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CINCO PREMISAS PARA EL FUTURO TRES EJES DE INCERTIDUMBRE CUATRO ESCENARIOS PARA INTERNET DEL 2025

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For more information, please contact: Nancy Murphy

Monitor/GBN 101 Market Street Suite 1000

San Francisco, CA 94105 nancy_murphy@gbn.com

Informe publicado en español por Fundación Telefónica

La

Evolución

Internet

CINCO PREMISAS PARA EL FUTURO

TRES EJES DE INCERTIDUMBRE

CUATRO ESCENARIOS PARA INTERNET DEL 2025

de

Cubierta.indd 1

(2)
(3)

ÍNDICE

DE

MATERIAS

Prólogo

. . . .1

Introducción

. . . .2

Cinco premisas sobre el futuro

. . . .5

Ejes de incertidumbre

. . . .9

Estructura de los escenarios

. . . .13

PALPITANTE . . . .15

INSEGURO . . . .19

DECEPCIONANTE . . . .23

DESBORDADO . . . .27

Poniendo en juego los escenarios

y explorando sus repercusiones

. . . .31

Conclusión

. . . .39

Agradecimientos

. . . .40

Apéndice 1

. . . .41

ENTREVISTAS . . . .41

Apéndice 2

. . . .44

(4)

Este informe es un esfuerzo de colaboración en-tre Cisco, líder mundial en infraestructuras para Internet, y Global Business Network (GBN), la consultora de escenarios más importante del mundo.

Se ofrece como contribución a los diferentes de-bates y esfuerzos en curso con el fi n de aprove-char el gran potencial de Internet y de las redes IP para llevar el desarrollo económico y humano a escala mundial. Esto es de particular impor-tancia para los países con mercados en vías de desarrollo donde el nivel del uso de Internet, re-lativamente bajo, actualmente nos hace cons-cientes de que existe una profunda laguna de oportunidades en términos de productividad económica e inclusión social.

Esperemos que nuestro debate sobre las fuerzas motrices e incertidumbres claves que afectan a la evolución de Internet y los casos que hemos desarrollado para ilustrar cómo dichos factores que pueden desarrollarse para el año 2025 cons-tituyan una fuente útil de entendimiento incluso para el lector ocasional. No obstante, hemos pensado en dos públicos principales para este informe. Uno de ellos son los líderes en los ám-bitos tecnológico y empresarial, que realmente son los que están construyendo Internet como

vendedores, suministradores, proveedores de servicios, fabricantes de dispositivos y desarro-lladores de aplicaciones. Por otro lado, existe un grupo más amplio formado por inversores, es-pecialmente los responsables de elaborar las po-líticas que dan forma a las normas de actuación que afectan a Internet para prestar servicio a sus integrantes de la mejor forma posible.

El tener la posibilidad de medir una serie de ca-sos con éxito ofrece una doble vertiente: por un lado, si conseguimos imaginar los diferentes caminos que pueden tomarse en el futuro, con-seguiremos estar mejor preparados para las contingencias a largo plazo y, por otro, si identi-fi camos los indicadores clave y desarrollamos signos de cambio nos ayudará a que nos asegu-remos de que las decisiones que vayamos to-mando son lo bastante fl exibles como para adap-tarse al cambio. Con este informe hemos intentado, por un lado, cumplir con estos objeti-vos con vistas al futuro de manera provocadora y, por otro, centrarnos en el aspecto práctico y la acción. Esperamos que estos casos inspiren más debates y elecciones más acertadas de forma que la banda ancha e Internet desarrollen su poten-cial para mejorar la prosperidad y el bienestar mundial.

(5)

Estamos en el año 2025. Imaginemos que Inter-net ha resultado ser una plataforma de lanza-miento de la nueva ola de prosperidad mundial. Se ha convertido en parte integral de las vidas y oportunidades de los que viven en sitios tan dis-pares como la periferia de Ciudad de México o las zonas rurales de Sri Lanka como lo ha sido desde hace tiempo a los habitantes del centro de Tokio, Nueva York y Londres. Ahora, además, hay una gran variedad de aplicaciones que res-ponden a las necesidades y demandas de la ma-yoría de la población mundial y de las empresas de todos los tipos y tamaños.

O tal vez no.

Quizá Internet se ha convertido en víctima de su propio éxito, con el estallido de productos y ser-vicios resultando tanto una fuente de frustra-ción como de satisfacfrustra-ción porque las redes en muchos momentos y lugares del mundo están sobresaturadas y no son fi ables. O, tal vez, Inter-net no da más de sí, tan plagado de ataques y piratería informática que ha surgido una nueva brecha digital entre quienes tienen acceso a en-claves protegidos por medidas de seguridad cos-tosas y quienes se mueven con recelo en un In-ternet gratuito pero peligroso. O, tal vez, un prolongado estancamiento económico y políti-cas proteccionistas han reducido drásticamente la demanda de nuevos aparatos y han erosiona-do la predisposición de los usuarios a pagar por aplicaciones y servicios.

Todos estos mundos pueden resultar verosími-les. Todos podrían suceder. ¿Estás preparado?

Volviendo al 2010, Internet forma parte ya de mucha gente en muchos lugares del mundo.

Tan-to que nos olvidamos de los grandes avances des-de que se enviaron los primeros correos electró-nicos a través de ARPAnet en 1970, y de los cambios masivos que el Internet ha originado en nuestra forma de vivir y de trabajar. Sin embargo, a pesar de su crecimiento explosivo, sobre todo durante los 15 últimos años, Internet aún se en-cuentra en su adolescencia, incluso podríamos decir que en su infancia: menos de un tercio de la población mundial ha “navegado” por Internet (casi 5.000 millones todavía no lo han hecho).

Al igual que los arquitectos de ARPAnet nunca se imaginaron el Internet de ahora, nos resulta difícil predecir su evolución y su impacto futu-ros. Con lo que si podemos contar es que miles de millones de personas en países con econo-mías emergentes están impacientes por conec-tarse. Sin embargo, aún queda mucho por saber: desde quién, cómo, cuándo y a qué precio con-seguirán engancharse al tren de Internet como fuente de innovación y de creación de valor co-mercial, social y humano. La interacción de las decisiones que tomemos hoy, y en un futuro próximo, ya sea como usuarios, como estrategas empresariales o como responsables de elaborar políticas, determinarán la evolución de Internet para el año 2025 y tendrán impactos tanto inten-cionados como inesperados.

De ahí que sea necesario recurrir al uso de esce-narios —un juego de historias divergentes sobre el futuro— para explorar y para ayudar a prepa-rarnos para los posibles futuros de Internet. Con el fi n de que los escenarios sean relevantes y lógicamente relacionados, organizamos nues-tras pesquisas en torno a dos preguntas relacio-nadas entre sí.

(6)

A efectos de este informe, consideramos Inter-net desde una perspectiva amplia, desde puntos de vista mecánico y de creación de valor. Técni-camente hablando, se puede pensar en Internet como una malla de impresiones digitales, siste-mas de almacenamiento, fi bras, frecuencias de radios, transmisiones, interruptores, pantallas y terminales. Sin embargo, lo que defi ne Internet como creador de valor económico-social es el conjunto de relaciones que se tejen, en el marco establecido por las políticas vigentes, en torno a las tecnologías, a las aplicaciones y a los actores o usuarios.

En su base se encuentran las políticas y estánda-res que confi guran el desarrollo de Internet, la interoperabilidad de sus componentes y la seguri-dad. El siguiente nivel, la infraestructura o co-lumna vertebral de la red consiste en cables, inte-rruptores, routers y torres que conforman el mecanismo de transmisión básico para todo el tráfi co de Internet. A continuación, se encuen-tran las conexiones que los usuarios —tanto indi-viduos como empresas— utilizan para conectar-se. Después están las tecnologías soporte, incluyendo los ordenadores personales, PDAs, te-léfonos y el resto de lo que, en base a IP, permite a los usuarios adentrarse en la red. El ultimo nivel, incluyendo aplicaciones y contenido (streaming,

datos —en el sentido mas amplio, comunicacio-nes P2P, juegos, comunicaciocomunicacio-nes, VOIP y correo

electrónico). Por último, nos encontramos con los usos, a saber, las fórmulas en fl ujo constante que, tanto individuos como empresas, escogen para consumir el contenido de Internet.

Los cuatro niveles intermedios (aplicaciones y contenidos, tecnologías de apoyo, conexiones e infraestructura de la red) generan unos ingresos anuales de aproximadamente 3 billones (de los de un millón de millones) de dólares, más de dos tercios de los cuales proceden de los mercados desarrollados. Esto incluye (en forma de aplica-ciones y contenidos) el margen atribuible a

In-CÓMO SE DISTRIBUYEN

LOS

3 BILLONES DE DÓLARES

DEL INTERNET

Usos

Aplicaciones y contenidos

Tecnologías soportes

Conexiones

Infraestructura de la red

Políticas y estándares 0.7

0.6

1

0.7

INTRODUCCIÓN

¿Qué fuerzas moldearán Internet

entre hoy y el año 2025?

(7)

ternet del comercio electrónico, el gran volu-men, en constante expansión, de compras y servicios a través de Internet, desde la venta de libros hasta la preparación de la declaración de la renta. Se estima que el volumen del comercio electrónico alcance los 8 billones de dólares anuales, de los cuales estimamos el margen atri-buible a Internet como canal de venta en aproxi-madamente 0,5 billones de dólares. Por tanto, el total de los ingresos relacionados con Internet lo ciframos ya en aproximadamente 3 billones de dólares —y sigue creciendo.

A diferencia de este valor de transacciones co-merciales, el valor social de Internet resulta in-mensurable. Lo que sí sabemos es que está creando un nuevo mundo de oportunidades y está transformando las interacciones humanas mientras que, al mismo tiempo, desafía muchas de las estructuras políticas y sociales existentes. Aunque esto último no es el tema de nuestro in-forme, constituye una fuerza inevitable y pode-rosa para el cambio.

Esta amplia gama de posibilidades hace que sean útiles los escenarios: historias del futuro que son, intencionadamente dispares y que fuerzan a dar de sí nuestros planteamientos con el fi n de que nos acostumbremos no solo a lo esperado sino también a lo casi inimaginable. Al ayudar-nos a visualizar un amplio abanico de posibles futuros, en lugar de lanzar predicciones específi -cas o hacer proyecciones lineales, los escenarios nos permiten descubrir nuevos riesgos, oportu-nidades y combinaciones que resultan verosími-les pero que cuestionan lo que asumimos son puntos de referencia fi rmes.

Nuestro proceso se constituyó con los siguientes componentes:

• Empezamos con una revisión general de ma-teriales de libre acceso y también algunas in-vestigaciones propias de uso restringido. Esto lo complementamos entrevistando expertos de Cisco y pensadores externos, entre los que se incluyen miembros de GNB (véase Apén-dice 1 para una descripción de la variedad de los temas abarcados y la diversidad de las per-sonas entrevistadas).

• A través de la investigaciones y las entrevistas identifi camos una serie de premisas que per-mitían establecer unos cimientos comunes para todos los escenarios. Después analiza-mos el resto de la fuerzas motrices del cam-bio buscando aquellas de mayor impacto y nivel de incertidumbre con respecto al cami-no que podría seguir Internet en los próxi-mos 15 años (véase en el Apéndice 2 la lista completa y una descripción somera de cada fuerza y la incertidumbre que genera). Sinte-tizamos a continuación las fuerzas motrices en tres “ejes de incertidumbre”, que sirvieron de estructura lógica o andamiaje para diluci-dar posibles escenarios.

• Por último, de entre todos los escenarios ve-rosímiles que podría vislumbrarse, seleccio-namos cuatro para desarrollar en profundi-dad. Los elegimos por dos razones: porque desafi aban sufi cientemente expectativas, in-dividuales y colectivas, sobre lo que podría suceder y porque la naturaleza de sus reper-cusiones en las esfera empresarial y políticas eran signifi cativamente diferentes entre sí.

(8)

CINCO PREMISAS

SOBRE EL

FUTURO

El futuro de Internet se verá configurado, al menos en parte,

por un conjunto de fuerzas que hoy ya son realidad. De ahí que creamos

que existen características sobre su evolución con las que, sin lugar a

dudas, podemos contar. A continuación, proponemos cinco premisas sobre

el futuro de Internet, extraídas a partir de nuestras investigaciones,

entrevistas y análisis. Aunque dichos temas aparecen en todos los

escenarios, sus repercusiones son bastante diferentes cuando se combinan

con otros posibles acontecimientos con carácter más especulativo.

PARA EL AÑO 2025:

La mayor parte del crecimiento en el mercado de Internet habrá tenido lugar al margen de los países que hoy tienen economías “avanzadas”.

La gobernanza global del Internet permanecerá prácticamente inalterada.

La manera en que los “nativos digitales” se relacionarán con Internet será considerablemente diferente a la de generaciones anteriores.

El teclado actual no será la principal interfaz de Internet.

Las formas en que los consumidores pagarán por conectarse a Internet variarán mucho.

Cada premisa se describe más detalladamente a continuación.

1

El crecimiento de la economía mundial y la clase media tendrá lugar principalmente fuera de los países actualmente con economías avanzadas y rentas altas. Habrá cada vez una mayor proporción de las transacciones

de productos y servicios a través de Internet que tengan lugar en aquellos países que ahora consideramos tener economías “emergentes”.

El importante cambio que está fraguándose en la estructura del mercado global se debe a tres facto-res que se están acelerándose y que tienen un efec-to compuesefec-to entre sí. Primero es el crecimienefec-to económico: el diferencial de crecimiento del PIB entre países avanzados y emergentes será signifi ca-tivo y persistente —más de 3 puntos porcentuales por año. Segundo, el impacto que el crecimiento en muchos de estos países de economías emergentes tendrá en términos de la rápida expansión de las clases medias, no solo en tamaño sino también en poder adquisitivo. Tercero, el ritmo al que se incre-mentará el uso de Internet y a continuación —en-seguida— las conexiones de banda ancha en los países de economías emergentes, mientras se esta-bilizan en los muchos países avanzados que se ca-racterizan por un crecimiento más lento y por el envejecimiento de su población.

El impacto de estos tres factores se puede repre-sentar mediante lo que llamamos la “economía del Internet”, una medida aproximada del poder

1

2

3

4

(9)

adquisitivo en manos de los usuarios de Internet. En el año 2005, los países avanzados representaban aproximadamente un 85 por ciento de la economía de Internet y estimamos que esta proporción ha caído al 70 por ciento en el 2010. Nuestra premisa contempla que los países emergentes representa-rán más de la mitad de la economía de Internet en 2025, refl ejando la rapidez relativa de su creci-miento económico, combinado con el esfuerzo de “ponerse al día” en el uso de Internet. Esto no sólo sucederá en lugares como China o Brasil, sino en multitud de países, tanto grandes como pequeños.

Este cambio dramático en la composición de la eco-nomía de Internet no es más que una representación cuantitativa del impacto cualitativo aún mayor, que será causado por la dinámica desencadenada según el potencial de las redes de banda ancha para au-mentar la productividad alcanza áreas empresariales aún vírgenes y a medida que contenidos de todas partes del mundo son consumidos en todos los rin-cones del planeta. Aunque el tráfi co por Internet continuará siendo más denso en los mercados desa-rrollados con un mayor gasto per cápita alrededor de Internet, los países emergentes cambiarán com-pletamente la dinámica y la composición global de estos mercados.

Nuestros escenarios incluyen variaciones en tor-no a esta premisa, sobre todo en térmitor-nos de tasas de crecimiento diferencial entre las economías avanzadas y las emergentes, pero todos presentan como denominador común un profundo cambio en la geografía global de la economía del Internet.

2

La gobernanza global de Internet permanecerá prácticamente igual. Mantendrá la estructura relajada que la ha caracterizado desde el principio, a pesar de las intentos de lograr un mayor control que se plantearán a partir de incidentes disruptivos de Internet, incluyendo muchos malintencionados.

Las disrupciones intencionadas y el uso ilícito de Internet —fraude electrónico, robo y engaño— será algo por lo menos tan común en el futuro como lo ha sido en el pasado reciente. Habrá caí-das de tensión y apagones como resultado de sabotajes, vandalismo, terrorismo … o por fallos del sistema. Estas interrupciones generaran so-noras exigencias de medidas para lograr un con-trol más estricto del Internet en la esfera inter-nacional.

Igualmente se desencadenarán enérgicas discu-siones contra dichos intentos, basándose en que es muy probable que hagan más mal que bien. Pero es la falta de una fórmula de gobernanza global viable, o de alguna alternativa convincen-te en términos de estructura institucional, lo que mantendrá al conjunto de normas que actual-mente gobiernan Internet prácticaactual-mente inalte-rado entre hoy y el año 2025.

La evolución del Internet en los últimos 40 años ha subrayado la noción de que el evolucionar de forma orgánica y confi gurarse espontáneamente es inherente a esta red, más que a regirse por di-seños estrictos y estáticos. En este contexto, los gobiernos se centrarán en la formulación de me-didas preventivas que se apliquen al uso de In-ternet en sus territorios soberanos y, en ese pro-ceso es muy probable que surjan disparidades regulatorias no muy diferentes a las que se ob-servan en temas fi nancieros.

Los organismos que hasta el momento han parti-cipado en la propuesta y promoción de estánda-res del Internet seguirán formando parte de su entorno, pero no conseguirán apoyos o estructu-ras mucho más formales que las de hoy. En bue-na parte, esta premisa refl eja la falta de alterbue-nati- alternati-vas y la persistencia de los obstáculos que impiden una evolución el progreso hacia una go-bernanza más vinculante a nivel internacional.

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(10)

CINCO PREMISAS

SOBRE EL

FUTUR0

3

Los “nativos digitales”, que han crecido rodeados de Internet (los más jóvenes nacidos a finales de los noventa), se relacionarán con éste de formas considerablemente distintas a cómo lo hacen la mayoría de los adultos de ahora.

Los componentes de estas “generaciones de la red” tenderán a ver el Internet casi como una prótesis de sus propias aptitudes cognitivas y co-mo una puerta de acceso cotidiana a experien-cias virtuales. (Que esto también conlleve a un cambio signifi cativo en la función cerebral, tal y como algunos estudios sugieren, es un fascinan-te fascinan-tema que aquí no nos ocupa.) Infascinan-teractuarán con el Internet como parte del entorno en el que se mueven; sin notarlo ni pensar en ello. La no-ción de “conectarse” podría incluso desvanecer-se casi por completo.

Estos nativos digitales tenderán a no distinguir entre sugerencias que les llegan de forma virtual a través de Internet, y aquéllas procedentes de quie-nes han mantenido un contacto personal directo. Es muy probable que también se sientan más có-modos a la hora de contestar cuando por Internet se les formule preguntas inesperadas o se les plan-teen invasiones de su intimidad. Pero, lo más im-portante, los nativos digitales considerarán Inter-net como una plataforma, como conversación o pensamiento, que es lo que nos hace tal y como somos … algo que simplemente hacemos.

A medida que lleguen a la edad laboral, estos na-tivos digitales harán acelerar en todo tipo de em-presas e instituciones la tendencia a usar las redes de banda ancha como plataformas multidimen-sionales de trabajo. Una pregunta que se plantea

con los escenarios es hasta qué punto habrá dife-rencias temporales importantes en la aparición de estos nativos digitales por todo el mundo: ¿Cuál es masa crítica, especialmente en países con tasas de adopción tardía, que se necesita para que incluso una minoría de jóvenes que han cre-cido con el Internet pueda desencadenar el efecto de generación de la red? La secuencia de genera-ciones de la red que surgen en países hoy con ta-sas de penetración bajas tendrá un impacto sig-nifi cativo; el tamaño relativo con respecto a la población total también importará y se sumará a las diferencias demográfi cas a nivel mundial.

4

El teclado QWERTY —y los obstáculos que éste presenta en cuanto a lenguaje e interfaz se refiere— dejará de ser el medio principal para relacionarse con Internet a medida que las nuevas tecnolo-gías transforman dicha relación.

El teclado QWERTY es una antigualla de otra época. Su lógica (minimizar el atasco que se podía producir en los martillos de las máquinas de escri-bir durante la mecanografía en inglés) se quedó obsoleta mucho antes de que entrásemos en el si-glo XX. Aún así, los teclados de ordenador todavía presentan los rasgos del teclado QWERTY.

(11)

CINCO PREMISAS

SOBRE EL

FUTUR0

Una consecuencia principal de este cambio será facilitar el estallido del número de personas que usen Internet, así como la variedad de cosas que pueden hacer con éste. Un mundo post-QWER-TY es un futuro en el que no tenemos que dejar nada de lado para seguir con el Internet. Éste se-rá un procesador paralelo —sin el sesgo occi-dental que implicaba el teclado QWERTY.

5

El abanico de posibilidades para que el consumidor pague (o no) por conectarse a Internet, tanto de forma directa como indirecta, será muy amplio —en contraste con las subscripciones de tarifa plana que actualmente predominan.

A medida que el uso de aplicaciones con exigen gran amplitud de banda se dispara, la necesidad de distribuir la capacidad de la red disponible de manera efi ciente en el tiempo y entre los usua-rios será un tema primordial. La expansión de la conectividad inalámbrica también dará paso a nuevas fórmulas para acceder al Internet, como por ejemplo el pago por servicios que conllevan la conectividad y no al revés. La necesidad de gestionar la capacidad disponible obligará a una reestructuración de los modelos de pago (de he-cho, algunos proveedores de servicios tiene ya planteamientos avanzados en este respecto y al-gunos se han puesto en práctica). Lo sorpren-dente es que la elasticidad de precios aún no ha desempeñado el papel que es central en prácti-camente cualquier otro mercado. El ancho de banda disponible o la capacidad de la red tendrá que distribuirse de manera más efi ciente —y ya

está más que demostrado que el precio es un ins-trumento clave para ello.

La rápida proliferación de nuevos proyectos de peaje y de monetización también responderá a la aparición de segmentos de consumidores ca-da vez más defi nidos: por geografía, grupos de edad, ingresos y preferencias personales de todo tipo. Las opciones de precios —y las ofertas competitivas tan diferentes— aparecerán alrede-dor de una amplia gama de variables de transac-ción: en paquetes, a la carta, por consumo, fuera de horas punta, ofertas de lanzamiento, con ga-rantía de calidad del servicio, con movilidad es-pecifi cada, fi nanciados por la publicidad, y otras muchas.

En la práctica, todo lo que pueda tener un precio variable, lo tendrá. Las tarifas planas serán la ex-cepción que confi rme la regla. Los planes de ta-rifa plana actuales se verán como un episodio histórico dentro de poco. La suposición de que la oferta de contenidos y la conectividad son proposiciones de valor diferentes también se pondrá a prueba.

(12)

Aunque nuestras cinco premisas sobre el futuro del Internet cimientan las bases de una previsibi-lidad relativa, aún dejan un amplísimo margen de incertidumbre. Partiendo de nuestras investiga-ciones y entrevistas, hemos identifi cado 14 facto-res de cambio críticos que abarcan una amplia gama de dimensiones económicas, sociales, polí-ticas y tecnológicas. Dichos factores además son bastante inciertos en su desempeño y el abanico de resultados es indicativo de la gran panorámica de posibilidades para la evolución del Internet ha-cia el año 2025. La exploración de los posibles impactos de estos factores de cambio (que se ex-plican en el Apéndice 2) fue un paso clave en el desarrollo de los escenarios.

La extensión temática es importante para nues-tro propósito, aunque tambien hay que conside-rar que jugar con demasiadas incertidumbres y escenarios puede llegar a resultar abrumador.

Con el fi n de ofrecer una serie razonable de futu-ros alternativos para el Internet del 2025 que re-sulten verosímiles a la vez que provocadores, he-mos sintetizado los 14 factores o incertidumbres críticos en tres ejes. En base a estos ejes pudimos construir un andamiaje para explorar sistemáti-camente los diversos escenarios a considerar.

• ¿Habrá una expansión de gran alcance en la red de banda ancha, como resultado del efec-to combinado de inversiones públicas y pri-vadas, o será bastante restringida?

• ¿Se caracterizará el progreso tecnológico por conseguir logros espectaculares o será mu-cho más gradual?

• ¿Resultará el comportamiento del usuario (incluyendo el apetito por a aplicaciones de Internet cada vez más ricas y complejas) des-enfrenado o más bien limitado?

EJES

DE

INCERTIDUMBRE

EXPANSIÓN DE LA RED

RESTRINGIDA GRAN ALCANCE

PROGRESO TECNOLÓGICO

GRADUAL ESPECTACULAR

COMPORTAMIENTO DEL USUARIO

LIMITADO DESENFRENADO

(13)

EJES

DE

INCERTIDUMBRE

EXPANSIÓN DE LA RED

¿Qué aspecto tendrá la red mundial de

banda ancha —tanto su extensión como

su capacidad— en el año 2025?

Este eje de incertidumbre se centra en las caracte-rísticas principales de la red global, incluyendo la capacidad de soportar tráfi co, la velocidad y otros factores que afectan a la calidad de las conexiones. Cuanto varíen estas características por el mundo infl uirá notoriamente en el Internet de 2025 … y en hasta qué punto se habrá cumplido su promesa de contribuir a la productividad, al crecimiento económico, a la inclusión social y al ocio.

La interacción de las políticas reguladoras por parte de los gobiernos y las decisiones de inver-sión privada será un factor clave para determi-nar el desarrollo de este eje de incertidumbre en el espacio y en el tiempo. Las decisiones tomadas por los gobiernos, tanto a nivel nacional como local, afectarán tanto directa como indirecta-mente a la expansión de las redes y al despliegue de diferentes opciones inalámbricas. Las accio-nes directas pueden incluir por un lado inversio-nes públicas en la columna vertebral de la red o en llegar huecos en la red; por el otro la asigna-ción de espectro y acciones decisivas para hacer que hay otras infraestructuras existentes se pue-dan compartir para desplegar fi bra óptica o para instalar transmisores inalámbricos. De manera indirecta, los gobiernos también pueden ejercer infl uencia sobre la extensión de la red mediante políticas que afecten a los incentivos de las ope-radoras de forma que inviertan en extender y mejorar las redes, tanto fi jas como inalámbricas.

Decisiones sobre políticas, regulación, o conce-sión de licencias también infl uirán en el poder

de negociación de distintos agentes económicos creando oportunidades o barreras para la com-petición entre empresas bien establecidas e in-cluso dominantes y nuevos aspirantes y respon-sables, entre opciones fi jas e inalámbricas y entre objetivos de corto y largo plazo. Los distintos enfoques en materia de política y de regulación se verán obligados a evolucionar con la tecnolo-gía y con el uso de Internet pero ¿seguirán su ritmo? ¿Hasta qué punto modalidades de conce-sión de licencias más dinámicas y con viconce-sión de futuro podrán superar la inercia histórica? ¿Cuánta “competición reguladora” habrá entre países y tendrá como resultado una convergen-cia o una divergenconvergen-cia de enfoques?

Las respuestas por parte de los agentes económi-cos también variarán. ¿Qué actitud adoptarán los inversores y las operadoras de telecomunicaciones ante la panorámica cambiante de políticas y regu-laciones? ¿Cuan importantes serán las diferentes respuestas por parte de la inversión privada a si-milares acciones gubernamentales dependiendo de la estructura de mercado y otros factores que afecten las expectativas de rentabilidad?

PROGRESO TECNOLÓGICO

¿La tecnología avanzará con logros

espectaculares o tendrá un progreso

más modesto y gradual?

(14)

EJES

DE

INCERTIDUMBRE

importantes y mucho menos espectaculares. Por tanto, este eje refl eja la gran incertidumbre (in-cluso aleatoriedad) relacionada con esfuerzos por desarrollar nuevas tecnologías.

La tasa de adopción de nuevas tecnologías tam-poco puede predecirse fácilmente. Por ejemplo, políticas que protegen a empresas nacionales o que intentar promover la creación de “clusters” en Tecnologías de la Información y del Conoci-miento (TICs) también pueden tener efectos in-esperados en la tasa de adopción de tecnologías disponibles en principio.

El uso avanzado de la tecnología desempeña un papel notable y los logros que afectan a las fun-cionalidades empresariales podrían tener un im-pacto trascendental. Pero, dado que son muchos los usuarios de Internet potenciales que aún es-peran conectarse, la funcionalidad no es lo único a tener en cuenta: si es asequible o no también será un factor decisivo. El progreso tecnológico que reduce costes (tal y como se ha visto las dos últimas décadas con la velocidad de procesa-miento y la capacidad de almacenaprocesa-miento de los ordenadores) podría afectar drásticamente al In-ternet del 2025. ¿Traerá la innovación tecnológi-ca como resultado rápidas y constantes bajadas en el precio de los aparatos relacionados con el Internet, entre los que se incluyen smart phones,

netpads y otros nuevos dispositivos de conexión? Otras áreas de incertidumbre —y oportunidad— para el progreso tecnológico incluyen la capaci-dad de la red, las aptitudes inalámbricas y la pro-tección y seguridad. ¿Surgirán nuevas tecnologías que garanticen la seguridad logrando protección contra posibles ataques a Internet, tanto

inten-cionados como accidentales? ¿Cómo evolucio-narán e interactuarán las tecnologías de almace-namiento, de compresión y de miniaturización para conseguir mejorar la calidad y reducir las necesidades del ancho de banda al mismo tiem-po? ¿Y qué habrá en cuanto a interoperabilidad?

Por último, en el ámbito inalámbrico el progreso tecnológico, o la falta del mismo, ejercerá una tre-menda infl uencia. ¿Evolucionará la tecnología inalámbrica lo sufi cientemente rápido como para asegurar una calidad de velocidad fi able, de modo que ofrezca una alternativa real a las redes fi jas para soportar aplicaciones exigentes y complejas?

COMPORTAMIENTO

DEL USUARIO

¿Cómo se relacionarán con el Internet

las empresas e individuos y cómo

evolucionarán sus preferencias?

Este eje de incertidumbre trata de las elecciones que los usuarios —tanto a nivel individual como empresarial o institucional— harán y que, a su vez, moldearán la demanda de conectividad, de aparatos y dispositivos, de aplicaciones y de con-tenidos. Las disparidades en las distintas trayec-torias posibles se centran en la elasticidad de los precios, en la facilidad del uso, en preocupaciones por seguridad y confi dencialidad, en la conver-gencia o diverconver-gencia de los patrones de demanda entre países, regiones y segmentos de usuarios.

(15)

EJES

DE

INCERTIDUMBRE

factores principales a la hora de traducir prefe-rencias en elecciones prácticas —y en deman-da efectiva. La economía seguirá siendo un te-lón de fondo importante, frente al cual muchas de las decisiones de los usuarios se verán in-fl uenciadas por cómo evolucionan las prefe-rencias, incluyendo posibles diferencias entre generaciones al percibir lo que es necesario y superfl uo.

La forma en que los usuarios actuales en los paí-ses economías avanzadas (donde ahora el tráfi co de Internet está creciendo a un ritmo exponen-cial) responderán a las nuevas opciones y con qué elasticidad con respecto a los precios también tendrá un gran efecto. Pero, la manera en la que el gran número de nuevos usuarios de Internet reaccionarán en años venideros ante es-ta nueva experiencia —con sus diferentes prefe-rencias de consumo individual y empresarial— será igualmente importante. Por ejemplo, las tendencias a mostrarlo todo, típicas de las redes sociales actuales ¿cundirán entre los próximos 1.000 millones de usuarios? ¿Y entre los siguien-tes 1.000 millones usuarios nuevos? Líderes de opinión sacarán sus conclusiones acerca de la

seguridad y control de contenidos en el Internet frente su valor comerciales, como fuente de creatividad, colaboración y transparencia. ¿Có-mo diferirán dichas conclusiones en México, Rusia, Turquía e Indonesia o entre las diferentes regiones de la India?

(16)

ESTRUCTURA DE

LOS ESCENARIOS

Empleando los “ejes de incertidumbre” como andamiaje básico,

hemos creado un “cubo” de escenario para describir visualmente

la variedad de situaciones futuras posibles, escenarios, que

resul-tan de permutaciones entre la expansión de la red, el progreso

tecnológico y el comportamiento del usuario.

COMPORTAMIENTO DEL USUARIO EXPANSIÓN

DE LA RED

PROGRESO TECNOLÓGICO

GRADUAL ESPECTACULAR

DESENFRENADO LIMITADO

RESTRINGIDA

GRAN ALCANCE

(17)

PALPITANTE: un mundo en el que la omnipresencia y el carácter centrífugo del Internet son cada vez más evidentes. La tecnología sigue haciendo que la conectividad y los aparatos sean cada vez más asequibles (a pesar de que ha habido inversiones exiguas en la expansión de la red) mientras que la energía emprendedo-ra en muchas partes del mundo —y una competencia acérrima— aseguemprendedo-ra respuesta a las muy variadas ne-cesidades y exigencias de todo el mundo —a la mayor brevedad y desde muy diversas situaciones y lugares.

INSEGURO: un mundo en el que los usuarios —tanto individuos como empresas e instituciones— se

muestran reacios a confi ar en el Internet. Los incesantes ataques informáticos desencadenados por moti-vaciones de muy diversa índole exceden la capacidad de protección y prevención de gobiernos y organis-mos internacionales. Hay opciones que ofrecen más seguridad a los usuarios, pero son costosas.

DECEPCIONANTE: un mundo frugal en el que el prolongado estancamiento económico en muchos países ha hecho mella en el despliegue del Internet. La tecnología no ha generado sorpresas que com-pensen positivamente y respuestas de tipo proteccionistas a la debilidad económica empeoran las cosas —tanto en términos económicos como en su impacto sobre la adopción de tecnologías de red.

DESBORDADO: un mundo en el que Internet se ha convertido en víctima de su propio éxito. La rebo-sante demanda de servicios basados en tecnología IP excede la capacidad de la red en muchos sitios y momentos. Los atascos y bajas de velocidad crean una brecha entre las expectativas y la realidad en cuanto al uso de Internet se refi ere. No se llega a acuerdos sobre nuevos estándares de tecnología inter-nacionales —debido, en parte, a las reacciones a escala global contra décadas de dominación tecnoló-gica estadounidense.

INSEGURO USO DESENFRENADO*PALPITANTE

LOGROS TECNOLÓGICOS* REDES RESTRINGIDAS USO LIMITADO*

LOGROS TECNOLÓGICOS* REDES DE GRAN ALCANCE

DESBORDADO

USO DESENFRENADO* TECNOLOGÍA GRADUAL REDES LIMITADAS*

*Determinantes más críticos DECEPCIONANTE

USO LIMITADO* TECNOLOGÍA GRADUAL REDES DE GRAN ALCANCE*

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Estamos

en el año 2025

, y la omnipresencia de Internet es evidente, impo-niendo su poder e impactando por todos los rinco-nes. El número de personas que ahora lo usan as-ciende a 5.500 millones, 3.500 millones de los cuales se han incorporado a partir el año 2010. Así que más de dos tercios de la población mundial ya se ha aden-trado en Internet. El crecimiento exponencial en el tráfi co de Internet se vio alimentado por el estallido de servicios cloud en el caso de las empresas y, en el caso de usuarios particulares, por el creciente deseo de acceder a vídeos y otras aplicaciones sedientas de banda ancha. Las consiguientes olas de productivi-dad resultaron en la transformación del desarrollo económico y social de innumerables países, creando millones de empleos basados en el conocimiento.

A un nivel más personal, la conectividad ha permitido a la gente descubrir y actuar en base a nuevas afi nidades que van más allá de las viejas fronteras geográfi cas y culturales y han ido cam-biando la estructura de las interacciones y el estilo de vida del ser humano. El prólogo de la gran nove-la fue nove-la llegada de los e-books y el iPad de Apple, a lo que se añadió la disponibilidad y la popularidad de soft ware y aplicaciones de código abierto para todo tipo de nuevos dispositivos según iban apare-ciendo. Las innovaciones en los precios también se esparcieron con todas sus ganas, con proveedores que ofrecían a particulares y a empresas un asom-broso número de ofertas y posibilidades.

Mientras que la inversión en la expansión de la red permanecía relativamente modesta (en muchos países, las señales reguladoras mixtas desanima-ron a los inversores privados en determinados momentos) el progreso tecnológico era impresio-nante. La tecnología inalámbrica generó una gran oleada de conectividad por todo el mundo. El In-ternet móvil es ahora una realidad omnipresente y el abanico de opciones y combinaciones para co-nectarse se ha expandido por doquier. El

inconve-Un mundo en el que la omnipresencia y el carácter

centrífugo de Internet son cada vez más evidentes. La

tecnología sigue haciendo que la conectividad y los aparatos

sean cada vez más asequibles (a pesar de que ha habido

inversiones exiguas en la expansión de la red) mientras que

la energía emprendedora en muchas partes del mundo —y

una competencia acérrima— asegura respuesta a las muy

variadas necesidades y exigencias de todo el mundo —a la

mayor brevedad y desde muy diversas situaciones y lugares.

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niente de este auge es, sin embargo, que la inver-sión pública en redes que pueda necesitarse va a resultar complicada de justifi car.

Las espectaculares mejoras en la efi ciencia de la transmisión de datos permitieron el crecimiento del tráfi co en Internet de forma inesperadamente rápi-da. Sin embargo, la potencia de los ordenadores, el almacenamiento, el ancho de banda y muchos apa-ratos y dispositivos experimentaron una dramática bajada de precios, aunque no siempre en términos absolutos, sí, sin lugar a dudas, en funcionalidad por dólar. La geografía de la innovación, tanto tecnoló-gica como de gestión, también ha cambiado consi-derablemente. Hoy día, parte de la innovación aún procede de centros tradicionales como Silicon Val-ley, pero la mayoría se está desarrollando a un ritmo vertiginoso en lugares como Bogotá, El Cairo, Mumbai, Perth y Zhanjiang. Los avances en com-presión, en pantallas, o en la tecnología de las inter-faces parece que surgen de un día para otro.

La mayor parte de esta innovación y de este creci-miento está en manos de los “nativos digitales” (que tendrán menos de 35 años en 2025) que han entrado en el mundo laboral como una tromba, trayéndose consigo el ímpetu y destreza para acelerar la adop-ción de tecnología. Ellos ya eran pioneros en adoptar la tecnología a la esfera social y del ocio y están ahora convirtiendo su visión del Internet en una nueva ola de productividad y creatividad. La brecha entre ge-neraciones se nota en muchas de las economías avanzadas, pero resulta especialmente signifi cativa en las que acaban de prosperar y a las que se les eti-quetaba de “emergentes” en el año 2010, pero que ahora constituyen buena parte de la economía mun-dial. Por suerte, estos nativos digitales son también entusiastas facilitando el acceso de los “mayores” a este nuevo y desafi ante mundo, incorporando la tec-nología en su día a día de maneras que habríamos considerado incomodas o invasivas no hace mucho.

Este empuje generacional también ayudó a acele-rar dramáticamente el uso de con aplicaciones tec-nológicas como la educación y sanidad a distan-cia, que a pesar de su reconocido potencial anteriormente habían luchado sin éxito por conse-guir la masa crítica que ahora las hace tan efecti-vas. La llegada de jóvenes enfermeras y de profe-sores duchos en Internet marcaron la diferencia, salvando las distancias y aumentando la efi ciencia. La adopción generalizada de estos servicios tam-bién preparó el terreno para la llegada de tecnolo-gías más avanzadas que utilizan imágenes multidi-mensionales, robótica, interacciones asíncronas con expertos y multimedia de gran versatilidad. Dado este acceso tan omnipresente en las comuni-caciones de alta calidad a la educación, a la sanidad y al ocio interactivo, por fi n es posible vivir y traba-jar en cualquier lugar. Lugares que antes se consi-deraban remotos ahora tiene su atractivo, dando un giro, en parte, a la tendencia a la urbanización

y a la expansión de mega-ciudades. Las ciudades, in-dependientemente de su tamaño, tienden a ser más apetecibles y a estar más conectadas, a la vez que re-vitalizadas y fortalecidas por políticas “ecológicas”. Las nuevas tecnologías —y la diseminación global de las mejores prácticas y prometedores experimentos a través de Internet— han ayudado a que la integra-ción de sostenibilidad y desarrollo económico sea, no sólo idealista, sino cada vez más realista.

Parte de la innovación aún

procede de centros

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El balance es evidente: la tecnología, en general, y el Internet, en particular, han conseguido los resultados que prometían. Desde Maputo hasta Mumbai, pasando por Milwaukee, el Internet se ha convertido en algo cotidiano hasta el punto de no ser solo imprescindible sino también im-perceptible. Cada vez, son más las máquinas, los ordenadores, los sensores y los humanos que forman parte de la World Wide Web —y hay que contar las conexiones en millones de millones. Durante la década hasta el 2020 empezamos a dejar atrás la relación consciente con los proce-sos, cables y pantallas en las que confi ábamos; ahora resulta difícil, incluso irrelevante, decir dónde termina una cosa y dónde comienza la otra. Ya sea la alfombra la que avise a los servi-cios médicos cuando un anciano se cae en su propia casa, ya sea el sistema que ajusta la ruta del automovilista según el tráfi co que haya, el pronóstico meteorológico o las opciones gastro-nómicas, ahora todos damos por sentado la existencia de conectividad permanente con todo y con todos. No es de extrañar que éste sea un mundo cargado de adrenalina y palpitante al es-tar siempre conectado, percibiendo, interac-tuando y cambiando.

Éste es también un mundo apasionante —y des-concertante— en el que hacer negocios. Los competidores se multiplican, experimentan su-bidas y descensos, y están constantemente revi-sando la proposición de valor en torno a Inter-net. Las nuevas tecnologías, los nuevos modelos de acceso y los nuevas estructuras de tarifas, que afectan tanto al contenido como al ancho de banda, captan con frecuencia los titulares de los

semanarios económicos. Aún, muchas de las in-novaciones más celebradas son producto de no-vedosas alianzas, asociaciones, y acuerdos de concesiones de licencia más que del formato tra-dicional I+D. Para tener éxito, es necesario con-centrarse en lo esencial —las magnitudes de cos-te, efi ciencia y sostenibilidad importan más que nunca— sin dejar de escudriñar el horizonte buscando signos de disrupciones inminentes y oportunidades pasajeras. Incluso los competi-dores más avivados se esfuerzan constantemente para estar los primeros en este entorno de com-petencia emergente y transformadora.

Mirando al futuro, no hay duda de que las redes IP seguirán desempeñando un papel primordial en la competitividad de naciones, ciudades y empresas, además de hacerlo también en las ex-periencias vitales de las personas. Pero, en mu-chos lugares del mundo, las inminente posibili-dad de limitaciones por la capaciposibili-dad de la red están comenzando a ser preocupantes. La pre-gunta sobre cómo fi nanciar redes de gran alcan-ce y de mayor calidad que este mundo altamente conectado necesita, no es fácil de responder. Los proyectos que combinan iniciativas públicas y privadas para la expansión de redes son la ex-cepción que confi rma la regla y son pocos los gobiernos que se han armado de valor para prio-rizar la inversión pública en la red. ¿Podemos contar con que las fuerzas del progreso tecnoló-gico que permitieron el crecimiento sin prece-dentes de Internet desde 2010 hasta 2025 lo se-guirán haciendo de forma indefi nida, o será necesario un nuevo enfoque y seriamente re-plantearse políticas?

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La vida mientras el Internet se dirige a un mundo

PALPITANTE

Conozca a Deidra, Mieko y Slava.

MIEKO

, catedrática de 39 años en Tulane University de Nueva Orleans, se encuentra de pie en ropa interior frente al escáner 3D de su ordenador, pulsa “grabar” y lentamente se gira en círculo. Arrastrando los pies hasta volver al teclado,

pulsa “enviar”. Casi al instante, una voz con acento tailandés invade la habitación. “Mensajes recibidos correctamente.

Prepárate para que podamos proyectar tu vestuario en 3D y así podamos comenzar”. En cuestión de segundos, se

encuen-tra en un vestuario virtual con un espejo triple. “Mantente en el punto verde que ves en el suelo, aquí va tu primer modelo

—el vestido de fiesta que tanto gusta”. De repente, Mieko “lleva puesto” el vestido rojo más despampanante que jamás

haya visto, hecho a medida. El gran escote en forma de V es tan favorecedor como quería, y las lentejuelas le daban ese

toque brillante que tanto buscaba para el banquete que estaba a la vuelta de la esquina. Este vestido —este look— era la razón por la que había decidido “probarse” los modelos de este diseñador tailandés tan particular. “Mieko, estás

espectacu-lar. Ahora vamos a probarte el mismo vestido, pero en azul. Simple corazonada”, dice la voz. De repente, su vestido virtual

se cambia a un azul oscuro cobalto. “¡Madre mía!”, susurra Mieko. “Gastón no podrá quitarme los ojos de encima”.

SLAVA

, ejecutivo de Internet de 46 años de edad y ucraniano, se afloja la corbata tras finalizar su día de trabajo. Por supuesto, no tarda en llegar a su casa al final del día laboral, teniendo en cuenta que la reunión de trabajo que acaba de concluir ha tenido lugar mediante la tecnología de videoconferencia instalada en su oficina en casa. Técni-camente, Slava trabaja para una empresa con sede en la ciudad de Nueva York pero, gracias a los increíbles avances en la tecnología de videoconferencia, puede trabajar casi de manera normal —al igual que lo haría si estuviese físi-camente en Nueva York— desde su nueva casa en Tumbes, Perú. Además, esta localidad costera peruana se ha convertido en un centro principal de parques de servidores que usan energía solar — y, ¿quién mejor para supervisar la parte de su compañía en esos servidores que alguien a quien le encanta nadar en estas estupendas aguas perua-nas? “Slava, ¿puedes conectarte a una rápida videollamada con un cliente? Es sobre ese nuevo trato con la empresa de microservidores en Odessa.” Escucha a través de su auricular siempre presente (de hecho, insertado). “Sí, claro”, contesta mientras se ajusta la corbata. La playa puede esperar. “De acuerdo. Pásamelos.”

DEIDRA

no se va a perder su programa favorito “Cita con el mundo” bajo ningún concepto. Sobre todo, este último episodio en directo, en el que una mujer soltera de Reykiavik lanza preguntas verdaderamente inteligentes (traducidas al momento) a hombres solteros en Mumbai, Cape Town, El Cairo y en un remoto centro de investigación en la Antártida, para intentar encontrar el amor de su vida. Deidra comenzó a ver el programa en su pantalla 3D Flex Screen (colocada en la parte trasera de su mochila) mientras volvía del trabajo en autobús. Ahora ya está en casa y está muerta de hambre, pero no se puede perder a quién va a elegir la chica soltera. Así que, Deidra “transmite” el concurso a un lado de la nevera, que puede ver perfectamente desde la potente placa de su cocina (el agua de la pasta sólo tarda seis segundos en hervir). Todo el mundo puede enviar comentarios a la mujer soltera y a los solteros en tiempo real, así que Dreida pulsa un botón en 3D suspendido en el aire y dice el nombre del participante de El Cairo. “¡Oye, dile que te encantan sus ojos!”. Tres segundos más tarde, lo hace. ¿Funcionará? Deidra come la pasta y espera a que la mujer soltera elija. “Seguro que será el hombre de El Cairo”, grita mientras cruza los dedos.

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Estamos

en el año 2025

, y la visión de Internet como el gran transformador se tambalea. La promesa de una plataforma virtual omnipresente mediante la cual un mundo más glo-balizado que nunca colaboraría y pensaría de mane-ra diferente, y mediante la cual todo tipo de empre-sas nuevas cambiarían nuestras vidas como nunca lo habríamos imaginado, simplemente no llegó a ma-terializarse. De hecho, resulta difícil echar la vista atrás allá por la primera década del siglo XXI sin avergonzarnos. Qué confi ados éramos y, en cierto sentido, qué inocentes.

Incluso hace diez años, en 2015, el sueño ya se estaba desmoronando. Las brechas en la seguridad y los ro-bos de datos eran cada más frecuentes y sus

conse-cuencias, más graves. Aún así, la implantación de la red continuó su marcha por todo el mundo, llegando incluso a los lugares más remotos donde pocos pensaban que alguna vez verían un ordena-dor y, menos aún, que tendrían acceso a la “superau-topista de la información” de alta velocidad. No cabe duda de que el concepto de “inalámbrico” formaba parte de esa historia. Y, ¡menuda inversión! La infra-estructura de la red comenzó a verse como un ele-mento clave en la competitividad nacional. Países tan diferentes como Perú, Turquía y Vietnam lanza-ron programas fi nanciados por fondos públicos e incentivos para inversiones privadas con el fi n de asegurarse de que las redes ampliaban rápidamente el alcance de la banda ancha por toda la geografía y por todos los segmentos sociales.

Sin embargo, nuestra fi jación con la parte positiva de la conectividad propició que nos perdiésemos al-go más. A medida que el mundo se encontraba ocu-pado gestionando sus fi nanzas, sus relaciones y sus negocios en Internet, todo el mundo simplemente asumía que la plataforma era prácticamente segura en todos los aspectos importantes. Cierto es que In-ternet era también un entorno de estafas, de virus y de identidades robadas, pero éstas parecían ser más

INSEGURO

(23)

molestas que peligrosas. Además, ¿no había organi-zaciones e iniciativas que se dedicaban a controlar todo esto? (Cientos de ellas, por lo que parece, pero a menudo poco coordinadas entre ellas y, a veces, con objetivos encontrados.)

Aun así, ¿cómo íbamos a saber que el muro de segu-ridad que separa nuestro uso diario de Internet de los villanos iba a ser tan limitado como el spyware de cualquier ordenador o PDA? Ahí estábamos todos, escribiendo y mandando mensajes, enviando docu-mentos personales, accediendo a los vídeos de Youtube, introduciendo direcciones y números de tarjetas de crédito en formularios online, pagando desde nuestros teléfonos móviles y pensando que los programas antivirus, el fi rewall o nuestro departa-mento de informática eran lo sufi cientemente sóli-dos. No nos dábamos cuenta de que si pegásemos la oreja a ese supuesto muro protector, escucharíamos los pasos de miles de gamberros, estafadores y terro-ristas a escasos centímetros del mismo.

A posteriori, el ataque a Google en el año 2010 al que tanta publicidad se le dio —e, igualmente alar-mante, la insinuación desde Google de que no esta-ban seguros de poder prevenir ataques futuros— debería habernos hecho estar aún más alerta de los pasos al otro lado del muro. Pero hasta que las de-nuncias de estos incidentes de piratería a gran escala no empezaron a ser algo frecuente —al parecer, in-soportable— no nos dimos cuenta de que realmente estábamos en apuros. Advertir a los usuarios que “instalasen parches en sus sistemas operativos” o que “evitasen hacer clic en vínculos sospechosos” era ridículamente insufi ciente. La complejidad y la astucia de estos ataques excedían con creces las he-rramientas de las que se disponían para hacerles frente. En el año 2015, en la portada de un número de la revista Th e Economist se leía: “¿Quién es tan inocente como para fi arse del Internet?”

Así que todos nos despertamos —y de manera bas-tante brusca— de nuestro sueño compartido de que

Internet era fundamentalmente “bueno”. No aban-donamos Internet del todo sino, simplemente, nues-tra actitud se hizo mucho más precavida y cautelosa. Jóvenes e intrépidos “Internautas” se adaptaron cui-dando mucho más lo que revelaban en sitios de re-des sociales. Muchos otros usuarios de Internet res-tringieron sus actividades online a los sitios Web y negocios de marcas conocidas —en particular, aquéllos que se habían redefi nido conforme a garan-tías y estándares de seguridad y que anunciaban grandes inversiones en este campo, en codifi cación y en control del fraude. Las compras compulsivas a través de Internet ahora forman parte del pasado.

La seguridad no estaba al alcance de cualquiera y los usuarios que podían costeárselo acudían en bandada a redes privadas costosas y a “comunidades cerradas” que prometían reforzar la seguridad (incluso si no lo cumplían). Para aquéllos que no podían permitirse el lujo de disfrutar de dichos servicios, la única alterna-tiva que les quedaba era la de mantener los ojos bien abiertos y limitar las actividades y el tiempo de co-nexión. Para muchos, las prácticas que una vez

llega-ron a ser comunes, como la descarga de actualizacio-nes de soft ware y aplicacioactualizacio-nes para iPhone o comprar o vender en Bolsa a través de Internet abierto ahora se consideraba algo demasiado peligroso.

La retirada de Internet de los consumidores más desconfi ados (o, al menos, su nuevo patrón de uso) congeló muchas iniciativas sobre tecnología IP que se estaban preparando y reestructuró radicalmente

(24)

todo tipo de empresas. Los proveedores de soft -ware más asentados veían cómo sus posiciones en el mercado se fortalecían, mientras que las marcas nuevas y los proveedores de servicios más recientes luchaban por sobrevivir. Mientras tanto, el mundo del comercio electrónico había cambiado por completo. Muchas empresas que habían dado un nuevo giro a sus estrategias de marketing hacia lo online se inclinaron hacia en-foques más tradicionales, sobre todo si podían aprovechar el prestigio de sus marcas.

Algunos bancos prefi rieron reactivar sus sucur-sales “de ladrillo” mientras que otros invertían en redes extremadamente seguras (y elaborados procedimientos de acceso) con la esperanza de mantener viva su actividad de banca a través de Internet, al menos para los clientes VIP. De igual forma, los “proveedores de servicios cloud desa-rrollaron nuevas formas de ofrecer protección mientras para sus conexiones, pero esto suponía un coste elevadísimo que descartaba a muchas pequeñas empresas.

Todo esto no evitó que creciese la piratería y las actividades ilegales en Internet. Lo que sí se lo-gró fue contener su impacto, aunque a un precio considerable. Incluso ahora, en 2025, está claro que los ataques no se van a poder parar —no por ahora y, tal vez, nunca. Controlar el mundo vir-tual es más complicado que hacerlo en el mundo físico. La lucha contra los delitos y el terrorismo en la red se ha convertido en un esfuerzo conti-nuo, costoso y con resultados poco gratifi cantes, muy similar a la vieja lucha contra las drogas.

Sin embargo, hay algún aspecto positivo. Gracias a que los niveles de conectividad y de familiari-dad hacia Internet eran bastante elevados en mu-chos países, éste ha pasado a ser menos un medio de actividad económica o de interacción de tec-nología punta y más un entorno para actividades comunitarias, culturales y artísticas, así como de

activismo político. Los partidarios de la “vuelta a lo esencial” de este Internet menos mercenario están encantados con el cambio, que resulta poco atractivo para los intrusos malintencionados. Aún así, Internet podría haber sido o haber he-cho muhe-cho más, de haber sido más seguro.

También quedaban otros resquicios de esperan-za. Los medios escritos —los periódicos inclui-dos— no murieron tal y como se había predicho. La televisión ha experimentado un cierto rena-cimiento con una interactividad limitada que imita a Internet pero no es ni por asomo tan arriesgada como éste. Y toda esa innovación de ciclo rápido en productos y servicios que una vez inundaron el mercado ha sido reemplazada, en gran parte, por una innovación que se pre-ocupa por la calidad. El frenético ritmo de la primera década del siglo XXI —fomentado por la adicción a los muchos dispositivos conecta-dos, el acceso por todas partes, y a la gratifi ca-ción instantánea— se ha decelerado. El posicio-namiento de los productos y servicios en Internet ahora se mide en años, y no en meses.

Aún así, existen muchos enclaves en los que el uso sofi sticado de las redes proporciona grandes benefi cios siempre y cuando las cifras de nego-cio so sufi cientemente altas que permiten hacer frente a los costes derivados de la necesidad de estricta protección. Muchas de las aplicaciones que se desarrollan en estos enclaves podrían perfectamente alcanzar mercados mucho más amplios. Queda la esperanza de que las nuevas tecnologías de seguridad hagan esto realidad (lo que, sin lugar a dudas, tendría como resultado el entronamiento de un nuevo gigante de las TICs en la tercera década del siglo XXI). Pero, hoy por hoy, tanta inseguridad está difi cultando seria-mente el crecimiento y bloqueando el potencial del Internet.

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La vida mientras el Internet se dirige a un mundo

INSEGURO

Conozca a Álvaro, Ludmila y Deepak

ALVARO

, dentista en Sao Paulo de 29 años de edad, entra en el puesto de seguridad anexo a la sucursal de su banco local, Itaú, y permanece de pie esperando el relampagueo del BICs (comprobaciones de identidad biológicas) que le caerá durante los próximos 46 segundos. Primero toca el reconocimiento del iris y, a conti-nuación, el pinchazo en el dedo para confirmar su grupo sanguíneo. “Esto es demasiado sólo para usar mi tarjeta de cajero automático” murmura Álvaro. Pero luego se acuerda de lo horrible que es el que te pirateen la cuenta —nada más que 12 veces. Además, pasar por el BIC no eran tan malo, piensa Álvaro, ya que al fin y al cabo la voz seductora de una mujer invadía la cabina insonorizada, formulándole una serie de preguntas “al azar” diseñadas para obtener un análisis silábico para el reconocimiento de voz. “Me encanta esa mujer”, su-surra Álvaro, un tanto avergonzado de que sueña —y no por primera vez— con tener una cita con esa voz in-animada. Una vez se ha confirmado su BICs, se abre una puerta interior. Álvaro saca su tarjeta rápidamente y entra al banco.

LUDMILA

, una programadora de 23 años de Moscú, se mira los dedos. Posiblemente, los dedos de un delincuente. Tras sacar matrícula de honor en la universidad y obtener una beca por su tesis sobre “Cómo

evitar los ataques de servicios de Asian Triad – un triple enfoque”, Luzmila siempre ha querido

encarecida-mente unirse a los ROPF (La fuerza policial rusa para controlar el crimen online). Pero, durante la formación inicial, enseguida se percató de que los métodos que éstos empleaban —y los policías— no eran, ni mucho

menos, lo bastante rápidos e inteligentes como para atrapar a los delincuentes que estaban llevando el

Inter-net a su propio terreno oscuro en un abrir y cerrar de ojos. Además, tenía facturas que pagar y unos padres a

los que mantener, y sería tan fácil unirse a las docenas de redes piratas que no hacen más que atraerla,

in-cluida Triad. “Puede que me pase al lado oscuro durante un tiempo”, piensa mientras abre un correo nuevo y

teclea contratacion@triad.net.

(26)

Estamos

en el año 2025

,

y las noticias en el frente de Internet podrían ser mejores, especialmente considerando el potencial que se preveía en el año 2010. Podría ser peor, por supuesto: el número de usuarios de Internet se ha duplicado (hasta 4.000 millones) y está mucho más distribuido que hace quince años. Lo decep-cionante es que muchos de los que “navegan” por Internet hoy día lo hacen sólo con funcionalidad básica. Es cierto es que el Internet de banda supe-rancha de los juegos de total inmersión, del 3 D en

streaming y de la pantalla partida existen, pero son pocas las personas en muy pocos lugares que pue-den darse el lujo de tener acceso a ellos. En todo el mundo, las expectativas surgidas de la

extrapola-ción de tendencias de trafi co del Internet en la primera década del siglo XXI había creado no se han cumplido. Ni mucho menos.

El principio de esa década parecía prometer. Había un creciente cúmulo de datos que mostraban una innegable conexión entre la banda ancha y el creci-miento económico, lo que convenció a muchos go-biernos a incluir las redes de banda ancha en sus programas de estímulo. Varias combinaciones de fondos públicos y de incentivos para la inversión privada expandieron de forma considerable las re-des y se mejoró la calidad de las conexiones. Mien-tras que pronto los programas más ambiciosos se veían limitados a causa de la presión del défi cit fi s-cal, el progreso en la expansión del alcance y la capa-cidad de las redes de banda ancha fue considerable.

Lo sorprendente ahora es que estas ambiciosas in-versiones en redes de banda ancha han dado como resultado una sobrecapacidad. Ni que decir tiene que, considerando el prolongado golpe económi-co que el mundo ha soportado durante la última década, la más modesta de las evoluciones de In-ternet no es exactamente sorprendente. Cuando la recuperación económica no logró consolidarse

DECEPCIONANTE

(27)

tras una recuperación prometedora allá por los años 2010 y 2011, la inestabilidad económica se propagó a escala mundial. El comportamiento de los consumidores cautelosos y de los bancos occi-dentales que aún estaban pasando una situación difícil, se convirtieron en un lastre para todo el mundo y el crecimiento de las economías emer-gentes no pudo sostenerse por sí mismo.

No hubo nadie a quien no le afectase esta segunda ola —y casi nadie se libró de los tiempos difíciles que le siguieron, especialmente aquellos países sin insti-tuciones sólidas. La dinámica fi nanciera cambió por completo, y tanto las personas como las empresas tuvieron que trabajar duro para volver a equilibrar sus deudas incluso mientras veían cómo el valor de sus activos disminuía. El défi cit fi scal también acabó con cualquier oportunidad de crear paquetes de es-tímulo en la mayoría de los mercados avanzados.

Los consumidores de todo el mundo se abstenían a la hora de gastar el dinero, eso si tenían la suerte de tener ingresos constantes. Pocos recursos y las necesidad de dar prioridad a lo mas básico signifi -caba que la mayoría de las personas de todo el mundo —incluso aquéllas que ascendían poco a poco a la clase media— se veían obligadas a hacer frente a difíciles elecciones a la hora de gastar. La alta tasa de desempleo y el envejecimiento de la población acarreaban gastos sociales cada vez ma-yores a los que nadie estaba preparado —menos aún, las megaciudades que tenían que tragar con las nuevas llegadas. En contra de este telón de fon-do, lujos como los sistemas Home Entertainment

HD o sistemas de entretenimiento en casa 3D-HD parecían más que excesivos —y limitados es-trictamente a segmentos de mercado muy reduci-dos y exclusivos en países o ciudades de renta alta.

¿Qué signifi caba todo esto en cuanto al uso de Inter-net? Mucho. Los casi 2.000 millones de usuarios nue-vos de Internet en la primera década del siglo XXI

resultaron ser oportunidades de negocio que, sor-prendentemente, generaban pocos ingresos. Eran consumidores cautelosos de servicios online que buscaban ofertas especiales en todo: aparatos, paque-tes de servicios y en acceso a contenidos. También recurrían al comercio electrónico con moderación y no eran demasiado afi cionados de accesorios extras, mostrando preferencia por los elementos indispen-sables de Internet como Voz sobre IP, el correo elec-trónico y las modestas aplicaciones P2P.

Los proveedores que ofrecían servicios asequibles empezaron a mostrar su lado más creativo, encon-trando nuevas formas ingeniosas para crear segmen-tos de mercado y para tratar de satisfacer a los usua-rios más austeros mediante tarifas fuera de las horas punta, mediante limitaciones en las conexiones y mediante otras ofertas. Los modelos de negocio que dependían de muestras para vender paquetes Pre-mium estaban severamente restringidos puesto que los consumidores acudían en bandada a las ofertas gratuitas y se resistían a la tentación de las versiones mejoradas. Los proveedores de servicios locales y las compañías de tecnología que ofrecían la posibilidad de dosifi car el gasto eran los más aventajados.

La mayoría de los usuarios nuevos y los que ya lo eran parecían prestar más atención a las

funciona-lidades y a los servicios básicos que a la experien-cia multisensorial virtual y otros lujos de ocio. Las

Las personas que se

conectaron a Internet en la

primera década del siglo XXI

resultaron ser oportunidades

de negocio generando

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