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La alienación y el sentido de la historia en Marx

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La alienación y el sentido de la historia en Marx

La crítica de la alienación y de la explotación

Karl Marx (1818-1883), filósofo, economista, historiador y revolucionario alemán, nacido en Tréveris, redacta en 1844 los Manuscritos económico-filosóficos. En 1859 publica la Contribución a la crítica de la economía política, en cuyo prólogo hace un resumen de algunas de sus ideas más significativas. En este texto ya pueden encontrarse las bases que darán lugar a los estudios de El Capital, su obra más importante y con mayor repercusión teórica. Entretanto, en los años 1857 y 1858, va recolectando materiales y escribiendo borradores para la creación de esta gran obra. Estos materiales son conocidos como los Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse). En 1867 publica el primer volumen de El Capital. La exposición que sigue se centra especialmente en los

Manuscritos económico-filosóficos para tratar el tema del trabajo alienado, en el prólogo a la

Contribución a la crítica de la economía política y en los Grundrisse para considerar algunas de las críticas a los filósofos políticos antes estudiados y la propia concepción marxiana de la historia humana desde las comunidades primitivas. Primeramente se presentarán las críticas que Marx hace a los pensadores anteriores y luego se resumirán las posiciones más relevantes de su pensamiento para el desarrollo de esta unidad.

Para Marx cabe hacer al menos tres críticas a los modelos anteriormente presentados. En primer lugar, respecto del llamado estado de naturaleza, señala que los pensadores anteriores partían de los individuos abstractos1 para explicar el surgimiento de las sociedades postulando un estado de naturaleza que es una abstracción2 que traslada al pasado los rasgos particulares de una época histórica (los de la “sociedad civil”) pretendiendo hacerlos pasar por naturales. Así, el individuo independiente y desprendido de todo lazo social, que es un producto del desarrollo histórico, pasa a ser considerado como un punto de partida de la historia. Marx llama “robinsonadas”3

a las postulaciones imaginarias de este tipo de individuos solitarios e independientes. De esta manera, su crítica reside en mostrar que no se ha tenido en cuenta la historia y se ha presentado al hombre abstraído de toda condición histórica, no percatándose de que lo que se hacía era deshistorizar y naturalizar un tipo de individuo que era el producto de una época particular: el de la sociedad civil burguesa. Por un lado, para Marx, el individuo sólo puede llegar a ser tal (individualizarse) en el interior de una sociedad y por esto mismo, siempre se encuentra integrado dentro de un todo mayor, de un colectivo. Sólo dentro de la “sociedad civil” del siglo XVIII, aparece el hombre aislado persiguiendo unos fines tan particulares que convierten en simple medio las relaciones sociales con los demás hombres. Por otro lado, la producción tampoco existe de manera abstracta, sino que se da en un determinado período del desarrollo histórico-social. Por lo tanto, cada época posee sus propias características tanto respecto de lo que son sus modos de producción, como de lo que son los hombres y las relaciones sociales.

En segundo lugar, respecto del pacto o contrato, Marx retoma la crítica hegeliana acerca de que el contrato es una institución del derecho privado y como tal presupone al Estado. Por ende, se cae en una evidente petición de principio4, porque se recurre a un instrumento explicativo que supone lo que se pretende demostrar.

1 “Abstracto” significa “separado”. Se los considera “abstractamente” porque se separa a los individuos del

contexto que los ha engendrado: los individuos son el producto de una cultura, de una sociedad, de una época, de un mundo, y sólo existen a partir de ellos y no como algo previo de lo que se derivaría el resto.

2 La concepción del estado de naturaleza como una instancia “separada” y previa a la constitución de las

sociedades no puede evitar proyectar algunos rasgos derivados de la vida en común al estado natural pre-social. Por ejemplo, la agresividad en Hobbes, la propiedad en Locke o la libertad en Locke y en Rousseau, son rasgos derivados de la sociedad y la cultura que estos autores proyectan anacrónicamente al estado natural.

3 Con ello hace referencia al conocido personaje literario Robinson Crusoe, quien tras sufrir un naufragio y

arribar a una isla desierta, reconstruye los elementos de su civilización en un contexto puramente natural. Marx cuestiona este tipo de representaciones abstractas y anacrónicas no solamente en los teóricos políticos modernos sino también en los fundadores de la ciencia de la economía política, surgida hacia fines del siglo XVIII.

4 La “petición de principio” es una falacia lógica, es decir, un razonamiento que tiene una forma

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Por último, Marx señala que estos pensadores sostienen que el Estado es racional y universal, porque lo consideran el resultado del consentimiento de todos los individuos guiados por la razón y que por ser tal vendría a poner fin a los conflictos que surgen entre los individuos guiados por sus pasiones egoístas. Sin embargo, el Estado, lejos de ser un mediador imparcial de los conflictos entre individuos, es un instrumento de dominación de unos sobre otros. Más precisamente, es un instrumento de dominación de la clase económicamente dominante sobre la clase explotada. Si para los pensadores anteriores el Estado era la superación del estado de naturaleza y de guerra de todos contra todos, para Marx es la exacerbación de dicho estado natural y violento antes que su eliminación. La esencia del Estado es despótica, porque surge como instrumento y legitimación de la explotación, y por lo tanto, implica la dictadura de una clase sobre las otras. Por este motivo, para Marx la superación del estado de naturaleza no implica la institución del Estado sino su destrucción, previo paso por la dictadura del proletariado (la clase de los explotados, de los que no tienen nada que perder y por tanto los que mejor representarían los intereses universales).

A diferencia de los autores anteriores, Marx sostiene que el sujeto de la historia (quien produce los hechos históricos) no es individual sino colectivo: una cultura, una sociedad o una clase dentro de ella. Los individuos existen sólo dentro de este colectivo y se comprenden sólo a partir de él. Por esto, postular un estado de naturaleza presocial es una abstracción sin sentido. Marx que piensa la historia desde su propia época (en la que se ha desarrollado el modo de producción capitalista) afirma que ésta tiene un sentido inmanente5 que se encuentra en el desarrollo de los modos de producción. Esta última afirmación contiene en sí tres partes que es necesario desarrollar para comprender el pensamiento de este autor.

En primer lugar, a qué se hace referencia con “modos de producción”. Para comprender esto hay que desarrollar el problema del trabajo. En segundo lugar, en qué consiste el modo de producción capitalista. Para esto hay que considerar el concepto de alienación. Y por último, qué quiere decir que la historia tiene un sentido y en qué consiste ese sentido de la historia.

Respecto de la primera cuestión, Marx considera que el hombre es un zoon politikón, es decir, un ser social cuya esencia es el trabajo. Pero no sólo eso, sino un ser que sólo se puede individualizar en el seno de una sociedad y mediante el trabajo. No es un ser abstracto y desgajado de todo contexto sino que es lo que él mismo se hace en su relación con el mundo exterior (la naturaleza y los otros hombres en sus relaciones sociales). Así, el hombre se produce a sí mismo mediante el trabajo, que no es más que el acto de autoproducirse (no de manera individual sino socialmente). El hombre produce sus medios de vida de un modo determinado. Por lo tanto, el hombre es lo que produce y el modo como lo produce. Así, el trabajo en tanto que esencia humana es la realización de las posibilidades del hombre (lo que realiza es lo que él es) para la satisfacción de sus necesidades. Este proceso de autoproducción humana mediante el trabajo consiste por un lado en una exteriorización del hombre en la naturaleza, creando objetos o productos a partir del encuentro entre su idea del objeto y una materia dada por la naturaleza. Y por otro, esa transformación de la naturaleza, a la vez actúa sobre el mismo hombre y sus condiciones de vida. Así, se comprende que la esencia del hombre es el mundo del hombre, el mundo que él ha hecho, transformado y humanizado. En este sentido, mediante el trabajo el hombre afirma su ser y lo muestra, a la vez que puede reconocerse a sí mismo en lo que es su obra. De este modo, es libre en la medida que desarrolla su ser a través del trabajo.

Por otro lado, en tanto que no hay individuos aislados, el trabajo está mediado socialmente y se realiza en un determinado contexto histórico y de una determinada manera. Esta manera es lo que Marx llama “modos de producción” que son modos de trabajo para transformar las condiciones naturales y satisfacer las necesidades. Así, a lo largo de la historia los hombres han desarrollado diferentes modos de producción, con diversos grados de complejidad, que determinan las relaciones sociales de un colectivo, es decir su forma de vida y las condiciones de su libertad. Por lo tanto, se comprende porqué para Marx la esencia del hombre es el conjunto de sus relaciones sociales que varían a lo largo de la historia dependiendo de los cambios producidos en los modos de producción.

Antes de pasar a desarrollar los diferentes modos de producción expondremos la alienación de los hombres en el modo de producción capitalista. Como ya hemos afirmado el trabajo es la actividad mediante la cual los hombres se construyen a sí mismos como humanos a partir de la transformación de la naturaleza para producir la sociedad. Se puede decir entonces que, según Marx, el hombre a lo largo de la historia, construye su propia esencia a través del trabajo. Así, su esencia depende de las condiciones del trabajo en cada circunstancia histórica. Pero sucede que en la sociedad capitalista, en la que vive Marx, el

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hombre está alienado. Según lo dicho antes, el hombre es propiamente hombre en tanto que se produce a sí mismo, se adueña de lo que produce y se reconoce como siendo su propio producto. Sin embargo, bajo el modo de producción capitalista, el trabajo y los productos del trabajo no pertenecen a los trabajadores (al hombre) que, por lo tanto, han perdido su esencia: su humanidad se les ha hecho ajena, extraña, se ha alienado. El trabajador no reconoce en el trabajo su actividad más propia, el lugar de su realización en el cual obra libremente. Antes bien, en el trabajo se encuentra fuera de sí y sólo se siente en sí fuera del trabajo. No ve al trabajo como la libre y satisfactoria realización de su ser sino como trabajo forzado considerándolo como simple medio para satisfacer sus necesidades fuera del mismo. En consecuencia, el trabajo que es donde el hombre debería hacerse a sí mismo humano, se vuelve una tarea donde el hombre se siente como animal, como un ser extraño. En esto consiste la alienación. Ésta puede ser analizada desde tres puntos de vista.

En primer lugar, hay una alienación del trabajador respecto de su actividad (el trabajar) ya que siente que ésta no le pertenece. Aquella actividad que debiera ser la más propia del hombre, en la que éste desarrolle sus potencialidades para la realización de la propia esencia y, que debiera ser una actividad gratificante que incremente la libertad y la creatividad, bajo el modo de producción capitalista es vivida con malestar, como trabajo forzado y no libre, como actividad que en lugar de ser la satisfacción de una necesidad, de ser un fin en sí misma, es un medio para lograr la supervivencia, como algo que es repetitivo y no creativo. De este modo, el trabajar alienante, en lugar de humanizar, deshumaniza. Marx concluye que “de esto resulta que el hombre (el obrero) sólo se siente obrando libremente en sus funciones animales, en el comer, beber y engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la habitación y al atavío, y en cambio en sus funciones humanas se siente sólo como animal. Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en lo animal”6

.

En segundo lugar, hay una alienación del trabajador en relación con el producto de su trabajo ya que las cosas producidas resultan ajenas al trabajador que las produce, no le pertenecen a él sino al capitalista, que es el dueño de los medios de producción. De este modo, el producto se vuelve extraño para el propio productor. Lo propiamente humano que es el trabajo se realiza en la cosa y se hace objeto, es decir, se objetiva. Sin embargo, el trabajador que mediante su trabajo se ha puesto a sí mismo en el objeto, no puede reapropiarse de él ya que se le ha hecho extraño y no lo puede reconocer como suyo. El objeto se le opone y termina por dominarlo convirtiéndolo en su esclavo. Decimos que lo domina en tanto que las mercancías que el trabajador produce constituyen el capital que a su vez es el que paga los salarios haciendo que la mayor parte del producto del trabajo sea para otro (el capitalista) y que sólo sea para el trabajador la cantidad indispensable para reproducir su fuerza de trabajo. Así, la objetivación resulta en una pérdida del objeto y en su expropiación.

En tercer y último lugar, el trabajador está alienado porque su actividad no es libre. Él no puede elegir su trabajo, es decir, la forma de la realización de su esencia, sino que el trabajo que hará depende del lugar que ocupe dentro del sistema de producción y de distribución de la riqueza y el poder. Marx sostiene que el hombre es verdaderamente humano sólo cuando hace de su trabajo el objeto de su voluntad y de su conciencia, es decir, cuando su actividad es libre. Así, el verdadero trabajo es el que se lleva a cabo libre de la necesidad física. Por lo tanto, la alienación aparece cuando el trabajo ya no es una actividad libre sino un trabajo forzado. El trabajo deja de ser una actividad libre destinada al desarrollo de la especie, para convertirse en mera actividad económica, en un simple medio para el mantenimiento de la vida individual. Así, hay una alienación del hombre respecto de la especie misma, puesto que el trabajo que es la actividad vital de la especie, al estar alienado, queda rebajado a un simple medio para la vida de algunos individuos. Con el trabajo alienado se invierte la relación: el hombre hace de su actividad vital, de lo más propio de su ser, un mero medio para su existencia individual. Por otro lado, la libertad individual encuentra la imposibilidad de desarrollarse en sentido pleno en una sociedad dividida en clases puesto que la actividad de cada individuo se encuentra predeterminada por la clase a que éste pertenezca y por la relativa libertad que esta clase posea respecto de las otras.

Por último, se desarrollará la tercera cuestión que se refiere al sentido que para Marx tiene la historia. Decir que la historia tiene un sentido significa que tiene una orientación, es decir, que todos los acontecimientos se dirigen hacia un fin. Marx piensa la historia como el paso de una sociedad sin clases a una sociedad dividida en clases, que el comunismo vendría a superar a partir del establecimiento de una nueva sociedad sin clases. Asimismo, a lo largo de la historia para Marx se pasaría gradualmente de

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un período donde el hombre no está alienado a otro de máxima alienación que correspondería a la sociedad capitalista para luego llegar a la superación de la alienación en la sociedad comunista futura. De este modo, luego de la alienación sufrida por el hombre a lo largo de la historia se daría un momento de reapropiación de la esencia humana por parte del hombre y éste se convertiría en un verdadero ser social. Marx distingue cinco modos de producción que se fueron dando a lo largo de la historia: el modo de producción asiático o comunismo primitivo, el modo de producción antiguo o esclavista, el feudal o germánico, el burgués o capitalista y el comunista. Cada uno de estos modos de producción da lugar a nuevas formas de vida cada vez más alienantes para el hombre hasta que al fin la alienación sea superada con el advenimiento del comunismo. Así, habría una tendencia progresiva en la historia según la cual, a partir del desarrollo de todas las posibilidades que contiene en sí cada modo de producción, se daría paso a otro modo de producción cuya posibilidad se engendra en el propio seno del anterior. Es decir que cada momento histórico contiene en sí mismo potencialmente su propia negación, su propia destrucción y superación. Dentro de cada sistema se engendra la posibilidad de superación inmanente de ese sistema y el cambio es lo que necesariamente termina sucediendo. Esta ley de la historia le permite predecir la superación del modo de producción capitalista y su sustitución por un sistema en el que se hayan eliminado todas las desigualdades sociales: el modo de producción comunista. Como se puede ver, Marx piensa que el sentido de la historia no está dirigido al presente, sino al futuro, hacia una sociedad sin explotación, sin propiedad privada y sin clases sociales. De este modo, el comunismo no sería más que una necesidad histórica que tendría lugar a partir de la superación inmanente del capitalismo. En este sentido, dado que para Marx las relaciones de producción (las técnicas de producción y las formas de adquisición y distribución de los productos) constituyen la estructura económica de la sociedad, es decir la base sobre la que se apoya la superestructura jurídico-política y las formas de conciencia social es necesario exponer los diversos modos de producción para comprender el desarrollo de la historia y para mostrar que el modo de producción capitalista lejos de ser algo natural es un modo más en este recorrido histórico de la humanidad y que por lo tanto también puede ser transformado.

El comunismo primitivo tiene como base la familia o la reunión de varias familias que devienen en una tribu. A estas tribus corresponde una vida pastoral, una forma de vida nómada (los hombres no son naturalmente sedentarios) en la que aprovechan los diferentes terrenos para el pastoreo hasta que se asientan en un lugar fértil y comienzan a explotar la tierra de una manera colectiva. En consecuencia, afirma Marx, “la colectividad tribal, la entidad comunitaria natural, no aparece como resultado, sino como supuesto de la apropiación colectiva (temporaria) del suelo y de su utilización”7. En esta circunstancia, la tierra es tanto el lugar de asentamiento de la tribu como su gran taller que le proporciona los medios y los materiales de trabajo. Los hombres, en tanto que miembros de la comunidad, se comportan como propietarios o poseedores del suelo. De este modo, no es el trabajo el medio de la apropiación del suelo sino la apropiación comunitaria del suelo la condición del trabajo del mismo. Así, en contraposición a Locke que atribuía al trabajo la capacidad de crear propiedad privada, Marx sostiene que, bajo el modo de producción primitivo, la propiedad es parte de una sociedad (es decir, que no es privada sino comunitaria) en la que cada individuo se integra como miembro poseedor que trabaja. Como continuación de esta forma de producción aparece el sistema asiático o despotismo oriental en el que la propiedad comunitaria se basa en la producción combinada de manufactura y agricultura. Bajo el modo de producción asiático hay una unidad omnicompresiva que es el único propietario efectivo que está por encima de todas las pequeñas comunidades que sólo son poseedores hereditarios del suelo.

El segundo modo de producción es el antiguo, que es producto de una vida histórica más dinámica, que también tiene como primer supuesto la entidad comunitaria, pero ella no es ya una sustancia respecto de la cual los individuos son meros accidentes. La ciudad es la sede de los campesinos que son los propietarios de la tierra de cultivo. Ya no existe la aldea como mero accesorio de la tierra sino que es la tierra la que aparece como territorio de la ciudad. Bajo este modo de producción existe la propiedad privada de la tierra por parte del individuo pero éste sólo es propietario en tanto que miembro de la comunidad, que es la que ocupa o conquista la tierra y la que garantiza y defiende su ocupación. De este modo, sólo hay propiedad privada mediada por la pertenencia a una comunidad. “En este caso, sigue

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siendo un presupuesto para la apropiación del suelo el ser miembro de la comunidad, pero, en tanto que miembro el individuo es propietario privado”.8

El tercer modo de producción es el germánico o feudal. Aquí, las familias se establecen en los bosques, separadas unas de otras por grandes distancias y la comunidad sólo existe cuando los integrantes de las viviendas aisladas se asocian ocasionalmente con los de otras que pertenecen a la misma tribu para la resolución de problemas, compartir la religión o para garantizar la mutua seguridad. En este modo de producción, “el todo económico está contenido en cada casa individual, la cual constituye para sí un centro autónomo de la producción”9

.

En cuarto lugar, el desarrollo del modo germánico o feudal da origen al capitalismo del cual ya se ha expuesto lo más importante, es decir, la forma de la alienación. Sin embargo, lo que interesa señalar es que en todos los modos de producción que preceden al capitalista, por un lado, se da una apropiación de la condición natural del trabajo (la tierra) no por medio del trabajo sino como supuesto del mismo y el individuo se relaciona con ella como con algo suyo. Por otro lado, el establecimiento de esa forma de relación con el suelo tratándolo como propiedad de quien lo trabaja está mediado por la existencia del individuo como miembro de una comunidad10. Como ya se ha explicado, bajo la forma de producción burguesa, el trabajador se encuentra desposeído, ha perdido su propiedad y con ella la relación con el medio natural que estaba implicada, es decir, que se encuentra alienado. Sin embargo, a lo largo de su desarrollo histórico, el hombre ha ganado autonomía desde la aquella primera comunidad en la que si bien era propietario y no estaba alienado, simultáneamente estaba sometido al todo de tal modo que era sólo un accidente de él, es decir, un accesorio. Puede decirse, entonces, que la historia del hombre consiste en una progresiva alienación causada por el desarrollo de las fuerzas productivas que llega a su cúspide con el sistema capitalista, a la vez que éste mismo desarrollo al disolver las comunidades primitivas sienta las bases para el reconocimiento de la importancia del desarrollo de la libertad individual.

En este punto, Marx postula el advenimiento futuro del quinto modo de producción: el comunismo. En él se suprimirán las clases sociales y con ellas, las causas de las contradicciones y los conflictos en la sociedad, superando la alienación, y realizando plenamente la esencia del hombre. Por eso dice Marx que sólo entonces comenzará la verdadera historia del hombre, el reino de la libertad, respecto de la cual toda la anterior debiera llamarse “prehistoria’.

-Bibliografía: Etchegaray, R. (coord.) “Filosofía social y política”

9. Guía de preguntas

1. ¿Cuáles son las tres críticas que Marx hace a los modelos de Hobbes, Locke y Rousseau? 2. Explique porqué las teorías modernas parten de principios abstractos. 3. ¿Quién es el sujeto de la historia? ¿Por qué es un sin sentido afirmar que la sociedad surge de la asociación de los hombres en estado de naturaleza? 4. Explique la tesis que sostiene que la esencia del hombre es el trabajo. 5. ¿Qué relación hay entre el trabajo y la libertad? 6. ¿En qué consiste la alienación en el proceso de trabajo? 7. ¿Cuáles son las tres perspectivas de análisis del proceso de alienación? 8. ¿Cuál es el sentido de la historia? 9. ¿Cuáles son los cinco modos de producción que se han desarrollado en la historia? 10. ¿Cuál es la ley que gobierna los cambios en la historia? 11. ¿Cómo se relaciona el desarrollo de los modos de producción en la historia con la alienación?

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Marx: 1857-58, p. 437.

9 Marx: 1857-58, p. 443.

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Lectura de textos

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La crítica del concepto abstracto de estado de naturaleza y la naturaleza social del ser humano

“Individuos que producen en sociedad, o sea, la producción de los individuos socialmente determinada: éste es naturalmente el punto de partida. El cazador o el pescador solos y aislados, con los que comienzan Smith y Ricardo, pertenecen a las imaginaciones desprovistas de fantasía que produjeron las robinsonadas dieciochescas, las cuales, a diferencia de lo que creen los historiadores de la civilización, en modo alguno expresan una simple reacción contra un exceso de refinamiento y un retorno a una malentendida vida natural. El contrato social de Rousseau, que pone en relación y conexión a través del contrato a sujetos por naturaleza independientes, tampoco reposa sobre semejante naturalismo. Éste es sólo la apariencia, y la apariencia puramente estética, de las grandes y pequeñas robinsonadas. En realidad, se trata más bien de una anticipación de la “sociedad civil” que se preparaba desde el siglo XVI y que en el siglo XVIII marchaba a pasos de gigante hacia su madurez. En esta sociedad de libre competencia aparece como desprendido de los lazos naturales, etc., y que en las épocas históricas precedentes hacen de él una parte integrante de un conglomerado humano determinado y circunscrito. A los profetas del siglo XVIII sobre cuyos hombros aún se apoyan totalmente Smith y Ricardo, este individuo del siglo XVIII –que es el producto, por un lado, de la disolución de las formas de sociedad feudales y, por el otro, de las nuevas fuerzas productivas desarrolladas a partir del siglo XVI- se les aparece como un ideal cuya existencia habría pertenecido al pasado. No como un resultado histórico, sino como un punto de partida de la historia. Según la concepción que tenían de la naturaleza humana, el individuo aparecía como conforme a la naturaleza en cuanto puesto por la naturaleza y no en cuanto producto de la historia. [...] Cuanto más lejos nos remontamos en la historia, tanto más aparece el individuo – y por consiguiente también el individuo productor- como dependiente y formando parte de un todo mayor: en primer lugar y de una manera todavía muy enteramente natural, de la familia y de esa familia ampliada que es la tribu; más tarde, de las comunidades en sus distintas formas, resultado del antagonismo y de la fusión de las tribus. Solamente al llegar al siglo XVIII, con la “sociedad civil”, las diferentes formas de conexión social aparecen ante el individuo como un simple medio para lograr sus fines privados, como una necesidad exterior. Pero la época que genera este punto de vista, esta idea del individuo aislado, es precisamente aquella en la cual las relaciones sociales (universales según este punto de vista) han llegado al más alto grado de desarrollo alcanzado hasta el presente. El hombre es, el sentido más literal, un Zoon Politikón, no solamente un animal social, sino un animal que sólo puede individualizarse en la sociedad. La producción por parte de un individuo aislado, fuera de la sociedad – hecho raro que bien puede ocurrir cuando un civilizado, que potencialmente posee ya en sí las fuerzas de la sociedad, se extravía accidentalmente en una comarca salvaje- no es menos absurdo que la idea de un desarrollo del lenguaje sin individuos que vivan juntos y hablen entre sí [...] Por eso, cuando se habla de producción, se está hablando siempre de producción en un estadio determinado del desarrollo social, de la producción de individuos en sociedad. Podría parecer por ello que para hablar de la producción a secas debiéramos o bien seguir el proceso de desarrollo histórico en sus diferentes fases o bien declarar desde el comienzo que estamos ante una determinada época histórica, por ejemplo de la moderna producción burguesa, la cual es en realidad nuestro tema específico.”

Marx, K.: Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858. Siglo XXI editores, México, 2001, Introducción, p. 3-5.

Estructura y superestructura

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social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia. Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productoras de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de estas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social. El cambio que se ha producido en la base económica trastorna más o menos lenta o rápidamente toda la colosal superestructura. [...] Una sociedad no desaparece nunca antes de que sean desarrolladas todas las fuerzas productoras que pueda contener, y las relaciones de producción nuevas y superiores no se sustituyen jamás en ella antes de que las condiciones materiales de existencia de esas relaciones hayan sido incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad.”

Marx, K., (1859), Contribución a la crítica de la economía política, Prefacio, Alberto Corazón, Madrid 1970, p. 37-38.

Dialéctica y proceso natural

“El hecho de que la dialéctica sufra en manos de Hegel una mistificación, no obsta para que este filósofo fuese el primero que supo exponer de un modo amplio y consciente sus formas generales de movimiento. Lo que ocurre es que la dialéctica aparece en él invertida, puesta de cabeza. No hay más que darle la vuelta, mejor dicho ponerla de pie, y enseguida se descubre bajo la corteza mística la semilla racional.

La dialéctica mistificada llegó a ponerse de moda en Alemania, porque parecía transfigurar lo existente. Reducida a su forma racional, provoca la cólera y es el azote de la burguesía y de sus portavoces doctrinarios, porque en la inteligencia y explicación positiva de lo que existe se abriga a la par la inteligencia de su negación, de su muerte forzosa; porque, crítica y revolucionaria por esencia, enfoca todas las formas actuales en pleno movimiento, sin omitir, por tanto, lo que tiene de perecedero y sin dejarse intimidar por nada.”

Marx, K, El capital, tomo 1, México, FCE, 1973. Postfacio a la segunda edición, p. XXIV.

“El sistema de apropiación capitalista que brota del régimen capitalista de producción, y por tanto la

propiedadprivadacapitalista, eslaprimeranegaciónde la propiedad privada individual, basadaen el propio trabajo. Pero la producción capitalista engendra, con la fuerza inexorable de un proceso natural, su primera negación. Es la negaciónde la negación. Esta no restaura la propiedad privada ya destruida, sino una propiedad individual que recoge los progresos de la era capitalista: una propiedad individual basada en la cooperación y en la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción producidos por elpropio trabajo.

Marx, K., ibíd.., cap. XXIV, p. 649.

“Lo único que a Marx le importa es descubrir la ley de los fenómenos en cuya investigación se ocupa. (…) y sobre todo, la ley que rige sus cambios, su evolución, es decir, el tránsito de una forma a otra, de uno a otro orden de interdependencia. Una vez descubierta esta ley, procede a investigar en detalle los efectos en que se manifiesta dentro de la vida social ... Por tanto, Marx sólo se preocupa de una cosa: de demostrar mediante una concienzuda investigación científica la necesidad de determinados órdenes de relaciones sociales y de poner de manifiesto del modo más impecable los hechos que le sirven de punto de partida y de apoyo. Para ello, le basta plenamente con probar, a la par que la necesidad del orden presente, la necesidad de un orden nuevo hacia el que aquél tiene inevitablemente que derivar, siendo igual para estos efectos que los hombres lo crean o no, que tengan o no conciencia de ello. Marx concibe el movimiento social como un proceso histórico–natural regido por leyes que no sólo son independientes de la voluntad, la conciencia y la intención de los hombres, sino que además determinan su voluntad, conciencia e intenciones. (…)”

Referencias

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