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Concepto de Cultura y Valor

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Academic year: 2019

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TEMA: Cultura y Valores

“Las culturas, estando en estrecha relación con los hombres y con su historia, comparten el dinamismo propio del tiempo humano. Se aprecian en consecuencia transformaciones y progresos debidos a los encuentros entre los hombres y a los intercambios recíprocos de sus modelos de vida. Las culturas se alimentan de la comunicación de valores, y su vitalidad y subsistencia proceden de su capacidad de permanecer abiertas a la acogida de lo nuevo. ¿Cuál es la explicación de este dinamismo? Cada hombre está inmerso en una cultura, de ella depende y sobre ella influye. Él es al mismo tiempo hijo y padre de la cultura a la que pertenece. En cada expresión de su vida, lleva consigo algo que lo diferencia del resto de la creación: su constante apertura al misterio y su inagotable deseo de conocer. En consecuencia, toda cultura lleva impresa y deja entrever la tensión hacia una plenitud. Se puede decir, pues, que la cultura tiene en sí misma la posibilidad de acoger la revelación divina” (Juan Pablo II, Encíclica Fides et Ratio, n. 71).

Uno de los objetivos de este curso es que ustedes, los alumnos y alumnas, reconozcan los fundamentos valóricos de nuestra cultura, para alcanzar esta meta es importante comenzar por comprender el sentido y alcance de dos palabras claves: cultura y valor. Comenzaremos por definir y abordar algunos aspectos fundamentales del concepto cultura y posteriormente haremos lo mismo con el de valor.

A) Cultura

El concepto de cultura ha tenido varias acepciones con el paso del tiempo, en Roma antigua se utilizó para referirse al cuidado del campo o del ganado. Hacia el siglo XIII, el término se empleaba para designar una parcela cultivada. Promediando el siglo XVI el término adquirió el sentido del cultivo de una facultad. En el Siglo de las Luces se asumió como el “cultivo del espíritu", aunque la Enciclopedia lo seguía definiendo en el sentido restringido de cultivo de tierras. A pesar de esto los enciclopedistas no desconocieron el sentido figurado de la palabra, lo que se puede ver en el significado que se le da en los artículos dedicados a la literatura, la pintura, la filosofía y las ciencias. Los pensadores de esta época se inclinaron finalmente por asumir el concepto cultura como el conjunto de los conocimientos y saberes acumulados por la humanidad a lo largo de la historia. Los pensadores alemanes de la época también le dieron un sentido relacionado con el conocimiento y el saber, sólo que incluyeron una connotación de progreso en el vocablo. Esta inflexión semántica se produjo porque los historiadores alemanes de ese tiempo hicieron una recopilación de los aspectos más relevantes de las diversas sociedades en la historia de la humanidad, con lo que la cultura se identificó con el avance y el progreso. Si bien es cierto tanto los pensadores franceses y alemanes del siglo XVIII abrieron el horizonte del significado de la palabra cultura, estaban muy lejos de darle el sentido que tiene actualmente, ya que abordan la cultura desde una concepción elitista que considera cultura sólo lo valorado y digno de ser conocido, teniendo como patrón de valoración la idea de conocimiento, progreso y avance

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manifestación tiene un sentido para el hombre, que expresa su interioridad y que por lo mismo contribuye al desarrollo del hombre. De una manera implícita o explícita estos elementos están presentes, independientemente que sean acepciones provenientes del estructuralismo, el marxismo, el funcionalismo, el cristianismo, etc. La gran diferencia no está dada por la “utilidad” que presta la cultura a la sociedad y o a la persona, ni por los elementos que la componen, ni por su alcance, sino que por la concepción de hombre y la perspectiva epistemológica con que se enfrenta el contenido y alcance de la cultura por parte de las distintas corrientes del pensamiento. Veamos muy globalmente la idea de cultura configurada por algunas de las mencionadas doctrinas, para que nos permitan comprobar, en algún grado, lo señalado anteriormente. Se subrayarán algunas partes del texto para que provoquen la atención y la reflexión de ustedes con el objetivo que descubran por sí mismos(as) la fundamentación de lo aseverado más arriba.

El funcionalismo le da a la cultura una función social. El supuesto básico es que todos los elementos de una sociedad, entre los que la cultura es uno más, existen porque son necesarios. Esta perspectiva ha sido desarrollada tanto en la antropología y en la sociología, aunque sin duda, sus primeras características fueron delineadas por Émile Durkheim. Este sociólogo francés muy pocas veces empleó el término como unidad analítica principal de su disciplina. En su libro Las reglas del método sociológico, planteaba que la sociedad está compuesta por entidades que tienen una función específica, integradas en un sistema análogo al de los seres vivos, donde cada órgano está especializado en el cumplimiento de una función vital. Del mismo modo en que los órganos de un cuerpo son susceptibles a la enfermedad, las instituciones y costumbres, las creencias (elementos de la cultura) y las relaciones sociales también pueden caer en un estado de anomia. Para el pensador polaco Malinowski, la cultura podía ser entendida como "una realidad sui generis" que debía estudiarse como tal. En la categoría de cultura incluía artefactos, bienes, procesos técnicos, ideas, hábitos y valores heredados. También consideraba que la estructura social podía ser entendida análogamente a los organismos vivos, pero a diferencia de Durkheim, Malinowski tenía una tendencia más holística o unitaria.

En tanto que en el estructuralismo la cultura es básicamente un sistema de signos producidos por la actividad simbólica de la mente humana. Por lo tanto lo que le interesa estudiar son las relaciones que existen entre los signos y símbolos de los sistemas y su función en la sociedad, sin prestar demasiada atención a este último punto. O sea que el estructuralismo señala que la cultura crea mensajes que pueden ser decodificados tanto en sus contenidos, como en sus reglas. Los mensajes de la cultura reflejan la concepción del grupo social que la crea. Los signos y símbolos que existen en una sociedad tienen un sentido determinado para la sociedad y por lo mismo se mantienen en el tiempo. Por lo tanto el enfoque investigativo del estructuralismo pone el acento en el reconocimiento de las reglas que subyacen de la articulación de los símbolos en una cultura y reconocer cómo es que éstos dotan de sentido la actuación de una sociedad.

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cultura proletaria dentro de los límites del capitalismo es ser un utópico reformista, es creer que el capitalismo ofrece una perspectiva sin límites de mejoría.

La tarea del proletariado no es crear una nueva cultura dentro del capitalismo, pero sí derrocar al capitalismo para una nueva cultura".1

Con esto queda claro que el marxismo le da a la cultura un sentido positivo y que la tarea perversa de la cultura, de mantener en vigencia el sistema, según lo afirmaba Marx, tenían que ver con la cultura burguesa y no con la cultura como concepto puro, de lo contrario Trotsky no habría llamado a la estructuración de una nueva cultura

¿Por qué corrientes tan diversas y en algunos casos opuestos coinciden en que la cultura es toda manifestación humana, que estas manifestaciones tienen un sentido para el hombre, que expresa su interioridad y que por lo mismo contribuye al desarrollo del hombre? La respuesta se puede encontrar en las reflexiones que hacen en torno a la cultura Hervé Pasqua en su libro “Opinión y verdad” y Ricardo Yepes y Javier Aranguren en “Fundamentos de antropología”. Pasqua señala que la cultura debe contribuir al desarrollo del hombre y servir al perfeccionamiento de la naturaleza humana2. Ricardo Yepes y Javier Aranguren agregan a esto que la cultura es manifestación de la interioridad del hombre, de su inteligencia y creatividad, pues a lo material le agrega algo que no estaba antes y que esa nueva expresión lleva consigo un significado, un sentido, es decir que la cultura no está constituida por expresiones aisladas y casuales. Añade que la expresión cultural no está separada de la naturaleza, sino que la cultura es una continuación de la naturaleza, porque a elementos de la naturaleza los transforma y le da una nueva existencia, por lo que concluye “Si el hombre resulta que es capaz de enriquecer lo que estaba dado biológicamente, es señal de que es capaz de superar la mera biología, lo natural: el carácter creador del ser humano en la cultura es una razón muy importante para señalar que el hombre no se circunscribe al tiempo de lo biológico, que lo trasciende”3. Como podemos ver los autores además de encontrar en la cultura una herramienta para el desarrollo material y humano de las personas, la ven como una expresión que permite comprobar el carácter trascendente del ser humano.

Hervé Pasqua no desconoce que la cultura puede convertirse en una herramienta de poder (es interesante ver como un filósofo cristiano como Pasqua se acerca a la conclusión de Marx en términos de que la cultura se puede convertir en una herramienta para alcanzar y mantener el poder) y hasta ponerse en contra del propio hombre, esto ocurre señala Pasqua cuando a través de la técnica el hombre se siente tan seguro y autosuficiente que pretende alcanzar el poder absoluto. Agrega “El saber se convierte en instrumento de poder. En lugar de afirmarse como conocimiento de la verdad, se impone como técnica de esclavitud”4. Es importante aclarar que Pasqua no señala que la cultura dirija a las sociedades a este detestable fin, pero hace hincapié en que el riesgo de caer en esto no es menor, especialmente en la sociedad de hoy: la sociedad del conocimiento.

Sin duda los autores citados en esta última página dejan en claro las virtudes y la importancia que tiene para la sociedad y las personas las manifestaciones culturales y

1 Consultado en www.wsws.org/es/articles/2006/may2006/span-m27.shtml (10/03/2007).

David Walsh. El marxismo, el arte y el debate soviético sobre la "cultura proletaria" Tercera Parte. 27 Mayo 2006.

2 Pascua, H., Opinión y verdad. RIALP, Madrid, 1991.

3 Yepes, R. y Aranguren, J., Fundamentos de antropología, EUNSA, España, 1999. Pág. 244

-245.

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la cultura entendida como un todo que incluye a estás con un sentido creador e integrador, lo que explica porque corrientes tan diversas confluyen en la idea de que la cultura es un conjunto de manifestaciones que tienen un sentido para el hombre por su carácter integrador y que por lo mismo contribuye al crecimiento y desarrollo de las personas y de la sociedad.

Por tanto, entenderemos por "cultura" todos aquellos "medios con los que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia como en la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a lo largo del tiempo, expresa, comunica y conserva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones, para que sirvan al progreso de muchos, e incluso de todo el género humano" [Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes, 67. Cf. Juan Pablo II, Encíclica. Laborem exercens, 24-27: AAS 73 (1981) 637-647. 162]. En este sentido, la cultura debe considerarse como el bien común de cada pueblo, la expresión de su dignidad, libertad y creatividad, el testimonio de su camino histórico. (Juan Pablo II. Exhortación Apostólica Christi Fideles Laici nº 44).

Con palabras de Juan Pablo II al pueblo chileno el 3 de abril de 1987:

“La cultura de un pueblo -en palabras del documento de Puebla de los Ángeles- es "el modo particular como los hombres cultivan su relación con la naturaleza, entre sí mismos y con Dios (GS. 53b) de modo que puedan llegar a un 'nivel verdadera y plenamente humano' (Ibíd. 53a)" (Puebla, 386).

La cultura es, por tanto, "el estilo de vida común (Gaudium et spes, 53c) que caracteriza a un pueblo y que comprende la totalidad de su vida: "el conjunto de valores que lo animan y de desvalores que lo debilitan... las formas a través de las cuales aquellos valores o desvalores se expresan y configuran, es decir, las costumbres, la lengua, las instituciones y estructuras de convivencia social" (Puebla, 387). En una palabra, la cultura es, pues, la vida de un pueblo”.

B) Valores

Toda cultura supone una manera de concebir el mundo y el ser humano, y una jerarquía de valores. Pero, ¿qué son los valores?

Al igual que cultura, la expresión valor ha sido definida de muchas formas distintas: (del latín valor, de valere, estar vigoroso o sano, ser más fuerte; en griego, axios, merecedor, digno, que posee valor, de donde proceden términos como axiología, axiomático, etc.) Todo aquello que hace que el hombre aprecie o desee algo, por sí mismo o por su relación con otra cosa; la cualidad por la que se desean o estiman las cosas por su proporción o aptitud a satisfacer nuestras necesidades; en economía, lo útil, el precio de una cosa.

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siendo la cosa que llamamos mármol, pero al agregar el valor estético de la belleza, se convierte en una obra de arte. Pongamos más ejemplos: se considera un valor decir la verdad y ser honesto; ser sincero en vez de ser falso; es más valioso trabajar que robar. La práctica del valor desarrolla la humanidad de cada persona: la hace más persona, mientras que el contravalor lo despoja de esa cualidad. Desde otro punto de vista, el socio-educativo, los valores son considerados referentes, pautas o abstracciones que orientan el comportamiento humano hacia la transformación social y la realización de la persona. Son guías que dan determinada orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo social5.

“[En todas las acciones] intervienen unos criterios previos que uno tiene ya formados antes de actuar, y de los que parte para elegir el fin, escoger unos u otros medios, etc. A estos criterios previos los llamamos valores.[…]. Los valores se toman de los fines de la acción, y muchas veces esos fines son los valores que cada uno tiene. Por ejemplo, la elegancia es un valor que orienta el modo en que uno se viste, y se considera que ser elegante dignifica a la persona.

Desde esta perspectiva, se puede entender mejor lo dicho acerca de los fines de la naturaleza humana (la verdad y el bien): los valores son los distintos modos de concertar o determinar la verdad y el bien que constituyen los fines naturales del hombre. Los valores son la verdad y el bien tomados, no en abstracto, sino en concreto. Su característica es que valen por sí mismos: lo demás vale por referencia a ellos. Son aquello que mide las cosas, el metro que nos dice lo que cada cosa significa realmente para nosotros.”6 Según esto, los valores son objetivos aunque los captemos a través de nuestra percepción subjetiva.

Como vimos, la cultura abarca todo aquello que permite el desarrollo pleno del ser humano. En él existen diversas dimensiones, todas susceptibles de desarrollo, y en cada una encontramos diversos aspectos que son dignos de aprecio.

 Económica  Corporal  Social  Afectivo  Técnico

 Científico o intelectual  Artístico

 Moral

 Espiritual o religioso

En función de estos niveles encontramos un paralelismo con los valores:

 Económico – bienes, riqueza, ahorro…  Corporal – salud, desarrollo atlético…  Social – poder, prestigio, afabilidad…

 Afectivo –estabilidad emocional, amor, placer, amistad,…

 Técnico – conocimientos útiles para la vida cotidiana, técnicas, capacidad de inventiva y de ejecución…

 Científico o intelectual – verdad, conocimientos de las diversas ciencias y especialidades científicas, capacidad de investigación, capacidad de comunicación de lo descubierto…

5 Consultado http://www.monografias.com/trabajos14/los-valores/los-valores.shtml#caract

el 6 de agosto 2007.

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 Artístico – capacidad de reconocer y apreciar lo bello, capacidad de producir o comunicar belleza…

 Moral – bien, felicidad, paciencia, prudencia…

 Espiritual y religioso – reconocimiento de la propia dimensión espiritual,

reconocimiento de la existencia de un Ser superior, el culto, la obediencia a la voluntad divina…

Estas dimensiones guardan entre sí un orden o jerarquía, de tal manera que, aunque todos son valores, unos son más relevantes que otros y en función de ese valor, pueden o deben ser preferidos o postergados. Así pasa, por ejemplo, cuando pugna la satisfacción de dos valores, uno corporal –satisfacer el hambre- y otro científico –se está investigando la composición de una sustancia química. Por su relevancia, el valor científico puede hacer que se postergue la satisfacción del hambre y ayunar durante las horas en que el científico se dedica a la investigación en el laboratorio. Por lo mismo, se puede renunciar a un placer estético momentáneo por hacer compañía a un amigo que nos necesita o, en un orden superior, los mártires dan su vida para no traicionar al valor supremo: Dios.

Por eso, sólo el desarrollo armónico y equilibrado de los valores de cada una de estas dimensiones permite a cada persona alcanzar su plenitud.

En cada cultura estos valores tienen un reconocimiento, un orden y una jerarquía propia que es lo que, precisamente las distingue unas de otras. Unas culturas dan prioridad a unos valores frente a otros.

A pesar de la función de los valores como guías o ideales directrices de personas y de culturas, sin embargo tenemos experiencia de que las ideas centrales que fundamentan una cultura no son siempre ideas ‘verdaderas’, ni los valores culturales son siempre moralmente buenos. Hay, pues, cierta relatividad.

Una cultura con verdaderos valores es aquella que da prioridad a los valores que en la jerarquía ocupan los puestos más importantes y dirigentes y, por eso, son ideales más verdaderos: porque son acordes con la realidad. Una cultura con una jerarquía de valores verdaderamente buena es aquella que tiene por más importante lo que verdaderamente es más importante. El criterio universal para una escala objetiva de los bienes y, por tanto, de los valores, es la perfección de cada persona como tal y en orden a su fin último. Y aunque haya muchas escalas de valores distintas, hay que reconocer, según lo que acabamos de ver, que no todas serán igualmente verdaderas o conformes a la realidad más profunda del ser humano que fija la dirección de su perfección. Por esa razón puede darse un proceso en la ordenación que cada persona o cada cultura haga de los valores de tal manera que se adecue cada vez más a la jerarquía real, o, también puede darse el caso, se desordene cada vez más.

En función de este criterio podemos establecer estas distinciones:

- Bueno: lo que de una u otra manera puede perfeccionar y hacer mejor al hombre y, por tanto a la sociedad.

- Buena elección: la del que elige un bien en sí mismo o un bien superior frente a otro superior.

- Mala elección: la del que elige un bien inferior y deja de lado otro superior.

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Referencias

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