• No se han encontrado resultados

Ciudadanía, democracia y política exterior argentina

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2017

Share "Ciudadanía, democracia y política exterior argentina"

Copied!
14
0
0

Texto completo

(1)

Título del Trabajo:

CI UDADANÍ A, DEMOCRACI A Y POLÍ TI CA EXTERI OR ARGENTI NA

Autor:

Virginia M.E. Petronis

1

Ponencia presentada en el

I I Congreso en Relaciones I nternacionales del I RI

La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina

11 y 12 de noviem bre de 2004

1 Magister en Relaciones I nternacionales. I nstituto de Relaciones I nternacionales de la Universidad de La

(2)

I N TROD UCCI ÓN:

La globalización, a pesar de ser m ás visible en su dim ensión económ ica y financiera, es un proceso de m últiples dim ensiones que avanza sobre los planos políticos, cultural y social, y que ha convertido en dificultosas las posibilidades de control estatal sobre cada una de esas dim ensiones. Más bien ha enfrentado al actor Estado a una variedad de cuestiones que dem andan su respuesta. Hoy no hay tantas dudas en afirm ar que “ los procesos globales llevaron a la política m uy lej os de la actividad que se cristaliza alrededor de los Estados y los asuntos interestatales”2.

Una doble exigencia circunda a los Estados; por un lado deben dar respuestas de adaptación a los procesos globales en el m undo estatocéntrico; por otro, fuerzas externas operan dentro de sus sociedades, surgen nuevos actores, no estatales que buscan satisfacer sus dem andas concretas, quienes están m ás atentos y m ás dispuestos a cuestionar a los gobernantes, en la búsqueda de respuestas a sus necesidades. Mucho ha tenido que ver la revolución m icroelectrónica, el increm ento de la inform ación disponible que han actuado com o facilit ador as, y que contribuyeron a increm entar la capacidad de los ciudadanos para efectuar sus análisis de la realidad y en base a ellos em itir j uicios de apoyo o de crítica a sus gobernantes3.

Nuestro análisis no pretende sugerir que el Estado, com o consecuencia de los procesos señalados, posee una im portancia secundaria, sino que busca llam ar la atención sobre los cam bios fundam entales que han alterado la autoridad efectiva del Estado. La pérdida de centralidad del Estado, ha venido acom pañada del m ayor protagonism o que han adquirido otros actores, en nuestro caso, la sociedad civil.

Es decir, el esquem a tradicional del Estado com o unidad política territorial soberana y las ideas que lo circundan, tales com o lealtad, identidad, autoridad efectiva al interior de su sociedad, han sufrido alteraciones de cara a las transform aciones externas, que sim ultáneam ente repercuten en el plano interno, para luego traducirse en un desgaste de los firm es lím ites que dividían los dom inios internos y externos del Estado.

Esas transform aciones podem os sintetizarlas en el pensam iento de David Held: “ En prim er lugar los procesos de interconexión económ ica, política, legal, m ilitar y cultural están transform ando la naturaleza, alcance y

2Held, David, La Democracia y el Orden Global. Del Estado Moderno al Gobierno Cosmopolita, Bs. As,

Paidós, 1997,168.

3En efecto, “las nuevas tecnologías han alterado profundamente los conocimientos de la gente, la

(3)

capacidad del Estado m oderno, desafiando o directam ente reduciendo sus facultades “ regulatorias” , en ciertas esferas; en segundo lugar, la interconexión regional y global crea cadenas de decisiones y consecuencias políticas entrelazadas entre los Estados y sus ciudadanos y alteran la naturaleza y dinám ica de los propios sistem as políticos nacionales y tercero las identidades políticas y culturales se rem odelan y reavivan al calor de estos procesos, lo cual anim a a m uchos grupos m ovim ientos y nacionalism os locales y regionales a cuestionar al Estado- nación com o sistem a representativo y responsable”4.

La soberanía y com petencias estatales, pueden haberse erosionado, y variado en form as y grados pero no han colocado a los Estados al borde de la escena m undial.

Uno de los autores que desde su teoría propone una im agen balanceada del Estado es Jam es Rosenau. Decim os balanceada porque en su propuesta teórica, Rosenau no desconoce, ni concede una im portancia secundaria al Estado, con respecto a los otros actores presentes en la escena m undial; sino que rem arca y centra su análisis en los puntos en que la autoridad del Estado se ha erosionado5.

El autor plantea que al m om ento de decidir las autoridades se ciñen a sus poderes soberanos y poseen una libertad substancial de conducir sus asuntos6. Sin em bargo, no escapan a una crisis de autoridad interna en la cual la legitim idad y poderes dirigentes de los lideres políticos están siendo desafiados, desbaratados o de algún m odo cuestionados por subgrupos, m ovim ientos sociales, públicos o ciudadanos individuales en desacuerdo7. Las m ayores capacidades adquiridas por los individuos, en parte gracias a la revolución de la inform ación, las nuevas tecnologías y la presencia de fuerzas globales actuando en las sociedades, han intensificado el rol de los individuos com o ciudadanos, lo cual ha introducido una m ayor com plej idad a la dinám ica de relacionam iento entre el Estado y su sociedad.

De m odo que de acuerdo a este planteo aún cuando las autoridades poseen una “ libertad substancial de conducir sus asuntos” , y las elites retengan el control sobre los recursos, com unicaciones y procesos de tom a de decisiones, tam bién se encuentran cada vez m ás constreñidas, por públicos y ciudadanos que evalúan las acciones de sus gobernantes, sus desem peños y en base al m ism o prestan o retienen su apoyo8.

Particularm ente en Am érica Latina la globalización ha m ostrado lo disím il y variado de sus efectos sobre los Estados, precisam ente en donde el Estado no aparece para fij ar una nación que ya existía sino que aparece para forj ar

4Held, David, La Democracia y el Orden ...op. cit,169.

5Rosenau, James N., Along The Domestic-Foreign Frontier. Exploring Governance in a Turbulent World.

Cambridge, Cambridge University Press, 1997.

(4)

una nación, en el proceso inverso. De ahí que la globalización im pacta en la com unidades nacionales. Los rasgos negativos de la globalización que Juan G. Tokatlian define com o globalización defectiva parecen ser aplicables a nuestros países: creciente erosión de la soberanía política, la independencia económ ica y la autonom ía externa; debilitam iento del desarrollo económ ico nacional con m ás inequidad social, y polarización política; m ayor precariedad del Estado, y fragm entación de la sociedad, increm ento crítico de dificultades institucionales de diversa índoles”9.

Algunos de los efectos disím iles de la globalización y el im pacto sobre las sociedad y sobre la relación entre el Estado y la sociedad obligan a reflexionar acerca de la ciudadanía, en sum a en los ciudadanos y ciudadanas que integran nuestra dem ocracia10.

Con la dinám icas variadas que introduce la globalización parece pertinente tom ar un concepto de ciudadanía que no refiera solam ente a derechos form alm ente definidos sino que involucre el aspecto práctico de la ciudadanía. Bryan S. Turner ensaya esa definición: “ la ciudadanía puede ser definida com o el conj unto de prácticas ( j urídicas, políticas, económ icas y culturales) que definen a una persona com o m iem bro com petente de su sociedad y que son consecuencia del fluj o de recursos de personas y grupos sociales en dicha sociedad. Esta definición, dice Turner, “ enfatiza la idea de práctica en orden a evitar una definición netam ente j urídica de ciudadanía com o una m era colección de derechos y obligaciones...en segundo lugar, esta definición sitúa el concepto adecuadam ente en torno a la desigualdad, diferencias de poder y clase social, porque la ciudadanía está inevitablem ente ligada con el problem a de la inequitativa distribución de recursos en la sociedad”11. Esta definición es útil ya que evoca que la ciudadanía puede ser entendida com o una base de la integración social, en un m arco de sociedades con altos niveles de diferenciación com o la nuestra.

Con el panoram a que hasta aquí describim os, se ha buscado resaltar la m ayor im portancia y visibilidad que han adquirido los ciudadanos.

Desde este m arco es que planteam os que la restauración de la dem ocracia en Am érica Latina y en Argentina en particular, significó la recuperación por parte de los ciudadanos de los derechos civiles y políticos; pero al m ism o tiem po fue acom pañada de procesos de reestructuración del Estado, con sus consecuentes reform as económ icas, políticas e institucionales. Muchas de ellas, se convirtieron en las condiciones a las cuales los organism os de

9Tokatlian, Juan. Gabriel, Globalización, Narcotrátfico y Violencia. Siete Ensayos sobre Colombia, 2000,

Grupo Editorial Norma:31.

10Señala Tomassini, que nuestro tiempo esta marcada por la “búsqueda de grados crecientes de

participación y asertividad de la sociedad civil, cuya reacción no necesariamente conformista son las que ha provocado la mayor parte de la crisis de gobernabilidad frente a las reformas económicas orientadas al mercado en Europa y América Latina”. Tomassini, Luciano, Gobernabilidad y Políticas Públicas...op..cit :21.

11Turner, Bryan S. Contemporary Problems in the Theory of Citizenship, en Bryan s. Turner (ed.),

(5)

crédito internacionales condicionaron su ayuda. Los efectos no deseados de esas reform as repercutieron principalm ente en la sociedad: aum ento del desem pleo y subem pleo, aj ustes fiscales, extensión de la pobreza y exclusión contribuyeron a la ruptura del pacto social. Estas y otras se convirtieron, en nuestro país, en algunas de las realidades que enfrentaron y enfrentan los ciudadanos y le proveyeron el m aterial sobre el cual realizar sus evaluaciones y desde allí dar form a al m odo de relacionarse con sus autoridades.

A partir de aquí es que planteam os que en nuestra sociedad, existen indicios que nos perm iten afirm ar que los ciudadanos se han convertido en un público m ás atento, m ás capaz de introducir inestabilidades, generar variabilidades en lo que respecta al m arco interno de los decisores de la política exterior; desde este lugar radica la im portancia de su consideración.

CON SI D ERACI ON ES PREVI AS:

Sin em bargo para establecer la vinculación entre la ciudadanía y política exterior. Merece que tengam os en cuenta algunos conceptos.

Una prim era observación tiene que ver con la función tradicional de la política externa que es la de conectar al país con su m edio externo. Com o señala Roberto Miranda “ Hasta hace no m ucho tiem po, desde un país, las cuestiones externas al m ism os eran analizadas y valoradas independientem ente de la vida dom éstica En el Estado–nación había una escisión m ás que im portante entre lo que correspondía al ám bito interno y lo que refería al ám bito internacional. Pero tanto las m odificaciones que se fueron dando en las relaciones interestatales, com o los desarrollos que viene teniendo las relaciones transnacionales, han em puj ado al actor estatal a vincular fuertem ente la política exterior con la política dom éstica”12.

La otra observación, se vincula a los estudios sobre política exterior. Es útil para nuestro trabaj o la distinción que Fred Sonderm an efectúa entre estudios de política exterior y relaciones internacionales; indicando que los prim eros se refieren a aquellas acciones que tienen lugar en un determ inando país y se dirigen a su m edio externo; m ientras que los estudios de relaciones internacionales se concentran en los procesos de interacción global que involucran a por lo m enos dos unidades diferentes dentro del sistem a internacional13.

En Am érica Latina, dado los im portantes condicionantes externos que posee la política exterior de la región; los estudios de la m ism a se han concentrado principalm ente en perspectivas que tom an en consideración fuentes externas. En este sentido, Alberto Van Klaveren indica entre estas

12Miranda, Roberto, El Eje Doméstico de las Cuestiones Externas de la Argentina: El Caso del Mercosur;

Invenio, Universidad del Centro Educativo Latinoamericano, 7, 99-126, 99.

13Sonderman, Fred, The Linkage Between Foreign Policy and International Politics, en James Rosenau

(6)

perspectivas, aquellas que se centran en el sistem a internacional, y las perspectivas de política del poder14. El autor sostiene, que estos enfoques, principalm ente los sistém icos, han sido im portantes aportes teóricos en el estudio de las relaciones internacionales, en tanto que han dem ostrado la sensibilidad y vulnerabilidad de la región a las variables externas. Sin em bargo “ por su m ism o nivel de generalización ( este enfoque) debe ser com plem entado por otras perspectivas incluyendo aquellas que tom an en cuenta las variables internas que influyen en las políticas exteriores latinoam ericanas”15.

A partir de los ochenta los análisis com enzaron a com plem entarse con perspectivas que centraran la atención en las fuentes internas de la política exterior 16.

Una de las perspectivas teóricas que se ubica en las fuentes dom ésticas de la política exterior es el proceso de tom a de decisiones. Esta perspectiva tiene la ventaj a de desagregar el contexto interno centrándose en participantes e influencias dom ésticas que intervienen en el cam po de la política exterior.

Dentro de las características generales de los procesos de tom a de decisiones se señala que toda decisión tiene lugar dentro de un “ m arco decisorio” . Dice Russell : “ vale recordar que cualquier decisión se inscribe en un m arco decisorio que alim enta y condiciona el proceso. Ese m arco esta com puesto por tres elem entos: a) los estím ulos y condicionantes externos y dom ésticos; b) el “ contexto m acropolítico interno” que abarca tanto las características generales del sistem a político del país baj o estudio com o los rasgos particulares de su política exterior; c) el contexto específico de la decisión particular ( el nivel “ m icro” de la decisión17.

Sin duda que para la Argentina ese m arco decisorio del que hablam os, ha sufrido el im pacto del cam bio; especialm ente en lo que respecta a los estím ulos dom ésticos y externos y a las características del sistem a político.

14Van Klaveren, Alberto, El Análisis de la Política Exterior Latinoamericana: Perspectivas Teóricas, en Entre

la Autonomía y la Subordinación. Política Exterior de los Países Latinoamericanos. Compiladores Heraldo Muñoz y Joseph Tulchin, GEL, 21.

15I bídem, 23.

16Claro que cualquier análisis que tome en consideración fuentes internas debe tener en cuenta esta

aclaración:“el medio interno de la política exterior es diferente al medio externo, aunque sólo sea porque la naturaleza de la política doméstica es muy distinta a aquella de la política internacional. Mientras que en el sistema internacional no hay una fuente normativa única y el poder tiende a ser más difuso y anárquico, en el medio interno la autoridad y los canales para Mientras que en el sistema internacional no hay una fuente normativa única y el poder tiende a ser más difuso y anárquico, en el medio interno la autoridad y los canales para ejecutar las políticas son singulares y relativamente claros. Van Klaveren, Alberto Entendiendo las Políticas Exteriores Latinoamericanas: Modelo Para Armar, Rev. De Estudios I nternacionales, nº 98 abril –junio 1992, I nstituto de Estudios I nternacionales de la Universidad de Chile168-215, 179.

17Russell, Roberto, Política Exterior y Toma de Decisiones en América Latina: Aspectos Comparativos y

(7)

En este sentido, la dem ocratización, significó, entre otras cosas, una am pliación del núm ero de actores intervinientes, en la tom a de decisiones.

Cuando buscam os establecer la relación entre ciudadanía y política exterior, nos estam os ubicando en uno de los elem entos de ese m arco, específicam ente, el que corresponde a los estím ulos y condicionantes dom ésticos. En otras palabras, estaríam os ubicándonos en el plano de la relación del decisor con su m arco interno, es decir, su sociedad. A partir de aquí corresponde que señalem os si en nuestra sociedad se han presentado indicios que nos perm itan suponer que ese m arco ha devenido m ás com plej o; esto es, si la relación entre el decisor y su sociedad puede representar un condicionante dom éstico.

RELACI ÓN ESTAD O- SOCI ED AD : EL CAM BI O.

Al inicio de los ochenta y con una am plia participación ciudadana se consagraba un gobierno civil en la Argentina. La dem anda que aglutinaba a la ciudadanía giraba en torno a la recuperación de la dem ocracia. Esta fuerte presión interna y que adem ás la opinión pública internacional acom pañó; perm itió la recuperación de las libertad básicas del Estado de derecho, libertad de opinión, asociación, y m ovim iento. Básicam ente estos derechos civiles se refieren a la autonom ía de los individuos frente a la coacción que puede ej ercer el Estado sobre ellos18. Por supuesto que se sum aban la adquisición de los derechos políticos.

A pocos años del restablecim iento de la dem ocracia, se com ienzan a em prender en la Argentina una serie de m edidas tendientes a la reform a y reestructuración del Estado. No es posible dej ar de m encionar en este punto, la significación que el denom inado “ Consenso de Washington” , tuvo con respecto a esas reform as y las im plicancias económ icas y sociales del m ism o. Algunas de las prescripciones de dicho Consenso consistieron en liberalización com ercial y financiera, privatización de em presas estatales, presupuestos equilibrados, déficits cero.

Los países latinoam ericanos se subordinaron conscientem ente a la política del Consenso19.

18Dice Guillermo O´ Donnell “La demanda de democracia tenía muchos significados, pero en todos los

casos tenía un poderoso denominador común: ¡”nunca más!”. I ndependientemente de cuán confusas, utópicas o limitadas fueran las ideas de algunos sobre la democracia, estaba claro que significaba librarse de una vez y para siempre de los déspotas”. O´ Donnell, Guillermo, Ilusiones sobre la Consolidación, Nueva Sociedad, nº 144, julio-agosto 1966310-332: 332 .

19Carlos Pérez Llana señala que es posible sostener que el patrón de relacionamiento internacional

(8)

Las reform as económ icas, sociales, institucionales, educativas, fiscales que se llevaron adelante y que expresaban las prescripciones del Consenso hicieron sentir sus efectos sobre la sociedad.

Es posible determ inar, al m enos dos clases de consecuencias que tuvieron las recom endaciones para nuestra sociedad: Una de ellas se vincula al increm ento del desem pleo, y del subem pleo, y aum ento de los índices de pobreza, desigualdad y exclusión. Pero al m ism o tiem po estos efectos adversos, fortalecieron la participación de actores sociales que cercados por las incertidum bres y la necesidad increm entaron sus dem andas frente a un Estado que se retiraba.

Desde este contexto podem os com enzar a vislum brar que la relación de los individuos con las autoridades entraba en un período de cam bio. Con un escenario de Estado reform ado, pero con persistentes problem as económ icos, y sociales, fueron dando paso a las actitudes que los ciudadanos com enzaron a elaborar con respecto a los partidos políticos, los legisladores, en definitiva las autoridades. Actitud que se com enzó a dar form a a un “ criterio de legitim idad vinculado al desem peño” , punto sobre el cual volverem os m ás adelante.

En este contexto no podem os dej ar de m encionar la reacción cívica del 19 y 20 de diciem bre de 2001, que desem bocó en la renuncia del ent onces presidente De la Rua, la cual significó un signo claro de activación ciudadana; un registro de acción colectiva sin precedentes en nuestra historia: “ por prim era vez en la historia argentina un gobierno civil, electo constitucionalm ente era derribado, no por un golpe de estado m ilitar, sino por la población en las calles, desbordando la represión y los planes de recam bio ordenados20.

Mas allá de los acontecim ientos del 2001, y de las distintas interpretaciones que puedan realizarse con respecto al m ism o; la m ovilización ciudadana tuvo algo de inédito y saludable que nos autoriza a hablar de ciudadanos m ás activos y atentos y de un cam bio en el decurso de la relación Estado- sociedad.

Lo inédito reside en que este evento puso en cuestión un m odo de relacionam iento de los ciudadanos con sus autoridades donde “ lo que se cuestiona es la separación entre el ciudadano com o alguien que vota y vuelve a su m undo personal y el político com o aquél que decide por los próxim os cuatro años...se pone en tela de j uicio el supuesto que dice que el com portam iento público y privado siguen cam inos separados com o tam bién

directamente asociado a lo ocurrido en la agenda económica: “sólo cuando el gobierno de Menem lanzó la convertibilidad y se puso en sintonía con el paradigma ortodoxo la diplomacia argentina acompañó las medidas y allí comenzó un nuevo ciclo en la política exterior argentina” . Pérez Llana, Carlos, El Regreso de la Historia. La Política Internacional Durante la Posguerra fría 1989-1997. Editorial Sudamericana, Universidad de San Andrés, 1998, 368.

20Rapoport, Mario y Spiguel Claudio, Modelos Económicos, Regímenes Políticos y Política Exterior

(9)

la práctica de criticar al poder en privado y endosar a las autoridades en público. Por debaj o de estos cam bios em erge un cuestionam iento a la idea de abdicar del civism o activo com o la salida m ás racional de los ciudadanos en una dem ocracia de m asas”21.

Lo saludable, es que esta acción colectiva, im plica una concientización m ayor de la esfera pública por parte de los ciudadanos, un reconocerse a sí m ism o com o un protagonista , en definitiva un despertar de la apatía: “ esta am pliación ( la del espacio público) tiene la potencialidad de revigorizar el régim en dem ocrático puesto que se trata tam bién de una perspectiva que no predica en absoluto el cam bio de régim en político sino que actúa en vistas a ej ercer una influencia...la activación social ciudadana es una fuente poderosa de renovación política, en prim er lugar porque condiciona de m odo tal que nada podrá hacerse sin tener en cuenta esa fuente de crítica, control y eventualm ente proposición ciudadana”22.

En este sentido es que hablam os de públicos atentos, atentos no expertos en tem as de política exterior y tal vez no m ás com prom etidos con la política externa del país. Atentos en el sentido de que han experim entado un aprendizaj e que ha incidido en sus valoraciones; transcurridos m ás de veinte años de dem ocracia, en las que los derechos civiles y políticos, se han alcanzado pero la lucha por los derechos económ icos, sociales y culturales continúa. I ngreso digno, trabaj o, salud, educación, integran los m encionados derechos y son j ustam ente m uchas de las dem andas que dom inan entre los ciudadanos. Precisam ente la satisfacción o no de estos requerim ientos, es una m edida que utilizan para valorar el desem peño de sus autoridades, y para concederles o retenerles su apoyo.

N u e va Cu lt u r a Polít ica :

Podem os apoyar el argum ento de los cam bios en el m odo de relacionam iento entre los ciudadanos y sus autoridades con el concepto de cultura política que desarrolla Manuel Antonio Garretón. El autor plantea, que detrás de las transiciones entre regím enes, parece esconderse otro cam bio que se vincula a la cultura política.

El concepto que no es entendido aquí, com o un conj unto de valores com partidos, por una sociedad, sino que se refiere a las “ im ágenes y sentidos sobre la acción colectiva que hay en una sociedad y a las im ágenes, estilos y lenguaj es de la acción política”23.

21Echegaray, Fabián, Razones para el Optimismo Politológico, Nueva Sociedad 2002, nº 179,

130-143:131.

22Cheresky, I sidoro, Autoridad Política Debilitada y Presencia Ciudadana de Rumbo I ncierto, Nueva

Sociedad, 2002, nº 179: 129.

23Lo que está cambiando, en este caso, va más allá de los rasgos de un régimen u otro y se refiere a una

(10)

El cam bio está orientado a la transform ación de la relación entre el Estado y la sociedad civil, es decir, al m odo en que en una sociedad se define la relación entre, Estado, estructura político partidaria y base social, o sociedad civil ( que incluye los m ovim ientos sociales y define el m om ento de la diversidad y la participación) .

Este concepto de cultura política, nos acerca a una caracterización de la relación entre la sociedad y sus autoridades, y consecuentem ente al m odo en que interactúan.

En este sentido señala Garretón que nuestras sociedades privilegiaron una cultura política que definía una relación, según los casos, de fusión entre el Estado, la estructura político- partidaria y la sociedad civil; fusión que se hacía desde la figura del líder populista, en algunos casos; desde la identificación entre Estado y partido, en otros o desde la articulación entre organización social y liderazgo político partidario, o desde las corporaciones que totalizaban la acción colectiva sin espacio para la vida política autónom a.

Justam ente, el m om ento de las transiciones dem ocráticas o dem ocratización política coincide con el resquebraj am iento de todas esas m atrices y “ con la em ergencia aún em brionaria confusa de una cultura política que afirm a el fortalecim iento de cada uno de los tres elem entos de la relación y el establecim iento de un vínculo tam bién fuerte entre ellos, lo que redefine el carácter de la política”24.

Un indicio del cam bio en la relación Estado y la sociedad, o de esta cultura política em brionaria viene dado por la crisis de representatividad que se observa en nuestra sociedad. Esta crisis refuerza la idea del “ criterio de legitim idad vinculado al desem peño” , del que hablam os m ás arriba. Justam ente, porque ese criterio se expresa en la idea de que los ciudadanos darán su apoyo a los que ej erciten, a su j uicio, correctam ente sus funciones.

Los ciudadanos han com enzado a establecer una distinción entre dem ocracia e instituciones de la dem ocracia, y el funcionam iento de las m ism as. Es con respecto a la eficiencia y funcionam iento donde el apoyo no es incondicional; por el contrario esta condicionado al buen funcionam iento. Algunos datos pueden ser ilustrativos de ese criterio: un 78 % de los argentinos considera que la dem ocracia es el m ej or sistem a de Gobierno, aunque 34% es el porcentaj e de satisfacción con la dem ocracia. La confianza en los partidos políticos es m ínim a, tan solo de un 8% .

La confianza en las instituciones es baj a, y los factores determ inantes de la desconfianza son la capacidad de m antener sus prom esa, el hecho de que

política misma y del sentido de la acción colectiva” Garretón Manuel Antonio, Política, Cultura y Sociedad en la Transición Democrática, Nueva Sociedad, nº 180-181,199-210,2002,:201.

(11)

rindan cuenta de sus actos y que adm itan su responsabilidad cuando com eten errores25.

Estos son algunos de datos que nos indican que los ciudadanos no están estáticos en sus evaluaciones, que desde inicios de los ochenta hasta hoy a existido m ovim ientos y cam bios. La dem anda de dem ocracia de los ochenta se transform a hoy en un pedido de m ej or dem ocracia. Esta m ej or dem ocracia nos habla de ciudadanos que buscan no sólo ser portadores de derechos, sino ej ercitadores de los m ism os.

A M odo de Con clu sión :

Com o derivación de lo desarrollado hasta aquí, podem os extraer una conclusión general: que los ciudadanos no pueden ser vistos com o un parám etro constante en política, y por tanto no son fácilm ente m ovilizables.

Existen indicios que nos perm iten afirm ar que los ciudadanos se han convertido en públicos m ás atentos y m ás capaces de introducir inestabilidades.

Que quienes deciden lo hacen en clave externa, es decir para responder a factores y/ o m odificar condiciones del m arco externo, pero que tienen im portantes y variados efectos sobre la propia sociedad.

El concepto de crisis de autoridad interna de Rosenau, del que hablábam os al com ienzo del artículo y que se presentaba com o una de las restricciones, un constreñim iento adicional al que se efrentan las elites gobernantes, para m ovilizar exitosam ente el apoyo necesario para sus obj etivos y políticas, parece ser aplicable a nuestra sociedad.

Precisam ente decíam os que el m arco interno del decisor se presenta com plej o y diversificado. Las m ayores dem andas por alcanzar una ciudadanía m ás plena, que com prenda adem ás de las libertades civiles y políticas, los derechos económ icos y sociales, podría llegar a presentarse com o una de las razones de una profundización de la crisis de autoridad interna, con la que se com prom ete y pone en j uego el apoyo que el Estado requiere para llevar adelante sus política externas e internas. Claram ente, “ cuando la crisis de autoridad se intensifica, las capacidades de los Estados declinan y las lealtades devienen difusas”26.

En este breve artículo, hem os buscado llam ar la atención sobre un aspecto, que aunque vinculado a un aspecto dom éstico, puede representar una fuente de inestabilidad para la política exterior; por lo cual m erece consideración en

25Estos datos son extraídos del I nforme de Prensa Latinobarómetro para la Argentina 2003 y I nforme

Latinobarómetro 2004 “Una Década de Mediciones”, Corporación Latinobarómetro, agosto 13 de 2004. Cabe señalar que el Latinobarómetro es una encuesta anual de opinión pública, que se efectúa, actualmente en 18 países de América Latina, por la Corporación Latinobarómetro, que representa las actitudes, opiniones, y comportamientos de alrededor de 400 millones de habitantes de la región.

(12)

los análisis. Quizás com o j ustificación de ese llam ado podem os sostener que “ en el m arco de la globalización, que im plica relaciones dialécticas de recom posición y fragm entación y de integración y exclusión en los socio-económ ico y lo político- diplom ático, los países m enos industrializados que pretendan evitar una excesiva dependencia externa frente a una o varias grandes potencias, que intenten m antener una elem ental autonom ía exterior, deberán contar con cinco características esenciales: m adurez diplom ática, fortaleza económ ica, capacidad tecnológica, cohesión social y legitim idad política. Esto significa que la m ayor o m enor autonom ía internacional no proviene sólo de lo que pueda hacer o no el Estado en el nivel externo, sino de lo que acontezca en la m atriz Estado –sociedad en el plano interno y en su proyección m undial”27.

BI BLI OGRAFÍ A

CHERESKY, I sidoro ( 2002) , “ Autoridad política debilitada y presencia ciudadana de rum bo incierto” , Nueva Sociedad, 179, 112- 129.

ECHEGARAY, Fabián ( 2002) “ Razones para el optim ism o politológico” , Nueva Sociedad, nº 179, 130- 143.

FAZI O VENGOA, Hugo ( 1999) “ La globalización y sus efectos en las naciones del sur” , en Hugo Fazio Vengoa ( ed.) El Sur en el nuevo sist em a m undial, Bogotá: I EPRI , Universidad Nacional, Siglo del Hom bre

FLEURY Sonia,( 1998) “ Política Social, Exclusión y Equidad en Am érica Latina en los 90” , Nueva Sociedad, 156.

GARRETÓN, Manuel A. ( 2002) , “ Política, cultura y sociedad en la transición dem ocrática” , Nueva Sociedad, nº 180- 181, 199- 210.

HAZLETON, William A. ( 1987) “ Los procesos de decisión y las políticas exteriores” , en Wilhelm y, M.( ed) La for m ación de la polít ica ext er ior : los países desar r ollados y Am ér ica Lat ina, Bs.As, Grupo Editor Latinoam ericano

HELD, David ( 1997) La dem ocr acia y el or den global. Del Est ado m oder no al gobier no cosm opolit a. Bs. As. Paidós.

HOPENHAYN, Martín ( 2001) “ Viej as y nuevas form as de la ciudadanía” , Revist a de la CEPAL, abril nº 73.

I NFORME LATI NOBARÓMETRO PARA ARGENTI NA ( 2003) . Corporación Latinobaróm etro.

I NFORME LATI NOBARÓMETRO 2004, “ Una década de m ediciones” ( 2004) . Corporación Latinobaróm etro.

27Tokatlian, Juan Gabriel Pos-Guerra Fría y Política Exterior. De la Autonomía Relativa a la Autonomía

(13)

MI RANDA Roberto A. ( 2001) “ El ej e dom éstico de las cuestiones externas: el caso del Mercosur” , I nvenio, Universidad del Centro Educativo Latinoam ericano, nº 7, 99- 126.

MI RANDA, Roberto A. ( 2002) “ Contexto intercultural de la Argentina: un reto para la política exterior” , I nvenio, Universidad del Centro Educativo Latinoam ericcano, 9, 71- 84.

O´ DONNELL, Guillerm o ( 1996) “ I lusiones sobre la consolidación” , Nueva Sociedad, j ulio agosto 1996.

PÉREZ LLANA, Carlos, ( 1998) El r egr eso de la hist or ia. La Polít ica I nt er nacional dur ant e la posguer r a fr ía 1989- 1997. Editorial Sudam ericana, Universidad de San Andrés. Cap VI .

ROSENAU, Jam es ( 1997)Along The Dom est ic- For eign Fr ont ier . Explor ing gover nance in a Tur bulent Wor ld. Cam bridge University Press ROSENAU, Jam es N. ( 1967) “ The prem ises and prom ises of decision m aking analysis” , en Jam es Charlesworth,( ed) Cont em por ar y Polit ical Analysis, New York Free Press.

ROSENAU, Jam es N. ( 1987) “ I ntroduction. New Directions and Recurrent Questions in the Com parative Study of Foreign Policy” , en New Dir ect ions in t he st udy of for eign policy, ( eds) Charles Herm ann, Charles W. Kegley, Jr. Jam es Rosenau., Boston Allen & Unwin.1- 10.

RUSSELL, Roberto ( 1988) , “ Un año de política exterior: Las relaciones con Estados Unidos, Am érica Latina y Europa Occidental” , en Perina Rubén y

Russell Roberto, Ar gent ina en el Mundo, Bs. As. Grupo Editor

Latinoam ericano.

RUSSELL, Roberto ( 1990) “ Política Exterior y tom a de decisiones en Am érica Latina: Aspectos com parativos y consideraciones teóricas” , en Varios Autores Polít ica ext er ior y t om a de decisiones en Am ér ica Lat ina, Bs. As. Grupo Editor Latinoam ericano RUSSELL, Roberto ( 1990) , “ El proceso de tom a de decisiones en la política exterior argentina ( 1976- 1989) ” , en Varios Autores, Polít ica ext er ior y Tom a de decisiones en Am ér ica Lat ina, Bs. As. Grupo Editor Latinoam ericano.

SONDERMAN, Fred ( 1961) “ The linkage between foreign policy and international politics, en Jam es N. Rosenau ( ed.) I nt er nat ional polit ics and foreign policy: A reader in research and t heory, New York, Free Press.8- 17.

TOKATLI AN, Juan Gabriel ( 1996) “ Pos- guerra fría y política exterior. De la autonom ía relativa a la autonom ía am bigua” , Análisis Polít ico, Bogotá: UNC, 28, 22- 40.

TOKATLI AN, Juan Gabriel ( 2000) , “ Globalización, narcotráfico y violencia. Siete ensayos sobre Colom bia” , Grupo Editorial Norm a. Bs. As.

(14)

Departam ento de Desarrollo Sostenible. División Estado, Gobernabilidad y Sociedad Civil.

TURNER, Bryan S. ( 1993) , “ Contem porary problem s in the theory of citizenship” , en Bryan S. Turner ( ed.) , Citizenship and social theory, Londres, Sage Publications.

VAN KLAVEREN Alberto ( 1984) , “ El análisis de la política exterior latinoam ericana: Perspectivas Teóricas” , en Varios Autores, Ent r e la aut onom ía y la subor dinación. Polít ica ext er ior de los países lat inoam er icanos. Bs. As. Grupo Editor Latinoam ericano, 1984, 43- 44.

VAN KLAVEREN, Alberto ( 1990) , Dem ocr at ización y Moder nización de la Polít ica Ext er ior en Ar gent ina, Br asil y Ur uguay, I nstitut für Politische Wissenchaft, Universität Heidelberg- AI ETI .

VAN KLAVEREN, Alberto ( 1992) “ Entendiendo las Políticas Exteriores Latinoam ericanas: Modelo Para Arm ar” , Revist a de Est udios I nt er nacionales, nº 98. I nstituto de Estudios I nternacionales de la Universidad de Chile, Santiago.

Referencias

Documento similar

"No porque las dos, que vinieron de Valencia, no merecieran ese favor, pues eran entrambas de tan grande espíritu […] La razón porque no vió Coronas para ellas, sería

En tales circunstancias, una forma de proceder posible sería iniciar una fase preconstitucional de diálogo nacional, como sucedió en Sudáfrica, para reunir a

Este condicionamiento de la conducta ajena, implícito en el ejercicio del Poder, puede producirse de distintas maneras: .a) Según Parsons, el ego (in- fluyente) puede

Unas investigaciones realizadas por nosolros en los libros de registros del Tribunal de Madrid nos lian proporcionado textos más amplios sobre el tema que tratamos. Por

Tres elementos se combinan para darle forma y contenido a la relación entre religión y política: la pluralidad y el pluralismo religioso; el desarrollo de un pluralismo social

Bajo este enfoque, Mouffe se adentra en una serie de temas como: la subjetividad, la democracia radical, la política y la ciudadanía.. En todos ellos existe una crítica al

b) El Tribunal Constitucional se encuadra dentro de una organiza- ción jurídico constitucional que asume la supremacía de los dere- chos fundamentales y que reconoce la separación

Como dice ViolANTE, Luciano («Diplomacia parlamentaria en Italia», Política exterior, 13 (1999), p. 8), para elevarse al rango de diplomacia parlamentaria desde el campo