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RESUMEN DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

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Academic year: 2019

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“Año del centenario de Machu Picchu para el mundo”

UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS Filial Huancayo

F

FACULTAD DE MEDICINA HUMANA Y CIENCIAS DE LA SALUD

ESCUELA ACADEMICO PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA HUMANA

LOS SIETE ENSAYOS

DE:

JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

“Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana” (1928) es el libro cenital del genio de José Carlos Mariátegui. Desde su aparición hasta nuestros días, es el más leído de cuántos libros peruanos se conocen. Constituye algo así como una obligada estación en que todo espíritu juvenil, interesado por conocer la realidad de nuestros problemas, se detiene para sumergirse en el torrente de verdades que atraviesa sus páginas. Macizo el contenido, por captar agudos problemas —viejos y nuevos a la vez—, no ha sido mellado por ninguno de sus refutadores, verbigracia Víctor Andrés Belaúnde que escribiera en tono de réplica, su libro “La realidad nacional”. Además, el copioso contenido de cada uno de sus capítulos, la fuerza analítica del pensamiento y la moderna erudición en que está encuadrada la obra, devienen revestidos en un lenguaje armonioso y dúctil. Esta frescura de estilo y el relampagueo frecuente del humor y la ironía que nos aproximan a Unamuno y Rodó, hacen que la lectura del texto no desmaye en ningún instante. Mucho del sortilegio del poeta y no poco del magnetismo del filósofo hay en este libro inmarcesible.

“Desde que aparecieron los 7 Ensayos, por su originalidad, por su fuerza, por sus verdades penetrantes y por su forma novedosa de abordar los problemas del país, suscitaron por un lado admiración y alabanzas; por otro, interés y serias críticas… Este libro de José Carlos, de tantas ediciones y comentarios, tuvo el mérito loable de incentivar nuevos trabajos e iniciar la búsqueda de derroteros distintos a los tradicionales”.

(José Barba Caballero).

La obra está dividida en los siguientes capítulos:

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2) El problema del indio;

3) El problema de la tierra;

4) El proceso de la instrucción pública;

5) El factor religioso;

6) Regionalismo y centralismo; y

7) El proceso de la literatura.

El último de estos ensayos es el que nos da la dimensión exacta del pensamiento literario de Mariátegui. Sus conceptos son de condenación a la literatura, colonial y colonialista. Propugna el nacionalismo, es decir que nuestra literatura se sustente en elsubstratum racial y espiritual indígena con proyecciones al cosmopolitismo, como en el caso de Vallejo. Su estilo es sobrio y directo.

LOS SIETE ENSAYOS VISTOS POR JORGE BASADRE Con los Siete ensayos, Mariátegui contribuyó a divulgar en el Perú en sentido serio y metódico de los asuntos nacionales por encima de la erudición, el culto del detalle y la retórica. Vinculó la historia con los dramas del presente y las interrogantes del porvenir. Señaló problemas que el pasado no había resuelto y que inciden sobre las generaciones actuales, junto con otros en el tiempo de éstas suscitados. Precisó realidades lacerantes y patéticas que muchos no vieron o no quisieron ver. Nunca escribió algo que en el fondo o, a solas consigo mismo, creyera una mentira. Estuvo exento del horror o el desdén al estudio que hay en el alma de todo demagogo de izquierda o de derecha. Al intentar el diagnóstico del propio país (que tantas cosas tiene de común con el de otros países de América andina) reemplazó (en aquellos años) a otros que pudieron hacer obra similar (desde el punto de vista de distintas ideologías) y que no lo hicieron porque viajaron al extranjero o por dejarse llevar por la dispersión, el eruditismo, la fácil literatura o los menudos afanes de la vida política, burocrática o de vanidad social.

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la técnica profesoral y del espíritu universitario”. El lector nunca debe olvidar estas francas palabras.

Por lo demás, se necesita mucha preparación básica para estudiar, plantear y resolver desde un sillón de inválido, en unos cinco años de trabajo, el problema del indio, el problema de la tierra, el problema de la educación pública, el factor religioso, el regionalismo y el centralismo y el proceso de la literatura. Esto era, en realidad, mucho más difícil que comentar la política europea contemporánea o las expresiones de la literatura y de las artes que entonces aparecían, por la carencia o la escasez de estudios especializados, y (en muchos casos) por la necesidad previa de trabajos monográficos, estadísticos, encuestas y otros materiales.

Pero, a pesar de todo, con todas las rectificaciones que desde los campos más diversos, se hagan a la obra de Mariátegui, aun suponiendo que ella sea, en algunos aspectos, superada, siempre quedará en pie su ejemplo y su significado. Nunca merecerá esta obra “el silencio destinado a los escritorzuelos malévolos, ni el empellón agresivo a las nulidades con aureola y sitial, ni los romos adjetivos laudatorios a los escritorzuelos meramente simpáticos” sino el “análisis filoso y desbastado” destinado a las obras que palpitan y viven a pesar del paso del tiempo (Siete Ensayos ya va a cumplir ochenta años) que enfocan intereses permanentes, que quieren el bien de los más. Nadie podrá arrebatarle a Mariátegui el titulo de iniciador de los estudios socialistas en el Perú. Nadie tendrá derecho a dejar de admirar su consagración a la cultura y a la justicia social en un ambiente frío y envenenado; y, si al principio su vida fue bohemia y quizás impura, esta disciplina final que el dolor físico no hizo sino acrecentar, es un ejemplo de cómo la grandeza puede nacer no en el fácil ejercicio de un don innato sino en la libre selección de una alma que se castiga.

Lo que más vale en Mariátegui no son, pues, sus recetas y sus fórmulas, sino su personalidad integral. Hoy él deber de interpretar está lejos del “cliché” y del adjetivo convencional que él tanto odiara. No debe olvidarse, además, que murió a los treinta y cinco años.

(“Historia de la República del Perú”, Octava edición, Tomo 12, pag. 3067 3068).

ARGUMENTO

I. Esquema de la evolución económica:

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economía incaica. El incario desarrolló una economía socialista, el trabajo colectivo tenía un carácter agrario, con fines sociales en su realización. La economía feudal implantada por los conquistadores resulta ajena al devenir histórico de estos pueblos, iniciándose una dualidad entre lo oficial impuesto y lo natural indígena negado. La colonia utilizó el trabajo colectivo como trabajo forzado en las minas, descuidando el agro y las obras de carácter público. El esquema virreinal sofrena las inquietudes comerciales de las colonias; la independencia surge como una respuesta a las necesidades del desarrollo capitalista de la civilización occidental. La República no logra articular la escisión producida por la conquista. La dependencia con el capital extranjero no cede ni siquiera ante la aparición de nuevos rubros de riquezas naturales; por el contrario, con ello se ahonda el carácter centralista, costeño y dependiente de la economía peruana.

II. El problema del indio:

«Todas las tesis sobre el problema indígena, que ignoran o eluden a éste como problema económico-social, son otros tantos estériles ejercicios teóricos, —y a veces sólo verbales—, condenados a un absoluto descrédito. No las salva a algunas su buena fe. Prácticamente, todas no han servido sino para ocultar o desfigurar la realidad del problema». Mariátegui concibe el problema del indio no como un asunto racial, administrativo, jurídico, educativo o eclesiástico, sino como un problema sustancialmente económico cuyo origen está en el injusto régimen de propiedad de la tierra, en el gamonalismo; mientras subsista esta forma de propiedad todo intento por solucionar el problema del indio quedará disuelto en el estéril denuncia lírica o en la prédica oportunista e inconsciente. Terminar con el gamonalismo, con la feudalidad, significa de- volver más que tierras; significará para la raza desposeída su rendición histórica, la recuperación de su esencialidad moral y su auténtica integración a la vida nacional. «La solución del problema del indio tiene que ser una solución social. Sus realizadores deben ser los propios indios.

Este concepto conduce a ver en la reunión de los congresos indígenas un hecho histórico. Los congresos indígenas, desvirtuados en los últimos años por el burocratismo, no representaban todavía un programa; pero sus primeras reuniones señalaron una ruta comunicando a los indios de diversas regiones. A los indios les falta vinculación nacional. Sus protestas han sido siempre regionales. Esto ha contribuido, en gran parte, a su abatimiento. »

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Mariátegui estudia la cuestión agraria unida ineludiblemente a la del indio, reivindicando el derecho de éste a la tierra, para lo cual era necesario sacarlo del estado de servidumbre que suponía el feudalismo de los gamonales. Luego, muestra cómo el colonialismo que destruyó y aniquiló la economía incaica de tipo "comunista", no supo reemplazarla más que con el feudalismo. ¿Qué le pasó a la comunidad agraria del ayllu? A pesar de las leyes escritas, de las Leyes de Indias, la comunidad indígena fue despojada por el feudalismo, cuyas expresiones eran el latifundio y la servidumbre. Mientras que Europa, por el siglo XVIII, tomaba otro rumbo al fortalecerse y ascender al poder la clase que desplazó y liquidó el feudalismo: la burguesía (la revolución francesa fue una revolución burguesa). Pero revolución de la independencia hispano-americana «encontró al Perú retrasado en la formación de su burguesía...» Si bien se abolieron las mitas, se dejó en pie la aristocracia terrateniente, la que si bien ya no conservaba «sus privilegios de principio, conservaba sus posiciones de hecho. Seguía siendo en el Perú la clase dominante». Esta clase, apoyada por el militarismo gobernante, retardó el surgimiento de una vigorosa burguesía urbana. Y recién se intentó una reorganización gradual de este problema cuando se promulgó el Código Civil (1852), que favoreció la formación de las pequeñas propiedades, en desmedro de los grandes dominios señoriales y de la comunidad indígena, al mismo tiempo. No obstante, la pequeña propiedad no prosperó, y por el contrario el latifundio se consolidó y extendió, siendo la única perjudicada la comunidad indígena, la misma que, pese a todo, logró sobrevivir.

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Mariátegui, «que el gamonal como factor económico, está, pues, completamente descalificado».

Como a Mariátegui más le importaba seguir (y proyectar para el Perú futuro) la "comunidad agraria indígena", estudia el destino de ésta bajo el régimen republicano. A pesar de la absorción feudalista, la comunidad ha subsistido por el espíritu del indio: a pesar de las leyes de cien años de régimen republicano, no se ha tornado individualista.

IV. El proceso de la instrucción pública:

Lo analiza estrechamente ligado al económico-social, como no podía ser de otro modo. Reconoce y analiza las tres influencias en la educación peruana: la española, la francesa y la norteamericana, estas dos últimas injertadas en la primera. La educación en la colonia tuvo «un sentido aristocrático y un concepto eclesiástico y literario de la enseñanza», en otras palabras, una educación elitista y escolástica. El desprecio por el trabajo, por las actividades productivas fue alentado por los claustros universitarios incluso luego de producida la independencia. La República, que heredó las estructuras coloniales, buscó luego el modelo de la reforma francesa, ya en las postrimerías del siglo XIX. Hasta que la reforma de la segunda enseñanza de 1902, empezó a reflejar la influencia creciente del modelo anglosajón: sería el primer paso para adoptar el sistema norteamericano, coherente con el embrionario desarrollo capitalista del país. Preconizador del modelo yanqui fue el Dr. Manuel Vicente Villarán, cuyas prédicas triunfaron con la reforma educativa de 1920, por ley orgánica de enseñanza dada ese año, pero como no era posible, según Mariátegui «democratizar la enseñanza de un país, sin democratizar su economía, y sin democratizar, por ende, su superestructura política» la reforma del 20 devino en fracaso.

La reforma universitaria merece también la atención de Mariátegui. Hasta el Perú alcanzaron los movimientos reformistas que se iniciaron en Córdoba, en el año 1918, producto de la «recia marejada post-bélica»,

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a este problema, Mariátegui nos hace un extenso estudio sobre la reforma en el Perú y la reacción en su contra, las ideologías que intervinieron en esta pugna: los conceptos civilistas burgueses de Villarán, el aristocratismo idealista de Deustua, etc. Para Mariátegui, «el problema de la enseñanza no puede ser bien comprendido en nuestro tiempo —dice— si no es considerado como un problema económico y como un problema social. El error de muchos reformadores ha estado en su método abstractamente idealista, en su doctrina exclusivamente pedagógica». No se puede desconocer la ingerencia del factor económico en la estructuración de planes y programas de enseñanza, en todos los tiempos.

V. El factor religioso:

La religión incaica fue un código moral antes que un conjunto de abstracciones metafísicas. Su iglesia (por llamarla de algún modo) fue una institución social y política, cuyo culto estaba subordinado a los intereses sociales y políticos del imperio; la iglesia era el estado mismo. Es lo que se llama Teocracia. Producida la conquista, se impuso el culto católico más que la prédica del evangelio, de modo que el culto pagano de la religión incaica subsistió bajo el culto católico, fenómeno al que se conoce como sincretismo religioso. El rol de la iglesia católica durante el virreinato fue de aval del estado feudal y semifeudal instituido. Si bien es cierto que hubo choques entre el poder civil y el eclesiástico, éstos no tuvieron ningún fondo doctrinal, sino que fueron meras querellas domésticas. Con el advenimiento de la República no hubo cambio en tal sentido. La revolución de la Independencia, del mismo modo que no tocó los privilegios feudales, tampoco lo hizo con los eclesiásticos. El radicalismo gonzalez-pradista surgido a fines del siglo XIX constituyó la primera agitación anticlerical surgida en el Perú, pero careció de eficacia por no haber aportado un programa económico-social. De acuerdo a la tesis socialista, las formas eclesiásticas y doctrinas religiosas son peculiares e inherentes al régimen económico-social que las sostiene y produce, y por tanto, su preocupación es cambiar ésta y no aquellas.

VI. Regionalismo y centralismo:

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apoya en el caciquismo y gamonalismo regionales (dispuestos, no obstante, a reclamarse federalistas de acuerdo a las circunstancias), mientras que el Federalismo recluta sus adeptos entre los caciques y gamonales en desgracia ante el poder central. Ciertamente, uno de los vicios de la organización política del Perú es y sigue siendo su centralismo. Pero entiende Mariátegui que toda descentralización que no se dirija a solucionar el problema agrario y la cuestión indígena, «no merece ya ni siquiera ser discutida», porque, advierte, no es este problema meramente político, ni desde este solo punto de vista ella alcanzaría para solucionar los problemas esenciales. Por otra parte es difícil definir y demarcar en el Perú regiones existentes históricamente como tales. No obstante Mariátegui estudia las tres regiones físicas: la Costa, la Sierra y la Montaña (que no significan regiones en cuanto a la realidad social y económica), afirmándonos que la Montaña carece aún de significación socio-económica; en cambio, «la actual peruanidad se ha sedimentado en tierra baja» o Costa, y la Sierra es el refugio del indigenismo.

«Las formas de descentralización ensayadas en la historia de la República, han adolecido del vicio original de representar una concepción y un diseño absolutamente centralistas», dice Mariátegui, y como la descentralización a que aspira el regionalismo, no es legislativa sino administrativa, el problema ha permanecido en pie. ¿Qué opina Mariátegui sobre la descentralización? Primero, clarificar el propio concepto del regionalismo, para evitar el gamonalismo regional. Luego una definitiva opción entre el gamonal o el indio: «no existe un tercer camino». Porque, lo más cierto es que «ninguna reforma que robustezca al gamonal contra el indio, por mucho que aparezca como una satisfacción del sentimiento regionalista, puede ser estimada como una reforma buena y justa». También estudia el problema de la capital, concerniente a todas las capitales de América, y sostiene que la suerte de Lima está subordinada a los grandes cambios políticos, como enseña la historia de Europa y la propia América.

VII. El proceso de la literatura:

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Explica las razones socio-económicas por qué ha subsistido ese colonialismo literario, y agrega: «el literato peruano no ha sabido casi nunca sentirse vinculado al Pueblo». Aunque destaca en Garcilaso, más Inca que conquistador, el primer destello de "peruanidad", y rescata a Ricardo Palma y a sus

Tradiciones de las pretensiones del colonialismo, pues estas Tradiciones tienen «política y socialmente una filiación democrática». Hay que esperar hasta la llegada de González Prada para ver anunciada la posibilidad de una auténtica literatura peruana. González Prada significa la ruptura con el virreinato; uno de los últimos reductos del colonialismo intelectual es la universidad, de allí emerge la «generación futurista». En tales circunstancias el Movimiento Colónida, encabezado por Valdelomar, surge como una insurrección, como una actitud antiacadémica reclamando sinceridad y naturalismo, esa sinceridad que no se encuentra en los versos de José Santos Chocano por su excesiva egolatría pero que si aparece en los ensoñados versos de José María Eguren.

Son también analizados por Mariátegui: Mariano Melgar, Magda Portal (a quien llamó la primera poetisa del Perú), Alberto Guillén, Alberto Hidalgo y César Vallejo de quien dice es el poeta de una estirpe, de una raza, creador absoluto, nostálgico pero no retrospectivo. «No añora el imperio como el pasadismo perricholesco añora el virreinato. Su nostalgia es una propuesta sentimental o una protesta metafísica. Nostalgia de exilio; nostalgia de ausencia».

Y, finalmente, analiza las corrientes de su actualidad, en especial la indigenista, que llena una función histórica en la sociología peruana en evolución y cuyo más amplio sentido lo lleva a consubstanciarse con «la reivindicación de lo autóctono», que, no obstante, no paraliza los otros elementos vitales de la literatura peruana. Y es literatura "indigenista" y no "indígena" —aclara Mariátegui— porque aún no puede dar una versión verista del indio, sino que tiene «que idealizarlo y estilizarlo. Tampoco puede darnos su propia ánima. Es todavía una literatura de mestizos ...» Mariátegui confía en la suerte del mestizaje, el que debe ser analizado como cuestión sociológica, no étnica.

APÉNDICES: EL MITO DEL SOCIALISMO INDÍGENA EN MARIÁTEGUI ¿De qué fuentes se nutrió Mariátegui para elaborar sus tesis sobre el potencial socialista de los indígenas andinos, piedra medular de su proyecto nacional y socialista? En el libro "EL MITO DEL SOCIALISMO

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con sus padres, quienes dejaron el país durante la dictadura militar. Historiador de la Universidad de Tel Aviv y especialista en Historia Latinoamericana Moderna, empezó a investigar a Mariátegui debido a un interés personal sumado al existente en ámbitos académicos internacionales por su obra. "Mi inclinación desde un principio fue descifrar los contextos peruanos en los que Mariátegui actuaba—afirma Leibner—, porque no acepto una historia intelectual desconectada de la historia social y cultural. Personalmente rechazo el concepto de 'influencia' de ideas, prefiero referirme a la recepción contextualizada de ideas y, por lo tanto, a su resignificación. O sea, lo sui géneris en Mariátegui no era el cóctel original de ideas marxistas, sorelianas, etc. que influyeron en su pensamiento, sino la forma en que las adaptó y usó en los contextos peruanos".

"El Mito del Socialismo Indígena..." empieza por abordar los contactos que tuvo con los indígenas andinos. "Las fuentes que mediaron entre Mariátegui y el campesinado andino, el sector supuestamente más numeroso en los 20 y, por lo tanto, indispensable en el proyecto de integración nacional y revolución social que procuraba elaborar, fueron los entonces pujantes intelectuales “mistis” en los centros urbanos andinos (Cusco, Puno, Jauja), publicaciones de las primeras instituciones indigenistas oficiales creadas por Leguía, la experiencia acumulada por anarco-sindicalistas y por delegados de la Asociación Pro-Indígena en sus participaciones en conflictos campesinos, y sus propios contactos con los mensajeros de comunidades que en los 20 participaron de los congresos en Lima del Comité Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyu, entre otros".

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Apuntes autobiográficos de J. C. Mariátegui "Aunque soy un escritor muy poco autobiográfico, le daré yo mismo algunos datos sumarios. Nací el 95. A los 14 años entré de alcanza rejones en periódico. hast 1919 trabajé en el diarismo, primero en "La Prensa", luego en "El Tiempo", finalmente en "La Razón". En esteúltimo diario patrocinarnos la reforma universitaria. Desde 1918, nauseado de política criolla me orienté resueltamente hacia el socialismo, rompiendo con mis primeros tanteos de literato inficionado de decadentismo y bizantinismo finiseculares, en pleno apogeo. De fines de 1919 a mediados de 1923 viajé por Europa. Residí más de dos años en Italia. donde desposé una mujer y algunas ideas. Anduve por Francia, Alemania, Austria y otros países. Mi mujer y mi hijo me impidieron llegar a Rusia. Desde Europa me concerté con algunos peruanos para la acción socialista. Mis artículos de esa época señalan estas estaciones de mi orientación socialista. A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes, en la Universidad Popular, artículos, etc., expliqué la situación europea e inicíe mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista. En 1924 estuve, como ya lo he contado, a punto de perder la vida. Perdí una pierna y me quedé muy delicado. Habría seguramente ya curado del todo con una existencia reposada. Pero ni mi pobreza ni mi inquietud espiritual me lo consienten. No he publicado más libros que el que Ud. conoce. Tengo listos dos y en proyecto otros dos. He aquí mi vida en pocas palabras. No creo que valga la pena hacerla notoria; pero no puedo rehusarle los datos que Ud. me pide. Me olvidaba: soy un autodidacta. Me matriculé una vez en letras en Lima, pero con el solo interés de seguir el curso de latín de un agustino erudito. Y en Europa frecuenté algunos cursos libremente, pero sin decidirme nunca a perder mi carácter extrauniversitario y tal vez, si hasta antiuniversitario. En 1925 la Federación de Estudiantes me propuso a la Universidad como catedrático en la materia de mi competencia; pero la mala voluntad del Rector y, seguramente, mi estado de salud, frustraron esta iniciativa."

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