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Construcción de subjetividades en torno a la política y lo político en la experiencia de jóvenes organizados el caso de la Localidad de Engativá

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Academic year: 2020

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(1)CONSTRUCCIÓN DE SUBJETIVIDADES EN TORNO A LA POLÍTICA Y LO POLÍTICO EN LA EXPERIENCIA DE JÓVENES ORGANIZADOS. EL CASO DE LA LOCALIDAD DE ENGATIVÁ.. DAVID BRICEÑO ARANGO. Proyecto de Grado para optar por el título de Magister en Investigación Social Interdisciplinaria. Director: Jairo Hernando Gómez Esteban Doctor en Educación. Magister en sociología de la educación. UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS MAESTRIA EN INVESTIGACIÓN SOCIAL INTERDISCIPLINARIA BOGOTÁ 2019.. 1.

(2) A mi mamá. Por cada gesto de apoyo y afecto que hizo posible este trabajo…. 2.

(3) CONTENIDO INTRODUCCIÓN ..........................................................................................4 1. CAPÍTULO I. SER JOVEN EN UN CONTEXTO DE CAMBIO Y RUPTURA ....................................................................................................................12 1.1 JUVENTUD Y POLÍTICA: ¿UNA CONTRADICCIÓN EN SUS TÉRMINOS .................................................................................................15 2. CAPÍTULO II. SUBJETIVIDADES, ACCIÓN COLECTIVA Y MOVIDAS JUVENILES ................................................................................................19 2.1 ¿DECLIVE O RETORNO DEL SUJETO? ............................................20 2.2 COMPRENSIONES ACERCA DE LA SUBJETIVIDAD ......................22 2.3 LA ACCIÓN COLECTIVA: UNA CATEGORÍA PARA APROXIMARSE A LOS PROCESOS ORGANIZATIVOS JUVENILES ...........................28 2.4 DE LA ACCIÓN COLECTIVA A LA MULTIPLICIDAD PROCESOS ORGANIZATIVOS JUVENILES ............................................................33 2.4.1 CÓMO LEER ESTOS GIROS DE LA ACCIÓN COLECTIVA JUVENIL ...............................................................................................39 3. CAPÍTULO III. LA AFIRMACIÓN DEL SUJETO POLÍTICO: ENTRE LAS IDENTIDADES Y EL DESEO DE CONSTRUIRSE PODER .....................43 4. CAPÍTULO IV TRAYECTOS DE VIDA: DE LA NATURALEZA INTEMPESTIVA DE LOS ACONTECIMIENTOS Y EXPERIENCIAS A LA FORMACIÓN DE LAS SUBJETIVIDADES POLÍTICAS ...........................63 4.1 LA EXPERIENCIA Y SU RELACIÓN CON LA CONSTITUCIÓN DE SUBJETIVIDADES ..............................................................................74 5. CAPÍTULO V. SER CON LOS OTROS: FORMAS DE AGRUPACIÓN JUVENIL LOCAL ......................................................................................80 6. A MODO DE CIERRE ................................................................................95 BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................... 100 ANEXOS ................................................................................................ 107. 3.

(4) INTRODUCCIÓN Origen del proyecto A través de una experiencia investigativa que buscaba conocer cómo se expresaba la participación ciudadana en la localidad de Engativá, tuve la posibilidad de conversar con los gestores culturales de la Alcaldía local. Ellos, me invitaron a conocer distintas propuestas movilizadas por los jóvenes en distintos territorios de la localidad. Fue así como me acerqué inicialmente a la experiencia de la casa cultural Bachué vive, ubicada en el barrio Bachué sector II, en la UPZ Minuto de Dios. En este espacio, confluyen jóvenes de distintos barrios que pertenecen a varios colectivos y que movilizan todo tipo de recursos a su alcance para las actividades que se desarrollan en la casa. Este fue el primer día que me acerqué al espacio: Varios jóvenes realizan un evento al que llaman minga. Invitan a los pobladores del barrio para que se apropien del proceso. Hay aproximadamente 50 personas. Veo un joven de pelo largo, pantalón roto y camisa de Iron Maiden haciendo un grafiti; otro joven, tiene una pala en la mano y trabaja en una huerta comunitaria; Un grupo de raperos y raperas, improvisan letras que hablan del barrio; un joven con una camiseta de marcha patriótica, carga una carreta; un grupo de punkeros preparan una función de títeres. Debo confesar que para mí este tipo de espacios eran completamente desconocidos. Al final, terminé ayudando en la huerta y en la preparación de un sancocho que se estaba haciendo. Para mi sorpresa, a los ocho días que volví a la casa cultural, los jóvenes que habían llamado mi atención, me decían que la gente había ido a la minga a vigilar lo que se hacía en el espacio. Muchos desconfían del trabajo que se está realizando y han estigmatizado y entorpecido su trabajo de distintas maneras: arrojando basura en la huerta comunitaria, haciendo reclamos escritos ante la junta de acción comunal y señalándolos de drogadictos. (Diario de campo, Casa cultural Bachué).. Esta primera experiencia, me confrontó a nivel personal, pues me parecía extraño que jóvenes tan distintos confluyeran en un mismo espacio. Pronto comencé a plantearme varios interrogantes: ¿Por qué están ahí? ¿somos los jóvenes actores políticos? ¿Cómo vivimos y expresamos lo político? ¿Podemos 4.

(5) hablar de una acción colectiva juvenil hoy? ¿Qué tipo de acción colectiva es? ¿Puede hablarse de resistencia en el campo juvenil frente a las formas tradicionales como se hace la política? ¿Contra qué y cómo se resiste? ¿Cuál es valor de agruparse? ¿Por qué surge la acción colectiva juvenil? ¿Qué produce? ¿Qué lugar tienen las identidades juveniles en los escenarios de organización? ¿Son las expresiones artísticas un vehículo de lo político? ¿Qué intencionalidades subyacen a las propuestas formativas de estos colectivos? ¿Toman distancia de los escenarios políticos convencionales? ¿Qué tipo de relaciones viven y proponen los jóvenes en estas agrupaciones? ¿Inciden en lo público? ¿Pueden estas experiencias dar cuenta de nuevas formas de hacer política? Estos interrogantes me llevaron a acercarme a las experiencias individuales y colectivas que conoceremos en este trabajo. No soy militante de ningún grupo u organización política y siempre lo político para mí ha sido un tema irresuelto y por definirse, en el marco de unas relaciones determinadas y al mismo tiempo de unas relaciones que están por construirse. Allí, en ese espacio, las diferencias que emergen expresan un marco de limitaciones, pero también de múltiples posibilidades frente a una realidad que está modificándose por la configuración de otros proyectos vitales. Estas diferencias fueron la mayor motivación para desarrollar este trabajo, pues muchas experiencias y situaciones en las que participé, eran para mí motivo de varios cuestionamientos. Este no es un trabajo desarrollado desde una mirada positivista de la investigación, donde un pretendido sujeto cognoscente debe abstraerse de la realidad que pretende conocer para dar cuenta de los hechos de forma objetiva. Acercarse a un tema como la acción política juvenil, implica abandonar la neutralidad. valorativa. y. hacer. reflexivas. nuestras. creencias,. prejuicios,. valoraciones y emocionalidades presentes frente a un fenómeno que toma forma en alianzas, luchas, estrategias, diferencias, acuerdos y desacuerdos. Comparto con Beck (2003), que el mundo contemporáneo esta ante la declinación de las grandes estructuras institucionales y las instituciones clásicas como la familia nuclear, el Estado- nación, la escuela, entre otros, ya no son las 5.

(6) principales instancias de organización de la vida social y son profundamente cuestionadas por las y los jóvenes. En este contexto, las dinámicas culturales, políticas y económicas se transforman, dando lugar a escenarios que están atravesados por una crisis que es necesario revisar. Esta crisis, caracterizada por la incertidumbre que producen las instituciones clásicas, transforma las identidades y afecta de manera particular a los jóvenes, que, en la búsqueda de otras trayectorias, configuran espacios creativos para instituir otras formas de vida a partir de redes y solidaridades. El interrogante central que orienta el presente trabajo es el siguiente ¿Cómo construyen subjetividades políticas jóvenes que movilizan procesos colectivos locales en Engativá? Mi punto de partida, es la sospecha de que algunos jóvenes están configurando nuevos espacios para la acción política. Esto lo afirmo no sólo desde una posición teórica, sino desde el asombro que me generó conocer y compartir con jóvenes que dinamizan múltiples procesos de organización local. El propósito central de este trabajo, es comprender los procesos de subjetivación política. Aunque es posible que los jóvenes se vinculen a un colectivo porque comparten intereses comunes y tienen procesos de identificación o adscripción identitaria (como el hecho de pertenecer a una cultura juvenil o tener una orientación política de izquierda), los jóvenes, o cualquier persona involucrada en política, devienen en sujetos políticos. Es decir, participar en procesos colectivos implica un proceso permanente de confrontación consigo mismo, el cual lleva a desvincularme o vincularme con mayor compromiso a un grupo político, a un colectivo o a un partido político. La intención es lograr una comprensión más cabal de las lógicas y sentidos que aparecen como telón de fondo de sus prácticas políticas en esta relación consigo mismo y con el otro.. 6.

(7) Construcción metodológica Este trabajo se desarrolló a lo largo del 2015 y finales del 2016. El proceso metodológico desarrollado se estructuró en cuatro fases. Una fase de acercamiento y preparación en la que logré, por un lado, aproximarme a los jóvenes protagonistas de estas experiencias, y por el otro, comenzar el proceso de fundamentación teórica y construcción del estado del arte. Una segunda fase, en la que participé activamente en los espacios que estos actores configuran y en los escenarios en los que deciden tener alguna incidencia: festivales, movilizaciones, galerías, encuentros culturales y deportivos, juntas de acción comunal, plataformas locales y casas de la juventud, casas de la cultura, entre otros. Mi vinculación en estos escenarios tuvo un carácter de participación observante, tomando distancia de la observación participante, que como han explicado algunos autores (Guber, 2001), privilegia la observación- que a su vez tiene cierta carga positivista al separar el sujeto investigador de los sujetos investigados. Desarrollé un proceso de participación observante, que privilegió la participación de la observación distante, ya que no sólo me vi confrontado como joven, sino que no era posible construir lazos de confianza con estos actores desde una posición meramente contemplativa. Puedo afirmar, que se generó un proceso en doble vía: de apoyo y participación activa de mi parte hacía el trabajo y las actividades que desarrollan los jóvenes, y de los y las jóvenes, hacía el presente proyecto de investigación, al permitirme conversar y estar con ellos en distintos escenarios. En términos generales, un soporte fundamental de esta investigación es el relato que, sumado a técnicas de recolección de datos como la participación observante, el registro en diarios de campo y las entrevistas, posibilitaron el acercamiento a la memoria de este proceso. Mi experiencia y mis inquietudes, como un actor más de este proceso, quedara registrada a lo largo de este trabajo en diarios de campo. 7.

(8) Resulta importante, en este punto, mencionar algunas tensiones que se pueden presentar al asumir el relato como estrategia investigativa y narrativa1. Los testimonios por sí solos no resuelven el dilema de la verdad de las prácticas políticas de los jóvenes organizados: puede que los autores de estos relatos, den a conocer sólo los aspectos que consideran relevantes de los procesos en los que han participado. Es posible, incluso, que algunas descripciones o interpretaciones de algunos actores no correspondan, en sentido estricto, con lo que efectivamente sucedió. Pero incluso esos datos “falsos” revelan marcos de análisis susceptibles de ser interrogados, no solo de lo que fue sino de lo que pudo ser o de lo que se quiso hacer. En este sentido, los relatos se mueven en dos dimensiones: por un lado, la acción, constituida de agentes, intenciones y situaciones; y por el otro lado, la reflexión sobre la acción, la cual implica la conciencia de lo que cada uno piensa, siente y percibe. La mejor forma de contar nuestra vida, es a través de un relato, y ese relato, es una interpretación o reconstrucción narrativa de quien cuenta su propia historia. De otra manera “si la cultura es el fundamento de los relatos y nos movemos en una realidad interpretada […] solo es posible comprender los discursos a partir de nuestro encuentro con la llamada realidad vivida e interpretada por los sujetos con quienes se conversa” (Puyana Villamizar, 2013, p. 114). Este será el reto y la apuesta del presente trabajo, que buscará adentrarse en esos saberes, prácticas, significados, deseos y propuestas que construyen los jóvenes en sus procesos organizativos. Si en los relatos se expresa ese movimiento constante entre lo que fuimos, somos y queremos ser, considero que éstos son la entrada para aproximarnos a las subjetividades de los actores que aquí nos interesan, ya que la subjetividad es ese espacio en el que el sujeto autoconfronta su vida y la cambia constantemente en el marco de unas condiciones y de unas posibilidades. Aunque la categoría de. 1. Los términos narrativa, narración, narrar, etc., derivan del latín gnarus (“conocedor”, “familiarizado con”, “experto”, “hábil”, etc.) y narro (“relatar” “contar”) de la raíz sanscrita gna (“conocer”). La raíz griega significa “cognoscible”, “conocido”. De esta forma, narrar es equivalente a conocer, o si se quiere, a toda narración subyace un acto de conocimiento. Véase White H. (1992. P. 17).. 8.

(9) subjetividades resultaba útil para leer las experiencias que conocí, quedaba un asunto por resolver ¿cómo convertir este constructo teórico en una categoría metodológica para indagar estas experiencias e interpretarlas? opté por definir los siguientes criterios con respecto a la forma en la que pueden expresarse esas subjetividades: a) Auto confrontación y reflexividad: la subjetividad se expresa en las formas de relación consigo mismo. Para Castoriadis, la subjetividad es un proceso autoreflexivo, imaginativo y deliberativo. Según el autor “En la subjetividad humana hay reflexividad en sentido fuerte, que implica la posibilidad de que la propia actividad del sujeto se vuelva objeto explícito, independiente de toda funcionalidad” (Castoriadis, 2003, p. 102). Me interesaba conocer los procesos de autoexamen y autocrítica que estos jóvenes tienen de sus experiencias, desde las emociones, motivaciones, deseos y valoraciones que estos actores construyen frente lo político b) Socialización política: Este criterio tiene que ver con lo que plantea Beck (2003) acerca del individualismo institucionalizado. Los jóvenes, en la búsqueda de trayectorias vitales distintas, buscan liberarse de la incertidumbre que produce el momento que vivimos hoy, retirándose progresivamente de las instituciones clásicas para instalarse en espacios creativos de organizaciones y colectivos. Consideraba necesario conocer esas redes, vínculos y articulaciones presentes en el trabajo que estos jóvenes dinamizan y si con estas conexiones, están configurando otros espacios para la acción política. c) Experiencias/acontecimientos: La experiencia, según Jorge Larrosa (2007) es lo que nos pasa, aquello que ha dejado huella, el sentido que le damos al pasado, pero también el horizonte que nos plateamos a futuro; ex –per – ientia significa salir hacia fuera y pasar a través de, es acumulativa, singular, de larga duración y se expresa hacia afuera. Por su parte, los acontecimientos, según Badiou (1999) se entienden como accidentes que marcan una ruptura, un desgarramiento a raíz de un momento súbito, único e inesperado que se expresa hacia dentro y anuncia un nuevo ciclo de vida. De la trayectoria de los jóvenes,. 9.

(10) quería conocer esas experiencias y acontecimientos que han despertado nuevas subjetividades políticas. d) Formas de sujeción y desujeción: Ser sujeto implica dos posibles nociones, siguiendo a Foucault (1991): estar sujeto a alguien por la existencia del control o estar ligado a su propia identidad en virtud de la conciencia o el auto reconocimiento. Aproximarse a las subjetividades, es también conocer aquellas determinaciones que constriñen la libertad estética, sexual y política de los jóvenes, pero también visibilizar las luchas y proyectos que logran instituir. Me moveré en ambos planos: en lo instituido y e instituyente de sus prácticas políticas. (Ver anexo 1). Más adelante se explicarán detenidamente los criterios escogidos en los capítulos correspondientes a los resultados. Los sujetos de esta investigación, en la medida de lo posible, cumplieron estos criterios: a) estudiantes universitarios que manifiestan su inconformidad con el actual estado de cosas b) actores que animan proyectos sociales o culturales con un propósito claro: el antimilitarismo, la violencia contra la mujer, el desempleo, la dificultad para acceder a la educación superior, entre otras c) preferiblemente jóvenes con cierto liderazgo y d) sujetos que animan procesos colectivos en un territorio o barrio concreto, y se articulan a otras experiencias organizativas de mayor envergadura dentro del movimiento social. Identificar estos nexos de los jóvenes con organizaciones más amplias, resulta importante porque su trabajo se retroalimenta a partir de distintas redes. Así, un joven que participa en un colectivo que trabaja el tema del antimilitarismo en el territorio, puede al mismo tiempo pertenecer al Congreso de los Pueblos. De forma similar, un grupo de jóvenes miembros de la JUCO, se apropian de una casa cultural en un barrio, y todos desde allí, desarrollan su trabajo político.. 10.

(11) Son estos los y las jóvenes con los que hablaremos Nombre. Organización política. Formación. Ángel Mendoza. JUCO- partido comunista. Estudiante de Licenciatura Básica con énfasis en Ciencias Sociales (U. Distrital). David Heredia Pérez. Congreso de los pueblos. Politólogo (Universidad Nacional). Javier León. Movimiento de víctimas de crímenes de Estado- Movice. Trabajador social (Uniminuto). Fabián Peña. PTC- Partido de trabajo de Colombia. Politólogo de la Universidad del Rosario. Juan Carlos. Engatiparks. Comunicador gráfico y periodista (Uniminuto). El número de jóvenes escogidos no constituye un porcentaje representativo en términos estadísticos. No obstante, la muestra se construyó con un criterio no probabilístico. Se trata de una muestra estructural (Navarrete, 2000) que se construye con sujetos que ocupan un lugar importante en los procesos de organización local, y en virtud de ese lugar, tienen un discurso representativo porque poseen un conocimiento social relevante para dar cuenta de este fenómeno. La estructura del trabajo se organizó en cinco capítulos. En el primer capítulo “Ser joven en un contexto de cambio y ruptura” se presenta el contexto sociocultural en el que nos encontramos los jóvenes hoy en día, haciendo énfasis en los procesos de globalización y en la emergencia de nuevas tecnologías de información y comunicación. Seguidamente, se señala la existencia de un momento de crisis en el que las certezas que prometían las instituciones clásicas se están convirtiendo en incertidumbres, que ponen a prueba la capacidad de los jóvenes de tomar decisiones rápidas en una sociedad del riesgo, en la que temas y problemas que antes eran de carácter privado, hoy se están politizando. En el segundo capítulo, “Subjetividades, acción colectiva y movidas juveniles” se presentan las tendencias, discusiones y problematizaciones 11.

(12) dispuestas en distintos campos del saber para comprender las categorías de sujeto, subjetividades y acción colectiva. Se presentan distintas modalidades de organización y acción política de los jóvenes en América latina y se cierra con una síntesis que pretende perfilar los rasgos que sustentan el estudio que aquí se plantea. El tercer capítulo “La afirmación del sujeto político: entre las identidades y el deseo de construirse poder” propone interpretar, con algunos teóricos políticos contemporáneos, las concepciones políticas halladas en los discursos y prácticas de estos jóvenes. Para alcanzar este objetivo, decido no separar el marco teórico del análisis de los resultados y preferí contrapuntear las narrativas o el trabajo de campo con la teoría. El cuarto capítulo “Trayectos de vida: de la naturaleza intempestiva de los acontecimientos y experiencias a la formación de las subjetividades políticas” busca interpretar las narrativas que los jóvenes han construido de sus propias biografías, haciendo especial énfasis en los acontecimientos, experiencias, anécdotas, sucesos y accidentes que han despertado en los jóvenes un interés por lo político. Finalmente, el quinto capítulo “Ser con los otros: formas de agrupación juvenil local” tiene la intención brindar elementos para leer críticamente las formas de agrupación de los jóvenes en Engativá. Se trata de un esfuerzo por reconstruir una cartografía para visibilizar cómo se expresa la acción colectiva juvenil, desde la voz y la experiencia de los actores que nos acompañaron en este proceso.. 12.

(13) 1. CAPITULO I SER JOVEN EN UN CONTEXTO DE CAMBIO Y RUPTURA. Las distintas formas de ser joven hoy, están atravesadas por profundas transformaciones en el marco de un mundo cada vez más globalizado e interconectado, no sólo económica y políticamente, sino también, a través del flujo de símbolos que organizan nuestra experiencia vital y transforman nuestras visiones e imaginarios de lo que es el mundo. Al leer sobre la juventud y su relación con la acción colectiva, de inmediato aparecen varias referencias que señalan el contexto mencionado. Para Zarzuri (2005) “Vivimos en un espacio sociocultural distinto, el cual precisamente se ha ido construyendo a partir de los procesos de globalización y de la emergencia de nuevas tecnologías de información y comunicación” (p.4). Estas tecnologías, han hecho posible que los procesos de intercambio y de socialización sean instantáneos, modificando considerablemente las nociones de espacio y tiempo que anteriormente organizaban nuestra existencia. En el caso de las juventudes contemporáneas, es innegable el impacto que esto ha tenido, tanto en la producción y distribución de la cultura como en su consumo, el cual ha convertido a los jóvenes en atletas de un tiempo acelerado que no es otro que el de la web 2.0 y en agentes de otros espacios que ya no están sujetos a una territorialidad específica, sino a escenarios de múltiples flujos, como el caso de las redes sociales, que permiten interacciones que antes no eran posibles. En este escenario de múltiples temporalidades y espacialidades, autores como Ulrich Beck (2003) plantean la declinación de las grandes estructuras institucionales. Estamos viviendo una época en la que el orden social del Estado nacional, la clase, la etnicidad y la familia tradicional están en declive […] El ser humano eligidor, decididor y configurador, que aspira a ser el autor de su propia vida y el creador de. 13.

(14) una identidad individual, se ha convertido en el protagonista de nuestro tiempo (Beck, 2003, p. 70).. Para este autor, el individuo contemporáneo está caracterizado por la elección, pero estos individuos deben, como en un reflejo, tomar decisiones rápidas en una sociedad del riesgo, en donde las instituciones clásicas ya no son las principales instancias que organizan la vida social. Estando de acuerdo con el diagnóstico que señala que la sociedad moderna está minando sus formaciones (de clase, de género, de familia nuclear), podemos plantear que estamos frente a una época distinta. Un momento en el que “los conceptos existentes adquieren nuevas formas; donde la cultura, lo social, lo político por señalar algunas dimensiones, mutan, se transforman, se diversifican o minimizan (Zarzuri, 2005 p.4). Para diversos autores, nuestro tiempo tiene la marca de un sentido de crisis, la cual debe entenderse, por un lado, desde su dimensión simbólica como crisis de sentido, perdida de horizontes morales y agotamiento de la experiencia del sujeto; pero también, desde sus dimensiones materiales: mantenimiento de los poderes económicos tradicionales, la flexibilización laboral y la sofisticación del capitalismo. Expresiones tales como el desanclaje simbólico (2008, Perea), los malestares de la modernidad (Taylor, 1994), el desordenamiento cultural (Barbero, 2009), la modernidad reflexiva (Beck, 1994) dan cuenta de una situación crítica en las sociedades contemporáneas. Lechner (1996) ilustra de manera clara este síntoma Las certezas tradicionales se desmoronan, se diluyen los anclajes simbólicos y las ataduras normativas pierden obligatoriedad sin reemplazo […] A las viejas incertidumbres que plantea la vida, las transformaciones en curso, más cargadas de amenazas que de promesas, agregan nuevas incertidumbres, generando ese clima de temor difuso en que todo es posible y nada pasa (todavía). (p.111).. Esta crisis afecta de manera particular a los jóvenes que, en la búsqueda de trayectorias vitales distintas, buscan liberarse de esta incertidumbre retirándose de las instituciones clásicas “para instalarse en espacios creativos de organizaciones 14.

(15) y colectivos que les exigen crear redes, mutualidades y reciprocidades que solo son posibles a través de una “individualización institucionalizada” que los obliga a buscar soluciones biográficas a contradicciones sistémicas. (Gómez, 2013, p.17). En la presente investigación, esta lectura resulta oportuna, puesto que los jóvenes con los que se ha trabajado, deciden articularse con otros con la intención de instituir otros trayectos vitales, haciéndole frente a problemáticas como el militarismo en la vida social, la violencia contra la mujer, el desempleo y el difícil acceso a la educación superior, las cuales limitan las posibilidades de construir otras biografías. Estos son algunos motivos que impulsan la acción colectiva juvenil. Poniendo en tensión este planteamiento, el mismo Ulrich Beck (2003) se pregunta: ¿no significa esto que cada cual gira sólo alrededor de sí mismo, olvidando lo mucho que depende de los demás para la afirmación de su propia libertad? el individualismo institucionalizado, nos plantea el autor, toma distancia de la idea neoliberal del individuo del libre mercado, el cual presupone que los individuos pueden dominar de forma autosuficiente la totalidad de sus vidas y al mismo tiempo renovar su capacidad de acción desde su propio interior. Por el contrario, el individuo moderno, está cada vez más ligado a los demás y necesita de los otros para autoafirmar su libertad individual y política, en un momento que ha producido una fractura entre un individuo que busca soluciones biográficas a los problemas y contradicciones de una sociedad globalizada y paradójicamente atomizada (Beck, 2003). En ese sentido, las interacciones humanas ya no se orientan exclusivamente a partir de unas normas generales que devienen unilateralmente de unas instituciones tradicionales, sino a partir de unos horizontes normativos específicos construidos por unos individuos que buscan redefinir sus intimas relaciones. El resultado, según Beck y Beck- Gernsheim (2003) es que Las condiciones de vida y las desigualdades “naturales” se vuelven políticas. Por ejemplo, la división del trabajo en la familia - o los roles de género- no pueden pretender ser aún una cuestión “natural”; como tantas otras cosas, por cierto, deben ser negociadas y justificadas. (p. 31). 15.

(16) De esta manera, la individualización señalada supone un doble movimiento: el individuo se desvincula de la sociedad tradicional y se re-vincula a otros espacios donde puede redefinir, confrontar y producir su propia trayectoria. Este desplazamiento, permite la emergencia y construcción de un sujeto distinto, y podríamos añadir, retomando a Margaret Mead (Citado en Zarzuri, 2005), generacionalmente distinto, que no reproduce pasivamente el orden social. Los jóvenes comenzaron a convertirse en los colonos de un nuevo mundo, donde ya no se vale ese viejo dicho que los adultos solían decirles a los jóvenes “¿sabes una cosa? Yo he sido joven y tú nunca has sido viejo”, porque en estos momentos, los jóvenes pueden responder a estos adultos diciendo: “tú nunca has sido joven en el mundo en el que soy joven yo, y jamás podrás serlo (p. 5).. De acuerdo al panorama planteado, no sólo es posible la emergencia de un sujeto distinto; también se generan las condiciones para que los jóvenes se encuentren en otros escenarios de socialización que pueden constituirse en nuevos lugares para la acción política. Allí tienen lugar luchas de todo tipo: por la distribución de bienes materiales, por interpretaciones del mundo y por la reivindicación de unas identidades, que en gran medida permiten la emergencia de nuevas formas de ser, ante el malestar y la crisis que genera un modelo de producción y consumo, en el marco de una sociedad globalizada. 1.1. JUVENTUD Y POLÍTICA: ¿UNA CONTRADICCIÓN EN SUS TÉRMINOS? Frente a este contexto de cambio y ruptura, de temas y problemas que antes eran de carácter privado y que hoy se han politizado, resulta indispensable la reflexión por lo político, y de manera especial, por la relación entre los jóvenes y la política. ¿Qué es la política en las sociedades contemporáneas? ¿Son los jóvenes actores políticos? estas preguntas necesitan responderse a la luz de dichos cambios. No resulta sencillo definir la política si reconocemos las transformaciones reales y conceptuales que ha sufrido esta categoría. Una de las tendencias que ha 16.

(17) predominado para definirla, está circunscrita al ámbito del Estado con sus instituciones y actores (partidos políticos o ciudadanos individuales) 2. Desde esta mirada, los discursos y prácticas políticas sólo tienen lugar dentro de una institucionalidad que administra el poder político. No obstante, pese a que el poder político aún transite en escenarios institucionalizados, resulta problemático mantener una concepción de la política, ubicada exclusivamente en la idea de Estado-nación en un momento en el que el poder puede transitar de forma simultánea en distintos lugares. Autores como Darío Restrepo (2003) y Norbert Lechner (1996), plantean que hoy la política ya no es la principal instancia de orden y articulación de la vida social La política ya no es lo que era antes; se abren sus esferas, cambian sus temas, se multiplican sus actores y se ensanchan sus fronteras. Para algunos situados en el extremo derecho e izquierdo del espectro político y social, la política abandona el Estado y se desplaza hacia el mercado y la sociedad. Así es, aunque todavía el Estado es un referente inevitable de las relaciones sociales (Retrepo, 2003, p. 9).. Que la política se haya desplazado hacia el mercado y la sociedad, es ya un cambio cualitativo que pone en entredicho el lugar en donde ésta ocurre. Dicho movimiento, no sólo produce cambios en la forma de entender la política, sino que da lugar a espacios más autónomos, y al mismo tiempo más individualizados, en los que existe una pugna constante de diferentes actores sociales que buscan una distribución más equitativa de distintos recursos materiales y simbólicos. Sin embargo, hablar de la política hoy, no sólo implica reconocer que el Estado y la política hayan dejado de ser las principales instancias de representación y coordinación social. Implica, sobre todo, hablar de una crisis de la política misma y de sus esferas tradicionales. Al respecto Marc (Auge, 2012) señala la crisis de unas instituciones políticas que ya no proponen finalidades y sólo se ocupan de gestionar el presente.. 2. Duverger, Maurice. Sociología política. Barcelona: Ariel, 1972; SARTORI, Giovanni. La política. México DF: Fondo de Cultura Económica, 1979.. 17.

(18) Frente a la evidencia del presente las instituciones utilizan palabras evidentes en apariencia, palabras antiguas o nuevas o renovadas: democracia, derechos humanos, lo humanitario, mercado, gobernancia, compasión, pero también injerencia, terrorismo, seguridad. Pero no tienen nada que decir sobre el futuro, no tienen nada que decir a los jóvenes (2012, p. 26).. Esta crisis, según Zarzuri (2005) es visiblemente vivida por los jóvenes más que por el mundo adulto y se expresa en un profundo rechazo de estos actores hacia ciertas manifestaciones de la política. No es extraño entonces, su distanciamiento hacía prácticas y lógicas clientelistas y autoritarias presentes en los partidos políticos y de esos espacios tradicionales que tienen injerencia en lo público. El interrogante que surge aquí es si definitivamente los jóvenes son apáticos a la política, o quizás, esta desafección que se les atribuye sea pertinente someterla a reflexión, porque posiblemente la política hoy podría haberse desplazado a otros escenarios de socialización. En el fondo, asistimos a la saturación de lo político, claro está que de otra forma; el de los microgrupos y microsolidaridades, o sea, nuevas formas de ver y de participar en lo que se denomina la política, que precisamente vienen a llenar ese vacío que los partidos políticos y la política tradicional han dejado al no ser capaces de generar matrices discursivas que puedan interpelar a los jóvenes, ya que la juventud se siente conmovida con aquellas cosas que precisamente “la gran política excluye”, las cuales caen por los retículos de las grandes organizaciones políticas, lo que lleva a que los jóvenes practiquen una denegación de la política, altamente política (Zarzuri, 2005, p. 7).. Si bien hay un distanciamiento de los jóvenes hacia la política tradicional, simultáneamente la participación en lo político está ocurriendo en otros espacios. Quizás una categoría que nos permite precisar lo que está ocurriendo es la subpolítica. Para Ulrich Beck, este contexto de cambio y ruptura señalado, genera las condiciones para la formación de actores que ahora participan al margen del sistema político y que buscan redefinir la política desde abajo. 18.

(19) Estas prácticas políticas no se dan al margen de las determinaciones económicas, políticas y culturales; estas redes o mutualidades que los jóvenes construyen, surgen como luchas para hacerle contrapeso a múltiples formas de desigualdad. Ricardo García (2011) nos habla de un déficit social en la base de estas agrupaciones, que se expresa en “grandes exclusiones que derivan de las formas predominantes de posesión y distribución de la riqueza, o de los modos de control en el poder político, o finalmente de las maneras como se hace uso del control sobre la producción simbólica en una determinada nación” (pp. 76-77). Si es cierto que la política se expresa hoy en otros escenarios, compartimos con Lechner (2002) la siguiente propuesta: “necesitamos una redefinición de la política; no en el sentido de una definición taxonómica, sino de una comprensión más cabal de la(s) «lógica(s)» que condicionan la acción política en nuestras democracias” (p.6). Esta comprensión, desde nuestro punto de vista, sólo será posible si reconocemos aquellas prácticas políticas emergentes que desbordan la acción del Estado y dan cuenta de los cambios que hemos mencionado. A partir del contexto descrito, podemos plantear que los jóvenes están configurando otros espacios para la acción política; éstos, pueden moverse a partir de adscripciones identitarias como el gusto por el grafiti, por la música, por un deporte extremo, o por la simpatía hacía una organización política o movimiento social. Sin embargo, estas colectividades no se vinculan sólo por identidades pre establecidas y construyen espacios para hacerle frente a los conflictos, riesgos o amenazas presentes en la sociedad contemporánea.. 19.

(20) 2. CAPITULO II SUBJETIVIDADES, ACCIÓN COLECTIVA Y MOVIDAS JUVENILES. Realizar una investigación sobre la acción colectiva juvenil en una de las localidades de Bogotá, implica un esfuerzo por construir un punto de vista reflexivo sobre este fenómeno dentro de un conjunto más amplio de tendencias, discusiones y problematizaciones dispuestas en unos campos del saber disciplinar e interdisciplinar. Dicho de otra forma; el estado del arte pierde su valor heurístico o su potencia creativa si el autor que lo escribe no se arriesga a plantear sus propias problematizaciones sobre el tema al que pretende aproximarse. En ese sentido, para reconocer esas tendencias que emergen como lecturas de las prácticas colectivas juveniles, es necesario recurrir a la historia; no para dar cuenta de los hechos en sí, como efecto de una pretendida racionalidad que busca la objetividad al momento de narrar o explicar lo sucedido, sino para reflexionar sobre los esquemas de interpretación planteados por distintos autores, los cuáles se producen en unos contextos históricos y sociales específicos. De tal manera, que dichos esquemas no podemos considerarlos universales, instrumentales, ni mucho menos neutros. Se deben a la existencia de un sujeto político que construye puntos de vista sobre la realidad social. El objetivo de este capítulo, es identificar las tendencias y esquemas analíticos que han servido para comprender las categorías de sujeto, subjetividades y acción colectiva en el marco de un proceso histórico que debe ser leído en función del presente. De nada serviría este recorrido, si no logramos identificar la época que viven hoy, aquellos jóvenes que deciden organizarse en territorios específicos. Buscamos, además, delimitar el campo de estudio en el que se ubica nuestro trabajo, dentro de las discusiones planteadas. El texto se estructura en cuatro partes: La primera, pretende desarrollar una reflexión en torno al sujeto y las subjetividades como alternativa analítica para visibilizar los sentidos y prácticas políticas de jóvenes que construyen escenarios 20.

(21) colectivos. Luego, me acerco a la acción colectiva como categoría vigente para leer las expresiones juveniles que me interesan en este estudio; después, hablaré de la relación de la acción colectiva con los procesos organizativos juveniles y cierro con una síntesis que pretende perfilar los rasgos que sustentan el estudio que aquí se plantea. 2.1. ¿DECLIVE O RETORNO DEL SUJETO? Propongo inicialmente hacer un breve recorrido por la historia moderna del concepto de sujeto. De esta manera, entenderemos los giros que se han dado en la forma de abordar al sujeto y por qué las subjetividades comienzan a tomar fuerza como campo de estudio, especialmente en las Ciencias Sociales; pero también, en el marco de unas luchas por el reconocimiento de identidades étnicas, sexuales, de género y generacionales. Al final, focalizaré mi interés por las subjetividades políticas como entrada analítica para hacer inteligible las experiencias políticas de los jóvenes. Canclini (2001) es uno de los autores que propone una visión que sintetiza el desarrollo histórico del concepto, así como las reflexiones más relevantes en cada momento. Desde Descartes, hacia el siglo XVII, sabíamos que las cosas eran desconfiables y no aparecían tal y como eran. Era la conciencia la fuente legítima de conocimiento para ir más allá de lo evidente; allí se escinde lo mental y lo físico, el alma y cuerpo, pero además, se presenta la razón como único rasgo de lo humano. Fueron Nietzsche, Marx y Freud, a partir de la segunda mitad del siglo XX, quienes pusieron en tela de juicio la creencia unívoca en la conciencia, y la ubicaron en perspectiva, al considerarla un producto social, presa de una falsa moral y de la profundidad del inconsciente. Estos tres referentes del pensamiento moderno, sugieren un sujeto que se construye en la socialización y un sujeto constituido por unas reglas, estructuras y códigos. En últimas, para este periodo, la certeza en un sujeto autoreferenciado, aislado e individualizado, pierde protagonismo.. 21.

(22) Sin embargo, esta reacción contra las filosofías de la conciencia se llevó al extremo opuesto, al punto de desplazar al sujeto de la reflexión, parcial o totalmente. Desde el estructuralismo, por ejemplo, el sujeto es propuesto como un mero reflejo, como un fenómeno residual, del funcionamiento de las estructuras. Estas posturas, desplazan su ángulo de análisis y dejan de lado la reflexión por la singularidad de la vida humana. Esta negación, subestima igualmente la historia, al no contemplar la posibilidad de un sujeto que transforme o modifique el orden social vigente. En este punto, resulta pertinente la pregunta por el sujeto ¿Qué significa ser sujeto hoy? ¿Cómo aproximarnos al sujeto sin caer en reduccionismos? En este trabajo, considero importante alejarme de la concepción moderna universalista de sujeto unitario (individuo) racional, dueño de sí mismo y soberano. Los sujetos no se articulan exclusivamente en torno a categorías fijas como la de clase, raza, etnia y género, no es posible que el sujeto hoy se autodefina en forma única como mujer, joven, obrero, homosexual; más bien, existen adscripciones parciales, contingentes y siempre singulares. El hecho de compartir algunos rasgos económicos, sociales y culturales, no define completamente lo que somos. Desde esta perspectiva, resulta importante dar un salto cualitativo que reivindique una concepción de sujeto como tarea, como proceso inacabado que se construye en la tensión y la lucha. Ser sujeto, implica dos posibles nociones, siguiendo a Foucault (1991): estar sujeto a alguien por la existencia del control o estar ligado a su propia identidad en virtud de la conciencia o el autoreconocimiento. En esta investigación, entiendo al sujeto como producto, pero también como productor. Será en los estudios del lenguaje en donde se construirán líneas para ir más allá de la visión de un sujeto- sujetado a la estructura social. Para Ricoeur (citado en Canclini, 2001) resulta fundamental revalidar el aspecto creador de los sujetos hablantes “[…] al redefinir la estructura como dinamismo reglado la vuelve capaz de dar cuenta de cómo los sujetos participan en la producción de acontecimientos 22.

(23) y formas inéditas y no sólo en la regularidad del discurso” (p. 109). Se comienza a llamar la atención sobre la reflexión de la estructura y la necesaria discusión sobre el sujeto creador, destructor, sumiso y reinventor. En la etapa final del pensamiento marxista, pensadores como Bourdieu (2008) y Castells (1980) propondrán un sujeto creativo e instituyente al hablar de movimientos sociales. En palabras del pensador francés, el sujeto es un agente Los agentes no son partículas mecánicamente empujadas y tironeadas de aquí para allá por fuerzas externas. Son más bien detentoras de capital y, dependiendo de la trayectoria y de la posición que ocupen en el campo […] tienen una propensión a orientarse activamente, ya sea hacia la preservación de la distribución del capital o hacia la subversión de dicha distribución” (Bourdieu, 2008, p. 147). Considero particularmente relevante esta concepción de agente; allí el sujeto es producto de lo social y se debe a unas condiciones objetivas, a unos espacios de juego históricamente constituidos, diría Bourdieu. No obstante, éste no es un sujeto inmóvil o sumiso; es un actor que lucha intencional, consciente y deliberadamente por un capital que pueda posicionarlo en una distribución desigual de unos recursos materiales y simbólicos. En este escenario, el sujeto tiene cierto margen de maniobra y lleva a cabo unas prácticas creativas que pueden llegar a ser instituyentes, en unas determinadas condiciones. Este punto de vista, orientará las reflexiones que se desarrollaran más adelante cuando presenté los resultados del trabajo de campo. 2.2. COMPRENSIONES ACERCA DE LA SUBJETIVIDAD Como resultado de las múltiples críticas recibidas hacia el horizonte ético y político que orientaba la concepción de sujeto moderno, adquiere relevancia en las Ciencias Sociales el tema de las subjetividades. Autores como De la Garza (2001); Guattari y Ronilk (2006); y Torres Carrillo (2006) señalan el agotamiento de las teorías sociales dominantes durante el siglo XX, cuyos desarrollos no permitían comprender el dinamismo de los nuevos procesos sociales. En palabras de De la Garza (2001) se trata de una crisis epocal “[…] grandes visiones del mundo y de 23.

(24) ideas de futuro que, como maneras de ver y sentir, se vuelven sobre las teorías y epistemologías para empujar el cuestionamiento de sus fundamentos ” (p. 84). En este contexto, se vuelve necesario realizar una aproximación crítica a los contenidos subjetivos y las condiciones objetivas que producen discursos totalizadores y excluyentes de lo social. La autora colombiana María Cristina Pineda Martínez lo explica mejor “No es posible hablar de un único sujeto político moderno, hablamos de sujetos múltiples y de sujetos políticos como diversas nociones construidas o producidas desde los respectivos proyectos de sociedad” (2006, p. 126). Pensar el sujeto, como lo señala la autora citada, aparece ante los investigadores de la subjetividad como una exigencia para trascender la visión monolítica del ser humano como entidad única. Pero avanzar en esta dirección, implica también la producción de conceptos y categorías fronterizas que pongan en dialogo creativo los conocimientos científicos y los saberes artísticos, estéticos y los de sentido común. Producir conocimiento, pasa por moverse también en el terreno de lo imaginativo, más que de lo racional. No obstante, y pese a los desplazamientos señalados en la forma de entender al sujeto, la categoría de subjetividad se debate todavía en grandes encrucijadas y no es aceptada aún por todas las Ciencias Sociales. De hecho, es considerada una categoría idealista por parte de perspectivas positivistas que asumen que lo que no puede ser aprehensible por métodos experimentales no existe. Hasta perspectivas fenomenológicas que asocian esta categoría con una consciencia a la que no se puede acceder. Entre estos dos extremos, sí es posible acercase a la subjetividad como Aquella instancia que nos posibilita diversas formas de entender las maneras como hemos sido producidos, los recursos que tenemos para transformarnos, y de comprender no sólo cómo hemos llegado a ser lo que somos, sino en lo que seguimos deviniendo de cara al futuro. (Gómez, 2016). 24.

(25) Hablar de subjetividades implica inicialmente reconocer que no somos sujetos completamente autónomos ni auto-determinados, y nuestra experiencia, ocurre en unas condiciones históricas, políticas y económicas que forman y moldean las maneras de ser, sentir, pensar y actuar. Esas condiciones externas, van dando forma a lo que somos, pero esas formas de ser, no son un producto terminado ni muchos menos estático, ya que el sujeto no es producido unilateralmente y puede reinventar sus condiciones de existencia. En este sentido, la subjetividad es aquella instancia que se mueve entre lo que somos y lo que podemos llegar ser, ese espacio en el que el sujeto autoconfronta su vida y la cambia constantemente en el marco de unas condiciones. Según Martínez Pineda (2006), autores como Touraine, Ibañez, Hugo Zemelman y Castoriadis apoyan esta perspectiva y rechazan toda referencia universalista que le otorgue al sujeto un lugar subordinado o de dominación; estos autores tienen una apuesta por el retorno al sujeto como actor- autor- productor- de sí mismo y de otros proyectos de sociedad. Para Touraine, por ejemplo, “el sujeto es el deseo de un individuo de ser actor” (1997) sólo se es sujeto cuando se adopta la tarea de construirse, de transformarse en actor de la vida personal. El sujeto aquí es consciente de su incompletud y busca desmarcarse de las determinaciones que constriñen su libertad sexual, estética y política. Por su parte, Zemelman (1998) propone mirar al sujeto en su complejidad, su fuerza y su debilidad; el sujeto es bifronte y no es solamente constructor, también tiene su faceta conformista, indiferente y sumisa. Esta perspectiva es profundizada y problematizada por Jairo Gómez (2014) quien se ocupa del problema del mal en los diversos modos de subjetivación política y denuncia cómo la mayoría de perspectivas existentes para acercarse a la subjetividad, parten de una concepción afirmativa y racionalista del sujeto que exalta únicamente sus cualidades: demócrata, participativo y autónomo, invisibilizando el papel del mal 3 en los procesos de subjetivación.. 3. El mal no obedece aquí a un relativismo moral o preocupación entre lo bueno y lo malo, sino al mal como un drama de la libertad, de cara a un futuro incierto (Gómez, 2014).. 25.

(26) Esto último, resulta fundamental en este trabajo que busca acercarse a las formas como los jóvenes viven y expresan lo político, ya que podemos encontrar sujetos con discursos y prácticas contra hegemónicas, pero también actores con posturas que reproducen y mantienen el orden social; en ambos casos, se ponen en juego distintos modos de subjetivarse. En este sentido, resulta pertinente, como señala Gómez (2014), reconocer la subjetividad no sólo como potencia afirmativa; sobre todo en un país como Colombia, caracterizado por una violencia estructural que debe empezar a narrarse, comprenderse y transformarse. Para Castoriadis, la subjetividad es un proceso autoreflexivo, imaginativo y deliberativo. Según el autor “En la subjetividad humana hay reflexividad en sentido fuerte, que implica la posibilidad de que la propia actividad del sujeto se vuelva objeto explícito, independiente de toda funcionalidad” (Castoriadis, 2003, p. 102). Así, el sujeto puede activar procesos reflexivos sobre su propia mirada y sobre las prácticas que desarrolla. De estos autores, retomo la idea de sujeto como logro, como producto de una acción; ya sea del deseo del ser, de la potencia múltiple o de la fuerza instituyente. Se trata de un sujeto que se relaciona de manera creativa con lo político “la apuesta entonces es por la potenciación del sujeto político, capaz de apropiarse de la articulación y rearticulación ineludibles de lo social y de su propia reconfiguración, articulación que exige una mirada crítica y compleja a las formas en que el sujeto ha devenido político” (Martínez, 2006, p. 131). Otra tendencia, de algunos investigadores e investigadoras de la subjetividad, esta relacionada con el ejercicio de la ciudadanía. Autores como Boaventura De Sousa Santos la definen como “espacio de las diferencias individuales, de la autonomía y de la libertad que se levantan contra las formas opresivas que van más allá de la producción y tocan lo personal, lo social y lo cultural” (De Sousa, 1994, p. 123). La propuesta consiste en constituir nuevas formas de ciudadanía colectiva, más fundamentadas en la participación, como proyecto emancipador.. 26.

(27) Sin embargo, Boaventura (1998) también señala que esta categoría, sí se asocia sólo a los derechos y deberes generales abstractos, puede reducir la subjetividad a un receptáculo pasivo sometido a estrategias del consumo y del dominio propio de cualquier democracia de masas. Aquí de nuevo aparece el carácter dialectico en el que se mueve constantemente el ciudadano, un sujeto con la posibilidad de emanciparse, pero también de estar subordinado. En contraposición a identidades esenciales, modernas y homogéneas, emerge el pensamiento de la diferencia como otra vía posible para acceder y entender las subjetividades. En esta perspectiva, se asume que cada época presenta sus propios enunciados y produce formas de existencia singulares que transitan en unas condiciones determinadas. Para Guattari (1996), por poner un ejemplo, la subjetividad se refiere a “el conjunto de condiciones por las que instancias individuales y colectivas son capaces de emerger como territorio existencial sui referencial, en adyacencia o en relación con una alteridad, a la vez subjetiva” (p.42). En esta propuesta, el ángulo de análisis ya no se ubica en el sujeto, sino en la diferencia misma, que puede entenderse como una acción que tiene su propia existencia. De esta manera, ya no es indispensable hablar de sujeto, sino de flujos, movimientos o agenciamientos colectivos que se van dando. Se busca hablar fundamentalmente de lo emergente, de la positivo de la diferencia y se asume la subjetividad como un continuo devenir. Resulta atractiva la idea de sí mismo como proceso inacabado, pero no comparto la disolución del sujeto-sujetado, pues considero que éste todavía se mueve permanentemente entre lo instituido y lo instituyente. Resulta necesario retomar lo planteado hasta el momento y realizar un esfuerzo de síntesis con los elementos centrales desarrollados. 1) La subjetividad expresa la voluntad de ser actor- productor de sí mismo y de lo social. 2) Es necesario trascender la concepción afirmativa y racionalista de la subjetividad. 3) La subjetividad se construye y expresa en el juego entre lo constituido y lo. 27.

(28) emergente. 4) La subjetividad debe entenderse como un continuo devenir. Partiendo de estos rasgos, entiendo la subjetividad como un Conjunto de instancias y procesos de producción de sentido, a través de los cuáles los individuos y los colectivos sociales construyen y actúan sobre la realidad, a la vez que son constituidos como tales. Involucra un conjunto de normas, creencias, lenguajes y formas de aprehender el mundo, conscientes e inconscientes, cognitivas, emocionales, volitivas y eróticas, desde las cuales los sujetos elaboran su experiencia existencial y sus sentidos. (González, Aguilera, & Torres, 2014, p. 53).. Un rasgo fundamental de la subjetividad es que ésta se expresa en las formas de relación consigo mismo. Es decir, ésta se pone en marcha a través de diversos procedimientos de autoexamen y reflexividad: juzgar (se); narrar (se); observar (se); expresar (se) auto-confrontar (se). Esta introspección, implica un perpetuo proceso de auto crítica en donde el sujeto expresa su singularidad y redefine su trayectoria vital. No obstante, esta subjetividad no emerge ni se constituye de forma aislada ni autoreferenciada, también “se constituye y se forma como intersubjetividad, esto es, que nuestra singularidad, nuestro sí mismo, es, ante todo, un acontecimiento relacional, un hecho vinculante que nos posibilita interactuar de diversas maneras” (Gómez, 2016). En últimas, la subjetividad se construye en el proceso social, en lo relacional. No existe una biografía desconectada del medio o contexto social, existen sujetos que recuerdan y narran quienes fueron y con quienes fueron. Es decir, contenemos en nosotros parte de los demás, pero al mismo tiempo, integramos de forma singular nuestra historia de vida y nuestras experiencias.. 28.

(29) 2.3. LA ACCIÓN COLECTIVA: UNA CATEGORÍA PARA APROXIMARSE A LOS PROCESOS ORGANIZATIVOS JUVENILES Este trabajo tiene la intención de acercarse a los procesos organizativos juveniles locales. Estas expresiones micro políticas no tienen la misma envergadura que un movimiento social u organizaciones políticas estructuradas, pero cada vez tienen una presencia más fuerte en América Latina, y existen, de alguna manera, por la proliferación de múltiples formas de actuar colectivamente: los movimientos sociales, la participación en protestas, las manifestaciones, huelgas generales y paros cívicos. Si se quiere, la acción colectiva juvenil, se ubica en el campo más amplio de lo que algunos estudiosos denominan la acción colectiva. Estas expresiones colectivas, que antecedieron la acción juvenil, surgieron en Latinoamérica como consecuencia de profundas crisis y cambios de orden estructural, que afectaban - y actualmente afectan- a vastos sectores de la población. Algunos investigadores latinoamericanos cercanos al tema, plantean algunas reflexiones para comprender los múltiples procesos que se dieron en la región como telón de fondo en la emergencia de nuevos actores sociales que han luchado por enfrentar colectivamente múltiples desigualdades. Alfonso Torres (2007), uno de los referentes importantes en este tema, asocia la emergencia de estas expresiones colectivas con la problemática urbana popular en Latinoamérica. Es decir: con el acelerado crecimiento demográfico en las ciudades, producto del capitalismo que expulsaba -y expulsa hoy- a los campesinos de las zonas rurales; con las crisis económicas que ha vivido la región, como consecuencia de la ineficacia para hacerle frente al crecimiento demográfico mencionado; con la llegada del neoliberalismo hacia 1980, el cual coincide paradójicamente con la entrada de las democracias. En síntesis, con la profunda crisis de desigualdad, pobreza y exclusión social. En este contexto, aparecen unos pobladores que ocupan el espacio urbano en unas condiciones asimétricas de explotación, violencia, y discriminación. Éstos, desde sus posibilidades, plantean unas modalidades de acción colectiva para 29.

(30) hacerle frente a estas problemáticas, las cuales se traducen en luchas puntuales por la vivienda digna, los servicios públicos, las vías de transporte, una mejor educación, y en algunos casos, la reivindicación identitaria de algunos actores. Por su parte, las autoras vallecaucanas Alba Nubia Rodríguez y Claudia Bermúdez Peña (2012), presentan los siguientes puntos nodales en la emergencia de la acción colectiva en América Latina: “1) El proceso de industrialización a nombre del desarrollo; 2) el acelerado poblamiento urbano ―por parte de campesinos que llegan a las ciudades― y 3) la precariedad e inestabilidad laboral” (p.27). Estas ideas coinciden con el planteamiento anterior, así que solo señalare algunos aspectos que pueden nutrir la lectura del tema al que nos estamos acercando. Un acontecimiento relevante, fue el proceso de industrialización a nombre del desarrollo. En este proceso, se construyó la imagen de que los países del “tercer mundo” debían ser intervenidos, y por lo tanto, “desarrollarse”. Este suceso, según Lander (citado en Bermúdez & Rodríguez, 2012) hizo que dos terceras partes de la humanidad fueran convertidas en pobres. En cuanto al crecimiento demográfico, al igual que Alfonso Torres, las autoras resaltan la configuración de cordones de miseria, en donde los pobladores mantenían enfrentamientos permanentes con la fuerza pública, debido a las formas en las que exigían los terrenos (“invasiones” y apropiaciones “ilegales”). Resulta claro que las anteriores propuestas analíticas, plantean que la configuración histórica de los procesos organizativos en América Latina, se da ante la presencia de unos pobladores que ocupan el espacio urbano en unas condiciones asimétricas. Si bien la acción colectiva se debe, en parte, a estas luchas, hoy, este tipo de expresiones colectivas no se producen sólo en los sectores con mayor exclusión social. Al respecto, para Rueda (2015) (citado por Cubides, H. & Guerrero, P, 2007): “No se trata de una acción colectiva exclusivamente “popular”, local, y tampoco se encuadra en una identidad unificada, la cual muestra el surgimiento de subjetividades que no se dejan atrapar fácilmente por los modelos conceptuales que teníamos para verlas” (p. 8). 30.

(31) De esta manera, realizar investigaciones en este campo, exige el reconocimiento de nuevas dinámicas, en donde convergen sujetos que pueden abanderar las luchas populares, pero también, sujetos organizados que, estando en las capas medias de la sociedad, se resisten a los modelos políticos institucionalizados, sin que sus luchas se reduzcan a los contextos de mayor exclusión social. Es el caso de la presente investigación en la que jóvenes, en su mayoría universitarios, se organizan por su inconformidad con el actual estado de cosas y son sensibles a la desigualdad de la sociedad en distintos niveles. Teniendo como referencia lo planteado hasta el momento, consideramos relevante mencionar, de forma muy general, las principales tendencias existentes para explicar la acción colectiva y ubicar nuestro trabajo en un marco explicativo que sostenga las reflexiones que desarrollaremos en este trabajo. La mayoría de planteamientos o explicaciones sobre este fenómeno, “obedecen al surgimiento, desarrollo y eficacia de las organizaciones y movimientos sociales, y por supuesto, al carácter [sic] de sus acciones colectivas” (Delgado, Ocampo & Robledo, 2008 p. 202). Aguilera (2014), identifica al menos dos orientaciones para ocuparse del tema de la acción colectiva. Una, ubica las expresiones colectivas como resultado de un desajuste en las estructuras sociales. La otra, hace énfasis en el papel de los sujetos dentro de los contextos en los que éstos se ubican. La primera, según el autor, tiene una marcada orientación funcionalista; allí el desajuste mencionado, desencadena formas de acción que buscan reestructurar el orden perturbado para recuperar el equilibrio del sistema social. La segunda, se refiere a las capacidades, mediaciones simbólicas y marcos de significados que construyen los sujetos que participan en estas experiencias. En este sentido, existen algunos enfoques que responden únicamente a preocupaciones de carácter instrumental: la teoría de la movilización de recursos 4 4. Esta perspectiva “desmonta la idea de que los movimientos son meras protestas espontaneas y desordenadas, y orienta el énfasis en la relevancia que tiene la estructura organizativa de movilización y administración de los recursos” (Delgado, 2005, P.16). 31.

(32) y la estructura de oportunidades políticas5; y otras orientaciones más de tipo cultural y de sentido: los procesos enmarcadores6 y las teorías identitarias7. Como vemos, existen varias perspectivas con énfasis distintos, que buscan explicar por qué la gente se une con otros. Aun así, consideramos que el fenómeno de la acción colectiva es mucho más complejo, y “la separación, muchas veces implícita, que se realiza entre movimientos instrumentales y movimientos expresivo identitarios no es sino otra forma de escindir la realidad y la propia complejidad de la acción colectiva en que estos elementos […] forman parte de un mismo continuum” (Aguilera, 2014, p. 7). Desde esta lógica de aproximarnos a la realidad en sus múltiples articulaciones, planteamos inicialmente la acción colectiva como “un sistema de relaciones que liga e identifica a aquellos que participan en él” (Melucci, 1989, p.99). Es decir, como un proceso de interacción y negociación de intereses en el que se van construyendo sentidos, relaciones y horizontes que aportan a la realidad social en contextos específicos. Pero no podríamos quedarnos en el plano de lo simbólico para entender cómo toman forma estas expresiones, ya que según Castell (citado en Torres, 2007) la acción colectiva tiene como trasfondo la existencia de conflictos en las estructuras sociales y políticas que se expresan por “[…] intereses sociales en pugna en un contexto histórico dado. Los procesos de acumulación capitalista generan formas de diferenciación social no solo basadas en el proceso de producción, sino también en el del consumo colectivo” (Torres, 2007, p. 86). Allí la. 5. Desde este enfoque “las diversas formas de expresión de la acción colectiva adquieren una u otra forma dependiendo de la amplia gama de oportunidades y constricciones políticas del momento” (McAdam & Mc Carthy, 1999, p. 24). 6. En donde los “significados y creencias orientados a la acción, inspiran y legitiman las actividades y campañas del colectivo” (Delgado, 2005, P.22). 7. Aquí “la acción colectiva es una construcción que resulta de los intercambios y flujos comunicacionales, los afectos y los símbolos y significados en una determinada agrupación o comunidad” (Aguilera, 2014, p. 11).. 32.

(33) acción colectiva, emerge como estrategia de lucha para acceder, en igualdad de condiciones, a derechos como la vivienda o la educación. Conviene recordar, como señala Rueda (2015), que esta noción entraña dificultades analíticas. Si bien las teorías de la acción colectiva abrieron camino para comprender otras formas de hacer política, distintas a las tradicionales, éstas han entendido a los actores alrededor de una identidad homogénea. Así, se corre el riesgo de asumir cierta unidad y totalidad en el sentido de sus acciones. Tal unidad y semejante totalidad subyacente en las prácticas no existe, ya nos encontramos frente a movilizaciones y acciones colectivas que responden a diversos intereses de acuerdo con el lugar de emplazamiento de los actores, incluso muchas veces responde a estados emocionales que no siempre aparecen visibilizados y que muestran que muchas de las acciones colectivas están constituidas de una heterogeneidad que vuelve más rico el análisis de esos procesos de producción simbólica en la sociedad. (Aguilera, 2010, p. 84).. Con las aclaraciones desarrolladas hasta el momento, la acción colectiva, vinculada por lo general con los movimientos sociales, puede explicar también la emergencia de distintas expresiones juveniles. No obstante, estas expresiones, no deben reducirse al movimiento social y no deben asociarse con identidades homogéneas o prefijadas que se vinculan exclusivamente alrededor de unos propósitos comunes. Aunque la acción colectiva juvenil tenga su origen en el movimiento social, ésta no se agota allí. En la presente investigación, resulta fundamental comprender, que a la par del movimiento social (como una de las formas de acción colectiva), coexistieron también múltiples procesos organizativos juveniles (agrupaciones, asociaciones, organizaciones, colectivos, etc.); y que, no necesariamente la configuración de estos espacios para la acción política, giran en torno a imaginarios compartidos sobre el bien común.. 33.

(34) 2.4. DE LA ACCIÓN COLECTIVA A LA MULTIPLICIDAD PROCESOS ORGANIZATIVOS JUVENILES La comprensión del fenómeno de la acción colectiva dentro del campo juvenil, suscita los siguientes interrogantes: ¿En qué momento histórico emerge? ¿Cómo se produce la acción colectiva juvenil? ¿Qué la produce? ¿Cuáles son las principales formas de agrupación de los jóvenes? ¿Cómo se han leído en la academia estos procesos? Responder a estas preguntas, nos plantea el reto de recorrer, aunque no sea de manera exhaustiva, los trayectos de la acción colectiva juvenil, tratando de identificar algunos puntos de inflexión en el trasegar de estas experiencias. La historiadora Ángela Garcés Montoya (2010), nos plantea que las organizaciones juveniles evidencian un quiebre entre movimientos sociales y colectivos juveniles. Según la autora “los primeros responden a los contextos políticos de luchas de clase vigentes hasta los años sesenta y setenta; luego, el panorama se transforma y las formas de acción colectiva se renuevan” (Garcés, 2010, pp.65-66). Apoyado en la autora, realizare una periodización que va desde 1960 hasta 1991, mostrando los giros de la acción colectiva juvenil con la intención de identificar los procesos organizativos específicos que nos interesan en la presente investigación. La década de los sesenta, se caracterizó por una fuerte agitación estudiantil, producto del análisis que los jóvenes hicieron de la educación en la década anterior; eran las elites y algunas personas de la clase media, quienes tenían el privilegio de formarse como posibilidad de ascender socialmente y tener igualdad de oportunidades. Fue a través de los movimientos estudiantiles que los jóvenes manifestaron su inconformidad hacia las políticas educativas. Al respecto, Garcés (2010), menciona que estos movimientos marcaron un giro tanto en la teoría como en la práctica política. Sin embargo, esta década no se caracterizó sólo por la presencia del movimiento estudiantil, sino también, por la influencia de nuevas agrupaciones que 34.

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