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1915 Mura. 19^REWsífc
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DE
HISTORIR
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PÜBUCRCIÓN TRIMESTRAL
Órgano
de laSociedad
ChUena de Historia yGeografía
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p¿es. .Ebbííuriz, Cníceriie.—Dosexpedicionesdesastrosas....i....".';
Latoham, Ricardo E.— 1.a capacidad guerrera de los araucanos: -~: 8üi.8]9u6sVu¿i»báoímiUtái^^..;:!/^.^-...'...'...:.' 22
Wilson,Ralph JS.—Recientes observaciones de.las nebulosas y,. - ausproyeccionesenelproblemade laevoluciónestelar.. 94 BoaSa, ■Jifan,—f,SLFernandina. ....:...::./...'.*.... 116 rViónSiMackenna,B;T-OonFelipePardoAliagaenChile ,.- 187 CartaanónimasobreélsitiodaChillanenAgostode1818,.:... , Í4Í Alda?, y Aspeb, Aíonuei.^Cireular"pasada a losSuperiores de '"
.rlosConventosy Monasterios-conmotivo delaexpulsión / c'délosJesuítas..;...'....;.,...•..:..-?.:...;:...:„.... „".'.-... ¿ Í60 deMontessus dk Ballore, Fernando.—
Bibliografíageneral,de tembloresy terremotos.:. .:..."...^...^Sr. :.ts?.:."...' 161 ^Covarrubias, luí».—Monedanchileuas desdela Independencia
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¿asta,lafecha..;';l:...:...,.-.'. .'.,.-.'./...-...'..:...'.>>.:'.'...';,,£.■....'....,.., 2áí Thayee Ojeda. Thomát.—hos héroesindígenasde -La Araucana» 306 Prietp,Imís Frañeüco.—¿Cómo se llamaba la madre del abate .
.Molina?... ..^...i»-...,.'...,..^'. :..',L: r36& VicüSa Cifuentes, .Julio.—Mitosysuperstteionés\,recogfrlosaela .
tradiciónoralchilena(Conausión). .,...:/.'.' .:■-S69 CartadedonFrancisco délaLastraadon -BernardoO'Higgins 423 Uñfolletodepropaganda^hasta ahoradesconocido,-sobrelaRe-'-f'^ ;voli)slóñdélaIndependenciadéCÜile....^.. .." 426 AmunXteouÍ Solar, Domingo.—Bosquejo Histórico dela Litera
turaChilena(CanUnuatUny.T....:.. ...:..." *.... 447 . Zentiíno, Jos¿ Ignacio.—ÉlGeneralZentéD9(ContípuactónJ...
.^. 464 ''"Actas déla Sociedad Chilenade Historiay.Geogíaíüv Zl...l. 479 Comunicaciones. -..Vi,..-.-...::._., .-ff... 481 Nómina de los sociosdelaSociedad Chilena de Historia yGeogra
fíaen16 deSeptiembrede1915.:.... ...-..;...:. 490
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Imprenta
Universitaria Bandera 130■?'.-iV ■'
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'■'~'!-'-&A7-i----í--:~'-:'
•A COLABORADORES
-- - y., " :'^"'.
' •■ hasta el présente número
&'.'>-Aqostini, Alberto De Aldana,Artenro- ; Ambeega,Fray Jerónimo de Amunátegui
SoLAR,<Í5ómingo
,_ .Ayala l¡?>A. "BallivíáNjMrV. '-, -' BarahonaVega,Clemente Berthling Hans: ,
BertRand,Alejandro,
'
. , , Blanchard-Chessi, Enrique ~. Blanco Fombona, Rufino ,:-; Cabrera, Arturo . •'.* Cañas Pinochet,Alejandro .,-Cavada,Francisco J. ,, :Coíázzi*Antonio ,
t Cóváerubías, Luis Cuadra, Guillermo Cuneo Vidal,B.■■'■'-.. Cumming,.Alberto de laCruz, Ernestq DíazMeza,Aurelio Donoso;Armando
EcheverríayBeyes, Aníbal Echegoyen, Horacio
Edwards,'Alberto;'= . Encina, FranciscoA. .
--'">'■- "-Espejo, JuanLuis , Espinosa, AurelioM. >■ Errázuriz,Crescente Fonck, Francisco_ FuenzAlida,José delO GajardoBeyes, Ismael GAldames,Luis
-García
lluiDOBRCvElías
Gatica Martínez,^Tornas" GómezGarcía, Agustín Guevara) Tomás
GümmáyMartí,Alfredo Guzmán,C. A,
Hañssen,Federico ; HübnerBezanilla;Jorge Huidobro Gutiérrez, Bamón
Vi,-.. ír"'1'
S--LAGOS/P/Boberí»/
-Lat¿ham,
BicardoE. ,; LÁVÍALj BamónA, "''-'■ 1> Lizana, Desiderio ,• •„; Lizana M., Eíías .',: '/. / Machado, MiguelR. *
^ Magallanes, Manuel M MarIn VicqNÁi -Santiago MatusZ.VLeoterdp MattaVial, Enrique Mardones,Francisco . Medina,JoséToribio ;* Molina,Evaristo
-''---3 Molinare; Nicanor .--'.-. MontanerBello, Ricardo MONTEBRUNO, Julio J .
V 'V deMontessusdeBallore,F. Nietodel-Ríó,Félixv -y-Oyarzún,Aureliano
POSNÁÑSKYyATthttr
?_;. PeñaMunízaga,Nicolásf-.
: . Prirto, LuisFrancisco,.:.Portee, CarlosE.
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^ Ramírez,Tomás A., ¿ -RisoPatrón,
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*Ristenpart,F.W., ,
SÁNCHÉz/Pedro
O.'/;- '¿ *-:: 'Santa
Í&UZ,
Joaquín* Silva Cotapos,Carlos . SilvaVildósola,CarlosThayerOjeda,Tomás , Toro,Gaspar
Uhle, Max
ÚRZÚA; MiguelRafael Vaísse,
Emilio{OmerjEmethJ
Valenzuela;II
tino.Fr.Pedro ValdésVergara, Francisco VarasVelázquez, Miguel Vicuña Mácjcénña Carlos T VicuñaCifuentes,Julio Villanueva,CarlosE,A.
NOTA
LaDirección de la Revista no se hace responsable de las ideas que emitan los autoresen sus escritos. '\x
REVISTA
CHILENA
DE
HISTORIA
Y
GEOGRAFÍA
ÓRGANO
DE LASOCIEDAD CHILENA DE HISTORIA Y
GEOGRAFÍA
TOMO XV
Santiagode Chile IMPRENTñ UNIVERSITARIA
BflMDERA 130
REVISTA CHILENA
DE
HISTORIA
Y GEOGRAFÍA
Dos
expediciones
desastrosas
Con
desgracia
principió
para losespañoles
el año 1564.Después
de haber recorrido durante cuatro días los alre dedores deConcepción
para recogersembrados,
envió Villagra
conigual
objeto
máslejos
alcapitán
Francisco Yaca. Dióle unos treinta y cinco hombres(1),
a fin deque, retirándose como seis
leguas
españolas
de laciudad,
por la
costa,
siempre
al lado sur delItata,
cosechase eltrigo
que enaquellas
comarcas tenían sembrado en susencomiendas los
españoles.
Llevaba Vaca instrucciones
precisas
acerca «del sitioque habían de tomar y de lo que habían de hacer». Ellas muestran cuánto temor
inspiraban
tales excursiones(1) Juan de Ahumada, en su información deservicios (XXIII, 319)i
hacesubira treintay nueveloscompañeros de FranciscoVaca; la
trela-ción de lo sucedido en ChiledespuésquelGobernadorPedro de Villagra entróenél...» (XXX, 196),dicequefueron treintayseis;Juan Pérez de
Zurita,en sucarta al Cabildo deSantiago (XXIX, 353), treinta ycuatro; porfin,este Cabildo, por los informes que ledaba el mismo Francisco
Vaca,escribeqne fueron treintay dos.Adoptamos untérmino medioen
a
Villagra.
Eran,
empero, de absoluta necesidad: en vís peras de un cerco,urgía
proveerse de alimento yurgía
quitar
esos sembrados a losindígenas
enemigos.
Se
previno
a Francisco Vaca que no debía exponerse a los azares de uncombate,
en el caso de verse amenazado por los de guerra, «porno sertiempo
de aventurarnada». Enlugar
decombatir,
seretiraría aConcepción.
Másaun: si tuviese noticias de lapresencia
delenemigo
en lascercanías,
fingiría
partir
de noche contra él y tornaría «a la ciudad sin ser sentido».Llegó
Vaca alpunto
designado,
«que era muybueno»,
una llanura «apropósito
para los caballos y dondepodía
estar al seguro»(1).
Como no se divisase
peligro
yqueriendo
coger más abundante comida al lado norte delrío,
instaron los sol dados a sucapitán
a pasar el Itata. Era desobedecer las órdenesrecibidas;
pero,engañado
también Vaca por laaparente
tranquilidad
de la comarca, condescendió con el deseo de los suyos.Creyó
hacer cosecha mucho más abundante sin correrpeligro alguno.
Equivocóse.
Diestramente oculto en los contornos con tres mil hombres de guerra,según
calculaGóngora
Marmolejo, espiaba
Loble,
«indio belicoso y valiente» los mo vimientos de losespañoles.
Apenas
los vio atravesar elrío,
preparó
elataque
y cautelosamente avanzó hacia ellos.Su cautela y
precauciones
para nodespertar
alarma entre elenemigo, consiguieron
ocultar sumovimiento;
pero nolograron impedir
quellegase
a Francisco Vaca vago rumor de la cercanía de los indios de guerra.Sin
creerlo, vaciló,
noobstante,
conociendo cuan grave era suresponsabilidad
en el abandono del sitiodesignado
en lasinstrucciones
del Gobernadory en haber
pasado
el río.Indicada estaba la resolución que debiera tomar: vol ver inmediatamente sobre sus pasos, atravesar de nuevo el Itata y tornar en el acto a
Concepción.
Eniugar
de hacerlo así ydesoyendo
laopinión
dealguno
de suscompañeros,
que se lo indicaban(1),
limitóse a enviar aVillagra
una carta con uno de los indiosamigos,
que con él iban. Le refería en ella elrumor que habíallegado
a sus oídos y cuyaexactitud, agregaba,
no creía.Muy
de otra manerapensó
elGobernador,
cuando al amanecer recibió la carta de Francisco Vaca. En el acto le contestó renovándole susprimeras
órdenes de nopelear
y de volverse aConcepción.
Y tantaimportancia
atribuyó
a lanoticiadespreciada
porsucapitán,
que una horadespués
de recibido el aviso salían «cuarenta muy buenos soldados» en busca de losexpedicionarios
con or den de tornar con ellos a la ciudad.Llegaron
tarde. Cuandopasado
el Itata se vieron en el sitio donde habían estado losespañoles,
no los encontra ron ni encontrarona personaalguna
que losimpusiese
de lo sucedido.Volvieron a referir su insuceso a Pedro de
Villagra
y en el caminosupieron
los acontecimientos poralgunos
indígenas.
En la misma mañana que el
mensajero
de Vacallegaba
aConcepción
y de allí salíancuarentahombres,
el sábado15 de Enero de 1564
(1),
habían caído al amanecer los indios de Loble sobre lapartida
deespañoles.
Otros avi sos debía de-haber recibido elcapitán
Vaca,
después
delprimer despreciado
rumor, acerca de lapresencia
delenemigo;
porque éste nologró
sorprenderlo:
tenía a sugente
«poniendo
muchaguarda
en las velas yrondas,
todos armadosesperando
lo que harían»(2).
Ello lesvalió,
sinduda,
para no pagar con la vida de todos los soldados laimprudente desobediencia;
pero no les dio la victoria. Había ido Loble por lasmárgenes
del Itata y caía so bre el campoespañol
cortándole el acceso al río y, por lotanto,
la retirada aConcepción.
La fuerza de las cosas
obligaba
ahora a Vaca a deso bedecer nuevamente. Tenía orden de retirarse y de noempeñar combate;
pero para tornar aConcepción
—mandatoprincipal
de sus instrucciones—necesitaba combatir y abrirse paso por entre lasfilasenemigas.
Otrocualquiera
movimiento,
con los de guerra alfrente,
que nofuese atacarlos y deshacerlos era, nóretirada sinofuga
vergonzosa y funesta.Equivalía
a abandonar losbagajes,
las cosechasrecogidas,
y a serperseguido
ydejar
también(1) La cartade Juan Pérez de Zurita al Cabildo de Santiago, publi. cada por DonClaudio Gay,en el volumenI de susdocumentos, págs. 331a 336,dice «diecinueve deEnero». Es error decopiafácil de corre
gir—
como lo hacorregido DonTomás ThayerOjeda,Los Conquistadores d Chile, II, 62—
comparando esa fecha con las que posteriormente apuntael mismo Pérez deZurita; fácil decorregiryfácil de explicarsi tal fechaseescribióennúmeros. YaDonDiego Barros Arana lacorrigió también, como otras que mencionaremos,comparando lacopia publi cadaen susdocumentos por Don ClaudioGay conotramucho másexac
taque consultóenlahistoria manuscrita de Pérez García.
(2) En lo relativo al combate de Francisco Vaca con los indígenas
nos sirveprincipalmente lacrónica de Góngora Marmolejo, cuyas son
no pocas víctimas en su
viaje
aConcepción,
cuando repa sara el Itata.Era menester atacar y así lo hizo Francisco Vaca. Rudo fué el combate. En él
cayó
muerto,
a vista de todos losespañoles
y sin que nadiepudiese
socorrerlo,
«un sol dado llamadoGiraldo,
vecino de laConcepción
>••Largo
rato duró lalucha,
en la cualpelearon
valientemente elcapitán
yalgunos
soldados;
pero lageneralidad,
desani mada por la multitud de losenemigos,
comenzópronto
aflaquear
(1).
A poco se vieron envueltospor los indios y otros cuatro o cinco cayeron muertos
(2).
Pronuncióse entonces franca derrota de los
españoles,
que ya nopudieron
pensar en tomar el camino de Concepción. Emprendieron
hacia el norteprecipitada fuga,
dejando
enpoder
de losindígenas
muchoscaballos,
«elbagaje
y todo lo que tenían».Siguieron
los vencedores cincolargas leguas
a losfugitivos,
que tomaron la direc ción deSantiago,
resueltos a veniracá,
por distante que estuviese.Llegaron,
enefecto,
«rotos,
maltratados y he ridos»(3)
a sembrar elespanto
en lacapital
el 26 ó 27 de Enero(4).
Mientras
tanto,
cuando supo Pedro deVillagra
en Concepción
laderrota deVaca,
lamuerte de cuatro o cincoes-(1) Relación de losucedidoenChiledespués quel Gobernador Pedro deVillagraentróen él... (XXX, 196).
(2) Góngoea Maemolejo,capítulo 44,dice quelosmuertosenesteen cuentro fueron cuatro españoles; Juan deAhumada, en su mencionada información deservicios,loshace subir a cinco,oncediceporerrorde copiao deimprentael documento. (XXIII, 319).
(3) Góngoea Maemolejo, capítulo 44.
(4) En lasesión del Cabildo deSantiago,celebradaenla noche del l.o deFebreroselee: «el capitán Francisco Vaca podrá haberseisdías que
pañoles
y ladesesperada fuga
de los demás aSantiago,
reunióapresuradamente
el Cabildo. Lapujante
audacia delenemigo
y la disminución de cerca de cuarenta hombres
agravaban
notablemente la situación de la ciudad Esos hombres hacían tanto mayor falta cuanto que pocos días antes había enviado en socorro deAngol
a Lorenzo Bernal del Mercado con otros veintinueve.De acuerdo todos en la necesidad de fortalecer
presta
mente aConcepción,
resolvieron enviar en el acto a Angol
por los soldados que acababa de llevar Bernal. No se hallaban en el caso deayudar
a otra ciudad enaquellos
angustiosos
momentos.Para el
desempeño
de esacomisión,
no sinpeligro
después
de los recientes sucesos,eligieron
a Juan Pérez de Zurita.Llegado
en calidad deprisionero
de su Gobierno deTucumán,
fué muyluego
puesto
en libertad y su renom bre dedistinguido
guerrero, aumentado con las victorias que había alcanzado al otro lado de losAndes,
cobrómás fama cuando sesupieron
lasdesgracias
que abrumaron asu sucesor Castañeda.
Este,
que había enviado preso a Pérez deZurita,
llegaba
entonces a Chile casifugitivo.
Preparábase
Pérez de Zurita apartir
al Perú: «yo estaba, escribe,
departida
para ir a Lima a misnegocios
y por haberme enviado a llamar elRey
y los de suConse-jo» (1).
Muy
justos
títulospodría
tener de ser considerado diestro y valientecapitán;
pero alfijar
en él losojos
paraesta delicada misión no se hubiera debido olvidarsu com
pleta inexperiencia
acerca de loshábitos,
el valor y la manera depelear
delindígena
chileno,
de sus ardides de guerra y aun de latopografía
delpaís
a que acababa dellegar.
Estainexperiencia
lo tornabanpeligroso
jefe,
so bre todo si se atiende a lo mucho que de sí mismo presu mía. En carta al Cabildo deSantiago
lo manifiesta pocos díasdespués:
«Por mí visto eltrabajo
tangrande,
escribe,
que en tierra había sucedido y elriesgo
en que elGobernador,
la ciudad y todosestaban,
y no habíaquien
a esto con poca ni muchagente
seofreciese asu remedio... tomé esta empresa».Recibí de Pedro de
Villagra
plenos poderes,
continúa,
«para que enaquella
ciudad deAngol
yentodaslasdemás de esta Gobernación hiciese y ordenase en todoaquello
que mepareciese
convenir al servicio de Dios y de SuMajestad
y sustentación deestatierra,
para sacar y mudargente
de unaparte
a otra, y otrascualesquier
cosas que a mí mepareciesen
convenir.»El ilimitado
poder
concedido a Pérez de Zurita—tanto más ilimitado cuanto menospodía
comunicarse el Gobernador,
casi ya sitiado enConcepción,
con las demás ciu dades—y la
presteza
con queaquello
se hizo manifies tan lo crítico de las circunstancias.En
efecto,
a las doce de la noche de esedomingo
16 de Enero, en que se supo enConcepción
la derrota de FranciscoVaca,
acaecida lavíspera,
salió Juan Pérez de Zurita paraAngol
a la cabeza de doce o catorce hombres de a caballo(1).
12 CRESCENTE ERRÁZURIZ
Dióle
Villagra precisas
instrucciones. Andaría toda esa noche hastallegar
aAngol,
de donde sacaría «otros vein ticinco buenos soldados». Con ellosemprendería
la vuelta aConcepción. Fijóle
el camino por el cual debía volver —el deItata,
diceGóngora
Marmolejo (1)
—«e las
jor
nadas que había de traer para quepudiese
venir seguro».Conduciría,
enfin,
aConcepción
no menos de cien caba llos que, de residentes en esaciudad,
había entonces enAngol.
Con toda felicidad
llegó
Pérez de Zurita aAngol
el martes 18 de Enero. Se obedecieron allípuntualmente
las órdenes del Gobernador yse dieron a Pérez de Zurita los soldados y ciento veinte caballos.Todo
preparado,
salió elcapitán
paraConcepción
eljueves
20 de Enero con treinta y ocho o cuarenta hombres
(2),
aunque dehombres, según
élpretende,
«los ocho o diez dellos no tenían sino la maestra».Usando de las facultades de que se hallaba
investido,
convino en sacardeAngol
alCorregidor Diego
deCarran zay lo llevó entre suscompañeros
(3).
Probablemente para ir a ver al Gobernador y hablar con él acercade las nece sidades y de la defensa de la ciudad que se le había confiado;
tal vez a fin de reclamar la fuerza que en esos mo mentos se lequitaba
y que poco antes se lehabíaenviado(1) Capítulo45.
(2) Pérez de Zurita dice que saliócon treinta'yocho soldados;con cuarenta dicenPedro de León y su testigo Lope deAyala (XVI, 427 y 449);también en suinformación de servicios Baltasar Pérez de la Mata (XXIII, 302)yGóngoraMaemolejo,cap. 45.JEsclaro elerrorde Simón Alvarezen suinformación deservicios,que habla de «treintaespañoles, poco máso menos»(XIX, 377).
como necesaria para la sustentación de
Angol;
o por otra causa, salió con Juan Pérez de Zurita.Y,
pues su ausen cia debía ser
corta,
la ciudad y lacomarcaquedaron
a car go de los Alcaldes Ordinarios(1).
Los acontecimientos y laimposibilidad
en que estuvoAngol
de comunicarse con Pedro deVillagra,
iban aprolongar
aquella
situación,
desuyo
provisional
y en las críticas circunstancias delpaís
no exenta depeligro.
¿Vio
osospechó imprudente
confianza opresunción
Lo renzo Bernal del Mercado en Pérez de Zurita?Algo
de eso hubo de mover alexperto
y diestrocapitán
a reco mendarle muchaprecaución
paraelegir
el camino.Según
parece, le
aconsejó
—como se lo había ordenadoVillagra
—
que no abrazase el más corto sino el más seguro.
—«Señor
capitán,
ledijo,
por el camino que Vuestra Merced ha venido nodebe volver. Pueshay
otros caminosmuchos,
tome el más seguro; porque creo, a lo que soy informado,
que los indios lo esperan a la vuelta.»El cronista que esto refiere continúa: «Juan Pérez de
Zurita,
como hombre degrande
ánimo y que no se había visto en reencuentroalguno
conaquellos
indios,
despreció
lo que le fuédicho,
yrespondió
que porel mismo camiuo(1) GóngoeaMaemolejo,capítulo45,escribe queDiegodeCarranza «dejóelcargo deCapitán para irse a Españay ansí quedó laciudad de Angolsin Capitánque la tuviesea sucargo, porque Gabriel deVillagra Behabía vuelto a sucasaalaImperial, y elcapitán Lorenzo Bernal aun que estabaenAngol, notenía cargo ningunomás queun particular ve cino. Los Alcaldes ordinarios proveeíanenlo públicolo queseles ofre cíacomojusticiaordinaria. Enestetiempollegó el capitánZurita...»
había
de volver y entrar en laConcepción
contodo el fardaje
que llevaba: que eraflaqueza
con tan valientes soldados buscar nuevos y no usados caminos»
(1).
Nó pensaba,
pues,entonces,
comodespués
escribía quealgunos
de esos «valientes soldados» no tenían de hombres «sino la muestra».Lo que le decía Bernal era cierto. El
cacique
Millalel-mo,
jefe
en esta ocasión de losindígenas,
ya al corrientede la
partida
de Pérez de Zurita «por los humos que loscomarcanos
hacían»,
lodejó
pasar por muchoslugares
peligrosos,
en los cuales debíaaguardar
unacelada,
yfuéa
esperarlo
en las cercanías deConcepción,
como a dosleguas
deella,
en unaciénaga
junto
al ríoAndalién,
enel
punto
denominado Lebocatal.Mientras más se acercaba a la
ciudad,
menos temorabrigaba
Pérez de Zurita y asíllegó,
sinsospecharlo,
hasta el sitio en donde se ocultaba Millalelmo.Cuando éste lo vio casi
encima,
habló a sugente.
Mostróle las
ventajas
del sitio queocupaban
y la de ha bérselas con hombresnuevosen la guerra. Les recomendóque no
pretendieran
apoderarse
delfardaje:
eso vendríadespués
de la victoria. Durante lalucha,
no distraeríanellos
parte
de sus fuerzas en tomar losbagajes
y los espa ñoles tendrían que ocuparalgunas
en custodiarlos. En seguida
destacó unos treinta guerreros, armados de arcosylanzas,
a acometer alenemigo.
Apenas
losprimeros
hombres de Pérez de Zurita divi saron estapartida,
dieron la voz de alarma. Elcapitán
«mandó
juntar
elbagaje
parapelear
ypasó
adelante areconocer que
gente
era». Resistieronun poco losindíge
nasy
luego
emprendieron
laretirada,
perseguidos
decerca por los
españoles.
Eso
esperaba
Millalelmo. Salió de la emboscada con tres mil guerreros, lanzando ensordecedor chivateo: «terrible
grita,
que como era valle y estrecho atronaba lacomarca, tocando
grande
número de cornetasy una trompeta
que habíaganado
a los cristianos». Elcapitán
Pérez deZurita, después
dedejar
diez soldados en la custodiade los
bagajes
—justificando
conesto, sinsaberlo,
la astutaprevisión
del caudilloindígena
—atacó valientemente al
enemigo.
El combate se trabó encarnizado. Una de sus
primeras
víctimas entre los
españoles
fué unjoven
y valiente hidalgo
sevillano,
donPedro deGodoy. Llegado
aChile condon García de
Mendoza,
era encomendero y alcalde ordinario de Osorno
(1)
y conocidogeneralmente
por el ardor de su denuedo. Metióse conimprudencia
en las filas enemigas
y en el acto se vio rodeado y en granpeligro.
Acudió en su auxilio «otro
soldado,
valientehombre,
llamadoRolón»;
pero uno y otro fueronpresto
derribados de suscaballos y muertos
(2).
Pusieron los rebeldes las cabezasde esos soldados «en unas lanzas
largas»,
las mostrabancomo trofeo de victoria y animaban más y más asuscom
pañeros
apelear
con entusiasmo.A esas dos
primeras
víctimas sesiguieron
otras dos:(1) Don TomásThaybeOjeda, LosConquistadoresdeChile,tomoIII, página 107.
(2) Adon Pedro de Godoy, sinduda el más notablede los muertos,
«luego
matarona otrosoldado llamadoHinostrosa y aotro llamado Villero»(1).
El
Corregidor
deAngol,
Diego
deCarranza,
estuvo también apunto
de perecer. Mal herido y derribado delcaballo,
debió la vida a Baltasar Pérez de laMota,
que,aunque
igualmente
«muy malherido»,
lo subió a las an cas de su caballo yconsiguió
huir con él(2).
Por
grandes
esfuerzos que hiciera Juan Pérez de Zurita para
impedir
la desbandada de sutropa
(3),
introdújo-se el desorden en las filas y comenzó lafuga.
Quedaron
en
poder
de los asaltantes los«caballos,
ropae oro eplata
e otrasjoyas,
que valieron gran cantidad de pesos de oro»(4),
valor que otrotestigo
hace subira «más de vein te mil pesos»(5).
Por entre los montes fueron los
fugitivos
«asalir alpasaje
donde habían desbaratado alcapitán
Vaca»(6).
No pensaron ya en tentar el paso del Itata y, como losotros,
sin que fuera«parte
elcapitán
nialgunos
soldados bue nos para detenerlos»(7).
tomaron el camino deSantiago
«con solas sus armas a cuestas y sin capas ni fresadas ni
(1) Enla «relación de lo sucedidoenChile...» (XXX, 197)sehabla de 'tres soldados muertos; pero confirman el número dado por Góngora Marmolejo,entreotros,el mismoPérez deZuritaen su carta alCabildo de Santiago (XXIX, 355), Pedrode León,en su información de servicios ysutestigo Lope de Ayala (XVI, 427 y449) yJuan deAhumadaen su información de servicios(XXIII,319).
(2) Información de servicios deBaltasarPérezde la Mota(XXIII, 297). (3) Góngora Maemolejo,lugarcitado.
(4) Declaración de Bartolomé de Morcilloenlainformación de servi cios de Pedro de León (XVIII,308).
(5) Información de servicios de Juan Pérez de la Mota (XXIII, 302). (6) GóngoeaMaemolejo, lugarcitado.
otras cosas, porque todo se lo tomaronconel dichohato y servicio los naturales»
(1).
El combate de Lebocatal se efectuó el sábado 22 de
Enero,
a las doce del día y tardó poco enpronunciarse
lafuga
de losespañoles.
Súpose
enConcepción
la derrota esa misma noche «alpunto
del alba»(2)
poralgunos
indiosde servicioqueiban con Pérez de Zurita.
Siguió
éste surápido
viaje
a lacapital.
El 27 deEnero estuvo ya en salvo a orillas del Teño. Desde allí envió a loscapitanes
Diego
de Carranza y Juan de Lozada con una carta al Cabildo deSantiago
—carta que nos ha pro
porcionado
muchos de losapuntados
datos—en la cual le avisa lo sucedido y le
pide
órdenes y socorros.Cinco días tardaron los enviados en
llegar:
estuvieron acá el 1.° de Febrero. Seis días antes habíallegado
Fran cisco Vaca. Seimaginará
laalarma,
más aun, la conster nación queesparció
en lacapital
estanoticia,
unasemanadespués
de haberse recibido a Vaca. Porsegunda
vez, ve nía al norte unapartida
de soldadoshuyendo
deConcep
ción. Derrotados a dosleguas
deaquella
ciudad,
nisiquie
ra habían intentadollegar
aella,
¿cuál
no sería elpoder
y lapujanza
delenemigo;
cuan estrecho el cerco de Concepción? ¿No
se debería considerarperdido
alGobernador,
si tal situación seprolongaba?
Tanto fué el temor, que no
aguardó
el Cabildo el díasiguiente
para reunirse. Esa mismanoche,
a las9,
apenasllegados
losmensajeros,
celebró sesión el 1.° de Febrero.Componían
el Cabildo en 1564 los Alcaldes JuanBau-(1) Información de servicios de Juan Pérez de laMota (XXIII, 302). (2) «Relaciónde lo sucedido en Chile...»(XXX, 197).
tista de Pastene y Juan de
Cuevas;
losRegidores
Alonso de Córdoba elviejo, Diego
García deCáceres,
Gonzalo de losRíos,
García Hernández y Juan deBarros
yelAlgua
cilMayor
Alonso de Córdoba el mozo(1).
Abierta la sesión,
dióse lecturaala carta de JuanPérez de Zurita(2).
Después
de resumir en ella los sucesos que hemos referido,
habla de la terrible situación de esas comarcas.«La
tierra, dice,
está enpunto
de serperdida;
el Gobernador y toda la
gente
deaquella
ciudad está en granriesgo
ypeligro,
como elcapitán Diego
Carranza informará a Vuestras Mercedes: y si el socorro no lo tuviesen
de Dios y de Vuestras
Mercedes,
temo sepierdan,
y aunlo creo; porque toda la tierra está sobre
ellos,
así los del Estado(Arauco)
como los de los cerros, yconjurados
todosdenoalzar el cerco hasta haber rendido
aquel
pueblo
o serellos
vencidos;
todas lasmujeres
ehijos
tienenconsigo
para que los
ayuden
asustentarse;
cógenles
las comidas alos de la
Concepción.
Desbaratado el Gobernador y perdido
aquel
pueblo,
lo que Dios noquiera
nipermita,
ellosdicen que han de
probar
hacer lo mismo desta ciudad y de las demás del reino».f
(1) TomásThayerOjeda, Lasantiguasciudades de Chile, pág.32. (2) Lacopiade estacarta,publicada por don Claudio Gayen elpri mertomo de sus documentos, páginas 131 ysiguientes,yreproducida por el señorMedinaen el volumen XXIX, páginas353ysiguientes de susDocumentos, contiene,como lo notaelseñorBarros Arana (tomoII,
pág.336 de suHistoria General deChile) notableserrores.En ellaapare cederrotadoVaca el 19 deEnero en lugardel 15; Lorenzo Bernal lleva aAngol veintinuevehombresy no veintisiete,y la fecha delacartaes2 de Eneroen vez de 27.Estos errores desaparecen enlacopiainsertaen
lahistoria manuscritade Pérez García. Deestecronistatomamoslos da
tosrelativosal Cabildo de Santiago, cuyasactas y acuerdoscopiao ex
Continúa con tristes noticias acerca de toda la comar ca desde los Llanos de
Concepción
hasta el Maule. Losindígenas
de ella estaban «alzados y en lajunta»,
menoslos de las encomiendas de Juan Jufré y de Cuevas. Con
cluye:
«Todo sepierde
si Dios con su misericordia no loremedia y Vuestras Mercedes con brevedad no dan so
corro».
Habiendo expuesto lo terrible que era, a su
juicio,
la situación en el sur, decía a losconcejales:
«Si hastaaquí
Vuesas Mercedes han dado auxilio por el servicio del
Rey
y por susGobernadores,
ahora lohagan
por servira Dios y porproximidad.»
Pedía que lacapital
elevase has ta «ciento veinticinco hombres con veinte arcabuces» los sesenta de las dospartidas
derrotadas.Con estos ciento veinticinco
hombres,
él iría en el actoon socorro del Gobernador. «Esto no lo
pido
ni loquiero,
añadía,
por cosaninguna
depretensión
que a ello memueva, sino sólo por servir a Dios y a Vuesas Mercedes o remediar y favorecer
aquella
gente
que tantoriesgo
corre. De mídigo
que serviré a Vuesas Mercedes en estaarriesgada
jornada
y queninguna
cosa de ellaquiero
hacer nipedir
comoCapitán
General,
sinosuplicarles
yayudar
como Juan Pérez de Zurita y comoamigo
y ser vidor de todos y porque con laayuda
de Dios se excusa rá laperdición
y daño tangrande
que de no lo hacer po dría resultar».Manifiesta la necesidadque urge deauxiliar a sus hom bres «muy maltratados y destrozados y faltos deun todo» y se ofrece a venir a
Santiago,
si así lojuzga
conveniente el Cabildo y si no
prefiere
enviarle fuerzas y socorro •con Francisco Vaca.que se
podría
hacer para remediar la situación. Por supuesto,
comienzan por asegurar que tanto ellos como los vecinos «están muypobres
eadeudados,
e faltos de lo ne cesario así de armas comode
caballos»;
pero,cualesquiera
que fuesen las dificultades y la
pobreza,
en tan graves circunstancias eraindispensable
dar «el socorro al Gobernador,
degente,
armas yutensilios,
el más ymejor
que sepueda
proveer».A fin de que «el auxilio fuese más
copioso»,
sedecidióconvocar para el día
siguiente,
2 deFebrero,
fiesta de la Purificación de MaríaSantísima,
alpueblo
deSantiago,
con el
objeto
de que en Cabildoabierto «todoseplatique,
vea y provea lo que más necesariosea al servicio deDios,
y de SuMajestad,
e bien de este reino».Reunióse el
Cabildo
abierto y en él se acordó llamar a Juan Pérez de Zurita y—dice elcronista,
que extractalo sucedido enaquella
reunión—el vecindariose mostró por
extremo generoso. Ofreciéronse los vecinos a
proporcio
nar cada cual un soldadoequipado
y muchos dé ellos airpersonalmente
a la guerra.(1)
Por
desgracia,
esagenerosidad
y tales ofrecimientosnopasaron de ofrecimientos y
generosidad
verbales: ni en tonces nidespués llegaron
a realizarse. Ni tan sólo volvióa
Concepción
en socorro del Gobernador y de la sitiada ciudad lo que de allí había venido a lacapital,
losfugiti
vos de Francisco Vaca y Juan Pérez de Zurita. Permane cieron enSantiago
losprimeros (2)
yllegaron
acá los segundos
y tambiénpermanecieron
dos meses.(1) Suministraestosdatos lahistoria manuscrita de Don José Pérez García.
En la escasez de recursos del
vecindario,
necesitóse-tai vez ese
tiempo
para proveer de caballos y armas a losfugitivos
deConcepción.
Sólo aprincipios
de Abrillogró
Pérez de Zurita salir para el sur y, como veremos, no pasó el Maule en ese año.
Crescente Errázuriz.
Francisco Vacaysussoldadosenla«relación delosucedidoenChile...» (XXX,197): «No pudieronvolver donde estaba eldicho Pedro de Villa gra,queeran siete leguas de allí,efueronaparara Santiago queeran sesenta,donde,sin teneratención alpeligroen quequedabanallí,se es
SUS ARMAS YMÉTODOS MILITARES I
I. Condición de los araucanos antes de la
conquista
española
El
grado
decapacidad
de unatribu, nación,
o raza, nose estima por el estado moral o cultural en quese encuen
traen un momento
dado,
porque esogeneralmente
obedecea ciertos factores de otranaturaleza. Un
pueblo
puede
permanecer por
largas
épocas
en un estado de barbarie o desalvajismo,
siempre
que ese estado sea más o menosapropiado
a las circunstancias y medios en que se encuentra.En
general
todo progreso naturales extremadamente lento,
y se acelera sólo aimpulsos
degrandes
necesidades,
como ser la necesidad de
subsistencia,
que provocaun mejoramiento
en los métodos de procurarse el alimentoeimpulsa
laganadería
y laagricultura;
lanecesidadindustrialo falta de medios naturales para proveerse de los
objetos
o utensilios de uso
diario;
la necesidadmilitar,
producida
por la
proximidad
de vecinospoderosos
ocodiciosos,
etc. Cuando unpueblo
se hallamás o menosaislado,
en unaa permanecer en estado
estacionario,
y el mayor o menorprogreso
depende
en granparte
de la facilidad de susten tarse. Para salir de ese estadoprecisan
nuevos factoresque vengan a dar
impulso
a las actividadeslatentes;
porejemplo,
una escasez dealimentos,
un cambio de clima ola invasión de otros
pueblos.
El encontrar un
pueblo
en un estado cultural talocualno
implica
quenohaya
podido
progresar
más,
ni que sucapacidad
evolutiva sea inferior o nula. Para medir esa ca"pacidad
espreciso
observar elpoder
que posee paramodi ficar sus sistemas o asimilar otros nuevos, cuando porcualquiera
causa las condiciones del medio cambian.En cuanto a los araucanos, a la entrada de los
españo
les los encontramosperfectamente adaptados
alos mediosen que vivían. El territorio
ocupado
por ellos era de na turaleza abundante para unapoblación
no muy densa(no
tomamos en cuenta las cifras dealgunos
de los cronistas,
cuyoobjeto
eraaumentar yensalzar las proezas de losespañoles);
abundaba enproductos
naturales,
queproveían
de una alimentación nutrida y variada a lospobladores,
pero cuya recolecciónimpedía
lasgrandes
aglomeraciones
degente
en zonasreducidas. Los camposproducían
depor sí una cantidad defrutos,
semillas,
raíces,
tallos yhojas
comestibles,
que noexigían
mástrabajo
que el de buscarcaban a una
primitiva
agricultura,
cosechando ciertos cereales para pasar el invierno.
Esta manera de subsistir sólo se
puede practicar
donde la
población
es poco densa. Cuandoseacrecienta,
prin
cipia
a sentirse escasez yrequiere
laadopción
de otrosmedios;
lamigración
a territorios noocupados,
o lamodi ficación del sistema de procurarse el alimento por el cultivo de
plantas
comestibles,
o sea por laagricultura,
etc. Como sólo enpequeña
escalahabían sentido los araucanosesta
necesidad,
sería atrevido asegurar que no tenían capacidad
parasemejante
desarrollo.Su constitución social se basaba en la familia. Cuando
crecía ésta y se hacía demasiado numerosa para el fácil
sustento del grupo en el
lugar
habitado,
seapartaban
las ramas menores, y buscaban nuevas localidades en que establecerse en condiciones favorables para sus necesidades. Estos grupos mantenían relaciones estrechas con los
originarios
y elconjunto
de ellos formaba la tribu. Poreso vemos en toda
época
que los araucanos se hallan repartidos
enpequeñas
agrupaciones,
más o menosalejadas
unas deotras,
ocupando
cada una elterritorio que reque rían sus necesidades y modo de vivir.Tampoco
sepuede
deducir deesto, que eran poco capaces de progresar: obedecían
simplemente
a laley
natural del menoresfuerzo,
y su sistema económico estaba per fectamente adecuado a los medios en que seencontraban.
Igual
cosa sepuede
decir en cuanto a sus cualidades ycapacidad
militares. La evolución de éstasdepende pri
mariamente del número y calidad de los
enemigos
contraquienes
espreciso
luchar,
yluego
deipoder
de asimilación de nuevos
métodos,
cuando la necesidad los haceMiremos por un momento los
posibles enemigos
de los araucanos antes de lallegada
delosespañoles
parapoder
estimar elgrado
relativo de adelanto o de atraso militar en que se encontraban. .Por el sur, moraban los chilotesy los cuneos,
pueblos pacíficos,
y dominados fácil
mente por los
españoles.
A pesar de ser numerosos,no
podían
serenemigos
temibles para los araucanos,que los miraban con
desprecio.
Por el lado de la cor dillerahabitaban,
durante ciertasépocas
delaño,
tri bus nómades de las pampas de la otrabanda,
como lospuelches, pehuenches
y poyas,pueblos
másatrasados,
menos consistentes y numéricamente inferiores a ellos.Por el norte se encontraban
pueblos
más domésticos y deuna cultura
superior,
no muy guerreros, y que fueron fácilmente dominados tanto por los incas como por los españoles.
Durante el últimoperíodo
también tenían lastropas
yguarniciones
peruanas; pero parece quedespués
de la
primera
embestida no seprodujeron
entre los dosbandos encuentros de
importancia,
conformándose cada cual conguardar
sus fronteras. Además estaban separados de ellos por una
región
escasamentepoblada
y de pocos recursos, que se extendía entre el Itata y el
Maule,
especie
de fronteraneutral,
fuera de lajurisdicción
deambos,
y que constituía la verdaderaprovincia
de lospurum-aucas o promaucaes de los incas.
Por el lado de la costa no tenían
enemigo
que temer. De modo que sólo por dos fronteraspudo
llegar
alguna
amenaza de
enemigos
extraños;
por el norte y por el oriente. Por esteúltimolado,
jamás
tendrían que sosteneruna guerra
formal» sino,
cuandomás,
malonesrepentinos
de tribus aisladas y poco numerosas contraparcialidades
por los
pobladores
de la zonaamagada. Aquellas
tribus decazadores
nómades,
por su modo devivir,
nuncapodrían
reunirse engrandes
números y por lo tantojamás
constituirían un serio
peligro
nacional.El norte era la única frontera
expuesta
a invasiones deimportancia;
pero, en cuantosabemos,
antes de la inva sión incaicatampoco
sería muyamagada.
Con lallegada
de los peruanos, cambió laprobabilidad;
pero al parecer,no se
tradujo
en hechosreales, después
delprimer
en" sayo, cuando la invasión fué contrarrestada por las tribus fronterizas.Por lo
tanto,
sepuede
deducir claramente que antes dela
llegada
de losespañoles,
no existían razones para unamayor cohesión entre los diversos grupos araucanos; sino
que al
contrario,
todas las condiciones naturales condu cían a lasegregación
delasparcialidades
y su subdivisión en grupos poco numerosos eindependientes.
Los factores que más influían para establecer este estado de cosas eran:primero,
la pocacapacidad
de unlugar
determinadopara
soportar
con susproductos
naturales unapoblación
densa;
yluego
el pocopeligro
deataques
de unenemigo
extraño que corrían laspequeñas
agrupaciones.
Indu dablemente existirían muchaspeleas
y guerras intertribales,
comosiempre
sucede entrepueblos
de pocacultura;
peroen
ningún
casouna guerra formal yprolongada,
y sereducirían a una serie de
ataques
sorpresivos
y represa lias de poca
importancia
que cesaban ante unpeligro
común.Por lo
general,
no sepresentarían
peligros
de carácter nacional y en las guerras con susvecinos,
como ya hemosdicho,
bastaría la reunión de lospobladores
de las frontesolici-tar socorro de otras
parcialidades.
Enconsecuencia,
nohubo entre ellos una
organización
quepermitiese
reunirgrandes
unidades de combate en untiempo
relativamentecorto,
ni un mecanismoque hicieseposible
aprovisionar
yapertrechar
un granejército
durante unacampaña
prolongada.
Cada guerrero llevabaconsigo
suspropias
armasy
provisiones,
cuantas consideraba necesarias para la expedición
en que tomabaparte,
que, por logeneral,
se re ducía a unarápida
entrada a sangre yfuego
al territo rioenemigo
y una no menosrápida
salida. Tal era la si tuación delpueblo
araucano cuandoentraron losprimeros
españoles.
II. Las nuevas condiciones que tenían que afrontar los
araucanos con la entrada de los
españoles.
Con la
llegada
de losespañoles
aChile,
estas condicio nes cambiaron para los araucanos y se lespresentó
una serie de nuevosproblemas imprevistos,
que tendría queproducir
un cambio absoluto yrepentino
en surégimen
militar y economíapolítica.
Es nuestra tarea ver cómo afrontaron esta situación y dequé
medios se valieron para combatirla.Hasta entonces los araucanos, como todos los
pueblos
americanos,
eran exclusivamenteinfantes,
y no conocían el caballo. Más aun, la fauna delpaís
nopresentaba
ningún cuadrúpedo
de gran tamaño. El mayor que ellos co nocían era elchilihueqiie
o llama y el guanaco, animales inofensivos. Con todaprobabilidad ignoraban
la existencia de otros mayores.
que les alcanzaban en pocos saltos y les
atropellaban
sincompasión, pisoteándoles
con sus herrados cascos, se pue deimaginar
cual sería su sorpresa yespanto.
Ni su expe riencia ni su valor les servían en este trance. Su armamento resultó
ineficaz,
suformación,
o más bien su faltade formación
regular,
porquepeleaban
entropel,
les hacía una fácil presa para el nuevo y terrible
enemigo.
Si agregamos a esto que, tanto los caballos como sus
ji
netes,
iban ferrados con relumbrantesarmaduras,
contralas cuales no hacían mella las
pobres
armasindígenas,
esfácil concebir cuan terroríficos
aparecerían
ante losojos
de los atónitos indios.Un
segundo
elemento aumentó elsupersticioso
terror de los araucanos: las armas defuego;
no tanto por el estrago
quecausaban,
que en losprimeros tiempos
no ha brían de ser muygrandes,
cuanto por el efecto moral queproducirían
en unenemigo ignorante.
Suestruendo,
las llamaradas quevomitaban,
y supoder
(para
los indios sobrenatural)
de matar a ladistancia,
sin causa visible yaparente,
sembraron entre ellos elespanto.
Inmediatamente
atribuyeron
a losespañoles
atributos sobrehumanos,
creyendo
quedisponían
del rayo y deltrueno,
y hasta dudaron si fuera lícito oprudente
lidiar contra ellos.Puestos en contacto inmediato con sus nuevos enemi
gos y viendo el
pobre
resultado de sus armas contra lasaceradas fornituras con que éstos se
cubrían,
más debieron de convencerse que tenían que habérselas con seres
superiores.
Vendrían a
completar
sudesengaño
las armas ofensivas de los
invasores,
quesegaban
sus cuerpos desnudososemidesnudos con sus acerados filos y contra las cuales
Bien ha
comprendido
lasituación elinsigne
historiador don CrescenteErrázuriz, quien,
en unpárrafo
que nopodemos
dejar
decitar,
dice: «Las armasblancas,
la lanzay sobre todo la
espada,
quenunca abandonaba elsoldado,
diestramentemanejada,
eran las que llevaban el desordeny muerte a las filas
enemigas.
Pero la verdaderasuperio
ridad del
conquistador
se hallaba en la caballería. Hombres casi cubiertosde
fierro,
invulnerables para las armasarrojadizas
delindígena,
eran,principalmente
en losprin
cipios,
irresistibles».(1)
Vemos entonces que en los comienzos de la
conquista,
ni las armas
ofensivas,
ni las defensivas de losindígenas
eran capaces de oponer resistencia a los
españoles,
quie
nes, si es verdad luchaban comotitanes,
lo hacían con unmínimum de
peligro.
Pero esto no losabían los araucanos,y
después,
sabiéndolo,
no se amedrentaron. A pesar delsupersticioso
terror a los nuevos elementos que debían deafrontar,
su natural valor y fiereza no lespermitieron
acobardarse,
y vez tras vez, no obstante sus tremendaspérdidas
y el poco daño causado en las filasenemigas,
se lanzaron animosos a lapelea,
contando por bienempleado
el día si
conseguían
la muerte o cautiverio desiquiera
un
español.
Y
luego
tuvieron que hacer frente a un nuevo elemento,
no menosimprevisto
que los ya mencionados. Los españoles principiaron
a levantarfortificaciones,artilladas,
y
protegidas
además con suficiente número de arcabuces ymosquetes.
En ocasión de granpeligro,
se retiraban alabrigo
de sus muros, donde para los indios era doble mentepeligroso
y difícil intentar vencerlos.Para
comprender
elgrado
depreparación
quepudieron
haber tenido los araucanos para afrontar elementos tan
noveles ytan terribles para
ellos,
espreciso
tener en cuenta
lo.
que hemos dichomás atrás. Marino deLobera,
quien
se encontró
presente
casi desde losprimeros
tiempos
de laconquista,
resume lasituaciónadmirablemente,
cuandorefiere la
primera
entrada que hizo Pedro de Valdivia alas
provincias
de Itata y Biobío. Dice:—«Todos estos(los
indios)
no habían visto en su vidaespañol
alguno,
niotrapersona
forastera,
excepto
elcapitán
Gómez de Alvaradoque había
llegado
diezleguas
de allí entiempo
de DonDiego
deAlmagro.
Poresta causa estaban los indios muypoco o nada diestros en cosas de guerra, ni tenían otra cosa que les diese avilantez para
acometer,
mas que sunatural ánimo y ferocidad: aunque ésta en
parte
les eradetrimiento,
pues los hacía abalanzar sin orden y concier to a cosa quejamás
en suvidahabíanexperimentado» (1).
También da una breve relación del encuentro que tuvoGómez de Alvarado con ellosen
Renogüelén.
«El númerode los indios era excesivo: su
esfuerzo,
y fuerzas aventajadas;
suarrojamiento
y ánimotemerario;
pero su experiencia
ninguna
en tal modo depelear.
No estabanhechos
aentendercon
gente
de acaballo: nocursadosen escaramucearen campo raso: no diestrosen
evadirse,
ydefenderse
delgol
pe de la
espada,
ypunta
de lalanza;
entraban y salían co mogente
brutalyarrojada,
abalanzándose de lamesma suerte que si la hubieran con otros bárbaros como ellos*
(2).
Góngora
Marmolejo,
hablando del mismocombate,
escri be: «Allí sejuntaron
grande
número denaturales,
co-(1) Historiadores de Chile.Tomo VI, p.67.
márcanos a
aquel
territorio,
para
pelear
con él.Después
de haberlos
desbaratado,
como •gente
que venía sin orden,
niescuadrón,
sino tendidos poraquella
campaña
rasa, que son
grandes
los llanos que por allíhay».
(1)
Como se ve, antes de la entrada que hizo Pedro de Valdivia,
en1546,
cuandollegó
hasta elBiobío,
los araucanos habían tenido un solo encuentro con los europeos; y
no tenían ni
organización,
ni formaciónregular
de batalla,
nitampoco
armas adecuadas para hacer frente al invasor. Cada uno entraba a combate a su modo y abando
naba el campo cuando lo creía conveniente.
Poco se habían
preocupado
hasta ese momento en preparar una combinación
poderosa
y sistemática de defensa.
Habían visto que
después
de lasprimeras
escaramuzas, elcapitán
donDiego de¿Almagro
abandonó lajornada,
reti rándose alPerú,
como también que Pedro de Valdiviaenlos cuatro años que
ocupaba
lasprovincias
centrales no sehabía atrevido a pasar el Maule. Cuando por
fin,
en vistade las nuevas fuerzas que le habían
llegado,
resolvió emprender
unaexpedición
de reconocimiento más al sur,con una
pequeña tropa
quenopasaba
de sesentahombres,
tampoco
sedespertarían
grandes
recelos porparte
de losindios,
quienes
confiados en elnúmero,
consideraban fácil destrozarlos.Por eso, cuandoValdivia
avanzó,
no reunieron un granejército,
sino que cadacacique juntó
susguerreros y salió a cerrarle el paso, a medida que avanzaba. EnQuilacura
ocho rail indios le
presentaron
combate y a pesar de sufalta de
organización
le dieron bastante que hacer paralibrarse de