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Letras no 24, setiembre de 1930

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Academic year: 2020

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(1)Santiago Chile, Ro III-Núm. 2 4. Setiembre 1930 60 ctvs. ::::.

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(3) ‘trB3. Barcelona. - España. Ofrece la Maravilla de Arte Catalán:. por Santiago Masf errer y Cantó Además no deje de leer las famosas novelas de PAN KYRALINA”, “MI T I 0 ANGHEL”, “LOS AIDUCS” Y “D. cada una: $ 4.50 PIDALAS EN LAS BUENAS LIBRERIAS. DE. SANTI. --I---. ). 21 DE MAYO 517 SANTIAGO. 7. Lspecialidad en Medias Finas I. - LE 61131 - KAISER - a TRITE -. -. Marca. ~~~~~. Jran surtido en Guantes de Cabritilla.

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(6) 4. letras. artistas nuestros. 4 mediados d ? este aiio, a > vió e n las libi rías santiaguinas un 51suiLide gi.ibados en niacier a firmado por J u t n Capril- C. P a r a casi todos los aticionddos cx la, tosas d e a r t e , este iombre resultaba nil-toiioso 1 , I Albuni había. aparecido sin niopaganda a l g u n a y s u autor, después dc lanzar su obra, se mantenía e n un alejamiento que podría atribuirse al orgullo o a la modestia. Ni u n a ni otra cosa, s i n embargo. P a r a J u a n Canrile. el artista se debe a s u producción T r a b a j a r , producir, s i 1 cuidarse de las preocupaciones del público. La o b r a sincera, activa, fervorosa, h a de imponerse tarde o temprano. Y el á l b u m de este a r t i s t a es un claro exponante de u n a o b r a que reúne todas esas cualidades y a ú n otras m á s . Diecisiete grabados en m a d e r a lo componen, diecisiete grabados hechos con a m o r y con perfecta técnica, en un jénero bien poco cultivado entre nosotros. Caprile los precede de algunas palabras explicativas. “El grabado en m a d e r a - escribe Caprile - es sencillo, profundo y bello por SU doble condición de a r t e y de oficio. “ Tallar en madera t es fraternizar”, ha dicho con sentido profundo, u n e s c ~ i tor Fraternizar c o n l a m a d e r a que muel-ta es nobilisada por el a r t e , fraternizar con sus más íntima naturaleza. “ La estética del grabado e n madera s e deriva, en p a r t e de las herramientas usadas e n e1 trabaJo, pero sobre todo poicarecer de medias tintas o gradusciones de color, q u e exigen al artista prccisióll e n el dibujo. de a h í BU carácter de solidez, 151s exclusión casi total de otros colores, a no syi’ el blanco y e l aegro, la luz más 5iva y la l u c ;más, intensa, cosa que exige un profundo conocimiento y u q a justa valbrización del claroscuro. Religiosa9. p ~ e s sólo de l a arniónica disposición d e estos. d o $ colores s e puede obtener u n a bella e s t a m p i . “De esto se desi~i-endeque un b u r ? g r a Lador Lene q u e cei- un a r t i s t a completo, 3 u r n dibujante pintor con sensibilidad de artista, conio alguien h a dicho muy justamente”. Responde Capriie a esta personalidad que J O Y describe como la Única posible en el grabad o r ? Bsrta hojear su Album p-wa responde1 co i. lifotil o.. un rotundo s í . Caprile e s u n “buen dibujante y pintor con sensibilidad de a r t i s t a ” . Tal nab lo a f i r m a n sus grabados, en los cuales se ponen de ma:iifiesto u n espíritu sabio en la elección del tema u n ojo seguro en la conducción d e las Iíieas y u n a m a n o experimentad a en el manejo del cuchillo que hiere l a madera y obtiene de ella s u s magníficos efectos de planos sencillos. Eata clase de t r a b a j o h a ilegado hoy a un período de % a c t o resurgimiento. En E u r o p a s e cultiva a h o r a con entusiasmo el glahado en m a d e r a y s e señalan va \ a r i o s maestros e n el jénero. El mismo Caprile nos h a b l a en las líneas nreliminares de su Rlbuni de alguno3 nombres -consagrados, como De Cai-lis, del Negri, Cisari, Moroni, Set5 olini, Gill, Jane-. L k glieh, Vladimir, Torpslry, Terkesof, Canyellas, Ricai-t, e t c , a todos los cuales nnestro a r t i s t a ha estudiado cuidadosaniente. F b las presentes páginas o f r ’ cemos a nuestros lectores algunas muestras del a r t e de C a p r ~ l ey a d e m á s de ella5 debemos citar otros trabajos de los aparrridos e n su álbum, tales como 1.1 N o 3 , “De Noche”; e l X.0 6 , “Santa Ana”; el N o 8 , “Casa Colonial”;.

(7) Ietras. e l N.o 9 , “P,ortada”; el N.o 11, “Viejo Huaso”; el N.o 1 7 , “Claustro Abandonado”, y varios otrcs qute ‘‘10 e n u m e r a m o s por falta de, espacio. E n todo,s existe, la misma pu.reza ,de ejecución; el mi’smo sentido armánico de ‘la luz, la misma ha.. bilided p a r a obtener del duro contraste d e lo negro y blanco un efecto admirable y sugeridor. No c a x d u d a que J u a n Carpi-il’e es un a r tista, u n o de ios más originales e interesantes artistas de ‘:iueskra nueva generación, a ,;liiéii cabe el honor de. s e r el primero que ofrccB,: u n conjunto dme grabados que repre-;?ntan u n a o b r a s e r i a y honrada. Capril’e tiene a l a fecha treinta aKos. bTació- en Concepción, de .pad,res ita1ia’;ios. A la edad de diez años f u é llevado a Italia, 3onde permaneció estudiando humanidades hastci. los veinte.Sólo e n los momentos d,e descanso po3ía dedicarse al a r t e que ya lo a t r a í a con fuerz a avasalladora. A su regreso a Chile c o i i t h u ó en s u s estudios, pero ya se arregló de manera q u e pudo dedicar mayor tiempo al dibujo. No tuvo profc?sores en ‘esto, y se guió por s u s propias experiencias e inspiraciones. No t a r d ó en s e r fuerternent.e impresionado p.or los admirables grabad(3s en madera, con los cuales Alfrsdo d’e Carl is ilustró ios libros de D’Annunzio (“La Fig1ia di Iorio”, “Nolturno”, s t c . ) , y compreindió q1ie e r a e n aquél jé-i,ero donde residía e l f u t u r O d e su propio arte. Se dedicó de. 5. preferencia, pues, al grabado y en ese trabajo, k a r a el cual no t u l o guia alquiio, debió einplear. adenin..: de s u inspiiacion s u constancia, y% que cn e1 piinier tiempo fio escasearon los fracasos A fuerza de boluntad y, mds q u e Tada, guiado por la intuición de su legítimo t e m p e r a mento artístico, logro d a r con l a técnica del qrabado en m a d e r a E1 penetrar e n el secreto, el bencer las dificultades acumuladas e n su camino, aumentaron s u entusiasmo por esta clase de trabajo, al cual ?e h a dedicado de 1le-10. E n la Navidad del a ñ o 1’127, J u a n Caprile expuso algunas de s u s obras e n el g r u p o “Los del Camino”, y en u n a e\posición de la Sociedad Nacional de Bellas Artes Ahora se enc u e n t r a en vísperas de emprender un V I X J ~ a Italia con el objeto de someterse allí a u-m mayor disciplina d e ectudio y producción. Tal es l a Dersonalidad de J u a n Caprile, u70 de n n e s ~ r o s artistas que, a ú n e n plena Juventud, h a logrado dai excelentes frutos, C e un talento indiscutible y de u A i a preparación seria y concienzuda. J u s t o es aplaudirlo como merece, no sólo por la calidad de s u temperamento, sino también poi“ h a b e r sido el primero que ha realizado toda u n a obra en un jénero apsenas explotado en Chile, co’iio es el gra;>ado e n m a d e r a JEROYIMO BEDEL..

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(9) ietras las torres incoloras, de las atmósferas d e gozo o espanto que se cruzan d e muiido a mundo. Entrando en la sombra o en el brillo de esta flor roja que crece al b o d e de la tierra, es que conozco las raíces, los nervios d e anis menores pensamientos. Luego en la imposLbilidad d e sumergirse en tal perfume rodeadas d e los siempre conocidos resplandores de la emoción sensible, echan largas sombras parecidas a las de los árboles y Tiasta no me cuesta mucho esfuerzo cmer que ciertos pájaros entibian el aire desde sus ramas. Amando esta corola que se mece tan abierta como convulsa, es que descubro, además, las dulces eminas d e ternura que suelen moverse como peces e n el agua no 'siempre exa.cta d e mis pasiones, delirios o propósitos. ,Por esta circunstancia s é que en alguna noche de mi existencia hay una mujer adherida al sonido de mi cuerpo, .a. la siga d e mis hkbitos, fortalecida por lo inhumano d e mi propia fuga. 'Creo con. seguir de este modo-y a la vista de esta flor roja. is. e inmensa-la. ,7. direceion retrospectiw. d e u n Justo deseo, el paralelismo d e dos pasiones convulsas entre el espacio mental e n que mi existencia alcanza a ,parecerse a la extraña debilidad del fuego o del mito Pero lo exacto, sin duda, es que a esta hora el soplo de los corales vigila la marcha de las naves a la llama con que se alimenta el OJO perdido de los faros Porque nada en este clima deis rip nprtpnprpr en presencia o e n memoria ai refled creado por la magia. Y o me pued orilla, como a una ceguera inevital. resplandor el que he creido conoce parecida a esta y en la que el aso el sabor de la muerte anticipada. Cercano ya al deseo grofundo, tigo, al hallazgo de lo por tanto es que el día rstal!a al fin Por el Pe RORAJIE~Ln. n.

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(11) Ietras. 9.

(12) 10 letras. Y \TI,LA5.-Lstd no\ ela r u s a de FAie ugeriio i‘etrov, humorística y satiric&, cuadros de fuerte colorido, h a sido comentada con verdadero e.itusiasmo por Aild r é Maurois, el famoso nox7clista Lrancés- ’ Proust 4scribe-ha demostrado, a propósito del pint o r Eistir, que la realidad 110 existe sino en la proporclón en q u e h a sido creada por un artista, Nadie h a b í a visto ciertos aspectos de F r a n c i a antes d e q u e fueran traducidos en h u m a n a s visiones por Monet, Corot, TJtrillo. La pequieña ciudad americana n o existía, no form a b a parte del Universo, a n t e s de los libros de Sinclair Lewis. Morand h a fundado XUWJ Yorh la otra s e m a l a Carco es a Montmartre, Hemingway a Montlnarnasse, lo q u e Rórnulo e S. Clauüe Farrere en compafiía de sus gatos regalones a Roma, o más exactanlente, lo q u e Juvenal es a Roma. 1Eu particular, cuando s e t r a t a de una sociedad de tipo nuevo, como la Rusia de. de verse enbuelto entre ca]~ricliosas fantasías, poco a poco creadoras de un Clemenceau legendario, con todas las cualidades y los defectos d e la leyenda. Así comeiizaba a perderse cuanto de poderosamente h u m a n o presentaba su existencia. Ahora Georges Suarez, el sobrio escritor, ha benido a restablecer la verdad en -n libro C U Y O título eb e l que encabeza estas líneas. Acerca de esta o b r a dice un comentarista: “Si hay neoesidad de qua se forme u n a leyenda, que SP apoye al mcenos en u n a obra comPlcJa y h u m a n a como esta.” I. HEMOS HECHO T‘Z; RCEX VTAJE.-.4sí intitula Francis de Croisset su último libro. Cono-. André Gide, Condesa de Polignac, Jacques de Lacrekelle e n el .momento de despedir a Marc Chadourne, novelista que parte a Oriente.. cíamos a este a u t o r a través d e su “Hechicería Ci.igalesa”, o b r a de viaje lbellamenbe escrita. hoy, nos les completamente inaccesible en t a n t o Según parece, a juzgar por las críticas num? 20 haya entrado en el mundo del arte. Los rerosas q u e hemos leído. estos nuevos relatos de latos de los viajeros nos asombra?, pero nos sus andanzas por el Oriente poselen l a mlsnm alejan. Como intérprete. como intercesor, nos gracia cautivadora del libro ya mencionado. Eli hace falta un poeta o un novelista, un g r a n pintor o u n cineasta. - H e comenzado B. imagL- ellos, sin v a k r s p de estadísticas ni de tesis más o menos oficiales, diemuestra que h a comn a r la vida en lMoscu viendo un film-“Tres prendido la situación social de los indúes baJ@ e n u n subsuelo”. Y hace pocos días, una nola dominación inglesa. Sus críticofi agregan gut’ vela - “Doce Sillas” - ha creado p a r a mí, de como dte costumbre. d e Croisset se presenta s ú J i t o , u n a imagen viva de la Rusia bolchevique en las pequeñae ciudades de p r o ~ i n c i a ” llano d e simpatía hacia cuanto cae bajo su mrrada. haciendo que el lector sienta con 61 Y I j A VIDA LEGENDARIA DE CLEJIl3SüEAt;; viva aialinas h o r a s ~ P J O S de los paises haxtuales, olvidándolos -Desde antes de su muerte, hubo “El Tigie.

(13) letras. -. LA TR4DTCIOS DE JIEDIS S O C H E . Pierre Mac Orlan h a hecho con ,este título u n a interesante novela policial. E n ella s e advierte Su a c o s t u m b r a d a elegancia de estilo, muestra u n a vez n7:ís s u esquisita sobriedad y su poder fascinador p a r a mover vivamente, a través B e aP,asi,onantes avextunas, a hombres que polseen irn perfil bien definido. Y A iIIRII,IOTT;,CX ZTG-ZAG.-Su fundación es reciente y ya ,el Público tiene, para cada uno rle los volúmenes que publica, su mAs entusiasta bienvenida, cosa q u e ‘no es e x t r a ñ a , p u e s no rabe duda d8e quc es la primera v e z que entra nosotros se editan las mejores obras extranjer a s e n libros de excel.enbe presentación y de precio ínfi:mo. H a s t a hoy h a publicado: “‘EX ruiseñ0.r y la rosa”. de Oscar TTTildr,: “La Harraca”, cle Rlasco Ibañez; “Jadsi Murat”, de Tolstoy; “La AtlRntida”, d e Pierre R e l o i t ; “FX Ilifunto Matías Pascal”. d.e Pirandello. Publicará próximame7tc : “Los de, Abajo”, d e Azuela; ‘‘La muerte e n Venecia”, de T. Mann; “Victoria”, d e Hainsun; “El Mandarin”. de Q-ueiroz; “Recuerdos del Pasado”, de PBrez Rosales. .J.%JfES JOi-CE-En el último n ú m e r o d e “Rravo”. 11% *espléndhüa. i-evisita teatral !pariiciense, hemos lmeído u n coluroso articulo de Felipe Souppault acerca de este g r a n escritor irlandés que desde hace tisenipo reside e n Fra’7cia. Dice que p a r a él n o es poco orgullo e1 rrconocer en voz a l t a el genio del autor de [;lises, destinado a a b r i r calles inolvidables en la literatura. contemporánea. Es un interesante artículo que recon?e,ncictmos a los fervorosos de Joyce. ESCRITORES (?VE H A S ADOPTADO I X A F’IRJIA DF; GUERRA.-Todos s a b e n qua muchos literatos célebres h a n h.echo- desaparecer su nom3re vel-darlero bajo un pseudónimo q u e. (iOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOCOOOOOOCC O. 89. CATZAQO. u. 8. O O. O. Guillaumse Apollinaire tuyo nombre G. d’(, Ko,ctroirisky.. 1301‘. verdadero. René Roylesve . . R. Tardiveau. Colette . . . . . Xime. Henry rie JoiivenNeL Georges Courteline . G. Itroinauu. L u c DurjLain . . . A. r\’eQvou. Claude F a r r e r e . Charles Rargone. Pierre H a m p . .. . P. ‘Rourillon. Pierre Mac Orlan . P. Bumarchais. J e a n Noreas . . . Papadiarnantopoulos. Rachilde . . . . . Mme. Alfred Val!ette. Jules Komains . . . T,uis F’arigoule. J. H. Rosny . . . J u s t i n o y Henry ROeX. -4ndré Suarés . . . Ives ScXItiTl. André Maurois . . ISmile Herzog. .Tean R a m e a u . . . .J. Lebaigt. H , e i r i nuvernoic: . . H. Schwabacher. A e s t a lista extranjera quereinos agregar algunos escritores chilenos: Augusto WHalmar . -4ugusto G0emin.e T h o m p son. t e o n a r d o P e n a . . Tgnacio Pérez K,all!ens. Pedro Sienna . . . P. Pérez Cordero,.F e r n a n d o Santivrin . Fernando Santibanez PWa. Gabrie.la Mistral . . Lucila Godoy. Pablo Neruda _. . . Xeftalí Reyes. Pablo .de R o k h a . . Carlos Díaz I/o.YOla. u a fie l ~ o n o s o . Maria Monvel . . . ~ ~ Hriro INDEX.. .. añoranza ginemática T n t u m u l t o de pájaros enloqiiecidos vuela sobre mi cabeza construida de espejos.. ‘. Toda6 las paredes de mi cráneo est5n tapizadas de recuerdos. T ú - e n t r e todos->rillas con la m i r a d a oblicua de l a Garbo.. 8. 8 O. 8. 10s ha acompañado h a s t a Ia inmortali,dad. Damos rt continuación u n a pequeña lista que, s i n duda., pa.rec!ei-5 curiosa a variosj ,die nuestros lectores. Claro está. que e n t r e estos no,mbres h a y r ~ a l o r e sm u y diversos, no todos de primera, magiitud :. S e me h a n ido los brazos y la dicha a no sé q u é Alaska del cielo.. 8 O. 8o. 11. Las estrellas seguirán palidas de vergüenza mientras no se entr’eguen al viento ortipédico.. es. el complemento de. P a r a saber que no se pudre la esperanza en mis venas necesito el reactivo celeste de t u s ojos. Sólo tíl conores la. composición química del Alba. Espero que nazca un nuevo arco iris p a r a decorar t u cintura.. b. <. ¡Carita d e Matisse, cuerpo cinelándico!. Ahumada i%O, esquina de 8. [Por muy lejana que t e halles las rosas me cuentan t u desvelo.. Estoy 1 ulcanizando mi dicha. p a r a el nuevo raid del amor. Cuaiido desembarques en mis brazos toda t u piel se Tolver6 r o j a bajo rl sinapismo de mi beso. Linia. 1 9 2 0. FEDERICO BOLANOS.. I.

(14) 12. letras. 1etr as cientí f icas. e. s. 0. e l d r . J u a n marina Cada Uno de ios pisos craneales contiene una parte bien diferenciada del encéfalo, a saber: El primer segmento sería integrado por rl J a t mU11 e . IIlbt!lt2Y¿llLlbIlIIU . M e . n ~ o . ~ ~ l b,i.dUüJU . ~ e _ , l UaC: l_de-5:::::-80: ~ ~ ~ ~ e ~ ~ ~ d ~ dk..ikri 1-ia -rrit,ikoro-nin o m i r l n r nProho,n \”u11Vl¿¿, tiUüI ~ U ~ l C i i i U U t’ebro inferior o posterior), ocuparnos en breves líneas. El segundo segmento se constituiría por los Formula el Dr. Mendoza una de las coiicepnúcleos optoestriados, envueltos por los lobulos ciones tal vez más simples que en materia de psicooccipit,ales. temoorales v los lbbulos de la insula biología hayan sido hasta ahora enunciadas,- pero no por eso menos apasionante desde el punto de y del hipocamp; (cerebro medio). El t,ercero lo formaría el lóbulo frontal (cereoro vista científico. anterior o superior). Se trata de un verdadero esquema en que se a esta división encefálica corresponde, no solo localizan las funciones del psiquismo. de acuerdo una 6iilerenciación ósea. sino también una dlvercon la arquitectura misma, de la ,caja craneana. Un arterial -(arterias ceSebSales PoFtes a irr.iga:ióii sinnúmero de circunstancias coincidentes y experimentales dan gran fuerza de veracidad a la hipo- nor, meaia y anterior) ; siscema iimacico uiscribuído separadamente; y divisiones membranosas tesis. {tienda del cerebelo, escotadura de Silvius, etc.) Se sabe cuánto ha apasionado el problema de La histología y la embriología (metencéfalo, las “localizaciones cerebrales”, desde que la fisiodiencéfalo y teiencéfalo) , parecen confirmar esta logía entro por la vía experimenta!, y desde que la d.ivisiÓn. práctica sistemática, de la anatomía patológica perAsímisino en el orden antropoIÓglco se 3uede rrzitió la comparacioii constante entre lesiones yüe recisar que al través de la infinita sucesión de la autopsia demostraba y 13s cuadros clínicos que os tiempos, la morfología cráneo-cerebral ha suhabian precedido a la muerte. Pero siempre los problemaS de las localizacio- l’rido estas graduales etapas de formation. Un sólo ejemplo: el cráneo a e Neanderthal, nes fueron enfocados fragmentariamente, y hasta hace muy poco permanecía en ia rornbra una gran en el cual los huesos frontales casi no existen o son apenas un rudimento. Su ausencia indica cazona. acaso la más imDortante. de las fxnciones inrencia del lóbulo encefálico correspondiente. telectivas. Faltaba 1)or lo tanto a estos seres el viso suHa sido necesario que llegaran las epidemias de perior. encefalitis, que han azotaao los paises más civiEstabiecidas ~s5.s prerys?s: lieg?,mos, al-tema lizados de la tierra. durante los iiltimos años, y mas impormnce ae la ceoria aei meaico ne uucre. permitieran avanzar lentamente en el conociA una tal división ósea y eiicefálica corresponmiento hasta entonces misterioso de las funciones dería una determinada repartición del psiquismo. del “cerebro medio”. El psiquismo global se compone de tres eleAquí, -como en todos los problemas del co113cimiento, se ha conieiizado siempre por lo mas mentos principales: 1INSTINTO, AFECTIViDAD e INTELECT,UALIL>AL). externo, lo más fácil, o sea io equivalente a las Pues bien, cada uno de estos elementos calFunciones inferiores de la vida a,nimal. zarín en uno de los iisos cranealee. La 1oca:ización de las zonas rnotoms, por Instinto en el pis;o occipital. -4fectos en el piso ejemplo, ha sido de las primeras en ser puestas medio. Y el iintelecto en la loge frontal. en descubierto, desde que los iisiólogos pudieron alcanzar las regiones esteinas de los hemisferios INSTINTO. - dhs t2i : I I ~ U I I L L I uiiu uc IUU tiuuisonentes del psiguismo cerebrales, o es más bien un antagu. . Para ias funciones superiores, el “alma” que nista de él? los antiwuos !ocali:?ban en la ,glándula pineal, Siendo la tendencla, 2, vivir ya sea Incepeiila. afect:vividad, el yo , es decir, la conciencia dientemente o a arolonfiazse en la pcstsridad. él mlsmz, permanecen hasta hoy casi ignorados. ‘ utiliza todos sus medios-nrgimicos. El Dr. Mendoza comienza definiendo los tres ‘Cuando el. recién nacid o toma el seno de su pisos de la base del cráneo: occipital, temporal y inadre para alirneiitarse, se encuentra establecido frontal. todo el edificio psíquico del futuro”. El piso occipital, situadc) como un puente 1x1Foriiia ella dos mitades simétricas que se oc lo Aonncitorio ci> cermediario entre la médíila. unen i’n su parte media por una verdadera escala que desde el agujero occipital se eleva y avanae toda la vida refleja, y los centros superiores. za hasta culminar en la “silla turca”, verdadero contiene el bulbo, el 4.0 ventriculo, sedes de Los ceriEn la “Revue Sud Americaine de Médecine et Chirurgie”, que aparece en París: publica el Dr.. VUIIIU,. tJ‘UUUVG’””.d‘”. CLIICLImI,. J. C I. UbIIIUCiV. P ’. n i y o. LJuc. tvna. pl<ia i m n n r t a n t p s AP. Am ~ I b ~ V u L ~ u ~ i. la vida vppptat,ivn, (res-.

(15) letras berancia y el cerebelo, ese gran centro de coordinación. regulador de los movimientos inconscientes. Se encuentran allí también los núcleos de .origen del pneumogástrico (sistema para-simpático), ’ por encima del cual aparece la vida orgánica regulada por el orto-simpático. La cenestesia o sensación supra-sensorial de nuestro propio cuerpo, unida a la percepción del mundo exterior, encuenk a n en este piso del IXSTINTO, el umbral que les franquea su entrada en el PSIQUISMO. Aquí se encuentra “e! potencial transmitido por !a herencia. Y puesto que aqui entra Lgualmente en contacto con el gran Cosmos, que experimentaron nuestros antepasados, resulta que en esta zona del instinto palpita el alma universal del pasado, del presente y tal vez también la del porvenir”. AFECTIVIDAD. - Esta no es más que una lorma de sensibilidad, que. podríamos llamar “sensibilidad morai” o determinación Dsíauica de sen- -. Si bien es cierto que los centros superiores necesitan de los inferiores para su trabajo, puesto aue de ellos ha sido formado, también puede e n determinadas condiciones y a costa de largas disciplinas, prescindir de ellos, y entonces el Intelecto funciona ajeno al Instinto y a la Afectividad. Otras veces el cerebro intelectual puede libecarse de esa entrega continua de materia prima que vuelca en él su vecino, el cerebro sensorial. Trabaja entonces con su “memoria”. Pero en el ritmo normal de la vida, los tres pisos trabajan unidos íntima y armbnicamente. El Piso Superior gobierna. controla, inhibe o estimula. Cuando bajo la influencia de una enfermedad u otro factor, 61 falla, queda actuando la impulsión ciega de! instinto, el dinamismo sin freno de la sensibilidad. Esquematizado, tendríamos: PISO FRONTAL. sibilidad.. E piso medio del cráneo contiene los Brganos. encefálicos clue todavía guardan más celosamente rodeado por los núcleos centrales del cerebro, la epífisis donde Descartes situó el alma, la hipófisis generadora de tantas funciones en relación con e,l crecimiento, sexualidad, etc., los tubérculos mamilares, el ganglio de la habenula, todo esto está aún muy coniuso. Para la mayor parte de los fisiólogos, los núcleos opto-estriados representan las grandes vías de la sensibilidad. La endocrinología en su vertiginoso devenir noa levanta el velo de las emociones: dolor, alegris, amor, cólera, temor, heroísmo, se resuelven en primero y Último término en un juego de secresiones humorales, que a veces se acercan a un verdadero estado de intoxicación. En este piso se encontraría, según el Futor, el verdadero centro generador de estas emociones, que luego, mediante las racciones simpáticas y parasimpáticas correspondientes, difunde en el organismo. En cuanto a la AFECTIVIDAD misma, se cuiioce la Demencia Precoz, cuyos síntomas car($nales son indiferencia, desinterés, z.mbivaleiicia. etc. Según Dide y Guirand, las lesiones correspondientes a esta enfermedad se encuentran en la región infra-óptica y núcleos opto-estriados. INTELECTUALEDAD. - Desde hace casi UTI slglo, Los investigadores localizan las funciones intelectuales en los lóbulos frontales. (Hitzig, Ferrier, Ooltz, EiancliioGrosset, etc.) El pensamiento, la imagen creadora, la coricepción, la introcpcccioii, etc., surgen en la región frontal, la úMma que aparece en el hombre en su marcha de siglos, como un ansia de elevación. Los zonas afectivas e instintivas suministran los materiales R este iaaravilloso laboratorio donde se verifican las síntesis supremas. Fibras de asvciacibn (ciiigu!urn, manojo hemisférico superior, dx), conciiiceii lor elemcntos de los pisos inferiores hasta e! superior. Otros niaiiojos 6.e asociaciún uneii amhos hemisferios entre sí.. su misterio. -El tercer v&riculo. d r .. 13. PESO TEMPORAL PISO OCCIPJTAL. Agregando la función respectiva. INTELECTUALIDAD Frontal AFECTIVIDAD Temporal. INSTINTO Occipital. u para hablar en un lenguaje :nás en boga, y superponiéndolo a los conceptos actuales de Freud, Young, etc. C O S SCIESTE. SUB-CONSCIENTE. Frontal. Temporal kKCOMSC1ENTb Occipital. podrá. en rigor superponerse el Instiiito al Incorisciente? Muchos habra que contradigan tal criterio. Muchos también que no acepten la identificavión de la Sensibi!ldad y Afectos con el Subconsciente. La hipótesis es, sin embargo, tentadora y susceptible de ser desarrollada mucho más largamente. En todo czso, como noción esquemática, por nuestra parte la consideramos admirable. Es una niara,villosa realización de síntesis y de sencillez. [Por desgracia, en biologfa, no sierr.pre lo más s m p l ? es lo más cierto.. . !. m a r f i n. r ..

(16) A Q V. a. Rm. e x. r e s s. por Henrich Mann Ilustró A. Alvial. Cua-ido h u b e lleqado a los veintiún años reclamé la p a r t e de nii herencia, fui a París, y encontré r&pidarnente, gin ningún obsthculo, la m u j e r con quien disipar ese caudal. Me impuls a b a a obrar de esta m a n e r a el deseo d e ver l a vida con la perspectiva q u e s e obtiene desdun automóvil propio, desde un palco de l a ópera, desde u-i lecho pagado. D e todo ello prometíame algún provecho literario. P e r o no t a T dó en revelárseme un error. E n efecto ¿ d e q u é me servía el poseerlo todo. puesto que continuab a desehndolo ? Proseguía mi existencia sensual como e n u n sueño, en cuyo transcurso s e fia. b e que se sueña, y e n el q u e s e aspira a l a walidad Hacía l a corte a u:i m u j e r agraciada, que todos deseaban y q u e se mostraba agradable conmigo. marchando a .su lado como a l a vera d e las velas fugitivas de mi Tostalgia. Sólo m e quedaban algunos miles de francos en la cartera, cuando, u n a noche tuve la imprudencia de a b r i r l a e n un baile públiro v L: la vista d r u n a m u j e r joven. Me invitó y l a seg u í a lo lejm, h a s t a u n a casa q u e e r a u n a espcie dxe cueva con escaleras resbaladizas y parede? húmedas. Apenas h a b í a colgado mi chaqueta e n el respaldo de u n a silla, cuando la altorribrilla que p i s a s a s e hundió al mismo tiempo q w u n trozo oel piso. y caí r o d a i d o por un escotillón bastante protundo. Un saledizo, a t r e s o cuat r o metros mds abajo de l : ~habitación que acababa U P abandonar, m r permitio d g s r r a r m e a él u n instante, escuchando cómo una P O Z d e hombre y u n a voz de mujer se alegraban ?e la hereacict q u e lcs dejaba Tamb1C.n esto e r a u n a perspectiva, pero no e s t a b a e n t r e el núnierro d ~ , aquéllas que me habían traído a París. Esta procedía de las profundidades extrañas y temibles de u n sueño, p e r o n o dejaba d e tener alg o de s e d a n t e . . . Apenas me quedó el deseo de volver a la luz. A d e n i h , el escotillón h a b í a % uelto a levantars?. CerrG los ojos y me dejé caer m á s abajo Cont r a l o q u e me esperaaa, n o me rompí l a cabeza sino que h u í por un canal. Me escapé h a s t a Florencia. Allí experiment é el deseo de a m a r al pierrot empolvado que Codas l a s noches. en u n a pantomina del t e a t r o Pagliano, s e ponía de rodillas a n t e u n a muñeca, pues e r a damaviado tímido p a r a hacerlo a n t e s u amada. Sin embargo, este pierrot conquist a h n a su elcgida, l a e-igañaba, la d e j a b a e n la miseria. J u g a b a , danzaba y sus crímenes, cometidos con frivolidad y puerilidad, ponfan en torno a sus ojos d e pecador inocente ucnas ojeras c a d a ve- rnds profundas E n fin, pierrot moría a l t e r m i n a r u n f r e w o día d e abril inantenlend? s u amable depravación y a los acentos lloron e s de u n a música ligera y flexible. Y o dese; AU amistad. pero resultó que. al abandonar la. esce.ia, e r a u n a célebre cort'esaila y que costaba ciPn mil liras mensuales al conde de Tal, l o que en Florencia es ya u n a cantidad elevadísima. Me dirigí hacia el peluquero de esa. pierrot. 5 I eiitt L h u t nii u l t i n i o Iiillrt 1111 (1<< { u <t i i t , enseñase su arte, enviándome, provisto de polvos y afeites, al tocador d e la bella. Mis servicios no le satistacieron siempre. y 4 0 sen'í sobre mi rostro el primer contacto de s u lind a mano a l h a j a d a y de sus dedos afilados. C n a nochc., mientras e s t a b a probándole u n a n u e l a ppluca, me arriesgué a decírselo todo y me puso e n la puerta. Sin embargo, yo continuaba deseando hacerme a m a r d e ella Nuestras relaciones s e desarrollaron repentinaniente. El conde de Tal. qiie le arindaba cien a abandonó de pronto, con mil liras a l mes, l g r a n escándalo. P o r culpa d e ella, según alegó. había hecho desgraciada a g r a n paTte de s u f a -.

(17) letras milia También otros s e declararon perjudicados por ella e n lo que tenían de más valioso. Y h e aquí que entonces la m u j e r se encontró despcditia por todos, incluso por el directo1 del teatro, tal Lomo ella nie h a a í a despedido, AIuy pronto, cubierta de deudas, hubo de escapar del hospital, despreciada y perseguida, contentápdose con lo que se e n c u e n t m en l a calle. Al llegar a este estado me perinitió quc le o f r e c e r a un camanitro en mi bohardilla. sit u a d a al extremo de la estrecha ?. populosa \íá dell’Agnoio Allí la l e í a por la noche baJo el claro de l u n a , oon la cabeza reposando c o n t r s la pared oscura, p’ero con las manos siempre e n movimiento, a p r e s t h d o s e a describir orbe5 q u e adquirían u n relieve fantástico. manos parec i d a s a flores e n f e r m a s > caprichosas que atrapasen los insectos. Yo permanecía sentado a n t e u n a mesa, baj o l a luz de u n a candela, y escribía. E n l a 12mensidad esparcíase u n silencio sonoro, vibrante, de un azul dcerad0. Y pensaba. que “el JOven” pierrot había vuelto, vacilante, d e sub avent u r a s y dc s u s pecados, p a r a detenerse allí e m polvado de luTa y muerto de fatiga, precisamrente e n mi habitación. ;Cuánto d e s e a x a m a r le! Ella alzaba s u s ojos en los cuales se leía e l asombro kin Drotesta que le inspiraba el ,destino. Se dejaba c u r a r a regañadientes. h u n diendo su m i r a d a e l la m í a . N e despreciaba porque todavía permanecía a s u lado. Me des e a b a porque no m e comprendía. A vece6 padecía terrores: otras, daseos desenfrenados; y otras, odio. Me atormentaba, feliz de poder s e r todav í a un D O C O malvada. de u s a r u n a especie d e venganza c o n t r a lo q u e le sunedfa. Después. lloraba s o b r e mis hombros. Y d e nuevo, volvía a escrutarme s u mirada: ¿ p o r qué la quer í a t o d a v í a ? N u n c a obtuvo respuesta. E s qlle -?unea l a h a b í a amado: había deseado a m a r l a , eso es todo. Murió e n u n a de aquellas noches. Después, 4 0 b a j é a l a calle y lloré e n la oiscuridad, a lo l a r a o d e l a vía dell’Aanolo que estaba dewierta, a lo largo de las callejuelas próximas ,semejantes a arroyos: vertí lágrimas d e l a s q u e m e sentía indeciblemente orgulloso y que ?O q u e r í a deiar secar No d u r a r o n menos de u n a horq e s a h o r a que representa e n mis recuerdos e l m á s x l l o , re1 mejor y el más verídico frzqmento de mi v i d a . . . P e r o nie sentí anotado. Ello n o me impidió p o n e r m e de mal h u m o r al ver que delante d e mi casa h a b í a dos individuos sospechosos. F u i der e c h o hacia ambos p a r a n o darles l a esoñ!da. Uno d e ellos tenía l a nariz aplastada, OJOS d e “kaimulco”, busto cuadrado y piernas cortas Y torcidas. E l otro, vestido con un sobretodo liviano y con algo negro e n t o r n o a l cuollo, e r a menudo, moreno, extraordinariamente hermosa. E c h ó a a n d a r , con l a m a n o en el bolsillo interior de l a c h a q u e t a y avanzó h a c i a mí. seguido del otro. Andaba como los muertos Yo avancé dos pasos m á s . E s t a b a fescinado y, s i n e m bargo, mis sentidos m e tironeaban. Veía que la& cejas se destacaban negramente sobre s u r w t r o pálido de gruesos labios: l a rara d e ella. E n su puño, sobresaliexdo de l a manga, se veía el m a n g o del cuchillo. Mi muerte estaba escrita e n s u rostro. O en e l de la muerta. Pues no tenían m j s q u e u n a sola cara: e r a s u hermano, Había venido con un compañero de los a r r a b a les p a r a librarla de m í . Sospechaba q u e viviendo conmino olvidas s u a r t e s y que, por esta razón, y a n o les d a b a dinero a sus padres i i i a él. De repente - cuando m e h a b í a aproximado t a n t o a l h e r m a n o q u e í b a m o s a tocarnos .los dos h o m b r e s se a p a r t a r o n de mí, dejándome e l p a 0 libre Y, a l n o mconooerme, desaparecieTon. Mi espíritu h a l l á b a m tam t u r b a d o que G O p u d e d a r m e cuenta de lo q u e pasaba. Despu&s,. 15. oí los pasos de u.i tercer individuo que, mientras tanto, s e había aproximado a favor de la O ~ C ’ I ridad. Era u n hombre delgado, con z n Bobretod o al brazo y que parecía apresurado por dej a r m e ‘LtrAs. P o r ieconocimiento, por aturdimiento, por simpatía, yo di dos saltos a s u espalda. Presa de miedo alzó e l hombro izquierdo y echo a-correr Huyó de m í ; me t o m a b a g o : l o q u e no era. El hermano d e ella también me hauía tomado por otro. Tengo la impresión q u e l a frecuentación de hombres es un “quid pro quo” de t’rrores, confuso y cruel, como lo fué e s t a escena nocturna en el rincón de la vía de1l”Acnolo. E n Milán, mi ciudad n a t a l , conseguí algfiii dineio a cambio de lo q u e había escrito e n las noches equívocas pasadas f r e n t e a u n a m u j e r enferma a la q u e no amaba. Ello me valió q u e se arrojase s o b r e mí u n a mujer muy distinguid a de la a l t a sociedad. Me dijo q u e t o d a su vida s e l a había pasado buscando; que s u existencia e i a trágica y que era necesario q u e fuese a m a d a p o r la persona que h a s í a escrito aquellas páginas.. . Pensé q u e todo aquello no me import a b a y estuve cortés. La mujer me afirmó quc yo le debía agradecimiento puesto q u e naxiie e n el mundo m e comprendería como ella. P e r o 70 estuve de acuerdo; me rebelé y negué m i d e u d a . E l l a me repitió que s u vida e r a trágica y qup le pondría fin arrojándose desde la roca de Léucade. Esto me desarmó: me sentí halagado y también sorprendido. ¿Cómo podía llegar a semejante situación? Me negaba a. mezclarme e n n a d a de aquello. No reconocía a nadie e l dereoh0 de t u r b a r mi soledad. Las mujeres elegantes, apetecibles, que habían sido amables para mí d u r a n t e mi juventud, n o habían hecho o t r a cosa q u e rozarme con s u s largos velos fugitivos deslizándose a mi lado. P i e r r o t h a b í a m u e r t o espolvoreado de luna, como u n reflejo. Y ahora “un cuerpo” quería intervenir cerca de mf. ~ F r p t e n d í a c u r a r m e ? ¿Conferirme realidad? ;Eliminar mis sufrimientos por e l a m o r ? P e r o el inter69 q u e yo m o s t r a b a h a c i a mí rniiirno dependía precisamente de aquellos sufrimientos. Cualquier rostro e n f e r m o es m á s distinguido q u i otro en el que hie lele la ‘salud. Yo e s t a b a disp u w t o a abdicar. P e r o ella n o comprendía nad a de esto: q u e r í a ser dichosa y, ,por tanto, hac e r feliz a alguien. Al final, llegué a encontrarl a necia y la m a l t r a t é a sangre fria, pero reservándome, en todo caso, l a posibilidad de avengonzarme con (ese momento de mi a l m a y de hacer a r t e con esa v e r g ü e n z a . . . Cuando pasó s u crisis y c u a n d o comenzó a separarse de mí, fui yo quien salió a buscar!a, f o r z á i d o l a a seir mi amiga. Me hacía bien verla a n t e mí como u n a prueba de mi soledad siempre intacta. E s t a soledad es semejante a un sú3ito e n calmamiento del viento cuando s e zarpa. U n a multitud de marineros hállase ocupada e n trep a r apresuradamente por los mástiles y los flancos del navío p a r a l a r g a r las velas. C u a i d o u n minuto después, éstas s e desploman estiradas, el navío no s e mueve, los marineros caen, se ievantan. s e m i r a n . . . E n estas páginas se h a n relatado, sin dud a , algunos acontecimientos extraoidinarios. P e r o no por ello l a vida me parece menos árida, conyo si nunca hubiese pasado la menor cosa. IVI? parece e s t a r perpetuamente sentado delante d e u n a historia grisácea, e n la que s e muere sin fin de la m a n e r a m á s a b u r r i d a . ¿Qué es. e l tonces. la realidad? ¿Quién s a b e si n o e r a n l a realidad aquellas lágrimas q u e yo vertí cierta noche, casi d u r a n t e u n a hora, siguiendo la desierta v í a dell’Agnolo, y las callejas paralelas, que parece? arroyos? Aquella h o r a f u é “verdadera”. E n toda u n a vida, solamente u n a hora, al menos la primera media hora, es verdadera. . . Quizá. . . P e r o ni eso e s seguro..

(18) 16. letras. Este hombre triste que vivió OrguMsamente y que fué amigo de los pobres, d e aquellos mismos quo amara el maestro FranCOiS de VillOn posee una personalidad inconfundible en la literatura d e Rancia. v aunaue su nombre n o buscó nunca el triunfo vociilgiero ni el fácil aplauso de la crítica de SU época, permanece entre los valores m8s firmes de l a prosa gala de fines del pasado siglo. Marcel Schowb, (André Marcel Maver) había nacido en Craville en 1867. Conocedsr profundo d e l a pcesia de Villon, paco antes d e morir dió varias interesantísimas lecciones sobre la obra del maestro, a quien había estudiado con devoción Única. Para fijar l a presencia de Schowb, nada mejor qae trascribir las palabras de Guillermo Apollinzire, el admirable autor de “AlcnOlS”. Apollinaire, dice: “Vuelvo a verlo Cerca del lecho d e muerte de su tío León Cahun. Envuelto en una espesa capa. Marcel Schowb estaba echado sobre su sillón, mudo e inmóvil, parecido a u n Napoleón vencido y enfermo. Sóio sus ojos s e movian, uno un POCO velado bajo el pgrpedo espeso por una excrecencia parecida a u n orzuelo. Y éi pensaba en el muerto aue la había incitado a estudiar a Villon v aconsejado trzducir a Shakespeare. Recibí de las manos de Marcel Gchowb la Última copia a la que prodigó sus cuidados y con la que “Verso y Prosa” ilustró OrgUilosamente su primer número, “La Rúbrica de las Imagenes”. Páginas fuertes Y graciosas a la vez en que la fantasía y la bonhomia s e encuentran tan lejos en lo trágico, Y en las cuales Schowb sabe confesar, comentando a Hugo, que había tomado durante mucho tiempo los “estúpidos icoglanes, por pájaros“! ¡Qué impresión hizo sobre mi Juventud la entrevista con Marcel Schowb! El criado chino, una jauría asiática, menuda y sospechosa, y también el Napoleon vencido al fondo de una vasta pieza osciIra, y lo Único luminoso una hoja de Papel apenas escrita bajo la claraboya muy baja”. Marcel Schowb en toda su obra ha conservado Sus vuelos de Poeta Y así Podemos comprobarlo en “El Libro d e Monelle”’, como también en SUS Cuentos misteriosos que sobresalen por la pureza del estilo y por una on da de evocación que nos lleva al pasado, haciéndonos vivir en remotas épocas, ya en los tiempos prehistóricos en “La Vendedora de Ambar”, que tradujimos hace tiempo para esta Revista, o en la Edad Media teriebrosa de “Merigot Marchés”, narraci6n diabólica y obsesionante. Schowb falleció en la primavera de 1905. O’ras: Estudio sobre Argot francés (1889): Corazón Doble (1891): El Libro de Monelle (1891) ; 0 El Rey de la Máscara de Oro (1897). Damos alwiias versiones de “El Libro de Monelle”, obra que puede sefialarse como la más pura labor- de Schowb.. PALAERAS DE MONELLE. Monelle me encontró en la llanura en la que vagaba y me tomo .de la mano. -No te sorprendas, dijo, soy yo y no soy yo. Me volverás a hallar y me perderás. Aun una vez vendré entre vosotros; porque pocos hombres me han visto y ninguno me ha comprendido. Y t ú me olvidarás y me volverás a conocer y me olvidarás. Y Monelle dijo aún: Y o te hablaré de las pequeñas prostitutas y tú sabrás el principio. Bonaparte, el matador, a los dieciocho años encontró bajo las puertas de fierro del Palacio Real a una pequeña prostituta. Tenía el color pálido y tiritaba de frio. Pero “es necesario vivir”, le dijo ella. Ni t ú ni yo conocemos el nombre de esa pequeña que Bonaparte condujo una noche de noviembre a su pieza en el hotel de Cherburgo. Era de Nantes en Bretaña. Estaba débil v fatigada; su amante acababa de abandonar!a.. Era simple y buena; su voz tenía un sonido muy. suave. Bonaparte se acordó de todo eso. Y j70 pienso que después, al recordar el sonido de su voz, se emocionó hasm las Ihgrimas y clue la buscó mucho tiempo sin que nunca volviera a verla en las noches de invierno. Porque, tú lo ves, las pequeñas prostitutas sólo salen una vez de la muchedumbre nocturna para una tarea de bondad. La pobre Ana acudió hacia Thomas de Quincey, el comedor de opi3, desfnlle-. ciente en la larga calle de Oxford bajo las grandes lámparas encendidas. Con los ojos humildes ella le llevó a los labios un vaso de vino dulce, lo abrazó y lo calentó. Después entró en la noche. Tal vez murió pronto. “Tosía, dijo de Quincey, la ríltirna, vez que la ví”. Acaso ella errara aun en las calles; pero a pesar de la pasión de su hallazgo, aunque ella insultara las risas de las personas a quienes se dirigía, Ana se perdió para siempre. Cuando de Quincey tuvo más tarde una casa abrigada, soñó continuamente con lágrimas en que la pobre Ana hubiera podido vivir allí cerca de él; en lugar de representársela enferma o moribunda o desolada en la negrura central de un hosp;:al de Londres. Y ella se había llevado todo el amor piadoso de su corazón. Ve tú, ellas lanzan un grito de compasión hacia vosotros y os acarician la m a m con su mano descarnada. No os preguntan si sois desgraciados; lloran con vosotros y os escuchan. La pequeña Nelljr fué hacia el forzado Dostoievsky y fuera de su casa infame y muriendo de fiebre lo ha mirado mucho tiempo con sus grandes ojos negros temblorosos. La pequeña Sonia (ha existido como las otras) ha abrazado al asesino Rodión despu6s de la confesión de su crimen. “Estás perc‘ido” le ha dicho con un acento desesperado. Y Ievantándose repentinamente se ha arrojado a su cuello y lo ha abrazado. “No, no existe ahora sobre la tierra un hombre más desgraciado que tú!”, ha cxclamado ella en un arranque de piedad y en el instante ha estallado en sollozos..

(19) letras. 17. vanal; había un vuelo de simientes aladas de1 bajo otoño Y de pequeñas bocanadas de polvo blanco. La cabaña parecía desierta; la campiña era triste; una banda de hierba amarillenta se perdía, en el horizonte. Cuando la corta luz del día desfallecía se escucho el hálito del pequeño remolcador. Ayareció al otro lado de la esclusa, con el rostro le1 maquinista manchado de carbón, que miraba indolentemente por su puerta de tela; y detrás una cadena que se desenrrollaba en el agua. 1Después venía, flotante y apacible, una barca osr cura, larga y aplastada: llevaba en medio una casita de blanco aspecto cuyos pequeños vidrios eran redondos y dorados, volubilis, rojos y amarillos rampaban alrededor de las ventanas, y sobre los dos lados del umbral había dos maceteros d e madera llenos de tierra con muguets, reseda y geranios. Un hombre que hacia crujir una blum mojada sobre el borde de la barca dijo al que teiiía el bichero: -Mahot, ¿quieres comer, esperando la esciusa? -¡Ya va!-respondió Mahot. Colocó el bichero, montó en una pila de cuerda enrollada y se sentó entre los dos maceteros de flores. Su compañero le golpeó la espalda, entró en la casita blanca y trajo un paquete de papel grasoso, un pan grande y un cán taro de tierra. El viento hizo saltar la envoltura aceitosa sobre las hierbas de muguet. Mahot lo cogió y lo arrojó a la esclusa, haciéndolo volar entre los pies de la muchachita. - Buen apetito allá arriba, gritó el hombre; comemos. Agregó: -El Indiano, para serviros, paisana. Podrhs decir a los compañeros que hemos pasado por allá. -Bromista, Indiano, dijo Mahot. Deja a esa muchacha. Es porque tiene la piel oscura, señorita, que lo llamamos así en las chalanas. 1 Y una pequefia vocecilla débil le respondió: -¿Dónde vais en la barca? -Llevamos carbón hacia el Mediodía. arito Marcel Sohowb el Indiano. -¿Dónde h a y sol? dijo la pequeña voz. Ninguna de ellas, lo veis, puede permanecer -Tanto como que ha quemado el cuero a1 con vosotros. Serían demasiado tristes y ellas tienen vergüenza de quedarse. Cuando ya no lloran viejo, respondió Mahot. Y la pequeña voz volvió a repetir deSpués de no se atreven a miraros. Os enseñan la iecció,n que tienen que enseñar y se van. Vienen a traves un silencio: -¿Queréis llevarme coi? vosotros en la barca? del frío y de la lluvia a besaros en la frente y a Mahot se detuvo en masticar su pan. El Inenjugar vuestros ojos y las espantosas tinieblas diano dejó el cántaro para reir. vuelven a cogerlas. Porque acaso ellas deben ir -Vamos-la barca-dijo Mahot. Señorita por otro lado. Vosotros sólo las conocéis mientras son compasivas. No hay que pensar en,otra cosa. Barquilla. ¿Y tu esclusa? Veremos esto mañana. El papá no estará contento. No h a y que pensar en lo que han podido ser en -Se hace viejo en la tontería, preguntb Ei las tinieblas. Nelly en la horrible casa, Sonia ebria Indiano. sobre el banco del boulevard, Ana llevando el vaso La pequeña voz no dijo nada y la delgada vacío al vendedor de vino de una callejuela oscura eran tal vez crueles y obscenas. Son creaturas de figura pálida volvió a entrar en la cabaña. La noche cerró las murallas del canal. E1 carne. Han salido de un callejón sombrío agua verde subió a lo largo de las puertas de la para dar un beso de piedad bajo el farol encenesclusa. No se veía nada más que la lumbre de dido de la -gran calk. En ese momento eran diuna candela detrás de las cortinas rojas y blanvinas. cas en la casita. Hubo oleajes regulares contra la Es preciso olvidar todo lo demas. auilla y la barca Be balanceaba elevándose. Un Monelle se calló mirándome: poco antes del alba los gonces rechinaron con uii Y o he salido de la noche, diio. Y voIvere a deslizamiento de cadena y abrióse la esclusa. El entrar en la noche. Porque yo también soy ulla barco flotó más lejos, llevado por e: pequeño rcpequeña prostituta. mokador de hálito agotado. Cuando los vidrios LA DESENGANADA redondos refleiaban las primeras nubes rojas, la barca había abandonado ese campo triste en el qur el viento frío soDla sobre las ortigas. En 1% unión de los dos canales habia una E1 Indiano y Mahot se dwpertarori con v i esc!usa alta y negra; el agua durmiente era verde goigeo tierno de una flauta pariarina y de pinasta la sombra de las murallas; contra la cabacotnzos en los vidrio8 fia del esclusero de planchas alquitranadas sin cLos gorriones han tenido frío esLa noche, una flor, los postigos batían bajo el viento; por !a puerta entreabierta se veía la delgada figura. vielo, dijo M a h o t . --No. ( L i o el T n d i a n o : -s u n a yorriona: Ppálida de una muchachita con los cabellos desparramados, el vestido ceñido entre las piernas. Las I& chica dt. ia esclusa. Ella eqia R ~ u Í . palabra ortigas se elevaban y bajaban sobre la margen del d e honor... Como Ana y aquella que no tiene nombre Y el joven y triste Bonaparte, la pequeña Nelly se h& hundido en la niebla. Dostoievsky no ha dicho lo que llegó a ser la pequeña SoniB p4lida y descarnada. N i t ú ni 'yo sabemos si ella pudo ayudar hasta el fin a Raskolnikoff en su expiación. No lo creb. S e fué dulcemente en sus brazos, habiendo sufrido Y amado mucho.. --. niic fiib - ... hacia . ~. 1.

(20) 18 letras 230 de.la:-oii de reir. La muchachita &aba t u s moscas, ni tus pájaros, ni t u s ranas. Ha?Ir& u n r>oco mds de sol, he a h í todo! ¿ Y o cs s o j a d= CLUI'OIQ y dijo con su voz .menuda: I ierto. Indiano? -Mi. habeis permitido venir on la .nañan a . Yo vok con vosotros hacia e1 sol. -Seguramente. d i j o ei. -<.Xiaria el s o l ' diJo Mahotr -,. Segurmiente? repitió l a niuchacliita. --Si. voivió a r e s e t i r . Yo s e . Donde ha) ,,lileritlrvso! To 6é bien, ,vamos! moscas verdes y moscas azules q u e aclaran la E l Indiano se encogió de hombros. noche; donde h a y p.;,jaros del porte de la u ñ a --Es necesario no morirse de hnmbrc, dique viven sobre las flores, donde las uvas suj o . Len n tomar ¿U sopa. Barquilla. ben sobre los árboles: donde hay pan en las rdY ella guardó ese nomlbre. P o r los canales m a s y leche ey1 las nueces, y r a n a s que ladran grises y verdes, míos y tibios, les hizo comipacomo grandes perros y cosas que van e n e l ñía sobre la barca esperando el país d e l o s miagua, calabazas-no-bestias que esconden $11 iagros. La barca costeó los cam'pos oscuros con ccLueza en u n a concha, se Ies pone gobre i c i ess u s retoños delicados; y los arbolillos rnagrnc palda. Se hace sopa con calabazas. No!.. :io Lumienzaron a remudar sus hojas; y las coses e . . ayudadme . . chas amarillaron y las amapolas se tendieron --El diablo m e lleve, dijo Mahot. ¿Tortucomo copas rojas hacia las nubes. Pero Bargas, aedbo'~ quilla no se puso contenta con el verano. Sen-Si. dijo la m u c n a c h l t a . . . Tortugas rada entre los maceteros de flores, mientras que --No sé nada de eso, dijo Mahot < Y t u r l Indiano o Nahot dirigían el bichero, pensapaps? ba que l a habían engañado. Porque aunque el -1% p a p a el que me h a enseñado. sol arrolase sus ruedas felices sobre el suelo Demasiado fuerte dijo e l Indiano: ¿ E n s e uor los pequeños vidrios dorados, a pesar de que bQUO qué? los martinpescadores cruzaban sobre el agua y --Todo io q u e algo: Ias nioscLq que aciaias golondrinas sacudían su pico mojado, ella calabazas. Vamos, par a n , 10s pájaros Y l a s . . no había visto los pájaros q u e viven sobre las pa era marino antes de entrar a la esclusa. Petlores, ni l a uva que subían a los árboles, ni ro papa es viejo. Llueve siempre en nuestra calas gruesas nueces llenas de leche, ni las ranas sa. Sólo h a y malas plantas. ¿ N o sabéis! Yo parecidas n los perros. había querido hacer u n Jardín e n nuestra caLa barca había llegado al Mediodía. Las isa. F u e r a hay mucho viento. Yo habría levancasas sobre los bordes del canal e r a n frondosoh cado las planchas del parquet ail medio, habría y floridas. Las puertas estaban coronadas con puesto buena tierra, despues yerbas, después tomates rojos y había telones de pimientos enrosas, después flores rojas que se cierran e n la fllados en las ventanas. noclie, con pequeños y hermosos pájaros, ruise-Es todo, dijo u n d í a Mahot Pronto se va ñoiies, v e r d e r o x s y pardillos p a r a charlar. P a a desemibarcar e l carbón y a E g r e s a r . E1 pap5 pa me ha prohibido. Me ha dicho que esto estará contento, ¿ a h ? arriiiiiaría la caca 9 q u e le d a r í a h u m e d a d . EriBarquilla movió l a cabeza. tonces YO h e venido con vosotros para. i r hacia Y a l a mañana, estando a m a r r a d a l a barma. ca, escucharon c;n goliyrs mlenudos en las viLa barca flotaba dulcemente. Sobre las oridrios redondos: llas de! canal los Arboles huían en hilera. La -;Mentiroso! gritó u n a VOZ débil. esclusa estaba lejos. No se podia vicar cerca de la E1 Indiano y Mahot salieron d e la casita. orilla. El remolcador silbaba adelante G n rostro pálido se volvió hacia 4 1 0 s sobre IH --Pero t ú no verás nada, dijo Mahot. Nosorilla dtel canal, y Barquilla les mitÓ de nuevo. otros no vamos a l m a r . Nunca encontraremos huyerido detr3.s de la costa:. I. .. .. .. Ñ. O O. Cuando necesiten. N en jersey de algodón, hilo o seda, acudan directamente a? depósito central de la Fábrica de Tejidos "ÑUROA". CALLE. MONEDA. N.o. 867. (Entre Estado 'y San Antonio) Es el depósito más surtido en el ramo y el que vende más barato en plaza.. LEMA:. VEHDER BARATO PARA VENDER MUCHO. ,.

(21) letriis - ¡Mentirosos. iSois todos unos 0;. mentirosos!. o. Y o no sé cómo llegué a través de una lluvia .obscura hasta el extraño lugar que se me apareció en la noche. Ignoro la ciudad y el año: recuerdo 'que la estación era lluviosa, m!uy lluviosa. Es cierto que en ese mismo tiempo los hombres encontraron por las rutas pequeños niños va,gabundos que no querían crecer. Niñitas de siete años imploraban de rodillas para que su edad per.maneciese inmóvil y la pubertad panecía ya mortal. Hubo procesiones blanquecinas bajo el cielo lívido y pequeñas sombras apenas parlantes exhortaron al pueblo pueril. Sólo deseaban ellos una per'petua ignorancia. Querían dedicarse a juegos eternos. Desesperaban del trabajo de la vida. Todo erx pasado para ellas. En esos juegos tristes, bajo esa estación Iluvio. sa, muy Iluviosa, apercibí las delgadas lumbres fi. lantes de la pequeña vendedora de lámparas. Yo me aproximé bajo el tejadillo y la lluvia me corrió sobre la nuca mientras qde inclinaba la cabeza. Y yo le dije: -¿Qué vendes, pequeña, en esta triste estación d e lluvia? -Lámparas, me respondió, s o l a e n t e lámpar a s [encendidas. -En verdad, le dije, ¿qué son esas lámparas encendidas, del porte del dedo pequeño y que brilian con una luz menuda como una cabeza de alfiler? -Son, dijo [ella, las lámparas de esta estacibn tenebrosa. Y antes fueron lámparas de muñecas. Pero los niños no quieren crecer más. He aquí por qué les vendo estas pequeñas lámparas que aclaran apenas la lluvia obscura. -¿Y vives así, le dije, pequeña. vendedora vestida de negro, y mmes con el dinero que t.e page11 los nifios por t u s lámparas? -Sí, dijo ella simplemenbe. Pero gano, muy poco. Porque la lluvia siniestra apaga continuament e mis pequeñas 1ámpa.ras en el momtento en que las alargo para entregarlas. Y cuando están apagaCas los niños ya no las quienen. Nadie puede volver a encenderlas. Sólo me quedan éstas. Sé bien clue no podré encontrar otras. Y cuando sean vendidas, nosotros permaneceremos en la obscuridad de la lluvia. -¿Y es la única luz, dije yo, aún, de esta triste estación, y cjmc aclararán con una 18nipaira tan pequeña las tinieblas mojadas? -L% lluvia las extingue a menudo, dijo elía, y en los campos o en las calles no pueden servir Los nifios protegen mis Dequeñas lámparas con sus manos. Se encierran con su lámpara, cada uno con su lámpara f un espejo. Y es lo suficiente para mostrar su imagm en el espejo. Miré algunos ibnstantes las pobres ilamas vacilantes. -¡Ay!. dije, pequeña venciedora, es una triste luz, y las imágenes de los espejos deben ser tristes imágenes. -NO son tan tristes, ,dijo la niña. vestida de negro, - moviendo la cabeza, - porque ellas no crecen. Pero las pequeñas lámparas que vendo no son eternas. Su llama decrece como si se afligieran con la lluvia obscura. Y cuando mis nequeñas lámparas se extinguen, no ven más la luz del espejo, y se desesperan. Porque ellos temen no saber el instante en que van a crecer. He aquí por qué huyen gimiendo en la noche. Pero no me es permitido vender a cada niño nada ni& que una lámpara. Si tratan de comprar una segunda, ella se apaga en sus manos. Y yo me incliné un poco hacia la pequeña vendedora y quise tomar una de sus lámparas:. -¡Oh! no se debe tocar, dijo ella. Habeis pasado la edad en aue las l á m a r a s brillan. Sólo son. 19. hechas para las muñecas o los niños. ¿No tenéis en vuestra casa una lámpara de persona grande? -¡Ay de mí! - dije yo, - en esta estación lluviosa, de lluvia obscura, en este triste tiempo ignorado, sólo existen tus lámparas de niño, que queman. Y yo querría también mirar una vez la luz del espejo. -Venid, - dijo ella, miraremos juntos. Por una pequeña escalera carcomida me condujo a una sala de madera donde había un destello de espejo en el muro. -i Chit!-dijo-os mostraré. Porque mi propia lámpara es más clara y más poderosa que las otras y yo no soy tan pobre entre estas lluviosas tinieblas. Y levantó su pequeña lámpara hacia el espejo. Entonces hubo un pálido reflejo e n el que Vi circular historias conocidas. Pero la pequeña Iámpara mentía, mentía. Y o ví la pluma alzarse sobre los labios de Cordelia; y ella sonMa y sanaba; y ccm su viejo padre vivía en una gran jaula como un pájaro, y besaba su barba blanca. Vi a Ofelia jugar sobre el agua vidriosa del estanque y prender en el cuello @eHamlet sus brazos húmedos enguirnaldados de violetas. Ví a Desdémona despiert a errar bajo los sauces. Ví a la princesa Malena separar sus dos manos de los ojos del viejo rey y reir y danzar. Ví a Melisanda libertada mirarse en la fuente. Y yo grité! ¡Pequeña lámpara mentirosa! -i Chit! dijo la vendedora de lámparas y me puso la mano sobre los labios. Es necesario no decir nada. ¿La lluvia no es bastante obscura? Entonces yo bajé la cabeza y me fuí hacia la noche lluviosa en la ciudad desconocida.. -. M. S.. L 99. 64. DIRECTOR. Augusto Santelices. Escuela de Derecho. UNIVERSIDAD DE CHILE.

(22) 2Q. letras. e s c e n a y la 1. anta. a. ceramente, n o perdona bin eiribargo a ciertas compañías la falta de ñoñez r o i n h t i c a y Asentimentalismo straussiano ,Naturalnirnte! Esa c a p a social. tormada por jóxenes que asiduamente leen a Péi-ez ICscrich, la “Novela Rosa ’, o ( Srg;ltiida parte ) Pitigrilli, y q u e aplaude a rabiar l a s ópeias Por NEPTAL L -%GRF:IdL4 del signor Puccini o d e V e r d i , p o r q u e t o n ellab s? exalta e n alas d e u n a melodía de piaiiita E n la continuación de este artículo, y p a r a de carrousel. n o puedc concebir que h a y a uii reoponder a su título, debería ocuparme d e @re- teatro anti-natural. iiitolectual, despojado d e ge? ferencia del t e a t r o moderno y de vanguardia tos voluminosos y d e ampulosidades a itiguas, LII? repreae’ltado e n e l nrtís, que, como dije, es poco. teatro de hoq. Ni actspta que qe no> vnnga coi Pero m e es inevitable l a referencia al teatro euperimentop teatiales d? ninguna clase. g o r q u ~ europeo, sobre todo al que n o hemos visto a ú n pai-a eso ha pagado ‘ s u plata” p a r a que le den p o r aquí. No pi-rteudo con ello sino concretar gusto a s u deseo de lteye-idas angelicales y de un bosquejo p a n o i ~ m i c o de l a prQducción teaa m o r e s entre cl condesito y l a i3astora. o el tral del mundo e n los Últimos años. para sedilama de la mujer a J a n d o n a d a p o r e1 t a h u r ñ a l a r SUS diferencias genéricas, así como 6115 impenitente, a qiiien ya desde luego h a b r h cualidades efectivas. excomulgacio e l buen sacerdote mofletudo y amplio. . H a y que responder a l gusto de los q u e paga?. I.:se es el punto básico de todos los empresarios pi-&cticos de nuestro país Y a q u í n o hay s i l o de C S ~clase. P o r c a u m de ellos, sencillamente. nilentias que e n e1 resto del mundo s e monta un teatro nuevo, nervioso d e dinamismo contempor&neo, “sin ideas”, pero con visioies que las r@emiplazan e n una condición de “ideas colectivas”, sólo en Chile estamos todavía ( i e n 1 9 3 0 ! ) , obligados a s e r once meses del año espectadores d e insípidas comedias. de sonoríferoP dramones e n vprso del s e ñ o r Marauina, o de a g u a f u e r t e s (cierto q u e m u y movidas y expresivas, pero t a n menudeadas q u e ca-isan), d e los subwelos sociales d e C u r n o s Aires Sólo el mes c u e sobra s e distrae con alqíin espect5culo máq aceutabie A f i n e s de 1 < ) 2 9 f u e E n r i n u e de Rosas con su teatro variado tam pariado qiie inlcluía obras d e aquel innopador curioso d e hace 4 0 0 anos ei “ r a r o Ben John.;on”. y tnnibién otras como “E1 Patio de los Mirasoles”, lo in4s malo d e l teatro sudamericano: melo eq el Se-itido rln maldad poi- spr e m comedia u n emisario de la iioñería criolla de barrio, a lo Carriego, que d e pretenencia cultivan p a r a g a n a r dinero ciento? de escritores en l a Argentina. Luego a mitad cle 1 9 3 0 h a sido Berta Sing e r m a n el “hoi.5 d’oeuxrc” Ella e s u n a recitaclora teatral pero n o iina artista de t e a t r o con temperamento P o r q u e i u n c a hemos creido q u e lar poses estatuarias d e la señora Singevm a n signifiquen i i n temperamento. Las poses solamente son aprovechables e n el baile cultivado por e1 señor Kam\.csliy o e n P I batac15n. 4ctrices miindialer como T,udmilla Pitoeff o Vera Vergani, o :a Eergyer, por Ejemplo, n o liertn Singermaim, rccitadora argvntiiya. las necesitan. TEATRO KE:-\OVADO, MODERUO i7DE VAS<+( ARDIA: Sk- 1’ORVJ.XIR ESTRE -\OSOTRQS. Hay que hacerlo tamhiCii para indicar el fenómeno de incomprensión q u e lsigue caracterizdndonos Cuando llega por estas tierras u n a compañía teatral conternpoi-Inca. muy pocos de iue-tros comncrtriotas se d a n cuenta realmente d e la clase d e t3atro qlie se les da. E l elemento Eocial superior ( e n sentido orientativo, nactLi o r costunibre impuesta m6s afiiive ai wpects5culo. Y pronto eriee ’11 i u ~ z“ s u ” gusto, \ a l e d e a r su ívo:o, dntoxicndo rcie cine gretagarjuez, c?e a;icha conciencia en :-I la firmeza y niodcrnid:rd teatral y a.ue tia’isije i‘&cilinc~ e’’ d+ honibren viajados y cul13tica universa1id:id rcch:izn sin-. -. Y a a u e be niencionarlo a m a n i u i e r not,túle, y ante? e e continuar I trua zig est.? ai tículo, porquc h q í c0i-11ien h a b r í a q u e iiiencio.iar taii1SiC.n <L 3 J o r g c P i t o i f f rluc 11, teiiiílo \alias \ e r e \ ei U. ienii- a Chil’, p e r o no lo h a h r c b o no’ f i ~ ? >interj apdiiiadd l a poca valentía (¡.a os e m p r e s a 10s teatralos o flc- l o s pocos que h a n escrito b o b i e actor 5 dii cctor I e r d a ~ l e i a m e n t e actu‘iib iué Lautni o García qu(. nos lo piesentó ( ‘ y q u e París degust6 la i i t e r ~ ~ r e t a c i o n enotables s , r u s o P o r eee artículo sa.wiiio$ que el d - s c u bridor de J’itoclff, eii Suiza. f u é Jacques Con e a u , tnmhic t?.

(23) 21. letras I’itoetf. afrontado por consecuencias familia-. res, a seguir l a vulgar carrera de ingeniero o. abogado, escuchó bin cnibargo s u impulso d e artista v se incorporó romo compdrsa a u n a “ C o n p a ñ í d de Teatro Ambulante ’ que recor Xiisia antes de l a t3mpeotad roJa Esa f u é iniciación conlo actoi E n Petersburgo, m&s t a r “Nuestro Teatro”. dando u n a mano a s ( P u s h k i n ( 2 ) , Gogol y Turguenieft) a>\ y otros “desagraclable~”, pero sin desdeñar autore.: participantes de ideo1oo;ia revoiiirionaria como Andr-.ietf y T c h e k o i . “Así, estos \aiiguardistas, - escribe o Garcíaq u e escandalizaban a los det de l a t r a respetuodir1ó.i. resultaban e n e l fon cnc r i p I n s rlRqicnr n i i ~c i ~ q imnii~narlores” Los. Casado en 1 9 1 5 con Lud ‘ rtisa y origise refugió en nariw d e Tiflis. como él, Pi Suiza d u r a n t e l a g u e r r a e u pañía i“e,co8rrióe l país representando a novedosos autores franceses como Iluhamel y Lenormand. cuya abstrusa cqmedia “Le ‘J‘em.ps est u n sonpe” :e” llevó a esce.na. escma. C k oom o director, i’itoeff l’itoeff es un temperamento modernísimo, comprensivo (1todos is 10,s matices conteinporkneos, aunque se se crea q u e en sus sus ewcenificaciones s u f r e la in- - : ~ mI-~.!.. fluencia .de Stanislavski y Max Reinhardt; . pero como a8ctoi- tiene grandes condiciones, s i bien e s d ? voz y figura insuficientrs. Pero, c o m o anot a G a r c í a , suple esta f a l t a con u n sentido m u g nranzado de lar: artitiid.es, Ins pausa’s y la. vocalización. E n camhio Ludniilla, s u esposa, ha obtenido ? o r sus condiciones .cxcc’pcionales la situació:: única. de s e r ,consiclerada l a mejor actriz del t t v . Lo curioso es que. ruando nifia. la i d e l Conservatorio d e Pcirís poi- ca1.. --.7... ir^--. T , - z ~ . T - - ~ ~ ~ , I. ~. .~ ae vocacion . _ a,rtistica ( ;I:L aparenwmenw socorrida! ). “Mme. Ludmilla Pitoeff-escribía J e a n Gouial ;?n 1 9 2 5 , cuando actiiaJa e n Ruize-donnir .- 111L%2>‘LliL L Y L b L l l l t . 1 u e UJ ze I-x.l.e~r Al L: I au 1711’a(i<>\<* lili dii Coinédien de Ihderot Elle m o n t i e q u ’ o i peut éniouvoii en étant simpiement émue. E; lorsqu’elle t r o u i e d?s roles qui conviennent a 5a nature et s’arcomodent a son tenipérament, elle peut doniier l’iinpressio? d e la perfection”. ‘El- teatro con q u e Pitoeff y s u compañía hari cmipntado su prestigio, e s variado, como p o J r 5 Terse en w g u i d a l.3 de citar e n su primera &poca “Saint J o a n ” , “Le Mangeur de Reves” ’. “La ¡%nip a ux Caniélia-” artuali7ada. Dc i u I’ecer. 13alabrita. _ ^ _ _. cDniina.i. Liiigi. G. *L. ~. 1. ~~. I..-.~.~-. ~ ‘ ~ < T, . ~ T ~TT’” . ~ ~ a~n ~ P i r a n a n i i n. C>Eí. Pirrtiidrllo, coiiirdi6grafo iialiano.. ET? a q u í u n a dosis dp tpatro bueno q u e n o s vendría muy bien en C‘hile, siempre qup t u e r a un Pitoeft quicn nos la iuminiqtrara ( Contimiat5 ) ( 1 ) ,En ,el Ú-iiiro iiúnwro del l>priódico “I,:! Quincena Literaria” q u e yo había e!iipezaclo n p u b l i r a r . en .enero de 1 9 2 s . ( 2 ) T’o9e:a y dramaturgo de h a c e u n siglo y que; sin embargo, no sin razón muchos I‘USOS conside’ran a ú n como fiel rei>resr-itante del a l m a auténtica de Rusia.

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