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El mirador de Miró

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Academic year: 2020

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ANTONIO

SAURA

E

L

M

IR

ADOR DE

MIRÓ

Libélula de las alasrojaspersiguiendounaserpientequesedesliza en espiral hacia la estrella correcta1951.

Descon cert ante obra.Toda vía,bajolaimpresiónquenosha causado, no sabemos a ciencia cierta cómo clasificarla. ¿Ópe ra ,obrade teatro,espectáculo de varieda desodecirco, corrida, guiñol, sesión demagia, novela ilustr ad a o poem a visua l? Pues verán,señorasyseñores, detodoun poco,o má s bien, todo elloalunísono. Elgeniodelauto r nos confunde .

¿Como es posibletocar almismo tiemp otant as tecla s,ylo que es má s difícil, tocarlas bien? Sirvan estas breves p ala-brascom o preámbulo, puesenel anonadamientoque nos i

n-vade nos parecemá s justoirpoco a poco,actoporact o, in-tent andodescri birla s cinco partesdetandesorbitadoyh er-moso espec tác u lo. Somos conscientes de que esta d escrip-ción nopuede , ni por asomo,comu nica ral lector tal desp il-farrode ideas ysituaci ones,pero esla bordelcrítico,estavez desarmad o, in te n tar al men os descri bi r aq uello que no se puede comenta r más que prendien docohetes deditiram bos

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preludio

Ambient ado en 1917el preludio consiste en una serie de t

e-lones pintados que suced iéndose con rapidez reproducen fuertesyquebradospai sajesmediterráneos.El fondomus i-ca l que acompaña estas apariciones nostálgicas es una sor-prendente sardanainterpretada solamente con dos trombo-nes.Cuatro personajesestáti cos,clavados ensendas sillas si-tuadas a ambo s lados del escen a rio,permanecensilenciosos bajo un salvajemaquillaje de tiznes de colores. A laderecha identificamos a Juana Obrador yal Señor Ricart. A la iz-quierda está el propioautor apenasreconocible bajo la dure-za de los trazos.Un poco másatrásy casi en la penumbra es-tá la sombra borrosa y fraterna de Joan Prats con un som-brero en la mano.

La escena dura solamente unos minutos.La sala se oscu-rece gradualmente y en la lejanía se oye el sonido dulcey

quejumbroso de una tenora.

primer acto

El primer acto, ambientado en 1924,comienza con el"ta -bleau vivant "titulado"El carnaval del arlequín" .En un de-corado casi desnudo,donde apenas se intuyela arquitectura elemental de una habitación,y bajo el retumbar de los tam-bores de Calanda,comienzan poco a poco a aparecer figuras de catadura muy diversa que acaban por llenar por comple-to el ámbicomple-to de la escena.Oleadas sucesivas de extraños se-res, objetos animados y coloreadas larvas, evolucionan y se desarrollan ante nuestros ojos,proliferando en microscópico

vértigo,hasta ocupar su lugar con la precisión de un manía-tico relojero.Se trata, sin duda alguna,de un inventariode fantasmas personales,de un sintético repertorio,de un alfa-beto,un muestrario de inconclusos arquetipos en el que,a pesar de su cambiante aspecto,acabamos por reconocer per-sonajes que luego tendrán papeles fundamentales en actos posteriores.

Además de los gigantes y cabezudos de rigor, encontra-mos,por ejemplo,al séptimo dadoyal paso prematuro,al muelle mullido y a la falla fallida,al currito de tela y a Nica-nor con su tambor,a la mariposa evangélica,a la dama fili-forme de alargada vagina como cuerno de abundancia,al gatito juguetón,al abejorro del Ampurdány al perrito ibi-cenco, al dragón de Chiguagua y a las sirenas de Tierra Adentro,al gallo lanza piedras,al fumador de pipa y al toca-dor de bigotes,a la Osa Mayor ,a la libélula lunar,al pez de Abril,al trampantojo musical,a la diosaTanit y al chipirón en su tinta,a Marcial Lalanda y a Vicente Escudero.

"Voila", parece decirnos el autor con meJecida satisfac-ción.

¿Jardín de las deliciaso prisión de los infiernos ?Todavía

ni una cosa ni otra, siendo más lógico pensar que nos halla-mos en el purgatorio de una esperadonde las almas, ya en-carnadas,aún no destinad as, prestanguardia como en un bellísimo e imp resionante desfile de modelos que prefigura

imprevisibles y sorprendentes singladuras.

La escena,bajo losaplausos,seoscurece paradar paso al segundo acto.

segundo acto

Alte rná ndose lucesde ama necerydedesiert odelSah ar a ,el decoradodesaparecepor ente ro para ser sustituido por un

ciclora ma delimpioy cerúleo azul. En realidadse trata de

un celestevacío,más dealb a que de crepúsculo,en donde se desvelalaascesis extremade laaparente desidia.La mínima ocupa ciónde tancósmico ámbito contrasta brutalmente con la apoteosisdelcarnavaldel primer acto.Se sucedenescenas misteriosasinterpreta das por serpentinas líneas yleves man-chas zoomorfasquedeseando afirmar la importanciadel va-cío transparenteparecen indecisasentre el crecimiento yla

extinc ión. Nos halla mos frentea un lugar de disponible am-bigüedad,uncrisol de na cim iento, un ámbitodesiestayde pecado original donde la tragedia todavía no aflora.

La acciónsesituaen1924y lamúsicaque acompañaestos extraordinarios y sutiles números demalabarismoesun fon-do continuoyrepetiti vo deuna cítara.udia sobreel cual,de vez en cua ndo, selevanta nestridenciasde trompetacubana y pizzicatos de strad iva rius.

Cuatro breves yextra ordina riossketchs y un epílogo im-presionante completa neste segundo acto.

El primer sketch representa simp lemente el nacimiento del universo.

El segundo se titu la "Bon heur d'aimer ma brune" yse trata de una refinada e ingen uapantomima quenos muestra los fantasmas de un desnudo castillo basá ndose y danzando al son de un ukelele.

El terceroconsiste en unbuennúmero de magia en el cual un guante blanco setra nsforma en luna.

El cuarto,muydiferentede los anteriores, sellama "El in-terior holandés" ,y es, en rea lida d,un complejo número de transformismo. La escena representa fielmenteuna antigua y conocidapinturade género .En unaprimeraetapa las figu-ras ylos detallesdel decoradoson sustit uidos por formas co-loreadas que los descomponen y altera n. Cuando el tema original ha sido completamente trastocado y los elementos de la escena apen as sereconocen,unalentae inexorable me-tamorfosis,como si de un dibujo animadose tratase,altera nuevamente losobjetosylos personaj es.Algunos elementos sehinchan, agrandá ndose hastaadquirirdimensiones colo-sales. Surgen excrecenciascaprichosas, como las gafas del

ca racol, los cuernosdelmiope,la rémora delsexo erecto o la escanfandradel tiburón , yaveces,comosise trat arade seres procreando por partenogénesis ,se dividenhastacrear hijitos de vida propia y diminuta persistencia . El conjunto evolucio-na hasta crear un complej olaberinto que en un momento de-terminado de su desarrollo,se inmovilizabajo el entusiasmo del público.

El epílogo consiste en una bellísima y cambiante escena de playa que se ofreceanuestrosojos como si fuerac ontem-pladaatravésde laventa na de un vehículo en marcha,s ien-do el vehículo en estecasoel conjunto de espectadores que se aferran a las butacas bajo un intenso y cálido vendaval.Tal

vez se trate de un fantásti coy primigenio safari visiona do a través de la máquina de retroceder en el tiempo.En todo ca-so,el decorado nos ofrececielos negros de tan azules y vastas playas exageradamente amarillas,como si la conjunción de estos elementos absolutamente antagónicos deb iera ser to-davíaacentuadamediante la solidificación del color hirien-te.Hay momentos en que no sabemos con certezasi el mar o latierra esta n situados arriba o abajo, tal es la densidadde

ambas zonas yla ambigüedad del horizonte. En todo caso

observamos en el linde que las separa uñas rojas más que olas, fijados espolones de gallos, pubis punteagudos , heri-das, espinas de rosa,penetraciones que muestran la acidez

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su-ceden diálogos de insectos, dan zas de serpientes cascabele-ras,persecuciones de gnomosymariposas, yobservamos un personaje de un solo ojo y elefantiásico pie que lanza una piedra a un pája ro encrestado.

La más bella escena : la historia del perro-mariposa que encuentraen el cielo negro laesca lera celeste que perdió en la bruma el perr ito de Gaya.

terceracto'

El argumentonos habla de unatrayectoria en la que a veces el autor concentra su mirada paraofrecernos el fogonazo de la afirmación única. Nos habla del entomólogo que aisla, paramejor observar,un solo serde cabriola y capricho entre la proliferante invasión de homúnculos.Nos habla de figuras nacidas del azar, obedientes a una lenta acumulación de chas q uidos, a postreras correcciones bajo la orden tajante del látigo. Nos habla de síntesis de fantasmas felicesy tra s-tornadores, y también de monstruos deformados por el ca-prich oy la rabia.

El tercer acto, situado en 1933, comienza con lapres enta-ción de diversos personajes tan insólitoscom o hermo samen-te ata via dos. Bajo la acción de la varita mágica , apa rece n primerodos figuras que ya habíamos entrevisto en actos an-teri or es y que, regresando momentáneamente del pasad o, nostraen mensajes de futuro. Se trata de un gentelman que nosdice simplemente "yes" y de un payés catalán que nos

lanza una bocanada de humo a través de los delgados tubos que componen la frágil locomotora de su esquelético cuerpo. Viene luego un brillante cortejo formado por tres hermosas mujeres:la reina Luisa de Prusia acompañada de clarines mientras avanza por el pasillo, la Fornarina con su rostro conver ti d o en tercer seno ysu halo de luto y Mrs.MilIs con su amplia pamela y su cuerpo de interrogaciones, las tres elegantemente vestidas con provocantes y velazqueños atuendos. Cantan diversas melodías en sus respectivos idio-mas y se retiran juntas con picaresco andar.

Repicar de castañuelas. Poco a poco y en la penumbra van apareciendo redondeadas formas, peludos huesos y boorne-rangs,ascuas candentes y balanzas que flotan perezosamen-te en fondos submarinos. Se desdoblan y yuxtaponen, se ríen,se aman,se miran,se mecen, se penetran,se menean, se tocan,se pasean,se excitanyse conjugan.Un mundo de ameba s extraordinarias, de concreción extrema y va ria d a policromía, se organiza en breves y enigmáticos números que son vivamente aplaudidos,siendo sin duda alguna el ti-tulado "Una estrella acaricia el seno de una negrita"el que provocó mayor entusiasmo.

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apagayos deformados por accidentes teratológicos, cubier-s de terriblecubier-s pústulascoloreadas,nos muestranla obsce-idadde sus narizotasabultadas como melones, senos col-ando como blcol-andos pasteles, sexos descarnados por bistu-s certerobistu-s, piernas exagerádamente hincha das en cuerpos

I

e delgadez etrusca. Seres de fealdadextrema, y porlo tanto e extremadabelleza,surgensobre fondosde noche oscura,

lej á ndose lentamente en paisajes desolados para acabar

erdiéndose en el horizonte. Oimos ahora sonidos insisten-s de chicha rras aplas ta das por el sol,y contempla mos la

anzaamorosade los escorpionesmientrasun hombrey una ujerobservan aterrados un montón deexcrementos.Ap a-cenen lasplaya s aplasta d os fósilesque cobra ncarnación, spe rtá ndosesu dormidaene rgía.Alimañashumanas,s

au-rios movidos por lalla mada delsueño de laraz óninicia n su periódico éxodo. En un paisaje auroral, y porcam inos po-blados de fulgores, cam inan planificadas esfinges como en otro universo de colores cambiados, en negativobajo el re-lá m pago animado.

Una consagracióndelaprimaver a,una Europadurantela lluvia.El tecleteo de la ametralladorase pierdeenlalejanía, prolongándosesueco hasta elinfinito.Sehace nueva mente el silencioy de repente,al son de un red obl e de tambor,la

es-cenaseiluminaviolentamente.Aparecenmadej ase ntrelaza-das,celestes telas de araña de complejo ylaberíntico trama-do.Entreexplosiones de quasars,agujerosnegros yfulgor de

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prolon-garsealinfinito.La trampa de la dinámicatelade araña está

repl et a de coloreadas y suspendidas capturas. Cu.elga n de

sus hilos pegajososlágrima s yconfetis, ojos de reptily bolas ch inas de mercurio, pesas gim ná stica s, lunas Y,estrellas,

cue r pos de alambre,pluma s yhojas otoñales,yayos ypen ~­

dalascelestes, lobos y osaspolares, ca ngrej os aladosy c

lepsi-dra s.

La in undació n termina apoteósica mente con un desqui

-ciado solo debat erí a mientras losobjetos atrapadoscaenal

suelo est re pitosa mente.

Elactoacaba con tres vueltas al ruedoysalida en h

om-bros.

cuarto acto

El penúltim oact o,ambientadoen 1945, comp ren de unco n-junto de breves números extraordinaria mente afinados, de gran variedad.Direm os, para empezar, queel autor p erseve-ra en mostrarnosuna ausenciade decora do,in sistie n doen la flotabilidad de la s formas, como sila fuerza dela grave da d no existiera. No sabemos aciencia cierta si nos enc ont ra mo s en el fondode unprofundo pozo iluminado por la refr a cción de un espejis mo, o suspendidos en un purifica d o nir vana acom pa ña do del polvo dorado del sol. A vecesla atmósfera

-por no decir eldecorado- se concretaen la op a cid ad de

un espejosinazogue,otrasen muroscorroidos porelácidoY

el orín.Conte mplamosamaneceresdeluciérn aga s yatarde -ceres de alac ranes,y asistimos a brillantespartysencasasde

enigm áticas anfitrionas,fiestas de locuraen don de los ac

to-res, cas isiemprefemeninos,ataviados contrajes mul

ticolo-res odisfr azados de pájaros,flotanentremezcladoscon cara

-coles Yastros, acariciándose y cop ula ndo suave me nteenel

espacio.

Un largo, ondulante ycá lido monólogo inte r p re ta do por

unviolo nc heloque a veces adquiereinflexiones debordónde

abejorro yotras decariciallameante,suenaini nte r r u m p ida

-mente como fondo sonoro de los números que com po ne n

esteacto . He aqu í los títulos de los que tuvieronmás éxito:

"E l cantodelruise ñor de media noc heylalluvia matinal ". "El brillodela end rinaroja deslu mb ra unagolondrina " . "Elala dela alondrarodeadade azul dorado enc uen t rael cora zó n de la amapo la que duerme enelpradoamado de diamantes ".

"E l páj a rodespertado por elgritoazulvuela en lallanura

respirante hacia elmullido edredón que creceen la s colinas

circ u nda das de oro".

"E lsolrojoroe una araña mientras sus destelloshier en la tardía estrella".

Elpájaro de fuego que indica el caminoa seguiren la

mar-cha penosa a través del desierto descifra lo desconocid o a

una parej a amorosa" .

quinto acto

Elacto comienza con la imp rovisació n de un sa xo ten ory

una bat e rí a que han sustituido,de forma im percep tib le,ala

dulzaina y el tamboril que nosha n acom pa ña do durant eun

breve in terme dio,indicando, de estaforma sutil, un camb io

detono. Asistimos, en efecto, a la apa rición deun len gu aj e

diferente en el que la delicada ten sión y elsens ua l r

efina-miento de los art ísticos pases naturales setrastoca en lar ga ca m b ia da ydespl ante, enrosca m ientoalrededor de la fiera,

grito y exp losión tra sla certe ra estoca da.

La acció n deeste último actose sit ua en 1953ylospro

ta-gonistas,ha st a aho ra deper fil gracioso, contornead osden~.

gro con finura y sujetosal precisoYpreciosocontorno,se.d

i-fuminan,se corr oe n,se agiganta ny simp lifican.~omoSIde

repe nte la cáma ra oscurasehubiera acercado,SInafinare!

objetivo, ap u nta ndoalasmadej as ent recorta das defulgor~s

de! actoante rioren buscadel arque tipo, olvidan do lamagia

delicad a para propagar la bárbar a Ysintéticaconj uració n.

El azar revita liza la acción, y e! son ido del saxofónsehace

rauco ,grita d orytart amud eant e,~oreando I~invasiónd~ca

-lamares giga ntes lanzad oresdeunta ,de mascar asterribl es

que su rge nafirmandooste nsibleme n te su"aquíestoyyo"en elconfuso bosquelíquido, abriéndos e paso entre lunas yex

-plosion es de estrellas.

Todav ía, de vez encua ndo,aparecefugaz mente la breve pausa deun telónde confetisycara~elossobre fondo negro.

La obra termin a , bajo golpesdetim bal es y entrechocarde

platillos, con unsoberbiodesfile final deda mas emp lumad as

Ygallinas desnudas, fuegos de artificio y chorros dech~m­

pán mientras un coro de enormes y enlutadospersonajes,

conojosde alima ñasy bellezassincue nto, se agrandan osc

u-reciendo por completo la escena.

Mientras se cierra estetejón de negrura,unactor que has

-ta este momen tohabía permanecidosentadoentr~los~spec­

tadores selevan ta iluminadopor un foco yen e!sll~nclOr

es-, . d netaa estas

petuoso del públicoy con vozemocIOna a pronu

palabras: M'ó E c

ier-"Los colores delarcoiris son loscoloresdel. I~ . ~

b ilid mplej a IlumIna la

to herman o mayor tu o ra caI a y co " ti d

.' . ' ' d l somb radel In e

tristeza del universoque seva apaga n o, a d I

., d b . I " da amenaza e a

unsigloqueestamosvivicn o aJo a estupi

. . . . d ando me asomo

muer teylainjusn cra.Por esto, evezencu . ' d e

al miradorde Miró buscandola fuentede laJuve~lu •

. I d d los cr ueles esngme

certero y escondi do ugar on e "

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