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Don Enrique el Grande

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Academic year: 2020

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Efraín Huerta

DON ENRIQUE

EL GRANDE

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Cuando era necesario verlo, para que consintiera en la celebración de un acto público, firmara un documento o supiese determinados planes de trabajo acordados en su ausencia, íbamos al Billar Club de San Juan de Letrán. Fernando, el encargado de los billares, nos lo señalaba: "Allí está el maestro." Don Enrique se embelesaba con la carambola de tres bandas.. Era, desde luego, el espectador más respetado, yno faltaban billaris.tas o jugadores de dominó que llegaran con su libro (de Porrúa o de Stylo) para lograr de él una caballerosa dedicatoria.

Le preocupó siempre todo lo que fuera luchar por la paz; le atemorizaba el estallido de una nueva guerra. Su conciencia fue claramente antimperialista. En 1941, su nombre apareció a la cabeza del boletín mensual de información del Comité Nacional Pro Prestes en México, El Caballero de la Esperanza, junto al de ilustres latinoamericanos: Juan Marinello, Vicente Sáenz, Raúl

González Tuñón; Jesualdo y otros. Y hasta su muerte, fue el

miembro más prominente del Consejo Nacional de Partidarios de la Paz.

(Los impecables tercetos de Babel (1949), poema pródigo en interrogantes, son esencialmente pacifistas y condenatorios para "quien teje los barrotes del alambre que apresa al ruiseñor", y para "quien niega el vino yoculta el pan frente a la sed y el hambre.")

Varios poetas

En los finales de 1935, un joven poeta guanajuatense, Alberto Quintero Alvarez, se acercó a don Enrique para pedirle unas palabras sobre su libro en preparación Saludo de alba. No vaciló el gran hombre en darle al joven lo mejor. "Tiene usted la palabra poética", le dijo.Y al final dela presentación, más bellas palabras: "Vosotros, los que creéis aún en la eternidad de la poesía, fijaos en este mozo que nos manda su cordial saludo de alba en poemas de limpieza diamantina. Acaso, en día no lejano, nos sorprenda con un ritmo profundo, una música nueva, una palabra inespera-da."

El libro de Alberto apareció en febrero de 1936. En 1942 editó

por su cuenta Nuevos cantares y otros poemas~ donde viene su

espléndido poema antifascista "Paisaje trágico" (Poema de los lobos). Alberto Quintero Alvarez nos sorprendió con su muerte, en 1944. Releerlo es hallar cuanto indicó don Enrique: una delicada, casi enfermiza vida interior, y un paisaje suavemente provinciano.

En 1937, Taller Poético editó Ausenciay canto. En el número

12 de Letras de México, Quintero Alvarez publicó su breve ensayo "González Martínez y la poesía", Neftalí Beltrán apenas una

notita sobre Ausenciay canto, y Rafael Solana algo más extenso,

cuyo final deberían grabarse en alguna parte los actuales jóvenes parricidas:

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desee descubrir nuevos mundos, que para ello se pierda, se enloquezca, pues que son necesarios los días angustiosos de alta

mar, y perder de vista la costa, antes d~ toda aventura

maravillosa; activemos el odio y las represahas contra lo ya logrado de esta juventud poética de México que está resultando tan cobarde y conservadora; fomentemos las revoluciones y las iconoclastias. Pero no olvidemos, en ningún momento, que lo que la historia literaria habrá de recoger no será la audacia, sino la calidad de las obras. Al lanzar esta joven obra de González Martínez en nuestra editorial de jóvenes poetas, no nos hemos traicionado. Almendra de poesía, poesía sin escuela y sin ropajes, Ausenciay canto es un libro de hoy y de ayer, antiguo

y fresco, porque la buena poesía es igual a sí misma y siempre nueva, como las rosas de cada amanecer.

Un mediodía, en el bar de un restaurante situado frente a las rejas de Chapultepec, nos jutamos con don Enrique los jóvenes de

Taller ylos muchachos de Tierra Nueva. Estábamos de pie, y Alí

Chumacero empezó a lanzar al viento sus anillos de humo. Don

Enrique seguía con la mirada cada anillo, hasta que, inquieto pero no molesto, le urgió a Chumacero: ''Oiga, Alí, ¿por qué no se va a un circo? "

Unas antolog(as

Las planeó y ejecutó Roque Armando Sosa Ferreyro, director de

Revista de Revistas. López Velarde, Diaz Mirón, Urbina, Federico García Lorca... La de don Enrique apareció en el número del 27 de septiembre de 1936, con trabajos de Ventura Gaccía Calderón, Angel Sol, o sea Rafael Heliodoro Valle, con un anecdotario; José

de J. Núñez y Dominguez, Pedro Henríquez Urei'l.a, Roberto

Núi'lez yDominguez, Manuel Toussaint (su extenso estudio fecha. do en 1920), Luis G. Urbina, Enrique Díez-Canedo y, fmalmente, el agresivo texto de una conferencia pronunciada por Luisa Luisi en el Club Argentino de Mujeres, en Buenos Aires, el 22 de julio de 1923. Veamos algo de lo menos agresivo:

Para este estado del espíritu (Luisa Luisi se refería al hecho concreto "hemos nacido demasiado temprano, para un mundo demasiado bueno"), Darío fue demasiado artificioso y demasia. do frívolo; Lugones demasiado objetivo y demasiado complica. do, como nuestro Herrera y Reissig; Nervo demasiado ortodoxo. Sólo González Martínez absorbió dentro de sí la ansiedad multánime de la hora,yfue el sincero, el hondo, el verdadero y el espiritual. Espiritualidad dolorosa, serena; recóndita espiritua-lidad la de este poeta recogido todo dentro de sí mismo; todo resonante de su vida interior, amante del silencio y de la profundidad. Nadie ha dicho mejor que él la fecundidad

LAS AlMAS MUfRTAS

BAjo la bruma liria, fretlM aUJl _

detalildlca 1.... porlu8lDleÁl'U

rutu del mal. enUJlcnljlrderama.

yQJlvolar de hoja. _

l1lellClO8O, tultÁlüco.

orua el deIlIle delualllUll munu. AJlAIl&roll.u limpara

como vlrgeJl88 n80laI;

DO88abrleroD .D. ojos al anullCio de la hora ouprema;

yelbesodel 88po1O

la. eDCOntródormldae1mla NDda, IIIDDDableDveDIda <BIt... 101 lablOl.

&IDQJl.opiode _ en la00Il01eDcla ••••••

AII1OI'llAD-parvada 1ileDoIOIa-enlact.olaol6adeluJlftld-.

NIWIImpetu f80DIIdo.

DIWIanll1& noble depuI6D ...VDela en torno de eoa1Il'8)';WIairetrio

oobreel d8lllle delualllUll Dlev•• y &OD'mbDIaI hDyen

por la peDumbra Inolert&. liD UD himno en 101 lablM,

ItD UDa voa 'etema,

&IDDarayo de IUI ell l o a _ a . ·

.orc1al, mlld••yolegu . ED vano amor eD la dllltaDM cumbft eacender4 .u hoguera;

en vanoelIdeal &Obre la olma prended el vaticinio deDDI~I.;

en VlDO 1. . anllDlt1al de 101 hombreo y l•• d...per... de la üo... pidenpiedad;la turba lIIpo el viaje ...

Lamioma VOl que murmuró<deIplerta.

eD la tamba deLúuo.aerla ID6tll VOl ante la calma eteraa y el mutlomo ImpllOlble

que eD lo mlio hondo deel&l alllUll ...1Da •.•.

Al!va la parvada l1lenclooa eu l. deaolaolóD de l•• prade....

Alma mil, alma mil, alma ribrantey tdmDla

quedltDDdes'uohlm~de88peran. . per laf ••del.tierra;

que a 40r de labio UeD81la IODrloa para el CODCIerto de lao00I&Ibu_; que cara al 801 YCOD la maDo 8D alllo agItu tu baDdera.

y frente al d888ncanllo de 101 homb....

amu, vivesy8uefIu;

alma mla. alma mi.. alma vlbraDte y trémDla, t6COD88rvute el óleo de tu I'mpara y la Docbe de amor se halló despierta.

Babeallorar CODeldolor humaDO.

acreces elteBOrodetufuena,

y a 0&4& rumbo tu pupila InlOmue 81IOudrlfta y eopera.

Hayuna anunciación en tu e8peraD";

apercibida al bleD. orao y vel..,

yeraR como UDaaurora

preDdlda eD el um bral de la tiniebla. All'. freDtealOCIIO

de (atldl. . IUI. por IaII1D1..tru

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inmensa del silencio, en donde se gestan todas las posibilidades. Silencio que es potencia y que es fuerza, cuando han agotado ya todas sus fuerzas los huecos sonidos de la vocinglería.

Con la antología, Sosa Ferreyro incluyó un poema inédito,El

condenado, veintiséis fotos entre.personales, familiares y sociales, más el retrato que del poeta hiciera Saturnino Herrán en 1918.

En la antología se encuentra, naturalmente, el soneto aparecido enLos senderos ocultos(1911): Tuércele el cuello al cisne. ..

Otras antolog(as

En su generosoPresente de la [(rica mexicana, Manuel Altolaguirre dio a don Enrique el primer sitio. No aparece el afamado soneto. (El libro, hecho en 1946, trae, entre otras curiosidades, un romance de Agustín Lara, bien apretado entre los poemas de Efraín Huerta y Octavio Paz.)

Tampoco hay un cisne de cuello torcido en la mentadísima Antolog(a de la poes(a mexicana moderna, tan hábil y diabólica-mente perpertada en 1928 por Jorge Cuesta. La nota que precede a los poemas de González Martínez, presumiblemente escrita por Xavier Yillaurrutia, apunta el intento del maestro por lograr una "liberación estética". He aquí lo fundamental del texto:

... dejando a Ramón López Yelarde el papel de inquietador que la alta categoría de su talento hubiera podido realizar más plenamente, definió una renovación temática...

Su retórica, de planos muy simples y sólidos; la pureza abstracta de su lenguaje, más lineal que pintoresco; la elevación de su generosidad artística y, casi continuamente, la majestad de su pensamiento, aseguraron enseguida a González Martínez un puesto de honor en el grupo de los poetas mayores de nuestra literatura.

El interés de los jóvenes lo convirtió muy pronto en un escritor de influencia. Pero ésta tuvo la fortuna -el acierto más bien- de no traducirse en escuela, de no multiplicarse en discípulos, sino de aceptar la condición transitoria que el poeta que la inspiraba quería, sirviendo, a quienes la recibieron, más de guía que de ejemplo, más de estímulo que de guía.

En su rencorosa Antalagla de la poes(a mexicana moderna

(poligráfica Tiberina, Roma, 1940), Manuel Maples Arce subraya el carácter meditativo de González Martínez. Y después: " ...pero sus atinadas traducciones enriquecen su poesía", así como "Su insufi-ciencia metafórica y la pobreza rítmica de sus alejandrinos hacen que toda su obra se resienta de opacidad y monotonía".

y también: "Esta Antología recoge varios poemas de aquéllos en que la nota moralizante resuena más atenuada y discreta, y en

y un volar de hojas secas,

enUDa.paz de tumba, cruzan las almas muertas, sin un himno en 108 labios. siD una. vo!: intenia,

sin un rayo de luzen. lontananza,

sordas, mudasy ciegas ..

¡Parvada silenciosa

en la desolación de la. praderas!. ...

Eu un claro del bosque, el hijo del rey sueña ....

Pasan corceles raudos, aúlla la jauria; al tropel huye el ciervo,tiembl~la serranía,

yel eco de las trompas salta de peña en pella. La enardecida turba los árboles desgreña como un alud que pasa .... Cuando el astro del dla

va apagandoBUSfuegos, cesa la cacena . ...

De retorno al castlllo, el hijo del rey sueña. Sobre el puente que salva los abismos del toso,

cruzan reyy monteros en reir jubiloso coment&Ddo8U8lancea de valor y fortuna.

Vino .... Cena .... DellC&llso ....

En la enhiesta ventaDa,

ante el hosco misterio de la vega lejana, sólo el prlucipe sueña a la luz de la luna.

VIRTUS

Esta rosa de otoílo que en las tardes asume de un. Doble hermosura los discretos matices,

en un lloro de fuego sumergiÓ BU8 ratees

y con gotas de sangre destiló su perfume.

Cuando van sus efluvios en la fuga deUDcanto yse mecenBU8gracias en la brisasereDa,

sólo el céllro sabe que columpia una pe»a, sólo el pájaro ha oldo con1ldencias de llanto.

A.rroPÓ en los armiños de la enhiesta corola su dolor y sus quejas: enigmática y sola, cubre olvidosy orgullos bajo el manto sedeño .•..

yse piensa en la vida que apartQ los escombros

de catástrofes viejas, y levanta enSU8hombros,

cual simbólico tardo, la virtud de su sueño. LA fiERA En el tondo del alma se adormece la llera

que esclaviza mi influjo, que somete mi encanto; ylas zarpas ocultan sus furores... En tanto, mi canción va a loa &!res melodiosay ligera.

Cuando salga dei sueño la mauchada pantera,

bará oir en 1& jaula sus aullid08 de espanto, ytendrá nuevas iras, mientras vuelve mi canto

y a sus notas se rinde la brutal prisionera.

Ledaréde mis versos l&s divinastemur&s;

pauré por la seda de sus manchas obscuras

suamantes halagosycaricias piadosas;

yhande verme los hombres transitar por la vida con la bestia de Hircania domeñadayvencida

que misMUOSconducen con oadenas de rosas.

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que tiene su lirismo veladasev~cac~ones ~~ ja~dines.". .

"Veladas evocaciones de Jardmes... Sm suspIcacIa alguna,

puede suponerse que Maples Arce alude, ya que reproduce tres sonetos de don Enrique, a "El jardín que suefía", de El libro dela

fuerza, de la bondad y del ensueño,de 1917. .

Don Enrique tradujo "y publicó, en 1915, a vanos poetas

franceses de fines del siglo XIX. Título del volumen: Jardines de Francia.

Maples también hubo de torcerle el cuello al cisne.

En cambio, Castro Leal sí incluye el soneto en La poesia

mex¡cana moderna, de 1953.

Lo evita Agustín Velázquez Chávez en su aromático Jardin de

la poesü¡ mexicana, de 1966, incurriendo dos veces en un error

terrible: dar como año de la muerte del poeta el de 1946.

La mayor lucidez

En un momento determinado, se hizo urgente limpiar o aliviar de lugares comunes las notas y referencias a don Enrique. Eliminar los tópicos, en una palabra. Citado a retazos, mal citado; peor entendido, don Enrique -su obra, su sitio- hubo de esperar otras voces, otras formas de discernimiento.

En La poesia mexicana del siglo XX, Carlos Monsiváis impone la reaparición del soneto, no sin antes escribir en el prólogo:

En verdad, González Martínez jamás renegó de su educación y formación modernistas. Lo que rechazó fueron el ánimo decora-tivo, la solemnidad vistosa y autocomplaciente y, al reemplazar a estas fáciles (perecederas) conquistas, prefirió adoptar un modernismo esencializado que, pese a las exageradas y difundi· das interpretaciones, ni tenía el búho como amigo emblemático ni estrangulaba cisnes de continuo. En su mejor instancia, la poesía de González Martínez es una lúcida reflexión sobre los seres y las cosas, y en su peor, una homilía y una amonesta-ción. El suyo es un realismo moralista, no de edificación de la conducta, sino de educación del alma ("Una gran lección de amor a las cosas del alma fue la de Enrique González Martí. nez", acaba de decir en una conferencia Ernesto Mejía Sán. chez). Con él se establece (y con él muere) una escuela de poesía didáctica, que enseñó al examen de la conciencia y predicó la noble lentitud, la búsqueda del alma de las cosas y la voz del paisaje. El didactismo poético que ahora sobrevive ya no se dedica a promover al conocimiento íntimo, sino la militancia.

El soneto está en pie, severamente rítmico, anticipando la factura de otros alejandrinos y ciertos endecasIlabos.

p~

f\[V

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("mientras las aves todas / y el solitario búho que medita / con su antifaz de fósforo en la sombra", tal como se lee en el Libro mexicano más comentado y menos leído:Muerte sin fin.)

Otro joven investigador, José Emilio Pacheco, consideró que el soneto cisne·búho-búho-cisne era imprescindible, y lo incluyó en la selección que hizo de González .Martínez para su AntoLog{a deL Modernismo (1884·1921), editado por la Universidad en 1970 para la Biblioteca del Estudiante Universitario.

Con otra mente y otros métodos, josé Emilio Pacheco nos alerta en su prefacio: reduce el problema que siempre significó la inexistencia de historias y antologías del modernismo. Ceñido análisis el suyo:

Quizá ello se deba a dos dificultades. La primera es puramente literaria: la complicación de hacer un deslinde entre lo que es y no es modernismo. De acuerdo con la teoría "oficial" nuestro modernismo queda limitado a las obras de Efrén Rebolledo y Rafael López y a una parte de lo que escribieron Amado Nervo

y José Juan Tablada. Gutiérrez Nájera y Díaz Mirón resultan

"precursores"; Urbina "último romántico"; Othón "cima de la poesía neoclásica", que se opuso a los modernistas en cuanta oportunidad se le presentó. Ramón López Velarde y Francisco González León "poetas de la provincia"; Enrique GonzáJez Martínez viene a ser el ángel exterminador.

Alado ángel, claro. Y fosfórico ángel, naturalmente. Angélico búho, diríase para remachar el lugar común. Búho exterminador, en suma.

Prosigue José Emilio: la otra dificultad, de carácter político, explica el modernismo condicionado por el porfiriato. "Y lo que es peor: casi todos los modernistas fueron huertistas." En la página siguiente, Pacheco es más preciso y más justo en su valiente y orientadora posición: "Para sus fines [los de la antología] encierra el movimiento entre 1884 y 1921, desde la primera reelección de Porfirio Dlaz hasta la llegada al poder de Alvaro Obregón; esto es,

va de La Duquesa Job de Gutiérrez Nájera a La Suave Patria de

López Velarde. Sin embargo incluye páginas escritas en 1951 por González Martínez. Con su muerte al afio siguiente queda cerrado al ciclo modernista."

El cisne bilingüe

An AnthoLogy of Contemporary Latin-American Poetry (Antología de la Poesía Latinoamericana Contemporánea), editada por Dudley Fitts en 1942 y 1947, inicia su prólogo con estas líneas:

Esta antología se propone hacer 'un examen ~troductivo de

la poesía americana desde la muerte de Rubén Darío en 1916.

1.AHERMOSA CUI'ULA DE l.A lGUSIA DELORlSTO

(6)

No se llegó arbitrariamente al términus a qua. La tradición rubendariana es todavía muy poderosa, pero ha surgido contra ella una fuerte reacción en gran parte de la poesía de primer orden escrita en América en estos últimos veinticinco años -reacción anticipada en el soneto de Enrique González Martí-nez que sirve de epígrafe a este volumen.

Fitts excluyó a "Daría mismo", a Valencia, Barba-Jacob, Banchs, Lugones, Capdevila, López Velarde, Mariano Brull, Regino Boti y González Martínez, de quien, sin embargo, toma la bandera "antidariana". He aquí la traducción del soneto, hecha por John Peale Bishop:

THEN TWIST THE NECK OF THIS DELUSIVE SWAN

Then twist the neck of this delusive swan, white stress upon the fountain's overflow, that merely drifts in grace and cannot know the reeds' green soul and the mute cry of stone.

Avoid all form, all speech, that doesno't~go

shifting its beat in secret unison

¡/

with life... Love life to adoration! let life accept the homage you bestow

See how the sapient owl, winging the gap from high Olympus, even from Pallas' lap, closes upon this tree its noiseless flight ...

Here is no swan's grace. But an unquiet stare interprets through the penetrable air

the inscrutable volume of the silent night.

En 1952, la UNESCO y Les Editions Nagel editaron en París unaAnthalagie de la poésie mexicaine, en selección, comentarios e

introducción de Octavio Paz, versiones de Guy Lévis Mano y una

presentación del ac¡¡démico Paul Claudel. El soneto de González Martínez, que finalmente nos desvió de un camino por demás incierto, suena hermosamente en francés:

TORDS LE COU DU CYGNE

Tords le cou du cygne au plumage trompeur donnant sa note blanche au bleu de la fontaine; il promene sa grace, c'est tout, mais ne peryoit l'ame des choses ni la voix du paysage.

Fuis toute forme et tout langage qui ne s'accordent pas au rythme latent de la vie profonde... et adore intensément la vic, et que la vie comprenne ton hommage.

Vois le sage hibou, comme il étend les ailes du haut de 1'00ympe, laisse le giron de Pallas et pose sur cet arbre son vol tacitume.

Du cygneiln'a pas la gr§ce, mais son inquiete pupille, qui s'enfonce dans l'ombre, interprete le mystérieux livre du silence noctume.

El excelso, el bueno, el cordial, el hombre de la paz, el antimperialista, murió a la una de la tarde del día 19 de febrero de 1952. Lo sepultamos a las cinco de la tarde del día 21. Descansa entre el general Donato Guerra y el doctor José María Mata.

Pocos días antes de su presentida muerte, le oyeron decir con voz clara:

Referencias

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