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3. El pecado mortal no impide ni la propiedad civil ni el verdadero dominio. 4. La infidelidad no es impedimento para ser verdadero propietario. 5. Según el derecho divino el hereje no pierde el dominio de sus bienes por - Francisco de Vitoria. Sobre los

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[CAPÍTULO PRIMERO]

[¿ESOS BARBAROS ANTES DE LA LLEGADA DE LOS ESPAÑOLES ERAN VERDADEROS DUEÑOS?]

l. ¿Eran dueños legítimos de sus bienes y propiedades particulares?

2. Error de los que defendían que los pecadores que actualmente están en pecado mortal no pueden poseer dominio sobre cosa alguna. .

3. El pecado mortal no impide ni la propiedad civil ni el verdadero dominio. 4. La infidelidad no es impedimento para ser verdadero propietario.

5. Según el derecho divino el hereje no pierde el dominio de sus bienes por razón de la herejía.

6. ¿Y por derecho humano el hereje pierde el dominio de sus bienes?

7. El hereje incurre en la pena de confiscación de bienes en el día que comete su crimen.

8. No es lícito al fisco apoderarse de los bienes de los herejes antes de condenarlos, aunque conste el crimen.

9. ¿Continúa el hereje dueño en el fuero de la conciencia hasta que tenga lugar su condenación? ,

10. Los bárbaros ni por el pecado de infidelidad ni por otros pecados mortales se hallan impedidos de ser verdaderos dueños, tanto pública como privadamente. II. ¿Para que uno sea capaz de dominio se requiere el uso de razón?

12. ¿Las criaturas irracionales no pueden tener dominio? 13. Los niños antes del uso de razón pueden ser dueños. 14. ¿Pueden ser dueños los amentes?

15. Tampoco con este pretexto se hallan impedidos los bárbaros de ser verdaderos dueños.

16. Antes de la llegada de los españoles los indios eran verdaderos señores pública y privadamente.

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l. Y pudiera creerse que no. Porque los siervos no tienen dominio sobre las cosas, pues se dice en las Instituciones 9 que «el siervo no puede poseer nada suyo», y lo mismo en el Digesto 10 por lo que todo lo que adquiere, lo adquiere para su amo.11 Ahora bien, esos bárbaros son siervos; luego...

Se prueba la premisa menor. Como elegante y doctamente dijo Aristóteles: Hay quienes por naturaleza son esclavos, o sea, para quienes es mejor servir que mandar12. Son aquellos que no tienen la suficiente razón ni aun para gobernarse a sí mismos, sino solo para entender las órdenes de sus amos, y cuya fuerza más está en el cuerpo que en el espíritu. Verdaderamente que si hay gentes de tal naturaleza, lo son sobre todo estos bárbaros, que realmente apenas parecen distar de los brutos animales, y son del todo incapaces para el gobierno. Y sin duda es mejor para ellos ser gobernados por otros, que regirse a sí mismos. Pues como Aristóteles dice, es justo y obvio que sean esclavos13 y, por lo tanto, no pueden ser dueños.

Y no es obstáculo que antes de la llegada de los españoles no tuvieran otros señores, pues ninguna contradicción implica que haya siervo sin señor, como advierte la glosa sobre un texto de las Pandectas14. Es más: se dice expresamente en la misma ley, y en aquella Quod servus15 se declara concretamente que un siervo que ha sido abandonado por su señor y no ha sido ocupado por nadie, será del primero que se apodere de él; luego si los indios eran esclavos, pudieron los españoles apoderarse de ellos.

Hay razones en contra: Que ellos estaban, pública y privadamente, en pacífica posesión de las cosas; luego absolutamente (si no consta lo contrario) deben ser tenidos por verdaderos señores, y no se les puede despojar de su posesión en tales circunstancias.

Para la solución de este asunto no quiero recordar aquí lo que enseñan los doctores acerca de la definición y división del dominio, y que yo mismo traté extensamente en la materia de la restitución16. Todo esto lo paso por alto, no sea que

9

Institutiones II, 9, 3 (Corpus Iuris Civiles, t. I, ed. Krueger, p. 16): <<ipse enim servís qui in potestate alterius est, nihil suum habere potest>>.

10

Digesta 29, 2, 79 (Corpus Iuris Civilis, t. I, ed. Mommsem – Krueger p.445)

11

Institutiones I, 8, (I) (Corpus Iuris Civilis, t. l, ed. Krueger, p. 3).

12

ARISTOTELES Política I, 5, 1254 b 16-21: […](Todos aquellos que se distinguen de los demás tanto como el cuerpo del alma o el animal del hombre-y, así son todos aquellos cuyo rendimiento es el uso del cuerpo y ello es lo más que pueden aportar- son esclavos por naturaleza, y para ellos lo mejor es someterse a tal tipo de gobierno, como igualmente lo es para el cuerpo y el animal. Pues es naturalmente esclavo el que es apto para ser de otro). Cfr. etiam Política l, 5, 1255 a; l, 2, 1254 a; l, 2, 1255 b.

13

ARISTOTELES Política I, 5, 1255 a 39 – 40: […](Resulta claro, por tanto, que naturalmente unos son libres y otros esclavos y que la esclavitud de éstos es juntamente adecuada y justa) cfr. n. 12.

14

Digesta 40, 12, 23 [p. pr.], (Corpus Iuris Civilis, t. I, ed. Mommsem-Krueger p. 686).

15

Digesta 45, 3, 36 (Corpus Iuris Civilis t. I, Ed. Mommsem-Krueger, p. 787).

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por ello deje de decir otras cosas más necesarias. Y, por tanto, dejando esas cosas a un lado, debe notarse que si los bárbaros no tuvieran dominio, no parece que pueden alegarse otros motivos, sino porque son p e c a d o r e s, porque son infieles o porque son amentes o idiotas.

2. Hubo quienes defendían que el título de dominio es el estado de gracia y, por lo tanto, que los pecadores, al menos aquellos que actualmente estén en pecado mortal, no puedan poseer dominio sobre cosa alguna. Este fue el error de los pobres de Lyon o los Valdenses17 y después el de Juan Wyclif18 uno de cuyos errores que fue condenado en el Concilio de Constanza, dice: «Nadie es dueño civilmente, mientras esté en pecado mortal».19 La misma doctrina defendió Richard Fitzralph (Armacano) en el libro De quaestionibus armenorum20 y en el diálogo Defensorium pacis21 contra la cual escribió Pedro Waldo.22 Pruébalo Armacano porque ese dominio de los pecadores lo rechaza Dios, según aquello de Oseas: Ellos han establecido reyes sin mi intervención; se han nombrado príncipes sin yo saberlo. Y se añade el motivo: Con su plata y su oro fabricáronse ídolos destinados a ser eliminados. Por lo tanto, concluye, ellos carecen de justo dominio ante los ojos de Dios.

Es cierto que todo dominio proviene de la autoridad divina, pues Dios es el creador de todas las cosas y nadie puede tener dominio, sino aquel a quien El se lo diere. Y no se concibe que El lo otorgue a los que le desobedecen. Y en prueba de ello, Dios a veces los arroja del trono como en los casos de Saul, de Nabucodonosor y

17

Super Valdenses seu pauperes de Lugduno cfr. A. DONDAINES, O. I., Aux origines du Valdeisme. Une profession de foi de Valdés (en <<Archivum Fratum Praedicatorum>> 16, 1946, 215 ss.; DÖLLINGER, Beiträge zur Sektengeschichte des Mittelalters II, 304, 328, 331; ARSENIO FRUGONI,

Arnaldo da Brescia nelle fonti del secolo XII. Roma 1954. JEAN GUIRAUD, Histoire de l’Inquisition au Moyen Age I. Origines de l’Inquisition dans le Midi de la France. Cathares et baudios. París 1935; RAOUL MANSELLI, Studi sulle ereise del secolo XII. Roma 1953; G. GONNET, Il Valdismo Medievale. Torino 1942.

18

JOHN WYCLIF, Tractatus de dominio civili: […]Cap. 175: <<Ad verum saecularem dominum requiritur vera iustitia dominantis, ics: quia nullus existens in peccato mortali est dominus alicuius rei>>. Cfr. TOMSA NETTER (Waldensis), Doctrinalis fidei Ecclesiae Catholicae contra Witclevistas et Hussitas eorumque sectatores, Parisiis 1532, cap. 81, p. 2015. HERBERT B. WORKMANN, John Wyclif. A study of the English Medieval Church. Oxford. Clarendon Press 2 vols. 1926.

19

CONCILIUM CONSTANTIENSE (Mansi 27, 633): <<Nullus est dominus civilis, nullus est praelatus, nullus est episcopus, dum est in peccato mortali>>.

20

RICHARD FITZRALPH (Armacanus), Summa Domini Armacani irt quaestionibus Armenorum noviter impressa et correcta a magistro nostro Iohanne Sudoris cum aliquibus sermonibus eiusdem de Christi dominio. Parisiis 1512, fol. 75, col. 2.a: <<Infidelitatem intelligo quoniam infidelis nullum iustum dominium temporalium obtinet apud Deum et ideo eius dominium non approbatur, sed repprobatur a Deo, unde Osee, 8, scribitur de infidelibus regibus. Ipsi regnaverunt et non cognovi et pro causa subiungitur argentum et aurum suum fecerunt sibi ydola ut interirent qui ex Deo non regnant, et quos Deus in principio non cognoscit vel non approbat non dubium quin careant iusto dominio apud Deum ».

21

Cfr. De Christi dominio. Parisiis 1512, fol. 164 r. 164 v.

22

THOMAS NETTER (Waldensis), Tomus primus doctrinalis fidei Ecelesiae: Catholicae contra Witclevistas et Hussitas eorumque sectatores. Parisiis 1532. Lib. III, cap. 82, fol. 202: <<Qualiter Deus dedit et donavit extremis peccatoribus mundi dominia ». Cap. 83, fol. 203: <<Quod titulus iusti saecularis dominii non regulariter respicit voluntatem Dei beneplacitam, sed eius providentiam>>

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de Baltasar. Además se dice en el Génesis: Hagamos el hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine en los peces del mar etc. Aparece, pues, claro que el dominio tiene su fundamento en la imagen de Dios; pero ésta no se halla en el pecador, luego no puede ser señor. Además, ese tal comete un crimen de lesa majestad; luego merece perder el dominio. También San Agustín23 dice que el pecador no es digno del pan que come. Y el Señor había dado a nuestros primeros padres el dominio del paraíso, y por causa del pecado los privó del dominio. Luego, el pecador pierde el dominio.

Verdad es que tanto Wyclif como Armacano no hablan con claridad, y parece que más bien se refieren al dominio de soberanía, que corresponde a los príncipes. Pero como sus argumentos son aplicables igualmente a toda clase de dominios, parece que se refieren a toda propiedad en general. Así entiende esta doctrina Conrado;24 y Armacano es bastante explícito en este sentido. Así, pues, quien siga esta opinión puede decir que los bárbaros carecían de dominio, porque siempre estaban en pecado mortal.

3. Contra esta doctrina formulamos la siguiente PROPOSICIÓN: El pecado mortal no impide ni la propiedad civil, ni el verdadero dominio.

Aunque esta tesis está definida en el concilio de Constanza25, arguye todavía Almain26 siguiendo a Ailly27, que entonces el que está en pecado mortal hallándose en extrema necesidad de comer pan se hallaría perplejo, porque de una parte estaría obligado a comer pan y, por otra parte, si no tenía dominio, tomaría lo ajeno; luego no podría escapar de cometer pecado grave. Pero no parece que tenga mucha fuerza este argumento, porque primeramente, ni Armacano ni Wyclif parecen hablar del dominio natural, sino del civil. En segundo lugar, se niega la consecuencia, y se respondería que en caso de necesidad puede tomar lo ajeno. En tercer lugar no se hallaría perplejo, porque puede arrepentirse.

Por eso argumentan de esta manera: Primero que si el pecador no tiene el dominio civil (del cual parece que se habla), tampoco el natural. Pero esta conclusión es falsa. Y la pruebo, ya que el dominio natural es de origen divino, lo mismo que el

23

S. AUGUST1NUS, Enarratio in Psalmum V, n. 15 (PL 36, 88): <<peccatoribus autem panis veritatis amarus est; unde os vera dicentis oderunt. Ipsi ergo inamaricaverunt Deum, qui peccando in eam aegritudinem devenerunt, ut cibum veritatis, quo sane animae gaudcnt, tanquam felleum sustinere non possint>>.

24

CONRAD SUMMENHART (Conradus) Septipertitum opus da contractibus. Ragenan 1615. Trac. I, quaest 7: Utrum dominium civile findetur in charitate.

25

CONCILIUM CONSTANTIENSE, Fidem Catholicam, VIII, 15 (Mansi 27, 633).

26

JAQUES ALMAIN, Moralia accurissimi Theologiae professoris magistri Iacobi Almain Senonesis, lib. IV, dist. XV, quaest. 2: [...]

27

PIERRE D’ALLY, Quaestio de legitimo dominio (in: IEAN CHARLIER GERSON, opera omnia.

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civil; y aún más, pues el civil más bien parece de derecho humano; luego si por ofender a Dios el hombre pierde el dominio civil, por la misma razón perdería también el dominio natural. La falsedad de tal consecuencia está demostrada por el hecho de que no pierde el dominio sobre sus propios actos y sobre sus propios miembros, pues tiene el pecador derecho a defender su propia vida.

En segundo lugar, la Sagrada Escritura llama reyes con frecuencia a quienes eran perversos y pecadores, como a Salomón, a Acab y a otros muchos; y no es rey quien no es señor. Luego...

En tercer lugar, devolviendo el argumento, pesa la tesis contraria: El dominio se funda en la imagen de Dios; pero el hombre es imagen de Dios por su naturaleza, esto es, por las potencias racionales; luego no lo pierde por el pecado mortal. La menor se prueba por San Agustín28 y otros doctores.

En cuarto lugar, David llama a Saul su señor y su rey en el tiempo en que era perseguido por él; es más, cuando el mismo David pecó, no por eso perdió su reino.

En quinto lugar, en el Génesis se dice: No será quitado el cetro de Judá, ni el jefe de su linaje, hasta que venga el que ha de ser enviado, etc. Y sin embargo, muchos reyes fueron perversos.

En sexto lugar, la potestad espiritual no se pierde por el pecado mortal; luego ni la civil, que parece se ha de fundar mucho menos en la gracia que la espiritual. El antecedente es claro, puesto que el mal presbítero consagra la Eucaristía y el mal obispo a los sacerdotes, como es cierto y aunque no Wyclif29 concede el mismo Armacano,30

Séptimo y Último, no es de ningún modo verosímil que siendo un precepto obedecer a los príncipes, como dicen San Pablo y San Pedro: Obedeced a vuestros superiores, no solamente a los buenos, sino también a los arbitrarios, y estando asimismo mandado no coger lo ajeno, haya querido Dios que tan incierto o tan inseguro fuera quiénes sean los verdaderos príncipes y señores.

En resumen, todo esto es herejía manifiesta. Del mismo modo que hace Dios salir el sol sobre los buenos y sobre los malos, y llover para los justos y para los pecadores, dió también bienes temporales a los buenos y a los malos. Y no se ha discutido esto, porque haya alguna duda sino para que por la insensatez de un solo hereje conozcamos a todos los herejes.

Queda aún por averiguar si al menos por causa de infidelidad, se pierde el dominio. Y se cree que sí, porque parece que no son de mejor condición. El

28

S. AUGUSTINUS, De Trinitate, lib. 9 (pL 42, 970)

29

Cfr. CONCILIUM CONSTANTIENSE, Fidem Catholicam, VIII, 4 (Mansi 27, 632).

30

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antecedente consta en el texto de las Decretales,31 donde se manda declarar confiscados por el mismo derecho los bienes de los herejes.

Contestaré en forma de proposiciones:

4. PRIMERA PROPOSICIÓN: La infidelidad no es impedimento para ser verdadero propietario.

Esta conclusión es de Santo Tomás.32 Y se prueba también, primeramente, porque la Sagrada Escritura llama reyes a algunos infieles, como a Senaquerib, Faraón y muchos otros.

También San Pablo y San Pedro nos mandan obedecer a los príncipes, y a los siervos obedecer a sus señores, siendo así que entonces todos eran infieles.

Además, porque pecado más grave que la infidelidad es odiar a Dios; y sin embargo el odio no impide el ser verdadero señor; luego tampoco la infidelidad.

Tobías mandó devolver un cabrito robado a los gentiles, lo que no tendría razón de ser si los gentiles no tuvieran dominio. Y también por el argumento de Santo Tomás: La fe no quita el derecho natural ni el humano. Ahora bien, el dominio es o de derecho natural o de derecho humano. Luego, no se pierde el dominio por falta de fe. Y para terminar diré que éste es un error tan manifiesto como el anterior, y que es herejía. Y de ello resulta que no es lícito despojar de las cosas, que poseen, a los sarracenos ni a los judíos ni a los demás infieles por el solo hecho de no ser cristianos; y el hacerlo es hurto o rapiña, lo mismo que si se hiciera a los cristianos. Asímismo, José hizo a todo el pueblo de Egipto tributario de Faraón, que era pagano.

5. Mas, como la herejía presenta especial dificultad, establécese la SEGUNDA PROPOSICIÓN: Según el derecho divino, el hereje no pierde el dominio de sus bienes.

Lo admiten todos y es evidente. Porque la confiscación de bienes es una pena, y como no hay una pena en la ley divina para esta vida es claro que, por derecho divino, no se pierden los bienes por herejía.

Además, resulta esta proposición de la primera. Si por causa de infidelidad no se pierde el dominio, menos por la herejía, sobre la cual nada expresamente se ha dispuesto en el derecho divino.

6. Pero, ¿y por derecho humano? Conrado en su libro De los contratos,33 parece sostener que el hereje ipso facto, pierde el dominio de sus bienes, de tal modo que en el fuero de la conciencia queda sin dominio. De lo cual deduce que no puede

31

Sextus Decretalium V, 2, 19 (Corpus Iuris Canonici, ed. Friedberg II 1077).

32

S. THOMAS II II 10, 10: […]

33

(7)

enajenar, ya que si lo hiciera la enajenación no obligaría. Es prueba de esto el capítulo Cum secundum leges de las Decretales,34 donde el Papa dispone que en determinados crímenes señalados por las leyes, sus autores pierden, por el hecho de cometerlos, el dominio de sus cosas. El Papa decide que sea lo mismo en el crimen de herejía. Esto mismo parece sostener Juan Andrés en dicho capítulo,35 y lo infiere también de la ley cuarta del Código36 en la cual se prohibe a los herejes vender, donar o celebrar contrato alguno acerca de sus bienes. Además las leyes obligan en el fuero de la conciencia, según enseña Santo Tomás.37

7. Para aclararlo servirá la PROPOSICIÓN TERCERA: El hereje incurre en la pena de confiscación de bienes desde el día en que comete su crimen.

Esta es la opinión común de los doctores, y está determinada en el Directorio de Inquisidores38 y en la Summa Baptistana,39 en la palabra absolutio, y parece establecido en aquel capítulo Cum secundum leges40 y en la mencionada ley De haereticis.41

8. CUARTA PROPOSICIÓN: Sin embargo aunque se tenga certeza del crimen, no es lícito al fisco apoderarse de los bienes de los herejes antes de condenarlos.

Esta es también la opinión de todos y se infiere del capítulo citado Cum secundum leges.42 E incluso sería contrario al derecho divino y al natural el que se mandara ejecutar la pena antes de que fuera condenado el autor del delito.

De la tercera conclusión se sigue que cuando la condenación tiene lugar después de la muerte, se retrotrae la confiscación al día en que se cometió el crimen, estén los bienes en manos de cualquiera que sea. Este corolario es también de todos, y en particular de Nicolás Tudeschis, en el capítulo último De haereticis.43

En segundo lugar se sigue que las ventas, donaciones y toda enajenación de bienes verificadas desde el día en que se cometió el crimen son válidas. Y así, llegada la condenación, todas esas enajenaciones son rescindidas a favor del fisco, y el mismo fisco se apodera de los bienes sin tener que restituir el precio a los

34

Sextus Decretalium V, 2, 19 (Corpus Iuris Canonici, ed. Friedberg II 1077).

35

IOANNES ANDREAS, In Sextum Decretalium librum Novellae Comentaría Venetiis 16II, vol. V, fol. 141 V, col. I: [...]

36

Codex I, 5, 4, 2 – 4 (Corpus Iuris Civiles, t. II, ed. Krueger, p. 51): [...]

37

S. THOMAS I II, 96, 4: […]

38

NICOLAUS EYMERICI, O. P., Directorium Inquisitorium haereticae.

39

Summa (Baptista de Salis). Novis 1484, s. v. Absolutio, 5: [...]

40

Sextus Decretalium V, 2, 19 (Corpus Iuris Canonici, ed. Friedberg II 1077).

41

Codex I, 4, 5, 3 (Corpus Iuris Civilis, t. II, ed. Krueger, p. 51)

42

Codex I, 4, 5, 3 (Corpus Iuris Civilis, t. II, ed. Krueger, p. 51)

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compradores. También es opinión general y especialmente de Nicolás Tudeschis en el lugar citado,44 y se deduce de la ley cuarta del De haereticis.45

9. QUINTA PROPOSICIÓN: Sin embargo el hereje continúa dueño en el fuero de la conciencia hasta que tenga lugar su condena.

Esta proposición parece ser contraria a la doctrina de Conrado del Directorio y de Juan Andrés; pero es doctrina de Silvestre.46 Adriano la defiende también,47 y la discute ampliamente, y lo mismo parece opinar Cayetano en la Summa.48

Y primeramente se prueba, por la consideración de que el privar de sus derechos al hereje, aunque sólo sea en el fuero de la conciencia, es una pena; y de ningún modo debe imponerse antes de la sentencia. Estoy persuadido de que el derecho humano no puede decretar esa pena.

Además resulta claramente del capítulo Cum secundum leges,49 pues de este modo se impone también la confiscación, ipso facto, por el matrimonio incestuoso, y cuando la mujer honesta se casa con su raptor; más aún, si alguno no paga los impuestos correspondientes por las mercancías importadas, se le confiscan sin más los bienes. Lo mismo sucede con aquel que exporte cosas prohibidas a los sarracenos, como armas o material estratégico. Todo esto resulta del dicho capítulo Cum secundum leges,50 en varios otros textos del Código 5152 y Decretales,53 en la ley final del Digesto54 en el capítulo De vectigalibus55. Y añade el Papa expresamente en el mencionado capítulo que la pena de confiscación que se señala en los delitos mencionados se aplique también al caso de herejías. Y pues nadie niega que el incestuoso, el raptor, el contrabandista de armas para los sarracenos y el que no paga los impuestos continúan siendo dueños de sus bienes en el fuero de su conciencia, ¿por qué no ha de suceder lo mismo con el hereje? El mismo Conrado56 confiesa que no hay diferencia entre esos casos y el del hereje; y realmente sería más grave obligar al hombre que ya se arrepintió de su herejía a entregar sus bienes al fisco.

De esto se sigue, primero, que puede el hereje vivir lícitamente de sus bienes.

44

Cfr. N. 43

45

Codex I, 5, 4, 4 – 5 (Corpus Iuris Civilis, t. II, ed. Krueger, p. 51)

46

SYLVESTER PRIERIAS, Summa summarum, s. v. haeresis I, 8: […]

47

ADRIANUS, Quaestiones quolibeticae XII. Parisiis 1531, fol 107 r – 121

48

CAIETANUS, Summa. Lugduni 1544: […]

49

Sextus Decretalium V, 2, 19 (Corpus Iuris Canonici, ed. Friedberg II 1077)

50

Sextus Decretalium V, 2, 19 (Corpus Iuris Canonici, ed. Friedberg II 1077)

51

Codex V, 5, 3 (Corpus Iuris Civilis, t. II, ed. Krueger, p. 198 – 199)

52

Codex IX, 13, 1 (Corpus Iuris Civilis, t. II, ed. Krueger, p. 378)

53

Decretalia Gregorii IX, 5, 6, 6 (Corpus Iuris Canonici, ed. Friedberg II 773).

54

Digesta 39, 4, 16 (Corpus Iuris Civilis, t.Il, ed. Mommsem-Krueger, p. 651).

55

Sextus Decretalium V, 2, 19 (Corpus Iuris Canonici, ed, Friedberg II 1077).

56

(9)

Segundo, también que a título gratuito puede enajenar sus bienes, por ejemplo, haciendo donaciones.

Tercero, que a título oneroso, como es vender o dar en dote, no es lícito hacerlo su por su delito puede ser llevado a juicio, puesto que eso sería engañar al comprador poniéndole en riesgo de perder la cosa y el precio, si el vendedor fuese condenado.

Por último, se infiere que si realmente no hubiera peligro de confiscación puede lícitamente aun a título oneroso, enajenar sus bienes, como lícitamente puede comprárselos un católico a los herejes en Alemania. Grave cosa sería que en las ciudades de luteranos no pudieran los católicos comprar fincas o venderlas a los herejes; y, sin embargo esto es lo que habría que decir si los herejes no fueran dueños en el fuero de la conciencia.

10. De todo lo dicho se sigue esta con conclusión: Que los bárbaros ni por el pecado de infidelidad ni por otros pecados mortales se hallan impedidos de ser verdaderos dueños o señores, tanto pública como privadamente, y que por este título no pueden los cristianos apoderarse de sus bienes, como extensa y elocuentemente enseña Cayateno en sus comentarios sobre la Secunda secundae 57.

11. Pero aún q u e d a la duda de si no son dueños, porque sean idiotas o amentes.

Acerca de esto hay primero que resolver si para que uno sea capaz de dominio se requiere el uso de razón. Conrado58 formula la conclusión de que el dominio es posible en las criaturas irracionales tanto sensibles como insensibles. Y lo prueba, porque el dominio no es más que el derecho de usar una cosa para la propia utilidad. Ahora bien, los animales tienen derecho sobre las hierbas y las plantas; dice el Génesis: He aquí que os doy toda hierba que da simiente que existe sobre la faz de la tierra; y todo árbol en que hay simiente de su clase para que os sirvan de comida a vosotros y a todos los animales de la tierra. Además las estrellas tienen el derecho de iluminar: Las colocó en el firmamento del cielo para que alumbraran y presidieran durante el día y durante la noche. Y el león tiene dominio sobre todos los animales que andan sobre la tierra por lo que es llamado el rey de los animales. Y el águila es la señora de las aves por lo cual el salmo dice: La casa del águila es su guía. De la misma opinión es Silvestre en la palabra dominio, donde afirma que los elementos se dominan entre sí.59

Pero yo respondo con las siguientes proposiciones:

57

CAIETANUS, II II., q. 66, 8: […]

58

CONRAD SUMMENHART (Conradus), De contractibus, tract. I, quaest. VIII, prima conclusio: [...]

59

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12. PRIMERA PROPOSICIÓN: Las criaturas irracionales no pueden tener dominio.

Porque el dominio es un derecho, como reconoce el mismo Conrado. Ahora bien, las criaturas irracionales no pueden tener derechos, luego tampoco dominio. Se prueba la menor. Ellas no pueden recibir injusticia, luego carecen de derechos. Y la prueba de esta afirmación consiste en que no haría injusticia aquel que impidiera al lobo o al león la presa, o al buey el pasto, como tampoco injuria al sol quien cierre la ventana para que no entre su luz. Y lo confirma el hecho de que si los animales tuvieran dominio, el que privara al ciervo de la hierba, cometería un hurto, ya que cogería lo ajeno contra la voluntad de su dueño.

Además, las fieras no tienen dominio sobre sí mismas, luego mucho menos sobre las otras cosas. Se prueba, por el hecho de que es lícito matarlas, hasta por diversión; y por esto dice el filósofo que la caza de las fieras es justa y natural.60

Además, las mismas fieras y todos los irracionales se hallan bajo la potestad del hombre mucho más que los siervos; y si los siervos nada pueden tener como suyo, mucho menos podrán los irracionales.

Y se confirma la tesis con la autoridad de Santo Tomás, quien dice que únicamente las criaturas racionales tienen dominio sobre sus actos,61 pues como él dice «uno es dueño de sus actos cuando puede elegir esto o aquello»62 Y allí mismo añade: que no somos dueños en lo que se refiere al apetito hacia el último fin. Y si los animales no tienen dominio sobre sus actos, tampoco lo tendrán sobre las demás cosas. Y aunque parezca sólo cuestión de nombre, es ciertamente muy impropio y ajeno al lenguaje común el atribuir dominio a los seres irracionales, pues no decimos que nadie sea dueño sino de aquello que está bajo su poder. Por eso decimos: No está en mis posibilidades, no está en mi poder, cuando no soy dueño de lo que se trata. Y como los animales no se mueven a sí mismos, sino que más bien son movidos, como nota Santo Tomás en el lugar citado,63 por esta razón carecen de dominio.

Y no vale lo que dice Silvestre, que a veces dominio no significa derecho, sino simple poder, y de este modo el fuego tiene dominio sobre el agua. Si para el dominio bastare esto, el asesino tendría dominio para matar hombres, y el ladrón para robar el dinero, pues para ello tienen poder. En cuanto a atribuir dominio a los astros o decir

60

ARISTOTELES, Política I, 8, 1256 b, 15 – 30: […]

61

S. THOMAS I II, I, I: […]

62

S. THOMAS, I, II, 82, I ad 3:

63

(11)

que el león es rey, es evidente que se trata solo de expresiones metafóricas y por traslación.

Pero cabe la duda de si el niño puede tener dominio antes del uso de razón. Porque parece que en nada se diferencia de los irracionales. Dice el Apóstol a los Gálatas. Mientras el heredero es niño, en nada se diferencia del siervo. Y como el siervo no puede ser dueño; luego, tampoco el niño.

13. SEGUNDA PROPOSICIÓN: Los niños antes de; uso de razón, pueden ser dueños.

Esto se infiere de que tienen capacidad de ser tratados con injusticia; luego tienen derecho sobre las casas y, por consiguiente, dominio, que no es otra cosa que un derecho. Además, los bienes de los pupilos no se confunden con los bienes de los tutores; y tienen sus dueños que no son otros que los mismos pupilos. Además, los niños son herederos, y heredero es el que sucede al difunto en el derecho, y es el dueño de la herencia64,65. Ya dijimos que el fundamento del dominio es ser imagen de Dios, y esa imagen también se halla en los niños Y el Apóstol dice en el lugar citado Mientras el heredero es niño, en nada se diferencia del siervo, con ser dueño de todo. Y no es lo mismo que la criatura irracional, porque no existe el niño para bien de otro, como sucede con los animales, sino que tienen personalidad propia.

Mas ¿qué decir de los dementes? Hablo de aquellos a los que falta permanentemente la razón y no existe esperanza de que lleguen al uso de la razón. Sobre ellos formulo la

14. TERCERA PROPOSICIÓN: Parece que también pueden ser dueños los dementes, puesto que pueden padecer injusticia; luego tienen derechos. Acerca de si pueden o no tener dominio civil, me remito a los juristas.

15. Sea de esto lo que quiera, formulamos la CUARTA PROPOSICIÓN: Tampoco por esta causa los bárbaros se hallan impedidos de ser verdaderos dueños.

Se prueba, porque en realidad no son idiotas, sino que tienen, a su modo, uso de razón. Es evidente que tienen cierto orden en sus cosas: que tienen ciudades debidamente regidas, matrimonios bien definidos, magistrados, señores, leyes, profesores, industrias, comercio; todo lo cual requiere uso de razón. Además, tienen, también una forma de religión, y no yerran tampoco en las cosas que son evidentes a otros, lo que es un indicio de uso de razón. Dios y la naturaleza no les abandonan en lo que es indispensable para la especie; y lo principal en el hombre es la razón, y es inútil la potencia que no se reduce al acto. Asímismo, hubieran estado tantos miles de

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Digesta 44, 3, II (Corpus Iuris Civilis, t. I, ed. Mommsem-Krueger, 759).

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años, sin culpa suya, fuera del estado de salvación, puesto que han nacido en pecado y carecen del bautismo, y no tendrían uso de razón para investigar lo necesario para la salvación. Por lo que creo que el hecho de que nos parezcan tan idiotas y romos proviene en su mayor parte de su mala y bárbara educación, pues también entre nosotros vemos que muchos hombres del campo bien poco se diferencian de los brutos animales.

16. De todo lo dicho, resulta que los bárbaros eran, sin duda alguna, verdaderos dueños pública y privadamente, de igual modo que los cristianos, y que tampoco por este título ni los particulares ni sus príncipes pudieron ser despojados de sus posesiones, como si no fueran verdaderos dueños. Y sería inicuo negar a éstos que nunca nos hicieron daño alguno, lo que otorgamos a los sarracenos y judíos, enemigos perpetuos de la religión cristiana, a los cuales no negamos que tengan verdadero dominio sobre sus cosas que no sean de las ocupadas a los cristianos.

Falta responder a los argumentos contrarios, en los cuales se decía que estos bárbaros son esclavos por naturaleza, porque de poco le vale la razón para gobernarse aun a sí mismos66. Contesto que Aristóteles ciertamente no quiso afirmar que los que tienen poco entendimiento son por naturaleza esclavos y que no tienen dominio sobre sí y sus cosas. Esta es la servidumbre civil y legítima que no hace a nadie siervo por naturaleza67. Tampoco quiere decir el filósofo que puedan ser privados de sus bienes, reducidos a esclavitud y vendidos aquellos que por naturaleza son cortos y de escasa inteligencia. Quiso decir que hay en ellos una necesidad natural de ser regidos y gobernados por otros68, siéndoles muy provechoso el estar sometidos a otros, como los hijos necesitan estar sometidos a los padres y la mujer al marido69. Y que ésta sea la intención del filósofo es claro; porque del mismo modo dice que hay algunos que por naturaleza son señores, es decir, los que están dotados de inteligencia poderosa70. Y es cierto que no entiende aquí que estos tales puedan arrogarse el imperio sobre los demás por ser más sabios, sino porque han recibido de la naturaleza facultades para regir y gobernar a los otros. Y así, aun supuesto que estos bárbaros sean tan ineptos y brutos como se dice, no por eso debe negárseles que tienen verdadero dominio, y que hayan de ser incluidos en la categoría de los siervos civiles. Verdad es, no obstante, que por esta razón y motivo hay algún derecho para someterlos según diremos después. Resulta, pues, esta conclusión cierta: que

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ARISTOTELES, Política I, 2, 1254 a 13 – 15: […]

67

ARISTOTELES, Política I, 6, 1255 a : […]

68

ARISTOTELES, Política I, 2, 1255 b, 4-9. Cfr. textutm in n. 13.

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ARISTOTELES, Política I, 12, 1259 a-1259 b:

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antes de la llegada de los españoles, eran ellos verdaderos señores, pública y privadamente.

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