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Estado del arte mujer, trabajo y dolor crónico, una aproximación a la subjetividad de las mujeres

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Academic year: 2017

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Trabajo De Grado: Modalidad Participación En Grupo De Investigación Grupo Estudios críticos de las organizaciones y el trabajo

Línea de investigación: Flexibilización laboral y bienestar laboral.

Proyecto PS6183: “Porque el trabajo es una cosa y el hogarotra”: una aproximación feminista a la salud mental de mujeres subcontratadas en Colombia

Estado del Arte “Mujer, trabajo y dolor crónico, una aproximación a la subjetividad de las mujeres”

Autora: Juanita Rojas Silva

Directora Olga Lucia Huertas

Pontificia Universidad Javeriana Facultad de Psicología

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TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN………. 4

1. ACTIVIDADES DE FORMACIÓN EN COMPETENCIAS INVESTIGATIVAS………4

1.1 Búsqueda de información, manejo de Base de Datos y otras fuentes de información………4

1.2 Participación como asistente en el seminario “ Feminismos y Ciencias Sociales: Debates Contemporáneos” , del doctorado en Ciencias Sociales y Humanas………...5

1.3 Participación en reunión del grupo de Estudios Críticos de las organizaciones y el trabajo……….6

1.4 Elaboración de Estado del Arte de una propuesta de investigación………...6

2. DOCUMENTO DEL ESTADO DEL ARTE: MUJER, TRABAJO Y DOLOR CRÓNICO, UNA APROXIMACIÓN A LA SUBJETIVIDAD DE LAS MUJERES………...8

2.1. Comprensiones Acerca Del Dolor (Crónico)……….8

2.2. Dolor crónico y Trabajo Remunerado………...13

2.3.Relaciones de Género, Estudios Feministas y Dolor Crónico………16

2.4.Metodologías de investigación: Una aproximación a la subjetividad de las Mujeres………..23

3. CONCLUSIONES………27

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INTRODUCCIÓN

En el marco de la propuesta de trabajo de grado en la modalidad de participación en grupo de investigación, se organizó un proceso formativo en competencias investigativas alrededor de la continuidad del proyecto doctoral: “Porque el trabajo es una cosa y el hogar otra. Una aproximación feminista a la salud mental de mujeres subcontratadas en

Colombia”. Para ello, en calidad de asistente de investigación se propuso la realización de un estado del arte de las distintas aproximaciones sobre “Mujer, trabajo y dolor crónico”, tema sobre el cual se está diseñando un nuevo proyecto de investigación para ser presentado en la presente convocatoria interna de la Vicerrectoría Académica. Paralelamente a la elaboración de este documento hubo participación en diferentes actividades formativas. Los resultados de este proceso se presentan a continuación.

1. ACTIVIDADES DE FORMACION EN COMPETENCIAS INVESTIGATIVAS En el siguiente apartado se describen las actividades desarrolladas a los largo del semestre en la formación como asistente de proyecto de investigación, y se describen las habilidades, aprendizajes y competencias desarrolladas:

1.1. Búsqueda de información, manejo de Base de Datos y otras fuentes de información:

Para empezar, se indagaron distintas fuentes de información con el fin de recolectar datos para la realización del estado del arte; asimismo, se utilizaron diversas herramientas de búsqueda como las bases de datos, navegadores de internet y revisión bibliográfica (libros, revistas y páginas web) de carácter académico. Lo anterior con el fin de profundizar

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ClACSO- Red de bibliotecas virtuales de ciencias sociales de América Latina y el Caribe de la red.

De la anterior revisión de bases de datos se consideraron éstas puesto que se tuvo en cuenta al momento de elegirlas, las categorizaciones propuestas en un principio por la investigación a si como las temáticas relacionadas con el tema del dolor, la mujer y aspectos laborales, específicamente desde un abordaje en el marco de una perspectiva de género. Así mismo, se priorizo en la búsqueda de dolor crónico específicamente y su relación con las visiones no hegemónicas planteadas y repensadas desde las ciencias sociales y humanas. De ahí que se descartaran algunos textos sobre el dolor crónico abordado desde perspectivas hegemónicas que lo resaltaran como una condición individual.

Los aportes que se dieron en este sentido, posibilitaron la producción de conocimiento a nivel interdisciplinario al involucrar diversas fuentes con múltiples perspectivas así como generar reflexiones sobre la literatura que es abordada desde las ciencias sociales, humanas y psicológicas.

Igualmente, se planea realizar un curso como herramienta interdisciplinaria en la biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J llamado Refworks que tiene que ver con desarrollar herramientas para la citación de documentos en trabajos de investigación con volúmenes grandes que incluyen diferentes fuentes de información en áreas de conocimiento como la filosofía, ciencias de la información, antropología, psicología, ciencias sociales, entre otros.

1.2. Participación como asistente en el seminario “ Feminismos y Ciencias Sociales: Debates contemporáneos.” , del doctorado en Ciencias Sociales y Humanas.

Este seminario con una formación de 40 horas, favoreció desarrollar una mirada analítica sobre lo que sucede con las mujeres en diversos ámbitos a través de lo simbólico, lo social, lo cultural y lo político. Así mismo, se identificaron los aportes de los feminismos a partir de teorías descoloniales y poscoloniales, las cuales permiten hacer reflexiones en torno a cómo se están produciendo las formas de conocimiento respecto al género en algunos debates contemporáneos de las ciencias sociales y humanas.

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poniendo en cuestión la construcción de las identidades, las representaciones culturales hegemónicas y el discurso de género, entre otros.

Por otro lado, se reconocieron distintas metodologías de investigación feminista que rescatan el conocimiento situado y la teoría crítica como lugares de enunciación que, desde diversos significados, proponen una mirada que se contrapone al conocimiento científico habitual y heteronormativo.

1.3. Participación en reunión del grupo de Estudios Críticos de las organizaciones y el trabajo.

Se realizó durante el semestre solo una reunión con el grupo, donde se socializó la propuesta de un estudiante que se encuentra realizando una estancia doctoral en la universidad. Durante la reunión se discutió en torno a su propuesta relacionada en cómo algunos de los modelos contemporáneos de emprendimiento y el papel de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) construyen a través de procesos discursivos y prácticos perspectivas del joven como sujeto productivo que involucran situaciones contextuales de orden social, político, económico y cultural. Esta propuesta brindo elementos sobre como abordar una investigación que en este caso se realizo a través de tres aspectos explicativos; un eje descriptivo, uno conceptual y uno ideológico.

Este espacio también permitió hacer un mirada sobre la forma en que se están realizando las investigaciones en un grupo como el de estudios críticos y las prioridades o propuestas más acordes para abordar en este caso, las capacidades productivas que “debería” tener el joven actualmente para enfrentarse al mundo laboral y productivo inmerso en las transiciones del capitalismo.

Por otro lado, gracias a las dinámicas del grupo de investigación, se realizaron diversos aportes al investigador con el fin de enriquecer sus perspectivas desde los distintos puntos de vista e incluyendo otras investigaciones realizadas por el área.

1.4. Elaboración de estado del arte de una propuesta de investigación

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tratar de manera más especifica, así como construir una metodología de investigación que se ajuste mejor a lo que se planteó a lo largo de las discusiones y abordajes teóricos.

En lo que respecta al proceso de elaboración, la recolección de la información sirvió para la recolección de diversas bases de datos, referencias, revistas y libros, lo cual se convierte en un recurso fundamental para la configuración de este trabajo debido a la multiplicidad de conocimientos que permite la discusión entre y con los autores, así como ampliar la perspectiva de las temáticas para lograr mayor reflexividad en torno a las categorías planteadas.

Algunas de las limitaciones que surgieron en la creación del estado del arte tienen que ver con la dificultad existente en encontrar cruces temáticos entre el tema de dolor crónico, la mujer y el trabajo, puesto que las indagaciones se han configurado desde perspectivas muy especificas y particulares en cuanto a que no involucran otros aspectos interdisciplinares que posibilitan el desarrollo del conocimiento de formas más enriquecedoras.

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2. DOCUMENTO ESTADO DEL ARTE “ MUJERES, TRABAJO Y DOLOR CRONICO, UNA APROXIMACIÓN A LA SUBJETIVIDAD DE LAS MUJERES”

El presente trabajo se compone de cuatro momentos. El primero, en el que se realiza un análisis descriptivo acerca de las comprensiones del dolor y el dolor crónico desde ciertas perspectivas; luego se aborda la relación que existe entre el dolor crónico y el trabajo

remunerado. En tercer lugar, se hace alusión a las relaciones existentes entre la mujer, el trabajo y el dolor crónico a partir de algunos estudios feministas y la perspectiva de género. En este punto se pone en evidencia la relación en términos de negociaciones o resistencias dentro del ámbito laboral y se rescata el lugar que ocupa el reconocimiento del dolor crónico con relación a las mujeres, la noción de cuerpo y la sexualidad femenina.

Lo anterior permite abordar un cuarto momento en el que se problematiza el concepto de dolor crónico en tanto se pretende rescatar su carácter social y cultural, dejando de lado la configuración que alude a las condiciones objetivas e individuales propias del saber biológico y médico. Así, nos acercamos a comprender la experiencia del dolor crónico como una construcción que involucra factores sociales por los que ha venido transitando la mujer y que influyen en sus formas de padecer y entender dicho dolor. Para ello se plantea una

metodología de investigación a partir de la construcción del sujeto, el trabajo y el dolor crónico.

2.1. Comprensiones Acerca Del Dolor (Crónico)

Teniendo en cuenta que existen diversas formas de enfrentarnos al dolor y también que son diversas las comprensiones que hacemos de su naturaleza, el siguiente escrito tiene como objetivo presentar, en un primer momento, descripciones acerca de los significados del dolor crónico desde diferentes perspectivas: la medicina, la psicología y la filosofía, con el fin de comprender algunas de las aproximaciones que han desarrollado estas disciplinas frente al tema.

Es importante reconocer la perspectiva que tiene la medicina en torno a la enfermedad a fin de comprender de dónde vienen aquellos significados referentes al dolor crónico y poner en evidencia desde el discurso médico, una comprensión más hegemónica, que se asocia al concepto de normalidad y de aquello concebido como lo “sano”. Esto nos lleva a pensar en el uso de técnicas de poder presentes en el cuerpo social utilizadas por las distintas

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Estas formas de producción de conocimiento provenientes del conocimiento objetivo de la ciencia, dan lugar a la creación de categorías diagnosticas universales desde las cuales se ha concebido la enfermedad como una experiencia relacionada con causas biológicas y

orgánicas que sitúan y encasillan al individuo. Así mismo, estas categorizaciones configuran en algunos casos, sesgos de género, en el sentido en que se pueden evidenciar diferencias entre hombres y mujeres frente a las formas de padecer la enfermedad en diferentes aspectos. En esta medida, se puede dar cuenta de que no existe un reconocimiento frente a la

construcción social y cultural de estas formas de padecer de los individuos.

La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, sigla en inglés) define el dolor como “una experiencia sensorial y emocional no placentera que se asocia a una lesión hística presente o potencial o que es descrita en términos de una lesión”. También se clasifica el dolor según su intensidad, duración y el mecanismo fisiopatológico que lo desencadena.

Ahora bien, el dolor crónico se caracteriza por ser una sensación asociada a un dolor continuo y prolongado, el cual puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo y generarse con o sin motivo alguno. Este tipo de dolor perdura por más de seis meses, aunque se haya

diagnosticado que para entonces ya haya tenido que desaparecer o presentar alguna cura. De modo que el dolor crónico puede permanecer por mucho más tiempo hasta convertirse en parte de la vida de la persona, y en algunos casos, ir incrementando su sintomatología. Las enfermedades más comunes que terminan convirtiéndose en dolor crónico son: la cefalea, la artritis, la lumbalgia, el dolor asociado al cáncer y el dolor neuropático (Boston Scientific Corporation, 2012). En Colombia el dolor crónico está asociado con la localización

osteomuscular (espalda y miembros inferiores), craneofacial (cabeza) y de abdomen (Estudio nacional del dolor, 2014).También, el dolor crónico se ha clasificado como dolor

neuroplástico y dolor idiopático. Éste último relacionado con aspectos de sensibilización que posibilitan la perpetuación del dolor crónico, pero de etiología no conocida como la

fibromialgia.

Sin embargo, desde otra perspectiva se plantea que la distinción entre el dolor crónico y el dolor agudo va más allá de la temporalidad y la duración del dolor, la diferencia radica por el contrario en las formas como se vive el dolor, sobre todo, porque en el dolor crónico no existe un factor que lo asocie a un tipo de fisiología determinada (Moscoso, 2011, p. 302).

El dolor crónico carece de una causa específica y no se asocia a una función

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En este orden de ideas, debido a las dificultades derivadas de las comprensiones del dolor crónico se menciona que en muchas ocasiones debe tenerse en cuenta la posibilidad de que la persona que lo padezca pueda nombrar su dolor, en ciertos casos, a través de escalas de dolor que pretenden involucrar también aspectos subjetivos del padecimiento del sujeto.

Otros estudios demuestran además, que el dolor crónico también es descrito como un mecanismo de defensa para la supervivencia humana que, sin embargo, conlleva al

sufrimiento y afecta diversas áreas de la vida, disminuyendo y deteriorando su calidad. Éste a su vez, genera altos costos tanto para la persona como para el Estado y las entidades de salud y salud pública.

En términos generales, haciendo alusión a algunas estadísticas del tema, en Colombia no se dispone de datos exactos sobre factores epidemiológicos, sin embargo la Asociación Colombiana para el Estudio del Dolor (ACED) publicó una encuesta acerca del dolor en el año 2008, en la cual se puede identificar que el 53% de la población ha sufrido de algún tipo de dolor en el último mes. Más del 60% afirman que es un dolor antiguo y que lo han sentido más de una vez en el último año, lo que permite concluir sobre la probabilidad de que éste sea un dolor crónico (Hernández, J & Gómez, I, 2008).

En lo que tiene que ver con la perspectiva psicológica se mantiene muy presente la asociación del dolor crónico con aspectos de la salud mental de las mujeres y en esta medida, se comprende la experiencia de dolor vinculada con las interacciones biológicas que generan distintas dolencias y que tienen que ver con factores psicológicos intrapsiquicos que influyen en la configuración de dicha percepción (Miró, 2003; Turk y Rudy, 1992). También se consideran las emociones como una de las dimensiones que configuran la experiencia de dolor (Melzack y Casey, 1968).

Según esta perspectiva, el dolor crónico se asocia con componentes perceptivos y afectivos como la depresión y la ansiedad, además de otros aspectos relacionados con la salud mental. Desde este punto de vista, el dolor crónico influye en gran medida en la calidad de vida de las personas, afectando no sólo su salud física sino también psicológica. También involucra aspectos relacionados con la vida social, familiar y con las capacidades para trabajar de manera productiva en el ámbito laboral.

Otras de las aproximaciones que hace la psicología tiene que ver con las

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teniendo en cuenta el transcurso de tiempo y de los síntomas, se centra en el sujeto que padece el dolor crónico pues esto reduce sus capacidades adaptativas que tienen que ver con la

incapacitación e invalidez para la realización de muchas de sus actividades cotidianas. En este sentido, debido a los diversos cambios por los que debe transitar la persona, una de las definiciones que hace la psicología frente al dolor crónico“…se hace más amplia o más especifica que la clínica e incluye como elemento esencial la presencia de problemas de invalidez, constitutivos y derivados de las necesidades a cambios adaptativos…” (Penzo, 2000. p. 66). Por otro lado, también el abordaje que hace la psicología se relaciona con las relaciones interpersonales que tiene el sujeto que padece el dolor crónico con los

profesionales de la salud con los cuales se ve enfrentado para afrontar, comprender y manejar su dolor.

De igual modo, desde perspectivas más sistémicas de la psicología, lo que respecta a un dolor crónico no es comprendido desde factores que se convierten en sintomáticos, patológicos o problemáticos para la persona. Sino que el marco de comprensión incluye una categoría de observación que explica los aspectos relacionales, contextuales y la noción de que las realidades de los sujetos hacen parte de un proceso de construcción social que pueden ser transformados en la medida en que se involucren estos aspectos. Ello conduce a un entendimiento de las problemáticas de salud desde otro lugar, en este caso, y cuestiona algunos criterios y diagnósticos utilizados por la ciencia objetiva (Arevalo, 1999).

Desde otra perspectiva distinta que crea significados frente al dolor, la filosofía hace un acercamiento a distintas comprensiones del dolor relacionándolo con la fragilidad humana y situándolo como una constante de la condición humana, que afecta a la persona tanto en su psiquismo como en su corporalidad. Así mismo, esta disciplina posiciona el sufrimiento como parte de la existencia, de modo que se asume que el hombre comprende el dolor como destino humano a pesar de que la noción de la modernidad no se ocupe de situarlo como una

experiencia vital sino como algo que hay que evitar.

Desde la mirada de la filosofía se habla del dolor como una sensación molesta, presente en alguna parte del cuerpo o en el cuerpo en su conjunto, la cual muchas veces no se puede explicitar o localizar pero que de todas maneras aqueja la integridad del ser (De

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Se considera que las causas del dolor no solo tienen que ver con las transformaciones orgánicas del cuerpo y las consecuencias de tipo fisiológico, sino que también se relaciona con el sufrimiento provocado por el dolor que genera el aislamiento o la desvinculación de la vida cotidiana de la persona. En este sentido, el sufrimiento se presenta “como un obstáculo que impide continuar las relaciones con el mundo de la persona” (De Caballero, 2004, p. 97). Con respecto a lo anterior, en David Le Breton (1999), señala que “no hay dolor sin

sufrimiento, es decir, sin significación afectiva que traduzca el desplazamiento de un

fenómeno fisiológico al centro de la conciencia moral del individuo”. Aquí se hace alusión a las transformaciones que se generan a partir de una experiencia de dolor crónica, la cual incluso llega a alterar nuestra propia identidad, autonomía y capacidad de accionar (De Caballero, 2004).

Jünger (2003) plantea que existe una correlación con el ser y el dolor, al afirmar: “dime cuál es tu relación con el dolor y te diré quién eres”. De este modo, se cuestiona acerca de si esta relación es de aceptación y soportabilidad, en tanto hace parte de nuestra condición como seres humanos. Sin embargo, De Caballero (2014) explica a partir de esto, que existen posiciones como la de la medicina que pretenden eliminar el dolor y sus efectos desde el control y la dominación, mediante estrategias y tratamientos. “Es así como la ciencia trata el dolor desde el punto de vista de su concepto de normalidad…y por eso establece un

distanciamiento con la subjetividad de la persona”. (De Caballero, 2014, p. 101).

Otros autores señalan que “el dolor es siempre interpretado”, ya sea desde la ciencia o desde otras posturas más metafísicas, ya que se busca generar condiciones de posibilidad o las causas de ese dolor. En ambos casos se piensa en eliminar el sufrimiento y se deja de lado la comprensión de la esencia del mismo (Ocaña, 1997).

Desde la cultura del dolor, por el contrario, se ha podido construir un panorama mucho más amplio en cuanto al dolor crónico, en el sentido en que cuestiona cómo tanto el foco científico como el cultural y otras disciplinas no alcanzan a dar una explicación “lógica” a este fenómeno. Aquí se sitúan las características del dolor crónico como una experiencia que va más allá del tratamiento clínico y que aparece también ligada a los significados y sentidos culturales (Moscoso, 2011). Es decir, el dolor crónico no solo atañe a la práctica biomédica que objetiviza el dolor. Así, Kant plantea que “para que los objetos se den en la sensibilidad, antes de ser pensados por el entendimiento, deben todas las experiencias pasar por la reflexividad” (Moscoso, 2011, p.305).

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hospitalaria conciben el dolor en términos de resistencia. Es decir, en el caso del dolor crónico se entiende esta experiencia de sufrimiento en dos niveles: físico y simbólico. El primero, en cuanto a que las causas fisiológicas muchas veces no obedecen a modelos médicos que ya establecían estándares frente a las enfermedades; y el segundo, porque se construía esa

experiencia sin tener en cuenta la subjetividad y el discurso del paciente frente a su dolor. Así, desde este enfoque, quien padece de dolor crónico se relaciona con su entorno a través de diferentes negociaciones posibilitando visibilidad y legitimidad (Moscoso, 2011, p. 302).

Desde otra perspectiva, en el libro “The Managment of Pain” publicado en 1953 por John J Bonica se logró plantear otro significado en torno al dolor, ajeno a construir modos de teorizar frente a este tema y dirigido al manejo del dolor. El autor se refiere a la “clínica del dolor” con el sentido de transformar el sufrimiento privado en un asunto de responsabilidad, a través del establecimiento de una práctica médica delimitada y de una cohesión social lo suficientemente amplia como para hacer del dolor y especialmente del dolor crónico, un objeto de reflexión pública y de atención primaria…” (Moscoso, 2011, p. 302).

Teniendo en cuenta las perspectivas anteriormente mencionadas y sus diversas comprensiones y significados que se tienen frente al dolor, es posible referirnos al dolor crónico como una experiencia compleja que se configura desde diferentes ámbitos y se sitúa en un marco de comprensión social y cultural, el cual a su vez, se complementa y resignifica a partir de todas estas definiciones.

2.2. Dolor crónico y trabajo remunerado

En las últimas décadas las sociedades se han caracterizado por las implicaciones que ha tenido la división sexual del trabajo y que posiciona al hombre y la mujer en determinadas dinámicas laborales, las cuales se han ido redefiniendo debido a factores como la

flexibilización laboral, el aumento de la participación femenina y otros cambios políticos, sociales y culturales, que han transformado las responsabilidades e imaginarios tanto femeninos como masculinos en relación con el mundo del trabajo (Faur, 2006). Estos factores han posibilitado que se generen lugares de vulnerabilidad según el género.

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servicio médico y se considera como una de las enfermedades que requiere mayor inversión monetaria por parte de las organizaciones laborales.

Con respecto a las diferencias de género con relación al dolor crónico en el entorno laboral, se han encontrado investigaciones que tienen que ver con el dolor de espalda, el cual es uno de los dolores crónicos que provoca mayor absentismo laboral en países como España (Artazcoz et al, 1999). Este autor menciona que después de un episodio por dolor de espalda, se estima que entre el 80% y el 90% de los trabajadores se reincorporan a su trabajo habitual, y el 5% al 10% se convierten en incapacitados crónicos y algunos sufren recurrencias

múltiples que pueden ser cada vez más graves y prolongadas, que terminan afectando su relación laboral.

Así, estas distintas formas de percibir el dolor permiten que los sujetos se sitúen en sus espacios de relación laboral desde el sufrimiento y la enfermedad, con miras a renegociar su noción como trabajadores, lo cual implica transformaciones en el empleo, la productividad y otras situaciones laborales. De igual modo, quienes padecen estas experiencias son sujetos cuyas vivencias corporales están atravesados por disciplinas, saberes, espacios y tiempos (Martín, 1994) que también requieren comprensiones distintas del padecimiento del dolor crónico.

Teniendo en cuenta lo anterior y haciendo alusión a la perspectiva de género,

determinados saberes posibilitan o no apartar el diagnóstico del dolor crónico más allá de las visiones hegemónicas, como se ha mencionado a lo largo de este escrito. La

biomedicalización de la vida y por tanto del trabajo y la salud laboral sitúan, por ejemplo a la mujer, como un sujeto asociado a cierto tipo de enfermedades y determinan “la

medicalización de la feminidad y con ello su constitución en algo patológico” (Pujal & Mora, 2010). Esto ubica los malestares femeninos como ajenos, dudosos e incluso ilegítimos desde las perspectivas de las organizaciones laborales y los riesgos que conlleva la salud laboral.

Por ello se busca comprender el sufrimiento y las experiencias relacionadas con el dolor desde lo contextual, según diversos factores, relaciones y situaciones que muchas veces van más allá de una causa objetiva o incluso cuestiones genéticas o hereditarias propias de un individuo.

En lo que respecta a las negociaciones que surgen en la tensión dolor crónico y

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del sujeto. De este modo, se supera la experiencia de dolor crónico como algo problemático en términos de las consecuencias que se generan en el ámbito laboral, económico, social y psicológico (Del Monaco, 2014, p. 191) para situarse como una experiencia comprendida también desde las transformaciones y vivencias subjetivas de una persona.

Al mismo tiempo, los individuos afrontan su dolor a partir de estrategias que ocultan el dolor con el fin de poder transitar por sus espacios laborales. A propósito de esto, Scribano & Lisdero (2010) hablan del concepto de “soportabilidad social” para hacer referencia a las prácticas hechas cuerpo que están orientadas a evitar el conflicto social dentro de un contexto, que en este caso es el laboral, así como a los mecanismos de un sujeto para regular sus

sensaciones. “Este concepto permite la aceptación, por parte del sujeto y la sociedad toda, de que a pesar de pasar por una experiencia de dolor, la vida social “se hace como si no pasara nada” a través de prácticas cotidianas” (Del Monaco, 2014, p. 191).

Como se mencionó, muchas personas que padecen dolor crónico permanecen en una constante negociación con sus espacios laborales, por tanto y seguido del concepto de “soportabilidad social”, se menciona el “aguante” como otra de las practicas de la cotidianidad de la que hacen uso las personas a fin de ocultar el dolor o reconocerlo de distintas maneras. Los sujetos se encuentran en la disyuntiva de afrontar su dolor por las implicaciones que esto conlleva a nivel personal, laboral y contextual. De ahí que se plantean algunos modos de accionar frente a cómo manejar esta situación en los lugares de trabajo. Por ejemplo, aceptar que tienen dolor y tomar la decisión de abandonar sus puestos de trabajo, no decirlo y seguir trabajando a pesar del dolor o también tener la posibilidad de decirlo pero aun así, seguir trabajando.

De este modo, se configuran prácticas o acciones que pretenden no modificar las cotidianidades laborales. Así, el “aguante del dolor” se da a partir de la creación de estrategias cotidianas que funcionan para lidiar con éste. Igualmente, el aguante se relaciona con aspectos de orden cultural, social y económico, así como con las formas en que cada individuo se posiciona subjetivamente frente a su dolor. Así mismo, se tiene en cuenta la mirada del otro que hace parte de su contexto, quien también puede juzgar o tomar postura frente a como se vive dicho “aguante”.

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lugares distintos a sus contextos de normatividad (Scribano & Lisdero, 2010) aun cuando estos contextos los mantienen y reproducen.

Existen otros mecanismos que utilizan algunos trabajadores con el fin de ocultar su dolor para conservar el empleo, así que cumplen con sus horarios y con las tareas que les establecen a pesar del sufrimiento. Por ejemplo, en algunos países las instituciones laborales muchas veces están asociadas a organizaciones que permiten el acceso igualitario a los puestos de trabajo lo que hace que las empresas o lugares de trabajo posibiliten el ingreso de personas con algún tipo de enfermedad y se evita con ello algún perjuicio legal puesto que les ofrecen posibilidades laborales para trabajar aun teniendo un dolor crónico. Por eso según algunas investigaciones, existen otras garantías en cuanto a esta relación dolor/trabajo que crean posibilidades de cuidado del empleado mediante tiempos y espacios de descanso para el manejo adecuado de dolor de las personas que lo padecen.

2.3.Relaciones De Género, Estudios Feministas Y Dolor Crónico

A continuación se recogen tres planteamientos que tienen el objetivo de desarrollar en clave las relaciones de género y otros estudios feministas con respecto al dolor crónico. En un primer momento se propone un análisis desde una perspectiva feminista que problematiza las formas como se está produciendo el conocimiento, para después mencionar la importancia que tiene el conocimiento situado e histórico en tanto da cuenta de que quien produce

conocimiento se involucra e involucra a quien estudia. De este modo, se busca eliminar entre muchas dicotomías, la que existe entre sujeto y objeto. Lo anterior, permite visibilizar que el conocimiento y la ciencia son construcciones sociales.

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Sin embargo, esto se pone en discusión, pues algunos autores afirman que a pesar de estas iniciativas, la OMS y otras instituciones no han logrado realizar la integración de dichos factores mencionados, por lo que aun existe un conocimiento médico hegemónico a la hora de acercarse a comprender un padecimiento.

En este marco, algunos estudios epidemiológicos muestran que un 63% de las mujeres informaron presentar dolor en los últimos tres meses y el 65% por más de tres meses

(Jablonska y cols, 2006). También, esta asociación señala que la mujer percibe mayor dolor y requiere de mayor cantidad de analgésicos para controlarlo que el hombre” situación que la hace altamente vulnerable ante los servicios de salud, con el agravante de que “poco se le cree”, sobre todo por parte de los hombres (Cepeda y Carr, 2003). Otra de las características comunes con relación al dolor crónico tiene que ver con que éste tiene mayor probabilidad de ser padecido por las mujeres, más que por los hombres. De ahí que la Asociación Colombiana para el estudio del Dolor (ACED) hallara en un estudio que la prevalencia del dolor crónico es mayoritariamente femenino (56%), con respecto a los hombres (44%).

En los estudios sobre género y dolor crónico, autores como Muruaga (2012) ponen en discusión desde una perspectiva feminista, las cifras y algunos abordajes del dolor crónico con relación a la medicina patriarcal y las diferencias de género en cuanto a la forma como se percibe y comprende la salud de hombres y mujeres. El autor hace referencia a lo que se ha demostrado a través de la historia en cuanto a que las quejas femeninas del dolor son tratadas con medicina, es decir, el abordaje médico trata el dolor crónico y otros sufrimientos

relacionados con la mujer a partir de la medicalización de los síntomas.

Estas categorizaciones y significados frente a las formas de padecimiento de hombres y mujeres revelan cómo los discursos hegemónicos evidencian en algunos casos, la

prevalencia femenina en ciertos padecimientos, con lo cual hay una sobre representación de las mujeres en las estadísticas epidemiológicas y referentes a la enfermedad (Ordorika, 2009). A propósito de lo anterior y como se mencionó en un primer momento, con el fin de

preguntarse como se han ido construyendo las distintas formas de conocimiento, los estudios feministas coloniales cuestionan las lógicas modernas y androcéntricas con respecto a la producción científica del conocimiento. Desde este punto de vista, se pone en evidencia que dicho conocimiento establece relaciones de saber-poder, en tanto pretende transmitir

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En este sentido, como señalan Haraway y otras feministas, el contexto científico se enuncia desde lo que la autora llama el “testigo modesto”, como quien involucra la

objetividad como forma de conocimiento hegemónico y que deja enunciadas una

multiplicidad de dicotomías que recaen sobre las formas de concebir lo femenino a partir de discursos y verdades establecidas que se transmiten al mundo social. A propósito de esto, Vargas-Monroy ( 2010, p. 81) se refiere al testigo modesto planteado por Haraway: “…debemos dedicar una mirada en detalle a la modestia del testimonio: señalando como a través de esta característica, se articula la pretensión de producir un «conocimiento objetivo», lo que abre la posibilidad de un lugar de supremacía sobre el objeto (se posee la verdad del otro), pero también sobre otras formas de conocimiento que en contraste serán consideradas subjetivas…”.

De este modo, se pretende visibilizar y rescatar desde un enfoque socio-cultural, elementos importantes para la comprensión del fenómeno en términos del reconocimiento del cuerpo, la identidad y los roles femenino y masculino en el marco de lo social y lo relacional. Esta posición crítica frente al género hace repensar cuestiones acerca de las verdades

objetivas y los conocimientos universales frente a las concepciones de la salud, a partir de una mirada que involucre la historia y los distintos contextos por los que transita un sujeto que padece dolor crónico. De igual modo, debe tenerse en cuenta que las experiencias de sufrimiento, en especial las de dolor crónico, al no tener un origen físico-biológico

determinado, responden también a experiencias contextuales como se ha ido mencionado. Con respecto a lo anterior, se habla de un sujeto en relación con sus condiciones socio-históricas desde las cuales actúa y se construye en medio de tensiones y

contradicciones. En el caso de las mujeres, se ha construido una noción de sujeto atravesado por estereotipos y patologías alrededor de lo femenino, que ejercen control sobre los cuerpos y mentes, así como de la sexualidad concebidos como lugares de irracionalidad. Estas construcciones hacen parte de configuraciones respecto al cumplimiento de roles sociales asignados según el género, a factores sociales propios del patriarcado y a algunas de las particularidades de la vida de las mujeres que las afectan y las enferman.

Con ello se hace referencia a las labores tradicionales asignadas a las mujeres como amas de casa, esposas, madres, entre otras, que terminan siendo invisibilizadas o percibidas como poco importantes o desvalorizadas. Esto deriva en el problema del poder, la

marginación y la dominación de género presente en el cuerpo social.

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de vulnerabilidad, así como el involucramiento de la historicidad de quien padece dolor crónico, a fin de reconocer cómo se constituye ese dolor y cómo se convierte en una experiencia subjetiva. A propósito de esto, como menciona la fenomenología, “…la naturaleza del orden social es siempre contingente al posicionamiento del sujeto ante el mundo que éste reconoce como relevante…” (Pujal & Mora, 2010, p. 1185).

Por eso, para comprender el fenómeno del dolor crónico de manera más reflexiva, es necesario introducir la noción de los llamados sujetos situados, concepto que reconoce la transición de la experiencia individual dirigida al mundo social y viceversa, así como la concepción del cuerpo vinculada a las experiencias sociales, culturales y relacionales. Es decir, pensar el cuerpo como un escenario que articula “…cartografías de diferentes lenguajes superpuestos (sentidos, mecánicas, dinámicas, gramáticas, significados, símbolos,

identidades, expectativas búsquedas, estructuras)…y que muestra la conexión entre lo social, lo psíquico y las gramáticas de los cuerpos…” (Pujal & Mora, 2010, p. 1185).

En ese sentido, tener una mirada feminista que involucre comprensiones del

conocimiento situado permite mirar esas relaciones de poder y cuestionarlas. Se pretende ser parte de lo que se está investigando y poner en evidencia esas relaciones. Esto tiene que ver también con posicionarse desde la teoría crítica la cual se opone a universalizar.

El conocimiento situado es entonces, otro de los puntos clave para tener en cuenta, pues permite contextualizar a quien se investiga y que el investigador se sitúe en ese contexto histórico social, político y cultural para producir conocimiento. Esto cuestiona y problematiza el conocimiento eurocéntrico, habitual, generalizado y heteronormativo. También implica cuestionar de forma compleja las relaciones de poder y los impactos políticos en la

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una identidad social y unos roles determinados con el fin de dar cuenta de las vivencias de los sujetos y el relato de su experiencia subjetiva.

Haciendo alusión a lo expuesto frente al diagnóstico diferencial de género, también se plantea la importancia de la constitución del dolor crónico con relación a la construcción de la identidad. En este orden, se habla de “la trayectoria vital de los cuerpos” en el sentido que se comprende la identidad como un factor cambiante y contradictorio a la performatividad de un rol establecido, ya sea masculino o femenino, presente en los diferentes contextos cotidianos (familiares, relacionales, laborales, entre otros). De ahí que “…ello conduzca a la ambigüedad de la identidad, en el sentido de un cuerpo en búsqueda de una actividad dentro de escenarios ambivalentes que exigen ciertas demandas socialmente construidas…”.(Pujal & Mora, 2010, p. 1192). En consecuencia, el dolor crónico resulta siendo una actividad perpetua y

contradictoria en tanto se sitúa en los contextos de la vida cotidiana y se hace visible o

invisible como un modo de adaptación a los distintos contextos por los que transita el sujeto. Por otro lado, se habla de un sujeto que afronta una ambivalencia con respecto a su dolor, puesto que está regido por un contexto normativo, hegemónico, androcéntrico y binario en el cual se establece un deber ser, por ejemplo, una mujer trabajadora y productiva, que entra en conflicto con su condición de dolor. Esto se relaciona con otro elemento importante que tiene que ver con las implicaciones que se establecen dentro del mundo laboral en cuanto a la generación de nuevas negociaciones dentro de estas concepciones hegemónicas para crear formas de afrontamiento y reconocimiento que construyan mecanismos que visibilicen dentro de este contexto el dolor crónico y la forma en que éste puede comprenderse de maneras distintas.

Por ello es importante considerar desde el ámbito laboral, que el dolor crónico puede reconocerse desde la emocionalidad de quien lo padece, puesto que éste es un plano

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En este orden de ideas, desde las perspectivas y los aportes que hace la antropología médica se comprende que las formas de afrontamiento del dolor crónico tienen que ver con que son construcciones que exceden las explicaciones biológicas, científicas, objetivas y dualistas y que dichas experiencias de sufrimiento están asociadas directamente a la manera en que obedecemos a las construcciones, imaginarios y exigencias de la vida social misma, así como a la emocionalidad respecto a las distintas formas en que nos permitimos sentir el dolor. Por eso se plantea que los cuerpos atravesados por el dolor crónico entran en relación con moralidades (Del Monaco, 2014, p. 125) y concepciones de género que permiten comprender los distintos modos de padecer y sufrir.

Para comprender estas moralidades que son transversales al padecimiento del dolor crónico, se hace alusión al concepto de biologías locales en términos de comprender que los procesos socioculturales y biológicos están siempre vinculados. Lo biológico, por un lado, en el sentido que representa las experiencias somáticas y las explica desde distintos dominios como la medicina; y lo social, por otro, en tanto el fenómeno del dolor se construye a partir de unos supuestos culturales y pasa a la constitución de la subjetividad de quien lo padece. A partir de este concepto de las biologías locales surge el termino de “anatomía moral”, que es explicado en el marco de la perspectiva de género y hace alusión a cómo lo anatómico y corporal se vincula a dichos contextos locales, sociales y económicos como son el ámbito laboral, lo relacional y lo político, entre otros (Del Monaco, 2014).

Las anatomías morales también tienen que ver como se mencionó, con las

normatividades y moralidades que se despliegan alrededor de estas instituciones de saber-poder en los modos de padecer el dolor crónico, sobre todo en términos de las prácticas y las dinámicas correspondientes al género. Por ejemplo, muchos dolores de las mujeres se asocian a “cambios hormonales” o “trastornos menstruales”, propios del género femenino, lo que pone en cuestión el sentir dolor crónico y le quita legitimidad por el hecho de asociarlo a imaginarios y estereotipos de feminidad y masculinidad presentes en nuestra cultura.

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forma de problematizar lo que uno es, hace, la clase o minoría social y el género al que pertenece, de reconocerse a sí mismo y a los otros…” (Del Monaco, 2014, p. 135).

Los dolores crónicos se asumen entonces desde las concepciones femeninas o masculinas que han sido legitimadas a partir de conocimientos normalizados de valores y saberes de la vida cotidiana frente al deber ser para enfrentar y lidiar con ese dolor, sobre todo, en ámbitos contextuales como el trabajo y el entorno personal. En estas concepciones desde las cuales se ha edificado racionalmente el sentido del dolor crónico, se ha dejado de lado la comprensión de las distintas subjetividades de los individuos y en esa medida, del cuerpo mismo de quienes lo padecen. Es decir, se desconocen las dimensiones culturales, sociales y morales del dolor, frente a las explicaciones biológicas y médicas.

A partir de esto, el “me duele, luego existo”, se plantea como un lugar que pretende romper con la dualidad cartesiana de “pienso, luego existo”, a fin de enunciar el cuerpo como modo de reconocimiento del dolor, sin privilegiar la racionalidad y reconocer otros factores como las emociones y las construcciones sociales alrededor de éste. En este sentido, “… las emociones son experiencias y estrategias retóricas mediante las que las personas se expresan, reclaman, promueven, prohíben o justifican ciertas acciones sociales… Son producidas y construidas en el lenguaje y las relaciones sociales…” (Del Monaco, 2014, p. 135).

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2.4. METODOLOGÍAS DE INVESTIGACIÓN: UNA APROXIMACIÓN A LA SUBJETIVIDAD DE LAS MUJERES

Podría decirse entonces que la idea de dolor crónico se configura como una experiencia que involucra la subjetividad. Así como también que el conocimiento que se relaciona con la salud y la enfermedad se redefine constantemente debido a los diversos significados que se le atribuyen a estas categorías, y por tanto, están en permanente

construcción social y cultural. Igualmente se pone en evidencia, como afirma la antropología médica, que “…los cuerpos se rehúsan a adaptarse o a someterse a las categorías universales y a los conceptos hegemónicos sobre enfermedad-malestar y eficacia médica…” (Rubin & Denman & Monteverde, 2006, p. 18).

En este orden de ideas, resulta evidente que las formas de verbalizar el dolor y narrarlo han estado en muchos casos silenciadas por las formas en que nos hemos aprendido a

posicionar frente al dolor por parte de instituciones y discursos dominantes. La medicina, por ejemplo, define el dolor a partir de síntomas y aborda el cuerpo de quien lo padece a través de conocimientos racionales y lógicos que deben ser tratados con fármacos o curas físicas y biológicas de la enfermedad. Esto termina convirtiéndose en un conocimiento naturalizado y alienado de las experiencias del cuerpo con dolor. Así, el sujeto se convierte en objeto de análisis, invisibilizando en muchos casos, su narrativa frente al dolor crónico. Foucault (1982) describe que estas formas de producción de conocimiento sobre los síntomas, signos y

estadísticas no son más que usos de las relaciones del poder sobre los cuerpos que se sitúan desde una posición determinada y no involucran al sujeto.

En este sentido, en el marco de las metodologías de investigación que aquí pretenden abordarse, se hace referencia a los intercambios dados en el lenguaje, dentro de los cuales aparece la narratividad como un lugar “…transicional entre lo psicológico y lo sociocultural, donde la subjetividad aparece como un proceso activo que media la relación del individuo con su entorno, en virtud de otras narrativas socioculturales disponibles, y cómo el sujeto logra inscribirse en ellas, contestarlas, transformarlas…”(Schöngut et al, 2014, p. 91).

Así, se hace alusión a un posicionamiento activo de quien investiga, como ya se mencionó, con respecto al conocimiento situado, y en el cual también se busca romper con la relación dicotómica entre sujeto y objeto, así como con la posición tradicional de la

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Al respecto, en el marco de las epistemologías feministas, según lo planteado por Haraway (1988), en cuanto al conocimiento situado, tanto las narrativas como la

intertextualidad están presentes como elementos del proceso de investigación, pues

configuran metodologías que dan lugar a la reflexividad. “… A través de la reflexividad, la investigadora puede mirarse parcialmente a sí misma como efecto de poder, que funciona a nivel tanto subjetivo como institucional, permitiéndole desplazar su posición para una producción de conocimiento más democrática y emancipadora…”(Schöngut et al, 2014, p. 92).

En esta medida, la reflexividad se convierte en una práctica, un lugar de enunciación, donde se construyen distintos significados tanto del investigador como de quien está siendo parte de la investigación. De modo que se tienen en cuenta y se reconocen, aspectos que tienen que ver con los discursos, los contextos socioculturales, las subjetividades y las

relaciones de poder. Esta metodología está en permanente construcción en tanto involucra una diversidad de sentidos y significados.

Más allá, la antropología, la sociología e incluso algunas perspectivas de la psicología, pretenden reconocer que el dolor es una experiencia y en tanto experiencia construye

subjetividad y es política. Se menciona que el dolor da significado a las formas de medición del mismo a partir de la forma como se narra y se siente. Es decir, las formas de nombrar el dolor y de percibir el cuerpo enfermo permite entender de manera particular la enfermedad, su contexto y sobre todo comprenderlo como una experiencia situada en condiciones históricas por las que ha transitado el sujeto a lo largo de su vida. Por esta razón, se afirma que el dolor necesita expresión y dicha expresión requiere de prácticas culturales y sociales que lo

acompañen, lo reconozcan y lo narren (Phillips, 2014).

Las experiencias de dolor terminan moldeando las formas de vivir y establecen nuevas relaciones con el propio cuerpo, por ello cabe preguntar: ¿cómo se entiende que se está

enfermo? o ¿qué aspectos se involucran en ese dolor? En este sentido, cada quien es capaz de reconocer su propia experiencia de dolor crónico, incluso en algunos casos, la misma mujer que padece dolor crónico se convierte en experta de su propio cuidado y sus aprendizajes cotidianos para “lidiar” con el dolor en los distintos ámbitos de su vida como el trabajo.

Según como se vaya desarrollando un dolor crónico como en el caso de la

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experiencia. Esto les permite empoderarse y adquirir un papel activo en el cuidado de ese dolor crónico.

Apropiarse del dolor crónico y convertirse en cuidadora de sí misma, permite por un lado, construir una independencia frente al modelo biomédico y por otro lado, desnaturalizar el hecho de que la mujer debe ser cuidada por otros o ser objeto de cuidado. Al contrario, se trata de empoderar a la mujer y resignificar aspectos del cuidado con referencia a la

feminidad.

A partir de las distintas perspectivas que existen frente al dolor crónico y poniendo en cuestión las formas de producción de algunos de estos conocimientos con el fin de

problematizar el concepto, se han encontrado otros significados de carácter social, cultural e histórico que como construcciones permiten abordar el dolor como experiencia subjetiva, lo cual ha sido una de las conclusiones a las que se ha llegado a lo largo de este escrito.

En este orden de ideas, se plantea la forma como el dolor construye subjetividad y permite generar transformaciones de sentido a partir de una perspectiva de género. Esta última se plantea como categoría de análisis de todos los procesos y fenómenos sociales por los que transitan los individuos, en este caso, las mujeres (Bonder, 1998).

Pensar el género como un proceso que permite acercarse a comprender los procesos de subjetivación da cuenta que la subjetividad se construye en y a través de un conjunto de relaciones sociales con diferentes identificaciones simbólicas y relaciones de poder relativas a la etnicidad, la raza, la clase y la edad, entre otras (Bonder, 1998). También hace posible visibilizar a la mujer como un sujeto múltiple que se posiciona y le da significado a su experiencia según las relaciones dadas por el contexto histórico y social. En esta medida, son las experiencias frente al dolor crónico y las formas en que es narrado y percibido desde diferentes ámbitos, las que dan origen a las construcciones subjetivas de quien lo padece. Esto hace pensar en el proceso de subjetivación en términos de una trama de posiciones de sujeto, inscritas en relaciones de fuerza en permanente juego de resistencias (Bonder, 1998).

Así, Ordorika (2009) menciona la importancia de construir conocimientos dirigidos a involucrar la forma como los procesos sociales impactan en la construcción de las

percepciones de la enfermedad y otros padecimientos. Se menciona que la producción social de la salud se relaciona específicamente con las condiciones particulares de vida de las mujeres y analiza cómo influyen de manera negativa en su salud física y mental. Condiciones adversas que dejan ver procesos de subordinación de la mujer dentro de sociedades

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se refiere a una condición física o psíquica, sino que resulta de su desempoderamiento y falta de recursos materiales y simbólicos…” (Ordorika, 2009, p. 663).

A propósito de esto, cabe resaltar cómo empieza a configurarse la idea de que la experiencia del dolor crónico construye subjetividad, en el sentido de que el proceso de subjetivación habla de “…la singularidad, el particular tejido de las hebras que componen cada biografía, la densidad de la vivencia del sí mismo…” (Lopez Petit, 1996). De ahí que se reconozca y se haga evidente que como seres humanos, ya sea hombres o mujeres, nos reafirmemos en una identidad, una singularidad o mismisidad, que configuramos a partir de nuestras narrativas y múltiples interacciones con el Otro y el mundo social. Esto, como afirma Montero (1997), deja ver una forma de entender lo que llamamos “identidad” como un relato que hacemos de nosotros mismos. En ese sentido, hay una ruptura al considerar que la

identidad de género está determinada por factores o aspectos específicos, y por el contrario, es algo que se construye o se va de-construyendo con respecto a las experiencias por las que transitan los sujetos.

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3. CONCLUSIONES

Es posible ahora concluir, exponiendo las teorizaciones y posibilidades que desde la presente investigación emergen, las distintas formas en que se puede llegar a pensar estos temas desde múltiples perspectivas que enriquecen la construcción de conocimientos interdisciplinarios, generando reflexiones y problematizaciones importantes frente a las maneras tradicionales y hegemónicas que desde disciplinas como la medicina o la psicología se ha venido pensando el tema de la enfermedad o como en este caso, el dolor crónico, la mujer y sus implicaciones en el ámbito laboral.

Las diferentes prácticas y usos dialógicos presentes en las relaciones de poder de las instituciones y en el conocimiento científico, permiten visibilizar cómo se configuran los saberes tradicionales frente a la enfermedad produciendo explicaciones objetivas y asociadas a la normalidad. Lo cual va permeando el tejido social a través de acciones, creencias, significados y formas particulares de relación dentro de un contexto determinado, como es el trabajo, específicamente con relación a las formas en que configuramos ciertas concepciones de género.

Por esta razón, se considera que es imprescindible dar continuidad a la producción de estas investigaciones desde perspectivas feministas las cuales se sitúan desde una posición crítica y posibilitan repensar y resignificar las comprensiones y configuraciones hegemónicos en torno a cómo las mujeres viven el dolor crónico y cómo éste atraviesa sus corporalidades y afecta sus relaciones laborales. De ahí que se rescate la experiencia de dolor crónico como una transformación de sentido que esta ligada a condiciones socio-históricas que van configurando procesos de subjetividad y que a la vez es reinterpretada constantemente.

Se resalta entonces la importancia del reconocimiento de aquellos contextos de

vulnerabilidad en relación con las construcciones en torno a lo que ha significado ser mujer, a los roles que le han sido asignados, a concepciones patriarcales, androcéntricas y a procesos de subordinación por los cuales ha atravesado. De esta forma, se abre un amplio panorama de entendimiento con respecto a las formas de padecer en tanto éstas están en un permanente dialogo con los contextos sociales, históricos, culturales y laborales. En esta medida esto nos lleva a pensar en las maneras en que nos posicionamos y nos relacionamos con nuestros entornos cotidianos, con el mundo laboral, por ejemplo, a partir de negociaciones o resistencias.

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padecen el dolor crónico, como una herramienta que facilita la resignificación de

comprensiones en torno a visibilizar las particularidades que surgen de esta experiencia de dolor crónico en relación con las concepciones de género. Lo que nos lleva a considerar otros significados que involucran procesos sociales e históricos por los que ha transitado la mujer y que nos permite preguntarnos por las particularidades en las maneras de padecer.

En cuanto a la investigación en Colombia y en otros países en donde se reviso este tema, se podría decir que ésta aun incipiente y se requiere de mayores indagaciones en el marco de las temáticas que se abordaron en este estado del arte, ya que esto atañe a la salud pública, ya que tiene que ver problemáticas que hacen alusión al género y a la salud laboral.

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BIBLIOTECA ALFONSO BORRERO CABAL, S.J. DESCRIPCIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO

FORMULARIO

TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS DOCTORAL O TRABAJO DE GRADO

Estado del Arte: Mujer, Trabajo y Dolor Crónico, una aproximación a la subjetividad de las mujeres.

SUBTÍTULO, SI LO TIENE

AUTOR O AUTORES

Apellidos Completos Nombres Completos

Rojas Silva Juanita

DIRECTOR (ES) TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO

Apellidos Completos Nombres Completos

Huertas Hernández Olga Lucia

FACULTAD Psicología PROGRAMA ACADÉMICO

Tipo de programa ( seleccione con “x” )

Pregrado Especialización Maestría Doctorado

x

Nombre del programa académico Psicología

Nombres y apellidos del director del programa académico Sandra Juliana Plata Contreras

TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE:

Psicóloga

PREMIO O DISTINCIÓN(En caso de ser LAUREADAS o tener una mención especial):

CIUDAD AÑO DE PRESENTACIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO

NÚMERO DE PÁGINAS

Bogotá 2015 32

TIPO DE ILUSTRACIONES ( seleccione con “x” ) Dibujos Pinturas Tablas, gráficos y

diagramas Planos Mapas Fotografías Partituras

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Son los términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para designar estos descriptores, se recomienda consultar con la Sección de Desarrollo de Colecciones de la Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J en el correo biblioteca@javeriana.edu.co, donde se les orientará).

ESPAÑOL INGLÉS

Dolor crónico Chronic pain

Subjetividad Subjectivity

Feminismo Feminism

Trabajo Trabajo

RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS (Máximo 250 palabras - 1530 caracteres)

INGLES

The present State of Art dealt with questioning the forms to produce scientific knowledge around the suffering of chronic pain in women, particularly in the workplace, based on relations of gender and feminist studies, in order to give place to the understanding of the different subjectivities. Feminism was addressed as a methodological approach cause it allows to give a new meaning to the constructions and social imaginaries that have been established around how conceive cultural representations of the feminine, in order to break with hegemonic scientific truths. Likewise, through the situated knowledge, narrative and reflexivity, it was able to realize of the ways in which social and historical processes have an impact on the formation of chronic pain and are permeated by relations of power-knowledge in order to question them and transform them. In this sense, was managed to rescue the interdisciplinary nature of research and propose some thoughts around the perspectives considering women, chronic pain and work. The possibility on how the pain builds subjectivity and can generate transformations of consciousness from a gender perspective that questions androcentric positions and patriarchal, where the female has gone through and situates her in contexts of vulnerability and not legitimacy is considered.

ESPANOL

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