la humanidad después de ser cambiado.

Aunque se suponía que Ramiro debería estar buscando maneras de derrotar a las criaturas que Morwyn había creado, eso le había dado la idea. Él se detuvo en la puerta que Ian Kildare había creado en el palacio y esperó. Porque debido a la fuerte protección alrededor del palacio, no había necesidad de guardias en la puerta. Solo quien tenía el apropiado permiso podía entrar sin ser inmediatamente evaporado. Como había tantas criaturas mágicas viviendo en El Reino, otras formas de permisos de identificación no eran viables.

Ramiro entró en el palacio del Rey de los Vampiros con un propósito. —¿Dónde está el Rey? —Le preguntó a uno de los guardias a sus órdenes.

—En el comedor, —contestó el guardia sin hacer contacto visual.

Cuando llegó a su destino, Ramiro se detuvo detrás de las puertas cerradas. —¡Tienes un momento! —Gritó a través de las pesadas puertas labradas.

Desde el interior se oyó un grito de liberación. — Entra. —Ian ordenó.

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Sosteniendo su libro Ramiro se aproximó a la cabecera de la mesa. —Me pregunto si puedo hablar contigo sobre algo que acabo de leer.

—Claro. —Ian se sentó en una de las sillas—. Veo que

encontraste mi diario. Debió de ser un error que lo dejara en la biblioteca, pero era joven y estúpido en ese tiempo.

Ian decía ser el primer vampiro que Faelan, el misterioso

Rey de las Hadas, había creado. Debido a que nadie nunca había puesto en duda su aseveración, Ramiro le creía.

Ramiro tomó asiento en una silla cercana a Ian. Ellos dos se habían vuelto amigos cercanos con los años, aunque él le mostraba el más alto respeto a Ian frente a los demás, cuando estaban solos dejaba a un lado las formalidades y hablaba con Ian como amigo. Ian era el único vampiro en el Reino que permitía donantes humanos, y el olor de la sangre del humano llamaba a Ramiro. Tragó la saliva que le hacía agua la boca y trató de concentrarse en la razón que lo había llevado a buscar la experiencia de Ian.

Ian se rió y acarició el interior del muslo de su donante. —¿Quieres comer algo?

«

»

quería gritar Ramiro, pero sabía que eso era imperdonable, cualquier vampiro que bebiera de uno de los Donantes Reales sería castigado con la muerte. —Gracias, pero ya comí esta noche.

De nuevo, Ramiro trató de mantener sus pensamientos lejos, mientras Ian seguía acariciando al hombre frente a él. —Vine buscando consejo, viejo amigo.

—Entonces lo tendrás, —contestó Ian.

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Ian liberó el pene de su donante. —Déjanos, —le dijo al endurecido hombre.

—Sí, su majestad. —El donante se levantó y se puso la bata roja que indicaba su posición.

Ian esperó a que el hombre se fuera antes de regresar su atención hacia Ramiro. —Supongo que esto es

acerca de tu amigo…

—Gunnar, —Ramiro completó girando los ojos. Ramiro no solo había hablado con Ian sobre Gunnar, sino que el Rey había tenido una reunión con el Alfa werelobo antes de su secuestro y la subsiguiente transformación del lobo.

—Sí, Gunnar. —Había una diabólica sonrisa en la cara de Ian mientras descansaba sus entrelazados dedos sobre su pecho—. Nunca oí hablar de un vampiro que mantuviera

sus rasgos de animal una vez cambiado, pero debe haber algunos.

—¿Crees que es posible? —Ramiro preguntó.

—¿Posible? Probablemente. Pero sería muy cuidadoso sobre intentarlo. Es diferente cuando un humano es transformado, porque ellos son débiles. Su naturaleza humana da un paso atrás y le permite al vampiro tomar el control. No sé lo que puede suceder con un were, especialmente con un Alfa. El resultado podría llevarlo fácilmente a la locura junto con la incapacidad de mantener una forma.

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—De cualquier manera lo intentarás, —Ian asumió.

—Voy a decirle a Gunnar que hay una posibilidad y dejaré que él tome la decisión.

La sonrisa regresó a la hermosa cara de Ian. —Lo amas.

—No lo hago. —Ramiro estableció—. Solo odio ver a

un hombre fuerte debilitarse.

—Si tú lo dices. —Ian tomó una campana que estaba

situada frente a él. Una voluptuosa mujer entró en el cuarto usando una bata roja—. Si me disculpas, creo que es hora

de mi postre.

Ramiro inclinó la cabeza antes de salir del comedor tomando el libro de la mesa. Una cosa era ver a Ian jugar con un hermoso hombre, pero nunca había sentido deseos de ver el cuerpo de una mujer. Dejó el palacio y fue en busca de Gunnar.

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Con ese pensamiento en mente, Gunnar se puso de pie y se recostó sobre el abundante césped. A pesar de los letreros en los postes que decía que se mantuviera en el camino, a Gunnar no le importó. Necesitaba sentir la tierra bajo sus pies. Su lobo podría estar muriendo, pero aun gritaba en lo profundo de su interior.

—¿Quebrando las reglas? Estoy sorprendido, —dijo Ramiro desde un lado del camino.

Gunnar no se molestó en abrir los ojos. —Arréstame. Envíame de regreso a Italia. —Levantó las manos con las muñecas juntas—. ¿Vas a esposarme?

Ramiro se rió, y el profundo sonido fue directo al pene de Gunnar.

«

¡Joder!

»

Gunnar odiaba la atracción que sentía por el vampiro. Antes de su transformación, Gunnar había sido capaz de apreciar el masculino atractivo sexual de Ramiro, pero eso iba más allá de lo que quería. Sin embargo, cuanto más trataba de aceptar su nueva vida, más respondía su cuerpo al vampiro de siglos de edad.

Gunnar se sentó esperando esconder su erección. — ¿Quieres algo?

Ramiro se sentó sobre la barda y miró a Gunnar, hundió sus manos en los bolsillos de sus negros pantalones. —¿Por qué estás revolcándote en el suelo? —le preguntó con aparente malestar.

—Porque se siente bien. —Gunnar pasó sus dedos por la gruesa alfombra de hierba—. Si no eres una sissy1,

deberías bajar y unirte a mí.

«

Mierda. ¿Por qué infiernos había dicho eso?

»

—Gunnar sintió como si se mordiera su propia lengua.

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En lugar de sentarse en el césped, Ramiro se puso en cuclillas. La nueva posición le dio a Gunnar una mejor vista del largo pene atrapado debajo de los delgados pantalones. —Necesito hablar contigo acerca de algo, pero no me sentaré en el húmedo césped para hacerlo. ¿Por qué no vamos a la calle y conseguimos unos tragos?

Gunnar desvió la mirada. —No está húmedo. ¿Crees que soy estúpido?

—Como sea. —Ramiro inclinó la cabeza lo suficiente para mirar a Gunnar a los ojos—. Vamos, toma un trago

conmigo.

La última cosa que Gunnar quería, era acompañar a Ramiro a ‘El Frenesí’. Ya había entrado ahí antes y no había sido capaz de mirar a Ramiro de la misma forma desde entonces. No era que le molestara que se alimentara. Era el ver a las pequeñas jodidas hadas atender a Ramiro justo frente a él.

—No iré a ‘El Frenesí’ de nuevo. Ya te lo dije.

—No estaba hablando de ir ahí. Además, ya he comido esta noche. —Ramiro se puso de pie y le ofreció la

mano—. Creo que un buen vaso de Liquido Carmesí en

Giovanni’s podría ser agradable.

Gunnar palmeó la mano de Ramiro apartándola y se puso de pie. Cuando estuvo de nuevo levantado, Gunnar acomodó discretamente su duro pene antes de regresar al camino de cemento. Tratando de mantener su mente libre de los deseos de su cuerpo, decidió darle un poco de conversación mientras caminaban lado a lado hacia el bar.

—¿Por qué no quieren que estemos en el césped?

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limpió la garganta, repentinamente se veía extremadamente incómodo—. Después de estar aquí mucho tiempo, los otros were no iban a ser capaces de controlar su cambio, y El Reino no está equipado para la cacería.

—Y por otros were, quieres decir todo el mundo menos yo, —Gunnar asumió. Dioses, si solo pudiera aun cambiar, pero ambos sabían que ni siquiera existía la posibilidad.

—Quizás, —Ramiro murmuró.

—¿Qué se supone que quieres decir?

Ramiro abrió la puerta del bar y le indicó que entrara. Gunnar solo había ido en unas pocas ocasiones, pero encontró que le agradaba la oscura atmósfera. Quizás porque sentía que combinaba con su nuevo humor.

Ellos encontraron una mesa vacía al fondo. Gunnar se deslizó mientras Ramiro le hacía señas a la mesera. Levantó dos dedos y la mujer asintió. Ramiro se sentó en la banca, y se deslizó hasta que su espalda estuvo contra la pared.

Gunnar sonrió. Ramiro siempre parecía listo para una pelea. Se preguntaba si el vampiro bajaba la guardia por más de algunos minutos. Ambos se quedaron en silencio hasta que la mesera les trajo dos vasos con la intoxicante mezcla de vino y sangre. —Entonces, ¿de qué querías hablar? —le preguntó después de varios tragos.

—¿Tu lobo aún te habla?

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Los oscuros ojos de Ramiro se entrecerraron. —Lo sentiste hace un momento, ¿no es así?

—Sí, —Gunnar admitió.

—Leí algo en lo que he estado pensando.

—Peligroso, —dijo Gunnar interrumpiendo a Ramiro.

—Cállate y escucha, —Ramiro refutó—. Según el libro, la mejor manera para que un vampiro mantuviera su humanidad después de ser convertido, era vivir entre humanos. Eso me ha hecho preguntarme si podríamos salvar tu lobo haciendo las cosas que hacías cuando eras lobo.

—No puedo cambiar, —Gunnar bufó. Tomó una

profunda y tranquila respiración. Le había costado semanas llegar a buenos términos con los cambios que estaban llevándose a cabo en su interior. Lo que Ramiro traía, se sentía como una cachetada.

Ramiro terminó su Líquido Carmesí y señaló pidiendo dos más. —Supongo que la pregunta más importante es: ¿quieres retener a tu lobo como parte de quien eres sin ser capaz de cambiar completamente?

La pregunta dejó a Gunnar sin palabras. ¿Cuántas noches había despertado rogando a los dioses conservar a su lobo? Ahora, sin embargo, se preguntaba si mantener a su lobo atrapado podría ser peor.

—Sé que no es una decisión fácil de tomar, pero necesitas pensarlo seriamente antes de que tu lobo se desintegre más. —Ramiro iba a alcanzar a Gunnar, pero se detuvo y en su lugar su mano tomó el vaso de vino.

Gunnar asintió. —Lo haré, —logró decir finalmente.

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cuerpo de Gunnar notó instantáneamente el reflejo de las velas en los oscuros ojos del vampiro.

—Me tengo que ir. —Gunnar sacó un fajo de arrugados billetes de su bolsillo y los lanzó a la mesa.

Ramiro parecía sorprendido. Sus negras cejas se levantaron y señalaron el vaso lleno de Líquido Carmesí. — Pero no te has terminado tu bebida.

—Perder la cabeza es lo último que necesito ahora. — Se deslizó fuera de la banca—. Gracias, —le dijo antes de girarse fuera del restaurante.

Una vez que estuvo en la banqueta, Gunnar tomó la dirección hacia el parque.

«

¡Joder!

»

Había estado a un segundo de distancia de tomar a Ramiro en sus brazos y olvidarse de todo acerca de su lobo. Era hora de poner su cabeza en orden.

Gunnar se desvió del parque y se dirigió hacia el único lugar en todo el Reino que odiaba. Sabía que no podía pedirle a Ramiro que lo acompañara a ‘El Frenesí’, ¿Cómo invitarlo con las duras emociones que había entre ellos? Gunnar odiaba que Ramiro jodiera de esa manera a través de su cena cada noche, pero no estaba en posición de decirle nada a Ramiro acerca de su vida sexual.

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Unos pasos detrás de Gunnar captaron su atención. Miró sobre su hombro e hizo un guiño de dolor cuando vio a Ramiro con una altiva expresión caminando hacia él.

—Puedo acompañarte si me dices qué haces aquí afuera, —Ramiro dijo.

—No estoy aquí afuera. Necesito hablar con Audric. Dado que el trío parece pasar sus noches aquí… —Gunnar se encogió de hombros en lugar de terminar la frase—. ¿Por qué no entras y les preguntas si pueden salir a hablar conmigo?

Ramiro cruzó los brazos sobre su pecho. El gesto llamó la atención de la mirada de Gunnar hacia los músculos que se escondían bajo su costoso traje, debilitándolo aun más.

«

Deja eso

»

, se dijo una vez más.

—¿Por qué no tienes hambre de sangre como yo? —

Ramiro preguntó.

—¿Quién dice que no la tengo? —Gunnar refutó defensivamente—. Es solo que no creo que valga la pena prostituirme para conseguirla.

Ramiro entrecerró los ojos. —¿Eso es lo que piensas que hago?

—¿No es así? Levantas extraños para joder a cambio de su sangre. ¿Cuál es la diferencia? —Gunnar no iba a renunciar a esa discusión. Estaba siendo obvio que Ramiro pensaba menos de él por beber la sangre embotellada que el Reino proveía.

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entre esa idea en esa dura cabeza tuya, más pronto podrás ser feliz en tu nueva vida.

—Así que para tus ojos, necesito ser una puta si quiero ser feliz con los cambios en mi cuerpo, que, en primer lugar, yo jodidamente no pedí. —Gunnar sabía que estaba arremetiendo contra él, pero necesitaba hacer algo o correría el riesgo de exponer sus verdaderos sentimientos ante Ramiro.

En lugar de molestarse, la expresión de Ramiro se suavizó. —Pocos de nosotros tuvimos elección sobre aquello en lo que nos convertimos. Pasé muchos años odiándome por desear lo que mi cuerpo necesitaba para sobrevivir. Solo estoy tratando de salvarte de eso, porque el que te odies no cambiará las cosas.

Gunnar tragó el nudo en su garganta ante la evidente emoción en la voz de Ramiro.

Ramiro tomó el cuello de Gunnar, y rozó con su pulgar el labio inferior de este. —No soy un monstruo. La razón de que les dé a mis donantes lo que ellos quieren, es que me hace sentirme mejor por lo que tomo de ellos. Puedo jugar con ellos, como Audric y muchos otros hacen, pero encuentro eso… egoísta.

Perdido ante el gentil toque, Gunnar lamió la yema del pulgar de Ramiro mientras lo pasaba una vez más sobre sus labios.

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Gunnar de la confusión en la que se encontraba. «Soy un Alfa, maldición».

Quebrando el beso, Gunnar se empujó contra el pecho de Ramiro. Sacudió la cabeza y se alejó de la tentación del vampiro. —No puedo, —dijo mientras se giraba y corría.

Un momento después, Ramiro entró en ‘El Frenesí’, aun confundido por el beso. Maldición de beso. «¿Por qué jodidos había hecho algo tan estúpido?» Ahora que sabía cómo respondía el cuerpo de Gunnar a él, Ramiro no sería capaz de pensar en nada más. Había tratado de aceptar su preocupación por Gunnar durante semanas como algo que no tenía nada que ver con el deseo, pero después de ese beso sabía la verdad. Ian tenía razón, de algún modo se había enamorado de Gunnar.

—¿Regresando tan pronto? —el pequeño hada rubio de antes le preguntó.

Ramiro sacudió la cabeza. —Estoy buscando a alguien.

—Puedo ayudarte, el hada ofreció.

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«¡Joder!» ¿Cómo se supone que haría para concentrarse en algo más, si no podía controlar sus emociones?

—Necesito hablar con Audric, —Ramiro le dijo a Kern.

La mirada de Kern fue hacia la tienda que se levantaba en los pantalones de Ramiro. —No.

Ramiro giró los ojos y pasó su mano sobre su obvia erección. —No es por esto por lo que busco a Audric. Solo necesito hacerle algunas preguntas.

Kern lo señaló con su mentón. —Casi ha terminado con su cena.

A pesar de que Ramiro se llevaba bien con Kern, el hombre era extremadamente protector con Audric. Ramiro sabía que tendría que incluir a Kern en la conversación si esperaba tener más que unos cuantos segundos de conversación con el werelobo convertido a vampiro. — ¿Dónde está Haig? —Rara vez se les veía sin que los tres estuvieran juntos.

—Con su hermana, —Kern contestó sin quitar la vista de su pareja.

—¿Galena está aquí?

—Incluso aunque ella estuvo escondida en esa jodida jaula la mayoría del tiempo, Neo cree que ella puede ser de alguna utilidad para nosotros. Trajo a Flick y a ella al Reino esta mañana. —Kern miró a Ramiro—. Ya sea que Galena pueda o no ayudar, me alegra que esté aquí. Haig me estaba volviendo loco con su preocupación por ella.

No habiendo tenido una familia en siglos, Ramiro le dirigió su mejor mirada de simpatía. —Lo entiendo.

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Kern tomó la erección de Audric en su mano, pero sacudió la cabeza. —Ramiro necesita hablar contigo primero.

Audric frunció el ceño. —¿Qué sucede?

Ramiro miró alrededor. Varios juegos de ojos de were estaban puestos en ellos. No había duda de que la concurrencia esperaba por el espectáculo de sexo que Audric ofrecía después de alimentarse. —Aquí no.

—Estás bromeando, ¿verdad? —Audric preguntó, empujándose hacia la mano de Kern.

Ramiro sabía lo que estaba preguntando. La ola sexual que acompañaba a la alimentación era increíblemente poderosa. Decidió darle a Audric un descanso. —Encuéntrame afuera en diez minutos.

Audric asintió antes de saltar al regazo de Kern.

Ramiro se alejó y estudió a la multitud. «¿Debería ser indulgente y aceptar una rápida mamada mientras esperaba?» La anterior declaración de Gunnar llegó a su mente. A pesar de que Ramiro no estaba seguro de cuál era el problema de Gunnar, decidió en contra de una rápida conexión y esperar afuera.

Caminaba de un lado a otro del frente del club mientras vampiros y hadas entraban y salían. Siempre había humanos que donaban voluntariamente su sangre por su apetito sexual y la emoción de ello, pero Ramiro nunca se había tomado el tiempo para saber por qué las hadas lo hacían. ¿Sería solo la parte sexual de su parte? Ramiro no podía imaginar a un hada necesitando la emoción.

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—Me preguntaba si, ¿recuerdas más acerca de tu lobo y lo que atravesaste después de que LaMont te transformó? —Ramiro preguntó.

—¿Por qué preguntas? —Audric entrecerró los ojos,

suspicaz—. Nada bueno puede venir de eso.

—Creo que puedo encontrar la manera de que Gunnar pueda retener esa parte de sí mismo. Así que dime ¿por qué no crees que sea buena idea? —Parecía que Audric estaba de acuerdo con Ian. Quizás estuvo equivocado al hablar con Gunnar sobre esa posibilidad.

—Porque no ser capaz de cambiar es igual a estar hambriento de sangre. Es un apetito que no puedes alejar. Desearle eso a alguien es odiarlo, en mi opinión. —La voz de Audric bajó varias octavas. Era más que obvio que el hombre estaba enojado con la idea—. Tuve que esconder esa parte de mí a riesgo de volverme loco. Gunnar nació Alfa. Para él, el riesgo es incluso mayor.

«¿Qué le había hecho?» —Gracias por tu honestidad. —Ramiro necesitaba encontrar a Gunnar y hacer que alejara todas las ideas del lobo de su cabeza—. Discúlpame, me tengo que ir.

Antes de que Ramiro pudiera moverse, la mano de Audric atrapó su antebrazo. —Sé que solo estás tratando de ayudarlo, pero ambos necesitán aceptar que él cambió.

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tulo 2

unnar miraba las paredes de su dormitorio. Vivir en el palacio con Spiro y Neo había probado ser importante, pero extrañaba los espacios abiertos del viñedo. Pensó en el resto de los lobos y felinos que habían sido reubicados en el Reino por su seguridad.

Cuanto más pronto terminaran con Morwyn y el Alfa de Galway, Juniper Cavanaugh, más rápido podría su gente regresar a su hogar. Gunnar cerró sus manos en un puño. Ya no podía llamar a los were su gente. Había sido muy difícil llegar a buenos términos con eso. Pertenecer y guiar a su manada, había significado todo para él. Su posición como jefe de seguridad de Neo también había sido cuestionada en su mente últimamente. «¿Podrían los were seguir respetándolo y seguirlo?»

Independientemente de su posición futura, aun les debía a los were luchar en la guerra por venir como si siguiera siendo un Alfa. Levantándose de la gran cama que le habían dado, Gunnar separó las pesadas cortinas del dosel. Ahí no iba a descubrir qué hacer si tenían alguna esperanza de desafiar a Morwyn. Sus asuntos personales podrían esperar.

Estaba en camino hacia la biblioteca del palacio cuando vio a Ramiro. Gunnar hizo su mejor esfuerzo para llegar a la esquina antes de que el vampiro lo viera. Después del anterior beso, la última cosa que quería era tentar a su cuerpo de nuevo tan pronto. No tenía dudas de

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que los cambios en su genética habían hecho que quisiera a Ramiro y nada más.

—Necesitamos hablar, —Ramiro le dijo aun escondido de la vista.

—Voy de camino a la biblioteca. Hay cosas más importantes que si quiero o no mantener a mi lobo. —

Gunnar se rehusó a colgarse de un sueño que sabía que era inalcanzable. Había tenido muchas conversaciones con Audric sobre la posibilidad de que su lobo pudiera sobrevivir al cambio. Cuando Ramiro había mencionado el libro, eso le había dado a Gunnar una chispa de esperanza, pero el beso rápidamente había puesto las cosas en perspectiva. Era un vampiro.

Ramiro dio la vuelta en la esquina y miró a Gunnar. —Voy contigo.

Gunnar dio un paso hacia atrás, antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo. Se detuvo y cuadró los hombros. «¿Estaba su Alfa tan profundo en su interior que un vampiro lo intimidaba?» No. Gunnar sabía exactamente qué lo había hecho retroceder. ¿Cuánto tiempo podría sostener la furiosa batalla entre su cuerpo y su mente?

—Como sea, —Gunnar dijo finalmente siguiendo por el pasillo. Recorrió el laberinto de pasillos con Ramiro detrás de él. Al llegar a la biblioteca, Gunnar inclinó la cabeza ante los dos guardias y esperó a que abrieran las enormes puertas.

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Mientras descendían los escalones, Gunnar oyó ruido abajo. Se detuvo y miró hacia Ramiro. —Hay alguien ahí abajo.

Ramiro asintió. —Probablemente Neo. Quiere regresar al viñedo tanto como tú.

La mención de su casa hizo que el pecho de Gunnar doliera. Necesitaba hablar con Neo sobre su trabajo, pero la inminente guerra era más importante. Siguió bajando los escalones, caminó dentro de la ligeramente iluminada cámara. Había oído que el enorme cuarto se mantenía a una temperatura constante de dieciséis grados centígrados, eso causó que momentáneamente todo el cuerpo de Gunnar se estremeciera.

Neo levantó la vista del libro frente a él con expresión seria. —Morwyn tomó los poderes del inframundo de los Titanes2.

—¿Qué? —Ramiro se detuvo al lado de Gunnar—. Eso no es posible.

Neo señaló el libro. —Esto es lo que está haciendo.

Gunnar intercambió miradas con Ramiro antes de seguir hacia la mesa. Vio sobre el hombro de Neo la antigua ilustración. —¿La hoz de Cronus? Pero creía que fue destruida en la guerra entre los Titanes y el Olimpo.

—No destruida. Perdida. —Neo cuidadosamente giró la brillante página hacia otra imagen en el libro. Esa era una descriptiva escena de la Titanomaquia3, la gran guerra

(2) Titanes; en la mitología griega cualquiera de los doce hijos nacidos de la unión de Gea con Urano, fueron seis varones (Ceo, Crío, Cronos, Hiparión, Japeto y Océano) y seis mujeres, liderados todos por el más joven Cronos quien derroco a su padre Urano a instancias de su madre, Gea

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de los Dioses, Zeus atacó a Cronus y la hoz cayó de la mano de Cronus hacia la tierra—. Creo que de algún modo Juniper Cavanaugh la encontró. Ya sea que se hubiera comunicado con Morwyn o no, no lo sé. —Neo golpeó

suavemente la imagen—. Esto es lo que rescató a Morwyn

desde las entrañas de Tartarus4.

Gunnar iba a preguntar a Neo cómo había llegado a eso, pero Neo lo detuvo.

—Esta es la única cosa que existe aparte de los rayos de luz de mi padre con poder para abrir la puerta del Tartarus. —Neo se levantó de su silla—. Hay algo más.

Gunnar miró a Ramiro antes de seguir a Neo. — ¿Estás diciendo que tenemos que recuperar la hoz si queremos desterrar a Morwyn?

—Es la única manera, —Neo dijo distraídamente. Siguió caminando entre hileras e hileras de antiguos libros hasta que llegó al área de arte—. No pude encontrar nada que confirmara mis sospechas, pero hay una imagen que me dio la idea.

Neo encendió una pequeña lámpara antes de abrir un gran cajón usado para guardar las pinturas originales. Se giró y miró entre Gunnar y Ramiro. —Ustedes dos son de los pocos a los que se les permite entrar en este área. Lo que verán es solo para sus ojos. ¿Lo entienden?

—Sí, señor, —Gunnar contestó inmediatamente. Había jurado su alianza a Neo hacía mucho tiempo, a pesar de que podría perder su posición una vez que la guerra terminara, su lealtad siempre seguiría real.

monte Otris y los Olímpicos que llegaron a reinar el monte Olimpo. Se le conoce también como la Batalla de los Titanes o la Guerra Titánica.

(4) Tartarus, lugar de tormento y sufrimiento eterno, parecido al infierno en el cristianismo y al Inframundo en las religiones paganas.

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Después de que Ramiro también aceptó, Neo continuó. —Esta es la descripción de la batalla entre Uranos y Cronus.

Gunnar no estaba seguro lo que se suponía que vería. Fue Ramiro quien comentó. —Justo antes de que sus bolas fueran cercenadas, supongo.

Neo se rió. —Sí. —Neo se movió entre varias hileras más antes de abrir otro cajón y sacar otro dibujo—. Ahora este es de la guerra de Morwyn con Nialo y los dragones. ¿Notan algo?

Gunnar iba a tocar el antiguo lienzo, pero rápidamente retiró la mano. —La espada. Es la misma.

—Sí. Y según la historia, la espada nunca estaba lejos del lado de Morwyn. Es la misma arma que usó para separarse de Nialo. —Neo señaló hacia el lienzo—. Creo que Morwyn busca esa espada. Creo que esa es la razón de que formara un ejército.

Había algo en la manera en que Neo dijo eso que causó un estremecimiento que recorrió la columna de Gunnar. Una cálida mano en su espalda baja, le dijo a Gunnar que Ramiro había sentido su intranquilidad. — ¿Sabes dónde está la espada?

—Dentro de una pesada caja de madera sobre la chimenea en la recámara del Rey Kildare, —Ramiro completó.

Gunnar se giró y vio los oscuros ojos de Ramiro, una chispa de celos lo recorrió. «Dioses, podía perderse fácilmente en esos profundos ojos chocolate oscuro». Logró encontrar su voz a pesar de la reacción de su cuerpo a la cercanía del vampiro. —¿Por qué la tiene él?

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«

¡Maldición!

»

El pene de Gunnar se endureció antes de que pudiera girarse.

—¿Puedes preguntarle? —Neo preguntó.

Ramiro miró sobre el hombro de Gunnar a Neo. —¿Te gustaría tener una reunión?

—Mañana en la noche a las siete. Estoy seguro de que Spiro también estará ahí. —Neo cerró el cajón y apagó la lámpara—. Estamos corriendo contra reloj. Cada día que pasa, el ejército de Juniper aumenta en tamaño y fuerza.

Justo antes del amanecer, Ramiro tocó en la puerta de la recámara de Ian, que estaba al lado de su cuarto. Estaba corriendo un riesgo por buscar audiencia con Ian a esa hora de la mañana. No solo porque Ian tenía la tendencia a ponerse de mal humor cuando era forzado a dejar a sus compañeros de juegos por un día de sueño, sino que además, podía tener a un donante en su cuarto para un aperitivo antes de irse a la cama.

Cuando la puerta se abrió casi inmediatamente, se sorprendió. —Entra, —Ian señaló.

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chimenea para asegurarse de que estuviera, de hecho, la misma espada de las pinturas.

Ian se sentó en el sofá frente a la chimenea. Levantó las piernas extendiéndolas y apoyando los talones en los cojines del sofá, exponiendo orgullosamente su agujero a la vista de Ramiro. —¿Qué puedo hacer por ti? —Preguntó mientras su dedo circulaba el rara vez jodido agujero.

La erótica escena frente a él, era casi demasiado para ignorarla. Por siglos Ian había jugado con el afecto de Ramiro, empujándolo dentro de la cama antes de patearlo abruptamente fuera de nuevo. Ahora parecía que Ian estaba de humor para ser tomado, algo que no le permitía hacer a nadie, solo a Ramiro.

Antes de enamorarse de Gunnar, Ramiro podría haber saltado ante la oportunidad de enterrar su pene en el culo del Rey de nuevo, pero ya no lo sentía correcto. Sin embargo, debido a la posición de Ian, declinar la aparente oferta podría ser el fin de su carrera. Quizás si irritaba al Rey, la atención de Ian podría enfocarse en algo más. — Neo quiere tener una reunión contigo. Quiere discutir cómo obtuviste la espada de Morwyn.

Ian saltó del sofá y se colocó entre Ramiro y la chimenea. —¡Esta no es la espada de Morwyn! Esta pertenecía a Faelan. Morwyn se la robó a él, y Faelan la recuperó cuando Morwyn fue sentenciado por sus crímenes.

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—Fue un regalo, —Ian dijo defensivamente—. No es que necesite explicártelo. —Dijo Ian indignado—. Dile a Neo que se olvide de la espada. No tiene nada que ver en este lío.

Ramiro entrecerró los ojos. ¿Le estaba dando una orden? Le había jurado lealtad a Ian hace mucho tiempo, pero ahora ¿podría tratar de convencer a Neo de algo que él no creía? «Mejor piensa en eso», se dijo a sí mismo. Inclinó la cabeza en señal de respeto a su Rey. —¿Qué le digo a Neo acerca de su petición para la reunión?

—Si le tranquilizas sobre la espada, no habrá necesidad de la reunión, ¿correcto?

—Muy bien. Haré lo mejor. —Ramiro se giró y dejó el cuarto antes de que Ian le ordenara regresar.

«

¡Joder!

»

Cerró la puerta entre los cuartos, inseguro de qué hacer.

«Faelan. ¿Qué parte como creador de esa espada juegas en esta guerra?»

Gunnar estaba dormido en la cama, cuando tocaron su pecho y lo despertaron. Sus colmillos salieron de sus fundas mientras se abalanzaba hacia la amenaza.

—¡Contrólate! —Ramiro le gritó a Gunnar que lo lanzaba al suelo cayendo encima de él.

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—Necesito hablar contigo, —Ramiro murmuró.

La expresión de confusión en la cara de Ramiro lo decía todo. Gunnar tragó el nudo en su garganta. —¿Qué sucede? —Se deslizó fuera de Ramiro y se sentó en el suelo a su lado.

—Estoy preocupado.

A pesar de que Gunnar no conocía a Ramiro desde hacía mucho, nunca había visto al vampiro tan intranquilo. —¿Sobre qué?

Ramiro se sentó y apoyó sus antebrazos en sus rodillas. —Estoy en medio de dos líderes. A uno le juré lealtad y al otro le tengo mucho respeto.

—¿Neo e Ian? —Gunnar sabía que se suponía que Ramiro arreglaría una reunión entre los dos.

—Ian no quiere discutir sobre la espada. Dice que es un regalo de Faelan y que no tiene nada que ver con Morwyn.

—¿Pero no le crees? —Gunnar bajó la cabeza, tratando de hacer contacto visual con Ramiro. Quería alcanzarlo y ofrecerle confort, pero sabía que eso acarrearía problemas.

—No sé qué creer. Faelen es como un misterioso Dios. Ni siquiera se le ha visto ni oído desde que los vampiros existen. Así que si pido respuestas, es Ian quien dice la verdad, o me miente porque sabe que no puedo verificar sus respuestas.

De repente, Ramiro gruñó y alcanzó la cama. Jaló la manta al suelo antes de lanzarla al regazo de Gunnar.

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disculparse, era agradable saber que su desnudez afectaba a Ramiro incluso en un momento de obvio malestar. — Bueno, tienes que decirle a Neo que Ian rehúsa reunirse con él.

—Eso es por lo que me siento atascado. Ian para nada se rehúsa. Solo me dijo que la espada para nada tenía que ver con Morwyn. Le juré mi lealtad a Ian, pero si hago lo que me dijo que hiciera y resulta que es una mentira, Neo querrá mi cabeza.

—¿Por qué no solo le preguntas a Ian directamente si planea reunirse con Neo? —Gunnar preguntó.

—Porque tenía que salir de ese cuarto antes de que me hiciera joderlo, ¿correcto? —Ramiro bufó.

Gunnar se inclinó hacia delante, nariz con nariz con Ramiro. —¿Hace que lo jodas?

—Yo… Él…—Ramiro balbuceó. Tomó una profunda respiración—. Varias veces al año quiere que lo joda. Eso nunca había sido un problema antes…

—¿Antes? —Gunnar presionó.

—Antes de conocerte. —Ramiro estableció—. Imagino que debo irme. Regresa a la cama. Infiernos, tengo por delante otras cuatro horas antes de que el sol se ponga y tenga que enfrentar a Neo.

El pensar que Ramiro regresara al palacio de Ian no le sentaba bien a Gunnar. —Puedes quedarte a dormir aquí, solo mantente en tu lado de la cama, —gruñó.

Ramiro realmente se rió, aunque el sonido se oía tenso. —Tu generosidad es abrumadora, pero me iré a mi cama.

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Ramiro se adelantó y retiró la manta del agarre de Gunnar. Miraba a los ojos a Gunnar mientras pasaba su mano sobre el medio erecto pene de este. —Si me quedo, no hay manera en el Hades5 de que me quede en mi lado

de la cama.

—¿Prefieres regresar con Ian? —Gunnar preguntó, los celos recorrían sus venas.

Ramiro entrecerró los ojos hasta simples rendijas. — No presiones. Me tienes al borde del control ahora. Una palabra más y te inclinaré sobre el colchón y empujaré mi pene en tu culo.

La imagen de Ramiro jodiéndolo llegó a la mente de Gunnar. En conflicto consigo mismo, se giró de espaldas a Ramiro. —Entonces supongo que será mejor que te vayas, porque yo no soy un pussy-boy6.

Ramiro empujó su pecho contra la espalda de Gunnar lo suficientemente fuerte para sacarlo de balance. Cayendo en la cama, Gunnar rápidamente se giró. Su protesta al tratamiento fue silenciada por la lengua de Ramiro que se empujaba dentro de su boca. Oh, Dioses, el sabor de los besos de Ramiro conjuraban imágenes en Gunnar que este era demasiado orgulloso para reconocer. Se abrió más, aceptando con placer el beso que amenazaba con convertirlo, de un Alfa, a un beta. La idea lo golpeó. Gunnar se empujó contra los hombros de Ramiro, quebrando el beso. —Podrás no verme como un Alfa, pero lo soy.

Ramiro agarró a Gunnar del cabello de la parte de atrás de la cabeza sosteniéndolo en su lugar. —Las

(5) Hades, alude tanto al inframundo griego, el infierno, como al dios de los muertos. Originalmente hacía referencia al Dios y finalmente se utilizo para designar el lugar de la morada de los muertos. Hades es el dios de los muertos hijo del Titán Cronos y de la Titán Rea y hermano de Zeus y Poseidón

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etiquetas no tienen lugar en mi cama, —le gruñó. Liberó a Gunnar antes de girarse y salir elegantemente del cuarto.

Gunnar veía el dosel sobre su cabeza mientras lamía el sabor de Ramiro de sus labios. No esperaba que Ramiro le entendiera. Los vampiros no pensaban igual que los were. Pero Gunnar tenía la etiqueta de Alfa desde que era un jovencito de dieciséis años, cuando luchó y mató a su propio padre antes de alejarse de la manada que nunca le había dado una maldita cosa excepto desdén.

—¡Maldición, anhelo esa etiqueta! —gritó al cuarto vacío.

En lugar de ir al palacio de Ian, Ramiro se dirigió de nuevo a la cámara de la biblioteca, a investigar. Horas después oyó pasos en las escaleras. —¿Quién está ahí?

—Michael, —contestó una voz suave—. El guardia me dijo que estabas aquí abajo.

Michael entró al cuarto, sus rizos rubios desordenados por el sueño y sus grandes ojos azules lo hacían verse más angelical que nada que Ramiro hubiera visto antes. —¿Ya ha anochecido?

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A pesar de la juventud de Michael, Ramiro respetaba la sensibilidad y sabiduría del hombre. —Estoy tratando de encontrar información acerca de Faelan, —admitió.

Las cejas de Michael se elevaron hacia su desordenado cabello rubio. —¿Faelan? La única vez que oí hablar de él fue cuando aún era niño. Le pregunté a Spiro de dónde venían los vampiros y me dijo que el Rey de las hadas temía a la oscuridad tanto que creó a los vampiros para que lo vigilaran mientras dormía.

Ramiro asintió. Había oído una historia similar, pero con algunas diferencias. —Yo oí que temía que alguien tratara de asesinarlo mientras dormía, pero supongo que no se le puede decir eso a un niño.

Michael se rió. —Especialmente no Spiro. Siempre trató de protegerme. —Michael apoyó su mejilla en su palma y bostezó—. Entonces, ¿qué tratas de encontrar acerca de Faelan?

—Donde está. Su historia. —Ramiro se encogió de hombros—. Extrañamente, en lo que he encontrado apenas lo mencionan. —Ramiro pasó sus manos por una gran cantidad de libros—. Todos estos volúmenes contienen información acerca de las Criaturas Bendecidas, Dioses y Semi Dioses, pero no logro encontrar un solo libro acerca de Faelan. ¿Qué piensas de eso?

—¿Magia? Quizás Faelan no quiere que nadie sepa su historia. Sus poderes deben ser extraordinarios. No puedo creer que omitir su nombre de algunos libros pueda ser difícil con ese tipo de magia de su lado.

—Posiblemente. —Ramiro vio el libro abierto frente a él—. ¿Crees que Spiro sepa más acerca de él?

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¿Por qué el encontrar algo acerca de Faelan es tan importante para ti?

—Porque no creo que esa guerra se vaya a ganar en el campo de batalla. Si tratamos de ir mano a mano contra esos monstruos que Morwyn ha creado, no solo morirán las Criaturas Bendecidas, sino que fácilmente la población humana puede ser diezmada. Especialmente si los dioses entran en la pelea.

Ramiro no le dijo a Michael que necesitaba saber si Ian estaba siendo o no honesto con él. Sus dudas acerca del Rey y su juramento de lealtad para probarlo o desmentirlo.

—Neo dice que Zeus le ofreció ir a la batalla contra Morwyn, pero los otros dioses se lo prohibieron sabiendo que el costo de esa batalla podría destruir a la Tierra.

Ramiro se reía. —No veo a Zeus como el tipo de Dios que acepte órdenes fácilmente.

—Eso es exactamente lo que le dije a Neo. Dijo que incluso aunque su padre era un supremo imbécil, tenía un punto débil con la tierra. —Michael suspiró—. Esa es la única cosa que tenemos.

Había sido idea de Zeus que la casa Del Reino fuera la tierra. Ramiro se peguntó si era la Tierra en sí misma o sus habitantes lo que Zeus estaba cuidando. Bostezó, su necesidad de dormir apareció.

Michael se rió y señaló el cuarto de atrás. —Ahí hay una pequeña cama que Neo trajo para sus largos días aquí. ¿Por qué no tratas de dormir algo antes de la reunión?

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Michael se mordió el labio inferior. —Ooh, ouch. En ese caso será mejor que regrese a la cama y me asegure de que Neo esté de buen humor cuando se lo digas.

—Aprecio eso, —Ramiro dijo con una sonrisa—. Trataré de dormir algo.

Después de que Michael dejó la cámara, Ramiro encontró la cama doble en el cuarto de atrás. Con tantas cosas en su mente dudaba que pudiera dormir. Había demasiadas preguntas sin contestar, y su instinto le decía que la verdad estaba en los pies de Ian.

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onriendo, Audric entró en el cuarto. —Será mejor que te vistas antes de que se nos unan los dos extremadamente celosos werelobos.

La desnudez era de lo más común en la cultura de los were. Gunnar había visto a Haig y Kern desnudos en numerosas ocasiones, pero asumía que era diferente si tu pareja estaba en el mismo cuarto. Tomó unos jeans de su cómoda y se los puso. Raramente, si no es que nunca, usaba ropa interior. Era un hábito nacido de la necesidad de cambiar en cualquier momento. —¿Qué te trae por aquí? — le preguntó, poniéndose una camiseta.

—Solo preguntar si Ramiro habló contigo anoche. — Audric mantenía la vista en el paisaje fuera de la ventana.

—¿Por qué preguntas eso? —¿Habría ido Ramiro con Audric después de que dejó el cuarto de Gunnar anoche?

Típico de Audric, el vampiro se rehusaba a mirar a Gunnar a los ojos mientras hablaba. Gunnar sabía que Haig y Kern trataban de ayudar al vampiro a ganar confianza después del abuso sufrido, pero Gunnar podía decir que les faltaba un largo camino.

—Ramiro me contó fuera de ‘El Frenesí’ su deseo de ayudarte a mantener a tu lobo. Probablemente debas saber que argumenté en contra de eso.

—Gírate y mírame. —Gunnar no pudo evitar la postura defensiva de toda fuerte Criatura Bendecida.

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Audric finalmente hizo lo que se le pidió. —Lo siento, sé que no debería meter mi nariz en asuntos que nos son míos, pero empecé a recordar lo que atravesé, y no quería que tú pasaras por eso.

Gunnar decidió sentarse, quizás una postura menos defensiva podría ayudar a Audric a tranquilizarse. Frotando sus manos juntas, Gunnar decidió ser completamente honesto. —Tengo más problemas con tener que renunciar a mi estatus de Alfa que a mi lobo. ¿Tiene sentido eso?

—No. ¿Sabes por qué? —Audric preguntó, mirando a Gunnar a los ojos por primera vez desde que había entrado al cuarto.

—¿Porque mi lobo ha estado conmigo más que mi estatus —Gunnar sugirió.

Audric resopló. —No. Porque ser Alfa no tiene nada que ver con tu lobo. —Sacudió la cabeza—. Los weres son tan jodidamente engreídos. Ser un Alfa, no es exclusivo de tu lobo. Es quien eres. Es acerca de ser el mejor en un grupo en particular. Considero a Ramiro un Alfa. Si pones tu corazón en quién eres en lugar de en lo que eras, nadie podrá ser capaz de quitarte el titulo. Pero tienes que quererlo. Tienes que aceptar quién eres para lograrlo.

Gunnar nunca había oído a un vampiro considerarse un ‘Alfa’. «¿Audric tendría razón?» «¿Era tan engreído que descartaba a cualquier otra de las Criaturas Bendecidas?»

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Nadie había sido tan directo y tan elocuente con él antes. Dada su nueva situación, las palabras de Audric fueron directamente al alma de Gunnar. —Gracias

—De nada. —Audric sonrió—. Ahora será mejor que te cambies de camisa antes de que Haig y Kern detecten mi aroma en ti.

Gunnar se sentó a propósito a varias sillas de distancia de Ramiro y esperó a que iniciara la reunión. Había notado en cuanto entró en la sala de conferencias, lo agitado que Ramiro parecía y se preguntaba si el jefe de seguridad de Ian seguía enojado con él.

La puerta se abrió y Haig guió a Galena al interior del cuarto. Hablaba suavemente mientras conducía a su hermana a la silla al lado de Kern. A pesar de que Gunnar no había tomado parte en el rescate de Galena, había oído que Ramiro mencionó las deplorables condiciones en las que había vivido la pareja de Juniper Cavanaugh.

Tan pronto como ella se sentó, Galena levantó sus pies en la silla y abrazó sus piernas con sus brazos, girando su cuerpo en una bola. Gunnar hizo contacto visual con Haig, preguntándole en silencio si la reunión podría ser traumatizante para la were.

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Antes de que Gunnar tuvieran oportunidad de examinar mejor la situación, Neo y Michael entraron en el cuarto seguidos por Spiro, quien se giró y cerró la puerta. Sema golpeó con la cabeza la madera hasta que se le permitió entrar. Spiro sacudió la cabeza ante el gran tigre negro y señaló hacia la esquina del cuarto detrás de su silla. Sema, dócilmente, fue al sitio indicado y se acostó.

—¿Puedo hablar contigo? —Ramiro le preguntó a Neo.

—No hay necesidad. Michael ya me dijo que Ian no va a venir a la reunión. —El control de Neo era visible—. Hablaré con Ian después de la reunión. Me gustaría que estuvieras ahí.

—Sí, Señor, —Ramiro contestó.

—¿Quieres que esté yo también? —Preguntó Gunnar. Como jefe de seguridad de Neo, esa era la costumbre.

—Esta vez no es necesario. —Neo regresó su atención a Ramiro—. Dime exactamente lo que el Rey Kildare te dijo cuando le preguntaste acerca de la espada.

Ramiro se movió en su silla. —Dijo que la espada nunca había pertenecido a Morwyn. Que Morwyn se la robó a Faelan, pero que logró recuperarla cuando Morwyn fue exiliado a Tartarus. Faelan, a su vez, se la dio a Ian. Según Ian, la espada no tiene nada que ver con la guerra.

Gunnar aun se estaba recuperando del despido de Neo. «¿Lo habría reemplazado ya?» Su mirada se deslizó hacia Haig. El were se veía tranquilo y confiado, como de costumbre.

—Gunnar, —Neo presionó.

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Los labios de Neo se tensaron en una no expresada ira. Se puso de pie y señaló hacia la puerta. —Necesito hablar contigo en el pasillo.

«¡Joder!» Gunnar se levantó y siguió a Neo fuera de la sala de conferencias. —Lo siento, —dijo tan pronto estuvieron solos.

La expresión de Neo se suavizó. —¿Qué sucede contigo últimamente? Además de lo obvio.

Gunnar hundió sus manos en los bolsillos. «¿Debería decirle todo a Neo o debería contenerse?» —¿Vas a reemplazarme? —le soltó.

—No planeaba hacerlo, pero de repente me estoy cuestionando tu compromiso.

—¿Entonces por qué no me quieres en tu reunión con el Rey Kildare? —¿Creía que Ramiro era suficiente protección? «Seguramente no». Ramiro podría estar trabajando con Neo, pero había jurado lealtad a Kildare.

—Necesito respuestas de Ian, y si aparezco contigo, se pondrá inmediatamente a la defensiva. Además, necesito que lleves a tus mejores hombres alrededor de las tierras de la manada en Galway. Ha habido mucho movimiento entrando y saliendo, y quiero saber por qué.

La respuesta de Neo ayudó a tranquilizar el ego de Gunnar. —¿Se nos permitirá atacar, o debemos permanecer fuera de la barrera?

—No, no a menos que ellos ataquen primero. Quiero que Morwyn y Juniper sepan que están siendo vigilados. Me reportarás todo a mí, a Spiro, o a Ramiro.

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Neo cruzó sus brazos sobre su pecho. —¿Tienes algún problema con Ramiro? Ha hecho mucho más que nadie sin siquiera pedírselo. Maldición, Gunnar, el hombre ha estado contigo a través de tu transformación sin que nadie se lo pidiera. Ha hecho más por ti que probablemente cualquiera en toda tu vida. Entonces, ¿por qué el desprecio?

«¿De veras por qué?» —Supongo que porque parece como si estuviera tratando de obtener mi lugar.

Con un alto suspiro, Neo descruzó los brazos y los colocó sobre los hombros de Gunnar. —Puedo ver por qué piensas eso, pero honestamente creo que solo está levantando algo de lo que dejas. Tienes que admitir que no has estado al cien por ciento en el juego últimamente. Todos sabemos que la transición ha sido difícil para ti, y es por eso que te hemos dado tiempo y espacio. Ramiro trata de ayudarte. No lo odies por eso. Agradéceselo.

La columna de Gunnar se tensó. Cuadró los hombros y miró a Neo a los ojos. —No necesito que nadie más haga mi trabajo. Tendré a mis hombres listos tan pronto como lo ordenes. —Iba a tomar la perilla pero Neo lo detuvo.

—Una nota personal, he tenido información de que Rafi ha sido visto en Gort, una ciudad al sur de Galway. No podía decirte eso en la reunión por obvias razones, pero necesito que descubras qué infiernos hacía allí. Nunca hubiera esperado que Juniper trabajara con un weretigre, pero extrañas cosas están sucediendo.

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—Gracias, —dijo Neo antes de abrir la puerta.

Gunnar notó que Ramiro lo miraba cuando sacó la silla para volver a sentarse. Le sostuvo la mirada durante un momento. Un cúmulo de emociones lo recorrieron cuando la esquina de los labios de Ramiro se levantó en una sonrisa. El pene de Gunnar se endureció. Cuidando de no empeorar su condición, Gunnar quebró el contacto visual y regresó su atención hacia Neo.

Treinta minutos después, Haig terminaba su reporte sobre los abusos que había sufrido su hermana durante los años de su matrimonio con Juniper. Aun aturdido por todo lo que había oído, Gunnar notó que Galena no hacía contacto visual con nadie en la mesa.

Era obvio por el silencio en el cuarto que Gunnar no era el único afectado por los horribles detalles. Spiro fue el primero que habló, usando un suave y no amenazante tono de voz. —Galena, ¿podrías decirnos si viste esto? — Preguntó pasando una fotografía de la hoz de Cronus por la mesa.

Galena revisó la fotografía antes de sacudir la cabeza.

—Usa palabras, dulce corazón, —Haig la animó con un brazo sobre su hermana.

—No, —contestó ella finalmente.

Gunnar notó el breve y silencioso intercambio entre Spiro y Neo. Spiro recuperó la fotografía y la guardó en una carpeta. —¿Juniper alguna vez mencionó el nombre de Morwyn?

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Galena sacudió la cabeza—. Pero no había nadie en el cuarto. Cuando le pregunté con quien hablaba, dijo que ‘con el Amo’. Al día siguiente había construido mi jaula.

—El Amo, —Neo dijo en voz alta—. ¿Es ese el último nombre que Juniper usó?

Galena asintió. —Sí.

La reunión terminó poco después. Neo detuvo a Gunnar en el camino de salida. —Michael tendrá los suministros listos para ti y tus hombres. Spiro los acompañará para proteger las paredes alrededor de su campamento.

—¿Quieres que lleve solo weres o debería llevar también algunos vampiros del ejercito del Reino?

Neo se rascó la mandíbula mientras entraba en el pasillo. —Dejaré que lo decidas tú. —Neo palmeó la espalda de Gunnar—. A pesar de lo que pareces creer, aun confío en tus capacidades para dirigir esto para mí.

—Gracias. —Ese era el primer estímulo positivo que Gunnar había recibido desde que había sido secuestrado—. No te defraudaré.

Con una última inclinación de cabeza, Neo dio la vuelta en la esquina y desapareció.

—¿Cuando te irás? —Preguntó Ramiro llegando a un lado de Gunnar.

—Tan pronto como pueda reunir a los guardias para la misión. ¿Por qué?

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Gunnar sabía que Ramiro tendría que irse pronto para la reunión de Neo y Kildare. Le señaló a Ramiro que lo siguiera de regreso a la sala de conferencias. Una vez que Ramiro entró y cerró la puerta, Gunnar giró la cara hacia el hermoso vampiro. Tenía sus propias preguntas. —¿Por qué te quedaste conmigo después de que Richard me transformó?

—Porque necesitabas que alguien te ayudara a atravesar la transformación, y yo era el único lo suficientemente fuerte para controlarte.

—¿En serio? ¿Es esa la única razón? —Gunnar presionó. Eso no era solo que Neo parecía disfrutar recordándole a Gunnar todo lo que Ramiro había hecho por él en esos días. Michael amaba la parte poética de cómo la constante vigilancia de Ramiro había evitado que Gunnar se volviera loco durante la transformación.

—¿Qué más quieres oír, Gunnar? Cada vez que trataba de decirte algo tú me empujabas alejándome.

Gunnar se dio cuenta que Ramiro tenía razón. —No quería hacerlo.

—Mentiroso, —dijo Ramiro dando varios pasos hacia él.

—Haces que me sienta débil, —Gunnar admitió.

Ramiro sacudió lentamente la cabeza. —No, no lo hago. No es debilidad lo que sientes, es pérdida de control. —Ramiro llevó su mano a la cadera de Gunnar, antes de deslizarla alrededor y apoyarla en la baja espalda—. ¿Qué supones? —murmuró contra la boca de Gunnar.

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—Perder el control no es algo malo cuando lo haces con alguien en quien confías. —Ramiro besó el labio inferior de Gunnar, chupando la carne un momento antes de liberarlo—. No quiero controlarte. Solo te quiero a ti.

Dura y dolorosa, la erección de Gunnar se presionó contra la de Ramiro. Se sentía muy diferente a presionarse contra la mano o el colchón. Abrió la boca para el beso de Ramiro y trató de concentrarse en el momento alejando sus dudas. «Puedo hacer esto».

Ramiro debió sentir el momento en el que Gunnar se entregaba, porque repentinamente el sexy vampiro llevó las cosas al siguiente nivel. Gunnar gimió dentro del profundo beso, mientras las fuertes manos de Ramiro comenzaban a apretar su trasero. —Quieres, —Ramiro gruñó, quebrando el beso, mordiendo y chupando el labio de Gunnar.

Gunnar nunca había experimentado tal pasión en un amante. Claro, sus experiencias eran limitadas a rápidas jodidas en el bosque de Noruega. Ni siquiera había hecho nada desde que asesinó a su padre. «¡Mierda!»

Rápidamente alejó los recuerdos.

De nuevo, Ramiro parecía sentir su humor. Se apartó y miró a Gunnar a los ojos. —¿Sucede algo malo?

Gunnar sacudió la cabeza, estaba jodidamente enojado consigo mismo por no saber qué decir.

Ramiro besó su camino al oído de Gunnar. —Déjame entrar, —le murmuró.

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—La oscuridad vive dentro de todos nosotros. — Ramiro besó el cuello de Gunnar mientras le bajaba el cierre de los jeans—. Déjame sostenerte en la oscuridad.

Los ojos de Gunnar se cerraron y presionó su mejilla contra la de Ramiro. «Dioses, quería creer». El primer toque de la mano de Ramiro en su desnudo pene casi envía a Gunnar sobre el borde. «¡No!» No podía permitirse correrse en la palma de Ramiro. Animado a entrar en acción, logró abrir los elegantes ganchos en los pantalones de vestir de Ramiro antes de bajar el cierre. —Quiero sentirte a mi alrededor cuando me corra.

Las aletas de la nariz de Ramiro se movieron. Escupió en su mano y la llevó a su parte trasera. —Déjame mostrarte lo que realmente significa confiar.

Gunnar siguió la guía de Ramiro y lubricó su propio pene con saliva. Estaba avergonzado de admitir que no pensó en lubricar. En su forma de lobo, esas sutilezas no se consideraban cuando el instinto llamaba.

Después de un momento, Ramiro se giró. Apoyó sus manos en la mesa y lo miró sobre su hombro. —Jódeme.

Gunnar tragó el nudo en su garganta mientras se acercaba lo suficiente para presionar la cabeza de su pene contra el estirado agujero de Ramiro. «¿Debería decir algo o solo hacerlo?» Esa era otra diferencia entre joder en su piel versus en su carne.

—Solo hazlo, no me lastimarás, —Ramiro lo animó, inclinándose en la mesa.

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el interior de Ramiro, Gunnar pasó una mano por el hombro de este mientras la otra se apoyaba en la cadera del vampiro. La urgencia de empujarse pronto fue abrumadora. —¿Puedo?

—Por favor, —Ramiro pidió.

Gunnar se salió hasta que solo la cabeza del pene quedó en el interior antes de empujarse de nuevo. Su estómago se revolvió con el placer que recorría su cuerpo mientras lo hacía de nuevo. Pronto estableció un ritmo. Tomó el control de sus instintos, consciente de que esa parte de joder era lo mismo sin importar la forma que tuviera. Con cada empuje al interior, comenzó a gruñir, y encontró que disfrutaba del sonido de su propia voz dándole placer al cuerpo de Ramiro.

—Tan bueno… Mucho mejor, —Ramiro murmuró, tocando la cadera de Gunnar.

El teléfono dentro de los pantalones de Ramiro comenzó a sonar, interrumpiendo el ritmo de Gunnar. —No te detengas, —Ramiro gruñó.

Gunnar recuperó el rimo de nuevo y trató de ignorar el teléfono. Ese era Neo, sin duda. Pensar que su tiempo con Ramiro llegaba a su fin antes de que ambos se corrieran era impensable. Liberó la cadera de Ramiro y su mano fue hacia el grueso pene que se deslizaba contra la cima de la mesa.

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añeja. Recuperó sus sentidos, automáticamente lamió la herida y esperó a que Ramiro empezara a gritarle.

El pecho de Ramiro se presionaba sobre la mesa y Gunnar se dio cuenta de que su mano no solo estaba en sándwich bajo su amante, sino que estaba cubierta de semen.

—Lo siento, —Gunnar murmuró.

—Shhh, —dijo Ramiro tratando de recuperar la respiración.

Esa era la primera vez que Gunnar había mordido realmente a alguien. Esperaba que morder a un compañero vampiro no se considerara tabú. El pensamiento congeló a Gunnar en su lugar. «Compañero vampiro».

Reconocer que se había dado cuenta de ello, estaba en la punta de su lengua cuando el teléfono de Ramiro comenzó a sonar. «Salvado por la campana». Gunnar se apartó del cuerpo de Ramiro y dio un paso hacia atrás. — Probablemente es hora de tu reunión.

Ramiro se giró y apretó a Gunnar en sus brazos. — Prométeme que no huirás.

—Tengo que ir a Galway, —Gunnar respondió.

—Sabes lo que quiero decir. —Ramiro empujó a Gunnar a un profundo beso. Cuando su teléfono sonó por tercera vez, Ramiro gruñó y se apartó—. Estaré ahí en dos minutos. —Dejó el teléfono en la mesa y subió sus pantalones—. Ve a preparar a los guardias mientras me encargó del asunto con Ian.

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—No. Estoy esperando que Neo descubra la verdad. —Ramiro abrió la puerta—. ¿Debo preguntarle a Ian acerca de enviar a algunos de mis chicos contigo?

—Voy a utilizar a los vampiros del Reino. Prefiero no involucrarme con Ian hasta saber dónde está él.—Empezó a caminar, pero Ramiro lo detuvo frente a él.

—Mis guardias son buenos hombres y antes que nada leales a mí. Si los necesitas avísame.

Con un último beso en los labios, Ramiro se fue, desapareciendo frente a los ojos de Gunnar. Aun tenía que aprender ese truco en particular, pero Ramiro le había asegurado que lo conseguiría con el tiempo, una vez que aceptara quien era. Gunnar no estaba del todo seguro de que eso funcionara.

Neo estaba esperando a Ramiro a las puertas del palacio de Ian. —Ya es hora.

—Lo siento. —Ramiro dio un paso al frente y esperó a que la puerta se abriera.

—Entonces, ¿qué estaban haciendo ustedes dos? — Neo preguntó.

Ramiro no se molestó en jugar al ignorante. —Gunnar es un testarudo, pero creo que estoy debilitándolo.

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Ramiro sujetó a Neo, deteniéndolo antes de que entrara por las puertas del palacio. Si lo hubiera sabido, habría esperado a que pudieran pasar más tiempo juntos. —Estás bromeando, ¿verdad?

Neo sacudió la cabeza. —Llegó a los viñedos hace aproximadamente doscientos sesenta años y tiene reglas muy estrictas acerca de no dormir con los were que le reportan. Así que al menos que haya buscado en los bosques a algún extraño de la ciudad, es célibe.

«Ya no es así». Ramiro sabía que esa valiosísima información le molestaría hasta que hablara con Gunnar acerca de eso. No podía imaginar una vida sin tocar a otro hombre. Incluso el tocar a un donante era suficiente para recordarle que una vez había sido humano. —Supongo que eso puede explicar su creciente disposición, —murmuró.

Las puertas se abrieron y Neo y Ramiro fueron guiados al interior. Ramiro saludó a Allister, el mayordomo de la casa de Ian. —¿Puedes preguntarle al Rey si puede recibirnos? —Podía ir y preguntarle él mismo, pero dado que llevaba consigo una visita no anunciada, Ramiro pensó que era mejor seguir el protocolo.

—Aun no ha bajado esta noche, pero veré si está disponible, —Allister contestó antes de ir a buscar al Rey Kildare.

Mientras esperaban, Neo caminaba por el cuarto de recepción con las manos entrelazadas a su espalda. — Impresionante lugar, —comentó mirando a las doradas columnas.

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—Bueno, supongo que eso es lo importante. —Neo caminaba alrededor cuando una alarma sonó.

—Ian, —Ramiro gritó, antes de salir volando hacia las escaleras. En el pasillo fuera de la habitación de Ian, Allister estaba inclinado sobre una pila de vómito a sus pies. —¿Dónde están los guardias?

Allister señaló hacia la puerta abierta. —Muertos.

Ramiro miró sobre su hombro a Neo que entraba en el cuarto. Se puso en el interior del marco, viendo la escena frente a él. No le extrañaba que Allister estuviera vaciando el contenido de su estómago.

Los cuerpos desnudos de los vampiros asignados a cuidar la puerta del Rey, estaban decapitados en la cama. —Esto está todo mal, —murmuró—. Ian no jode con vampiros. —Sabía que él era la excepción, pero su pasada relación con Ian no estaba en cuestionamiento. Ian nunca lo había jodido.

Neo señaló a las dos cabezas acomodadas en la repisa de la chimenea. —Sí supongo que puedes decir eso.

Ramiro miró hacia las caras de dos de sus mejores guardias, Rodrick y Warden. No podía evitarlo pero sintió que les había fallado. Su mirada se centró en el gancho que una vez había sostenido la caja que contenía la espada.

Ramiro se aventuró a entrar en el cuarto. Aparte de los cuerpos decapitados en la cama, no había otro signo de lucha. «¿Qué infiernos ha sucedido, Ian?». ¿Habría sido Ian secuestrado, o era el responsable de la muerte de sus guardias?

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—Protector de la espada, no creo que apreciara cuando le pregunté acerca de eso. —De nuevo, Ramiro estuvo cerca de decirle a Neo que Ian quería que lo jodiera—. Sin embargo parecía inflexible acerca de que la espada no era de Morwyn. ¿Qué sabes acerca de Faelan?

Neo se rió. —¿Es que alguien sabe algo acerca de Faelan? —Sacudió la cabeza—. Es como el fantasma de El Reino. He oído hablar de él desde que era niño, pero solo su nombre.

—¿Crees que Zeus podría decirnos algo?

—No. Ahora, no sé si realmente no sabe nada de Faelan o solo se rehúsa a decirnos lo que sabe, pero le preguntaré.

Eso no tenía sentido para Ramiro. «Si Faelan tenía la habilidad de retirar su nombre e imagen de los libros, ¿podría también borrar los recuerdos sobre él de la memoria de las Criaturas Bendecidas?» Ramiro se giró de la chimenea hacia el pasillo. Se dirigió hacia los guardias de la entrada. —El Rey Kildare ha desaparecido.

—¿Cómo? —uno de los guardias preguntó—. Las barreras han estado cerradas a todo el que intentara pasar sin autorización.

—Exactamente, —Ramiro murmuró. No se atrevió a hablar sobre sus preocupaciones de que Ian hubiera matado a los dos vampiros y desaparecido con la espada. No, era mejor esperar hasta saber más—. Me encargaré de la desaparición del Rey. Hasta que lo encontremos, no hay necesidad de cuidar el palacio como lo hemos estado haciendo. —Ramiro se giró hacia Neo—. Mis hombres están a tu disposición si los necesitas.

Referencias

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