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Cartas al señor Ezequiel Rojas

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CARTAS AL SE ÑOR DOCTOR E ZE QUIE L ROJAS

(Junio 20 de 1868)

Señor: he leído con atención vuestras recientes publi-caciones sobre ciencia moral, revelaciones de, las ens ñanzas que por tanto tiempo habéis dado en nuestros colegios pú -blicos, gratuitamente muchas veces, llevado de vuestro no-torio celo por la ilustración y vuestra decisión por la juven-tud. Estas doctrinas no son nuevas ni para el mundo ni para nosotros: el mundo las conoce hace muchos siglos, vos nos las enseñáis hace muchos años; pero, preciso es confesarlo, señor, ellas son de tal manera contrarias es-píritu de la doctrina cristiana, que no pueden presentarse a luz en el seno de una nación católica, sin el carácter de una alarmante novedad. Vos predicáis el interés, Jesucristo predica la abnegación; Jesucristo vino a santificar el dolor, vos deificáis el placer... Por esto vuestros escritos han sus-citado numerosas réplicas en que vos debéis disimular un tono tal vez exaltado, inculpaciones acaso personales. Vos, ilustrado y justo, debéis comprender que los que os con-testan en esta ocasión, no hacen sino defenderse. Como vos os habéis dirigido a todos, al hablar en público, yo contán-dome en el número de vuestros lectores, me he creído con derecho a replicaros, sometiendo a vuestra consideración algunas observaciones sobre vuestras enseñanzas, sin olvi -dar por eso el deber de hablaros con respeto. ¡ Ojala acierte a conciliar la libertad que la discusión demanda con las consideraciones que se os deben de derecho!

Vuestra doctrina es la misma que expone Bentham en

su vuestro método se asemeja mucho al suyo.

Aun creo encontrar afinidades entre las invectivas con que aquel publicista sazona su discurso, y las que vos os

per-mitís de vez en cuando, aunque me complazo en reconocer más culto vuestro lenguaje. Aprovechando esta circunstan-cia, consideraré simultáneamente vuestros conceptos y los del publicista inglés.

El edificio moral descansa sobre la noción de bien. Vos, mismo que Bentham, tratáis de ilustrar esta idea, identificándola con la idea de placer. Inclínome a creer ardua empresa esta identificación, cuando a pesar de vuestro talentos, vos y vuestro autor, os exhibís tan impotentes en este ensayo preparatorio. Es indudable, señor, que la idea de placer es distinta de la de bien; vosotros mismos lo eviden-ciáis al proponeros demostrar que entre ellas hay cierta semejanza o relación. Para conseguirlo, debiérais examinar con detenimiento y exactitud lo que la humanidad entiende por una y otra cosa, a fin de descubrir sus puntos de con-tacto. Lejos de eso, vos y vuestro autor empezáis dand por hecho lo mismo que os proponéis demostrar. Vuestro ar-gumento es el siguiente: " E l hombre busca naturalmente el placer; éste le gusta, le atrae, le cautiva... luego no hay más bien que el placer". ¿Pero no veis que aceptando todos la premisa, muchísimos negamos la consecuencia, lo que prueba que la deducción no es evidente? ¿No veis que de que el placer guste, es decir, de que el placer sea placer, no se infiere que sea bien, a menos que empece-mos por suponer que son uno mismo bien y placer? Si esto para vos es evidente, para otros no lo es, y es preci-samente lo que os habíais propuesto y debiérais demostrar. No salís de este círculo vicioso, sino cuando dais a en-tender que lo que añade al placer el carácter de bueno, es el ser la inclinación del hombre hacia él una ley de la na-turaleza. Pero este descubrimiento vuestro no es sino a condenación más perentoria de vuestra propia doctrina: es confesar claramente que el bien está en el cumplimiento de leyes benignísimas impuestas por la Providencia.

Permitidme, pues, señor, el manifestaros que todo lo que al fin llegáis a evidenciar es la falsedad de vuestra tesis

Deontología;

(2)

1,1

I'

358 ESCRITOS FILOSÓFICOS

Co piaré alguno s de lo s t ext o s que me dan derec ho a hacer esta aseveración.

" Por medio de leyes (decís vos en vuestro artículo manifiestan los legisladores su voluntad. D ios sometió a leyes toda la creación; luego en ella está escrita su voluntad. Ley natural es 1a tendencia del hombre a satisfacer sus necesidades, luego ley de D ios es que las satisfaga" . " ¿Y qué llamamiento más universal que el que se hac e al c o razó n de c ada uno de nosotros? (dice

B ent ham en su D io s no ha po dido

manif est arse c o n más evidencia, cuando ha colocado en nosotros estos sentimientos infalibles, inextinguibles, universales. ¿Q ué palabras podrían igualar la fuerza d este hecho omnipresente, esencia la nuestra naturaleza, consistente en el deseo de felicidad?".

Observad que por estos pasajes sobrado explícitos y concluyentes, no hacéis sino reconocer la existencia e infa-libilidad de ésta que comúnmente llamamos conciencia; es decir, de la facultad de conocer cuál es la voluntad de Dios relativamente a nuestro modo de proceder. Con este reco-nocimiento anuláis vuestra propia, doctrina.

Consecuente por un momento con este principio que introducís disimuladamente para dar fuerza a vuestra doc-trina, siéndole esencialmente contrario, agregáis:

Las palabras y representarán unas mismas ideas para todas las escuelas cuando se hayan puesto de acuerdo en

Muy bien; vamos, perfectamente; pero es lo sensible que

vos definís el bien y el mal sin examinar esos importantes problemas, cuya solución habéis juzgado indispensable como base de la moral.

Respecto de la primera cuestión: cuáles y cuántas s n las facultades de nuestra alma, vos os contentáis con infor-marnos lo siguiente:

La sensibilidad y su modo de ser es de ellas. es la facultad de desear.

CARTAS AL DO OR EZEQUIEL ROJAS 359 Y en otro lugar:

“¿ Q ué hay en el hombre que no haya en aquellos

cuerpos ( los inanimados)? Alma sensible: . Luego

es en la sensibilidad donde se halla el bien y l mal" . Si os dignaseis revocar o suspender esta precipitada deducción, nos permitiríamos observaros, que eh el hombre; además de penas y goces, hay pasiones, hay

movimientos, hay voliciones, sobre todo . La

enumeración exacta de todos estos elementos es tanto m s importante cuanto que la ausencia de un solo component , puede modificar notablemente la naturaleza del compuesto. E xtraño sobre todo que olvidéis en la brevísima descri ción que hacéis de la naturaleza humana, precisamente aquel os caracteres que la distinguen de la naturaleza animal, sea de los brutos, a saber, la inteligencia y voluntad. Ni digáis que el pensamiento y la volición son sensaciones; el mudarles nombre a esos hechos, no os autoriza para desconocerlos y anularlos: llamadlos como queráis, per analizadlos; mientras así no lo hagáis, vos, por vuest a propia sentencia, no tenéis derecho a definir lo que es el bien y el mal.

No extrañaría el que no analizaseis directamente las facultades del alma, con tal que hubieseis dado alguna idea de ellas, enumerando aunque fuese imperfectamente, nuestras necesidades esenciales. Vos habéis dicho muy bien que " la voluntad de D ios es que las satisfagamos" Pero este principio trae necesariamente consigo estos os problemas: 1°) ¿Cuáles y cuántas son esas necesidades? 2°) Cuando ellas no puedan satisfacerse simultánea o armónicamente, ¿cuáles debemos preferir, o de qué manera podremos armonizarlas? Vos, deontólogo, os contentáis con sentar un principio, que, con vuestro perdón, no ay persona que lo ignore; mas no es dignáis aclarar las dificultades a que da ocasión.

Ya os oigo responder que las necesidades del hombre se reducen a la de gozar.

Pero si tal habéis de responder podéis excusar la solución; ella nada enseña, ninguna luz da para saber ué debemos hacer y qué evita, pues tanto las cosas uenas

Filoso-fía moral)

por las. otras.

Otra

pena y goce

hay ideas

D e o n t o l o g í a ) .

b ie n ma l

c u á le s y c u á n ta s s o n la s f a c u lta d e s d e l a lma ; c u á le s la s f u n c io e s q u e c a d a u n a e j e r c e ; d e q u é ma n e r a la s d e s e mp e ñ a ; q u é c a u s a s y e n q u é ocasiones; y cómo obran las unas sobre

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como las malas, las lícitas como las ilícitas, pueden tener la propiedad de producir placer. Por otra parte, no es exacto que el goce sea el objeto de nuestras necesidades: el es sino el complemento de la satisfacción de la necesidad, esto es, de la posesión del objeto apetecido. Por ejemplo el hombre estudioso busca ciencia y goza en su adquisición; mas es la ciencia, no el goce que ella ocasiona, el objeto de su necesidad; y así de las demás. Luego no cabe reducir las necesidades humanas a la de gozar.

Y digo que no resolvéis cuántas y cuáles son nuestra necesidades, porque sólo una mencionáis al hablar de " a inclinación recíproca de los sexos"; como no explicasteis tampoco cuántas y cuáles son nuestras facultades, cuando insinuabais "que una de ellas era la sensibilidad". Hay ne-cesidades intelectuales y morales que vos, moralista, de-bierais desatender.

Entre ellas la necesidad de creer y adorar: la necesidad que tiene por objeto a Dios. Graduad por él su importancia, y confesad que no debe olvidarse al enumerar y examinar, como fundamento lógico de la ciencia de los deberes, las necesidades de la naturaleza humana. Tan esencial es al hombre esta necesidad que, como sabéis, muchos filósofos han creído caracterizarle con el nombre de "animal religioso".

La humanidad (decía Lacordaire) tiene la pasión de uni se a D ios por una relación positiva y eficaz; porque una pa ión no es otra cosa que una necesidad vivamente sentida, un atra tivo inven-cible que nos impele a un objeto para hacer de nuestra ida la suya, y de su vida la nuestra. Ahora bien: tal es la inclinación de la hu-manidad hacia D ios, inclinación tan visible, que llena toda la his-toria, y que es designada siempre por la religión dondequiera como la actividad principal y más augusta de las naciones. no hacen ellas para D ios? E llas le edifican templos para que ve ga a habitar en ellos, le crean sacerdotes para representarle, se reúnen para hon-rarle con sacrificios, le dirigen oraciones públicas y solemnes, se co-locan bajo su protección por decretos, le dan parte de los su-cesos prósperos y adversos. ¡Qué extraña y perpetua fraternidad entre el hombre y D ios, no entre el hombre privado solamente sino el hombre que obtiene el título y potestad de nación! E scuchad bien,

Señores, los pasos de la humanidad en el. mundo: emigr ción de pueblos, fundación de imperios, dinastías nacientes, p z y guerra, revoluciones sociales caídas y acontecimientos, cual uiera cosa que suceda, allí está D ios ostensiblemente. Parte, se detiene sube y vuelve a bajar con la humanidad, inseparable compañ ro de sus destinos, soldado y convidado, vencedor y vencido, sie pre buscado, siempre esperado, siempre presente. ¿Qué más podemos para él? ¿Qué adoraciones y que sangre le hemos rehusado? Hoy mismo, aún después de un siglo de esfuerzos para arroj r a este huésped de de sesenta siglos, ¿qué es lo que hacemos ? Levantamos sus altares derribados, nuestros más grande hombres le piden sus victorias, y nuestros más grandes escritores le consagran su genio.

Treinta años hace, cuando se dividían la E uropa lo príncipes del mundo, no se acordaban de Dios en sus tratados de paz, creíanle desterrado para siempre de las altas transacciones de la soberanía; y he aquí que de un confín al otro de E uropa les advir ió el ruido de las cuestiones religiosas, que no se había cambiado a humanidad, y que D ios es siempre su primera, su más alta y su más asta pasión.

El filósofo, la mujer, el pueblo, la inteligencia en su más alto grado, el corazón en su más alto grado, el sentimiento en su más alto grado, los tres buscan a D ios, quieren a D ios, es án apasionados por Dios. por qué? Vosotros me preguntáis por qué, ¿no es verdad? ¡Ah! ¿por qué? Porque vuestra alma es más grande que la naturaleza, porque es más grande que la humanidad, por ue ella agota en algunos minutos de vida todo el mundo que no es D ios, y como el alma tiene horror al vacío, cuando se forma el acío en sí misma, cuando uno u otro día se fastidia el espíritu del sabio en reunir conchas para formar con ellas sistemas; cuando la mujer se cansa de infidelidades; cuando mira el pueblo debilitados sus brazos en un trabajo que recomienza cada día; cuando para tod s es pal-pable la nada del universo; cuando el alma, en fin, no es más que un océano sin agua, viene a ella su huésped natural, ¡D io ! Nuestra grandeza crea en nosotros el vacío, y el vacío nos da el hambre de D ios; de la misma manera que llegando nuestras e trañas por el movimiento de la vida a este sentimiento que llamamos el vacío, necesitan de un comercio positivo y eficaz con la natu aleza, que repare nuestra inanidad. E s el mismo fenómeno, pero en una re-gión más alta; y en conclusión, así como nos comunicam s por el hambre y la sed con la naturaleza y la humanidad, así os comu-nicamos con D ios por una hambre y una sed sagradas:

¿Y

D e i

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362

Pero todo comercio supone derechos y deberes, luego el ho mb re lo s tiene en s u c o munic ac ió n c o n Dio s . T o d o amo exige s ac rific io s , luego el amo r d e Dio s lo s exige; c o rno es ta ad o rac ió n y es te amo r s o n una nec es id ad d e nues tr naturaleza, fo rzo s amente c o nc urren a s atis fac erla, la fren-da del sacrificio y la esperanza de la retribución.

Vo s o tro s , p ues , mo ralis tas , d eb ierais examinar s i exis e o no es a nec es id ad , y s i exis te, c o ad yuvar c o n vues tra luces a s u s atis fac c ió n. Po d rí ais d ec irno s , p o r ejemp lo, hasta dónde van nues tro s d eb eres p ara c o h el Hac ed o r, y c uáles s ac rific io s le p o d rán s er más ac ep to s , atend id a s u jus ic ia y su misericordia.

. Pero vues tra d o c trina, lejo s d e ilus trar es ta nec es i ad , la vulnera y c o nc ulc a. Bentham, vues tro maes tro , no s e

acuerda de las relaciones entre Dios y el hombre sino para

s atirizarlas ; s e b urla d e la es p eranza en un es tad o fu uro ¡c o nd ena el ,s ac rific io ! 1. As í vues tra d o c trina, sustituyéndose

al o b jeto s o b erano d e una nec es id ad imp erio s a, ved a la s a-tis fac c ió n d e és te; y c o mo to d a c o ntrad ic c ió n, to d a mu lac ió n p ro d uc e d o lo r, ella, d ejand o un vac í o en el entend i-miento, pone el corazón en tortura.

C A R TE A L D O C TO R EZEQ U IEL R O J A S

363

Creo , p ues , fals a vues tra d o c trina p o rq ue es tá muy lejo s d e fund ars e en una anális is c o mp leta, c ual vo s is mo la exigí s , d e nues tras fac ultad es , d e nues tras tend en ias , d e nues tra naturaleza, en una p alab ra. Créo la, ad emás , d es c o ns o lad o ta, envid io s a, d igámo s lo as í , d e nues tra verd ad era felic id ad , c o mo q ue trata d e s o fo c ar la p as i n más no b le, d e aho gar la virtud más alta, d e imp ed ir la s atis fac c ió n más grand e d e la humanid ad : la nec es id ad e c reer, el s entimiento d e lo s o b renatural, lo p erfec to , lo infinito : el s entimiento religio s o .

Perd o nad ,, s eño r, mi franq ueza, y ac ep tad al mis mo ti mp o mis res p eto s .

II

(Junio 25 d e 1868) Señor:

Para c o ntinuar el d eb ate q ue he inic iad o en las c artas q ue tengo el ho no r d e d irigiro s , me imp o rta q uitar c o mo ilí c ita en él, una arma vues tra q ue p ued en lo s lec to res mis mo s ugar c o ntra mi c aus a. Es ta arma es el lus tre q ue d an a vues tro no mb re vues tro s talento s y p ro b id ad . Yo s erí a un injus to s i la d es c o no c ies e; un inc auto s i no la rec us as e. Nad a tienen q ue ver en es te d eb ate ni vues tras p rend as p ers o nales p o r una p arte ni la o s c urid ad d e mi no mb re p o r o tra. Vues tra c o nd uc ta no tras mite mo ralid ad a vues tra d o c trina. Si és ta ap arec e inmo ral; aq uélla s erá, a vista de los vuestros un mal ejemplo; a vista de todos, una confutación práctica de vuestras enseñanzas.

Pues ta as í ap arte vues tra p ers o na, entró en mat ria. Ac as o la razó n c ap ital q ue en favo r d el p rinc ip i d e la utilid ad s e alega, es , s i no me eq uivo c o , la s iguiente "No teniend o la mo ral un fund amento univers almente ac ep ta-do, es preciso dárselo: el placer posee todas las condiciones univers alid ad , p ues to q ue d e to d o s es c o no c id o , luego Pued e ac ep tars e c o mo unid ad c ientí fic a; el p rinc ip io d e la utilid ad ad o p ta al p lac er c o mo únic a regla d e c alific ac ió n, luego c o nviene ad mitirlo c o mo b as e d e la mo ral".

ESCRITOS FILOSÓFICOS

y

E s imposible (decía Alison) leer un pasaje de Platón de Ci-cerón, o de otros muchos moralistas de la antigüedad, in sentirse uno como ennoblecido y mejorado. Por el contrario me es imposible leer ninguno de estos escritores franceses de moda (referíase especial-mente á La Rochefoucauld, predecesor de Bentham en la predica-ción utilitarista), o de ingleses, sus imitadores, sin entirme por largo rato de mal humor conmigo mismo y con los demás. Parece como que sintiesen la necesidad de despreciar la naturaleza humana, y de verla por el mal lado; andan a, caza de culpables inte pretaciones y ruines motivos para atribuirselos a las acciones más honorables; en suma, se empeñan por borrar toda distinción entre unos hombres otros, y entre la raza humana y los brutos.

(5)

Desde luego se hace de creer que haya existido una ciencia fundamentales de la moral, cualquiera desarrollo que se les suponga, no han sido unos mismos en todos tiempos y naciones, lo que debiéramos inferir es que o esa ciencia no ha existido, o no existió sino en tal época y tal nación. Y vosotros los que presentáis nuevos axiomas como base d la ciencia, no debierais decir que la ilustráis sino que creáis, o que resucitáis la que poseyó tal pueblo o tal época. No sucede lo mismo con aquéllos que, como Copérnico, Newton, han descubierto verdades que no comprometen los fundamentos de la ciencia; no, vosotros, no presentáis vuestro principio como adición a los conocimientos morales sino como su único fundamento. Luego no sois reformadores, sino inventores; en este caso vuestra ciencia no es la ciencia moral existente antes y a pesar de vuestro principio, sino una ciencia moderna que para evitar ambigüedades, debiera llevar su nombre aparte.

No puede decirse lo mismo de ciertos moralistas, que, novadores en cierto sentido, no han introducido sin em-bargo una nueva regla de calificación. Estos, investigando la naturaleza del bien y del mal, han tratado no de negar, antes al contrario de ilustrar las distinciones morales que hace naturalmente la razón. Quién ha dicho que el bien consiste en el orden, quién que es la verdad misma, quién lo deriva del amor de Dios; mas todos están de acuerdo en que la inteligencia distingue lo bueno de lo malo, aun-que sea difícil descubrir la razón última, fundamental, de los hechos. Varias definiciones pueden ensayarse de la ver-dad, sin que por esto se niegue la facultad que posee la razón de conocerla. Mas vosotros sí negáis sus fueros la razón: declaráis nulo el criterio, cualquiera que él sea, de que ella naturalmente se vale para distinguir lo bueno de lo malo; introducís una nueva regla de calificación; creáis una ciencia nueva. El siguiente pasaje de Bentham evidencia este carácter de ciencia nueva que, a diferencia de otros sistemas morales, presenta vuestra doctrina: "Si el partidario del principio de la utilidad halla en el catálogo

corrien-te de las virtudes una acción de que resultan más penas que placeres, no vacilará en calificar de vicio esa

no se dejara arrastrar por el "2. Y he aquí por que, comprendiéndose bajo eltítulo

escritores no siempre conformes acerca de la naturaza del bien y del mal, a vosotros no se acuerda sino de : ¿por qué? Porque aquéllos respetan la ciencia, aunque explicándola diversamente; mientras que vosotros, mudando las bases, introducís, repito; una ciencia nueva.Convenid en que esta diferencia de nombres es bien significativa, más que vosotros mismos la habéis aceptado.

Que vos consideráis el principio de la utilidad como una verdad fundamental modernamente descubierta, se deduce de varios pasajes de vuestros escritos; ya cuando lo parangonáis con otros principios en cuya presencia. decís, "se han desplomado muchos sistemas" (§ 18); ya cuando negándole mayor antigüedad, no dudáis agregar a varias opiniones que enumeráis considerándolas falsas, la propia, única que consideráis verdadera (§ 14); ya, finalmente, cuando desconocéis, como base de la moral, las nociones que naturalmente adquiere, y por lo mismo, las que naturalmente ha adquirido la razón, relativas al bien y al mal (§ 18).

Idéntica negación hallo en Bentham: él no reconoce como base de la moral, las nociones axiomáticas que llama-mos dictados de la razón o del sentido común; y sobre la ruina imaginada de ellas, sienta su opinión individual. Creo excusado comprobar lo dicho con citas; dejo aducida una irrefragable; y las aduciré en abundancia, si lo exigís. Esto supuesto, la ciencia que introducís es una ciencia nueva; no puede ser la antigua cuyo fundamento mináis; pues mal puede tener una misma ciencia fundamentos opuestos. No sino que en vez de comprar terreno para levantar vuestro edificio utilitario, pretendéis levantarlo sobre los escombros del edificio moral.

I

pretendida

virtud;

error general

moralistas

utilitaristas

vuestra

tratado de legislación, cap.

____

(6)

367

366 ESC R ITO S FILO SO FIC O S

Ya s é q ue vo s y Bentham p ara tranq uilizar las c o nc ienc ias d e lo s p ac í fic o s d ueño s d e es te ed ific io ue vení s a d emo ler, as eguráis p o r ahí q ue vues tra o b ra es la mis ma q ue es táis d errib and o ; Betham, c uand o anunc ia q ue, “ aun el as c etis mo s e fund a en el p rinc ip io d e la

utilid ad ”; vo s , c uand o afirmáis lo q ue c o p io

textualmente: “ no

Mas es to no p ued e s er exac to , p o rq ue ento nc es ¿ a q ué emp eñaro s en la d ifus ió n d e una c ienc ia q ue es univers al? Ni vo s o tro s c o mb atirí ais lo q ue to d o el mund o c ree; ni p ers o na alguna rec hazarí a c o n ind ignac ió n vues tras ens eñanzas . Y, p ara no ir tan lejo s , ni vues tro s lec to res , s eño r, extrañarí an vues tra d o c trina es c rita, ni a

vues tro s d is cípulos sorprenderían vuestras primeras

lecciones orales; ni vuestros partidarios, en suma,

aparecerían, aun en política, como una secta aparte.

¿ Ins is tirí ais o b s ervand o q ue es ta d ivergenc ia es ap arente, y sólo sostenible por los que no comprenden vuestra enseñanza? Pero c o mo , s egún la hip ó tes is , lo q ue ens eñáis es lo mis mo q ue to d o s s ab emo s y ac ep tamo s , vues tra o b servación insistente se reduciría a declarar enigmático vuestro método. Si tantos ilustres impugnadores del utilitarismo q ue lo d ec laran c o ntrario a la mo ral y religió n naturales , no lo han c o mp rend id o , ¿ a q uién le q ued ará es p eranza d e c o mp rend erlo ? ¿Ni q ué ventaja p ued e rep o rtars e d e una ens eñanza, d igámo s lo as í , d élfic a o s ib ilina? Y s i és to es as í , la mis ma razó n q ue alegáis en favo r d e vues tro s is tema, exp ues ta al p rinc ip io d e la p res ente c arta, a s ab er: q ue la regla mo ral d eb e s er unifo rme y univers al, es ta mis ma razó n, d igo , s e levanta c o ntra vo s o tro s y c o ntra vues tra doctrina.

Hay, p ues , c o ntrad ic c ió n entre es tas d o s as everac io nes vues tras ; la una: q ue el p rinc ip io d e la utilid ad es u nue-vo c imiento q ue s e ec ha a la c ienc ia; la o tra: q ue to d s p ro

-fesan implícitamente el principio referido. Y como lo se

-gund o no s ufre la p rueb a d e una anális is la meno s s eve a, no dudo continuar mis observaciones dando por sentado lo primero. Vuelvo, pues, al argumento propuesto al principio

CARTAS AL DOCTO EZEQUIEL ROJAS

367

de esta carta; y os manifestaré por qué me parece inacep

-table.

Presentar, señor, como razón para admitir el principio utilitario, la conveniencia de uniformar las bases de la ciencia, es, desde luego, dar por adoptado lo mismo que va a demostrarse, es aplicar un razonamiento utilitarista para probar la verdad del principio de la utilidad. En efecto, los que no aceptamos este principio no podemos convenir en que por el

hecho de verse en él una fácil clave par a legis lar, s ea

verd ad ero y d o c trinab le. Creenc ias fals as o p o s ib le q ue c o ntrib uyan a afianzar, la p az y b ienes tar d e lo s c iud ad ano s , p o r ejemp lo , la d e q ue en la vid a futura el as es inato s erá c as tigad o c o n tal o c ual to rmento especial,

parto de nuestra imaginación: ¿ s u u t ilid a d p r u e b a

que nuestra razón deba admitirlas y nuestra palabra divul

-garlas c o mo verd ad ? No , as í lo , c reo al meno s mientras o me d emo s tréis lo c o ntrario c o n razo nes s up erio res al m s -mo p rinc ip io d e la utilid ad . Defend er un p rinc ip io p o r ra-zo nes q ue lo s up o nen d emo s trad o , no es c o mp ro b ar s ino repetir.

Es to , ad mitiend o la utilid ad q ue d e la ac ep tac ió n el p rinc ip io s e s up o ne res ultar en la c o nd uc ta d el legis ad o r, y ec hand o a un lad o s us males c o ns ec uenc ias en la c o nd uc ta ind ivid ual.

Pero s o b re to d o , s up o ner q ue la c ienc ia mo ral no puede tener o tro fund amento q ue la s ens ac ió n, p o r s er és ta u a unid ad vis ib le y univers al, es , p res entand o el p ens ami nto en tes is general, s up o ner q ue to d a c ienc ia req uiere análo -gos fundamentos. Por la misma razón que se rechazan los p rinc ip io s q ue inevitab lemente c o nc ib e c o mo b as es mo ra-les la inteligenc ia, d eb ieran rec hazars e lo s axio mas o ver-d aver-d es 'nec es arias q ue s irven d e c imiento a to d as las c

ien-c ias . Las id eas q ue ien-c o nien-c ib e y p erfeien-c ien-c io na la razó n relativa-mente a la naturaleza d e Dio s tienen el mis mo fund amen-to q ue las q ue c o nc eb imo s relativas al b ien s up remo , á s ab er: la "evid enc ia c o n q ue, s in s ab er c ó mo , s e p res entan a

nuestra mente, modificándose y desenvolviéndose a p ro -p o rc ió n q ue ella s e ilus tra. ¿Y -p o r no s er s ens ib les ni -p

(7)

fec tamente unifo rmes las id eas d e to d o s lo s p ueb lo s res p ec to d e Dio s , rec hazaremo s la no c ió n fund amental? O s aremo s s us tituirla c o n la id ea d el s o l, p o r el hec ho d e c o ns id erars e és te c o mo unid ad vis ib le y univers al? “ La nad a ab s o luta no exis te; luego s iemp re ha exis tid o alg ”. ¿Q ué d iréis d e es te razo namiento q ue s irve d e b as e c reenc ia natural en la eternid ad d e Dio s ? No lo rec haz réis s in d ud a; p ues b ien, el d ato en q ue rep o s a, es s ó lo una rep ugnanc ia intelec tual, la no c o nfo rmid ad d e nues tra razó n c o n la exis tenc ia d e la nad a ab s o luta; p o r q ué l q ue as í rep ugna a nues tro mo d o d e ver no exis te p o r s í mis o no p o d emo s d emo s trarlo , p ero tamp o c o p o d emo s p res c ind ir d e c reer q ue as í es . No c io nes s emejantes s o n el fund amento d e la c ienc ia: ¿p o r q ué d es c o no c erlo en la mo ral? Si to d as las c ienc ias s e b as an s o b re no c io nes evid entes , ind emo s trab les , ¿c ó mo p retend er q ue s ó lo la mo ral haya d e es trib ar en no c io nes fí s ic as ? Fuera d e q ue, s i la manera d e s entir es c o mún a to d o s lo s ho mb res , n lo es meno s la manera d e entend er; aun b ajo el as p ec to ; p ues , d e la unifo rmid ad , s i es ta s o la c o nd ic ió n hub ies e d e c arac terizar el fund amento d e la c ienc ia, no hab rí a ra ó n p ara s us tituir las no c io nes evid entes c o n la s ens ac ió n

.

Las mis mas c ienc ias q ue tienen p o r o b jeto la anális is d e la materia, no p ued en p res c ind ir d e ac ep tar la auto id ad d e las no c io nes evid entes ; p ues , p ara no ir más ad elante, ¿q uién no s res p o nd e d e q ue en la materia res id en las p ro p ied ad es c uya imagen s e no s ap arec e a lo s s entid o s, sino la no c ió n evid ente, la c reenc ia ind ec linab le, d e q ue a es ta imagen ha d e c o rres p o nd er la realid ad ? ¿No es és ta una

verdad tan indemostrable como irresistible? Vosotros mismos,

después de negar el valor de la simple evidencia intelec tual d eb ierais d ud ar s i lo s d emás ho mb res s ienten c o mo vo s o tro s . ¿Q uién o s s ale garante d e q ue a vues tra ind uc c ió n relativa a las s ens ac io nes ajenas , c o rres p o nd an és tas efec tivamente y d e tal o c ual manera? C ierta c o nfianza í ntima d e q ue no p o d éis p res c ind ir, o en o tro s ér-minos, la luz de la razón, la evidencia, la misma que

dis-tingue lo bueno de lo malo, independientemente de

los datos e la sensibilidad.

Escepticismo raro es desconocer como

funda-mentos de la ciencia las verdades evidentes a la

razón, sólo porque no tienen un tipo material y

omnipresente. Pero credulidad mas que rara,

inconcebible, es suponer que la humanidad a las luces

naturales de la razón, para adoptar en entre otros

principios, el de que esas luces no deben admitirse

como evidentes, ni como principios fundamentales de

ciencia alguna. La humanidad no puede, no quiere

renunci

ar

a creer en lo que es evidente. Por eso a

pesar de vuestras predicaciones el mundo seguirá

aprobando la virtud y reprobando el vicio sin valerse

de la balanza de placeres y dolores.

Vosotros mismos en presencia de una acción noble o

infame no podréis menos de fallar instantáneamente sin que

vuestra conciencia dé tiempo a cálculo alguno:

Si c reéis q ue la mo ral es más antigua q ue vo s o tro s , no p o d éis negar q ue ha tenid o fund amento s anterio res a vues -tra nueva d o c trina; s i es o s fund amento s han s id o "fic c o nes o s ea s up o s ic io nes gratuitas " c o mo vo s as everáis ro

tun-d amente ( , § 8), p ro b ad lo , y, s i lo

-gráis p ro b arlo , c o nc luid : "la mo ral no es c ienc ia, s ino una p ura fic c ió n". Es to es lo ló gic o ; p o rq ue q uitad o el c i ien-to , el ed ific io no p ued e s ub s is tir; arranc ad a la b as e e la mo ral, la mo ral d es ap arec e. Aho ra, s i hab éis d es c ub ier o verd ad es d e d is tinto o rd en, p res entad las ec hánd o las c o o

fund amen to d e una c ienc ia nue va, q ue p o r jus tic ia, p o r

d ignid ad , no d eb éis ap ellid ar

Es to s e p ro p us o Bentham aunq ue a med ias ; ni s e atre-viera ni hab rí a ac ertad o a realizarlo . Emp ezó s í p o r u ar un no mb re d is tinto d el d e , y b autizó s u lib ro c o n el d e

no mb re d es d e luego imp ro p io , p ues s ignific a y una d e las p rimeras ad vertenc ias q ue ap arec en en la o b ra es q ue "c o nviene no hab lar más d e d eb eres ; p alab ra d e s uyo d es agrad ab le y rep

ul-24 – M. A. CARO ,

C h a ssez le n a tu rel; il revien t a u g a lop .

P rog ra m a d e leg isla ción

m ora l.

moral Deontologia

;

ciencia de los deberes

(8)

370 E SCRITO S FILO SO FICO S

siva" . Pero, en fin, el nombre es distinto del de moral, v con ésto basta para indicar que se trata de una ciencia también distinta. Fiel a su propósito en las primeras pági-nas, propone no hablar de bien, deber y demás ideas mo-rales, sino de placer, utilidad y demás ideas, digamos deon_ tológicas. Mas a pocos pasos vuelve a adoptar la nomen_ clatura moral, dándoles a los nombres ya su valor propio, es decir, el moral, ya una acepción distinta, la deontológi. ca; de donde resulta que a cada momento se pone en con_ tradicción o consigo mismo o con el diccionario universal, Lo mismo observo en vuestros escritos: os ofrezco pres ntar las pruebas en mi próxima carta.

Entretanto mirad con indulgencia la presente, y dignaos reconocer en el adversario de vuestra doctrina, al más res-petuoso estimador de vuestra persona.

III

(Julio 19 de 1868)

Señor: " Pascal, Locke, Condillac, Tracy, Laromiguier han dicho que por no fijar las mismas ideas a las mismas palabras, no se entienden los hombres, disputan y se de-güellan".

E sta frase con que empieza el artículo tercero de

los que publicáis en la me ha parecido

oportuna para iniciar la presente carta, destinada a com-probaros que habiendo vosotros los utilitaristas introducido una nueva doctrina en reemplazo de la ciencia moral, con-serváis sin embargo los nombres por ésta consagrados, s-naturalizando su significado y confundiendo las ideas e una manera lamentable. Sois vosotros quien introduce e desorden en la nomenclatura moral.

Claro aparece que, si admitieseis los términos en la misma acepción en que los recibís, no os esforzaríais en demostrarnos cuál es la que les corresponde. Notable em-peño. Importa, es verdad, que los términos conserven u a significación allegada a la que les asigna su origen o el

CARTAS AL D O CTO R E SE Q UIE L RO JAS 371

Uso común; ya para simplificar el lenguaje, ya para evitar malas inteligencias en el curso de la enseñanza y de la controversia. Pero lo más importante a este propósito no es precisamente el dar a los signos la acepción más propia, sino el dársela y determinada. Lo propio que sucede en el lenguaje algébrico: generalmente la incógnita se representa con una X, mas no importa se la designe con cualquiera otra letra, como a ésta se conserve un mismo valor durante la operación. El que busca, pues, de buena fe la uniformidad en los signos, debe hacer una de dos cosas: emplearlos en el sentido generalmente recibido, y esto es lo más atinad o fijar a cada uno, precisándolo, cierto valor especial. Lejos de eso, vos y Bentham os esforzáis por demostrar que el valor, legítimo de los términos no es el que universalmente se les atribuye, como si esta proposición no fuera en sí misma contradictoria; y para esto vocáis bien los orígenes aunque no primitivos, del vocablo, bien alguna acepción familiar. Con esto os creéis desembarazados de ciertas ideas, que sustituís por otras; a la sombra de antiguos nombres, ya respetables, Encubridores inocentes, por decirlo así, de semejante subrepción.

Para justificar mi aserto, recorreré las nociones capita-les de la filosofía moral.

“Bien es placer o causa de placer: mal es dolor o causa de dolor". Tal es la definición de Bentham modificada por vos en cuanto a la forma, en estos térmi-nos: "El bien consiste en el goce, es decir, en el placer o en lo que lo produce; el mal consiste en la pena, es decir, en el

dolor, o en lo que lo causa" ya

en otro lugar analizado esta

me permito hacer respecto de ella. Toda manifestación de orden y perfección recibe así en el lenguaje más común como en el científico, el nombre de bien; toda manifestación de imperfección o desorden, el de mal, acompáñenla o no fenómenos sensitivos; así la ciencia es un bien, la ignorancia un mal: ni aquélla es un placer, ni ésta un dolor, ni nos merecen tales dictados por los placeres o penas que ocasionen, que la primera es a

Revista de Colombia,

Bien, mal.

(Progr. de leg.).

in

Hab iend o d efinic ió n, s eré breve en el comentario que

(9)

veces una agitación penosa, la segunda un sopor agradable. nos los merecen por sí mismas, aquélla en su calidad perfeccionamiento, ésta bajo el concepto de defecto. Dios

el soberano bien; vuestra definición lo excluye. Es, pues, evidente por lo visto, que dais al signo "bien" lo mismo que a su opuesto "mal", un valor distinto del que para todos representa. Esos valores que vos representáis con dichos signos, son los representados en el lenguaje humano, por estotros: "placer" y "dolor". Esta sustitución, mero capricho a primera vista, no os es ciertamente inútil: en las premisas o bases de vuestra argumentación soléis introducir el signo " bien" , el cual, por más que le hayáis dado un valor arbitrario, siempre aparece a la mente del lector u oyente, en la forma amable que le imprime su antiguo significado; aceptada, a virtud de este engaño, la premisa, reponéis en las consecuencias la idea "placer"; tal es ni más ni menos la estructura de vuestros razonamientos. Y si no, decidme: si " bien" y " placer" son sinónimos, si lo que afirmáis del primero no dudáis afirmarlo del segundo, ¿por qué no os valéis constantemente de este signo, el cual tiene sobre el otro, la ventaja de representar para todos una misma cosa? E nsayadlo, y os prometo que vos mismo os habréis refutado: vuestra argumentación perderá, como por encanto, su postizo colorido. La idea "placer" en vuestro sistema, a vueltas del signo " bien" , es, si se me permite la comparación, Jacob disfrazado de Esaú.

Para introducir con mejor éxito las ideas " placer" y "bien" asociadas, tratáis de desmembrar de esta última la noción " orden" que le es afín, y en el argumento de que os valéis a este propósito, empleáis una vez más la traza de que vengo hablando. " E l orden, decís, no es bien... Los relojes pueden marcar con toda exactitud las horas, a virtud del orden puesto en ellos; pero no percibimos que

sean luego no es Toda

la gracia, que no fuerza, de esta objeción, consiste en que subrogáis oportunamente la idea "felicidad" a la idea "or-den", para reponer ésta en la conclusión. Para concluir que el "orden" no constituye el "bien", lo que debierais sentar

E s que un reloj no es , físicamente, no que no es : felicidad es una idea distinta que nadie ha iden-tificado con el orden. F ácil me sería emplear, contra vues-tro sistema, una argumentación idéntica: " E l bien, yo os dira no es el placer... Los manjares pueden ser más o menos apetitosos, por el placer que producen, y sin em-bargo, no percibimos que ellos sean felices ni desgrac a-dos" . Mas yo no os retorceré esta clase de argumentos que más que tales, pudieran llamarse juego de signos y confusión de ideas. Pasaré a otra noción.

. Parece que fijado el valor de los signos sustantivos " bien" y " mal" , queda por el mismo hecho

fi-jado, , el de los correspondientes adjetivos

" bueno" y " malo" . Aquellos, gramaticalmente hablando, no son de ordinario otra cosa que estos mismos tomados sustantivadamente, lo vemos en el latino y en el castellano ahora bien, como el orden de mutaciones en las formas es paralelo al de las ideas, natural es no siendo la forma sino la forma sustantivada, aquella idea no sea, asimismo, otra cosa que ésta tomada semejantemente en sentido sustantivo. E n suma, quien sabe traducir los sustantivos de una lengua, no ha menester diccionario para interpretar los adjetivos afines; esta correspondencia es una ley reconocida en los primeros rudimentos en la ciencia lingüística. Pues vos no lo creéis así, no respetáis esa ley, advertís que en v estro

VOCABULARIO las palabras " bien" y " bueno" expresan

ideas esencialmente distintas; y agregáis inmediatamente: " no son, PUE S, sinónimas" .Y, en efecto, así como al signo

" bien" asignabais arbitrariamente antes el valor represen-tado por el signo " placer" , al término " bueno" le fijá s ahora el significado correspondiente al término " útil" .

F undáis esta distinción ya en el de vuestro vocabulario, ya en la observación de que vulgarmente lo útil se llama bueno. Suponéis, por ejemplo, que cuando decimos:" reloj bueno" , significamos simplemente: " reloj útil" . Yo os concedo que generalmente lo bueno es útil, pero de aquí no ¿puede deducirse que las dos sean una sola y única

es

felices ni desgraciados; orden bien".

buen

bueno

feliz

Bueno, malo

mutatis mutandis

bonum

malo;

bien

bueno

(10)

CARTAS AL DOCTOR EZEQUIEL ROJAS 375 374 E SCRITO S FILO SO FICO S

propiedad, pues en este caso no existirían de ella las dos ideas que denuncia el juicio: "lo bueno es útil". De aqui resulta que las cosas útiles suelen designarse con el adjetivo " buenas" , sin que por esto confundamos esencialmente lo uno con lo otro; así entre dos relojes, ambos útiles es posible que juzgando al uno más útil que el otro le graduemos sin embargo de mejor. E l máximum de lo bueno, no es lo que concebimos utilísimo, sino lo perfecto. Observad además que si " bueno" significase " útil" no habría fines buenos ni malos, pues la utilidad es por su naturaleza anterior al fin. Añadiré, ya que os place traer las cuestiones filosóficas al terreno gramatical, que la forma radical de nuestro adjetivo "bueno" (BEO) no tuvo nunca significación semejante a la de "útil". Sea dicho todo esto aceptando la discusión en el terreno a que indebidamente la traéis. En moral es excusado investigar la acepción material, sea vulgar o bien científica, de los términos: lo que debe fijarse es su significación moral. Las palabras modifican su significado según su aplicación: cada ciencia debe señalar únicamente el matiz que la corresponde; la noción depurada que el signo en ella representa. Hablar en moral de la significación familiar del adjetivo "bueno", es corno hablar en matemáticas de la acepción forense del término "exponente", o en métrica del "sentido natural del epíteto "blanco", para explicar la frase "versos blancos". El significado recto y el translaticio tienen, como este nombre lo indica, sus semejanzas; mas el examen de éstas corresponde al ideólogo o al gramático, más bien que a la ciencia que gasta la palabra en sentido modificado. Como en moral lo que tratamos de analizar no s n " buenos cuchillos" ni " buenos elementos, de destrucción etc., sino " hombres buenos" , " acciones buenas" , etc., a cuestión consiste en fijar el sentido del signo en esta clase de conceptos, no en aquéllos. Propuesta la tesis en estos términos, yo me atrevo a sostener, con vuestra venia, que 'bueno", moralmente no es sinónimo de "útil". Vos mismo lo reconocéis cuando decís que la ciencia no ha progresado sino desde que la bondad de las acciones se gradúa por su

como para vos, una misma noción, la controversia no ten-dría razón de ser. Hay, pues, dos nociones compañeras de este signo: la vuestra y la nuestra. Vos, en vez de disputar sobre con cuál de las dos debe andar el signo, debierais analizarlas ambas, y no desentenderos de la nuestra hasta no demostrar o siquiera afirmar francamente esto: "si por 'bueno se entiende algo distinto de útil', esa idea es una idea falsa, una quimera". Este procedimiento sería bueno pero no os sería útil: os desprestigiaría inmediatamente.

* [HOR. liber IV, IX, 40-41]. N. del E.

Utilidad; luego hay otros medios, cualesquiera que ellos sean, de conocer lo bueno; luego lo bueno es distinto de lo útil. Ya en pleno paganismo, presentaba el poeta, como distintivo del hombre honrado, el saber preferir lo honesto, esto es lo esencialmente bueno a lo útil:

E n vuestro hallo la siguiente

proposición: "En el otro mundo los malos habrán de sufrir: penas eternas; y los buenos tendrán goces eternos". Con-sultado el vocabulario que nos dáis en vuestra

esa proposición se traduce por ésta: "En el otro mundo los hombres que hayan tenido

merecerán goces eternos, y penas eternas los que no hayan tenido ". No he modificado en un punto vuestra dichosa definición. Dios es infinitamente bueno; según vuestra nomenclatura esa frase es un disparate o una blasfemia.

Pero supongamos, que el signo " bueno" no represente la idea que nosotros creemos representa, sino la que vos creéis debe representar. Por esto, ¿dejará de existir pri-mera? Cuánto más que hay otras palabras que con mayor o meno r exac titud la representan, v. gr. “honesto”, “justo”, “recto”, “virtuoso”.Si ella no existiese no os esforzarí por quitarle aquel signo: representando éste para el común,

poco

Carminnum

aptos para

conseguir un fin

dicha propiedad

m u ch o

P rog ra m a d e leg isla ción

Filosofía

moral,

la propiedad de

___

,

—Bonos . utque lid us lud e x h o n e s tu m p r a e titlit u tili. *

(11)

Entre tanto s up lantáis la id ea antigua p o r la vues tra a la s o mb ra, c o mo he d ic ho , d el no mb re s o b reviviente.

He aq uí vues tras d efinic io nes : "Inmo _ ral: ejec utar ac c io nes p ro hib id as c o n vo luntad c o no c i, miento . Mo ral: ejec utar b uenas o mand ad as c o n lo s mis _ mo s req uis ito s ". O b s ervo d es d e luego q ue p ara vo s , "b ue_ no " y "mand ad o " s o n una mis ma c o s a; a ello o s c o nd uc e el d es c o no c imiento d e la ley natural. Negánd o la, no p o déis conceder al individuo el derecho de juzgar la positiva, p o rq ue es te d erec ho imp lic a la exis tenc ia d e una ley a te-rio r y s up ete-rio r a és ta, c o mún al s ab io y al igno rante, q ue es la d eno minad a natural. Según es to p ara vo s s erá mo r l ad o rar lo s í d o lo s en un p aí s c uya legis lac ió n lo o rd en ; aunq ue la c o nc ienc ia lo p ro hib a. Es o mis mo juzgaréis in_ mo ral to d a res is tenc ia a lo s p rec ep to s d e la ley p o s it va.

No podéis eludir estas consecuencias si no derogáis las de

-finic io nes c o p iad as y lo s p rinc ip io s q ue las s irven d e b as e y q ue trans c rib iré ad elante. Pero vo s s o is d emas iad o ilus -trad o y jus to p ara p rac tic ar tan d es p ó tic a d o c trina; v s ha-b éis p ro tes tad o c o ntra leyes q ue haha-b éis juzgad o injus t s ; esta protesta supone que no reconocéis al legislador el derecho de legislar sino dentro de cierta esfera; derecho y limitac ió n anterio res a la ley p o s itiva. En vues tro es c rito mis mo hallo un arranq ue en c o ntrad ic c ió n c o n vues tro s is tema. Hab land o vo s allí d e la res o luc ió n d ic tad a p o r el p rel d o p ara q ue no s e imp arties e la ab s o luc ió n a aq uéllo s de vuestros discípulos que no renunciasen la doctrina de Bentham, agregáis : "So meto a la d is c us ió n d e lo s mo ralistas la moralidad del hecho de que me quejo".

Aho ra b ien, s egún vues tro s is tema la s entenc ia q ue es -p eráis , s e d ic ta ella mis ma. Pregunto : ¿el hec ho ejec u ad o p o r el p relad o es ac c ió n p ro hib id a p o r ley p o s itiva? N , antes b ien es c o nfo rme a la legis lac ió n ec les iás tic a, ni vio la la civil. Luego el hecho, según, vuestros principios, evi

-dentemente moral, y vuestra protesta, por lo mismo, evi

-d entemente extraña. En c uanto a vo s , vues tra ens eñanza p o r Bentham es ind iferente en c uanto no es tá mand ad a n vedada por el Estado; inmoral, en cuanto está prohibida

Po r la Igles ia. T al es vues tro c riterio . O s he c itad o q uellas p alab ras y o s traigo a es tas c o ns ec uenc ias p ara d emo s t aro s q ue vo s mis mo , en o c ac io nes , o s o lvid áis d e vues tro s p rinc ip io s utilitario s .

Para d 4emo s trarno s q ue vues tras d efinic io nes d an a las p alab ras valo res arb itrario s , me hub iera b as tad o ap ela a lo s d ic c io nario s d e to d as las lenguas . O s exc ito a q ue p re-s entéire-s uno re-s o lo q ue auto ric e c o mo ac ep c io nere-s rec ib id a en filo s o fí a mo ral las q ue vo s p res entáis . A p es ar d e es , no c reo exc us ad a la anális is q ue he emp ezad o en es ta c arta y q ue c o ntinuaré en la s iguiente. Entre tanto q ued o c o rd al-mente a vues tras ó rd enes .

IV.

(Julio 20 d e 1868)

Señor:

H a b ié n d o o s p r o m e t id o e n m i ú lt im a c a r t a c o m p le t a r la anális is d e vues tro d ic c io nario mo ral, c réo me o b ligad o , a riesgo de seros enfadoso, a cumplir la palabra dada.

Para este examen he relegido solamente las nociones fun

-damentales: con esto basta; si logro descubrir el verdadero c arác ter d e lo s rud imento s , no d ud o q ue hab ré d es c ub ierto la n a t u r a le z a d e la p r e t e n d id a c ie n c ia m o r a l q u e s o b r e ellos confiadamente descansa, como sobre cimiento incon-trastable.

"Virtud ": he aq uí una p alab ra b as tanmente imp o rtuna p ara vues tra es c uela. Vo s no hab éis tenid o a b ien traerla a c uento en vues tro s es c rito s ; as í , es -p ec to d e ella, c itaré más q ue c o nc e-p to s vues tro s , lo s e vuestro maestro Bentham, con quien parece habéis hecho

causa común.

Para d es emb arazaro s d e la ac ep c ió n mo ral d el ad jetivo "b ueno " ap elab ais , c o mo antes manifes té, a la ac ep c ió n a-miliar d el vo c ab lo . No p res entand o el s us tantivo "virt d " el mismo asidero, vuestro maestro, para desenredarse de la noción que él representa, apela a otro subterfugio.

y

-M ora l, in m ora l.

(12)

378 E SCRITO S FILO SO FICO S

La virtud, dice, representa a la imaginación la madre e un, prosapia numerosa. D erivándose la palabra del latín, y iendo del género femenino, la imagen que presenta naturalmente al spíritu es la de una madre rodeada de sus hijas.

Por estas palabras, como sabéis, empieza Benham el ca

-pítulo que intitula Ruego me di

-gáis si eso es definir; yo lo llamo titubear. Bentham, en este capítulo, se presenta a manera de reo astuto, pero mal preparado para el interrogatorio. ¿Conocéis la virtud? se le pregunta; y él responde: "Como ese es un nombre la-tino y femenino, se me figura que me habláis de alguna madre rodeada de sus hijas"3. G raciosa es la respuesta, pero vacía. Quien no sepa de lo que se trata, pudiera fi-gurarse que la alusión es a la "luna": nombre también e-rivado del latín y femenino, condiciones que, según nues-tro autor, anuncian por sí solas a una madre en la actitud referida.

Suponer que se trata de una creación imaginaria, es, pues, el primer efugio que ensaya Bentham en presencia de la virtud. A fin de entretenernos accidentalmente con este parapeto, observa que virtud no admite una defini-ción propiamente dicha, "si bien", agrega, "puede expli-cársela mediante sus derivados, como 'acción virtuosa, “costumbre virtuosa'". Aunque no es terminante a este respecto, parece fundar la evasiva en que, siendo aquel un nombre abstracto, no representa sino una concepción mental más bien que una entidad real. Vos empleáis la misma estrategia para eludir la definición de ciertos sustantivos abstractos4. Pero salta a los ojos que si el entendimiento acostumbra a separar ciertas propiedades del sujeto de que dependen, considerándolas como si por sí solas constituye-sen entidades aparte, es porque tienen ciertos rasgos arac-terísticos, cuya exhibición viene a ser la definición de aqué-llas. Claro es que cuando se pide la definición o descrip-ción de una facultad se parte de la base de ella no

3 , vol. 1, edic. París, 1834, fol. 166

4 13.

CARTAS AL DOCTOR EZEQUIEL ROJAS 379

es sustancia sino modificación: dada la definición, el oyente subentiende la relación que en la definición no aparece. Decid, por ejemplo, que " la virtud consiste en la confor-midad de nuestra voluntad con el pensamiento divino”, y nadie supondrá, al oíros, que esa conformidad y esa voluntad sean entidades aparte, seres que poseen en sí el principio de sus determinaciones: se subentenderá que habláis de facultades o manifestaciones de la naturaleza humana.

Según esa doctrina, no debierais hablar, como habláis, de "el hombre" en general, pues ésta es otra ficción for-mada por abstracción y generalización que, como vos ob-serváis, nada real representa. Más digo: según esa doctri-na, ninguna definición es posible, porque todas ellas en-trañan cierta generalización o abstracción, operaciones que, para el efecto, son una misma. La misma observación de Bentham, arriba copiada, envuelve una flagrante contra-dicción. Dice que "virtud" no puede describirse, pero sí "acción, costumbre virtuosa". Y bien: ¿"acción", "costum-bre" no son nociones igualmente abstractas? Indudable-mente, luego tampoco pueden definirse; habrá seres activos, acostumbrados, no acciones ni costumbres. Por otra parte, cuando decimos "acción virtuosa" indicamos una acción que participa del atributo virtud, atributo no contenido ín-tegramente en ella; en ese caso, "virtud" representa una idea más amplia que " acción" ; luego por el mismo hecho de ac eptar la existenc ia de " ac c io nes virtuo sas" , que admitir la de "virtud" como noción más extensa, que debe considerarse aparte.

De honrados caprichos graduaría yo estas pretensiones de vuestra escuela, si ya tuvieseis la lealtad de aplicar los mismos conceptos con que menoscabáis la noción "virtud", a la de "interés" y "utilidad". Si para ello me creyese auto-rizado, os citaría ante el criterio público para interrogaros en estos términos: "si vosotros, señores utilitaristas, califi-cáis de ficción a la virtud por representar este nombre una idea abstracta, ¿cómo, mediando la misma circunstancia, no aplicáis el mismo calificativo a la utilidad si por idéntico

D efin ición d e la virtu d .

___

Déontologie

(13)

mo tivo hurtáis el c uerp o a la p rimera, ¿c ó mo , s ub s is ti nd o , las mis mas c o nd ic io nes , lo q ue hac éis c o n la s egund a

admitirla de muy buen grado, sin discusión sobre su na

turaleza

real, presentándola como base de la ciencia?" En cuanto a

vos, señor, me ciño a llamaros la atención a este

punto confiando que un momento de reflexión os hará

re

conocer la justicia del cargo que contra vosotros formulo,

Las mal intenc io nad as o b s ervac io nes d e Bentham ac erc a d e la virtud , p ued en c o nd ens ars e en la s iguiente p ro p o i-c ió n s uya, q ue o frei-c e s o b re aq uéllas el ventajo s o i-c ará ter d e una mayo r franq ueza y p rec is ió n: "La virtud es una c reac ió n mental, una entid ad fic tic ia". Y aq uí , s i b uena e c up iera en el p ro c ed imiento q ue es p í o , d eb iera termina s e la c aus a; s i virtud es p o r una p arte un no mb re q ue no p ued e d efinirs e, s i p o r o tra lo q ue rep res enta es al aéreo q ue b urla las mirad as q ue lo s iguen, no falta s ino b ar er c o mo b as ura una p alab ra tan inútil y mal aventurad a. C n-vend réis al meno s en q ue ac ep tad as las ind ic ac io nes d e Be n t h a m , n o d e b ié r a m o s o c u p a r n o s m á s d e la v ir t u d . Y s in emb argo no es as í ; p o rq ue el p ro c ed imiento vues tro , q ue d enunc io , c o ns is te (p erd o nad q ue lo rep ita) en d es c o lo rar maño s amente las no c io nes mo rales p ara s us tituirlas c o n o tras es enc ialmente d is tintas , d ejand o p o r d elante las p alab ras , enc ub rid o ras ino c entes , c o n el p res tigio y ho no r q ue han s ac ad o d e s u as o c iac ió n c o n las p rimeras . As í , p ues , s i Bentham c ree q ue la virtud no ad mite una d efinic ió n p ro p iamente d ic ha, es p ara temp lar la rep ugnanc ia c o n q ue p ud iera s er rec ib id a la s iguiente: "¿Q ué es la virtud ?. Aq uello q ue más c o ntrib uye al b ienes tar,

lo q ue maximiza lo s p lac eres y minimiza las p enas . El vic io al c o ntrario , es lo q ue d is minuye el b ienes tar y c o ntrib uye al males tar"5. Y en o tra p arte: "La virtud es la

p referenc ia d ad a a un mayo r b ien (es d ec ir, p lac er)

c o mp arad o c o n uno meno r"6. Si as egura q ue virtud

rep res enta, b ien una mad re fantás tic a, b ien una Ab s trac c ió n id eal, es p ara

edic. cit., vol. 1, fol. 25. 6 Ib., 171.

tener la imaginac ió n mientras llega a es ta o c urrenc ia, q ue no res ultad o : “ Co mo q uiera q ue s ea, p ro nto llega uno a c o nvenc ers e q ue s ó lo ap eland o a la d e p enas y p lac eres

p ued e fijars e una las palabras vicio y virtud"7.

Aquí si termina la operación; t e r g iv e r s a d a p r im e r o la idea

virtud, ha sido al fin reemplazada por otra enteramente distinta.

La presencia del nombre aparentará que nada ha pesado, y será pasaporte a importantes consecuencias. Yo os éxito q ue d igáis s i lo q ue Bentham entiend e p o r virtud es lo q ue p o r tal

entiend e la humanid ad ; la humanid ad d igo n o e l

c r is t ia n is m o , p o r q u e v u e s t r o m a e s t r o n o t r a t a d e o s c urec er la p erfec c ió n evangélic a en es p ec ial, s ino e general la virtud humana. T raigo a vues tro trib unal la s o m-b ra d e Atilio Régulo : a Régulo q ue, p ris io nero d e lo s ar-tagines es , enviad o p o r ello s a Ro ma, b ajo s u p alab ra, o n la legac ió n enc argad a d e rec ab ar el c anje d e lo s c auti o s , ab o ga ante el s enad o en s entid o c o ntrario , o frec iénd o s e a s í mis mo y ab and o nand o a s us c o mp añero s en s ac rific io a l rep úb lic a mal s ervid a; a Régulo q ue, s o b rep o niénd o s e a llanto d e la es p o s a, a las c aric ias d e lo s hijo s y a l o p o s i-c ió n d e un p ueb lo numero s o , mari-c ha s ereno a inevitab le s up lic io , c o mo s i d es c argad o , d ic e el p o eta, d e c o mis i nes fo rens es , p arties e a d ar d es c ans o al ánimo en la ameni ad d e lo s c amp o s . Régulo ha o c as io nad o muc ho s s ufrimiento en c amb io d e la d ignid ad p atria, q ue no es un p lac er: o s , p ues , ajus tand o la s entenc ia a vues tro s p rinc ip io s , c ali ic a-réis d e "vic io s a", es d ec ir, c o nd enaa-réis mo ralmente aq ella ac c ió n. Cuánto más s i inc lináis o í d o s a la vo z d e vues ro maestro que se levanta para deciros: "el sacrificio en sí mis mo es malo , y mala la influenc ia q ue as o c ia la mo ralid ad al s ufrimiento " Pero , s i p o néis la mano s o b re el c o -razó n, ad heriréis al juic io p o p ular y llamaréis alta " irtud " la ab negac ió n d el general ro mano .

Aho ra b ien, s eño r: s i a manera d e antiguo no menc láto r q ue tro c and o lo s no mb res d e lo s trans eúntes imp id iese que

7 Ib ., 172. 8Ib., 43. go

i. e.

,

_ _ _ _

5

_ _ _ _

Déontologie,

(14)

382

c ad a uno rec ib ies e el tratamiento d eb id o a s u mérito v c a-lid ad , Bentham; fijand o el no mb re "virtud " allí d o nd e ac as o s e leí a "vic io ", u o tro no mb re d iferente, y vic evers a e atrae engaño s amente a d o nd e la intenc ió n no lo s d iri e, el p remio d e la una y la rep ro b ac ió n d el o tro ; s i a s o mb ras , d e la mis ma c o nfus ió n, d es ví a a d es ho ras la c o nd uc ta y la o p inió n d e lo s inc auto s , intro d uc iend o a vueltas d el d es o rd en en las id eas , el d es o rd en en las c o s as , jus to c reo d enunc iar tales manejo s , p o niend o alerta a lo s o yentes y exc itand o a lo s p rec ep to res utilitaris as , c o mo vo s , a ad o p tar una nueva no menc latura p uramente d eo nto ló gic a, s i no q ueréis s e c o ntinúe p o r más tiemp o una us urp ac ió n d e s igno s q ue p ued e traer c o ns igo el ab us o , el engaño y la injus tic ia.

Sup lantad a la no c ió n d e la virtud y es c lavizad o e no m_ b re c o n s u antiguo valo r a la nueva s ignific ac ió n Bentham no d ud a s entar es te p rinc ip io q ue p o r res p eto a vo s me ab s tengo d e c alific ar c o n la s everid ad q ue d eb i ra, al tras c rib id o p o r s egund a vez: "Si el p artid ario d el p rinc ip io d e la utilid ad halla en el c atálo go c o rriente d e las virtud es una ac c ió n d e q ue res ultan más p enas q ue p lac eres , él no vac ilará en c alific ar d e vic io es ta

no s e d ejará arras trar d el La d ignid ad

humana p ro tes ta c o ntra tan d emente p retens ió n. Según es o , lo s hec ho s c o ns ignad o s p o r la his to ria o p erp etuad o s p o r la trad ic ió n, p o r la trad ic ió n, p o r más q ue uno s lleven consigo el trib uto d e la más ferviente ad mirac ió n, lo s o tro s la marc a d e la rep ro b ac ió n más s evera, ap ro b ac ió n y rep ro b ac ió n d ic tad as p o r la razó n y s anc io nad as p o r las ed ad es , es o s hec ho s d eb en c o ns id erars e c o mo no c alific ad o s , mientras que un es c o lar utilitaris ta no falle s o b re s u verd ad ero c arác ter.

La c o nc lus ió n no es menos lógica que monstruosa.

Y nad a p atentiza c o n más evid enc ia q ue ella, el ab us o q ue hac éis , rep ito , us urp and o p ara vues tras no c io nes d o n-to ló gic as lo s s igno s ap ro p iad o s a las mo rales . Si vo s o ro s c alific áis d e vic io lo q ue la humanid ad d e virtud es p o r

9

C A R TA S A L D O C TO R EZEQ U IEL R O J A S

383

q ue to máis la p alab ra en d is tinto s entid o ; es to es más c laro q ue la luz. Y en es te c as o no hay más erro r s ino el en q ue inc urrí s , c uand o d es c o no c iend o la exis tenc ia d e aq uell d is tinto d e lo q ue vo s o tro s o b s erváis , q ue la humanid ad llama virtud d ec laráis erro r general"el fallo , p ro nunc ad o p o r la humanid ad , es to es , p o r la c o nc ienc ia humana. Sens ib le es q ue vo s , c o n o c as ió n d e las no c io nes "b ueno " y "malo ", ad hiráis a tan exagerad a p retens ió n; intro d uc iénd o la en es to s término s : "En to d o o rd en, tanto en lo fí s ic o c o mo en lo mo ral, hay hec ho s , q ue p ued en s er c o no c id o s fác ilmente y s o b re lo s c uales s e p ued en fo rmar juic io s exac to s , hay o tro s q ue no p ued en s er c o no c id o s s ino d es p ués d e muc ho s ens ayo s y d e inventar

p o rq ue, as í c o rno el

c o no c imiento d e la p o ro s id ad d e la es p o nja no es infus o en el es p í ritu, tamp o c o lo es el d e la

(el s er b uenas o malas ); amb o s s o n ad q uirid o s ". Co nfo rme a es to , s egún s e vayan d es c ub riend o

s e irán mo d ific and o lo s juic io s fo rmad o s p o r la c o nc ienc ia humana res p ec to d e la mo ralid ad d e c ierto s hec ho s . And and o vamo s , p ues , a tienta p ared es en las s end as d e lo b ueno y d e lo malo , y s ó lo nues tro s último s d es c end ientes , en remo tí s imas ed ad es p o d r á n d e s c u b r ir e n d e f in it iv a e l v e r d a d e r o c a r á c t e r m o r a l d e c iertas ac c io nes . No me d etend ré a examinar es ta hip ó tes is ; s ó lo o s haré no tar q ue ella vic ia la id ea d e "virtud " y sus cognadas: una acción buena, virtuosa, se presenta al entend imiento c o mo tal en s í mis ma, ap arte s us res ultad o s ; d es d e el mo mento en q ue hac éis d erivar d e és to s aq uel c arác ter, es s in d ud a p o rq ue as o c iáis a las p alab ras "b ueno ", virtuoso", etc., una acepción muy distinta de la

que ellas representan naturalmente.

Po r lo d emás , c o tejand o es ta p ro p o s ic ió n vues tra c n o tras d el mis mo es c rito y c o n la d e Bentham arrib a c o p ad a, s e p ro d uc e un c o ntras te no tab le. Cuánd o o s s up o néis in-vento res d el verd ad ero , c riterio c ientí fic o , y eq uip ara d o vues tro d es c ub rimiento al d e G alileo ; rep etí s el "e p u s i muo ve" c o n el más c and o ro s o entus ias mo ; c uánd o d ejá-is

al tiemp o a presuntos instrumentos auxiliares del

enten-, 1'1

,

ESCRITOS FILOSÓFICOS

loc. cit.

y

y

p reten d id a V irtu d ; error g en era l"9

.

Tr a z té d e lé g s la tz o n ,

in stru m en tos, q u e a yu d en a l en ten d im ien to,

p rop ied a d d e la s a ccion es,

in stru m en tos,

_ _ _ _

Referencias

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