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Los vaivenes de la Política Exterior Argentina . ¿Autonomía o dependencia?

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Los vaivenes de la

Polít ica Ext erior Argent ina

¿Aut onomía o dependencia?

Guillermo M iguel Figari

Pro f . d e la Un iversid ad d el Salvad o r. In -vest ig ad o r d el CONICET

En la evolución de la polít ica ex-t erior podemos disex-t inguir 3 eex-t apas.

Una primera et apa monist a, una

segunda et apa dualist a y una t

erce-ra de un incipient e equilibrio en las

variables secundarias.

La et apa monist a.

La et apa monist a comienza, qui-zás ant es que la Revolución de M ayo, con las invasiones inglesas. Según Halperín Donghi, los criollos reali-zarán, en combinación con Gran Bre-t aña una Renovación del PacBre-t o Colo-nial, donde España sería reemplaza-da como met rópoli e int ermediaria por Gran Bret aña, en el primer caso; y por Buenos Aires, en el segundo.

M ariano M oreno, en su

Represen-t ación de los Hacendados def endía esa realidad de las Provincias Uni-das. Por ese ent onces, sost enía la necesidad de un libre comercio con Inglat erra, lo que signif icaba acep-t arla como nueva M eacep-t rópoli.

M oreno sost enía que est e asunt o se “ dirige al bien general, procuran-do sacar provecho de él, haciénprocuran-dolo servir a la seguridad del bien del Est ado. Desde que apareció en nues-t ras playas la expedición inglesa de 1806, el Río de la Plat a no se ha perdido de vist a en las especulacio-nes de los comerciant es de aquella nación; una cont inuada serie de ex-pediciones se han sucedido, ellas han provist o casi ent erament e el consu-mo del país.

Sin embargo, Gran Bret aña era aliada desde 1808 de la España de

Fernando VII, mot ivo por el cual sólo t endría una comunicación of iciosa con los criollos. Post eriorment e, ven-cido Napoleón, en 1815 se inst aura la Sant a Alianza, que pret endía la r est au r aci ó n m o n ár q u i ca en t o d a Europa. Algunos de sus miembros querían t rasladar esa pret ensión a América Lat ina.

Toda est a polít ica, que como de-cíamos comenzó en 1808, se la cono-cerá como polít ica de mediación. Por

que ya sea con España primero y con la Sant a Alianza después, Gran Bre-t aña se las arreglará para consBre-t iBre-t uir-se en América Lat ina como el país que llevará a cabo los int ercambios comerciales con la región, más allá de las aspiración de f ranceses, rusos y -f uera de la Sant a Alianza- de los anhelos nort eamericanos.

Est a cuest ión ret rasó la f irma de un pact o, en f orma de Trat ado con Gran Bret aña, por la que se la

reco-M

ariano Moreno, en su

Representación de los

Hacendados sostenía la

necesidad de un libre

comercio con Inglaterra,

lo que significaba

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nocía y se la prot egía, pact o que recién se conocerá en 1825.

Las caract eríst icas de est e Trat ado expresan la división Int ernacional del Trabajo.

Desde una perspect iva polít ica las Provincias Unidas del Río de la Plat a se compromet ían; a t ener paz regional, una política exterior centralizada y orden int erno. Es decir, const it uir una Orga-nización Nacional. Est os requerimien-t os perseguían que el esrequerimien-t ado polírequerimien-t ico de la región no ent orpeciera el desa-rrollo comercial de los int ereses brit á-nicos en la América Lat ina.

Desde una perspect iva económica Gran Bret aña sería import adora de manuf act uras y export adora de ma-t erias primas.

Para est ablecer esa Organización Nacional se sucedieron dos gobier-nos. El grupo rivadaviano y Rosas.

El grupo rivadaviano pret enderá organizar un gobierno unit ario me-diant e una const it ución unit aria que ni siquiera es acept ada por Buenos Aires, pues se le querían quit ar los derechos de aduana.

Rosas -por las caract eríst icas de su personalidad- y t al vez anot iciado por el f racaso del grupo rivadaviano, va a tratar organizar el país mediante la fuerza.

Con Rosas t odo el país -incluyendo a Buenos Aires- t enía que ser f ederal. Su proyect o t ambién f racasará.

Est os proyect os nauf ragan porque f avorecen a los int ereses de Buenos Aires cont ra el int erior del país, y por supuest o serán aliados de Gran Bret a-ña. La paz con el Brasil f irmada por el grupo rivadaviano, est á en conso-nancia con el int erés de Gran Bret aña de crear un est ado t apón ent re Ar-gent ina y el Imperio de Brasil, polít i-ca que es conf irmada por Dorrego en 1828. La def ensa de Rosas del blo-queo f rancés, f ue la def ensa de los int ereses de la met rópoli. En ef ect o, era una lucha por la primacía int er-nacional donde uruguayos y argent i-nos eran los peones en el t ablero de las dos grandes pot encias. Al respec-t o, las f ormaciones de las alianzas se const it uían de la siguient e manera: Gran Bret aña, Rosas y Oribe por un lado; Francia, la Nueva Generación y Rivera por el ot ro.

Est a act it ud, t ambién puede ob-servarse con el no rompimient o de relaciones con Gran Bret aña por la cuest ión de M alvinas que quedó en ese juego triangular con Estados Unidos en mejor posición que est a últ ima, que ya había abandonado las islas y con la cual sí se rompieron las rela-ciones diplomát icas.

Todo est a polít ica unilat eral ha-cia la met rópoli f orma una est ruct u-ra de la polít ica ext erior compuest a por una variable principal y varia-bles secundarias1.

La variable principal de la polít i-ca ext erior argent ina, la hemos de-n o m i de-n ad o co m o una f ocalización excesiva en la met rópoli.

De ella nacerán variables secun-darias.

Así t enemos la desmembración t errit orial del Uruguay; como t

am-bién de Paraguay y Bolivia. Tamam-bién Chile t omará posesión de Punt a Are-nas en el Est recho de M agallanes.

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1 Cf r. FIGARI, Guillerm o M iguel; Present e, pasado y f ut uro de la Polít ica Ext erior Argent ina. (Biblos, Bue-nos Aires, 1993) pp. 96 y sigs.

L

a paz con el Brasil

firmada por el grupo

rivadaviano, está en

consonancia con el interés

de Gran Bretaña de crear un

estado tapón entre

(3)

mericanos y Gran Bret aña. En est e caso se just if ica la ausencia de Bue-nos Aires pues ya había arreglado ese mismo papel con Gran Bret aña y el rest o de la Conf ederación. Donde no se just if ica la ausencia de la Conf ede-ración es en la I Conf erencia de Lima, celebrada en 1848, que era una Con-f erencia que t enía como Con-f in la deCon-f en-sa t errit orial y de la soberanía de los países de la región, amenazados por pot encias ext ranjeras.

Rosas va a sost ener que Argent ina no part icipará por est ar ocupada en cuest iones más import ant es. Esas cues-t iones más imporcues-t ancues-t es eran la def ensa de nuest ro t errit orio ant e la int erven-ción armada anglo-f rancesa y t ambién las dif erencias cot idianas que surgían en la int erpret ación de Pact o ent re la met rópoli y la colonia inf ormal.

La act it ud de Gran Bret aña de-muest ra que pret endía la libre nave-gación de los ríos int eriores con lo que la int ermediación de Buenos Aires perdía su razón de ser, pues ya no cobraría los derechos de aduana. Pero esa libre navegación de los ríos int e-riores f avorecía al int erior del país, que se vería aliviado ant e el elevado cost o de t ransport e de las mat erias primas llevadas en carret as.

Pero volvamos a la cuest ión M e-t rópoli e ine-t ermediaria, que se cir-cunscribía al ámbit o de acción ent re ambas. Por más que Gran Bret aña cont ara con la ayuda de Francia, no pudo vencer la act it ud f irme de Ro-sas. Si bien las def ensas cedieron en la Vuelt a de Obligado, no f ue supe-rado el espírit u nacional de rechazo a la invasión. Aquí es donde precisa-ment e nacerá desde el punt o de vis-t a porvis-t eño (quizás no del invis-t erior en ese m o m en t o ) u n vi ej o p rin cip io autonomista de la diplomacia argentina

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2 Quien cont raería m at rim onio con una princesa de la casa de Braganza.

Todas est as cuest iones nos llevan a observar, como primera variable se-cundaria una polít ica t errit orial de debilidad, que podemos considerar como de st at u quo t enue que llega a la aut orenuncia.

Exist irá, como segunda variable secundaría un aislamient o mundial

y regional.

Desde la perspectiva del aislamiento mundial, salvo el cont act o de

Puey-rredón y el Primer M inist ro de Fran-cia -Richelie-, para est ablecer una monarquía que t endría como rey al duque de Orleáns2, que se disipó una vez anot iciada Gran Bret aña y t am-bién por el reemplazo del duque de Orleáns por el duque de Luca, perso-naje sin peso en la esf era int ernacio-nal. Así se darán por t erminadas las t rat at ivas y no aparecieron ot ros asun-t os que inquieasun-t aran la hegemonía de Gran Bret aña, salvo el bloqueo f rancés de la década de los ’30, del que ya dimos cuent a.

En el ámbit o regional, exist ieron

dos Conf erencias Panamericanas. La primera se llevó a Cabo en Panamá. La cuest ión cent ral era la creación de una Conf ederación de Est ados Ameri-canos, donde Colombia sería la int er-mediaria ent re los Est ados lat

inoa-P

or más que Gran Bretaña

contara con la ayuda de

Francia, no pudo vencer la

actitud firme de Rosas, no

fue superado el espíritu

nacional de rechazo a la

invasión. Aquí es donde

precisamente nacerá desde el

punto de vista porteño

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país”3. Ese buen sent ido es darle a dos lo que ant es había para uno solo. Las b ases t i en en u n co n t en i d o

polít ico, económico y social.

Desde una perspect iva polít ica, la

Const it ución es un inst rument o mix-t o unimix-t ario-f ederal.

Alberdi lo dominó así, porque las provincias delegan ciert os poderes a la Nación y ret ienen ot ros. Al respect o, decía “ se delega, al menos en part e, como medio de exist ir f uert e y mejor. Est e será el medio posible de compo-ner un gobierno gecompo-neral, sin que des-aparezcan los gobiernos locales”4.

En lo que respect a al orden nacio-nal, el equilibrio de poderes se incli-na hacia la const it ución de un poder “ ejecut ivo vigoroso” , sobre los ot ros poderes. Como dice Bot ana, es el President e de la Nación quien admi-nist ra y ejecut a la paz y la guerra, si bien lo hace mediant e leyes dict adas por el parlament o.

Desde una perspect iva económica,

Alberdi recomienda int roducir los grandes medios de Europa en escala y proporciones bast ant es poderosas para obrar en los países de nuest ro cont inent e un cambio port ent oso en pocos años. Esos grandes medios son el f errocarril, la libre navegación in-t erior y la liberin-t ad comercial. Y agre-gaba, Europa viene a est as lejanas regiones... y busca la riqueza en nuestro y será la t ercera variable secundaria:

el principio de no int ervención.

Est a será la est ruct ura básica de la polít ica ext erior argent ina hast a Ca-seros que, con pequeñas variant es, cont inuará hast a f ines de siglo.

Ref ormulación del Pact o de Renovación Colonial.

M ient ras t ant o la Conf ederación comienza a prepararse para acept ar una ref ormulación del Pact o Colonial

por el cual Gran Bret aña t raería in-versiones a cambio de un ensancha-mient o del mercado, que en nuest ro país se hizo quit ándo t ierras al indio. En Buenos Aires, por el cont rario, prevalecía el debat e sobre el desmem-bramient o por un lado y unirse a la Conf ederación bajo la hegemonía de Bu en o s A i r es p o r el o t r o . Ser án personeros de est a disput a Alsina en el primer caso y M it re en el segundo. En la Confederación, aparece la figura de Alberdi, con sus “ Bases y punt os de part ida para la Organización Nacio-nal” , que f ue el inst rument o priorit a-rio que se ut ilizó en el Congreso de Sant a Fe para realizar la Const it ución de 1853, que será la respuest a a la demanda de la met rópoli de Organi-zación Nacional, est a vez con el éxit o -como veremos post eriorment e- que no t uvieron los int ent os del grupo rivadaviano y de Rosas.

Alberdi sost enía, al enviarle un ejemplar de las bases a Urquiza, “ en él no hay nada mío, sino el t rabajo de expresar débilment e lo que pert e-nece al buen sent ido general de ést a época y a la experiencia de nuest ro

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3 Cit ., M AYER, Jorge M .; Alberdi y su t iem po (Biblio-t eca de la Academ ia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos A ires, Buenos A ires, 1973) 2da ed, Tom o I, pp. 530.

4 ALBERDI, Juan Baut ist a; Bases de part ida para la Organización polít ica de la República Argent ina (Plus Ult ra, San Pablo, 1981) pp. 96.

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cont inent e. En est e pensamient o de Alberdi exist en cuest iones que son razonables como la af irmación que” sin el f errocarril no t endréis unidad po-lít ica “5. Pero la libert ad comercial se asem ej a al co l o n i al i sm o . A u n q u e Alberdi sost endrá, con la siguient e pregunt a la def ensa de la libert ad comercial: ¿Y no recordáis que el comercio libre con Inglat erra desde el t iempo del gobierno colonial t uvo origen rent íst ico o f iscal en el Río de la Plat a, es decir, que se creó la liber-t ad para liber-t ener renliber-t as?6

También recomendaba: “ negociad emprést it o en el ext ranjero, empe-ñad vuest ra rent a y bienes naciona-les para empresas que lo harán pros-perar y mult iplicarse” , cuando pro-bablement e t oda la riqueza para los bienes nacionales y los bienes de los ext ranjeros salieran del ensanchamien-t o del mercado. Aunque Alberdi sos-t enía por el consos-t rario “ rodead de inmunidad y de privilegio al t esoro ext ranjero, para que se nat uralice ent re nosot ros”

El proyect o de Alberdi cuajó con la llegada al poder de Julio Argent i-no Roca en 1880.

Después hubo una larga t ransición, que tuvo primero la hegemonía de Buenos Aires bajo la presidencia de M it re y luego la convergencia de las provincias con Buenos Aires, durant e las presiden-cias de Sarmient o y Avellaneda.

La polít ica ext erior por ese en-t onces soporen-t ó las ambivalencias de las cuest iones int ernas.

Es sabido que la Polít ica Ext erior va de adent ro hacia f uera. Aquí se hace exact ament e lo cont rario. En la guerra del Paraguay, M it re no conce-de el conce-derecho conce-de paso a Francisco Solano López, para int egrar t ras de sí a t odo el país demandando el apoyo de Urquiza. Una act it ud similar, t uvo Mariano Varela, canciller de Sarmiento, t erminada la guerra con su f amosa f rase “ la vict oria no da derecho...”

para invalidar la guerra realizada por el partido Nacional de Bartolomé Mitre. Desd e u n a p e rsp e ct iv a so cia l,

Alberdi sost enía la inmigración como medio para poblar el t errit orio.

A los inmigrant es se le daban t o-dos los derechos civiles; pero no los derechos polít icos; pero son los dere-chos polít icos que permit en el ascen-so ascen-social y t ener acceascen-so a la riqueza. Al respect o, la doct rina de Carlos Calvo, que se puede t omar como un co m p l em en t o d e l a d o ct r i n a d e Alberdi, est ablece:

-. Los ext ranjeros gozan de t odos los d er ech o s ci vi l es q u e g o zan l o s nacionales del país. Y pueden ha-cer uso de ellos en el f ondo, en la f orma y el procedimient o, y en los recursos que den lugar, absolut a-ment e en los mismos t érminos que dichos nacionales.

-. La nación no t iene ni reconoce a f avor de los ext ranjeros ot ras obli-gaciones o responsabilidades que aquellas que t ienen los nacionales y se hallan est ablecidas en igual caso por la Const it ución y las leyes. En est e bat allar argent ino ent re aut onomía y dependencia se encuen-t ran posencuen-t uras inencuen-t ermedias o dualisencuen-t as como la Doct rina Drago y la act it ud de Zeballos.

No obst ant e la primera et apa de la hist oria dependent ist a argent ina t iene el just if icat ivo de la f alt a de capit ales, just if icat ivo que ya no se podrá alegar después de 1880 cuan-do comienza un crecimient o impt uoso de la Nación. Las vías del f e-rrocarril serán el exponent e f iel de ese moment o hist órico. Todos los ramales conducen al puert o de Bue-nos Aires, para que los buques car-gueros llevaran nuest ros cereales y

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nuest ros ganados a Europa.

A pesar del crecimient o que apun-t amos en el epígraf e anapun-t erior, la Ar-gent ina no ingresó al desarrollo in-dust rial. Fue un desarrollo parcial. Según M uchnik que, mient ras Cana-dá y Aust ralia se aut oabast ecían de buena part e de los vit ales product os manuf act urados, ahorrando divisas y enriqueciendo el mercado int erno, la Argent ina drenaba el oro que reci-bía por sus export aciones. Una cons-t ancons-t e pérdida de divisas, evicons-t able si el país hubiera encarado un proceso decidido de industrialización7. Y quizás f ue en ese moment o cuando la Ar-gent ina t uvo la gran oport unidad de iniciar un proceso de equilibrio, don-de convivieran agro e indust ria. El crecimient o parcial que se dio ent re 1880 y 1913, no exist ió en períodos precedent es ni subsiguient es.

Por últ imo, en est a polít ica ext erior del últ imo cuart o de siglo, se van a dirimir con los países vecinos las cues-t iones de límicues-t es, incluida la guerra del Paraguay. De t odos esos ent uert os la Argent ina saldrá perjudicada.

Con Chile, perderá el Est recho de M agallanes -si bien neut ralizado a perpet uidad-, media Tierra del Fue-go y t uvo que compart ir la mit ad de la Puna de At acama -t errit orio of re-cido por Bolivia en canje por Tarija-. Por últ imo, en una discut ible cues-t ión con Brasil relacionada por la con-f luencia de dos ríos para con-f ijar los lími-t es f ronlími-t erizos, los errores de nueslími-t ra diplomacia permit ieron que t odo el t errit orio en disput a pasara al Brasil. Sin embargo, a est e período donde la cuest ión de los límit es no import a-ba, porque se había inst alado un co-rredor Lit oral-Londres que dejaba de lado el rest o del país, sobrevendrá

una et apa más cuidadosa de nuest ros límit es, que permit irá un cambio en la polít ica ext erior argent ina.

En cuant o al aislamient o, se f ir-maron t rat ados con Est ados Unidos y Francia, pero Gran Bret aña t enía una red de relaciones en el int erior

del país, f orjadas desde 1810, que hacía imposible el progreso comer-cial con ot ras pot encias.

En el ámbit o regional, cont inuara el camino solit ario,. La Argent ina no concurrirá a los Congresos de Chile (1856) y en el II de Lima (1864) sólo destacará como observador a Sarmiento.

La inst alación del dualismo

en la polít ica ext erior

argent ina.

De la Argent ina monist a depen-dient e pasaremos a una argent ina

dualist a que se debat e ent re la aut

o-nomía y la dependencia. Ent re la f ocalización excesiva en la met rópo-li y una mirada at ent a -conf rópo-lict iva o co o p er at i va- h aci a l a A m ér i ca en general y Lat ina en part icular.

Comenzará la compet encia ent re Est ados Unidos y Gran Bret aña por la región. Vendrá el gran enf rent amient o ent re Argent ina y los Est ados Unidos en las Conf erencias Panamericanas. Disput arán ent re sí las indust rias f ri-goríf icas est adounidenses, brit ánicas y argent inas. El Congreso será esce-nario del debat e ent re legisladores que def ienden la indust ria f rigoríf i-ca pro-brit ánii-ca y ot ros la pro-est a-dounidense.

7 M UCHNIK, Daniel; Tres países, t res dest inos (A r-gent ina f rent e a Aust ralia y Canadá (Grupo Edit orial Norm a, Buenos Aires, 2003) pp. 54 y 55.

D

e la Argentina monista

dependiente pasaremos a

una argentina dualista

que se debate entre la

autonomía y la

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Desde una mirada mult if acét ica y de dist int as percepciones -que ref le-jan un cambio de ment alidad en algu-nos líderes int elect uales del país-, esa búsqueda de aut onomía t endrá como cult ores en los primeros años del siglo a José Maria Drago, Cevallos así comola pluma de M anuel Ugart e que obser-vará y luchará cont ra el nacient e im-perialismo nort eamericano y por la int egración lat inoamericana.

José M aria Drago será aut or de su doct rina, en el marco de un conf lic-t o enlic-t re Venezuela y Gran Brelic-t aña, It alia y Alemania en los que est os últ imos -con la aut orización de los Est ados Unidos- int ervenían por la f uerza en aquel país por el cobro de deudas públicas.

Drago, M inist ro de Relaciones Ext e-riores del Gobierno de Roca, enviará una Cart a al Embajador García M edou para que int ercediera ant e Roosevelt , donde consideraba improcedent e el uso de la f uerza por cobro de deuda pública. Roosevelt respondió que había que ir a un arbit raje y en el caso que el árbit ro est ableciera que el deudor debiera pagar la deuda est a t endría que hacerse ef ect iva. Largas serán las disput as ent re la Doct rina Drago y el corolario de Roosevelt a la doc-t rina M onroe. Primero endoc-t recruzaran armas en las III Conf erencia Paname-ricana de 1906. Luego volverán a

enf rent arse en un marco más propi-cio para los Est ado Unidos: la II Con-f erencia de la Paz de la Haya de 1907, que t erminó por darle la razón a la t esis del país del Nort e.

Pero muchas y variadas pueden ser las conclusiones de la Doct rina Drago. En primer lugar, una respuest a a Gran Bret aña como consecuencia del int ent o de int ervención armada por el cese de pago de la deuda pública de 1890.

En segundo, lugar una advert en-cia para el f ut uro a los Est ados Uni-dos, que ya most raba sus pret ensio-nes hegemónicas sobre el área lat i-noamericana.

En t ercer lugar signif ica una act i-t ud pionera de solidaridad con un país de la región.

La act it ud de Zeballos se puede observar desde ot ro punt o de vist a. Como canciller, como legislador, como i n vest i g ad o r , h a si d o el ab o g ad o def ensor de nuest ro pat rimonio t e-rrit orial. Siempre est uvo at ent o a def ender la soberanía t errit orial en los conf lict os limít rof es que se pre-sent aran. Así le pedirá al canciller Bernardo de Irigoyen la propiedad y posesión de Puert o Nat ales en los conf lict os limít rof es con Chile de 1881. Se opondrá al act a prelimar de los Pact os de M ayo de 1902 y será el baluart e que def ienda los derechos argent inos ant e la expansión del Barón de Río Branco, el canciller del Brasil, desde 1902 hast a 1912.

M anuel Ugart e, ref ormist a-revolu-cionario para su época, pregonaba que una nación de ocho millones de habit ant es, sin desarrollo indust rial, con t errit orios vast ísimos y deudas cuant iosas, no represent a una f uerza suf icient e para poder desarrollarse y mant enerse en el mundo sin enlazar su acción con la de los pueblos af i-nes. Y est e es el punt o que con más

urgencia conviene rat if icar dent ro de la polít ica argent ina. Tendremos que evolucionar de acuerdo, no sólo con las repúblicas limít rof es , sino con el ambient e espirit ual de t oda la Amé-rica Lat ina; y lejos de import ar est o un sacrif icio, const it uye el benef icio

L

a actitud de Zeballos

como canciller, legislador,

investigador, ha sido la de ser

el abogado defensor de

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más grande que se pueda of recer a la f ort una de un pueblo8.

Durant e la Primera Guerra M un-dial, Argent ina gallardament e t uvo una posición neut ral. Terminada la conf ront ación bélica aparece un Es-t ados Unidos con una acEs-t iEs-t ud cre-cient e y milit ant e. Est aba dispuest o a desalojar a Gran Bret aña como met rópoli. Vendrán las inversiones. Sobre el comercio se dice que adop-t a una f orma adop-t riangular porque adop-t odo lo que gana Argent ina con sus ex-port aciones a Gran Bret aña, lo in-vert irá en sus import aciones desde los Est ados Unidos.

En est e int erregno radical, la Ar-gent ina debat irá t ambién la polít ica nacionalist a en el t ema del pet ró-leo. Se hablaba desde el gobierno, a cargo del General M osconi, de un nacionalismo pet rolero. Pero pront o ese nacionalismo es denunciando por la St andar Oil al Depart ament o de Est ado de l os Est ados Uni dos. La f errocarrilera, una compañía inglesa que t enía concesiones en el sur para explot ar pet róleo, no se sumó a las prot est as. El int errogant e es: ¿Na-cionalismo pet rolero o pref erencia por Gran Bret aña?

Luego sobrevendrá el golpe mili-t ar que mili-t erminará con la experiencia

democrát ica. Allí, compet irán las ban-deras del liberalismo encarnadas por el General Just o, las nacionalist as co-mandas por José Uriburu y la pluma de Leopoldo Lugones. Est e golpe mi-lit ar signif ica t ant o el regreso de la oligarquía al poder como la int romi-sión de las f uerzas armadas en la vida política argentina. Una intromisión que duró 53 años, que dejó de lado las mejores ilusiones de progreso y de fomentar una unidad capaz de traducirse en una ident idad nacional.

Por ese ent onces aparece paradó-jicament e Scalabrini Ort iz con “ El Hombre que est á solo y espera” . En ese t rabajo expresa cuest iones que en est os t iempos siguen siendo ac-t uales. Así dirá, que “ el senac-t imienac-t o del hombre port eño no desmaya en su ladino avist amient o con sus “ pál-pit os” , rast rea incansablement e sus manejos. El Hombre... aunque igno-rant e de f inanzas, “ palpit a” que el capit al, es energía int ernacional, que no se connat uraliza nunca. Palpit a que si en el aprovechamient o del capit al est uviera el sacrif icio del país, sacrif icaría al país sin escrúpulos. El hombre port eño procuró impedir que el capit al ext ranjero se ingiriera en el manejo de la f unción pública y ha desconcept ual i zado si em pr e a l os hombres que t ut elaron su inf ilt ra-ción en el gobierno. El hombre por-t eño por-t iene un inspor-t inpor-t o polípor-t ico de una sagacidad admirable. No se en-gaña nunca en el ocult o designio de su elección. Cuando un polít ico en-t ra en combinaciones con el capien-t al ext r an j er o , acep t a d i r ecci o n es d e compañías represent aciones de em-presas, se cont rat a como abogado o t ramit a sus asunt os, apañándolos con su inf luencia 9.

M ient ras t ant o. se produce el crak económico de 1929 -y el result ado de la primera guerra que ponía a los Est ados Unidos en una posición ex-pect ant e- que llevará a Gran Bret aña

8 UGARTE, M anuel; El destino de un Continente (Edicio-nes de la Patria Grande, Buenos Aires, 1962) Pp. 278. 9 SCALABRINI ORTIZ, Raúl; El hom bre que est á solo y espera (Plus Ult ra, Buenos Aires, 1964) 9na. Edición.

E

l crak económico de 1929

-y el resultado de la

pri-mera guerra que ponía a los

Estados Unidos en una

posición

(9)

a ret irarse de la región. En est e sen-t ido, ensen-t re la Conf erencia de Osen-t sen-t aw a de 1932 y la Sépt ima Conf erencia Panamericana de M ont evideo de 1933 se producirá el recambio. Est ados Unidos inaugura su polít ica del buen vecino, lo que no quiere decir que

no int ervenga más sobre ést os, sino que cambiará de est ilo. Permut ará la int ervención milit ar por la int erven-ción económica. Su poderío no ne-cesit aba ya de aquella.

Para la Argent ina est a es ot ra his-t oria. Gran Brehis-t aña -nueshis-t ro gran comprador de f rut os y product os- se guarece en sus dominios del Common-w ealt h y deja librada a su suert e a su colonia inf ormal a pesar del in-t enin-t o, que resulin-t ó f allido, del Train-t a-do Roca-Ruciman. Por est a act it ud y por la def lación mundial -que ent re 1929 y 1934 redujo 2/3 del comercio mundial- la Argent ina se vio obliga-da a cambiar el proceso product ivo. Comienza así un período de indus-trialización por sustitución de las impor-taciones. No obstante, serán los terrate-nientes agropecuarios los que seguirán teniendo el dominio del poder nacional. Después vendrá la Segunda Gue-rra M undial y la pregunt a que hast a hoy nos hacemos es ¿aliados o neu-t rales? Dadas las posibilidades de ser pro-aliados, pro-neut rales o pro-eje; la polít ica ejecut ada por la República Argent ina ha sido siempre pro-alia-da: desde 1939 hast a la f inalización de la guerra y por un t rat ado ent re el Bank of England y el Banco Cent ral de la República Argent ina, se ot orga-ba a Inglat erra un crédit o al 0% de int erés para comprar cereales y car-nes argent inas Est o explica por qué Gran Bret aña nunca quiso que Argen-t ina parArgen-t icipara en la guerra.

Ot ros serán los int ereses de los Est ados Unidos, que pret endía somet er a la rebelde argent ina como f ut uro jef e de bloque.

Luego será el moment o del

pero-nismo y su t ercera posición que es una doct rina int egral para el desa-rrollo int erno, como una variant e de la polít ica ext erior, con reminiscen-cia del plan Pinedo.

La part e int erna revela dos f ases import ant es. Por un lado, const it uye un sit io aut orit ario y jerárquico; por ot ro lado, es un camino de ingreso muy ext enso, lat o, a la vida polít ica del país para t odos los habit ant es. También ha sido un período de in-dust r i al i zaci ón i m por t ant e. Según Dorf man, la indust ria argent ina pasó a la mayoría de edad.

En la part e ext erna se va divi-diendo las relaciones con los dist in-t os acin-t ores por exin-t racin-t os.

Un primer ext ract o est á relacio-nado con los países desarrollados, donde perseverará desde una pers-pect iva ideológica en una posición occident al. Desde un mat iz práct ico pendulará primero ent re los Est ados Unidos y Gran Bret aña, y luego hará una polít ica de “ ef ect o” con la Unión Soviét ica. Est a represent aba muy poco del int ercambio comercial, pero para Est ados Unidos signif icó algo así como “ t raer” la guerra f ría a América Lat ina. El segundo ext ract o, será el lat ino-americano, lugar desde donde se que-ría recrear –mediant e una int egración-el ABC. Las desconf ianzas degración-el Brasil sobre una pret endida hegemonía ar-gent ina, hicieron f allar el int ent o.

En la f az t errit orial, en M alvinas y Ant árt ida se pasa de una polít ica de debilidad a una polít ica de f ort aleza.

L

uego será el momento del

peronismo y su tercera

posición que es una doctrina

integral para el desarrollo

interno, como una variante de

la política exterior,

(10)

La t ercera posición f ue cediendo poco a poco, para pasar a ser part e de la polít ica de alineamient o con los Est ados Unidos. El cont rat o que el Go b i er n o i b a a f i r m ar co n l a Calif ornia Argent ina, ponía al Est a-do en una sit uación de “ t ener ot ro Est ado dent ro del Est ado” .

¿En q u é m ed i d a l a au t o n o m ía het erodoxa, expuest a por Juan Car-los Puig, no represent a un capít ulo de la t ercera posición?. En est e sen-t i d o l a d eb em o s co n ecsen-t ar co n l a porción relacionada con las grandes pot encias. Concept ualizaba a la au-t onomía heau-t erodoxa como el esau-t a-dio donde los grupos de poder int er-nos t rat an de aprovechar al máximo las debilidades y errores del cent ro (o los cent ros) del poder mundial a los que se hallaba adscrit o el país en cu est i ó n . Par a i m p o n er l a n u eva polít ica surgen por lo general nue-vas f uerzas int ernas (repart idores supremos nacionales); burguesía na-cional, ejércit o, iglesia, et c, que ac-t úan en f orma individual o conjun-t a. La vocación auconjun-t onómica de conjun-t ipo het erodoxo supone que exist e una

acept ación del liderazgo de la o las pot encias dominant es en cuest iones realment e cruciales. Los perif éricos opt arán por responder a las aspira-ciones del cent ro. La “ crucialidad” t iene que ver f undament alment e con la disposición de la pot encia domi-nant e a emplear t odos sus recursos, incluso la f uerza, para obt ener la obediencia. Est o desde el “ ángulo visual” de la met rópoli signif ica que el asunt o ha dejado de ser cot idiano para ser repart idores supremos y se han convert ido en vit ales. Por eso la est r at eg i a p ar a i m p l em en t ar est a polít ica por part e de los países peri-f éricos es la de conocer con razona-ble exact it ud el punt o crucial en que los int ereses cot idianos se convier-t en en viconvier-t ales. Ello permiconvier-t e presio-nar hast a el límit e mismo de la rup-t ura: se rup-t rarup-t a en suma de aprender a “ marcher sur le f il du rasoir”10.

Est e aut or t ambién sost iene que la Tercera posición promovió la soli-daridad lat inoamericana mediant e una int egración basada en un gradualismo negociado. Con respect o a la cues-t ión cues-t erricues-t orial, el período se carac-t erizó por una acendrada def ensa del territorio nacional.11. Héctor J. Cámpora t rat ó de implement ar est a polít ica, por lo menos así lo entendemos, cuando f ue canciller del gobierno.

Después de 1950, se comienza un período de ext ranjerización de la economía.

El debat e ent re

occident alist as y

lat inoamericanist as.

Durant e el largo período que va desde 1955 a 1983, el país se debat e en su polít ica ext erior ent re lat inoa-mericanist as y occident alist as, ent re gobiernos civiles y milit ares.

Los gobiernos civiles, sin desert ar de la concepción occident al, en ma-yor o menor medida, en una f orma

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10 PUIG, Juan Carlos; La vocación aut onom ist a en Am érica Lat ina: Het erodoxia y Secesionism o, en Revis-t a de Derecho InRevis-t ernacional y Ciencias Diplom áRevis-t icas (Universidad Nacional de Rosario, 1971, Nº 30/40) Pp. 60 y sigs.

11 PUIG, Juan Carlos; La polít ica Ext erior Argent ina, Incongruencia epidérm ica y coherencia est ruct ural; en PUIG, Juan Carlos; (com p.) Am érica Lat ina: polít icas ext eriores com paradas (Grupo Edit or Lat inoam ericano, Buenos Aires, 1984) Pp. 91 sigs.

L

a vocación autonómica de

tipo heterodoxo supone

que existe una aceptación del

liderazgo de la o las

potencias dominantes

en cuestiones

(11)

o en ot ra, rat if icarán su adhesión a las premisas lat inoamericanas.

Los gobiernos militares, con el apoyo liberal, se consideran part e del mun-do desarrollamun-do Occident al.

Los países lat inoamericanos t am-bién son, como bien lo def ine Alain Rouquie, el ext remo occident e. Por aquellos años algunos como Brasil, M éxico y Venezuela (y en alguna medida t ambién Chile) est aban más cerca de la realidad argent ina que los países desarrollados.

La polít ica es polít ica de poder. Raymond Aron decía que est o era así ya se cavara la t ierra con el pico o con el buldózer. Lo que queremos signif icar es que hay que ubicarse donde corresponde. Est ábamos en-t re los “ grandes” de América Laen-t ina. Con esos grandes había que crear un núcleo de poder para llegar a nego-ciar con más f uerzas con los países cent rales. Pero no éramos part e de los países cent rales.

Los milit ares se alinearon con el mundo occident al, que muchas ve-ces desert ó de sus aliados lat inomericanos porque sólo represent a-ban un peón en el t ablero.

Así la Revolución Libert adora ra-tificará los acuerdos de Brettons Woods por los se creaba el FM I y el Banco M undial, organizaciones que repre-sent aban a los int ereses de los países desarrollados.

Desde una visión f luct uant e, en una dimensión cont inent al el gobierno de Frondizi f irmará los acuerdos de Uruguayana con Janio Quadros y de Viña del M ar con el president e Ales-sandri de Chile.

Así mismo t rat ará de ser un me-diador en el ent uert o de Cuba y los Est ados Unidos junt o a los ot ros dos “ grandes” de la región: Brasil y México. Est e act o f ue rechazado por los Est a-dos Unia-dos, por considerar que la cuest ión cubana era un asunt o que implicaba a t odo el sist ema int

era-mericano y no sólo a los Estados Unidos. En f in, f orjará la ALALC, que re-sult ó ser un marco propicio para que desarrollara sus acciones la Alianza para el Progreso.

Pero en el gobierno de Frondizi, t ambién hay lugar para la indust ria ext ranjera que se ocupará de la ex-t racción de peex-t róleo, producex-t os quí-micos, et c.

Después de un int erregno mot i-vado por el desplazamient o del po-der del Dr. Frondizi, la Presidencia de Nación es ejercida por el presi-dent e provisional del Senado Dr. José M aria Guido. Durant e el mismo se enviaron dest ruct ores de la marina de guerra para acompañar la acción de la cuarent ena est ablecida por el TIAR a los misiles soviét icos inst ala-dos en Cuba.

Con un poder débil, que repre-sent aba en las urnas un 22% del t o-t al de voo-t os, llegó el gobierno del radicalismo del pueblo con la f ór-mula Illia-Peret e. Los radicales t en-drán una visión dist int a de los pro-blemas del país. Si Frondizi conside-raba que t odo el problema lo cons-t icons-t uía el desarrollo y para ello había que indust rializar el país; los radica-les a su t urno consideraron que las desventajas estaban fundamentalmente en el comercio ext erior. Con ese f in en el ámbit o Lat inoamericano se creó la CECLA, (Comisión Especial de Co-o r d i n aci ó n Lat i n Co-o am er i can a), q u e

D

urante el largo período

que va desde 1955 a

1983, el país se debate en su

política exterior entre

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sost enía un sist ema general de pre-f erencias generalizadas, no discrimi-nat orio de los países desarrollados a los países subdesarrollados. Como t odo el problema era el comercio, los ra-dicales no propiciaron la indust riali-zación con capit ales ext ranjeros. ¿En qué medida t enían razón, cuando se observan que las ganancias de diver-sas maneras son reembolsadas hacia el país de origen de las mult inacio-nales? ¿ Y en que medida el país, junt o con el problema del Comercio Ext erior, debía indust rializarse? El problema del subdesarrollo argent i-no debe ser observado desde un “ todo” int egral. Necesit a t ant o de la indus-t ria nacional, como de premisas de comercio no discriminat orio.

También se debe al gobierno ra-dical la iniciat iva de crear la Cuenca del Plat a para mediat izar las cues-t iones con los ocues-t ros países miem-bros, especialment e con Brasil. M ien-t ras, exisien-t ieron esien-t udios realizados por INTAL para llegar a una int egra-ción con Chile.

En las últ imas circunst ancias del Gobierno Radical, será Chile quien invit ará a la Argent ina a part icipar en el Pact o Andino.

No obst ant e est a polít ica que de-f endía el principio de no int erven-ción, se debió dejar de lado -bajo presión de los milit ares- y vot ar la resolución del TIAR que admit ía el

envío de t ropas de la región en re-emplazo de las t ropas est adounidenses que habían invadido unilat eralment e a Sant o Domingo.

En medio de t odos est os asunt os se aprueba la resolución 2065 (65) de las Naciones Unidas que respaldaba la int egración al Cont inent e con las Islas M alvinas, en det riment o de la libre det erminación de los pueblos. Llegará la Revolución Argent ina, con una visión nuevament e eurocén-t rica, donde las relaciones ineurocén-t erna-cionales est arán al servicio de una concepción y de una conf ront ación de guerra f ría. En est e sent ido Ar-gent ina se alineará con los Est ados Unidos, dent ro de una cosmovisión o cci d en t al . En l a III Co n f er en ci a Int eramericana que se celebró en Buenos Aires propuso crear un Co-mit é Consult ivo de Def ensa, propuest a que obt uvo el rechazo de los países lat inoamericanos y la abst ención de los Est ados Unidos.

La cuest ión de M alvinas no f ue t rat ada con aciert o. Se insist ía con reuniones privadas, en lugar de dis-cut ir su soberanía en f orma pública y t ambién en los f oros int ernacionales. M ient ras, se solucionaban los proble-mas de comunicaciones a los kelpers. En el marco de la Cuenca del Pla-t a, se f avoreció una visión geopolíPla-t i-ca. Será de est a época la discusión de inf ormación pública o inf ormación previa de las const rucciones de las represas de los ríos int ernacionales.

El advenimiento del general Lanusse a la presidencia de la Nación marcó el f in de las polít icas de f ront eras ideológicas. Comienza una apert ura en Polít ica Ext erior, de acuerdo a lo que ocurría en el mundo. En 1971 se f irmó un acuerdo comercial con la Unión Soviét ica, que incluía la cláu-sula de la nación más f avorecida.

Después de t res años de negocia-ciones privadas, la cuest ión de M al-vinas es present ada en 1972 a la

Asam-S

i Frondizi consideraba que

todo el problema lo

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blea de las Naciones Unidas, para imponerla de los f racasos de las con-versaciones bilat erales.

El peronismo llega al poder en medio de una expect at iva generali-zada y grandes esperanzas. Sin em-bargo, sólo en el cort o int erregno que gobernó Perón, posiblement e las expect at ivas f ueron cumplidas.

En una Reunión del TIAR, el Co-mandant e en Jef e del Ejércit o Ar-gent ino, General Carcagno se adhi-rió a una post ura de Perú, que est a-blecía que en el Cont inent e america-no la Seguridad t ambién debe ser int erpret ada como seguridad econó-mica y social.

Asimismo, corresponde a Perón actuar en el debat ido asunt o sobre la vent a de aut os a Cuba, esas vent as f ueron llevadas a cabo en su mayoría por f ábricas est adounidenses radicadas en el país. La oposición de los Est ados Unidos no t ardó en llegar. Finalmen-t e la venFinalmen-t a se va a realizar ¿por pre-sión de las empresas?¿por el manejo de la diplomacia argent ina? La cues-t ión ha quedado en la incógnicues-t a.

En la Cuenca del Plat a, Perón de-jará de lado la polít ica conf lict iva por una “ polít ica de hacer obras” . En est e sent ido Perón decía que “ las inmensas riquezas nat urales de est a región deben y pueden explot arse int ensament e en benef icio de los pueblos que la habit an. Si lo hace-mos en f orma racional, ello nos per-mit irá convert irnos en las naciones ricas del f ut uro, a lo que just ament e asp i r am o s p ar a b i en d e n u est r o s pueblos. En un mundo donde la so-lidaridad no es ya más un compro-miso sino una imperiosa necesidad, el cont ar con ese verdadero emporio de riquezas es una bendición de Dios que asegura la participación de nuestros países en las grandes soluciones que deberá t omar la humanidad en el porvenir. La región que comprende la Cuenca del Plat a es el corazón de

América. Tiene... grandes riquezas nat urales y una población aproxima-da a los sesent a millones de habit an-t es...”12. En est e sent ido, se f irma el t rat ado de Yaciret á y se proyect a Corpus con Paraguay, con Uruguay Salt o Grande; mient ras se f irma un convenio de límit es del río de la Pla-t a y su f renPla-t e maríPla-t imo.

Si Perón realiza geopolít ica es una

geopolít ica posit iva. Desarrolla

ac-ciones con los ot ros países vecinos para acercarse en la brecha del desa-rrollo f avorable al Brasil para des-pués negociar con más f uerza con est e país y no una geopolít ica nega-t iva que lleva de suyo el conf licnega-t o, como inst rument o y no el crecimient o. A su muert e Perón es suplant ado por la vicepresident a de la Nación, St ella M aría M art ínez de Perón, que se volcó hacia una polít ica de ali-neamient o hacia los Est ados Unidos, al punt o t al que el Secret ario Gene-ral de la OEA será un argent ino: Ale-jandro Orf ila.

Los problemas de est e gobierno llevaron a la Argent ina a un nuevo gobierno milit ar. El Proceso de Re-organización Nacional se ident if ica con su lucha de ext erminio de la g u er r i l l a, d o n d e t am b i én m u ch o s

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12 Perón Juan, Discursos com plet os, 1974, Tom o IV, pp. 139.

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inocent es dejaron sus vidas o suf rie-ron ot ros t ipos de vejámenes. Desde el punt o de vist a de la polít ica ext e-rior la cuest ión del advenimient o de la guerrilla t iene su origen en la cri-sis de los misiles en Cuba en 1962. Cuando la Unión Soviét ica acept a sacar los misiles de dicho país, lo hace a cambio de que los Est ados Unidos permit iera a Cuba realizar la expe-riencia revolucionaria. De ahí, surge la idea que el proyect o de la revolu-ción debe ser cont inent al, donde los Andes serán las Sierras M aest ra de América Lat ina13.

En últ ima inst ancia se t rat aba de una lucha por la primacía int ernacio-nal ent re dos pot encias, los Est ados Unidos y la Unión Soviét ica, donde los peones en el t ablero serían la san-gre y la vida de los pueblos lat inoa-mericanos, enf rent ados ent re sí. Sin saber cuáles eran los int ereses que def endían o que debían def ender -ni unos ni ot ros def endían int ereses que mejoraran la calidad de vida ni la aut onomía de sus pueblos-, se mo-vían en f unción de las met rópolis.

Est a “ guerra sucia” que se lleva a cabo en est a época, se parece al blo-queo f rancés de la década de los ’30 del siglo XIX en el Río de la Plat a, donde la idea f rancesa era disput ar la hegemonía a Gran Bret aña en las Provincias Unidas del Río de la

Pla-t a. Por supuesPla-t o que exisPla-t en dif eren-cia ent re uno y ot ro caso. La cues-t ión anglo-f rancesa era sólo por in-t erés; mienin-t ras que en el in-t iempo del proceso además del int erés, había t ambién bases ideológicas.

En la época del proceso de reorga-nización nacional se lleva a cabo una polít ica basada en la “ doct rina de seguridad nacional” , que t enía como f in ext erminar la guerrilla que act ua-ba dent ro del país. Pero parece dudo-so, y por lo t ant o ha sido un excedudo-so, que la guerrilla est uviera compuest a por 30.000 personas -a lo que habría que agregar los abusos y las barbari-dades comet idas en la t ort ura, el robo de los bebes, et c.-. Si los guerrilleros

hubiesen sido 30.000 habrían t oma-do el poder. Est os t ambién ut ilizaron l a f u er za; p er o n o l o h i ci er o n cuant it at ivament e y cualit at ivament e en la misma proporción.

Est e alineamient o polít ico est ra-t égico no comercial con los Esra-t ados Unidos, salvo en la presidencia de Cart er; llevará a las f uerzas armadas a int ervenir y apoyar la llegada al poder milit ar del president e García M eza de Bolivia y dar inst rucciones milit ares a los cont ras en Nicaragua, Honduras y el Salvador. Asimismo, conf ormó con ot ros países sudameri-canos la operación Cóndor,

consis-t enconsis-t e en brindar a los países miem-bros inf ormación mut ua y t ambién

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13 RODRÍGUEZ ELIZONDO, José; Crisis y Renovación de las izquierdas (Andrés Bello, Santiago de Chile, 1995), pp. 44.

E

l Proceso de

Reorgani-zación Nacional se

identifica con su lucha de

exterminio de la guerrilla,

donde también muchos

inocentes dejaron sus

vidas o sufrieron otros

tipos de vejámenes.

S

e trataba de una lucha

por la primacía

inter-nacional entre dos potencias,

los Estados Unidos y la

Unión Soviética, donde los

peones en el tablero serían

la sangre y la vida de

los pueblos

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que los milit ares de un país act uaran en ot ro para at acar a los guerrilleros exiliados. Est a operación Cóndor f ue ext endiéndose geográf icament e ope-rando primero dent ro del cont inent e y después f uera de él. Se perseguía a los guerrilleros o a quienes colabora-ban con ellos y se los mat aba.

Los guerrilleros t ambién t enían una Junta Revolucionaria Coordinadora con asient o en Chile, que f ue desbarat ada en 1973. M ient ras M ont oneros y el ERP act uaron t ambién en Nicaragua.

En lo comercial, cuando el go-bierno de los Est ados Unidos decret a el em b ar g o cer eal er o a l a Un i ó n Soviét ica e inst a a los países de Oc-cident e a imit ar su act it ud, Argent i-na en soledad no adhiere bajo la excusa de que no se le hizo conocer por ant icipado la resolución del Jef e del Bloque. Así venderá granos a la Unión Soviét ica. A cambio recibirá uranio enriquecido de est e país y divisas. Paradójicament e hace una “ alianza” comercial con quienes eran según ellos la causa de t odos los “ males” y cont ra quienes luchaban en nuest ro país. Digamos que la “ con-f usión” o no concon-f usión sobre sus valores morales, si es que exist ían esos valores, eran t ot ales.

El proceso heredó la cuest ión del Beagle, pero le puso un volt aje que casi nos lleva a la guerra con Chile. Por ot ra part e, t eniendo el apoyo norteamericano en Centroamérica, creyó t ener el apoyo del mismo país en la recuperación de las Islas M alvinas. Pero Gran Bret aña f ue, era y será el aliado

de los Est ados Unidos, un pequeño det alle que no se t uvo en cuent a.

Tras la experiencia milit ar, una experiencia que duró más de cin-cuent a años en la vida polít ica ar-gent ina, vendrá la ansiada democra-cia: ¿real o f ormal?

La aut onomía y los

moment os de equilibrio.

El equilibrio t iene como caract e-ríst ica que la polít ica ext erior no os-cilará más ent re el cent ro y los países lat inoamericanos; sino que a pesar de las dist int as y variadas circunst an-cias uno y ot ros serán sus ref erent es y est arán siempre present es.

Los dos primeros moment os de equilibrio serán con Alf onsín, el t er-cero y el cuart o con M enem. Por últ imo ent ramos en una quint a et apa con de la Rua, una sext a con Duhalde y por últ imo con Kirchner.

Pero en est os moment os de equi-librio es necesario visualizar cual es la polít ica que se prioriza. No ha sido la misma con Alf onsin, Duhalde y -según parece hast a ahora- Kirchner, que las polít icas de M enem y de la Rua. Los primeros han est ado y pare-cen est ar compromet idos con polít i-cas aut onómii-cas. Han mirado con mucha mayor int ensidad a la Améri-ca Lat ina que a los act ores cent rales. Los ot ros dos, sin desert ar de Améri-ca Lat ina, pref irieron sin ninguna duda a los act ores cent rales. Los primeros buscaban la aut onomía, la ident idad; los segundos seguían en la ment ali-dad dependient e. M ient ras est os t e-jían alianzas con los mercados, Alfonsín t uvo que adelant ar el t raspaso del poder porque así lo dispusieron esos mismos mercados. En f in, son act i-t udes. Algunos prei-t enden la esclavi-t ud y someesclavi-t erse a los dicesclavi-t ados de las corporaciones económicas y f inan-cieras t ransnacionales y locales; mien-t ras que omien-t ros lucharon anmien-t e esas

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f uerzas por la dignidad y la liber-t ad. Es así que la Argenliber-t ina del equi-librio ha t enido experiencias en los dos sentidos. La libertad ha sido siempre una esperanza de desarrollo, de jus-t icia social, de solidaridad, de iden-t idad nacional, de objeiden-t ivos nacio-nales compart idos por t odos los ar-gent inos. En f in, de aut onomía..

Alf onsín inaugurará la et apa de-mocrát ica, t rat ando de cumplir con el programa de gobierno que se ha-bía t razado. Est o es buscar la aut o-n o m ía, p ag ar l a d eu d a l eg ít i m a, desarrollar relaciones maduras con l o s Est ad o s Un i d o s, ad h er i r se a Cont adora mediant e la creación del g r u p o d e ap o yo , l a Cr eaci ó n d el Consenso de Cart agena para nego-ciar la deuda ext erna y la int egra-ción con Brasil. Sin embargo t odos est os rubros se van cayendo como consecuencia de la presión int erna-cional y la burguesía local, salvo la i nt egr aci ón con Br asi l . Ll egar á el segundo moment o de equilibrio que t iene como expresión no querida del gobierno argent ino, el ajust e que llegará con el plan Aust ral.

Después t endremos con M enem el t ercer moment o de equilibrio, deno-minado por el canciller Di Tella, como de “ relaciones carnales” con los Est a-dos Unia-dos. Sin embargo no se deja de lado a América Lat ina, por el

con-t rario se redobla la apuescon-t a para crear una M ercado Común en cinco años con Brasil, Uruguay y Paraguay. El cuarto momento de equilibrio, muestra q u i zás u n a d esi l u si ó n d e q u i en es pergeñaron las relaciones carnales con los Est ados Unidos: se cedió mucho a cambio de nada. De ahí, que la Ar-gent ina deambulará ent re los Est a-dos Unia-dos y el M ERCOSUR.

Pero lo esencial de los dos perío-dos de M enem ha sido la adopción de la polít ica del Consenso de Was-hingt on como si f uera propia. Por eso se dice que ha sido el mejor alumno que ha t enido el FM I.

El equilibrio de de la Rua será en al g u n o s m o m en t o s t am b al ean t e: ret omará las relaciones amist osas con los Est ados Unidos y seguirá dent ro del M ERCOSUR. Pero cuando vuelve Domingo Cavallo a ocupar el minis-t erio de Economía, quiso f irmar un acuerdo bilateral con los Estados Unidos, l o que si gni f i caba r om per con el M ERCOSUR y con el equilibrio.

El gobierno de Duhalde, t rat ará de ret omar el camino iniciado por el president e Alf onsín, Es así, que en un primer moment o pret endió pro-t eger a la induspro-t ria nacional, crear empleos, et c. Pero las presiones f ue-ron grandes y a los pocos días t uvo que comenzar a negociar con el FM I. Para llegar a f irmar un acuerdo, est e organismo pidió ajust es a la econo-mía. Las t res condiciones priorit a-rias eran: ajust e f iscal de las provin-cias, ref orma de la Ley de Quiebras y la derogación o modif icación de la Ley de Subversión Económica. Una vez cumplidos estos requisitos siguieron ot ros y en la medida que se cum-plían nacían ot ros nuevos. Lo que realment e quería el Fondo era que se adelant aran las elecciones, para t rat ar con un gobierno que desde un primer moment o acept ara imponer polít icas de ajust es, para ahondar en la recesión y la pobreza.

A

lgunos pretenden la

esclavitud y someterse a

los dictados de las

corpora-ciones económicas y

financieras transnacionales

y locales; mientras que otros

lucharon ante esas

(17)

Fi n al m en t e, ven d r á el ú l t i m o moment o de equilibrio con Kirchner, que pareciera que pret ende t ransit ar nuevament e la dif ícil empresa aut o-n ó m i ca, t r at ao-n d o d e ap l i car u o-n a p o l ít i ca au t o n o m i st a h et er o d o xa. Consideramos, más allá de la propa-ganda of icial, que se t uvo que ceder en el Acuerdo f irmado con el FM I. Pero se creó un núcleo de poder la-t inoamericano por exla-t racla-t os, con base principal en Brasil. En est e sent ido, es signif icat ivo el Consenso de Bue-nos Aires que t raza una alianza para prof undizar el M ERCOSUR y act uar conjunt ament e ant e los act ores cen-t rales. En escen-t e sencen-t ido, han conver-gido en las recient es negociaciones con la OM C y el ALCA. Argent ina y Brasil f orman de alguna manera un t riangulo con Chile. Y t ambién se dice de un cuadrilát ero con Cuba y Venezuela. Lo ciert o que en el mar-co del M ERCOSUR se quiere crear una zona de libre comercio con los paí-ses de la Comunidad Andina y ot ro con la Unión Europea. Con est a últ i-ma exist e la misi-ma dif icult ad que con el ALCA. Los países comunit a-rios brindan subsidios a sus produc-t ores agropecuarios, que perjudican a los países lat inoamericanos. De ahí, que la f ormación de zonas de libre comercio son auspiciosas en t ant o y en cuant o sus normas y sus práct icas result en equit at ivas para las part es. Cr ear u n m er cad o am p l i ad o p ar a benef icio de las corporaciones mul-t inacionales y acepmul-t ar omul-t ras cuesmul-t io-nes como compras de gobierno, pro-piedad int elect ual, garant ías a las inversiones que aument an los bene-f icios para una de las part es, no es negocio. De est a manera, no se dis-minuirá la vulnerabilidad, sino que aument ará.

A manera de conclusión, digamos

que, desde 1950 comienza un proce-so de ext ranjerización de la econo-mía del país como consecuencia de

las f uerzas de las t areas int ernacio-nales impuest as por los Est ados Uni-dos. Y desde ahí, empezará un deba-t e endeba-t re agropecuarisdeba-t as e indusdeba-t ria-list as, occident aria-list as y lat inoameri-canist as sobre cual sería la f orma más

acert ada de crecimient o del país. Ese debat e, muchas veces llevado a cabo por los propios int ereses int ernacio-nales o publicist as locales f ieles a esos int ereses, comienza a disminuir a mediados de los ’70 cuando se deja de lado el proceso indust rializador para dar paso al sect or agropecuario. Lo que queda del sect or indust rial, hoy en día est á en manos del sect or ext ranjero. En def init iva, ese moment o indust rial, f ue el que no f ue.

Pero la t eoría enseña que un pro-ceso de crecimient o debe ser int e-gral, incorporando las dist int as par-t es del par-t odo el agro y la induspar-t ria en economía, como así t ambién el sec-t or social, polísec-t ico y -f undamensec-t al-ment e- cult ural. Pues si no exist e ese espírit u de conjunt o, consensuado en la sociedad, propuest o por sus líde-res int elect uales, puest o en marcha por sus dirigent es y acept ado por la población, muy poco es lo que po-dremos llegar a elaborar. Es esa iden-t idad, que perseguimos para noso-t ros y para nuesnoso-t ra sociedad, a la que se agregan y desagregan cont inua-mente contingentes desde y hacia otras naciones mient ras vamos incorporan-do y recreanincorporan-do los objet ivos f

unda-C

on Kirchner, vendrá el

último momento de

equilibrio que pareciera

transitar nuevamente la difícil

empresa autonómica,

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ment ales del pasado para hacerlos present e; reconst ruyéndolo y dot án-dolo de medios para el f ut uro. Pero si el camino es la dependencia, los objet ivos serán menores y muchos menores los logros. No habrá un pro-yect o nacional, será el propro-yect o f orá-neo el que se ponga en marcha. La ident idad no exist irá, no sabremos qué queremos, ni t ampoco conocere-mos nuest ro lugar en la hist oria.

Por ello, es necesario luchar para salir de la dependencia, para t ener objet ivos propios. Será út il buscar, como ya lo han pregonado a lo lar-go del siglo XX los líderes int elec-t uales y pusieron en prácelec-t ica algu-nos dirigent es, el ent endimient o con ot ros pueblos de la región, crear un núcleo de poder que nos permit a act uar con más f irmeza ant e los cen-t ros del poder mundial.

Es necesario est udiar la evolución de pueblos relat ivament e nuevos para ver si se est á f orjando esa Ident idad Nacional.

Argent ina, que ha pasado por una lucha f rat icida, que conoce una gue-rra perdida, desde la llegada de la democracia -real o f ormal- al ha ido, perf ilando una “ f orma de ser en po-lít ica ext erior” . Por más que cada partido que gobierne imponga su estilo a la Polít ica Ext erior, dent ro del es-t recho margen de decisiones posibles -y más allá de si esas decisiones son ost ent osas o no-, se ha dist inguido la const ant e de las relaciones con los Est ados Unidos pendulando con

Eu-ropa y haciendo base en nuest ro M ERCOSUR unido a Chile y Bolivia. Ese ha sido el esquema básico de nuestra diplomacia desde 1983 hast a el go-bierno de Kirchner, con gogo-biernos de t endencia aut onomist a y con gobier-nos directamente dependentis-tas. Pero aún así, qué lejos que est amos de mediados del siglo XIX cuando el dilema de nuest ra polít ica ext erior y de nuest ra vida int erior est aba domi-nado por la civilización o barbarie. O una o la ot ra, no había lugar para las alt ernat ivas. Después vendrá el f erro-carril, los capit ales y los inmigrant es a poblar y cosechar el suelo argent i-no. Argent ina se alineará como una colonia inf ormal f rent e a la met ró-poli brit ánica. El camino ha sido lar-go y se ha evolucionado en el propio crecimient o. Quizás haya un ret roce-so en el crecimient o comparado con ot ras naciones.

Y ese ret roceso se debe a un in-t erminable debain-t e sobre cómo debe ser nuest ro crecimient o.

Como lo querían Alberdi, Sarmien-t o, que no veían o veían a esSarmien-t e país sin ot ra posibilidad que act uar en el marco de la dependencia.

Pero aún no hemos alcanzado la au t o n o m ía d en t r o d e u n si st em a int erdependient e -que nunca puede ser una autonomía plena- y será necesa-ria para f ort alecer est a débil demo-cracia o cualquier ot ra.

Y es aquí donde debemos debatir sobre si esta democracia es formal o real.

Si pensamos en una democracia real t enemos que part ir que esa democra-cia se const ruye a part ir de la exist en-cia de una just ien-cia soen-cial, donde se vive en una sociedad de roles pero t odos t ienen una f unción que cumplir. Una democracia real es una demo-cracia que t iende a una aut onomía aún en un est ado de dependencia de hecho; la cuest ión sust ancial es no t ener una ment alidad dependient e.

Una democracia real es t ener

ob-A

rgentina, que ha pasado

por una lucha fraticida,

que conoce una guerra

perdida, desde la llegada de

la democracia ha ido,

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jet ivos nacionales -int ereses más va-lores- para ir const ruyendo con vo-lunt ad y poder (como medio) una sociedad part icipat iva donde, a pe-sar de las dif erencias de ideas, t odos t ienden al mismo f in: el bienest ar general mediant e el bien común.

Cuando la democracia es f ormal y no real se observa que se cumplen algunos requisit os de las variables secundarias, como serían los momentos de equilibrios.

Pero junt o a la concreción de esas variables secundarias se observa un país dividido en dos.

Así se adviert e la f alt a de solida-ridad, que sacude con dureza a la sociedad. Son ramif icaciones de ella la violencia y el hambre.

En una sociedad así, el det erioro social les llega a t odos: a los que nada t ienen porque su pobreza no les permit e mirar al f ut uro; a los que t ienen por que deben esconderse para no ser vict imas de esa violencia.

Est a sit uación injust a, puede ca-ract erizarse como democracia f ormal. Pero la democracia t iene que ser real y es mucho más que moment os de equilibrio. Es una vida con f e y es-peranza, con solidaridad.

Por algo hemos llegado a est a si-t uación ¿la coyunsi-t ura insi-t ernacional? ¿el país hegemón? ¿el Grupo de los Siet e? ¿los organismos f inancieros que dependen f undament alment e del país hegemón y cuyo objet ivo es def ender a las corporaciones? O los d i r i g en t es ar g en t i n o s ¿p o l ít i co s? ¿empresarios? ¿sindicales?

Quizás los int errogant es pueden

contestarse con que todos los supuestos allí enumerados -en mayor o menor medida- son part es de la realidad que busca conocer la causa-ef ect o de est a problemát ica.

Bo b b i o h ab l a d e n o r m as het erónomas -como cont rapuest a a las aut ónomas-; pero para llegar a est a sit uación no es necesario llegar a la exist encia de un gobierno mili-t ar, con apoyo de los liberales, que nunca def endieron los objet ivos na-cionales. A veces es necesaria la bue-na volunt ad de los dirigent es polít i-cos, int elect uales, medios de comu-nicación para sobreponerse e impo-nerse a las presiones int ernacionales; como así t ambién no corromperse y act uar abiert ament e en benef icio de los valores e int ereses que debe per-seguir cualquier país que pret ende ser libre. Para ello es necesario t ener objet ivos nacionales y conf ormar alian-zas con la región para crear un nú-cleo de poder que neut ralice a las presiones int ernacionales.

Es decir, la cuest ión es reducir paulat inament e el grado de

vulnerabilidad, para llegar a pergeñar polít icas de sen-sibilidad.

U

na democracia real es

la que tiende a la

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