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La formación moral cristiana en los grupos juveniles

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Academic year: 2017

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LA FORMACIÓN MORAL CRISTIANA EN LOS GRUPOS JUVENILES

FRANCISCO JAVIER MONROY RUEDA

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE TEOLOGÍA

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LA FORMACIÓN MORAL CRISTIANA EN LOS GRUPOS JUVENILES

FRANCISCO JAVIER MONROY RUEDA

Trabajo de Grado presentado como requisito parcial para obtener el título de: Licenciado en Teología

Director

CARLOS NOVOA S.I. Doctor en Teología

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE TEOLOGÍA

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NOTA DE ADVERTENCIA

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus alumnos en sus trabajos de grado. Solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y a la moral católica y porque los trabajos de grado no contengan ataques personales contra persona

alguna, antes bien se vea en ellos el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.

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4 Nota de aceptación

_______________________________ _______________________________ _______________________________ _______________________________ _______________________________ _______________________________

_______________________________ Firma. Presidente del jurado

______________________________ Firma Jurado

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DEDICATORIA

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TABLA DE CONTENIDO

Pag.

Introducción. ……… 8

Objetivos: General y específicos. ………... 20

1. Qué entiendo por formación moral o ética cristiana. ………. 21

1.1. Construcción de la moral en la Iglesia. ……… 21

1.2. Formación de la conciencia cristiana. ……….. 29

1.3. La vocación, opción fundamental por el llamado de Dios. ………. 36

1.4 Aportes para los jóvenes. ………... 40

2. Desarrollo moral del joven desde la psicología. ………. 45

2.1. Desarrollo y sus transiciones. ………...… 46

2.1.1. Modelo Mecanicista. ………. 49

2.1.2. Modelo Organísmico. ……… 50

2.1.3. Modelo Cognoscitivo. ………... 52

2.2. Paradigmas establecidos. ……….. 53

2.3. Formación Integral. ……….. 58

2.3.1 Ser humano y cultura. ……… 58

2.3.2. Ser integral. ………... 60

2.3.3. Interrelación democrática. ……… 62

2.4. De la heteronomía a la autonomía moral. ………... 63

2.4.1. La autonomía es la finalidad de la educación. ………. 63

2.4.2. Relaciones humanas recíprocas forman la autonomía. ……… 66

2.4.3. De la moral heterónoma a la autonomía cristiana. ……….. 67

3. Análisis de nuestra sociedad hoy y cómo influye en los grupos juveniles. ……….. 70

3.1. Descripción del contexto social. ………. 71

3.2. Descripción del grupo. ……… 78

3.3 Moralidad del grupo. ……… 81

4. Invitación a la formación moral cristiana en comunidad. ……….…… 87

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7

4.2. En busca de la libertad……….. 94

4.3. Construir valores cristianos en el mundo de hoy. ………. 100

4.4. El sentido de la vida en Jesucristo. ………...…………. 105

Conclusión General. ……… 110

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INTRODUCCIÓN

En cada época, en el argot popular de los adultos, se suele decir que los jóvenes del momento tienen escasos criterios morales o que no los tienen, si nos fijamos bien, es una queja que se ha dado en todas las generaciones de la historia humana. Pareciera que en la adultez se olvidara o no se tuviera en cuenta los conflictos propios de la juventud, en la cual se presentan una serie de cambios psicológicos, físicos, sociales, etc. que requieren de un acompañamiento por parte de quienes ya pasaron por allí. Cada joven en su adolescencia se replantea los paradigmas en los que está inmerso y propone otros, por medio de los cuales pretende desenvolverse como persona para lograr su felicidad. Es necesario recordar que todos pasamos por esa transición tan compleja de la adolescencia y, que las construcciones y reconstrucciones no culminan nunca, sino que están presentes en cada crisis de nuestra existencia, pues vivimos en constantes cambios, evoluciones y retrocesos.

Si somos seres de comunidad y nos vamos formando en ella, la queja hecha por cada generación de nuestra sociedad colombiana, en su gran mayoría cristiana, sobre las fallas morales que se presentan, debe cuestionarnos a todos ¿Será que el enfoque colombiano al igual que el cristiano, ha estado orientado hacia el cumplimiento de una normatividad ritualista institucional, y muy poco inclinado a seguir el llamado de la conciencia? ¿Dónde estaría aquello que Jesús planteaba al recalcar que la ley estaba hecha para el hombre y no el hombre para la ley? A Él lo que más le importaba era recuperar la dignidad de cada persona, por encima de cumplir leyes simplemente porque sí; sin embargo, no las desconocía e intentaba llevar a cabo una integración entre ellas y el sujeto para ser asumidas autónomamente. En la familia, la Iglesia y nuestra sociedad, hace falta una pedagogía como la que usó el Maestro para formar la conciencia de los suyos, la cual sería muy propicia para superar el relativismo moral que vivimos, y es lo que intento esbozar con esta investigación.

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9 algunos autores han tratado; ellos han tenido en cuenta la historia y la realidad vivida, confrontándolas con las exigencias del Evangelio. Cada época va marcando unos modos de hacer o no hacer determinados actos, así como la reflexión derivada de ellos; dejando su marca tanto en el momento en que aparecen y se desarrollan, como en los tiempos futuros, llegando a constituirse en puntos objetivos de formación de la conciencia en la Iglesia. En el judaísmo esos puntos objetivos nacidos y asumidos en su comunidad, se constituyeron en mandamientos de Dios, que luego fueron tomados por el cristianismo. El papel histórico de los diez mandamientos en la historia judía y cristiana, ilustra el valor que la tradición adjudica a los principios y las normas en la decisión moral cristiana.

En la historia de la Iglesia, se han presentado unos cuestionamientos sobre los fundamentos éticos bajo los cuales nos debemos regir los cristianos, abriendo la posibilidad a mejorar y buscar nuevas propuestas en la formación moral cristiana, no estancada sino acorde a los signos de los tiempos. Es Jesús mismo quien da ejemplo al cuestionar la ley, sobre todo cuando ella desvirtúa o maltrata la dignidad de la persona y no permite el desenvolvimiento del Reino de Dios en la tierra, que siempre está procurando la felicidad de la humanidad por medio de la creación. El punto de partida que Jesús determina para tomar toda decisión humana es el amor a Dios y al prójimo, éste es la base sobre la cual se construye la moral de la Iglesia; y se le da valor a todo precepto instaurado en la comunidad y por la comunidad, es lo que nos mostraron las primitivas comunidades cristianas.

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10 llevó a cabo por parte de la Iglesia jerárquica durante varios siglos, uniformando a sus miembros en unos modos éticos establecidos por los jerarcas.

Siglos antes de la aparición de los manuales, ya se había presentado una división entre lo clerical y lo laical, habiéndose constituido una jerarquía eclesiástica bajo el mando del clero, el cual se mantenía apartado del pueblo. Con esa división y la posterior aparición de los manuales, se implantó una tendencia en la cual se negaba la libertad de los creyentes, especialmente a los laicos, bajo la preponderancia de lo normativo, suprimiendo por completo el diálogo entre las partes jerárquicas y laicales. En la manualística se establecía cuál era el bien y cuál era el mal desde la norma, pero ella era instaurada por los poderosos,

mientras que el resto del laos debía someterse sin cuestionar estas determinaciones; ese

predomino se mantuvo así hasta el concilio Vaticano II.

De tal manera que la teología moral contemporánea, recibió toda esta herencia de la tradición y la historia de muchos siglos, influenciando sus reflexiones, y es por ello que encontramos hoy día diversos enfoques éticos en ella, dependientes de unos énfasis históricos o contextuales, desde donde se hace la reflexión teológica. Siguiendo la cadena, lo anterior influye en el pensamiento y en los actos de los jóvenes de hoy, debido precisamente a esa tradición mantenida de ritos y normas que se practican sin muchas veces saber por qué o para qué, en las familias católicas. Se invidencia la falta de formación de una conciencia cristiana autónoma que dialogue con los otros, y ayude a desarrollar la misericordia; superando el instinto de la rebelión violenta por la opresión vivida.

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11 características diferentes de los principios y de las normas. En la conciencia holística se encuentra lo subjetivo, lo objetivo, lo afectivo, lo emocional, la razón y la gracia, entre otras tantas características, además que abre la participación en la formación moral a todos los creyentes en Jesucristo. La formación de la conciencia no se da desde un solo polo, es necesaria una interacción entre lo subjetivo y objetivo, como también entre la razón, la gracia, la emoción y las intuiciones, para poder tomar las decisiones más acertadas. Si la persona puede establecer la armonía en su propio ser, se le abren las puertas a la comunidad y a su entorno, encontrando la asistencia del Espíritu Santo, y al unirlo todo se estructura la conciencia requerida.

En la misma dinámica, se descubre el llamado de Dios para ser tomado como la opción fundamental que plenifíca al ser, respondiendo a la vocación que tiene cada sujeto. La configuración con Cristo se va haciendo en la medida que se hace el seguimiento de su camino, tomado como una opción libre para encontrar el sentido de vida que buscamos todos los seres humanos. Es de esa manera como se constituye la dimensión central de la moral cristiana, que reconoce la realidad de todas las gentes, por ende la de los jóvenes que van en busca de realizar su vocación.

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12 En la interdisciplinariedad, la psicología nos muestra cómo la formación del ser humano va desde su concepción hasta su muerte, y pasa por unas etapas o crisis, afectando todo el ser de la persona en lo físico lo psicológico, lo espiritual y lo moral, a lo largo de la vida. Esas dimensiones nos conforman como sujetos y nos ayudan a entendernos diversos en la unidad, multiplicando las maneras de actuar y pensar, que en cada etapa del ser son diferentes. Para cada dimensión y transición la psicología y la pedagogía han propuesto unos estudios y procesos, en donde se describen los modelos seguidos en la sociedad occidental, con el propósito de lograr una mejor educación en los jóvenes a través de esos criterios.

En estos estudios quiero ver cómo en cada contexto cultural, se constituye un determinado tipo de persona, lo que permitiría la implementación de distintos paradigmas formativos en cada sociedad. En nuestro caso occidental, se han instaurado unos modelos como: el mecanicista, con sus estímulos y respuestas; el modelo organísmico, el cual tiene en cuenta las etapas biológicas acordes con determinados procesos evolutivos; el cognoscitivo con su desarrollo por asimilación y adaptación con el medio ambiente. Cada modelo contiene unos paradigmas establecidos que dependiendo del objetivo establecido en cada sociedad, se instauran como maneras de actuar y pensar, de allí que incluso en América Latina hayan surgido unos paradigmas propios del contexto. Por las limitaciones propias de esta investigación he abordado los modelos y paradigmas referidos atrás, sin embargo, no son los únicos que existen en nuestra sociedad occidental.

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13 responsable y voluntariamente ante el proyecto que va formando en su vida; la finalidad de toda educación, incluyendo la moral, debe ser propiciar esa autonomía. Para lograr ésta última, se requiere de unas relaciones humanas recíprocas, las cuales desembocan en la justicia, que a la vez es promovida en la democracia, y todo ello nacido desde el corazón cristiano por la compasión, es decir, por compartir la pasión de la vida en el amor.

Pasando al tercer capítulo, quiero dar a conocer el panorama de la vivencia moral de un determinado grupo juvenil cristiano en la ciudad de Bogotá, así como el contexto social en que están inmersos. Se escucha con frecuencia a los adolescentes colombianos de hoy, que sus vidas no tienen razón de ser, despreocupándose de su contexto primario, pero a la vez mostrando una nostalgia de aquello que consideran sagrado, y por ello realizan ritos, fiestas y juegos, para articularse en un grupo que les dé sentido a su existencia. Así se crean tribus urbanas, dentro de la creciente población de las ciudades del mundo, con determinados códigos éticos rigiéndose por ellos y enfocando sus objetivos. En Colombia esto se presenta con más fuerza, debido a la gran desarticulación social que se vive, tanto en las ciudades como en los campos, surgiendo un sinfín de grupos heterónomos, manejados por algunos que quieren sacar provecho de esa situación.

A pesar que Colombia tiene unas bases morales muy enlazadas a la fe cristiana, estas son burladas debido al relativismo que algunos promueven para su conveniencia. Al querer sacar ventaja de los demás se manipula la normatividad, dejando a la sociedad sin el piso ético establecido. Estas acciones no son únicamente de nuestro tiempo, sino que se han presentado a lo largo de toda la historia del pueblo colombiano; ya desde el nacimiento de la patria, surgieron una serie de problemáticas individualistas, que llevaron al deseo de dominar a los demás, propiciando la desunión y la desigualdad. En la descripción del contexto social, pretendo mostrar cómo esa problemática ha influido en la ética de los jóvenes de hoy.

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14 las acciones son completamente contrarias a lo esperado. No hay una satisfacción social en lo que hacen los jóvenes, pero tampoco hay la debida instrucción de qué deben hacer y cómo hacerlo, siendo más fácil cuestionarlos y criticarlos, que ayudarlos. Si las acciones de los jóvenes no eran las requeridas por la sociedad, mejor sería preguntarnos qué fue lo que sucedió y donde estuvo la falla, antes que seguir condenándolos. La pregunta pertinente es ¿qué tipo de formación moral es la que le estamos dando a nuestra juventud? Tal formación puede ser ambigua, heterónoma, sin claridad y sin autoridad, como pasa en lo cotidiano cuando se dice algo pero luego se hace lo contrario.

Al aproximarnos a la realidad juvenil, podemos encontrar que hay una serie de saberes impartidos cuyo objetivo es la producción ya sea industrial o económica, así como la narración de una historia contada por los poderosos, justificando esa educación. En la escuela, el colegio y la universidad lo que prima es la adquisición de conocimientos para la productividad de las personas, dejando en instancias inferiores o últimas, la formación humana y moral. Esto lleva a que el razonamiento ético de los jóvenes, como el de muchos adultos, se enfoca más en el cumplimiento y manipulación de las leyes por el temor a ser descubiertos, en vez de asumir esas leyes en la vida, lo cual muestra una escasa formación de la conciencia en la autonomía. Parece que los esquemas pedagógicos, en la mayoría de los casos son heterónomos, basados en los principios de premio y castigo, como se muestra en los sistemas de evaluación educativos, que no solo se aplican a nivel escolar sino también social.

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15 Por último en el cuarto capítulo, hago unas propuestas en miras a la formación de una conciencia autónoma, que tenga en cuenta la vivencia de cada joven, sin perder la referencia de todo lo que le rodea y embarga. En la formación de cada persona se demanda no solo la disposición de ella, sino también de toda la comunidad a la cual pertenece. A continuación hago una invitación en la cual tengo en cuenta varios aspectos, de tipo personal y cultural, que me han parecido relevantes en la formación moral cristiana.

La exigencia del conocimiento de sí mismo, emerge de las preguntas existenciales que son acuciantes para cada hombre y mujer en el mundo, impulsándoles a tratar de darles respuesta de una manera categórica. Sin embargo, esto demanda buscar la libertad, en una sociedad avasallada por la dominación de unos pocos poderosos, sobre la gran mayoría del pueblo sufriente. A pesar de encontrarnos en un país con las riquezas más grandes, y por supuesto con la capacidad de brindar a todos un buen vivir, esto no sucede debido a la arrogancia y prepotencia de los dominadores. Nos encontramos en una esclavitud que avasalla todos los ámbitos del ser, por lo que es obligación hacer conciencia sobre esta situación, para así iniciar la búsqueda de la libertad, con la responsabilidad que emerge de un ser holístico.

El ser integral es autónomo, y como tal construye y acepta responsablemente los valores cristianos en el mundo de hoy. En una cultura de contrastes, el llamado a los creyentes es a existir a la manera de Jesucristo, en apertura e interacción, con la equidad que demanda ser hermanos e hijos de Dios, asumiendo el hecho de ser bautizados. Asumir los valores construidos en comunidad, salidos de la diversidad de pensamientos y creencias, permite no solo vivir una ética, sino también a través del encuentro con el otro descubrir el sentido de vida, que muchos anhelan y así construir un mundo mejor.

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16 como son los grupos juveniles de la iglesia cristiana católica en Colombia, más exactamente, el grupo juvenil Nazaret.

La primera fuente que usé fue el trabajo final hecho para la clase de Moral Fundamental titulado: “La Gran enfermedad de la Sociedad Colombiana” presentado en Noviembre 23 de 2010, junto con el conocimiento adquirido en dicha materia. En ese trabajo planteaba las inconsistencias que hay en nuestro país y como ello propicia la injusticia que vivimos; pero ahora quiero sumar otros aportes hacia una posible solución de la crisis colombiana desde la perspectiva cristiana. También pretendo precisar unos aspectos tratados allí, sobre algunos comportamientos, ya sean individuales o colectivos, que hemos adquirido los colombianos.

Otra fuente, es un ensayo de la investigación del proyecto Atlántida hecha en Colombia a finales de la década de los 90, allí se hacían controversias enfocadas en los adolescentes, iniciando con una serie de problemáticas nunca resueltas. Lo que más me llamó la atención de esa investigación, fue lo referido a la nostalgia por lo sagrado: ritos, fiestas, juegos; como también la ausencia de la memoria y la ausencia de utopías que fragmentaban el sentido de vida. Poder aplicar en ese ambiente características cristianas, da una luz en el desarrollo de la ética cristiana, para esos jóvenes colombianos, liberándolos no solo de sus propias ataduras sino de las externas.

Las otras fuentes que me han dado los fundamentos de esta investigación son las siguientes: Carlos Novoa S.J. sus múltiples escritos consultados, han sido de gran valor para

fundamentar cuales son las simientes de la formación moral cristiana. Escritos como: Una

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17 quienes me ayudaron en los aportes del sustento ético teológico, requerido en la investigación.

Los aportes psicológicos, históricos, sociales y pedagógicos vinieron de: Cajiao Restrepo Francisco, Campo Rafael y Restrepo Mariluz, Díez Gutiérrez Enrique Javier, Equipo de Acodesi, Garrido Javier, González Fernán, Kamii Constance, Patiño Franco José Uriel, Skinner B, Trujillo García Sergio, plan de la Alcaldía Mayor de Bogotá. Estos autores suministran datos y aportes para la formación moral de la juventud colombiana.

El objetivo de esta investigación es hacer un aporte teológico para la formación moral de los jóvenes, a partir de las experiencias obtenidas en el acompañamiento de grupos juveniles. Lo que pretendo es no dejar en saco roto lo que allí se ha hecho, sino llevarlo hacia la academia, para así instaurar un diálogo que permita el enriquecimiento entre las partes. Las reflexiones que resulten de esa dialéctica con la academia, las quiero poner a disposición de la realidad colombiana, de la evangelización en la Iglesia y la formación moral de nuestra sociedad; tomando conciencia de nuestra historia y nuestra fe. Lo anterior me exige dar mi aporte de lo que he adquirido en el tiempo de formación universitaria, así como la vivencia de mi fe, predicando de una manera más actual el evangelio a las nuevas generaciones, entendiendo que el seguimiento de Jesús solo se logra si se le conoce.

Ahora bien, para el desarrollo de ésta investigación he optado por el método hermenéutico, ya que éste me permite realizar una interpretación de las realidades de la formación moral, no solo en nuestros tiempos sino también en épocas pasadas. Cada momento histórico en la formación ética, tiene una significación de acuerdo a la realidad que se está viviendo, así como de la interpretación de la revelación de Dios en ese instante. Con este método se busca comprender las realidades sociales que rodean a las personas y el sentido que ellas van enmarcando, en provecho de la dignidad humana.

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18 nuestro caso, tratamos lo macro de toda la sociedad colombiana y, lo micro, los jóvenes que componen un grupo eclesial. Ello se logra gracias a que en la hermenéutica, el énfasis se da en la interpretación que se hace por la interacción comunicativa constante, con los saberes teológicos, con la historia y las investigaciones que se pueden hacer sobre Colombia, del pasado y el presente. También el mencionado método permite tener en cuenta los aspectos intraculturales e interculturales, que con sus dinámicas variables ya sean sociales, políticas, psicológicas y educativas, afectan la formación moral de los jóvenes cristianos.

Por esa interacción que permite el método, se busca una transformación social y personal desde la conciencia, para que cada persona asuma la responsabilidad que le compete, teniendo en cuenta todo su contexto y entramado social. La formación que de allí surge, tiene en cuenta los elementos que configuran la totalidad, pero también la particularidad, reflexionando en cada práctica efectuada en comunidad. Lo que se quiere lograr es un compromiso en la formación de un mundo más humano, y por ello los cuestionamientos que surgen de ver las realidades influenciadas por la ideología del neoliberalismo, que potencia la dominación de unos sobre otros con sus estamentos de poder.

La pluridimensionalidad humana, permite también una interpretación de cada dimensión del ser, entre ellas la espiritual y por ende la fe que se profesa. Esta fe demanda un compromiso de cambio para lograr la realización humana, desde la perspectiva del Evangelio, teniendo en cuenta las bases bíblicas desde la cuales se desarrolla la fe de cada cristiano. Por ello la necesidad de la actualización de la Palabra en el mundo de hoy, superando los esquemas de interpretación que se presentan comúnmente, para asumir las realidades presentes de manera cristiana.

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19 partida para la formación de mi pensamiento es la sociedad y, todas las gentes que me han influenciado en mi manera de pensar, así como la forma de comunicar el mensaje.

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OBJETIVOS

Objetivo General:

Hacer un aporte teológico moral a la formación ética a partir de las experiencias obtenidas en el acompañamiento de grupos juveniles.

Objetivos Específicos:

1. Analizar en la producción teológica contemporánea el desarrollo moral y los aportes que le ha dado a la juventud en la formación ética cristiana.

2. Identificar desde la psicología y la pedagogía los elementos de moral para la formación del joven.

3. Identificar en el contexto social actual la vivencia de los jóvenes en relación con la moral a través de un estudio de caso.

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1. QUÉ ENTIENDO POR FORMACIÓN ÉTICA CRISTIANA.

1. QUÉ ENTIENDO POR FORMACIÓN ÉTICA CRISTIANA.

La pretensión en este capítulo no es abarcar toda la producción teológica contemporánea con respecto a la formación ética del cristianismo, sino hacer una aproximación a lo que algunos autores han tratado, teniendo en cuenta la historia y partiendo de la realidad que se está viviendo. En este breve recuento de lo que ha sido la formación moral en el cristianismo, nos encontramos con una serie de etapas, que van marcando unos modos de hacer o no hacer determinados actos y la reflexión sobre ellos. Estos modos de actuar y reflexionar, han dejado su sello característico no solo en la época en la que aparecieron y se desarrollaron, sino que prevalecieron en el transcurso del tiempo, formando la conciencia de toda la Iglesia cristiana hasta nuestros días, incluyendo la de los jóvenes de hoy.

1.1. Construcción de la moral en la Iglesia.

Ya desde los tiempos de Jesús se comenzaba a cuestionar cuál sería el fundamento ético que sustentaba las acciones y los mandamientos del pueblo de Israel, planteados en las leyes que Moisés había instituido, tal como se muestra en Mt. 22,35-36 ante la pregunta de cuál es el mandamiento más importante. Estos preceptos daban la pauta para el comportamiento de los israelitas, de allí su importancia, ya que en su historia la formación de la conciencia estaba mediada por ellos. De la misma manera el mundo cristiano heredó esa formación moral bajo estas leyes, como lo plasma Charles Curran al decir: “el papel histórico de los diez mandamientos en la historia judía y cristiana, ilustra el valor que la

tradición adjudica a los principios y las normas en la decisión moral cristiana… Sin

embargo, las normas y los principios cubren apenas una parte del ámbito de la toma de decisiones humanas y cristianas.”1 Y, esto último es a lo que Jesús le da más relevancia, por

1

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22 eso va más allá de las leyes al fundamentar su respuesta, ya que el punto de partida que Él toma lo hace desde el amor a Dios y al prójimo que todos han de asumir. Y así dar valor al precepto según narra Mt. 22,37-40, bajo el cual se debe regir todo aquel que lo sigue, que quiere conformar y hacer parte del reinado de Dios. De aquí tenemos que la diferencia entre los israelitas y los cristianos, está en que la plenitud de las leyes y la formación de la moral, se dan por el amor a Dios y al prójimo, en la libertad del hombre al estilo de Jesús de Nazaret.

Posteriormente, para la época apostólica la base ética estaba en el kerigma, en la muerte y en la resurrección, interpretada y asumida primero por los discípulos, que hacen una opción fundamental por Jesucristo; ellos inspirados y animados por el Espíritu Santo se dan a la tarea de la predicación de la buena nueva del Evangelio y así dar paso a un suceso de transformación personal y comunitaria. Generando así un proceso de cambio social que muestra el comportamiento ético de la comunidad primitiva, donde lo primordial es el servicio a los demás.

Aunque los seguidores de Cristo en la Iglesia primitiva no contaban con unos presupuestos teóricos muy claros, sí tenían una forma de actuar en el cotidiano vivir con los conflictos propios del momento y su contexto, mostrando una acción ética acorde con la construcción

del reinado de Dios y su llegada definitiva, la cual ellos pensaban ya se iba a dar.2 Aquí la

formación moral se mostró en una praxis del amor en el seguimiento a Jesucristo, más que como un razonamiento intelectual o el acatamiento de un orden jurídico establecido.

En la formación moral estaban influenciados por los escritos paulinos que mencionaban la conciencia moral presentada como: “vivir en Cristo, según su Espíritu, empapados de su

2 Cfr. Patiño Franco, José Uriel. Historia de la Iglesia. La Iglesia: comunidad e institución, protagonista de la

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pensamiento, llamados a su caridad, para expresar el acontecimiento fundamental… que

comporta una instancia moral radicalmente nueva.”3

Con el paso de los años la espera escatológica, que se prolongaba cada vez más, generó una tensión entre el mundo temporal y la vida futura, entre una comunidad de contraste y la ausencia de libertad y justicia en su contexto histórico; en esta tensión aparecieron algunas soluciones mientras llegaba la tan anhelada Parusía. Y si a esto se le suma la inclusión de la diversidad, es decir, a la unión entre la identidad original cristiana y las circunstancias socio-culturales de muchos pueblos.

Poco a poco se fueron permeando en esta espera y en su vivencia algunas corrientes filosóficas, incluida la griega, que dieron lugar a una serie de pensamientos y prácticas

diversas al cristianismo original.4 De tal manera que luego en la patrística estarán las

resonancias del pensamiento bíblico, pero con los elementos añadidos del pensamiento filosófico del estoicismo y del neoplatonismo, propiciando la sistematización teológica.

La intención en los tres primeros siglos era la conformación de una Iglesia más unida, sólida y estable, debido a la separación que los cristianos habían tenido del judaísmo en el primer siglo. Ya lejos de las sinagogas pero con la herencia judía, se dieron una serie de prácticas ascéticas, por medio de las cuales se desarrolló una ética dentro de los bautizados y catecúmenos; poniendo énfasis en la vivencia martirial, la virginidad y el celibato, fusionados con la oración y el ayuno propios de la vivencia veterotestamentaria, y todo ello

en miras de lo escatológico.5 Lo anterior sirvió para que en la apologética de los Padres de

la Iglesia esto fuera la base de la estructuración doctrinal, en la consolidación ética interna de la Iglesia, con una vida espiritual y moral que demandaba una gran exigencia en el comportamiento de los bautizados y así obtener la salvación eterna.

3 Compagnoni, F., Piana G. y Privitera S. adaptó a la versión española: Vidal, Marciano. Nuevo Diccionario de

Teología Moral Ediciones Paulinas. 1992. p. 237.

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24 Dicha exigencia a veces no se lograba cumplir, poniendo en peligro la salvación del alma (más que del cuerpo) que con los actos impropios de las personas se hacía cada vez más lejana. Sin embargo, quienes se apartaban del camino cristiano, podían volver a él por medio de la penitencia propuesta como una tabla de salvación, y dar así una respuesta al remordimiento de conciencia de quien se había apartado de la soteriología del camino

cristiano, devolviéndole al penitente la restauración de los lazos rotos con la comunidad.6

Estas formas de entender el comportamiento de los cristianos por parte los padres de la Iglesia, fueron potenciadas y ampliadas en la Edad Media con una profundidad teórica mucho mayor, ya que se dieron a la tarea de conceptualizar por medio de la filosofía y la teología lo que sería la ética y la conciencia. En la escolástica esa conceptualización estaría en dos perspectivas. Primero, en el sentido de hacer un juicio moral sobre un acto, y segundo, como “un elemento del alma que ayuda a percibir lo pecaminoso en nosotros y corrige los otros elementos cuando ellos fallan”7.

Esto fue lo que se desarrollo de manera más extensa y sistemática, en lo que luego se implemento en los manuales de teología moral más conocidos como la manualística, desarrollada desde finales del siglo XVI hasta el concilio Vaticano II. En dichos manuales la ley fue la norma extrínseca y objetiva de los actos humanos, y la conciencia fue la regla

intrínseca y subjetiva de tales actos.8 Así se les permitió a los cristianos de ese momento

entender lo correcto y lo incorrecto de sus acciones, o del bien y el mal que podría realizarse en el mundo a partir de lo que decían los manuales de moral.

Esas maneras de entender la conciencia en la Iglesia para poder tomar decisiones morales, llevaron a un parangón entre la ley y la libertad resolviendo el caso a favor de la ley, como criterio último de la conciencia, y desfavoreciendo o eliminando el ejercicio de la libertad humana, con un rigorismo de lo objetivo remitiéndose a los manuales para hacer un juicio

6 Cfr. Ibid. 7

Curran, Charles E. The Catholic Moral Tradition Today. Chapter 7: Conscience. p. 4. La traducción al castellano de todas las citas de este texto es de Carlos Novoa S.I.

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moral.9 Hoy vemos que tomar así la conciencia, es volver a una ética característica de lo

veterotestamentario y heterónomo, limitando la libertad y por tanto el desarrollo del amor, pues no se tiene en cuenta a la persona misma quien en últimas es la que decide y ama. Se limita al sujeto para poder tomar una opción fundamental, que en el caso del cristiano es Jesucristo, a quien más que la norma le interesa es la persona y su seguimiento en libertad y por amor, que nace desde el corazón de cada uno. La normatividad da una imposición que viene de afuera desconociendo las necesidades de la persona al enfatizar lo legal, así el sujeto se ve coartado en la realización de su proyecto humano; y para el creyente es difícil instaurar el reinado de Dios en la tierra de manera creativa.

Ya que la tendencia fue más hacia lo normativo, y que la cuestión se resolvió a favor de la ley, que establece lo que es bueno y malo, quien debería garantizar esta legalidad sería la institución jerárquica. Y como la Iglesia jerárquica se había ido clericalizando desde el siglo III, convirtiéndose en intermediaria entre Dios y los hombres, en un ente de poder separado de los feligreses o laicos, ella se constituyó en la formadora objetiva del bien (synderesis), para laicado subjetivo (conciencia) al que, según los jerarcas, le costaba

entender la diferencia entre el bien y el mal.10 Poniéndose en la tarea de ser maestra de una

recta moral, tal como nos muestra Curran: “en la tradición católica, una función pedagógica especial les ha sido conferida al Papa y a los obispos con el objeto de salvaguardar, proteger y desarrollar adecuadamente la fe y la vida moral de la comunidad de los creyentes”11, dejando muy pocas posibilidades al diálogo entre las partes y frenando el desarrollo que podría resultar beneficioso para toda la Iglesia en su conjunto, así como en el seguimiento del camino de Jesucristo.

9 Cfr. Ibid.

10 Cfr. Demmer, Klaus. Introducción a la teología moral. Verbo Divino. Estella, Navarra. 1994. p. 37. Según

éste autor La si dé esis s de esis desig a el o o i ie to ha itual de los p i ipios morales supremos e

i uta les. E iste e todo ho e… La o ie ia e situa ió , le o espo de apli a los p i ipios

supremos a la situación en la que hay que decidir correctamente. Se tiende un puente entre ambas mediante un cuasi-silogismo. Y ahí do de se puede desliza fue tes de e o .

11 Curran, Charles E. The Catholic Moral Tradition Today, Georgetown University Press, Washington D. C.,

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26 La intención ya no era la unidad, sino la uniformidad sobre aquellos que se quería ejercer poder; así la moral del bien y del mal se estableció desde la norma, que definía no solo quien estaba o no dentro de la legalidad, sino también quien era moralmente correcto. Las normas y leyes establecidas por los poderosos, generan una moral de esclavos que no opina

ni disiente, pero obedece sumisamente un mandato.12

Por la misma vía, las opciones pedagógicas se redujeron, las cuales solo le concernían a un sector privilegiado, que frenó y coartó los posibles disentimientos o desacuerdos, con respecto al tipo de formación moral que se pudiera tener en la Iglesia. Esa influencia hoy se nota en quienes no pueden expresar sus opiniones, entre ellos los jóvenes, dejando en manos de otros las propias decisiones.

La teología moral contemporánea, recibió toda esta herencia de la tradición y la historia, de tal manera que en ella sus reflexiones están influenciadas por esa herencia y sus matices. Por eso encontramos hoy día diversos enfoques éticos dependiendo el énfasis histórico o contextual que se toma en dichas reflexiones teológicas contemporáneas. Que también tienen en cuenta las consecuencias de esa tradición sobre las acciones de los creyentes en la actualidad. Dichas consecuencias se muestran en la falta de formación de una conciencia cristiana autónoma, la cual hoy no somos capaces de desarrollar de manera misericordiosa, y por el contrario lleva a algunos a la rebelión violenta.

En la producción teológica moral actual, para unos su base será el amor y desde allí hacen su reflexión que sale de armonizar el amor y las leyes, siendo más fieles al seguimiento de Cristo y la construcción del Reino. Para otros el acento estará en las prácticas ascéticas venidas del dualismo griego entre alma y cuerpo, o de nociones tabuísticas de pecado,

12 Cfr. Castillo, José María. Victimas del pecado. Colección estructuras y procesos, serie religión, Trotta.

(27)

27 venidas de culturas antiguas con énfasis en el rigorismo sobre el cuerpo especialmente lo

sexual, generando una práctica moral sesgada y poco humana13.

Otros tomaran la manualística y la idea de Iglesia maestra y formadora, que pretende tener una infalibilidad sin dar paso al diálogo, imponiendo una normalización del pensamiento, en pro de tener unas prácticas morales objetivas y buenas, con miras a mantener un orden

preestablecido y que no se transgreda la institucionalidad.14 Con el peligro de que todo

cuestionamiento a ese orden establecido sea tratado como inmoral, poniendo “el mal del lado del cambio y de la revolución”15 imponiendo la ley sobre la misericordia.

Ahora, en la evolución y los cambios a través de los siglos que se han dado en la formación moral de la Iglesia, unos han sido afortunados otros no tanto; entre ellos tenemos los concilios que han quedado en la tradición como pilares fundamentales de su acción, permitiendo tener una palabra que decir a la Iglesia sobre su magisterio, ya sea como cuestionamiento o como reflexión de lo realizado a lo largo del tiempo. “La teología anterior al Concilio Vaticano II distinguía entre la Iglesia formadora o de la enseñanza (ministerio jerárquico) y la Iglesia del aprendizaje (todos los demás).

Hoy en día… la Iglesia en su totalidad incluye tanto enseñanza como aprendizaje,”16 gracias al concilio Vaticano II, que recuperó a los laicos como parte esencial y formadora de la Iglesia en comunidad, aceptando nuestros aportes como cristianos bautizados, es decir, en fraternidad al Hijo y filiación al Padre con la guía del Espíritu Santo. Desde este concilio se pone en juego un cambio de paradigma, donde se pasa de la exaltación de la ley

13 Cfr. Vidal, Marciano. Como hablar de pecado hoy. Hacia una moral crítica del pecado. Colección teología

acción pastoral, ppc. Madrid, 1977 251. p. 64-72.

14

Cfr. Ibid. p. 74. Concebir la moral desde estas posturas ha llevado a nociones incorrectas de pecado, como

lo a ifiesta Ma ia o Vidal, ue lo esu o e t es g a des g upos, El pe ado e te dido o o ta ú

expresado como mancha; el pecado entendido como desorden y expresado como transgresión; el pecado

e te dido o o ulpa e p esado o o a usa ió .

15 Vidal, Marciano. Como hablar de pecado hoy. p. 80.

(28)

28 objetiva unilateral, a las fases de responsabilización de la persona, valorando su carácter

originario de la conciencia.17

La teología moral contemporánea no solo es realizada por la jerarquía clerical sino también por el laicado y, allí se desarrollan y argumentan en profundidad, aspectos fundamentales

de la ética como son: el bien y el mal, los valores, la decisión, la norma y la conciencia.18

Dando su aporte en el desarrollo que la Iglesia busca, en los cuales ella profundiza, teniendo en cuenta otras disciplinas y otras personas, abriendo el panorama más allá del magisterio eclesial y aportándole a la reflexión teológica, una mayor cobertura; para desde esa reflexión contribuir a la construcción de un nuevo mundo más humano, por medio de la moral cristiana.

Aunque en la actualidad la Iglesia en general tiene una visión más abierta, esto no quiere decir que no existan sesgos en su visión y acción precisamente por el influjo del pasado, sin

embargo hay que abonarle que se ha abierto a otras realidades, pues “el obrar moral del

cristiano reviste el carácter de una realidad pluridimensional.”19 Entonces, se hace necesario tener en cuenta todas las disciplinas junto con las realidades contextuales en las

cuales se desarrolla la formación moral cristiana de los creyentes. “La Iglesia como un todo

y todos sus miembros participan en la enseñanza y el aprendizaje de la teoría y la práctica de la vida moral.”20

Por ello la importancia en que todos estemos incluidos en la vida y la formación moral como miembros activos, como partes esenciales en la realidad y significado de la Iglesia; a pesar de que en muchos momentos o sectores esa formación se haya dado o se esté dando en una sola vía, como ya dijimos, al sostener el papel de formadora por medio de la

17

Cfr. Compagnoni, F. Nuevo Diccionario. p. 233.

18 Cfr. Novoa, Carlos. Una perspectiva latinoamericana de la Teología Moral. Pontificia Universidad

Javeriana, facultad de Teología. Bogotá.2001. 2ª edición 2009. p. 163.

19

Demmer, Klaus. Opción Fundamental, Varios autores, Nuevo Diccionario de Teología Moral. Ediciones Paulinas, Madrid, 2002. p. 1269.

(29)

29

hegemonía de un pensamiento.21 Esto hace parte de la evolución histórica que ha tenido la

Iglesia, que sigue avanzando y presentando nuevas alternativas a la luz de la historia humana.

A esta producción teológica contemporánea hay que añadirle todo lo que han aportado las teologías contextuales entre ellas las de América Latina; que teniendo en cuenta su contexto, ponen de manifiesto una realidad de injusticia y opresión, demandando la

predicación del kerigma del Evangelio para su liberación. De tal manera que “para la

teología de la liberación, la moral es la experiencia del seguimiento de Jesús. Un Jesús Hijo de Dios, que en obediencia al Padre se encarna haciéndose un hombre pobre entre los

pobres, asumiendo íntimamente toda la historia humana.”22 Esta encarnación nos muestra

que no hay separación entre Dios y el hombre ni mediadores divinos, ya que el único es Cristo Jesús; también nos muestra que somos responsables de nuestras acciones aquí y ahora.

Desde esta perspectiva podríamos encontrar una serie de respuestas a interrogantes sobre formación moral y de conciencia, cimentada en el amor a Dios, a sí mismo y a los otros que Latinoamérica necesita. Es decir, en el seguimiento a Jesús somos llamados a vivir en medio de nuestra historia y nuestro pueblo haciendo propias sus expectativas, anhelos y sufrimientos para realizar el reinado de Dios logrando una conciencia plena entre aquellos

que demandan justicia y libertad.23

1.2. Formación de la conciencia cristiana.

Habría entonces que preguntarnos cómo se forma la conciencia ya que desde ella es que se da el desarrollo ético. Sin dejar de tener en cuenta que su formación, significado y sentido, esta mediada por lo objetivo y subjetivo que la componen, también son importantes otros

21

Cfr. Curran, Charles E. The Catholic Moral Tradition Today. Chapter 7: Conscience.p. 1.

(30)

30 factores que amplían su entendimiento y aplicación, desarrollados dentro de un contexto. Tal como lo expresa Curran: “Aunque los principios y las normas tienen algún papel que jugar en la conciencia y la toma de decisiones, la realidad de la conciencia depende de muchas características diferentes de los principios y de las normas”24. Así es como ocurre con la conciencia holística en la que se encuentra lo subjetivo, lo objetivo, lo afectivo, lo emocional, la razón y la gracia entre otras tantas características, dejando abierta la participación para la formación moral de todos los creyentes en Jesucristo.

En cuanto a lo subjetivo y lo objetivo en el juicio de la conciencia, podremos determinar que, desde lo subjetivo cada persona es quien intenta elaborar un juicio correcto para tomar

la decisión apropiada, iluminada por el talante objetivo de la conciencia25. Para el caso del

creyente, su conciencia ha de estar acorde con su ser autentico de cristiano y de persona humana, mostrado por Jesucristo en los evangelios, guiado por el Espíritu en discernimiento, sobre la forma de actuar que propicie el desarrollo de la persona.

Como sucede en los relatos del Nuevo Testamento, donde la conciencia moral tiene la facultad para el discernimiento moral, creyente o no creyente; pero también tiene un sentido

de tribunal interior o testigo interior.26 Así que la mismidad de cada quien no se destruye,

sino que al recibir la Gracia, se ayuda a potenciar y resignificar al sujeto como ser humano y como creyente, en un proceso de conversión permanente; afectándose su carácter de

persona y su relación comunitaria.27

Teniendo en cuenta que los jóvenes se encuentran en ese proceso de decisión entre su propio yo, los otros y el absolutamente Otro, la aproximación a la formación de la conciencia Holística; les mostraría un camino para su autoafirmación en autenticidad como personas jóvenes, ante un universo lleno de Gracia que los complementa y plenifíca. “Es

24 Curran, Charles E. The Catholic Moral Tradition Today. Chapter 7: Conscience.p. 1. 25

Cfr. Ibid. p. 3.

26 Cfr. Demmer, Klaus. Introducción a la teología moral. p. 36.

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31 propio de la dignidad del hombre el dejarse dirigir por Dios y el vivir en armonía con su propia conciencia moral.”28

Esa decisión individual esta mediada por un polo externo al sujeto, el cual es “el polo objetivo que tiene que ver con la realidad concreta involucrada en el proceso de la toma de decisiones. La tradición moral católica como aparece en las tradiciones tomistas y manualísticas, ha comprendido la realidad objetiva de los actos que incluyen el objeto moral, el fin y las circunstancias.”29 Por ello este polo objetivo es importante, ya que nos sitúa en lo concreto de la realidad y además nos ubica dentro de una sistematización por medio de una serie de preguntas, para ayudar a tomar una decisión más adecuada, acorde con la conciencia y que tenga en cuenta no solo a un sujeto, sino a toda una comunidad.

Esa sistematización tiene como objeto dar una ayuda, un punto de referencia, y es lo que la experiencia de vida eclesial nos muestra, sin que por ello sea obligatorio tomar decisiones solo desde este ángulo. “La instancia personal se hace absoluta en el momento en que ha asumido la instancia interpersonal.”30 Todo esto es fundamental para la comprensión y ayuda de los sucesos ante los cuales tomamos una posición, que nos van formando de

acuerdo a unos valores objetivos establecidos en comunidad, esto lo dice: L. G.12: “El

pueblo santo de Dios participa también del don profético de Cristo, difundiendo su vivo testimonio, sobre todo por la vida de fe y de caridad, ofreciendo a Dios el sacrificio de la

alabanza, el fruto de los labios que bendicen su nombre (cf. Hebr., 13,15).”31.

De tal manera que para tomar una decisión moral los polos objetivo y subjetivo se unen. Y aunque el sujeto decide dependiendo de la manera cómo la razón, la gracia, la emoción y las propias intuiciones se vean involucradas en los juicios de conciencia, al tener una

sistematización objetiva puede tomar una mejor decisión.32 Sin embargo, esto no quiere

28 Demmer, Klaus. Introducción. p. 36.

29 Curran, Charles E. The Catholic Moral Tradition Today. Chapter 7: Conscience.p. 11. 30

Compagnoni, F. Nuevo Diccionario. p. 239.

31 Concilio Vaticano II, Lumen Gentium No. 12.

(32)

32 decir que el sujeto esté libre de equivocación, ya que no hay manera de asegurar que la respuesta sea infalible, “se concibe que puede haber unerror en la conciencia,”33 por lo que se recurre a otros criterios que ayudan a saber si la conciencia es acertada o no.

Uno de esos criterios para tener en cuenta si nuestra conciencia es buena o no, es la paz y la alegría en la persona de conciencia bondadosa, superando el remordimiento producido en la

conciencia mala.34 De aquí que la conciencia buena empuja al sujeto moral por medio de

sus valores, hacía su plena y autentica realización, sintiéndose satisfecho y en paz. Ello debido a la inclinación que tenemos todos los seres humanos hacia lo bueno y pleno, que viene de Dios, manifestado en la pureza del corazón de quien escucha su voz en la

revelación de la historia.35 Pero tampoco aquí hay infalibilidad ya que existe la posibilidad

de equivocarnos; debido precisamente a nuestra tendencia hacia el mal que brota de nuestro egoísmo. Entendiendo el mal como algo que puede dañar a las personas de forma violenta, lo cual es un acaecer que nos atraviesa a todos y nos pone en conflicto.

Todo ello es el resultado de nuestro libre albedrío en la toma de decisiones, ubicándonos responsablemente ante ellas. “La conciencia perfecta sería la que tiene en cuenta la sociedad, pero al mismo tiempo una responsabilidad socializada de tipo personal.”36 La libertad nos permite optar por algo, en la decisión por ese algo se deja otra cosa y eso nos lleva a la duda de si elegimos bien o mal. Así empujados por el ímpetu que tenemos hacia la búsqueda de nuestra propia verdad, que se discierne en la conciencia por medio de un juicio moral, apoyada en los valores implicados en la decisión, pretendemos alcanzar la

realización de nuestro ser.37

Esa verdad le da sentido a nuestra vida y no es impuesta desde afuera como se pretendía en los manuales de teología moral, sino que está dentro de la persona que busca el

33 Demmer, Klaus. Introducción. p. 37.

34 Cfr. Curran, Charles E. The Catholic Moral Tradition Today. Chapter 7: Conscience. p. 14. 35

Cfr. Compagnoni, F. Nuevo Diccionario. p. 236.

36 Vidal, Marciano. Como hablar de pecado hoy. p. 76.

(33)

33

autocumplimiento humano. “La verdad moral… no es en absoluto algo que se impone de manera heterónoma sino que más bien persigue y procura el bienestar global de su destinatario… Perseguir el proyecto quiere decir lanzarse hacia el autoperfeccionamiento integral propio.”38 Este es un gran aporte para los jóvenes que se cuestionan y buscan cual es el objeto de su vida, o para que han sido llamados a estar en este mundo y cómo realizar ese llamado.

Buscar nuestra verdad moral es una forma de conocernos a nosotros mismos. Ella se va mostrando en una serie de opciones libres, acordes a nuestras finitudes y potencialidades. Allí se recurre a la razón práctica que desde el punto de vista tomista, es asociada a la prudencia: como la recta razón de aquello que se implementa en una conducta. En el caso aristotélico, es llegar al justo medio en la medida que se practica lo virtuoso, cuya tarea es discernir, deliberar y elegir bien, sobre todo en lo que tiene que ver con los medios para alcanzar el fin.

El cristiano debe estar siempre interpelándose en su conciencia, acerca de las nuevas y

acuciantes propuestas morales, que están variando en el transcurso del tiempo.39 Ello nos

hace tener en cuenta la realidad en la cual hemos sido formados por distintas circunstancias, tradiciones, comunidades y experiencias, de donde nuestros actos, formas de ser y actitudes morales surgen de esas fuentes. Encontramos entonces que nuestra verdad junto con la toma de decisiones están influenciadas por el entorno en que hemos vivido, desde el cual

también se discierne sobre una buena conciencia personal.40

“A pesar del origen social de ciertas normas morales, las pautas sociales no pueden ser normas éticas si no son asumidas de una manera activa.”41Una “comprensión integral de la conciencia… reconoce la complejidad y los múltiples aspectos de la toma de decisiones… Existen diferencias significativas en relación al objeto de nuestra decisión moral, el proceso

38 Demmer, Klaus. Opción Fundamental. p. 1271. 39

Cfr. Compagnoni, F. Nuevo Diccionario. p. 248.

(34)

34

de toma de decisiones es de alguna manera diferente en distintos contextos.”42 De aquí

tenemos que no todos los juicios de conciencia proceden del mismo modo, sino que tienen

en cuenta todas las consideraciones que hemos mencionado.43 Por ello la importancia que

en el diálogo con los jóvenes estemos ubicados en su entorno y momento, para presentarles la realidad de Cristo, a la cual ellos se puedan adherir adquiriendo un conocimiento de Él, y así seguir en la búsqueda de lo verdadero y bueno.

En esta búsqueda donde hay tantas limitaciones y diferentes puntos de vista en la formación moral cristiana, es importante resaltar la ayuda que pueda ofrecer la comunidad eclesial, que lucha y trabaja por mantener la fidelidad a la Palabra; como por la formación moral de

sus miembros.44 La tarea para toda la vida del magisterio eclesiástico es la formación moral

de la conciencia de todos los bautizados.45

La Iglesia ha de mostrarse como garante de la presencia del don divino de la salvación dado a través de Jesús, por el Espíritu. Retándonos a una concientización del pecado en nuestras vidas, y a partir de allí esforzarnos, para lograr y mantener una relación de mayor

profundidad con Dios y con los demás.46 Ella actúa como polo objetivo y formador de

conciencia, sin embargo la opción última queda en manos del sujeto como tal, por la libertad que le asiste.

“En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado

42

Curran, Charles E. The Catholic Moral Tradition Today. Chapter 7: Conscience.p. 13.

43 Cfr. Curran, Charles E. The Catholic Moral Tradition Today. Chapter 7: Conscience.p. 14.

44 Cfr. Compagnoni, F. Nuevo Diccionario. p. 238. la i tui ión del apóstol de que la buena conciencia se o st u e e la fidelidad a la o u idad a la histo ia de la salva ió .

45 Cfr. Demmer, Klaus. Introducción. p. 41.

(35)

35 personalmente. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla.

Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo. La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad. Cuanto mayor es el predominio de la recta conciencia, mayor seguridad tienen las personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho y someterse a las normas objetivas de la moralidad. No rara vez, sin embargo, ocurre que yerra la conciencia por ignorancia invencible, sin que ello suponga la pérdida de su dignidad. Cosa que no puede afirmarse cuando el hombre se despreocupa de buscar la verdad y el bien y la conciencia se va progresivamente entenebreciendo por el hábito del pecado.”47

Vaticano II nos muestra cómo en la conciencia hay una ley existencial que el hombre no se dicta a sí mismo, y aunque está inscrita en el corazón no es una norma rígida inmediata que tiene que cumplir de manera rigorista, pero si nos pone al alcance de una perspectiva de sentido que nos da Jesús de Nazaret. La prueba es que el sentido de esa ley es amar y practicar el bien, has esto y evita aquello, favoreciendo siempre la dignidad de todos los seres humanos a la manera de Cristo. Esto es lo que hace la conciencia, lugar sagrado del hombre donde nadie más entra, en el que se escucha a Dios por amor, exhortándonos a amar al prójimo y se procura el bien no solo propio sino ajeno; y es allí donde la persona decide por sí misma cuáles serán sus actos.

“Para los padres conciliares la conciencia moral es aquel lugar hermenéutico privilegiado en el que se desvela el plan de Dios para el hombre.”48 Se respeta la decisión personal del sujeto que está unido a una comunidad, como ya se dijo, buscamos resolver los conflictos morales propios y extraños desde la perspectiva del amor al prójimo, en nuestro entorno

(36)

36 presente, mirando la experiencia de Jesús encarnado. De esta manera el contexto nos interpela para seguir en la búsqueda de la verdad y del bien, por ello la necesidad de cultivar y formar la conciencia en esta perspectiva.

1.3. La vocación, opción fundamental por el llamado de Dios.

La búsqueda a las respuestas de las preguntas existenciales, la realización de la persona como sujeto cívico y creyente, junto con su formación ética van de la mano. El ser de la persona creyente se estructura conjuntamente con todo lo que le rodea. Así como desde distintas dinámicas filosóficas o teológicas en las que está inmerso o le llegan, que si están imbuidas por el Espíritu Santo, no solo conducen a la realización de cada individuo, sino de toda la comunidad, plenificando la existencia del conjunto.

“La opción fundamental representa el núcleo decisional-operativo de la identidad dinámica del sujeto. A través de ella el sujeto se autodetermina para el bien moral como tal.”49 Cada sujeto es parte del plan salvador de Dios, desarrollándose de distintas maneras, y aunque heredero de unas circunstancias y una época, está llamado a realizar su ser de hijo de Dios. “El creyente es convocado a realizar su existencia en una actitud de hijo, tratando de tomar parte en la acción liberadora de Dios Padre dentro de la historia del hombre.”50

Teniendo en cuenta este desarrollo comunitario del ser humano, el creyente se forma en la comunidad y forma a la comunidad en la cual ha nacido y se ha forjado, inmerso en su realidad humana, busca una realización individual y colectiva en el amor, respetando la diferencia con los otros en filiación y fraternidad divinas. Como se puede ver la existencia autentica del cristiano constituye la experiencia y la praxis de la conciencia moral.

Esto es precisamente lo que Jesús nos dejo al decirnos: “Este es mi mandamiento: Que se amen unos a otros como yo los he amado a ustedes” Jn. 15,12, sin distingos ni exclusiones,

49 Demmer, Klaus. Opción Fundamental. P. 1271.

(37)

37 hasta el punto de ser capaces de dar la vida por los amigos en respuesta al llamado del amor. De nada sirve observar la ley con rigorismo y precisión, si luego el corazón se ciega

y es malo.51 Tal mandamiento, está acorde con lo que buscan los jóvenes en el

cuestionamiento a la realidad segregadora e injusta que están viviendo. También es guía de esa fuerza hormonal que los impulsa a amar y hacer comunidad de amigos, en una vida de servicio como seguimiento del Señor.

El cumplimiento de la vocación plenifica el ser, no solo como creyente sino como sujeto cívico y viceversa, son una sola persona integral inmersos en la historia y en la formación moral de la Iglesia. Se sigue, que lo planteado en el cristianismo no solo se cumple para los creyentes sino para toda la humanidad, con sus perspectivas, momentos y caminos. Donde todos estamos inmersos dentro de la historia humana, física y natural, la cual no podemos negar en pro de una existencia metafísica y apartada, como condición de santidad, lejos del alcance de la realidad.

Es en ésta realidad, donde se nos muestra la encarnación de Dios en su hijo Jesucristo; por ello la importancia de todo lo que nos rodea en el mundo, como de nuestro cuerpo que demanda cuidado y respeto, libres de la opresión no solo física sino también intelectual y moral. Con la libertad en la que Dios nos ha creado, estamos llamados a ser conciencia, no solo de una comunidad cristiana sino de toda una Nación, respetando y exigiendo respeto de la dignidad humana, como de toda la creación.

Dios nos creó a su imagen y semejanza y creó la tierra junto con todo lo que en ella se contiene, para que la pudiéramos disfrutar individual y colectivamente de una manera justa,

dándonos el poder de transformar y perfeccionar el mundo.52 En el Génesis, se nos dice que

Dios vio que todo lo creado era bueno, ya que había brotado de Él, quedando satisfecho con su obra. Esta no la cerró el Señor a lo ya establecido, sino que le permitió seguir evolucionando, y nos dio a los seres humanos la potestad de ser co-creadores,

51 Cfr. Compagnoni, F. Nuevo Diccionario. p. 236.

(38)

38 entregándonos su espíritu libremente por medio de un soplo de vida, para que también engendráramos vida.

Los jóvenes tal vez entienden mejor esto ya que en su ímpetu de vida quieren mayor contacto con los otros, con la tierra y buscan vivir plenamente esa impronta dejada por el Espíritu. Pero en la formación moral que se les está dando, pareciera que se acabara con este impulso inicial, debido a la imposición de normas para regular su comportamiento, más que fomentar el amor cristiano en el servicio a los demás.

Toda esta creación y entrega no la hace el Señor por un mandato o ley sino por amor. El nos llama a un quehacer semejante, para que la totalidad de lo que hagamos esté en la perspectiva de los demás, y no solo en la satisfacción de un egoísmo tajante. Hay que entender que cuando Jesús instaura la única ley nueva del amor, no lo hace para someternos, sino por el contrario, para darnos una ayuda y liberarnos internamente de nuestro carácter egoísta. Esa apertura le permite al creyente abrirse a un diálogo reflexivo, entre lo subjetivo y lo objetivo de la conciencia. Sin que allí existan verdades humanas absolutas que se impongan unas sobre otras, permitiendo que la posibilidad de errar y disentir siempre estén presentes.

Con esto se quiere decir que a pesar de los esfuerzos por lograr tomar la mejor decisión, o cuando no estemos de acuerdo con algo establecido, que pueda ir en contra de la voluntad de Dios y de la dignidad del hombre; tenemos que volver a iniciar el proceso reflexivo en pro de tener una mejor humanidad. Desarrollada con la creatividad propia de Dios, realizada por medio del seguimiento a Jesucristo.

(39)

39

egoísmo humano, a veces escondido bajo el legalismo.53 Así que en su respuesta a cuál es

el mandamiento más importante, su enfoque es hacia el amor al cual todos estamos llamados. Esto lo ratifica Pablo, diciéndonos que lo podríamos entregar todo, pero si no tenemos amor de nada sirven nuestras acciones por más loables que sean, quedando todo como algo vano 1Cor. 13, 1-3.

Lo espectacular de Jesús no es su poder metafísico, o mágico, proveniente de la divinidad como algo externo a él, sino de su acción humana y espiritual desarrollada a su máxima capacidad, por el amor que nos profesa a todos desde su corazón. Sobre todo por aquellos que se encuentran en un estado de injusticia, pobreza y opresión, como algo instaurado dentro del mundo. “La divinidad de Jesús y la salvación de Dios para todas las personas enfatiza la humanidad de Cristo y las circunstancias históricas de su vida y de su muerte. De esta manera la salvación y la redención llegan a ser más precisas y concretas… Él se

solidariza con todas las víctimas de la opresión y la injusticia.”54

Jesús no se queda en lo abstracto, en un mero pensamiento racional o metafísico, por el contrario; está en lo precisamente humano y esto es lo espectacular, porque en su llamado pone al alcance de todos lograr el milagro de la instauración del Reinado de Dios en la tierra, por nuestra filiación al Padre en la fraternidad que demanda una ortopraxis con los más necesitados. Esta es la perspectiva que Jesús plantea para quienes sienten ese llamado, esa vocación y lo quieran seguir en su camino libre y creativamente. Él hace una invitación sin desconocer nuestra realidad y nuestra humanidad, planteando un desafío para nuestro desarrollo. Y esto a un joven que inicia su camino debe decirle mucho, pues Jesucristo no le desconoce su realidad, pero sí le invita a tomar conciencia de ella, a través de un proyecto de vida en filiación y fraternidad divinas.

El seguimiento a Jesús, no es una repetición mecánica de sus actos o palabras, pues nos convertiríamos en una vulgar copia, sino que es un seguimiento en libertad y creatividad

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40 que plenifíca todas nuestras dimensiones. Seguir a Jesús es aprender cómo vivió Él su historia no para repetirla, sino para aprender a vivir nuestra propia historia; es buscar los comportamientos adecuados que nos lleven a la construcción del Reino en la tierra. Comportamientos que no sean la repetición de viejos esquemas o aplicación de normas

ajenas a nuestra realidad de América Latina55.

Aquellos cuestionamientos de la existencia, el mundo y los misterios juveniles se irán resolviendo por medio del camino del seguimiento a Jesús, pero a la vez se irán creando nuevos interrogantes que demandaran de un espíritu abierto y reflexivo ante la acción de Dios y la acción humana. “Solo a la luz de Cristo se esclarece verdaderamente el misterio del hombre… la obra divina es una acción de liberación integral y de promoción del hombre en toda su dimensión que tiene como único móvil el amor.”56

Debido al acaecer diario que demanda una continua reflexión ante lo que vamos siendo, el ser integral necesita una formación de la conciencia holística; que se va constituyendo a la luz del Evangelio impulsado por la fuerza del Espíritu Santo. Teniendo en cuenta no solo un punto de vista sino una reflexión comunitaria más universal. Tal como lo plantea la teología moral contemporánea, al contemplar “que la actividad del hombre de fe es un acto de amor en obediencia al Padre, al estilo de Jesús y según el Espíritu.”57 Trinidad en la que encontramos lo que es la comunión perfecta de personas, que nos da ejemplo de comunidad en la diversidad universal, o mejor dicho, de comunión católica que nos integra a todos en todo, con un comportamiento acorde al amor que nos debemos tener unos a otros.

1.4 Aportes para los jóvenes.

Ante la falta de amor y esperanza que los jóvenes sienten en su vida y en el mundo, embargados por la soledad y el sufrimiento, sin entender la diferencia entre el bien y el mal,

55

Cfr. Novoa, Carlos. Una perspectiva latinoamericana. p. 57, 58.

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Tabla No. 1. 91

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