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SEMINARIO DE EXTENSIÓN ICHPA

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INTRODUCCIÓN A LA CLÍNICA

DE D. W. WINNICOTT

Un recorrido cronológico por todas sus obras

__________________________________________

SEBASTIÁN LEÓN PINTO

SEMINARIO DE EXTENSIÓN ICHPA

(2)

Es mucho más difícil

ocuparse de la salud

que de la enfermedad.

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ÍNDICE

1.- Introducción: Vida y obra de D. W. Winnicott ………... 4

2.- «Conozca a su niño» ………... 6

3.- «El niño y el mundo externo» ……….... 8

4.- «Escritos de pediatría y psicoanálisis» ………...….. 10

5.- «El niño, la familia y el mundo externo» ………...……….. 12

6.- «La familia y el desarrollo del individuo» ………...… 14

7.- «Los procesos de maduración y el ambiente facilitador» ……….... 16

8.- «Realidad y juego» ………..…. 19

9.- «Clínica psicoanalítica infantil» ………..………. 22

10.- «Psicoanálisis de una niña pequeña» ………..……… 25

11.- «Deprivación y delincuencia» ……….... 27

12.- «El hogar: nuestro punto de partida» ………..……… 30

13.- «Sostén e interpretación» ………..………. 33

14.- «Los bebés y sus madres» ………... 35

15.- «El gesto espontáneo» ……….... 38

16.- «La naturaleza humana» ………. 41

17.- «Exploraciones psicoanalíticas (I)» ………...…... 43

18.- «Exploraciones psicoanalíticas (II)» ………... 45

19.- «Conversando con los padres» ………... 48

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1. WINNICOTT. INTRODUCCIÓN. “Winnicott [descubrió], siendo un estudiante, «El origen de las especies», de Charles Darwin. (…) En el plano maestro de la evolución del hombre, sobre el que

trabajó durante más de cuarenta años, Winnicott intentó explicar cómo el individuo crece, a través de la dependencia, hacia una forma de ser personal (…). Él subrayaría que era necesaria la continuidad del cuidado («la madre suficientemente buena») para sostener lo que él llamaba el «seguir siendo» [being], «la línea de vida» del infante, en las primeras etapas de su vida. Consideraba que la vida instintiva posiblemente constituía una complicación para la necesidad más importante del hombre de relacionarse, lo que para un psicoanalista resultaba enigmático. Para él, la enfermedad significaba la inhibición de aquella espontaneidad potencial que, desde su punto de vista, caracteriza el hecho de estar vivo en una persona. Y llegaría a la conclusión de que la psicopatología se origina en los cortes de esa continuidad, las distracciones en el desarrollo temprano de una persona: brechas causadas por las intrusiones, las deprivaciones y las catástrofes naturales de la infancia, muchas de las cuales consideraba como resultado de las fallas en el cuidado brindado por los padres” (Phillips, 1988 [1997]), p.15-16).

2. LO QUE LLAMAMOS EL PRINCIPIO. “Donald Woods Winnicott nació en Plymouth el día 7 de

abril de 1896. Le pusieron el nombre de su abuelo materno. Cuando Donald nació, Frederick y Elizabeth Winnicott ya tenían dos hijas mujeres, Cathleen y Violet, de cinco y seis años respectivamente. Según Winnicott, creció de algún modo… como si fuese hijo único con varias

madres y con un padre que durante mi infancia dedicaba todo su tiempo a la política y a los negocios” (op. cit., p. 39-42).

3. TOMANDO LA HISTORIA. “Winnicott daría tanta importancia como Anna Freud a los padres reales

–cuya ayuda a menudo formaría parte del tratamiento- y las circunstancias en las cuales vivían. Klein, por ejemplo, se refiere en escasas oportunidades en su trabajo a las condiciones económicas y sociales. También al igual que Anna Freud, Winnicott no sería tan estricto como había sugerido Klein respecto de la no connivencia [complicidad] con el niño. Sin embargo, Winnicott tendía naturalmente a seguir la teoría de Klein. Gracias a su experiencia como pediatra (…) abordó el trabajo de Klein con su propia convicción acerca de la importancia que tenía el desarrollo del período pre-edípico en la vida del niño” (op. cit., p. 58).

4. TIEMPOS DE GUERRA. “Durante la guerra sería cada vez más difícil ignorar la presión de la

realidad externa. Winnicott se convirtió en su vocero representativo ante la Sociedad Británica [de Psicoanálisis]. (…) En diciembre de 1939 Winnicott y dos psiquiatras, John Bowlby y Emmanuel Miller, enviaron una carta al British Medical Journal en la que explicaban por qué «la evacuación de

niños pequeños de entre dos y cinco años de edad crea grandes problemas psicológicos». Así como

la llamada «neurosis de guerra había tenido gran influencia en el desarrollo de la teoría

psicoanalítica, los problemas de los niños evacuados en Gran Bretaña modificaron el pensamiento psicoanalítico acerca de la infancia. La separación prematura del hogar podía significar mucho más que la experiencia real de tristeza para el niño; de hecho, podría llegar a producir un apagón emocional». Los problemas evolutivos que presentaba la evacuación, tanto para las madres como

para los niños, marcaron un hito en el trabajo de Bowlby y de Winnicott, lo que no fue tan evidente en el de Melanie Klein” (op. cit., p. 74; 77).

5. EL SELF EMERGENTE. “Winnicott (…) destacó la importancia de tratar los problemas emocionales

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hacer que las personas se desarrollaran, pero sí se les podía proporcionar un marco relativamente no intrusito en el que el desarrollo resultaba posible” (op. cit., p. 113).

6. CONSTRUYENDO LO REAL. “Winnicott señala: «Aún debemos considerar la cuestión acerca de qué es la vida misma». Para Winnicott, no se trataba de (…) una esencia conocida (…) sino de lo

que, para cada persona, «proporciona la sensación de lo real». Esto era algo que sólo cada persona podía descubrir por sí mismo. La experiencia de estar vivo (…) no podía darse por sentada. Había personas que habían experimentado una falla tan severa del sostén ambiental temprano, que sentían que no habían comenzado a existir. Sus vidas se caracterizaban por una sensación de futilidad nacida de la complacencia. Para estas personas, el psicoanálisis implicaba la provisión de un medio en el que (…) «el paciente encontrará su propio self y podrá existir y sentirse real»” (op. cit., p. 141-142).

7. EL JUEGO DE LA INTERPRETACIÓN. “Mientras que para Freud el psicoanálisis era en esencia

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1. CONOZCA A SU NIÑO. LA MADRE [DEDICADA COMÚN Y CORRIENTE] Y SU BEBÉ. UN HOMBRE OPINA SOBRE LA MATERNIDAD [1949]; “El hecho de convertirse con el tiempo en individuos adultos, sanos, independientes y positivos para la sociedad depende en forma absoluta de un buen comienzo que la naturaleza asegura por medio del vínculo entre el bebé y su madre, lo que se llama

amor. (…) Esto incluye también al padre, no sólo porque pueden ser buenas «madres» durante

períodos limitados, sino también porque pueden ayudar a proteger a la madre y al bebé contra todo aquello que ponga en peligro el vínculo que los une y que constituye la esencia y la naturaleza misma del desarrollo normal del niño” (Winnicott, 1957a, p. 15-16). CÓMO CONOCER A SU BEBÉ [1945]. El cuidado de un niño recién nacido constituye una tarea de dedicación exclusiva y (…) sólo hay una persona que puede hacerla bien” (op. cit., p. 24).

2. EL BEBÉ: UNA EMPRESA EN MARCHA [1949]. “Su bebé no depende de usted para su crecimiento y desarrollo. Cada bebé es una empresa en marcha. En cada uno de ellos existe una chispa vital, y ese anhelo de vida, crecimiento y desarrollo forma parte del bebé, es algo con lo que el niño nace y que se cumple en una forma que no necesitamos comprender. Por ejemplo, si usted entierra un bulbo en una maceta, sabe muy bien que no necesita hacer algo para que se convierta en un narciso; simplemente se limita a proveer la clase de tierra adecuada y proporcionarle el agua que necesita. El resto se produce naturalmente, porque el bulbo contiene vida en sí mismo. Ahora bien, el cuidado de los niños es mucho más complicado que el de un narciso, pero el ejemplo es adecuado porque, en ambos casos, tiene lugar un proceso del cual usted no es responsable” (op. cit., p. 28-29). EL BEBÉ COMO PERSONA [1949]. “Hay quienes sostienen que, hasta los 6 meses, un bebé no es más que un cuerpo y un conjunto de reflejos. Por favor, no se deje impresionar por quienes hablan así. Disfrute a medida que vaya descubriendo la persona que es su bebé, porque éste necesita que usted lo haga, y así estará preparada, aguardando sin apuro, agitación o impaciencia a que el bebé comience a jugar. Esto es lo que indica, por encima de todo, la existencia de una vida personal interna en el bebé. Si encuentra en usted una correspondiente capacidad para el jugar, la riqueza interior del bebé florece, y los momentos en que juegan juntos se convierten en la mejor parte de la relación entre ustedes dos” (op. cit., p. 59).

3. EL MUNDO EN PEQUEÑAS DOSIS [1949]. “La persona normal tiene, al mismo tiempo, el sentimiento de la realidad del mundo y de la realidad de lo que es imaginario y personal (…). Nuestra ventaja es grande, porque ello nos permite utilizar nuestra imaginación para tornan más atractivo al mundo y aprovechar los objetos del mundo real para enriquecer nuestra imaginación. ¿Se trata de una evolución natural? No, a menos que al comienzo cada uno de nosotros cuente con una madre capaz de presentarnos al mundo en pequeñas dosis. (…) Es mucho lo que depende de la forma en que el mundo se presenta al bebé y al niño que crece. La madre corriente puede comenzar y llevar a cabo esta desconcertante tarea de presentar el mundo en pequeñas dosis, no porque sea inteligente, como los filósofos, sino simplemente por el amor que siente hacia su hijo” (op. cit., p. 84; 90).

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características de la madre, y para ésta constituye un gran alivio que el padre las asuma” (op. cit., p. 128-129; 126-127).

5. “Trataré de explicar por separado de qué maneras el padre es valioso. En primer lugar, el padre es necesario en el hogar como ayuda moral y material de la madre. (…) La unión del padre y la madre proporciona un hecho, un hecho sólido sobre el cual el niño puede construir una fantasía, una roca a la que aferrarse y a la que puede atacar y, además, forma parte de los cimientos naturales para una solución natural frente al problema de la relación triangular. En segundo lugar: (…) el padre es necesario para proporcionar apoyo moral a la madre, para respaldar su autoridad, y constituirse en el ser humano que representa la ley y el orden que la madre implanta en la vida del niño. (…) En tercer lugar, el niño necesita al padre por sus cualidades positivas y por lo que lo distingue de los otros hombres, y de la vitalidad de su personalidad. (…) El padre enriquece enormemente el mundo del niño. (…) Los niños forman su ideal, por lo menos en parte, según lo que ven, o creen ver, cuando miran al padre. (…) Y si el padre interviene alguna vez en sus juegos, inevitablemente aportará nuevos y valiosos elementos que enriquecen la actividad infantil. (…) Una de las cosas que un padre hace por sus hijos es estar vivo y mantenerse vivo durante los primeros años de la infancia. (…) Es sabido que a veces existe un vínculo particularmente vital entre un padre y su hija. En realidad, toda niñita sueña con ocupar el lugar de la madre o, por lo menos, sueña con aventuras románticas. (…) También puede suceder que un niño y su padre se sientan rivales con respecto a la madre. Esta situación no crea ansiedad si el padre y la madre son felices juntos y se sienten seguros de su mutuo amor” (op. cit, p. 127-131).

6. ¿QUÉ ENTENDEMOS POR UN NIÑO NORMAL? [1946]. “Un niño puede emplear todos o cualquiera de los recursos provistos por la naturaleza como defensa frente a la ansiedad y el conflicto intolerable. Los recursos empleados (en la salud) se relacionan con el tipo de ayuda disponible. La anormalidad se exhibe en una limitación y una rigidez en la capacidad del niño para utilizar síntomas, y en una relativa falta de relación entre los síntomas y lo que cabe esperar en cuanto a ayuda. (…) Tenga plena confianza en la capacidad de su niño para jugar. Si un niño juega, hay lugar para un par de síntomas, y si un niño puede disfrutar del jugar, sea en soledad o en la compañía de otras criaturas, no se avecinan dificultades serias. (…) El jugar demuestra que ese niño es capaz, en un medio razonablemente satisfactorio y estable, de desarrollar una forma personal de vida y de convertirse eventualmente en un ser humano completo, deseado como tal y bien recibido por el mundo en general” (op. cit., p. 155; 159).

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1. EL NIÑO Y EL MUNDO EXTERNO. EL CUIDADO DE LOS NIÑOS EN CRECIMIENTO.

NECESIDADES DE LOS NIÑOS MENORES DE CINCO AÑOS EN UNA SOCIEDAD CAMBIANTE [1954]. “Es necesario pensar todo el tiempo en el niño en desarrollo. (…) Cada niño de cuatro años, tiene también tres, dos y uno, y es al mismo tiempo un bebé recientemente destetado o recién nacido e incluso en el vientre materno. En términos de personalidad y de desarrollo emocional, hay una enorme distancia entre el bebé recién nacido y el chico de cinco años. La única manera de recorrer esa distancia consiste en proporcionar ciertas condiciones. Tales condiciones sólo necesitan ser tolerablemente buenas, ya que la inteligencia de un niño se torna cada vez más capaz de soportar las fallas y hacer frente a las frustraciones mediante una preparación anticipada. (…) Una necesidad del niño de cuatro años bien desarrollado es la de contar con padres con los que pueda identificarse. (…) El hogar, basado en la relación entre los padres, cumple una función a través de su existencia y supervivencia; el odio manifiesto del niño y el odio que aparece en los desastres de los sueños, puede tolerarse debido a que el hogar sigue funcionando a pesar de lo peor y a causa de lo mejor. (…) Una criatura de cualquier edad que necesita sentirse afectuosamente sostenida requiere una forma física de amor que la madre le proporcionaba naturalmente cuando lo llevaba en su seno” (Winnicott, 1957b, p. 13-15).

2. LA TIMIDEZ Y LOS TRASTORNOS NERVIOSOS EN LOS NIÑOS [1938]. “El uso adecuado de la historia clínica y la forma en que se la toma pueden ayudar (…), si ello se combina con un conocimiento (…) del desarrollo emocional del niño. (…) El médico obtiene de los padres un cuadro tan claro como puede de la vida pasada del niño y de su estado actual, y trata de relacionar los síntomas por los cuales le han traído al niño, con su personalidad y con sus experiencias externas e internas. (…) A menudo (…) puede llegar a saber cómo son los padres de un niño, sobre todo en el caso de progenitores «imposibles», demasiado exigentes o descuidados; también puede averiguar cuál es la posición del niño en la familia. Pero hay tanto más. Incluso si se ignora el desarrollo interno, a menudo es posible relacionar muchas cosas con hechos tales como la muerte de un hermano, una tía o un abuelo predilecto o, desde luego, la pérdida de uno de los padres mismos. (…) Desde luego, conviene recordar que la nerviosidad y la timidez ofrecen un aspecto sano, normal” (op. cit., p. 45-47).

3. LOS NIÑOS BAJO TENSIÓN. LA MADRE DEPRIVADA [1939]. “Cuando un niño es alejado de sus padres surgen sentimientos muy intensos. Quienes se ocupan de los problemas relativos a la evacuación de niños deben tener en cuenta los problemas de las madres tanto como los de las madres circunstanciales, si aspiran a comprender las consecuencias de lo que hacen. Cuidar de niños ajenos puede ser una tarea difícil y exigente, y puede vivirse como una tarea de guerra. Pero el simple hecho de verse privada de los propios hijos es una tarea de guerra muy poco satisfactoria, que no puede atraer a ningún progenitor, y que sólo puede tolerarse si se aprecia debidamente las posibilidades de peligro. Por esa razón es necesario hacer un verdadero esfuerzo por descubrir cómo se siente una madre privada de su hijo” (op. cit., p. 88).

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5. HACIA UN ESTUDIO OBJETIVO DE LA NATURALEZA HUMANA [1945]. “Cuando se investigan las neurosis siempre se encuentra que el bloqueo que impide el desarrollo emocional tiene su origen en la temprana infancia. A los 2, 3 y 4 años se experimentan las relaciones interpersonales más intensas y es entonces cuando surge una honda ansiedad. La ansiedad lleva al individuo a levantar defensas, y son estas defensas organizadas las que aparecen como enfermedad neurótica o trastornos caracterológicos” (op. cit., p. 138). POR QUÉ JUEGAN LOS NIÑOS [1942]. “¿Por qué juegan los niños? He aquí algunas de las razones, quizás evidentes, pero que vale la pena revisar. Placer. (…) Para

expresar agresión. (…) Para controlar ansiedad. (…) Para adquirir experiencia. (…) Para establecer contactos sociales. (…) Integración de la personalidad. (…) Comunicación con la gente”

(op. cit., p. 154-157).

6. EL NIÑO Y EL SEXO [1947]. “Un niño es tanto más que sexo, tal como una hermosa flor es tanto más que agua. Con todo, un botánico fracasaría en su tarea si al describir una planta olvidara mencionar el agua, principal componente de aquélla. En psicología realmente se ha corrido el peligro de que los aspectos sexuales de la vida infantil fueran dejados de lado por un tabú sobre la sexualidad infantil. El instinto sexual se integra en la infancia, en una forma sumamente compleja, a partir de todos sus componentes, y existe como algo que enriquece y complica toda la vida del niño sano. Muchos de los temores infantiles están relacionados con ideas y excitaciones sexuales, con los consiguientes conflictos mentales conscientes e inconscientes. Las dificultades en la vida sexual del niño explican muchos trastornos psicosomáticos, sobre todo los de tipo recurrente. La base para la sexualidad adolescente y adulta se establece en la infancia, así como las raíces de todas las perversiones y dificultades sexuales” (op. cit., p. 171).

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1. ESCRITOS DE PEDIATRÍA Y PSICOANÁLISIS. PRIMERA PARTE [PEDIATRÍA]. NOTA SOBRE LA NORMALIDAD Y LA ANGUSTIA [1931]. “Si bien, desde un punto de vista puramente físico, toda alteración de la salud puede considerarse anormal, no por ello se debe decir que todo decaimiento físico causado por conflictos y tensiones emocionales es necesariamente anormal. «Es normal estar enfermo». (…) No es necesariamente el niño normal el que vive los primeros años de su vida sin mostrar la existencia de conflictos emocionales en la dilación de su desarrollo físico y el deterioro de su salud. Este aspecto de la formación de síntomas permite al observador vislumbrar cuál es la causa de un gran número de dolencias infantiles, y en todo trabajo sobre pediatría clínica es necesario hacer frecuentes referencias al papel desempeñado por la angustia. (…) La angustia es

normal en la infancia. La salud física se ve a menudo trastornada en la infancia a causa de factores

que no son físicos. (…) Si se comprende el manejo de los niños ansiosos, lo que a menudo quiere decir observación inactiva sin ansiedad por parte del médico, en muchos casos es posible acelerar el regreso de la buena salud” (Winnicott, 1958, p. 15-36).

2. SEGUNDA PARTE [PEDIATRÍA DE ORIENTACIÓN PSICOANALÍTICA]. REPARACIÓN CON RESPECTO A LA ORGANIZACIÓN ANTIDEPRESIVA DE LA MADRE [1948]. “La consecución de la capacidad para hacer reparaciones referentes a la culpabilidad personal es uno de los pasos más importantes en el desarrollo del ser humano sano. (…) Clínicamente, nos encontramos con una falsa reparación que (…) se manifiesta a través de la identificación del paciente con la madre y su factor dominante (…) lo constituye (…) la defensa organizada por la madre con el fin de combatir la depresión y la culpabilidad inconsciente. (…) En casos extremos, estos niños se enfrentan a una tarea que nunca puede ser cumplida. En primer lugar, su tarea consiste en afrontar el estado de ánimo de la madre. Si lo logran, no hacen más que crear un ambiente en el que pueden empezar sus propias vidas. (…) Lo que suele observarse es que la madre (o el padre) del niño posee una personalidad dominante. (…) En un caso favorable resulta posible tomar partido por el niño en contra de los padres y al mismo

tiempo ganarse y conservar la confianza de éstos. (…) A veces ellos [mis pacientes] producen

realmente la clase de cosas que a ellos les parece que a mí me gusta oír. (…) En la transferencia se ha revivido una depresión paterna o materna. Yo debo ser capaz de darme cuenta de ello. (…) Cada uno (…) debe lograr su propio crecimiento a su propio ritmo, y debe desarrollar su propio sentido de responsabilidad (…). La necesidad individual de reparación puede estar relacionada menos con el sentimiento personal de culpabilidad que con el sentimiento de culpabilidad o de depresión anímica del padre o de la madre” (op. cit., p. 127-134).

3. TERCERA PARTE [PSICOANÁLISIS]. EL ODIO EN LA CONTRATRANSFERENCIA [1947]. “Los fenómenos de la contratransferencia podrían clasificarse de la siguiente manera: 1. Anormalidad en los sentimientos de contratransferencia, y relaciones e identificaciones fijas que se hallan bajo represión en el analista. 2. Las identificaciones y tendencias correspondientes a las experiencias personales del analista y a su desarrollo personal y que aportan el marco positivo para su labor analítica y que hacen que la índole de su trabajo difiera del de cualquier otro analista. 3. De estas dos distingo la contratransferencia verdaderamente objetiva o, si esto resulta difícil, el amor y odio que siente el analista como reacción ante la personalidad y el comportamiento del paciente, contratransferencia basada en la observación objetiva. Sugiero que si un analista debe analizar a psicóticos o antisociales, debe ser capaz de ser tan plenamente consciente de la contratransferencia como para separar y estudiar sus reacciones objetivas ante el paciente. El odio se halla incluido entre ellas” (op. cit., p. 264).

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ha producido un avance hacia una nueva existencia en calidad de individuo real que se siente real” (op. cit., p. 335-337).

5. REPLEGAMIENTO Y REGRESIÓN [1954]. “«Replegamiento» se refiere a un distanciamiento de la relación despierta con la realidad externa, distanciamiento que a veces cobra la forma de un breve sueñecillo. Al hablar de «regresión» me refiero a la regresión a la dependencia y no específicamente a la regresión en términos de zonas erógenas. (…) Si inmediatamente después de la aparición de dicho estado [de replegamiento] el analista es capaz de sostener al paciente [a través de la comprensión profunda de sus necesidades], entonces lo que hubiese sido un replegamiento se convierte en una regresión. La ventaja de la regresión estriba en que lleva consigo la oportunidad de corrección de la inadecuada adaptación a la necesidad en el pasado del paciente, es decir, en el cuidado recibido por el paciente durante la infancia. En contraste, el estado de replegamiento no resulta provechoso y el paciente no ha cambiado cuando se recupera de tal estado. Siempre que comprendemos profundamente a un paciente y que se lo demostramos por medio de una interpretación correcta y oportuna, de hecho lo que estamos haciendo es sostenerle y participar en una relación en la cual el paciente se halla en cierto grado de regresión y dependencia” (op. cit., p. 341; 349).

6. ASPECTOS METAPSICOLÓGICOS Y CLÍNICOS DE LA REGRESIÓN DENTRO DEL MARCO PSICOANALÍTICO [1954]. “El análisis no es solamente un ejercicio técnico. Es algo que somos capaces de realizar cuando hemos alcanzado una fase determinada en la adquisición de una técnica básica. Lo que somos capaces de hacer nos permite cooperar con el paciente en el seguimiento del proceso, que en cada paciente tiene su propio ritmo y su propio curso; todos los rasgos importantes de este proceso emanan del paciente y no de nosotros en tanto analistas. Por consiguiente, convendrá que tengamos claramente presente la diferencia entre la técnica y la ejecución del tratamiento. Es posible llevar a cabo un tratamiento con una técnica limitada y, a la inversa, con una técnica altamente evolucionada es posible fracasar en la puesta en práctica del tratamiento. (…) La regresión [es] un mecanismo curativo, un mecanismo que queda en potencia a no ser que exista una nueva adaptación ambiental digna de confianza que el paciente pueda utilizar para corregir el fracaso originario de adaptación. (…) Al recobrarse de la regresión, el paciente (…) necesita del análisis ordinario tal como se ha creado para el control de la posición depresiva y del complejo de Edipo en las relaciones interpersonales” (op. cit., p. 371-372; 390).

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1. EL NIÑO, LA FAMILIA Y EL MUNDO EXTERNO. PRIMERA PARTE: MADRE Y NIÑO.

NUEVAS REFLEXIONES SOBRE LOS BEBÉS COMO PERSONAS [1947]. “«No hay tal cosa como un bebé» (…). Si uno se propone describir un bebé, se encontrará siempre con que debe describir a un bebé y a

alguien. Un bebé no puede existir solo, sino que constituye una parte esencial de una relación. (…)

El desarrollo del ser humano es un proceso continuo (…). La salud es madurez, madurez adecuada a la edad. (…) En otras palabras, en el desarrollo emocional de un ser humano, si no hay tropiezos o distorsiones en el proceso de desarrollo, hay salud. (…) Todo el cuidado que una madre y un padre dedican a su bebé (…) [es] algo absolutamente necesario, sin lo cual el bebé no puede crecer y convertirse en un adulto sano o valioso. (…) La madre maneja sus estados de ánimo, ansiedades y excitaciones en su propia vida privada, y reserva para el bebé lo que pertenece al bebé. (…) La madre se adapta (…) activamente (…) a las necesidades del bebé sobre todo al comienzo (…), elemento esencial para el crecimiento emocional del bebé (…).La madre es necesaria como una persona viva. (…) La madre es necesaria para presentar el mundo al bebé. (…) La madre resulta necesaria (…) [para] la tarea materna de desilusión” (Winnicott, 1964, p. 85-92).

2. LOS INSTINTOS Y LAS DIFICULTADES NORMALES [1950]. “Por más sano que sea un niño no puede crecer sin ocasionar eventuales preocupaciones y angustias, presentando todo tipo de síntomas. (…) La respuesta tiene que ver principalmente con la cuestión de los instintos (…). Incluso en la salud se producen estados de agitación. (…) El niño tiene hambre, el cuerpo tiene necesidades, o instintos, o (…) el niño comienza a tener ideas excitantes. Estas experiencias excitantes desempeñan un papel fundamental en el desarrollo infantil y promueven, a la vez que complican, el crecimiento. (…) Todo lo que usted necesita hacer es mantenerse tranquila y esperar (…). La acción del tiempo traerá alivio. Cuando el niño tenga 5 o 6 años todo se calmará, y se mantendrá así hasta la pubertad” (op. cit., p. 98-102).

3. SEGUNDA PARTE: LA FAMILIA. SUS NORMAS Y LAS DE SUS HIJOS [1945]. “Los niños (…) tienen también sus propias creencias e ideales, y su propio criterio para establecer un determinado orden de cosas (…). Puede dañar a su hijo si está tan preocupada por establecer sus derechos en su propia casa, que no puede comprender ni permitir la tendencia innata de su hijo a crear en torno de sí un pequeño mundo con su propio código moral (…). Si usted se siente bastante segura de sí misma, creo que disfrutará comprobando hasta dónde puede dejar que cada uno de sus hijos domine la escena con sus propios impulsos, planes e ideas de forma localizada, dentro de su más amplia esfera de influencia. (…) La madre que, sin renunciar a sus propios valores, puede aguardar hasta que el sentido de valores de su propio hijo se desarrolle, obtiene una gran recompensa. (…) Usted ayuda al niño si le permite desarrollar su propio derecho a dominar. Habrá un choque entre su propio derecho a dominar y el de su hijo, pero esto es natural y mucho mejor que imponer su propio criterio en la creencia de que es el mejor” (op. cit., p. 119-123).

4. EL ROBO Y LA MENTIRA [1949]. “Los padres que comprenden este problema podrán adoptar una actitud suave frente a los traspiés ocasionales del niño que, con grandes dificultades, está pasando del robo natural de los primeros años a la etapa posterior en la cual, si todo anda bien, su parte severa y su parte impulsiva llegarán a un acuerdo, lo cual le permitirá manejar sus impulsos amorosos primitivos sin violar demasiado su propio sentido moral. (…) Los impulsos amorosos primitivos, que son ávidos, implacables y mágicos, quedarán por el momento satisfechos sin que el niño haya tenido que negarlos y perderlos. (…) A medida que la confianza en el mundo aumenta, el niño se siente capaz de esperar” (op. cit., p. 161-166).

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vez que aceptamos el inconsciente, nos encontramos en un camino que tarde o temprano nos conduce a algo muy penoso: el reconocimiento de que por mucho que intentemos considerar la maldad, la bestialidad y las malas influencias como algo ajeno a nosotros, o que incide sobre nosotros desde afuera, al final comprobamos que, cualesquiera sean las cosas que hace la gente y las influencias que la mueven, están en la naturaleza humana misma, de hecho, en nosotros mismos. Sin duda, puede haber lo que se llama un ambiente nocivo, pero, siempre que hayamos tenido un buen comienzo, las dificultades que encontramos para manejar ese ambiente surgen sobre todo de la existencia de conflictos básicos en nuestro interior” (op. cit., p. 199-204).

6. ASPECTOS DE LA DELINCUENCIA JUVENIL [1946]. “La delincuencia juvenil es una vasta y compleja materia, pero intentaré decir algo simple sobre los niños antisociales, y la relación entre delincuencia y deprivación de la vida hogareña. (…) Si el hogar le falla al niño antes de que él se haya hecho la idea de un marco como parte de su propia naturaleza (…), él no se sentirá más libre. Se pondrá ansioso, y si tiene esperanza procederá a buscar un marco en otro lugar. El niño cuyo hogar fracasa en entregar un sentimiento de seguridad busca fuera de su hogar las cuatro paredes; él todavía tiene esperanzas, y busca en sus abuelos, tíos y tías, amigos de la familia, en el colegio. Él persigue una estabilidad externa sin la cual puede enloquecer (…). En la delincuencia totalmente desarrollada (…) lo que nos sale el encuentro es la necesidad aguda del niño por el padre estricto, que protegerá a la madre (…). El padre estricto que el niño evoca puede también ser amoroso, pero primero debe ser estricto y fuerte. (…) La delincuencia indica que aún queda alguna esperanza. (…) La psicoterapia personal está dirigida hacia posibilitar al niño completar su desarrollo emocional. (…) Vuelvo a la idea de ‘sostén’ {holding}, y del encuentro con la dependencia. Más que estar compelidos a sostener a un niño o adulto enfermo que es antisocial, cuánto mejor es ‘sostener’ a un infante bien al principio” (op. cit., p. 227-231).

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1. LA FAMILIA Y EL DESARROLLO DEL INDIVIDUO. PREFACIO [1965]. “El tema central de este libro es la familia, y el desarrollo de grupos sociales a partir de este primer grupo natural. Incluyo aquí (…) la teoría del desarrollo emocional del niño individual, pues considero que la estructura de la familia obedece, en gran parte, a las tendencias a la organización existentes en la personalidad individual. La familia tiene un papel claramente definido en el momento en que el niño en desarrollo se enfrenta a las fuerzas que operan en la sociedad. El prototipo de esta interacción es la relación original madre-hijo, en la que, de una manera sumamente compleja, el mundo representado por la madre promueve u obstaculiza la tendencia al crecimiento que el bebé ha heredado” (Winnicott, 1965a, p. 9).

2. LA RELACIÓN INICIAL DE UN MADRE CON SU BEBÉ [1960]. “En nuestra labor terapéutica (…) nos encontramos ligados a un paciente; (…) como (…) la madre, nos identificamos con el niño que depende temporariamente de nosotros (…); observamos cómo el niño se va desprendiendo de su falso self; presenciamos el comienzo de un verdadero self (…). Lo que hacemos en terapia equivale a un intento de imitar el proceso natural que caracteriza la conducta de cualquier madre con respecto a su propio bebé. (…) La pareja madre-bebé es la que puede proporcionarnos los principios básicos para fundamentar nuestra labor terapéutica, cuando trabajamos con niños cuyo temprano contacto con la madre fue deficiente o se vio interrumpido” (op. cit., p. 34-35). CRECIMIENTO Y DESARROLLO EN LA INMADUREZ [1950]. “Nos interesa ofrecer un medio que resulte adecuado a la edad del niño en cuestión que permita a cada individuo, en forma gradual y personal, transformarse en una persona capaz de ocupar un lugar en la comunidad sin perder su individualidad” (op. cit., p. 37).

3. LOS EFECTOS DE LA ENFERMEDAD DEPRESIVA EN AMBOS PROGENITORES O EN UNO DE ELLOS [1958]. “He tenido oportunidad de observar la depresión en madres y padres (…). A menudo el niño no está enfermo, pero la madre está preocupada (…) por su hijo (…). No tardé en aprender a pensar en (…) el manejo de la hipocondría materna y paterna. (…) Para las madres es importante poder llevar a sus hijos al médico cuando se sienten algo deprimidas. (…) Una madre trae a su hijo al consultorio externo porque observa que ha adelgazado durante la semana anterior. Me resulta evidente que se trata de una mujer crónicamente deprimida, y doy por sentado que, por el momento, la preocupación por su hijo le proporciona cierto alivio, ya que habitualmente se preocupa algo vagamente por sí misma. A través de mi contacto con el niño descubro que su enfermedad comenzó con uno de los habituales choques entre el padre y la madre, ocasión en que el padre preguntó de improviso a los dos hijos: «¿Quieren vivir conmigo o con mamá?», dando a entender que pensaban separarse. (…) El marido maltrata a su esposa constantemente; es un hombre inmaduro e irresponsable” (op. cit., p. 74-75).

4. EL EFECTO DE LA PSICOSIS EN LA VIDA FAMILIAR [1960]. “La (…) psicosis (…) es una enfermedad de naturaleza psicológica (…). Significa «muy enfermo» (…). Designa esquizofrenia, depresión maníaca y melancolía con complicaciones (…) paranoides. (…) Representa una organización de las defensas, y detrás de todas las defensas organizadas existe la amenaza de la confusión, de un derrumbe de la integración. (…) [Cuando] la psicosis se da en el progenitor, (…) su efecto sobre el niño es tal que la única salida posible es el desarrollo de un falso self. (…) Su verdadero self ha conservado su integridad, oculto y a salvo de toda violación. (…) A veces, cuando enfrentamos una enfermedad muy seria, no debemos intervenir demasiado, sino aguardar” (op. cit., p. 84; 93). EL EFECTO DE LOS PADRES PSICÓTICOS SOBRE EL DESARROLLO EMOCIONAL DEL NIÑO [1959]. “[Considero] a los enfermos mentales no tanto como un conjunto de enfermedades, o casos, sino como seres humanos que integran la lista de bajas en la lucha del hombre para poder desarrollarse, adaptarse y vivir (…). A menudo (…) un niño queda irremediablemente atrapado en la enfermedad de un progenitor” (op. cit., p. 98-100).

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experiencia vital, en un problema de existencia. (…) Existe un solo remedio efectivo para la adolescencia (…): el transcurso del tiempo y los procesos graduales de maduración (…). En esta etapa, el medio desempeña un papel de inmensa importancia (…). Buena parte de las dificultades de los adolescentes por las que se solicita la intervención profesional derivan de fallas ambientales (…). Una característica de la adolescencia es la brusca alternación entre una independencia desafiante y una dependencia regresiva, e incluso la coexistencia de ambos extremos en un momento dado. (…) El adolescente es pre-potente. (…) Con el correr del tiempo, comprobamos que el adolescente ha salido de esa fase y puede comenzar ahora a identificarse con la sociedad, con los padres y con toda una gama de grupos más amplios, sin sentirse amenazado con la aniquilación personal” (op. cit., p. 106-116).

6. TRABAJO ASISTENCIAL CON NIÑOS QUE PADECEN UNA ENFERMEDAD MENTAL [1959]. “Junto con la psicoterapia, siempre hay algo de trabajo asistencial; siempre es necesario hacer algo con los padres del niño, u ofrecer alguna alternativa si el hogar no resulta satisfactorio. Tal vez sea necesario poner en antecedentes a la escuela. En algunos casos, inciden sobre el terapeuta los resultados de las conversaciones con los padres, las maestras y otras personas que conocen al niño. La expresión «trabajo asistencial» parece aplicarse algo vagamente a todo lo que se hace en el manejo de un caso, y que no es psicoterapia. (…) El trabajo asistencial se convierte en el elemento principal cuando un niño está mentalmente enfermo y, al mismo tiempo, es necesario compensar una deficiencia ambiental. (…) Debido a la presencia de una tendencia desintegradota, es necesario desarrollar un proceso activamente integrador a fin de resolver el problema. Aquí lo importante no es tanto la labor cumplida, sino la organización de una tendencia activamente integradora o una contención {holding} del material potencialmente desintegrador. Lo que sugiero es que ésta es precisamente la situación en que el empleo de la expresión trabajo asistencial está más justificada” (op. cit., p. 160; 170).

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1. LOS PROCESOS DE MADURACIÓN Y EL AMBIENTE FACILITADOR. INTRODUCCIÓN

[1964]. “Los trastornos psiquiátricos se relacionan con fallas del desarrollo en la infancia. (…) La enfermedad (…) se muestra como el negativo de los procesos positivos de maduración (…). La dependencia en la temprana infancia es un hecho (…). La emergencia del yo depende al principio casi absolutamente del yo auxiliar provisto por la figura materna y de la falla de la adaptación, cuidadosamente graduada por la madre. Esto forma parte de lo que he denominado «quehacer materno suficientemente bueno» (…). Un aspecto de la perturbación de la emergencia del yo producida por la falla ambiental es la disociación, observable en los «casos fronterizos», en términos de self verdadero y falso. (…) En un vivir sano (…) el self privado (…) se reserva para la intimidad, y el self público [está] adaptado a la socialización (…). En el extremo de la enfermedad veo el self verdadero como una potencialidad oculta y preservada por un falso self acomodaticio (…) [Promuevo] la satisfacción de la necesidad de dependencia que tiene el paciente en la relación y la situación analíticas. (…) La tendencia antisocial (…) es una reacción a la deprivación (…) que corresponde a la etapa de la dependencia relativa (…). Los trastornos psicóticos se consideran estrechamente relacionados con factores ambientales, mientras que la psiconeurosis es más esencialmente natural, un resultado del conflicto personal, que no puede evitarse con una crianza (atención y cuidados) satisfactoria. (…) Estas nuevas consideraciones encuentran su aplicación práctica en el tratamiento de los casos limítrofes” (Winnicott, 1965b, p. 11-12).

2. PRIMERA PARTE. ESCRITOS SOBRE EL DESARROLLO. LA CAPACIDAD PARA ESTAR SOLO [1958]. “La capacidad para estar solo es un fenómeno (…) estrechamente relacionado con la madurez emocional. La base de la capacidad para estar solo es la experiencia de estar solo en presencia de alguien (…) gracias al yo auxiliar confiable” (op. cit., p. 45). DE LA DEPENDENCIA A LA INDEPENDENCIA EN EL DESARROLLO DEL INDIVIDUO [1963]. “He optado por describir el crecimiento emocional en los términos del recorrido desde la dependencia hasta la independencia. (…) Me parece útil pensar por separado en: la dependencia absoluta [0-6 meses]; la dependencia relativa [6-24 meses]; hacia la independencia [desde 2 años]. (…) El ambiente facilitador hace posible el progreso constante de los procesos de maduración, pero el ambiente no hace al niño. En el mejor de los casos permite que el niño advierta su potencial. (…) Los padres dependen de las tendencias heredadas del infante. (…) Los adultos (…), en cuanto han hallado un nicho en la sociedad gracias al trabajo, y tal vez se han casado o llegado a una solución de transacción entre copiar a los progenitores y la identidad personal desafiante, una vez, entonces, que se han producido estos desarrollos, puede decirse que se inició la vida adulta” (op. cit., p. 108-111; 120).

3. SEGUNDA PARTE. TEORÍA Y TÉCNICA. EL ANÁLISIS DEL NIÑO EN EL PERÍODO DE LATENCIA [1958]. “No tiene por qué haber ningún contraste entre el psicoanálisis y la psicoterapia (…). Ambas expresiones pueden significar lo mismo, y a menudo lo hacen. (…) Después de la superación del complejo de Edipo, se desarrollan defensas enormes. (...) Niños de esta edad (…) han logrado un grado de cordura y abandonado el proceso primario. El desempeño de su yo no debe ser violentado. (…) Yo soy económico en mis interpretaciones, y si no estoy seguro de que hay que interpretar, no vacilo en ganar tiempo (…) jugando, construyendo con el niño (…). Lo que le importa al paciente no es tanto la exactitud de la interpretación como la disposición del analista a ayudar, la capacidad del analista para identificarse con el paciente y creer en lo necesario, y para satisfacer la necesidad en cuanto ésta es indicada verbalmente o por medio del lenguaje no verbal o preverbal” (op. cit., p. 150-158).

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discutiera el problema del niño con la niñera que lo llevó, sin tomar un contacto directo con éste. El análisis no se inicia hasta que la niñera ha dejado a solas al niño con el analista, y el niño tolera esa situación y empieza a jugar. (…) En el punto de transición, cuando el analista empieza a entrar en contacto con el self verdadero del paciente, debe haber un período de dependencia extrema (…): el paciente tiene una enfermedad, o de algún otro modo le da al analista la oportunidad de asumir la función de self falso (niñera). (…) En uno de estos casos, (…) mi trabajo con él comenzó realmente cuando le planteé con claridad que yo reconocía su no-existencia. (…) Él sintió que se había comunicado por primera vez” (op. cit., p. 196-197).

5. LA CONTRATRANSFERENCIA [1960]. “No soy un intelectual (…). Hago personalmente mi trabajo (…) partiendo del yo corporal (…). La palabra contratransferencia puede designar los rasgos neuróticos que malogran la actitud profesional y perturban el curso del proceso analítico tal como lo determina el paciente. (…) Pero (…) el paciente diagnosticado como psicótico o esquizofrénico, (…) con la transferencia dominada por la necesidad (…) de hacer regresión a una dependencia infantil, (…) gradualmente atraviesa las barreras que yo he denominado la técnica del analista y la actitud profesional, y obliga a una relación directa de tipo primitivo, incluso al extremo de la fusión. Esto se hace de un modo gradual y ordenado, y la recuperación es consecuentemente ordenada, salvo cuando, como característica misma de la enfermedad, el caos debe reinar supremo tanto dentro como fuera. (…) Sería mejor (…) permitir que el término contratransferencia recobre su significado y designe lo que esperamos eliminar (…). [A lo] que los analistas pueden hacer con los pacientes psicóticos en regresión temporal y dependientes, (…) podríamos aplicarles la expresión (…): la respuesta total del analista a las necesidades del paciente” (op. cit., p. 212-216).

6. LOS FINES DEL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO [1962]. “Al hacer psicoanálisis me propongo: Mantenerme vivo. Mantenerme sano. Mantenerme despierto. Pretendo ser yo mismo y comportarme bien. Una vez iniciado un análisis, espero continuarlo, sobrevivir a él, ponerle fin. Disfruto analizando y siempre espero con esperanza el final del análisis. El análisis por el análisis mismo no tiene sentido para mí. Analizo porque es lo que el paciente necesita y le conviene. Si el paciente no necesita análisis, hago otra cosa. En el análisis uno se pregunta cuánto puede permitirse hacer. Y, en contraste, en mi clínica el lema es hacer lo mínimo necesario. (…) Al principio siempre me adapto un poco a las expectativas del individuo. No hacerlo es inhumano. (…) La mayor parte de lo que hago tiene la índole de una verbalización de lo que el paciente me trae para usarlo el día de la sesión. Hago interpretaciones por dos razones: (1) Si no interpreto, el paciente tiene la impresión de que lo comprendo todo. En otras palabras, al interpretar logro conservar una cierta cualidad externa por no dar totalmente en el blanco, o incluso por equivocarme. (2) La verbalización en el momento oportuno moviliza las fuerzas intelectuales. Movilizar los procesos intelectuales sólo es malo cuando ellos se han vuelto seriamente disociados del ser psicosomático. Mis interpretaciones son parcas; es lo que espero. Una interpretación por sesión me deja conforme si se refiere al material producido por la cooperación inconsciente del paciente. Digo una cosa, dividida o no en dos o tres partes. Nunca utilizo oraciones largas, a menos que esté muy cansado. Si estoy al borde del agotamiento empiezo a enseñar (…). [En un] análisis de investigación (…) el peligro consiste (…) en que las necesidades del paciente, en términos de dependencia infantil, se pierdan en el curso del desempeño del analista. (…) Si nuestro fin sigue siendo verbalizar la conciencia naciente en términos de transferencia, estamos practicando análisis; en caso contrario, somos analistas que practican alguna otra cosa que consideramos apropiada para la ocasión. Y, ¿por qué no?” (op. cit., p. 217-222).

7. LA PSICOTERAPIA DE LOS TRASTORNOS DEL CARÁCTER [1963]. “La expresión «trastorno del carácter» (…) resulta específicamente valiosa en la descripción de la distorsión de la personalidad generada

cuando el niño necesita hacer lugar a algún grado de tendencia antisocial. (…) La tendencia

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reconocimiento de la falla del analista (…) le permite al paciente experimentar la rabia conveniente, en lugar de quedar traumatizado. El paciente necesita retrotraerse a través de la transferencia al

estado de cosas que había logrado antes del trauma originario. (…) La reproducción en el

tratamiento de (…) la falla ambiental (…) libera los procesos de la maduración (...). Los casos

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1. REALIDAD Y JUEGO. INTRODUCCIÓN [1971]. “Este libro es una ampliación de mi trabajo «Transitional Objects and Transitional Phenomena» (1951). (…) [Se trata de un] territorio del desarrollo y la experiencia individuales [distinto de] la realidad psíquica, que es personal e interior, y [diferente de] la realidad exterior o compartida. [Es el ámbito donde] la experiencia cultural (…) ha encontrado su verdadero lugar (…). Se puede describir como zona intermedia (…) [donde acontece] la magia de la vida creadora e imaginativa. Me ha tocado (…) [intuir] la importancia de ese universal en la vida de los pequeños y los niños (…). No es el trozo de tela o el osito que usa el bebé; no se trata tanto del objeto usado como del uso de ese objeto. Llamo la atención hacia la paradoja que implica el uso, por el niño pequeño, de lo que yo denominé objeto transicional. Mi contribución consiste en pedir que la paradoja sea aceptada, tolerada y respetada, y que no se la resuelva. Es posible resolverla mediante la fuga hacia el funcionamiento intelectual dividido, pero el precio será la pérdida del valor de la paradoja misma. Una vez que se la acepta y tolera, tiene valor” (Winnicott, 1971a, p. 13-14). OBJETOS TRANSICIONALES Y FENÓMENOS TRANSICIONALES [1951 (1971)]. “Introduzco los términos «objetos transicionales» y «fenómenos transicionales» para designar la zona intermedia de la experiencia (…) entre lo subjetivo y lo que se percibe en forma objetiva. (…) Estudio, pues, la sustancia de la ilusión (…). Se permite que su destino sufra una descarga gradual (…). Mi tema se amplía y abarca el del juego (…). Un niño no tiene la menor posibilidad de pasar del principio del placer al de realidad (…) si no existe una madre lo bastante buena (…) que lleva a cabo la adaptación activa a las necesidades de este y que la disminuye poco a poco” (Winnicott, 1971a, p. 18-27).

2. EL JUEGO. ACTIVIDAD CREADORA Y BÚSQUEDA DE LA PERSONA [1971]. “La psicoterapia se realiza en la superposición de las dos zonas de juego, la del paciente y la del terapeuta. Si este último no sabe jugar, no está capacitado para la tarea. Si el que no sabe jugar es el paciente, hay que hacer algo para que pueda lograrlo, después de lo cual comienza la psicoterapia. El motivo de que el juego sea tan esencial consiste en que en él el paciente se muestra creador. (…) Persona [es] creatividad. (…) La persona a quien pretendemos ayudar necesita una nueva experiencia en un marco especializado. (…) Me refiero a los aspectos que hacen posible el relajamiento. En términos de libre asociación, ello significa que al paciente en el sofá o al niño entre los juguetes, en el suelo, se les debe permitir que comuniquen una sucesión de ideas, pensamientos, impulsos, sensaciones, que no tienen relación entre sí (…). En el relajamiento correspondiente a la confianza y a la aceptación de la seguridad profesional del marco terapéutico (…) hay cabida para la idea de secuencias de pensamiento no relacionadas entre sí, que el analista hará bien en aceptar como tales, sin suponer la existencia de un hilo significante de unión entre ellas (…). El terapeuta abandonó el papel profesional (…) al esforzarse en ser un analista penetrante y ver orden en el caos. (…) Durante prolongados períodos me abstengo de hacer interpretaciones (…). Mi recompensa por abstenerme de efectuarlas llega cuando las hace el propio paciente, quizás una o dos horas después. (…) Permitan que el paciente exhiba su capacidad de jugar, es decir, de mostrarse creador, en el trabajo analítico. Esa creatividad puede ser robada con suma facilidad por el terapeuta que sabe demasiado. Por supuesto, en realidad no importa cuánto sabe este, siempre que pueda ocultar sus conocimientos o abstenerse de divulgarlos. (…) Nuestra indicación para el procedimiento terapéutico: ofrecer oportunidades para la experiencia informe y para los impulsos creadores, motores y sensoriales, que constituyen la materia del juego” (op. cit., p. 80-83; 91).

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ingreso creador en la vida (…) [se debe a] factores ambientales (…) Tanto Freud como Klein (…) se refugiaron en la herencia. Se podría describir el concepto de pulsión de muerte como una reafirmación del (…) pecado original” (op. cit., p. 93-100). Los elementos masculinos y femeninos

separados que se encuentran en hombres y mujeres. “Vinculo [el elemento masculino] con el

impulso relacionado con los objetos (y también la pasiva de esta formulación), en tanto que la característica del elemento femenino la encuentro en el contexto de la relación de objeto que es identidad, que proporciona al niño la base para ser y luego, más adelante, para el sentimiento de persona. (…) La madre satisface o no el primer funcionamiento del elemento femenino (…).Carece de sentido usar la palabra «ello» (…). Después de ser hacer y que se le haga a uno. Pero primero ser” (op. cit., p. 116).

4. EL USO DE UN OBJETO Y LA RELACIÓN POR MEDIO DE IDENTIFICACIONES [1968]. “Solo en los últimos años me fue posible esperar y seguir esperando la evolución natural de la transferencia que proviene de la creciente confianza del paciente en la técnica y marco psicoanalíticos, y evitar la ruptura de ese proceso natural con interpretaciones. (...) Interpreto para que el paciente conozca los límites de mi comprensión. (…) Sólo él conoce las respuestas. (…) Si se lo desea usar, es forzoso que el objeto sea real en el sentido de formar parte de la realidad compartida, y no un manojo de proyecciones [como en la relación de objeto]. (…) [El analista suficientemente bueno sabe] llevar al [paciente] del relacionarse al uso (…). Para usar un objeto es preciso que el sujeto haya desarrollado una capacidad que le permita usarlos. Esto forma parte del paso al principio de realidad. (…) El desarrollo de la aptitud para usar un objeto es otro ejemplo del proceso de maduración como algo que depende de un ambiente facilitador. (…) Este paso (de la relación al uso) significa que (…) el objeto sobrevive a la destrucción por el sujeto (…). Entonces el sujeto puede utilizar el objeto que ha sobrevivido. (…) La destrucción desempeña un papel en la formación de la realidad, pues ubica el objeto fuera de la persona. (…) Esta experiencia depende de la capacidad del objeto para sobrevivir [«no tomar represalias»]. (…) El analista, la técnica y el marco analíticos aparecen como sobrevivientes o no de los ataques destructivos del paciente. (…) Los cambios positivos (…) no dependen del trabajo interpretativo, sino de la supervivencia del analista a los ataques (…), [de] ser digno de confianza (…). Es mejor esperar a que la fase haya terminado, y luego discutir con el paciente lo que ha ocurrido” (op. cit., p. 117-124).

5. PAPEL DE ESPEJO DE LA MADRE Y LA FAMILIA EN EL DESARROLLO DEL NIÑO [1967]. “Mi paciente (…) se encuentra en la etapa de descubrir cosas por su propia cuenta, y en tales circunstancias una interpretación prematura aniquila su creatividad y resulta traumática, en el sentido de que contraría el proceso de maduración. (…) La psicoterapia no consiste en hacer interpretaciones inteligentes y adecuadas; en general es un devolver al paciente, a largo plazo, lo que este trae. Es un derivado complejo del rostro que refleja lo que se puede ver en él. (…) Creo que si lo hago lo bastante bien el paciente encontrará su persona y podrá existir y sentirse real. (…) No querría dar la impresión de que (…) esa tarea de reflejar lo que trae el paciente es fácil. No lo es, y resulta emocionalmente agotadora. Aun cuando nuestros pacientes no lleguen a curarse, se muestran agradecidos con nosotros porque los vemos como son, y ello nos proporciona una profunda satisfacción” (op. cit., p. 154-155).

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los del juego (…) [y] la interrelación correspondiente a los fenómenos de dependencia y adaptación” (op. cit., p. 157-158; 176-178).

Referencias

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