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Revista de FLACSO-Ecuador No 11. Julio, 2001
ISSN 1390
12'49-Los artículos que se publican en la revista son de exclusiva responsabilidad de sus autores, no reflejan necesariamente el pensamiento de ICONOS
Director de Flacso-Ecuador Fernando Carrión
Consejo editorial Felipe Burbano de Lara (Editor) Edison Hurtado (Ca-editor) Franklin Ramírez Alicia Torres Mauro Cerbino Eduardo Kingman
Producción: FLACSO-Ecuador
Diseño e ilustraciones: Antonio Mena
Impresión: Edimpres S.A.
FLACSO-Ecuador Ulpiano Páez N 19-26 y Av. Patria Teléfonos: 232-029/ 030 /031 Fax: 566-139
E-mail: fburbano@flacso.org.ec ehurtado@flacso.org.ec
ICONOS agradece el auspicio del Instituto Latinoamericano de Ciencias Sociales (ILDIS)
Indice
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Reseñas
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~-Diálogo
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poder:
los simulacros de la democracia
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dWogo como opción política <'S la pmibi lidad ,,k- rec rear la democracia,reconociendo
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a futuro , en las cuales un eje fu nd amen ral es-r:I dado, sin duda algu na, en d diálogo .l
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La.. "mesa' de diálogo" nacen -o más bieo se
inscriben como un mecani,m o de procesamiemo
polltico de con flict os entre los indios y el gob i<'r-no- a panir del levantamiento de 1990, au nq ue el
formaro de Mmesas". es decir, C'Spacios físico, y
operat ivos con una metodología parti cul ar y bajo
un "sqoe ma dererr ninado previamen te, «>10 se
const itu ye formalme nre en 19 9 9 en
el
gobierno deJam il Mahuad. En 1990, la forma que asu m ie-ron eSla.' mesas fue la constitució n de una "w mi.
sió ll m,.,Ji adora", gelleralmeOle conformada por miembros de la [glesia Católica y dirigentes de [a
CO N AIE, y en [a que participaban de manera di
-nxta alguoos ministros de Esrad c -enrrc d ios d de go biemo- y dircClivos de en tid ad es públicas.
En 199 0 tUe la primcra V<'Z, lue go de la co
n-quisra europea, que los indios ocuparon un
espa-cio po líl iw con una V01. pro pia y sin
el
lurdaje deotros scrrore,. o fue ra de lo que Andrés Guerrero
llama la "vent riloquia".
En
1", procesn.s de di ":Io-go con el go bierno en 1990 , se w nSl iruyen comop
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im.-rP"
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fren re al poder. Un proceso i né-dilO que incorpora nuevas dinámicas, que abrenuevas int errogant es y que obliga a repensa r los conte nidos de [a democracia, la política y
el
Esta-do, al misITHl ri<'mpo qu<' proyecta al movimienro ind ígena como actor válido y referencial dentro
del escena rio po lít ico.
Ellcva n ram iell10 de 1990 consriru)'l' a los in
-dioscomo interlocutores sociales frente al poderen virtud de su nivel de organización, disciplina y Ca
-pacidad de co nvocatoria. Para en rrar a "d ialogar" con
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pode r. los indios-
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cualq uier acto r social-necesitan primero constitui rse como inrcrlocuro -res, valid arsecomo tales, pero esta valid ació n, a p...
-sar de que su ob jeti voSea abrir el espacio del diálo
-go, <e da -ccur radicrcriameme- desde posicio nes de fuerza.
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diálogo so lame nte se abrirá sila
es-rru<:tura de poder siente amen;u.ada su integridad y
su proyecto, yen virtud de esa amenaza,consid e ra
prudente
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sos ~"St ralegias dedominación.Empe ro. en la coyuntura del levanramiento de
19 9 0 a istcn a'pectos del diálogo que son tUnda
-m<'nrales para compr<'nd<'r la emergencia política
del movimiento ind íge na <'cualoriano y que e sta-Tin presenres, casi en su mism J. forma y co nteni-do, en
1
",
leva ntamientos y procesos de diálogo.ulteriores a 1990.
En los
16
puntos dela
J.genda que los ind io,presen taron en 1990 -denominada desde enronces como "ma ndato"- , y que eran la
base
desde la cual se articula rtael
proceso de diálogo co nel
gobierno, los ind ios sumaren a sus demandas pan icula res-incluid a aq ud la de la indemnización para las
vtc-limasde
la r<'presió n- una d<,manda tUndam<'ll(aJ que involucraba a la estr uctu ra misma del Estado-nació n: la plurioacionaltdad del Estad o ecu atoria-no. Ef~'C1i va lT1en1<', su primer pumo
d
ela
demanda d<' 19')0 era la "d~'C1a ració n del Ecuador COmo Es-lad o plurinaciona.i".
Aiimi,mo, en esa agenda hay dos pumos que son bastante revelad o res de c
é-mo los indíg
<'-nas empiezan a conformar un discu rso que abarca
al con ju nto de lasociooad y que r<'basa ullaage nda
""d usivame n re émica. Por una pane, se demanda
la ~co ngelaci6n de los precios d,' los anku los de
prime ra necesidad" y, de OHa pane, se pide "resp e-ro real a los de rechos de! niño, sin d
emagogias-"(sic).
El diálogo de 1990 articula demandas de tipo
émico. co rno por e;<'mplo. recu rsos para la ed uca-ción imer<:u lturaJ bilingüe; demandas de tipo
8
1CONOS
,ista , como la resolución de lo. conflictosagrarios,
la condonación de deudas con
el
Fod crum a yel
Banco Nacion al de Fomento: demandas de tipo político como la declaratoria del Estado
Platina-cional; y demandas de tipo social, como aquella
dd
congelam ientode l
os
precio
s.
Esta sed una constante en los difer<:ntes
"mandaros' de los lcvamamienros a lo largo de la
década de 105 noventa. A medida que
el
movi-miento indigena se constit uye en un actor
poltri-co referencial. pno rua de manera estratégica [as
demandas de tipo social -que involucran
al
con-jum a de la sociedad- por sob re 1a5 demandas de tipo étnico. J...:¡ agenda ét nica da paso a una visión
política que e. <;o n<;o m itantc co n
el
proc<"so detransformación política del movimiento ind fgena
ecuator iano. Detrás de esra visión está la inten -ción de con't im ir",en un acto r referencial para el
conjunto de la sociedad. Para ganar legitimidad
y
posibilitar esa transición de actor étn ico hacia s u-[ero político . las demandas sociales se privilegian
por so bre las demandas étnicas
y
de clase. Ello seevidenciará en los levamamicntos de 1999, en el levantamiento del 21 de enero de 2000
y
enel
mi, reciente de (ebrero de 200!.
Existe orro aspecto fundam ental en el prOCC1iO
de levantamiento y diálogo en 1990 que será una
constante a rodo lo largo de la décad a: desde
el
le-vantami ento de 1990, los indios eludieron de m a-nera consciente y premeditada al ,istema de repr
e-senració n pclíríca, a Ins partidn s polítie~ y a los
procedimienros del sistema democrático . Ello obedecería a varia , razones: en primer luga r está la
búsqueda de legirimidad y credibilidad del levan-tamiento. Esa legitimidad , paradójicamente. no
pasa por
el
sistema de rep resentación política,si-110 más bien lo rodea, lo evita y trata de no con -(undirse ni co ntami narsecon él.
Es
una esrrategia de caráCler de(" nsivo y que eviden cia lo corpora-tivo y patrim onial de la democracia ec uatoria na y de su siste ma político. Los ind io, ev iraron que su
levan ramien ro sea calificado de ·polít ico" en
el
semido de que se correspo nd ía a una estr ategia deun partido político -en la ocur renci a. un parudc
extre misra- en busca de votos y de popularidad.
El mi,mo prcsidenrc de la repú blica de ese er
uon-1 El Un;""",. Gu.)".quil, 07.(1(,· I<)')0,
ces, el socialdemócrata Rodrigo Botja, invi,ibili,.ó
poHticamente a los indios cuando expres<í : "a es
-tos agitadores irresponsables les pondr~·mo., en
ve-reda porque nad ie tienederecho a perturbar la pa~
en
el
país y soliviantar a los indígena, y c3m!""si-nos' ". El levanrami..
rno
era vi,to como producidopor elementos ~extraños~
al
movimiento indio enbusca
de satisfacer "intereses obscuros"y
.
además,coincidía con la (echa de las elecciones de medio
petiodo. E1 levanram iento, desde
la
visión del po-der. era entonces un acto que obedecía a "inrcrc
-ses pollricos" por encima de 10.1 inteteses de los a
c-tores involucrados
y
del interés nacional. Un ar-gumento que por lo demás ha sido siempre
utili
-zado en contra de cualquier actor social que de
-mande atención.
En segundo lugar está la apreciación de que losconfliceos sociales no se procesan al interior
del sistema democcltico
y
su si, tem a de represen -taciónpcltrica,
sino más bien fuera de ésre. El sis-tema de representación polltica enmascararía
la
verdadera estructura de poder vigente, en
el
cuallas elites herederas del sistema de dominación de hacienda seguían viendo al país dentro de
la
.,
pau-tas epistemológicas de
la
dominación étn ica.En
tercer lugar estáel
hecho de que la demona-cía no había construido sus contrapartes más esc n-ciales en la ciudadanía. menos aún en
el
R"Conoci-miento de una ciudadanía diferenciada para los in-dios. No solo que d sisrema democrático era int
o-lerante sino que era también excluyente, autoritario
yproclive a la ccnfcrmaclen deestructuras client
e-laresycaudñlisras. Dentro de ese sisfema.los indios
no podían reconocerse como ciudadanos. tampoco podían adscribirse sin reparos a ese sistem a demo
-crático que compartía [as mismas nociones de ex
-clusión en contra de las cuales se levantaban.
En
cuarto lugaf estaba esa noción de presiden -cialismo inherente a la democracia ecuatoriana.que recuerda en la figura del presidcme de la r epú-blica aquella figura del patrón de hacienda. Den
-tro de los imaginarios simbólicos de los ind ¡"", el presidente de la repúbl ica será la encarnación del
poder. de la misma manera que el patrón de ha
-cienda codificaba en su figura las representaciones
del poder absoluto. De ahí que siempre se privile.
gie b negociación directamente con el presidcnrc
Quici por
ello
la coincidencia de fechas en 1990 sea reveladora: el diálogo con le s indígenas empezó el 7Y
8 de junio de 1990, las eleccio nesa m..dio p<"riodo fueron una semana d~pu6 , el1
7
de junio. ¿Cómoafec
té
el
levanram iento indígenaal
procesoelectoral"
la
observación de cómo S<'dnarrollaron las eleccio n~ yde qui~nes fueron 10$
ganado m de esee proceso, lleva a la conclusión de que elle"anramienro y el posterior proceso de diá- '
logo, al menos en forma directa. no inrrodujeron cambio alguno en
el
sisrema de rl'preS<'nraciónpo-lítica,
enla
fcrmulacíén de sus discursos, ni en lareadecuación de sus rácricas.
En
efecto,el
partidopolítico
que emergió como el triunfadorde
esas jornadas electoralesfue el parridc de oposición, el derechista Partid o Socia!Cristiano,que había teni-do una posición política idenriflcada COn los tetra -tenlenres
y
las facc io nes más rad icales de las elites en centra de los indios durante el levantamiento.Sin embargo, cabe ano tar que la presencia de un acto dectora! en el horizonte temporal del le -vantamiento sirvió precisamente para descalificar
al levantamiento indígena'. Es curioso el hecho de que d entonces presidente de la república haya h«ho una campana de manera apllcira ydesded pod<'r p.ara fortalecer la posición electoral de su partido político, la Izqui<'tda Democrática, y al
mismo tiempo haya usado esa práctica pollrica para deslegirimar a los indios
y
allevantamienrcde 1990 .
Peto existe otra fechacoincidente con el diálo -go de los indios
y
e! gobierno en la coyuntUra de1990,
y
que estará prelCnte co mo una desgarradu-ra a todo lo largo de la
d
écada
de los novenra. El1I de ju nio de 1990, en pleno proceso de diálogo
COn el gobierno
y
los indios, se realiré una huelga nacionalconvocada por el Frente Unitario de Tra-bajadores (FUT). En esta huelga general na exis -tió ningun tipo de armonización ni de discurso, ni a nivel operativo, ni de carácter solidario, ni de
2 ~foritndo..,al kvan,,,,,,ien'o, Mig...l R,jvadeoeira..cri·
bb.: "Elh«ho -q... debeU.mar "'renamen.. a lamc<l¡ra_
ci<ln de 1", ccua,orianm. gobefll.n,... y gobernado<-- ..,
pradoa en vlsperas de c1=iones nacion.les yello ha da·
do pábulo a que se SCI.pechey se denuncie cierra inje",n. da de agi,ador.. y dirigenres polfricos de emema" (
R,jva-deneira. Migud. c<I¡torialde El c<>",""';c.Quito. 1 2-06-1999).
coo rdin ación de ninguna especie entre indios
y
obreros. El acontecimiento se reedita en 2001 cuando ellevanramiento indíg<,na del mes de f <,-brero utilizó como presión poHtlea sobre el régi -men, la convocatoria a una huelga general COnVO -cada por
el
FrenteP
arriérico.
Po r ano lado, <'n 1990 d régimen
socialdemó-crata d<' la Izq uierda Democrática, de una fo rma
u otra, habría de responder dcWe la
simaxis
delpod<'r a las demandas
de
los ind ios. El diálogo eraposible con la condición de que los indios escu-chen
y
callen. En 1990, la O PIP (O rganizació nde Pueblos Indígenas de Pasraza) plam eó la nece -sidad de una nueva forma de relación entre el Es
-rada y las naciones ind ígenas'. Esta propuesta ge
-neró una inmediata reacción de las élires, del sis-tema político, del gobierno
y
de las esrrucruras de poder. El Esradc ecuatoriano, se dijo, es uno solo e indivisible.Pero la ruptura qu<, provocó d levantamiento
d
e
1990 h.bla sido profunda: aquel Estado-n a-ción era un mito enel
caso ecuatoriano, a! menos en su forma clásica.La
noción deplunnacicnalí-dad dd
Estad
o
ecuatoriano, planteada por los in'dios en 1990. <'S la que abr<' el <'Spacio de los po
-sibles
al
traer a la discusión de nuevos temas polloricos: ad<,más, ina ugura la nec~idad
de
una r efor-ma política del Estado. El evento más imponanceseráa fines de la década cuando despuésdel f
raca-so de los indios en
la
Asamblea Conseiruyenee de 1998. deciden un asalto al sistema político en suconjunto el 21 de enero del 2000.
Es sintomático el hecho de que la primera
for-3 El.cuerdoquelaOPIP p,e..,n,ó para la firma conel
go.
bierno ..,daldemócr.ra .iene un nomb,. '...e1ador: "Acuc.do ..,b" el d««ho retri,o,ia! d. los pueblosQui_ chua. Shiwi., yAchuarde la p.ovind. de
r
...
,na • •uscri_bir.., con el Esrado ccuaroriano". la ,e'pue"a del p""¡.
dente Rodrigo Barja eo
Jo
rtcq>Ción del documemo es ,.mbitn e1ocuenre: "Pero quiero hace, r"",bitn o,,,, '¡po de pun, ualiucion... y ad...cion.. a p.rtir del tI' ulo del documento que WI,c<I.. me en,rogan. Desde luego q... loyo)" a Itc r y " ' udia, con mucho detenimien,o • ¡n..rb . pe'o obje,o con en,e.. c1arid.d y con ente•• fronqucu el
"tulodel documen,o, porque en el E"ado « u",o,;ano no cak un m,rado O un ac...rdo ent", una organi..ción
lO-cial. queformopane del pueblo y el Estado tcUa<oriano".
Cirado por Gonulo Or,iz (O n it, Gonulo, 'El problema
indígena yel gobierno' . en I,,¿;o,. U"" rtj/n:;ó" ,ob", ,[ft.
"""'0"1;"'''' ;"ilV"" M 1990, ILDlS. Fund.ción Fri....
. O.
ICO
N
O
S
ma que asumió
el
"diálogo" - a mediados de1990- enne gobiernw e indios ",a
la.
forma d~ conceptualiurel
Es tado-nación. En realidadse
trat é de un diálogo de sordos, d" un d", ,,neu,,ntro
qu" '" "nmasca ró dent ro de las est"uegias políti
-cas de ese entonces. Pero
la.
idea del "diálogo" co-mo posibili.
dad polírica y como forma procedimental de la democracia qu~.Jó planteada en
el
escenario polí-neo.
El
dialogo com
o
hermenéutica comunitaria
Si bien el diálogo lÍen<" una form a procedimenral
qu<" acerca posturas difer...mes, que busca
acuer-dos, qu<" armoniza disonancias, también es cierto
que la misma noción de diálogo parw de una de
-term inada concepción del mundo, de una verd
a-dera hermenéutica cuyas pautas epist~m o lógicas y nociones de sentido están dadas jw;tamente por esta ccsmovisién. Una cosa es la noción d... d
iálo-go qu~ .... asum... desde las comunidades andi nas, y otra eS aquel plOceso que se plOduce al int~rior d... ,oci~.Jad<.. modernas. "n las cuak.. d diálogo
paree d" una formación categorial históricame nte
determinada. Ésra no '" otra que
la
dd individ uosome tido a las coordenadas epistémicas del m
tio-'la! rhoiu (elección racional), y qu... a nivel más
fundamental serán aqudlas condiciones episl~ mológicas del horno ~ro'lomi,",,<.
En las comunidad...s ind ígenas d... los pu...blos d... la serranía e<:uatoriana, el diálogo pasa de m
e-"mis mo de ...ncuentro para confronlar posicionCl; y llegar a acuerdw. a forma radical de participa· ción en los asumos de la comun idad.
E1 riem po de la com unidad,...n el momento en el que S" abre el "spacio del diálogo. aSUm~ otra dinámica. otra dimensión . se incorpora a las n cce-sidad es políticas de
la.
comun idad.b
un tiempo que penenece a la comunidad en su conjunto, enese tiem po apropiado , resign ificado , la co m un
i-dad dialoga.
El diálogo com uni tario es
el
procesn pr~"\'i"par:l la minga, para la fiesra, para la ad minis rea -cién de justicia, para la conmucc ión organizativa.
para la reconstrucción cultural y émiea, pAra
la
planificación de un levanlamienm, parala parti ci-pa ció n
decmral, etc.
El diálogo abre un espAcio que es a la v<"z ritual y
polfdeo. Se inscribe den tro del complejo mund"
de las representa ciones simbólicas d" la comuni -dad.
Cuando se abre est., ~spacio. lal formAS nrua -les y las formas atávicas de
la
comun idad, .., ins-talan entre sus miemb ros y generan un marco ...s-rrucrural. una especie de formato, por decirlo d... alguna manera, queda semido a las palabras y a la comu nialción humana. A1lf la palabra de 10 5 m
a-yores, como llaman a los ancianos en la comun i-dad, tiene un peso socialme nre reconocido. Es la voz de la sabid uría de la com uni dad, pero es tam
-bién la voz de la tradición. Yes una voz que atra_ viesa elti~m po, que llegadesde
el
fondo dela
me-moria y que ind ica las pautas episremolégicas por
las cuales
el
diálogo asume sus form as.Es
lavozde los ancesrros que sigue hablando y apelando a eSl: fondo, a ese substrato fntimo de la memor ia. Pe -ro cuenta tam biénlavozdelos más jóvenes, cuen-ta
la
voz de las mujeres.En
el
diálogo comunitario se abren , a la vea, orros procesos que guardan estrecha relación conla identidad. la cultura y los uniwtsOs simból icos de la comunidad. Quizá uno de esos eleme ntos sea
la ritualidad de la fiesta y de lo sagrado. El ~spacio
de diálogo que se abre en la comunidad es también
un espAcio sagrado, p<"ro lo es potqu.. los c1em~n ros que lo configuran remiten a unaritu alidad que
empata, que articula, que estruct ura
la
realidAdmis ma de la comunidad dent ro de los horizontes de lo sagrado, este es,
el
tiempo, la palabra, la tra -dición , la VOl de los mayores , la construcc ió n deEn la w '"epción indígena andma, el bombre
pm sU misma condición olllológka de nma,
re-mite a lo sagrado al igual<¡ue lo hace la tierra (pa.
r/¡amama). La voz bu mana y el encuentro de la
voz humana también rd eva esa sacralidad, esa
concepción unitaria del hombre y su entorno, asi como al mismo hombre y.su hisroria.
Es
por
d io que los espacios de di:llogo no se 'gotan sino cuandola
comunidadllega
alconSCn-so. Es dc-.:ir. cuando se lkga al encuentro
común de
la
pal.bra humana hajo las posib ilidades de un refe·
rente y de una significación socialmcnrc acepta-d:lS. Cuando
la
comunidad ha abierto despaciodel diálogo. se abre dentro de su concepción del
tiempo
circular, una especie de tiempo dorado denuevas significaciones, aquella. pot
l
a.s
cuales lacomun idad.se consliluye
como
uOa unidad de li·po histórico. mllOcal, pero tambi~n política e in
-cluso cmológica.
Con riesgo a exagerar, puc'<ie decirse que el
diálogo, incluso en la acepción griega delrérmino,
consmuye un. matriz que genera conocrmscnros
y semidos comunitario> sob rc
la
misma comuni·dad .•obre su emorno, su pre.scnte y su (UlOrO, pe'
ro siempre bajo la mirada atenta de l"s ance,lros
y del pa,ado. E,.; decir, el ..hálogo es tam bién un es
-pacio episrcmologjco de construcción de scnridcs.
de conformación social de criterios de verdad y validación. A Ita..,"" del diálogo la comunidad
ejerce su justicia. desdc el diálogo la comunidad se
rc-guJa a sí mism•. Desde d diálogo
la
comuna ha-cela
jk~ra. se comu n ica con la divinidad y, tam-bién. ritualiza la política.
F
J
indígena es el sujelOdel diálogo comunita-rio; pero l"s (ormalOs. por
decirlo
así, ..·.rán dadospor lacomunidad. Cuando
la
palahra "di:llogo" seconvierte en presencia política, se le adscribe rodas las p",ibilidades ootológicas que tieoe
.1
interiorde la comunidad. La apda"'¡óu al di:llogo es una
ap.:ladón vital. consustancial. Cuando esa ap
ela-cidn sc inscribe dcrnrc de la política. se "'speta quc
d resultado final sea fioalment e
el
consenso, y queese resultado final contribuya a cambiar sustan
cial-mente la rcalidad. ta] es
el
co mprom iso de todoslos que asumieron d diálogo.
Es
por dio quela
propu..-sta de dialogo -qceacompaña siempte a un Icvantal1lieoto- ..~ una
propuesta de catarsis social. de reivind icad ón. de
transh,rmación a trav6 de la cxperienda de la ..'D
-mumcación humana.
Se
pro-pone
el
diál?go porque la sociedad ha cerrado
las posibilidades del consenso,
y
sin conscoso uoasociedad esr:i petmanentemeote bloqueada.'
Por dio,
el
encuentro de esas dos formas cace-goriales -aquella del suj<'1o comunitario y aquella
del homo (C0110""C"5- plantean problemas irrc
solu-bles
de comunicación. Parala
soc¡..-dad moderna el diJIogo es un mC1:anismo y. por10 tanto, l~suscep-riblc
dc ser imttumemalizado y contcxrua!izadodentro dc una estralegi. de poder. El di:llogo pue-de convertirse en uu dispositivo de poder. en un
instrumento que posibilite la adecuación de esrra
-tcgias 1'0 (uocióo de intereses de poder.
La formación cat..-gorial dd bomo NOllomiru$,
cur a figuta más inmed iata es la del coosumidor.
no posibilita la construcción de un diálogo fuera
de la racionalidad dd co.slo-be neficio, fuera de
la
e1ecdón rad ouaL Es bastante
dificil
quc unhabi-ranre de un barrio residencial o de un sector urba-no moderurba-no dialogue consranremcnrc con >lIS ve·
cinos sobre los problem as de lo cotidiano y lo
oon-ringente. En el mundo urbano moderno la utopía
es más bicn lo colllrario, el aislamiel1lo soci.l. la
autarquía individual,
el
iodivid ualismo comocon-dición social de existencia. En esa utopía. d co n-sumidor se rrausforma en ciudadano; su participa
-ción política esr:i dada por la elección que ha,,, de
un co njunt o de opcioncs polílicas dcotro dc un
mercado eI«tocaJ. Un conjunto de nociones <¡ue
4
e
r,.
M.c••. Lui•."Es n«e..,ío un "",d.dero diál"¡,:o n.·Óon.l P' ''' .upe..' l. c, i. i.... en &1",." lCCI¡":'o. 5••~"•• lo de 1')')'). Sile wd>: http://i••i.ll.ti,cweb.orglbolc'ine.
12
IC O
N
OS
está n totalmente alejad as de las nocionesde
polín-ca, ciudadanía
y
poder que existe al interior de lacomun idad.
E$ n«esario , ento nces, una reAex ión
mis
ela-borada sobreesas
condiciones de tipom
is
epiMé.mico sobre
la
construcción de sentidos sociales deeomun icadón que emergen desde la modernidad, y aq uellas relacio nadas con los pueblos y los
SC<:-rores que por dife~nres razones estarían fuera de
esa modernidad. De
rodas maneras, se plantea un dilema(Complejo
pa-ra nuesrr3
socieda
d
(Dialoga. el d udada no? (Sece
-rnunicai (Cómo empatar, dentro de un
mismo
p
rocese
de consrrucdónd
emocrarica,
la
episteme de las ccrnunidades andinas)" la de las sociedadesurbanas)" modernas! ¡Cómo ccnciliarlas! (Cómo construir un diálogo que nos acerque, que nos
consrruya en
la
diferencia y que nos permitarece-nocernos a nosorros en los otros?
A
cción es
tratégica
y acción política
:
e
l
d
iálogo
como
d
i
s
p ositivo de pode
r
Cuando las comunidades indígenas proponen el
mecanismo del diálogo, cuán hablando en otra
prosa, en otra gramárica, distinta a aquella del
po-der. Para garamizar la
"
c
o
m
u
nidad
depalabra
",
el filósofo alemán Jürgen Habermas proponela
"ac-dó n comunicariva", en la cual, losseres humanos
podrían gene rar una sociedad basada en el co
nsen-so, la
in
rersubjenvidad
y las po~ibilidadcs ontológi-cas y
deo
mológtcas
de la palabra humana.Haber-mas adscribe cuarrc criterios Hmdamenrales a todo acre
de
comunicación. que él denominara " exigen-das de validad óncognoscitivamenreverificables",yson: inteli gibilidad, veracidad, justicia y sinceridad.
Aquellas condiciones serían el mínimo po~ible
que asegure
la
comunicación humana, que haría posiblela
construcción de senridos desde el co n-5Cn~,el
di:llogo y la palabra human a. Pensando en Talcctr Parscns y sus teorías de la acción, Ha-bermas establece una acción est ratégica para aq
ue-lla oomun ic.adÓ n orientada mis a la manipulación
delerre que a lograr una verdadera comunicación. Esta estructura imcrpreraliva podrfa servir para
cstablecer una n'ladó n teóricay epistémic.a entre el
sentido asignado a la noción de diálogo desde las comunidades ind ígen as, y aquel utilizado desde el
poder. Cuan do la intenció n está dada desd e las coordenadas del podet, el di:llogo se
convierte en aquello que
Poucaulr
denominaba
l
os
dispositivos del poder, es dc<:ir, lautiliudón cstratégicade recursos para actuar de tal
manera que
la
resistencia sea virtualmente imposi-ble para
el
adversario.El diálogo como disposit ivo de poder no
posi-bilita ni
el
encuentro ni el intercambio de senti-dos, significaciones y posibilidade s para la com
u-nicad ón humana. E$ un di:llogo que pu.,de ir de la estridencia al silencio, pero cuyos crite rios de
validad ón está n fuera de su propia dinám ica. en
realida d, residen en las esrra regias del poder.
Quizá ello puede ser vísualiu do en la
década
de los noventa (Cuando a causa del levanramienrc
ind ígena se produjeron mecanismos de diilogo
entre los indios y
el
gobierno. En1990
se inaugu-ró el debate sobre la plurinadonalidad en un con
-ICXto de inoom prensión, manipulación y <)Cult
a-mien{<) . Asr lo
r
econoce
el dirigente indígena LuisMacas: "mie ntras que para noso tros el diálogo
sig-nificaba
un espad o valioso para la búsq ueda de solución a nucstros problemas, para el gobiernooonstit uyó una estra tegia para ganar tiempo y p re-parar la arremetida en nuestra conrra'".
Este uso estratégico del diálogo estuvo pr
esen-re en la coyunrura de
19
90
y ha sido una constan-re a todo lo largo de la década en [a relación entre
los indios
y
el gobierno.En
los procesos de diálo·gc de 1990, el gobierno socialdemóc rata buscó la
5 Ma=. Lui•.~E1 I""an..miontovisto por'u' protagoni.<_
..., on lndi",. U.... r1ln:ión seb,y ./ kwmrllmim:o indlg.·
forma de ~comprar" tiempo politiw, 51.lmergien
-do a los indios en una serie de dilataciones.
ma-lentendidos y subrerfugios legalisras. Uno de los
actores fundamentales de ese proceso expresa:
"Desde que se inició el diálogo con
el
gobierno hahabido entorpecimiento permanente. lo que llevó a la ruptura, no ha existido honestidad; el go
bier-no bier-no ha cumplido con los wmpromisos que ,e
comprometió
el
momento en que se abrió aldiá-lago. En ese sentido. el diálogo no
ha sido un mecanismo que busca soluciones. Po r el contrario, el régimen lo ha
utilizado
paraamor-riguar la protesra del mOl'imi<'nlO indígena"'. El diálogo como in, t rumento que posibilita
una estraeegia de poder. tal ha sido la constante
desde la coyuntura de 1990. En efeclO, a propósi-ro de lasmesas de diálogo instauradas a partir del
le"am amiento de febrero de 2001.
Ricardo
UI-cuango, vicepresidente de la COf\:AIE y p
rotago-nista central de
esee
proceso, expresa: "si elgobier-no no da una respucsta hasta CIta fecha - fl nes de junio de 2001-, quiere decir que la propia
admi-ni$tración e\tá dirigiendo sus pasos hacia el
rom-pimiento del
diálogo
".
En esas conJicion<.'S. laruplura de los procesos
de diálogo se inscriben también dentro de este uSO estratégico. Los indios están prisioneros de su P
IO-pia dinámica :ellos fueron quienes propusielO n el
diálogo, pOt lamo. son ellos quien es perderían
má$ con $U posible ruptu ra. El sistema político
tiene
la
capacidad de rnerabcluar las resistencias yadscribirlas dentro de sus coordenadas de d
omi-nación. La ruptura de un plOceso de diálogo
des-pués de un le"anlam iento . no ha significado un
debilitamiento ni Je la dase polilica, ni del
sisee-ma
d
e
representación polílico, ni de lai
nsdrucio-nalida d. De hecho,
la
dinámica del diálogo le haIOta a las pocas semanas o meses de concluido un levantamiento, Sucedió en la coyunt ura de 1990.
6 Macas. db. rit.•p. 32.
7 Decla..e;"n.. de Rieard" Uicua"go: '." di.,.:el diilogo no ..,i,rae...', El ú ", ,,tio. Quit", p. A6. 16-06-0L
En
la
coyumura de 1994 se logró archivar la le)' de Desarrollo Agrario, sin que medie un proc<'sode diálogo sino má$ bien desde posiciones de fuer
-z.a yconfronracidn desde el movimiento indígena.
En 1999, las mesas de diálogo del gobierno de
:>.iahuad
se
earaaniz.aro n por su pomposidad eintrasandenda. No sirvieron para refonar
políti-camenle al gobierno de :-.iahuad ni lampow para proyectar a los in_
dios a los eventos dd 21 de enero de
2000.
El espado abierto desde
el
diálogo tiende a ee -rrarse de manera narural. Un espacio construidode
esa
mane rase
rn d a como incompatiblecon
el
sistema político vigente, con las estructuras de po-der imperames. Denrro de elas esrructuras depo-der, el diálogo, al igual que cualquier otro recurso. le uliliz.a de mane ra estralégica para circunscribir
la capacidad de acción de los adversarios, para que
IUS posibilidades de respuesra sean mínimas. En
ese sentido, las posibilidades democráticas que
tendrían los diálogos abiertos en la coyuntura de febrero de 200 1, parecen ser mínimas .
l
as mesas
d
e
d
iálo go
:
e
l
proceso de
f
eb rero
d
e 20
01
La..
mesas de diálogose
constiruye n porvez prime_ra durame el go bierno de Jamil Mah uad, a
media-dos de 1999, y luego de uno de lcslevantarnieneos
ind ígenas más faenes de
la
década.El
trit
morivdclI...
amamienro fue la imposición de un duro pa-quete de ajuste económico.Esra
vez. los indios pri-vilegiaron IU agenda social sob re IU agenda étnicay se wnvirtielOn en el actor social más legítimo y
mas representativo de la sociedad. Fueren los
in-dios los que impusieron las condiciones y los
con-tenidos de la agenda del diálogo de 1999. Empe-ro. las mesas de diálogo demostraron ser i
ntrascen-dent~ y sus ak an cesno rm ativos fuelOn casi nulos.
El levantamiento indígena de febrero de 2001
actualiza nuevamente la dinámica de la
conforma-ción de mesas de diálogo entre
el
gobierno y los'"
I
CONOS
dio.. Al igual que en cpcnu níd cdes amenores,
el
d'álogo fue un mecanismo ~x
post
a un levanta-miento indígena, es decir, en todo CHe periodo.
que se in icia desde 1990,
el
diálogo como forma procedimentaldela
dem ocr acia que posibil itaría laresolución de conflictos sin llegar al bloqueo , a la negociació n desde posicioncs maximalistas, o a la
indiferenciación de los inrerlocurcres. no logra
consolidarse. no lograpermear laestruct ura del
sis-tema político, no lograentrar dentro de esa estruC
-rura y provocar cambios. o al menos sugerirlos.
Pero este proceso de diálogo presenta pan icu -laridades que ame ritan una reflexión más deceni
-da. Entre estas particularidades podem os resaltar
las siguientes.
a. las mesas de diálogo abierta' en febrero de
2001 '"llciuyen en la forma y en el cont enido la participación de otros actor", sociales y
Otros movimientos. Es la prime ra VC7. \lue se constituye esrc fenóme no de excl usión p rovo-cado desde
el
mismo movim iento indígen a.En ocasiones ante riores, siempre estuvieron represeorar ues de erres acto res sociales, espe
-cialmeme aquellos vincul ados a la Coo rdina-dora de Movim iento s Sociales, un co n junt o de
actores cuyas demandas y formas de o
rganiza-ción no se adscriben a lo étn ico. La paradoja
rad ica en que la agenda de 135 mesas de diál o-go se const ruye pensando en
la
sociedad civilen su conj unto. Pero la sociedad civi l no está repre<enrada.
Es
una presencia,ilente que dC"'l-de su ausencia otorgaría legitimidad al
proceso, tanto de parte de
los indios que pretenden constituirseen repre
-sentación nO fo rmalde la sociedad. cuanto del
poder que a través de esre mecanismo de las mesas de diálogo afirma una "'pUC"'lla voca
-ción dem ocráriOl. Ambos actores term inan l
e-gitimando elsistema y acotando las posibi
lida-des de su refo rm a y la inclusión de Otros
acto-res dentro del proceso. ¿Por qué esa falta de r
e-pre<emación de
la
sociedad civil en las actua-les mesas de diálog01 ¿Por qué los indios no
han buscado la forma de inco rporar a otros ac
-(Ores a csre proceso1 ¿Qué sindéres¡s guarda la
consigna <Id levamamienro de febrero de
2001 - "nada solo para los indio s~- con d ma
-memo actual de las mesas de diálog01¿Porqué los indi os no insisten en
la
pt<'sencia de otrossectores1 ¿Qué tan con venient<' es aisl ar al mo
-vimiento indígena dentro de este proceso1
¡Por qué otros sectores de la sociedad no han reclamado su presencia dem rc de [as mesasde
diálogo?
b. Esta exclusión de otros actores determ ina una
debilidad fundamental del movimiento ind í-gena <'Cuato riano dentro de este proceso:
e
t
de su incapacid ad de comuniOlrse con la socie -dad en su conjunto, de bUlcar 101mecanism ospor los cuales la sociedad pued a participar en
las mesas de diálogo a través de \us múltiples
actores y d<'sde sus diná m icas pan icula res.
TanlO los indios como
el
gobierno apuestan a un formare no democrático del diálogo ; unformato que anula sus posib ilidadesdecmmi
-mir'e en un mecanism o social de participa
-ción pública en la g""úón dd gob ierno.
e, FJ movimie nt o ind ígena se presenta a las mesas
de diálogo. por vez primera, unido. La s
dife
-remes organizaciones nacionales indí genas ycampes ina, (C O N AIE. CO NFEUNASSC. FENO ClN . f EJNE, FEJ, FENACLE), arti.
culan una "Slralegia conjunta de presentación
y de pt<'5ión frent e al gobierno. Sin embargo .
esta unid ad de
las
organiaacio-ncs indígena, parece mis de forma
que de fondo. Las organizaciones indígenas no
han logrado armonizar propuestas con junt a,.
lo que se explica por la diferencia en las diná
-micas intern as de cada organiu ció n. Previo al
proceso de diálogo debió exiHir un proceso de
discusión al interior y entre cada una de esras organ iu cion '" nacionales indígenas. talproce
-n~ nacionak-s indígcnas la que excluyó a OHOS
actores sociales de las mesas de diálogo. Pu~'¿e
d<."Cir", que
la
~'1<clus ió n a OHoS sectores. fun-dameuralmcnte la Coordinadora de Movi
-miemos Sociales, fue
el
precio que laC
O
-NAlE pagó para man tener
la
unidad organiza-riva del movimi cmo ind igcna.d. El diálogo em picu a agotat>e como forma y empia.3 a (" nven ir$<' en me(:lni,rno de Han
-saccién y negociación polírica de los indios. La
sociedad pereille a los indios corno un acror fundnnen ral que tiene una gran u pacidad de
moviliza ción pero que en última instancia ne
-gociará en función de sus propios intereses y
no en función social. El diilogo que 105ind ios
planrean se mira <;Qmo un proc..ro pan icular que no involucra a toda la sociedad. En
el
ima-ginario social. se considera que los indios tie
-nen su propia agenda y suS propias prioridades.
y
el
diálogo ~'Sel
mecanismo que los ind ios han<"rrucrur-ado para ncgociar esta agenda.
e. Por pane de los indios, exi, te la percepción de
que las mesas de diálogo son im =nden t~
para alcanzar acuerdos normativos. Desde que se inició el proceso de las mesas de diálogo, el gobierno ha tenido mayor libertad de acció n y
de gestión para imponer sus políticas dc ajuste y de reforma estructuralde carácter neohberal.
Mienrra.s
el
movimiento indígena se e ntrampa-ba en la dis<;u, ión de los montos delas in
-dernnizaciones a lasvÍC
-timas de la represión del últi-mo levanramiento.
el
gobiernopudo negociar el incremento del impuesro al
valor agregado . destinar ingentes recursos para
un nuevo salvataje hancario al Filanhan<;Q, pre
-parar la discusión de la privalÍ;r.ación de las te -lefónicas..'tatal..s,del sector eléctrico y de la se -guridad social. aprohar la consrrucción dd clccducro de crudos pesados, cte. La misma clase política pudo rearticular sus estrategias (on miras al próximo periodo elcceoral, etc.To
-das <"tas acdones ,e llevaron a efecto sin que
exista la menor oposición del movimienro ind í
-gena.
f. El formsro de las mesas de diálogo diluyó desde
sus inicios las posib ilid ades reales de estas me-,as. En primcra instancia, secon formó una co
-misión récnica ,;;¡ue scria la enurgada de a
su-m1t todo el proceso de negoc iación de los 23 pu ntos de la agenda de los indi os. Una Vel.ne
-gociados cada uno de esos PUllfOS en una
co-misión té<;niCl, una com isión política sería la
encargada de avalizar y garant izar su ejec u-ción. Tal e'tra tegia ,upuso una concepció n en
la
que los problemas de la sociedad -y por los cuales los indios habían realizado un levanta-micntc-, eran problemas técn icos y no po líti-cos. La com isió n té<:ni ca excluíaa la misma di -rigencia indígena que asum ía un p~pel más
formal de aprobadón y aval. Ello generó una serie de lmpasses y divergencias al interior del
mi~mo movim iento ind ígena. que ,in saber de
qué manera veía aco tados sus espacios y redu
-cidas sus posibilidades de acción política. Pero
fueron lo, mismos ind ios los ,;;¡ue generaron la
iniciativa y
'10"
fue asumida ~i n te5ervas desdeel poder. De esta m~ner;l., los indios cayeron presos d.. su propia lógica y de su propia a ds-cripción a
la
formalidad del diálogo.g,
Los
indio, entr..ron .. las mesas de diálogo wn una agenda cerrada que sedefinió en la COYU Il-tura dellevanrarnienro de febre-ro de 2001. E~ to lesimposibilitó gene
-rar nuevas rmcranvas y proponer temas ,;;¡ue son parte de! debate nacional pero que 110
COlm aban en la agenda original . cer no por ejemplo. laconstr ucc ión de] oleoducto de C tU-do, pesado,.
h. La agenda prcscntada por los ind io, para el"diá -logo" WI1
el
gobierno de Gu' tavo Noboa, nodiscutían los problem as fundamentales de la
sociedad
y
,;;¡ue son parte del prcvecw originalde lo, ind io" Así. 1a propuesta de la p lurinacio-nahdad del Estado ecuato riano y la necesidad
de const ruir una sociedad inrerculru ral. no
constaba en la agenda. De esta man era, la
16
.LCONOS
forma
política del
Estado. que está en plenoproceso de discu¡; ión, solamente hablará ..o
aq uellos términosdefinidos desde
el
pode r. losind iol. Juego del procese de] 21 de enero de 2000, mediante
el
cual deslegidrnaron a todoel
sistemapolítico
,
puswron enel
cent rod
el
dd)atel.. necesidad de discutir la reforma pol í-ticad
el
Estado desde los conten idos de la p lu-rinacionalidad yla
incercuhuralidad. Sinem-bargo, en la agenda constit uida pAra [as mesas
de diálogo. no consta en absoluto la más míni
-ma referencia sobre la necesidad de discutir esa
reforma
política
.
Asimismo, en la agenda tam -poco constab
discusión del modelo eronómi·ro vigente, signado p<:Ir la imposición neclibe
-ral.
En
definitiva, los indios se autoexciuyeronde un debate que forma parte fundamental de
su proyecto político.
C
onclusiones
Las
mesas de diálogo son un proceso conuadicro-rio, paradójico. Son parte de nuestro tiem po polí-rioo e implican posibilidades y rarnbién amenazas. W procesos de diálogo en los (Cuales los indios han jugado Un rol fundamemal se presentan a ho-ra bajo un esquema diferente, aqud de la exclu-sión, la desmovilización y la falta de democracia.
la
sociedad no sabe qué está pasando oon las me -sas de diálogo. No (Conocemos qué se está t ransan-do en nuestro nombre entre los indios yel gobier -no allá en las oficinas de la burocracia dd Estado.Tenemos algunos fragmentos de informadón que
se filtran en la prensa, pero
existe
Un am biente ca-si kafkiano alrededor del diálogo. Sabemos, o más bien , intuimos, que se trata de Un prccew funda" menral, pero no tenemos la información suflcien -te y tampoco las posibilidades de actuar o influir dentro de ese proceso.Ccnsraeamos, por otra parte,que existe una se-paradón del di:ílogo del sistema polúicc.
Es
cier-to, el diálogo puede ser un mecanismo quecontri-buya a consolidar a nuest ra democracia desde
ba-seS diferentes. que permita
la
incorporación denuevas agendas, nuevas prioridades, nuevos acre-res, pero el sistema políriooha demostrado ser im-permeable al diálogo, a la particlpacién o a
la
crf-rica ciudada na. En momentos en los que el siste-ma polítioo está tan resquebrajado,la
iniciativa del diálogo puede devolvernos la fe en la democracia,en la
política
.
Sin emba rgo, esa posibilidad corre elriesgo de perderse dentro de la acción oorpo rativa de los actores sociales y de lasestrategias de poder
de las dites.
Se
ha<;<: necesario, enton<:a, rescatar el diálogo, convenirlo en un horizonte de posibilida-desde nuestro quehacer polfrioo cotidiano. En ese senrido,la
iniciativa de los indiosse revela valiosa.las
mesas de diálogo entre el gobierno y los indios han generado expectativas que no se van a cum plir, pero que van a actuar como elementos deronanres, explosivos. los indios van a reclamarpor la ineficiencia del diálogo.
la
dirigencis indí -gena va a echar la culpa al gobierno y na va a rea-[izar una aurocr frica.la
culpa siem pre es de los demás. Los riempos electorales y el hecho de ser parte de lasexpectativas de poder, hace que los in-dios den prioridad a su propia agenda. la.s mesasde diálogo instauradas en el último levantam ien-to tienen los