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RESEÑA DE ARTÍCULOS

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RESBÑÁ DE ARTÍCULOS

V. YITELLO: Sulla struttura analítica del sistema di valori relativi en la teoría de K. Murx.-~ Giornale degli economisti e annali di economía. Maggio-Giugna 1963.

En las tentativas seguidas para demos-trar si puede considerarse lógica la so-Ilición dada por Marx al problema de la determinación de los valores de cam-bio, una de las controversias más filar-les se centra en la compatibilidad entre la teoría-trabajo del valor, tal como apa-rece en el volumen I de ''El Capital", y la teoría de los precios da producción del volumen III publicado postumamen-te por Engels.

El artículo que. comentamos defiende lo existencia de. un nexo lógico entre ambas teorías y traía de establecer el equilibrio económico general a través de una formulación analítica en que los ¡>recios vienen determinados por la can-tidad de trabajo empleado para produ-cir los bienes y por el vulor de la tasa de. ganancia.

El análisis se aparta realmente de. la sistemática seguida por Marx al no con-siderar la diferencia entre el valor de uso y el valor de cambio del trabajo en la producción capitalista, así como de toda la leería de la plusvalía basada en tal diferenciación. Todo el plantea-miento marxista de la plusvalía no tiene cabida un el esquema que presenta, puesto que, al no introducir en el pro-ceso productivo la noción de capital fijo.

la tusa de ganancia es idéntica a la tasa d'e plusvalía.

Ello lleva implícito una identificación entre las dos teorías antes apuntadas por cuanto el valor-trabajo se identifica con el precio de producción, dada la exis-tencia de una tasa da plusvalía uni-forme.

Por consiguiente, la no consideración del capital fijo anula fundttmentulmen-te el valor del análisis realizarlo por Vitello desde el punto de vista de de-fensa del esquema económico marxista y lo reduce a un mero ejercicio alge-braico, en el que se, determina la po-sibilidad de resolución de las ecuaciones de los precios a partir de la cantidad de trabajo "simple" empleado en los diferentes momentos de la <¡>radkicción y la dimensión de los respectivos pe-ríodos de producción.

En la formulación adoptada el equi-librio económico general se determina por las siguientes ecuaciones:

P . " X Lt i ( 1 I r ) « ( i • : 1 , . . . , m ) íj — l,....n)

V Lu., (1 | - r ) « - _ j (i^_ i, . . . , „ )

Las m primeras ecuaciones ligan el

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R E S E Ñ A DE A E T K ' U I, O S

precio de producción de. las mercancías a ¡a cantidad de trabajo

empleado para producirlas y a ¡a tasa de ganancia "r", habida cuenta de los respectivos períodos de producción.

La última ecuación toma como uni-dad el salario real simple obtenido co-mo expresión del coste de un determi-nado complejo de mercancías

cuya transformación da lugar a la ecua-ción de cierre antes indicada, que, per-mite deducir el valor de la tasa de ganancia si se conocen las cantidades de trabajo Í .V ] - f Lv.¿ -(,..-<• : íV u • - •L,,., requeridas para producir dicho com-plejo básico de mercancías y sus res-pectivos perlados de producción.

La ecuación del salario simple real puede, ser sustituida por ¡a siguiente. Y, K.| Pj —- a siendo a¡¿\. Cuando "a" vs menor que 1 ello supone que el tra-bajo recibe una parte de la plusvalía si adoptamos la concepción marxista de. dicho término.

Dejaremos a un lado cuestiones tales como la de. la reducción del trabajo "complejo" a trabajo "simple", es decir, la transformación —fuera del mecanis-mo económico de. la distribución, de las diferencias cualitativas del trabajo en meras diferencias cuantitativas; las dificultades de conocimiento de los pe-ríodos de producción; el tema de la "composición orgánica" de.l capital— , olvidado al no introducir el capital fijo la diferencia entre precios de produc-ción y precios de mercado y la consi-deración de los precios medios implí-cita en toda la formulación marxisla. No se trata de una crítica del plantea-miento de Marx, sino de ver hasta qué

punto si'- ha resuelto la controversia in-dicada al principio.

Vitello, al indicar que. I.: y Lv. e.v-presan el "trabajo necesario" en la ter-minología de Marx, parece haber re-suelto el problema. Los precios de pro-ducción -ion función de la cantidad de trabajo y de los períodos de produc-ción, línicos datos precisos pura resol-ver el equilibrio general del sistema.

Para Marx el valor de cambio da una mercancía e.s igual al tiempo de trabajo que contiene - -teoría-trabajo del valor—. Si existe la plusi'alín e.s porque, el empresario remunera al trabajo por su valor dt> cambio y no por su valor da uso.

En la teorm marxisla del valor es el valor de. uso del trabajo el que deter-mina el valer dp cambio de las mer-cancías. ¡,a teoría de los precios de pro-ducción divide este vulor de uso del trabajo en dos partes, una que percibe el trabajador —el valor de cambio - y otra detentada per el empresario: la plusvalw. Y para Marx la ¡cantidad de plusvalía producida por cantidades di-ferentes de capital debe esiar "cetp.ris par ¡bus" en proporción directa con la cantidad de capital variable, que con-tienen.

Si ''i-1' e.s too de ganancia no lo es en el sentido dp Marx, sino que es más bien identificable al tipo dv. inte-rés o. mejor aún, a la productividad o eficacia del capital, y la formulación entronca directamente con la teoría del fondo de salarios dentro de un plantea-miento capitalista. En la teoría marxista de los precios de. producción sólo en un equilibrio a largo plazo - -situación puramente ideal so uniformizan las ta-sas de ganancia de los distintos sectores productivos, y a este respecto es bien sintomática la planificación económica soviética al fijar distintos plazos d<¡

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R E S E Ñ A DE A R T Í C U L O S

cuperación de la inversión'' para sec-tores diferente*.

Si "r" as la tasa de plusvalía - como puede sospecharse al no considerar t:l capital lijo— tampoco lo ex en el sen-tido de Marx, donde la tasa simple de plusvalía P / v tiene un valor real de proporción entre el trabajo ''pagado" y el "no pagado" y la tusa anual da la plusvalía P a / v tiene, en cuenta el nú-mero de vueltas que el capital variable da en un uño.

El tratamiento de "r" como tipo de interés compuesto implica necesariamen-te la consideración de la "cantidad de capital" como concepto económico.

Por consiguiente lo más que puede admitirse es que los precios de produc-ción dependen da la -cantidad- de traba-jo socialmente iticorporudo, pero dijie-ren del valor-trabajo marxista formula-do en términos reales de. carácter alem-pora?.

En definitiva, se puede afirmar que el artículo que comentamos supoiu* tan sólo un ejercicio analítico de aplicación de. la teoría trabajo del vulor al equili-brio económico genera!, con las impor-tantes restricciones, entre otras, de iden-tificar precios medios de producción y precios de mercado, no considerar lu existencia de capital fijo, admitir una tasa uniforme de ganancia y suponer conocidos los períodos de, producción d'e cada parte componente del proceso productivo final.

Coincide con Marx en partñ del plan-teamiento, pero no «s en ningún cuso una formulación analítica de los siste-mas de valores relativos de la teoría marxiste pura si entendemos por tales los "valores de cambio". Al no plantear el tratamiento que deba darse al capital fijo aporta poca luz a la controversia indicada al principio.

.1. G. P.

ER, J. A.: II Manifestó comunista in sociología e in economía. 'I/Indus-tria", núm. 2, 1963.

Deseo señalar, dice, el autor, que no se trata de un ensayo de. murxologUi. Intenta SCHUMPF.TER "situar la posición del manifiesto comunista en la historia de la sociología y la economía, y en el ámbito de la obra científica del propio Marx". Desde este, punto de vista, co-mienza SCHUMPETEU el análisis. El pre-facio de, ENCEI.S a la traducción inglesa del Manifiesto -Londres, 188&-- aclaró sin lugar a dudas que no puede ser de-finido éste como el manifiesto de un partido comunista; el grupo comunista que "encargó" a MARX y ENCEI.S la ela-boración del "programa" no constituía

en forma alguna lo que se entiende co-múnmente por partido. Estaba integra-do sobre tointegra-do por individuos aislaintegra-dos, prevalentemente intelectuales, era nu-méricamente insignificante y —d i c e SCHUMPETF.R— "no resulta que ejercie-ra Jiinguna influencia en el contenido del Manifiesto".

En cuanto al calificativo —comunista-es precisainente el afán de distinción con el socialismo, que había dejado de ser un movimiento revolucionario, y sobre todo con los socialistas "utópi-cos", el origen de la decisión en pro del "comunismo burdo, puramente

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: K A DE ABTICI'LOS

vo" que. constituía, según MAKX, la ideo-logía de al menos una parte de la clase trabajadora.

Por otra parte, KNC;EI.S, dice

SCIIT;M-¡'ÉTER, no quería reivindicar para el

Manifiesto ninguna importancia causal en el curso de la historia social; no habría podido hacerlo y este punto do vista es importante- - sin contradecir la interpretación marxista de la Histo-ria. Para IÍÍXCELS til Manifiesto "no sólo refleja hasta cierto punto la historia del movimiento moderno da las clases tra-bajadoras", sino que es también "el mensaje, en el cual se reconocen millo-nes de trabajadores desde Siberiu a Ca-lifornia". Kslt> debe ser entendido en el sentido de que <d Manifiesto interpreta correctamente la historia del moderno movimiento de las clases proletarias, hecho éste • -aire SCHI-MPETEK— "eviden-temente faho, porque aparte de. otros 711 olivos, la creciente importancia social y palítica de, los trabajadores ha sido el resultada del aumento de los salarios reales por cabeza, siendo, por tanto, consecuencia <le un desarrollo cuya po-sibilidad negó explícitamente el mar-xismo (especialmente en 13-18)." "Debe. ser entendido también prosigue SCHUMPETKK- en el sentido de que la ideología del proletariado, o de una gran parte, de él, estaba correctamente expre-sada (en 188!! í por la ideología de la lucha da ciases del Manifiesto; pero está claro que la afirmación no es vá-lida para Id mayoría de los trabaja-dores..."

Considera SCHCMPETBit necesario exa-minar atentamente el problema en los siguientes párrafos; en ellos llega a la conclusión de que las masas, y en par-ticular los Sindicatos, estaban poco dis-puestos a aceptar la filosofía de la lu-cha de clases del Manifiesto "...las ma-sas se dieron cuenta de que la ideolo-gía marxisla no era auténticamente suya,

sino que estaba impuesto por

intelectua-les que habían acopiado la opinión ¿o otros intelectuales sobre cómo debería ser su ideología'' (subrayado en el texto).

Tras este análisis que pudiéramos lla-mar "ambiental' del Manifiesto, va

SCHUMFKTER a diseccionar éste en el

resto de su articulo. Se dedicará sobre todo dice— a la primera parto, no porque las otras carezcan de, importan-cia, sino porque atañen más a la histo-ria del pensamiento político que a ¡a del análisis económico. Por ello, sólo una breve mención va a realizar de al-gunos puntos de. vista, en ciertos casos puramente anecdóticas, como es su. iro-nía ante, la afirmación de que "los

comu-nistas desdeñan la ocultación dn sus opiniones e intenciones, o la interpre-tación de la necesidad experimentada por MAKX de. exponer un programa de. acción coordinado con la "clamorosa retórica" anterior.

El núcleo del artículo de,

Sciinupa-TL'R va a centrarse, pues, en la primera

parte, en un intento de análisis cientí-fico. A efectos metodológicos, introduce la distinción entre ''sociología econó-mica", descripción e. interpretación de las instituciones económicas, inclui<l(is Jas costumbres y ¡as diversas formas de comportamiento y "economía'' o "aná-lisis económico en sen t i d o estricto" - descripción e interpretación de los mecanismos económicos que operan en cada estado de. dichas instituciones.

Tras una somera exposición de la teo-ría marxista de la interpretación econó-mica de la Historia y tí'« la superación que supone, en cualquier caso, sobre teorías como la del progreso general de. la mente humana, afirma SCHUMPETEB que "fue, una importante contribución a la teoría del comportamiento econó-mico y político y una superación del individualismo aerifico, aunque

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-K E S -K Ñ A D S A R T I C TJ L O S

mos no catar dispuestos a aceptarla tal como es".

La teoría marxista de las clases socia-les —('la histoi'ia fie todas las

socie-dades que han existido hasta ahora ha sido la historia de la lucha de clases"— no supone —í7¡Ve SCHUMPETEK— ninguna novedad pera los sociólogos o los econo-mistas. Pese a ello —prosigue -, los mar-xistas tienen razón cuando sostienen que la citada frase contiene el principio de una teoría del proceso social, nueva y específicamente marxista, teoría que pue-de ser reducida a tres puntos esencia-les.

En primer lugar, las clases de MABX están definidas exclusivamente en tér-minos económicos. El error de esta in-terpretación es claro para SCHUMI'KTEK : tan claro que no lo rebate, aunque pone en guardia al lector en torno a un im-portante elemento de verdad contenido en ella: "ninguna clase puede conservar una posición superior a la del proleta-riado, sin un cierto, aunque sea mo-desto, complemento económico por el cual está generalmente dispuesto a lu-char y cuyo aumento o disminución está relacionado, en la mayor parte de los casos, al aumento o disminución de su importancia social".

En segundo lugar, es característico de la teoría de las clases de MARX que las relaciones entre ellas, determinadas por la estructura de la producción, están vistas exclusivamente como relaciones antagónicas. El investigador que inten-te algo más que un juicio de valor dice SCHUMPETEU— no puede plegarse a una proposición de este género que es, cla-ramente, un postulado ideológico.

"El complejo entramado de tas rela-ciones individuales y de grupo contiene, al menos, tantos hilos de color coopera-tivo como antagónico, y otros cuyo co-lor varía según fas circunstancias."

En tercer lugar, fue precisamente, esta

concepción de la naturaleza dt> las clases y de. sus relaciones recíprocas, el pilar del concepto marxista de la Historia. De.sde este punto de vishi —a f i r m a ScnuKl'lÍTEi!—, aunque se, rechace la teoría de las clases sociales de MAHX. la idea de hacer de éslas y de. sus re-laciones el fundamento del proceso his-tórico, podría resultar válida analítica-mente.

JAI teoría marxista del Estado supera el concepto (identifico de creación de. una entidad metafísica llamadii el bien común, que ha estado en la base, de Iris teorías económicas. En tanto que se aceptaba que para captar la realidad eco-nómica era preciso partir del interés del empresario, no se aceptaba el he-cho, igualmente obvio, de que. para co-nocer la realidad política y ¡as decisio-nes políticas que influencian la vida eco-nómica, era necesario partir del interés del político. Fue, por tanto, un gran mérito científico de. >TARX el haber in-troducido la teoría del Estado en la es-fera del análisis realístico.

Sin embargo, dice SCHI-MPIÍTEH, tam-poco en este caso puede ser incondicio-nal este reconocimiento. Los posteriores desarrollos marxistas y leninistas no ha-cen sino reemplazar una ideología por otra. La política, tal como es, no puede ser entendida si no es partiendo del análisis del grupo político, y conside-rando entonces que, aunque no falten casi nunca las relaciones sociales entre las clases (no las marxistas), tal relación no expresa casi nunca toda lu verdad.

El primer punto estrictamente eco-nómico que trata MAKX - dice SciruM-PETER- se. resuelve, en un panegírico de las conquistas de la burguesía que no tiene parangón en la literatura econó-mica. El papel revolucionario y creador del empresario innovador, la incidencia de esa revolución económica en la es-tructura política y social ("el

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nía dice SCIH:.\ÍPF/J'EI;— ha sustituido el tradicionalismo idílico del medie-vo por la inseguridad general, tanto para el burgués como para el empre-sario"), la tendencia a la empresa de grandes dimensiones y la continua de-terioración da las condicionas propias del capitalismo por la lógica del siste-ma, ("lis «ste. elemento el que, según MAKX, explica la incapacidad del capi-talismo, no probada en la realidad, para hacer lo que podrían hacer las socieda-des precedentes: nutrir a sus propios esclavos y siervos"), son otras notas

constitutivas del Manifiesfo, el cual, dice SC.HIJMPETER, "revela un conoci-miento técnico de. la economía inferior al que estaríamos dispuestos a atribuir a MAKX en J847".

Fue entre 1850 y lí!60 cuando llegó a ser un economista —dice SciiijMra-TKK , y «no de los más cultos que hayan existido. Sin embargo, nada esen-cial le jue añadido o quitado en la obra posterior de MAKX. Kl Manifiesto es. pues, el preludio de la totalidad de la obra de MARX; fue un programa de

in-vestigación.:--P. O.

líciPKE, V . : La posizione delVEuropa ne.l mondo d'oggi. "Sconomia Internazio-nale", mayo, 1963.

Comienza RoPKK este artículo —texto de. una conferencia pronunciada en Ge-nova el 14 de marzo de 1963— parafra-seando la afirmación de Marshall sobre la dificultad que suponía sur un patrio-ta, como economispatrio-ta, y mantener al pro-pio tiempo una reputación. En el mo-mento actual - dice EOPICE— "es muy difícil para un economista ser un buen europeo y tener, simultáneamente, re-putación".

El. economista, dice, tiene muchas cau-telas que oponer al Mercado Común, en orden al equilibrio o predominio de sus aspectos positivos o negativos. "Kl gran público se. deja influir, sobre todo, por aquello a lo que llamaré el entu-siasmo político, y no presta suficiente atención a nuestros razonamientos de economistas, un poco drásticos y descon-fiados."

El Mercado Común, dice Kol'KE, muy bien pudiera comportar frente a lo pre-tendido, un elemento desintegrador de Europa. La paradoja de tal resultado

puede ser la consecuencia del hecho de que las actuaciones del Mercado Común, y la noción de suprunacionalidad que propugna, difícilmente pueden ser apli-cadas a toda Europa. De esta jormu, lo que debiera ser un factor de unión, muy bien pudiese llegar a serlo de des-trucción.

Desde este enfoque primario, lanza el profesor KÓPKE un durísimo ataque ante la ideología informadora de un cierto tipo, al menos, de tendencias in-tegracionistas que pretenden violar los naturales elementos diferenciadores de Europa. Difícilmente puede haber una definición más gráfica, y más represen-tativa, por otra parte, de una mentali-dad personal, que la siguiente: "Mucho tememos que el Mercado Común se. transforme en el rulo que nivele, cen-tralice y pulverice: un instrumento de. la americanización de Europa.''

Prosigue KOPKE, ere los siguientes párrafos, profundizando en el análisis del problema, y destacando las

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-S E -S -S -S A D E A R T I C U L O -S

ciiis que existen entre el Zollverein pru-siano y fíl Mercado Común, diferencias que, a su juicio, imposibilitan la ela-boración de unas analogías entre; situa-ciones históricas diversas y, por tanto, impiden establecer "a priori" una diag-nosis predeterminada de resultados.

Un gran error del Mercado Común, dice RoPivE, está constituido precisamen-te por aquello, que se presenta como una gran virtud; la confusión de políti-ca y economía.

Tal politización de la economía es el origen, para el autor, del regionalismo cerrado, cuya esencia dificulta la univer-salización, frente al regionalismo abier-to de la O. E. C. E. y la V. E. P. lista es, también, la causa de los graves proble-mas que se plantean en la actualidad cuando se consideran las consecuencias del M. C. para terceros países.

"Conviene distinguir para aclarar las cosas— entre tres casos en los que se hace sentir más intensamente el con. flicto entre el regionalismo del M. C. y el universalismo de la economía mun-dial. 1.° El conflicto en el sector in-dustrial. 2." En el sector de la agri-cultura no tropical. 3." En la agriagri-cultura tropical."

En el primer caso, la aclimatación de las industrias hace que no sean deses-peradas las esperanzas de liberalizar las relaciones externas. El problema se presenta más grave en id campo de la agricultura no tropical. "Es preciso re-conocer francamente que este conflicto originará las más graves consecuencias en los terceros países interesados, y no puede preverse cómo se podrán evitar tales consecuencias si se aplicase real-mente el mecanismo del Mercado Co-mún."

En el último caso, existen las mejo-res posibilidades para evitar efectos dis-criminatorios, corno consecuencia de. la

falta de. producción en Europa de los producios de la agricultura tropical, con alguna excepción como el arroz. Sin embargo, también e.n este caso, la po-lítica se. mezcla a la economía como con-secuencia del trato preferencia! dado a algunos pahes tropicales.

Termina el profesor ROÍ'KE con algu-nas reflexiones e.n torno a la posición de Europa en el mundo de hoy. Existen, dice, dos tipos de desequilibrio funda-mentales: t) la desproporción entra la reconstrucción económica y financiera de. Europa y su peso político y militar en el mundo de hoy; h) la despropor-ción básica, aunque conocida, entre, la potencia económica, cultural e intelec-tual de Europa y el minúsculo "quan-tum" de hombres, superficie y recursos naturales sobre las cuales está basada tli-cha potencia cultural.

Estas desproporciones son la conse-cuencia de la ampliación de la cultura occidental, que ha llegado a constituir e.l modelo para todos los países. Pero "el espíritu de una civilización no pue-de separarse pue-de sus raíces que son, en nuestro caso, el cristianismo, el huma-nismo y todos sus derivados." ha sepa-ración de las formas exteriores de una cultura —civilización de sus raíces puede producir, y de hecho lo hace, una situación peligrosa para el hombre. "Existe el riesgo de que una occidvnta-lizac.ión del mundo se limite a la difu-sión de una pseudo-cultura materialista. "De. aquí, termina el profesor RóPKE. la responsabilidad implicada pava Euro-pa en cuanto a lus consecuencias de la adopción de una determinada política económica. Se necesita, termina, una or-gunización internacional de la economía que no cierre la puerta y que deje in-tactas lus relaciones económicas y, al tiempo, intelectuales, entre Europa y el resto del mundo." -P. O.

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E S S E Ñ A D E A R T Í C U L O S

MOKGENSTERN. O.: ha validita tlclle. statistiche riguardanti il progresso económico ed i iassi di progresso. "¡/industria", núm. 2, 1963.

L no de los fines de las políticas eco-nómicas actuales está constituido por el mantenimiento de una tasa satisfac-toria de progreso económico. Se trata de obtener un más elevado nivel de, vi-da para Itis poblaciones, pero trunbién de determinar los resultados de la pug-na con la ínión Soviética.

Trata, en este artículo. MOKCENSTERN de analizar el significado de progreso económico, del problema de. la exacti-tud y ¡labilidad de las estadísticas re-lativas al progreso y de las dificulta-des que hallan los que usan tales in-formaciones. Discutirá, por fin. los pro-blemas relativos a tus comparaciones de las lusas de desarrollo en diversos períodos y en distintos países para el mismo período.

Tras exponer la cojiocida compleji-dad del concepto de progreso v las magnitudes nuís apropiadas para expre-sarlo, entra MOR(;KNSTI¡KN en el análisis de la exactitud de los datos represen-tativos. Se va a ocupar sólo de los in-crementos del producto nacional bruto real, cuya ¡labilidad depende, eviden-temente, no sólo del rigor de los datos representativos del producto nacional bruto, sino también de los que expre-san los precios usados para deflacionar las series.

El lector, dice Morgenstern, estará de acuerdo en que. es imposible estable-cer una tasa de progreso atendible de dos cifras significativas. Pero incluso la primera cifra es enormemente incierta, como demostrará después. UIAI

contro-versia se centra, sobre, todo, en la se-gunda cifra —normalmente al primer decimal- , y tiene lugar con toda se-riedad como si fuese posible, efectiva-mente, distinguir, por ejemplo,

en-tre 3,2 por 100 y 3,3 por 100, y como si el paso de la primera a la segunda cifra, a corto plazo, constituyese un progreso para el país, ofreciese seguri-dad de progreso en la competencia inter-nacional, etc. Sabemos, dice IVÍOKUENS-TIÍKX, que los diversos países se. han des-arrollado y que, en períodos, lo han ha-dio unos más que otros. Pero tales ob-servacionas y afirmaciones sólo se pue-den hacer en certeza desde la perspec-tiva cualitaperspec-tiva y en períodos largos.

En demostración de sus asertos, in-cluye MORCENSTKKX un cuadro en el que r-e expresan las tasas de progreso tal como se calculan normalmente, pero pa-ra variaciones de! 1, 3 y 5 por 100, en más o en menos, de los datos básicos. Las variaciones que se obtienen en las tasas de crecimiento según cual sea el error aceptado son fuertísimas, llegan-do, por ejemplo, del 1,3 al 12,5. "Este simple ejercicio aritmético, unido al hecho indiscutible de que los datos fi-nales del producto nacional bruto y de la renta nacional no pueden, con toda seguridad, estar exentos de errores, plan-tea el problema relativo al valor del cálculo de las lasas de. progreso."

En otra tabla incluye MOKKENSTEKÍN los resultados pura el caso de las ta-sas anuales acumulativas, llegando a la conclusión análoga de que su utilidad no aumenta.

Pero existe, además, el problema de la elección del año base, decisión que, aparte, otras razones, abre el camino a lo que podríamos llamar la picaresca de. los elaboradores guiados por razo-nes extraeconómicas. Incluye, por ejem-plo, MORGKNSTKRN ¡a siguiente tabla, que exponemos por su brevedad:

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-R S S U S A D E A -R T Í C U L O S

TASAS ACUMULATIVAS DE PRO-GRESO EN LOS ESTADOS UNIDOS Producto nacional bruto t*n dolaros, 1954

I asa 3,7 3,3 3,2 2.3

anual " •• Progreso del

1M9 a 1060 1950 a 1060 195-í- a 1<>6(! 1955 a 1960

Algo análogo ocurre cuando se trutn de la comparación entre diversos paí-ses. Contó resumen, dice MORCEXSTKHN, "no existe ninguna posibilidad da ha-cer concesiones cuando se trate del uso científico ds las tasas de progreso. Tal como existen ere la actualidad, no tie-nen valor a los fines de los usos

im-prescindibles para los cuales deben ser empleados. O, en otras palabras, el uso exacto de lus "tasas de desarrollo'' es absolutamente inadmisible, no sólo para comparaciones entre los diversos paí-ses, sino incluso con fines dv compara-ción entre diversos períodos breves

den-tro del mismo país.

domo resumen, podemos decir aue el artículo reseñado, si bien no aportu nada nuevo al concepto que tiene el estu-dioso de la utilidad y fiabilidad de las lasas de desarrollo, comporta una llama-da al orden siempre oportuna y efir.au. Hubiera sidn interesante un análisis de las consecuencias de las realidades ex-puestas por JVÍOKCENSTUitN a efectos de planificación: por ejemplo, en cnanto a la utilización de. la relación capital producto. P. O.

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